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editorial “Caen bolsas por crisis nuclear”. “Ex monopolio Iusacell pasa del 100% al 4% del mercado por no invertir”. “Demanda contra el cantante Kalimba”. “¡Un, dos, tres por Paulette que está debajo de la cama!”. ¿Y cómo te enteraste? “Lo vi en la tele”. Las noticias nos llegan en cada momento por medio de la televisión, la radio, el periódico, la internet. Acostumbrados a vivir en un estado acelerado, a veces no nos damos cuenta de la cantidad de información que recibimos a diario, cómo

la dirigimos, procesamos y aplicamos a nuestra vida. Queremos que los problemas se resuelvan con la rapidez con que se envía un correo electrónico y cuesta trabajo pararnos en seco a reflexionar sobre nuestros actos, a escuchar a los otros, a proponer soluciones desde el diálogo. Hablar sobre la educación en los medios de comunicación se vuelve relevante, ya que la comunicación, la educación en la recepción de mensajes y la crítica que se logra por cuestionar la información que recibimos, van de la mano. No hay que quedarse con la redacción de un texto informativo sobre lo que está sucediendo en el mundo, sino que hay que escarbar la noticia, leer entre líneas y formarse un propio criterio. El objetivo de esta edición es promover la lectura crítica de los contenidos que se manejan en la televisión, en las revistas, periódicos, cómics, radio e internet. Abordamos el tema del medio de comunicación desde el medio, así como también la formación de audiencias críticas desde las escuelas y la evolución de valores de los cómics. Del mismo modo, brindamos información de cómo los niños reciben y procesan los contenidos de los medios y la importancia de conocer los aspectos legales que envuelven el tema. Esperamos

que

este

número

de

DÍSERES contribuya a fomentar una

reflexión sobre los contenidos mediáticos que contribuya eficazmente al desarrollo humano.

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EL DEPORTE COMO MEDIO DE VIDA Jorge Bautista Muñoz* El ser humano es una entidad global formada por tres dimensiones: biológica, psicológica y social, las cuales dan lugar a manifestaciones bio-sociales, psico-bio­ lógicas y psico-sociales del desarrollo. Como soporte y puente entre la persona y el ambiente en el que ésta se desenvuelve, y también como conexión entre muchas de las operaciones humanas, se encuentra la motricidad, que se expresa en la actividad física o el deporte, y repercute en tres grandes áreas: biomotriz, psicomotriz y sociomotriz. Por lo tanto, la práctica deportiva puede hacerse partícipe de la formación integral del ser humano, puesto que guarda relación con todos estos ele­ mentos, no limitándose únicamente a las repercusiones físicas, sino teniendo también una gran capacidad de influencia sobre las funciones psicológicas (emocionales) y sociales (relacionales). En mi posición como trabajador del sector salud y entrenador deportivo, deseo reflexionar y transmitir la esencia del ejercicio en forma de la actividad deportiva, donde muchas veces se olvida y queda atrás la parte de la convivencia, competición sana y, por supuesto, la integración social y de aprendizaje. Desde la perspectiva científica, se sabe que cualquier actividad física tiene una repercusión en la liberación de endorfinas, conocidas como la hormona de la felicidad. Secretadas por nues­ tro organismo, se encargan de dar analgesia, así como aumentar nuestro sentido de ánimo; se puede deducir que son un euforizante natural.

muscular se refleja en problemas en la zona de la columna vertebral, alteraciones posturales, en la articulación de carga o en las rodillas; también se presenta en la disminución de estabilidad articular, con lo que se acelera el proceso degenerativo, teniendo como resultado episodios dolorosos y limitando las actividades de la vida diaria. Hacer deporte es algo que se tiene que tomar muy en serio, y de la misma forma trabajar con personal capacitado que esté relacionado con el medio, ya que la enseñanza en determinadas actividades es el primer paso. Cuando hagas ejercicio, es importante que alguien te lleve de la mano para darte un seguimiento, tips o consejos, los cuales irán destinados a la prevención de lesiones, a dar seguimiento para llegar a buenos resultados y a la integración bio-psico-social. *Licenciado en fisioterapia certificado en Kinesio Taping en los niveles Fundamentals y Advanced. Entrenamiento deportivo por Sport City y técnico en urgencias médicas. Contacto: jorbamu@hotmail.com

Una vez que se ha asumido la importancia de la actividad deportiva, se llega a un estado de ánimo que al principio no se sabe de dónde proviene. Cada vez dejan mejor sabor de boca las cosas. Al estar bien en nuestras esferas biopsico-sociales, el cuerpo reacciona para bien en todos los aspectos: mejora la salud, aumenta la autoestima y se regulan todas las funciones del organismo. Hay que comprender que el deporte no es difícil, mucho menos aburrido y pesado, sino todo lo contrario: puede llegar a ser un estilo de vida para regresarle al cuerpo algo de lo que nos aporta. Por ende, no hay que olvidar lo necesario que es recurrir a la fisioterapia, pues ésta nos ayudará a tener el estado muscular óptimo para la actividad física. El estado muscular sin duda es algo que no se puede pasar por alto, puesto que la debilidad y tensión

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INTERNET VS. RADIO Francisco Gárate*

A nivel social, la evolución tecnológica se ha dado de manera bilateral, entre quien crea y quienes opinan. La antropología nos indica que al inicio todo era la palabra; el desarrollo de la escritura; pensamientos profundos en el enciclopedismo; radio y su difusión sin necesidad de rostro, accesible a cualquiera; la televisión y su exclusividad para quienes la poseían; en la actualidad la internet y otros servicios ocupan un lugar importante para ciertos sectores de la población, mas no la mayoría. El lugar que ocupa internet es distinto para los diferentes niveles socioeconómico. Para algunos no pasa de las clases de computación que se imparten en muchas escuelas, tanto privadas como estatales; cosa distinta para quienes poseen en su casa una PC y continúan con la clase. Los juegos de video, internet y la televisión han quitado espacio a la radio, esto por la penetración de los mismos. La falta de una legislación concreta sobre internet permite tener contenido diverso para todos los que utilizan esos medios interculturales, abriendo un espacio en el que ellos pueden leer, escribir, opinar. Cosa que no ocurre en la legislatura radial. En estos momentos, la radiodifusión en Guanajuato experimenta una evolución sistémica interesante, ya que la Secretaría de Gobernación a través de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, que se apoya en la Cámara Nacional de Radio y Televisión, ha otorgado al estado de Guanajuato un cambio de sintonía, pasando de amplitud modulada (A.M.) a frecuencia modulada (F.M.); de esta manera, varios grupos radiofónicos locales disfrutarán de

