Revista Lúdica 8a edición

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Sobre Lúdica

Sobre Lúdica Lúdica surge como un espacio para el intercambio de ideas y conocimientos psicoanalíticos estimulando propuestas novedo­ sas que jueguen con las clásicas fundamentales del psicoanálisis. Reconociendo los alcances de los diversos enfoques psicoanalíticos, se abre este espacio para complementar las diversas perspectivas que componen este campo, brindando mayor riqueza al quehacer clínico al estimular nuevas inquietudes y nuevos senderos en la práctica clínica. En estas páginas fundamos un lugar de respeto y diálogo para las distintas teorías psicoanalíticas con el objetivo de inaugurar un nuevo espacio psíquico convergente para quien acuda a su lectura. Si deseas obtener más información, envía tus comentarios o sugerencias a info@revistaludica.com o ingresa a www.revistaludica.com

EDICIÓN

Claudia Castro Claudia Melville Liza M. Zachrisson

Vanessa De la Cruz

Mónica Alejandra Rodríguez Vivian Ruiz

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Carlos Pérez

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Revista Lúdica

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Liza M. Zachrisson REDACCIÓN

Coralia LópezSelva PORTADA Diseño

Rafael Aycinena

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Lúdica, octubre 2013, pg. 1

AUTORES

María José Barillas Héctor Gracía de Frutos Paulina Espinoza Paula Larotonda Norberto C. Marucco Lucía Pérez

Gustave Caillebotte Gustave Courbet Brielle DuFlon Juan Gris Gustav Klimt Francisco de Zurbarán

Contacto: Revista Lúdica 6a av. 6-63 zona 1 0, Edificio Sixtino 1 , oficina 301 Guatemala, Guatemala


Índice

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Sobre Lúdica Escritos

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El jugar de Winnicott Paula Larotonda

El inconsciente: inercia y puntuación Héctor García de Frutos

El ambiente facilitador: una revisión necesaria para la articulación de esta categoría Mónica Alejandra Rodríguez

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Enfrentando el sufrimiento: psicoanálisis de la depresión Norberto C. Marucco

Expresiones

La Oveja Negra Carlos Pérez

46 Conceptos Transferencia

En cartelera 47

Enredados: El camino enredado hacia la independencia desde los cuentos de hadas María José Barillas, Paulina Espinoza, Lucía Pérez y Vivian Ruiz

53 En el taller 56 Sobre autores L Ú D IC A

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Escritos

El jugar de Winnicott

Paula Larotonda

Cuenta Clare Winnicott sobre su esposo Donald, que la capacidad de jugar fue central tanto en su obra como en su vida. Relata[1]: Hace varios años, un amigo que pasaba unos días con nosotros miró en torno de él, pensativo, y nos dijo: 'Usted y Donald juegan'. Desde luego, nunca habíamos decidido jugar; no había en nuestra conducta nada deliberado...Jugábamos con las cosas reordenándolas, tomándolas, apartándolas, según nuestro estado de ánimo. Jugábamos con las ideas haciendo con ellas malabarismos al azar, a sabiendas de que no teníamos la menor necesidad de estar de acuerdo...Ambos poseíamos la capacidad de extraer placer, lo cual podía intervenir en las circunstancias más inverosímiles y llevarnos a imprevisibles hazañas. Con posterioridad a la muerte de Donald, un amigo norteamericano escribió, a propósito de nosotros: “Dos seres locos que se encantaban uno al otro y encantaban a sus amigos...”.

Esta capacidad de jugar juntos era lo que ­como psicoanalista­ Winnicott pretendía del vínculo con sus pacientes, en los tratamientos que llevaba adelante. Para él, un tratamiento psicoanalítico se daba en ese lugar donde se superponen dos áreas de juego: la del paciente y la del psicoanalista. Y si esto no era posible, el trabajo de este último debía tender a llevar al paciente de aquel estado en el que no era capaz de jugar, a un estado en que sí fuera capaz de hacerlo...

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I. Algunos desarrollos sobre el juego Antes que Winnicott desarrollara su teoría sobre el jugar, muchos psicoanalistas habían ya investigado y trabajado acerca del juego de los niños. Solo que Winnicott extendó el concepto, de modo que abarcara una capacidad presente en niños y adultos, una cualidad del psiquismo sano. En 1919, Sigmund Pfeifer, de Budapest, que se había dedicado a la observación


Escritos psicoanalítica de chicos, llegó a la conclusión de que la sexualidad autoerótica del niño se manifestaba en sus juegos. Ya Freud, para esa época, había reparado en la sexualidad de los niños, y en su su carácter traumatizante, en tanto energía que no encontraba una descarga satisfactoria, debido a la inmadurez del organismo infantil. Planteaba entonces una experiencia reguladora y ordenadora ­por la que atraviesa toda persona en la primera infancia­ que denominó complejo de Edipo, en la que confluyen ciertas ideas, sentimientos, emociones e impulsos sexuales del niño en relación a sus padres. Bajo la amenaza de la castración de sus genitales, éste intenta borrar dicha

economía afectiva de su conciencia mediante el mecanismo de la represión, mecanismo por el cual, dichas representaciones quedarían excluidas de la conciencia, a pesar de lo cual habrán de retornar en lo sucesivo mediante diversas formaciones psíquicas que tenderán a recuperar aquellos deseos e impulsos libidinales de la época infantil. A estas formaciones psíquicas, que se observan en la vida cotidiana de todo individuo, se las denominó formaciones del inconciente: los sueños, los síntomas, los actos fallidos, los olvidos... Entonces Pfeifer, incluyó al juego en esta serie de formaciones del inconciente que

"El toro en el cuarto, un tributo a la lujuria femenina" de Brielle DuFlon

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Escritos Freud había revelado; en tanto goza –al igual que dichas series psíquicasde un mecanismo por el cual se representa la sexualidad infantil y el atravesamiento por el complejo de Edipo, y se procura el cumplimiento de un deseo infantil. Pfeifer anticipaba así algunas ideas de Melanie Klein, para quien las fantasías sexuales encontraban representación y abreacción en el juego. Melanie concebía al juego como una traducción deformada de las fantasías, (al igual que los pensamientos del sueño se expresan en imágenes). De este modo, cuando existía una represión exagerada de las fantasías sexuales, se producía una inhibición en el juego de los niños. Entonces, en los tratamientos de chicos, ella trataba a los juegos como

equivalentes de las asociaciones de los adultos. Los niños jugaban, ese era el lenguaje que podían hablar, y ella, como adulta­ analista, mantenía una neutralidad absoluta respecto del juego, aportando solamente interpretaciones verbales, interpretando las fantasías que subyacían en dichos juegos. Esto significa que, para la técnica kleiniana lo que tomaba relevancia era, en tanto producciones del inconciente de sus pequeños pacientes, los contenidos del juego que los mismos desarrollaban en las sesiones, su trama argumental; Melanie les agregó la interpretación, ubicándolos así dentro del campo estrictamente psicoanalítico. Melanie Klein inventó, entonces, una técnica del juego, que describió en su

texto de1953, “La técnica psicoanalítica del juego”[2]. Empero se dice que dicha técnica fue de algún modo impuesta por una paciente de 3 años que se propuso espontáneamente jugar en las sesiones. Así fue que Melanie se limitó a aceptar los juegos de la niña y a interpretarlos y sólo en lo sucesivo utilizó este esquema en forma deliberada. Más adelante veremos que Winnicott dirá que los bebés, incluso antes de su nacimiento, juegan espontáneamente...y esto será la base para pensar al juego de los niños como proceso que se desarrolla en condiciones normales y no como producto a interpretar... Otro fue el caso de Von Hug­Hellmuth, una psicoterapeuta vienesa, antecesora y maestra de Anna Freud; para quienes

"Como mencionamos más arriba, para Winnicott, un tratamiento psicoanalítico quedaba definido por la superposición de dos áreas de juego, la del paciente y la del analista, y si esto no era posible, no se ponía en marcha un proceso terapéutico. Es decir que –para Winnicott­entre analista y paciente, debe crearse un espacio virtual, psíquico, como resultado de la capacidad de jugar tanto de uno como de otro." 5

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Escritos los tratamientos analíticos de chicos, debían tener una finalidad educativa y curativa, ya que consideraban imposible la tarea de psicoanalizar a un niño [3] en el modo habitual y standard, tal como se pensaba al psicoanálisis para pacientes adultos. En ese sentido, el juego, dentro de los tratamientos, era considerado un medio para establecer contacto con el niño, para interesarlo en el tratamiento y para comunicarse con su inconciente. Así, a diferencia de Melanie, que aplicaba el método psicoanalítico a los niños, de acuerdo con su técnica, Hug Hellmuth introducía ella misma el juego en las sesiones con niños ­dirigiéndolo y decidiendo su tema, personajes y desarrollo­, adoptando una perspectiva manipuladora: cierta vez, por ejemplo, le pidió a un chico, en la sesión, que le sacara una basurita que ella tenía en el ojo, como para “romper el hielo” y establecer un vínculo con él. O, en otras ocasiones fingía que un bichito sobrevolaba la habitación del consultorio, y pedía a sus pacientitos que la ayudaran a matarlo, con el mismo propósito. Estos trucos estaban justificados en tanto preparaban el terreno como para evadir

la conciencia. En definitiva, el juego era una actividad impuesta por el adulto, un recurso para vencer la resistencia de los niños. II. El jugar según Winnicott Como mencionamos más arriba, para Winnicott, un tratamiento psicoanalítico quedaba definido por la superposición de dos áreas de juego, la del paciente y la del analista, y si esto no era posible, no se ponía en marcha un proceso terapéutico. Es decir que –para Winnicott­entre analista y paciente, debe crearse un espacio virtual, psíquico, como resultado de la capacidad de jugar tanto de uno como de otro.[4] Pero de qué se trata esta capacidad de jugar, ¿qué es el jugar para Winnicott? En principio digamos que es una cualidad del aparato psíquico sano, cualidad que se construye a partir de la relación primordial del bebé con su madre. “Para asignar un lugar al juego postulé la existencia de un espacio potencial entre el bebé y la madre..” Una de las funciones maternas, según Winnicott, es el sostén del bebé. La

madre con un sostén adecuado, posibilita los pasajes desde estados de menor integración, a otros más integrados, y viceversa: el tránsito de la vigilia al sueño, del sueño al despertar; o de un estado de excitación a otro de quietud, transiciones de lugares conocidos a desconocidos... Asimismo, la metaforización de los cuidados maternos dará sostén a la estructura psíquica de ese infans, y facilitará en lo sucesivo –entre otras cosas­ , la transición por experiencias de no­ integración, es decir, por estados de cierta dispersión y relajación, en los que las referencias narcisísticas se dejan en suspenso; momentos en los que no se persigue fin o propósito, sin premeditación, ni forma, o aún sentido... Anticipamos también que –según este autor­ los bebés, incluso antes de su nacimiento, juegan espontáneamente, con movimientos y gestos –dice­ sensorio­ motores puros. Será la madre, a través de sus cuidados, quien irá al encuentro de esos gestos, haciéndolo vivir una experiencia de omnipotencia en la que el bebé “crea lo dado”. Dice D.W.W.: “En la primera L Ú D IC A 6 Lúdica, octubre 2013, pg. 6


Escritos lactación teórica el bebé está listo para crear, y la madre le posibilita tener la ilusión de que el pecho, y lo que éste significa, ha sido creado a partir del impulso derivado de su necesidad (...) Ahí el nuevo ser humano está en condiciones de crear al mundo...”. El infans tomará una posición subjetiva en el mundo a "Abstracto 1" de Brielle DuFlon

partir de esta experiencia primordial con la madre, que deriva de otra función materna, que denominó “presentación objetal”, por medio de la cual la madre introduce a su bebé en el campo de la cultura. Winnicott establece que en tal caso, la madre construye un espacio entre ella y el

infans, una zona de ilusión en la que se verifica una paradoja: que el infans crea un objeto que ya estaba en la realidad (no hay un objeto­teta que el infans fantasea y otro objeto– teta real, que la madre le da). Se inscribe, entonces, un objeto que para el bebé no proviene ni de su interior (no es una alucinación), ni de su exterior (no es dado por la madre) sino que corresponde a su creación y que será el símbolo de la unión y separación de la madre (será ese objeto el que acompañará al infans en ausencia de la madre, el mismo objeto que atenuará la presencia materna, simbolizando la separación por medio de su uso). Un objeto llamado transicional, en tanto soporta un movimiento que origina la simbolización: ausencia­ presencia; mío, tuyo; integrado, no­integrado, adentro­ afuera, etc. Lo que suceda a partir de esa experiencia, entonces, será la matriz por la cual el sujeto irá construyendo una vida a partir tanto de sus deseos, como de la resignación que implica el compartir los deseos de los demás, ya que el bebé sólo podrá

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Escritos crear ese objeto (dijimos la teta), en la medida que la madre se lo presente oportunamente, y en ese proceso habrá siempre desfasajes que limitarán la ilusión del bebé en el sentido de que ese objeto no es sólo producto de su creación. En ese espacio transicional que la madre construye, entonces, se suscita el jugar; y, en tanto implica soportar la tensión entre lo subjetivo y lo objetivo, es un logro en el desarrollo emocional del bebé. Del mismo modo, las intervenciones de un psicoanalista deberían poder ubicarse en ese punto en el que el paciente llega a ellas como resultado de su propio proceso de elaboración, recreando con ellas un “crear lo dado”. III. La creatividad como rasgo de vida, como propia del vivir Sólo a partir del jugar –dice Winnicott­ la persona puede ser creativa. Aclaremos que para este autor, la creatividad forma parte de la experiencia vital de una persona, es decir que cada uno, en el origen, es creativo; en el sentido del despliegue de lo más personal, de lo que es incuestionablemente uno mismo, lo más propio y oculto de cada persona. Dice “El juego es una experiencia siempre creadora y es una experiencia en el continuo espacio­tiempo, una forma básica de vida”. Es decir que vivir creativamente implicaría conservar ese núcleo intacto y no someterse a lo establecido por los demás. Y sin embargo dijimos más arriba que, para jugar, para poder comunicarnos y compartir con los demás, es preciso resignar una cuota de esa individualidad. Entonces lo creativo y lo lúdico están estrechamente ligados entre sí y

enmarcados en esa tensión entre lo propio y lo ajeno; entre lo que he creado y lo que me fue dado; entre el sentimiento más real y verdadero de lo espontáneo y el sentimiento más fútil que surge de la adaptación a los deseos ajenos. Por eso el jugar siempre es precario, frágil, efímero... Entonces, en el origen mismo del ser en desarrollo (si los cuidados maternos han sido satisfactorios), se establece a partir del jugar ­del infans­ un vivir creador y una vida enriquecida “Lo que hace que el individuo sienta que la vida vale la pena de vivirse es, más que ninguna otra cosa, la apercepción creadora”...Más tarde, en los tratamientos psicoanalíticos, el jugar es esencial porque en el jugar el paciente es creativo; un tratamiento “debe ofrecer oportunidades para la experiencia informe y para los impulsos creadores, motores y sensoriales, que constituyen la materia del juego. Y sobre la base de este se construye toda la existencia experiencial del hombre”. IV. El jugar como proceso Según lo ya planteado, a diferencia de los planteos de Melanie Klein sobre el juego como producto a ser interpretado, para Winnicott el jugar es un movimiento, un proceso que se está realizando, y del cual no importa el contenido, sino que importa en tanto capacidad de jugar, como testimonio de la creatividad de esa persona (del mismo modo Winnicott no se interesaba tanto por el contenido de los sueños –como lo hacían Freud y Melanie­ sino por la capacidad de soñar). En "Realidad y Juego" señala que ...”el psicoanalista ha estado muy ocupado utilizando el contenido del juego y no ha observado al niño jugar”. Para dar cuenta de ello estableció, en este texto, una L Ú D IC A

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Escritos "el aparato psíquico se construye a partir de un soporte de confianza, que permite la exploración, la expansión... y en ese estado no integrado, puede aparecer lo creativo. " diferencia entre el sustantivo juego y el verbo sustantivado “el jugar”, así como prefería decir (el) soñar, (el) ser, etc.; era su manera de transmitir una experiencia, un proceso, un “ir siendo”, un sujeto en devenir...

etc.; (un yo que debe prevenir ataques de lo malo, discriminar lo bueno de lo malo, etc.). Esto no supone nada parecido al entregarse a una experiencia de relajación, jugar o descanso, al cuidado de los demás.

