:: portada :: Economía :: 31-03-2009
Se filtra un borrador del G-20 y Londres choca con Berlín Clarín Un borrador del comunicado final que firmarán el 2 de abril en Londres los jefes de gobierno del G20 se filtró a la prensa alemana y generó un cruce entre los gobiernos de Gran Bretaña y Alemania. El texto incluye un espinoso párrafo sobre la intención del grupo de acordar nuevas medidas para combatir la crisis, entre ellas un paquete de estímulos de dos billones de dólares. Los medios británicos hablaron de "sabotaje" y "juego sucio" por parte de Berlín, que se opone a esas medidas. Pero funcionarios alemanes negaron las acusaciones. Según varios medios británicos, el gobierno alemán filtró el borrador a la revista alemana Der Spiegel. Berlín lleva tiempo oponiéndose a pactar más medidas coyunturales como reducciones de impuestos. Sin embargo, el documento pone de manifiesto que los países de G20 acordarán el jueves un paquete de estímulos de dos billones de dólares, cuyo objetivo es impulsar el crecimiento en unos dos puntos porcentuales y crear 19 millones de puestos de trabajo. El resto del texto gira en torno a promesas más o menos vagas, sobre nuevas regulaciones y rechazos al proteccionismo. "Hay sospechas de que la filtración haya sido un acto deliberado de sabotaje por fuentes dentro del gobierno alemán, donde la canciller Angela Merkel está adoptando una posición más cautelosa que (el premier británico) Gordon Brown en cuanto a medidas fiscales para reactivar la economía nacional", señaló el diario londinense Sunday Telegraph. Pero voceros del gobierno alemán negaron haber difundido el texto. Horas después de que el documento saliera a la luz, un vocero del gobierno británico declaró que el borrador era viejo y que se había trabajado varias veces sobre él. Y los dos billones de dólares se refieren al paquete ya aprobado, no a uno nuevo, aclaró. Ahora, parece que debido a la insistencia de Alemania y Francia Brown se vio obligado a reducir su plan original de aprobar amplios incentivos. Y Merkel consolidó su fama de "rival" del premier británico en el encuentro de Londres.
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AGUPACIÓN GLOBAL UNIONS – DECLARACIÓN DE LONDRES AL G20 Declaración a la Cumbre del G20 en Londres Abril de 2009
I.
Introducción y resumen
1. La economía mundial se encuentra sumida en una triple crisis de amplio alcance, que se inició en el mercado inmobiliario de EE UU, se extendió por todo el sistema financiero no regulado, desembocando en una crisis del mercado de créditos que se trasladaría más tarde a una crisis del empleo. Finalmente, ha evolucionado hasta convertirse en un círculo vicioso complejo y pernicioso, donde la caída de los precios de la vivienda y el creciente desempleo se combinan para alimentar la crisis del mercado de créditos. Esta crisis se está extendiendo por las economías industrializadas, emergentes y en desarrollo. 2. Cuando los líderes del G20 se reunieron por primera vez en noviembre de 2008 en Washington, el mundo se enfrentaba ya a una ralentización sin precedentes en el crecimiento, con un descenso de la producción en los países industrializados. La situación es ahora muchísimo peor. Se registraron caídas impresionantes en el PIB durante el último trimestre de 2008. En función de una tasa anualizada, el PIB descendió en un 6 por ciento en las economías del G7, la Unión Europea y la OCDE en su conjunto1. Se trata de las peores cifras jamás registradas. El contagio se ha extendido a las economías emergentes y en desarrollo, donde el crecimiento se ha estancado y el PIB per cápita está descendiendo – el mundo entra actualmente en una profunda recesión. El impacto de la recesión se está intensificando rápidamente en las regiones en desarrollo en 2009, a causa del fuerte descenso en las exportaciones y el agotamiento de los flujos de capital privado. Veintiséis países de bajos ingresos en África, Asia, las Américas y Europa del Este han sido identificados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) como “altamente vulnerables” a los efectos adversos de la recesión global en 20092. El logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que establecen objetivos mínimos para un esfuerzo global con vistas a combatir las causas originales de la pobreza, está resultando perjudicado por la crisis. Diez años de progresos en términos de reducción de la pobreza se han desvanecido en pocos meses. 3. El desempleo ha seguido aumentando en los primeros meses de 2009. Ahora parece ser que el escenario “tremendista” de la OIT que vaticinaba un incremento del desempleo en 50 millones en todo el mundo para 2009 podría ser incluso excesivamente optimista3. Más de 200 millones de trabajadores podrían encontrarse sumidos en la más absoluta pobreza, principalmente en los países en desarrollo y emergentes, que no cuentan con redes de seguridad social adecuadas, lo que implica que el número de pobres que trabajan – que ganan menos de 2 USD al día por para cada miembro de la familia – podría llegar a alcanzar 1.400 millones. El 60% de los pobres del mundo son mujeres. Los trabajadores y trabajadoras de 1
Cuentas nacionales trimestrales (Quarterly National Accounts), OCDE, 18 de febrero de 2009 FMI, The Implications of the Global Financial Crisis for Low-Income Countries, 2009 3 Tendencias Mundiales del Empleo, OIT, 28 de enero de 2009 2
2 todo el mundo, que están perdiendo sus puestos de trabajo y sus hogares, son las víctimas inocentes de esta crisis: una crisis precipitada por la codicia y la incompetencia en el sector financiero, pero que se fundamenta en las políticas de privatización, liberalización y desregulación del mercado laboral de las últimas décadas. Los efectos de estas políticas – salarios estancados, recortes en la protección social, erosión de los derechos de los trabajadores/as, una creciente precarización del empleo, y la financialización – se han combinado para profundizar las desigualdades y la vulnerabilidad. La escala de esta crisis sirve como testimonio del fracaso de dichas políticas. Sin una respuesta radical por parte de los gobiernos, la crisis económica más grave desde la Gran Depresión de los 1930 podría transformarse en una crisis social y, en última instancia, también política. 4. Cuando nuestras economías empiecen a recuperarse no podrá volverse a la situación anterior como si nada hubiese pasado. La crisis ha de marcar el final de una ideología de mercados financieros desenfrenados, donde la auto-regulación ha quedado en evidencia como un fraude y la codicia ha anulado cualquier consideración racional en detrimento de la economía real. Es necesario establecer una arquitectura regulatoria a escala nacional y global, que restaure a los mercados financieros su función primaria de garantizar una financiación estable y rentable de la inversión productiva en la economía real. Además de ello hace falta establecer un nuevo modelo de desarrollo económico, que resulte eficiente económicamente, socialmente justo y sostenible medioambientalmente. Debe ponerse fin a las políticas que han generado enormes desigualdades en las dos últimas décadas. Esto requiere un cambio de paradigma en el establecimiento de políticas. Los líderes del G20 deben iniciar un proceso multilateral, trabajando conjuntamente con otros gobiernos, la ONU y otras instituciones, con vistas a reorientar la gobernanza de la economía mundial de manera que se asigne a las cuestiones sociales y medioambientales el mismo nivel de prioridad que tienen el comercio y las finanzas. 5. El movimiento sindical internacional insta por tanto a los líderes del G20, trabajando conjuntamente con otros gobiernos e instituciones internacionales, a desarrollar una estrategia de cinco puntos para, ante todo, abordar la crisis y por otro lado establecer una economía mundial más justa y sostenible para las generaciones venideras. La estrategia deberá: poner en marcha un plan de recuperación y de crecimiento sostenible pactado a nivel internacional que dé un fuerte impulso a la creación de empleo centrándose en la inversión pública, políticas activas del mercado de trabajo, la protección de los más vulnerables mediante la creación de amplias redes de protección social, así como inversiones en la “economía verde” capaces de orientar la economía mundial hacia un modelo de crecimiento con bajas emisiones de carbono. Las economías en desarrollo y emergentes deberán disponer de los recursos y el espacio político necesarios para la aplicación de políticas anticíclicas (párrafos n° 6-17); nacionalizar de inmediato los bancos insolventes de tal forma que se restaure la confianza y los créditos en el sistema financiero y, más importante aún, establecer nuevas reglas y mecanismos de control del sector financiero con una fuerte implicación de los interesados. Proponemos un plan de acción en ocho puntos a tal efecto (párrafos nº 18-22); luchar contra el riesgo de deflación salarial y contra el aumento de las desigualdades de ingresos, ampliando la cobertura de la negociación colectiva y reforzando las instituciones encargadas de fijar los salarios, de tal manera que se establezca una base decente en los mercados laborales (párrafos n° 23-26);
3 sentar las bases para la consecución de un acuerdo internacional ambicioso y cabal sobre el cambio climático en la COP15 en Copenhague, en diciembre de 2009 (párrafos nº 2729); establecer un marco de normas e instrumentos jurídicos de referencia para las instituciones internacionales en la esfera económica y social – la OIT, el FMI, el Banco Mundial, la OMC y la OCDE –, y proceder a la reforma de tales instituciones, constituyendo una gobernanza económica mundial eficaz, que cuente con mecanismos de rendición de cuentas (párrafos nº 30-33). II.
Plan coordinado y sostenible de recuperación internacional
La necesidad de coordinación 6. La primera prioridad para los líderes del G20 ha de ser restaurar la confianza poniendo fin a la caída libre del crecimiento mundial y revertir el descenso del empleo. Los Gobiernos deben adoptar todas las medidas necesarias a tal efecto y utilizar su influencia con los bancos para conseguir que los créditos vuelvan a circular y proporcionen liquidez adicional. Desde noviembre de 2008, la mayoría de los países del G7, del G20 y otros, han anunciado o aplicado medidas fiscales para fomentar el crecimiento. Dichas medidas tendrían el doble de impacto sobre el empleo y el crecimiento de haberse coordinado y complementado internacionalmente4. De momento esta coordinación no existe: el plan de estímulo en EE UU es de cerca del 3 por ciento del PIB al año, mientras que las medidas nacionales en la UE anunciadas a principios de febrero de 2009 ascienden a apenas el 0,8 por ciento del PIB de la UE. El G20 debe lograr que todos los “free-riders” actúen y tomen medidas coordinadas para estimular la economía mundial, y los países con excedentes comerciales deberían tomar la iniciativa. Reiteramos nuestro llamamiento para que se apruebe un plan adicional de recuperación europeo correspondiente al menos al 2 por ciento de la producción mundial. Los bancos centrales deberían seguir reduciendo las tasas de interés y emprender una relajación cuantitativa de la política monetaria, de manera que las inversiones estatales puedan financiarse con un coste reducido en cuanto a las tasas de interés. Gasto público orientado al empleo 7. Deben tomarse medidas además dentro de los países, a fin de tener el máximo impacto posible sobre el crecimiento y el empleo. Es necesario trazar un nuevo mapa económico, que identifique aquellos sectores que ofrecen mayores oportunidades para el futuro crecimiento. Los Gobiernos deberían emprender programas de infraestructura atrevidos que estimulen el crecimiento de la demanda a corto plazo y aumenten la productividad a medio plazo. Convendría introducir medidas y subsidios para incrementar el poder adquisitivo de los asalariados con menores ingresos, incluyendo los hogares donde entra un único salario y donde el cabeza de familia suele ser la mujer. Inyectando más dinero en los bolsillos y las carteras de las personas con ingresos bajos se estimulará la economía, puesto que dispondrán de mayores posibilidades de gastar el dinero extra rápidamente, contribuyendo a superar la recesión. Esto puede lograrse incrementando las prestaciones, con programas de creación de empleo y cambiando los niveles impositivos. Pero no deben desperdiciarse recursos mediante ineficaces recortes generalizados de los impuestos: durante una recesión, invertir en redes de seguridad social y transferencias de servicios gubernamentales locales, incluyendo educación y salud, tendrían prácticamente el doble de impacto que los recortes de impuestos.
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FMI, Fiscal Policy for the Crisis, 29 de diciembre de 2008
4 Inversiones y empleos verdes 8. No se presentará mejor ocasión que ésta para lanzar el “Nuevo Trato Verde”, solicitado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). El programa de “Empleos Verdes” requiere que los gobiernos realicen inversiones a gran escala en infraestructuras verdes, como las que producen eficiencia energética y energías renovables – estimulando así la creación de empleo de calidad en una serie de sectores – además de incrementar el nivel de recursos financieros para investigación y desarrollo, la difusión y el desarrollo de nuevas tecnologías, así como la mejora de los sistemas de desarrollo de capacidades. Servicios públicos de calidad 9. Como parte del nuevo modelo de desarrollo, los gobiernos deben mejorar el papel del sector público – a escala nacional y municipal – en la aportación de servicios esenciales de calidad, incluyendo educación, salud, agua, servicios sanitarios, cobertura legal, seguridad, bomberos y protección civil. Unos servicios públicos de calidad pueden realizar una contribución vital a la cohesión y justicia social, lo que junto con una administración ética y efectiva de la legislación y la aplicación de marcos regulatorios, constituyen las piedras angulares de unas sociedades democráticas saludables. 10. Es hora también de invertir en las personas – en su educación y salud, y en atención para los más pequeños y los ancianos. Teniendo en cuenta el ritmo acelerado de pérdidas de puestos de trabajo en las industrias afectadas por la crisis, se justifica plenamente la inversión en educación y formación para apoyar la transferencia de trabajadores/as a sectores donde se necesite más mano de obra. En los sectores de la sanidad/cuidado de personas, por ejemplo, debido entre otros factores al envejecimiento de la población, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que se necesitarán 4,2 puestos de trabajo adicionales en todo el mundo. En el sector educativo, es preciso dar formación a 18 millones de nuevos docentes para alcanzar el objetivo de una educación de calidad para todos los niños en primaria para el año 2015. Millones más de profesores e instructores son necesarios para la educación y formación profesional en cualificaciones que contribuyan a apuntalar la economía real y para la reconversión de los trabajadores/as a medida que se produce la restructuración de las economías. Además, los gobiernos deberán redoblar esfuerzos para reducir la pobreza entre las mujeres, que constituyen actualmente la mayoría de los pobres en el mundo. Políticas activas del mercado de trabajo 11. La principal prioridad debe ser mantener a la gente trabajando, las plantillas en pie y a los trabajadores en activo. Las Políticas Activas del Mercado de Trabajo (PAMT) desempeñan un papel esencial, sin embargo la inversión en PAMT ha supuesto apenas una mínima parte de los paquetes fiscales adoptados por la mayoría de los países. Se necesitan políticas y programas diseñados e implementados para reducir el riesgo de desempleo y pérdidas de puestos de trabajo, además de proporcionar subsidios. En estos momentos difíciles, las empresas deben ser socialmente responsables e intentar retener a los trabajadores el mayor tiempo posible. En la OIT, trabajadores, gobiernos y empleadores acordaron que “la reestructuración debe basarse en el diálogo y consultas entre gerencia, sindicatos y representantes de los trabajadores”5. Las compañías que reciban asistencia pública deben respetar los acuerdos con gobiernos y sindicatos y aplicar programas de reestructuración consensuados que incluyan componentes de empleo y formación.
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OIT - Foro de Diálogo Mundial sobre el Impacto de la Crisis Financiera en los Trabajadores del Sector Financiero, 24-25 de febrero de 2009
5 12.
Los gobiernos deben adoptar políticas del mercado de trabajo que: - impidan que las compañías recurran automáticamente a la reducción de plantilla al más mínimo signo de dificultades y brinden apoyo a las empresas afectadas por dificultades crediticias temporales; - se centren en los grupos más afectados por la crisis, como los trabajadores/as jóvenes, mayores y no cualificados, los que tienen contratos a tiempo parcial o temporal, las mujeres y los migrantes; - redoblen esfuerzos para eliminar la brecha salarial, que se estima actualmente en más del 22 por ciento6; - proporcionen subvenciones, particularmente prestaciones de desempleo ampliadas; - garanticen el pleno respeto de las normas nacionales e internacionales relativas a los derechos de los trabajadores en lo que respecta a la terminación del empleo; - promuevan la inversión en recursos humanos y ofrezcan mejores oportunidades de formación para facilitar la adquisición de nuevas cualificaciones a los trabajadores/as de todas las edades; - garanticen a los trabajadores/as migrantes los mismos derechos que a los demás ciudadanos, puesto que su estigmatización no sólo conduce a la xenofobia sino que contribuye a exacerbar la pobreza.