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las bondades de la f.m. Sin embargo, y para aterrizar el tema, la facultad de tener una concesión en F.M. no es una virtud por sí misma, sino que está implícito que lo que se le quiere ofrecer al público es algo que no necesariamente está obteniendo por internet, sino por la radio. Ahora bien, me pregunto qué harán las estaciones, o qué han hecho hasta el momento, por conquistar a ese público que se ha ido al ciberespacio para encontrar y escribir lo que le plazca. Considero que la radio actual en el estado ha apostado por la calidad de sus contenidos y por gente preparada que desea conquistar mercados nuevos; radio, que sin ser experimental, pretende capturar a ese público disperso que navega por la red global. Aunque no es un proceso exclusivo de la radio, es intrínseco para ella el hacer del radioescucha una parte importante del binomio comunicativo; no sólo es lo que ofrece, lo que dice y como lo dice, además otorga apertura a llamadas, esa colaboración de los hacedores con sus radioescuchas en la que se realiza el sueño de Bertolt Brecht, “que el radioescucha, además de escuchar hable”. En primera instancia podría ser mediante la llamada, como ocurre desde hace más de 40 años, pero después viene el proponer, analizar, seleccionar y sintonizar. Ahora te pregunto radioescucha y lector, ¿merece la radio una llamada, tu participación, que puede llegar todavía a cualquier persona, o deseas ceder ese privilegio a internet y sus iniciados? Gracias y hasta la próxima. *Licenciado en Comunicación. Contacto: f_garate_h@yahoo.com.mx

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cuando un navegante detecta un imprevisto en el rumbo debe hacer las correcciones oportunas. En un país de millones de habitantes, ¿quiénes verda­ deramente saben navegar? La metáfora del navegante, que en ocasiones se ha utilizado para referirse al complejo viaje de los internautas por el ciberespacio, en un océano de información dispersa, no sólo aplica para el espacio virtual, sino que en general la podemos aplicar al bombardero diario de información que se maneja en los medios de comunicación. El exceso de información también es desinformación porque no la digerimos ni procesamos, simplemente la acumulamos como un montón de libros arrumbados. Los navegantes somos personas quienes recibimos día con día este bombardeo. Tal vez no podamos decidir cuáles serán los vientos que soplarán, la información que se manejará, pero lo que sí podemos hacer es adaptarnos al medio y sacarle provecho. Para conseguirlo, tenemos que conocer nuestra propia balsa, fomentar ser receptores críticos, que para adaptarnos nos enfrentemos a los me­ dios de comunicación con lucidez. En otras

palabras, para que el navegante pueda llevar su balsa a un puerto seguro, como ya se mencionó, debe ser consciente de los vientos que soplan en cada momento, saber cómo controlarlos, cómo manejarlos y no conformarse con un recorte de la realidad al que identifique como verdad absoluta1. En México los medios de comunicación, al igual que en muchos lugares del mundo, se caracterizan por seguir y consumir el modelo comercial norteame­ ricano. Sin embargo, cada país, ciudad o región tiene su propia razón de ser y estructura que se ve influida por los modelos extranjeros. Los mensajes que nos llegan a través de la publicidad comercial, las series de televisión, las películas, la propaganda política y demás medios fomentan la identidad de una nación, por lo que es importante que los navegantes de cada región entiendan y aprendan a leer críticamente estos mensajes de acuerdo a lo que vivan en su entorno. Gracias a la unión de imagen con sonido y a su ubicuidad casi de manera instantánea, la televisión, de entre todos los medios actuales de comunicación, tiene una presencia social mucho más amplia, que además de colocarla como un medio de entrete­ nimiento la convierte en una importante influencia cultural e informativa. En México la televisión inició con una tónica política, y oficialmente quedó inaugurada el 31 de agosto de 1950. La primera transmisión fue al día siguiente, el 1° de septiembre, en la que por primera vez se pudo ver en televisión doméstica al entonces presidente de México, Miguel Alemán Valdés, rindiendo su informe anual a la nación2. El impacto que la televisión tiene, y no sólo en nuestro país, sigue dando de qué hablar tanto entre investigadores de la comunicación como entre sus productores, entre educadores y padres de familia. Puesto que el poder que tienen los medios para vehicular contenidos, percepciones y referentes de todo tipo se ve

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reflejado en la forma de vida de las personas, que­ remos plantear que no basta consumir lo que los medios de comunicación nos aportan, sino que es de suma importancia educar para la recepción, educar para ejercer este consumo. Cuando tomamos a la televisión como medio para adquirir algún conocimiento, no debemos olvidar que el manejo de los contenidos no está estructu­ rado con la misma precisión que goza el lenguaje escrito; la manera de interpretar los mensajes proporcionados por el medio televisivo irá de la mano con la realidad personal de cada individuo, sus costumbres, tradiciones, cultura y entorno. Así mismo, cada medio tiene una naturaleza específica que estimula determinadas clases de comunicación en tanto que impide otras; cada uno resulta especialmente pertinente para adecuado tratamiento de ciertos contenidos, ya sean visuales, auditivos, audiovisuales o escritos. Por otro lado, tanto la educación escolar como los medios de comunicación, a través de sus discursos, fomentan valores, pero desde postulados morales que pueden llegar a ser totalmente distintos. Los valores que orientan a los medios no necesariamente se oponen frontalmente a los que se quieren internalizar mediante la educación formal. Esta última, por su parte, debe promover una postura reflexiva ante el bombardeo de información que recibimos, así como generar espacios para pensar y recrear los productos de los medios. Para proporcionar una educación integral, es preciso que la escuela no dé la espalda a los medios, que no los satanice o los ignore y que constantemente se pregunte qué capacidad tiene para develar los intereses que inspiran el discurso dominante de los medios de comunicación3.

la posibilidad de consumir propuestas, ideas, sugerencias, mensajes y decisiones que están siendo transmitidas por las organizaciones mediáticas. Es entonces que se hace necesario entrar en el mundo de la comunicación con una postura crítica, que conlleve a la vez a una reflexión que nos haga estar en duda permanente sobre la función que ejercen éstos y cómo tenemos que interrogarlos4. El verdadero sentido de una formación crítica en el uso de los medios de comunicación se construye en la medida en que los profesores, padres de familia, alumnos e hijos sean críticos en su propio uso, más allá del contexto de aplicación en el aula, lo que garantiza un saber construido para integrarlo a la ciudadanía, o ser navegante del propio criterio. A continuación presentamos algunos enfoques que abordan la experiencia de profesionales trabajando a diario con contenidos desde los medios, así como la preocupación de académicos por detectar la criticidad en los alumnos y

El impulso de la tecnología de la información hace que la sociedad disponga de una gran variedad de fuentes de información a través de toda una diversidad de soportes, los cuales ofrecen

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fomentar nociones de lectura crítica ante los medios de comunicación. Fuentes 1. Ferrés, Joan (2000). Educar en una cultura del espectáculo. Paidós. 2. Orozco, Guillermo (2002). Historias de la televisión en América Latina. Gedisa. 3. Charles Creel, Mercedes y Guillermo Orozco Gómez (2000). Educación para la recep­ ción. Trillas. 4. Ballesta Pagán, Javier. Educar para el consumo de los medios de comunicación. Universidad de Murcia.

