Revista Salvo el crespúsculo No.3

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Literatura y arte

Año II

- Número 3

Marzo - Junio 2013

Revista Literaria Digital POESÍA

CUENTO

CRÍTICA

ENSAYO



A MANERA DE PRESENTACIÓN

Hölderlin ha dicho que al hombre se le ha dado el más peligroso de los bienes, el lenguaje. En estos tiempos donde se ha visto que la “razón” es verdaderamente el más peligroso de los dones que poseen los hombres, ¿qué interpretación podemos dar a cerca del lenguaje, se puede afirmar que el lenguaje, la palabra, se incrusta dentro del ámbito de la Razón? Quiero decir, el lenguaje poético. ¿Qué especie de razón es la que los hombres poseen para afirmar que ella es la luz de la modernidad? El lenguaje poético es en verdad el más peligroso de todos los bienes dado que hace de la “realidad”, de lo “real”, la sustancia madre de un nuevo lenguaje, una nueva sublimación de nuestros espacios interiores que hoy se perciben atrofiados por una razón de tipo “instrumental”, cosificados por el ímpetu de avances tecnológicos muy loables pero mal dirigidos como hemos visto en la actualidad:

Los humanos no pueden soportar mucha realidad Para soportar el peso de tan ruinosa “modernidad”, el lenguaje poético se levanta sobre los escombros de la Historia para devolverle a lo real su verdadero valor espiritual pues, al igual que la energía, (encarnada en el lenguaje) se transfigura en un bien del espíritu, una conglomeración de alimentos indispensables para el desarrollo de una humanidad más humana, libre de cosificaciones: La rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos Rebelión iniciada desde nuestra y demás publicaciones. CONSEJO EDITORIAL


SUMARIO|SUMARIO|SUMARIO|SUMARIO|SUMARIO

07 * Onetti tan memorable: una semblanza de sus cuentos [Segunda parte - final]. Alejandro José López Cáceres

Adrián Giorgio

32 * Desierto

11 * Juntacadáveres

Ellie Irabú

Sinae Dasein

35 * Par de piezas

14 * Escalas

Miguel Tonhatiu

Eduardo Ortiz

15 * Canevá: femme a la roble verte * Desnuda con huevo Roberto Luviano

47 * [Gráfica] Dios del agua

19 *

José Emilio Pacheco y los poetas muertos (Por su poema “D.H. Lawrence y los poetas muertos)

Moisés García Hernández

Pepe Gracmor

21 * Amuleto de Roberto Bolaño o la nostalgia social de México y América Latina. Edgar Miguel Juárez Salazar

Consejo editorial: José Antonio Iñiguez Narvaéz Luis Alberto G. Sánchez Sinae Dasein

48 * Oing 53 * Los López

20 * [Gráfica] Dios de la muerte

Diseño: Luis Alberto G. Sánchez

Pepe Gracmor

Roberto Luviano

Arturo Loera

Asistentes de redacción: José Antonio Iñiguez Narvaéz Luis Alberto G. Sánchez Sinae Dasein

Isabel Corona Montiel / Furyo Sakamoto

Jorge Antonio Villalobos Martínez

Mario Emmanuel Pineda Quintal

Subdirección: Luis Alberto G. Sánchez

38 * FOTOGRAFÍA 43 * Teoría humana

18 * Un momento

Dirección: José Antonio Iñiguez Narváez

24 * El jazmín

56 * Simún de los desiertos Ramón Iván Suárez Caamal

Autores: Carlos Santibañez Andonegui * Edgar Miguel Juárez Salazar * Alejandro José López Cáreces * Celeste Vázquez * Adrián Giorgio * Miguel Tonhatiu * Ulises Paniagua * José Manuel Ortiz Soto * Roberto Luviano * Misés García Hernández * Arturo Loera * Gerardo Robles * Ramón Iván Suárez Caamal * Gocho Versolari * Miguel Ángel Aguilar Huerta * Diana Ferreyra * Mario Emmanuel Pineda Quintal * Lucero Balcazar * Rosario G. Towns * Aniela Rodríguez Zapata * Ellie Irabú * Óscar Cortés Tapia * Eduardo Ortiz * Ivana Szac * Sinae Dasein * Jorge Antonio Villalobos Martínez * FOTOGRAFÍA/GRÁFICA: Isabel Corona Montiel * Pepe Gracmor.

Salvo el crepúsculo. Revista literaria digital, es una publicación trimestral de formato electrónico, generada en la ciudad de Benito Juárez, Cancún, Quintana Roo, México. Adjuntada en la página web: http://issuu.com/revista_salvoelcrepusculo . Correo-e: revista_salvoelcrepusculo@hotmail.com Las opiniones contenidas en los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de los autores. Se autoriza la reproducción total o parcial de los textos incluidos en Salvo el crepúsculo, revista literaria digital, siempre que se cite la fuente y el autor.


* Onírico I Rosario G. Towns

62 * “Estar allí, en el esplendor: la poesía de Rocio Cerón Sarlos Santibañez Andonegui

66 * Cartografía de un poeta ausente Aniela Rodrígez Zapata

68 * Cigüeñas Celeste Velázquez

83 * 1 - 2 - 3 Muy rojo Ivana L. Szac

84 * Madre * Danzando lujurias Lucero Balcazar

86 * Appassionata José Manuel Ortiz Soto

88 * Eratóstenes Gocho Versolari

93 Autores

72 * La naúsea Diana Ferreyra

74 * Cartas a un espejo muerto Ulises Paniagua

77 * Fritz Lang * Cinco cuadros de Leticia Ocharán Miguel Ángel Aguilar huerta

81 * Siete ciudades * Ésta no es una máscara Óscar Cortés Tapia Imagen de portada: Pepe Gracmor Título: Dios creador.

SUMARIO|SUMARIO|SUMARIO|SUMARIO|SUMARIO

60 * Dorsos



ONETTI Una semblanza de sus cuentos Por: Alejandro José López Cáceres

P

resentamos en manos de Alejandro José López Cáceres la segunda parte del ensayo: Onetti tan memorable: una semblanza de sus cuentos. Juan Carlos Onetti [Montevideo 1909 - Madrid 1994] es uno de los escritores de mayor reconocimiento en el ámbito de la lengua española y tal vez de más prestigio en la actualidad.

V No cabe ninguna duda sobre la autenticidad literaria de Onetti; de hecho, es uno de los narradores más originales de la lengua española. No obstante, su extraordinaria admiración por Faulkner lo llevó a hacer afirmaciones radicales, como ésta que leemos en un diálogo sostenido con el crítico Jorge Ruffinelli: “Todos coinciden en que mi obra no es más que un largo, empecinado, a veces inexplicable plagio de Faulkner. Tal vez el amor se parezca a esto. Por otra parte, he comprobado que esta clasificación es cómoda y alivia” [12] . Entramos, en realidad, al terreno de las influencias, al modo como un autor se relaciona con aquellos que le han antecedido en su arte. Todo escritor se instala en la tradición; es decir, dialoga, voluntaria o inconscientemente, con quienes siente una profunda empatía espiritual. Rodríguez Monegal señalaba dos presencias más, igualmente determinantes, en la narrativa del maestro uruguayo: Borges y Louis Ferdinand Céline.[13] [12] Ruffinelli, Jorge. Palabras en orden. Universidad Veracruzana. México, 1985 (1974). Pág. 108. [13] Cfr. Rodríguez Monegal, Emir. “Onetti o el descubrimiento de la ciudad”. En: Revista Capítulo Oriental Nº 28. Montevideo, 1968.

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ensayo: onetti tan memorable

El primero le aportó ese vértigo imaginativo que se expresa construyendo una ficción dentro de otra —y en el tránsito permanente que los personajes hacen a través de ellas—, al estilo de ese inolvidable relato borgeseano llamado “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” [1941]. Con el segundo tenía Onetti afinidades de fondo en lo que respecta a la visión del mundo, el cual percibían, en su oscuro pesimismo, como algo irredimible y catastrófico; también, y muy especialmente, en su relación con el lenguaje. Vargas Llosa lo llama estilo crapuloso y nos regala una precisa y oportuna definición: El de Onetti es un estilo que podríamos llamar crapuloso, pues parece la carta de presentación de un escritor que, frente a sus personajes y a sus lectores, se comporta como un crápula. Ni más ni menos. Las características más saltantes de este estilo son casi todas negativas. Lo frecuente es que el narrador narre insultando a los personajes —llamándolos cretinos, bestias, animales, abortos, estúpidos, monos, hotentotes, etcétera— y provoque al lector, utilizando con frecuencia metáforas e imágenes sucias, relacionadas con las formas más vulgares de lo humano, como la menstruación y el excremento.[14] La eficacia expresiva con la cual logra el maestro uruguayo involucrarnos en su cosmovisión melancólica y sombría pasa por ese lenguaje en el cual, sin embargo, jamás se incurre en la procacidad. Sabemos, por otra parte, que muy tempranamente y de modo asiduo Onetti frecuentó las páginas de Céline, en especial las de aquella novela titulada “Viaje al fin de la noche” (1932). También le rindió tributo desde su trabajo periodístico. Pero hay todavía una influencia más que haría falta reseñar de su estilo y que no es posible circunscribir a un autor concreto; no obstante, es tan definitiva para su obra como las que se han planteado hasta aquí.

[14] Vargas Llosa, Mario. Op. cit. Pág. 116.

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alejandro josé lópez cáceres

VI Juan Carlos Onetti es un narrador que no se deja adivinar. Con él nos sucede lo mismo que ante esos conversadores ingeniosos e impredecibles que nos obligan a estar siempre atentos, pues van tejiendo, a lo largo del diálogo, una seguidilla de reparos, de considerables o menudas salvedades frente a cada afirmación que se les hace. Esto podría resultar fatigante —incluso antipático— si no fuera porque cada una de esas objeciones nos sorprende y, al mismo tiempo, nos irradia una comprensión nueva de las cosas. Onetti siempre nos entrega una manera distinta de mirar y un modo más profundo de decir. Y podemos constatar que dicho distintivo atraviesa los diferentes niveles de su escritura, lo que la inmuniza contra el lugar común. Si nos instalamos en el nivel de la prosa, por ejemplo, hallamos que sus frases son inusitadas —desde sus adjetivaciones hasta su sintaxis—. Leamos esta ilustración, proveniente de ese extraordinario cuento que es “Esbjerg en la costa”. Nos dice el narrador, refiriéndose al personaje llamado Montes, apenas habiendo comenzado el relato: “Me lo imagino pasándose los dientes por el bigote mientras pesa sus ganas de empujar el cuerpo campesino de la mujer, engordado en la ciudad y el ocio, y hacerlo caer en esa faja de agua, entre la piedra mojada y el hierro negro de los buques donde hay ruido de hervor y escasea el espacio para que uno pueda sostenerse a flote”.[15] Si nos detuviéramos en cualquier momento de la frase, nos resultaría imposible anticipar hacia donde nos conducirá su ritmo serpenteante en la palabra que sigue. Este rasgo se replica si nos cambiamos de esfera. Una de las mayores obsesiones de Onetti es cómo entregar la información de la historia que está narrando. Y suele hacerlo con un severo cuentagotas. Esta disposición para contar es la característica más representativa de la novela policíaca, género por el cual tenía el maestro uruguayo especial debilidad. Si bien leyó a los autores mayores del relato negro —Hammett y Chandler—, no discriminaba demasiado a la hora de pillar estas novelitas que devoraba con el apetito de un bebé glotón, las mismas que ya en sus años postreros le proporcionaba su esposa Dolly como si fueran golosinas. Cuando le pasaron el famoso cuestionario Proust, al que suelen recurrir los magazines literarios, respondió así a una de las preguntas: [15] Onetti, Juan Carlos. “Esbjerg en la costa”. En: Cuentos completos. Op. cit. Pág. 155.

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—¿Su sueño de dicha? —Whisky y una buena novela policial que todavía no he leído. Aunque no practicó el género, a la hora de escribir sí incorporó muy deliberadamente el recurso del suspenso. Éste habría de ser determinante en la ejecución de sus mejores relatos; pero también repercutió de forma negativa en algunas de sus narraciones que, debido al exceso de información implicada, se oscurecieron hasta un punto innecesario, como sucede en “La cara de la desgracia” [1960]. En el primer caso podríamos referir esa exquisita obra maestra del cuento titulada “Jacob y el otro”. A través de la rotación del punto de vista —otra de las técnicas en las que Onetti es un verdadero experto—, vamos conociendo los pormenores de la historia, del combate entre Jacob van Oppen y el turco Mario. La identidad de los contrincantes se nos revela mediante una dosificación de los datos ejercitada con la precisión de un relojero suizo. Sabemos desde el comienzo que hay un gigante malherido. ¿Qué ha pasado? Luego nos enteramos de que ambos luchadores poseen rasgos físicos parecidos. ¿Cuál de los gigantes está moribundo? Será necesario recorrer cada página de esta memorable narración para saciar la curiosidad que su autor ha sabido exacerbar en nosotros de principio a fin. Hay, por supuesto, muchas otras cosas inolvidables en este cuento —como el príncipe Orsini, manager de Jacob, o Adriana, la novia del turco—; por eso, transcurridas tantas décadas, los lectores de hoy nos preguntamos por qué razón no le concedieron el primer premio en el concurso de cuento que organizó la revista Life, en 1960. Quizá por ese vicio que tenía Onetti de quedar segundo en todos los certámenes literarios a que se presentaba.

VII Si bien es cierto que entre sus relatos hay unos mejor logrados que otros, todos desarrollan en profundidad esa mirada tan particular que el autor tenía sobre la vida y la literatura. No hay claudicación en ninguno de ellos —ni ante modas, ni ante editores, ni ante el éxito—. La suya fue una búsqueda incesante en el fondo de su alma y una indagación permanente en su relación con el lenguaje. Alguna vez hizo, en tal sentido, esta declaración de principios: “Nunca me ha importado la crítica ni ha influido en mi obra. Creo que ésta es el

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producto de mí mismo, y aunque reconociera que el crítico tiene razón no podría cambiarla. Los errores, en este sentido, son como la cara que tengo. No se pueden cambiar”.[16] De modo que en sus narraciones hallamos una y otra vez las obsesiones habituales, aunque desplegadas siempre en admirables y proteicos anecdotarios. En repetidas oportunidades habló Onetti sobre el origen de sus relatos, como en el caso del que habría de ser, probablemente, su cuento más impecable: “El infierno tan temido”. A Jorge Ruffinelli y a Joaquín Soler Serrano les refirió, en momentos distantes, la génesis del mismo. Se trata de una historia sucedida realmente en Montevideo y que le fue contada al maestro uruguayo por su amigo Luis Batlle Berres, quien fue presidente de la República —a él le dedicó “El astillero”—. Un empleado de la radio Ariel, casado con una actriz de radioteatro, abandonó a su esposa al enterarse de que ella le había sido infiel durante una gira. La mujer, en retaliación, le empezó a mandar fotografías obscenas en las que aparecía ella acostándose con amantes ocasionales. Para incrementar el martirio, envió las fotos a los amigos de su ex-marido. Hasta que llegaron también a su círculo familiar. Éste no pudo resistirlo y se suicidó. Onetti pone al servicio de la insólita situación su extraordinaria pericia narrativa y, de modo estratégico, destaca en todo ello una dinámica de ambigüedad. Dota a sus personajes, por su puesto, de unas particularidades significativas. El hombre, llamado Risso, es un periodista que cubre la sección Carreras Hípicas en un periódico. Viudo y con una hija en edad escolar ha contraído nuevas nupcias con Gracia César, una joven actriz a quien dobla en edad. Nos cuenta la devoción con que ella se ha entregado a su esposo y a la hija de éste. Y, sobre todo, nos presenta la promesa de amor incondicional que él le ha hecho a su mujer, más allá de cualquier consideración. Por eso cuando Gracia César le confiesa una aventura sin importancia y Risso reacciona rompiendo el matrimonio, se granjea el odio más visceral que pueda ella ejercer. En esto se reproducen las coordenadas principales de la historia original, incluida la gradación de la represalia —las fotografías son remitidas a instancias cada vez más entrañables en los afectos del protagonista—. Pero Onetti sabe la importancia de subrayar en esta historia los elementos más oscuros; así desborda las explicaciones simplistas y se adentra en la exploración de la crueldad. [16] Onetti, Juan Carlos. “Unas citas de Onetti”. En: Cuadernos Hispanoamericanos Nº 292. Madrid, 1974. Pág. 27.

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ensayo: onetti tan memorable

Porque si bien es cierto que hay aquí una venganza, también la mujer está llevando a cabo una inmolación. Sí, la mueve el odio; pero es innegable que ese hombre le importa hasta un grado supremo: algo muy parecido al amor. Por eso nos dice el narrador que Risso, al recibir la segunda foto, “midió su desproporción, se sintió indigno de tanto odio, de tanto amor, de tanta voluntad de hacer sufrir”. [17] En lo que respecta al marido, saltan igualmente a la vista sus contradicciones. De una actitud posesiva y condenatoria hacia Gracia César —la misma que generó la separación— se va moviendo de a poco; es decir, a medida que acumula fotografías. Con la cuarta de éstas, la cual llega a su casa y es interceptada por la abuela de su hija, el protagonista toma la decisión de buscar a su esposa e intentar el regreso. Ha ingresado a un estadio excepcional: “Volteado en su cama, Risso creyó que empezaba a comprender, que como una enfermedad, como un bienestar, la comprensión ocurría en él, liberada de la voluntad y la inteligencia”. [18] Desafortunadamente, las cosas no terminan ahí para el periodista. La parte final de esta historia nos la cuenta el viejo Lanza, un compañero del periódico a quien le había llegado una de las fotos previas. Por su testimonio sabemos que Gracia César envió una última fotografía a la niña, al Colegio de Hermanas donde estudiaba. Éste fue el puntillazo definitivo para Risso, quien toma entonces la opción del suicidio. Así se configura una dimensión intangible en este relato, un más allá que no puede ser explicado y que está en la base de su excelsitud, de su hondura para inquirir algo tan complejo como la crueldad. Al comentar los cuentos de Onetti, Rosario Hiriart afirmaba: “La fatalidad rige la vida de todos sus personajes, quienes parecen arrastrar siempre un cansancio atávico, mientras que la forzosa incomunicación en que viven les impide mezclarse con la vida”.[19] Resulta a la vez curioso y revelador el rótulo escogido para este cuento, el cual proviene del célebre soneto anónimo que se titula “A Cristo crucificado”, esa joya de la mística española: “No me mueve, mi Dios, para quererte / el cielo que me tienes prometido; / ni me mueve el infierno tan temido / para dejar por eso de ofenderte”.[20] También de este modo quiso el maestro uruguayo cifrar las claves del misterio que se oculta detrás de la maldad humana. [17] Onetti, Juan Carlos. “El infierno tan temido”. En: Cuentos completos. Op. cit. Pág. 216. [18] Ídem. Pág. 225. [19] Hiriart, Rosario. “Apuntes sobre los cuentos de Juan Carlos Onetti”. En: Cuadernos Hispanoamericanos Nº 292. Op. cit. Pág. 309. [20] Anónimo. “Soneto a Cristo crucificado”. En: MORALES, María Luz (selección). Libro de oro de la poesía en lengua Castellana: España y América, siglos XII-XX. Editorial Juventud. Barcelona, 2006. Pág. 169.

