BonsĂĄi Literatura mĂnima
Directorio Editores Miréia Anieva Herson Barona
Consejo editorial Belinda Ortiz Graciela Romero Jezreel Salazar Rafael Zamudio
Bonsái. Literatura mínima. Año 1. Número 2. Agosto 2011. México.
Asesores Alberto Chimal Cristina Rivera Garza Blanca Rodríguez Gaona Liliana Weinberg
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No hay un pรกjaro / el รกrbol canta.
Francisco Hernรกndez
Contenido POESÍA
CUENTO
ENSAYO
Carbono 14, 10 Jair Cortés
Gil, 7 Amado Peña
Escritores que editan, 20 Eduardo Huchín Sosa
Preguntas al azar, 24 Rogelio Guedea
Target comercial, 15 Rodrigo Hernández Vera Tren de ciegos, 45 Rodrigo García Bonilla
Segunda estancia de la Cero, 25 luz, 36 Paulette Jonguitud Acosta Fuga, 38 Teorías del cuerpo, 40 Roberto Cruz Arzabal Una historia de amor, 55 Daniela Tarazona
TUITS
RESEÑA
Bosque palindrómico, 11 Verde sobre verde, 30 Luz Marina Fuentes Miréia Anieva
Caeca nox. De los lazos E n las manos del que me unen a la noche, 32 dolor , 51 Enrique Sosa Rodrigo García Galindo
Dentro, la belleza, 48 Carlos Silva
CUENTO
Amado Peña
Gil Madre dice que las paredes están tristes y por eso lloran en la noche. También los vasos lloran y ha de ser que se entristecen por el frío de la Coca-Cola o de los líquidos. Pero mi profesor dice que la razón del agua escurriendo afuera del vaso se debe a la condensación de la humedad del aire en su superficie y que para las paredes no hay mejor pañuelo que una buena impermeabilizada. Veo a Ishtar pasar y creo que mis puños se entristecen y se retuercen a tal punto que incluso mi Frutsi llora sobre mi pantalón. Pregunto al profesor el porqué y responde con un silencio que me inquieta, juega con la carta de siempre desde que su señora ya no viene a la escuela con sus ricos pasteles. Mira hacia afuera de la ventana y vemos cómo los flamboyanes se bambolean como el ki en las caricaturas. En eso pasa Tropel, mi perro, y dejo al profesor con su silencio en el salón vacío. Creo que me grita algo pero para entonces ya corro hacia la parada del camión con Tropel y mi pecho suena como las patas de mi perro. La última vez que invité a Ishtar a mi casa me pidió que me lamiera las manos para ponerlas en las estanterías del
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CUENTO
congelador; lo hice y ahora cada que mis puños se enojan o entristecen duelen; me dejó una marca como cuando cargo las cubetas para tender la ropa, pero esta línea no se quita y duele. Estoy por llegar abajo a la parada cuando Tropel se detiene de súbito y comienza a gruñir como las hojas en los flamboyanes. Volteo a verlo y sigo escuchándole gruñir pero lo único que veo es su pelaje rojizo. En eso a lo lejos el profesor grita: “¡Cabalgar, cabalgar, cabalgar!”. Atrás de mí estallan
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las risas de mis amigos; seguramente querrán ir a los videojuegos mientras criticamos las ocurrencias del profesor o de cualquiera, otra vez. A un lado de ellos está Ishtar con sus amigas aventándoles papeles y ellos se los devuelven y comienzan a jalonear hasta juntarse tanto que ya no sé si Ishtar ahora usa pantalones. El viento crece hasta que no escucho a nadie más que a él. Me hinco para tomar una rama tirada en la calle. Me apoyo en el lomo de Tropel mientras empieza a lamerme la cara. Espero unos segundos. Le susurro al oído: “una, dos… ¡tres!”. Corremos hacia la tierra baldía que está entre la escuela y
CUENTO
la parada. Ya en ella abro brecha en la maleza con mi rama mientras miro arriba a los árboles y Tropel brinca por todos lados cazando bichos y mariposas. La luz parece que llorara en los flamboyanes y me refugio en las sombras. Al llegar a casa ahí estará mi prima Ishtar con su gato negro negro. Ya son vacaciones. Mi hermano va a regresar con todos sus libros a enseñarme no se qué; el mundo; que Tropel se llama Enkidu. No sabe tanto. Pero en las noches voy a jugar a escondidas con ella, y como aquí vamos a jugar a que nuestros cuerpos entristecen, y vamos a jugar a que lloramos por la boca, por los brazos, a que llora nuestro temblor; hasta Tropel va a llorarle a la luna de puro juego. Lloraremos por todos lados en la noche y puede que llueva.
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POESÍA
Jair Cortés
Carbono 14 Frotaban dos piedras, una contra otra, chispas ya tarde noche, murmuraban chismes antes de caer el sol, antes de ver nacer el fuego entre esas ramas secas, pasto dorado entre ese tronar de piedras. Una vez el fuego hecho,
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danzaban y un borrego se asaba, danzaban. Y cuando más noche era, danzaban y bebían licor de caña, danzaban. De su boca palabras malas venían y la piedra afilaban, danzaban. Danzaban
Danzaban Danzaban.
TUITS
Luz Marina Fuentes @LuzMFG
Bosque palindrómico 1. Eres luz, azul seré. 2. Aré. Tierra, lo viviré hoy. Yo herí, vi volar. Reitera. 3. Esa rama amará, sé. 4. Aré. Da mi sedar, ella. Ni serás árbol o brasa. Resina, llera de sí. Madera. 5. Lo sé. Rama sé, verano son. A revés amaré sol. 6. Ara. Perpetro natural. Le baja bello caracol. Le baja bella ruta. Norte prepara. 7. Late. Lo vi, lo sé. Ciar raíces, olivo letal.
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TUITS
8. Aré. La barra sea calaña rara. Motivo, vi tomar araña. La caes, arrabalera. 9. Oh celé, honré, te seré ajeno coneja. Eres eterno helecho. 10. Aré. Oirá nutro florecer. Caí, cala.