* Redacción.

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como escurridizo, globalización.

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Pero el problema es educar. ¿Cumplen los medios con una responsabilidad tan alta? ¿Les corresponde ese papel? Y si les es implícito, ¿están preparados para enfrascarse en un camino para el cual se requiere un sentido de humanismo sin cortapisas? La respuesta inmediata para la primera y la tercera preguntas parece ser un rotundo NO, así, con mayúsculas. Ya Román Gubern, el lúcido experto español en medios, sentenciaba en su libro Eros electrónico que, a diferencia de la lectura, la televisión se dirige antes a la esfera emocional del sujeto que a su esfera intelectual. Y si bien la labor educativa implica el manejo de emociones, no sirve de mucho si se soslaya la inteligencia que a éstas se les debe aplicar. Es decir, educar es sinónimo de desarrollar, condición indispensable del bienestar común. Por lo anterior, el académico y especialista en educación y comunicación Javier Esteinou Madrid, sentenciaba en un certero análisis que la comunicación no es una variable independiente o aislada del desarrollo, como lo proponen algunas visiones instrumentalistas de la modernidad (la comunicación por la comunicación misma), sino que, por lo contrario, es un elemento central de éste, sin el cual no se puede alcanzar el crecimiento.

MEDIOS DE COMUNICACIÓN: EDUCAR ENTRE LA EMOCIÓN Y EL INTELECTO Raúl Muñiz Torres*

Informar, entretener y educar son los principios elementales y básicos bajo los cuales debieran conducirse los contenidos de los medios de comunicación. En una revisión preliminar, pareciera que los dos pri­meros se cumplen a cabalidad. Sin embargo, valdría la pena revisar si la tarea informativa se ofrece con la respon­ sabilidad debida. Apliquemos la duda. Nos llevaríamos sorpresas desagradables en ese sentido. El segundo elemento, entretener, parece ser el ámbito sobre el cual se tiene la certeza de que es el objetivo pri­ mero de los medios masivos. El entretenimiento obedece al mandamiento del mercado. La cultura del espectáculo es uno de los caracteres privativos del concepto, tan real

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De ahí la importancia y la certeza de que los medios de comunicación sí se encuentran obligados a la promoción de un público que tienda a la reflexión y a la criticidad, a la promoción de una ciudadanía no sólo receptora sino también generadora de mensajes. Un público que, como consumidor cultural de variopintos contenidos, debe tener en sus medios instrumentos que le faciliten qué pensar, nunca el cómo pensar. De lo contrario, la premisa apo­ calíptica del recién nombrado Premio Nobel Mario Vargas Llosa sobre la civilización del espectáculo seguirá siendo una onerosa realidad: “un mundo en el que el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal… convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias a veces inesperadas. Entre ellas la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad, y, en el campo específico de la información, la proliferación del periodismo irresponsable, el que se alimenta de la chismografía y el escándalo”. Un mundo en donde la educación, como factor de responsabilidad mediática, no tiene absolutamente ningún sentido, no tiene lugar, ni voz, ni voto.

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* Periodista, crítico de cine y profesor universitario. Ha practicado el oficio en los periódicos El Nacional y Correo y en las estaciones Radio UNAM y Radio Universidad de Guanajuato. Es Licenciado en Comunicación egresado de la Universidad Iberoamericana y aspirante a Maestro en Educación Humanista por la misma Universidad. Contacto: serrotmuniz@hotmail.com

LO DIJO JOAQUÍN, SALIÓ EN LA JORNADA, LO VI EN INTERNET Sebastián Serra*

Con frases similares a éstas, jóvenes y adultos, hombres y mujeres argumentan para definir sus posturas, ideas y creencias. Si antes fue “el cura dijo”, “el maestro me enseñó que era así” o “el presidente así lo quiso”, hoy los medios de comunicación son los principales líderes de opinión y los primeros en influir sobre la identidad. A través de la tecnología, la humanidad ha podido conocer en miles de imágenes la realidad global al tiempo en que está sucediendo, pero también ha sido capaz de crear una realidad virtual para anticiparnos a los mismos hechos. Para distinguir la realidad de la realidad virtual se requiere una capacidad de discernimiento que es necesario desarrollar. Frente a la magnitud del mundo físico y a la complejidad de las relaciones entre las personas, la humanidad ha buscado explicaciones sencillas y fácilmente entendibles usando mitos, magia, leyendas y aún la ciencia misma. Estas explicaciones pueden llegar a campos profundos, como lo vería Freud al ahondar en el complejo de Edipo, o Camus, al escribir El mito de Sísifo, pero normalmente sólo sirven para disminuir la angustia a lo desconocido, controlar los miedos o explotar grupos de personas. Ante la cantidad de información, datos, conocimientos, conjeturas, opiniones y suposiciones que llegan por internet y lo que se imprime en los periódicos o se escucha en la televisión y en la radio, hoy es imperiosa una formación crítica en jóvenes y adultos para tener capacidad de distinguir lo fundamentado de lo supuesto, diferenciar una conjetura de una proposición demostrada, para expresar los propios sentimientos pero no confundirlos con razones para explicar hechos. Es necesario que los jóvenes reconozcan las intenciones particulares de los medios, qué intereses se mueven en uno u otro y qué espacios existen para cuestionarlos.

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En la educación formal se encuentra el espacio propicio para obtener la formación necesaria para enfrentar esta nueva realidad. Así como formar personas creativas requiere el fomento de la imaginación y la fantasía, la formación de personas críticas, que sepan argumentar con fundamento o tomar decisiones sólidas, requiere el desarrollo de nuevas competencias. Se requiere una persona que: • Pregunta sobre la información, las opiniones o las definiciones que lee o escucha. • Investiga con imparcialidad las fuentes de sus argumentos. • Acepta y evalúa nuevas formas de pensar. • Somete sus conclusiones a evaluación antes de compartirlas. • Expresa sus ideas de forma clara y precisa.