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alejandro josé lópez cáceres

Leer los relatos de Onetti es recorrer una de las obras más inquietantes y exquisitas de la literatura escrita en español. Entre los años 60 y 80 del siglo pasado hubo una fuerte acogida crítica acompañando su producción narrativa. Dos momentos tuvieron particular notoriedad. El primero, a raíz de su exilio en España —cuando le fue dedicado un número especial de los Cuadernos Hispanoamericanos, en 1974—; y el otro en 1980, en ocasión de la entrega del Premio Cervantes de Literatura. Sin embargo, en lustros más recientes ha habido una especie de marea baja en su recepción. Pero este año han vuelto a florecer signos que muestran una renovación del interés editorial y crítico. Acaba de aparecer el tercer volumen de sus Obras Completas, editado por Galaxia GutenbergCírculo de Lectores, bajo el cuidado de Hortensia Capanella. Las celebraciones de su centenario han tenido gran acogida en las dos orillas del Atlántico y de la lengua. Mario Vargas Llosa ha lanzado un afectuoso libro sobre la obra de Onetti. Diversas publicaciones le han dedicado separatas y números monográficos, como la Revista Ínsula Nº 750 y la Revista Turia Nº 91, recién impresas en España.[21] En fin, podemos decirle al lector, con toda certeza: adelante, el banquete está servido.

[15] Cfr. Revista Ínsula Nº 750. Año LXIV. Espasa Calpe. Madrid, junio de 2009. Cfr. Revista cultural Turia Nº 91. Zaragoza, junio-octubre de 2009.

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SINAE DASEIN || poesía | poesía | poesía | poesía ||

|| JUNTACADÁVERES Y entretanto paseas por tu habitación. Sí, estás aguardando tan sólo el aviso, ese anuncio de amor , de peligro, de como quieran llamarle ese gran reflector encendido de pronto en la noche. JCB A Juan Carlos Onetti

1 Yo sé de tus andanzas en Santa María por el espeso río que cubre tus manos del polvo de aquella casa celeste donde bebiste la carne de putas más santas que la ciudad la tempestad de los hombres donde Juntacadáveres dibujó sombras en el pecho de María Bonita clepsidras que devoran los huesos del padre Bergner noches amarillas donde el viento cabalga entre las bocas de los muertos y la derrota desarrolla su saliva sobre la frente de sus habitantes: el polvo como un rey siniestro se levanta sobre el Hombre

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|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

sinae dasein

juntacadáveres

DISERTACION LARSIANA A ORILLAS DE UN VASO DE WHISKY

Acepto la derrota

me pongo el impermeable me visto del más terrible de los lenguajes Yo Larsen Junta como quieran llamarme derramo sobre la mesa ese licor de labios que María exuda por las 4 bisagras del deseo el cuádruple pestañeo de la carne al ir y venir por los pasadizos de Santa María Es un domingo de noche (aún escurriendo entre las uñas como una gotera astral) el azul de las alcobas se mezcla con la manía de desempolvar huesos de iluminar ciertos corredores donde una niña oculta entre sus piernas deshoja un par de jazmines tratando de solucionar la sequia del amor del tiempo de como quieran llamarle donde una niña oculta dentro del humo del cigarrillo traza los límites de la derrota - Es un domingo de noche ¿recuerdas? (María se afilaba las sombras que corrían que delineaban el contorno de su boca seca) - no le des un motivo por favor no le des consciencia a la nostalgia (María con un vaso entre las piernas deshoja el olor a jazmines que se arrastra por los pasillos de la casa) la desesperación y el juego En noches de domingo un amargo sabor a insectos a cosas derruidas me pisa las membranas de aquella (supuesta) niña que debía encontrar y salvar (miras a través de la ventana miras a través de tus uñas cómo la noche se incrusta en la madera vieja en la absurda sonrisa que Irene desflora sobre los hombres cerca de la barra mientras el jadeo-Nelly el deseo-Nelly embriaga al hombre que se retuerce entre las sábanas somete a los hombres fuera de la habitación como una liana siempre ardiente y los penetra se hunde toda ella en sí misma en el deseo de ser bifurcada bifurcación siempre húmeda siempre roja) Derrotado y en cenizas espero la iniciación la anunciación la resurrección quiero decir la supuesta llegada del mesías que debía ser después de 6 meses de abriéndose paso caminando sobre las aguas de Santa María en mitad de esta noche de domingo de lunes por la mañana mientras María me besa con su cuadrúpeda guarida con el estúpido deseo de un domingo de noche

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sinae dasein

2 Aquel otoño la luz jugó entre las hojas y los vasos corroídos por el whisky algo entre tus pasos trituró las vigas donde Julita se balanceaba como un péndulo como un trapo que cede su lugar de carne abriéndose como una mancha que flota que danza y mezcla con el rito del tabaco con la manía de colocar hierros sobre las vísceras del ojo perforando los sacos apolillados de La Liga Católica de Federico y tus mejillas por donde se asoma la tarde vas por el fango por las calles con un pedazo de luz entre las manos como quien busca una llama dentro de los bolsillos pero no hay hombres para esa luz sólo la niebla penetrando el frágil crecimiento de los árboles el trayecto de las hojas las grúas del astillero creciéndoles por las axilas el duro barro de las lamentaciones tiempo que se pudre dentro del intestino de los predicadores ¡no hay luz para los hombres! sólo la mano del vacío revelando la presencia de lo absurdo

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|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

juntacadáveres


EDUARDO ORTÍZ || poesía | poesía | poesía | poesía ||

|| ESCALAS

En estos instantes de respiro, en este paréntesis entre caminos uno se pone a pensar. Ojea sus pasos, sin encontrar respuesta ni ánimos, ni más escalas. Ojea sus pasos de caminos pasados. En estos instantes en que uno se detiene, se llenan los pulmones de polvo como si fuera de cielo o de mujer o de tabaco, se toma uno la molestia, por ejemplo, de decirse toda la mierda que trae arrastrando y de beber un poco de agua.

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ROBERTO LUVIANO

DOS CUENTOS

|| cuento | cuento | cuento | cuento ||

CANEVÁ: FEMME A LA ROBE VERTE

| 1.|

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Entre las ventanas la primera luz del sol hacia su aparición en medio del vuelo de los pájaros. Antonia procuraba tener sus jaulas limpias y con agua siempre. Ella se encontraba recostada desnuda sobre la cama, encima de las sábanas rojas y lisas. En el buró junto al teléfono el rimel que había usado el día anterior, cuando él posó sus labios sobre los de ella cuando se despidieron, después de haber hecho el amor. Del lado izquierdo del buró estaba un florero transparente con unos estampados de girasoles, un florero antiguo como el olor del viejo cuarto, de sus viejas carnes. Los crisantemos estaban acomodados de una manera perfecta, eran 13 para ser más precisos, Antonia se deslizaba con dificultad sobre la cama, respiraba angustiada, como respiran los muertos, ahí donde la noche era llena de sudor y sexo, de semen y rimel, por fin pudo poner la punta de sus pies sobre el tapete persa, último regalo del último viaje a Turquía que le había traído su último amante, el tapete tenia la figura de un gato siamés gris que descansaba sobre unos tulipanes negros, la punta de sus pies era de un textura suave, casi infantil, sus sueños eran pesados en contraste con sus pies que eran ligeros como la hoja de un árbol cuando éste es podado, así Antonia se cortaba el cabello con sus tijeras metálicas, los mechones de cabello le producían una excitación a ambos, siempre a sus pies, hincado, sus labios gruesos de él se posaban sobre el arco del pie, siempre el izquierdo, el derecho sólo era rozado ligeramente con la yema

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de los dedos, al tocar con el roce de su dedo índice del pie los mechones de pelo, en ella apareció una sonrisa desgastada, el licor y el tabaco ya habían tenido sus efectos, el paso de los años no perdona. Se llevo un cigarro a la boca, lo prendió con un encendedor Zipo metálico que le recordaba a su padre. Por fin se pudo poner de pie, camino unos pasos, se detuvo como si los huesos le pesaran, como si la sangre se detuvieran por una estocada, con dificultad agarró su bastón de bambú, era un báculo que le permitía reconocer el lugar, guiarse por la vieja habitación, donde la ropa estaba desordenada, un vestido verde resaltaba por su textura aterciopelada, en el tocadiscos se empezó a escuchar el viejo tango en la vieja y muerta voz de Gardel, comenzó tarde el sonido de la música porque sus manos lentas hacían juego con las viejas agujas, y el tocadiscos tenía se había descompuesto hace tiempo, sonaba muy quedo o muy fuerte dependiendo de la calidad y nitidez del acetato, el vestido verde estaba junto a las pantaletas rojas y viejas, las manos de él se habían posado sobre ellas, , Antonia las olía con el pudor de siempre, las tentó con su báculo, era la única presencia de él, por fin pudo mover sus pies, se dirigía a la cocina que se encontraba a 50 pasos de su habitación, de repente se acordó de cambiarle el agua

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||cuento | cuento | cuento | cuento ||

roberto luviano

dos cuentos

a los crisantemos, fue por el jarrón de girasoles estampados, los tomó como si fuera una niña con muñeca nueva, continuó su camino hacía la cocina, su bastón se trabo con el tapete viejo persa, ella rodó hasta la vieja mesita de centro con decorados navideños, sus ojos le impedían ver con exactitud, hacía tiempo que sus ojos perdían la claridad, hoy

sólo veía sombras que se movían sobre sus hombros, sobre los viejos espejos, al rodar los crisantemos quedaron encima de su cuerpo desnudo, la respiración era cada vez más a muerte, el viejo vestido verde junto a las pantaletas rojas, quedaron manchadas con gotitas de sangre. Los pájaros continuaron su trinar matinal.

DESNUDA CON HUEVO *

2

Belmonta está en su sofá recostada y desnuda, durmiendo sobre el cobertor gris y sus cabellos posados en la almohada. Sus muslos firmes y blancos, su sexo entre sus piernas lucía hermoso, masoquista, llorón, Belmonta, habría sido acariciada por las manos de Piero, besada por los labios de Piero, el piamontés, el guardador de vacas, ella se habría erigido en la amante, en la institutriz del bambino Luciano, pero Piero la habría dado un regalo maravilloso, un Huevo, quizás de pato o de gallina, ella asombrada por el regalo no hizo más que cocinarlos, serían comidos en la mañana, la yema sobre su boca, la claras sobre la lenguas, ese acto sellaría el pacto, el asombroso cuadro de familia. Belmonta dormía con sus senos frondosos, su carne era dulce y resplandeciente, con pecas, y su pelo rubio, entresortijado, era ella, sólo ella, la que aparecía en mi mente, en mi atroz masoquismo, me gustaba el dolor, la gesticulación humillante de Belmonta, sus gritos y latigazos, sólo ella, la única, la domadora absoluta de mis pasiones, así llorando la besaba, le limpiaba su cuerpo de mis inmundicias, mis labios y mi boca recorrían su cuerpo.

3.16

| 2.|

Pero Piero siempre observaba el acto circense, el regalo sólo era el sello de su triunfo, un sello postal, el Huevo sólo era una forma de santidad de Piero sobre el cuerpo de Belmonta, ahora ella se habría dormido, plácidamente, él dejo el huevo, las dos yemas en el plato, y salió victorioso del combate nocturno, era hora de descansar la carne y el deseo. Yo sólo observo el cuerpo lechoso de Belmonta, en el tapanco de arriba, asustado.

* Texto basado en el cuadro, “muchacha desnuda con huevo” de Lucian Freud.

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CHUANG

- TZU

Soñé que era una mariposa. Volaba en

el jardín de rama en rama.

Sólo tenía conciencia de mi y no la tenía

existencia de mariposa

de mi personalidad de hombre.

Desperté. Y ahora no sé si soñaba que era una mariposa o si soy una mariposa que sueña que es Chuang Tzu.


MARIO EMMANUEL PINEDA Q. || poesía | poesía | poesía | poesía ||

|| UN MOMENTO

Las hormigas pasan de largo buscan tierra donde caen vasos de agua más de dos veces Las cucarachas que hicieron el amor sobre mis hombros piden mi lengua como sala de maternidad Se escuchan oraciones de atropellados no habrá nacimientos en coches de lujo Todos quieren dar un nombre a su comedor temen a los minutos de sopa fría.

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ARTURO LOERA || poesía | poesía | poesía | poesía ||

|| JOSÉ EMILIO PACHECO Y LOS POETAS VIVOS [Por su poema “D. H. Lawrence y los poetas muertos]

Mucho menos de los vivos que se incrustan en la carne. No son los profetas salvadores, sólo ocupan el espacio antiguo y rezan.

Y viene la poesía literal y viva en conversaciones presentes. También te miran escribir, te ayudan.

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PEPE GRACMOR

DIOS DE LA MUERTE

|| artes gráficas | artes gráficas | artes gráficas ||

3.20

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AMULETO DE

ROBERTO BOLAÑO

O LA NOSTALGIA SOCIAL DE MÉXICO Y AMÉRICA LATINA.

Por: Edgar Miguel Juárez Salazar

Digamos que yo sentí un ruido ¡Un ruido del alma! Roberto Bolaño “Amuleto”

N

o necesitamos ir más lejos, en Latinoamérica la literatura es nostálgica, probablemente también, no pueda explicarse nuestro país sin la dosis de añorar cosas que jamás han ocurrido pero que hubiera sido magnífico que sucediesen. El lector asiduo de Roberto Bolaño (Chile, 1953 – Barcelona, 2003) encontrará en esta reseña, ecos de las formas en que Bolaño representa a la Ciudad de México y a sus habitantes, a veces de una manera nostálgica, otras de una manera peligrosa, surrealista e incomprensible, cosmopolita a la latinoamérica quizá, esa sensación extraña, como si esperara algo, ese algo que en toda América Latina siempre ha sido representado por una señal de añoranza, no sé bien de qué, de un milagro tal vez, o de cosas que uno nunca sabe si llegarán, y mucho menos, lo que serán cuando aparezcan. Bolaño en “Amuleto” (Anagrama, 1999) propone la historia profunda y matizada de Auxilio Lacouture, uruguaya que, a manera de exilio auto-impuesto, pisó las tierras de la región más transparente y que se convertiría, en la madre de todos los poetas jóvenes de la Ciudad de México; como Auxilio misma menciona, ella Fotografía por: Ana Gallego Cuiñas


ella los conoció a todos, incluso a Arturito Belano, parte del alter ego de Bolaño y figura trascendental de “Los detectives salvajes” (Anagrama, 1998), novela donde precisamente aparece, a manera de resumen, la prisión involuntaria de Auxilio dentro de los baños del cuarto piso de la Facultad de Filosofía y Letras de Ciudad Universitaria, en la ocupación de la UNAM en 1968 por parte del ejército mexicano. La reflexión de esta novela, a mi parecer, se encamina paralelo a los avatares de Auxilio, a señalar la presencia de la esperanza latinoamericana, de la forma enigmática en como los personajes son reproducidos a manera de elementos transformadores o viandantes de la realidad social de una sociedad tan caótica como la de México. Bolaño, es aquí, el dibujante más fiel de un México que lo enamoró y que al mismo tiempo le representaba desafíos incalculables. Las escenas protagonizadas por Auxilio Lacouture, representan lo pintoresco de los devenires de una sociedad que añora, que desafía, y que refleja tal vez de manera involuntaria también, lo que muchas otras sociedades latinoamericanas presentan; aspiraciones de desarrollo, el anhelo de construcción cosmopolita de una metrópoli, cuando estas son ya desde su origen caóticas.

“Amuleto” es la necesaria continuación de ese personaje mítico dibujado por Bolaño; mujer cautelosa, limitada y atrevida al mismo tiempo, que avanza siempre un paso delante de Bolaño. Pareciese,

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por momentos, que ella elabora de manera solitaria una radiografía social de la Ciudad de México, aquella mítica ciudad a la que Roberto Bolaño arribara en dos ocasiones, la primera de pequeño y la segunda en su exilio después de la caída de Pinochet, ocasión que marcaría definitivamente la narrativa de Bolaño y por supuesto la profundidad en que aborda a sus personajes como en el caso de Auxilio (o Socorro, como la nombraba Arturito Belano) dentro de la novela. La madre de los poetas jóvenes de México, es la representación metafórica de Coatlicue, que no sólo representa la vida de los poetas jóvenes, probablemente también matice la muerte de la poesía de Bolaño y de una generación de poetas en México, el infrarealismo. De igual forma, Auxilio, no es sólo un personaje ligero, sus quince días de encierro dentro de los baños de la Facultad de Filosofía de Ciudad Universitaria reflejan de forma simbólica la resistencia de todos los latinoamericanos dentro del abismo de resistencias sociales y represión. Auxilio como la mítica mujer que se queda abandonada a su suerte en la ocupación militar de la UNAM, es la viva voz del nostálgico mexicano o latinoamericano que resiste a las imposiciones políticas y sociales de una América Latina cada vez más deseante, cada vez más ansiosa de revolución y condenada a la nostalgia que ha heredado la conquista. El lector de “Amuleto” no sólo encontrará la historia de una mujer uruguaya que padeció los infortunios del desempleo en México o la crisis económica de los años setentas, tampoco debe esperar únicamente a la mujer que ha resistido las inclemencias de un país tan peligroso como el nuestro; “Amuleto” es también, la historia de una mujer de letras, traductora incesante del francés al español y sobretodo devoradora de libros de poesía, particularmente aficionada a Pedro Garfias. Lacourture, el célebre personaje crítico que se codea con las novedades de una literatura resistente a los embates de la hegemonía de Octavio Paz en México. Es ella quien lee insaciablemente a los nuevos y nostálgicos escritores de poesía, aquellos que buscan recuperar el terreno que ha protagonizado y elitizado Paz. Auxilio no es únicamente la madre de los poetas jóvenes, es la resistencia nostálgica de la literatura de México y América Latina, quizá sea,

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amuleto de roberto bolaño

, la catapulta del boom latinoamericano, la muerte simbolizada por Coatlicue. Bolaño brinda al lector una dosis de nostalgia artística, una Auxilio que toma café con Elena Garro o debate sobre mitología con el pintor Carlos Coffeen Serpas. Es ella quien viene a reivindicar el pasado (o presente) revolucionario del artista latinoamericano, para ello echa mano de anécdotas que refieren a un sinfín de personajes de la historia de México y América Latina, desde leyendas urbanas de cama del Che Guevara hasta tardes de tertulias literarias en un mítico café de la avenida Bucareli; pasando por la reivindicación de un poeta gay ante el rey de los putos del Distrito Federal. Bolaño es quien entre cierto tono ficcional y acontecimientos históricos, define una forma diferente de narrar el tiempo y los infortunios de una ciudad y sobretodo de un continente. La narrativa de Bolaño en esta novela, refiere una mezcla de reflexiones, desde el amor hasta la política latinoamericana, del orgullo por la victoria de Salvador Allende a las aventuras amorosas de Arturito

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edgar miguel juárez salazar

Belano, todo se presenta en la narración de Auxilio, sin cronologías exactas, porque la nostalgia que emana de los pueblos latinoamericanos tampoco ha tenido tiempos precisos, y sobretodo porque crecer en Latinoamérica convierte a las personas en una especie de soñadores especiales, de esos que se atreven a adentrarse a un nuevo país y desafiarlo con todo y sus poetas, tal vez, los seres más peligrosos de todos. Finalmente, quien se adentre en la lectura de esta novela encontrará la conclusión perfecta de la primera entrega de esta historia en “Los Detectives Salvajes” y al mismo tiempo hará un recorrido ameno para los amantes de una ciudad caprichosa como el D. F. Una historia breve para aquellos que gusten de novelas que intrigan dentro de la ficción que se recrea a cada letra que se recorre. Tal vez, al terminar la novela quede la extraña sensación de que algo falta, si es así, la novela consigue el objetivo, usted habrá sentido esa nostalgia, misma que no sabrá de dónde o para qué viene.

