REVISTA
BIOMA
DICIEMBRE 2014
ISSN 0719-093X
VIDA AL SUR DE LA TIERRA
CANTO DEL AGUA Desierto fertil
ALERCES PETRIFICADOS Pugueñum, los inmortales de Chiloé
PULSO DE LA NATURALEZA Entre zorros
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BIOMA VIDA AL SUR DE LA TIERRA
EN ESTA EDICIÓN
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Flashback de nuestras portadas 2014 En la constante labor educativa y de descubrimiento que realiza Revista BIOMA hemos tenido la oportunidad de explorar no sólo lugares sorprendentes de Chile, sino que además hemos experimentado sensaciones que nos acercan a nuestras raíces y a nuestra tierra. Todo eso es visible y palpable en los contenidos de RB... Canto del Agua, desierto fertil Es en la Región de Atacama, rodeada de contrastes, historias mágicas y memorias de un pasado esplendoroso, donde se emplaza la pequeña localidad de Canto del Agua...
Alerces petrificados de Pugueñum, los inmortales de Chiloé En un apartado rincón de la isla de Chiloé, en la comuna de Ancud, se esconde una página de la historia natural de la isla. La escena actual debió distar mucho de la imagen que hoy vemos, una playa flanqueada por acantilados de baja altura, donde la erosión y el viento han formado un paisaje solitario y silente. Entre Zorros
Una buena nueva nos trajo la familia de zorros Culpeos que habitualmente frecuentan el entorno de la sede administrativa de la reserva de las chinchillas. Un nuevo integrante se sumó a la familia canina después de ver la luz del día superando exitosamente el trance del nacimiento.
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EDITORIAL La maravillosa aventura de descubrir nuevos lugares e historias para ustedes siempre representa para nosotros una posibilidad para atesorar increíbles experiencias, que, por cierto, nos enseñan cada día un poco más a ser mejores. Nos resulta simplemente un honor, el cual asumimos con humildad, el poder trabajar en terreno con nuestras cámaras, que por cierto la fotografía es una herramienta maravillosa de nuestros tiempos, para nosotros ha sido un conductor de sensaciones las que buscamos afanosamente para poder transmitirlas a ustedes en las ediciones mensuales de Revista BIOMA. Cuando estamos en presencia de escenarios grandiosos o majestuosos, ya sea por su estado silvestre e indómito, o por su mística indescifrable y somos testigos de los comportamientos de la naturaleza y sus integrantes, en realidad, descubrimos algo nuevo en nosotros mismos, hallazgos que nos transportan hacia un estado de aprendizaje constante, donde pasamos de ser observadores a ser un elemento más del paisaje, pero no invasivo, sino simbiótico. Revista BIOMA cada año se ha desarrollado y madurado, hemos reconocido nuestro rol en el ecosistema y gracias a ese nuevo panorama hemos explorado no sólo la naturaleza de Chile sino a sus personas y las historias que los mueven y conmueven,
logrando con ello estrechar los lazos que nos relacionan con la biodiversidad. Esperamos que esta iniciativa no se detenga y eso será gracias sólo a vuestro interés y preocupación por la conservación del mundo que nos rodea. Así mismo, esperamos que el año entrante sea inspirador en todos los sentidos permitiéndonos magnificar y valorar la riqueza natural de nuestro entorno tanto cercano como el más lejano para entender su delicado equilibrio, amándolo como un integrante más de nuestra familia, como un hermano, como una hija o un hijo. Esa es la relación entre el ser humano y el planeta que soñamos inspirar al hacer Revista BIOMA, aunque se trate de un grano de arena en una interminable playa, todo lo que hagamos por poco e imposible que parezca, valdrá la pena… Un gran abrazo a todos y felices fiestas Revista BIOMA, para explorar… para descubrir… para conservar.
César Jopia Quiñones Director
Bienvenidos a esta nueva edición de Revista BIOMA
Revista BI
IOMA 2015
La aventura de explorar y vivir para descubrir
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ENERO
FEBRERO
MARZO
ABRIL
FLASHBACK portadas 2014
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MAYO
JUNIO
JULIO
AGOSTO
OCTUBRE
SEPTIEMBRE
PARA EXPLORAR... PARA DESC
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CUBRIR... PARA CONSERVAR...