Han existido espacios académicos para desarrollar este pensamiento crítico, como los cursos de Habilidades del Pensamiento en el bachillerato, aunque se han orientado más al desarrollo de la agilidad mental o estrategias de solución de problemas, pero el verdadero esfuerzo debe estar en todo el proceso educativo, desde la educación básica hasta la universidad, como un esfuerzo sistemático y sostenido. En los estudios universitarios se ha insistido mucho en la formación integral de los alumnos, en buscar el desa­ rrollo armónico de la persona en todas sus dimensiones: afectiva, ética, social, profesional, corporal, estética y de responsabilidad con la naturaleza. Reconociendo los esfuerzos de todas las universidades, en la Filosofía Educativa de las universidades jesuitas se expresa el compromiso por formar personas libres, críticas, solidarias, afectivamente integradas, creativas y conscientes de la naturaleza de su actuar. Ante este reto, estas universidades han propuesto, en sus planes de estudio, el desarrollo de las competencias que permitan demostrar esas características personales de sus alumnos. La sociedad urge. *Ingeniero Químico con Maestría en Sistemas, Planeación e Informática. Ex rector de la Ibero León y actualmente Rector de la Ibero Tijuana. Teleadicto, turista de Facebook, lector empedernido, maestro y papá consentidor. Contacto: sebastian@tij.uia.mx

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EDUCACIÓN PARA LOS MEDIOS EN LOS ­NIÑOS Y JÓVENES Enrique Vidal Olascoaga*

Partiendo de la idea que la actividad propia de los medios de comunicación e información de cualquier corte o género conlleva, de facto, procesos educativos, esta actividad asume una responsabilidad social insoslayable. Responsabilidad que se hace más grande si ponemos especial atención en la capacidad y disposición natural de los niños y jóvenes para “absorber” conceptos, ideas, ideologías y modelos sociales, de forma más abierta, inocente, crédula y vulnerable. Y si tomamos en cuenta el bono poblacional que nos caracteriza actualmente, en el cual el 50% de las personas en México pertenecemos a los gupos de edad infantil y juvenil, la crítica al rol de los medios en su influencia educativa debe ser cada vez más aguda, puntual y abundante entre las distintas voces de nuestra sociedad; reprochando, para empezar, las visiones meramente utilitaristas, que de manera hipócrita niegan los efectos de su acción justificando una aparente legitimidad en sus causas más inmediatas, como en el campo de la publicidad dentro de algunos medios. Sin embargo, resulta más útil, en este espacio, llevar la mirada hacia el campo de acción al que tenemos alcance como sujetos llamados “pasivos” ante los medios de comunicación e información a gran escala, en donde ubicamos a los niños y jóvenes como principales educandos de una sociedad, nuestra, característicamente interconectada. Donde es pertinente la autocrítica y el cuestionamiento del actuar propio en la creciente adaptación que nuestra época nos exige. ¿Se puede decir que existe un exceso en el acceso a la información? ¿Se puede frenar el ritmo de comunicación con el que interactuamos diariamente? Los medios de comunicación e información representan una de las principales fuentes de estereotipos sociales y parámetros morales que asimilan los jóvenes y niños coti­ dianamente y que los cuales juegan una función ambivalente

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en sus procesos educativos fuera de la escuela. Por un lado les permiten un sentimiento de adaptación y pertenencia a determinados grupos sociales como elemento esencial en la conformación de su identidad individual, es decir, el estereotipo acerca al niño a su respuesta ante la pregunta “¿Quién soy yo?” a partir de “¿Quién quiero ser?”. Esto significa que ayudan en el eterno proceso humano de madurar, sentirse útil y ser feliz. Aunque, por otro lado, estos mismos estereotipos, como efecto negativo para niños y jóvenes, contaminan u obstruyen su construcción de ideas y conceptos críticos e integrales más fieles a una realidad innegablemente compleja y abstracta. Este segundo efecto es una de las carencias naturales de los programas dominantes en la televisión, la radio e internet, que no propician el diálogo ni la argumentación, que responden a un lenguaje simbólico y no lógico y que, finalmente, buscan la reacción y no la re­ troalimentación. En el peor de los casos, son arma de manipulación para lograr una conducta esperada (no obstante, el riesgo de manipulación es propio también de la educación misma). La educación es una cadena de comunicación de principio a fin, donde la información es tan sólo un eslabón entre el saber, saber hacer, ser y convivir. Resulta en una responsabilidad social para los padres de familia y docentes por reconocer y reivindicar las suficientes y bastantes capacidades intelectuales y afectivas propias de la infancia y juventud, acompañando a nuestros chicos en sus procesos de selección de información, que les llevarán a valorar, frente a otras fuentes, sus convicciones propias, y por lo tanto les permitirán tomar decisiones cada vez más autónomas, veraces y responsables; en suma, cada vez más éticas. La asignatura pendiente, como sociedad que tiende al futuro, radica en revalorar al joven y al infante como personas íntegras, en procesos tan auténticos como los adultos, fomentando entre todos, a través del diálogo y la retroalimentación, las herramientas intelectuales, de sensibilidad y valorativas suficientes ante un mundo imparable, cada

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vez más difícil de asimilar, y en donde pareciera que la información y la comunicación no van siempre de la mano con el conocimiento y la sabiduría. * Profesor de Filosofía para Niños y Formación Cívica y Ética a nivel secundaria. Contacto: vidal-olascoaga@hotmail.com

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN: CULTURA JURÍDICA-VALORATIVA DE LA HIPERSENSIBILIDAD SOCIAL Ramsés Samael Montoya Camarena*

El acceso a la información como derecho compone el corazón de la democracia1, pues sólo una sociedad bien informada construye su futuro en la medida en que presupone su existencia para la construcción de una “racionalidad discursiva” que, desde la óptica del filosofo de Frankfurt Jürgen Habermas, se traduce en tres ejes centrales: la diversificación de la toma de decisiones entre los componentes de los diversos conglomerados sociales, encauce de la expresión de los disensos y fomento de la libertad legítima creadora de la “opinión pública”2, trazada en la obtención de información. De ahí que si el quehacer jurídico regulatorio se desentiende de la dominación informativa, los agentes decisivos de la adaptación de la realidad político-social encontrarán problemáticas en el intercambio expresivo de las ideas en el debate, que en su amplitud permite la autorreferencia de las convicciones de la ciudadanía3. Tanta importancia guarda el respeto y protección de la libertad de expresión, que los medios masivos de comunicación configuran sus límites principalmente en dos ordenamientos federales: Ley Federal de Telecomunicaciones y Ley Federal de Radio y Televisión. La primera encargada de reglamentar los servicios de audio y televisión cerrados mediante banda de frecuencia satelital a través del espectro radioeléctrico aéreo situado sobre el territorio nacional, mientras que la otra ley tiene por objeto normar las transmisiones radial y televisiva abiertas, o las que la población puede recibir de manera directa y gratuita. Tales cuerpos legales optimizan en dos sentidos la producción de los medios de comunicación en una cultura valorativa con referencia a su función social. La primera dispone el condicionamiento de la programación y labor de los comunicadores conforme al respeto y cumplimiento de los derechos fundamentales; la segunda sujeta a los servidores de la comunicación a proporcionar un acceso en