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ADRIÁN GIORGIO || cuento | cuento | cuento | cuento ||

EL JAZMÍN

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M

amá sigue triste. Imagino que ahora estará metida en la cama y se habrá hecho un té. Aunque haga muchísimo calor y yo ande de ojotas y shorts, ella se cubre con las colchas casi hasta las orejas y enciende el televisor. Parece que ve, pero no. Pone los ojos raros, como si estuviera lejos, muy muy lejos. A veces me asusta cuando se pone así. La abuela me dice que no es nada grave, que los adultos hacen eso porque necesitan ruido para sus pensamientos, aunque a ella también le da miedo que mamá no vuelva más de ese lugar a donde va, que se quede allá para siempre. Yo le dije a mamá que la necesitaba alegre y que quería que se riera como antes; pero ella me dice que está bien, que no me preocupe y me acaricia la cabeza. Me molesta cuando hace eso. Me trata como a un nene, piensa que no me doy cuenta de que está mal, que no sé que todas las madrugadas se pone a llorar. Lo hace muy bajito y cierra la puerta, pero la escuchó igual. Sobre la mesa me dejó un plato con dos milanesas y un puré de caja frío para que almuerce. Una vez más se repite el menú. Estoy harto de esto. Los otros chicos me cuentan que sus mamás le cocinan un montón de cosas y que los llevan al cine, a los videos juegos. Yo también quiero una mamá así. Recuerdo que antes hacía comidas riquísimas. En invierno preparaba guisos, con mondongo y salchichita y chorizo colorado, para mantenernos calentitos; también hacía pizzas, de napolitana, de provolone, de

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calabresa; ravioles caseros (con mucha mucha muzarrella que se le derretía por los costados); tartas, bien gorditas de relleno; pastel de papa, con ají y cebolla picada; pollo al horno con una costra (o “crosta”, como dice mi padrino) de sal; pescado frito; lasaña, con varios pisos: de carne, de jamón y queso, de verdura. Aunque su especialidad era lo dulce. Hacía tortas de ricota, flanes, budines, cheese cake, selva negra, lemon pie, galletitas con membrillo, pastafrola, medialunas. Todo era para chuparse los dedos. Me acuerdo del olorcito a masa calentita que llegaba de la cocina, cuando estaba haciendo alguna torta, o sino el de la mezcla en el bols, con la esencia de vainilla, y se me hace agua la boca. Siempre en la heladera había algún postre para que papá tuviera con que acompañar el maté cuando volvía de la fábrica. Tu papá era un goloso terrible, se comía hasta tres porciones de Selva Negra, me dice mamá con una sonrisa un poquito triste y otro poquito feliz. Ella me habla mucho de él. Entre lo que me cuenta, me dice que era un buen hombre, que nos amaba mucho, a mí y a mi hermano Martín, que era alguien honesto y trabajador. Yo era chiquito y sólo tengo imágenes borrosas o sensaciones de esa época. Lo que recuerdo de él son muy pocas cosas, como por

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ejemplo el perfume que usaba, que era fuerte y me hacía cosquillas en la nariz; o la barba que me picaba cuando me abrazaba, o la forma en que sonreía, mostrando las encías. Para mí papá vive más en la palabra de los otros que en mi memoria; por eso me gusta que los demás me hablen sobre él, siento que él está más cerca y entonces no lo extraño tanto. Meto el plato en el microondas, mientras me saco la corbata del colegio y la tiro sobre la silla. Mamá me dice que ahora soy todo un hombrecito con mi uniforme. Ella siempre se pone melosa con ese tipo de cosas. Me pellizca los cachetes y me dice que le parece que fue ayer cuando me llevó a primero con mi guardapolvo blanco y mi carpeta de Dragon Ball Z. A mí me molesta usar corbata, siento que me aprieta. Aunque mamá me dice que me veo bien, que todas las chicas me van a querer robar un beso. Una vez le pregunté si papá era buen mozo, que es como dice la abuela, y ella se rió y me dijo que sí, que mucho. Me dijo que era grandote, que tenía el pelo lacio y castaño, y que tenía unos ojos claros preciosos como los míos. Después se mordió los labios, para que no se le caigan las lágrimas. Siempre se pone muy mal cuando le pregunto algo sobre él o sobre la otra casa. Nosotros hace poquito que estamos acá. Antes teníamos una casa más grande, lejos de la ciudad. Había dos piezas, una donde dormíamos Martín y yo, en donde había pegado varios posters de Caballeros del Zodíaco y de Goku, y la de papá y mamá. Después estaba el living; la cocina que era mucho más grande que esta, y el patio. Lo mejor era el patio sin dudas. Había muchas muchas flores, de todos los colores, y el pasto era verde y lisito, que daba gusto echarse. Además Martín me había hecho

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adrián giorgio

una pista de carreras con tierra para que jugara con mis autitos. Hasta tenía un túnel por donde pasaban. Pero lo que más recuerdo es un jazmín inmenso y muy bonito que se trepaba en la pared del fondo. Cuando era verano, se llenaba de florcitas y daba un olorcito muy rico. Me dijeron que papá lo había traído en su momento porque sabía que a mamá le gustaba. Tengo la imagen, como si fuera una foto, de papá echado en la reposera, leyendo el diario junto al jazmín, mientras mamá le cebaba un mate. Aunque ya no sé si es algo que vi o es algo que me imaginé a partir de lo que me contó Martín. Él también se acuerda del jazmín. “Eran tiempos felices, todavía éramos una familia”, me dice. Ahora vive en Buenos Aires con mi tío, pero yo sigo hablando bastante seguido con él. Me llama por teléfono o me escribe en Facebook. Me pregunta cómo andan mis cosas, qué tal el cole, si me va bien en mi primer año en la secundaria. Y también me pregunta por mamá. Yo sé que la extraña, que le gustaría abrazarla y besarla y decirle “Te quiero”, pero él es muy orgulloso para admitirlo. Todavía sigue enojada con ella. De eso hace ya algunos años. Nunca entendí muy bien por qué discutieron, un día llegué de la casa de un compañero y Martín estaba guardando su ropa en un bolso. Me dijo muy serio que se había peleado con mamá y que se iba, que ya me iba a enviar un email. Yo me enojé, porque él me había prometido que iba a llevarme a jugar al fútbol con sus amigos más grandes. Le pregunté por qué me dejaba, por qué rompía su promesa. Él me retó, me dijo que no fuera llorón, que ahora yo era el hombre de la casa y que cuando creciera un poco más iba a entender. Al día siguiente se fue. Mamá tampoco me dijo mucho.

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||cuento | cuento | cuento | cuento ||

el jazmín


||cuento | cuento | cuento | cuento ||

adrián giorgio

el jazmín

Me explicó que mi hermano estaba en una etapa complicada y que todo lo de papá fue muy difícil para él. Creo que lo que más lo afectó fue no poder despedirse. Todo pasó muy rápido. Esa mañana papá se fue a trabajar y no volvió. La abuela dice que la vida es así, que se te puede ir de un plumazo, que no hay que quedarse con nada dentro, aunque eso nos dé miedo o vergüenza. Y para mí Martín se quedó con culpa, porque la noche anterior había discutido con papá y no le pudo decir todo lo que lo quería. Pero yo sé que papá lo sigue viendo desde el cielo y sabe que no es así. Recuerdo que en el momento que sucedió lo del accidente yo estaba en el colegio, una mujer que atendía en la secretaría entró al curso y le murmuró algo al oído a mi maestra. La señorita Ethel se acercó después y pidió hablar conmigo en privado. Afuera del aula me ordenó que juntara

mis útiles, que mi tía me iba a retirar en cualquier momento, porque mi papá tenía un problema. Para que ella me buscara tenía que ser algo importante. Guardé mis cosas en la mochila y esperé en dirección a que llegara. Mi tía tenía una cara espantosa cuando entró. Enseguida entendí que traía “muy” malas noticias. Durante el viaje al hospital no habló. Parecía muy nerviosa. Recién en el estacionamiento, cuando paró el auto, me dijo que mi papá se encontraba en terapia intensiva y que los médicos lo estaban atendiendo. Dijo que no me preocupara, que él iba a salir bien, porque era un hombre fuerte, aunque no estaba muy convencida. En la sala de esperaban mi mamá y mi hermano. A los dos se los notaba muy asustados. Me senté en el banquito y no dije nada. Nadie dijo nada. Mamá se paseaba intranquila por el pasillo, mientras que la tía tenía la mirada clavada en la pared y Martín se comía las uñas. A mí toda esa situación me parecía extraña y nueva. Me costaba creer que en la habitación de al lado estuviera papá peleando por su vida, si el día anterior habíamos estado los dos tirados en el sofá, viendo tele. Él no podía morirse. Para mí todos estaban equivocados: la tía, mamá, Martín, los médicos. En cualquier momento, papá iba a salir y me iba a levantar a cococho, y los dos nos íbamos a reír de lo tontos que habían sido los demás. Pero quien apareció varias horas después en el pasillo no fue papá, sino el médico. Tenía las manos atrás de su espalda y una mirada resignada. Le dijo a mi mamá bien despacito

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que habían hecho todo lo posible. Ella le agradeció al doctor, se sentó y muy bajito, casi como hace todas las madrugadas, se puso a llorar. Termino de comer y levanto las cosas de la mesa. Intento ayudar en lo que puedo con mamá, así ella tiene menos trabajo: ordeno mi pieza, tiendo la cama, a veces incluso barro. Estas semanas también regué las plantas, compré las cosas en el almacén y hasta me lavé la ropa. Ella ya no lo hace. Tampoco se peina ni se pinta para salir, como si estuviera muy cansada para hacerlo. No se lo dije a nadie, pero a mí me da un poco de vergüenza cuando sale a la calle. Mis compañeros se ríen, me dicen que sus mamás la ven cada tanto en el supermercado y opinan que es rara. Yo les digo que ella no es rara, que son unos mentirosos y que sus mamás son unas metidas. Me molesta que hablen. Hace unos días golpeé a un chico porque dijo que mamá estaba loca. La preceptora me puso tres amonestaciones por eso, pero a mí no me importa. Mamá no es loca, sino que está triste y extraña a papá, como yo. Desde que murió nada fue lo mismo. El jazmín se empezó a marchitar poco a poco, como si le faltara la mano de papá, su atención, su voz. Las florcitas blancas y perfumadas se hicieron amarillentas, después marrones, hasta que se cayeron al piso y quedaron las ramas peladas. Lo mismo pasó con las otras flores. Todas se secaron y murieron. El patio era ya un lugar feo y ni yo ni mi hermano teníamos ganas de jugar ahí. Era como si la casa se hubiese vuelto más vieja y el sol ya no pasara por las persianas. Las cosas juntaban polvo y más polvo. Todo olía a humedad, como el garaje de la abuela, y sonaba a tristeza. Después nos mudamos para acá. Mamá dice que es mejor, porque está más cerca de mi colegio, pero yo

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adrián giorgio

extraño la otra casa, lo extraño a Martín, lo extraño a papá. Hay una pila de platos sucios en la pileta. Hace rato que mamá no los lava. Dejo el mío donde puedo y le paso un trapo a la mesada. Guardo en la heladera el jugo, la mayonesa y el queso rallado. Me acerco a la pieza de mamá para saludarla. La puerta está pegada nomás y no se oye la televisión. Eso es muy raro. Me acerco más y a través del espacio que queda veo algo... Empujo apenitas la puerta y me quedo helado. Toda la habitación está cubierta de jazmines y brilla muchísimo. Un montón de flores blancas están encima de la cómoda, del televisor, del armario. Es algo muy lindo y me da mucha paz. Mama está acostada. Tiene los brazos sobre su pecho y sonríe. Parece que está durmiendo, pero no la escucho respirar; tampoco se mueve, como si fuera una estatua. Intento no hacer demasiado ruido cuando cierro la puerta y me voy. .

3.27

||cuento | cuento | cuento | cuento ||

el jazmín


GERARDO ROBLES || poesía | poesía | poesía | poesía ||

|| REENCUENTRO

Vienes, Dolor, y eres un caballo que ha perdido las cuatro patas, pero vienes bajando veloz de algún lugar sólo con el impulso del odio; y es tu hocico una bodega de espantos; y es tu corazón una serranía iluminada por las llamas. No me interesas. Evita allegarte por el costado y contarme el camino que te mutiló entero. Yo conozco tu voz de otros días. Yo soy el hermano que te dio su esqueleto para que sufrieras la carne y los ojos en un silencio de tierra sana; pero eso fue antes: ¡quédate lejos! ¡aparta! ¡que ya puedo verte bajando y no te resisto! Nunca te diré por qué lo hice si es que fui el culpable de lo que piensas; tengo tu perdón como tienes mi vida;

3.28

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gerardo robles

tengo tus ansias que se amontonan y también tengo tu crueldad y tus desvaríos. Me miras en la cuenca escarpada y la piedad se te esconde en el calor

de

la

mandíbula;

te quedaste sin nada y me lo cobras.

Vienes, Dolor, y eres un caballo que ha perdido las cuatro patas golpeando el retrato de mis ojos.

salvo el crepúsculo marzo - mayo 2013 - No.3

3.29

|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

reencuentro


gerardo robles

|| ENVÍO LIGERO

No dejará el cuerpo de curarse el miedo de mantenerse en pie.

La casa de pronto se transfigura en el ojo total de su memoria difusa y los objetos se confunden debajo de una marea de luces descuadernadas; todo va en reversa como una ilusión partida en dos mitades por la alarma natural del tacto.

Las palabras se encuentran en nervioso éxtasis antes de abrigarse en el otro cuerpo. De este lado todo se olvida. Ella no me escucha apretar el frío del cuarto en la quijada y su desconocimiento tiene la firma de una distancia que se nos escapa.

Me digo: ¿Cuántas noches serán necesarias para vaciar una lágrima?

3.30

salvo el crepúsculo marzo - junio 2013 - No.3

|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

envío ligero


el emigrante

LOMELÍ

El emigrante

-¿Olvida usted algo? -

Ojalá.

|| microficción | microficción ||

LUIS FELIPE G.

luis felipe g lomelí


ELLIE IRABÚ || poesía | poesía | poesía | poesía ||

|| DESIERTO Día de conciencia Luego de haber caminado bastantes días, estaba agotado. Aún tenía en el cuerpo restos del sudor de hace unas horas, esa consistencia desagradable que me hacía sentir sucio y descuidado, los labios secos, el vientre escamoso. Me he acostumbrado a los espejismos y ya no me queda ni la esperanza de encontrar la salida de este inmenso, este inacabable desierto. La descripción El escenario es distinto solo cinco metros a la redonda, luego ocurre una repetición agobiante y tenaz, como si me encontrara inmerso en una caricatura barata que pretende ahorrar dinero utilizando el mismo fondo, pero esta no es ninguna caricatura barata y no hay más personaje que yo, un triste hombre solitario con el alma carcomida y la conciencia rota. Incuria Cuando estaba dispuesto a abandonarme, cuando había decidido que no podía dar un paso más, distinguí esta canoa. Cansado, hambriento y con sed me di fuerza para llegar hasta ella, para, por lo menos, poder sentarme bajo una sombra. Y compruebo por enésima vez que la esperanza puede más que cualquier certeza. Llegué al sitio, una vez instalado levanté la vista, grité tu nombre. ¡Verónica! Pero tú no me contestas. Con llanto de niño lloro hasta que me sangran las manos. Anochece y sin ánimo de nada veo el cielo que se tiñe de un azul que asusta.

3.32

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ellie irabú

Extrañarte Te extraño, te extraño mucho. Recuerdo tus movimientos rítmicos de los días que me amabas como virgen e invoco tu silueta inoportuna en este gigantismo de ciegos, de mudos y sordos hasta que la arena me envuelve y me quedo dormido...

Otro día El aire caliente y el sol pegándome en el rostro me despiertan, un nuevo día, una nueva eternidad, una nueva agonía. Alguien viene, es una mujer que al verme pega su cuerpo al mío con desesperación y me paraliza el frío que la invade, su cara morada, sus labios temblando. Me quito la poca ropa que tengo y la envuelvo en esos harapos, la cuido como te cuidé a ti cuando estabas triste y no me decías nada, como cuando tus ojos apuntando a mí no veían ningún sitio.

Eres ella Después de cinco lunas la mujer muere temblando y yo entierro en la arena su pequeño cuerpo, ahora tú tienes su rostro, los recuerdos contigo tienen sus manos y tu eres ella, siento que te acabo de meter en ese hoyo, siento ahora que eres parte de la arena. ¿Cuándo te fuiste? ¿Por qué me dejaste?

salvo el crepúsculo marzo - junio 2013 - No.3

3.33

|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

desierto


|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

ellie irabú

desierto

Sin certeza Camino como sonámbulo, como hombre muerto. Camino en un andar interminable, sin dirección. El desierto se vuelve más hondo, los espejismos más vanos. Encuentro las cosas de otros días y algo en ellas ha cambiado. Sé que han pasado muchos días, no hay punto de referencia, no hay forma de comprobarlo, pero lo sé.

Afán Este andar se vuelve trabajoso, inútil, desesperanzador, veo un circo, caravanas, tonterías, maldiciones. Me tiro resignado a esperar mi muerte, no tengo fuerza ni siquiera para arrepentirme de mis pecados o recordar mis travesías. Todo es lo que percibo, lo que el cerebro procesa: el inescrutable desierto, el cielo que oscurece, las alimañas que rondan, los olores de la arena, la picazón en la piel, la acidez de mi boca, el silbido del viento caliente que se aleja.

