PARTICIPACION CIUDADANA

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Centro de Estudios Filosóficos Tomás de Aquino INCRIPCIONES ABIERTAS

LICENCIATURA EN FILOSOFÍA

Estudios con validez oficial de la SEP (Acuerdo No. 962094 del 29 de Agosto de 1996)

Inicio de curso: 1 de Septiembre

Duración: Horario: Requisitos:

informes

3 años, 9 cuatrimestres Lunes a viernes 9:00 a.m. a 13:00 hrs. Certificado de Bachillerato Acta de nacimiento Entrevista con el director de la licenciatura

Av. Palmas y Chiapas, Col. Arbide, León, gto. Tel. 713 3410 e-mail: centrocefta@prodigy.net.mx www.filosofiacefta.com


Díseres Director general: Rosendo Arróniz Martínez Edición y redacción: Rebeca Cervantes Alpuche Corrección de estilo y redacción: Sergio Miranda Bonilla Diseño editorial: Juan Pablo García Pulido Ilustración: Juan Pablo García Pulido Administración: Carlos Arróniz Rábago Ventas y relaciones públicas: Gabriela Jazo Arróniz Ciro Nájera Contreras Distribución: Daniel Arróniz Rábago Comité Editorial: Pablo Campos Macías, Libertad Castro Muñoz, German Estrada Laredo, Guillermo González Hernández, Ma. Teresa González Pacheco, David Herrerías Guerra, David Martínez Mendizábal, Isabel Montes Del Valle, Ciro Nájera Contreras, Jorge Olmos Fuentes. Colaboraciones especiales: Helena Verdín, Alejandro Alcalá, Alberto Álvarez, Carlos Vargas, Luis Fernando Macías, Ana María Chávez, Sara Noemí Mata, David Herrerías, Celia Garza, Matías Salmón.

Contenido EDITORIAL

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ESPACIO ESENCIAL

Alternativo 6 Aromaterapia y aceites esenciales Helena Verdín

Alternativo 8 El masaje y sus beneficios Alejandro J. Alcalá Z

EL TEMA

Realidad 9 Se buscan ciudadanos Rebeca Cervantes Alpuche

Dialéctica 14

Gestar la democracia

Alberto Álvarez, Carlos Vargas, Luis Fernando Macías, Ana María Chávez En acción

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La participación ciudadana en los consejos consultivos

Sara Noemí Mata

La mano 22

Rebeca Cervantes Alpuche

Ilustrado 24

Documentar la historia, memorizar la verdad, cambiar la realidad

Nosotros encarnamos la democracia

David Herrerías

JOLGORIO Acércate a nosotros vía correo electrónico: diseres.posdata@gmail.com DÍSERES R es una publicación bimensual, gratuita, de contenido original y genuino. Los artículos, así como la publicidad, son responsabilidad de su autor o de la empresa anunciante, según corresponda. Se autoriza la reproducción total del Tema Central para beneficio propio o social. El uso no autorizado de los artículos elaborados por los colaboradores especiales queda prohibido. Impresa en los Talleres de Gesta Gráfica Impresores: Oaxaca No. 304 Col. Bellavista, C.P 37360. Tel. 713.21.76, Nextel 72*793087*2. Tiraje: 5000 ejemplares. León, Gto., México.

La nata y la crema 27

Celia Garza Vera

La pizarra

La cimbra

Jolgorio

A $7 y malo

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Matías G. Salmón





Aromaterapia y aceites esenciales Helena VerdĂ­n*

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Alternativo

ESPACIO ESENCIAL


Últimamente se escucha sobre aromaterapia en muchos ámbitos. Hablar de aromas es cerrar los ojos y evocar innumerables imágenes, olores que embriagan los sentidos sin imaginar los miles de años que se necesitaron para obtener de la naturaleza sus secretos y hacer de ello una ciencia y un arte. La aromaterapia es sanación integral por medio de aceites esenciales, una forma natural, completa y no tóxica de tratamiento, una terapia alternativa y complementaria para preservar la salud física, emocional, mental y espiritual del ser humano. Los aceites esenciales son compuestos biológicamente activos y químicamente complejos –un aceite esencial puede contener entre 50 y 500 sustancias químicas orgánicas diferentes– que poseen un gran número de propiedades medicinales. Los aceites esenciales son sustancias concentradas poderosas, lo que les hace valiosos. Se extraen de las flores, hojas, resinas, frutos, raíces, cáscaras y maderas; literalmente, representan “la vida y el alma” de la planta. Una sola gota posee todas las propiedades del aceite esencial. Después de muchos años de experimentación, médicos y químicos han quedado sorprendidos ante las múltiples propiedades microbicidas, antisépticas, antibacteriales, antivirales, antitóxicas, relajantes, estimulantes y equilibrantes de los aceites esenciales. Grandes profesionales de la salud integral saben del alcance terapéutico de estos activos, sobre todo por su gran espectro de aplicaciones en los campos emocional, mental y espiritual, además de su gran aporte al equilibrio y armonización de dichos cuerpos sutiles.