Apoyo a las economías emergentes y en desarrollo 13. Con el rápido aumento del desempleo, la mayoría de los trabajadores/as en el mundo no tienen derecho a recibir prestaciones de desempleo cuando pierden su trabajo, y sólo pueden recurrir a sus propios ahorros o a la ayuda de sus familiares cuando llegan a la vejez. La crisis presenta tanto una obligación como una oportunidad para establecer redes decentes de seguridad social que puedan actuar como estabilizadores automáticos en países que de momento no las tienen, independientemente del nivel de desarrollo. 14. Incrementar los ingresos de los trabajadores y ampliar la protección social serán particularmente importantes para la recuperación de las economías emergentes que habían alcanzado un alto crecimiento gracias al desarrollo orientado a la exportación y que ahora se enfrentan a un colapso de sus principales mercados de exportación. La recuperación económica en estos países y el logro de un crecimiento sostenible a más largo plazo, dependerán de su capacidad para crear una demanda doméstica más sólida. Esto requerirá un mayor respeto de los derechos de los trabajadores, de manera que los sindicatos puedan negociar incrementos salariales proporcionales a la mayor productividad, y una protección social más completa por medio de programas como pensiones de jubilación y cobertura sanitaria. Tales estrategias contribuirán a corregir los ‘desequilibrios globales’ en los flujos comerciales y financieros y a revertir las crecientes desigualdades de ingresos que se registran en muchos de estos países. 15. Conforme las economías industrializadas y emergentes luchan por recuperarse, existe el riesgo de dejar al margen a los países con bajos ingresos. Los pobres sufren realmente de la crisis alimentaria. Aunque los precios de los alimentos y de los productos básicos se han moderado con la recesión global, aún se dejan sentir sus efectos: los precios de los cereales, por ejemplo, siguen siendo un 71 por ciento superiores a los de 2005. La crisis económica, con un descenso de los ingresos, exacerbará aún más los efectos de la crisis alimentaria, afectando principalmente a los pobres de los entornos rurales y urbanos, los agricultores sin tierras, los hogares con una mujer como cabeza de familia y los que han quedado 6
CSI, Desigualdad de género en el mercado laboral: Visión general de las tendencias y progresos mundiales, 2009
6 desempleados recientemente, incluyendo trabajadores/as migrantes. Resulta absolutamente esencial mantener y mejorar los niveles de la asistencia oficial al desarrollo (AOD). Los presupuestos de asistencia al desarrollo, particularmente para los Países Menos Avanzados (PMA) deben mantenerse, adoptando compromisos vinculantes y estableciendo un calendario para alcanzar el objetivo fijado por la ONU de destinar el 0,7% del PIB a la AOD. Los gobiernos deben seguir prestando atención a la seguridad alimentaria y trabajar de manera conjunta para lograr una capacidad de recuperación de la agricultura a más largo plazo, con objeto de asegurarse de los productos básicos resulten abordables a toda la población y ésta disfrute de un acceso seguro y sostenible a los alimentos. 16. La mayoría de los países en desarrollo y algunos emergentes están aplicando políticas fiscales pro-cíclicas, porque se ven presionados por las Instituciones Financieras Internacionales (IFI) a practicar una “disciplina fiscal” en tiempos de crisis. La comunidad internacional debe apoyar los programas expansivos de recuperación en los países en desarrollo, que resultan necesarios para evitar que la pobreza aumente aún más y para contribuir a la demanda global. Los bancos internacionales y regionales de desarrollo, así como otras agencias, pueden desempeñar un importante papel a la hora de garantizar que todas las regiones del mundo participen en el esfuerzo de recuperación. Esto requiere tanto incrementar la asistencia financiera de las IFI y los países donantes como poner fin a la dañina condicionalidad de la política económica vinculada a la asistencia por parte de las IFI. Las IFI deberían ampliar sus iniciativas destinadas al alivio de la deuda y emprender reformas de gobernanza para que los países más afectados por sus acciones tengan mayor peso a la hora de establecer sus políticas. Restaurar el apoyo de la opinión pública hacia el sistema comercial mundial 17. El comercio se está derrumbando, pero más debido a la contracción de la economía real que al proteccionismo. Debemos evitar los errores de la crisis de los 1930 de recurrir a políticas de “empobrecer al vecino”. El comercio puede promover el crecimiento económico, la recuperación y el desarrollo, pero sólo si se dan las condiciones adecuadas. Para restaurar la legitimidad y el apoyo de la opinión pública al sistema comercial mundial y concluir la Ronda Doha de negociaciones, es necesario realizar progresos respecto al respeto de los derechos fundamentales de los trabajadores. Hace falta además que los países en desarrollo sean capaces de lograr una recuperación económica, crear empleo y garantizar su desarrollo industrial en el futuro y, cuando fuese necesario, controlar los flujos de capital a corto plazo para cumplir objetivos de desarrollo. Se requerirán igualmente medidas adicionales, incluyendo buffer stocks y mecanismos compensatorios, para proteger a los países de bajos ingresos frente a la volatilidad del mercado de productos de primera necesidad. III
Nuevas normas para los mercados financieros mundiales
18. Los líderes del G20 deben tomar medidas inmediatas para restaurar la liquidez y la solvencia del sistema bancario con el fin de que cumpla su papel esencial de financiar la inversión productiva. Además de ello, los líderes del G20 tendrán que iniciar el proceso de una auténtica reforma en el sistema financiero mundial, a fin de poner fin a la financialización que ha devastado la economía real. Los gobiernos deberán asegurarse de que no vuelva a producirse nunca otra crisis a tal escala. Restaurar la confianza, nacionalizar los bancos 19. El sector bancario incluye gran número de bancos insolventes, que habrían ya quebrado de no ser por la magnitud de la crisis y el hecho de que son sencillamente ‘demasiado grandes
7 como para caer’. Los gobiernos tienen ante sí dos opciones: (i) crear reservas de ‘activos malos’ subvencionados por los contribuyentes, donde los banqueros puedan librarse de sus activos tóxicos; o bien (ii) nacionalizar todos los bancos débiles basándose en el riesgo que representan para el sistema. La primera opción no separará los activos ‘malos’ de los ‘buenos’, ni restaurar la confianza, y únicamente servirá para empeorar el estado de las finanzas públicas. Además esta forma de ‘sacar de apuros’ a los accionistas de los bancos equivale en realidad a efectuar transferencias de los hogares de los trabajadores a los de los más ricos del mundo, representados de forma desproporcionada entre los accionistas de las instituciones financieras. En las actuales circunstancias, la nacionalización es la única manera de restaurar la confianza, compartir los riesgos de manera justa y garantizar que los contribuyentes salgan también beneficiados una vez se restaure la solvencia. Reforma del sistema financiero 20. Los gobiernos deben corregir además el déficit democrático que ha caracterizado hasta la fecha los esfuerzos desplegados para diseñar la arquitectura financiera tras la crisis. No deben dejar la reforma del sistema financiero en manos de los expertos del Foro para la Estabilidad Financiera (FEF) – los mismos expertos que crearon el sistema actual que se ha hundido ahora estrepitosamente. Además el FEF no ha colaborado hasta la fecha con los sindicatos, grupos de la sociedad civil y otras partes interesadas, incluyendo la ONU y la OIT, y no cuenta con una estructura de gobernanza adecuada, con los expertos ni los recursos necesarios para hacerlo en el futuro. 21. La actual crisis ha revelado los límites del enfoque de “supervisión delegada”, que estipula que únicamente una parte reducida del sistema financiero (los bancos comerciales) requieren una vigilancia adecuada. Varias iniciativas posteriores a septiembre de 2008 identificaron la necesidad de revertir el enfoque de regulación ligera a las finanzas mundiales aplicado en el pasado7. Ha llegado el momento de adoptar unas reglas vinculantes para asegurar el control público y supervisar todas las instituciones, los productos y las transacciones financieras. Proponemos el siguiente plan de ocho puntos: Medidas contra la economía financiera “sumergida”. Los gobiernos deben asegurarse de una cobertura regulatoria absoluta de todas las instituciones, los productos y las transacciones financieras. En particular, los fondos privados de capital (fondos especulativos y private equity) no deben quedar eximidos de una regulación aplicable a otras entidades de gestión de activos, que garantice la rendición de cuenta a los inversores, transparencia y, cuando sea necesario, la responsabilidad del empleador. Toda forma de transacción no recogida en los estados contables en relación con los créditos deberá estar prohibida. Los productos financieros que transfieren los riesgos crediticios (como seguros en caso de impago o credit default swaps) y otros ‘productos estructurados’ opacos que se encuentran asegurados en los mercados deberán ser controlados y supervisados por parte de las autoridades públicas. Como norma general, las operaciones comerciales deberán estar vinculadas al beneficiario real. Las agencias de calificación de crédito deben estar debidamente reguladas para evitar conflictos de intereses en la valoración de productos e instituciones. Poner fin a los paraísos fiscales y regulatorios y crear nuevos mecanismos fiscales internacionales. Los líderes del G20 deben llegar a un acuerdo para adoptar medidas 7
Modernizing the American Financial Regulatory System, Congressional Oversight Panel (COP), Special Report on Regulatory Reform, enero de 2009: http://cop.senate.gov/documents/cop-012909-reportregulatoryreform.pdf ; Principles for a New Financial Architecture, Stiglitz, Comisión de Expertos del Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre las reformas del sistema monetario y financiero internacional, enero de 2009; http://www.un.org/ga/president/63/commission/newfinancialarchitecture.pdf
8 internacionales de cooperación con objeto de conseguir que los paraísos fiscales, centros financieros offshore y jurisdicciones donde se aplica el secreto bancario – incluyendo los 38 territorios que figuran en la lista que mantiene la OCDE, aunque sin limitarse a ellos – estén conformes con las normas internacionales. Deberá actuarse además para poner fin a la ‘carrera hacia el fondo’ entre distintas jurisdicciones fiscales, que está erosionando los ingresos fiscales de muchos países. Los gobiernos deben desarrollar un paquete de sanciones destinados a proteger su base impositiva, incluyendo restricciones de inversiones para inversores institucionales y penas importantes en caso de delitos fiscales. Además, debería introducirse un impuesto internacional sobre las transacciones financieras, por ejemplo en caso de movimientos de capital a corto plazo, para financiar la deuda pública a cargo del contribuyente que se ha contraído como resultado de la crisis. Dicho impuesto contribuiría a proteger a los países en desarrollo frente a la volatilidad del mercado global. Garantizar un acceso justo y sostenible a la financiación internacional para los países en desarrollo. Los países en desarrollo han de tener acceso a términos de concesión de créditos proporcionales a sus necesidades y su capacidad de pago. Las medidas incluyen activar el programa de Derechos Especiales de Giro (DEG) de la FMI, acelerar la cooperación monetaria regional, y re-dirigir los flujos de capital de los países que registran un superávit en la balanza de pagos, incluyendo sus Fondos de Riqueza Soberana, hacia objetivos de desarrollo. Reforma del modelo comercial de banca privada para prevenir burbujas de activos y reducir los riesgos de apalancamiento. Las normas de adecuación del capital – la cantidad de capital que los bancos deben tener en reserva para colateralizar la actividad crediticia – deben quedar más vinculados al crecimiento de las provisiones en activos del banco y al nivel de riesgo experimentado por dichos activos. Esto evitaría que los bancos se expongan a excesivos riesgos de activos. También contribuiría a orientar la asignación de activos hacia objetivos socialmente aceptables y facilitaría el control de la inflación en el precio de los activos por parte de los bancos centrales. Controlar la remuneración de directivos, accionistas e intermediarios financieros. Los sistemas de remuneración deben regularse de forma legal para que reflejen y promuevan el rendimiento económico, social y medioambiental a largo plazo y permitan a las empresas asignar los beneficios a sus reservas para la reinversión en activos productivos. En la remuneración de los cargos directivos y financieros debe establecerse un tope, en línea con los salarios y las pensiones de los trabajadores y, en el caso de los servicios financieros, vincularlos a unas prácticas responsables de ventas y concesión de créditos. Debería prohibirse el cobro de primas y otros beneficios relacionados con el desempeño durante cinco años. Ha de evitarse que los accionistas puedan consumir toda la riqueza de las empresas durante los períodos de crecimiento por medio de dividendos y programas de readquisición, que dejan a las empresas con hojas de balance sin suficiente capitalización en los momentos de desaceleración económica. En particular el modelo insostenible de compraventas apalancadas de los private equity ha hecho peligrar millones de puestos de trabajo. Proteger a las familias trabajadoras frente a los préstamos predadores. Los gobiernos deben tomar medidas para incrementar la seguridad de los préstamos para las familias trabajadoras, exigiendo transparencia en los contratos financieros (vivienda, tarjetas de crédito, seguros), acceso a un recurso efectivo, proximidad de los servicios y asequibilidad (topes en los tipos de interés y los recargos). La remuneración y los sistemas de incentivos de los bancos y otros suministradores de créditos deberían estar diseñados para garantizar unas prácticas comerciales y crediticias responsables que sirvan los intereses de los clientes.
9 Consolidar y mejorar la rendición de cuentas, el mandato y los recursos de las autoridades supervisoras. Los gobiernos deben tomar medidas para poner fin al enfoque fragmentado a la regulación financiera, que actualmente se divide en función de la actividad comercial y la jurisdicción nacional. Deberá contarse con una consolidación supra-nacional cuando sea preciso, particularmente en Europa. Las autoridades supervisoras deberán disponer de suficientes poderes de aplicación y de los recursos necesarios para el cumplimiento de sus tareas. En particular, su mandato deberá ampliarse para cubrir la supervisión de la inflación en el precio de activos. En sus estructuras de gobernanza debe contarse con la participación de los sindicatos. Además, el marco de supervisión, incluyendo ‘colegios de supervisores’, deberá facilitar la cooperación de las autoridades financiera con los sindicatos y otras estructuras representativas de los empleadores en el lugar de trabajo dentro del sector financiero: por ej. comités de empresa y acuerdos marco internacionales establecidos entre las Federaciones Sindicales Internacionales y las empresas multinacionales. Reestructurar y diversificar el sector bancario. Se requieren diversos modelos de negocios y formas legales para contribuir a establecer unos servicios financieros nacionales equilibrados y robustos que beneficien a la economía real y que cubran las necesidades de las familias trabajadoras. Los gobiernos deben promover modelos alternativos a la banca comercial, como las uniones de crédito, los bancos cooperativos, las mutuas de seguros, y otros servicios financieros públicos y centrados en las comunidades. Deben tomarse medidas además para asegurarse de que no vuelvan a crearse grandes conglomerados que sean ‘demasiado grandes como para caer’, o que combinen distintos tipos de negocio: banca, seguros, banco de inversiones, etc. La reestructuración deberá realizarse respetando las reglas más estrictas del diálogo social y mitigar su impacto sobre el empleo. Proteger las pensiones de los trabajadores 22. Los líderes del G20 deben tomar medidas también para proteger el régimen de pensiones basado en la capitalización. La crisis ha revelado el peligro de una inversión ilimitada de las pensiones de los trabajadores en el sector financiero ‘encubierto’. Los fondos de pensiones basados en la OCDE han descendido en valor de más de USD 3,3 billones, en un 20 por ciento en términos reales, durante 2008, a causa de la disminución en valor de los valores de renta variable, los activos de renta fija, los fondos especulativos y los productos estructurados. El impacto inmediato de la crisis se hará sentir especialmente para aquellos que están cerca de la edad de jubilación, con pensiones en regímenes no protegidos de ‘contribuciones definidas’, donde el nivel final de jubilación depende del rendimiento obtenido por el fondo de pensiones. Los gobiernos han de tomar medidas además para garantizar una jubilación adecuada para los trabajadores con sistemas de pensiones basados en la capitalización, incluyendo asegurarse de que los empleadores asuman también su parte en cuanto a los riesgos y la financiación de las pensiones, y para reforzar los regímenes de pensiones con garantía del Estado y la regulación de la inversión de fondos de pensiones en general.
