buenanueva nº 01

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buenanueva Revista para la nueva evangelización

Año 2006 - Octubre - Nº 1


sumario

bn [Coordinador] Jorge Luis Santana Dumas [Gestión] Víctor Virgillito La Mazza Luciano García Matas Josué Santana Neira [Jefe de Redacción] Raquel Fernández de Bobadilla O. [Autores] Monseñor Francisco Pérez González. Manuel de la Viña Camacho Jesús Higueras Esteban César Allende García Francisco Montes López Gloria Lagos Benítez Giorgio Cenzi Vicente Mª Desantes Fernández Jerónimo Barrio Gordillo Vicente Trénor Fernando Cañamares Leandro Enrique Llamas Martínez Pilar Moiño Carrillo Chiara Lubich [Director de arte] Jorge Santaballa [Edita] Fundación Bendita María Avda. Pablo VI, 9 L-12 Pozuelo de Alarcón Tel.: 91 759 79 68 [Maquetación] Dayenu Dyseño S. L. [Imprime] Roal S.A. [E-mail] redaccion@revistabuenanueva.com [web] www.revistabuenanueva.com [Depósito legal] M-26182-2006

3 EDITORIAL 4 PALABRAS DE VIDA - La Santidad es patrimonio de todos 8 CANTEMOS AL SEÑOR - Salmo 23 14 SOPLO DE DIOS - Ser Marta y ser María 17 CATEQUESIS - El número PI 22 TESTIMONIO - Todo a cambio de nada 26 MATRIMONIO - Para Dios no hay nada imposible 32 BIOÉTICA - La lacra del aborto 37 VIDAS DE SANTOS- Tomás Moro 44 MOSAICO- Príncipes y cerdos

46 MAYORES- Mayores y Apóstoles 50 ARTE Y LITERATURA Luis Cernuda y la campana sumergida

54 BENDITA MARIA - María, estrella de evangelización 57 ESCRITURA - Jesús y la samaritana 62 BENEDICTO XVI 64 IGLESIA VIVA - Focolares 66 ESCUELA DE BENDICIÓN

Buenanueva es una revista gratuita. En ella trabajamos desinteresadamente personas de varios movimientos y realidades de la Iglesia Católica. Para la impresión de la revista necesitamos tu colaboración, aunque sea pequeña. Ayúdanos con tu aportación a seguir anunciando el Evangelio de Jesucristo a través de este medio. Puedes enviar tu aportación a REVISTA BUENANUEVA A través de la cuenta

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LA BELLEZA DE DIOS UNA BELLEZA ESCONDIDA, orren tiempos de ídolos y neblinas, de UNA BELLEZA fetiche y máscara, de imagen y forma. La belleza se confunde con lo efímero y banal, con las sensaciones, con el instante…, pero sobre todo, con el yo. El yo se cuela en el primer lugar de las opciones con la venia de todos.

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Hemos cambiado la Belleza de Dios por la belleza del yo. Se ha eliminado a Dios de nuestros colegios, de la familia, del trabajo, de la educación, de los medios de comunicación, de la ciencia, etc. Pero si no está Dios, no hay prójimo, y donde no hay prójimo, sólo queda el yo. Cuando falta el Padre los hijos se desmandan y se sublevan y hacen becerros de oro que adoran con veneración, y confían en que esos dioses les lleven a la felicidad. Ya no se desea la Tierra Prometida. El hombre no quiere verdades, ni dogmas, ni trascendencias, ni espiritualidades; sólo tiene el deseo de sentir, de tener, de gozar, de ser, de desterrar el sufrimiento natural y evitar cualquier acontecimiento adverso. Pero cuando el hombre suprime la verdad, queda solo con su arbitraria voluntad, su decisión, su capricho. Y cuando sólo hace lo que quiere, se envilece. “Todo me es lícito, mas no todo me conviene” (1ª Cor. 6,12). Sometido a la dictadura de la voluntad, ya no admite el criterio de la propia naturaleza. Quiere cambiar su sexo, destruir una vida que comienza, decidir cuando hay que morirse… Ya no acepta ser criatura, pues no hay Creador. Entonces el hombre se transforma en creador de sí mismo, reclamando este derecho como ideología propia del hombre moderno, del progreso. Y ahora intenta manipular la ciencia, la naturaleza, su ser biológico para sentirse libre, para zafarse de unas limitaciones que no acepta, para definitivamente cumplir aquel “...seréis como dioses”, que susurra aún más penetrante la serpiente primera (Gen.3,5). Y así rechazamos la Belleza de Dios. Esta actitud inconsciente de desprecio golpea con dureza nuestro destino de plenitud. No somos dioses;

no podemos salvarnos a nosotros mismos. Y sin embargo, el ansia del hombre es poder decidir lo que está bien y lo que está mal. Tan absurdo como establecer que, a partir de ahora, el fuego ya no nos va a quemar.

QUE SALVA

Hemos sido creados para amar. Sólo amando el hombre encuentra su auténtica vocación, su realización, su meta. La Belleza del Amor se muestra asiduamente en nuestra historia. El diseño que Dios ha abocetado para nuestra vida es una obra de arte que el hombre tiene que concluir, es un diseño de amor. Las pinceladas, el encuadre, la tonalidad ... nos revelan la perspectiva de una historia maravillosa que Dios quiere crear para cada una de sus criaturas. En esos acontecimientos que nos parecen negativos, adversos, incomprensibles, se esconde la Belleza de Dios. “Espera en Dios que volverás a alabarlo” (sal.42,12). Dios, del caos crea el universo; de la nada, la armonía; de nuestro adán, el hombre nuevo; de la muerte, la vida. “Mas el proyecto del Señor subsiste por siempre” (sal.32,11) Dejemos que trabaje, que actúe, que sea Él “Yo soy el que soy” (Ex.3,14) -. quien aplique el color, quien escriba el guión, quien trace las líneas de la perspectiva, quien esboce en la piedra de nuestra historia los rasgos de una naturaleza nueva, el diseño desconocido de la transfiguración, donde se manifieste la Belleza de Dios, el proyecto que tiene para cada uno de nosotros “...quien espera en Ti, no quedará confundido”. (sal 25,2) El amor, la verdad y la belleza van unidos. El amor es la única verdad, la verdad es la genuina belleza y la belleza se engendra por amor. Dios nos ha manifestado su amor en su Hijo clavado en una cruz, para enseñarnos la verdad. Lo ha resucitado de la muerte para nuestra salvación y así ha recreado la belleza. Una belleza que sólo se puede percibir con el discernimiento del Espíritu Santo. Una belleza escondida, una belleza que salva, una belleza distinta, amplia, eterna..., la Belleza de Dios. Jorge Luis Santana

editorial

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bn palabras de vida

La santidad Monseñor Francisco Pérez González

Arzobispo Castrense y Director de OMP en España

En el quinto Ninguno estamos excluidos de la llamada a ser santos, pues la fe nos muestra que Jesucristo ha entregado su vida por todos los hombres. Así lo entendió San Francisco de Javier al poner todas sus energías para conducir la humanidad a Cristo

l patrono de las misiones se ganó a los que hallaba en su camino a través del continente asiático, no sólo por su entrega generosa, sino porque amaba a todos sin límites y sin acepción de personas. Éste es uno de los secretos más profundos de todo misionero: ‘Nadie que pasa a su lado queda indiferente porque cada ser humano está llamado a la santidad’.

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"¿De qué sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?"

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La santidad es patrimonio de todos porque Jesucristo ha dado lo mejor de sí para todos, sin marginar a nadie y sin prescindir de ninguno. Sólo se excluye el que no acepta el misterio amoroso de Cristo y rechaza a sabiendas lo que éste le ofrece. Quien se aparta del amor de Dios está experimentando su ausencia y esto es el mayor de los tormentos. De ahí


centenario del nacimiento de San Francisco de Javier "Nadie que pasa a su lado queda indiferente porque cada ser humano está llamado a la santidad"

que al cielo se le defina como la presencia total e infinita del amor de Dios y al infierno la ausencia y vacío total de su amor. Y ya aquí, en la tierra se puede experimentar esto, pues quien se aparta del amor no es feliz. La felicidad es fruto del auténtico amor. Todos tenemos sembrado, en nuestra vida, este amor, y quien más ama es el que más se apoya en Dios. La religión cristiana es una experiencia de amor y la perfección en el amor es la santidad. La caridad, que se va desarrollando durante la jornada y a lo

largo del tiempo, ya nos hace pregustar lo que un día será definitivo y completo: el amor de Dios. Esta fue la pasión fundamental de San Francisco de Javier. Cuando en París, después de haber hecho grandes proyectos para su futuro, se topa con la frase del Evangelio: “¿De qué sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?”(Mt 16,26) se produce una revolución en su interior y se lanza a la labor evangelizadora,

palabras de vida

es patrimonio de todos

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palabras de vida

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que no tiene otro fin sino el de comunicar a todos que la santidad, el amor, es la única meta por la que vale la pena entregarse a fondo. Ante la superficialidad que tantas veces impregna nuestra sociedad sentimos el deseo y la pasión de mirar a los demás al estilo del Patrono de las Misiones, poniendo todo nuestro empeño en llevar este Espíritu más alto y sobrenatural. Para que todos seamos conscientes de lo limitado y frágil de la vida y de la grandeza del amor que no pasa nunca y es eterno. Durante este tiempo abundan las fiestas patronales. Una de las razones por las que surgieron dichas fiestas fue la de mentalizar al pueblo cristiano de que es necesario, en el camino de fe, tener puntos de referencia como los santos, que han desarrollado una labor fundamental en la sociedad dándole un sentido nuevo, de tal forma que han colaborado a regenerarla. La sociedad está necesitada de hombres y mujeres que se planteen seriamente ser santos, siempre apoyados en el Señor, pues “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5). Si deseamos una sociedad más justa y solidaria, no la busquemos fuera de este camino que Cristo ha trazado muy bien: ser perfectos en la caridad.