Desenlace Los ojos me pesan y no pongo resistencia, los cierro… y al abrirlos me encuentro caminando. Detrás de mí caminan otros: mimos, malabaristas, prestidigitadores. A lo lejos, protegido por una canoa duerme un anciano, luce rendido pero feliz.

3.34

salvo el crepúsculo marzo - junio 2013 - No.3


MIGUEL TONHATIU || cuento | cuento | cuento | cuento ||

PAR DE PIEZAS

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B

rinca la cerca. Y se molesta porque no toco la misma melodía. Ella se ve tierna con su coleta larga en trenza. Retinta y briosa; tiene una grupa magnífica. Habla con una capacidad retórica

asombrosa; es tan lúcida que soporta las risas de la gente cuando andamos por las calles. Se ve feliz cuando alguien la mira. Aunque los pobladores se asustan. Ella con su voz suave hace que parezca sorpresivo y todo se convierta en un concierto de sílabas armónicas, sutiles. Tenue es su voz. Nadie tiene la profundidad y el estilo de ella. Y emite su voz desde abajo, desde sus piernas, sube a su vientre y es suave como el viento cuando sale hasta su garganta. Sé que prefiere la sombra de los pinos, con su olor salvaje, en el patio de mi casa. No siento apego por ella. La yegua llegó a mí una noche de lluvia, escondiéndose: huía. Todo la aterraba. Ese día no descubrí su voz, parecía un animal normal, con su crin en desaliño y sus ojos tristes. Fue hasta hace poco que percibí su facultad. Empezó por comprender todas mis órdenes y después respondió “eso es un insulto”. Modulaba tan suaves y precisas esas palabras. En ese momento le di casa. Vive, ahora, en el patio grande entre mis árboles.

salvo el crepúsculo marzo - junio 2013 - No.3

Ella me dice que come manzanas. En algunas ocasiones me pide que toque mi flauta sudamericana. Creo que ella, está mal decirlo, se enamoró. Yo la miro con la piedad que lo humano me permite. Ella baila dando zancos y pasos dobles. Es tan cómica que dejo de tocar por la risa y ella se enfada. Y luego, cuando se le va el enojo, me dice que seguirá conmigo mientras la flauta se escuche. Hoy, luna llena, toco la flauta y percibo un clamor desde afuera. Se acercan ante mi puerta y gritan. Después, golpean y lanzan antorchas a mi patio. Salgo para ver qué sucede. Me veo encerrado en una historia antigua: la gente viene armada con hachones encendidos, azadones, palas, picos, es gente muy humilde pero hambrienta de ira. Trato de calmarlos y encuentro insultos, golpes y amenazas; creo que todo es por la yegua, sin embargo, cuando ella sale ante el ruido, nadie arremete en su contra. —Es la flauta— gritan en conjunto. Yo río, pero recibo un golpe en la cara de un objeto de madera que chocó con mi frente: —Estúpido, es serio. Su sonido levanta los muebles de las casas y provoca pesadillas ante la luz de la luna. Puede que nos mate mientras dormimos. Entonces lo comprendo. La yegua y yo nos miramos cómplices de un trato secreto.

3.35


||cuento | cuento | cuento | cuento ||

miguel tonhatiu

par de piezas

Siento un temor extraño. Prometo, ante todos, no tocar nuevamente la flauta. Ellos se dispersan y se van ante esta promesa. Entierro la flauta en mitad del patio, cerca del árbol de sombra, esperando que, hacia la madrugada, nadie recuerde su sonido. Ella sabe que es por salvar nuestra vida.

Noches y días fueron iguales e incongruentes. La yegua dejó de hablar, se conforma con las horas de vuelta a mi trabajo. Y se traga la manzana fresca que le compro. Hoy, mira al cielo y espera la luna. De pronto, arroja la manzana negándose a comer. La golpea con su pezuña hasta aplastarla. Noto que la yegua está delgada de la grupa y sus ojos están perdidos, ya no siente amor. Sin desearlo, llega el tono de su voz: “¿puedes tocarme una melodía, puedes hacerme reír?”. Palidezco. Desesperado, la veo agachar la cabeza, se hunde poco apoco en sus cuartos traseros. Leo su intención. Trata de huir de este espacio vacío. Yo le grito pero ella no me escucha. Salta contra la cerca y se golpea pero queda atrapada; regresa, toma impulso y lo vuelve a intentar. Voy hacia el árbol y desentierro la flauta. No soporto su abandono. Le retiro el excedente de lodo al instrumento; veo que brotan lombrices de sus perforaciones. Voy hacia la casa y busco agua. La sumerjo en una jícara. Le quito todo el cieno. Soplo para registrar que el sonido siga siendo el mismo. La escucho igual. Corro hacia el patio y comienzo la melodía. La yegua deja su intento por huir, sus ojos brillan. Sigo pulsando la flauta y percibiendo el sonido dulce del carrizo duro. Las voces se escuchan afuera y las luces se mueven, vienen hacia nosotros. Reconozco el sonido de la muerte. Toco un par de piezas sin miedo. La yegua hace ruidos nerviosos, contenta, pero temerosa dice: “No debes tocar, déjame ir;

salvo el crepúsculo marzo - junio 2013 - No.3 Saudades / Ludwig AEO


vienen por nosotros”. La melodía sale de la flauta. Ya no temo. Es la madrugada de mayo. Mi puerta no soporta los golpes. Siento un sabor dulce en la boca al tocar la flauta. Me veo encerrado en esa historia antigua. Veo una antorcha que cruza el cielo hasta el centro del patio. Soy feliz. La yegua suplica que me calle, es tarde. La gente irrumpe. Yo monto a la yegua y ella brinca la cerca. Salimos a trote, las flamas no nos alcanzan. No percibo más que un olor a azufre y odio. Seguimos de frente hasta que ella se desploma. Me caigo. “Es hora”, dice desde el suelo. Ella sonríe y cede, herida. “Ya no toques”. Se yergue intentando ponerse de pie; la gente

salvo el crepúsculo marzo - junio 2013 - No.3

miguel tonhatiu

viene a lo lejos. Veo a la yegua cerrar los ojos. “Qué música tan linda”, resuella por vez última. Yo la miro con la compasión humana. No pienso. Espero que sus ojos terminen de mirarme. La percibo sola y feliz. La gente llega a insultarme. Yo tomo fuerte la flauta, noto que algunas de sus perforaciones han perdido la forma y comienzo la nueva melodía. Ellos golpean con ira al suelo. Vienen de las pesadillas. Llegan hambrientos a despedazarnos. Toco la melodía que ella ama: “El cóndor pasa”. Veo que echada, desde el otro mundo, baila sin mí. La turba va muriendo al acercarse a la música. Y no me detengo.

3.37

||cuento | cuento | cuento | cuento ||

par de piezas


ISABEL CORONA MONTIEL || fotografía | fotografía | frotografía ||

También conocida como Furyo Sakamoto. Nace a finales de los ochenta en la ciudad de México. Cursa estudios universitarios en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Escuela Nacional de Trabajo Social, enfocándose de manera primordial al estudio de la salud mental, la genealogía. Ardua participante en actividades de tipo artístico como lo son la fotografía y la literatura contribuyendo visual y textualmente en la revista Usura en vórtice y en el espacio electrónico cámaras con la cultura. Salvo el crepúsculo presenta una muestra de su trabajo bajo dos series fotográficas en la técnica digital de blanco y negro: Pies nostros y fotografías varias.

OBRA: Serie:

Pies nostros. Serie fotográfica compuesta por 35 piezas, las cuales muestran la diversidad en forma y textura de nuestra base y equilibrio físico.

Fotografía: Lo

tétrico De lo antiguo

3.38

salvo el crepúsculo marzo - junio 2013 - No.3


Isabel Corona Montiel (Furyo Sakamoto) / PIES NOSTROS / Digital B&N / México D. F. / Año: 2012

salvo el crepúsculo marzo - junio 2013 - No.3


Isabel Corona Montiel (Furyo Sakamoto) / PIES NOSTROS / Digital B&N / México D. F. / Año: 2012

salvo el crepúsculo marzo - junio 2013 - No.3


Isabel Corona Montiel (Furyo Sakamoto) / LO TÉTRICO / Digital B&N / Centro histórico México D. F. / Año: 2012

salvo el crepúsculo marzo - junio 2013 - No.3


Isabel Corona Montiel (Furyo Sakamoto) / DE LO ANTIGUO / Digital B&N / México D. F. / Año: 2012

salvo el crepúsculo marzo - junio 2013 - No.3


JORGE ANTONIO VILLALOBOS MARTÍNEZ || poesía | poesía | poesía | poesía ||

|| TEORÍA HUMANA A ti: - Hypocrite lecteur, - mon semblable, - mon frère! Charles Baudelaire Justicia ¿qué has hecho de mí Vicente Huidobro? Vicente Huidobro

Al abrir los ojos nada tenía nombre no las aves las abejas no nuestro reflejo sobre el rostro de las aguas. Sombras de nubes emigrantes abrazan en su marcha las llanuras norte es un punto ignorado en el planeta. Fuimos presa desollada entre la hierba para que el miedo se marcara en la memoria para ahuyentar la muerte. El océano hubo de entregarnos a la orilla de nuevas islas. Ocres mastodontes gacelas maduraron en el útero de cuevas y peñascos. Nosotros ―flores fecundadas por colibríes que se dilatan como agosto expande las horas ardientes del verano para otorgar sentido a su anterior forma umbral receptor de los insectos― somos vientre femenino donde un arco de manzana graba su perfil y perímetro de astro su facción de sol sobre la tarde su gravedad de luna roja en el frutero en cuyo centro yace el gen heredero de su néctar y somos nuevamente polen florecido barro, sangre y semen de los cuales emergieron los dioses. Con huesos y piedras labramos la palabra con palabras cubrimos los huesos de las tumbas. El pasado adquirió la máscara del mito.

salvo el crepúsculo marzo - junio 2013 - No.3

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|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

jorge antonio villalobos martínez

teoría humana

Otorgamos a las semillas la danza en torno a la hoguera al gemir de los amantes altares de rosas, leche y miel y a los muertos tierra y piras porque solo la oscuridad y el fuego describen el dolor de quienes se quedan. Dioses y diosas esparcen sus vísceras sobre la piel del cosmos se alimentan con las bayas del incesto hicieron los cimientos de su santuario con lujuria. Amasábamos el relámpago y el hierro para batallas divinas para tributo de reyes y deidades cuando vinieron ángeles con lenguas ardientes desplegando ejércitos con dioses recién nacidos tras de sí. ¡En verdad os digo! dijeron profetas y mesías y no hubo más palabra que la palabra sagrada y la palabra quedó desangrada en las llamas de la fe y el mundo forjó sus fronteras. Los dioses padres de Abraham decidieron castrarse y arrojar sus genitales fuera del mundo pero allí no surgió espuma materna de diosas sino los infiernos adonde fueron desterradas Eva y sus hijas girasoles bajo una noche eterna. La historia fue reescrita rescripta para que el presente adquiriera la máscara del mito el mito del hombre del hombre blanco. Los continentes fueron divididos por colores y no por sus raíces en las entrañas de la tierra. Europa olvidó el origen de su rapto seducida ante el espejo

3.44


jorge antonio villalobos martínez

por el contorno azul de sus pupilas y la civilización fundó su ruta en el discurso de simetría y lógica de verdad y justicia ¡justicia! única evidencia de lo que hemos sido eco que recorre las paredes de la estructura que nos sostiene y nos conforma que surge de nosotros que surge en nosotros y en nosotros tiene su límite que retoña y aflora en el pulso de las venas enredadera sonora ola que repta sobre la voz del llanto palabra seca por el tiempo que obstinadamente nos denuncia: ¡Yo! ¡Yo odio! ¡Yo ira! ¡Yo sangre! ¡Yo histeria! ¡Yo historia! ¡Yo evangelizador y conquistador de indios! ¡Yo explorador y tratante de esclavos! ¡Yo cordero de dios y lobo pederasta! ¡Yo ku kux klan! ¡Yo nazi! ¡Yo estrella asesina de David! ¡Yo jemer rojo! ¡Yo profeta del terror! ¡Yo, juez que se masturba sobre las muertas de Juárez mientras esperma aún caliente gotea de sus vaginas! ¡Tú! el yo que soy ¡perdóname! aleja de mí al que te hiere córrelo de esta casa para que el dolor sea sólo ya un recuerdo que el olvido cicatrizará con su musgo.

3.45

|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

teoría humana


|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

jorge antonio villalobos martínez

teoría humana

¡Háblame! porque tu silencio me pierde y vago igual que hormigas confusas al romperse la fila hiladora de su peregrinaje. Alójame en tus entrañas como una mujer encinta porque no soy más grande que un botón de almendro. Coge mi mano y guíame como a un ciego porque la ceguera se ha instalado en todos los espejos mi memoria es un anciano que no se reconoce que camina a tientas que se aferra a sus biblias y coranes que se derrumban ante la evidencia paleolítica de nuestro verdadero rostro. Busca y encuentra mis ojos para sanar las cuencas vacías para mirar los mares las nubes y el cónclave donde se gesta el cuarzo para observar el tiempo almacenado en el universo ahora que la vasta superficie donde habitamos no es más que un claustro con su propia luna. Libera las amarras para recobrar los restos del naufragio y reconstruir la morada donde el sexo destilará su sabor en nuestra lengua y la orfandad original que dio pie a los dioses habrá de marchitarse como los incendios al arribar la lluvia y sobre sus cenizas germinarán los campos donde todo girasol florece cada mañana.

3.46

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PEPE GRACMOR

DIOS DEL AGUA

|| artes gráficas | artes gráficas | artes gráficas ||

3.47

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ROBERTO LUVIANO || poesía | poesía | poesía | poesía ||

|| OING El cerdo

El lenguaje oing

orina en el ángelus

Mientras las bocas se besan en la orilla del corral de sus cuerpos

el coro angélico

las campanas tocan en la catedral en las luces segmentadas el cerdo oing oing el graznido del lodo

los huesos fosilizados en los sexos

El yeso de las esculturas oxidadas con su bronce roído El lenguaje de los pájaros El cerdo oing oing oing

y el hollín en los libros de viejo el rezo

y el raso de la tela

El sulfuro ponzoñoso del escorpión El cadáver triturado de los trenes Ficción vocablo

el beso ficción lengua

escenario de arroz

el tabaco falta

El paciente se tira al suelo y se cubre de las bombas El cerdo oign oing en sus oídos el lamento

el cuerpo orina

y el lenguaje oing

en su epidermis

la orina

orina cuerpo

violento en los electroshock

el sonido eterno del oing cae como gota de agua torturada y mi cráneo expande su oing y su orina

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los cerdos copulan el sentido

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roberto luviano

Bala y el barrunto

Mi cráneo expande su orina en el barrunto en la oxigenación del canto el cerdo se enmascaro de cordero su sonido bala infecta al sueño al hambre La podredumbre de la púa en la ponzoña imagen El oing por el bala del cordero El sacrificio de la carne en el pensamiento la salud Hospitalidad carente de sí misma el asco de la nausea Grito meu trabhalo en la holgazanería el sastre La costura del barrunto el cordero bala en la noche agreste Triste de mí mismo el vocablo de mi nombre Grito meu amor shout my love mi amor vuela en la mosca Hogar reconstruido por la tempestad el sastre costura El barrunto expresionista bala Kandinsky Grito meu espiritu meu medo meu falar el sastre Pound barrunta El insecto pondera la noche la Imago la sentencia Grito a la mia bambina insectaria el cuchillo y la peste Meu orina meu cerdo meu cordero meu lágrima's meu and tuyas En la oxigenación aleniada del canto la frase la emotiva frase El cuarto de hospital habitación 307 el fraseo decorativo de la sangre La ciudad bala el cordero la ciudad las calles el fresco de Da Vinci Meu el fresco y la Gioconda meu Corpo orino porcino de la noche Y caigo cerdo y cordero en la voz del canto moro en los ojos de Usura La blanca y la negra la luz la tormenta el circo Atayde y su malabar Barruntos de la memoria que bala grito meu espiritu meu amor meu medo El oing y el cordero y la orina shout my love Kandinsky Pound barruntos El insecto ano-insecto bala la noche el cordero tempestad humea La costura el sastre la señorita el etcétera La usura blanca y negra Su aroma barrunta GRITO SHOUT y Papillon y mariposa and Butterfly Grito meu trabhalo el sastre lenguaje-sastre tarantella bella El insecto meu grito noite my love CORDERITA Isa las banderas EL SACRIFICIO Kandinsky Pound Y LOS INSECTOS DE LA NOCHE mi amor en la costura Zumban en la memoria de la orina

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|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

oing


|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

roberto luviano

oing

La masturbación y el parásito

El lenguaje decapitado por el deseo solar Y ella baila y danza se masturba con el cráneo del Bautista Hago desierto

las víboras bajo la arena calientan su veneno

Ella cardumen devorante

sacerdotisa

voluptuosa llama

Sus carnes fueron extraídas de las piedras y la fiera a sus pies Y el sexo famélico

camello en medio de lo árido

Sus aguas escondrijo de lenguas en la boca

furia de los panes

la masturbación craneana y esto no es un poema

el predicador con la palabra triplica su rostro

el sentido agotado es sangre y una lágrima

el tigre a sus pies

Iracunda la voz del silencio La cabeza del Bautista la mira en sus ojos La espada en medio de los amantes Y primero fue la voz

aún el deseo percibe

el parásito ha entrado a sus cuerpos

y el sonido

luego la palabra

Primero fue el inicio y el caos

el gemido del cosmos y la negritud

Primero fue la yaga

Babel

Primero fue la voz

la torre

ella era Babel

el vocablo

la palabra del rugido

El parásito ha entrado en el corazón de la lengua y el tambor Ye-yembe El amor ha entrado en la lengua