Por otra parte, así como para Melanie el juego estaba al servicio de descargas masturbatorias, para Winnicott, el niño sano puede jugar hasta que el juego queda interrumpido justamente por la excitación, es decir que el jugar es siempre excitante, pero no –como pensaba Melanie­ por la amenaza pulsional sino porque –como dijimos­ el jugar es precario, en el sentido de que la paradoja que deriva de lo que es subjetivo y lo que se percibe de modo objetivo, se ve permanentemente amenazada por una drástica resolución, a consecuencia de lo cual el juego se termina.

Para Winnicott, en cambio, la integración del infans se suscita a partir de un estado de confianza que no supone meditación ni cálculo. Dice: “El juego implica confianza y pertenece al espacio potencial existente entre el bebé y la figura materna”...Esto significa que el infans no posee un aparato psíquico al nacer, y es la madre con sus cuidados, con su sostén, tal como mencionamos, la que posibilita el movimiento entre estados de no integración (estados de desorientación, de relajación, de falta de certezas) y estados de integración (en los que se recobra la atención, la vigilia, la certeza de sí mismo). Este movimiento luego se interioriza, posibilitando el funcionamiento de lo psíquico. Es decir que el aparato psíquico se construye a partir de un soporte de confianza, que permite la exploración, la expansión... y en ese estado no integrado, puede aparecer lo creativo.

Por otra parte, para la teoría kleiniana, el juego se desarrolla en un marco de absoluta desconfianza con los objetos: En el inicio, el bebé nace con una base constitucional, genética, que se complementa con un aparato psíquico rudimentario, que ordena el mundo exterior según experiencias de gratificación y de frustración, de las primeras se derivan los objetos buenos y de las segundas los malos. Así, el infans intentará desprenderse de los objetos malos e incorporar los buenos. Para Klein, entonces, el infans posee un yo integrado tempranamente, el cual le provee de capacidades como la atención, la discriminación, la precaución, 9

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V. El jugar de los grandes Winnicott se pregunta: “¿Qué hacemos, por ejemplo, cuando escuchamos una sinfonía de Beethoven o realizamos una visita a una galería de arte o leemos Troilo y Cressida en la cama o jugamos tenis? ¿Qué hace un niño cuando está sentado en el suelo, jugando con juguetes, bajo la


Escritos vigilancia de su madre? ¿Qué hace un grupo de jóvenes cuando participa en una sesión de música pop? ¿Dónde estamos cuando hacemos lo que en verdad hacemos durante buena parte de nuestro tiempo, es decir, divertirnos?” Para DWW toda la experiencia cultural es heredera del jugar. Y este tiene un tiempo y un lugar y –como el mismo dice: ”El lugar de ubicación de la experiencia cultural es el espacio potencial que existe entre el individuo y el objeto. Lo mismo puede decirse del juego... La experiencia cultural comienza con el vivir creador, cuya primera manifestación es el juego”. Cito a continuación algunas notas de DWW acerca del jugar de los adolescentes: “Lo característico del juego de la adolescencia es que los 'juguetes' son los asuntos mundiales: (los adolescentes) 'juegan' con la política mundial, y se posesionan, o bien 'juegan' a que son padres o madres, en el sentido de mantener relaciones amorosas, etc. 'juegan' mediante construcciones

imaginativas en las que se convierten, o aprenden lo necesario para convertirse en artistas, músicos, filósofos, etc. 'juegan' a juegos reglados, volviéndose profesionales o compitiendo por campeonatos mundiales 'juegan' a la guerra haciendo cosas que terminan envolviéndolos en verdaderos riesgos, si son delincuentes, 'juegan' a los ladrones convirtiéndose en ladrones, o no consiguen jugar por haber perdido la capacidad para ello y entonces recaen en: la parálisis (introversión esquizoide), incluidos el permanecer en la cama, ingerir drogas, los estallidos maníacos o los impulsos suicidas, la explotación del instinto y una intensa vida de fantaseo”. Sin embargo, nos preguntamos, ¿cómo se manifiesta el jugar de los adultos en los procesos terapéuticos? Dice Winnicott: “En mi opinión, debemos esperar que el jugar resulte tan evidente en los análisis de los adultos como en el caso de nuestro trabajo con chicos. Se manifiesta, por ejemplo, en la elección de las palabras, en las inflexiones de la voz, y por cierto que en el sentido del humor”. Así, entre el jugar de la infancia

y el de los adultos no existiría ruptura, sino transición... Epílogo Cierta vez me consultó una seria muchacha de veinte años, estudiante de artes y expresión corporal, por una importante inhibición para desarrollar sus actividades, así como para desplegar su existencia en relación a sus pares...Sobre todo poseía una incapacidad manifiesta para dialogar y comunicarse en general... Durante las sesiones caía repentinamente en silencios prolongadísimos, bajaba la cabeza y quedaba así larguísimos momentos ensimismada en sus pensamientos. Cuando yo le preguntaba ¿en qué se había quedado pensando?, ella respondía con un hilo de voz: ­en nada... Con el correr de las entrevistas ensayé diversas estrategias, hasta que introduje una variante por la cual, cuando ella caía en esos estados, le susurraba su nombre, como llamándola desde lejos, y le preguntaba donde estaba en ese momento, como gritándole a media voce...finalmente, le hablaba tan despacio que ella no entendía lo que le L Ú D IC A

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Escritos decía y me pedía que hablara más fuerte...Comenzó a reírse. De a poco, entonces, aprendimos ambas a habitar los silencios, de modo que ya no incomodaran, sino que eran sugerentes preámbulos de un juego. Un día, en medio de uno de “nuestros” silencios, me preguntó: “¿En qué estás pensando?” Con sorpresa, reaccioné diciéndole lo que realmente pensaba, a pesar de que nada tenía que ver con el tratamiento. Desde allí, en un marco de intimidad y confianza mutua, conquistamos silencios y confesiones, y el juego se instaló, posibilitando que finalmente ella comenzara a poner sus pensamientos “afuera” y a tolerar que estos fueran diferentes de aquellos que poseía “adentro”... Este fue un proceso de aproximadamente dos

años de tratamiento. Fue el tiempo necesario para que esta paciente pudiera comenzar a jugar, esto es, aprender a tolerar que sus ideas como sus silencios fueran tanto suyas como de los otros, aceptando la pérdida de la omnipotencia propia y las fallas de los demás.

terapéutica. Ese juego tiene que ser espontáneo, no de acatamiento o aquiescencia...”.

[1] En Donald D. Winnicott, Editorial Trieb, Buenos Aires, 1978. [2] Melanie Klein, Obras Completas, vol II. [3] Este aspecto lo desarrollé en Winnicott y los padres: www.disenios­web/winnicott/ [4] “La resistencia surge de la interpretación ofrecida fuera de la zona de superposición entre el paciente y el analista que juegan juntos. Cuando aquel carece de capacidad para jugar, la interpretación es inútil o provoca confusión. Cuando hay juego mutuo, la interpretación, realizada según principios psicoanalíticos aceptados, puede llevar adelante la labor

"el juego se instaló, posibilitando que finalmente ella comenzara a poner sus pensamientos 'afuera' y a tolerar que estos fueran diferentes de aquellos que poseía 'adentro' "

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Escritos

El inconsciente: inercia y puntuación El presente artículo recorre el concepto de inconsciente a partir de dos ejes: su génesis en la metapsicología freudiana, y su temporalidad lógica a partir de la función paterna. Examinando en Freud las nociones de representante, representación, sentido y satisfacción, busca explicitar los efectos de la interpretación analítica lacaniana. El nuevo continente. Uno que no admite la barbarie de la conquista, menos aún la arrogancia de la colonización. Si concede un tránsito, será probablemente al topógrafo: aquél que circunscribe los límites de la superficie, y anota sus fallas, surcos, protuberancias. Y, sin embargo, bajo exploración admite cierta metamorfosis. El descubrimiento del inconsciente freudiano no puede sino ser solidario de su manipulación en esa extraña juntura asimétrica que es la transferencia a un psicoanalista. Como nos recuerda Strachey [1], al postular procesos anímicos inconscientes Freud no filosofa; no hace sino armar un aparataje que dé cuenta de los efectos de la clínica que abordaba. No hay en consecuencia teoría psicoanalítica sino de los efectos del dispositivo; a su vez, éste depende del método: los principios y el estilo en acto que permiten a un analista operar en su práctica. Así, las formaciones del inconsciente producidas en el marco de

Héctor García de Frutos

una neurosis de transferencia responden al modo en que interprete el analista, objeto de esa transferencia. El trabajo que aquí se propone se sitúa en ciertas coordenadas de la praxis analítica: el psicoanálisis tal y como lo reinventó Jacques Lacan. Lo cual supone el uso de la interpretación como corte, verdadera causa de lo que se ha dado en llamar sesión de tiempo variable. Puesto que existen lecturas muy distintas de la enseñanza lacaniana, así como diversas formas de actuar respecto de la misma, es de recibo advertir aquí que se considera la elucidación que de ésta ha podido establecer el psicoanalista Jacques­Alain Miller: la persona elegida por el propio Lacan para establecer el texto de sus escritos y seminarios. Dicho esto, en este texto se busca esbozar las líneas de una investigación determinada por dos sencillas preguntas: ¿qué clase de inconsciente se deriva de la praxis analítica? ¿Qué deviene dicho inconsciente cuando dicho análisis se ha L Ú D IC A

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Escritos llevado lo bastante lejos? Partiremos de un hecho clínico: que un análisis lacaniano produce un vaciado de sentido de los contenidos inconscientes que revela. El objetivo del presente artículo consistirá en situar las propiedades del inconsciente que permiten explicar este resultado. Por otra parte, el lector podrá advertir dos aspectos llamativos en las preguntas plateadas: respecto de la primera, la presuposición de que el inconsciente no está ahí a priori, sino que se produce en el marco del tratamiento analítico mismo. Respecto de la segunda, que el tiempo del tratamiento queda como una variable indefinida. Son cuestiones fundamentales, y por ello el artículo se ordenará en torno a la génesis y la temporalidad del inconsciente en transferencia. Y la génesis de este inconsciente corresponde a Freud. Consideraciones sobre la condición del inconsciente freudiano. Algunas claves del inconsciente freudiano se describen en el artículo que cierra la serie metapsicológica de mediados de la década de los 10, sencillamente titulado ‘Lo inconsciente’ [2]. Es un texto de difícil acceso, árido, y sin embargo no carente de sorpresas. Una de ellas puede aislarse por omisión: Freud da cuenta del inconsciente sin mención alguna al complejo de Edipo. Sorprende en la medida en que usualmente se piensa el inconsciente a partir de la articulación de relaciones familiares ilustradas por el mito griego; no en vano, tal es el contexto de formación de la neurosis, 13

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donde Freud descubrió y expuso este concepto. Es consecuente con esta omisión, pensamos, el que Freud presente el inconsciente como un ‘sistema Icc’ engranado a otros sistemas, el Pcc (preconsciente) y el Cc (consciente), y lo describa a partir de los puntos de vista tópico, dinámico y económico. Lo que se persigue (y aquí la denotación mediante letras es especialmente indicativa) es la formalización, la descripción por fuera del relato. Se restringe al máximo el espacio para la narratividad, para la imaginarización de las instancias, algo que el Edipo (así como la segunda tópica) permite con mayor facilidad. Es decir, se trata de alejar la mirada de la dimensión cualitativa, aquella que señalaría un acto psíquico como siendo consciente o inconsciente según la experiencia subjetiva, para situar las propiedades de éste en función de su pertenencia a uno u otro sistema [3]. Ahora bien: la noción de ‘acto psíquico’, muy repetida por Freud en este texto para nombrar los contenidos inconscientes, señala que no estamos al puro nivel de la representación abstracta, pues un acto es un acontecimiento con consecuencias materiales. Esta materialidad se juega sin duda al nivel del cuerpo, pero no se traduce forzosamente en movimiento: es preciso distinguir la acción motora del acto, pues éste concierne más bien al significante en su articulación a un límite [4]. La forma en que Freud liga psiquismo y cuerpo es otra: el inconsciente es algo vivo [5] nos dice, lo que significa aquí que su sustancia deriva del campo pulsional. A la


Escritos vez, Freud se encarga de distanciar la fijación, la transcripción inconsciente, de la dimensión orgánica, neuronal: no se ve cómo la célula nerviosa podría albergar la representación [6]. El psicoanálisis encuentra así su campo propio, al distinguir al inconsciente de la conducta efectiva (psicología), y del organismo (biología). ¿En qué consiste pues lo psíquico inconsciente? Lo inconsciente es lo ajeno en lo propio. Eso deja entender Freud, cuando sostiene que los actos de uno que no enlazan con el resto de su vida psíquica deben tomarse como si pertenecieran a otra persona [7]. Si no pueden hacerse propios, es por un obstáculo: la censura, precisará, agente de la represión. La naturaleza de estos actos difiere, por sus propiedades, de los procesos conscientes y de la representación de las percepciones exteriores. Es por tratarse de representaciones que se justifica su escisión entre conscientes e inconscientes: al nivel de las pulsiones, dicha distinción no aplica, pues éstas jamás pueden ser conscientes. Solo puede acceder a la conciencia “la representación que es su representante” [8]. Aunque el objetivo de la represión es ahogar la moción pulsional, ésta sólo opera sobre su representante. Y añade Freud:

“tras la represión, aquella [la representación] sigue existiendo en el interior del sistema Icc como formación real, mientras que ahí mismo al afecto inconciente le corresponde sólo una posibilidad de planteo (de amago) a la que no se le permite desplegarse” [9]. El afecto es concebido como descarga, susceptible de devenir sensación; mientras que la representación es la investidura de una huella mnémica. A través de la representación, el inconsciente tiene un pie en la pulsión y otro en el lenguaje. Por otra parte, hay un solo afecto propio al inconsciente: la angustia [10]. Recapitulemos entonces: el sistema Icc se compone exclusivamente de representaciones sobre las que opera la represión. Y si el campo afectivo del sujeto es gobernado por el inconsciente, si hay descarga de la investidura de la representación inconsciente, se manifiesta la angustia. Dos nuevos interrogantes: ¿Por qué Freud habla del representante, término emparejado con el de representación? Y ¿no hay una contradicción al calificar a la representación como ‘formación real’, cuando por definición una representación es un símil de lo real? El inconsciente freudiano y el decir esquizofrénico. En el último punto del artículo podremos

"el inconsciente freudiano es un ‘a caballo’: siempre entre una cosa y otra, es imposible pensarlo como consistencia, como elemento, como algo acabado, acontecido.” L Ú D IC A

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Escritos

"Agnus Dei" de Francisco de Zurbarán

quizás hallar un esbozo de solución a estas preguntas. Pero encontramos también una aseveración sorprendente: Freud presenta sus extensas consideraciones sobre el inconsciente como “algo no aclarado y confuso” [11]. No menos sorprendente es que, con el fin de arrojar nueva luz al respecto, Freud acuda a la clínica de la esquizofrenia. Esbocemos pues cómo llega a este desenlace. Antes, Freud explicaba la razón de que las representaciones inconscientes permanezcan como tales, sin asaltar la conciencia: una contrainvestidura [12] se constituye a nivel del preconsciente sobre una representación desplazada [13]. Se conforma así lo que Freud llama formación sustitutiva, la cual nunca consigue desvincularse de la representación inconsciente que busca reprimir. Se deduce la necesidad de ligar los sistemas Icc y Pcc, y comprobamos que la condición de investidura no es exclusiva de las representaciones inconscientes. 15

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Al abordar las propiedades del inconsciente, presenta al mismo como un conjunto de “agencias representantes de pulsión”, equivalentes a mociones de deseo que “coordinadas entre sí, subsisten unas junto a otras sin influirse y no se contradicen entre ellas” [14]. Si dos mociones pretenden descargar al mismo tiempo, no se anulan ni interfieren en sus respectivas magnitudes, sino que confluyen en una meta intermedia, llegando a un compromiso [15]. A lo que añade que las intensidades de investidura son móviles entre las representaciones: por condensación (reunión de distintas investiduras en una sola) y desplazamiento (traspaso de investidura de una moción a otra). Entendemos en parte el embarazo de Freud ante su propia elaboración: ¿cómo pueden estas agencias representantes estar coordinadas y no influirse? ¿No dice Freud que la investidura circula entre ellas, por condensación y desplazamiento?