DICIEMBRE
NOVIEMBRE
La aventura recien comienza...
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CANTO DEL AGUA desierto fertil
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s en la Región de Atacama, rodeada de contrastes, historias mágicas y memorias de un pasado esplendoroso, donde se emplaza la pequeña localidad de Canto del Agua, lugar que recuerda por sus ruinas lo que fue la antigua fundición de hornos reverbero y que en 1908 quedó en total abandono. A pasos de la ciudad, atravesando el desierto aparece desde mina Los Colorados el tren que transporta su mineral, cortando el paisaje y manteniendo presente en cada uno de nosotros la desoladora imagen que nos recuerda la amenaza latente que representa la gran minería para la vida y su diversidad. Por este mismo camino y aún más cerca de esta pequeña localidad se levantan relatos de ilusión, desde donde emerge, encandilando por las noches a los viajeros que deambulan y pierden su camino, la mítica ciudad de Pampa Tololo. Es en medio del desierto, rodeado de historias y paisajes de contraste en que habita Canto del Agua, lugar donde el abandono, la magia y el eterno desierto se hacen presentes, para encontramos con don Domingo Villegas, agricultor, criancero y presidente de la comunidad indígena Chipasse ta Kaluba. Don Domingo llegó en 1985 y por intermedio de un familiar se dedicó y aprendió la crianza del ganado caprino, actividad que le permitió conocer la zona, sus cerros y quebradas, las cuales de a poco le fueron abriendo caminos, permitiéndole crecer y asentarse de forma permanente en 16
Canto del Agua. Su trabajo dio frutos y producto de su dedicación y esfuerzo llegó a la crianza de más de mil cabezas de ganado, todas bajo su cuidado. El tiempo avanzó, los cambios se hicieron latente y de a poco fue observando cómo su estilo de vida ya no era el mismo, cada día el cuidado y la mantención de los animales se hacía más difícil, el agua como el alimento escaseaban y al verse sin apoyo y con una vida acuestas don Domingo se vio en la necesidad de cambiar junto con el tiempo. En la medida que el sol seguía a las estaciones fue paulatinamente dejando la crianza del ganado, empezando nuevamente desde cero, pero esta vez al cuidado y cultivo de la tierra. Su partida fue con alfalfa, pero el sol inclemente, la escasez de agua y un suelo caprichoso le enseñaron que el querer hacer agricultura en el desierto no es para nada una tarea fácil. Fue así que tuvo que aprender de la agricultura, entender que va más allá de ser un negocio productivo, y que la agricultura consiste en realizar las labores adecuadas y necesarias que permitan la subsistencia de un ecosistema alterado, en donde el cuidado y la atención estén puestos en el ecosistema y la interacción de sus partes, tuvo que entender que es necesario la construcción de un sistema resilente y que para ello la base de todo está en el suelo. Un suelo sano es capaz de producir alimentos sanos y con los cuidados respectivos una forma de vida.