“Id y anunciad el Evangelio a todas las gentes”

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Cantemos al Señor

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Yahvé es mi pastor Manuel de la Viña Camacho

Salmo 23

Yahvé es mi pastor, nada me falta. En verdes pastos me hace reposar. Me conduce a fuentes tranquilas, allí reparo mis fuerzas. Me guía por cañadas seguras haciendo honor a su nombre. Aunque fuese por valle tenebroso, ningún mal temería, pues tú vienes conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas ante mí una mesa, a la vista de mis enemigos; perfumas mi cabeza, mi copa rebosa. Bondad y amor me acompañarán todos los días de mi vida, y habitaré en la casa de Yahvé un sinfín de días. ahvé es mi pastor, nada me falta” ¡qué

Ypalabras tan llenas de paz, prueba del gran amor que Dios ha derramado sobre el corazón del hombre...! y sin embargo, ¡cuántas cosas echamos en falta a diario en nuestra vida!...Si tuviese una esposa o un marido mejor..., un padre o una madre más

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Cantemos al Señor

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comprensivos o más acordes con los nuevos tiempos, seguro -pensamos- la vida sería maravillosa. Si nuestro hijo cambiase su forma de ser, si nuestra hija estudiase más, ¡cuántos problemas nos ahorraría...! Si tuviese un sueldo más decente, un coche más grande, una casa con más comodidades, sin duda desaparecerían mis preocupaciones... ¡Qué equivocados estamos! Pues, verdaderamente, sólo una cosa nos falta: sabernos amados en nuestra debilidad y poder amar al otro como es. Nosotros no podemos amar al pecador, al que nos hace mal, al que, de alguna manera, nos destruye o amenaza nuestras seguridades y bienestar.

Lo experimentamos dentro del matrimonio, que siendo lugar para la donación y la entrega al otro, se vuelve tantas veces egoísta y hostil. E igualmente ocurre en la relación con los hijos y de éstos con sus padres: aceptamos a nuestros hijos cuando son dóciles y hacen siempre nuestra voluntad, pero cuando con sus actitudes rompen el equilibrio dentro de la familia, entonces aparecen las discusiones, las broncas y, a veces, la separación y el abandono de la propia casa.

Sabernos amados en nuestra debilidad y poder amar al otro como es

Y si analizamos el trato con vecinos, conocidos, compañeros de trabajo.., basado fundamentalmente en las normas de educación, vemos que se mantiene afable mientras nadie toca nuestro yo; cuando es así, surge la

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Cantemos al Señor

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Él no nos juzga, no nos echa en cara nada, ni nos condena; “no nos toma en cuenta el mal -dice S. Pablo- nos cree sin límites, nos espera sin límites, nos aguanta sin límites...” (1 Cor 7,13) confrontación, la negación de la palabra y hasta la agresión física. No podemos amar al otro como es y, sin embargo, todos necesitamos sentirnos amados. Pero separados de Dios no hay amor. Lejos de Él, los hombres quedamos incapacitados para hacer el bien y entre nosotros se levanta un muro que somos incapaces de sobrepasar, pues no podemos amar a quien nos perturba o amenaza nuestra vida con su forma de ser o su carácter. No podemos amar al enemigo como hizo Cristo. Él entregó su vida por nosotros cuando éramos injustos y pecadores, “Yo soy el buen pas¡Pero Tú no estás tor. El buen pastor lejos!, puede da su vida por las ovejas” (Jn 10, 11)...

proclamar el cristiano, "ningún mal temeré, porque tú vas conmigo"

¿Quién nos dará el poder de amar a todos, incluso a los enemigos? ¿Cómo podremos acoger a los hombres cuando no son buenos con nosotros? Hermanos, hemos recibido una gran noticia: Dios nos ama como somos en Cristo Jesús.

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Apoyados en Jesucristo es posible amar. Caminando a su lado tendremos la verdadera calidad de vida, podremos amar y ser amados.

“Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. (Jn 10,10) Y, ¿cómo se nos entrega esta vida?: a través del Bautismo, dice el salmo, “...me conduce a fuentes tranquilas”, y de la Eucaristía, “...preparas ante mí una mesa, a la vista de mis enemigos”. Por el Bautismo participamos de la muerte y resurrección de Cristo. Él ha soportado nuestras culpas, y ha destruido la muerte en su carne. No somos deudores de nadie, pues Él ha obtenido con su sangre el perdón de nuestros pecados. Nosotros, por el miedo que tenemos a la muerte, nos hemos hecho esclavos de nuestras inclinaciones, que nos impiden amar a los demás y nos llevan a la tristeza y a la infelicidad. Pero Dios, resucitando de la muerte a su Hijo querido, nos ha devuelto la vida y la alegría. Hoy, en el poder de este Hijo resucitado, podemos amar a todos los hombres: a nuestro vecino, al jefe, al borracho, al que no piensa como nosotros, al marido cuando no hace nuestra voluntad, a la esposa cuando no es como a mí me gusta, a nuestro hijo cuando no se


El hombre sólo encuentra descanso en la voluntad de Dios

adapta a nuestro proyecto... Por este poder, cada uno de nosotros podemos ser santos, amar como Cristo nos ha amado.

en la victoria ella es la corona, en la lucha es el premio y en sus brazos abiertos brilla el amor de Dios”

Y unida al Bautismo, está la Eucaristía que se nos entrega como alimento para vivir la vida nueva, la vida eterna. Es la Pascua de nuestra salvación, signo del banquete eterno, que nos permite donarnos como un sacrificio puro unido al sacrificio de Cristo, para trasladar la humanidad desde la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida.

¡Cuántas veces hemos renegado de la Cruz! ¡Cuántas veces, incluso, hemos pedido a Dios que la apartara de nosotros!: Señor, ¡quítame la Cruz!. ¡Qué contradicción es que los cristianos hagamos en ocasiones cómplice a Dios de nuestra huída de la salvación! El hombre sólo encuentra descanso en la voluntad de Dios.

Y continúa el salmista: “...aunque fuese por valle tenebroso, ningún mal temería, pues Tú vienes conmigo”. Esta es la realidad de todo hombre. Cada día experimentamos el sufrimiento, pues caminamos por un “valle de lágrimas”: dificultades en el matrimonio, en el noviazgo, enfermedades, catástrofes, la muerte de seres queridos, dudas de fe... Todo aquello que nos hace exclamar: ¡¿Dónde estás, Señor?!. Es la “noche oscura” de S. Juan de la Cruz, en la que el amado parece haber desaparecido. ¡Dios mío,! ¿por qué me has abandonado?, de noche grito y no te encuentro. ¿Por qué me he quedado en el paro?, ¿por qué esta enfermedad que me produce tanta angustia?, ¿por qué la soledad, mis complejos?... ¿Por qué, Señor?. ¡Pero Tú no estás lejos!, puede proclamar el cristiano, “ningún mal temeré porque Tú vas conmigo”. Sabemos que en el caminar no estamos solos, que “muchas son las pruebas que le esperan al justo, mas de todas le libra el Señor” (Sal 34, 20). Dios ha querido salvar a la humanidad a través de la Cruz. La Cruz es el “lecho de amor donde nos ha desposado el Señor,

Cantemos al Señor

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Cantemos al Señor

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Las palabras del salmista son una luz en medio de la oscuridad de la vida, de la cultura de la muerte que hoy nos rodea: “...tu vara y tu cayado me sosiegan”. El mismo cayado que, en manos de Moisés sacó a un pueblo de la esclavitud, le hizo atravesar el mar y, a través del desierto, le condujo a la tierra prometida, ese mismo cayado está hoy en manos de Pedro, Vicario de Cristo; está en la Iglesia para llevar al hombre a la única verdad: ¡que Cristo nos ha abierto el cielo!, ¡que existe la Vida Eterna! Este cayado nos muestra la verdad del amor. En este amor el hombre se trasciende, encuentra el verdadero ser de hombre y puede experimentar la vida

que no termina ¡Esta es la verdadera antropología! Y de esta vida es garantía la misma resurrección de Cristo, que nos hace resucitar con Él. Y termina el salmista mostrando hacia dónde camina todo aquél que quiere formar parte de este rebaño del verdadero y único pastor: “...habitaré en la casa de Yahvé un sinfín de días”. He aquí el destino de todos los que desean adherirse a esta fe: vivir para siempre en la casa del Padre, ahora en la Iglesia y mañana, en la Vida Eterna.

