EDICIÓN SEPTIEMBRE

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REVISTA

BIOMA

SEPTIEMBRE 2014

ISSN 0719-093X

VIDA AL SUR DE LA TIERRA

HETERONEMIA sp.

El Palote, perfecta mimética

Diaguitas

Donde descanza el tiempo

Favores concedidos San Expedito



EN ESTA EDICIÓN

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Heteronemia sp, el palote, perfecta mimética Aquella tarde no hacia nada de viento, mientras caminábamos, ya casi cayendo la tarde, de pronto por el radillo del ojo, aquel espacio que no se ve pero se percibe muy bien, algo se movía entre las ramitas y las hojas más pequeñas...

Diaguitas, donde descansa el tiempo En el valle del Elqui, luego de una noche de terral -vientos cordilleranos secos y con fuertes ráfagas- el día amaneció con un vigoroso sol, un sol típico del valle, que parece mágico...

Favores concedidos, San Expedito En un mes de abril de un lejano año, 303 para ser exacto, un grupo de soldados romanos fueron condenados a tortura y decapitación por no aceptar la religión politeísta que promovía el Imperio...

Haciendo un mate, lo simple y necesario Las tardes de invierno, aunque no parezcan invierno, no dejan de tener ese ánimo gregario, que invita a reunirse en torno a un brasero con pan amasado, queso y otros menjunjes que pueden hacer de una tarde algo diferente a lo acostumbrado... EL PULSO DE LA NATURALEZA, Una cuna muy precaria Cuando menos lo esperaba, un repentino y ruidoso vuelo que se abrió paso con urgencia en la estrechez de las ramas de un espino, me mostró lo que parecía una improvisada estructura de palitos entrelazados con muy poca prolijidad...


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EDITORIAL En esta edición nos hemos volcado intencionalmente a aspectos más bien patrimoniales y folclóricos de nuestra sociedad, siempre son muy reales y forman parte de nuestra actualidad, incluso son parte de nuestro quehacer diario, en otras palabras los vivimos y los sentimos palpitar constantemente ante nuestros ojos. Diaguitas es un pueblo que conocemos hace mucho tiempo, pero no habíamos tenido la oportunidad de recorrer sus calles o más bien su calle, llena de imágenes que hablan de su herencia étnica, si bien no hay sitios arqueológicos ni siquiera un museo en la localidad, tan sólo su nombre que lo ha posicionado como un hito turístico y poblado típico para descubrir. Otro tema con el cual hicimos una breve nota, surgió porque siempre buscamos cosas extraordinarias en lo ordinario y lo sublime en lo simple, vimos tras la confección de un mate, un verdadero ritual social y que habla de nuestras costumbres y las cosas que nos convierten en familia. Finalmente, vimos, gracias a un encuentro casual, en una gruta cómo las personas hacen lo posible por buscar soluciones a los problemas de la existencia en todo cuanto dé una pequeña señal de ser la fuente de las respuestas. Este mes damos un breve paseo por esas historias que nos rodean, que están con nosotros todo el tiempo, en

ocasiones no se necesita viajar miles de kilómetros en busca de extraordinarios temas ya que muchos están… aquí… en nuestro patio trasero. La conservación de estos patrimonios también dependen de conocerlos y valorarlos, están tan cerca de nosotros que a veces los damos por hechos y antes que nos demos cuenta ya se han extinguido… es una verdad confirmada… ha sucedido con todo lo que ya no hay manera de volver a recrear. La próxima vez que vean algo parecido a lo que narramos en esta edición, o simplemente les despierte la sensación de que están en presencia de algo maravillosamente interesante, divúlguenlo y promuevan su conservación, ya sea que se trate del "viejito" que lustra botas o un poblado que guarda páginas de nuestra historia, todo es útil para continuar creciendo como sociedad y como personas. Vean también en las cosas simples y cotidianas, grandes cosas, éstas anónimamente han contribuido a la formación de la historia, la suya, la mía, la de todos.