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El panorama al cual se enfrentaba don Domingo era y es el siguiente: Los suelos de Canto del Agua, se clasifican en el orden Aridisols, los cuales en Chile, se presentan bajo un régimen de humedad arídico. Estos suelos presentan un horizonte superficial de color claro, con un bajo contenido de materia orgánica (menor al 1%), no presentan grietas profundas como tampoco propiedades ándicas, dadas sus condiciones de aridez, no hay agua que penetre en los suelos limitando la lixiviación de iones solubles, desarrollando, por tanto, una acumulación de sales en el perfil, los índices de salinidad de estos suelos presentan valores de conductividad eléctrica que superan los 5 dS m-1, valor alto para la casi la totalidad de los cultivos, además, y en ciertos sectores se presentan valores altos de RAS desarrollando por ende suelos caracterizados como salino-sódicos. La clase textural varía entre Franco arenosa a Franco arcillosa, son delgados, los suelos cultivables se encuentran predominantemente en terrazas aluviales con una pendiente suavemente inclinada. Existe, además, en ciertos sectores, la presencia de un horizonte petrocálcico a los 30 cm de profundidad lo cual limita el crecimiento de las raíces y por ende de los cultivos. Fue bajo estas condiciones que tuvo que aprender a cultivar la tierra y para ello instintivamente sabía que no tenía más opción que el de fabricar suelo. Para ello realizó incorporaciones de guano en la superficie, se dedicó a la elaboración de compost, desarrolló labores de despedrado, 21
incorporó, además, arena y efectuó labores de riego permanente para mantener una cierta humedad del suelo. De a poco fue acondicionando el suelo, mediante la incorporación de guano, compost y arena: Mejoró la fertilidad del lugar, aumentando la materia orgánica, la presencia de microorganismos, desarrolló estructura pasando de un suelo compacto a un suelo más friable, lavó y quelatizó sales, disminuyendo la conductividad eléctrica, aumentó la porosidad y la retención de agua en el suelo, desarrolló biodiversidad, trayendo vida al lugar y produciendo suelo. Hoy de su vida como criancero sólo le quedan 4 cabras, 10 ovejas y cerca de 20 conejos. La carga animal está en
su tope y dice no poder tener más animales, pues el alimento ya no les alcanza. Como agricultor, aprendió con la vida y con el apoyo de INDAP, hoy mantiene una huerta que integra la producción de hortalizas y frutales. Dentro de sus cultivos se nombran: Haba, alcachofa, morrones, albahaca, cebolla, zanahoria, zapallo, pepino, apio y acelga. Y entre sus frutales se pueden encontrar duraznos, membrillos, manzanos y nísperos. Texto: Carlos Rodriguez Venandy Ingeniero Agrónomo Fotografías: César Jopia Q. Revista BIOMA
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UNA ONG PARA LA CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO NATURAL & CULTURAL DE CHILE
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n un apartado rincón de la isla de Chiloé, en la comuna de Ancud, se esconde una página de la historia natural de la isla. La escena actual debió distar mucho de la imagen que hoy vemos, una playa flanqueada por acantilados de baja altura, donde la erosión y el viento han formado un paisaje solitario y silente. En un tramo de estas playas hayamos un "cementerio" de alerces milenarios que terminaron sus días en una tumba perpetua para sus figuras pesadas y largas. A pesar de la climatología de esta zona, donde las lluvias, la humedad del mar y la biomasa rica en nutrientes que genera un interminable proceso de biodegradación no pudieron lidiar con el destino del que fue probablemente un bosque de vetustos alerces costeros (Fitzroya cupressoides), este destino los llevó a un proceso de transformación que tomaría miles o tal vez millones de años. Caminamos unos cientos de metros por un paraje desolado, donde temíamos que la pleamar nos sorprendiera, dejándonos atrapados en estas olvidadas playas, al llegar a un recodo formado por roqueríos notamos cómo florecían de las piedras inusuales formas, muy sinuosas para la estructura normal de una roca; vetas, anillos de crecimiento, astillas, nu-
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dos, etc. Evidentemente se trataban de vestigios del material orgánico de árboles, la particular manera de brotar de las piedras era lo que nos llenó de curiosidad, al parecer el lento proceso de fosilización aún no termina después de todo.
...la madera resulta en una p i edra so li da cons ervan d o de esta, la forma ori ginal en casi tod os los aspectos, com o por e j emp lo la textura a ni vel m icroscop ico...
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Este proceso, donde la materia orgánica es reemplazada por minerales como el silicato, que bajo las circunstancias adecuadas genera el proceso de petrificación, se lleva a cabo bajo capas sedimentarias de suelo, mientras estas alejan la presencia de oxígeno que acelera la descomposición. Las capas acumuladas de tierra sirven de filtro para el agua rica en minerales que se depositan en las células de la madera, tomando el lugar de la celulosa y la lignina* que una vez descompuestas dejan un "molde" para los compuestos minerales. Estos componentes, que pueden ir desde el manganeso, el hierro o incluso el cobre que viajan en el agua y que están eternamente presentes en los suelos, aportan coloración a
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Situaci贸n de estratificaci贸n del subsuelo del borde costero de Pug眉e帽um, donde se pueden apreciar a simple vista los distintos periodos y componentes de cada uno.