Pues “Vale más un día en tus atrios que mil fuera de ellos, vale más estar en el umbral de tu casa, que habitar en los palacios” (Sal 84).


Estos son los “...verdes pastos donde nos apacienta” el Señor. ¡Cuán grande y hermoso poder experimentar en esta vida estos pastos abundantes que nos alimentan para poder caminar por encima de la muerte!. Poder alimentarnos de ellos es una gracia que nos acompañará todos los días. Vendrán caídas que nos producirán heridas, momentos de oscuridad y hasta podemos perder la senda, pero siempre tendremos junto a nosotros al pastor que, dejando al resto de las ovejas, vendrá, curará nuestras llagas y poniéndonos sobre sus hombros, nos agregará a la comunidad que camina por senderos de justicia para gloria del nombre del Señor.

Cantemos al Señor

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Párroco de Santa Maria de Cana, Pozuelo de Alarcón

D Jesús Higueras Esteban

soplo de Dios

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Ser Marta y ser María Lc 10, 38-42 Uno de los síntomas más claros de que alguien está enfermo es la pérdida de apetito. Si oyes a alguien querido decir: “No tengo ganas de comer”, te preocupas y le preguntas si le ocurre algo. Lo mismo que es el alimento para el cuerpo, es la oración para el espíritu, porque la fuente de la que brota y se alimenta nuestra vida cristiana es la oración sí, el Evangelio nos pone dos modelos aparentemente opuestos de estar cerca de Jesús: Marta, la mujer activa que trabaja, que se afana, que se pone nerviosa porque quiere que en lo exterior esté todo bien, y María, que aparentemente es una “cara dura”, que se sienta a los pies del Señor y se dedica simplemente a escuchar las palabras que salen de sus labios. Es un error pensar que cada uno de nosotros estamos llamados a

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soplo de Dios

bn escoger una opción, ser Marta o ser María en nuestra vida, elegir la acción o elegir la contemplación, porque todos hemos de tener un poco de Marta y un poco de María. Vivimos en un momento en que la sociedad exige resultados, y así, desde el colegio todos siempre te miden, te examinan, te piden balances y, si no eres eficaz, si tus gestiones y tus acciones no han dado un resultado positivo, eres inmediatamente desplazado y rechazado. El activismo, la eficacia, el querer estar siempre en actividad continua es absurdo si no está fundamentado en un auténtico amor a Dios y a los demás.

El activismo, la eficacia, el querer estar siempre en actividad continua es absurdo si no está fundamentado en un auténtico amor a Dios y a los demás

Ya San Pablo lo advertía a las primeras comunidades cristianas: “Ya podría repartir en limosnas todo lo que tengo, y aún dejarme quemar vivo, que si todo eso que hago no lo hago con caridad, no me sirve absolutamente para nada”(1Co.13,113). Porque toda esa actividad podría ser una excusa para nuestra soberbia, para nuestro deseo de autoperfección, para querer construirnos un monumento a nosotros mismos, en el que se diga: “qué bueno soy y qué bien lo hago”. Sólo el amor de Dios, sólo el amor a Dios y a los hombres, puede dar un toque de bondad, humildad, de autenticidad a las cosas que hacemos.

¿Por qué hacemos las cosas, por nosotros mismos o por los demás? Y la respuesta a éste interrogante, la fuente en la cual bebemos, en la que nos empapamos del amor de Dios, de la que sabemos con seguridad que esas aguas nos van a sanar el corazón, es la oración. Qué absurdo es un cristiano que no sepa rezar, que huya de los momentos de oración. Cuántas veces me han dicho algunas personas: “yo no puedo ir a Misa entre semana o no puedo hacer una visita pausada al Sagrario, porque estoy muy ocupado. Yo me pregunto, ¿ocupado, en qué? ¿En levantarte tarde? ¿En hacer gestiones, que sabes qué si no las acabas las puedes hacer perfectamente al día siguiente? ¿En mil cosas que son lo primero y Dios lo segundo? Jesucristo, en el Evangelio, señala que sólo una cosa es necesaria y que María ha escogido la mejor parte. Todos nos tenemos que examinar o preguntarnos si nuestra vida de oración es una vida auténtica, si realmente somos capaces de ponernos en la presencia de Dios cada día. Hacer un momento de oración, no como el que se quiere quitar de encima rápidamente un compromiso, sino entendiendo la oración, sobre todo, como una necesidad. Del mismo modo que el cuerpo sano necesita comer y necesita el alimento, el alma sana necesita la oración.

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soplo de Dios

bn Qué pena dan esos cristianos que van a Misa obligados, que incluso con bondad y buena voluntad, se plantean un programa de vida espiritual y lo hacen siempre deprisa, quitándose cuanto antes las cosas y dando mucha más prioridad a la acción que a la oración. Sin embargo, la una y la otra se necesitan, se enriquecen y se complementan. Oración sin acción, sería un falso pietismo, sería un querer escaparme de las realidades, no querer dar la cara y no querer entregarme. Acción sin oración, sería puro activismo, nada más que atolondrarme la cabeza, para al final estar muy ocupado en no hacer nada.

Esta es la llamada del Evangelio. Todos deberíamos pedirle al Señor que nos conceda que nuestra acción esté enriquecida siempre por el amor y, sabiendo que sólo obtendremos ese amor por la oración, que nos conceda el don de la oración. Que nuestra oración vaya siempre acompañada de las obras, que la autentifiquen y que la hagan ciertamente una manifestación del amor de Dios en el mundo. Ser Marta y ser María.

Tenemos que preguntarnos si nuestra vida de oración es una vida auténtica, si realmente somos capaces de ponernos en la presencia de Dios cada día.


César Allende García

catequesis

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"El número π (PI)"

o la relación constante entre la longitud de la vida eterna y su diámetro temporal Una de las prácticas o manías que mejor han caracterizado nuestra especie humana frente a las demás, ha sido y es la de medir, contar y calcular, y esto de modo serio, claro; no "a ojo de buen cubero". sí nació la Ciencia: poniendo número a

Atodas las cosas. Nuestra civilización occidental ondea una bandera que lleva los

colores del saber empírico y numérico, sujeta al mástil de una profunda convicción: el hombre es la medida de todas las cosas. Y tanto es así que somos una vara de medir, que ya desde el principio hemos utilizado el propio cuerpo para hacerlo: pulgadas, palmos, pies, codos, sacarle una cabeza a uno en la estatura, ganar una carrera por un cuerpo, etc. También es verdad que usamos una vara o una caña; ya lo dijo Pascal (gran matemático y pensador): "El hombre es una caña...; pero una caña pensante".

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catequesis

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Para cosas más profundas, usamos incluso el corazón. "Te quiero con todo mi corazón" quiere decir con una medida...sin medida. (A lo mejor por vergüenza, cuando no amamos mucho, no nos atrevemos a decir que queremos con un 25% o un 50% sólo del corazón). ¿Y por qué esta inclinación al número, al cálculo, a pesar y medir? Pues porque ya desde el principio de nuestra historia nos iba la supervivencia en ello: aprendimos que midiendo y calculando lográbamos dominar las cosas y ponerlas a nuestro servicio y en función de nuestros intereses. Nos va la vida en unos miligramos en los medicamentos, en unas décimas de milímetro en que se maneja el cirujano; y a veces nos salvamos "por un pelín". La inmensa alegría que supone para nosotros recibir la vida como don de Dios y transmitirla del mismo modo nos lleva a una reflexión importante acerca de la contundente experiencia de que en este mundo sobrevivir no va más allá de alargar la vida un poco, o retrasar la muerte, según se perciba la cosa, optimista o pesimistamente. Si no resuelvo el problema de la muerte, no podré resolver tampoco el de la vida, porque ésta es un acertijo de esos que se expresan con una pregunta: si cabe la verdadera supervivencia, y cómo me las averiguaré yo para ser uno de esos supervivientes.

Aprendimos que midiendo y calculando lográbamos dominar las cosas y ponerlas a nuestro servicio y en función de nuestros intereses.

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Los antiguos se afanaban y angustiaban para resolver sus problemas de longitudes, pesos, capacidades, etc. En concreto para hallar longitudes circulares se vieron muy aliviados cuando descubrieron el número π. Desde el papiro egipcio de Rhind, pasando por Arquímedes y C. Ptolomeo, hasta W. Jones y Euler y los cálculos de David y Gregory Chudnovsky ya es posible con una sencilla operación saber


millones los decimales que van detrás de la cuanto mide el coso de una plaza de toros, el botón de la camisa o el mismo Universo (es un decir), caso que sea circular. Teniendo π y el diámetro, se multiplica y ya está.

coma en el número π.