IV. Poner fin a la deflación salarial y combatir la crisis de justicia distributiva 23. La ‘flexibilización’ de los mercados del trabajo que ha tenido lugar en prácticamente todas las economías en los últimos 25 años ha incrementado el riesgo de una deflación salarial que contribuye a profundizar la crisis debido a los recortes en el poder adquisitivo y el aumento de la inseguridad. Los gobiernos no pueden repetir el error cometido en los 30 y permitir una deflación salarial competitiva. En lugar de adoptar políticas que debiliten la protección de los trabajadores e incrementen la precariedad del trabajo, los gobiernos deben
10 asegurarse de que se establezcan unos valores mínimos en los mercados de trabajo, para prevenir una espiral descendente de deflación en ingresos y precios. Deben tomar medidas para proteger los derechos básicos de los trabajadores y la ampliación de la negociación colectiva, y promover la reconstrucción de instituciones que contribuyan a distribuir los ingresos y la riqueza de forma más equitativa. Los salarios mínimos deben ser lo suficientemente elevados para permitir que los trabajadores y sus familias dispongan de condiciones de vida decentes, a fin de prevenir que aumente aún más el número de los pobres que trabajan. Las mujeres representan la mayor parte de los trabajadores con condiciones de trabajo más precarias, por lo que lograr la equidad de género y la eliminación de la discriminación contra la mujer en el empleo ha de convertirse en una prioridad en el programa político nacional e internacional. 24. Antes de la crisis, las desigualdades salariales habían aumentado tanto entre los países como dentro de cada nación. El aumento de los salarios se quedó atrás respecto al tasas de crecimiento más importantes en la productividad en dos tercios de los países más ricos que componen la OCDE8, y la proporción de los salarios en los ingresos nacionales descendió en todos los países para los que se dispone de datos. En los países en desarrollo, incluso antes de la crisis de los precios de los alimentos de 2007-2008 y la actual crisis financiera, el Banco Mundial señaló que en 46 de 59 países examinados, la desigualdad había aumentado durante la década anterior. El empeoramiento de la situación económica, a la que se añadió la crisis alimentaria, acentuará aún más las desigualdades existentes. En lugar de un crecimiento económico constante basado en la inversión, la productividad y la prosperidad creciente de los trabajadores y trabajadoras, hemos tenido una serie de burbujas especulativas que enriquecieron a unos pocos pero que están ahora siendo pagadas por muchos. Se requiere un nuevo modelo de desarrollo económico que resulte sostenible medioambientalmente y que garantice un crecimiento equilibrado de los salarios reales, en línea con los aumentos de la productividad. Se necesita asimismo un sistema fiscal más justo, que combata las desigualdades mediante una imposición sobre el capital y no sobre el trabajo. 25. En la mayoría de los países en desarrollo, las instituciones del mercado de trabajo son aún más débiles que en los países industrializados y una gran proporción de la fuerza laboral está pluriempleada en la ‘economía informal’, donde no gozan de ninguna protección. Las regulaciones básicas del mercado de trabajo – como salarios mínimos, horas de trabajo máximas, prestaciones en caso de pérdida del empleo y limitaciones en el recurso a contratos de duración determinada – resultan esenciales para proteger a los trabajadores de abusos, del mismo modo que el respeto de las normas fundamentales del trabajo para que los trabajadores puedan organizarse y negociar colectivamente a fin de mejorar sus salarios y sus condiciones de trabajo. Las IFI no deberían promover una regulación aún mayor del mercado de trabajo en los países en desarrollo durante la actual crisis, puesto que sólo contribuiría a exacerbar la difícil situación de los trabajadores, especialmente teniendo en cuenta que la gran mayoría de los trabajadores/as en los países en desarrollo no cuentan con programas de apoyo a los ingresos a los que acogerse. Las IFI deberían trabajar conjuntamente con la OIT y apoyar sus esfuerzos para promover la creación de un empleo seguro con salarios adecuados, protección social y respeto de los derechos. 26. A más largo plazo, deberían recrearse las estructuras tripartitas para la consulta económica y social y la planificación política, que sirvieron de trampolín para los 30 años de alto crecimiento económico y para mejorar el nivel de vida durante la post-guerra. Implicando a representantes de los trabajadores y trabajadoras en las decisiones que determinan el empleo y el crecimiento económico no sólo resulta coherente con los principios democráticos, sino 8
Growing Unequal? (¿Crecimiento desigual?), OCDE, octubre de 2008
11 que además es beneficioso económicamente. El modelo alternativo neoliberal nos condena a repetir los errores de los años 1920 y 1990, y a mantener los niveles de creciente desigualdad que desembocaron en la inestabilidad financiera y en última instancia produjeron el crash de la bolsa.
V. Establecer las bases de un acuerdo internacional para mitigar el cambio climático 27. Los líderes del G20 deben asegurarse de que las medidas urgentes necesarias para hacer frente al cambio climático se vean desbaratadas a causa de la crisis. Más bien, tal como reclama esta declaración, los gobiernos deben aprovechar la respuesta global fiscal coordinada a la crisis para avanzar en el ‘programa de la economía verde’, preparando así el terreno para que en Copenhague se alcance un ambicioso acuerdo sobre cambio climático. Se trata de pasos esenciales si queremos evitar que la temperatura media mundial aumente en más del 2 por ciento dando lugar a un desastre climático de gran magnitud: en el mejor de los casos, la pérdida del 5 por ciento de la producción global “ahora y para siempre” según el informe Stern, o en el peor de los casos, el colapso de las sociedades provocado por los actuales modelos de interacciones económicas y medioambientales a largo plazo. Resulta esencial que la Cumbre del G20 envíe un mensaje firme sobre la necesidad de alcanzar un acuerdo en Copenhague. Dicho acuerdo ha de incluir objetivos ambiciosos respecto a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en los países desarrollados, así como una acción eficaz para lograr reducciones de las emisiones o incrementos controlados para garantizar un desarrollo bajo en carbono en los países en desarrollo. 28. Los gobiernos deben reconocer que alcanzar dicho acuerdo sobre cambio climático depende del establecimiento de un consenso político amplio y sostenible sobre los objetivos, y sobre los medios para alcanzarlos. El acuerdo ha de mostrar que los gobiernos firmantes reconocen el impacto social y económico de su implementación, incorporando una estrategia clara para hacerles frente dado que, hasta la fecha, no se han abordado debidamente los retos y los beneficios sociales para el empleo. Además, el nuevo acuerdo sobre cambio climático debe pedir a los gobiernos que consulten, planifiquen y apliquen una estrategia de ‘transición justa’, destinada a proteger a los más vulnerables de los riesgos asociados al cambio climático y de las consecuencias de las posibles medidas de adaptación o mitigación. Estas estrategias ‘de transición’ requieren entre otras cosas que se establezcan consultas con los sindicatos, las empresas y la sociedad civil, además de políticas de protección social y diversificación económica. 29. Los países desarrollados deberán aportar apoyo financiero y de otro tipo a los países más pobres, para permitirles hacer frente a los retos del cambio climático, incluyendo la contribución al Fondo de Adaptación de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
VI. Una gobernanza económica mundial eficaz y responsable 30. En 1944 los principales países del mundo se reunieron en Bretton Woods para establecer nuevos arreglos financieros globales que apoyasen la recuperación económica. Necesitamos ahora mostrar una ambición mucho mayor: el cambio ha de ir más allá de la regulación financiera. Esta crisis ha revelado serias faltas de solidez en los mecanismos para la gobernanza de la economía global. Aunque no hay un modelo básico para una gobernanza mundial óptima, los gobiernos pueden empezar por identificar los requisitos de la coherencia
12 global en áreas como el medio ambiente, las finanzas, la asistencia al desarrollo, la migración, el trabajo, la salud y la energía, donde es claramente evidente que la gobernanza nacional por sí sola no basta y que se requiere una nueva arquitectura institucional en un ‘gran trato global’. Para que progrese la agenda de negociaciones comerciales, es necesario incluir un pilar social mucho más firme para anticipar y suavizar las alteraciones en el empleo que ocasionará una competencia más intensa probablemente. El proceso del G20 contiene algunos elementos de este tipo, pero sigue estando marcadamente inclinado hacia cuestiones financieras. La economía real, el trabajo decente y la reducción de la pobreza están siendo tratados de manera marginal en las discusiones. Además, algunos países que representan un tercio de la población mundial no están representados en la mesa de negociación por lo que no tienen la posibilidad de influir en las labores del G20. 31. Se necesita un nuevo foro sobre políticas económicas y sociales a nivel global, que combine efectividad, legitimidad y rendición de cuentas. Un punto de partida sería la carta de gobernanza económica y social global, basada en instrumentos de la OCDE, la OMC, la OIT, el FMI y el Banco Mundial, propuesta por la Canciller alemana y el Ministro de Finanzas italiano. Constituiría una síntesis de los principios rectores de dichos organismos, con referencias a elementos como las normas fundamentales del trabajo de la OIT, las Directrices para las EMN, la Convención para Combatir el Cohecho y los Principios de Gobierno Corporativo de la OCDE. Se combinan así normas relativas al comportamiento de los mercados con “elementos complementarios relativos al empleo y el desarrollo de las empresas, la protección social, unas condiciones de trabajo humanas, relaciones laborales sólidas y los derechos en el trabajo”9 de la Agenda de Trabajo Decente de la OIT. Exhortamos a los líderes del G20 a considerar seriamente esta propuesta y a iniciar el proceso de consultas necesario para obtener respaldo con vistas a la organización de las cumbres globales realmente autoritativas de los líderes mundiales, indispensables para gestionar nuestra economía mundial cada vez más interdependiente. 32. Los gobiernos deben iniciar el trabajo, pero no pueden dejarlo luego en manos de banqueros y funcionarios de los ministerios de finanzas que se reúnen a puerta cerrada. Los sindicatos están dispuestos a participar de forma constructiva en este proceso y piden a los gobiernos que se les permita sentarse en la mesa de negociación. Los sindicatos deben participar plenamente en las nuevas estructuras de gobernanza y asesoramiento de las organizaciones internacionales, como ocurre ya en la OCDE. En línea con el mandato acordado en la Declaración de la OIT sobre la justicia social para una globalización equitativa, adoptada por la Conferencia Internacional del Trabajo en junio de 2008, la OIT debe constituir un elemento central de una nueva arquitectura multilateral, para que pueda responder de manera eficaz a la actual crisis en una globalización impulsada por los mercados situando el empleo, las prioridades sociales y la promoción del trabajo decente en el núcleo mismo de la toma de decisiones. 33. Es necesario incrementar la representación y el peso de los países más pobres en las instituciones y los procesos globales. Los gobiernos de las economías emergentes y de los países en desarrollo deben participar plenamente en las instituciones para un nuevo orden económico. En particular el Banco Mundial, cuyo mandato se centra en los países en desarrollo, ha de concederles un poder de voto – basado tanto en criterios económicos como sociales – que sea al menos equivalente al que tienen los países industrializados. El FMI 9 Declaración de la OIT, la OMC, el FMI, la OCDE, el Banco Mundial y Alemania, 5 de febrero de 2009 – disponible (en inglés y francés) en: http://www.oecd.org/document/32/0,3343,en_2649_34487_42124384_1_1_1_1,00.html
13 requiere igualmente una reforma urgente y debería cambiar su estructura de gobernanza para incrementar la representación de los países ‘clientes’ de bajos ingresos y de las economías emergentes, cuyo papel en la economía global ha aumentado en los últimos años. Los líderes del G20 han acordado ya destinar mayores recursos a las IFI10 pero, a cambio, tanto el Banco como el FMI deben dejar de imponer a los países en desarrollo y emergentes la condicionalidad que les obliga a adoptar políticas pro-cíclicas. Por ejemplo, los préstamos de emergencia negociados por el FMI con varios gobiernos desde octubre de 2008 incluyen subidas de los tipos de interés, reducción de salarios y pensiones, incremento de tarifas para los servicios públicos y la privatización de entidades estatales; algunos acuerdos incluyen además la obligación de efectuar reformas de la protección social que eliminarían su acceso a aquellos que no figuren entre los más vulnerables. En su lugar, el objetivo del trabajo decente y el respeto de las normas fundamentales del trabajo deben apuntalar los nuevos arreglos. Organismos regionales como la Unión Africana (UA), la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y la Organización de Estados Americanos (OEA) deben tener un lugar en el G20, del mismo modo que lo tiene la Comisión Europea (CE). VI. Conclusión 34. Los sindicatos han criticado reiteradamente el desequilibrio existente en cuanto a la prioridad relativa concedida a las instituciones económicas y sociales, así como la creciente preponderancia de mercados financieros desregulados e incontrolables en detrimento de las necesidades de financiación de la economía real, socavando su capacidad de proporcionar trabajo decente para todos. Los gobiernos, trabajando conjuntamente con los interlocutores sociales y contando con la contribución de organizaciones internacionales relevantes como la OIT, deben crear un nuevo orden económico mundial. Se necesita un cambio de paradigma en el establecimiento de políticas, que ‘sitúe a las personas en primer término’. Los sindicatos y los trabajadores a los que representamos, ya no tenemos confianza en que esta vez los banqueros y los gobiernos consigan arreglar la situación. Los trabajadores y trabajadoras deben sentarse en la mesa de negociación. Ha de garantizarse la plena transparencia, la divulgación de la información y la consulta. Las organizaciones de la Agrupación Global Unions están dispuestas a desempeñar el papel que les corresponde en la construcción de este futuro más justo y más verde. ________
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Comunicado de los Ministros de Finanzas del G20 y los Gobernadores de los Bancos Centrales - 14 de marzo de 2009
CSA - Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas
Declaración de Londres para el G20 autor CSI - www.ituc-csi.org 23/03/2009
Con medidas incompletas no se va a recomponer el estropicio de la economía mundial, dicen los sindicatos.
En un impulso mundial para que los gobiernos del G20 procedan a sacar la economía mundial de la recesión y perfilen un rumbo nuevo para la creación de puestos de trabajo, la regulación financiera y la gobernanza global, los sindicatos de todo el mundo entregan hoy a sus respectivos gobiernos nacionales una serie de demandas en común. El plan sindical de cinco puntos, en el que se incluyen propuestas de políticas detalladas, expone las medidas necesarias para abordar la crisis y construir una economía global más justa y más sostenible para el futuro. Se solicita:
- Un plan internacional de recuperación y crecimiento sostenible para crear puestos de trabajo y garantizar las inversiones públicas.
- La nacionalización de los bancos insolventes y nuevas regulaciones financieras.
- Medidas para combatir el riesgo de la deflación salarial y revertir décadas de creciente desigualdad.
- Medidas de gran alcance con respecto al cambio climático.
- Un nuevo marco legal internacional para regular la economía global junto con una reforma de los organismos económicos y financieros mundiales (FMI, Banco Mundial, OCDE, OMC).
La Declaración de Londres para el G20 de la Agrupación Global Unions, elaborada por la CSI y la Comisión Sindical Consultiva (TUAC) ante la OCDE, establece los pasos que tiene que dar el G20 en cooperación con otros gobiernos. El día de hoy, los movimientos sindicales nacionales están entregando la Declaración a sus respectivos gobiernos, y el 2 de abril será presentada formalmente ante la Cumbre de Líderes del G20 en Londres. Los sindicatos de todo el mundo se unirán a sus colegas del TUC (Trades Union Congress) británico en una enorme movilización de la sociedad civil planeada para el 28 de marzo en Londres y que tiene por objetivo concienciar a la gente sobre la necesidad de que los gobiernos lleven a cabo acciones globales coordinadas.
“Si los gobiernos del G20 en Londres sólo son capaces de acordar medidas incompletas, no habrán cumplido con sus responsabilidades. Como las mayores economías del mundo que son, tienen la responsabilidad y la posibilidad de reemplazar el neoliberalismos fracasado del pasado por una dirección completamente nueva para la globalización”, dijo Guy Ryder, Secretario General de la CSI. http://www.csa-csi.org
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Generado: 1 April, 2009, 10:04
CSA - Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas
De acuerdo con la Declaración, la recuperación y el crecimiento sostenible sólo podrán lograrse si el enfoque se centra en la creación de puestos de trabajo e inversiones públicas, en políticas activas del mercado laboral, en la ampliación de las redes de protección social y en medidas especiales para las economías emergentes y en desarrollo. Los sindicatos también presentaron un plan específico de ocho puntos en el que se incluyen acciones para la regulación financiera mundial y medidas inmediatas para nacionalizar los bancos insolventes.