Alternativo

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Hoy sabemos que el “mal” o la enfermedad tiene, en muchas ocasiones, su origen en el alma, la mente y/o las emociones de la persona, y no en su cuerpo. La falta de armonía entre estos elementos origina una reducción en la capacidad energética del individuo, causando así desequilibrios en la salud de tantas formas como enfermos hay. Por ello, y contrariamente a lo que se piensa, la aromaterapia no es sólo una terapia basada en olores, puesto que no son únicamente los olores los que afectan, transforman y curan, sino la poderosa carga energética y la enorme cantidad de componentes químicos que forman parte de la estructura molecular de las esencias. Lo único que exige el uso profesional de la aromaterapia y la obtención de buenos resultados en la terapéutica clínica es que los aceites esenciales sean 100% naturales, orgánicos y de absoluta pureza, ya que las “esencias” que suelen circular en el mercado (o productos de perfumería, cosmética o ambientadores) no son mas que copias o, en el peor de los casos, preparados sintéticos que generan más de un problema y que nunca tienen el efecto sanador de un verdadero aceite esencial. * Fundadora de HELENICA, especialistas en la elaboración y distribución de aceites esenciales. Contacto: contacto@helenicamexico.com www.helenicamexico.com Tel. 716 10 00

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el masaje y sus beneficios Alejandro J. Alcalá Z.*

La historia del masaje está bien documentada y probablemente se originó en el año 3000 a.e.c1. Los textos hindúes del Ayur Veda, escritos alrededor del 1800 a.e.c., hablan del masaje como un arte terapéutico y curativo. En China, el tratado de medicina más antiguo que se conozca, el Nei Ching, expone con detalle la teoría y práctica de la medicina oriental, y contiene muchas referencias sobre el arte del masaje, “…la parálisis total, los resfriados, la fiebre son tratados con el masaje de la piel y de la carne…”. Fue el sueco Per Henrik Ling el primero en introducir sistemáticamente el masaje en Europa, donde se dio a conocer como “masaje sueco”. Actualmente, todas las formas de masaje están sufriendo una transformación radical en Occidente. La profesión médica está empezando a interesarse seriamente en el valor natural y terapéutico comprobado de un método médico que es tan viejo como el mundo: el masaje. El tacto es una manera de comunicarnos más allá de las palabras, un modo que las palabras no podrían captar adecuadamente. A través del tacto, en el masaje, se establece esa relación entre las personas que conforta y favorece e influye mucho en el sistema nervioso autónomo, relajando y vigorizando al mismo tiempo el cuerpo. Las investigaciones han demostrado que fomenta la secreción de las endorfinas, conocidas como “las hormonas de la

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felicidad”, que actúan como narcóticos naturales del cuerpo al reducir el dolor y producir una sensación de alborozo y bienestar. El mejor tratamiento antiestrés y para las dolencias musculares es un buen masaje, que además activa la circulación, relaja músculos y nervios, produce descanso psicosomático, incrementa la buena digestión, normaliza el metabolismo, elimina toxinas, aumenta los glóbulos rojos y blancos e incrementa el movimiento linfático, entre otros múltiples beneficios. Es recomendable aplicar masaje cuando existe artritis, celulitis, parálisis muscular, hemiplejía o cuadriplejía; para los desórdenes del sistema nervioso, calambres, dislocaciones. Sin embargo, esta técnica no debe aplicarse cuando hay inflamaciones, enfermedades infecciosas, enfermedades contagiosas, cáncer, tumores, quistes, hematomas, úlcera gástrica, venas, várices avanzadas, cicatrices de cirugías recientes, fracturas, hemorragias internas, fiebres o apendicitis.

1 a.e.c.: antes de la era común, equivalente multicultural de “antes de Cristo”.

*Terapeuta Naturista (ESLIMENAT) con Postgrado en Masaje Terapéutico (Instituto de Ciencias Médicas C.J. Findlay, Camagüey, Cuba), Master Reiki, Karuna y Tántrico Tibetano, terapeuta floral, Diplomado en Homeopatía y Acupuntura China. Maestría en Psicoterapia Gestalt (INTEGRO).

Alternativo ESPACIO ESENCIAL


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A pesar de que el sistema democrático de gobierno remonta su origen a la Grecia clásica, en nuestro país fue hasta 1857, tras una feroz lucha entre liberales y conservadores, cuando se estableció un ordenamiento constitucional basado en la soberanía del pueblo mexicano y en el gobierno representativo. Sin embargo el proceso político permaneció como un asunto de élite por mucho tiempo hasta desembocar en la máxima contradicción al sistema: la dictadura de Porfirio Díaz. Ésta fue derrocada en 1911, durante la Revolución, bajo el conocido grito de “Sufragio efectivo, no reelección”. Así pues, 54 años después de su establecimiento, se hizo realidad la democracia política en nuestro país. El concepto participación ciudadana se utiliza cada vez con más frecuencia en el lenguaje político cotidiano. Su definición más básica se refiere a tomar parte de algo, de modo que es siempre un acto que involucra un colectivo de personas: nadie puede participar de manera privada. Con participación ciudadana nos referimos al involucramiento de la sociedad en procesos políticos con propósitos muy distintos y también de maneras muy diversas, pero todas para un mismo fin: hacer de nuestro país uno que vele por los intereses de los ciudadanos en cuestiones como la alimentación, la salud, el trabajo, la vivienda, etc. No es posible no participar, puesto que aún cuando se renuncia a hacerlo se está tomando una postura. La participación, en este caso, está ligada a otro término: el de ciudadanía. Ésta última

El tema

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fue definida por Marshall en los años cuarenta como el “estatus que se otorga a los que son miembros de pleno derecho de una comunidad”. Todos los que poseen ese status son iguales en lo que se refiere a los derechos y sus deberes implicados. La ciudadana y el ciudadano son los soberanos, quienes toman las decisiones y designan a los gobernantes a través de distintos mecanismos de elección; además, cuentan con el marco jurídico y los procedimientos legítimos para revocar el mandato otorgado a un representante. Por todo lo anterior, puede decirse que la participación ciudadana corresponde a la parte de la organización política (en los niveles federal, estatal, municipal o regional) con la que nos involucramos, ya sea en las urnas, estando informados para conocer y reclamar nuestros derechos e incluso exigiendo, cuando nos vemos afectados, el respeto a nuestras garantías como ciudadanos, encuadradas en la constitución mexicana.

importancia de establecer límites para evitar el abuso de poder en el gobierno. Un estado que se organiza de manera democrática, es decir, sobre la base de la voluntad del pueblo, reconoce que el poder político ejercido por el gobierno debe responder a un poder superior: el que ejerce el pueblo soberano. Este sistema tiene una ventaja muy importante, y es que no se acepta otra concepción de bien político que no sea generada por el propio pueblo. Aunque en México menos de 40% de los ciudadanos afirma sentirse satisfecho con la democracia (Latinobarómetro, 2008) la realidad es que la mayoría de los gobiernos a nivel mundial ha encontrado en este sistema una forma de organización que permite a los ciudadanos gobernar y ser gobernados.