¡Qué cosa más sorprendente! Hoy sabemos que 3´1416... Y ¿Dios iba son millones los decimales a ser menos? que van detrás de la coma en el número π. y sin embargo esta medida nos basta para manejarnos con las cosas: para eso los sabios nos han dado Por cierto, ¿por qué es más grande el altan magnífico número: 3´1416... Y ¿Dios iba bero de las Ventas que una aspirina? Si me a ser menos? duelen las muelas a rabiar, ya veríamos a ver qué es más "grande"... para mí. (Ya dejó “Y como Moisés levantó la serpiente en dicho Protágoras que somos la medida de el desierto, así tiene que ser levantado el todas las cosas). Entonces: ¿no ocurrirá lo Hijo del hombre, para que todo el que mismo -más o menos- con la Vida Eterna? crea tenga por Él vida eterna. Porque Puede que ésta sea como una circunfetanto amó Dios al mundo que dio a su rencia: empieces por donde empieces no Hijo único para que todo el que crea en se acaba nunca, y al mismo tiempo tiene Él no perezca, sino que tenga vida una medida calculable. la eternidad no es eterna” (Jn 3, 14-16) algo de incalculable tamaño; algo inconmensurable... ignoto... que se pierde en la En 1Jn. 3, 14-16 nebulosa de los deseos imposibles. hay encerrado un mensaje que es la clave de la Eternidad. Su estructura numérica, tan parecida a la del número matemático, soporta la razón o relación constante entre la Circunferencia de la vida del Cielo y nuestra longitud temporal y terrestre: El Señor Cristo-Jesús ha dado su vida por mí, y yo he de amar así a los hombres. Este amor bipolar mueve el Universo.

catequesis

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Hoy sabemos que son

El Señor Cristo-Jesús ha dado su vida por mí, y yo he de amar así a los hombres


catequesis

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Pero necesito el diámetro, es decir, pasar ese 1 Jn. 3, 14-16 por una recta o segmento de dimensiones experimentales físicamente, un diámetro real y concreto encarnado en nuestra realidad temporal y natural. Según la misma revelación de Dios, hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios (Gn. 1, 26-27) en CristoJesús (Ef. 2,10). Nuestra realidad natural, nuestra condición constitutiva como seres personales es que Dios Padre nos ha hecho para la comunión con Él: agraciados en Jesús para ser hijos en el Hijo, por un mismo Espíritu (EF. 2, 10). Esta realidad física, natural (que llega a su plenitud con la incoporación sacramental a Cristo por el bautismo (Rm. 6, 3 ss) es un don gratuito de Dios, pero no es un añadido a nuestro ser natural. La imagen y semejanza del Hijo, primogénito de toda criatura (Col. 1, 15-16) y Cabeza de cuanto existe (Ef. 1, 10) y en quien reside toda Plenitud (Col. 1, 19) es, en nuestra temporal y terrena naturaleza (Gn. 2, 7), capacidad de eternidad o vida que no acaba. Tal es el don o gracia creacional que atraviesa nuestra existencia y le confiere una medida o dimensión inefables.

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La vida nueva en Cristo se transformará en virtud de esta "razón geométrica" que es el don de Dios operando en nosotros, en VIDA ETERNA, por nuestro Señor Jesucristo

Habiendo sido creados en Cristo para estar siempre con Él, nuestra existencia alcanzará la plenitud a la que ha sido llamada en el desarrollo continuado de la obra del Señor en nosotros (1 Cor. 15, 58). Ya ahora Pablo llama "victoria" a esta plenitud de vida. La incorporación a la vida de


Dios, queda en nosotros como victoria sobre el pecado y la muerte: una vida nueva, la misma vida del Señor resucitado y glorificado, nos glorificará a nosotros también (Col. 3, 1-4). La vida nueva en Cristo ya aquí se tranformará, en virtud de esta "razón geométrica" que es el don de Dios operando en nosotros", en VIDA ETERNA, por nuestro Señor Jesucristo" (Rom. 6, 21).

catequesis

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Nacer hombres para acabar disolviéndonos como meros aglomerados de elementos bioquímicos, es como montar en un "tren de alta velocidad" y corto (cortísimo) recorrido: cuanto más rápido va, antes se juntan el comienzo y el fin del viaje. En un viaje así todas las estaciones son últimas, terminales: sólo que el billete no le dura lo mismo a cada uno. Para nosotros no; llegados a la estación postrera de este tramo temporal y terrestre, un oportuno cambio de agujas nos meterá en la vía viva del amor eterno de Dios. Esto es la muerte: un cambio de agujas. Precisamente, sabemos que pasamos de la muerte a la vida al amar a los hermanos por amor de Dios. Es todo cuestión de amor. Alguien ha dicho que cada uno es lo que ama: se es lo que es nuestro amor. Y como "sicut vita, finis ita" (como se vive, así se acaba) el que ama la tierra, acabará hecho tierra; quien ame al Señor acabará resucitado y glorioso como Él. San Juan de la Cruz (maestro excelso en medidas y ritmos de palabras) puso en boca del mismo Dios Padre:

La verdad es que no se puede expresar mejor esta relación Diámetro terretreCircunferencia eterna. Nuestro lenguaje es tantas veces insuficiente e inexacto...; pero la verdad es que San Pablo escribe cada vez mejor; cada año mejor.

"Al que a tí te amase, Hijo, a mí mismo le daría, y el amor que yo en tí tengo, ese mismo en él pondría, en razón de haber amado a quien yo tanto quería" (del "Romance sobre el Evangelio") Y si no, mirad a la Virgen María, la Madre del Señor: tanta geometría de la buena aprendió, que hizo de su vida una Circunferencia gloriosa que ahora luce espléndida como "Corona de doce estrellas" en el cielo (Ap. 12, 1). A nosotros nos aguarda idéntico futuro, conformado por Dios según "la medida (¿sería irreverente decir "según un especial número π"?) del don de Cristo" (Ef. 4, 7) en el Espíritu Santo, que "Dios ha repartido a cada uno en la medida de la fe". (Rom. 12, 3).

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bn testimonio

Todo Francisco Montes López

Gracias

Este verano un amigo de siempre me pedía que le echara una mano con su hijo. Hace unos meses fue internado en un centro de menores de la costa mediterránea acusado de cometer una agresión sexual. e di mil vueltas sobre qué cosas podría

Lhacer por él: le escribiría y le haría ver que debía aprovechar el tiempo estudiando, hablaría con el psicólogo del centro y con el sacerdote que tiene encomendada su atención, procuraría llamarle por teléfono y seguirle de cerca... ¡mil cosas! Al fin y al cabo, es el hijo de mi amigo. Algunos días después me daba cuenta de que algo no me acababa de gustar. Soy amigo del padre, le aprecio desde hace un cuarto de siglo, pero el hijo... Es cierto, desde mi posición podría influir algo en todas las cuestiones que se me presentaban, sin embargo, consulté, me informé, y vi que con quien debía trabajar era con el padre. Es en esos momentos duros, cuando el padre y la madre, la familia, deben poner aún más la carne en el asador.

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a cambio de nada

por todo

testimonio

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La familia fundada en el matrimonio indisoluble Son ellos quienes le dieron la vida. Son ellos quienes han de velar por sus estudios, los que deben ser su consejero personal, los que deben seguirle de cerca, los que deben hacer centenares de kilómetros los fines de semana por ir a verle, los que deben llamarle por teléfono cuantas veces sea necesario… Son mucho más que amigos. Son ellos quienes, a cambio de nada, vuelcan el cariño en su hijo, lo perciba o no lo perciba. ¡Qué más da las veces que haya que decirle lo que está bien o no! ¡Qué más da las noches en vela! ¡Qué más da las sonrisas y las lágrimas que sea preciso derramar! ¡Qué más da los éxitos o los fracasos!¡Qué más da el precio de la Luna! Da todo igual. Un padre y una madre quieren a un hijo a cambio de nada, y dan su vida por ello. Son insustituibles.

entre un hombre y una mujer es el ámbito donde el hombre puede nacer con dignidad, crecer y desarrollarse de un modo integral.

este preciso hoy. No voy a vivir de un romántico pasado y perderme tu maravilloso presente desgastando fotografías de cuando eras un inocente pequeñín. Esta comunidad de gratuidad que es la familia (“todo a cambio de nada”) se colma con una fortísima relación de comunicación indestructible frente el tiempo, las ideologías o las modas, las tendencias económicas o la televisión, y se convierte en una comunidad de gratitud (“gracias por todo”).

No pueden hacer nunca delegación de funciones, ni en el colegio, ni en la educación, ni en los círculos de amistades... Nada les es indiferente. Un padre y una madre pueden con todo eso y más.