Escritos ¿Cómo pueden dos mociones pulsionales, manifestaciones de la libido, llegar en el inconsciente a algo así como un compromiso, algo que a todas luces solo podría llevar a cabo un ser pensante? No hay instancia que ponga orden en el inconsciente, ni separación clara de éste y el preconsciente [16]. Aquello que la clínica de la neurosis descubre no permite una elucidación sólida: el sistema Icc, sólo revelado mediante análisis, se manifiesta inconsistente. En cambio, en la esquizofrenia, lo inconsciente no se encuentra reprimido, pues emerge como consciente gran parte de su contenido [17]. El decir esquizofrénico es rebuscado, desorganizado sintácticamente, y con frecuencia hace alusión a partes del organismo. Las palabras mismas son sometidas al proceso primario propio del inconsciente: la condensación y el desplazamiento [18]. Así, una palabra puede tomar sobre ella las investiduras de una cadena completa de pensamientos [19]. Freud propone como ejemplo clínico a una paciente esquizofrénica de su colega Tausk, cuya psicosis parece desencadenarse a raíz de una pelea con su novio. Ella señala que él es un torcedor de ojos, lectura literal del término ‘augenverdreher’, que significa socialmente ‘simulador’ [20]. La palabra afecta directamente el cuerpo de la enferma (sin represión alguna, pues ella puede explicar el porqué de su síntoma) en una identificación total al amado: ella se queja de que sus propios ojos están torcidos. No es descartable que este síntoma se viva como una alucinación. Encontramos aquí la función del neologismo, no poco usual en la

esquizofrenia, y que lleva a Freud a aislar la noción ‘representación­palabra’. Freud sostiene que la investidura llevada a cabo sobre estas representaciones­palabra es una tentativa de curación [21]. Dicho de otra forma: en la esquizofrenia una palabra puede adquirir las propiedades de las mociones pulsionales que conforman el inconsciente neurótico. Las representaciones inconscientes de la neurosis pasan a llamarse, por oposición, representaciones­cosa, en la medida en que se invisten las huellas mnémicas que remiten al objeto indicador de la castración. En efecto, una vez frustrado el acceso al objeto, el neurótico lo retiene mediante la fantasía inconsciente. Así, mientras que la representación consciente abarca la representación­palabra más la representación­cosa, en el inconsciente se presenta aislada la representación­cosa. Lo que la represión rehúsa a la representación rechazada es su traducción en palabras [22]. Tenemos entonces un representante más real, una formación real más próxima del objeto y por ello censurada en la neurosis; y una representación­palabra susceptible de conciencia, pero que por funcionar al modo del inconsciente en la esquizofrenia (dónde no se aprecia censura entre el Icc y el Pcc) equivale a una tentativa de restitución del objeto perdido. El empleo sistemático por parte de Freud de diversas expresiones compuestas para dar cuenta de los agentes de la pulsión confundirá quizás al lector, pero es la manifestación de que el inconsciente freudiano es un ‘a caballo’: siempre entre una cosa y otra, es imposible pensarlo como consistencia, como elemento, como algo acabado, acontecido. Por L Ú D IC A

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Escritos este motivo Jacques Lacan lo describe como siendo del orden de lo no­realizado [23], y señala que corresponde a una hiancia, a un borde [24]. El inconsciente estructurado como un lenguaje y el Nombre del Padre. El inconsciente freudiano se nos presenta por tanto como dualidad. El término más ilustrativo de esta bicefalia es la representación: a la vez huella mnémica e investidura, opera como representante de la pulsión. Por otra parte, en la expresión ‘representante de la representación’, vorstellungrepräsentanz, se condensa un segundo binarismo. Esta dimensión representativa del inconsciente, el hecho de que el lenguaje es el vehículo mismo de la cura psicoanalítica, y las continuas referencias lingüísticas en la teoría freudiana, confluyen en uno de los axiomas lacanianos fundamentales: ‘el inconsciente está estructurado como un lenguaje’ [25]. Para Lacan el inconsciente equivale a una red de significantes, cuya única propiedad es la de su diferencia los unos de los otros, y el hecho de que uno siempre remite a otro. Recordemos a este respecto la frase de Freud en ‘Lo inconsciente’, al respecto de las mociones pulsionales del Icc:

“coordinadas entre sí, subsisten unas junto a otras sin influirse y no se contradicen entre ellas”. De igual modo, los significantes se hallan coordinados, distintos los unos de los otros, y sólo se contradicen al nivel de su significado supuesto, y no por sí mismos. La lingüística revela que hay leyes que hacen del lenguaje una combinatoria presubjetiva, y lo mismo sucede en el inconsciente [26]. Si bien, como hemos visto, no hay una instancia externa que lo organice, éste trabaja sin descanso. Su ley, que gobierna el tránsito de las investiduras, es la del proceso primario: condensación y desplazamiento. Proceso que, como ilustra la esquizofrenia, puede acontecer al margen del objeto, al nivel mismo de las representaciones­palabra, término que podemos hacer equivaler al significante. En efecto, en el ejemplo del ‘torcedor de ojos’ puede aislarse bien cómo la lectura es al nivel del significante, sin apelar a la dimensión de vínculo social propia al significado. Éste, como sostiene la filosofía, es eminentemente público. La representación­cosa que conforma el inconsciente del neurótico, tiene quizás más difícil traducción. ¿Cuál es ese objeto representado por la representación­cosa? Se trata del objeto fantaseado propio de la neurosis, que puede aislarse mediante un

"Si una representación es algo más complejo que un representante, o que una agencia, es en la medida en que concierne a dos dimensiones: la del significante y la del sentido; y sin embargo, ¿qué mantiene juntas a la pulsión, presente en el inconsciente neurótico como mociones de deseo, y a la ley significante?” 17

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Escritos psicoanálisis. Y el psicoanálisis no es otra cosa que la asociación libre en presencia de un analista al que se le supone cierto saber sobre eso que a uno le sucede, aquello que insiste como síntoma. Invitar, entonces, a que el paciente produzca un discurso, que enlace un significante con otro, de lo que se seguirá la producción de un sentido. La clave de la interpretación freudiana consistirá en tomar el síntoma como un mensaje, y descifrar su verdad oculta. Aparentemente, no nos movemos del campo del lenguaje; ¿dónde reside la libido en todo esto? Justamente, en la invariabilidad del sentido a la que se llega cuando el análisis de la asociación libre encuentra su límite: el sentido es sexual, es decir, da cuenta de la forma de satisfacción. Si la representación conlleva la investidura y su movilidad, es en la medida en que para el ser humano la representación vehiculiza un sentido, y éste muta sistemáticamente, como demuestra el análisis. Si una representación es algo más complejo que un representante, o que una

agencia, es en la medida en que concierne a dos dimensiones: la del significante y la del sentido; y sin embargo, ¿qué mantiene juntas a la pulsión, presente en el inconsciente neurótico como mociones de deseo, y a la ley significante? Lacan es concluyente: es el Nombre del Padre (dicho de otra forma, la función paterna) lo que mantiene unidos ley y deseo [27]. Más aún: sitúa esta articulación como una aprehensión genial de Freud su autoanálisis, vinculando decididamente teoría y acto [28]. Añadirá, consecuentemente, que el encadenamiento de la ley al deseo no acontece de cualquier manera, sino bajo la efigie del goce del padre, pero no abordaremos este tema aquí. La función paterna permite puntuar el discurso, ligar en el inconsciente el significante con la fantasía, o lo que es equivalente, el significante con el sentido. En este punto, es preciso matizar una de las consideraciones que hemos propuesto; no es del todo cierto que en ‘Lo inconsciente’ Freud no haga mención al Edipo. Sí lo hace, pero no de forma explícita. Hacia el final del

trabajo, señala que lo que distingue la formación sustitutiva neurótica de la esquizofrénica es el hallazgo bajo análisis del complejo de castración como explicación última del síntoma neurótico [29]. No por casualidad el afecto fundamental del inconsciente es la angustia, solidaria de la castración, y que como bien recordó Lacan remite al objeto. No en vano insiste Freud en la representación­cosa como el material del inconsciente neurótico: allí se inviste la huella, la representación primaria del objeto perdido, inhallable en la esquizofrenia. Así, la tentativa esquizofrénica consiste en generar una marca de la nada, mediante la invención neológica. La investidura de la representación­ palabra proporciona un capitonado, una construcción de sentido, a una ruptura en la realidad imposible de simbolizar. El caso de Tausk que citábamos es un ejemplo preciso de este mecanismo. ¿Pero en qué medida el complejo de castración remite al Edipo? No es sino por la vía de su agente: la función simbólica del padre. No hay Ley sino L Ú D IC A

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Escritos sostenida míticamente en el padre, promueve Freud en ‘Tótem y tabú’; puesto que ésta se introyecta tras el asesinato del padre de la horda, opera como función: el padre permanece vigente como símbolo [30]. En el Edipo, al igual que en el mítico ocaso de la horda primitiva, el padre es agente de la prohibición incestuosa, así como la imago soporte de la primera identificación [31]. El registro simbólico se instaura en el crimen ambivalente: el pilar de “las organizaciones sociales, las limitaciones éticas y la religión” [32], la primera puntuación de la pulsión, coincide con la ascensión culpable del padre simbólico en detrimento del padre real del goce ilimitado. El desempeño del inconsciente en sus formaciones, así como su interpretación, no hallarían final si no fuera porque remiten sistemáticamente al padre como punto de detención. ¿Una inercia más allá del padre? Si la pulsión se constituye en el inconsciente como moción de deseo, es en el nombre del padre. La huella del objeto, la fantasía que sostiene el andamiaje neurótico, encuentra su fijación en el desarrollo de un Edipo que ubica el incesto por la interdicción paterna. Como dice Freud: “Lo que antes él había impedido con su existencia, ellos mismos se lo prohibieron ahora en la situación psíquica de la «obediencia del efecto retardado (nachträglich)» que tan familiar nos resulta por los psicoanálisis” [33]. A la vez, este padre, por vía del arrepentimiento, la culpa y la identificación, alcanzará el lugar de ideal inaccesible y añorado [34]. Objeto del sacrificio, y a la vez lugar del ideal: “la presencia doble del padre corresponde a los dos significados de la escena, que se relevan uno a otro en el tiempo” [35]. 19

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Dos referencias a la temporalidad, en la escena que constituye la realidad psíquica. Y sin embargo, el sistema Icc como tal carece de relación al tiempo [36]. Con ello, Freud no sólo indica que las representaciones inconscientes no cambian con el paso del tiempo (cronológico), sino que en la medida en que están disjuntas las unas de las otras, como piezas sueltas, no aplica para ellas lo nachträglich, el après­coup, la puntuación a posteriori. Nos atrevemos a concluir a este respecto que es propiamente la dimensión paterna lo que introduce la temporalidad lógica en el inconsciente freudiano, es decir, aquél que es interpretable en su sentido latente, que da cuenta de una verdad. El inconsciente freudiano es dual en la medida en que es inseparable del padre. El Nombre del Padre es así la creencia que sostiene el inconsciente freudiano [37]; aquello que lo estructura como un lenguaje legible, que puntúa un objeto en la satisfacción [38]. Y, sin embargo, no es forzosamente eficaz: sólo así se explica que haya padecimiento en la neurosis. Si el Nombre del Padre puntúa el inconsciente neurótico, no por ello opera como un amo del mismo; ésta es una lectura posible de enunciado de Lacan ‘no hay Otro del Otro’. ¿Cómo afecta la cura analítica a esta forma de significación? La interpretación analítica lacaniana funciona en reverso de la interpretación paterna: actúa para desligar el sentido común, la consistencia fantasmática entre el significante y el significado. Aísla así el significante en detrimento de la escena. La asociación libre, por otra parte, no es sino esto: pedir al analizante que libere su pensamiento por piezas, sin preocuparse


Escritos de ordenarlas, de que sean congruentes o verosímiles; y, a la vez, mostrarle que aquello que va viniendo no es sin relación [39]. Relación que se sostiene, bajo transferencia, del saber supuesto al analista. Si el análisis avanza, alcanza a revelar el lugar paterno que instaura la fantasía del neurótico. Paradójicamente, la praxis analítica requiere de la lógica paterna (suponer una relación entre significantes disjuntos) para, por la vía de la interpretación, contrariarla. El análisis orienta al neurótico para dejar de creer en el padre, pero no es posible hacerlo sin transitarlo. La inercia del inconsciente transferencial, el hecho de que aquél que habla repite sin cesar, no proviene solamente de que las huellas que a uno lo marcaron son las que son, y ello determina las palabras que se dicen. El sentido de las mismas, en tanto se deriva de la fantasía puntuada por significante paterno, nunca va demasiado lejos. Por el corte sistemático, el discurso se vacía. La erosión del sentido acontece para poner de manifiesto que la fantasía, fantasía es. Si la realidad es la realidad psíquica, el psicoanálisis apunta a trastocarla.

Sí, es un artificio para destituir otro artificio; y comprobamos que ello no es sin efectos en la modalidad de satisfacción. Que un analizante llegue a este punto antes o después, dependerá, quizás, de la solidez con la que el Nombre del Padre articuló su fantasía fundamental… Qué hacer con estos pedazos de texto, una vez se han tornado ininterpretables por los senderos del sentido, es una invención que corresponde a cada analizante en el último tramo del recorrido.

[1] Strachey, J. (1992). Lo inconsciente. En Obras completas de Sigmund Freud, Volumen XIV. Buenos Aires: Amorrortu. p. 157. [2] Freud, S. (1992). Lo inconsciente. En Obras completas de Sigmund Freud, Volumen XIV. Buenos Aires: Amorrortu. pp. 153­201. [3] Ibíd., p. 168. [4]Lacan, J. (1967). L’acte psychanalytique, cours du 15 novembre 1967. p. 2. En : http://www.valas.fr/Jacques­Lacan­L­acte­ Psychanalytique­1967­1968,136. [5] Freud, S. (1992). Lo inconsciente. p. 187. [6]Ibíd., p. 170. [7] Ibíd., p. 166. [8] Ibíd., p. 173. [9] Ibíd., p. 174. Las cursivas son del autor del presente artículo. [10] Ibíd., p. 175. [11]Ibíd., p. 193.

"El registro simbólico se instaura en el crimen ambivalente: el pilar de 'las organizaciones sociales, las limitaciones éticas y la religión', la primera puntuación de la pulsión, coincide con la ascensión culpable del padre simbólico en detrimento del padre real del goce ilimitado."

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Escritos [12] A nivel dinámico, propiamente, podemos señalar que la contrainvestidura constituye la defensa del yo en tanto quiere permanecer como uno consigo mismo, aislado de lo ajeno del inconsciente. [13] Ibíd., p. 178. [14] Ibíd., p 183. [15] Ibíd. [16] Ibíd., p. 187.

