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BALAM

DICIEMBRE 2015

N.3



revista

de fotogr afĂ­ a

contemporĂĄnea

MBN

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Equipo

Di re cc i ó n / Diseño Luis Juárez C u ra dur í a Luis Juárez Ed i to r de Contenid o Johan Mijail

A r t i st as AGUSTÍN HERNÁNDEZ BARBARA ARCUSCHIN THOMAS McCARTY NACHO G RIAZA MAYA FUHR MACIEK JASIK NATALIA MOYA BRIAN VU Texto JOHAN MIJAIL YBÁN LÓPEZ RATTO Poesía

TUTI CURANI Collage

JÚLIA BRAND Ã O

Portada Brian Vu COPY R IG H T Revista Balam Buenos Aires, 2015 Todos los derechos reservados.

#3 ©revi st a b a l a m revi st a b a l a m@g ma i l .co m w w w.ca rgo co l l ec t i ve.co m/revi st a b a l a m


í ndi c e m a n i fi e s t o

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género

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thomas macCarty

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GJFTUP

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Es una revista online de publicación que muestra series de fotografías y editoriales de este tipo con artistas emergentes y establecidos. Teniendo como objetivo dar una visión en profundidad sobre la evolución y las consecuencias de esta manifestación contemporánea con el fin de generar un estímulo de estudio que contribuya a explorar y examinar las múltiples formas de la fotografía. Balam surge para dar una voz visual a la biografía de los participantes en la revista. En cada edición un poeta es invitado a colaborar, acompañando a los fotógrafos a lo largo de la edición.

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G É N

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RO Johan Mijail

Habitamos un tiempo heterosexual, por eso, siempre estamos inventándonos un lugar y un espacio nuevo, un tiempo diferido, que manifieste este descontento. También habitamos una identidad que se aposenta en una idea masculina de las representaciones del sexo, la sexualidad y el género. Es por ello que tenemos siempre que radicalizar esos instrumentos teóricos e imágenes que sustentan dichas representaciones para entender la dimensión sexual del cuerpo. Se nos hace, entonces, urgente articular una crítica a esa concepción autónoma, humanística y universalista de la representación, desencadenando así un posicionamiento situado desde los feminismos que opere como una posibilidad. Una posibilidad que niegue esta cultura donde hemos nacido y crecido, esta violencia del establishment. Pensando en esto hemos querido encaminar este tercer número de Balam, invitando a los artistas a reflexionar desde la imagen esta idea. Pensar desde este espacio sensible las representaciones hegemónicas de la sexualidad, del género. Producir una intervención en el imaginario que produce procesos de apreciación y concepción del cuerpo sexual desde una matriz normativa. Donde se cree que el género es capaz de producir un determinado sexo y de que hay motivos para creer que también los géneros seguirán siendo sólo dos. Es por ello que hoy ya no tiene sentido seguir definiendo el género como la interpretación cultural del sexo, si el mismo es ya de por sí una categoría dotada de género. Hay un error en entender el género, únicamente, como la inscripción cultural del significado de un sexo, sino que, como dice la teórica Judith Butler¹: “También debe indicar el aparato mismo de producción mediante el cual se determinan los sexos en sí”.

Periodista, escritor y performer nacido en República Dominicana. Actualmente trabaja y vive en Chile. ¹ Butler, Judith, El Género en disputa: el feminismo y la subversión de la identidad, Ediciones Paidós Ibérica, traducción, 2077, Pág. 55.