Democracia: la clave en la participación ciudadana El término democracia, en su definición académica, da nombre a una doctrina política que favorece la intervención del pueblo en el gobierno y, por tanto, es éste quien escoge a representantes que sirvan de eco de la voz ciudadana. La democracia se formula como una estructura realmente política cimentada en un gobierno producto de la voluntad de la mayoría. Las ideas centrales que dan cuerpo a la democracia son, primero, la igualdad de todos los ciudadanos, y segundo, la

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El tema

Realidad


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El voto: primer instrumento participación ciudadana

de

la

nosotros o no cambiará en absoluto las cosas.

El voto constituye el instrumento más obvio de participación ciudadana, pues es la manera en la que elegimos a nuestros gobernantes, quienes deberían ser los representantes de nuestra voz en los niveles más altos de la decisión política. Sin embargo, la que bien podría ser la herramienta más efectiva para ejercer la democracia se ve afectada por la desconfianza de la ciudadanía hacia los gobiernos y quienes a ellos representan.

No más medios, queremos enteros

Para muestra, sabemos que en la elección federal de 2006 únicamente votó 58.2% del total de los electores inscritos. Considerando el porcentaje de votos nulos, aún quedan más de 30 millones de personas que no acudieron a las urnas y, por tanto, de votos que no se cuantificaron. Durante dichos comicios, votó únicamente 57.2% de los electores registrados en el Estado de Guanajuato. Estos datos corresponden con el estudio de opinión pública más grande de Latinoamérica (Latinobarómetro), que arroja que 59% de los encuestados considera a este acto ciudadano como el instrumento más efectivo para cambiar la realidad, seguido de los movimientos de protesta con un 16%.

Los medios de comunicación, como su nombre señala, tienen como función primaria la de mediar entre el sujeto y los hechos o situaciones que acontecen en el día a día. En el caso de la política, la tarea sería mediar entre la sociedad y el gobierno. Es importante para los ciudadanos hacer llegar su voz a los gobernantes, así como es importante para éstos últimos conocer las expectativas de los ciudadanos.

Entonces, ¿por qué no votamos? ¿Por qué no protestamos? El desinterés por el proceso político no es resultado de una ocurrencia actual, sino de una larga historia de desencanto social (resultado de la ineficacia gubernamental para reducir las desigualdades sociales) que se convierte en temor y desesperanza. Ello termina por arrastrarnos a la idea de que cualquier acción que realicemos, o tendrá consecuencias negativas para

El tema

Realidad

Definitivamente, los medios de comunicación han contribuido a nuestra participación dentro de los asuntos del fenómeno político, sin embargo, no hay que olvidar que dicha apertura mediática leída de una manera equívoca puede llevarnos a conclusiones erróneas respecto al papel de la comunicación y los medios en la política.

Los medios de comunicación deberían velar por la búsqueda de la verdad para atender o sostener no sólo los intereses de grupos o minorías, sino los asuntos que deben atraer la atención del gobierno. A pesar de ello, el proceso democrático es nuestra responsabilidad. Por tanto, los medios de comunicación tienen impacto en nosotros, pero es necesario mantener la vista en lo importante: “hacer comunes los significados esenciales de nuestra vida social y del proyecto político para las próximas generaciones” (Mariñez, 2007). Al mantener esta mirada, se generará también la exigencia a los medios de hacer el trabajo que a ellos corresponde y que nosotros como ciudadanos tenemos derecho a gozar y obligación de vigilar.

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El costo de las campañas políticas La idea de que los políticos con campañas publicitarias son los únicos conocidos ha primado dentro del ambiente de los partidos, justificando así el enorme gasto en campañas que intentan conseguir el voto de manera desesperada. Muestra de ello son las elecciones del 2 de julio de 2006, las más caras de la historia contemporánea de México. La falta de información, así como la distorsión que algunos de los medios hacen de ella, ha permitido que los partidos inyecten millones que pertenecen al erario público a sus fines de promoción. La idea central del supuesto de proveer dinero público a los partidos políticos es que contribuiría a transparentar su origen y destino, es decir, evitar favores políticos, injerencia del narcotráfico o enriquecimiento ilícito (Treviño, 2006). Sin embargo, “cuando una burocracia partidista ha podido disponer de millones de dólares de presupuesto, los propósitos originales de una fuerza política se diluyen, lo único importante es ganar más espacios para ampliar los fondos que le son asignados proporcionalmente” (Ansaldi, 2007). De acuerdo con información proporcionada por el IFE, en 2006 los partidos políticos y el propio Instituto recibieron, en el ámbito federal, 11 mil 892 millones 136 mil pesos. Dicha cifra es pública y de relativamente fácil acceso. No ocurre así con los presupuestos estatales. Guanajuato destinó 62 millones 307 mil pesos al financiamiento de los partidos políticos en la elección del 2006; de cara a las próximas elecciones y en tiempo de crisis, ¿cuánto destinarán este año a los El tema

Realidad

partidos para su promoción? Cabe recordar que estos recursos son el resultado de la recaudación de los impuestos de mexicanos y mexicanas. A todos estos recursos hay que sumar los que los gobiernos federales, estatales y municipales destinan a promocionar su actual administración. Ante estas cifras entendemos por qué las televisoras, radiodifusoras y prensa escrita apoyan destinar dichas cantidades a los partidos; la tajada para aquellos que proveen espacios en medios de comunicación es muy grande. Modelos de participación ciudadana Como ya hemos descrito, el voto se considera como el ejercicio político con más impacto. Sin embargo, hay muchas maneras en las que ciudadanos y ciudadanas pueden participar políticamente en su entorno. Como condición para que todas estas maneras puedan ejercerse responsablemente, se encuentra el principio de la información, es decir, la obligación de cada ciudadano de enterarse de su realidad política para poder exigir que algo se modifique. En este primer paso es donde debe construirse mayor camino social, pues como ya lo mencionamos, la desesperanza en la que estamos sumergidos nos privará de cualquier interés para exigir un cambio. Como medios de participación ciudadana se encuentra el voto, la libertad de expresión (plasmada en los Artículos constitucionales 6º y 7º), la libertad de asociación (Artículo 9º), la movilización, protesta y/o demanda del respeto a los derechos de los ciudadanos y la participación cotidiana con acciones como la denuncia y la queja ante una situación que se considere injusta.