[33] Ibíd., p. 145. [34] Ibíd., pp. 147­151. [35] Ibíd., p. 151. [36] Freud, S. (1992). Lo inconsciente. p. 184. [37] Miller, J.­A. Pièces détachées, cours de l’Orientation Lacanienne, 2004­2005. Cours du 24 novembre 2004. [38] Miller, J.­A. Pièces détachées, cours de l’Orientation Lacanienne, 2004­2005. Cours du 12

[17] Ibíd., p 194. [18] Ibíd., p 196. [19] Ibíd. [20] Ibíd., p. 195. [21] Ibíd., p 198. [22] Ibíd. [23] Lacan, J. (1973). Le séminaire de Jacques Lacan, livre XI : Les quatre concepts fondamentaux de la psychanalyse, 1964. Paris : Seuil. p. 32. [24] Lacan, J. (1966). Position de l’inconscient. En Jacques Lacan, Écrits. Paris : Seuil. p. 838. [25] Lacan, J. (1973). Le séminaire, livre XI : Les quatre concepts fondamentaux de la psychanalyse. p. 23. [26] Ibíd., p. 24. [27] Ibíd., p. 35. [28] Ibíd., p .48. [29] Freud, S. (1992). Lo inconsciente. p. 196. [30] Lacan, J. (1998). Le séminaire de Jacques Lacan, Le séminaire, livre V : Les formations de l’inconscient, 1956­1957. Paris: Seuil. p. 146. [31] Freud, S. (1992). Tótem y tabú. En Obras completas de Sigmund Freud, Volumen XIII. Buenos Aires: Amorrortu. p. 145. [32] Ibíd., p. 144.

janvier 2005. [39] Miller, J.­A. Pièces détachées, cours de l’Orientation Lacanienne, 2004­2005. Cours du 17 novembre 2004. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Freud, S. (1992). Tótem y tabú. En Obras completas de Sigmund Freud, Volumen XIII. Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (1992). Lo inconsciente. En Obras completas de Sigmund Freud, Volumen XIV. Buenos Aires: Amorrortu. Lacan, J. (1966). Position de l’inconscient. En Jacques Lacan, Écrits. Paris : Seuil. Lacan, J. (1967). L’acte psychanalytique, cours du 15 novembre 1967. En : http://www.valas.fr/Jacques­Lacan­L­acte­ Psychanalytique­1967­1968,136. Lacan, J. (1973). Le séminaire de Jacques

"La interpretación analítica lacaniana funciona en reverso de la interpretación paterna: actúa para desligar el sentido común, la consistencia fantasmática entre el significante y el significado. Aísla así el significante en detrimento de la escena.”

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Escritos Lacan, livre XI : Les quatre concepts fondamentaux de la psychanalyse, 1964. Paris: Seuil. Lacan, J. (1998). Le séminaire de Jacques Lacan, Le séminaire, livre V : Les formations de l’inconscient, 1956­1957. Paris: Seuil. Miller, J.­A. Pièces détachées, cours de l’Orientation Lacanienne, 2004­2005.

"La botella de Burdeos " de Juan Gris

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Escritos

El ambiente facilitador: una revisión necesaria para la articulación de esta categoría El presente trabajo tomará como eje 3 puntos clave para reformular el concepto de ambiente facilitador: 1) La independencia nunca lograda del todo, 2) el interjuego de lealtades y deslealtades en el seno familiar 3) La depresión como integradora. Se articularán recortes clínicos en cada uno de estos ejes, proponiendo un espacio de reflexión y re conceptualización de dicha categoría conceptual. Este trabajo está referido a uno de los conceptos más mencionados en psicoanálisis en los textos de Winnicott, tanto que a veces corremos el riesgo de darlo demasiado rápidamente por sobre entendido en su significación como en su implicancia. Me refiero al concepto de ambiente facilitador que muy lejos está obviamente, de relacionarse únicamente con pautas o condiciones ambientales favorecedoras o en todo caso, habrá que repensar acerca de las condiciones de facilitación en el camino de la subjetivación. En la actualidad, se nos impone a los analistas de niños y adolescentes especialmente, revisar las problemáticas de nuevas concepciones de familia y retomar algunos puntos que Winnicott trabaja dentro de esta categoría. Un eje que seguí en esta lectura, uno de los tantos posibles, fue el de la presentación de la paradoja. Creo que es un modo muy 23

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elocuente y eficaz de incluir, de no perder de vista, la dinámica del conflicto propia de toda subjetividad. A su vez complejiza el concepto y abre un abanico de posibilidades para pensar tanto la salud como la enfermedad. Me detendré para desarrollar, tres puntos fundamentalmente: El primer punto: Cómo pensar en términos de crecimiento y desarrollo en una idea de autonomía que ponga menos el acento en el individuo y más en lo singular y propio de cada cual y que ese singular no remita a sólo uno. Ya desde el prólogo de “Realidad y Juego” de Winnicott, Pontalis hace referencia a que para Winnicott “el self no es el centro, tampoco es lo inaccesible, oculto en algún lugar de los pliegues del ser. Se encuentra en el intervalo entre el fuera y el adentro, entre el yo y el no yo, entre el niño y su madre”. [1]


Escritos Esto en lo más propio de la persona no tiene una ubicación unitaria sino que se sitúa en esa relación con el otro. Una de las formas que toma, la de la paradoja acá será la de una independencia nunca lograda del todo. Otra autora, J. Benjamín, en resonancia con esto señalará la diferencia entre diferenciarse y separarse del otro y desprenderse, crecer podríamos decir, por dentro de una relación, ubicando así una renovación transformadora en esa vieja­ nueva relación afectiva. [2] Muchas veces los analistas presenciamos situaciones entre padres e hijos en las cuales, ante los movimientos del hijo o hija marcados por las propias elecciones vitales (sobre todo a partir de la pubertad y la adolescencia) los padres, al sentirse dejados “por fuera” de esa elección actúan como dejados “por fuera” de la relación afectiva. Otras veces proyectan esa exclusión imaginaria en la que se ubican desde sus hijos, expulsándolos efectivamente a ellos. Una situación paradigmática de esta situación la relató una mamá. Su hija de 16 años había resuelto probar el ir a vivir con su papá (de quién su mamá se había separado hacía 6 ó 7 años) La señora no tenía inconveniente aparentemente, pero le dijo que apenas ella se fuera, su cuarto iba a pasar a ser un lugar de trabajo para ella. Esto generó mucha angustia en la joven, que decía que si se iba perdía todo pero que quería también probar vivir con su papá, con quién no lo hacía desde que era niña. Aquí “todo” era representado por su cuarto pintado aún de rosa y con osos de peluche que convivían ya desde hace algún tiempo con tacos por el suelo, colgantes y cigarrillos escondidos.

Al tener una entrevista con la mamá para tratar de inaugurar algo de este ir y venir necesario, de este no irse del todo, ella se mostró muy taxativa: “se va o se queda, que se decida, apelando a un discurso moralista de convicciones firmes en la vida “si se va ya no vive acá y puede venir de visita, para eso no necesita el cuarto” dirá. ¿Cómo se va una niña de 16 años del lugar alojada por su madre si no puede jugar a hacerlo, si no le está permitido imaginarse en un regreso? ¿posiblemente la única forma para no regresar igual, para que alguna transformación pueda operarse en ella en ese ida y vuelta? ¿para no regresar al mismo lugar? ¿para jugar con la idea, además, de no regresar …? ¿Cómo aloja una mamá a una hija de 16 años, a la que no puede darle lugar a sus nuevas marcas, sobre todo aquellas teñidas de lo paterno? ¿Cómo pedirle decisiones unívocas y firmes a alguien en plena inmadurez, elemento esencial de la salud del adolescente? Para esta mamá, irse con el padre significaba ser independiente de la relación con ella, es decir no necesitarla más en alguna forma de intimidad posible (que venga de visita). Agrego además que esta señora no tenía trato con su familia de origen, padres y hermanos, por “antiguas peleas familiares”, y mantenía hacia su ex marido una relación de absoluta dependencia económica y profundas hostilidades afectivas de las cuales también dependía. Otra mamá, con una hija de 15 años con una problemática mucho más grave, del orden de los severos trastornos alimentarios y una profunda depresión, ante los marcados cuadros de aferramiento de su L Ú D IC A

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Escritos hija hacia ella le dirá: “yo ya te tuve 9 meses en la panza, suéltame, no me agarres más”, aumentando por ende la angustia de la chica. Aquí “agarrarse” cae en la literalidad del estar prendida (del endometrio por ejemplo) sin que puedan jugarse otras muchas formas y variaciones de ese agarrarse de padres e hijos mutuamente. Situación que la deja efectivamente en la más profunda soledad sin tener de dónde agarrarse subjetivamente. La independencia, para ser vivida como tal, requiere del sentimiento de no estar solo en el mundo, que es diferente del ser a solas que toma Winnicott [3] y reformula R. Rodulfo [4]. Para Winnicott en esto consiste la madurez: un movimiento hacia la independencia sin llegar nunca a lograrla del todo, y esa ligazón invisible con el entorno íntimo sienta las bases de la confianza de la persona. El segundo punto donde quiero detenerme, y siguiendo con el desarrollo del concepto de madurez, es cuando Winnicott plantea el interjuego de lealtades y deslealtades en el seno de las familias. [5] No me refiero específicamente a situaciones donde la separación de los padres marque este lugar del niño o del adolescente como repartido o tironeado entre dos discursos, dos casas, dos familias diferentes, sino más bien a aquellas situaciones propias de un movimiento saludable en el crecimiento de un niño y sus afectos. Winnicott dirá que hay mucha diferencia entre un niño que se alejó de su mamá llegó a su papá y volvió luego al punto de partida, y un niño que nunca pasó por esa experiencia.

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El niño establece una relación con un progenitor que necesariamente condiciona la actitud y la afectividad hacia el otro. Al ir virando su posición de un padre al otro puede tomar distintas perspectivas y experimentar tanto sentimientos amorosos como hostiles hacia ambos, produciéndose así un fortalecimiento gradual del yo. Esta experiencia del de ir y venir entre afectos opuestos, se repite en la vida cotidiana del niño en el hogar, no siempre entre la mamá y el papá solamente, también puede incluir hermanos y otros miembros de la familia muy cercanos. Se gesta así, una creación de espacios donde se juegan lo que Winnicott llamaría “lealtades y deslealtades”, ensayos dentro de la familia de situaciones donde no se le exije lealtad y se lo tolere en aquello que podría llamarse, en otro contexto, deslealtad. Un niño pequeño le decía de modo travieso a su mamá: “te robé unas monedas” … la mamá, al tiempo que juega a enojarse, le aclara que roban los extraños, que lo que hizo él fue sacar algo sin permiso. El niño introduce en su juego todas las tensiones propias de experimentar con deslealtades, incluso tensiones y celos de los adultos, de este modo se prepara para la vida. Se disputan entre hermanos por el lugar en la mesa o por quién recibe primero el plato servido, entran en luchas encarnizadas por a quién defienden los padres. Seducen a uno de los progenitores mientras miran despectivamente al otro. La familia tolera la inmadurez del niño y le permite ese interjuego. Muchas veces madres y padres suponen


Escritos que si crían bien a sus hijos habrá menos problemas en la adolescencia. Winnicott nos alerta sobre este ingenuo anhelo. Si esos niños han podido cursar su infancia encontrándose más a sí mismos, si han podido experimentarse tanto en sus aspectos tiernos como en los más destructivos, van a seguir por ese camino. Por lo tanto, llegada la pubertad y luego la adolescencia es probable que se presente

de Gustav Klimt

un prolongado forcejeo al que habrá que sobrevivir. En el mejor de los casos, esos niños ahora adolescentes, también habrán creado recursos a través del juego, del dibujo, de la palabra, de la expresión corporal y del pensamiento para encontrar caminos y usarlos creativamente. Esto se debe a que salud no es sinónimo de comodidad ni de adaptación, ni siquiera de normalidad, sino

que es el conflicto lo que caracteriza a las personas sanas. Para Winnicott en lo que se refiere al crecimiento y al desarrollo debemos ser capaces de aceptar paradojas; para él “lo que sentimos y lo que se puede observar que es verdadero pueden conciliarse”. Se trata del logro de una comunicación entre los sentimientos y los pensamientos y la posibilidad de una movida

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Escritos "salud no es sinónimo de comodidad ni de adaptación, ni siquiera de normalidad, sino que es el conflicto lo que caracteriza a las personas sanas.” convivencia entre ellos. En la fantasía inconciente crecer es intrínsecamente un acto agresivo, y en la adolescencia está siempre presente la muerte de alguien. Algunos adolescentes no muestran esa rebeldía propia de la libertad y la inmadurez, para Winnicott “esto puede ser una bomba”. Muchas veces la temática del asesinato y el triunfo sobre el adulto se desplaza a la experiencia de un impulso suicida, cuando no de un suicidio real. Los papás consultaron muy angustiados por su hijo de 17 años. Cuentan que empezó de repente con miedos que lo atormentan, la temática es el miedo a morirse y a morirse de SIDA. Está obsesionado con toda clase de síntomas corporales, hace preguntas reiteradas sobre lo mismo todo el tiempo. A la vez está muy agresivo, golpea puertas, rompe cosas y maltrata a todos. Dicen que siempre fue muy demandante e inseguro y que para todo pide ayuda. El padre está especialmente alarmado porque este hijo provoca en él toda clase de asociaciones con su hermano menor quien sufría de depresión y se suicidó a los 18 años. Cuando conozco a este joven me cuenta que todo empezó una noche que sus padres no estaban. Él y sus amigos llamaron por teléfono a unas chicas que consiguieron en el diario para tener sexo. No recuerda qué pasó desde que entraron él y la chica a su cuarto, supone haberse cuidado porque sí recuerda haber hablado 27 L Ú D IC A Lúdica, octubre 2013, pg. 27

entre ellos de preservativos. Lo obsesiona haberse contagiado de SIDA, se siente enfermo y pregunta insistentemente por estos síntomas. “No sé que pasó, estaba solo, cómo voy a saber” Se trataba de una de sus primeras experiencias sexuales pero no recuerda nada acerca de las sensaciones corporales, supone haber tenido una erección pero no está asociada con nada placentero. No sabe cómo contarle esto a sus padres. Le preocupa especialmente qué pensará su papá. Dice ser muy diferente a él porque es inseguro, en cambio su papá es un hombre de carácter y un profesional exitoso que desde los 14 años se hizo cargo de su familia por fallecimiento de su propio padre (abuelo de mi paciente). Habla de este tío que se suicidó y pregunta si esto es heredable. Atravesamos a lo largo del tratamiento desde hace 2 años hasta hoy tres crisis de este estilo. En la primera es medicado por su padre por su cuenta con psicofármacos. Luego logramos evitar la medicación y él atraviesa sus angustias con cada vez más recursos propios. Se producen fuertes peleas. El padre lo denigra, el hijo lo golpea, el padre no le habla más por 3 meses. Esta escena vuelve varias veces en sesión, a veces se enoja más con el padre, a veces se arrepiente de haberle pegado. Termina el 2º año, se lleva tres materias. El padre supone que nunca las va a rendir. Las entrevistas con los padres giran alrededor del fantasma del padre acerca del hijo, del loco que se mata o del tonto