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Desde esta idea hemos articulado este espacio como plataforma para continuar armando una tradición más parecida a nosotras. Articular un lugar donde podamos continuar ficcionando nuestras vidas. Para de esta forma poner en marcha estrategias que nos permitan desestabilizar las fuerzas que dominan el cuerpo, el sexo, la sexualidad y el género. Generar un trabajo desde un deseo que active un proceso de transformación de la cultura hegemónica heterosexual, porque no hay en el género verdades antológicas que defender, demostrar o verificar. Nosotras queremos transformaciones en las definiciones y quizás por eso nos nombran como radicales y utópicas, porque sí; somos radicales y utópicas, queremos modificaciones no únicamente en el itinerario legislativo. Radicales y utópicas porque queremos redefinirnos y resistirnos a la historia de la modernidad. Queremos aborto y más fiestas: amor vegetal. Escribir nuestra historia corporal para emanciparnos de la forma binaria que nos enseñaron para relacionarnos con la vida en la familia heterosexual donde crecimos, en la escuela, en la universidad. Radicales que nos vestimos de duelo, de colores hermosos; semillas, animales, muertos y plantas. Nosotras queremos erradicaciones, experimentar. Hablan de un adentro y de un afuera como si existiera la verdad, reitero; no tenemos ni un espacio ni un tiempo, hablan con la seguridad del heteropatriarcado porque esa cultura inventó el conocimiento binario; lo estable, lo medible, lo comparativo. Donde siempre tendríamos que articular el discurso desde la estructura de la violencia somatizada de la diferencia sexual. No podemos, no pueden, parece, gestar una operación que no sea un antagonismo. " estás dentro o estás fuera" " masculino o femenino" "bueno o malo" "dominicano o haitiano" "blanco o no blanco" "nacional o extranjero". Ocurren miles y miles de cosas sexuales y sensuales en medio de la línea de la diferencia sexual. Miles y miles de procesos simbióticos, fiestas, olores, sabores, sensaciones ocurren en medio de la línea de la diferencia sexual. El temor al feminismo es porque estamos experimentando siempre una pérdida; no tenemos espacio ni tiempo en la diferencia sexual, habitamos ese lugar ficcional justo en el borde, en un límite incompleto y que siempre se está haciendo, donde no hay verdad, nada que verificar, donde todo está por experimentar.

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Fotografía Thomas McCarty Poesía Tuti Curani

Thomas McCarty

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Fotografía Natalia Moya Poesía Tuti Curani

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Fotografía Maya Fuhr Poesía Tuti Curani

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Fotografía Maciek Jasik Poesía Tuti Curani

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Fotografía Brian Vu Poesía Tuti Curani

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Texto Ybรกn Lรณpez Ratto

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E l géne ro de n o s - o t r o s Yban López Ratto

La invención de la Política y su funcionalidad en el yugo social, es en primera instancia, un intento de ordenar cuerpos distintos en un mismo espacio. Esta precisión la conocí de niño por parte de uno de mis tíos que reiteradas veces le pidió a su hermano, mi papá, que actuara de algún modo para rectificar mi condición de varón paraguayo que se veía tentado a improvisar juegos con las Barbies de mis primas. Lo de paraguayo no es menor: la Patria tiene un género bien marcado. Indistintamente de lo que yo pudiera discernir en ese momento, siempre tuve en claro que había algo desprolijo en las acusaciones de mi tío, porque era el mismo que en cada Navidad aparecía transformado en la “Tota”, un personaje por lo menos belicoso que le gustaba que los hombres de la familia le metan mano a sus tetas hechas con pedazos de colchón y gritar y bailar como una desaforada hambrienta, una loca de rabia. Lo que me aterra de las sátiras es que conllevan siempre una nostalgia de lo que no pudo ser. El ritual de mi tío escondía una afirmación que sostengo y que se puede observar en las producciones artísticas de Latinoamérica, macroecosistema cultural, travesti en sus mil nacimientos, barroca y bellaquera. La lógica del ser Latino es siempre un estado de tránsito, un laberinto de fantasmas expropiados y reapropiados que se amalgaman aunque se censuren así mismos. No somos latinos por nuestros ligazones idiomáticas, sino por la profunda reverberación de nuestros cuerpos mestizos e hibridados, por los mil colores de nuestras raíces que siempre se ocultan como trasvestis de closets esperando volverse visibles. Mi tío, en su mezquino show navideño, representaba la alegría del devenirse otro, ese otro que funciona casi como un personaje cinematográfico, que te proyecta en su disfraz a lo que vos mismo te has prohibido. Los carnavales de nuestro continente, con sus coloridas máscaras y montajes, con su performatividad andrógina y su artificialidad brillante, refuerzan siempre esta necesaria expiación ritual que funciona a modo de catarsis social: “disculpa, si te he sesgado es porque no puedo ser como tú – aunque hoy mismo lo sea.”