César Jopia Quiñones Director

Bienvenidos a esta nueva edición de Revista BIOMA


HETERONEM A sp 06


EL PALOTE Perfecta mimética

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quella tarde no hacia nada de viento, mientras caminábamos, ya casi cayendo la tarde, de pronto por el radillo del ojo, aquel espacio que no se ve pero se percibe muy bien, algo se movía entre las ramitas y las hojas más pequeñas, por poco y no le prestamos más atención, pero al escudriñar con más cautela sólo veíamos más y más palitos entrelazados que simplemente y para un vistazo no examinador no había nada en ese arbusto medio seco. Sin embargo había alguien ahí, un pequeño movimiento casi imperceptible, delató no sólo su posición, sino que nos indicó que aquello que estaba frente a nosotros no era un palito más, era un "Palote"… parece gracioso, pero en realidad era un insecto, un espécimen de Heteronemia sp. Tal ves una de las especies en el mundo con el mejor sistema de camuflaje que pueda existir, por que no sólo trata de color o tonalidad parecida al entorno, sino que en figura y forma. El Palote común es un insecto de la familia de las Heteronemiidae del orden Phasmatodea que habita en toda la zona centro y sur del país, son extremadamente delicados, al seguir sus movimientos nos damos cuenta de que su comportamiento también es parte de su extraordinario camuflaje, por que parece andar "meciéndose" con el vaivén del viento que mueve las hojas y ramas. Es ciento por ciento herbívoro, se alimentan por ejemplo de las hojas del Pimiento (Schinus molle), no son agresivos, puede cohabitar con otros individuos de su especie, machos o hembras. 09


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Es un insecto que como muchos, mudan en su proceso de crecimiento, no obstante, el palote en ocasiones no sobrevive a ese estado de cambio, por que tiende a enredarse en su muda, patas o antenas se pierden, o a veces la falta de humedad son también detonantes para afectar gravemente ese desarrollo. Al parecer, nuestros delgados modelos se percatan de nuestra intrusa mirada y se vuelven hacia lo profundo del tupido follaje del arbusto, en esos giros y cambios de rama vemos como adopta posiciones en que es difícil saber donde comienza y donde termina. En un delicado trabajo de Close Up sobre su diminuta cabeza vemos como sus ojos multi lentes tienen no sólo la misma coloración de su cuerpo, sino que parecen continuar con las líneas que recorren toda su estructura, incluso en algunas partes tiene las típicas huellas de brotes que tiene una rama, como si fueran lunares. Este pequeño y estilizado insecto, se reproduce una vez que alcanza su madurez sexual, la hembra no pone resistencia al apareo y ella cuando esta lista, pone alrededor de 13 huevos en el suelo hasta por dos meses, luego de eso muere. Más tarde, los huevecillos se incuban solos, por seis meses ocultos en el sustrato, al eclosionar las ninfas miden no más de 1,5 cms, de ahí van mudando hasta llegar a los seis meses, es decir su madurez sexual en el caso de los machos y siete en el de las hembras. Ya al dejarlos partir, reflexionamos ante un aspecto de la vida de las es13


pecies, la longevidad... si bien hay muchos animales, sobre todo insectos, que viven incluso sólo unas horas, pero en el caso del Palote es extraño dimensionar su lapsus de vida que no sobre pasa los diez meses (10 las hembras y 8 los machos) por que al lado de una vida humana es impensable para el Palote vivir tanto, pero a nuestra a escala, es lo mismo, nuestra existencia no equivale ni siquiera a una millonésima parte de un milisegundo al lado, por ejemplo, de los tiempos geológicos o los del universo. 14

Así es el espectáculo maravilloso del mundo natural… “La luz que brilla intensamente con el doble de intensidad… durará, eventualmente… la mitad del tiempo” y los Palotes en su sencilla pero extraordinaria vida… viven brillantemente.