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la madera muerta que resultará en una piedra sólida (Grado de dureza, 7 Mohs**) conservando de árbol o planta la forma original en casi todos los aspectos, como por ejemplo la textura a nivel microscópico, incluso la historia del árbol que se puede leer en sus anillos de crecimiento. Sin embargo lo anterior, la particularidad de los alerces petrificados de Pugueñum, es que al parecer este proceso de fosilización no ha terminado aún o se vio interrumpido por la erosión del suelo exponiendo esta formidable transformación natural a la vista, pudiendo ver y sentir los restos de la madera aún en estado orgánico. Más allá de su situación actual, la madre naturaleza nos muestra dos aspectos de su inagotable poder, el primero es que nos permite dar un vistazo de un paisaje que ya no existe, transportándonos a una época donde incluso el lugar donde estamos de pie era totalmente distinto, donde ahora hay mar lo más probable que era un tupido bosque nativo donde abundaba una rica biodiversidad. Y el segundo, nos enseña la misteriosa alquimia mágica de la naturaleza que sobrepasa los límites del tiempo y la razón, capturando instantáneas del pasado para heredarnos parte de su sabiduría de lo que fue un ser vivo hoy se nos presenta como una inerte estatua de piedra sólida. *Tercer componente de la madera, correspondiendo al 15% o 35% del peso de ésta. **Mismo grado de dureza que posee el cuarzo. Texto y fotografía: César Jopia Q.
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El Pulso de la Naturaleza Entre Zorros Una buena nueva nos trajo la familia de zorros Culpeos que habitualmente frecuentan el entorno de la sede administrativa de la reserva de las chinchillas. Un nuevo integrante se sumó a la familia canina después de ver la luz del día superando exitosamente el trance del nacimiento. La primera señal de su existencia nos llegó cuando la joven hembra del grupo comenzó a exhibir sus tetillas abultadas por la lactancia. En ese momento imaginamos a toda una camada de tiernos cachorros jugando torpemente, celosamente escondidos por su madre en el más secreto rincón de alguna quebrada o roquerío cercano. Pero una tarde observamos a la hembra con un diminuto y solitario cachorro llevándolo hasta el abrevadero. La hermosa cría caminaba vacilante entre las patas de su madre hasta llegar al borde de la pequeña poza de agua. En ese sobrecogedor momento parecía que el mundo se había detenido; casi todas las especies de fauna silvestre que normalmente deambulan por el lugar habían desaparecido poniéndose a buen resguardo, en prevención de un encuentro no deseado con esta implacable cazadora. La vigilante madre rozó fugazmente 46
el vital elemento con su lengua como induciendo al pequeño a probarlo. La cría imitándola introdujo tan bruscamente su aguda nariz en el agua que inmediatamente levantó la cabeza estornudando enérgicamente, para expulsar el desconocido fluido transparente que se había introducido en sus vías respiratorias. Simultáneamente la atenta madre supervisaba al cachorro interponiendo su cuerpo entre el y nosotros, como el más inexpugnable escudo protector. Luego y después del breve encuentro con el agua madre e hijo se alejaron desapareciendo entre los matorrales de un faldeo cercano. Poco tiempo después, en una noche que parecía cotidiana, el grupo habitual de zorros compuesto por dos machos y la hembra antes mencionada, llegó con la pequeña cría hasta el sector iluminado del estacionamiento. El lactante que ahora caminaba con mayor destreza, se desplazaba entre los cautelosos zorros meneando de un lado al otro su cola con entusiasmo, mientras mordisqueaba con espíritu travieso las patas de los adultos, brindándome un espectáculo pocas veces visto por el ojo humano. Inmediatamente me di cuenta que no habían detectado mi presencia,
por tal motivo permanecí inmóvil conteniendo la respiración para observar las cautivantes jugarretas del cánido infante. Sin embargo apenas me descubrieron, los adultos emitieron un gruñido suave casi inaudible que cambió notoriamente la conducta del cachorro. El pequeño se alejó rápidamente semi agazapado, con las puntas de las orejas agachadas y se ocultó en los matorrales cercanos un poco más allá del alcance de la luz artificial del estacionamiento, como si obedeciera a una orden indiscutible. Por su parte, los zorros adultos se distanciaban entre sí. Esta reacción que aparentemente obedecía a un patrón de conducta predeterminado, me pareció muy interesante puesto que a la luz del análisis interpretativo parece obedecer a una estrategia