El sexo, para que renazca de sus profilácticas intimaciones virtuales, de sus estereotipos binarios y de su profundo sesgo corporativo y capitalista, debe volver a recuperar esta inhibida pero palpable genética travesti. Un sexo callejero, descomunal e inútil – porque su única funcionalidad sería el placer – es lo que podría romper el tablero de las costumbres arraigadas. El discurso de género y las banderas del feminismo de manual, restituyen de nuevo cada cosa en su lugar, nos aglutinan como unos dentro de franjas de una bandera, incluso nos pueden victimizar. Una mística cyberpunk que entienda el género como artificio decadente, aplicable pero también destructible, REVERSIBLE, que reintegre a los hombres a sus herramientas biotecnológicas diarias sin olvidarse de sus excreciones ni agujeros, que empondere los órganos no gonadales como fuente de placer, que no vincule erogeneidad con reproductibilidad pero que no se olvide que ante todo el sexo es animal, que funciona como una fuerza bestial, motor primario de nuestra psiquis, en definitiva, una política de género propia para cada uno basada en el respeto, eso podría verdaderamente abrirnos el camino en la tarea de devenirnos, de elegir cada día qué queremos ser y cómo. Sexo y género pueden ser herramientas necesarias para problematizar los modos de ver de los productores de cultura. Pero también en estas producciones debemos promover otras problemáticas, que no queden sólo en el lugar de la minoría sino también en el de aquellos que, por la congruencia de sus órganos sexuales con su asignación de género predeterminada o por el uso de los privilegios que esta congruencia conlleva, no han necesitado pensar causalmente en este tema. Comprobé con tristeza la inaptitud de estas personas para verse así mismos como víctimas de una discriminación positiva: no es común para un hombre sacar a relucir las limitaciones que imponen la simbólica virilidad, el tamaño del pene, la privación del lado emocional, la designación fáctica de ser el proveedor, el sostén, el respaldo de la hipotética base familiar. El modelo machista se reproduce cada vez que intentamos pensar en igualdades relativas, refiriéndonos como víctimas solo a aquellos que claramente reflejan un número rojo en la crónica policial. En cada uno de nosotros, sujetos de la misma raíz, conviven estos conflictos pero también estos privilegios. Debemos estar atentos a ellos para que términos como “cosificación” o “patriarcado” no se reciclen dentro de una propia política correcta, chata y conformista.


El dualismo sexual se ha vuelto parte de esta incipiente política a partir de los nuevos derechos adquiridos. Es allí dónde la androgeneidad podría ser una alternativa corpórea a la asimilación completa del deseo ardiente de devenirnos nos-otros. Allí dónde todos los géneros pueden cohabitar como semillas en tierra fértil, “born naked, rest is drag”, la confrontación de los prejuicios es más visible. Recuerdo a un compañero de la secundaria que con quince años estilaba una androginidad tímida y vacilante pero que despertaba la fobia y el odio de los muchachos del pueblo. Tras una agresión física, nunca más volvió a la escuela. Años después lo volví a cruzar y casi no lo reconocí. Su cuerpo ya había sido modificado a los estándares de belleza de la televisión argentina y todo parecía marchar bien, a juzgar por las miradas lascivas de los mismos muchachos que lo habían agredido cuando ambos íbamos a la escuela. La única transexual del pueblo para sobre la ruta y al parecer vive su identidad de manera visible. Aunque su mirada sea otra. Quizás lo que debamos buscar al hablar de género es recuperar esa mirada. Esa mirada particular que hace al otro alguien distinto, y al reflejarte en sus ojos te volvés un otro posible. Esa mirada es la que valida, no porque sea más válida que las otras, ni más asertiva o segura. Es sólo porque es una mirada en tránsito, inconclusa, un guiño hacia delante. Hay muchos caminos que no transitaste aún. Empodérate de ellos. Como diría Pessoa: “No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada. A parte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.”


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Fotografía Agustín Hernández Poesía Tuti Curani

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Fotografía Barbara Arcuschin Poesía Tuti Curani

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Fotografía Nacho G Riaza Poesía Tuti Curani

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#3 Thomas McCarty . Natalia Moya Maya Fuhr . Maciek Jasik . Brian Vu Ybán López Ratto . Agustín Hernandez Barbara Arcuschin . Nacho G Riaza Tuti Curani . Júlia Brandão

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