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condiciones de igualdad y desconcentración de grupos de poder –en la determinación económica del mercado rele­ vante-, fomentando calidad en el servicio y estructurando un cuerpo social plural. Los elementos anteriores (jurídicos y valorativos) son codificadores de una red combatiente del colapso ideológico; es decir, condenados a la ignorancia. Bajo ese prisma coincidente se revela que la revolución que los medios de comunicación causan en la familia o en la sociedad nada tiene que ver con la perversidad de sus contenidos sino que proviene de su eficacia como instrumentos para comunicar conocimientos, la seducción que causa la expectativa de la elevación crítica, la estimulación contextualizada en los engranajes transmisores de la concordia y, por supuesto, el reforzamiento creativo de modelos menos contraproducentes al interior de la pedagogía, o sí se quiere, un develamiento cultural en el camino educativo.

Notas . Mendel, Toby (2006). El derecho a la información en América Latina. Comparación jurídica. Quito: UNESCO, p. 3. 2 . Opinión pública en el sentido de que el público es realmente el sujeto principal que expresa su parecer en intereses generales, sin confundirse con episteme o creencia; incluso evitando situarse en la fabricada videocracia sólidamente hete-dirigida con sustancia vacía, convirtiendo la democracia como gobierno de opinión, que opina nada más. Véase: Sartori, Giovanni (2010). Homo videns. La sociedad teledirigida. México: Punto de Lectura, pp. 75-79. 3 . Véase Carbonell, Miguel (2004). “La libertad de expresión en la Constitución Mexicana”, en Derecho comparado de la información, número 3, enero-junio. México, pp. 3-59.

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Referencia • Esteinou, Javier (2000). “Globalización, medios de comunicación y cultura en México a principios del siglo XXI”, en Ámbitos, México, número 5, agosto-diciembre, pp. 7-49. • Lipovetsky, Gilles (2003). Metamorfosis de la cultura liberal. Ética, medios de comunicación y empresa. Barcelona: Anagrama. • Mill, John Stuart (1997). Sobre la libertad, Madrid: Alianza. • Prinz, Jesse (2007). The emotional construction of morals. Nueva York: Oxford University Press. • Salles, Arleen (2010). “Sobre el asco en la moralidad”, en Dia­ noia, volumen LV, número 64, México, mayo, pp. 27-45. • Savater, Fernando (1997). El valor de educar. 2ª ed., Barcelona: Ariel. • Solís, Brisa (2009). “Libertad de expresión y el monopolio de los medios de comunicación: el caso mexicano”, en El cotidiano, México, noviembre-diciembre, pp. 15-24. *Estudiante de posgrado en la División de Investigación y Posgrado de la Facultad de Derecho en la Universidad Autónoma de Querétaro. Contacto: ramgrrr@hotmail.com

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NADIE VUELA HOY SOBRE METRÓPOLIS: DEL FANATISMO CAPITALISTA AL SIN SENTIDO GLOBAL F. Renato Padilla Gómez*

¿Quién vigila a nuestros vigilantes? Juvenal (poeta latino de los dos primeros siglos de nuestra era)

Imagínate el siguiente escenario: en los últimos veinte años, el mundo que has conocido se ha estado de­ rrumbando entre la peor crisis económica de la historia hasta ese momento, una guerra como nunca se había visto, la amenaza del fascismo y el comunismo contra­ rios a lo que tú entiendes como democracia, migraciones multitudinarias y el abandono del campo por la vida de la ciudad. Los valores que tenías como seguros y claros están desvaneciéndose. ¿Te imaginas la necesidad que sentirías por tener algo a que aferrarte ante este mundo cambiante? Lo mismo, seguramente, pasó por la mente y el corazón del escritor norteamericano Jerry Siegel (1914-1996), hijo de inmigrantes judíos y nacido en Cleveland. Siegel creó (junto al canadiense Joe Shuster y ante la inminencia de una Segunda Guerra Mundial) un símbolo que resumiera todos los grandes valores que el joven Jerry creía ver desmoronarse: la democracia, la importancia de los migrantes en la conformación de los Estados Unidos, el orden, el progreso, la libertad y, sobre todo, la certeza de que el bien vence sobre el mal. El nombre de este símbolo era la identidad secreta de un personaje llamado Clark Kent, mejor conocido como Superman (1938). Sin duda Siegel y Shuster no eran los únicos que sentían ese desvanecimiento valoral. Prueba de ello fue la aceptación de miles de lectores y la subsiguiente aparición de otros superhéroes que buscaban defender los mismos valores que Superman: Batman (1939), Capitán Marvel (1940), Linterna Verde (1940), Capitán Améri­ ca (1941), la Mujer Maravilla (1941), entre muchos otros. Sobra decir que la Guerra llegó y que, lejos de desaparecer la popularidad de los superhéroes, el conflicto los hizo aún más populares; tanto que pasaron de ser entretenimiento popular a ser usados como propaganda política durante la guerra y como ejemplos del individualismo, donde un sujeto puede, necesitar a su comunidad, cambiar su contexto. Al acabar la Gran Guerra, muchas de estas historietas de superhéroes perdieron fuerza y desaparecieron total o temporalmente. Hubo algunos benditos personajes que mantuvieron las ventas, la popularidad y, es más,