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¡Farol, farol! Flor, aflora. Falacia crece, rol. Fortuna río era. 11. Oh celé, higo cae. Acogí helecho. 12. Aré. Ver brisa, nutro fin. Soga, la heroína barí. Mal son a fuego coge. Ufanos la miraba. Ni oré halagos, ni fortunas.
TUITS
Ir brevera. 13. A ti veranos oí. Río sonar evita. 14. Aré. Calada notan. Oí caraú, galano tonal. Agua raciona tonada. Lacera. 15. Sé ese oso, soñará para volar. Ralo, vara par. Años oso, ese es. 16. Ara. Le versa, me da. Lo sería arar el otoño. Tolerará aire. Sol además revelará. 17. Ara. Hada, venada cada venado da. Nevada cada nevada, hará. 18. Aré. Lo verá ralo, va. Iré, sol arropa. Ve. Sería aire, sé vapor.
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TUITS
Ralo sería volar. Aré. Volaré. 19. Era luna azul. Ese sol anula la luna, lo sé. Sé luz, anularé. 20. …ni frío oír. Fin.
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CUENTO
Rodrigo Hernández Vera
Target comercial Hombre solo entra en escena: abre los ojos entre sábanas lisas, estándar. Acompañando al cuerpo de ojos casi cerrados, la vejiga: llena. Irremediable el uso de los pies con propósito, claro, el baño. Ducharse no está de más. Hombre solo cede ante el agua: baño vacío de pensamientos, es muy temprano para otra cosa que no sea la piel despertando. Y el jabón diciendo adiós. Y el olor a temazcal herbal saludando al primitivo alzamiento. § Leche más cereal en un tazón. Hombre solo desayuna viendo porno. Hombre solo a veces piensa que esa no es manera de empezar el día. Cambia el canal: —Y así se hace un omelet con camarones. Recuerden, se revuelve todo en el mismo recipiente antes de poner en el sartén. Click: bang bang. Hombre solo dispara en su mente a la
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CUENTO
conductora. La televisión matutina es tan aburrida. Click: gang bang. § Llega el momento de la transición de punto A a punto B: nunca en línea recta, hay que pasar por C. En C están: • Las piernas que recorren el lugar. • El escote que se inclina para servir el líquido. • El roce de manos de uñas rojas en el intercambio de envase.
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• La sonrisa que despide al mismo tiempo que invita a volver pronto. Hombre solo no disfruta especialmente de la cafeína. La próxima vez tal vez pida un té y le pregunte su nombre. § Les recordamos que las fotos con flash están prohibidas al igual que consumir alimentos y bebidas, quien sea sorprendido será consignado a las autoridades correspondientes. Empecemos: Como sabrán, aquí se cuenta con una gran colección de
CUENTO
obras, tal vez la mayor del mundo, con el tema de hombre solo y entorno laboral. Si voltean a su derecha verán la serie “Locaciones”: Locaciones I: Hombre solo y elevador Aluminio y vidrio; Locaciones II: Hombre solo en escalera Tallado en mármol; Locaciones III: Hombre solo entre 4 paredes Caja de vidrio soplado y acero. Más adelante tenemos algunas obras no seriadas, pero que ponemos juntas al estar realizadas en óleo: Hombre solo mira al infinito, La pereza no es blanca, Escala de grises: una aproximación a la mente vacía, Techo responde miradas, Hombre solo y lápiz amarillo número dos y medio, Word: Waterloo en perspectiva, Hombre solo y jefa. Si miran a la izquierda encontrarán una de las series que más trabajo le costó reunir al curador: “Comunicaciones”; se compone de: Comunicaciones I: Hombre solo al teléfono Instalación; Comunicaciones II: Archivo PDF anexo Grafito; Comunicaciones III: Hoja membretada sin firma; Comunicaciones IV: Hoja membretada con firma Ambas en papel maché; Comunicaciones V: Diálogo directo, personajes varios Yeso.
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CUENTO
Para cerrar la exposición tenemos una acuarela fantástica: Hombre solo has left the building. Noten la leve sonrisa, muchos críticos la han comparado con la de la Mona Lisa por el enigma que nos transmite; entre burlona y algo más. Les recuerdo que por este pasillo doblando a la izquierda se encuentra la tienda de regalos. Muchas gracias por su atención. § Hombre solo de pie frente al estante: ya, ya, ya, ya.
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Otro estante: ya, ya, ya, ya. Tercer estante: ya, ya, ya, no. Antes de tomarla, Hombre solo piensa que tendría que leer menos novelas policiacas y más de ésas que están en la colección amarilla llamada sin pudor “Literatura Universal”. Tal vez tendría que averiguar si la búsqueda resultó y el tiempo que estaba perdido fue encontrado. Caja registradora se enfrenta al bolsillo: silencioso intercambio de miradas y billetes. Bolsa de plástico azul. Novelas policiacas 1, colección amarilla 0. §
CUENTO
Corte a: Un parque, inicio de la primavera. Hombre solo lee sentado en una banca bajo un árbol. Atardece. Un vendedor pasa, lleva collares, pulseras y otras baratijas que ofrece a las parejas sentadas en el parque. Hombre solo teme que el vendedor lo aborde. El vendedor teme ser rechazado por las parejas pero sigue intentando. Vendedor caminando. Vendedor ignorando. Hombre solo entendiendo. Si hubiera una “ella” (¿cómo se llamarán las piernas y el escote y el roce y las uñas y la sonrisa?) el vendedor estaría ahí. Vendedor insistiendo, hipotéticamente. Hombre solo acompañado, sentado, diciendo que no, hipotéticamente. Hombre solo no es target de vendedores de baratijas para la novia, la amiga. Hombre solo es target de modelos webcam los sábados por la noche.