“Las regulaciones flojas o no existentes de la banca y de las actividades financieras transformó la economía mundial en un casino en el que todo vale, sumiendo al mundo en una profunda recesión y provocando la pérdida de decenas de millones de puestos de trabajo. Hay que recomponer esto urgentemente. Otro pilar principal de la recuperación y la reforma – la creación de puestos de trabajo decente y sostenible y el impulso del poder adquisitivo – también requiere la atención prioritaria del G20,” dijo John Evans, Secretario General del TUAC.
La Declaración de Londres señala el verdadero riesgo de la deflación salarial y pone de relieve que la creciente desigualdad de ingresos por todo el mundo ha contribuido considerablemente a la actual recesión, ya que el poder adquisitivo de los trabajadores ha sido insuficiente para lograr mantener la demanda de bienes y servicios. Asegurarse de que todos los trabajadores y trabajadoras disfruten el derecho a la negociación colectiva y fortalecer los organismos de ajuste de salarios permitirá establecer una base decente en los mercados laborales y alimentar el estímulo económico a través de un mayor poder adquisitivo de los hogares. Esto está estrechamente vinculado a la necesidad general de reforma del FMI, el Banco Mundial, la OMC y la OCDE, con la inclusión de la Organización Internacional del Trabajo en el centro de un sistema de gobernanza global eficaz y responsable.
“La regulación financiera es esencial, pero no es suficiente. La nueva gobernanza global debe basarse en un pilar sólido de derechos sociales, incluyendo de forma crucial las normas fundamentales del trabajo de la OIT. No se puede seguir dejando la economía real, el trabajo decente y la reducción de la pobreza, al margen de la política mundial. El G20 no debería poner límites a su horizonte llevando a cabo simplemente cambios mínimos a un sistema desacreditado. Tiene que dirigir una revisión y reparación completa de la manera de hacer funcionar la economía mundial. Los que piensen que podemos volver a lo de siempre están seriamente equivocados,” dijo Ryder.
Las propuestas sindicales se centran también en la urgente necesidad de ímpetu para abordar el cambio climático, dados los enormes costos medioambientales, sociales y económicos que supone la inacción. Los gobiernos deberían estar utilizando ya una respuesta fiscal, coordinada a nivel mundial, a la crisis económica para orientar el mundo hacia una “economía verde”. La creación de empleos verdes y las medidas para asegurar una “transición justa” en las comunidades y sectores afectados por el desplazamiento a una producción que respete el medioambiente, son aspectos centrales para lograr los niveles requeridos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, y contribuirán además a sacar el mundo de la recesión.
“Los gobiernos disponen ahora de las palancas para hacer girar el mundo en el sentido de un crecimiento verde. No aprovechar esta oportunidad sería una tragedia para la especie humana y para el futuro del planeta”, dijo Evans.
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28/03/2009
Londres se manifesta en sus calles contra la cumbre del G-20
Unas 20.000 personas han protestado de forma pacífica contra la celebración, el próximo dos de abril, de la cumbre del G-20 en Londres. La Policía de Londres, Scotland Yard se encuentra en nivel de máxima alerta por posibles ataques violentos. Londres.- La primera de las protestas contra la celebración de la cumbre del G-20 en Londres ha arrancado hoy en la capital británica con la participación de una amalgama de miembros de grupos antiglobalización, defensores del medioambiente y anarquistas, organizados por la alianza de sindicatos y ONG Put People First (La gente va primero) que tienen previsto marchar hacia Hyde Park. Según los organizadores de la protesta, cerca de 20.000 personas han acudido a la manifestación. De momento, las autoridades no han dado cifras de participación. No se ha registrado ningún incidente violento y los manifestantes marchan tranquilamente con pancartas que abogan por diversas causas, como "El pueblo antes que las ganancias", "Salgan de Irak y Afganistán" y "Empleo, Justicia y Clima", mientras algunos manifestantes cantaban: "Odiamos a los bancos". La Policía Metropolitana de Londres, Scotland Yard, se encuentra en nivel de máxima alerta ante la posibilidad de que se produzcan actos de vandalismo. Los manifestantes aseguran que sus intenciones son pacíficas y que no tienen un programa violento. Sin embargo, medios británicos informan de rumores de asaltos contra la sede del Banco de Inglaterra y que los manifestantes pretenden invadir la Bolsa de Londres. La operación de seguridad policial lleva el nombre de Glencoe, en recuerdo de la masacre de 1692 en Escocia. Muchos de los manifestantes opinan, en comentarios al diario británico 'The Guardian', que la Policía ha ordenado aumentar la alerta simplemente para convencer a los londinenses de que no acudan a las manifestaciones. No obstante, la Policía ha expresado seria preocupación por los incidentes que puedan tener lugar el próximo miércoles, prolegómeno de la cumbre que comienza oficialmente el jueves 2 de abril. Será durante el llamada "Día de los Inocentes Financiero", en el que varios grupos, entre ellos el conocido G-20 Meltdown, podrían planear acciones simultáneas en diversos puntos de la capital, concretamente ante el Banco de Inglaterra, el Banco Real de Escocia y la Embajada de Estados Unidos. Todos los permisos policiales en la capital fueron cancelados para lidiar con las marchas programadas. El comandante Simon O'Brien, indicó que la seguridad de quienes participan en la cumbre será uno de URL : Ir a noticia
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28/03/2009
los desafĂos mĂĄs grandes y complejos en la historia de la fuerza. "Hay un nivel de actividad casi sin precedentes", dijo en una conferencia de prensa. (EP)
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:: portada :: Economía :: Londres: G-20 al rescate del capitalismo 01-04-2009
Las principales tareas de la Cumbre del G20 en Londres XINHUA A los líderes de los países del Grupo de los 20 (G20), que se reunirán en Londres el 2 de abril, se les ha pedido que se mejore la coordinación mundial para ayudar a que se restaure el crecimiento de la economía global. Para alcanzar esta meta, los líderes deberán hacer tres compromisos: En primer lugar, tomar todas las medidas que sean necesarias para estabilizar los mercados financieros y ayudar a las familias y empresas a salir de la recesión; en segundo lugar, reformar y fortalecer el sistema global y financiero y económico para restaurar la confianza; y en tercer lugar, devolver la economía global al camino del crecimiento sostenible. En un momento en que la crisis financiera y económica mundial sigue empeorando, la cumbre de Londres sentará las bases no solamente para que se pueda dar una recuperación económica sostenible, sino también para una nueva era de auténtica asociación económica internacional, un acuerdo global en el que todos los países tengan un papel que desempeñar y puedan disfrutar también de los beneficios. Paquete de medidas coordinadas La Cumbre de Londres analizará un paquete de medidas coordinadas internacionales para restaurar la estabilidad y devolver la economía al sendero de la recuperación sostenible. Entre estas medidas estarán: - Revisar los efectos globales y la efectividad de las medidas tomadas hasta ahora para estimular la demanda global, tanto por parte de las autoridades nacionales como de las instituciones financieras globales, y considerar las consecuencias en el futuro. - Tomar medidas inmediatas para aumentar de forma sostenible los recursos del Fondo Monetario Internacional (FMI) para que la entidad pueda aumentar su capacidad de otorgar préstamos para respaldar a los países que están sufriendo una reducción de la entrada de capital, basándose en el objetivo de estimular la demanda. - Tomar medidas inmediatas consistentes en todos los países y con estrategias claras para respaldar los préstamos nacionales e internacionales garantizando que los bancos tengan capital suficiente y puedan recaudar los fondos necesarios, encontrando soluciones para los activos impagados de los bancos y otorgando préstamos directos del gobierno o de bancos centrales si es necesario. - Rechazo por parte de todos los países al proteccionismo, creando además un mecanismo transparente para supervisar los compromisos y las medidas orientadas a aumentar el acceso a la financiación. - Reformar las regulaciones financieras, eliminando los vacíos legales, mejorando la gobernabilidad y coordinando las regulaciones de los mercados financieros internacionales para crear un sector financiero global que satisfaga las necesidades de una economía globalizada. - Crear un sistema de alerta internacional, en el cual el FMI desempeñe un papel más importante,
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con el fin de ayudar a promover el crecimiento equilibrado. - Reformar las instituciones financieras internacionales, aumentar sus recursos, promover un mayor acceso a los recursos del FMI y aumentar la participación de los países emergentes. - Cumplir los compromisos de aumentar la ayuda para el desarrollo para proteger a los países más pobres de los efectos de la crisis. Devolver a la economía mundial al camino del crecimiento sostenible La Cumbre de Londres debe evaluar los progresos realizados hacia la consecución de un punto de vista común sobre el crecimiento económico sostenible, una alta tasa de empleo y la reducción de la pobreza, así como identificar aquellas zonas donde deben aumentar sus esfuerzos. Los líderes esperan: - Esforzarse para que se concluyan lo antes posible las negociaciones de la ronda de Doha sobre comercio internacional, y reiterar los compromisos hechos en Washington para abstenerse de tomar medidas proteccionistas en intención o en efecto; y crear mecanismos más transparentes para supervisar tales compromisos. - Debatir cómo se puede garatizar que cada parte implicada tenga la habilidad necesaria para solventar los retos en el futuro. - Reconocer que se necesita un liderazgo internacional en un marco estratégico para estimular la inversión. - Reafirmar el compromiso con los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU y prometer realizar las inversiones necesarias, además de respetar los compromisos realizados previamente de aumentar las ayudas al desarrollo.
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El Periódico de Catalunya
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http://www.elperiodico.com/print.asp?idpublicacio_PK=46&idnoticia...
Domingo marzo 2009
/ 29/3/2009
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MOVIMIENTOS REIVINDICATIVOS ANTE LA CUMBRE DEL JUEVES EN LA CAPITAL BRITÁNICA
Miles de personas reclaman al G-20 un nuevo capitalismo • Londres, París y Roma congregan a cientos de manifestantes • La protesta finaliza en Berlín con duros enfrentamientos con las fuerzas policiales EL PERIÓDICO BARCELONA
Manifestación contra la crisis en Barcelona. Vídeo: ACN
Un momento de una de las actuaciones de la policía ayer en Berlín. Foto: REUTERS / PAWEL KOPCZYNSKI
Imagen de la protesta de Londres. Foto: REUTERS / TOBY MELVILLE
Decenas de miles de personas, entre 35.000 y 40.000, según las fuentes, marcharon ayer por las calles de Londres para pedir al Grupo de los 20 (G-20), en vísperas de la cumbre del 2 de abril en la capital británica que centre sus esfuerzos en crear puestos de trabajo, promover la justicia social y salvar el planeta. Las protestas por otra globalización, otro modelo de capitalismo y contra la crisis económica y sus efectos tuvieron lugar también en Madrid, Barcelona, Roma, París y Berlín, entre otras ciudades, y significaron el inicio de una tanda de diversos actos reivindicativos que se llevarán a cabo hasta la cumbre. En Berlín, la capital alemana, la marcha pacífica en la que intervinieron unas 10.000 personas acabó con duros enfrentamientos entre participantes y la policía. Las pugnas terminaron con numerosas detenciones. Bajo el lema de Put people first! (La gente primero), una coalición de más de 130 organizaciones sindicales, religiosas, políticas y humanitarias de varios países se manifestó en Londres, la capital donde se realizó la protesta más multitudinaria, con música y pancartas. Pese a las advertencias iniciales de la policía, la marcha de Londres transcurrió en un ambiente festivo y sin violencia. JUSTICIA SOCIAL Una de las oradoras fue la conocida escritora y filósofa franco-estadounidense Susan George, autora de libros como El informe Lugano, quien subrayó la importancia de "avanzar hacia una economía verde". Crítica habitual del aspecto neoliberal de la globalización, George expresó poca
01/04/2009 13:58
12/03/2009
Sarkozy y Merkel quieren resultados concretos en el G-20 de Londres
La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, reforzaron en Berlin sus posiciones de cara a la reunión del G-20 del 2 de abril y apostaron por que en la próxima cumbre de la OTAN se apruebe una revisión de su estrategia. Berlín.- La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, reforzaron hoy en Berlín sus posiciones de cara a la reunión del G-20 en Londres y apostaron por que en la próxima cumbre de la OTAN se apruebe una revisión de su estrategia. En una rueda de prensa celebrada al término del undécimo consejo de ministros germano-galo, Merkel y Sarkozy manifestaron su convicción de que de la cumbre del G-20 del 2 de abril tienen que salir resultados concretos con respecto a la regulación de los mercados financieros internacionales para prevenir futuras crisis financieras. "Los programas de apoyo a la coyuntura son importantes y los europeos hemos hecho nuestra aportación, con Alemania y Francia a la cabeza, pero éstos no pueden reemplazar la regulación", dijo Merkel. Sarkozy: "La prioridad de la Unión Europea es fijar reglas internacionales para supervisar los mercados financieros" Ambos rechazaron las propuestas de Washington de lanzar nuevos programas de reactivación y subrayaron que esperan que en Londres siga siendo válido lo acordado. "No queremos gastar aún más dinero", indicó Sarkozy, quien recalcó que la prioridad de la Unión Europea es fijar reglas internacionales para supervisar los mercados financieros, lograr que el sistema bancario vuelva a funcionar y que lo haga de forma transparente. Sarkozy señaló que Alemania y Francia irán a Londres con una posición clara y conjunta a este respecto y pronosticó que la cumbre terminará siendo un acontecimiento histórico. "Estamos plenamente convencidos de que nuestras propuestas acabarán formando parte del documento final", afirmó Merkel. Sarkozy insistió en que "los pueblos del mundo entero" esperan con razón que la cumbre del G-20 concluya con "resultados visibles". Ambos subrayaron el grado de consenso alcanzado entre los dos países y el buen funcionamiento del eje franco-alemán, una cooperación que, según insistió Sarkozy, va en beneficio y no en detrimento de los restantes socios.
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12/03/2009
Tanto Merkel como Sarkozy abogaron, además, por lograr que de la citada cumbre salga una lista con los países que no cooperan en el intercambio fiscal. "En Londres se demostrará si tenemos el valor de citar a los países por su nombre", dijo Sarkozy, quien insistió en que no se trata de criticar que haya naciones con tipos impositivos bajos, sino de que "digan de dónde viene el dinero y qué hacen con él". La canciller valoró positivamente que el mero hecho de haber planteado este asunto haya conducido a que algunos países "hayan empezado a moverse". "La creciente presión empieza a arrojar frutos", apuntó Merkel, en alusión a que algunos países como Liechtenstein han dejado entrever su disposición a levantar el secreto bancario. "Cuanto más claro apostemos por incluir a los que no cooperen en una lista, mayor será el número de países dispuestos a cooperar", añadió. En una declaración conjunta que sigue la línea de lo acordado en la reciente reunión preparatoria celebrada en Berlín, ambos se comprometen a no aplicar "medidas proteccionistas" y a reclamar que todos los países de la eurozona vuelvan a cumplir los criterios del Pacto de Estabilidad Europeo en cuanto lo permita la crisis. En el documento, Alemania y Francia subrayan que la eurozona debe mantener sus puertas abiertas a otros miembros de la UE. En el consejo de ministros germano-galo se habló también de la decisión de Francia de volver a las estructuras militares de la OTAN, paso que Merkel celebró explícitamente en la rueda de prensa posterior y que Sarkozy justificó en el deseo de su país de reforzar el papel europeo en la Alianza. El presidente francés destacó que la idea de reforzar con ello la Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD) no debe interpretarse como un intento de mermar el papel de Estados Unidos dentro de la OTAN. "Para Estados Unidos, es una buena baza poder contar con una Política Europea de Seguridad y Defensa que funcione, y no lo contrario", recalcó. Ambos abogaron por una nueva estrategia de la OTAN que sustituya a la de 1999 y se adapte a los retos del futuro. El consejo de ministros germano-galo fue instaurado en 2003 por iniciativa del entonces presidente francés, Jacques Chirac, y el canciller en aquel momento, Gerhard Schröder, con motivo del 40 aniversario de los Tratados del Elíseo. Esta reunión tiene lugar dos veces al año, una en Francia y otra en Alemania. (Efe)
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Agenda para el G-20 Europa fija su posición ante la cumbre de Londres; ahora sólo falta que no quede en agua de borrajas
EL PAÍS - Editorial - 23-02-2009
Los principales países de la UE avanzaron ayer en Berlín en la redacción de una agenda para la cumbre de Londres del próximo 2 de abril, donde un G-20 ampliado, en el que estará España como ya lo hizo en la reunión de Washington en diciembre, ultimará un plan de acción contra la recesión económica mundial.