3.50

en la patria


roberto luviano

Usura

El abismo de mi cuerpo se abre a la apertura La imagen del sonido oscuro en el abismo El prestamista de si enfermo camina las arenas El signo se le atraganta en la memoria del sentido Toca y vierte la marimba metálica

el timbal

La orquesta

ya no hay metales

sino viento

Partitura somnolienta la del futuro

y la lengua

muerta joya

adviento y sujeto

Mojo la máscara y la cáscara Del desgano

de la gana

los ojos se abren a la apertura del cielo cara mía del ruido

el interés sombrío de la sombra

Siembra la discordia el día en su oscuridad La usura de mi cuerpo El cien píes

la usura de mis huesos

el cien lagartos

La usura toda de mis ojos

de mi aliento

el mil naufragio

el uno

el lenguaje de mi Usura

Y ella mi amante Usura en el campo la esperanza

el eclipse de mi cuerpo

mi cuerpo abandona la fe

y la representación de dios o del ídolo

Mi cuerpo lengua muerta

el latín

el árabe

el balbuceo

Lenguaje de la Usura

y Usura tiene ojos verdes y es blanca y negra

es abismo y catapulta

siembro mi usura en la llama seca de la voz

La garganta del infierno en la Usura de mi voz La tempestad naif

zoofilia del lenguaje

el insecto ronda a sus crías

El odio labarbarielacúpulalaindomignia y la leche que nos parió La Usura del sentido

mi lengua yerma y muerta

Escribo en los fondos del mar muerto La usura de la leche

Usura se desnuda

no profunda

ya no tengo sentido y beso su cuerpo blanco

…y respiro su cuerpo negro en el metal de los pájaros

3.51

|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

oing


|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

roberto luviano

oing

Pigmento

El pigmento brama al toro Un insecto sale de su ano-lenguaje El barrunto de la hiena-cordero en lo alto de la noche Canto de la noche en la oscura ninfa El insecto comienza a infectar su vuelo en la hoja de paja El espantapájaros se cubre de sus aves La cornea-insecto

la pequeña lluvia de sus ojos

el disparo a la portería

Afección de mi cuerpo

al cosmos

crónica de la caliza en el fuego

Por lo alto las cenizas calientes Mi ano-lenguaje de un insecto

navegan el mundo salgo del insecto

El bramido con el sonido bala del cordero Humea el espantapájaros de lo real Empieza la epidermis Usura Ulula

mi urna en la ubre de la vaca sacra

el insecto mariposa fealdad en lo amarillo

el búho y su máscara de viento

El porcino y su insecto en la sangre

el poema barrunta su lenguaje

En la forma del establo

el excremento del caballo el canto de sí mismo

Y amén reza el insecto

el odio-insecto

invade el insecto

Zumba la noche y el sentido El pigmento de la floración tarantela

Papillon

El insecto vuela el ano-lenguaje del toro Usura y su ano solar

Butterfly

y la corrida de la usura

negro el insecto de los amantes

El insecto zumba al insecto efecto

naufraga el insecto

La formula a + b+ c= de la imagen

el pigmento del origen

el insecto

y la sombra de un insecto en el labio carnoso de Usura

3.52

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MOISÉS GARCÍA HERNÁNDEZ || cuento | cuento | cuento | cuento ||

LOS LÓPEZ

||

A

tildados, suaves, los pasos de Julio resuenan en la atmósfera estrecha del callejón. Rebotan en las paredes escarapeladas, se elevan hacia los techos en los terceros niveles, más allá, hacia un cielo profundo y negro tachonado de luces plateadas. El bulto envuelto en papel de periódico se oprime contra su vientre debajo de la sudadera, indispensable a pesar del calor. Los miembros fláccidos, débiles, no saben ahora de prisas. Los dueños de la casa viajaron a Tampico al velorio de la abuela, y el trabajo estuvo decididamente fácil: Ni un sólo percance, ni una sola alma despierta a esa hora. Para esa eficacia rompieron la lámpara de la esquina una noche antes, la única por ese rumbo del panteón que funcionaba. Ahora la oscuridad se levanta allá, tras él, apenas herida por la escueta claridad de las estrellas. Allá quedaron “El Silvio”, “El Pantera” y López. Ese López, castroso, terco como una mula, pidiéndome que lo acompañara, que nada más unas cuantas y nos vamos… Y él que no, que estaba muy cansado. Ha estado un poco raro últimamente López, escribiendo mensajes en el celular a mitad de la labor.Y luego ese brillo en los ojos cada vez que me mira, el tono socarrón en la voz hasta para decirme algo sin importancia. Qué se traerá entre manos López. Como no se le ocurra venir hasta mi casa a sonsacarme por las caguamas. Atraviesa el callejón un coche rojo, a la carrera, y deja el ronquido de su motor vibrando en

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el ambiente reducido. Después el runruneo se transforma en una especie de llanto: la lucha de dos gatos en celo. El incidente basta para sacudir sus nervios y ponerle alerta. Enseguida vuelve el rostro y distingue una silueta humana, alargada como una sombra, en la otra punta del callejón. Tiene algo del andar de López, pero es demasiado alto para ser él. Aunque bien podría ser él mismo que viene a seguir pinchando con su propuesta de las caguamas. López es incapaz de entender mi agotamiento, todo porque vive únicamente del negocio. Ahora es para que yo estuviera descansando… El trabajo de vigilante lo dobla, le vacía los ojos y le entumece las piernas. No entiende cómo el otro López, el hermano mayor de éste, .


moisés garcía hernández

a veces hasta se ofrece a doblar turno. Aquel López, tranquilo y siempre camarada. No como éste, el menor, terco, exigente y medio mamila. Más trabajador el otro López, hasta parece querer retirarse: Su habilidad ha faltado en las últimas tres operaciones. O quizá también, como yo mismo, anda molido por ese pinche trabajo, pero lo sabe disimular tan bien como un verdadero hombre. La calle se prolonga como un vagón inmenso. Por un momento se ha olvidado del sujeto que viene tras él. La proximidad le ha conferido más altura. Ahora luce más oscuro, incluso mucho más delgado. Ya no parece tanto a López… Pero de cualquier forma será conveniente apresurarse, si no quiere alegar un buen rato por una tontería en caso de que fuera él. Será mejor darme prisa, llegar a casa, meterme a la regadera y acostarme a un lado de Irene; hacerle el amor a Irene que últimamente se ha vuelto huidiza en las noches y rezongona con el dinero. Sí, mejor apurarme… Porque de pronto la silueta parece haberse alargado desproporcionadamente y sus pasos han comenzado a retumbar como senos de Irene. Los pasos inmediatos, ahora ya baquetazos. La acústica del callejón debe sincronizados con los de Julio, despuntan con un influirno poco. Esa estrechez restirada quizá debe estruendo mayor. Lo tengo en los talones. Si no afilar las ondas hacia él. Las estrellas tendrán que volteo y veo quién es me dará un infarto. ver no menos con la monstruosa estatura actual A metros de su puerta su propio nombre del sujeto, pero también la contigüidad. Sí, tendré es una gota fría de lluvia que le resbala por la que apurarme, aún más… Aunque de repente espalda. ¡Es López!..., la voz atiplada de López, escuche sus pasos presurosos, exactamente diciendo “vente, nomás unas dos”. Y él “no, alternados con los otros, sin atreverse a volver. López, en serio, ya te dije que estoy muy Quién sabe si no sea López. O sí sea… y sólo cansado”. Y López “cómo eres, hombre, yo te quiera embriagarlo para arrebatarle su parte y acompaño de regreso. ¡Vamos!” Y Julio nota ese blandir después la hipótesis falsa de que él mismo resol, ese “vamos”, ese reverbero en los ojos que la extravió. ya le conoce a López. Una malevolencia velada, Un erizamiento en la piel de expectación una insinuación, acaso un abismo ya descubierto exaltada, mezclado con un deseo furioso de a la vuelta de la esquina. López le sujeta de un poseer a Irene, le espolea con un brío casi brazo con la fuerza de una llave de lucha. Con un sobrenatural: Esos pasos a tan poquita distancia, aspaviento Julio se libera. . Le dice “López, en Irene y sus nalgas soberbias... Esos taconazos serio, no quiero tomar”, como asfixiándose un casi espectrales, la turgencia espigada de los

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||cuento | cuento | cuento | cuento ||

los lópez


||cuento | cuento | cuento | cuento ||

moisés garcía hernández

los lópez

poco. Y López “¿te vas a poner así?”, asiéndole nuevamente de un brazo, la presión aumentada. La palpitación de su voz linda más con el miedo que con la insolencia. Su rostro es de una palidez lunar, pese a la ausencia del astro. Ahora le ha puesto de cara al panteón y lo empuja. Julio dice “cuál es pues tu problema, López”, ya molesto. “Mejor llevémonos bien”, responde éste, despacio, una nota amenazante. Julio liberta su brazo con un nuevo aspaviento y camina otra vez de vuelta a casa. Entonces el acero es como un dardo caliente chapoteando en un líquido frío. Advierte Julio apenas la paradoja cuando otra fisura, apretada como una vagina adolescente, oprime aquel miembro metálico en la carne de su espalda. Cae, irremediablemente. Oscuramente Julio se desploma. La noche es un enigma, una burla espantosa como una boca abierta mostrando su dentadura podrida. Siempre supo de López que era capaz de esto, y aún más, pero no del otro. Del otro —del hermano mayor— no lo pensaba. No lo piensa aún cuando ve una silueta de hombre surgir de su puerta, distante y silenciosa como una exhalación, y echarse a andar con ese ritmo pesado y bizarro de los López, del hermano mayor de López. Tan miserable, tan ojete… tan maldito… tan…

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RAMÓN IVÁN SUÁREZ CAAMAL || poesía | poesía | poesía | poesía ||

|| SIMÚN DE LOS DESIERTOS En un grano de arena cabe el desierto…

Nada de lo que digas será cierto: ni el estanque donde peces dorados fingen constelaciones en órbita del lujo, ni la blancura que atrae a las abejas en el huerto. Por qué creerte si el engaño es tu costumbre. Burlas mi mano que intentó una caricia, escapas de mi latido mientras ríes. Eres gacela que ninguno alcanza, favorita de mil rostros en el harén de cada día.

***

No importa que esquives mis ojos… Un halcón vigila a su presa.

eludas

Y menos que mis palabras… Los círculos son cada vez más breves.

La luna seguirá con mi vigilia. El viento besará tus arenas.

3.56


ramón iván suárez caamal

***

Sobre la doble joroba de los arenales tribus embozadas comercian la sal de sus mujeres. Caravanas infinitas se extravían bajo el alfanje de la luna:

La voz del poeta sigue esos caminos.

***

Jardines y fuentes hay en esta casa… No voy a robar tu sonrisa. Claustros de sombra y pétalos -escudo: las paredes-. Los pájaros portan el aire de la mentira. Los que cantan, ¿Ya se fueron? ¿Ni la lluvia queda? ¿Por qué los caminos están húmedos? ¿Debo adivinar que eres tu casa o un espejismo en el aloe de mis versos?

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3.57

|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

simún de los desiertos


|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

ramón iván suárez caamal

simún de los desiertos

*** La noche desdibuja seres y cosas, hace más visibles los fantasmas. Allá estamos igual que hace diez siglos; con hojas secas tejes mi túnica; pongo en tu cuello un collar de luciérnagas-

***

Cuando alguien se deja llevar por el placer debe ser uno con el Simún de los desiertos.

3.58

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el adivino

BORGES

El adivino

En Sumatra, alguien quiere doctorarse de adivino. El brujo examinador

le

pregunta SI SERÁ REPROBADO O SI pasará. El candidato responde reprobado…

que será

|| microficción | microficción ||

JORGE LUIS

jorge luis borges


ROSARIO G. TOWNS || poesía | poesía | poesía | poesía ||

|| DORSOS – estoy donde estás, sin que me veas – Nataly Montiel

Voy por la calle; adivino los rostros de quienes me aventajan No pienso en su destino o procedencia. Sólo imagino que alguien pudiera ser Ese “tú” perdido entre el tránsito de opciones.

3.60

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rosario g. towns

|| ONÍRICO I

A veces cabalgo sobre los hombros del desierto; me expongo a la escaldadura. No hay rastro a seguir ni se anuncia un brote de agua. Se me incrustan puntillos de sal pasada; un escorpión escolta las fatigas que sangran la roca donde pauso. Olvido los porqué, los cuándo, pero los nombres en mi pulso bastan para continuar. Si lloro, pierdo más que por lo herido si caigo, pierdo más tiempo que el ya marcado y si doy vuelta, no será un regreso sino un comienzo hacia otro dónde incierto, entre espinas ocasionales, vuelo bajo de carroñeras y la ensordecedora carcajada de la cobardía.

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3.61

|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

onírico I


“ESTAR ALLÍ, EN EL ESPLENDOR” : LA POESÍA DE

ROCÍO CERÓN Por: Carlos Santibáñez Andonegui

H

ay en el poemario Diorama, de Rocío Cerón una oración clave, para mí, cuando se trata de adentrarnos en su obra. “Nombrar no es suficiente”. La escritura de Rocío Cerón es resultado de la observación atenta de movimientos poéticos recientes. Replantea lo nombrado, más cerca de la alegoría de la contemplación que del imperio de la imagen. El acto de nombrar es delicado y pasa por barreras de censura interna buscando desenmascarar

el artificio con que se envuelve a las cosas. Por eso su poesía, casi como ninguna otra en fecha reciente, se presta al performance, su representación es inseparable de ella, es más: ayuda a la aprehensión de su significado. También se acerca al concepto de poesía expansiva, que no se contenta con el sentido tradicional que damos a lo vivido, sino que busca arrancarlo del contexto habitual para volverlo aprehensible, digerible. Expandirlo a otros niveles de aproximación semántica, hacer extensivo su mensaje a otras artes. Por eso ha tenido éxito en algo que tantos poetas pasamos todavía inadvertido: la poesía espectáculo. El poema incendiario que se surte en registros diversos. Es así que su obra ya ha dado lugar, entre otros eventos, a la creación de piezas sonoras de Bishop Upg Breaknologista y Alejandra Hernández, creadas ex profeso para el jardín sonoro de la Fonoteca. ¿Cómo dudar del potencial que Rocío Cerón imprime al fenómeno del movimiento,

3.62

después de leer estos tres versos: “Golpes sobre la plaza, / pies que dan memoria. / Marcha”. Ante este metaforizar dinámico, cabe admitir un riesgo, que sería el no observar cuanto hay de admirable, en la forma tradicional de decir las cosas; tampoco hay que sembrar pánico a lo grande, qué va, al César lo que es del César porque cuando nombrar es producto de la observación de siglos o milenios, da por resultado palabras en sí mismas poéticas que traen en su etimología lo que quieren decir, llegando incluso a la llamada onomatopeya, es decir que la palabra evoque hasta el cuantum sonoro, la cantidad fónica suficiente para la materialización, por ejemplo la palabra trueno. La palabra rayo. Y esto, contextualizado en términos poéticos, se expresa en aciertos metafóricos como el de Montes de Oca con motivo de la muerte de la madre: “Algo que parte al rayo, me ha partido”. En esta tesitura me detendré a analizar el caso de la palabra Tokonoma. Cerón la utiliza dentro de una secuencia,

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estar allí, en esplendor: la poesía de rocío cerón

como una de las 13 formas de habitar una esquina, a través de un recorrido de estancias que va desde el vestíbulo, hasta la nación. Tokonoma es palabra oriental utilizada con un sentido de ganar altura. El poeta Efraín Velasco Sosa la poetiza en el opúsculo “& mi voz Tokonoma”, (Fondo Editorial Tierra Adentro 373), con el que obtuvo el Premio Elías Nandino 2008, y en mayor abundamiento de la connotación de esta palabra expresa: “…Tokonoma: delirio/ caleidoscopía del vacío”. Fácil hubiera sido para Cerón, seguir la línea tradicional, porque posee los elementos técnicos para ello, pero desde su poemario Basalto (Premio Nacional Gilberto Owen 2000), decidió incorporar en su poética mecanismos fuera del cánon. Este camino siguió en: Soma, Apuntes para sobrevivir al aire, Imperio / Empire (edición interdisciplinaria), Tiento y El ocre de la tierra, entre otros. Su obra trae propuesta, alternativa, de ahí que forme parte del Programa de Escritura Creativa de la Universidad del Claustro de Sor Juana y haya sido traducida al alemán, francés, sueco e inglés. Ha ganado interés en diferentes partes del mundo como la alternativa poética POESIAconC, con base en Malmó, Suecia, y la mirada puesta en América Latina. Sus proyectos Galaxia, se han presentado en el Centro Pompidou de París, Cabaret Voltaire, Tübingen, Alemania, Museo Karen Blixen, Copenhague, entre otros. La pregunta es: si nombrar no es suficiente, ¿no estaremos exigiendo a la poesía un contenido extra poético, una meta poesía? O basta con aceptar la carga semántica adicional que lo nombrado poéticamente proporciona al objeto, para enriquecernos y complementar lo nombrado, con aquello que admita un nombre mejor. El nombre que refunde el significado y lo renueve: el nombre poético. El nombre de la primera parte del poemario de Cerón es Pin Hole: agujero de aguja; constituye una de las primeras técnicas usadas en la fotografía, que sin embargo todavía se usa. Decía Juan Ramón: “¡Oh, inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas!”; guardadas distancias, esto es

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carlos santibáñez andonegui

algo que Rocío pretende, es más, su poesía no se comprende sin esto. El intento de re encontrarse o volver al origen, que no descarta ni siquiera el rezo, la oración, y hace suyo: “Reza, no el Padre Nuestro o el Ave María, / nombra por su acento lo que hay.” Como toda postura estética, la forma de poetizar el mundo de Rocío Cerón tiene un límite, impuesto por la “otra naturaleza”, la del contenido teórico extra literario que encierra una visión del mundo que no empiece y acabe en las palabras, sino en los conceptos. Lo vemos con la poeta malagueña Ivonne Sánchez Barea en el caso de la física cuántica. Una propuesta alternativa, llámese física cuántica o poesía transversal, sirve para ordenar la interioridad, pero lanza al poeta a un doble esfuerzo, el de ser consecuente con el esquema elegido y a la vez no olvidar que interioridad no es siempre intimidad, hay algo ahí de género próximo y diferencia específica. Su lucha es así, un afán por dejar ver ese conocimiento para otros un tanto oculto que el poeta ha adquirido, y a la vez sostenerse en la continua presencia poética. La poesía de Cerón tiene futuro porque sabe hacer esto que posee un grado de dificultad más allá del puro nombrar las cosas. Su obra “Tiento” ha dado lugar a la Acción Poética “Tiento”, en el Instituto Cervantes de Berlín, y este es un nuevo camino al que están aspirando ya los poetas jóvenes de hoy. Tienen claro que la iluminación ha de venirles de la misma pregunta de siempre: ¿ser o no ser?, pero tampoco se desgarran las vestiduras, sino aprovechan entre otros, el recurso de abordar diversos roles simultáneamente, podríamos enunciarlo así como que el poema sea varias cosas, desde una toma de conciencia filosófica previa que bastaría a ser poema (“Uno podría ser entendimiento crepuscular, avanzada furiosa de jauría humana pero el vórtice detiene la rebelión”), hasta una maliciosa receta de cocina o instrucciones para mesería fina: “Sobre el pequeño portavasos un rosé medianamente frío [1]. [1] *Los conocedores apreciarían la delicadeza del sommelier de haberlo enfriado unos grados más, como se templa una nación antes de ser entregada al tirano. Corte o desuello: esté atento que aquí, si no se huelen