Escritos que no puede. Al año siguiente, luego de rendir sus materias, ingresa a la facultad (elige una carrera diferente a la de su papá), allí le va muy bien a pesar de sus miedos. Tiene una novia y está respetándole sus tiempos para llegar a hacer el amor. Las sesiones transcurrieron en los tiempos de las crisis en una zona intermedia musical. Es fanático de Bon Jovi y de Rata Blanca. Escuchábamos música juntos mientras habla de lo que no puede hacer solo, como estudiar cree no ser capaz de acordarse lo que estudió. Escucha uno de los “solos” de guitarra de Bon Jovi… “qué bárbaro este hombre todo lo que hace solo”. Escuchamos los “solos” juntos… Y él cada vez hace más cosas solo. Se viste de negro y usa pulseras a pesar de su papá. Se enoja mucho y amenaza con no venir más cuando lo insito a enfrentar sus miedos. Le importa bastante menos hoy qué opinan sus padres, de hecho no les cuenta sus cosas. Sabe que su papá vivió una adolescencia muy diferente, en realidad no la tuvo, “pobre, tuvo que ocuparse de su familia”. Para Winnicott ser uno

mismo implica ser desleal para con todo lo que no es uno mismo, pero llegar al “yo soy” requiere necesariamente de esta deslealtad y a veces puede resultar muy agresivo para los otros. La cuestión es que sin estos otros adultos familiares, padres sobre todo, es muy difícil de lograr, ya que se crece por oposición, y para esto es necesario que los padres puedan sobrevivir como tales, es decir como adultos y aceptar además las diferencias identificatorias de este hijo transformado por la vida. Aún a pesar de sus propias ideologías y sistemas de valoración. El tercer punto a considerar, muy entrelazado también con el de ambiente facilitador, es aquel relacionado con cierto estatuto de la depresión, con el valor que esta tiene, como el logro de una capacidad. Al principio el bebé siente una continuidad en su existencia porque recibe el apoyo de la madre que durante cierto tiempo es capaz de identificarse estrechamente con él. Cuando el niño puede decir “yo soy” ya tiene un interior y es capaz de albergar en su yo sus propios conflictos,

tensiones opuestas que conviven en él, y es saludable que así sea. Winnicott se refiere al humor depresivo como muy próximo a la capacidad para sentirnos afligidos y también para poder alegrarse cuando la situación es favorable. Para él la depresión es prueba de la integración personal, está estrechamente relacionada con la fortaleza yóica, con el descubrimiento de la identidad personal y con el proceso de duelo. Nada de esto es posible sin el sostén necesario para adquirirlo. La paradoja presente aquí es valorar la capacidad de deprimirse como un triunfo de la integración. [6] Para pensar este punto clínicamente me remitiré a una pacientita de 7 años que nace con una atrofia del nervio óptico con lo cual su visión es prácticamente nula. Cuando la conozco me encuentro con una nena que ha sido atendida ya desde que nació por muchos médicos pediatras, neurólogos y oftalmólogos, ha recibido estimulación temprana visual, concurre a una psicopedagoga (que es quien detecta otra L Ú D IC A

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Escritos problemática y me la deriva) y concurre a un colegio normal doble jornada, bilingüe con una maestra integradora. Todo este corpus profesional más su familia es el ambiente que la rodea desde bebé. Es su madre quien se presenta como levantando una cruzada por esta nena para que pueda hacer cada vez más cosas y que nadie le ponga un techo a sus posibilidades. En realidad, para sus padres la llegada de esta nena y su discapacidad provocó en sus vidas un shock muy profundo del que aún no se recuperaron. Ella es afectuosa, grácil y se mueve con mucha soltura, como si efectivamente pudiera ver sin dificultad. Esto provoca sorpresa en todos los profesionales que

trabajan con ella y es alentada fervientemente en sus nuevos logros. Llega a la consulta justamente porque cambia su humor, se pone agresiva, malhumorada y empieza a tratar mal a sus compañeros. Muestra conductas déspotas y antipáticas y, por sobre todas las cosas, los padres intuyen que no es feliz. En una oportunidad, al verle marcas de estrías a la mamá le dice: “esto que tenés acá es porque yo nací enfermita”. La madre le dirá que ella no es enfermita, que sus ojos ven distinto, así como hay personas que tienen distinto color de pelo, de piel o de ojos. Yo le marco que la nena pregunta si a ella (a la mamá) la dañó su enfermedad ya que sus ojos no ven diferente sino que no ven. Desde el comienzo de mi trabajo con ellos fue muy importante hablar claro. Me refiero a no entrar en el circuito de profesionales que ayudan a la nena a que logre lo que no puede por su discapacidad por un lado y a evitar con los papás como grandes ciegos todos, el profundo daño afectivo y narcisista que implica tener un hijo con una enfermedad congénita de esta magnitud. El trabajo conmigo se centró tanto con la nena como con sus papás por un lado y con los profesionales intervinientes y el colegio por el otro, en poner en el centro de la escena que es una nena que no ve y el profundo dolor e impotencia que esto acarrea. El espacio de la sesión se convirtió así en un ambiente facilitador para la depresión familiar.

Contrariamente a lo que se podría suponer, al trabajar en esta dirección la nena toma ferviente posesión del lugar. Se suceden secuencias lúdicas donde la enfermedad y de Gustav Klimt luego la ceguera ocupan el lugar central. 29

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Escritos El primer lugar donde se pone en juego es el cuerpo de la analista como lugar confiable que la protege, al decir de Winnicott, de lo impredecible. Se pone en acción lúdica mi torpeza, mi distracción, mi “no puedo”, luego la escena se trasladará a largas sesiones de playmobil, donde una familia atraviesa la enfermedad de cada uno de sus hijos, a veces se salvan, a veces se mueren, a veces se curan. “Tenían cuatro hijos con problemas de corazón… uno se murió” “Dale la vacuna para dormir como me pusieron a mí por los ojos” “Las madres contagian las enfermedades con las manos, está en terapia intensiva”. Toda clase de fantasías inconcientes se presentan y entraman para ligar así lo traumático de la no visión. Arman redes simbólicas que construyen un lugar para sus ojitos enfermos y, sobre todas las cosas, para una nena que tiene sus ojitos enfermos. La nena siente alivio, el alivio que otorga el hablar claro y poder ahora compartir su pena por su imposibilidad. “¿Mamá de qué color es el cielo?” “?Me voy a curar?” “¿Qué pasó cuando nací?” … a mi me gustaría ver …” Los padres, a su vez, a

pesar de lo doloroso de estos encuentros, hacen lo suyo. 1º. El padre empieza a participar más activamente, aprende a relacionarse con la nena (antes lo hacía con la ceguera y delegaba todo en la mamá). 2º. Esto genera alegría ya que construyen una nueva relación, tanto la nena con su papá como entre los papás. 3º. Se habla del tema en la casa, desde lo que no puede hacer sola provocando por decantación el claro perfil de lo que sí puede hacer sola (que antes no hacía). 4º. La madre puede hablarle de su dolor y de lo que lloró cuando se enteraron de su casi ceguera pero también pudo decirle lo importante que era ella en la vida de sus papás y todo lo que la querían. 5º. Se pueden empezar a implementar recursos técnicos más avanzados para ayudarla, no sin resistencia de la nena y de los papás. 6º. Se está pensando en un colegio para ella y no en adaptarla a ella a un colegio que no está al alcance de sus posibilidades visuales. 7º y, sobre todo, en todos los ámbitos coinciden en

que se la ve reír y jugar. Siguiendo a Winnicott: “… la integración no significa que el individuo haya logrado la paz, lo que ha logrado es un self que puede contener toda clase de conflictos propios… como todos los conflictos propios del medio”. Aquí la depresión se manifiesta en la apropiación de la historia, trabaja en pro de la integración psicosomática y le permite a la nena ser en todo su potencial. Fue necesario crear condiciones favorables para ello en todos sus aspectos vitales, empezando por su análisis. Para finalizar… algunas reflexiones sobre nuestro lugar terapéutico como ambiente facilitador. Considero que si hay algo a promover desde el Psicoanálisis, es la posibilidad de que allí aparezca lo más singular, potencial y creativo de nuestros pacientes y a su propia manera. Winnicott diría que “no se trata sólo de interpretar el Inconciente sino por sobre todas las cosas proporcionar un marco profesional a la confianza en el cual la interpretación pueda realizarse”. L Ú D IC A

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Escritos "la integración no significa que el individuo haya logrado la paz, lo que ha logrado es un self que puede contener toda clase de conflictos propios” Siendo profesionalmente confiables protegemos a nuestros pacientes contra lo impredecible, situación que a veces genera confusión mental y desórdenes somáticos. La transferencia y especialmente la contratransferencia nos alerta sobre sus miedos e inseguridades, pasiones y rabias y es en su análisis donde encontramos los recursos para favorecer la creación de ese ambiente confiable. En nuestro particular laboratorio analítico: ­ Sostenemos la dependencia para lograr una mayor autonomía acompañada, es decir que pueda estar a solas. ­ Jugamos en el juego de las lealtades y deslealtades para no tomar revanchas, ni lugares especulares y sí darle sentido a ese movimiento de autoafirmación que se gesta. ­ Apostamos a los estados depresivos como momentos de reunión de los propios afectos y de instauración de una nueva versión de la historia vivida, versión esta que, como dice P. Aulagnier, se construye en análisis sobre los propios duelos, sobre los propios miedos y sobre la propia libertad. Pienso que es necesario seguir trabajando en conceptos como el de Ambiente Facilitador, no darlos por entendidos, todavía hay mucho por descubrir.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Winnicott, D. (2008). Realidad y juego. (2a ed.). Buenos Aires: Gedisa. Benjamin, J. (1996). Lazos de amor:psicoanálisis, feminismo y el problema de la dominación. Barcelona: Paidos Iberica. Winnicott, D. (1993). Los procesos de maduración y el ambiente facilitador: estudios para una teoría del desarrollo emocional. Barcelona: Paidos Iberica. Winnicott, D. (1993). Los procesos de maduración y el ambiente facilitador: estudios para una teoría del desarrollo emocional. Barcelona: Paidos Iberica. Winnicott, D. (1994). Hogar, nuestro punto de partida. México: Paidos.


Escritos

Enfrentando el sufrimiento: psicoanálisis de la depresión* *El presente trabajo fue expuesto en el XXXXVIII Congreso de la Asociación Internacional de Psicoanálisis (IPA) en Praga (2013).

Al referirme al psicoanálisis de la depresión intento asumir el compromiso de profundizar en la comprensión de una de las patologías más frecuentes de nuestro tiempo. En su expresión clínica vemos los signos de un tipo muy particular de sufrimiento psíquico, revelador de un intenso, íntimo y dramático conflicto que puede llegar a tener devastadores efectos en quien lo padece. Por su extensión podríamos afirmar que se trata de una de las patologías que, aun sin estridencias, estaría denunciando, en toda su dimensión humana, los efectos que tienen en el psiquismo algunas de las características más perjudiciales de la cultura de nuestro tiempo. Pese a la singular importancia que reviste el tema sobre los efectos de los valores culturales sobre el psiquismo, no voy a desarrollarlo aquí, atento a las limitaciones de tiempo que requiere mi exposición. Como dije en anteriores ocasiones, creo que al enfrentar cualquier desafío de la clínica, nuestra posibilidad de actuar terapéuticamente dependerá de una teoría de la cura que sustente nuestras intervenciones en el campo analítico. Es desde esa teoría de la cura, o sea desde nuestra particular manera de concebir los modos de estructuración psíquica y su funcionamiento, que podremos –además– definir nuestros objetivos en relación a los pacientes que acuden a nosotros en

Norberto C. Marucco

busca de alivio para su sufrimiento. En esta perspectiva me ubico para reflexionar acerca del psicoanálisis de la depresión que, a mi modo de ver, es necesario considerar bajo tres órdenes: teórico, clínico y técnico. Hacia una metapsicología de la depresión El enfoque teórico del psicoanálisis de la depresión tiene un importante referente en lo que podríamos describir como un L Ú D IC A

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Escritos “momento de pasaje” en la obra freudiana (obra que conserva plena vigencia como referencia común, y como raíz que nutre todas las arborizaciones teóricas de nuestro pluralismo científico). ¿Cuál es ese momento de pasaje al que me refiero? Introducción del narcisismo “cierra”, podríamos decir, el entramado teórico de la primera tópica. A la vez, una teoría de la cura se reafirma y el psicoanálisis queda vinculado al análisis de las neurosis transferenciales. En el mismo texto, Freud alude a algo que ha “detectado” en la clínica: la existencia de un tipo de resistencias “narcisistas” que habrían de impedir el avance del análisis de las neurosis, ya que para ese entonces consideraba que las patologías narcisistas no son susceptibles a la técnica analítica.

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La concepción metapsicológica en que dicha técnica se sustentaba (la primera tópica: de la pulsión, del deseo, del significante) resultaba aún insuficiente. En este punto problemático de la clínica algo se “abre”: ¿qué es lo que late en el corazón de esas resistencias narcisistas? La importancia del objeto, del otro, no sólo en la constitución del psiquismo y de la patología, sino también, como lo desarrollaré más adelante, en el devenir del proceso analítico. A partir de esta “introducción” el proceso de la cura comienza a bascular (tal como Freud lo explicitará en 1937) entre el análisis de la pulsión, del deseo y sus representaciones en los significantes, y el análisis de este Yo enajenado en el deseo del otro. Así, la problemática que hasta ese momento y a través del análisis de las neurosis de

"Marina" por Gustave Courbet


Escritos transferencia giraba en torno al conflicto entre el deseo y la prohibición, y a los síntomas como formaciones sustitutivas, deja lugar a una psicopatología distinta en relación a la problemática de la autoestima; o sea, el pleno terreno de las afecciones narcisistas, o dicho en otras palabras, el pleno desarrollo del Yo. “El objeto”, que había quedado relegado en la teoría a partir del momento en que Freud descubrió el “engaño” de sus pacientes histéricas y privilegió el concepto de realidad psíquica ¬–de pulsión– retorna ahora de la mano de ese “nuevo acto psíquico” que Freud menciona y que yo he denominado identificación primaria pasiva. Éste es el acto mediante el cual el objeto, el otro, su deseo, ingresa en el psiquismo para constituir un Yo y un ideal, con un sesgo de “ajenidad”, de “extranjeridad”. Lo podemos presentar como un cuento: La privación (frustración) crea un ideal, al que se le consagra el amor que antes se le consagraba al "Yo verdadero". ¿Cómo queda plasmado este cuento en el psiquismo? A través de una estructura intrapsíquica que he denominado estructura

idealizadora. Ésta se inaugura con la interiorización de un objeto que impone sus propias características y exigencias. Un paso más: cuando este ideal intrapsíquico se proyecta en un objeto externo, deviene la idealización del mismo. Esta estructura constituye, según yo, el núcleo de la depresión, la que a su vez se expresa bajo diferentes máscaras en diversos cuadros sintomáticos (desde el enamoramiento patológico hasta las adicciones). Si “Introducción del narcisismo” reveló la importancia del objeto, “Duelo y melancolía” la confirmó definitivamente. ¿Qué sucede cuando éste se pierde? Lejos de resignarse a su pérdida, pasa, nada menos, que a ser parte de una instancia psíquica. (Dejemos por el momento de lado la discusión acerca de si esto que ocurre se produce en el Yo, en el Yo ideal, o lo que más tarde será el Superyó). Lo trascendente es que el objeto, el otro, es interiorizado, y que los mecanismos de identificación pasan a ser el centro de la constitución del Yo. Al Yo de representaciones se suma un Yo de identificaciones

con el objeto y, desde el objeto, que se torna susceptible a ser destruido por la acción de otra instancia psíquica, el Superyó. He aquí el núcleo, la esencia, del drama, del sufrimiento depresivo y melancólico: la pérdida de la autoestima, la disminución del sentimiento de sí, el desfallecimiento de la pulsión vital, conducen al individuo por un sendero que bordea el precipicio de su destrucción. Como ustedes ven, la muerte del Yo entra en el escenario psicoanalítico de la mano de esta estructura identificatoria: un ideal que se muestra exigente y un Yo que no alcanza a cumplir con ese ideal. Se traduce en un hombre que padece del sentimiento de que vale poco, de que no está a la altura de lo que se espera de él. Alguien que no puede cumplir... y que se aleja en su expresión sintomática de lo que hasta ese momento eran los síntomas neuróticos clásicos. Llegado a este punto es necesario recalcar dos postulaciones freudianas que han sido objeto de enormes controversias en el psicoanálisis contemporáneo. Si bien en “Más allá...” Freud vuelve a poner énfasis en “lo pulsional” a través de la L Ú D IC A

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Escritos idea de un movimiento que tiende a lo inorgánico, al cero, o sea la concepción de la muerte como pulsión (casi biológica), dos años más tarde en “Psicología de las masas” retorna la presencia pregnante del objeto. ¿Cómo? A través de aquella frase enigmática: “El enamoramiento y el suicidio tienen algo en común”. El objeto, el otro, otra vez el otro, en el lugar de ideal. El objeto devorando al Yo. ¿No es acaso el depresivo, por la proyección en un objeto externo de su amor al ideal, un enfermo de enamoramiento? ¿No encontramos en el suicidio del melancólico un objeto que devora al Yo? Me pregunto: ¿sólo en estos casos? En el frecuente hecho clínico de la transferencia idealizada, ¿no ocurre algo similar? Peligros, entonces, en el análisis del paciente depresivo, de las curas por el amor, y necesaria comprensión de esta problemática para poder operar sobre situaciones –muy comprometidas por un lado, pero decisivas por otro– para la cura de la depresión. En fin, como ustedes verán, la inclusión de la temática de la muerte en psicoanálisis, o sea de la 35

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entrega del Yo a su propia destrucción, abre básicamente, como he querido mostrar, dos posibles líneas de interpretación; una, que podríamos definir como la línea pulsional, es la que encuentra en el concepto de magnitud, de quantum pulsional (un concepto casi metabiológico) la causa última por la cual un individuo puede llegar a atentar contra su propia existencia y, por otro lado, la que podríamos llamar línea objetal, que no sólo jerarquiza la importancia del objeto en la conformación del psiquismo, sino que acentúa la acción del objeto como “instigador” de la propia destrucción del Yo. Dos caminos para un mismo destino: un sufrimiento que conduce hasta la muerte. Muerte del Yo, muerte del sujeto. En mi opinión estas posturas, a veces extremas, deben dirimirse (como lo ha señalado Green) en el terreno de un pensamiento dialéctico en el que puedan incluirse la pulsión, el objeto y la interacción entre ambos factores. Estamos entonces ante un problema teórico, con expresiones clínicas definidas y consecuentes reformulaciones técnicas que resultan inevitables.