Texto y fotografía: César Jopia Q. Revista BIOMA

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DIAGUITAS

Donde descansa el tiempo

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n el valle del Elqui, luego de una noche de terral -vientos cordilleranos secos y con fuertes ráfagas- el día amaneció con un vigoroso sol, un sol típico del valle, que parece mágico... parece místico, pero igual de caluroso como si fuera verano, sin embargo estamos en pleno invierno. En la Ruta 41, la "ruta de las estrellas" como se ha difundido turísticamente, a un poco más de ocho kilómetros de la emblemática ciudad de Vicuña, luego de una panorámica carretera con vista a los observatorios de Cerro Tololo y al de Mamalluca nos encontramos en la ribera del río Elqui, antes de un puente, con una escultura de un representante de los pueblos originarios de la zona, un diaguita… ciertamente hoy ya extintos, que domina el entorno como custodiando el recurso acuífero, pero también se interpreta como una bienvenida. Se trata del acceso poniente del poblado de Diaguitas, desde donde estamos ya se respira un aire reflexivo y campestre, es como entrar a otra dimensión porque su calle principal se extiende por casi cuatro kilómetros rodeados de vides y casas características de la zona, de gruesas paredes de adobe y protecciones forjadas en fierro en algunas partes se decora la escena con añosos álamos que se mecen al ritmo del canto de las tórtolas cuyanas (Columbiana picui picui), que parecen adormilar el día con su hipnotizante "huuu-huuu". No dejamos de embriagarnos con los detalles de este pueblo que data de 1872 cuando fue fundado bajo el nombre de Villa del Rosario de Diaguitas, su solitaria calle principal 22


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se ve engalanada con el paso de un trabajador en su bicicleta, el cual, sin dejar de saludarnos, decora inconscientemente las fachadas con sus pórticos cerrados y faroles de las casas, las que parecen fusionadas unas con otras, en una larga e interminable línea que va cambiando de color hasta donde se pierde la vista. Es agosto, el mes de aniversario número 178 de este pintoresco poblado, pero la apacible esencia de sus rincones y la magia que lo caracteriza todo el año no cambia con las agitadas festividades del calendario. Caminamos por sus calles y los cordiales saludos no terminan, los forasteros son siempre bienvenidos, tras pasar por varias calles perpendiculares a la principal arteria llegamos a una silenciosa y hermosa plaza, con escaños y una pileta en su centro con dos figuras humanas que representan ciertamente a dos indígenas con su atuendo diaguita, de los frondosos árboles emerge una antigua torre de agua que se yergue sobre el valle, vemos que sólo su silueta es opacada por la fachada granate de su iglesia rodeada de palmeras e hirsutos árboles, se trata de la parroquia Nuestra Señora del Rosario. Una obra construida por José de la Cruz Cortés en 1867 y reconstruida en 1934 por los daños causados por un terremoto, sus altas paredes están decoradas con imaginería francesa original, las que sobrevivieron intactas hasta la fecha. Este poblado, que tuvo en algún momento como avecindada a una pequeña niña que más tarde se convertiría en nuestra ilustre poetisa Gabriela Mistral.


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Diaguitas tiene el mismo clima cálido que su historia ha alojado entre sus calles por años, algunas aún de tierra, con vetustos árboles en las veredas y gatos que se duermen en los tejados. Un poblado añoso y romántico, legado de antaño, con sus terrales, su parroquia y el estanque en la plaza, con su larga calle con casas patronales, su clima tan cálido como seco y sus vecinos amables... nos obsequia una nueva postal de este… nuestro Chile expuesto.

Texto y fotografía: César Jopia Q. Revista BIOMA

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Revista BIOMA “Vida al sur de la Tierra” estará presente en Expofoto 2014 10, 11 y 12 de octubre en el Centro Cultural Estación Mapocho.

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FAVORES CONCEDIDOS

gruta de san expedito

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n un mes de abril de un lejano año, 303 para ser exacto, un grupo de soldados romanos fueron condenados a tortura y decapitación por no aceptar la religión politeísta que promovía el Imperio. Estos soldados cristianos eran Hermógenes, Caio, Aristónico, Rufo, Gálatos y Expedito, ellos pertenecían a una fuerza de infantería conocida como los "Expediti", que utilizaban armamento liviano para facilitar el ataque frontal de las legiones en las batallas. Probablemente el nombre Expedito venía de la función que cumplía en esas tropas. Las legiones romanas de aquel entonces estaban en guerra con los pueblos Bárbaros de Germania (actual Armenia y Turquía) y en un episodio de esas múltiples batallas, se cuenta que en un acto de devoción de Expedito y algunos soldados ante la inminente derrota, fueron vistos orando de rodillas al Dios cristiano. La particular circunstancia que mantenía a Expedito en el filo de la navaja era que la legión Fulminata, a la que pertenecía, estaba dedicada a la persecución de los cristianos por no creer en los dioses romanos… y justamente… Expedito era el general de División, lo que, por cierto, era bastante contraproducente a su fe; sin embargo, esto terminó por sellar su destino ante la mirada inquisidora del Imperio. Esta narrativa, que si bien es parte real de la historia del Imperio Romano, no tiene evidencia fehaciente que realmente sucedió así, pero lo que sí es real es el efecto que ha causado su reseña a través de los años, hoy y 44