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Además, tenemos de nuestro lado la generación de costos políticos para los partidos y sus representantes si no cumplen nuestras expectativas al gobernar; incluso, como ciudadanos, podemos quitar de un puesto político a una persona que no esté cumpliendo las funciones para las que fue designado.

Aldo (2006). Para otra lectura de la disputa por

Todo esto se suma a la participación social, y es conociendo nuestros derechos como la transformaremos en el camino hacia la mejora y en el elemento central para generar el cambio. Para todo lo anterior es condición el respeto a la pluralidad y la aceptación de todas las maneras de pensar que puedan contribuir a la construcción de una mejor realidad para todos.

la Democracia. México.

Faltará entonces que ciudadanos y ciudadanas crean en el poder que les otorga vivir dentro de este marco de gobierno democrático y, así, puedan alzar la voz para exigir lo que a cada uno corresponde.

de la función pública en México.

la construcción democrática en América Latina. Cuadernos para la democratización. • Fernández Santillán, José F. (1995). La democracia como forma de gobierno. • Hart Ely, John (1997). Democracia y desconfianza. • Held, David (2006). Modelos de democracia. • Instituto Federal Electoral (2000). Democracia y participación ciudadana. Movimiento Ciudadano por • Mariñez Navarro, Freddy (2007). Ciudadanos, decisiones públicas y calidad de la democracia. • Marshall, Thomas H. “Ciudadanía y clase social”, en Revista Española de investigaciones sociológicas (REIS) Nº 79, julio-septiembre. • Merino, Mauricio (1994). En busca de la democracia municipal. • Oquendo, Ángel (2004). Democracia y pluralismo. • Oropeza López, Alejandro (2005). La evaluación • Treviño Rangel, Javier (2006). El costo de las elecciones federales de 2006 y la opinión ciudadana. Propuesta Cívica APN. • http://recursoselectorales.org • Entrevista a Edgar Cortez, Secretario Ejecutivo de la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos

Fuentes:

Humanos, marzo 2009.

• Beck, Ulrich (1995). La democracia y sus enemigos. • Bobbio, Norberto (1986). El futuro de la democracia. • Curzio, Leonardo (2007). “La transición a la democracia y la construcción de ciudadanía en México”. En Ansaldi, Waldo (coord.) La democracia en América Latina, un barco a la deriva. • Cordera, Rolando; Trejo, Raúl; Vega, Enrique (coords.). México: el reclamo democrático. Homenaje a Carlos Pereyra. • Corporación Latinobarómetro. Informe 2008. www. lantinbarometro.org. • Dagnino, Evelina; Olvera, Alberto; Panfichi,

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El tema

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gestar la democracia Enfoque educativo Alberto Álvarez Gutiérrez* Vivimos en una sociedad caracterizada por el cambio constante, por la incertidumbre y por la modernización tecnológica y social. Estas transformaciones han desencadenado procesos que influyen significativamente en la familia y la escuela, lo que repercute sobre los valores, actitudes y motivaciones asociadas a la pro-socialidad. Nos encontramos con un nuevo tipo de cultura que estimula el individualismo y que, además de la promoción del consumismo y los objetos como valores universales, encuentra sus cimientos en el fracaso de los lazos que vinculan a los sujetos entre sí. Por ello es fundamental iniciar procesos por medio de los cuales los niños puedan adquirir el capital social de su comunidad y llegar a convertirse en ciudadanos íntegros, comprometidos y responsables socialmente hablando, conscientes del papel que jugarán en la promoción de acciones que transformen su entorno. En nuestro contexto, el acceso al capital social no es equitativo; no todos los integrantes de una comunidad se ven beneficiados de la misma manera. El medio sociocultural en que se desarrollan determina ese acceso.

EL TEMA

Dialéctica

El ciudadano se forma tanto en la familia, como en la escuela y la comunidad. Es por ello que debemos entender a la escuela como el espacio donde se transforma lo comunitario en cultura, donde se proporcionan relaciones sociales y espacios de participación que constituyen precisamente ese capital social para los alumnos, docentes, padres y madres de familia y directivos. En el escenario escolar se construye buena parte de la vida social de los alumnos. La escuela representa el ambiente primario para la iniciación en la participación ciudadana social y política; ahí se conoce y aprende a partir de coincidir o disentir con los otros a través del diálogo. No obstante, la mayoría de esos momentos de discusión son superficiales e inconclusos, y se trata más bien de episodios monologares (se reúnen para “monologar”) que de eventos dialógicos. En un proceso educativo democrático, la comunicación, el lenguaje, el diálogo son la base de la convivencia ciudadana, de la participación democrática. Éste se constituye en el espacio donde las diferencias pueden reconocerse y razonarse, donde los diferentes se reconocen y se piensan. En este sentido, el diálogo, el uso relacional del lenguaje, es a la vez medio para y forma de convivencia y participación.

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También es la base de la solución pacífica de los conflictos.