Intentaré ahora responder a una pregunta clave de cuneo freudiano: ¿por qué en la melancolía el Superyó se transforma en “puro cultivo de pulsión de muerte”? ¿Qué quiso decir Freud cuando utilizó esa expresión? En realidad responde al intento de ubicar teóricamente un hecho clínico: el individuo melancólico se orienta hacia su propia destrucción. Existe una respuesta freudiana conocida: en el final del complejo de Edipo, tras lo que sería casi su “aniquilación”, se produce una de­fusión pulsional y un anidamiento de la pulsión de muerte de­fusionada en el Superyó. En este punto quiero plantear una hipótesis personal: toda vez que el niño se encuentra en la posición de denunciar la incompletitud (castración) de los progenitores, será susceptible de despertar el odio proveniente de la función narcisista parental. Ante la imposibilidad del aparato psíquico de reconocer y tolerar ese odio se pondría en marcha un mecanismo de desmentida tendiente a “asegurar” la sobrevida... ¿del niño o del ideal parental? Respondiendo entonces a mi manera a la pregunta freudiana diría que, el anidamiento de pulsión de


Escritos "Identificación de apariencia 'masoquista' en el Yo por la que comenzaría a operar el sentimiento de culpa inconsciente empujando al dolor de la descalificación, de la disminución de la autoestima y el progresivo desfallecimiento de la pulsión vital que puede culminar en la muerte del sujeto.” muerte en el Superyó, como señala Freud, encubriría, en realidad, una identificación en el Yo del sadismo del objeto desmentido. Identificación de apariencia “masoquista” en el Yo por la que comenzaría a operar el sentimiento de culpa inconsciente empujando al dolor de la descalificación, de la disminución de la autoestima y el progresivo desfallecimiento de la pulsión vital que puede culminar en la muerte del sujeto. Otro cuestionamiento: ¿esto ocurriría sólo en pacientes melancólicos? ¿O es válido también para la depresión? ¿Y si se tratara de una condición estructural? En virtud de esta identificación con el sadismo del objeto, se estructuraría una “zona” del aparato psíquico donde una aparente identificación “masoquista” cobra fundamental relevancia marcando las “vías de tránsito” de la llamada “pulsión de muerte”. O sea, estoy hablando casi de un “más allá de la pulsión de muerte” donde se avizora el sadismo del objeto. Y acercándonos al campo de la clínica: ¿será entonces el Yo quien “decide” su propia destrucción, o se tratará de la compulsión repetitiva impuesta por el sadismo del objeto identificado en el Yo? (el otro del objeto) (Green 2010). Obviamente esta “estructuración masoquista del Yo” será pasible de desembocar en patología en la medida

en que no exista a su vez una función paterna (ejercida por ambos progenitores) que promueva y sostenga la denuncia de la castración narcisista parental. ¿Cuál es la relevancia clínica de estas hipótesis? Revelan la necesariedad de la presencia en el analista, de esa función paterna que denuncie su propia posición narcisista. Para finalizar este apartado quisiera decir que mi intención fue hacer algún aporte a este complejo tema del sufrimiento depresivo desde mi perspectiva personal, sin por ello desconocer la importancia de los aportes de otros autores en relación a él, como el de “agonía primaria” que señaló Winnicott, el de “eje narcisista de las depresiones” que destacó Rosolato, el “deseo de no deseo” de Piera Aulagnier, la “acción de la desinvestidura y desobjetarización de la pulsión de muerte” que señala Green, “la prioridad del otro” de Laplanche. Acerca de la clínica y la técnica Instalados ya en el tema de la relación entre el Yo y el ideal, de la significatividad de la identificación en la estructuración psíquica y en la patología, de las características de estos procesos identificatorios, de los mecanismos utilizados y de las consecuencias que devienen de éstos, ¿permaneceremos aún en el terreno del inconsciente L Ú D IC A

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Escritos reprimido sexual y significante? Todo esto nos conduce a definir otro tipo de inconsciente no determinado por la represión ¿cuáles serán sus vías de retorno? Una pregunta más precisa: ¿Retornará en los significantes, en representaciones de palabra? ¿O a través de manifestaciones más allá de las palabras? Ya dijo Freud (1920) que estas “oscuras tendencias masoquistas del Yo” se expresaban a través del silencio de la conducta. ¿Se expresará este otro inconsciente a través de la compulsión a la repetición de esas “neurosis de destino” que signan una vida? ¿Cómo se manifestarán en la transferencia? Esta es un multitud de preguntas en abanico que empiezo a abrir para intentar dar cuenta de la necesidad de formularse y profundizar un psicoanálisis del dolor depresivo. En este apartado quiero hacer algunas precisiones clínicas. Mis desarrollos metapsicológicos, que destacan en esta zona la importancia del objeto, no descuidan de ninguna manera la problemática de la pulsión. Entonces, pues, existe una necesidad de 37

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levantar la represión para que surja la sexualidad, cuya expresión se encuentra por lo menos menguada en esta patología por el excesivo monto de pulsión sexual reprimida. Es necesario recordar que la autoestima (expresión de la relación entre el Yo y el ideal), aumenta no sólo en la medida del cumplimiento ideal, sino también del logro de la satisfacción pulsional directa. De ahí la significatividad, también frente al paciente depresivo, del análisis del inconsciente reprimido y sexual. Asimismo es importante el análisis de la tensión entre el Yo y el ideal. Vital es, entonces, el análisis de la transferencia en las afecciones narcisistas, no sólo como desplazamiento, o en la palabra, sino también la transferencia desde el objeto y hacia el objeto, o sea, la transferencia de instancias. El analizado transferirá su Yo al analista y lo denigrará, o bien transferirá a él un ideal severo, exigente, y se autodenigrará. Desde esta perspectiva puede entenderse el autorreproche depresivo como defensa que tiende a mantener idealizado al objeto. La tarea analítica sería señalar el contenido

idealizado del objeto que se oculta en el autorreproche y su corolario, la autodenigración. Si logramos hacerlo consciente en la transferencia idealizada encontraríamos una senda privilegiada en el proceso de la cura del depresivo. En último caso, se trata de descifrar en el ámbito del proceso analítico las distintas posiciones que adoptan en su pugna el Yo y el ideal como expresión del drama depresivo. Otro punto importante en la clínica de la depresión es el análisis del odio. El odio podrá a veces ser expresado manifiestamente por el paciente y en otras ocasiones ser vivido como afecto contratransferencial, o podrá también seguir el destino de la desmentida (tanto en su condición estructurante como en su versión patológica). Pero siempre el odio deberá ser reconocido y procesado. Como dije, en el caso particular de la denuncia de la función narcisista parental idealizada, se requerirá la ayuda de un analista capaz de dar lugar a la desidealización de la posición analítica. En este caso, el odio contratransferencial podrá permutarse en una


Escritos

por Gustave Caillebotte

discriminación liberadora o, aún mejor, la pulsión destructiva (medio) para un fin erótico. Momentos claves del análisis de un depresivo que van acercándonos al abismo del no ser, al vacío representacional, a la “muerte”. En esos momentos del análisis (¿de todo análisis?) el analista apuesta “inevitablemente” a la “vida” o a la “muerte”. Momento difícil; tal vez el más difícil. Requiere del analista no tener miedo, si es posible; no tener compasión, si es posible. Esto no significa ser frío o ser un espejo frente al analizado. Es el momento de tensión extrema: del lado del paciente, el temor a la muerte; del lado del analista un doble temor: el de ser quien mata, al ser ubicado como el ideal tiránico y el de ser matado (identificación con el Yo del paciente por ese ideal que va absorbiendo al Yo y agotándolo de libido).

A veces con la ilusión de encontrarlo se hace un rodeo y se encuentra un objeto externo al cual amar. ¿Qué otro recurso sino el del enamoramiento tendría un Yo tan deteriorado, tan destruido, frente a ese ideal que empuja a la muerte? Buscar un ideal externo con el cual repetir la situación de volver a ser amado y no odiado (aunque lo que encuentra es la servidumbre amorosa). En resumen, todo el deterioro que Freud descubre en el proceso del enamoramiento patológico que va expresándose progresivamente como falta de deseos, de esperanza y que puede culminar con la destrucción del Yo. También en la clínica llegará el momento en el que se correrá el riesgo de quedar a merced de ese ideal que descalifica, que denigra, que odia y que a la vez es el mismo que alguna vez protegió y al que se le asigna el poder sobre la vida y la muerte. O tal vez el momento de enfrentarlo y L Ú D IC A 38 Lúdica, octubre 2013, pg. 38


Escritos comenzar a ser. ¿Qué ocurre cuando no es posible enfrentarlo? ¿Cuando el Yo tambalea, se resigna, y puede hasta “decidir”, con aparente autonomía, su propia muerte? ¿Puede sostenerse a ultranza la neutralidad del analista en estos casos? Tal vez deberemos considerar la posibilidad de aceptar provisoriamente ese lugar preeminente como objeto, para poder desde allí “desmontar” la idealización y dar chance a una nueva reedición. Una vez más aparece el intenso compromiso del analista, quien deberá recoger el guante ante tamaño desafío. Jugado en su función analítica, e involucrado en su “singularidad real”, aportará su mente y “dará cuerpo” a la tarea, para desandar aquellas estructuras puestas en marcha no sólo en la patología de la depresión, sino también en un cierto

“carácter depresivo” que será susceptible de aparecer en todo sujeto ante determinadas situaciones de la vida. Finalmente, diría que en estas situaciones clínicas nos encontramos con alguien que expresa, “tengo ganas, pero tengo miedo”. La pregunta analítica es, ¿hasta perder el miedo? o ¿hasta perder las ganas? Aquí si el psicoanálisis, o los psicoanalistas no intervenimos, nuestra pretendida neutralidad podría llevarnos a conformar uno por uno, y entre todos, una sociedad de hombres quietos que optan por suicidar los propios deseos. Me detengo aquí ante un tema que es, a mi modo de ver, uno de los debates imprescindibles para el psicoanálisis contemporáneo y ante el cual, en verdad, no deberíamos detenernos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Freud, S. Obras Completas, Buenos Aires: Amorrortu editores Green, A. (1990). El trabajo de lo negativo, Buenos Aires: Amorrortu editores. Green, A. (2010). El pensamiento clínico, Buenos Aires, Amorrortu Editores. Laplanche, J. (1996). La prioridad del otro en psicoanálisis, Buenos Aires: Amorrortu Editores. Marucco, N. (1998). La cura en psicoanálisis. De la represión a la desmentida, Buenos Aires: Amorrortu editores. Marucco, N. (2006). Actualización del concepto de trauma, Revista de Psicoanalisis Nº 1 Marucco, N. (2012). Lo representable y lo irrepresentable, Revista de Psicoanalisis Nº 1 Hornstein, L. (2007). La depresión, Buenos Aires: Paidos.

" el odio deberá ser reconocido y procesado. Como dije, en el caso particular de la denuncia de la función narcisista parental idealizada, se requerirá la ayuda de un analista capaz de dar lugar a la desidealización de la posición analítica.” 39

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Expresiones

La Oveja Negra ¿Cómo y por dónde empiezo? ¿Por dónde empiezo a escribir o describir lo que muchas veces se me pregunta sobre mi obra de arte? ¿Por qué pinto? ¿Cuándo empecé a pintar? ¿Qué significa lo que pinto? ¿Por qué los animales? ¿Por qué los retratos? ¿Por qué los paisajes?

Carlos Pérez

Simplemente no se porqué muchas cosas se establecen y proyectan a través de mis manos, de mis emociones. A veces las cosas están allí revolteando en mi cabeza y sólo quieren salir. En realidad no pienso mucho cuando pinto, y cuando las ideas vienen, no importa en dónde esté solamente me gustaría salir corriendo a mi refugio de trabajo, en donde las ideas se transforman; en donde las contradicciones y la realidad se encuentran. Raras veces soy honesto o claro en lo que digo respecto a mi obra porque tanto ella como yo, van evolucionando cada "Alicia y las maravillas" L Ú D IC A

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Expresiones día, y podría ser que lo que hoy diga mañana ya no lo parezca. El artista es muy contradictorio con él mismo y con la realidad misma, pero mejor me quedo con lo mío porque si no ¡lloverán leones del cielo! Es lógico que al momento de contradecirme mi cabeza esté deambulando por otra parte; siempre me pasa, por un momento estoy concentrado y en cuestión de segundos me encuentro en otro lugar en otro momento.. es como si quisiera vivir dos veces al mismo tiempo. Para mí pintar es como una forma de meditación, que nadie debe interrumpir: mi soledad, mis vacíos, mi odio, mi fragilidad la lleno proyectando imágenes.

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"Conejita"


Expresiones A través de la pintura intento redescubrir lo que ya existe, darle un significado diferente. Las cosas no son definitivas y por lo tanto raras veces consecuentes. Rehúyo muchas veces a los títulos de las obras, y muchas veces me invento cualquier cosa de broma o de mala gana escribo un título. Cuando el espectador ve mi obra, siempre piensa en algo diferente o ve algo completamente diferente a lo que yo veo, no es mi intención obligar a las personas ver lo que no quieran ver. Al contrario, me alegra mucho ver a través de los ojos de los demás lo que yo inconscientemente plasmé. Muchas historias y formas están simplemente allí y yo no soy quién para cambiarles el rumbo. El arte siempre hace lo que quiere siendo yo simplemente un medio por el cual puede manifestarse transformándolo en algo visible para mí y para los demás.

"El bulevar"

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Expresiones En mi obra “Alicia y las maravillas”, mujer maravillosa que por tragarse un par de tabletas blancas con un vaso de agua, logra traspasar esos límites de la realidad encontrándose maravillada por ese mundo nuevo que antes nunca se hubiera imaginado y del que ahora estará formando parte. “La Conejita” es muy tierna e inocente, es como si quisiera decir algo malo algo perverso; como si quisiera ser alguien diferente a la que estamos acostumbrados a ver de ella. La “Oveja Negra“ es una obra con la que nos sentimos identificados. Queremos ser buenas personas pero sólo si los demás lo son con nosotros, y si todo el mundo está en contra de mí entonces también estoy en contra de todos.

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"Oveja Negra"


Expresiones Nos imitamos unos y otros, cuando veo a alguien caminar y esta persona me recuerda a mí mismo, o me gustaría ser como esa persona empiezo a imitar lo que también me gustaría ser o tener de ese otro. La “Princesita“ es un espejo de ella. También nos reflejamos en ellas, nos miramos y recordamos que somos iguales. Mi pintura no es diferente a la realidad y a la que todos los días me veo confrontado. Cuando uno nace y crece en un país violento educándose de esa forma, se acostumbra rápidamente a formar parte de la violencia. Cuando viajé a Europa, un lugar en el que nunca antes había estado y después de un cierto tiempo me acostumbré, descubrí que aquí la gente también se deprime y salta de sus ventanas

"Princesita"

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Expresiones por pura depresión. Siempre vuelo al mismo principio: ¡somos tan iguales y por lo tanto tan diferentes! He logrado por este medio artístico controlar muchos de mis miedos y miserias y otros han logrado del lujo y la miseria castillos y gloria.