El padre y la madre dan gracias a sus hijas y a sus hijos por su existencia, porque son carne de su carne y sangre de su sangre, porque son como son, aunque delincan o hagan lo que tú nunca hubieras hecho, por el derroche de ilusiones y de fuerza que desbordan, por sus nobles ambiciones e ideales…

Quizás pasó la época de decirle a un hijo qué majetón eres, eres un bombón o eres un sol. O quizás nunca esté de más hacérselo ver, y sólo haya que graduar la frecuencia o las formas de manifestárselo. Pero nunca te creas, padre o madre, que tu hijo era más “rico” de pequeño... ¡No! Tu mejor momento, hijo mío, es hoy, ahora, en

Los hijos dan gracias a sus padres porque, aun siendo los hijos testigos de sus errores y de sus horrores, les han dado la vida y así pueden contemplar las maravillas de la creación, por la experiencia y madurez de sus consejos, por su paciencia en la enseñanza, porque siempre, siempre, están ahí,…


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bn Uno sólo es nuestro Padre, el del cielo, y ése es compartido, es de todos.

Y aún más, esa comunidad de gratuidad trasciende hacia fuera, por pura esencia de lo gratis, ya que lo que recibiste gratis dalo gratis, y así desde la familia se alcanza a la humanidad entera con la naturalidad y la sencillez que siempre caracteriza a lo evidente: el hombre y la mujer, y su fruto, los hijos.

El padre y la madre se dan las gracias mutuamente porque ¡existen!, por las renuncias recíprocas, por ser cabeza, por ser corazón, por ser acogida, porque son una sola carne para siempre. Ese “todo a cambio de nada” refleja el valor inconmensurable, infinito, de la vida de cada hijo, que nada ni nadie puede remplazar o condicionar a un precio o un deseo. Ese “todo a cambio de nada” transforma en una nueva vida la de los padres; se entregan “del todo”, sin reservas, el uno al otro, y se pierden en la unidad del “sí para siempre” que un día se prometieron. Una nueva vida, sí, de dos, irremplazable, sin precio, de valor infinito. En esa comunidad de gratuidad ya no hay nada mío, ni tuyo, sino nuestro. El padre y la madre pasarán por alto poner el énfasis en el posesivo al decir mi hijo, cuando realmente sólo son meros administradores de su vida. A los hijos les pasará lo mismo al hablar de sus padres cuando, al fin y al cabo, como dice el Evangelio, uno sólo es nuestro Padre, el del Cielo, y ese es compartido, es de todos.

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Esa humanidad entera no está muy lejos, está en el grupo de amigos del colegio, en el de la universidad o en el del trabajo; entre los vecinos; los parientes; la asociación … Así que, en la familia, lo “nuestro” se convierte en “para todos”. Llegados a este punto, he de hacer forzosa alusión al V Encuentro Mundial de la Familia que celebramos hace unos meses en Valencia.

“La familia, fundada en el matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer, expresa esta dimensión relacional, filial y comunitaria, y es el ámbito donde el hombre puede nacer con dignidad, crecer y desarrollarse de un modo integral. Cuando un niño nace, a través de la relación con sus padres empieza a formar parte de una tradición familiar, que tiene raíces aún más antiguas. Con el don de la vida recibe todo un patrimonio de experiencia.”


Todos mis hijos asumieron que debíamos contribuir como una piña con nuestra presencia a la invitación tan expresa que el Papa nos hacía para proclamar ese SÍ, con mayúsculas, a la familia. Y no faltamos. En realidad, de los trece hijos faltaron dos, no podía ser de otra manera: la mayor, monja de clausura en Lerma, y el militar, en Zaragoza. Del resto, no faltó nadie, ni Guille, el último, que tenía tres años y que no llevaba ni diez días con nosotros, ni Reyes, ni Marcos, ambos con el síndrome de Down y, como Guille, adoptados. Le pusimos un toque especial con el diseño de unas camisetas naranjas al efecto, con nuestro logo, nombre y el número respectivo que cada uno ocupa. Era preciso dar gracias a Dios por tanto mimo con el que Él nos trata. Un par de meses después, para redondear el año de la familia, hemos ido al santuario de Torreciudad en Huesca a la XVII Jornada Mariana de la Familia para renovar nuestra entrega y para pedir la protección maternal de la Virgen, de cuya mano han venido todos, y en particular, los que antes mencionaba de forma expresa. Y también para que Dios nos siga proveyendo a nosotros, esclavos inútiles que no hacemos más que lo que tenemos que hacer.

Por último, ¿por qué no repasar la primera encíclica de Benedicto XVI, e integrar y vivir lo que supone y significa esa palabra que lo centra todo: AMOR? “Recordemos el vasto campo semántico de la palabra «amor»: se habla de amor a la patria, de amor por la profesión o el trabajo, de amor entre amigos, entre padres e hijos, entre hermanos y familiares, del amor al prójimo y del amor a Dios. Sin embargo, en toda esta multiplicidad de significados destaca, como arquetipo por excelencia, el amor entre el hombre y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma, y en el que se le abre al ser humano una promesa de felicidad que parece irresistible, en comparación del cual palidecen, a primera vista, todos los demás tipos de amor” “El Espíritu es también la fuerza que transforma el corazón de la Comunidad eclesial para que sea en el mundo testigo del amor del Padre, que quiere hacer de la humanidad, en su Hijo, una sola familia.”

No, amigo mío, a ti te echaré una mano con el problema de tu hijo, pero no puedo suplantarte. Eres mucho más que yo. Eres su padre. Sois familia.

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Primera encíclica de Benedicto XVI


bn matrimonio

Para Dios Koinonía Giovanni Battista

Gloria Lagos Benítez y Giorgio Cenzi

Hasta que

Actualmente la mitad de los matrimonios se rompe antes de que “la muerte los separe”. ¿Quién no conoce hoy en día a alguien que se ha separado? ¿Por qué este fracaso? ¿Cómo puede ser esto si hoy tenemos más libertad, igualdad, recursos, cultura e información que nunca? Si somos cristianos no debemos olvidar que no estamos solos para afrontar nuestra vida matrimonial. ¡Nuestro Padre Dios y Jesús con la fuerza del Espíritu Santo nos acompaña desde siempre. También desde antes del matrimonio!

No se trata de buscar a la persona perfecta, sino a la que Dios tiene preparada para ti

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“El Señor, Dios del cielo y de la tierra, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mi familia, que me habló y me juró diciéndome: Yo daré esta tierra a tu descendencia, él enviará su ángel delante de ti, para que tomes de allí mujer para mi hijo” (Gen 24,7) Abraham que ha caminado siempre bajo la luz y la obediencia de Dios sabe que también en esta ocasión Dios le guiará para buscar esposa a su hijo Isaac. De igual forma


la muerte os separe...

No estamos solos para afrontar nuestra vida matrimonial

también Dios nos quiere guiar a nosotros. Él desea iluminar todas las parcelas de nuestra vida. El siervo de Abraham también cuenta con la acción de Dios, y para saber cuál es la esposa que Dios tiene destinada a Isaac pide un signo. “La joven a quien yo diga: Baja tu cántaro para que beba yo, y que me responda: Bebe, y voy a dar también de beber a tus camellos, ésa será la que tú has destinado a tu siervo Isaac; en esto conoceré que has mostrado tu amistad con mi amo Abrahán” (Gen 24,14). Este ya es un primer paso para empezar un buen camino de matrimonio: contar con Dios para escoger el esposo o la esposa. No se trata de buscar a la persona perfecta, sino a la que Dios tiene preparada para ti. La persona perfecta no existe, hacer un ídolo de la persona amada, un dios al que pedirle la vida que no puede darnos,

es condenar el matrimonio al fracaso y a la frustración. Pues sólo Dios puede llenar el ansia de felicidad de nuestro corazón. Nuestro matrimonio estará a salvo sólo si estamos dispuestos a amar al otro como es, apoyados en el Señor, pues de otro modo, no podremos. Él, de la muerte saca la vida. Su espíritu, que habita en ti, si le dejas, te permitirá hacerlo. Nuestra andadura con el Señor también continúa durante todo el matrimonio. En el evangelio de San Juan, Jesús nos dice: “El Espíritu Santo os guiará a la verdad completa”; tal vez hemos olvidado que el matrimonio es

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no hay nada imposible

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bn El amor espiritual es un amor libre de cosa de tres, aunque algunas veces ni siquiera se vive como cosa de dos. Vivimos en un mundo individualista donde priman mis propios deseos, mis propios planes, mis propias ideas, mi vida, mi yo... Incluso en el matrimonio existe la tentación de anteponer los propios intereses personales, y ante cualquier crisis lo más fácil es borrón y cuenta nueva.

las condiciones del mundo, es un amor voluntario de amar al otro así como es

Nos olvidamos de que Jesús es la luz del mundo, nuestra luz, y es el mayor interesado en que el proyecto del matrimonio llegue hasta el final, porque quiere que seamos felices. Sólo en Él es posible la plenitud del amor en el matrimonio. Pero, ¿qué se puede hacer para estar unidos a Jesús, que es la vid, y superar la diversidad de caracteres, de mentalidad, de visión y de exigencias que existe entre los cónyuges? “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece unido a mí y yo en él, da mucho fruto; porque sin mí no podéis hacer nada.”(Jn 15, 5) Hay un solo camino para no fracasar: poner en el centro de la vida y del matrimonio a Jesús, declarándolo único Salvador y Señor de la propia vida matrimonial. Él y sólo Él es quien puede, con el poder del

Espíritu Santo, transformar el amor carnal en amor espiritual, en un amor que perdure hasta la muerte. El amor espiritual es la experiencia cotidiana del amor del Padre, de Jesús derramado gratuitamente sobre el marido y sobre la esposa para hacer del matrimonio una historia de amor que se convertirá en un signo de la salvación para el mundo. El amor espiritual es comunión entre el marido y la mujer en la plenitud de vida en el Espíritu Santo.