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ganaron nuevos adeptos. Tal fue el caso de Superman, Batman y la Mujer Maravilla. Durante la década de los sesenta hubo una nueva crisis ideológica que cuestionaba valores como la castidad, el papel de la mujer en la sociedad, la imagen del gobierno y las diferencias raciales. En este contexto aparecen nuevos héroes que, si bien estaban a tono con estas críticas juveniles, aún seguían buscando defender valores como la libertad, la justicia y la democracia. Representantes de esta nueva generación de superhéroes son los Cuatro Fantásticos (1961), Hulk (1962), El hombre ara­ ña (1962), Iron Man (1963) y los Hombres X (1963). No fue sino hasta la década de los ochenta y con el ocaso de la Guerra Fría que el bloque capitalista empezó a preguntarse algo que hasta ese momento era inconcebible: “¿Y si nosotros somos ‘los malos’?”. Los superhéroes, lo mismo que el gobierno norteamericano, habían buscado un “bienestar” para la humanidad, persiguiendo estados democráticos sin que esta lucha fuera solicitada. De alguna manera eran vigilantes que hacían justicia por su propia mano. Dark Knight Returns (1986) de Frank Miller y Watchmen (1986-87) de Alan Moore y Dave Gibbons sentaron la base para entender de otra manera a los superhéroes (y al mundo, de paso). La primera es una obra sobre el Batman que conocemos hoy día (oscuro, medio loco y mucho más violento). Por su parte, en el cómic de Moore y Gibbons, Watchmen, se replantea la historia del Siglo XX y las consecuencias malignas que las figuras vigilantes, como los superhéroes, traen al mundo. Es una obra de una psicología profunda que cuestiona de base no solo las líneas valorales propuestas por Siegel y Shuster en Superman, sino todas las certezas sobre las que se fundaba el mundo capitalista. Las preguntas eran: ¿vale la pena una paz construida sobre los cadáveres de millones de personas? y ¿estos, nuestros héroes, son inalcanzables, omnipotentes y éticamente perfectos? En las décadas siguientes, los héroes sufrirían problemas de alcoholismo (Iron Man), locura (Linterna Verde), pérdidas de seres queridos (Batman), cometerían incluso asesinatos (Mujer Maravilla) y podrían ser homosexuales y discriminados por ello (Question). Todos estos problemas ya se planteaban, cínicamente, en Watchmen. Para rematar, en 1992 Superman sería asesinado.

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Este evento significaba la muerte heroica del representante de toda una ideología. Pero urgiría resucitar al mártir porque hubo un terrible miedo: si el héroe indestructible había caído, ¿qué garantía teníamos como ciudadanos? Tras volver de la tumba, el Gran Héroe sería más que un gran y poderoso ciudadano, volvería como una visión casi mesiánica y con muchos elementos que lo equipararían con Jesús de Nazaret. Para mayor prueba véase el póster promocional de la película Su­ perman Returns (2006) y compáresele con el cuadro Cristo de San Juan de la Cruz de Dalí (1951). El parecido es impresionante y no mera coincidencia. Por un lado, la muerte y consecuente resurrección de Superman dejaría entrever un fanatismo religioso que se acrecentaría en el nuevo siglo. Véanse como ejemplo los extremismos islámicos o la supuesta nueva cruzada que emprendió el gobierno norteamericano contra aquellos. Por el otro lado, ciertos grupos relativizaron tanto los valores que se manifestó una sociedad cínica y desarraigada, justo como la de Watchmen, y que tan sólo sirvió para alentar el fanatismo y tradicionalismo del otro grupo. En un punto intermedio aparecería Kick-Ass (2008), una historieta donde un chico común se decide a ejercer un cambio por sí mismo e inspirando a otros por medios de redes sociales en internet. Lo haría sin ninguna certeza, pero sí con la esperanza de que el mundo pueda mejorar con la acción de todos y cada uno; sabiendo que no hay ninguna institución capaz de salvarnos. Nadie vuela hoy sobre Metrópolis para defendernos de nosotros mismos. Estamos en nuestras propias manos. *Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana. Actualmente es profesor de nivel medio superior y es responsable del área de narrativa del despacho de diseño Napocomics. Contacto: cebolla_ren@hotmail.com

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LA PERSPECTIVA DE CONTENIDOS EN TV4 Andrés Arellano*

Fue el director y dramaturgo Héctor Azar quien dijo: “El teatro bien educa o mal educa, pero educa”. Asumo que la sentencia aplica igual para los modernos medios electrónicos de comunicación masiva. La piedra angular del modelo de televisora pública donde actualmente laboro es la política de servicio. Su objetivo es compartir con el público una visión positiva de nuestro entorno, no necesariamente inmediato, que al mismo tiempo apoye su desarrollo económico, social y educativo, sin dejar de lado el entretenimiento. Por ende, TV4, la Unidad de Televisión de Guanajuato, tiene en sus contenidos la diferencia del panorama televisivo actual. El perfil de la televisora no es entrete­ner por entretener sino hacerlo con un trasfondo que, aunque sea pequeño, deje huella. Un contenido alejado del resto de opciones volátiles y tendenciosas. Los programadores del canal, productores, guionistas y conductores de las producciones propias buscamos sacar al aire mensajes propositivos; “vender” las ideas y no los productos. En el caso particular del segmento infantil que atendemos, desde hace décadas TV4 se ha interesado en programar series y caricaturas distintas a lo más asequible del mercado, que fuercen el pensamiento crítico del niño de una manera divertida, alejándolo del torbe­llino cotidiano de propuestas que en algún momento llegarán a sus manos como muñecos, discos, ropa, comida o cualquier producto imprimible. Considero importante enfatizar que quienes hacemos los contenidos en TV4 no odiamos la televisión comercial. Por el contrario, apreciamos los buenos productos que de ahí emanan: series de ficción, realities, documentales con temas controversiales, musicales e incluso campañas como Luchemos por lo bueno, necesarias para nuestra distensión, imaginario y otros aspectos de nuestra vida comunitaria, pues es indudable la sincronía que el medio provoca. Muchas veces obtenemos in-

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spiración y, ­ocasionalmente, modelos dignos de imitarse, cambiando el contenido por lo que nos interesa comunicar. Durante los últimos seis años, la barra infantil de TV4 ha permanecido bajo la dirección de la misma productora, manteniendo el éxito de sus dos emisiones. En Tv4 Niños y Tv4 Niños para Peques buscamos acercarnos a los infantes con contenidos y tratamientos que nos gustaban cuando teníamos su edad, que nos educaron de manera divertida y nos hicieron quienes somos. La actualización es muy importante, así que procuramos conocer los gustos de esa franja del público, pero sin dejarnos llevar por las preferencias mayoritarias, muchas veces negativas, así que basamos nuestros contenidos en valores universales y perennes más que en modas mediáticas, sin dejar de trabajar formatos contemporáneos, pues no somos un museo de nuestra niñez. Hace poco me apuntaban el deber de apegarnos más a los contenidos de la Secretaría de Educación. Quiero asentar que sí conocemos el programa, nos asesoramos con maestros, psicólogos y pedagogos, pero el punto importante es que NO somos un complemento escolar. Siguiendo la sentencia inicial de este artículo, sí estamos interesados en mantener una buena educación en nuestros contenidos, pero más allá del didactismo, más apegados a un estímulo vivencial. Me gustaría mucho que vieran la programación del canal y nos compartieran su opinión, a fin de aclarar más nuestra trayectoria. *Hijo de educadora y arquitecto, sobrino de reconocida abogada, decidió darle vuelta a la tortilla y convertirse en aprendiz de actor, titiritero, dramaturgo y guionista de radio y televisión. Alguna vez coordinó el programa Alas y Raíces a los Niños, del Instituto Estatal de Cultura y actualmente es guionista y (pomposamente dicho) director artístico de El Diario Despinpongue en TV4. Contacto: ludusteatro@ hotmail.com