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ENSAYO
Eduardo Huchín Sosa
Escritores que editan Hay actividades a las que un escritor contemporáneo se siente obligado a fin de habitar con dignidad una solapa: colaborar en un periódico y editar una revista independiente son las más recurrentes en tanto encierran dos virtudes prácticas (la conciencia social y la generosidad). Ningún autor en su torre de marfil tendría una columna; ningún ególatra perdería su tiempo haciendo legibles a sus contemporáneos. A pesar de la belleza o la legibilidad que ahora encuentro en las revistas electrónicas, aún me causa desconcierto cómo al-
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guien, en algún rincón de este país, puede aventurarse a sacar publicaciones de papel. Claro, por un lado está el idealismo: hay editores legendarios que nos devuelven la imagen de quien es capaz de impulsar una obra para que llegue a las manos que la necesiten, pero también existen escritores excepcionales que nos recuerdan para qué se supone que se dedica uno a la literatura, y no necesariamente termina uno haciéndoles caso. En la época de la superproducción de revistas, ¿qué lleva a un autor, o a unos amigos, a iniciar un proyecto colectivo más? Si, como quería Juan Villoro, ensayar es leer en compañía, la edición vuelve toda compañía motivo de una úlcera. En
ENSAYO
aquellas ciudades donde cualquier publicación pasa por los logos de las instancias de cultura, ningún camino es tan sinuoso como la ruta que lleva del dummy al estante: hay tantas personas implicadas y otras sin cuya firma no se autorizarían la impresión o las grapas, que sorprende cómo en estas circunstancias, una revista todavía pueda producirse. Las facilidades son enemigas de las ediciones que confían en el papel; todo documento que se sella a tiempo es un episodio menos en la vida de quien pretende hacer literatura. Una edición se sufre tanto como un parto complicado (de ahí que editar venga del latín edere, que entre otras cosas, significa “dar a luz”), porque a pesar de su carácter aparentemente abstracto, la congregación de voces implica las mismas dificultades que las congregaciones a secas: hay mucho ruido, la gente tarda hasta tres semanas en darte algo que te prometió, siempre hay alguien que se molesta por algún malentendido. Una revista, como ciertas obras de arte o las personas importantes que aparecen en nuestras biografías, sirve para situar un momento en la vida que no sabríamos explicar sin su presencia. Un índice puede representar lo mismo una caja
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ENSAYO
de souvenirs que un sumario de cicatrices. Hay tanta historia y bilis detrás de algunas páginas, que uno no puede concebir la capacidad de cierta gente para hacer ese trabajo cada mes (o cada dos meses, o el tiempo que tarde en salir una publicación). Cuesta mucho cribar artículos cuando el 90% de los colaboradores te tiene en su lista de contactos del MSN y te pregunta cada dos días si el número ya se encuentra en camino. El verdadero talento del responsable de una publicación, una vez que ha sorteado el problema de la escasez, está en
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mentirle a los que quedaron fuera. El editor sabe que cada texto, como cada amigo, llega gracias a la buena voluntad y al azar, pero que esas dos potencias naturales sólo actúan a fuerza de invitaciones y memorandos. La edición es una forma privilegiada de la lectura que no deja de enseñarnos a estar solos, pero que en su dinámica también nos recuerda que hay personas reales detrás de esas palabras. Llegar a un texto, corregir un texto, platicar con un diseñador sobre la fuente con la que debería leerse un texto son maneras de pasar a alta velocidad los carriles de lo que hemos llamado vida práctica y literatura. Quizá, porque editar es un deporte
ENSAYO
extremo que implica hacer de ambas ideas un mismo viaje. Durante el tiempo en que edité una revista en provincia, la entendí como una prueba de Rorschach que proyectaba aquello que necesitábamos de ella. En mi caso, nunca he podido separarla de la imagen que representó organizar textos ajenos, y al mismo tiempo perpetrar esa forma necesaria de literatura a la que llamamos conversación. ¿A qué sirvió más: a la ilusión, al berrinche, al ocio o la compañía? Nunca lo sabré. Si para algunos de sus colaboradores —y mis amigos para decirlo de una vez— terminó siendo “una farsa” y para el director —quien encontró mejores formas de acción en un partido político— era algo así como “un producto de la cultura emergente”, yo la viví como otra cosa (los que nos hemos desvelado corrigiendo los gerundios de otros, siempre lo viviremos como “otra cosa”). Hasta el último de sus días, las revistas siempre deben su existencia a un hermoso equívoco.
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POESÍA
Rogelio Guedea
Preguntas al azar ¿y si me quedara sin la mano que escribe este poema también podría escribir este poema? ¿y también podría escribir sobre la mano que lo escribe? esto es: si me quedara sin mi país, ¿podría la mano que no tuve escribir mi país? ¿contaría sus calles? ¿lo mismo haría con sus esquinas? ¿tomaría nota de lo que acaba de nacer o morir: un árbol, por ejemplo, o
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mi abuela muerta dos días antes de nacer? ¿guardaría en su corazón la mano sin país aquellas mujeres que quiso? ¿y quedarme sin una mujer que quise es quedarme sin amor? ¿es lo mismo cuando me olvidas, amada? ¿soy, por ti, el olvidado de estas calles o mapas? ¿y de esta mano que escribe tu nombre a pesar mío, contigo, incansablemente?