El amor espiritual es un amor libre de las condiciones del mundo, es un amor voluntario de amar al otro así como es, un amor desinteresado que busca el bien del otro. Este amor hace que los dos sean en Cristo “una sola carne guiada por el Espíritu Santo”. La oración y los sacramentos nos permiten vivir este amor espiritual; en la medida que nos relacionamos con Jesús

como del marido a la mujer. Recordándonos así el plan original de Dios descrito en el Génesis: ser una sola carne. “Respetaos unos a otros por fidelidad a Cristo. Que las mujeres sean sumisas a sus maridos como si se tratara del Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, del mismo modo que Cristo es cabeza de la Iglesia, cuerpo suyo, del cual él es el Salvador.

y le hacemos más partícipe de nuestra vida, se fortalece nuestro matrimonio. En la carta a los Efesios, Pablo nos descubre un matrimonio nuevo: un amor mutuo e incondicional, tanto de la mujer al marido

Caminar con Jesús nos da seguridad donde el mundo nos hace dudar

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“El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso; no es jactancioso; no se engríe; es decoroso; no busca su interés"

Así como la Iglesia está sujeta a Cristo, así también las mujeres lo deben estar a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras esposas, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó él mismo por ella, a fin de santificarla por medio del agua del bautismo y de la palabra, para prepararse una Iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni cosa parecida, sino santa y perfecta. Así los maridos deben también amar a sus mujeres como a su propio cuerpo. El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Porque nadie odia jamás a su propio cuerpo, sino que, por el contrario, lo alimenta y lo cuida, como hace Cristo con la Iglesia, pues somos miembros de su cuerpo. Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.” (Efesios 5, 21-31) ¡Cómo no someterse a un marido que te ama como Cristo ama a su Iglesia, siendo el último, muriendo por ella, dando hasta la última gota de su sangre... y hacerlo en un sometimiento que no es humillación, ni destrucción, ni anulación, sino adhesión a una comunión de amor fundada en Cristo. En realidad, un sometimiento mutuo!. Cuando dejo a mi padre y a mi madre estoy dejando no sólo mi ámbito familiar para formar una nueva familia con mi esposo o

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mi esposa; estoy dejando mis propios proyectos y planes individuales para libremente comenzar uno sólo con nuestro cónyuge y con Cristo. Caminar con Jesús nos da seguridad donde el mundo nos hace dudar. Caminar con Jesús es contar con la fuerza del Espíritu Santo que nos hace ser paciente con el otro, nos hace ser serviciales, perdonarlo todo. Como se describe en 1ª Cor. 13, 4-7 nos prepara el corazón para amar de verdad. “El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso; no es jactancioso; no se engríe; es decoroso; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.” (1ª Cor 13, 4-7) No importa que nunca hayas contado con Jesús en tu vida. Si existen dificultades en tu matrimonio, si es un fracaso, si crees que no tiene solución, levanta hoy los ojos al Cielo y ríndete delante de Jesús constituyéndolo Salvador y Señor de tu vida y de tu matrimonio. Él vendrá con el Padre y cenará con vosotros cumpliendo su promesa. Orad juntos. “Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre, entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo.(Ap 3, 20)”

Para Dios no hay nada imposible. AMÉN.



bioética

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Vicente María Desantes Fernández

La lacra del aborto La solidez intelectual de Benedicto XVI se pone de manifiesto leyendo con cierto detenimiento cualquiera de sus textos. Me fijaré en un texto breve, extraído del n. 28 a) de la Carta encíclica Deus caritas est: “La política es más que una simple técnica para determinar los ordenamientos públicos: su origen y su meta están precisamente en la justicia, y ésta es de naturaleza ética. Así, pues, el Estado se encuentra inevitablemente de hecho ante la cuestión de cómo realizar la justicia aquí y ahora”.

esde luego, si uno exprimiera este texto denso y tirara del hilo con mediana pericia, podría llenar varios anaqueles con ensayos y comentarios. Pero lo que me interesa recalcar es que los ciudadanos, al margen de sus creencias, si es que las tienen, tienden a identificar, aunque sea de una forma primaria o inconsciente, la actuación de los poderes del Estado con la idea de la consecución de la justicia, por muy relativo, difuso o dúctil que sea el concepto que de ésta tengan.

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Comienza así el art. 15 de la Constitución Española (CE): “Todos tienen derecho a la vida (...)”. Sin duda, la cuestión jurídica de mayor relieve consistía -y consiste- en interpretar el alcance de la expresión “Todos”. En 1983, el Gobierno aprobó el Proyecto de Ley Orgánica de Reforma del art. 417 bis del Código Penal que despenalizaba el aborto en tres supuestos, uno de ellos especialmente inicuo, si es que la iniquidad admite grados: el eugenésico. Cincuenta y cuatro diputados interpusieron en 1983 un recurso previo de inconstitucionalidad contra el referido Proyecto, fruto del cual nació la polémica Sentencia del Tribunal Constitucional (STC) 53/1985. Esta sentencia negó al nasciturus la titularidad del derecho a la vida, limitándose a constatar que la vida de los nascituri es un bien jurídicamente protegido que puede colisionar con otros bienes o derechos de la madre que en determinadas circunstancias deben prevalecer.

Comienza así el art. 15 de la Constitución Española: “Todos tienen derecho a la vida”

Huelga decir que esas “circunstancias” y “derechos” se fueron estirando e interpretando hasta lo inverosímil, de forma que desde hace años en España basta con alegar una causa genérica para abortar. Tan es así que algunos detractores del aborto entendemos que el indicador de plazo, es decir, el aborto totalmente despenalizado hasta un determinado día de la gestación, que es el modelo vigente en Alemania, es menos permisivo que el modelo de facto existente en España, donde en no pocos supuestos se permite el aborto en plazos verdaderamente escalofriantes. Pero volvamos a la STC 53/1985, porque es particularmente dramática y contradictoria.


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bn El año 2004 arroja un aumento de “interrupciones voluntarias del embarazo” del 6,5 por ciento respecto del año anterior.

el inicio de la gestación”. Con estos mimbres metajurídicos tan atinados, resulta difícil entender que el TC negara al concebido no nacido el derecho a la vida y que, tras la STC 53/1985, el art. 15 de la CE quedara reescrito, por vía interpretativa y al menos temporalmente, más o menos así: “Toda persona tiene derecho a la vida. El nasciturus no tiene derecho a la vida, aunque es un bien jurídicamente protegido (...)”. A mayor abundamiento, la negación del derecho a la vida al concebido no nacido, aunque sea un tertium existencialmente distinto de la madre, contrasta, tanto con la generosidad con la que el TC ha reconocido la titularidad de derechos a entidades sin personalidad jurídica, como con la tendencia a reconocer al nasciturus una amplia esfera de subjetividad propia en diversos ámbitos normativos: se le tiene por nacido a los efectos que le sean favorables, se le reconocen derechos hereditarios, se le admite como sujeto pasivo de donaciones y se le reconoce capacidad para ser parte en los procesos civiles... pero se le niega el derecho a la vida.

En su Fundamento Jurídico 5º se afirma lo siguiente: “La vida humana es un devenir, un proceso que comienza con la gestación (...) La gestación ha generado un tertium existencialmente distinto de la madre (...) La vida es una realidad desde