Enfoque sociológico Carlos Vargas Tames**

Encontrarse y conversar, compartir vivencias, es convivir. Convivir tiene que ver con escuchar, conversar, dialogar o discutir con los otros, es decir, con la forma en que “nos entrelazamos” con ellos. Si esto ocurre en la escuela, en sus diferentes escenarios y entre sus diversos actores, se estará construyendo la convivencia escolar. Si esta realidad relacional se trasciende desde la escuela hacia el ámbito de lo social comunitario, se estará construyendo la convivencia democrática, la ciudadanía activa. Por ello, el diálogo escuela– comunidad es vital para la promoción del compromiso cívico, del aprender a vivir juntos dando paso a la expresión de los sentimientos, las emociones y la compasión solidaria.

La participación ciudadana no es una práctica menor; constituye un prerrequisito para la democracia y para el buen funcionamiento de las sociedades. La vida democrática, a su vez, tiene una implicación directa sobre los niveles de desarrollo social y humano en todos los niveles de la estructura social. El desarrollo y la democracia conforman un binomio inextricable para el bienestar y así lo demuestran los índices de desarrollo, pobreza, marginación y aquéllos de libertades y vida democrática. Al respecto pueden consultarse los índices de desarrollo humano, de libertad humana, el Informe sobre la Democracia en América Latina (PNUD) y los índices de marginación, por ejemplo, del CONAPO.

La educación para la convivencia, para la ciudadanía activa, libre, consciente y responsable en una sociedad plural y diversa, para la democracia, implica convivir interactuando, escuchando, dialogando, consensuando, acordando, participando y asumiendo responsabilidades. Al con–vivir con otros, desarrollamos relaciones éticas vinculantes que nos hacen responsables de los otros y de lo que nos une e integra como miembros de una comunidad. Desde esta óptica, lo que le da sentido al individuo, lo que le permite descubrir su realidad antropológica es, precisamente, reconocer al otro, verse frente al otro, comprometerse con el otro a través de la palabra–lenguaje y las acciones; de traducir–se, simbolizar–se y entender–se como discurso. *Maestro en Ciencias. Director del Departamento en Educación de la Universidad Iberoamericana.

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En ocasiones nos preguntamos si no hay democracia porque somos pobres o si somos pobres porque no hay democracia. La respuesta a esta interrogante, que podría p a r e c e r ociosa, pero no lo es, descansa, just ament e, en la par ticipación ciudadana y en la constr ucción de ciudadanía. El tema

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La democracia es un proceso gestor, no un destino; es un proceso sin término que requiere de actores sociales que se configuren como tales, como actores y sujetos de derechos. Esto significa sujetos que participen en la toma de decisiones que afectan sus vidas y la de sus comunidades. Evidentemente, estas formas de participación son diversas y tienen distintos grados de profundidad. La participación ciudadana puede entenderse como la sola participación electoral, votar de manera medianamente informada sería el nivel más básico de la participación. Otras formas más elaboradas corresponden a la relación con las autoridades públicas, las personas que toman decisiones, quienes diseñan y operan las políticas públicas y la observación y contraloría de estas acciones y su afectación –positiva o negativa– sobre las comunidades de que se es parte. En un nivel diferente encontramos la participación enmovimientos sociales o en la manifestación pública de ideas al respecto de lo que sucede en el entorno y, finalmente, aquellas prácticas que comportan la colaboración, la dedicación

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de tiempo, trabajo o recursos a la solución de los problemas de la comunidad. Hay que considerar que la gente participa en aquello que le resulta cercano, habitual, natural y sobre lo que tiene algún interés particular. La participación no se da de la noche a la mañana: es un proceso que se debe construir y desarrollar desde el ámbito local para poder proyectarse. No olvidemos que la idea de la valoración de la política está asociada a la capacidad de producir nuevos sentidos en la vida cotidiana de las sociedades. Sin embargo, la participación no es sólo facultad de la ciudadanía, sino también y de manera determinante una tarea de los gobiernos. En principio, la participación ciudadana, desde una visión de Estado, significa compartir el poder y reconfigurar la cultura política en una sociedad. Esto requiere de una redefinición de las relaciones Estado–ciudadanía y de compartir un ideal de sociedad. Por tanto, corresponde al Estado construir espacios de participación equitativa, principalmente de las personas más desfavorecidas, de quienes menos voz tienen, a fin de garantizar la inclusión de todas las voces del concierto social en un ambiente de diversidad y tolerancia. Se trata de redimensionar el espacio público y construir un Estado que de manera transparente genere condiciones para que la sociedad se desarrolle e integre en una comunidad política que exprese las diversidades socioculturales y asegure la primacía de una responsabilidad nacional compartida.

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Para ello, la política debe asumir las aspiraciones de la sociedad y darle sentido a la democracia. El desencanto de las y los ciudadanos parece tener más que ver con un resquebrajamiento del imaginario democrático que con el funcionamiento del régimen. ** Posgraduado en Derechos Humanos por la Universidad de Oxford y en Educación Humanista por la Universidad Iberoamericana León. Autor de dos informes nacionales sobre desarrollo humano y más de una decena de artículos. Director de Desarrollo Educativo del INAEBA

Enfoque ético Luis Fernando Macías García y Ana María Chávez Hernández*** En La metafísica de las costumbres, Kant dice que la humanidad es en sí misma una dignidad puesto que el hombre no puede ser utilizado por ningún hombre. Este punto de partida tan abrupto puede ser leído bajo el ángulo de la explicación que nos ofrece Pierre Manent (2006) en su Curso de Filosofía Política: “…sentimos que debemos y, por lo tanto, que podemos obedecer la ley. Sentimos en nosotros –ese sentimiento es el respeto– la posibilidad y la necesidad de una acción puramente desinteresada, es decir, una acción realizada por puro respeto a la ley. Ese es el contenido, el corazón de la noción kantiana de dignidad humana, respetar la dignidad de otro hombre es respetar en el otro el respeto que no puede faltarle por la ley moral… respetar su respeto de sí”. A la luz de esta noción, que es en muchos sentidos fundadora de las aspiraciones de la democracia moderna, uno puede hacerse algunos planteamientos con respecto a los fundamentos de la participación ciudadana con fundamento ético en el mundo contemporáneo sin caer en la tentación de pretender imponer un solo escenario posible, sino abriendo el problema a consideraciones que nos inquietan sobre nuestra realidad cotidiana. El meollo del asunto podría encontrarse en la necesidad de resolver, aunque de manera provisional, la cuestión nada fácil de saber si nuestro actuar político proviene de un ordenamiento natural y, en