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"Retrato"


Conceptos

Transferencia Toda una serie de sucesos psíquicos anteriores cobran vida, pero ya no como pasado, sino como relación actual con la persona del médico. Decía Freud: “La transferencia, destinada a ser el mayor obstáculo del psicoanálisis, se convierte en su más poderoso auxiliar cuando el médico consigue adivinarla y traducirla al enfermo”. En 1920 Freud amplía la noción de transferencia en su texto “Más allá del principio del placer” señalando que se trata de una compulsión que conduce a la actividad psíquica a evitar el displacer y a buscar el placer. Esta compulsión es un proceso incoercible e inconsciente que empuja al sujeto a repetir experiencias infantiles sin que sepa que se trata de una repetición y, a la vez, sin que se preocupe por evitar estas situaciones cuando las mismas son penosas. La escuela kleiniana argumentaría que la identificación imaginaria, la empatía, la asimilación de fenómenos psicóticos como la alucinación a simples compensaciones imaginativas, empujaron la transferencia hacia una “neurotización” de la cura y llevaron a desconocer los aspectos narcisistas de este fenómeno. Autores como J. Mc Dougall designan la transferencia como una “comunicación primitiva” un caso particular de la situación analítica propia de ciertos analizantes que buscan anular toda diferencia con el analista al mismo tiempo que temen, paralelamente, una fusión experimentada como mortífera. El paciente buscaría reconstruir relaciones arcaicas que tienden a convertir toda separación en sinónimo de muerte psíquica. En esta misma línea Kohut amplió el concepto de transferencia desarrollando la idea de las transferencias narcisistas (gemelares e idealizadoras) que en su despliegue y en el uso y forma que el terapeuta pueda proporcionar, fomentarían una mayor cohesividad en el self del paciente. Como bien dice Racker (1958): “la transferencia no es un instrumento para hacer consciente la infancia, sino que la infancia es un instrumento para hacer consciente la transferencia” Racker señala que transferencia y contratransferencia representan dos componentes de una unidad dándose vida mutuamente y creando la relación interpersonal insistiendo en“...servirse de la contratransferencia como instrumento para la comprensión de la transferencia.” ­ Chemama, R. y Vandermersch, B. (2004). Diccionario del Psicoanálisis 2a edición. Buenos Aires: Amorrortu. De Mijolla, A. y de Mijolla­Mellor, S. (1996) Fundamentos del psicoanálisis. Madrid: Editorial Síntesis. ­ Freud, S. Obras Completas. ­ Laplanche, J. y Pontalis, J.B. (1967) Diccionario de Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, 2004. ­ Mitchell, S.A. y Black, M.J (1995). Más allá de Freud: una historia del pensamiento L Ú D IC A 46 psicoanalítico moderno. Barcelona: Herder 2004. ­ Racker, H. (1958) “Sobre la técnica clásica y técnicas actuales del psicoanálisis”, en Estudios sobre técnica psicoanalítica, México: Ed. Lúdica, octubre 2013, pg. 46 Paidos, México, 1990.


En cartelera

El camino enredado hacia la independencia desde los cuentos de hadas Análisis de María José Barillas, Paulina Espinoza, Lucía Pérez y Vivian Ruiz En la infancia los niños están inmersos en diversos conflictos y situaciones. Con el objeto de minimizar esa problemática, se hace necesario el uso de los cuentos de hadas como una herramienta para que el niño resuelva conflictos internos como externos. Según Bettelheim (1994) el propósito de los cuentos de hadas es “lograr una conciencia más madura para poder apaciguar las caóticas pulsiones de su inconsciente”. Los cuentos de hadas a través de su optimismo, historias, personajes y de un garantizado final feliz, generan seguridad y confianza a los niños para saber que sus emociones y pulsiones son aceptadas y existe la posibilidad de expresarlas y trabajarlas. Reseña La película “Enredados” (Disney Animation Studios, 2010) es un cuento rico en simbolismo que permite al niño manejar situaciones que ellos pueden experimentar, como es el tema de independizarse, crecer, seguir sus sueños y cumplir sus metas. La historia comienza cuando un rayo de sol llega a la tierra transformándose en flor. Esta flor era poderosa, podía curar cualquier herida y enfermedad. Una anciana encuentra este objeto poderoso y descubre que al cantarle una canción se convierte en una mujer más joven. 47

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En cartelera Su egoísmo la lleva a esconderla hasta que miembros del reino la encuentran debido a que la reina la necesitaba para no morir. La reina logra salvarse y da vida a una pequeña niña con cabellera dorada. La anciana llamada Goethe, desesperada por encontrar la flor llega al reino y se da cuenta que ahora el poder lo posee el pelo de la princesa. Por esta razón decide secuestrarla y encerrarla en una lejana torre aislándola del mundo exterior. A lo largo de los años Rapunzel, la princesa perdida, vive engañada por su supuesta madre quien le planteaba un mundo como amenazante y peligroso. Por azar, un ladrón llamado Flynn llega a la vida de Rapunzel y ésta en compañía de un intrépido caballo “Máximus” y su fiel amigo Pascal el camaleón, emprenden la aventura del crecimiento, la autonomía: de la adolescencia. La princesa se acerca a la realidad de una manera emocionante y logra conocer aspectos de su persona que nunca hubiera imaginado; que le permitieron alcanzar sus metas y buscar nuevos sueños. Los personajes El personaje principal de la historia es Rapunzel, una adolescente que se encuentra en la transición de niña a mujer. Ella no posee los recursos internos ni externos para poder llevar a cabo esta transición ya que la madre la ha aislado del mundo desapropiándola y tratándola como objeto. El sueño más grande de Rapunzel es poder ver en persona las luces flotantes que año con año ve el día de su cumpleaños, las cuales siente que son dedicadas a ella. Goethel encarna la parte mala del cuento y de una madre. Ésta se encarga de empobrecer el autoestima de Rapunzel con el fin de controlarla y mantenerla a su lado. El único contacto que Rapunzel tiene aparte de su madre es su fiel compañero, Pascal, un pequeño camaleón. Es el único que responde a sus necesidades de afecto y contacto con el mundo exterior. Éste le confirma y asegura una existencia de seres diferentes a ella. Eugene (Flynn) fue un niño huérfano que aprendió a vivir solo, convirtiéndose en ladrón. Es una persona narcisista por un déficit en el desarrollo de su self, esto se puede evidenciar debido a su preocupación hacia su físico y la gran exuberancia que usa como una compensación para esconder lo que realmente siente acerca de la vida. Por último, un personaje muy importante en la película es Máximus, un valiente caballo del palacio el cual es la máxima autoridad y es quien aplica la justicia. Él se encarga durante el mayor tiempo de la película de perseguir a Flynn hasta que Rapunzel los ayuda a entablar una relación. Análisis teórico La historia de Rapunzel se puede analizar desde diversos autores y teorías que brindan una visión más clara y enriquecedora de los conflictos presentes en la misma. En primera instancia, es importante mencionar a Lacan y su conceptualización del Edipo. Rapunzel se L Ú D IC A 48 Lúdica, octubre 2013, pg. 48


En cartelera encuentra en una fase pre edípica, donde a falta de un padre real e imaginario, la madre se convierte en un personaje devorador. La relación entre madre e hija es desde una posición fálica, en donde la madre desea el cabello de su hija, representando esto el falo. Esto genera mucha angustia en Rapunzel, ya que ella quiere cumplir con el deseo de su madre pero no puede debido a que ella desea otras cosas: libertad, aventura y ver las luces flotantes. Durante la película, la madre de Rapunzel se asegura de hacer todo lo posible para que ésta regrese a su estatuto fálico. Es importante mencionar a este autor y su teoría ya que algunos niños están pasando por el Complejo de Edipo. Esta etapa puede ser muy angustiante, ya que pueden tener a una madre muy presente; interfiriendo en sus deseos y reservándolos de su libertad. La teoría de Freud sobre las instancias intrapsíquicas encarna en tres personajes principales que permiten organizar el psiquismo de Rapunzel. El Ello es representado a través de Flynn Rider, ya que este es intrépido, se guía por el principio del placer y es muy impulsivo. Este personaje es un ladrón, lo cual indica que satisface sus impulsos de cualquier manera sin importar si es bueno o malo. El Yo es representado por Pascal, el fiel acompañante de Rapunzel. Este personaje refleja las funciones del yo, como el funcionamiento autónomo ya que Pascal la ayuda a movilizarse y realizar actividades por ella misma. También ayuda a Rapunzel a evaluar las consecuencias de sus actos y a elegir; ya que Pascal la anima a salir a la realidad. Por otro lado, la función de éste es ayudar a Rapunzel a percibir que existe un mundo externo que va más allá de ella y su madre; él le muestra que hay Otros que se pueden comunicar con ella. No es casualidad que la elección de este acompañante haya sido un camaleón, capaz de adaptarse a diversos ambientes de acuerdo a la situación. Por último, la instancia del Súper Yo es representada por Máximus, el caballo del palacio quien impone le ley y el orden. Este personaje esta en constante lucha con Flynn, el Ello. Es un personaje que vela por la autoridad y trata de apaciguar los impulsos de Flynn. Al inicio de la película Rapunzel se encuentra en la etapa de Latencia, del desarrollo psicosexual según Freud. Esto se refleja en el apaciguamiento de sus impulsos sexuales y el interés en la pintura y actividades como cocinar, leer libros, hacer candelas, coser, etc. Al finalizar la historia, Rapunzel logra alcanzar la genitalidad; ella logra establecer una relación de objeto amoroso y alcanza la capacidad de establecer relaciones y ser independiente. Rapunzel, de acuerdo a la teoría de Erik Eriksson se encuentra en la etapa del desarrollo psicosocial de Identidad vs. Confusión de Roles. A lo largo de la película ella lucha por establecer su propia identidad. En un inicio su identidad depende de lo que su madre haga 49

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En cartelera de ella. Sin embargo, a medida en que va creciendo en su aventura, ella encuentra un sentido propio y puede establecer un autoconcepto que le permite moverse por el mundo de una manera más efectiva. De acuerdo con Margaret Mahler, Rapunzel se encuentra en una relación simbiótica con su madre. Poco a poco, se va dando la separación entre ellas, ya que comienza a visualizarse no como una extensión de ésta, sino como una mujer independiente. Cuando Rapunzel comienza su aventura, ella explora, se enfrenta a situaciones y personas diferentes y lograr movilizarse en el mundo como un individuo. En un inicio es necesario tener una relación simbiótica con la madre pero poco a poco irse separando hasta lograr internalizarla. Se tiene la idea de que un Objeto Transicional es cálido, tierno, suave y manipulable para el niño. Sin embargo, en la película el Objeto Transicional aparece como un sartén. Según Winnicott, un Objeto Transicional ayuda a la persona a transitar entre una zona omnipotente y una zona de realidad objetiva. En la película, Rapunzel se ha mantenido en una zona de omnipotencia durante toda su vida, ya que no tiene contacto con ninguna persona y todo movimiento surge desde ella y no en conjunto con otras personas. Por lo tanto, en el momento de salir a la realidad y afrontarla, se crea en ella la necesidad de un objeto que le ayude a transitar esta Zona: el sartén. A medida que ella logra moverse en una zona transicional, genera más independencia y deja ir este objeto. El separarse de la madre y de los objetos amados puede generar angustia. La historia de "Enredados" enseña que la separación entre los niños y la madre no es total, ya que a donde ellos vayan, pueden llevar una parte de ésta que les va a ayudar a transitar por la realidad. Así como para Freud, Pascal se desempeñaría como la representación del Yo, en Kohut este personaje tan importante, actúa como un Objeto Self para Rapunzel. Según Kohut, Pascal sería su Alter Ego, que responde a la necesidad de verse y entenderse desde fuera. Este personaje va adquiriendo proporciones más realistas ya que Rapunzel internaliza los aspectos funcionales de Pascal para poder moverse en el mundo. En la película se puede observar como Pascal al inicio se mantiene en el hombro de Rapunzel, y poco a poco se van separando y ella ya no lo va necesitando tanto. Al finalizar la película Pascal sigue siendo parte de la vida de Rapunzel; pero ella ya no lo necesita L Ú D IC A 50 para tomar sus decisiones, pues su Self se ha constituido y ahora puede elegir por sí misma. Esto muestra la Lúdica, octubre 2013, pg. 50 internalización transmutadora de la teoría de Kohut.


En cartelera La película muestra al inicio una posición escindida de los personajes. Estos son presentados como buenos o malos, la madrastra es mala y Rapunzel es buena. Según Melanie Klein, Rapunzel estaría la mayor parte del tiempo en una posición depresiva; ya que es capaz de integrar los aspectos buenos y malos de las personas. Por ejemplo, al llegar a una taberna, donde los personajes se presentan como “malos” ella es capaz de ver la parte buena de cada uno de ellos. De igual manera, se puede ver que siente culpa pues piensa que al vivir su aventura estaría traicionando a su madre, que es ambos objeto bueno y objeto malo. Sin embargo, en algunos momentos Rapunzel se moviliza en una posición esquizoparanoide. Por ejemplo, al inicio de la película ella es incapaz de reconocer las partes malas que su madre puede tener. Al finalizar la historia, ella reconoce claramente la parte mala de su madre, quien es percibida como un objeto totalmente malo. Es importante mencionar este aspecto de la película para entender que en algunos momentos se puede posicionar de una manera escindida, pero es más sano estar en una posición depresiva. Es más eficiente integrar los aspectos buenos y malos de las personas para relacionarse de manera efectiva con éstas. Simbólicamente lo hace con la mamá biológica. “Ve en el espejo. Yo veo una joven fuerte, confidente y bella. ¡Oh, mira! ¡Allí estas tú también!” (Disney Animation Studios, 2010). Tomando ciertos conceptos de Piera Aulagnier, éste y otros comentarios y acciones parecidas, son un ejemplo de la violencia secundaria que ejerce la madre de Rapunzel sobre ella. La madre desapropia a Rapunzel; posicionándola como objeto, en donde lo único importante es su pelo. Por otro lado, al final de la película se puede observar como Flynn a partir de violencia primaria, en donde corta el pelo de Rapunzel, la pulsionaliza y le devuelve su sentido de agencia. La libera de ser la “niña iluminada” y esto le permite empezar a crecer y convertirse en mujer, lo que implica que ahora Rapunzel vale no por lo que tiene, sino por lo que ella es. Es a partir de este movimiento violento que Rapunzel se convierte en mujer; es un símbolo del acto de “desflorarla” y marca el inicio de su genitalidad. La película muestra que aunque puede ser un cambio violento, el convertirse en mujer es necesario para seguir moviéndose en el mundo. En la película, se encuentran dos elementos importantes para la representación simbólica de la trayectoria hacia convertirse en mujer. El primero es la aparición de un elemento rojo: representativo de la menarquía. El elemento rojo presente en la película, se puede observar 51

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En cartelera cuando Pascal se transforma a éste color cuando Rapunzel y Eugene están a punto de besarse. Otro indicador de esta transición es el momento en que el espejo en donde ella se veía se quiebra, lo que puede representar la ruptura del himen en la pérdida de la virginidad. Durante la película, se pueden observar aspectos simbólicos muy importantes. En primera instancia, el sol como un símbolo de calidez y amor, a partir de éste se crea la flor mágica. La flor en sí misma es un símbolo de feminidad, y es la feminidad lo que permite dar vida. Por lo tanto el pelo cobró vida a partir de la flor, siendo el pelo también un símbolo de feminidad, capacidad de dar vida, juventud y es también un símbolo de amor. Las linternas representan la necesidad de amor y afecto, esto es algo que Rapunzel necesita y busca constantemente, ya que no lo recibe por parte de Gothel. En un momento muy simbólico, Rapunzel logra participar en la experiencia de ver las linternas. Y es en ese instante en donde ella toca la linterna liberada por sus padres y se siente acogida por la experiencia que está viviendo. Sin embargo, lo que ella tanto estaba buscando (amor y afecto) lo encuentra a través de Flynn, quien también se muestra con dos linternas y que ahora expresa su afecto y amor hacia Rapunzel. Por lo tanto, la “luz” que ella estaba buscando la encuentra en él. La película “Enredados” abre un espacio para reflexionar sobre la importancia que tienen los cuentos de hadas en la clínica de niños y adolescentes. Esta película logra estos, los cuales se encuentran en situaciones similares y los que todavía no han pasado por esto, tengan la certeza de que a pesar que es un momento difícil es algo que tiene solución. Es parte necesaria de la vida dejar a los padres y emprender una propia aventura. Es un camino enredado que se tiene que tomar para lograr la independencia. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Bettelheim, B. (1994). Psicoanálisis de los Cuentos de Hadas. Primera . Barcelona : Crítica. Walt Disney Animation Studios. (2010). Tangled.