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desde su canonización ha sido artífice de muchas experiencias humanas que dicen no tener explicación, sino más bien que se trate de un milagro realizado por el santo mártir. Como siempre eso no tiene base y/o fundamentos para ser comprobado como real, pero las expresiones de agradecimiento son ciento por ciento tangibles. En una gruta en la Región de Valparaíso nos encontramos con ésta, exagerada… -en el buen sentido de la palabra- …forma de agradecer, un altar y una construcción dedicada total y completamente para albergar cientos… sino miles de pequeñas placas o cerámicos con frases de agradecimiento por los favores concedidos, de toda índole…, prácticamente no hay forma de saber cuáles o de qué tipo han sido, generalmente éstos hacen alusión a problemas de salud, enfermedades graves, etc. Docenas de velas encendidas se derriten lentamente mientras algunos creyentes rezan, de manera apasionada, bajo su luz, otras personas sólo se detienen a observar y otras por el contrario encuentran en este rincón de fe un atractivo turístico-religioso, que es una muestra clara de qué tipo de sociedad es y en qué cree. Como hemos visto, anteriormente, la fe es un indicador y un pulso de la situación -digamos- espiritual de los países, una alegoría de su forma de pensar y sentir, que está estrechamente relacionada con el folclore y las tradiciones arraigadas profundamente en la historia de cada uno. No se sabe si todo lo anterior sólo se trata de un masivo efecto placebo 48


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que se propaga con la misma facilidad que un virus… la consolación resultante es que, sea de donde fuere que venga la solución, para algunos sí funciona. La gruta de San Expedito, como muchas otras, no sólo es el lugar físico donde las personas demuestran públicamente su agradecimiento; sino que, además, es un símbolo de nuestra debilidad más profunda y que es la constante necesidad de encontrar ayuda o sentido a los problemas de la existencia, en cualquier otro lugar que no sea aquí… más allá del horizonte de nuestro entendimiento, así la comprobación de su realidad queda supeditada sólo a una cuestión personal, ya sea que se compruebe o no su verdad.

Texto y fotografía: César Jopia Q. Revista BIOMA

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PARA LA CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO NATURAL & CULTURAL DE CHILE


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Haciendo un mate Lo simple y necesario

Las tardes de invierno, aunque no parezcan invierno, no dejan de tener ese ánimo gregario, que invita a reunirse en torno a un brasero con pan amasado, queso y otros menjunjes que pueden hacer de una tarde algo diferente a lo acostumbrado. Ciertamente que el clima es un factor que colabora bastante a la hora de cómo nos sentimos, para entrar en ciertos rituales familiares, pero el acto del "mateo" o del "matecito" es un detonante de socialización muy importante que no necesariamente se rige a cómo amaneció el día o cómo cae la tarde. Y en una de esas tardes, nos encontramos con la señora Olga, oriunda de los tantos rincones del valle del Choapa, dando la pelea con algo parecido a una "pelotita" del tamaño de su mano, al comienzo no se distinguía su forma hasta que entendimos que se trataba de una calabacita, también conocida como mate calabaza, porongo, galleta, calabaza de agua, purú, mati, caiguá, yerúa, guaje, bule o jícaro y quién sabe cuántos otros nombres más, esto porque se trata de un utensilio natural usado en varios países de Sudamérica y de una larga data. El nombre científico de la planta que lo da es Lagenaria siceraria y pertenece a la familia de las Curcurbitáceas. La calabacita es de color greda o canela y tiene una hermosa forma