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consecuencia, si se trata de un ordenamiento predeterminado en cada individuo por factores extra sociales o si, por el contrario, se trata de una construcción estrictamente inherente al ser humano pero radicalmente construida en el ámbito de sus formas de vida social. Si aceptamos que nuestra vida social y su despliegue político es obra de nuestra condición humana, la vida política se convierte en la única fuente de dignificación de la condición humana. Lo humano constituye no solamente nuestra naturaleza, también representa el único valor que merece la pena conservar por tanto que representa la parte de la vida de la que somos auténticamente responsables. Por extensión, toda transformación al entorno que se desprende del despliegue de nuestra vida humana sigue la suerte la misma suerte y se convierte en materia de esa responsabilidad. En las etapas de vida de la humanidad dominadas por sociedades que consideran que nuestra vida política nos es genéticamente dada, los valores sociales y culturales que estructuran lo político son representados con frecuencia en términos de determinaciones que se deprenden del destino, de la divinidad o de la naturaleza. De cara a la modernidad y después de Kant, es imposible apelar a tales argumentos. Y la consecuencia es terrible, porque debemos admitir que todo el peso de los aciertos o fracasos de nuestra vida política que repercute en nuestras vidas

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particulares, está determinado básicamente por el grado de organización, comprensión y participación y, en consecuencia, por el grado de involucramiento que tengamos en la producción de esa vida social. Tal es el origen del involucramiento de lo moral y su determinación en nuestra vida. Participar es la única forma moderna de dignificar la vida humana, porque es la única manera de humanizarla y hacerla sustentable y viable. A la hora de las sociedades que apuestan al individualismo como mecanismo de dominación, a la hora del desencanto y de la emergencia de sistemas que suponen el fin de lo social y en particular la manifestación del agotamiento de vivir juntos, la tentación de la apatía solamente trabaja en contra de la dignidad, y pone en riesgo no la vida social, sino su dignidad. ***Investigadores de la Universidad de Guanajuato Contacto: luisfer@quijote.ugto.mx Fuentes: • Kant, Immanuel (2009). Metafísica de las costumbres. Traducción de Adela Cortina. Buenos Aires: Altaya. • Manent, Pierre (2006). Curso de Filosofía Política. México: FCE.

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La participación ciudadana en los Consejos Consultivos Sara Noemí Mata*

A menudo se identifica la participación ciudadana con el derecho de votar en las elecciones. No obstante, ésta es una concepción limitada, pues en la vida cotidiana tenemos muchas otras opciones, y aún obligaciones, para participar en las cuestiones públicas. Lo cierto es que pese a que la participación ciudadana es una noción muy socorrida en los discursos políticos, en la práctica, cuando nuestros representantes llegan a un cargo público, mutan el concepto de participación por el de atención a beneficiarios; cambian el diálogo con la sociedad por consultas en que cientos de personas dan propuestas destinadas al archivo, o reducen la participación ciudadana al ámbito territorial más inmediato, como la colaboración vecinal. Pocas veces está claro cuáles son los canales de la participación, quiénes son los que realmente los ocupan y, en definitiva, si esa participación nos está permitiendo a los leoneses ser una sociedad más democrática, es decir, una sociedad en que la voz, los problemas y las propuestas de los que son diferentes, de los grupos no partidistas, de las organizaciones civiles, de las minorías, se escuchen y sean tomados en cuenta. Uno de estos canales de participación en nuestra ciudad es el de los Consejos Consultivos. En León existen al menos 20 de estos Consejos; la organización ciudadana Propuesta Cívica monitoreó la integración y funcionamiento de 18 de ellos, de lo cual resultan algunas reflexiones que queremos compartir con ustedes.

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Los Consejos que se estudiaron fueron los de los Patronatos de Bomberos, Explora, Parque Metropolitano, Feria Estatal, Zoológico y Patronato de Educación contra el uso de drogas y violencia (D.A.R.E.), así como lo de los siguientes organismos paramunicipales: Comisión Municipal de Deporte y Cultura Física (COMUDE), Desarrollo Integral de la Familia (DIF), Instituto Cultural (ICL), Instituto Municipal de la Mujer (IMM), Instituto Municipal de Planeación (IMPLAN), Instituto Municipal de Vivienda (IMUVI) y SAPAL. Otros consejos ciudadanos monitoreados fueron: Consejo Consultivo para el Desarrollo Sustentable en Materia Ambiental, Movilidad y Urbanismo; el Municipal de Seguridad Pública; el del Sistema Municipal de Protección civil; el Consejo para la Competitividad y Mejora Regulatoria y el de Ciudades Hermanas. En la mayoría de los casos analizados, estos Consejos están encapsulados en las instituciones, sin un trabajo ligado a la ciudadanía y a otras organizaciones; de hecho, es complicado establecer un primer contacto si no se pertenece al grupo interno de dichos Consejos, pues usualmente los nombres de los miembros no se dan a conocer ni en el portal de transparencia de los organismos. Esto, como la falta de publicación puntual de sus presupuestos autorizados o los informes que rinden al Ayuntamiento, constituye unas de las prácticas más extendidas de su opacidad, es decir, de incumplimiento con los principios básicos de la transparencia. En los Consejos es muy notable la participación que se reserva a los