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En el taller

Te invitamos a participar en los siguientes eventos académicos: "Concensos Psicoanalíticos: transferencia" Presencial impartido por Lúdica y Revista Psicología y Vida en Salón Edificio Verdino Guatemala, Guatemala miércoles 5/12 de noviembre 6:00 pm a 8:00 pm contacto: info@revistaludica.com *reservar espacio, cupo limitado. "Curso de Profundización en Psicoanálisis" Presencial impartido por Marcelo Colussi en 12 calle A 12­27 zona 1 Guatemala, Guatemala Jueves 5 de septiembre a jueves 19 de diciembre contacto: 22326269 ­ 22383739 "Duelos a lo largo de la vida" Presencial impartido por Sociedad Colombiana de Psicoanálisis Bogotá, Colombia 1, 8, 15 y 22 de octubre contacto: http://www.socolpsi.org "XIV Congreso internacional de la Sociedad Psicoanalítica de México: Narcisismo, agresión y sexualidad" Presencial impartido por Sociedad Psicoanalítica de México 11 y 12 de octubre contacto: spm@spm.org.mx

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"Taula Rodona: Drogues: adolescència i pautes educative" Presencial impartido por Sociedad Española de Psicoanálisis en Barcelona, España 14 de octubre contacto: www.sep­psicoanalisi.org "La seducción melancólica" Presencial impartido por Milagros Cid Asociación Psicoanalítica de Madrid Madrid, España 17 de octubre contacto: apm@apmadrid.org "Jornada Psicoanálisis con niños y adolescentes en los tiempos de la web" Presencial impartido por Asociación Psicoanalítica en Sede APA Buenos Aires, Argentina Viernes 18 y sábado 19 de octubre contacto: info@apa.org.ar "Jornadas de Educación: Confines del educar" Presencial impartido por Asociación Psicoanalítica del Uruguay Montevideo, Uruguay sábado 19 de octubre contacto: www.apuruguay.org "Encuentro APM­SPP: La interpretación y el modelo de referencia del analista" Presencial impartido por Asociación Psicoanalítica de Madrid Asociación Psicoanalítica de Madrid Madrid, España 19 de octubre contacto: apm@apmadrid.org


En el taller "I Encontro latino­americano de escrita e psicanálise" Presencial impartido por Sociedad Brasileira de Psicanalisé de Porto Alegre Porto Alegre, Brasil Viernes 18 y sábado 19 de outubro contacto: secretaria@sbpdepa.org.br

"Psicoanálisis y psicodrama: poética, cura y desenmascaramiento" Presencial impartido por Mario Buchbinder y Elina Matoso San José, Costa Rica 31 de octubre contacto: http://www.aspascr.com

"XIII Congreso de la Sociedad Peruana de Psicoanálisis: Los afectos: versiones y subversiones" Presencial impartido por Sociedad Peruana de Psicoanálisis Lima , Perú 18, 19 y 20 de octubre contacto: secretaria@spp.com.pe

"XXVIII Jornades de la Revista Catalana de Psicoanàlisi: La parentalitat avui, psicopatologia i abordatge terapèutic" Presencial impartido por Sociedad Española de Psicoanálisis en Barcelona, España 16 de noviembre contacto: www.sep­psicoanalisi.org

"Says who? Evidence, fact and belief in Clinical Psychoanalysis" Presencial impartido por Asociación Internacional de Psicoanálisis, The Psychoanalytic Institute of Northern California y San Francisco Center for Psychoanalysis San Francisco, USA 19 y 20 de octubre contacto: http://sf­cp.org/says­who.html

"XXII Encuentro Latinoamericano sobre el pensamiento de Donald Winnicott" Presencial impartido por Luis Amigo Fundación Universitaria en Centro de Convenciones Hotel Hilton Cartagena de Indias, Colombia 21, 22 y 23 de noviembre contacto: encuentrowinnicott22@gmail.com

"Jornada Transandina OCAL: Compartiendo material clínico: elaboración y publicación" Presencial impartido por Asociación Psicoanalítica Chilena Santiago, Chile 25 y 26 de octubre contacto: jornadaocal2013@gmail.com

"Primer Congreso Internacional de Psicosomática y Psicoanálisis" Presencial impartido por Universidad Autónoma de Nuevo León en Facultad de psicología UANL Monterrey, México 27, 28 y 29 de noviembre contacto: psicosomatica­psicoanalisis.webs.com

"Seventh European Psychoanalytic Film Festival" Presencial impartido por The Institute of Psychoanalysis Londres, Inglaterra 31 de octubre a 3 de noviembre contacto: http://www.beyondthecouch.org.uk/even ts?item=61

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En el taller "Transference, countertransference and enactment today" Presencial impartido por University College London Londres, Inglaterra 13 a 15 de diciembre contacto: http://www.ucl.ac.uk/psychoanalysis/event s/conferences/conference­ reader.php?idvar=173 "Agustia y cuerpo en las nuevas modalidades de demanda" Presencial a cargo de Susana Dicker en Sede NEL Guatemala Guatemala, Guatemala quincenalmente lunes 11:30 am a 1:00 pm. contacto: nelguatemala@gmail.com "Introducción al psicoanálisis" Presencial a cargo de Stephanie Rudeke y Raúl Castañeda o Cristina Muyschondt en Sede NEL Guatemala Guatemala, Guatemala semanal jueves 7 a 8:30 pm o viernes 9 a 10:30 am contacto: nelguatemala@gmail.com "Seminario de Formación" Presencial a cargo de Susana Dicker y Lorena Greñas en Sede NEL Guatemala Guatemala, Guatemala lunes 6:30 pm a 8:30 pm. contacto: nelguatemala@gmail.com "Acerca de la psicosis" Virtual a cargo de Edit Beatriz Tendlarz en Comunidad Virtual Russell e Instituto Clínico de Buenos Aires contacto: www.comunidadrussell.com 55

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"Adicciones. Una mirada clínica" Virtual a cargo de David Warjach en Comunidad Virtual Russell contacto: www.comunidadrussell.com "Clínica de la urgencia" Virtual a cargo de Inés Sotelo en Comunidad Virtual Russell contacto: www.comunidadrussell.com "Clínica psicoanalítica con niños" Virtual a cargo de Mónica Patricia Larrahondo y Silvia Roxana Jacobo en Comunidad Virtual Russell contacto: www.comunidadrussell.com "Curso de introducción al psicoanálisis" Virtual a cargo de Eugenia Fridman en Comunidad Virtual Russell contacto: www.comunidadrussell.com "La violencia doméstrica y sus tratamientos" Virtual a cargo de Clara I. Schor­Landman en Comunidad Virtual Russell contacto: www.comunidadrussell.com

www.revistaludica.com info@revistaludica.com Revista Lúdica RevistaLudica


Sobre autores María José Barillas Estudiante de Psicología Clínica de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala, Guatemala). mjbarillas@ufm.edu

Paulina Espinoza Estudiante de Psicología Clínica de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala, Guatemala). pespinoza@ufm.edu

Héctor García de Frutos Licenciado y doctorando en psicología de la Universidad de Barcelona Certificado de Estudios Clínicos en la Sección Clínica de Barcelona del Instituto del Campo Freudiano. hector.garciadefrutos@gmail.com

Paula Larotonda Licenciada en Psicología (Universidad de Buenos Aires). Fue coordinadora psicológica del Frente de Artistas del Hospital Neuropsiquiátrico José T. Borda. Ocupó el cargo de Prosecretaria de Redacción y Editora del sitio Web www.psyche­navegante.com de Psicoanálisis, Cultura y Sociedad. Coordinó pasantías clínicas de las Universidades: Kennedy, La Plata, U.B.A. y Palermo; al equipo de Orientación Vocacional de la institución La Tercera, Docencia y Psicoanálisis y supervisó el trabajo clínico de colegas. Fue consultora privada para el área de Recursos Humanos y Comunicación de diversas empresas nacionales y multinacionales. Actualmente es miembro del Equipo de Profesionales de Salud Mental de Medifé, atendiendo niños, adolescentes, orientación a padres y adultos. Co­dirige el sitio Web www.espaciopotencial.com.ar dedicado a la difusión del pensamiento de Donald Winnicott. larotonda.paula@gmail.comu

Norberto C. Marucco Miembro pleno de la International Psychoanalytical Association (IPA), Miembro Titular en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), de la que fue Presidente (2004­2008) y Secretario Científico (1997­2000). Fue Presidente del Primer Comité Editorial para América Latina del IJPA/IRPA publicado por el Instituto de Psicoanálisis de la British PsychoAnalytical Society (1983­1988). Participó en carácter de Relator Oficial de América Latina en los Congresos Internacionales de Barcelona (1997) y Berlín (2007). Es el actual Coordinador de la Comisión de Educación de la Federación Psicoanalítica de América Latina (FEPAL), e integra las Comisiones de la Asociación L Ú D IC A

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Sobre autores Psicoanalítica Internacional “Analytic Practice and Scientific Activities Committee (CAPSA)” y “Subcommittee on Latin America of the International New Groups Committee”. Recibió el "Premio Konex 2006: Diploma al Mérito", una distinción que reciben importantes personalidades de la cultura en Argentina, por su trayectoria en la disciplina ‘psicoanálisis’ durante los últimos diez años. Es autor de “Cura analítica y transferencia. De la represión a la desmentida” (1998). En colaboración a publicado los libros: “Psychoanalysis in Argentina. Selected articles 1942 – 1997” (1997), “Volviendo a pensar con Willy y Madeleine Baranger: nuevos desarrollos” (1999), “Penser les Limites. Ecrits en l’honneur d’André Green” (2002), “Sobre psicanálise & psicanalistas” (2003), “Psicoterapia de orientación analítica: teoría y práctica” (2004), “Truth, reality, and the psychoanalyst: latin american contributions to psychoanalysis” (2005), “Psicosomática. Aportes teórico – clínicos en el siglo XXI Maladesky Alfredo entre otros” (2005), “Les voies nouvelles de la thérapeutique psychanalytique. Le dedans et le dehors” (2006), “The unconscious. Further reflections”, (2007). marucco@fibertel.com.ar

Carlos Pérez Nace en la ciudad de Antigua Guatemala en 1981, actualmente reside en Viena, Austria. Bachiller de pintura y diseño industrial por la Escuela Nacional de Artes Plásticas Rafael Rodríguez Padilla en la Ciudad de Guatemala. Licenciado en arte de la Academia de Bellas Artes, Viena, Austria en la clase del artista Erwin Bohatsch y Walter Obholzer (con mencion honorífica a uno de los mejores trabajos). Entre sus exposiciones individuales se encuentran: El Hombre y su Mundo, BKP Rechtsanwälte, Viena, Austria (2013); So Kitsch, Atelier Suterena Viena, Austria (2013); y Of Animals and Humans, Galeria Alexander ochs Pekin, China (2010). Entre sus exposiciones colectivas se encuentran: Chapin, der Steinbock und die Blaue Note, Viena, Austria (2012); The Grey House Artists, Galeria Alexander Ochs, Berlin, Alemania; SP Feria de Arte Sao Paulo, Brasil; Feria de Arte en Colonia, Alemani; Atelier Aberto, Belo horizonte Brasil, (2011) y Young Art Global, Museo de Arte Europeo y Arte Joven Moya, viena Austria; Juannio, Museo de Arte Moderno, Carlos Mérida, ciudad de Guatemala (2009). Entre sus publicaciones y artículos de prensa destacan los siguientes: Pintar para no Volverse Loco, Siglo21 Periodico Nacional de Guatemala (2011), De Gangster a Artista, ORF­fm4 Radio Viena Austria (2010), De la Cultura de Gangster de Guatemala a Artista Smithsonian, Museo de Historia Washington D.C. (2011) e Imágenes de Guatemala, Salzburger Nachrichten, Austria (2008). www.carlosperez.at

Lucía Pérez Estudiante de Psicología Clínica de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala, Guatemala). lperezl@ufm.edu

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Sobre autores Mónica Alejandra Rodríguez Licenciada en Psicología por la Universidad de Buenos Aires (UBA,1984). Egresada de la Carrera de Especialización en Prevención y Asistencia Psicológica en Infancia y Niñez (UBA, 2012). Egresada del Programa de Actualización en Clínica Psicoanalítica con Niños y Adolescentes (UBA, 1993). Egresada del Postgrado en Psicoanálisis del Centro de Salud Mental N°3 de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. (1985­1987). Realiza su práctica psicoterapéutica en el ámbito privado desde 1988 continuando en la actualidad. Fue Miembro e Instructora de concurrentes del equipo de Psicopatología Infanto­juvenil de Centro de Salud Mental N°3 “Arturo Ameghino” de la Municipalidad de Buenos Aires 1984­1992. Coordinadora y terapeuta individual del equipo asistencial de niños y adolescentes del hospital de día C.A.P.I., (Centro de Asistencia Psicológica Integral) de la Ciudad de Buenos Aires 1989­1994. Coordinadora junto con la Lic. Fabiana Tomei y el Dr. Ricardo Rodulfo del Area Docente de la Fundación Estudios Clínicos en Psicoanálisis 1995­2009. Profesora regular en la Cátedra “Clínica Psicológica y Psicoterapias: Niños y Adolescentes (UBA desde 1995­actualidad). Profesora regular en la Cátedra “Psicopatología Infanto­Juvenil” (UBA desde 1999­actualidad). Docente de Postgrado en la Carrera de Especialización en Prevención y Asistencia Psicológica en Infancia y Niñez, en el seminario “Teoría y Clínica de la Constitución Subjetiva Temprana”. Docente de Post­grado en el Programa Interdisciplinario de Actualización en Clínica Psicoanalítica con niños y adolescentes, en el seminario “Psicoanálisis con niños: Trastornos Psicosomáticos”. Docente de la Carrera de Especialización en Evaluación y Diagnóstico Psicológico en el seminario “Constitución del Psiquismo Normal y Patológico” desde 2011. Docente Titular en la Carrera de Especialización en Evaluación y Diagnóstico Psicológico en el seminario “Constitución del Psiquismo Normal y Patológico” Universidad del Comahue desde 2012. Docente del Programa de Postgrado de Actualización en la Clínica con niños y adolescentes en el seminario “Clínica I” (UBA) 2002­2009. Docente de la Fundación Estudios Clínicos en Psicoanálisis 2000­2009. Ha publicado: Capítulo de libro “Trastornos Narcisistas No Psicóticos”, “La problemática del síntoma”. Trabajo ganador del Primer Premio en Postdata 2, Rev. de Psicoanálisis. Homo Sapiens Editores, 1998. Trabajos en Actualidad Psicológica. Publicaciones internas en las Cátedras de Clínica de Niños y Adolescentes y Psicopatología Infanto­ Juvenil (UBA). Participación en calidad de disertante, coordinadora de mesa y asistente en más de 50 Congresos, Jornadas y Conferencias sobre Psicopatología, Clínica Infanto Juvenil, y Clínica con Adultos. rodriguezmonica@2vias.com.ar

Viviana Ruiz Estudiante de Psicología Clínica de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala, Guatemala). vruiz@ufm.edu

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