distractiva. En la medida que el verano transcurría lentamente, las visitas del pequeño zorro acompañando a sus padres al sector de la Administración, se hicieron cada vez más frecuentes. Poco a poco la protectora madre comenzó a confiar cada vez más en nosotros, mientras el pequeño crecía aumentando la intensidad de sus travesuras. En varias ocasiones lo vimos con carita de afligido, recibiendo los regaños de los adultos, cada vez que se le pasaba la mano en sus juegos al morder demasiado fuerte las orejas, las patas o la cola de sus padres o de su tío. Sin embargo, en una fresca y avanzada tarde que había dejado atrás al verano, observé desde la ventana una inesperada reacción de la familia 47
canina. Los motivos que detonaron esta conducta quedaron sumergidos en el misterio… esto sucedió en un apacible momento en que todos los miembros de la familia de zorros reposaban tendidos en el suelo, debajo de un algarrobo cercano a la casa. El cachorro que ya era un juvenil, sostenía una rama seca en el hocico y la mordisqueaba, mientras permanecía de espaldas en el suelo entre los adultos que aparentemente dormitaban. Repentinamente el gran macho de cola prominente y calculadora mirada se levantó bruscamente interrumpiendo su sueño aparente, levantando una urgente mirada hacia el faldeo cercano, mientras emitía un gruñido nervioso que, pese a mi absoluto desconocimiento de su lenguaje, me transmitió una mezcla de advertencia y temor. Al instante, el resto de los zorros seguidos por el vigilante macho, huyeron velozmente hacia la parte baja del estero aledaño, provocando a su paso un sucesivo crujir de ramas que 48
se quebraban en la desesperada huída, como si todos los miembros de la familia estuvieran repentinamente dominados por el pavor. En ese momento vertiginoso salí hasta el umbral de la puerta de la casa, que permanecía abierta, para averiguar que había provocado la estampida de mis vecinos. Mientras me asomaba a los detalles del acontecimiento, el habitual encendido de mi máquina fotográfica se me hizo eterno. Lentamente di un paso fuera de la casa para buscar en el faldeo la causa de tanto pánico y sólo encontré un silencio sobrecogedor que se coludía con la penumbra del atardecer. En ese momento me preguntaba una y otra vez qué pudo provocar tanto miedo a los zorros. Mientras analizaba las opciones una emocionante posibilidad trajo a mi ánimo una inyección de entusiasmo… Hacía pocos días habíamos logrado el primer registro fotográfico de un hermoso ejemplar de puma, muy cerca de donde me encontraba. En
una madrugada de principios de abril, el lente automático activado por un sensor de movimiento había capturado tres históricas e impresionantes imágenes del felino. Ante la posibilidad de que este puma fuera el portador del terror para los zorros me quedé inmóvil, pensando que podría estar acercándose al abrevadero. Las expectativas de capturarlo directamente con mi cámara fotográfica me generaban mucha expectación. Sin embargo pasaron largos minutos de espera y nada; los matorrales cercanos parecían inmutables. Caminé lentamente hasta el lugar en donde se encontraban retozando los zorros antes de su huída y capté un leve olor que flotaba en el aire mezclándose con el olor de la tierra seca. Por un momento pensé que era el olor del poderoso felino que llegaba en la brisa pero no pude discernir… a ratos me parecía que era el aroma que habían dejado los zorros en el lugar y que probablemente se había acentuado por la adrenalina gene-
rada por la situación. Lo único cierto es que quizás nunca llegue a saber el motivo de tanto temor por parte de los zorros. Al ver que la penumbra cubría todo acentuando el misterio, decidí entrar en la casa. Al día siguiente mis vecinos cánidos no se dejaron ver. Sin embargo, con el correr de los días, gradualmente fueron retomando su rutina convirtiéndome nuevamente en un privilegiado espectador de los sorprendentes detalles del mundo de los zorros.
Texto y fotografías: Mario A. Ortiz Lafferte.
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