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empresarios: un 49% del total de los “asientos” ciudadanos, según los reglamentos analizados (con la excepción de la integración del Consejo Municipal de Seguridad Pública). Si desde las normas, pero sobre todo en la práctica política de integración de los Consejos, prevalece la lógica de “ciudadanos = empresarios”, se margina de la participación a otros actores productivos y grupos sociales. Otro rasgo documentado es la minoritaria participación de mujeres en los Consejos municipales: únicamente 20 de los 121 ciudadanos que actualmente participan son mujeres, apenas un 16%. Para acentuar esta inequidad de género, debemos notar que de estos 20 espacios ocupados por ciudadanas, siete son, respectivamente, integrantes del Consejo del DIF y del Instituto de la Mujer, áreas “tradicionalmente” reservadas para las mujeres; también hay que descontar que en ambos se incluye también por tradición, pues ninguno de los reglamentos lo precisa, a la esposa del Presidente Municipal. Nuestro estudio mostró que las diferencias formales en atención a la solicitudes de acceso a la información y en los registros por los cuales los Consejos disponen al público los resultados de su trabajo y reuniones (como actas de sesión, agenda de temas, informes) marcan las posibilidades del ciudadano común u organizaciones como Propuesta Cívica para acercarse a sus resultados y a su gestión.

Hay mucho por hacer para que la participación ciudadana en los Consejos en León sea más incluyente y democrática. La buena noticia es que en esta tarea los ciudadanos no necesitamos esperar una época electoral, sino que podríamos empezar hoy mismo. Podríamos conocer el trabajo de aquellos Consejos más cercanos a nuestro ejercicio profesional o grupal, o a nuestros intereses personales; conocer a sus integrantes (a los que sí nos representan como son los miembros del Ayuntamiento y a los que, como nosotros, ciudadanos comunes, participan de modo honorario); indagar sobre los millonarios presupuestos públicos sobre los que deciden y pedirles que la agenda de los intereses de la ciudad sea difundida y que sus decisiones se sujeten más al escrutinio público. Si quieres conocer más acerca de los resultados a este Monitoreo puedes escribir a: guanajuato@propuestacivica.org.mx * Integrante de Propuesta Cívica Guanajuato.

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Documentar la historia, memorizar la verdad, cambiar la realidad Nada justifica el pacto con la desmemoria, la reconciliación y el olvido sólo son posibles cuando se conoce la verdad. Juan Gelman

La participación ciudadana puede expresarse de tantas maneras como personas habitan nuestro país. Una de ellas tiene que ver con la labor de los medios de comunicación para transmitir información y proporcionar a los lectores, espectadores o radioescuchas datos que hagan evidentes fallas en el sistema que nos rige. En este caso, el video sirve a la transformación social como una denuncia de miles de desapariciones forzadas en el estado de Guerrero. Gabriel Hernández Tinajero y Berenisse Vásquez Sansores, co-directores del documental 12.511 Caso Rosendo Radilla: herida abierta de la guerra sucia en México, explican su necesidad de contar esta historia: “Nos quedaba claro que este tenía que ser un documental de incidencia que señalara cuáles son los conceptos o legislaciones que se tienenquemodificar, no se trata sólo de sensibilizar sino de hacer algo, señalar qué es lo que se quiere cambiar”. El documental de 65 minutos retrata el caso del líder comunitario Rosendo Radilla, quien en 1974 desapareció en 22

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un retén militar. A la fecha, el caso de Rosendo, como el de otros más de mil 200 desaparecidos, sigue sin resolverse. Este caso se encuentra ahora en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (con este documental como anexo al informe de caso) en espera de una sentencia que, además de esclarecer los hechos, permita a los familiares de todas estas personas concluir un proceso de búsqueda de la justicia que lleva más de 30 años. “No puede haber justicia si no hay verdad, cuando no hay verdad, la justicia se niega”. El objetivo de mostrar en imágenes este suceso es volver evidente la falla de un gobierno que durante los años sesenta y setenta reprimió con violencia a movimientos de oposición, convirtiéndolo así en un asunto de opinión pública para, mediante la participación ciudadana, exigir al gobierno actual esclarecer los acontecimientos. México tiene el récord de acuerdos firmadosencuestiones de derechos humanos, pero no ha adaptado su legislación interna para que estos se respeten. Gabriel y Berenisse plantean, con su trabajo, una invitación a demandar un cambio en nuestro país

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y a ser concientes de la historia y, por tanto, responsables de nuestro entorno. Así como a través de la realización de material audiovisual, hay múltiples maneras en las que, como ciudadanos, podemos instar a que los gobernantes cumplan sus promesas de campaña y las funciones a las que sus puestos políticos les obligan. Para ver parte del documental, colaborar con acciones urgentes o saber más acerca de este caso, ingresa a www.cmdpdh.org (Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos) o a www. witness.org (organización que a través del video y la tecnología denuncia violaciones a los derechos humanos).

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Díseres, a través de la obra de siete escritores regionales, concede a cada pecado capital una perspectiva literaria. Esta tercera entrega corresponde a la soberbia.

La cimbra Celia Garza Vera*

Exhaló cansado sin dejar de correr. Había concluido los diez kilómetros. Miró sonriente el cronómetro. Un tiempazo. Salió de la pista dejando pequeñísimas explosiones de arcilla. El amanecer bañó su rostro, estaba victorioso. Lo tenía todo. La campaña iba viento en popa. Gotas de sudor empañaban su vista y llegó directo al sauna sin utilizar su toalla. Se desnudó, abrió al máximo la llave y esperó. Una espesura blanquecina lo rodeó. Comenzó a exfoliarse haciendo ondulaciones con una finísima esponja. Se rasuró cuidadosamente. Un regaderazo de agua fría, crema corporal y loción after shave. Suficiente para vestirse: boxers impecables, camiseta cuello “V”, calcetines nuevos –invariablemente–, camisa italiana, traje a la medida y zapatos franceses. En su guardarropa nada era nacional. Desayunó frugalmente. Entre los cláxones del tráfico, el radio de un coche transmitía su declaración en el noticiero: “Yo no quiero nada para mí, todo lo que pido lo quiero para quienes sirvo.” Su chofer agrandó los ojos como diciendo “¿Ya se escuchó, patroncito?”, pero prefirió callar mirándolo a través del espejo retrovisor. Él apenas se inmutó. Flemático observó sus uñas. Iban retrasados y su asistente no le enviaba los datos electrónicamente. Tenía su discurso aprendido de memoria, pero lo repasaba una y otra vez. Era conocido por su impecable oratoria. La prensa no le había encontrado un punto flaco, ni los periodistas y analistas más recalcitrantes. La clave: una organización basada en la información y un profundo temor al ridículo.