Los jefes de Gobierno y Estado de Alemania, Francia, Reino Unido e Italia -integrados en el G-7- más los de España, Holanda, Luxemburgo y República Checa, esta última como país presidente de turno de la Unión Europea, acordaron un plan en el que destaca la exhortación al combate contra los paraísos fiscales, con sanciones "que han de ser creadas lo antes posible". Tantas veces invocado como aplazado, este problema se considera ahora clave para hacer frente al componente financiero de la crisis. También hubo acuerdo sobre la necesidad de duplicar los recursos a disposición del FMI para poder ponerlos con rapidez a disposición de las economías en dificultades. Y en reforzar la regulación de los mercados financieros
y
la
supervisión
de
su
funcionamiento
de
forma
verdaderamente global. Todo ello muy unido al estrecho control de las muy cuestionadas agencias de calificación crediticia.
La peor crisis financiera desde la Gran Depresión de 1929 no ha nacido en Europa, pero es aquí donde experimenta sus más adversas
implicaciones de la mano de una recesión extrema y del contagio al conjunto del sistema bancario. Es razonable, por ello, que Alemania esté inquieta y trate de neutralizar consecuencias aún peores a las ya explicitadas.
Pero la mayor preocupación del momento está asociada al deterioro de la situación económica en los países del centro y este de Europa y los riesgos que ello entraña para la zona euro. La caída de las exportaciones y de las remesas de los emigrantes, junto con la retirada de los capitales occidentales llegados a esos países en los últimos años está erosionando su solvencia, lo que afecta a países como Austria, que ha financiado a esas economías por un importe equivalente al 80% de su PIB.
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, subrayó que debe cuidarse que las ayudas públicas a la banca no distorsionen la libre competencia, y la UE espera una actitud similar del resto de miembros del G-20 en la cita de Londres, donde figurarán economías emergentes como Brasil o Argentina. España, por otro lado, ha pedido el ingreso en el Foro de Estabilidad Financiera, organismo integrado por los bancos centrales de las principales economías mundiales.
Merkel quiso despedir la reunión con una nota de optimismo asegurando que la UE irá a Londres con "una postura sólida y conjunta", que habrá de ratificarse en la cumbre europea del 1 de marzo. El mundo necesita angustiosamente que la cumbre británica sea un éxito, a la vez que gran desencadenante de una eficaz y urgente lucha contra la crisis económica.
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Robert B. Zoellick Presidente Grupo del Banco Mundial Thomson Reuters Building, Canary Wharf, Londres 31 de marzo de 2009
Introducción Hace casi 80 años, uno de los grandes economistas del s. XX y prohombre de la Inglaterra de su época, John Maynard Keynes, compareció ante un comité del gobierno británico. El mundo se hundía en la Gran Depresión. En su alocución, pronunciada a tan sólo unos kilómetros de aquí, exhortó a quienes lo escuchaban a superar la estrechez mental de la burocracia y observar el panorama completo. Aún faltaban seis años para que Keynes publicara su obra decisiva, Teoría general, pero ya anticipaba las agudas observaciones que luego plasmaría en su libro: “Entramos en un círculo vicioso: no hacemos nada porque no tenemos dinero, pero es precisamente porque no hacemos nada que no tenemos dinero”. Keynes quería salvar la economía de mercado y, en una era de comunismo y fascismo, lo atemorizaban las consecuencias políticas de no hacerlo. Su llamado a superar los intereses estrechos no encontró eco. La reacción de los gobiernos ante la Depresión fue ineficaz. Las naciones se entregaron a políticas competitivas de egoísmo nacional. Y llegó la catástrofe. Sin embargo, las ideas de Keynes, surgidas de la oportunidad impuesta por la crisis, ejercen influencia aún hoy. Él y otros hombres de su generación crearon el sistema multilateral que todavía perdura y que nosotros debemos reformular para abordar los desafíos de nuestra era. Lo que Keynes y los demás lograron, aun en el fragor de la Segunda Guerra Mundial, se debió a la combinación de ideas respaldadas por acciones. Ayudaron a crear la estructura económica de la posguerra. Sentaron las bases para la conformación del Grupo del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y lo que luego se convirtió en la Organización Mundial del Comercio. Hoy no debemos rehuir la tarea de unir ideas y acciones. En una época en que se ha perdido la confianza, necesitamos hechos que restablezcan la fe del público en que los gobiernos están a la altura del desafío. Es más riesgoso hacer muy poco que hacer mucho.
La crisis actual Los líderes mundiales se reúnen esta semana en Londres, en un contexto que a Keynes le resultaría familiar. Las estimaciones más recientes del Banco Mundial acerca del crecimiento de la economía mundial para 2009, dadas a conocer hoy, señalan una contracción del 1,7%, mientras que el año anterior se registró un crecimiento del 1,9%. Ésta sería la primera retracción de la economía internacional desde la Segunda Guerra Mundial. También nos enfrentamos a una caída del 6% en el volumen del comercio mundial de bienes y servicios, la mayor reducción de los últimos 80 años. Lo que comenzó en 2007 como crisis financiera, rápidamente se transformó en crisis económica. Hoy en día, se trata de una crisis de desempleo. Según nuestras previsiones, este año el crecimiento económico de los países en desarrollo se desacelerará marcadamente, hasta llegar al 2,1%. Se espera una reducción real en Europa central y oriental, Asia central, y América Latina y el Caribe. En esta crisis, los países en desarrollo reciben los golpes en oleadas sucesivas. Estas oleadas se generan por la abrupta contracción del crecimiento económico y la restricción del crédito en el mundo desarrollado. Así como anteriormente la economía mundial ayudó a cientos de millones de personas a salir de la pobreza, hoy existe el riesgo de que el desarrollo se revierta, puesto que nuestro mundo interconectado transmite las crisis con más potencia y velocidad. Los flujos de capitales privados al mundo en desarrollo experimentan caídas pronunciadas: en 2009 las entradas netas de capitales se reducirán a aproximadamente un tercio del pico de US$1,2 billones alcanzado dos años atrás. Las remesas están en disminución: se prevé una reducción de al menos un 5% en 2009. Asimismo, algunas de las medidas que aplica el mundo desarrollado, si bien son comprensibles, complican la situación de las naciones en desarrollo. Los gobiernos de los países desarrollados emiten grandes montos de deuda garantizada y, como consecuencia, están dejando sin financiamiento a los países en desarrollo de sólida administración. Por su parte, los países en desarrollo, aun aquéllos con déficits moderados, o bien no logran acceder a préstamo alguno o deben hacer frente a márgenes mucho más elevados. Según nuestras estimaciones, 84 de los 109 países en desarrollo que analizamos enfrentan un déficit de financiamiento de entre US$270.000 millones y US$700.000 millones para este año. Los dos interrogantes principales reflejados en este amplio rango son el monto de la deuda privada que se refinanciará y el nivel que registrará la fuga de capitales. Al mismo tiempo, la caída de la demanda está reduciendo la producción industrial, y la baja de los precios de los productos básicos comprime la situación fiscal de muchas economías que dependen de las exportaciones. Sólo una cuarta parte de los países en desarrollo tiene recursos suficientes para financiar programas destinados a mitigar los efectos de la crisis. Estos acontecimientos podrían devenir en el futuro en una crisis social y humana, con consecuencias políticas. Hasta el momento, la atención se ha centrado principalmente en los países desarrollados, cuyos habitantes enfrentan la pérdida de hogares, bienes y empleos. Éstas son penurias reales. Pero las personas que viven en los países en desarrollo tienen mucho menos margen con que protegerse: carecen de ahorros, de seguros, de beneficios por desempleo y, a menudo, de alimentos. Estimamos que este año caerán en la pobreza 53 millones de personas más, quienes tendrán que subsistir con menos de US$1,25 al día a causa de la crisis. Esto se produce luego del desmedido aumento de los precios de los alimentos y los combustibles observado en los últimos años, que empujó a entre 130 millones y 155 millones de personas a la pobreza extrema, muchas de las cuales aún no se han recuperado. El mundo ya encontraba dificultades para alcanzar los ocho objetivos de desarrollo del milenio para 2015. Estas metas parecen aún más lejanas ahora. Tomemos como ejemplo la mortalidad infantil, una de las causas más apremiantes: según nuestros cálculos actuales, este año morirán entre 200.000 y 400.000 bebés más debido a la caída en el crecimiento.
En el mundo
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En el mundo Vivimos en un mundo interrelacionado, pero la crisis se siente en grados diversos en las distintas regiones. Es posible que los países de Europa central y oriental se encuentren en la situación de mayor riesgo, aun cuando sus niveles de ingresos sean superiores a los de otros Estados. Desde el fin de la Guerra Fría, las estrategias de crecimiento en la región se basaron en la integración con la Unión Europea y la economía mundial a través del comercio, las inversiones, el movimiento de personas y las remesas. En consecuencia, la retracción de estos factores los afecta con especial agudeza. Asimismo, a medida que se encaminaban hacia la incorporación a la zona del euro, algunos países contrajeron préstamos internos en euros o en francos suizos, lo que eleva el riesgo de incumplimiento en caso de que los valores de las monedas locales caigan. La mayor parte de los bancos de Europa central y oriental son ahora propiedad de sus vecinos del oeste, por lo que se incrementa el riesgo de que se les retire el apoyo. Las pérdidas por concepto de préstamos en el este pueden, a su vez, minar la solidez de los bancos de toda Europa. Sin duda, es necesario distinguir entre los diversos países. Pero la propia lógica de la integración europea —uno de los logros económicos y políticos más notables de los últimos 60 años— sugiere que el todo europeo sólo será mayor que la suma de sus partes si los países que lo componen se apoyan mutuamente. De modo similar, a lo largo de su historia, las naciones de Europa central y oriental han tratado de diferenciar su situación de la de sus vecinos, sólo para comprobar que la debilidad de uno genera peligro para todos. Más al este, la crisis económica de Ucrania constituye toda una prueba de coherencia política, incluso quizá de sostenibilidad. Los letreros vacíos de Kiev brindan una metáfora de la falta de rumbo. La tercera parte de los carteles que hace menos de tres meses instaban a los consumidores a gastar más está ahora vacía: sólo metal y cartón en blanco reemplazan las incitaciones de días más prósperos. En Asia central, las economías pobres, que apenas comenzaban a reabrir la antigua “ruta de la seda” luego de siglos de aislamiento, enfrentan perspectivas poco auspiciosas. El año pasado, las remesas enviadas por trabajadores emigrados proveyeron el 43% del producto interno bruto en Tayikistán y el 28% en la República Kirguisa. Pero la desaceleración que se observa en Rusia y Kazajstán enviará a los trabajadores de regreso a sus países de origen. En Kazajstán, el gobierno prevé que, para fin de año, el índice de desempleo se duplicará hasta llegar al 12%. Almaty, anteriormente rica a causa de los ingresos derivados del auge del petróleo, es ahora una ciudad con construcciones sin terminar, grúas detenidas y edificios fantasma sin ocupantes: un monumento no buscado a las expectativas truncas. América Latina, con una base fiscal, monetaria y financiera más sólida que en el pasado, siente los primeros efectos de la crisis a través del comercio y la economía real. Mientras que en las economías desarrolladas, el peligro se inició en las finanzas y se extendió luego a las manufacturas y otros servicios, el golpe a los países en desarrollo comenzó con los sectores productivos y es posible que luego afecte a los bancos que les otorgan préstamos. México y América Central se han visto damnificados a causa de la caída de la demanda proveniente de los Estados Unidos y la merma de las remesas. La abrupta baja de los precios de los productos básicos perjudica a Brasil; si bien su enorme mercado interno ha amortiguado el golpe en cierta medida, Brasil se verá cada vez más restringido si el comercio continúa en disminución. Países como Chile y Perú han aprovechado los años buenos para mejorar su situación fiscal y de reservas, lo que les deja cierta comodidad; pero si la recesión es prolongada y profunda, empujará a todos hacia una espiral descendente. Las economías vulnerables del Caribe están padeciendo debido a la marcada disminución del turismo.
La crisis financiera ha restringido fuertemente el ya limitado margen de maniobras con que se contaba en Asia meridional. India perdió US$45.000 millones de reservas a causa de la fuga de capitales; el tipo de cambio se devaluó más del 20% y los precios de las acciones se desplomaron un 50%. Los costos sociales también van en aumento. El gobierno de India estima que entre octubre y diciembre del año pasado se perdieron 500.000 puestos de trabajo del sector formal. En Bangladesh se informó que, tan sólo el último mes, más de 4.000 trabajadores emigrados regresaron al país, donde se acaba de restablecer una frágil democracia. Pakistán se ha ajustado el cinturón para permanecer en un programa del Fondo Monetario Internacional (FMI) mientras su nuevo gobierno lucha tanto con grupos violentos como con conflictos constitucionales.
Asia oriental ha sentido los efectos de la crisis a través de sus fuertes vínculos con las cadenas internacionales de suministro y tercerización. Los países más pequeños y pobres, como Camboya, son especialmente vulnerables a las bajas en sectores y mercados clave. Camboya ha perdido cerca de 50.000 puestos de trabajo en el sector de la indumentaria, su única industria exportadora importante. Las mujeres jóvenes, que se beneficiaban especialmente con el empleo derivado de este sector, son las que se encuentran en situación de mayor riesgo actualmente. Las familias de pastores nómades, que aún componen un tercio de la población de Mongolia, observaron una caída del 40% en el precio de la cachemira, su principal producto comercial. Las economías más grandes de Asia oriental también hacen frente a movimientos de gran envergadura. En China, se estima que 20 millones de trabajadores emigrados han perdido sus empleos en los sectores de las manufacturas y la construcción. Algunos regresan al interior, pero se quedan en las ciudades en lugar de volver a las minúsculas parcelas agrícolas. China ha puesto en marcha un plan de reactivación de gran importancia; pero aun así, prevemos que el crecimiento se desacelerará del 9% registrado en 2008 al 6,5% este año. África, si bien representa una pequeña parte del comercio y las inversiones de la globalización, no está a resguardo de la crisis mundial. Un funcionario de la República Democrática del Congo advirtió que podría haber 350.000 desempleados más en la provincia de Katanga cuando las empresas mineras reduzcan su producción. Debido a la disminución de los precios del diamante, la República Centroafricana prevé una disminución del 50% en los ingresos fiscales en relación con los de 2008. En Kenya, las remesas están mermando. Y en vista de que los ingresos derivados del turismo probablemente disminuyan con rapidez, las perspectivas son sombrías para un país como Seychelles, donde se prevé que el turismo, su principal fuente de empleo y divisas, se contraerá un 25% tan sólo en 2009.
Hasta el momento, los países de Oriente Medio y Norte de África se han visto menos afectados por la reducción del crédito. Pero los impulsores de la reforma en el Magreb probablemente reciban menos turismo europeo y pierdan mercados para sus exportaciones en Europa. Es posible que ahora los países que dependen del trabajo emigrado deban dilucidar cómo abordarán la disminución de remesas y el regreso de trabajadores. Aun los países productores de energía deben hacer frente ahora a una gran incertidumbre cuando procuran encarar el desafío que implica vincular jóvenes desempleados, educación y trabajo productivo en un contexto en que probablemente las oportunidades de empleo en el sector privado sean limitadas y los precios de los productos básicos sigan siendo volátiles.
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volátiles. También surgirán problemas que afectarán a varias regiones. Ya se están viendo los efectos de la crisis en las mujeres y las niñas. Las mujeres sufren en forma desproporcionada. Cuando las familias deben ajustarse el cinturón, es más probable que saquen a las niñas de la escuela. Y cuando alguien debe quedarse sin comer, en la mayoría de los casos serán las niñas las que padezcan malnutrición.
