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Opinión Salvador Echeagaray
OPINIÓN ALMA MATER 28
Por Salvador Echeagaray Máster en Filosofía
En este mundo casi todo se mueve por ideas. Sí, es así como pensamos. Tenemos la idea, el concepto de algo. Nuestra mente, luego, empieza a relacionar conceptos, que se llaman juicios. Después, relacionamos estos juicios y empezamos a razonar, a deducir, a encontrar las verdades que permanecen veladas en las cosas.
Indagamos, observamos la esencia. Vemos cómo se repiten los momentos de los entes; la reiteración de los actos, de los sucesos. Luego inducimos, formulamos leyes universales que, después, volvemos a razonar para seguir deduciendo.
Así funcionamos los seres humanos, por ideas. Fue Platón, el famoso filósofo griego de la Antigüedad, quien confirió a la idea una entidad en sí misma. Para el gran pensador, el mundo de las ideas es superior a este en donde nos desenvolvemos. Nuestras almas eternas han vivido en el mundo de las ideas, contemplándolo todo, sabiéndolo todo.
Como castigo de un pecado, nuestras almas son condenadas a vivir en un cuerpo. Al entrar a este, sufre el espíritu tal conmoción que se olvida de lo aprendido en el Topus Uranus. Por ello, para
Fotos: Shutterstock.
el filósofo idealista el aprendizaje humano es recuerdo. Sí, recuerdo de lo contemplado, de lo visto, de lo asimilado cuando, como en un “paraíso terrenal”, vivíamos en el mundo de las ideas.
El discípulo del gran Platón, el también grande (más bien, inmenso) Aristóteles dijo que era amigo de Platón “pero más amigo de la verdad”. El de Estagira contradice a su maestro: “No. Las ideas no viven en un mundo supraterreno; las ideas las hacemos por abstracción (abs, hacia; traere, traer). Traemos hacia nosotros la esencia de las cosas y hacemos la idea o concepto”.
“Nuestra alma —explica Aristóteles— no contempló nada en otro mundo; viene como tabla rasa, donde se va a escribir lo aprendido”.
Santo Tomás de Aquino, más de mil años después, constató lo dicho por Aristóteles. Sin embargo, antes, por el siglo octavo de nuestra era, San Agustín había adelantado otra explicación sobre las ideas: “Las ideas no viven precisamente en un mundo supraterreno: las ideas viven en la mente de Dios”.
Ahí viene la idea. La captas. Viene pululando por el aire. Aspecto humeante, un éter blanquecino, semihúmedo, inmaterial.
Ahí viene la idea. Llega, se encarna. Alma y cerebro; la mente la procesa.
Se es parte. Se es la idea; la idea que se enseñorea a sí misma. Que vuela y se desprende a lo inmenso del espacio. No hay vacío, no hay límites. La eternidad es su esencia.