CUENTO
Paulette Jonguitud Acosta
Cero Somos los gemelos calculadora. Así nos llaman cuando nos paramos frente a los doctores y nos dicen: sumen. Tres mil cuatrocientos. Veinticuatro mil doscientos ocho. Somos dos. Dos. Hace ya seis años nueve meses y catorce días que la madre nos cambia por un sobre blanco y nos deposita en una camioneta con cuatro ruedas y doce rayones en la puerta derecha; en tres horas llegamos al hospital del doctor Geller. Un millón, doscientos cincuenta y tres mil, cuatrocientos veinte punto dos. Van a estar cómodos: una enfermera, habitación con dos camas, dos ventanas, cuatro cortinas, edificio antiguo. Hermoso, sí, muy hermoso. Dos arañas. Hace calor esa tarde, veinticuatro de febrero, y en las noticias anuncian la muerte de un diputado. Uno. Nos hacen diecisiete exámenes, pero comemos bien; cincuenta y seis chícharos. Nadie nos grita. No hay golpes. Nos pasamos el día rodeados de doctores. ¿En qué día cayó el seis de diciembre de mil novecientos uno? En viernes, contestamos. ¿Y el ocho de abril de mil seiscientos catorce? En martes. Respuestas correctas, dice el doctor Geller a sus
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CUENTO
diecinueve compañeros doctores; todas correctas, dice a sus cuatro hijos. Cincuenta y nueve mil ochocientos sesenta y dos punto treinta y cuatro. ¿En qué día cayó el veinticinco de enero de mil quinientos veinte? En miércoles. ¿Cuál es el algoritmo? Siempre nos preguntan eso, ¿cuál es el algoritmo? ¿Qué es un algoritmo?, preguntamos nosotros. Algoritmo, algoritmo, algoritmo. Eso es lo que andan buscando. Luego lanzan al aire una caja de cerillos y cuando caen en el piso nosotros decimos noventa
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y cuatro. Señalamos los cerillos. ¿Cómo lo hacen? No lo hacemos. Vemos. Hace cinco meses, dos días y diez horas que conocemos a Stephen; está en el grupo de médicos que el doctor Geller trae a visitarnos y a hacer preguntas. Stephen avienta al aire una caja con palillos chinos. Treinta. Diez, diez, diez. No pregunta ¿cómo dividen?, ni ¿cuál es el algoritmo?; parpadea una, dos, tres, cuatro veces y dice ¿son monocigóticos? Somos los gemelos calculadora. Así nos llaman. Todos menos Stephen. Él dice tú eres Andrei y tú eres Nicolai. Somos Andreinicolai. No. Tú eres Nicolai, él es Andrei. Somos Nico-
CUENTO
laiandrei. Veintiún millones, ochocientos noventa y siete mil cuatrocientos veintidós. Nos pregunta si nos acordamos de la madre. Nos acordamos, sí. Siete de julio de mil novecientos setenta y cuatro: calor, sol, nada de aire, dos columpios en movimiento, flores en el arbusto, cuatro con cinco pétalos cada una, limonada en una charola, nueve hielos, periódico sobre la mesa: Alemania campeón, vence dos a uno a Países Bajos; siete adultos nos miran y nos piden que sumemos, madre cobra dos monedas por operación; un niño con doce pecas en la nariz nos lanza una pelota, no podemos atraparla, nos caemos, se enredan nuestras piernas, cuatro. Risas que no son nuestras. ¿Cómo los llamaba su madre?, pregunta. ¿Cuándo? Cualquier día. ¿Cuándo? El siete de julio de mil novecientos setenta y cuatro. Oigan, idiotas. ¿Y sus nombres? Somos los gemelos calculadora. Yo también soy gemelo, dice Stephen. ¿Calculadora? No, mi hermano murió joven; jugábamos con cuchillos. ¿Cuántos? ¿Cuántos qué? ¿Cuántos cuchillos? Él también es gemelo. Por eso nos gusta, por eso le gustamos. Era Stephenpaul,
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CUENTO
dice. Stephenpaul, repetimos, Paulstephen. El último experimento. Risas. Cansados de experimentos. Subimos a un auto con tres puertas y tres moscas en el parabrisas. Stephenpaul murmura todo el camino: ¿Funcionará la calculadora? Funciona, le decimos. ¿Y después?, pregunta. No entendemos. Ciento veintiocho farolas en el puente. ¿Qué pasa si uno salta?, pregunta Paulstephen. Miramos hacia abajo. Agua. Risa. Nos ahogamos. Dos aletas de tiburón. No, dice, se ahoga uno,
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el otro es libre. Nos ahogamos. Un anuncio: la construcción de este puente comenzó el cinco de enero de mil novecientos treinta y tres. Jueves, decimos. Seis carriles para autos. Stephenpaul salta el barandal. Nos dice: vengan. Vamos. Somos los gemelos calculadora. ¿Cuál es el algoritmo? ¿Cómo dividen? ¿Qué es un algoritmo? Ocho pájaros, diecisiete barcos. Frío. Once nubes. Paulstephen se para entre nosotros. No nos gusta. ¿Nicolaistephenpaulandrei? No. Este puente se inauguró el veintisiete de mayo de mil novecientos treinta y siete. Jueves. Somos los gemelos calculadora.
CUENTO
Andreinicolai. Nicolaiandrei. Dos zapatos caen, una bata blanca. 多Stephenpaul? Cero.
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RESEÑA
Miréia Anieva
Verde sobre verde Constanza es una mujer instalada en la soledad de una casa vacía. Ella, todas las que fue, el perro y los recuerdos, son los únicos habitantes de una construcción que es más un caparazón exhausto. Un día antes de la boda de su hija, en medio de sus abluciones descubre una mancha verde en su ingle que no se quita con ningún producto, al contrario, se extiende. Verde sobre la carne y
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dentro de la carne: moho. Crece la vegetación en la intimidad de su cuerpo y ahí mismo el miedo a transformarse, a dejar de ser mujer y convertirse en un monstruo. En veintisiete breves apartados, Paulette Jonguitud Acosta narra la historia de una mujer que debe enfrentarse a la reciente infidelidad de su esposo con su sobrina, a la boda de su hija Agustina en las próximas horas y al incómodo huésped que crece en su cuerpo convirtiéndola en una planta. Constanza recorre la casa vacía y en cada espacio se encuentra con recuerdos que se vuelven habitantes: su sobrina con la que comparte el nombre y el marido; su padre dentro de un ataúd; Rafael,
RESEÑA
el hijo que nunca nació; Felipe, el hombre que después de haber amado se le ha convertido en una sombra. Moho (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2010) se inscribe en la tradición de las novelas con tramas que se desarrollan durante un solo día. En veinticuatro horas, una mujer realiza un recorrido por los hechos más caóticos de su vida, descubriendo los sentimientos agotados, las transformaciones de las personas que amó y la pesada vacuidad de una casa, mientras a su cuerpo le crecen ramas y deja de moverse. Esta novela es también una especie de diario de sueños donde Constanza confiesa todos sus terrores, su demencia y sus memorias sobre los habitantes de su cabeza que es también la casa. Es una bitácora del deterioro, y así, una metáfora del envejecimiento, del miedo a la decadencia e incluso la resignación: “...esto no es del todo asqueroso. Si no se le compara con un cuerpo humano, podría ser incluso algo bello, yo qué sé: un tronco abandonado junto a un lago, una raíz gruesa de árbol viejo”. Moho es una historia de la transformación donde se aprende a hablar el lenguaje de las casas vacías.