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Es pertinente señalar, con todo, que el TC no está sometido a su propia Jurisprudencia, la cual puede variar, aunque rara vez lo haga; sólo lo está a la CE y a la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional; pero no menos pertinente es constatar a diario que gran parte de la comunidad jurídica -y no


jurídica- acepta fríamente las conclusiones y efectos de la STC 53/1985 y, al socaire de una idea invertida del progreso y pervertida de la libertad y la dignidad de la mujer, da por zanjada la discusión en torno al aborto. Y esta tragedia -porque aquí radica la verdadera tragedia, en la actitud ciega e indolente de que aquí no ocurre nadadebería hacer reflexionar a los cristianos y personas de buena voluntad que ocupan cargos políticos de responsabilidad, en el sentido de intentar adoptar medidas legislativas o reglamentarias que al menos tratasen de paliar la situación. Seguramente en la andadura de nuestro TC existen no pocos aciertos. Sin embargo, han sido demoledoras las consecuencias de la STC 53/1985, abonada por las SSTC 212/1996 y 116/1999 -que en sus argumentaciones centrales se remiten a aquélla, por una legislación penal deficiente y por múltiples factores acomodaticios de la sociedad española en los que no me detendré. Las cifras dadas por el Ministerio de Sanidad y Consumo producen desasosiego. En 2004 hubo 84.985 abortos declarados. Además, el año 2004 arroja un aumento de “interrupciones voluntarias del embarazo” del 6,5 por ciento respecto del año anterior, por lo que cabe inferir que el número de abortos sigue creciendo. Desde la despenalización del aborto en 1985, se ha

producido en España una matanza de muchos cientos de miles de seres humanos inocentes e indefensos, matanza que constituye un ejemplo elocuente de lo que ocurre cuando el Derecho se transforma, lisa y llanamente, en Violencia. Retomemos la cita de Benedicto XVI, con toda seguridad el hombre más amado y calumniado del mundo. Porque el Santo Padre pone el dedo en la llaga. El Estado no puede lavarse las manos ante semejante carnicería y preguntarse a estas alturas, en un alarde de ceguera ética, qué es lo justo. Desde luego, se puede admitir que lo justo no tiene una definición unívoca ni pacífica, pero existe un elemento teleológico en lo justo que debería ser un punto de partida adecuado para una discusión constructiva: que está al servicio de la persona, desde el momento de su concepción hasta la muerte. Los católicos creemos que la vida humana es sagrada, porque desde el momento de la concepción presupone la acción creadora de Dios. Sabemos también que el aborto es un delito abominable, tal y como lo establece la Constitución pastoral Gaudium et spes del Concilio Vaticano II. Nuestra función como laicos no consiste desde luego en juzgar a las mujeres que abortan, las cuales a menudo pasan de verdugos a víctimas, sino en preguntarnos, con la mano en el corazón, si ponemos nuestro granito de arena para hacer frente, activa o pasivamente, a esta funesta indolencia del Estado, cuyos efectos disgregadores en las conciencias de muchos son verdaderamente preocupantes.

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bn Os dejo con el magisterio claro y valiente de ese gran defensor de los Derechos Humanos que fue Juan Pablo II. En 1995, el entrañable titán nacido en Wadowice nos dejaba este contundente texto descriptivo:

“Hoy una gran multitud de seres humanos débiles e indefensos, como son, concretamente, los niños aún no nacidos, está siendo aplastada en su derecho fundamental a la vida. Si la Iglesia, al final del siglo pasado, no podía callar ante los abusos entonces existentes, menos aún puede callar hoy, cuando a las injusticias sociales del pasado, tristemente no superadas todavía, se añaden en tantas partes del mundo injusticias y opresiones incluso más graves, consideradas tal vez como elementos de progreso de cara a la organización de un nuevo orden mundial” (Carta encíclica Evangelium vitae, n. 5)

Nuestra función como laicos no consiste desde luego en juzgar a las mujeres que abortan, las cuales a menudo pasan de verdugos a víctimas

Artículo publicado en el número 1 de "Pórtico del Cielo”, en www.fundacionvida.net ; en el núm. 96 del semanario "Alba" y en el numero 511 del suplemento “Alfa y Omega”, Edición Nacional.

Centro de ayuda en línea para madres con embarazos inesperados RED DE MADRES www.redmadres.org Centro de Ayuda para la Mujer (CAM) INSTITUTO PARA EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

Vida y Familia, A.C. www.vifac.com

Aborto: Ayuda e información en línea www.embarazoinesperado.com

www.revistabuenanueva.com Tu aportación nos anima a seguir anunciando la Buena Nueva


vidas de santos

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Tomás Moro Santo El Buen servidor del rey Buenanueva

...pero primero está Dios

Tomás nació en Londres el 7 de febrero de 1478, único hijo de Sir Juan Moro, abogado y juez, y de Ana Granger. Ingresó en el colegio de San Antonio y a los trece años de edad fue acogido como pupilo en casa del cardenal Morton, Arzobispo de Canterbury. Su carácter alegre e inteligencia impresionaron al Arzobispo, que lo envió a Oxford, ingresando en Canterbury Hall en 1492.

ronto llegó a dominar el griego y "su elocuencia era incomparable y por doble partida, pues hablaba latín con la misma facilidad con que lo hacía en su propio idioma" (Pace). Estudió los clásicos, francés, historia y matemática, y aprendió también a tocar la flauta y la viola. Dos años después fue convocado a Londres, ingresando en New Inn como estudiante de derecho. Posteriormente fue nombrado juez de la corte.

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Dedicó gran parte de su tiempo a las letras, con especial dedicación a las obras

de Pico de la Mirándola cuya biografía publicó unos años después. Escribió abundante prosa y poesía y cultivó la amistad de estudiosos y sabios como Colet, Lilly o Erasmo de Rotterdam, con quien mantuvo correspondencia regular hasta la muerte. En 1501 fue elegido miembro del Parlamento. Desde su puesto abogó por los más pobres y se opuso a los crecidos e injustos impuestos que exigía el rey Enrique VII a sus súbditos.

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bn En esa época su mente estaba centrada en la religión y la duda acerca de su propia vocación al sacerdocio. Vivía cerca de la Cartuja de Londres y, a menudo, se unía a los monjes en sus oraciones. “Entretanto, se aplicó por entero a los ejercicios de piedad con vistas a y considerando el sacerdocio, por medio de vigilias, ayunos, oraciones y austeridades similares... Lo único que le impidió entregarse a este tipo de vida fue el no poder sacarse de encima el deseo de la vida matrimonial” (Erasmo)

En 1505 se casó con Juana Colte. De su feliz matrimonio nacieron cuatro hijos, pero en 1511 Juana muere dejando cuatro pequeños menores de 6 años. Tomás se casó poco después con la viuda Alicia Middleton, que tenía una hijita. Fue durante toda su vida un marido y un padre cariñoso y fiel, profundamente comprometido en la educación religiosa, moral e intelectual de sus hijos. Su casa acogía yernos, nueras y nietos, y estaba abierta a muchos amigos en busca de la verdad o de la propia vocación. En su familia había tiempo para la oración común y la lectio

divina, para los juegos y las diversiones. Tomás asistía diariamente a Misa, y su fe le acompañaba en todo momento.

"Si me distraigo, la Eucaristía me ayuda a recogerme. Si se me presentan cada día oportunidades para ofender a mi Dios, me armo cada día para el combate con la recepción de la Eucaristía. Si necesito una luz especial y prudencia para desempeñar mis pesadas obligaciones, me acerco a mi Señor y busco Su consejo y luz" Erasmo nos ha dejado un singular retrato de Tomás en su famosa carta a Ulrich von Hutten: “Su cutis es blanco, su cara es un poco pálida.... Su pelo es color castaño oscuro.... Sus ojos son de un azul grisáceo, con algunas manchas. Su semblante está en armonía con su carácter, siempre expresa una amable alegría, e incluso una risa incipiente y, para hablar con franqueza, está mejor condicionado para la alegría que para la gravedad o dignidad, aunque sin caer en la tontería o en bufonadas. Parece haber nacido e ideado para la amistad, y es un amigo muy fiel y paciente… En asuntos humanos no hay nada de lo que él no saque algo divertido, incluso de cosas que son serias. Nadie es menos llevado por las opiniones de la muchedumbre, sin embargo, se aleja menos que nadie del sentido común”.

“Señor, dame un alma que no conozca el aburrimiento, las murmuraciones, los suspiros y los lamentos y no permitas que me tome demasiado en serio esa cosa tan invasora que se


Eucaristía me ayuda a recogerme. Si se me llama "yo". Dame el sentido del humor, dame el don de saber reír de un chiste, a fin de que sepa traer un poco de alegría a la vida y hacer partícipes a los otros. Amén». Su fama como abogado fue creciendo y en 1510 fue nombrado alguacil de Londres. En 1514 el cardenal Wolsey lo envió en embajada a Flandes, donde comenzó su famosa obra, Utopía. En 1516 se le concedió una pensión vitalicia de 100 libras y al año siguiente fue nombrado miembro de la embajada a Calais y miembro del Consejo Secreto. En 1520 ya pertenecía al séquito del rey en el "Campo de la Tela de Oro". En 1521 fue investido como caballero y el rey lo nombró tesorero subalterno. Recibió tierras en

presentan cada día oportunidades para ofender a mi Dios, me armo cada día para el combate con la recepción de la Eucaristía.