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carlos santibáñez andonegui

estar allí, en esplendor: la poesía de rocío cerón

Estamos ante una voz que es atenta expresión de mujeres poetas. No olvidemos que lo convencional, incluso lo “veraz”, a ellas válidamente las hace desconfiar. Sin embargo la veracidad de la línea recta es como el recuerdo de su primer novio. Por eso escribe Rocío: “Lo veraz cuenta. Aunque la veracidad sea una falsa mujer. Un hombre aquietando mandíbula”. Para el gran poeta José Kozer, Rocío Cerón alcanza un alto grado de madurez. “La auténtica función del Diorama es, a saber: desdoblarse para alcanzar la simultaneidad”. En lo personal pienso que una poeta como Rocío Cerón es privilegiada pero no invulnerable al encuadrar su poesía en estos parámetros de conocimiento que se adaptan perfectamente a lo que es poesía, lo explican, lo sostienen, lo recrean, le “dan mantenimiento”, diríamos, pero jamás lo fundan, sino en un sentido más amplio, aquel en que el saber filosófico por ejemplo (o cuántico, o derivado de una forma sistemática de interpretar el mundo) busca el fundamento de lo poético al igual que de todas las actividades humanas, y lo halla, pero teóricamente: lo enuncia digamos, pero no por enunciarlo, lo crea. Se crea en cuanto se enciende una interconexión que hace sentido en las palabras mismas. La poesía es en cierta forma, la puesta en escena de una multiplicidad de sentidos. Esa es precisamente su diferencia con la prosa, donde la significación tiende a ser unívoca. Y como es condición suya esta pluralidad, es un tanto celosa. No admite ser instrumento de transmisión de otro saber, por valioso que sea. Lo fársico ayuda en la medida en que permite “desfamiliarizar lo simple”, pero casi todo lo que es conocimiento teórico, sea moral, metafísico, práctico, etc., tiene que dejarse a la entrada de la poesía y sacrificarlo por ella. Decía Fray Luis: “A la poesía hay que acercarse de rodillas”. En cambio, la prosa, explica a cabalidad, porque en el momento en que la palabra se asocia a .

otras para construir una frase, el que se actualiza es un solo sentido, el cual se vuelve predominante. ¿Por qué la poesía no nos vuelve locos? Por la fijeza de los signos. Es algo cautivador, como el concepto de La Amada inmóvil que capturó Nervo. Casi podría decirse: el signo es uno solo, lo poético. Puedes bordar en torno a qué es el hombre, mas todo empequeñece en cuanto nombras “el interior arenoso de un hombre”. Al hacer poesía, la pluralidad de significados, se substituye por una fijeza de signos. Perder, para encontrar. Lo poético “indemniza los daños”, es lotería, no reintegro, es la buena noticia de sentir -porque la poesía se siente, no se explica en sí misma- (aunque críticamente sí se puede explicar) algo verdadero en el momento de formularse y estarse surtiendo a través de su propia luz, que compensa y anula todo lo demás; poesía valiente aunque lo demás sean “restos mudos donde se ha fundado la palabra certeza”. Descripciones que, como casi siempre, valen por un poema, por ejemplo, “ciento doce escalones con olor a llegada”, o “siglo XX, tallado a mano en relieve, sin bisagras…/ mármol negro de la época; .

[1] las encías del perro, uno muere de desasosiego”

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estar allí, en esplendor: la poesía de rocío cerón

dígase reliquia para entendidos” Lo que realmente queda suspenso, en un acto de misterio palpable, tangible, en la poesía, donde hay “Camuflaje, Suspensión, Sangre en suspensión”, es el hecho de que una palabra o expresión, pueda ser cambiada por otra. Hay voces en las citas precedentes que verdaderamente no pueden decirse de otro modo. La de Rocío Cerón es una poesía que resuena en nuestra caja timpánica como aquella belleza de la miseria en residuo, toda hecha a base de trazos radioactivos, de tracería radial. Y para esta poesía, ¿qué es la boca, sino potencia del soplo dentro, o aurora boreal? La verdadera poesía se reconoce inmediatamente porque no admite sinonimia, cambio, canjeabilidad. No hay canje posible: ahí

carlos santibáñez andonegui

está la poesía: “Tanto griterío tanta cabeza girando”. Los conceptos de fondo del poema, son múltiples y cambiantes. Pero las palabras, no. Las palabras son únicas e insubstituibles. Cambiarlas, sería destruir el poema. Son absolutamente autónomas. Si la oración se define como un sintagma bimembre autónomo sintácticamente, el poema se define como un sintagma incluyente, autónomo semánticamente, que resurge del caos para exclamar: “Reluce el cuerpo. Metal y aire en punta de lengua”. Y lo que cuenta, diremos para cerrar estos apuntes de aproximación al temple de Rocío Cerón, “¡es estar allí en esplendor”…!

Rocío Cerón

Diorama Universidad Autónoma de Nuevo León Ediciones Tabasco 189 Libro escrito con el apoyo del Sistema Nacional de Creadores de Arte, emisión 2010. Diseño de portada: Magui Pizarro Fotografías: Dulce Pinzón. Para leer/ver/escuchar su obra: w w w. d i o r a m a - p o e s i a t r a n s v e r s a l . c o m .

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ANIELA RODRÍGUEZ ZAPATA || poesía | poesía | poesía | poesía ||

|| CARTOGRAFÍA DE UN POETA AUSENTE Porque tu ausencia también es presencia y mi aire se lava entre tus ojos.

I Y sobre todo no estarás aquí entre los nichos donde mi nombre aprieta tus vocales y el silencio, grito cerradura es un insignificante terremoto de los sueños.

II Te han exiliado los monstros del agua: mariposas de luz azul te acompañan al destierro de mis uñas. Te han llevado los perros rabiosos por caminos de saliva mis manos, garfios de ajolotes acarician el eco de tus ojos..

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aniela rodríguez zapata

III Si contara UNO A UNO los lunares del mundo no cabrían

ni cinco en la MARAÑA DE tus besos.

IV Galopo la tierra sin saber tu nombre: eres tú el síncope del increyente rescoldo inextinguible de un pirómano. A tientas, escupo un coágulo de minutos podridos rompo el rostro a los cadáveres del tiempo. Mis ojos minusválidos te buscan en el fango.

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|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

cartografía de un poeta ausente


CELESTE VÁZQUEZ || cuento | cuento | cuento | cuento ||

CIGÜEÑAS

||

T

e lo digo en serio, sentí como si se me hubiera aparecido un muerto para hacerme algún reclamo cuando la muchacha llegó de madrugada, con la cara destruida por el llanto y ensangrentada por los arañazos que luego supe ella misma se había hecho, porque déjame te digo, pensó que el mismito diablo le había ido a habitar las entrañas para que pagara por todos sus pecados. ¿Tú crees? Esa pobre muchacha qué pecados va a andar teniendo, si siempre ha sido un alma de Dios, me acuerdo que cuando estaba chiquilla y supo que yo traía la pierna lastimada ella solita se ofreció a traerme agua del río en las mañanas, no me pongas esa cara, por Cristo bendito que es verdad, ya ves que a las demás chamacas cuando uno necesitaba un favor siempre tenía que andarlas obligando, a Veroniquita no, ella siempre fue muy acomedida, muy buena, llegaba bien temprano por mi cantarito y bajaba cantando al río, y fíjate, no me cobraba el favor, las otras siempre querían por lo menos una tortilla, esta muchachita nada, y volvía tambaleándose con el cántaro que ya lleno, pesaba yo creo lo mismo que ella, claro que de regreso ya no cantaba de lo cansada que venía, y aquí me ponía mi cántaro bien llenito, y no me pedía ni agua, nunca supo pedir, a lo mejor por eso nadie nunca le dio nada… pos siempre ha sido un pan de Dios esa muchacha. ¿Te acuerdas cuando los del gobierno trajeron bicicletas para que los chamaquitos no tuvieran que irse caminando hasta la escuela? Me acuerdo

3.68

que en aquel entonces estábamos todos con las bocas hinchadas de alegría porque nos habían limpiado el camino para que pasaran las bicicletas, hasta parecía que nos acababan de regalar un pueblo nuevo por las casitas recién pintadas, pero ya ves, por más que durante sabe Dios cuántos años Efraín y los otros lo estuvieron cuidando y limpiando, pos la yerba es recia y acabó por ganarles, y otra vez hay que caminar entre los matorrales, yo por eso mejor ya desde hace mucho ni bajo a la ciudad, me ponía unas chingas cada vez que iba y venía y ya estoy muy vieja para eso, mis piernas ya no me dan, de no ser por mijo chulo que me ayuda con la siembra ya me hubiera muerto hace mucho; ni te había dicho, estoy con el Jesús en la boca porque andan diciendo que nos va a caer otra sequía, cuando todavía ni nos recuperamos de la última, sí, haces bien en persignarte, de por sí estamos jodidos, pos encomendarnos a Dios, no nos queda de otra ¿verdad? ¿Qué? Ah sí, te decía de las bicicletas, tuvimos que tragarnos el coraje, como siempre, porque aunque los chavalos estaban que se sentían vueltos a hacer con sus bicis nuevas, pos pa' el primer mes ya estaban todas ponchadas, no aguantaron nuestra tierra ruda,

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deoquis nos pusimos tan contentos, mejor ni les hubieran traído nada, una chilladera que se hizo cuando no las pudimos arreglar porque las llantas estaban todas amoladas, ni modo de comprarles llantas nuevas ¿de dónde tú? Pero bueno, lo que te iba a decir era que nos trajeron algunas bicis, se las dieron a los primeros niños en llegar, como Veroniquita desde chiquilla ha sido muy madrugadora, pos ya sabes lo que dice el dicho, y a ella mi Dios bendito sí le ayudó, pero en cuanto vio al hijo de Crucita llorar porque fue uno de los que no alcanzó, pos se le hizo el corazón de agua y se la dio, su papá se enojó tanto que aparte de ponerle una golpiza de aquéllas, le prohibió ir a la escuela y hasta tener amigos, yo digo que fue ahí cuando ese pinchi viejo le chingó la vida. Aunque hay quienes dicen que a Veroniquita la jodieron cuando la obligaron a casarse con el borracho malparido de Pedro, para mí que más bien fue porque ni aprender a leer la dejaron, ni a hablar, como que esa muchacha no sabe para qué sirve la voz. Claro que el pelado con el que se casó terminó de amolarla ¿te acuerdas que Miguel también se quería casar con ella? Ése sí es un hombre, velo, bien trabajador, ya hasta levantó su casita, por eso es tan buen amigo de mijo, porque los dos son igualitos de luchones, lo que Pedro, ¡uf!, ese cabrón no sabe del trabajo, las únicas veces que lo he visto sudar, han sido cuando viene subiendo el monte en las mañanas, recién salido de las cantinas, siempre cayéndose de borracho, por eso ya ni su mamacita lo quiere ver, tan buena mujer con tan mal hijo, algo bien malo habrá hecho y con él lo vino a pagar, o nomás le tocó la mala suerte, como quiera ya no es su problema, ahora la que lo tiene que aguantar es Veroniquita, hasta que alguien le haga el favor

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celeste vázquez

y lo terminen matando en una de las peleas de borrachos en las que siempre anda, o ya hasta que él la mate a ella. Yo no sé por qué los papás de Veroniquita la odiarán tanto para haberla casado con ese diablo, pos si ya lo habían rechazado en tres casas; decía mi Salvador, a quien diosito tenga en su santa gloria, que Amparo y José siempre la odiaron por haber nacido mujer, y como Amparito ya no volvió a quedar preñada, pos se desquitaron lo más que pudieron con la pobrecita muchacha… y ya les andaba por deshacerse de ella, en cuanto cumplió los doce se la dieron a Pedro, así, sin pensar nada, así nomás. No creas, te lo cuento al áy se va, pero sí me siento triste por ella, me da pena, no te sorprendas si luego me suelto chillando… pos es que hablando de Veroniquita también me acuerdo de mija que se me murió, ella sería mucho mayor, pero… pos me la recuerda… si hubiera habido un doctor… pos si nomás era una chingada tos, pero mi Padre Dios sabe por qué hace las cosas... Desde que vino a mi casa, me la paso piense y piense en ella, la desgraciada no conoce más tierra que ésta, ya ves que sus papás nomás la dejaban ir por agua al río y a lavar la ropa, y pos ya sabes que Pedro no la deja ni asomar las pestañas, hasta blanca está, pobrecita, yo quisiera ayudarla, pero ya no se puede… Cuando se apareció en mi puerta, me costó harto trabajo reconocerla, primero porque te digo que traía la cara hecha garras, y aparte pos yo ya no veo bien, y menos en la noche, pero como que medio le reconocí la voz, no dejaba de gritar: ¡Me estoy muriendo Chole, me estoy muriendo! ¡Qué traigo al diablo adentro y quiere r o m p e r m e ! ¡ M e d u e l e !

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||cuento | cuento | cuento | cuento ||

cigüeñas


||cuento | cuento | cuento | cuento ||

celeste vázquez

cigüeñas

Todo eso me lo decía mientras se agarraba la panza con las manos hechas puños, como queriendo arrancársela. En cuanto le vi bien la cara y supe quién era pensé que el bruto de su marido le había puesto una madriza, yo ya tenía cerca de dos años sin verla por lo que pasó aquella vez ¿te acuerdas que te conté?, cuando oí unos gritos espantosos que salían de su casita, entré porque gritaba como si la estuvieran matando, y casi, era esa bestia golpeándola peor que si fuera un animal, que porque no le había tenido la comida lista, la pobrecita no dejaba de decir:¡Si no me diste con qué!, yo quería ayudarla, pero no me podía meter, a mí también me hubiera dado, ya ves que es un diablo ése, nomás alcancé a gritarle sus verdades, de ahí ya nunca me dejó verla. Por eso yo no sabía que Veroniquita estaba embarazada, nadie sabía, ni ella. Te decía, no paraba de gritar, entonces le agarré la carita, le dije que yo iba a ayudarla pero que se calmara, y al fin se calló. Primero le pregunté por Pedro, me dijo que no estaba, que no sabía dónde andaba pero que ya tenía tres días sin ir a la casa, la verdad eso me tranquilizó, yo si tenía miedo de que el malparido ése viniera a hacerme una escena porque yo tenía aquí a su esposa; le di un vasito con agua, le limpié la sangre que le habían dejado los arañazos y no me dio tiempo de preguntarle más cuando empezó a retorcerse otra vez por el dolor, pos yo luego luego que la vi empanzonada supe que ya estaba por parir, pero no me imaginé que tan pronto, y menos que aquí en mi casa, entonces me volvió a salir con que el diablo la quería matar y que la quería romper, y yo le dije: áy niña, tú no traes al diablo adentro, lo que traes es un chamaco que ya

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va a nacer, ¿pos qué no ves que estás embarazada? y con lo que ella me contestó me quedé helada, no sabía de qué le estaba hablando, ¿Que estoy qué?, ¡Que estás embarazada, que vas a tener un hijo! A ver, recuéstate que yo te voy ayudar a traerlo. Y a llore y llore, mientras se acostaba me dijo: no, Chole, esto es obra del diablo, los niños no vienen así al mundo, me duele mucho, me voy a morir, me voy a morir; apenas y pude percibir el tamaño de las nubes que esa niña traía en la cabeza, todos los vacíos que tenía me los estaba enseñando mientras hablaba; me le quedé mirando, le agarré las manos y con la poquita ternura que me queda le dije, Tranquila mija, así hemos sido paridos todos, no te vas a morir, yo así tuve a mijo y mírame, aquí estoy, así nacimos tú y yo, así nos duele a todas y todos salimos del vientre de nuestras mamacitas, todos mija, ¿o cómo creías?; la pobre no podía contener el llanto, lloraba como para hacerle competencia a la sequía que se nos viene, apenas y entendí las poquitas palabras que pudo soltarme, yo nomás entendía que las cigüeñas y que las cigüeñas y ya no sé qué más; en eso ya ni pude decirle nada, , porque soltó el grito y yo tenía que ir a recibir al niño, a la niña pues, por mi virgencita santa que nunca había visto a una embarazada dar a luz con tanto dolor, hasta pensé que a lo mejor sí traía al diablo adentro, pero no, Veroniquita gritaba del dolor del parto y es que yo creo también le dolía que no sabía, que no sabía nada la pobrecita. cuanto le puse a su niña en los brazos, la miró y se quedó dormida, no me preguntó ni me

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dijo nada, no sé qué habrá pensado, o sentido, está tan acostumbrada a los encierros, que por eso yo tampoco quise decirle nada, la dejé descansar. Ya hasta la mañana, con la voz bien ronca de todo lo que había gritado, me dijo: gracias, en el momento me calmó lo que me dijo, eso de que todas las mujeres tienen así a sus hijos, pero yo sé no es cierto, yo sé que a los niños sí los traían las cigüeñas antes, eso me dijo siempre mi

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celeste vázquez

mamacita, y mi abuelita que en paz descanse, y ella era una santa, y yo veía verdad en sus ojos siempre que me contaba cómo la cigüeñita me había dejado en los brazos de mi amá, lo que pasa es que usted no quiso decirme la verdad, porque también le duele y pos yo ya había llorado mucho y usted es muy buena y no quería darme más dolor; entonces le pregunté que de cuál verdad estaba hablando, y ya sin llanto me dijo: Pos que a este pueblo, hasta las cigüeñas lo olvidaron.

3.71

||cuento | cuento | cuento | cuento ||

cigüeñas


DIANA FERREYRA || poesía | poesía | poesía | poesía ||

|| LA NAÚSEA

I Ante todos sigo en el moribundo residuo. Creo que me siento un poco ebrio tras tomar junto a las estrellas y descubrirme a mí mismo que no soy el principito que todo el mundo anheló tener. No soy profeta. Tampoco el canto que alguna vez ingeniaron para un amado. Quizás sea el demonio infundido en una cefalea inherente, cortante, desafiante a la vez. Este es el primer canto que pudiera dedicarle a los hombres cuyos nombres no interesan, ni el estado emocional con el que determinan el futuro. Simplemente soy un vano humano que vive de los sueños y de la Afrodita, que en su seno me hundo. Nadie me permite exiliarme de mí mismo.

II La masa elocuente me dice que estoy muriéndome. Ven a mi cadáver, incluyendo algunos residuos para que algunos animales lo devoren cautelosamente. No sé por qué pienso en morir cuando creo en un Dios que no me ayudará, y a lo mejor tal vez me lo ingenie. Soy creyente. Pero alguien más se aproxima hacia a mí.

III Convertiría en vapor lo que pienso cantar alrededor de mi columna vertebral. Me duele el pescuezo, y mis pensamientos púgiles revientan hasta convertir el mar en una vomitada de mi propio ser. Siento que varios océanos reviertan en la soledad, inquieta, reverentemente estúpida, sanando a la rana de mi coladera, como si fuese el zar que todos anhelaban en algún momento.

3.72

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diana ferreyra

IV Perdido entre tanta bandeja, he llegado a la conclusión que soy un idiota poeta, y que mis cenizas van calcinando a través del tiempo, como si fuese un cuerpo pútrido, expediente de cualquier dolor, vulnerable. Tengo náusea, y sigo bailando ante la danza, el dolor escalofriante, el estado emergente en el que sostengo mi báculo, interminablemente desecho.