Innovación y acción A pesar de que algunas condiciones económicas se asemejan a las del pasado, no estamos en la década de 1930. Los bancos centrales han proporcionado amplia liquidez y algunos han puesto en práctica mecanismos creativos para mantener el flujo de crédito. Los países desarrollados han actuado mucho más rápido que en la época de Keynes para impulsar la demanda con paquetes de reactivación económica. En general, los supervisores de las instituciones financieras han estado atentos a los riesgos sistémicos de desmoronamiento financiero que paralizan a los inversionistas. Las instituciones financieras multilaterales creadas en Bretton Woods han intervenido para ayudar a los países a evitar o enfrentar las crisis. Hasta la fecha, no hemos visto esa completa retracción hacia el proteccionismo que tanto daño causó en los años treinta. Pero 2009 será un año peligroso y no podemos descuidarnos. No es momento de demostrar una falsa confianza, de aceptar que ya se hizo todo lo posible. No es momento de respuestas nacionalistas estrechas, ni tampoco de soluciones regionales. La única certeza que nos dejaron los acontecimientos del año pasado es que somos incapaces de predecir lo que se avecina o saber cómo esos eventos pueden desatar otras situaciones inesperadas. Para hacer frente a los desafíos que se nos presentan necesitamos un espíritu de innovación respaldado por la acción. Debemos ser rápidos y flexibles. Para los problemas debemos encontrar soluciones que conjuguen los recursos y capacidades de múltiples asociados: los gobiernos, las instituciones internacionales, la sociedad civil y el sector privado. Necesitamos agentes catalizadores que forjen estas nuevas alianzas. El mes pasado, el Grupo del Banco unió sus fuerzas con el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) y el Banco Europeo de Inversiones (BEI) para respaldar los sectores bancarios de Europa central y oriental con un paquete de financiamiento de hasta €24.500 millones. La Corporación Financiera Internacional (IFC), institución del Grupo del Banco dedicada al sector privado, y el Banco de Japón para la Cooperación Internacional realizaron una contribución de US$3.000 millones a un fondo de capitalización que ayudará a fortalecer los bancos de los pequeños mercados emergentes y a mantener el flujo de crédito hacia la pequeña empresa y los particulares. Además, la IFC se ha asociado con KfW, el organismo de desarrollo de Alemania, para crear un fondo rotatorio de liquidez por valor de US$500 millones, destinado a respaldar las instituciones de microfinanzas, puesto que los empresarios y los pequeños emprendimientos ofrecen la mejor red de seguridad en tiempos difíciles: los nuevos empleos. Y ahora estamos evaluando los efectos de la recesión mundial en empresas del mundo en desarrollo y considerando cómo podríamos ayudar a movilizar capital privado para contribuir a la reestructuración de esas compañías y manejar los activos problemáticos. Hoy el Directorio del Grupo del Banco Mundial considerará una nueva propuesta: la aplicación de un programa de liquidez para el comercio mundial, por valor de US$50.000 millones. La profunda caída del comercio se ha visto exacerbada por un escaso financiamiento para esta actividad. Como forma de asistencia, primero incrementamos la cobertura de garantías de créditos para el comercio a US$3.000 millones para bancos de países en desarrollo, muchos de ellos de África. Pero nos dimos cuenta de que las garantías no son suficientes, porque muchos pequeños prestamistas no pueden acceder al financiamiento. En nuestro nuevo programa de liquidez para el comercio mundial se combinará una inversión propia de US$1.000 millones con financiamiento proveniente de los gobiernos y los bancos regionales de desarrollo. Estos fondos públicos pueden movilizarse mediante un acuerdo para compartir los riesgos con los principales asociados del sector privado, como los bancos Standard Chartered, Standard Bank y Rabobank. Luego, los préstamos para el comercio pueden reciclarse, a medida que se cancelan los préstamos previos. En colaboración con la OMC, además, buscaremos aprovechar los recursos y la experiencia de los organismos nacionales de crédito para la exportación. Confío en que los líderes del G-20 apoyarán esta iniciativa para la liquidez en el comercio. El respaldo del G-20 nos ayudará a tomar el impulso necesario para seguir avanzando hacia la consecución del objetivo establecido por el primer ministro Brown.
Un llamamiento al G-20: Aprovechemos el multilateralismo A diferencia de las crisis económicas de los últimos 60 años, ésta es una crisis mundial que requerirá una solución mundial. Estamos inmersos en una economía mundial impulsada por particulares, empresas, sindicatos y gobiernos nacionales. Ellos comercian, invierten, trabajan, inventan, negocian y construyen dentro y fuera de los límites de naciones, que establecen las reglas y, a veces, acceden a observar ciertas condiciones y procedimientos convenidos. El G-20 no va a modificar la realidad del sistema internacional. Pero un multilateralismo reforzado puede aumentar las ventajas y atemperar los riesgos de regresión que puede plantear la interdependencia económica. Está de moda hablar sobre nuevas instituciones o nuevos foros de gobierno mundial. Es posible. Yo opino que deberíamos empezar reformando y potenciando las instituciones que ya tenemos. La OMC, el FMI, el Grupo del Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo, junto con los organismos de las Naciones Unidas, pueden tener un papel más importante. Estas instituciones, que cuentan con más de 180 miembros y persiguen reformas para fortalecer la participación y el poder de decisión de las economías emergentes y en desarrollo, pueden ayudar a acortar la distancia entre los Estados y la interdependencia económica conectando entre sí intereses nacionales, regionales y mundiales. Si los dirigentes consideran seriamente la posibilidad de crear nuevas formas de responsabilidad o gobierno a nivel mundial, pueden comenzar por modernizar el multilateralismo para dar a la OMC, el FMI y el Grupo del Banco Mundial la potestad de realizar un seguimiento de las políticas nacionales. Dar a conocer los procesos nacionales de toma de decisiones contribuiría a la transparencia, la rendición de cuentas y la coherencia entre las políticas de los países. En primer lugar, el G-20 debería respaldar el sistema de seguimiento de la OMC para promover el comercio y hacer frente al aislacionismo económico, sin dejar de lado la intención de completar las negociaciones de Doha para abrir los mercados, recortar las subvenciones y evitar los retrocesos. Ya estamos observando medidas de proteccionismo progresivas, estipuladas a expensas de otros países: las campañas de “compre esto” o “compre aquello”, “empleos para estos trabajadores” o “nada de visas para tales grupos”. A medida que avance 2009 y el desempleo aumente, los líderes de los países se verán más y más presionados a pasar sus
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A medida que avance 2009 y el desempleo aumente, los líderes de los países se verán más y más presionados a pasar sus problemas a otros. Un estudio del Banco Mundial ya ha demostrado que 17 países del G-20 han puesto en vigor medidas de restricción del comercio, a pesar de que en noviembre públicamente prometieron oponerse al proteccionismo. Nadie quiere que una infracción aislada se vuelva un modelo, y que esto haga mella en uno los baluartes más importantes que diferencian la crisis actual de la de la década de 1930. Permitamos que la OMC, con el apoyo del Banco Mundial, señale las medidas que pueden limitar el comercio internacional, incluso aunque no infrinjan formalmente las reglas de la Organización. Si los países del G-20 consideran que es apropiado ampliar el esquema de gobierno mundial, deberían estar dispuestos a aceptar la “persuasión moral” del escrutinio público, que acusa con nombre y apellido a quienes no cumplen lo pactado. En segundo lugar, muchos países ya han aprobado paquetes de reactivación económica. Éstos deberían contribuir a reducir los peores efectos de esta crisis. Aun así, nadie sabe con certeza si el monto y el alcance temporal de estos paquetes serán suficientes. También existen controversias válidas acerca de su composición y el modo en que se aplicarán. El FMI ha recomendado un paquete mundial de reactivación equivalente al 2% del PIB y calcula que las medidas tomadas hasta el momento corresponden al 1,8% para 2009 y al 1,3% para 2010. Existe el peligro de que esta ayuda mundial llegue a su fin ese año. El G-20 debería confiar al FMI una función de fiscalización, que consista en examinar la aplicación de estos paquetes y evaluar los resultados, indicando la necesidad de tomar nuevas medidas cuando sea necesario. Muchos de los líderes internacionales dijeron que el FMI debería haber sido el responsable de alertar sobre la crisis antes de que se desatara; por eso, sería razonable que ahora pidieran que el FMI evaluara nuestros avances para salir de esta crisis. En tercer lugar, es fundamental que los gobiernos resuelvan sus problemas de activos dudosos y recapitalicen sus sistemas bancarios. Los repuntes económicos impulsados por los estímulos fiscales no serán sostenibles a menos que se recupere el sistema. En la época de Keynes, los gobiernos permitieron que el sistema bancario mundial se desmoronara luego de la quiebra del banco Creditanstalt de Austria. En la crisis actual, los bancos centrales y los ministros de finanzas han intentado estabilizar el sistema. Pero el nivel de confianza continúa siendo bajo y los nuevos inversionistas no van a arriesgar capital privado hasta que se reconozcan, con toda transparencia, las pérdidas sufridas y se aclare el futuro de los bancos. Es probable que la recuperación comience fuera del sector financiero, pero no podrá avanzar sin crédito. Las políticas de asignación de los fondos públicos para recapitalizar los bancos no son simples. A la gente no le gustan los banqueros, especialmente cuando necesitan un rescate financiero. No obstante, los dirigentes deben explicar por qué es necesario que Wall Street o la City de Londres funcionen bien para que prospere la calle comercial de cualquier ciudad. El G-20 debería solicitar que el FMI y el Grupo del Banco Mundial realizaran un seguimiento de medidas y resultados en el sector bancario. Ya estamos trabajando juntos en los países en desarrollo a través del Programa de evaluación del sector financiero (FSAP). También deberíamos proporcionar comentarios sobre los países desarrollados, para que se tomen en serio los resultados publicados y se actúe en consecuencia. Por último, incluso mientras subsanamos los errores del pasado, los líderes del G-20 esperan —con todo derecho— una renovación del sistema de regulación y supervisión financiera. La mayor parte de la autoridad actual en materia de regulación recaerá en los gobiernos nacionales. Pero será necesario contar con un esquema de cooperación internacional más adecuado y profundo. El Foro sobre Estabilidad Financiera (FEF), presidido con competencia por Mario Draghi del Banco de Italia, ha comenzado a rellenar este vacío. Con un mayor número de miembros, el FEF podría convertirse en otra importante institución de un sistema multilateral más sólido, que trabajaría junto al FMI y el Grupo del Banco Mundial en la aplicación de las medidas. De cara al futuro: Los países en desarrollo deben ser parte de la solución En nuestra respuesta frente a la crisis internacional falta una quinta dimensión: el mundo en desarrollo. En Londres, Washington y París, la gente habla de si se deben dar o no las bonificaciones. En partes de África, Asia meridional y América Latina, el gran dilema es si se consiguen o no alimentos. Los países en desarrollo y sus habitantes se encuentran en peligro debido a la crisis actual. Pero también pueden ser un elemento fundamental de la solución. Por esta razón he hecho un llamado a las naciones desarrolladas para que inviertan el 0,7% —ni siquiera el 1%— de sus paquetes de reactivación económica en un fondo contra la vulnerabilidad para ayudar a los países en desarrollo. La idea es utilizar los mecanismos multilaterales existentes, no crear una nueva burocracia, para respaldar programas de protección social e infraestructura y suministrar financiamiento a las pequeñas y medianas empresas. Los donantes pueden usar los servicios de financiamiento rápido del Grupo del Banco Mundial, los organismos de las Naciones Unidas o los bancos regionales de desarrollo. Alemania, Japón y Gran Bretaña ya han prometido que aportarán fondos y espero con interés que otros países hagan lo mismo. Durante la crisis de la deuda de América Latina en la década de 1980 y la crisis asiática a fines de los años noventa, los gobiernos no disponían de efectivo e hicieron recortes en sus programas sociales, medida que afectó mayoritariamente a los pobres. Vimos el resultado en la forma de descontento social, privaciones e incluso violencia. El G-20 debe aprender de esos errores. Las transferencias con fines sociales han sido eficaces para estimular el gasto y proteger a los pobres de los peores efectos de la crisis. Las transferencias monetarias condicionadas o los programas de alimentación escolar pueden llegar a quienes los necesitan y son eficaces a un costo relativamente bajo, de hasta menos del 1% del PIB. El costo de los programas exitosos, como Oportunidades de México o Bolsa Familia de Brasil, es del orden del 0,4% del PIB, mientras que el programa de protección social más importante de Etiopía, conocido como Red de protección social productiva, cuesta alrededor del 1,7% del PIB de ese país. Los principales países del G-20 hacen un llamado a institucionalizar los sistemas de “alerta temprana” para advertir sobre los peligros financieros, a institucionalizar nuevas estructuras de regulación financiera, y a institucionalizar más recursos para el FMI a fin de aumentar su capacidad de intervención. ¿No es acaso el momento de institucionalizar los sistemas de “alerta temprana” para los pobres? ¿No es acaso el momento de institucionalizar el apoyo para los más vulnerables durante las crisis, especialmente aquéllas que no han sido provocadas por ellos? La firme determinación de crear estructuras para respaldar y financiar redes de protección en beneficio de quienes enfrentan los mayores riesgos contribuiría en gran medida a demostrar que este grupo no estará de acuerdo con un mundo de dos niveles, con reuniones cumbre para los sistemas financieros y silencio para los pobres. También tenemos que invertir en proyectos de infraestructura que permitan crear empleo y, al mismo tiempo, establecer las bases para la productividad y el crecimiento futuros. Durante la crisis de 1997-98, las inversiones de China en obras viales, puertos, aeropuertos, energía y telecomunicaciones promovieron el empleo e impulsaron el crecimiento durante la década siguiente. Con apoyo financiero y buen gobierno, otros países pueden hacer lo mismo y crear capacidad productiva para reembolsar los préstamos. De esa manera, los países en desarrollo estimularán la demanda mundial, incluso de bienes de capital y servicios procedentes de los países desarrollados.
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desarrollo estimularán la demanda mundial, incluso de bienes de capital y servicios procedentes de los países desarrollados. En efecto, las inversiones en infraestructura en los países en desarrollo probablemente tengan mayores posibilidades de impulsar la productividad y el crecimiento que los “puentes que no llevan a ninguna parte” en las economías desarrolladas. En la década pasada, 25 países de África al sur del Sahara, que representan alrededor de dos tercios de la población, crecieron a una tasa media del 6,6%. Esto presenta una oportunidad. Pero la falta de infraestructura constituye un escollo importante que ha deprimido la productividad de las empresas alrededor de un 40%. La integración regional se ve afectada. Con mejor infraestructura, calculamos que el crecimiento en África podría aumentar un 2,2%. Lo mismo sucede con la agricultura. Las inversiones para impulsar la productividad del sector agrícola en África a lo largo de la cadena de valor —derechos de propiedad, suministro de semillas y fertilizantes, riego, caminos e instalaciones de almacenaje, comercialización— podrían ayudar a los pequeños agricultores a romper el ciclo de la pobreza. Ha llegado el momento de reconocer que para lograr una globalización incluyente y sostenible se deben promover múltiples polos de desarrollo, incluidos los países en desarrollo. Para que los países en desarrollo sean parte de la solución deben tener un puesto en la mesa. El G-7 no logró ampliarse a tiempo para enfrentar las realidades de la economía internacional. Ahora el G-20 tiene su oportunidad. Sin embargo, con unos 20 países sentados a la mesa, siguen quedando al margen más de 160 naciones. Las instituciones multilaterales, que tienen muchos más miembros, pueden ayudar a conectar al G-20 con el resto del mundo. Cuando los grupos tienen numerosos miembros no resulta fácil compartir responsabilidades y generar un propósito común y cohesivo. En el G-20 ya comenzamos a ver el surgimiento de bloques diferentes: la Unión Europea que organiza una postura común entre sus ocho participantes, y Brasil, Rusia, India y China que coordinan declaraciones conjuntas. Cabe esperar algo así, pero sería lamentable que el nuevo grupo creara nuevas líneas de fractura entre países desarrollados y en desarrollo. En cambio, Estados Unidos, el más grande de los países desarrollados, y China, el más grande de los países en desarrollo, deberían encontrar elementos comunes. China y Estados Unidos han presentado los dos paquetes de reactivación económica de mayor tamaño. Sin embargo, la reactivación de Estados Unidos se apoya fuertemente en el consumo, mientras que China tiene previsto invertir en la creación de más capacidad. Con el tiempo, este desequilibrio es insostenible. Ambos países tendrán que cooperar para hacer un reajuste mutuo a medida que se recuperen de la crisis: más ahorro a través de la disciplina fiscal y en materia de gasto en Estados Unidos, y más consumo, servicios a la ciudadanía y oportunidades para las pequeñas empresas en China. Sus respectivos intereses nacionales pueden combinarse para fortalecer un interés sistémico común. Un vigoroso G-2 dentro del G-20 que trascienda los límites del nivel de desarrollo podría constituir la piedra angular de un nuevo multilateralismo, esto es, un multilateralismo que reconozca las realidades de un sistema internacional nacido no de Estados nación únicamente, sino de Estados nación vinculados por la interdependencia económica. Ese multilateralismo moderno exigirá que las nuevas potencias económicas tengan mayor participación en la forma en que se gobiernan instituciones como el Banco Mundial y el FMI. Esto es a la vez apropiado e inevitable. El mundo ha cambiado radicalmente desde que Keynes asistió a la conferencia de Bretton Woods en 1944. Y nosotros debemos cambiar con el mundo. La Junta de Gobernadores del Banco Mundial dio un primer paso este año con una primera fase de reformas para aumentar la influencia de los países en desarrollo, pero ahora debemos seguir avanzando para reequilibrar las acciones con derecho a voto y la representación en el Directorio. Para hacer estos cambios será necesario que tanto Europa como Estados Unidos reconsideren sus antiguas prerrogativas y controles. Cómo lo harán será una decisión de los gobiernos, pero yo los instaría a actuar con arrojo y clarividencia. Las partes interesadas con creciente poder económico también deben reconocer que los derechos traen aparejadas responsabilidades, como impulsar la asistencia para el desarrollo. El reconocimiento de nuevas potencias no debería ser a expensas de quienes no tienen poder. La reforma no puede esperar más. Por esta razón hace algunos meses le pedí al ex presidente Zedillo de México que encabezara una comisión de alto nivel sobre el gobierno del Grupo del Banco Mundial encargada de formular recomendaciones que, espero, sirvan de base para las deliberaciones de los accionistas.