ovalada con una protuberancia que emerge suavemente y de la cual pende cuando ésta aún está en la mata, la señora Olga trataba de hacer una perforación en un punto determinado de la figura regordeta…, vimos luego de un par de minutos que logró romper la dura cáscara, que una vez seca se endurece cual madera. Este "recipiente" natural nos es familiar desde tiempos remotos, tanto que incluso en la época preagrícola de las culturas prehispánicas ya lo usaban como contenedor para diversos usos (por ejemplo, hace 13.000 años en Perú, según hallazgos arqueológicos). Lo que a nuestra amiga Olga le contamos es que la palabra "mate" viene de la voz quechua "mati" que significa vaso o recipiente para beber, lo que ciertamente terminó siendo el nombre de la planta "mate calabaza". Pero las denominaciones no finalizan ahí, el nombre científico en latín también se lo debe a la forma peculiar de su fruto, porque Lagena en la lengua muerta significa "botella". En tanto, nuestra amiga con su dedo índice empuja las semillas que comienzan a salir del misterioso y oscuro interior. Éstas, por cierto, serán útiles para sembrar nuevas plantas. La magia recién comienza. De regreso a la Lagenaria, ésta es una planta enredadera anual -que crece en verano-, el fruto no toca el suelo, por ende es de crecimiento 59


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vertical y los sarcillos de la planta la ayudan a trepar, da unas flores de corola blanca que curiosamente sólo abren en el atardecer y dura no más de día y medio. En las ferias locales es fácil encontrar el fruto de esta planta a la venta, las cultivan para cosechar las calabazas y las dejan secar a la sombra hasta la deshidratación total. Se sabe que están listas para su uso cuando en su interior es posible oír las semillas sueltas, como un cascabel. 62

Más tarde se pule con una lija de madera fina, para suavizar los contornos, se puede decorar y se “cura” en el interior para que llegue el tan esperado momento para beber en ella la infusión de la yerba mate, con o sin azúcar, eso es relativo... por ejemplo en la Patagonia, los gauchos la beben amarga, dicen que con azúcar es sólo para el “copucheo”, pero en otras partes la consumen con azúcar, incluso con leche. Luego de eso, nos preguntamos


¿desde cuándo se bebe mate en Chile? La yerba mate tiene una antigua existencia en el país, que nos transporta al año 1558 con la llegada del gobernador Alonso de Sotomayor, quien la introdujo convirtiéndose desde el siglo XVI en una infusión muy común e igual que hoy era un ágape con el que se solía y suele, antes de todo, recibir a una visita. La señora Olga, finalmente, prepara un mate con su nueva calabaza matera, se prende el brasero y sale el

pan amasado y unos trozos de queso para festejar… bueno en este caso nada en particular…, pero era el momento perfecto para estrenar un simple, pero necesario “recipiente para el agua de yerba”. Texto y fotografía: César Jopia Q. Revista BIOMA

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El Pulso de la Naturaleza Aires de Primavera Al ritmo de la primavera, el montañoso paisaje de la Reserva Nacional Las Chinchillas, se fue tiñendo con un suave verdor, que prometía cubrir los ásperos relieves pedregosos de tierra endurecida y gravilla, hasta convertirlos en un incomparable jardín adornado con la singular belleza de las flores silvestres. Lo anterior, es una respuesta espontánea a la lluvia que a principios de invierno penetró el suelo reseco, inundando cada partícula de tierra que se encontraba a su paso, envolviendo con su húmedo manto silencioso incontables semillas y bulbos dormantes, de las más variadas formas y tamaños. Sin embargo la anhelada explosión de vida primaveral, quedó a medio camino con la ausencia de nuevas lluvias, que eran necesarias para que este proceso pudiera llegar a su plenitud. Por su parte, las aves parecen querer ignorar esta lamentable realidad, llegando a todos los rincones de la serranía con su melódico mensaje reproductivo. La marcada sequía que por este año parece irreversible, trae a mi mente el recuerdo nostálgico de otras primaveras, en que la humedad de la 70