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TUITS
Enrique Sosa @lintones
Caeca nox. De los lazos que me unen a la noche 1. La noche huele a tinta, a desesperación. La escritura es una broma que tiene por principal atractivo la irrealidad de sus manifestaciones. 2. Se escribe en un estado anterior a la locura. Cual poseso infame, subordinado a melodías nocturnas. Con frecuencia, todo es un malentendido. 3. De noche, me gusta ser interminable búsqueda, cabeza desesperada adentrándose en los vastos espacios del desaliento. 4. La noche es el fondo del mundo, fuente misma del len-
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guaje. Deseo el misterio de la muerte; viajando solitario, intruso. 5. Acostumbrado a pensar en la muerte, el horror de su cercanía me parece tan habitual que, morir para pensar resulta apenas una frágil caída. 6. De su fondo intento sustraer aquella frase luminosa, arrogante, desordenada hasta la saciedad. Tu retrato certero, evanescente. 7. Para cuanto podría saber de ti, me digo, no es posible pensarte sino efímera, tu voz entre sueños, balada nocturna. 8. De noche, una irresistible pasión por la belleza, el secreto
TUITS
de la creación fulgura en la memoria. Los sentidos intentan estallar. 9. Entregado a la escritura mientras dormito: ejercicio de traslado. Intento hacer corresponder el lenguaje del sueño con las letras. 10. Gesto irrefrenable que busca continuar el sueño. Esfuerzo por recuperar la dicha de la transformación, de la materia mutable. 11, Escribir tras el sobresalto, al pie de la cama, posterior al sueño. A veces, es posible encontrar el instante justo para desaparecer. 12. La escritura es la vía de acceso a la noche: promontorio ritual de quien se consagra a lo intemporal. 13. La escritura es el poder del desarraigado: desde las primeras palabras la exigencia de un nuevo reino, lejano, sin porvenir ni pretensión. 14. Mis manos han sido cómplices de palabras que interrogan a la noche. Cómplices de su irrupción falaz. 15. Dejé caer palabras entrecortadas. Frases ajenas, errores. Ante el silencio que sobrevino, un presagio defuga, de perse-
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TUITS
cución. 16. La cualidad de la sustancia noche es persistir sobre los nervios. Hay quien advierte por vocación el estudio de esa sucesión inalterada. 17. Noche: reverso de la vida, experiencia desmesurada, privilegiada. En su espacio ilimitado es posible cualquier contacto anómalo. 18. Se indaga sobre las versiones de la noche, esperando llegar a aquélla que sucede violenta, en el silencio soterrado del
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sueño. 19. La escritura es violencia en el silencio inmóvil. Una mano teje espíritus, gira sobre la hoja, traza el signo del dolor. 20. Las palabras reducidas a distancia cero sobre mi cuerpo. No existen lindes entre el gesto y el trazo. 21. Nunca antes pude dibujar mi silueta en estos interminables vagabundeos nocturnos. 22. Sólo esta vía apócrifa, emocionante en su falsedad, permite acceder en la noche eterna. La noche se alimenta de la pujanza de la escritura. 23. Suenan los encantos de la noche pausada, descienden so-
TUITS
bre quien ansía mudarse de la vida hacia el sueño. 24. La noche del mundo en el rostro de un hombre que ha conquistado el rítmico placer de las palabras. 25. Se ha obstinado en tararear mentiras que sobrecojan a su corazón, en preguntas por los confines (un deseable fondo de silencio). 26. Bordea sin fin la noche, pertenece invariablemente al movimiento que zumba por encontrar el límite, la salida, el fuera de sí. 27. Ante ese llamado mudo, palabras del silencio. Sin otra estrella guía, habrá que seguir la estrella ausente del lenguaje. 28. Noche, comenzamos a tejer pequeños lazos. Saldré sin remedio al sueño, sin voz, buscando a los fantasmas que iluminan las profundidades. 29. Más allá de la lengua un ojo fulminante abre paso a la experiencia en las riberas de la tempestad: fondo nocturno de la tierra. 30. Ojo que concentra y manipula lo que está sin terminar: es el secreto del arte de los sueños.