El desafío que tenemos por delante En los últimos 60 años hemos visto cómo los mercados pueden sacar de la pobreza a centenares de millones de personas y, al tiempo, ampliar la libertad. Pero también hemos visto cómo la codicia y la imprudencia desenfrenadas pueden dilapidar todo lo que se ha conseguido. En el siglo XXI, necesitamos economías de mercado con un rostro humano. Esas economías deben reconocer su responsabilidad frente a las personas y la sociedad. Cuando Keynes pronunció su último discurso en la conferencia de Bretton Woods, el mundo aún se encontraba en guerra. Desde una perspectiva general, la noticia sobre la creación de unas instituciones algo vagas no parecía revestir gran importancia; sin embargo, éstas se convirtieron en la piedra angular de la arquitectura de posguerra. La cumbre del G-20 que se avecina reúne a los principales líderes nacionales. Su actuación cooperativa es esencial. Los líderes deberían reformar las instituciones multilaterales que han heredado, y aprovecharlas, perfeccionarlas y utilizarlas. Si el G-20 actúa como grupo directivo, las instituciones multilaterales pueden ayudar a esos dirigentes a resolver esta crisis con ideas y medidas prácticas. Al aprovechar las oportunidades que ofrece la crisis actual, haríamos bien en recordar las palabras de Keynes en sus observaciones finales: “Si somos capaces de afrontar tareas de largo alcance del mismo modo en que hemos afrontado esta tarea limitada, hay esperanza para el mundo”.
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Boletín del FMI CRISIS FINANCIERA MUNDIAL
El G-20 solicita al FMI que monitoree y evalúe la respuesta a la crisis mundial Boletín Digital del FMI 14 de marzo de 2009
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El G-20 señala que la prioridad es restablecer el crédito resolviendo los problemas en el sistema financiero
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Compromiso de ayudar a las economías emergentes y en desarrollo afectadas por la crisis
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Los ministros convienen en la necesidad de aumentar sustancialmente los recursos de los que dispone el FMI
Los ministros de las principales economías industrializadas y de mercados emergentes del G-20 solicitaron al FMI que evalúe las respuestas de política económica adoptadas hasta el momento por los gobiernos y los bancos centrales para combatir la crisis económica mundial y respaldan un aumento sustancial de los recursos prestables del FMI. Los ministros de Hacienda y los gobernadores de los bancos centrales del Grupo de los Veinte (G-20) señalaron que están dispuestos a tomar todas las medidas que sean necesarias para reactivar el crecimiento en todo el mundo. “Nuestra prioridad es ahora restablecer el crédito haciendo frente, donde sea necesario, a los problemas del sistema financiero de forma contundente, mediante un continuo apoyo a la liquidez del sistema, la recapitalización de bancos y la gestión de los activos desvalorizados, dentro de un marco común”, según se señala en la declaración emitida al término de la reunión de dos días. Convinieron en la necesidad de garantizar que todas las instituciones financieras, mercados e instrumentos financieros de importancia sistémica estén sujetos a una regulación y supervisión adecuadas, y que los fondos de inversión libre (hedge funds) o quienes los gestionen estén registrados y divulguen la información necesaria para evaluar el riesgo que plantean. En el comunicado se insta al FMI a evaluar las medidas adoptadas por los gobiernos hasta el momento para restablecer el crecimiento mundial así como brindar asesoramiento con respecto a las tareas que aún quedan pendientes para combatir la crisis, que estalló en el mercado de las hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos a mediados de 2007. Los gobiernos en todo el mundo han anunciado medidas de estímulo y han reducido las tasas de interés para frenar la recesión. Preparativos para la reunión cumbre de Londres En una reunión celebrada antes de la cumbre que tendrá lugar en Londres el 2 de abril, los ministros convinieron en tomar medidas coordinadas para frenar la crisis económica y
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financiera mundial, y señalaron que se comprometen a ayudar a las economías de mercados emergentes y en desarrollo a hacer frente al gran cambio que se ha producido en los flujos internacionales de capital debido a la turbulencia. Reconocieron la urgente necesidad de considerar todas las opciones posibles para movilizar los recursos de las instituciones financieras internacionales, así como la liquidez necesaria para financiar el gasto anticíclico, la recapitalización de bancos, el desarrollo de infraestructuras, el financiamiento comercial, el riesgo de refinanciamiento y el apoyo social. El G-20 indicó que los recursos del FMI deberían incrementarse de forma muy sustancial. El aumento podría derivarse de aportaciones de países miembros del FMI, un aumento de los acuerdos oficiales para la obtención de préstamos, o una revisión acelerada de las cuotas, es decir, el dinero que los países aportan al ingresar al FMI. Japón ya ha efectuado una aportación adicional de US$100.000 millones.
“El propósito de esta medida es fortalecer el FMI y su capacidad para hacer más”. -Trevor Manuel, Ministro de Hacienda de Sudáfrica El Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Tim Geithner, señaló que el G-20 respalda la propuesta de Estados Unidos de incrementar de forma sustancial los recursos de emergencia del FMI mediante una ampliación significativa de los Nuevos Acuerdos para la Obtención de Préstamos y la expansión de los países miembros de la institución. “El propósito de esta medida es fortalecer el FMI y su capacidad para hacer más”, señaló el Ministro de Hacienda de Sudáfrica, Trevor Manuel. Hasta el momento el FMI ha concedido préstamos por unos US$50.000 millones a varios países en todo el mundo afectados por la crisis. El Director Gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, ha señalado que su objetivo es por lo menos duplicar los recursos del FMI, hasta US$500.000 millones, como medida de precaución en caso de que la crisis empeore y más países necesiten acceso a los recursos del FMI. Ante el desplome del comercio exterior y la escasez de flujos de capital, Strauss-Kahn afirmó que el mundo ha entrado en un período de crecimiento negativo, en una fase a la que ha denominado la “Gran Recesión.” El G-20 quiere garantizar que los bancos multilaterales de desarrollo tengan el capital que necesitan —incluida en primer lugar la ampliación sustancial del capital del Banco Asiático de Desarrollo— con el fin de ponerlo a disposición de los países más pobres del mundo. El G-20 comprende dos tercios de la población mundial El G-20 representa alrededor del 90% del producto nacional bruto mundial, el 80% del comercio mundial (incluido el comercio con la Unión Europea) y dos tercios de la población mundial. El G-20 comprende Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, el Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Turquía, y la Unión Europea, representada por la Presidencia de
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turno del Consejo y el Banco Central Europeo. El Director Gerente del Fondo Monetario Internacional y el Presidente del Banco Mundial, así como los presidentes del Comité Monetario y Financiero Internacional y del Comité para el Desarrollo del FMI y el Banco Mundial, también participan en las reuniones del G-20. Strauss-Kahn señaló que también es importante escuchar la voz de los países de bajo ingreso. El FMI celebró una conferencia de alto nivel en Tanzanía los días 10 y 11 de marzo para escuchar las opiniones de los países africanos y señaló que se asegurará de que estas opiniones se tengan en cuenta en la reunión de Londres. Nuevos servicios y gobernanza En la declaración del G-20 se mencionan otros temas relacionados con el FMI, como por ejemplo: •
Los ministros celebraron los avances realizados por el FMI y el Banco Mundial en el establecimiento de nuevos instrumentos de financiamiento reforzados, incluida la creación de un nuevo servicio de carácter precautorio, de rápido desembolso y acceso elevado.
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Instaron al FMI y al Foro sobre Estabilidad Financiera a establecer mecanismos de alerta anticipada que puedan transmitir señales cuando los riesgos sistémicos sean demasiado elevados.
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Subrayaron la necesidad de reforzar la eficacia y la legitimidad de las instituciones financieras internacionales y de garantizar que estas reflejen la evolución de la economía mundial. Las economías de mercados emergentes y en desarrollo, incluidas las más pobres, deberían tener más voz y una mayor representación, y la próxima revisión de las cuotas en el FMI debería concluir a más tardar en enero de 2011.
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Debería implementarse con prontitud el plan de medidas sobre las cuotas y la participación en el FMI acordadas en abril de 2008. La implementación de las reformas en el Banco Mundial concluirá antes de las Reuniones de Primavera de 2010. Los dirigentes de las instituciones financieras internacionales deberían ser designados mediante un proceso de selección abierto y basado en el mérito.
Más voz para algunos países En un comunicado aparte, las cuatro principales economías de mercados emergentes —Brasil, China, India y Rusia (Grupo BRIC, por sus siglas en inglés)— señalaron que deberían tener más voz en los organismos internacionales, y respaldaron un elevado incremento de los recursos del FMI. “Hacemos hincapié especialmente en la reforma de las instituciones financieras internacionales. Apoyamos la revisión de la función y el mandato del FMI de forma que se adapte a una nueva arquitectura monetaria y financiera mundial. Subrayamos la importancia de asumir el firme compromiso de llevar a cabo la reforma de la estructura de gobierno con un calendario y directrices bien definidas”, señalaron.
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Según estos países, la crisis ha demostrado que el FMI debe fortalecer su capacidad para monitorear y brindar asesoramiento de política sobre la economía mundial. “Para lograr este objetivo, hacemos hincapié en la importancia de una supervisión más justa y mejor focalizada en todos los países miembros del FMI, especialmente en lo que respecta a las economías avanzadas con grandes centros financieros internacionales y abundantes flujos internacionales de capital”. Para comentar este artículo, diríjase a imfsurvey@imf.org Traducción del artículo del Boletín Digital del FMI publicado en: www.imf.org/imfsurvey
Preparación de la Cumbre del G-20 en Londres Posición de España En 2009 la economía global se está enfrentando a su prueba más dura. Hace unos cuantos meses, empujados por la amenaza de un colapso financiero global, los Líderes dieron una respuesta política sin precedentes tanto por el alcance de las medidas adoptadas como por el grado de coordinación (cubriendo una muy amplia parte de la economía mundial). Se evitó lo peor, pero aún así la economía real ha sufrido un duro golpe generalizado. La incertidumbre ha ampliado el conjunto de mercados financieros que no funcionan correctamente, incluyendo los mercados de crédito y de seguros de crédito. Las empresas y los hogares han recortado el gasto mientras el desempleo crece, las previsiones de ventas se desploman y las expectativas económicas se deterioran. En este contexto, la principal prioridad en la Cumbre Internacional de Londres debería ser cómo frenar definitivamente la dinámica de inestabilidad a corto plazo en el sistema financiero y la economía real que alimenta la crisis. Para ello, podría ser útil implementar una estrategia de gran alcance, teniendo en cuenta: La crucial importancia de reducir la incertidumbre y fomentar la credibilidad. Los Gobiernos deben continuar actuando como garantes de último recurso, transmitiendo a los agentes la seguridad de que se evitarán los escenarios de depresión para permitir que los mecanismos del mercado vuelvan a retomar su funcionamiento normal. Esto podría obligar a las autoridades a adoptar el compromiso de mantener las medidas hasta que haya pasado la crisis. Y a una cuidadosa selección y combinación de políticas, teniendo en cuenta la necesidad de que su efectividad se mantenga en el tiempo. Debe preservarse la sostenibilidad de las finanzas públicas para mantener la credibilidad y coherencia a largo plazo de las acciones de los distintos Gobiernos. Sería de gran importancia transmitir un claro mensaje con respecto al propósito y al funcionamiento de las diversas medidas para que pudiera comprenderse su utilidad, y se aceptaran los efectos fiscales de las mismas, restableciendo la confianza. La necesidad de llevar a cabo acciones dirigidas para eliminar obstáculos que afecten al canal del crédito. En base a las exitosas iniciativas que ya han sido adoptadas en diversos países, los Gobiernos podrían pasar a considerar ciertas acciones dirigidas a abordar los fallos temporales de los mercados de seguros y de crédito, compartiendo con los bancos el riesgo de nuevos préstamos o asegurando los suministros de seguros de crédito, prestando particular atención al crédito a la exportación. La necesidad de un compromiso político renovado con el libre mercado. Uno de los mayores riesgos a corto plazo es el recurso a soluciones proteccionistas para calmar el creciente malestar social. De lo que se trata aquí es de la extensión temporal de la recesión global y de la rapidez con la que la economía global podría volver a recuperar sus niveles potenciales de crecimiento y empleo. A medio y largo plazo, los últimos acontecimientos y la evidencia de los costes económicos del fracaso de las políticas macroeconómicas y de supervisión subyacentes a esta crisis hacen que la necesidad de una reforma fundamental sea aún más acuciante. Los 5 Principios para la Reforma y el
Plan de Acción diseñado para ponerlos en práctica constituyen una base firme de actuación. Pero las innumerables acciones, grupos y líneas de trabajo hacen difícil alcanzar un progreso rápido a la hora de establecer unas bases claras para un nuevo orden financiero global. Inevitablemente, llevará mucho tiempo analizar y debatir adecuadamente cualquier decisión antes de poder ponerla en práctica. Pero es de vital importancia que los Líderes envíen una señal inequívoca de compromiso político construido sobre unas cuantas decisiones ambiciosas que marquen la dirección del proceso. Éstas deben ir encaminadas a mostrar que habrá un cambio real en aquellos aspectos en los que se han identificado mayores fallos, ya sea en los mercados financieros o en el modo en que se han tratado los desafíos de las políticas macroeconómicas globales y la estabilidad global. La regulación de las instituciones financieras, de los mercados y de las infraestructuras debe ser revisada para mejorar sus bases económicas. Pero también debemos defender claramente que la regulación no sirve de nada sin una ejecución efectiva. También es crucial una supervisión de gran calidad. Es fundamental continuar promoviendo la cooperación y la coordinación entre unos supervisores adecuadamente dotados con los recursos necesarios, en particular, con especial énfasis en los grandes grupos financieros. Las instituciones financieras internacionales necesitan un cambio urgente para ganar efectividad en la lucha contra esta crisis y también para poder evitar crisis futuras. Esto debería ser un salto adelante en su adaptación a un mundo más complejo e interrelacionado que demanda con urgencia que las instituciones públicas promuevan la estabilidad macroeconómica y monetaria, y también el desarrollo. Con todo, si los Líderes son capaces de establecer con éxito las bases de un marco institucional capaz de lograr que los beneficios de la globalización sean más sostenibles y estén más extendidos contribuirán de manera sustancial al restablecimiento de la confianza. España realiza las siguientes propuestas para contribuir al debate.