tierra y el calor del sol se confabulaban para desencadenar mágicos procesos, que se evidenciaban con el transcurso de los días, cambiando el rostro del paisaje semiarido. Las primeras señales que marcaban el inicio de este sorprendente acontecimiento de la vida silvestre, ocurrían en la secreta intimidad del suelo, miles y miles de semillas que parecían inertes se hinchaban como si cayeran bajo el influjo de una metamorfosis irreversible, hasta romper en una fantástica eclosión, dando inicio a una nueva generación de vida vegetal. Infinidad de frágiles y delgadas hebras blanquecinas, emergían como si se desenrollaran desde el interior de las semillas, abriéndose paso en la tierra húmeda en una urgente búsqueda de la luz, movidas por un incontenible impulso conocido por los eruditos como fototropismo positivo. Al llegar a la superficie, se asomaban a la luz del día investidas con el color de la clorofila, pintando el paisaje a ras de suelo del más vivificante verde primaveral, como una extensa alfombra tejida con gramíneas, alfilerillos e infinidad de hierbas anuales, que cubrían planicies y faldeos cambiando


por un instante la impronta del paisaje semiárido. En pocos días, el verde manto herbáceo comenzaba a teñirse de sorprendentes tonalidades, formando mosaicos de colores casi insospechados. En un abrir y cerrar de ojos, el azul intenso de las flores del azulillo, se dejaba ver por todas partes, como si un inspirado artista invisible salpicara el paisaje con pinceladas de cielo. Imposible olvidar el entorno del hogar de las chinchillas, tapizado con las flores de los huillis endémicos

que se mecían al viento sobre sus tallos flexibles, en un suave baile de matices lila y blanco, desplegando su delicada coreografía entre rígidos arbustos, que sin poder sustraerse a la contingencia del momento, lucían reverdecidos con su indumentaria primaveral. En otros sectores de este variado mosaico floral, la forma tubular de las añañucas y el rojo apasionado de sus pétalos, se contrastaban con la suave albura de las ilusiones del campo y su vaporoso manto de aspecto nup71


cial, desplegado entre grandes flores de incienso de amarillo intenso. En medio de tanta diversidad, siempre llamó mi atención una pequeña planta conocida comúnmente como “huasita”, mentada Clarkia por los botánicos, cuyo frágil y delgado fuste se abre paso entre especies más robustas, tratando de prevalecer en un verdadero mar de hierbas olorosas. En primaveras generosas, la delicada “huasita” se levanta casi tímidamente desde el suelo, coronando la cima de su delgado tallo con la turgencia de un enorme botón, que finalmente se abre como un sombrero, para dar paso a una explosión de intensos pétalos rosados, que irrumpen en la escena haciendo alarde de un inesperado y fugaz despliegue de energía diseño y color. Por su parte y sumándose al mandato de la primavera, los suspiros del campo de hábitos rastreros, adornaban el suelo con sus frágiles pentáculos albicelestes, haciendo honor a su nombre (elegans) con su aspecto volátil y la delicada elegancia de su diseño. Mientras que los habitualmente grises y desfoliados carbonillos, de troncos retorcidos y aspecto añoso, lucían renovados engalanados de blanco cargados de flores inmaculadas, otorgando a las abruptas laderas un inusual aspecto de paisaje nevado.

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Por ahora los efectos de la sequía nos siguen privando de estas maravillas, sin embargo algunas flores obstinadas se las han arreglado para hacerse presente y regalarnos su jurásica y cautivadora expresión reproductiva. El relicario tricolor, una enredadera anual de flores matizadas de amarillo, negro y rojo, extiende sus guías trepando las rígidas cactáceas columnares, las que sin oponer resistencia se muestran decoradas con sus delicadas flores, como si se tratara de las más efímeras guirnaldas. La alcaparra y el Paihuén, con sus arbustivos follajes reverdecidos, lucen sus inflorescencias amarillas que se destacan en el paisaje marcado por la sequía, como si quisieran comunicarnos que a pesar de la adversidad climática, se encuentran bajo el seductor influjo de los aires de la primavera.

Texto: Mario A. Ortiz Lafferte. Fotografía: Revista BIOMA


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Para explorar... para descubrir... para conservar...

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