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3 CONSEJOS PARA PEINAR AL LECTOR MODELO José Antonio Alvear*

La sociedad está hecha de fantasmas. Cuando un escritor se encuentra en el afán dignísimo de construir un texto, tiene por lo menos a dos fantasmas enfrente: su musa y su “lector modelo”. Entendemos al lector modelo como el personaje idealizado por el escritor, como aquel habrá de entenderlo realmente.

medio de la plaza, la oficina, el salón de clase, la familia, o los amigos, resonar y reverberar lo hallado. Más aún: hacerlo de tal manera que el escritor se entere. Sólo así, el lector modelo pasará de ser un fantasma mal imaginado a un ciudadano modelo que actualiza lo encontrado, e incluso lo no dicho en el texto.

El lector modelo es alguien capaz de “actualizar” el texto. Podría decirse que el lector modelo es un cómplice del escritor. Así, el texto ya no es obra exclusiva de su crea­ dor, sino también de su público. Sobraría decir que dicha teoría aplicada al texto literario le viene bien a cualquier otro medio de comunicación.

Leer comunitariamente

Para el lector modelo de este artículo, gente interesada en alguna reflexión crítica sobre la educación para los medio de comunicación, proponemos algunas estrategias.

Leer estéticamente Cuando se trata de lectura en voz alta (una práctica por desgracia en extinción), hay gente que lee bonito, da gusto escucharles. Otros parecen estar hablando en lenguas demoníacas. Pero la estética de la lectura van más allá. Un lector modelo que lee estéticamente relaciona lo leído, visto o escuchado con otras obras igualmente bellas. Ese lector no se casa sólo con la belleza de un texto o una fotografía, por ejemplo, sino que se interesa por la belleza del concepto. No es lo mismo leer un poema de Octavio Paz y sonreír, que, una vez sonriente, el lector se levante y busque, en el mundo de las imágenes, un “árbol adentro” que complete su deleite. Motivemos a nuestros estudiantes a relacionar una belleza con otra. Suceden cosas increíbles.

Leer con civilidad El lector modelo debe aprender a “manifiestarse” ante su escritor modelo. Hay que aparecerse. El lector modelo no puede ser alguien que, habiendo encontrado una verdad en un texto, una película o un periódico, se cruce de brazos y calle. Debe ser un mensajero. Ir a la ciudad y, en

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Quien cree que lee sólo, se equivoca, por privado que sea su recinto sagrado. No sólo le acompaña el propio escritor, sino todos aquellos que han contribuido para que entienda lo leído. Incluso le acompañan ya todos aquellos que habrán de ser contagiados por lo que el lector modelo ha entendido del texto. Por eso, hay que leer metódicamente en comunidad. Las ideas vertidas en un texto tienen fuerza propia, se aceleran fren­te a un lector modelo y se disparan como proyectiles cuando se combinan con la inteligencia comunitaria. Círculos de lectura, foros de discusión, exposiciones didácticas de fotografía, cine clubes, puestas en común de la prensa del día, museo bien guiados… mil y una forma de hacer lectura comunitaria. Dicho lo cual, los fantasmas bien peinados, que aparezcan… Para saber más sobre el Lector Modelo: Eco, Humberto (2000). Lector in Fabula. Barcelona: Lumen. *Maestro en Historia y Antropología Social. Académico en el Departamento de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Iberoamericana León. Encargado de la Productora de Documentales Tiempo a Doc. Profesor universitario desde hace 17 años especializado en filosofía, guionismo, teatralidad y antropología simbólica. Contacto: patoalvear65@gmail.com

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Senderos de reflexión


QUIEN CONTROLA EL PRESENTE Ulises Guzmán*

1949. Se publica Mil Novecientos Ochenta y Cua­ tro, de George Orwell, una de las más importantes e influyentes obras literarias del siglo XX y del género de ciencia ficción. En la obra se plantea la existencia de un futuro alterno en el que una sociedad colectivista es regida por un Estado totalitario, que mantiene a la población en constante vigilancia y sometida a un bombardeo permanente de propaganda bélica, creando un clima de temor gene­ ralizado y sustentando, con ello, la aprobación pública de toda acción por parte del Estado.

Radford. La producción de esta película ocurre exactamente en las fechas en que Orwell sitúa su novela.

El régimen totalitario fomenta el aislamiento y el individualismo exacerbado para mermar la comunicación, y con ello el desarrollo y crecimiento de las ideas. Además, monitorea cualquier actividad que pudiese considerarse subversiva o disidente. Son reprimidas, también, cualquier manifestación o sentimiento de inconformidad, así como las emociones y relaciones afectivas y sexuales entre los individuos. Para ello se usan métodos que van desde el alcoholismo promovido por el Estado, hasta la tortura y el lavado de cerebro.

Truman es colocado en un inmenso estudio de televisión que simula ser un pueblo real ubicado en una isla. En ese lugar, Truman vive plácidamente alre­ dedor de treinta y tres años, mientras el mundo entero lo ve crecer y madurar en sus televisores. Todas las personas que Truman conoce son actores. Todo lo que vive son eventos planeados y ejecutados por un productor y su equipo. Todo lo que Truman es, sus experiencias, emociones, recuerdos, miedos y demás, surgen de un escenario de ficción controlado, de un guión dramático. No obstante, Truman tiene hambre de conocer algo más allá de ese mundo donde lo han contenido, y su historia progresa gracias a ese apetito.

1984. Se reelige a Ronald Reagan como presidente de Estados Unidos para un segundo periodo. El gobierno de Reagan se caracterizó por adoptar medidas económicas “desregularizadoras” y apoyar el desarrollo del libre comercio, dando pie a la adopción mundial de los modelos económicos neolibe­ rales aún vigentes hoy y estableciendo condiciones que favorecieron, en gran medida, a las corporaciones transnacionales de gran capital, particularmente a los consorcios televisivos y tecnológicos. Durante el periodo presidencial de Reagan ocurrió el debilitamiento económico y político de la Unión Soviética que derivó en la disolución, prácticamente definitiva, del bloque socialista de naciones consolidado tras la segunda guerra mundial.