V Sigo en la náusea. Todo quiere decir que me intento suicidar, no tengo la menor idea de saber el sufrimiento ajeno. Pobres personas quienes acuden de inmediato al instrumento suicida. Todos hemos vivido el terremoto: nadie sabe si ha vivido para contarlo.

... Parafrasear, lo único que se puede lograr a partir de este instante. El beso flameante,

la caída desértica. El vómito. El vómito. El vómito. Tengo náusea.

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3.73

|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

la naúsea


ULISES PANIAGUA || cuento | cuento | cuento | cuento ||

CARTAS A UN ESPEJO MUERTO

|| ||

I

I

ntentas hallarte en ese espacio, frío, impasible. Te sobreviene el miedo, la incertidumbre ante la imposibilidad de hallarte frente al espejo. Es inútil buscar una huella, un indicio primitivo. Hoy no estás y eso es todo. Tu imagen se la fumó la nada como si fuera marihuana barata. Al final sólo te tienes a ti para sobrevivir esta tarde amplia e indiferente. A ti sin un reflejo. Y este frío hijo de puta que cala hasta los huesos, y esta jodida llovizna temerosa que no cesa en su empeño de agudizar conciencias en esta ciudad muerta. Tú quisieras dormir como las calles angustiadas, los semáforos ajenos, las aceras abandonadas; pero hace tanto tiempo, desde que tu reflejo no ha vuelto, que te es imposible conciliar el sueño. Buscas con el alma fruncida un somnífero. No queda uno. Ni siquiera. Además, la farmacia está tan lejos, más de una cuadra, y habría que salir a esas avenidas inciertas y volubles, exponerse al riesgo de entablar, sin haberlo deseado, una fatigosa conversación con algún vecino. Eso no. Hablar no. Con nadie. Ni siquiera. Resuelves no salir, soportar la carga de la vigilia que empieza a parecerte perpetua. El reloj, oscilante como un mal ahorcado, representa -en la pared del fondo- un recordatorio más del sopor que acabará por adueñarse de todo. Recuerdas. No. No quieres recordar. Ni siquiera. Te olvidas de tu reflejo extraviado porque sabes que volverá. Tendrá que hacerlo. Coges el libro que está más a mano, te recuestas cuan largo eres en el sofá que parece mirarte como mira una abuela abandonada; recorres tres o cuatro páginas, y sólo entonces inicias aquel crucigrama de historias, una junto a otra, como hermanas violentas y afectuosas, multiplicándose hasta la infinidad. Azorado y temeroso, profanas ese universo barato que te propone un autor que impune se oculta tras el anonimato. Sólo hay palabras, torrentes de vocablos que insinúan significados. Lees, sin descanso, sin siquiera. Lees.

3.74

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II Interrumpes la lectura de un cuento llamado Crónica del minotauro para preparar un poquito de mate. A mamá le gustaba el mate, piensas, aunque nunca supiste la causa de tal afición: el mate es una costumbre sudamericana, mamá no era de allá, de aquellas tierras, pero gustaba de él, a saber. Recuerdas a mamá, aquélla noche que decidió develar el secreto. Estaba tejiendo un suetercito que nunca usaste, ¿ahora recuerdas? Sentada en la poltrona, con cara de fastidio. Mirabas el televisor, una caricatura de las clásicas, una de las que hacían reír de veras con un ingenio más complejo. Claro, a mamá le disgustaba que la vieras, pero el cartón era bueno, lo sabes. Se puso de pie, parecía haberse decidido de pronto a aceptar la ineludible tradición, el cambio generacional; te tomó de la mano (algo inusual en ella) y te condujo a su habitación. Allí, detrás del ropero desvencijado de la abuela, de ese esperpento de mueble que apestaba a viejo, allí estaba la ventana. No quieres invocar más a las memorias soterradas. Silencioso, intentas dormir una vez que vuelves al sofá. Sin embargo, por tu mente desfilan argumentos, personajes, estructuras que tropiezan con otras, se reconocen como ciegos, se acarician o se desprecian, y luego comienzan a agruparse como virutas de acero junto a un imán. Las historias fluyen de manera espontánea, sin afectaciones; se dispersan y cobran vida.

III La ventana. La ventana que mamá, después de tantos titubeos te descubrió. Aquella pieza fantástica donde asomaba un mundo distinto al que habitamos. Del otro lado, un día de sol conociste a tu padre, muerto antes de tu nacimiento. Oriente y Medio Oriente se regalaban a tu vista y hasta parecían descifrables. Acompañaste a un explorador solitario en su lucha ignorada por alcanzar la cima de un volcán ávido de sacrificios. En noches húmedas e íntimas, cuerpos voluptuosos y delicados de mujer se buscaron sin pudores, entregados a tu placer vouyerista. Los ojos más bellos que pudiste conocer estaban del otro lado. En la ventana desfilaban ángeles, herejes, ángeles-herejes, herejes angelicales; paganos y farsantes. La ventana no conocía día ni noche. No conocía a Dios. Era un extenso pergamino sin mensaje, una extensa pasarela de bestiarios, confabularios, mitologías y engaños, y hasta atisbos de amor. Cuando mamá murió, ¿te acuerdas?, sí, sí te acuerdas; dejaste de acudir a la ventana. La sepultaste bajo una doble pared, bajo un muro falso. Abandonaste la casa y no volviste jamás. ¿Para qué? Ni siquiera.

3.75


IV No imaginas más cuentos. Te niegas a proseguir el libro. En la calle ácida un silencio sospechoso presagia tiempos mejores. No piensas en mamá. Ni siquiera. Piensas en la patria, el destino. ¿Existen tales palabrotas? No piensas más. La cotidianeidad no merece mayor atención. Angustiado, te diriges al baño, partes un trozo de jabón y abres la llave a la caliente, cuando te deja impávido la presencia de tu reflejo. Está ahí, siguiendo tus movimientos por obligación, con desgano. - ¿Dónde andabas, animal?- reclamas. - Me perdí. - ¿Te perdiste? ¿Así nada más?¿Sin siquiera?...¿Es lo que queda por hablar entre un hombre y su reflejo tras años de agonía? - No sé. Déjame. Quiero descansar. - Estaba preocupado por ti. - Me imagino. Pero sabes, no importa. Ni siquiera. Nada importa. - Tienes razón- carraspeo y me recargo en el lavabo- habitamos un refrigerador vacío. - Sí, nos cobijamos bajo la noche desnuda, sin resguardo –sentencia. - No tenemos hogar, ni origen, ni sepultura- agoté la frase. Guardó silencio unos segundos. Fuera lo que fuera le pesaba bastante. - Estoy aterrado. ¿Te has dado cuenta? Ya no tengo rostro- confesó. Lo viste caminar nervioso primero, luego desconsolado. Encendió un cigarrillo y tomó asiento sobre el borde de la tina. Se le veía mal. No levantó la cabeza. Ni siquiera. No prestó atención a tus argumentos cuando quisiste darle consuelo. Querías decirle que no era verdad. Que tenía rostro, que lo podías describir claramente; si él lo deseaba podías explicarlo rasgo por rasgo. Pero seguir era innecesario. Después de todo te había hecho sufrir su partida, y quizás ahora era justo que pagara los daños, la afrenta. Se te olvidó hasta lavarte las manos. Dejaste abierta la caliente. Los recuerdos de mamá se dispersaron como nubarrones en un cielo salvaje. Despacio, con esa parsimonia que venías solicitando desde hacía años, llegaste hasta el pie de la cama. Dejaste caer, sin apremio, la ropa sobre las losetas, sobre el frío perseguidor de la noche adolescente. Hoy no vendría Mutibilda a pasar calientita la madrugada; hoy no habría farsas, no más textos, no más miedos. Ni siquiera. Esta noche no estarías para nadie... Aquella noche fresca de octubre, ¿te acuerdas ahora?, volviste a dormir plácida y discretamente, sin sobresaltos, como solías hacerlo las noches de antes.

3.76

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MIGUEL ÁNGEL AGUILAR HUERTA || poesía | poesía | poesía | poesía ||

|| FRITZ LANG [Fragmento]

“… Desde un rincón se ven tus ojos, tu cola blanca es el cronómetro que en su paso pausado acompasa a la eternidad… Aquí donde no te ve la luna estás solo como un recuerdo, y giras y danzas, y tu cuerpo dibuja en el espacio un cometa de polvo dorado… a veces pienso que el silencio aguarda en un rincón, como un gato blanco de ojos azules, igualito a ti…”

salvo el crepúsculo marzo - mayo 2013 - No.3

3.77


|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

miguel ángel aguilar h.

cinco cuadros de leticia ocharán

|| CINCO CUADROS DE LETICIA OCHARÁN Cuadro 1 Porosa, espesa y roja la rosa amenazada, amarillo de indias en lontananza. El universo no es azul sino café.

Cuadro II Lienzo entre paredes, lienzo que es tiempo figurado, grises sinuosos que insinúan un cuerpo; Luvina entre paneles, atrapada en ese tiempo de pinceladas precisas, en una mar blanca, cascada cósmica...

Cuadro III Vía láctea que se tuerce y un rasante e interrumpido vuelo del poema que sangra. Escalera trunca.

3.78

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miguel ángel aguilar h.

Cuadro IV Rugosa piel desnuda, de fuego y esmeralda encendido. Movimiento imperceptible de placas sobre lava. Desde el cielo la piel de la tierra es un cuerpo constante en el infinito.

Leticia Ocharán Paréntesis Aguafuerte y Mezzotinta, 60x47cm. 1983

Cuadro V Si el universo se plegara, y el tiempo quedara atrapado en lienzos de colores sobre la noche eterna; tendríamos: La versión azul de mi conciencia.

salvo el crepúsculo marzo - mayo 2013 - No.3

3.79

|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

cinco cuadros de leticia ocharán


a circe

julio torri

A Circe

¡Circe, diosa venerable He seguido puntualmente tus avisos. Mas no me hice amarrar al mástil cuando divisamos la isla de las sirenas, porque iba resuelto a perderme. En medio del mar silencioso estaba la pradera fatal. Parecía un cargamento de violetas errante por las aguas. ¡Circe, noble diosa de los hermosos cabellos Mi destino es cruel. Como iba resuelto a perderme, las sirenas no cantaron para mí.

|| microficción | microficción ||

JULIO TORRI


ÓSCAR CORTÉS TAPIA || poesía | poesía | poesía | poesía ||

|| SIETE CIUDADES

Siete ciudades no llevan mi nombre ni mi paso las ennoblece Ceguera de altos muros es la mía Y estas palabras, hijas abominables, sueltan al viento su rumor de mercado infame

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3.81


|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

óscar cortés tapia

ésta no es una máscara

|| ÉSTA NO ES UNA MÁSCARA

I

La memoria se pega a la piel y los pómulos recuerdan el aire de la cacería el sol de la cosecha el calor del horno Saben los pómulos que el cuerpo es caída y el aliento, amenaza

II

Demonio guardián Acecha bajo los ramajes las maderas y las cerámicas

El sacerdote inicia la salmodia Honra al doble del viajero

los metales y las joyas Roba el espíritu y el brazo Usurpa el fuego de la médula

Ni máscara ni celda Escudo contra el retorno

Teme el sacerdote El custodio espera No basta el sahumerio La ofrenda no aplaca El custodio es paso a uno mismo Cubrirse / descubrirse con los nombres de una ribera solitaria.

3.82

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IVANA L. SZAC || poesía | poesía | poesía | poesía ||

1

2

El sol bajo

oculta sexo su

Los nombres se esfuman

en

este rojo

donde

los

lengua

el cielo derrama

fiebre bajo

las pestañas de Dios.

espacio sueños

son alfileres y duelen.

1

Ciruelas en la pared gotitas minúsculas derramándose en el crepúsculo Daikiri de frutilla un mail para Caperucita manzanas para Eva. Vampiros en la noche tanto rojo hierve . Golpea mi mirada como un parto.

salvo el crepúsculo marzo - junio 2013 - No.3

3.83


LUCERO BALCAZAR || poesía | poesía | poesía | poesía ||

|| MADRE

Vuelve a hablar, madre, cuéntame esas cosas de brujas y naguales las mismas que en la revolución le contaban a tu tata. Anda, canta el arrullo que le gusta a tu nieto: Chinchiriñeco, chinchiriñeco Mató a tu muñeco ¿Y por qué lo mató? Porque estaba culeco Mira, ya se duerme, le gusta tu vozgrillo y tus manos veladoras. No pares, madre toma sus deditos y colócalos en tu corazón-árbol con semillas de sombra. ¿Te arrimo el pan-puerco Para que cures su empacho? No cierres los ojos madre. ¿Te sobo las manos frías? Que se lleven tu cuerpo pero déjame aquí tus manos mías; sabias de herbolaria. Déjame desenterrarlas, madre, para que cures mi locura.

3.84

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|| poesía | poesía | poesía | poesía ||

danzando lujurias

lucero balcazar

|| DANZANDO LUJURIAS En alguna azotea de la Ciudad de México Está danzando tu ropa Oreando lujurias Sola Seduciendo al viento que pasa del largo sin detenerse en el sudor o el semen que lleva tatuados En danza lujuriosa tu ropa se ha deshecho de ti Y es que eres insoportable-mente rígido no sabes no quieres volar lo gritan las mangas de tu camisa que se agitan danzan acarician pelean se vencen se proclaman dirigen una orquesta o a un orgasmo

Foto dominio por: Castleevents

(www.castleevents.com)

Mientras tus pantalones bailan un son chilango te maldigo por ser tan imbécil y politizado Te maldigo y como tus pantalones abro las piernas al viento para que se lleve el corazón que me dejaste adentro


Mujer piano, piano pintado, piano woman, teclado, piano femenino. / Fotografias De Erax-Moh Pendragon. COPYRIGHT / http://erax-mohpendragon.blogspot.mx

JOSÉ MANUEL ORTIZ SOTO || cuento | cuento | cuento | cuento ||

APPASSIONATA

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C

on manos así no se hace música, dedícate a otra cosa ―sentenció el examinador del conservatorio, y dio por concluida la audición.

El golpe, duro y contundente, me tumbó. Coartado mi deseo de hacer carrera como concertista, mi vida se escurría por el caño. Me daba lo mismo dormir en un sitio conocido que despertar en otro. Sin importar adónde fuera, siempre sería una más de las sombras anónimas que pueblan los rincones del mundo. Cierta ocasión que vagaba por el muelle de una ciudad antigua, ante el avance de la tormenta, me refugié en la primera taberna que se asomó en mi camino. Buscando una mesa apartada del bullicio de la barra, di con un piano abandonado en un rincón. Fue amor a primera vista: incapaz de contener la pasión por tantos años reprimida, me senté ante el viejo instrumento, que parecía aguardar mi llegada. —Si buscas trabajo, ya lo tienes — ofreció el patrón luego de escuchar un par de piezas—. Desde que murió el anterior pianista, nadie había vuelto a tocar ese vejestorio. Desconfío de la gente que habla así, pero estuve dispuesto a poner mi música al servicio de marineros ebrios y prostitutas displicentes, a los que apenas importan las canciones que berrean entre tragos y cigarros. Después de todo, pensaba entonces, ¿qué mejor manera de precipitar mi catástrofe? Solo debía esperar el desenlace.

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josé manuel ortiz soto

Una noche, mientras recogía las escasas monedas dejadas por los parroquianos en mi sombrero, me pareció oír la voz de una mujer a mis espaldas. No entendí lo que dijo, pero gruñí acremente, instándola a marcharse. En respuesta, ella me ofreció su copa. Aunque no estaba de ánimo para complacer a nadie, bebí desconcertado. ― ¿Qué deseas escuchar? ― ofrecí, volví a levantar la cubierta del teclado. ― Lo que tú quieras ― respondió con una vocecilla engrosada por los miles de cigarrillos consumidos. ― A nadie le importa aquí lo que un... — Sus dedos se posaron en mis labios. Los besé. Antes de que la mujer dejara entrever alguna manifestación de incomodidad por mi atrevimiento, me di la vuelta y dejé que fueran mis manos las que se hicieran cargo de la situación. Del interior del viejo piano comenzó a brotar una gama de sonidos entrelazados armoniosamente por notas que creía imposibles. Era como si, de pronto, mis dedos hubieran cobrado vida propia y se rebelaran contra mí, contra el mundo, contra todo aquello que nos mantenía oprimidos; cual si no existiera más vida que la música, pero en su más pura y primitiva esencia. Cuando el silencio se hizo, la mujer tomó mis manos y comenzó a mordisquearlas delicadamente, aspirando con fruición el aroma a tierra húmeda y vegetales que siempre las acompañaron. ― No sé qué has hecho conmigo ― le dije, y la cubrí con mis ramas.

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||cuento | cuento | cuento | cuento ||

appassionata


GOCHO VERSOLARI || poesía | poesía | poesía | poesía ||

|| ERATÓSTENES

Eratóstenes se quitó las sandalias y caminó descalzo la tierra hacia el final de su jardín donde latían las rosas de la cifra Se acostó en la hierba y soñó con la circunferencia: una lámpara visitada por los insectos de la cantidad. Eratostenes despertó y esa tarde volvió a quitarse las sandalias y a caminar descalzo los senos de su amada. Luego se acostó en el jardín y soñó con sus ojos con las volutas de su cuello ( los mosquitos de la cifra discutían sus resultados mordisqueando la sangre y los anhelos). Después una tormenta cayó sobre el jardín. Lluvia de sangre, pájaros desmembrados. Eratóstenes fue un cúmulo de sueños: manos, pies pecho y vientre atardecidos que derivaron los arroyos de la lluvia

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y se evaporaron lentamente y una niebla desnuda llegó a las muchachas que dormían y les habló de amantes y de sueños de tempestades súbitas y amores que escapan a las cifras y llegan a la perfección del número donde los prados son verdes, donde las noches sueñan al soñador y las anémonas le muestran sus cinturas cenicientas En Grecia Solón se quitará la ropa Y tallará sus leyes en madera En Atenas un perro orinará a Dionisio y Zeus agitará sus rayos sobre los sueños de Eratóstenes que recorre la circunferencia de la tierra mientras su amada se baña en esa fuente azul de Jonia que respetó Darío De Tebas y de Esparta, del fuego de los cielos descenderán los peregrinos que treparán descalzos el enorme cuerpo de Eratóstenes tendido en posición fetal mientras los bárbaros escapan a ritmo de trirreme

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y el corredor de Maratón agoniza junto a su pie derecho. Eratóstenes duerme dirán los esclavos en la noche viendo el perfil del cuerpo circular que proyecta la sombra de la luna sobre las rocas del Peloponeso. Una niña subirá a sus rodillas empedradas a sus muslos fibrosos como barcos Regresará con una sonrisa y un secreto que volcará en los oídos de su hermano mientras la griega noche arroja sus aceites y aceitunas sobre tersos barrancos El mundo es el cuerpo de Eratóstenes musitará la niña en un susurro que partirá la tierra y golpeará con su perímetro, látigo de cifras y mosquitos, de trirremes y vino de las viejas fiestas de Dionisio que avanzan sobre el Uno de Parménides y los fluyentes ríos heraclíteos El mundo es el cuerpo de Eratóstenes repetirá la niña y las hetairas llorarán sobre la carne plateada de la circunferencia de la tierra que habrá sido medida para siempre

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y para nunca Volando sobre el mar, sobre la tarde sobre el tiempo transformado en espacio, los mosquitos de la cantidad llegarán a las noches repletas de edificios y la sirena de un vapor parecerá un cuerno de cabra Y la circunferencia de la tierra estallará en su locura de sentido y de pan de mosquitos y vino de muertos y de vivos de sólidos silencios que llueven y crepitan detrás de las gélidas estrellas.