jolgorio La nata y la crema

Su abuelo, militar de la vieja guardia, siempre le aconsejó: “Nunca subestimes a la persona que tienes frente a ti, sea una mujer, un niño o un pordiosero”. No bajaba la guardia por más que el desprecio lo asaltara: tenía una sonrisa para el anciano pestilente; estrechaba la mano llena de callos y sucia del campesino; abrazaba al atleta sin piernas y recibía personalmente en su oficina a ciudadanos mediocres. En su fuero interno apenas los toleraba. A b r í a e l c o r r e o r e c i é n e n v i a d o p o r su asistente cuando su chofer frenó abruptamente. Un accidente automovilístico lo obligó a caminar hasta donde se inauguraba la primera fase de la obra. Agitado llegó al pódium, tomó aire y dirigió unas palabras. El aplauso fue breve y cálido. Lo invitaron a recorrer las instalaciones que todavía estaban en construcción. Veinte pisos, a reventar de albañiles. Desde abajo se veía como un hormiguero a través de un molde de plástico transparente. La señorita del escote rojo le cedió el paso, él aceptó. Caminó sobre endebles tablas, no quiso usar casco con la idea de terminar pronto el compromiso. Nadie insistió. Uno de los ingenieros le señaló el camino. En el protocolo se establecía el simbólico martillazo a la cimbra de la escalera central. Él no sabía, apenas leyó el mensaje de su asistente. Llegaron al claro donde se erguía una escalera de caracol imponente. Gracias a sus estudios arquitectónicos, distinguió la cimbra circular RUNDFLEX, tomó la herramienta y atestó un golpe sordo que rebotó en su frente, truncando así su carrera política para siempre.

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a $7 y malo Matías G. Salmón

Cada vez que un aumento en el precio de algún servicio que usamos cotidianamente nos pega en la bolsa, nos ponemos a analizar un poco, levantamos la cabeza para dale un vistazo o para realmente poner atención. Este es el caso de muchos de nosotros, quienes utilizamos el transporte público de la Ciudad de León. Como la lógica en la dinámica del malinchismo, tratamos de copiar las curas de otros para resolver nuestros males, y este es el caso de un sistema de transporte que hasta el momento no ha resuelto el problema de cómo mover a esta ciudad de manera lógica, menos complicada, más eficiente, menos peligrosa, ecológica, que obedezca la dinámica de pensamiento local, encontrando en las cabezas de todos la solución, y más importante aún, que realmente resuelva el problema, que no requiera de una inversión cuantiosa en replicar modelos de transporte que funcionan en Brasil o Colombia, porque simplemente la infraestructura vial y cultura es muy diferente. El salario promedio en León es de mil pesos semanales. Para un usuario, el transporte público representa entre el 10 y 15% de su gasto, y haciendo un cálculo ligero, cuesta lo mismo tener coche propio; en algunos casos es hasta más barato en relación con el

tiempo que se invierte en el traslado y costo del mismo. Es posible que sea un efecto de la “crisis económica” que tanto nos afecta. Yo pensaría más bien que se trata de una crisis de conciencia; que hemos dejado –por apatía o indiferencia, principalmente– que no se nos tome en cuenta para la elaboración o reestructuración de muchos productos y servicios que usamos cotidianamente, y eso se debe a la falta de responsabilidad para con nosotros mismos. Si es necesario elevar el costo del transporte público porque simplemente no es rentable debido la cantidad de impuestos y gastos de mantenimiento, salarios y gasolina que consume, puede ser comprensible, pero cuestionable al fin de cuentas. Sin embargo, no es coherente pensar que un transporte público no cumpla con las necesidades de la población en tiempo y forma. ¿Responsabilidad? No se trata de encontrar culpables, sino responsables; no podemos señalar a dependencias como la Dirección de Tránsito Municipal o a los concesionarios; es un asunto ciudadano. Parece ser –en este caso y en muchos otros– que nos quedamos mudos y con un gesto de pena en la cara, pero no pasa a mayores, pensamos que no es para tanto, que es un peso más y que no afectará más de lo que ya está nuestro bolsillo, pero la verdad es que lo que se va mermando más cada día es nuestra calidad de vida. ¿Quepasaríasiexigiéramosdemanera conjunta un transporte eficiente, con

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rutas lógicas, sin tanto “apelotonamiento”, con un canal de comunicación fluido que retroalimente y, por ende, que mejore el servicio expuesto? ¿Habría menos coches en la ciudad por tener como alternativa un transporte que cumpla su función en tiempo y forma? Otro punto importante es nuestra dinámica de pensamiento: preferimos un coche propio a la alternativa de luchar y exigir nuestros derechos, pero no sólo es eso: esa lucha incansable por la generación de status quo, de cómo pensamos que “los camiones son para los pobres” (en México, más de 80% somos pobres, pues no satisfacemos totalmente nuestras necesidades en todos los rubros). Y mientras sigamos teniendo esta manera de pensar racista, excluyente y poco comprometida, con un pensamiento que dista mucho de ser cosmocéntrico (conciencia de que somos parte de todo y que todo es parte de nuestra vida) seguiremos siendo llevados como borregos, sin exigir un presente digno o un futuro deseable. Es sólo nuestra responsabilidad, de nadie más. Ningún cambio se da sin la exigencia del pueblo.

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