1998. Se estrena El Show de Truman, película dirigida por Peter Weir. En ella, se plantea la existencia de un futuro cercano en el que una corporación mediática adopta legalmente a un recién nacido, llamado Truman, con el objetivo de televisar su vida desde el vientre de su madre hasta el momento de su muerte, sin que él lo sepa.

La colosal puesta en escena en la que vive Truman muestra matices muy peculiares. A pesar de estar ubicada en un contexto futurista, la isla es una representación que evoca la década de 1950, periodo en el cual están cimentados muchos aspectos de la identidad norteamericana. Para Estados Unidos, los años cincuenta representaron un periodo de bo-

Entre abril y junio se produce una adaptación cine­ matográfica de Mil Novecientos Ochenta y Cua­ tro, dirigida por Michael

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nanza sin igual hasta ahora; su exitosa incursión en la Segunda Guerra Mundial significó un refuer­ zo moral casi inquebrantable para su proyecto de nación (habían defendido la democracia y la bondad para todo el mundo); el modelo capitalista se encontraba en uno de sus momentos más saludables gracias al agresivo fomento al consumo por parte del gobierno y las empresas. Por lo anterior, aunado a una gigantesca confianza en las instituciones, los cincuenta representan en el imaginario norteame­ ricano un ideal de seguridad frente al futuro y las amenazas. La isla de Truman, en ocasiones, pareciera ser un útero protector ante el mundo: el productor llega explicar que se trata del mundo perfecto que creó para Truman cuando se le cuestiona sobre la pertinencia moral del show. En ella, los personajes hablan de forma reconfortante sobre los productos que consumen, justo a la usanza de los comerciales de los años cincuenta, precisamente porque se trata de comerciales para los televidentes que se encuentran viendo a Truman. Los cincuenta como ideal de seguridad económica y moral representan el sueño americano, la máxima fantasía suburbana de la casa con cerca blanca y la comunidad pequeña y cerrada. El conflicto de Truman es seguir viviendo en ese limitadísimo espacio de ensueño o salir a ver el mundo real, a pesar de su imperfección e incertidumbre. El Show de Truman aparece justo tras el ascenso en la popularidad de los llamados reality shows en todo el mundo, luego de que programas como The Real World (MTV-Viacom) y Big Brother (concepto producido por Endemol y que toma como título el nombre del antagonista de Mil Novecientos Ochenta y Cuatro) experimentaran con la fórmula de colocar a gente, supuestamente común, en un espacio de convivencia forzada y siendo monitoreada por cámaras de televisión en todo momento. Al poco tiempo la fórmula se diversificó al utilizar distintos espacios y situaciones de convivencia e interacción, así como diferentes estereotipos en cuanto a las personas participantes. Eventualmente, los reality shows aumentaron en número y, sobre todo, en sordidez, buscando personas, situaciones y temas cada vez más escandalosos. También aumentó el grado de control que las producciones debían tener para ser seguras y aceptables televisiva

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y comercialmente, un desarrollo paradójico que precisamente destruyó la “ilusión de realidad” al disminuir el contraste entre los reality shows y las producciones convencionales. Ocurre también en 1998 la primera gran crisis de internet al desplomarse el valor especulativo de una gran cantidad de portales y sitios que no habían definido su estrategia o valor comercial y no podían sustentar sus operaciones. Este evento advirtió a las empresas de tecnología e información que un replanteamiento en los paradigmas de internet era necesario, tanto comercialmente como para los usuarios. 2011. Se hace necesario, a más de una década de El Show de Truman (más de medio siglo de Mil Novecientos Ochenta y Cuatro), evaluar cuánto hemos avanzado, como sociedad, por los senderos esbozados por dichas obras. Actualmente, la televisión de realidad se ha transformado; sus elementos se han diluido, segmentado e integrado a otros formatos. En años recientes, el público se percató de la poca realidad que había en esos programas y comenzaron a solicitar historias reales en formatos de televisión tradicional. Esta tendencia parece des­ prenderse de la llamada Web 2.0, un modelo de diseño interactivo para internet que procura la participación constante del usuario como generador de contenido. El público desea lo mismo en televisión; historias sobre sí mismos o gente como ellos. Ese proceso dio nueva forma al reality show y a la televisión que conocemos hoy. Ese desarrollo refleja el poder de la audiencia y su capacidad de discernimiento ante el bombardeo mediático. También revela un panorama de nuevos riesgos al desvanecerse la frontera entre mundo real, la ficción y la realidad mediática. Así como temimos que la ficción televisiva se convirtiese en propaganda, también debemos ser cautelosos al ver a los nuevos medios como un escaparate de valores e intereses que intentan guiar nuestro modo de vida. Los medios de comunicación no son los entes malignos que muchas veces estamos tentados a creer; son empresas con objetivos e intereses definidos, normalmente comerciales, que nos

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ofrecen ciertas satisfacciones a cambio de hacernos llegar algunos mensajes que por sí mismos pueden ser un bien o un lastre que pretende motivarnos a consumir. El gran conflicto es que estos mensajes suelen llegar en forma de seductores discursos sobre nuestras necesidades y aspiraciones. La formación de criterios es nuestra mejor arma ante las sirenas e ilusiones del panorama mediático. La escuela, la familia, las experiencias y el autoconocimiento son fundamentales para fomentar una adecuada lectura de los medios de comunicación, basada en la crítica y la reflexión de todo lo que proviene de ellos, sin perder de vista la libertad multipartita que una comunicación saludable implica. Las personas cuyo ser está definido pueden enfrentarse a la masiva exposición de contenidos a la que los medios nos someten, y extraer de ello sólo lo que beneficie a cada uno en el marco de su propia libertad, responsabilidad y esencia. Los medios de comunicación hacen mucho bien si sabemos verlos, leerlos y utilizarlos; nos transmiten ideas que, estemos de acuerdo o no con ellas, nos hacen crecer como personas y conocer rincones del mundo que, sin esas ventanas, tal vez nunca veríamos. Para ello es necesario estar dispuestos a des­apegarse de la comodidad que repre­senta el consumir los contenidos mediáticos de forma ingenua y pasiva, pero también de la que nos brindan nuestras propias opiniones, muchas veces cerradas, parciales y hasta ciegas; de no hacerlo corremos el

riesgo de, como Truman, ser sólo actores en una historia falsa dentro de una isla vigilada por un Gran Hermano. ¿Queremos evitarlo? La consigna es: libertad, crítica, comunicación. Siempre. Contra ti. Contra mí. *Redacción DÍSERES. Contacto: ulises@diseres.com.mx

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díseres te presenta las siguientes actividades a través de:

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