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Autores salvo el crepĂşsculo marzo - junio 2013 - No.3

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SANTIBAÑEZ ANDONEGUI, CARLOS: Estudió Letras Hispánicas en la UNAM, y más tarde la carrera de Derecho. Co-fundador del grupo editorial Liberta Sumaria y Nautilium. Ha publicado: Para decir buen provecho (Liberta Sumaria, 1978), Llega el día, vuelven los brindis (Col. Libros del Fakir, Editorial Oasis, 1984), Fiestemas (Punto de Partida UNAM, 1986), Glorias del Eje Central (Nautilium, 1993), Con Luz en persona (Eds. Mixcóatl, 1999), Ofrezca un libro de piel (Eds. Coyoacán, 2005). Antologado en: Asamblea de Poetas por Gabriel Zaid (Siglo XXI Editores), Palabra Nueva por Sandro Cohen (Ed. Premiá), 500 años de poesía en el valle de México (Ed. Extemporáneos), Poesía Erótica Mexicana por Enrique Jaramillo Levi (Ed. Domés). Lo acogen también: La región menos transparente por Héctor Carreto (Ed. Colibrí), Puerto Norte y Sur por José

VELÁZQUEZ, CELESTE: Egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua de la Licenciatura en Letras Españolas. Es becaria del Gobierno del Estado de Chihuahua para cursar la Maestría en Artes en La Universidad de Texas en El Paso, programa en el cual se especializa en Español y Literatura. Ha participado en diversas mesas de lectura, festivales y conferencias. GIORGIO, ADRIÁN: (21 de marzo de 1988, Buenos Aires, Argentina) Estudió en la Universidad Nacional de Córdoba, es Técnico Instrumental en Corrección Literaria y Licenciado en Letras Modernas. Ha trabajado como profesor de Lengua en el nivel medio y ha participado en la creación y el dictado de un taller de poesía en el penal de San Martín, en la ciudad de Córdoba. En la actualidad es representante en una editorial. Entre los cuentos que publicados en distintos medios gráficos se hallan “Gris”, “Epílogo”, “M. Naif”, “El verdugo” y “Un día más”. TONHATIU, MIGUEL: Escritor: Novelista, cuentista y ensayista; coordinador del primer taller de expresión y crítica literarias en la Casa de la Cultura Jurídica de la Suprema Corte de la Nación (2003) y ponente para el tema “El desarrollo de la imaginación en el adolescente (Prosa y Poesía)” ambas en el estado de Zacatecas. Miembro de la Red Nacional de Talleres literarios (2002 a 2005). Director editorial de la Revista “Siega” desde el año (2005 a 2006). Ha publicado los libros Cáncer (ed. Quemar las naves, ed. 2000, Zacatecas) y El Mal (ed. Fridaura, 2010). Fue premiado en el certamen Otra Lluvia; recibió la Mención Honorífica en el marco del VI Premio Nacional de novela negra en el 2012 convocado por el Instituto Queretano de Cultura. OLIVARES PANIAGUA, ULISES: Narrador, poeta, videasta y dramaturgo. Se graduó como arquitecto en el Instituto Politécnico Nacional. Ha publicado, en colectivo, cuatro libros de cuento (Cuentos dispersos, Nuevo cuentario, El silencio se mudó al armario y

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Oxholm, (Michigan, U.S.A), Donde la piel canta por Arturo Trejo (Ed. Cofradía de Coyotes) y el Diccionario Bio Bibliográfico de Escritores Mexicanos del INBA. Ha sido Becario del Instituto Nacional de Bellas Artes en 1979 para la rama de poesía, y del FONCA en 1993. Asistente en diversos Encuentros de Poesía, como el Festival Internacional Cervantino 2010, y The World Festival of Poetry, Isla Mujeres, 2011. JUÁREZ SALAZAR, EDGAR MIGUEL: Pasante de Psicología por la UMSNH, con tendencia por el psicoanális, la literatura y la psicología social, ha sido ponente en varios congresos nacionales con temáticas referentes al Psicoanálisis, la Psicología Social, entre otros.

Cuentos húmedos), bajo el sello editorial de la UNAM. De forma personal publicó en poesía: Del amor y otras miserias (Editorial Fridaura, 2009), y Guardián de las Horas (Eterno femenino ediciones, 2012); en cuento Patibulario, cuentos al final del túnel, (Editorial Mutibilda, 2011), y Nadie duerme esta noche (Fridaura, 2012); así como los libros infantiles Me llamo Odo, Odo y un día muy especial y La Mancha de Pipiolo (En proceso de edición, 2013). Su obra ha sido divulgada en diversas revistas y diarios nacionales e internacionales. En el 2007 recibió una mención honorífica en el Concurso Nacional de Cuento Criaturas de la Noche, del Instituto Coahuilense de Cultura, donde fue publicado en la antología de terror Ese hondo suspiro entre las sombras. En el 2008 fue incluido en la antología de Poesía Latinoamericana Giulia Gonzaga (Italia). Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés y al italiano. En el 2011, con su colaboración literaria en las coreografías de grupo Kanga, en Barcelona, obtuvo el primer lugar en el concurso nacional “Tú sí que vales”. Actualmente imparte talleres de Poesía y de Creación Literaria. ORTIZ SOTO, JOSÉ MANUEL: (Jerécuaro, Guanajuato, México, 1965), médico con especialización en Pediatría y Cirugía Pediátrica. Ha publicado los libros de poesía Réplica de viaje, Poemario y Ángeles de barro; antologó El libro de los seres no imaginarios; Minibichario, y participa en las antologías Cien fictimínimos. Microrrelatario de Ficticia y I Antología Triple C Microrrelatos reunidos. Es miembro del comité editorial de la revista especializada en microrrelato Internacional Microcuentista. Sus minificciones se han publicado en El Extra de Laguna y La Jornada Semanal. Administra los blogs Ángeles de barro, Antología Virtual de Minificción Mexicana y Cuervos para tus ojos, entre otros. GARCÍA HERNÁNDEZ, MOISÉS: (1989) Estudia Filosofía en la UMSNH. Ha publicado en las revistas Letra Franca, Prisma Volante, Ficticia, Punto en línea, entre otras.

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LUVIANO, ROBERTO: (Estado de México, 1974) Es egresado del Diplomado en Creación Literaria de la Escuela de escritores de la SOGEM. Licenciado en Creación Literaria de la UACM. Ha publicado los libros de poesía: Falhar de Cornos (La perra pelona, 1999), Arqueología del Odio ( Premio Nacional de Poesía Tinta Nueva, 2003), El cuaderno de la escritura o del deleite por Malke Arnaki (Shajor,2008). Prepara el libro de

cuentos Canevá, en poesía Jadis el Antaño, Erórica de la podredumbre. Ha sido jurado en diversos certamenes de poesía, oratoria por parte de la DGETI, ha sido profesor del Taller de Oratoria en la ESIME- ZACATENCO del I.P.N. Imparte varios talleres de creación literaria en casas de cultura. Actualmente pertenece al grupo poético El cuerpo Poético. Colabora para la editorial Cofradía de Coyotes.

CORONA MONTIEL, ISABEL / FURYO SAKAMOTO: Estudia en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Escuela Nacional de Trabajo Social. Se ha enfocado de manera primordial al estudio de la salud mental, la genealogía. Involucrada en actividades de tipo artístico: fotografía y literatura, contribuyendo visual y textualmente en la revista Usura, en Vórtice y el espacio electrónico cámaras con la cultura.

GRACMOR, PEPE: Dedicado, primeramente como escritor de graffiti [1999] destacando con tipografías callejeras enredadas con secuencia; posteriormente en el 2003 se interesa por el diseño gráfico donde logra obtener un estilo propio basado en gráfica prehispánica de procedencia maya. Su trabajo se caracteriza en un estilo de formas libres y expresivas donde el grosor de las líneas juega con la percepción de las figuras; los colores influenciados por las tonalidades del pop art hacen de su diseño una forma moderna abstracta.

LOERA, ARTURO: (Chihuahua, 1987) Pasante de la licenciatura en Letras Españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Fue delegado de Chihuahua en la Red Nacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura 2011 – 2012. Es autor del libro “El poema vacío (luto en el hormiguero)” (ICM 2013) y de la plaqueta “Cruz y ficción” (Bakcheia Cartonera 2011). Poemas suyos han sido publicados en revistas locales, nacionales y digitales como Metamorfosis, Onomatopeya, Nervadura, Rojo Siena y la revista electrónica Bonsaí, entre otras. Es coordinador del taller de poesía “Nellie Campobello” en la Facultad de Filosofía y Letras de su ciudad. Actualmente miembro del taller “Alí Chumacero” dirigido por Enrique Servín.

(1981), Poemas para los pequeños (1983), La fauna del Platón y otros poemas (1984), Bajo el signo del árbol (1986), En el insomnio escribo (1987), Vivir cerca del mundo (1988), Cuando te llamo selva (1989), Pulir el jade (1992), Criatura inanimada (1995), Otros mundos, otros sueños y otra vez otros mundos (1996), Aprendizajes en la luz (1996), Pejeluna (1996) y Casa Distante (1996) y los más recientes, Dragón de Otoño y Huellas de Pájaros (2011) entre otros.

ROBLES, GERARDO: (Chihuahua, 1991). Estudiante de Letras Españolas. Entre sus publicaciones personales cuenta con los poemarios, El silencio de las cosas (Tintanueva Ediciones) y Mediaciones (Latin Heritage Foundation). Así también, con la participación con obra poética en numerosas revistas nacionales e internacionales. Actualmente imparte un taller de poesía y prepara un libro de poemas. SUÁREZ CAAMAL, RAMÓN IVÁN: (Campeche, 1950). Realizó estudios en la Escuela Normal Rural de Hecelchakán –en ese mismo estado- y en la Escuela Normal Superior de México, con especialidad en Lengua y Literatura Españolas. Ha publicado más de veinte libros de verso y de prosa, entre ellos Zoo y otras ficciones mínimas (1978), Pavesas (1979), Memorial de Sueños

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VERSOLARI, GOCHO: (Mar de plata, Argentina 1949) Heterónimo del escritor Ricardo Iribarren. Sus publicaciones en papel han sido esporádicas y sin trascendencia y la mayoría de su obra puede encontrarse en la web, en especial en: http://poemas.gochoriklit.com/ AGUILAR HUERTA, MIGUEL ÁNGEL: (México, DF, 1952) Poeta, cantante de música andina y diseñador gráfico. Trabajó como editor de publicaciones científicas y políticas en el InifapSAGAR (hoy SAGARAPA). Tiene estudios incompletos de Letras Hispánicas en la UNAM. Ha participado en dos talleres literarios; uno de creación poética dirigido por el escritor Ricardo Yáñez y otro de creación literaria dirigido por la cineasta y escritora Eurídice Román de Dios. Es coordinador general del Grupo Cultural Xilote y director de la revista impresa y electrónica del mismo nombre. Aparece en el Diccionario biobibliográfico de autores contemporáneos editado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Bringham Young University. Ha colaborado en las publicaciones: El Ciervo Herido (CEFOL), Manatí y Xilote (de la Confederación de Escritores Latinoamericanos 1975-1980); Letra y El Segundo Piso (1981); El Séptimo Sueño (1983). Tiene publicados los libros de poesía: Sendero de palabras, Ojos de Topacio, Justine, y Paisajes Inexistentes.

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FERREYRA, DIANA: (Morelia, Michoacán 1990). Egresada de la Facultad de Lengua y Literaturas Hispánicas, de la UMSNH. Ha publicado cuentos en antologías como Narradores emergentes (comp. Miguel Ángel García), Invierno y Lujuria (comp. Susana Arroyo-Furphy); y su segundo libro Borrones (SECUM). Este año se publicará impreso su plaquette de cuentos eróticos Habitación para dos (Sueño Colectivo, Lázaro Cárdenas, Michoacán). PINEDA QUINTAL, MARIO EMMANUEL: (Mérida, Yucatán 1986) Es egresado de la licenciatura en Comunicación en la Universidad Modelo. En el 2006 obtuvo el primer lugar en el premio estatal de poesía joven Jorge Lara Rivera. Ha publicado en varias revistas literarias siendo antologado en Mapa Poético de México, Expresiones Emergentes, Nuevas Voces en el Laberinto y México Lindo y Querido. Es autor de las plaquetas “Cuadrante Nostálgico” y “P(r)o(l)emas”. Es integrante del Colectivo Catarsis Literaria “El Drenaje”. BALCÁZAR, LUCERO: Poeta, editora, periodista cultural y pintora. Diplomada como Promotora Cultural, Ministerio de Cultura de la República de Cuba (200307). Ha publicado los libros: María Luciérnaga (Editorial Alas de Libro, México, 1997), Semillas para la Ciudad (Editorial Alas de Libro, México, 1997), Piel de Poema (Letras Lúdicas, México D.F., 2002), Amores Carniceros (Ediciones Clandestinas, Estado de México, 2003), Mi Caníbal Poeta (Metáforas Prohibidas, Estado de México, 2004), Fauno Negro (La Huella de Lorca en Santiago, Santiago de Cuba, 2005), El Loco (Editorial Fridaura, México D.F., 2006), entre otros. G. TOWNS, ROSARIO: Cuenta con vasta publicación escrita y oral, en diversos medios y formatos. Ha sido jurado, crítica y organizadora así como presentadora e invitada especial en múltiples eventos culturales. Fundadora y miembro de varias agrupaciones literarias. RODRÍGUEZ ZAPATA, ANIELA: Estudia Letras Españolas en la UACH. Fue becaria en el Curso de Creación Literaria para Jóvenes organizado por la Fundación para las Letras Mexicanas. Es cofundadora y coeditora de la Revista Contra (www.revistacontra.com). ELLIE IRABÚ: (Saltillo, Coahuila 1990) Estudiante del octavo semestre en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila, editora de la revista estudiantil Portavoz, promotora cultural de la misma institución y coordinadora del proyecto universitario Café literario Aleph. Mención honorífica en el concurso “Corta historia de amor 2012” de la UA deC. Ha publicado poema, cuento, reportaje, ensayo y artículo de opinión en la revista Portavoz.

CORTÉS TAPIA, ÓSCAR: (Chilpancingo, 1960) Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM, y licenciado en Derecho por la UVM. Ha publicado los poemarios: Voces como silencio (1995), Tierra de palabras (1996), Cuaderno de iluminar ausencias (1997), La misma pluma (1998), Elogio de El Santo y otros poemas (2001) y Elogio de lo baladí (2004); y de Breve espera (cuentos, 1997) y Su inútil servidor, Margarito Ledesma (antología, 1999). En 1990 obtuvo el Premio Punto de Partida en Cuento, y en 1992 el de Poesía. En el año 2000 obtuvo el Premio de Poesía Gabriela Mistral. En 1998 fue becario del FOECA Guerrero, en el rubro de Creador con trayectoria. En Noviembre de 2012 ganó el Certamen de Poesía Demiurgo, convocado por la editorial Valentia Autores, de España. Parte de su obra se ha traducido al inglés, francés y portugués. Actualmente colabora en revistas literarias electrónicas, como Letralia y Periódico de Poesía, entre otras. Y conduce el programa radiofónico en línea ¿Te cuento un libro?, que se transmite por Ciudad Radio Mx. L. SZAC, IVANA: (Ramos Mejia, Argentina 1980) Docente de primaria, estudiante bibliotecaria y animadora. Es colaboradora de las revistas: “Perros Sueltos” (20102011-2012); “Con letras se vive” dirigida por Jorge E. Rodríguez; “Diario de los poetas” dirigida por Eduardo Monte Jopia. Participó en las antologías “Manantial de los espejos” con el grupo literario La Besana,1998; “Gente de Lunes” 2006, 2007, 2009; Antología de poemas: Antología de poetas de Morón (Edición Pluma e gallo. 2009), Antología de poesías: “Una joven maleta llena de hojas” (La luna que. 2012), Antología, tomo III “Poesía, cuentos y vos” (Ediciones pasión de Escritores. 2012) Antología “Poesía bajo la autopista” (ediciones Clara Beter. 2012) Publicó: “Gritos en mis ojos” (Ediciones La Cultura. 2009); “Mujeres y tabaco para la luna” (Ediciones Arbolanimal, 2012). En Noviembre de 2012, colaboró con el evento literario y artístico “Una bitácora de voces” dirigida por Irel Alma. SINAE DASEIN: México D.F. Ha asistido a diferentes talleres de poesía y creatividad literaria. Colaborador del movimiento "Red de la palabra aurea" y “Salvo el crepúsculo” realizando lecturas de poesía y esténsiles. Reside actualmente en la ciudad de Cancún, Quintana Roo. Prepara su primer volumen de poesía. VILLALOBOS MARTÍNEZ, JOSÉ ANTONIO: (México DF 1972) Becario Salvador Novo 1991 - 1992, bajo la tutela de Alì Chumacero y la Dra. Ybette Jimènez. Becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes Aguascalientes 1994 - 1995. Cuenta con varias publicaciones en medios impresos y digitales. Recide actualmente en Montreal, Canadá.

ORTIZ, EDUARDO: Originario de Texcoco, EdoMéx, egresado de la carrera de Estudio Latinomericanos en la UNAN, dirigió la revista online AhuehueteDigital, y ha sido bloggero e impartido varios talleres de lectura para estudiantes de bachillerato. Actualmente dirige la Librería Maqroll, un proyecto cultural online.

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salvoelcrepusculorevista.wordpress.com/ Revista Salvo el crepĂşsculo


SEQUÍA Fragmento

Sí, todo eso será. Sí, regresarán los tiempos que levantes prohibiciones sobre la faz de la tierra. Pero aún por un tiempo está el anatema, y la hora todavía es el blasfemo: la tierra bajo vendajes, la fuente bajo sellos... Detente, oh sueño, de enseñar, y tú, memoria, de engendrar.

SAINT JOHN PERSE canto por un equinoccio traducción del francés: elsa cross


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