DIEZ PROPUESTAS
1. Las autoridades públicas deben tener toda la información relevante acerca de las instituciones, mercados e infraestructuras relevantes del sistema financiero. Es importante que todos los agentes del sistema financiero tengan acceso a una información suficiente y que haya transparencia en el mercado. En cuanto a las autoridades públicas, parece que los reguladores y supervisores han perdido contacto durante los últimos años con la tan cambiante y compleja realidad del sector financiero. La primera condición para que puedan desempeñar su papel es que reciban información fidedigna acerca de dónde se encuentran los riesgos, cuándo y cómo se explotan y cuál es la esencia económica de los instrumentos innovadores. Esto requeriría: Requisitos de información obligatorios para los fondos de alto riesgo (enfoque de regulación directa), fondos en títulos privados y sociedades de titulización privadas de riesgo de apalancamiento y liquidez; Establecer registros de transacciones en los mercados extrabursátiles, incluyendo los mercados interbancarios (depósitos no garantizados, pactos de recompra) en los que habitualmente no hay información disponible. Podría solicitársele al Foro de Estabilidad Financiera que identificara aquellos segmentos en los que hay brechas de información. En una segunda fase, y en base a un cuidadoso análisis de los modelos de negocio y de las potenciales prácticas de riesgo (discordancia entre los vencimientos, apalancamiento excesivo), podrían tomarse otras decisiones dependiendo del tipo de supervisión que precise cada segmento.
2. El provisionamiento dinámico y los fondos de regulación contracíclicos deberían pasar a ser parte integral de los estándares de prudencia globales para amortiguar la excesiva prociclicalidad del comportamiento de las instituciones financieras. La ineficiencia masiva a la hora de asignar crédito se encuentra en el origen de esta crisis. Durante la época de bonanza, los bancos han infravalorado sistemáticamente el riesgo del crédito que estaban proporcionando, dejándose llevar por la abundancia y el bajo coste de la financiación, por los crecientes precios de los activos, el boyante crecimiento y la fuerte presión competitiva para generar ingresos y ganar cuota de mercado. Ahora, parece que algunos de estos bancos, como consecuencia del aumento de la incertidumbre con respecto a las expectativas económicas, podrían dejar de conceder crédito a ciertos prestatarios solventes, generando un mayor deterioro a la economía. Para mitigar esta excesiva prociclicalidad, los marcos regulatorios deben incorporar elementos contracíclicos para proporcionar a los bancos los incentivos adecuados para llevar a cabo prácticas de evaluación de riesgo más sólidas para conseguir una asignación más eficiente del crédito a lo largo del ciclo económico. Sería útil para ello implementar un sistema regulatorio de provisionamiento dinámico. Si la provisión de pérdidas de préstamos se lleva a cabo en períodos de considerable crecimiento e infravaloración del riesgo de crédito, los bancos proporcionarán a los inversores más y mejor información con respecto a su posición financiera real a través de sus estados contables. Así pues, durante períodos de crecimiento, como el vivido antes de que estallara la crisis en el verano de 2007, los beneficios de los bancos, sus dividendos y las primas que estos pagan a los gestores serán menores y mucho más acordes con los riesgos reales que dichos bancos asumen. El provisionamiento dinámico deberá ser totalmente transparente para que los inversores puedan discernir si los bancos han cubierto o no el aumento del riesgo del crédito. Además de dicho
provisionamiento dinámico, los bancos deberán crear fondos adecuados de regulación durante las épocas de bonanza, que podrán ser utilizados si el ciclo cambia.
3. Los Líderes deberían pedir a quienes fijan los estándares contables que perfeccionen la aplicación de reglas a los instrumentos financieros y a los préstamos, para poder reflejar mejor los riesgos y la incertidumbre de las valoraciones. Es obvio que los valores contables de los activos de las entidades financieras y sus beneficios se han sobrevalorado. Los grandes bancos de occidente han perdido más de la mitad de su capitalización de mercado desde julio de 2007, lo que demuestra que las valoraciones previas no reflejaban fehacientemente los valores económicos. Esto ha sido un duro golpe para los inversores que confiaban en las cuentas de las entidades financieras para tomar sus decisiones. Puesto que el principal objetivo de las reglas de contabilidad es proporcionar una información exacta y fiable a los inversores, lo que ha sucedido hace necesario un perfeccionamiento en la aplicación de las reglas de contabilidad para que queden mejor reflejados los riesgos y la incertidumbre de las valoraciones. Las normas contables para el provisionamiento de pérdidas de préstamo deberían ajustarse para dar paso a un sistema regulado de provisionamiento dinámico. Además, hay que seguir trabajando para decidir cómo introducir valoraciones adecuadas con respecto a productos financieros complejos, ilíquidos y difíciles de valorar, incluyendo una reflexión acerca de cómo estimular el uso de las reservas de valoración (lo cual podría servir para reconocer cualquier traza de incertidumbre en las valoraciones de informes financieros con transparencia). Además, es importante solicitar a la Junta Internacional de Estándares de Contabilidad (IASB) que comience a ocuparse de estos aspectos, puesto que este es el momento oportuno para llevar a cabo los cambios necesarios. Llevar a cabo esta revisión es de vital importancia para restablecer la confianza en las valoraciones de las entidades financieras y contribuir a la normalización del flujo de financiación del sector financiero. 4. Conferir poderes a los clientes minoristas de servicios financieros, promoviendo la educación financiera, asegurando su derecho a recibir una información exacta y justa, estableciendo garantías regulatorias preventivas y planes de garantías de prefinanciación así como tomar medidas enérgicas contra las prácticas engañosas o abusivas. La confianza de los ciudadanos en los beneficios de la industria financiera se ha visto perjudicada. Es necesario crear un marco adecuado para las relaciones entre clientes minoristas y entidades financieras mediante: esfuerzos para promover las capacidades financieras, haciendo énfasis, en concreto, en la Pidiendo a las entidades financieras que ofrezcan información fácilmente comprensible sobre todos sus productos y servicios, incluyendo los riesgos potenciales y los costes; Obligando a los gestores de activos a entregar sus activos en depósito a un tercero que deberá ser una entidad reguladora para evitar esquemas piramidales; Haciendo que las entidades financieras establezcan planes de garantía de prefinanciación; y Ordenar al Foro de Estabilidad Financiera, en colaboración con organizaciones de supervisores internacionales, que elabore una lista de prácticas engañosas y abusivas comunes en sus sectores y recomienden a todos los estados miembros que tomen medidas eficaces para proteger a sus clientes de dichas prácticas.
5. Los esquemas de retribución para ejecutivos y altos cargos de las entidades financieras deben quedar sujetos a publicación individual, aprobación por parte de los accionistas de las
políticas de remuneración, supervisión llevada a cabo por supervisores y un mecanismo de cumplir-o-explicar con respecto al Código de Buenas Prácticas. Los esquemas de retribución en el sector financiero han contribuido al alineamiento incorrecto de incentivos en la cadena financiera y a la subsiguiente concesión de excesiva importancia al corto plazo. La extracción de rentas por parte de ejecutivos y de otros altos cargos ha ido en detrimento de los accionistas y ha favorecido una toma de riesgos opaca e inadecuada. Sin recurrir en este punto a máximos legales para la remuneración, es necesario establecer un marco de estricta supervisión y transparencia que asegure de modo eficiente que la remuneración variable vaya unida al valor económico creado sobre una perspectiva de medio a largo plazo. El Código de Buenas Prácticas que elabore el Fondo de Estabilidad Financiera debe ser riguroso, incluyendo la posibilidad de tener en cuenta ciertos rasgos simétricos en la remuneración variable que regulen el pago de despidos (contratos blindados) cuando el rendimiento ha sido catastrófico. Las entidades que no se atengan a las buenas prácticas deberán explicárselo a los inversores y a los supervisores. Estos últimos podrían a su vez evaluar la influencia de los esquemas de retribución sobre la gestión de riesgos en el Pilar 2 del marco Basilea II.
6. En el futuro y para evitar el riesgo moral y restablecer una eficiente disciplina de mercado, las entidades financieras deberían internalizar los costes sociales derivados de su fracaso potencial. Una vez se haya superado la crisis, el Fondo de Estabilidad Financiera debería estudiar cuidadosamente las herramientas más eficaces para alcanzar esta meta y reducir los costes sociales de la quiebra de las entidades financieras. Al enfrentarse a la amenaza de un desplome sistémico a gran escala, muchos gobiernos han comprometido recursos presupuestarios o han asumido grandes riesgos ligados a los activos y pasivos de las entidades financieras. Este movimiento hacia una cierta socialización de los riesgos de la industria financiera constituye un elemento de riesgo moral para el futuro, puesto que las entidades pueden llegar a creer que si son lo suficientemente grandes o sistémicas, el erario público siempre vendrá en su rescate. Para restaurar de manera efectiva la disciplina de mercado en el sistema financiero tras la crisis se podrían seguir dos líneas de acción: Asegurar que las entidades internalizan los costes sociales potenciales de sus acciones, mediante herramientas que deberían ser analizadas en profundidad. Podrían ir dirigidas a reducir la probabilidad de quiebra mediante requerimientos de capital más elevado o mediante instrumentos financieros con liquidaciones vinculadas a la situación financiera de la entidad (instrumentos de capital eventuales y otros productos de tipo asegurador) Analizar el modo de reducir los costes sociales de la quiebra de las entidades financieras actuando sobre las vías de contagio (infraestructuras de mercado, gestión de riesgos de la parte contratante).
7. Los recursos del Fondo Monetario Internacional (esto para proteger su papel como prestamista de última excesivamente de los préstamos externos. El Fondo herramientas de préstamo, en concreto, para fortalecer su
es, las cuotas) deberían reforzarse instancia, sin llegar a depender también debería actualizar sus capacidad de prevención de crisis.
El Fondo Monetario Internacional debe estar bien equipado para responder ante la crisis, en primer lugar garantizando sus recursos para sus actividades de préstamo. El tamaño del Fondo Monetario Internacional ha disminuido significativamente en los últimos años en relación a las demás referencias relevantes (Producto Interior Bruto mundial, reservas globales…). Dada la magnitud de la crisis, podría haber una menor demanda potencial con respecto a la Capacidad de Compromiso
Futura del Fondo Monetario Internacional – incluyendo el Acuerdo General de Préstamos (GAB), el Nuevo Acuerdo de Préstamos (NAB) y los compromisos bilaterales. A corto plazo, los criterios deberían ser optar por las opciones más ágiles; incluyendo créditos oficiales bilaterales que deberían contar con las suficientes garantías. Sin embargo, a medio plazo, la salida estaría en un aumento de las cuotas en base a lo establecido en las directrices del 1991 del Fondo. El marco prestamista debe ser redimensionado y simplificado, y estar provisto de flexibilidad para desembolsos regulares condicionados dentro del marco que regula los Recursos Generales del Fondo (GRA). El FMI también debería fortalecer sus esquemas de prevención: debería consolidarse la disponibilidad de Acuerdos Stand By (SBA) preventivos de amplio acceso y debería instaurarse un mecanismo complementario de seguros elevados.
8. El Fondo Monetario Internacional debería estar capacitado para ejercer de supervisor financiero internacional y poder concentrarse en la prevención de la crisis y alerta temprana. Debería fortalecerse su estructura de gobernanza para facilitar la cooperación internacional, que se comparta información y el ejercicio de presión de los pares. El FMI tiene la legitimidad y el mandato de identificar y monitorear los riesgos que afectan a la estabilidad financiera global. La aceptación por parte de la comunidad internacional del papel de supervisor multilateral del Fondo Monetario Internacional es de vital importancia para facilitar su papel de árbitro. La capacidad del FMI de trasladar sus serias preocupaciones acerca de la estabilidad financiera incluso en las principales economías no debe infravalorarse haciendo objeto de duras críticas a esta institución. Así pues, el principal cambio con respecto al FMI debería ser el permitirle cumplir realmente con su mandato. El FMI debería llevar a cabo un sincero Ejercicio de Alerta Temprana teniendo en cuenta todos los riesgos relevantes. A pesar de que la agenda del FMI se ha visto a menudo caracterizada por su imparcialidad, esto nunca ha sido llevado a cabo. Para conseguir esta meta, la Oficina de Evaluación Independiente del FMI podría realizar un informe anual sobre la coherencia y la imparcialidad de la supervisión bilateral y multilateral, lo cual fortalecería la responsabilidad del Fondo Monetario Internacional (y la de los distintos países). En cuanto a la gobernanza, la voz de los distintos miembros debería representar su peso y su papel en la economía mundial; incluyendo una adaptación dinámica de las cuotas para garantizar que la legitimidad del FMI no se ve mermada por las inercias. El tirón político del Fondo podría verse fortalecido mediante la creación de un Consejo Ministerial. Dicho consejo otorgaría un papel decisorio a los Ministros y haría las veces de foro de coordinación internacional.
9. El apoyo de los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BMDs) debe ser contra cíclico, aumentando sus flujos netos hacia los países durante los períodos de bajo crecimiento y adaptando su capital a la tendencia de los niveles de préstamo. Los BMDs pueden ser un instrumento eficaz para contribuir a mitigar el impacto de la crisis en las economías de bajos ingresos y países de renta media así como para prevenir crisis similares en el futuro. La crisis financiera ha provocado un aumento de la demanda de los BMDs, que deberían estar preparadas para reaccionar de modo contra cíclico. Los BMDs deberían definir una tendencia del volumen de negocio anual compatible con la capacidad de absorción de sus miembros y con los propios recursos del Banco, esto es, un nivel óptimo a largo plazo de préstamo. El apoyo del crecimiento a largo plazo debería ser compatible con un papel contra cíclico: Los BMDs podrían realizar préstamos por debajo de la media durante el período alcista y realizar préstamos por encima de la media durante el período de recesión. Los BMDs podrían considerar la posibilidad de establecer una cierta capacidad de préstamo durante “los períodos de bonanza”, que podría ser
utilizada en momentos de crisis o de (muy) bajo crecimiento. Cada BMD debería pues calcular su nivel de préstamo adecuado a medio plazo. Deberían evaluar su techo de préstamo y sus requisitos de capital. El Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Africano de Desarrollo parecen ser las prioridades a la hora de considerar cualquier posible aumento de capital. Un análisis riguroso y homogéneo debe llevarse a cabo con respecto a cualquier propuesta de consideración de cambios en los ratios de apalancamiento - manteniendo las calificaciones triple A -, medidas dirigidas a utilizar el capital existente de manera más eficiente, o propuestas de aumento de capital. La protección de la financiación comercial también es fundamental y debería ser prioritaria para los BMDs: la Corporación Financiera Internacional (IFC) y el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (EBRD) deberían seguir promocionando y estimulando sus programas para garantizar los créditos interbancarios para la financiación del comercio, y otros Bancos regionales deberían desarrollar también esta herramienta de acuerdo a su capacidad de gestión de riesgos.
10. A medio plazo, los BMDs deberían revisar su gobernabilidad y distribución del poder de voto para responder a futuros desafíos. También deberían mejorar la coordinación entre sí y con el FMI, especialmente con respecto a la financiación a corto plazo. El Banco Mundial y los BMDs deberían ajustar su accionariado a la situación actual; las instituciones multilaterales que cooperen entre sí no deberían estar sujetas al poder de veto de ningún estado miembro; debe incrementarse la eficiencia y representatividad de las Juntas residentes. Los BMDs regionales deben coordinarse muy estrechamente con el Banco Mundial para asegurarse de que los recursos totales disponibles se maximizan y de que se evitan los solapamientos y la competitividad. Los BMDs deben armonizar sus procedimientos urgentemente y la clasificación de los países. Con respecto a su relación con el FMI, el abastecimiento de liquidez a corto plazo por parte de los BMDs a falta de un programa del FMI debe ser excepcional. Esta financiación debe ser temporal y los pagos deben tener lugar cuando mejoren las condiciones.