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POESĂ?A
Roberto Cruz Arzabal
Segunda estancia de la luz a Irene Artigas El cuarto iluminado desde su ventanal oblicuo donde la luz rompe la transparencia robada por el vidrio y la marcha grasienta de las huellas digitales
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el cuarto blanco iluminado donde las sombras son la ausencia de todos los espacios recorrido por la vista de izquierda al centro
POESÍA
hacia abajo en la esquina donde los adornos permanecen olvidados como si de retóricas vacías se tratara a la derecha el vaho el espacio en blanco sobre el lienzo blanco que no es más espacio puro sino materia dispuesta para los trazos de la invisible línea Rothko —el prestigioso blanco elaborado por la vista
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POESÍA
Fuga domesticar la casa — hacer la casa centro — de expansión — hacia la superficie — domesticar la casa — pleonasmo necesario e — inherente a toda — excavación — domesticar — el centro — y su variable longitud — hacia la larga marcha de la historia — ageometría euclidiana — domesticar la luz — para darle la forma — de lo cónico de un — punto fijo en la pared — de tallo de voz — de crecimiento — tragaluz — domesticar el hambre — darle cuerpo — extensión de carne — darle sombra al hambre: quemar el brazo — como pira — como incienso
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— punto de luz con — poco cuerpo — delgadez del brillo que se abre — hacia las fosas — domar la carne — macerar la piel — moler los huesos hasta que — sean polvo y tinta — papel de huesos — escribir en la piel con clavo ardiente — domar la carne : hacerla causa primigenia — tatuar como sembrar arietes — domesticar el vientre — trazarlo fuente central — del edificio — biblioteca de pliegues — presente acuoso del latido — domesticar la casa — pleonasmo necesario los ladrillos — la pintura el verso o — la disposición de — el cuerpo — esta página — y ésta — son casa de enfermos — hospital vegetal de
POESÍA
blancos — entrelíneas que enfrentan — el vacío… domesticar el blanco — domar la visibilidad — el temple blanco — domesticar el sentido por su — ausencia inoperante — cuerpo — semen semiótico — expresión y forma — domesticar la forma — volverla centro sustancia — y contenido — casa y forma — vientre hinchado de húmeros — vientre de huesos dislocados
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POESÍA
Teorías del cuerpo I no es la fiebre sino el pánico de la música que nos posee lo que torna tu sonrisa en bruma del tabaco tu entre pierna —aunque mejor sería
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hablar de topo de luna o sílaba precisa— quiero decir tu centro prodigioso tu armadura desgarrada el fiambre que te cubre el nombre la sorna dices espera aún la nave espera que el cielo en el subsuelo nos observa con su música de brisas y el
POESĂ?A
frĂo de no saber nombrarte con los huesos espera que mi marcha es larga y extenuante espera un poco una nada espera un cielo bocabajo un armatoste en la punta del deseoso una fuente de luces que desciende su fuerza que mantiene a flote la armadura el casco el armatoste la costilla que brilla en la obsidiana la mordiente faz de la frescura la pureza inexistente la pureza que flaquea por la lumbre de las notas conseguir la furia la tierra prometida en el cadalso
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POESÍA
la visión aérea una no nombrada cosa que carezca de tu cuerpo luminoso
II el lustre de un cuerpo : su fisura en la geometría de la avidez : la voz tipluda de hambre que te llama
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hueco de sarna huero de tan sombra en los labios resecos —la borradura de su espacio —enumeración de los contrarios —no poesía sino juntura /pegamento de hambre/ /semen/ regalo y sedición
POESÍA
sed de la forma: en sus arenas acuosas : en su librea de hueso descarnado
III Pensar desde la duda el autismo que te nombra la repetición fallida de los enunciados su ornamento en un sentido lato lo que cuelga lo que anuncia dudar nunca del cuerpo de sus arterias huecas la debilidad acorazada su cansancio vulnerable no dudes nunca del cuerpo que se ofrece de su resequedad de su silencio
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POESÍA
que en su escasez es ángel de los mundos —todo ángel ya se sabe es un sueño un fantasma del deseo— blasón de la batalla contra el magma su fuelle es el aire que nos corta la ruptura anticipada de los vellos que se erizan
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ENSAYO
Rodrigo García Bonilla
Tren de ciegos Hoy, en la calle, cinco ciegos caminan enlazados, uno atrás de otro.
La fila india, lenta y con el movimiento sinuoso de la serpiente que no despega su cuerpo del suelo, va como un máquina de carne.
El tren de los ciegos tiene cinco elementos. Uno, el ciego motor,
guía la cadena. Dos, el ciego vulnerable y oculto, se escuda en la experiencia cercana del ciego motor. Tres, el ciego palo mayor, es
vigía de los vientos, las temperaturas, los astros menores del cielo y cualquier inclemencia que se pueda percibir con el tacto. Cuatro, la
ciega anciana, es una dama pequeña y se halla a suficiente distancia de la zona más peligrosa, la frontal, y cubierta por el muro en su
retaguardia. Cinco, el ciego cabús, afianza con su cuerpo robusto el tren de ciegos.
La locomotora camina lentamente y desciende por las escaleras
hacia los huecos subterráneos de la ciudad.
Atributos divinos: el ojo omnisciente; el oído; el dedo que orde-
na. El primero es esférico y de fuego, y lo intuyó Timeo de Lócride;
el alcance de su mirada se indica en los Proverbios de Salomón. El
segundo lo escrutan los rabinos. El tercero tuvo su revelación en las
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ENSAYO
tablas de Moisés.
Atributos de los ciegos: el cayado; la sinestesia; el oído. El primero
sustituye al ojo y es una prolongación del dedo. El segundo es un
don metafórico: sin el poder de la imagen visual, la percepción de los ciegos se afila en otras partes: con la translación de la sinestesia
se contrarresta la pérdida de un sentido y se fortalece el comercio entre los otros cuatro; ven esmeraldas en el olor de la menta y el
suelo con el cayado. El tercero se puede sufrir con la amplificación de cada sonido diminuto durante una noche de insomnio.
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El tren de los ciegos se ríe. Son felices en compañía. Entre los
cinco afinan sus sentidos y se apoyan. El ciego motor es la vista. El
ciego vulnerable y oculto es oído. El ciego palo mayor olfatea. La
ciega anciana es el gusto y se ampara en el ciego cabús que ejerce el tacto de un muro protector.
Los cinco ciegos son una serpiente.
Su ojo, el bastón, se arrastra por el suelo. Es la vara de Esculapio
y ellos son el animal que la nutre y en el cual la vara se apoya para dirigir su poder. Es el caduceo de Hermes, pues protege y permite
la transmisión. Para los magos la vara descubre los manantiales,
ENSAYO
permite llamar a los espíritus, señala la clarividencia y la fortaleza,
cura, transforma. A través de ella se conduce el poder del hombre
sobre los elementos. La vara de Esculapio hace sanar; viene de la madera de los árboles. Alrededor se enreda una serpiente que vin-
cula el valor cósmico del árbol con la tierra en que el reptil se arrastra.
La palomancia es la adivinación mágica del futuro por medio de
varas.
La radiestesia es la adivinación científica por medio de varas.
El uso de la vara por los ciegos es la adivinación del suelo futuro. ! ! ! “Dado que varas y bastones vienen del árbol,
su utilización en el plano humano desempeña el papel del dedo de Dios” Diccionario de Chevalier
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TUITS
Carlos Silva @TiempoDetenido
Dentro, la belleza 1. Será de fuego el silencio. 2. Aprendí del fuego que las manos queman. 3. Después de arder, de arrasarlo todo, el fuego sigue siendo bello. 4. Aprendí del fuego a no apagarme, incluso después de destruirlo todo. 5. El fuego mata mientras baila. 6. Será de fuego mi paso por las calles. Será de fuego para incendiar cada silencio.
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7. El fuego vive del viento. 8. Será de viento la palabra. 9. Aprendí del viento a irme con fuerza. 10. Después de arrancar, de llevarse todo, el viento sigue siendo bello. 11. Aprendí del viento a viajar siempre, incluso después de destruirlo todo. 12. El viento mata mientras silba. 13. Será de viento mi voz en las palabras. Será de viento para arrancar cada apego. 14. El viento vive del agua.
TUITS
15. Será de agua el recuerdo. 16. Aprendí del agua que la mirada hunde. 17. Después de ahogar, de anegarlo todo, el agua sigue siendo bella. 18. Aprendí del agua a no dejar de invadir, incluso después de destruirlo todo. 19. El agua mata mientras fluye. 20. Será de agua la mirada en cada historia. Será de agua para ahogar cada recuerdo. 21. El agua vive de la tierra. 22. Será de tierra la piel. 23. Aprendí de la tierra a permanecer, aunque sea muerto. 24. Después de temblar, de enterrarlo todo, la tierra sigue siendo bella. 25. Aprendí de la tierra a girar a velocidad, incluso después de destruirlo todo. 26. La tierra mata mientras cambia. 27. Será de tierra mi piel en las manos. Será de tierra para que tiemble en cada cuerpo. 28. La tierra vive del fuego.
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TUITS
29. Chocan. Colapsan. Se destruyen. Se encuentran. Son vorรกgine. Desastre. Catรกstrofe. Derrumbe. 30. Y dentro de su caos, la belleza.
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RESEÑA
Rodrigo García Galindo
En las manos del dolor Me encuentro con Daniela en un café. Tiene unas manos nerviosas y una voz que se demora en llegar. Hay algo en su manera de sentarse a la mesa que consuela y tranquiliza. Su mirada tiene algo que penetra a quien la pesca y que siempre está viendo más allá. Al mar, quizá. Daniela tiene un bolso demasiado grande, de esos que a veces cargan las mujeres. Antes del café anuncia que me tiene un regalo. Ella dice que es un animal; yo veo que también es un libro. Toma mi pluma prestada y lo dedica como una celebración a mi sonrisa. Al igual que Daniela juega en su boca con las palabras al hablar, su libro es un gran festejo de las palabras y de las sensaciones que traen. Llego a pensar que cada palabra está escrita por algo, por todo lo que comunica y lo que inventa, por el mundo que crea a partir de que es pronunciada. Alto. Me equivoco. Las palabras de este libro no comunican, acarician. Sí, para eso están ahí. El animal sobre la piedra (2008) es el viaje de una mujer
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RESEÑA
transformada por el dolor. Una mujer que siente en la piel y en lo más profundo de ella misma, las marcas de una ausencia, de una pérdida, de un lugar que no lo es más. Irma, como tal vez se llame ella, es una mujer que se transforma para protegerse, para hacer menos reconocibles sus partes más vulnerables, que sabe que nunca emergemos los mismos después del dolor, que hay una parte que se pierde una vez que dejamos de habitar un mundo que ya no es tal, que terminamos siendo siempre otros y que a veces tenemos las marcas en la piel
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para contarlo, para llevar registro. Es verdad que todos vamos de transformación en transformación. A veces por la alegría, muchísimas otras —quizá más de las necesarias— por el dolor. Esta es la historia de un viaje a través del dolor y la pérdida para desembocar en una mujer. Esta mujer está convencida de que pertenece al mar, que es ahí donde encuentra su origen, y que no puede estar completa sin él. Hasta él va para reencontrase con la esperanza. Ella es una mujer de otra especie que no puede sino regresar a ese lugar de donde un día salimos todos, el lugar donde somos semejantes, el lugar que casi todos abandonamos y al
RESEÑA
que pocos se atreven a regresar buscando quizá su mejor y más escondida parte: el pálpito más original de su corazón. Ella va hasta esa orilla del mundo para encontrarse con la que siempre ha sido: ahí, entre las olas del mar. Toda expedición hacia la transformación implica un encuentro. En toda metamorfosis hay alguien que nos ve, que nos reconoce más allá del dolor, alguien que quizá nos ha conocido desde un antes sin tiempo y que no se sorprende de nuestras mutaciones más brutales, de la forma en que incluso nuestro cuerpo ha sido alterado por la pena. En todo viaje hay alguien nuestro desde siempre, que nos carga, alguien al que podemos decirle “tengo hambre”. Hay en toda aventura alguien que sabe escribir y deletrear y pronunciar nuestro nombre. Nombrarnos es reconocernos. Alguien que desentraña ése que somos y que por eso tiene la certeza que morirá sin conocernos del todo. Ese Alguien que de tanto que me ve, me entiende lejano, extranjero, otro. Alguien que nos sabe con la lengua o con alguna parte del cuerpo, que no nos puede traducir pero que nos reconoce. La editorial Almadía, el jardín donde se posa El animal so-
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RESEÑA
bre la piedra, anuncia que este libro “pertenece a la Colección Mar Abierto, donde se da cabida a los viajes que descubran islas inexploradas o transmitan la experiencia de la inmensidad oceánica, que hace posible la navegación”. Este es un libro sobre la gran experiencia del mar, de ser mar, de pertenecer al mar, de todas las cosas que son a su amparo y bajo su memoria.
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CUENTO
Daniela Tarazona
Una historia de amor Del otro lado de la ventana estaba el mundo. Ella se había puesto un vestido para salir. Pero fueron los ojos, quizá fueron los ojos. La imagen de ella detrás de la ventana, yéndose, era la aceptación de cierta falla. Entonces, la caída. Las manos extendidas en el mantel azul, el dedo índice sobre las migas de pan, la masticación de las migas. Entre ella y él se veía la energía hecha luz. Alguien dotado habría podido distinguirla, pero apenas duró unos segundos. Luego las manos sobre el mantel y nada que decir. Las palabras eran de cortesía. ¿Se habrá dado cuenta? No. Las palabras no eran de cortesía. Él se le había metido en el camino. En un cruce de calles. En una esquina. Cerca de la farmacia del barrio. Y ella había querido ser realista cuando pensaba que detrás de la ventana estaba el mundo. Alguien, en otra mesa, dijo que la vida era triste. Nada le importaba la tristeza. Con la respiración ahora entrecortada por el frío, allí, sintiéndose desprovista de todo y siendo mansa: la mano izquierda caída sobre una rodilla, con los ojos bajos y los pies juntos, se manifestaba de nuevo la predecible
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CUENTO
ruina. Ya se sabe: la ruina de la existencia. El mundo real pod铆a ser visto desde el otro lado de la ventana, donde ella masticaba, en la mesa de un caf茅. Dentro de sus ojos, se reflej贸 un paisaje. Y ella camin贸, sin que nadie lo notara, por un bosque.
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Colaboradores Miréia Anieva
Xalapa, México, 1988. Sus textos han sido publicados en diversas revistas de México y Argentina, como Punto de partida, Molino de letras, Oblogo, Periódico de poestía. Ha sido incluida en diversas antologías. Mantiene el blog apologiadelinstante.blogspot.com y la cuenta de Twitter @ciervovulnerado.
Jair Cortés
Calpulalpan, México, 1977. Es autor de varios libros de poemas como A la luz de la sangre (1999) y Caza (2007). Su obra aparece en diversas antologías de poesía mexicana y latinoamericana. Actualmente es columnista del suplemento cultural La jornada semanal del diario La jornada. Escribe en granademanopoesia.blogspot.com
Roberto Cruz Arzabal
México, DF, 1982. Poeta y crítico literario. Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM, cursa la maestría en Letras en la misma universidad. Primer lugar del concurso de la revista Punto de Partida, 2007. Ha publicado en revistas como Viento en Vela, Arca y Periódico de Poesía; ha sido incluido en diver-
sas antologías. Habita, aunque no con frecuencia: “La casa del Cíclope” alamoenllamas.blogspot.com
Rodrigo García Bonilla
Orizaba, México, 1987. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Trabaja con diversos registros prosísticos. Actualmente escribe ensayos sobre cultura rusa, la poesía de José Gorostiza y las bestias. Es becario de la Fundación para las Letras Mexicanas.
Rodrigo García Galindo
México, DF, 1975. Profesor, abogado y servidor público. En Twitter escribe como @Bilop”.
Luz Marina Fuentes
México, DF, 1981. Ingeniero Industrial que escribe palíndromos por una obsesión de encontrar el sentido que pueda obtener en las palabras. A menudo se encuentra pensando en ellas, al derecho o al revés. Escribe en: luzmfg.wordpress.com
Rogelio Guedea
Colima, México. 1974. Poeta, ensayista, novelista y traductor. Es licenciado en Derecho y Lengua y Literatura españolas por la Universidad de Colima y doctor en Letras por
la Universidad de Córdoba. Fue becario del Fondo para la Cultura y las Artes y director de la colección de poesía El pez de fuego. Actualmente es columnista de los periódicos mexicanos Ecos de la Costa y La Jornada y profesor de tiempo completo en Universidad de Otago en Nueva Zelanda.
Rodrigo Hernández Vera
México, DF, 1989. Dícese propenso a la escritura; en realidad dícese muchas cosas aunque no es ninguna. Sin demasiadas filias ni parafilias, o al menos eso le gusta creer. Está próximo a terminar la carrera de Estudios Latinoamericanos en la UNAM, lo que por supuesto lo angustia, a pesar de querer ser zen.
Eduardo Huchín Sosa
Campeche, México 1979. Es músico y escritor. Mantiene la bitácora tediosfera.wordpress.com y el blog sobre pornografía atranquearelzorro.blogspot.com
Paulette Jonguitud Acosta
México, DF, 1978. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana, fotografía en la Escuela Activa de Fotografía y creación literaria en la SOGEM. Fue becaria de
la Fundación para las Letras Mexicanas en narrativa. Obtuvo mención honorífica en el Premio Juan Rulfo de Primera Novela 2009 por el libro Moho. Ha escrito dos libros para niños, una obra de teatro y actualmente trabaja en su segunda novela. Es becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA.
Amado Peña
Tuxtla Gutiérrez, México, 1985. Ganadero. A veces escribe poesía. Busca en ella el líquen de las cosas como un paisaje oxidado. Perteneció a la vanguardia xalapeña conocida como Real Patetismo, de cuya antología y manifiesto se ha perdido registro.
Carlos Silva
Naucalpan, México. 1983. Comunicador de profesión y escritor por afición. Disfruta de leer tanto como de escribir. Estudió ciencias de la comunicación en la Universidad del Valle de Atemajac y está especializado en comunicación corporativa. Por ahora trabaja para IBM de México. Aunado a esto tiene un proyecto de música (Jazz/Big Band) en la cual es compositor y además voz principal.
Enrique Sosa
México, DF, 1986. Hizo la licenciatura en Estudios Latinoamericanos, UNAM. Participó en el Homenaje Centenario del Natalicio de José Lezama Lima y actualmente colabora en el Museo Colección Blaisten, CCU Tlatelolco.
Daniela Tarazona
México, DF, 1975. Hizo cursos de doctorado en la Universidad de Salamanca. Fue becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y colaboradora de revistas y suplementos como Letras Libres, Renacimiento, Crítica, entre otras. Es autora de la novela El animal sobre la piedra (2008), considerada una de las mejores diez novelas mexicanas del año.