Oxford y en Kent, siendo esto una prueba del gran aprecio que Enrique le tenía. En 1523 fue elegido Portavoz de la Cámara de los Comunes; en 1525 fue nombrado Administrador Mayor de la Universidad de Cambridge; y Canciller del Ducado de Lancaster. Por aquel entonces compró una parcela en Chelsea y construyó una casa con un gran jardín donde, en ocasiones, el rey

bn vidas de santos

"Si me distraigo, la


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bn se presentaba a cenar inesperadamente para disfrutar de su conversación. En 1529, Tomás Moro sucedió a Wolsey como Canciller de Inglaterra, cargo que nunca antes había sido ejercido por un seglar. Su actividad en la cancillería fue memorable por su justicia sin igual y su diligencia, de modo que durante su permanencia en el puesto no quedaron juicios pendientes. Pero meses después, llegó el decreto real según el cual el clero debía reconocer a Enrique VIII como Cabeza Suprema de la Iglesia, maniobra del rey para eludir al Papa, que no había autorizado su divorcio de Catalina de Aragón. La firme desaprobación de Moro a los planes de Enrique VIII con respecto a la supremacía pontificia, al divorcio y a las leyes en contra de los herejes, le hicieron perder con rapidez el favor real, y, en mayo de 1532, renunció a su cargo de Lord Canciller. También perdió las tierras que la corona le había entregado y con ellas, la mayor parte de sus ingresos, pero él, con alegre aceptación, adaptó su estilo de vida a las nuevas circunstancias. En marzo de 1534, el Acta de Sucesión fue aprobada, lo cual obligaba a todos a hacer un juramento reconociendo a la prole de Enrique VIII y Ana Bolena como herederos legítimos al trono, y además, incluía una cláu-

“Aunque estoy bien convencido, mi querida Margarita, de que la maldad de

sula en la que se rechazaba "cualquier autoridad extranjera, sea príncipe o potestad", convirtiéndose Enrique VIII en máxima autoridad de la Iglesia Anglicana. Tomás Moro rehusó prestar juramento y, cuatro días después, fue conducido a la Torre de Londres acusado de traición. En los catorce meses que permaneció en prisión escribió lo que constituye uno de los más impresionantes testimonios de la fidelidad de una persona a su conciencia, a sus principios y la verdad.

“Dios Glorioso, dame gracia para enmendar mi vida y tener presente mi fin sin eludir la muerte, pues para quienes mueren en Ti, buen Señor, la muerte es la puerta a una vida de riqueza. Y dame, buen Señor, una mente humilde, modesta, calma, pacífica, paciente, caritativa, amable, tierna y compasiva en todas mis obras, en todas mis palabras y en todos mis pensamientos, para tener el sabor de tu santo y bendito Espíritu. Dame buen Señor, una fe plena, una esperanza firme y una caridad ferviente, un amor a Ti, muy por encima de mi amor por mí. Dame, buen Señor, el deseo de estar contigo, de no evitar las calamidades de este mundo, no tanto por alcanzar las alegrías del cielo como simplemente por amor a Ti. Y dame, buen Señor, Tu amor y Tu favor; que mi amor a Ti, por grande que pueda ser, no podría merecerlo si no fuera por tu gran bondad. Buen Señor, dame Tu gracia para trabajar por estas cosas que te pido”.

mi vida pasada es tal que merecería que Dios me abandonase del todo, ni por un momento dejaré de confiar en su inmensa bondad"

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En su cautiverio padeció por "su antigua enfermedad del pecho… por la grava, las piedras, y por las restricciones", pero su alegría habitual permanecía, y bromeaba con su familia y amigos siempre que le permitían verlos. Cuando quedaba solo,


pasaba el tiempo rezando y haciendo penitencia. En estos meses escribió el "Diálogo sobre la consolación en la tribulación", bello tratado inconcluso sobre la Pasión de Cristo, y muchas cartas a su familia y amigos...Posteriormente, fue privado de todos los libros y material de escritura, pero él continuaba escribiendo en trozos de papel desechados con un palo quemado o un trocito de carbón. Carta a su hija Margarita desde la prisión: “Aunque estoy bien convencido, mi querida Margarita, de que la maldad de mi vida pasada es tal que merecería que Dios me abandonase del todo, ni por un momento dejaré de confiar en su inmensa bondad. Hasta ahora, su gracia santísima me ha dado fuerzas para postergarlo todo: las riquezas, las ganancias y la misma vida, antes que prestar juramento en contra de mi conciencia; (...) espero confiadamente que la misma gracia divina continuará favoreciéndome, no permitiendo que el rey vaya más allá, o bien dándome la fuerza necesaria para sufrir lo que sea con paciencia, con fortaleza y de buen grado (...)

No quiero, mi querida Margarita, desconfiar de la bondad de Dios, por más débil y frágil que me sienta. Más aún, si a causa del terror y el espanto viera que estoy ya a punto de ceder, me acordaré de san Pedro, cuando, por su poca fe, empezaba a hundirse por un solo golpe viento, y haré lo que él hizo. Gritaré a Cristo: Señor, sálvame. Espero que entonces él, tendiéndome la mano, me sujetará y no dejará que me hunda (...)

Finalmente, mi querida Margarita, de lo que estoy cierto es de que Dios no me abandonará sin culpa mía. Por esto, me pongo totalmente en manos de Dios con absoluta esperanza y confianza.(...) Ten, pues, buen ánimo, hija mía, y no te preocupes por mí, sea lo que sea que me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor.” El 1 de julio, Moro fue acusado de alta traición en Westminster Hall y condenado a morir decapitado en Tower Hill. "Su inocente alegría, la cual siempre ha sobresalido durante su vida, no lo desamparó ni el último minuto… su muerte fue tal cual fue su vida. No hubo nada nuevo, forzado ni afectado. Él no veía su decapitación como una circunstancia que debía producirle algún cambio en su disposición fundamental" (Addison). La ejecución tuvo lugar el día 6 de julio de 1535. En aquellos graves momentos y con su habitual sentido del humor , se dirigió al verdugo diciéndole:

“Tenga en cuenta que mi barba ha crecido en la cárcel, ella no ha sido desobediente al rey, por lo tanto no hay por qué cortarla. Permítame que la aparte”. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia de San Pedro ad vincula. Tomás Moro fue beatificado por el Papa León XIII, en un Decreto emitido el 29 de diciembre de 1886. En 1935, fue canonizado por el Papa Pío XI.

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CARTA APOSTÓLICA DE JUAN PABLO II EN FORMA DE «MOTU PROPRIO» PARA LA PROCLAMACIÓN DE SANTO TOMÁS MORO COMO PATRONO DE LOS GOBERNANTES Y DE LOS POLÍTICOS (31-X-2000)

“Precisamente por el testimonio, dado hasta el derramamiento de su sangre, de la primacía de la verdad sobre el poder, santo Tomás Moro es venerado como ejemplo imperecedero de coherencia moral... Son muchas las razones en favor de la proclamación de santo Tomás Moro como patrono de los gobernantes y de los políticos. Entre éstas, la necesidad que siente el mundo político y administrativo de modelos creíbles, que muestren el camino de la verdad en un momento histórico en el que se multiplican arduos desafíos y graves responsabilidades (...) las promesas de una nueva sociedad, exigen con urgencia opciones políticas claras en favor de la familia, de los jóvenes, de los ancianos y de los marginados. (...) Con su vida Tomás Moro nos enseña que el gobierno es, antes que nada, ejercicio de virtudes. Convencido de este riguroso imperativo moral, el Estadista inglés puso su actividad pública al servicio de la persona, especialmente si era débil o pobre; gestionó las controversias sociales con exquisito sentido de equidad; tuteló la familia y la defendió con gran empeño; promovió la educación integral de la juventud. El profundo desprendimiento de honores y riquezas, la humildad serena y jovial, el equilibrado conocimiento de la naturaleza humana y de la vanidad del éxito, así como la seguridad de juicio basada en la fe, le dieron aquella confiada fortaleza interior que lo sostuvo en las adversidades y frente a la muerte. Su santidad, que brilló en el martirio, se forjó a través de toda una vida de trabajo y de entrega a Dios y al prójimo.

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Esta armonía entre lo natural y lo sobrenatural es tal vez el elemento que mejor define su personalidad (...) Éste es el horizonte a donde le llevó su pasión por la verdad. El hombre no se puede separar de Dios, ni la política de la moral. Esta es la luz que iluminó su conciencia. Como dije en otra ocasión, «el hombre es criatura de Dios, y por esto los derechos humanos tienen su origen en Él, se basan en el designio de la creación y se enmarcan en el plan de la Redención” (Discurso del 7-IV-1998, n. 3) Se puede decir que Tomás Moro vivió de modo singular el valor de una conciencia moral que es «testimonio de Dios mismo, cuya voz y cuyo juicio penetran la intimidad del hombre hasta las raíces de su alma» (Enc. Veritatis splendor, 58) (...) La historia de santo Tomás Moro ilustra con claridad una verdad fundamental de la ética política. En efecto, la defensa de la libertad de la Iglesia frente a indebidas ingerencias del Estado es, al mismo tiempo, defensa, en nombre de la primacía de la conciencia, de la libertad de la persona frente al poder político. En esto reside el principio fundamental de todo orden civil de acuerdo con la naturaleza del hombre “(Papa Juan Pablo II)

El hombre no se puede separar de Dios, ni la política, de la moral.


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Príncipes y Jerónimo Barrios Gordillo

La dignidad

“La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios.” (Gaudium et Spes 19,1)

a dignidad de un ser humano no se cimenta en su inteligencia, su cultura, su sensibilidad, su vida aseada y su belleza corporal. Todo eso es bueno, pero un hombre sucio, tonto y feo mantiene intacta su dignidad. Un hombre encamado durante años en un lecho de dolor por una enfermedad, que no habla, no puede moverse y no aporta nada a su entorno, mantiene intacta su dignidad. Un preso, privado de libertad, rechazado por la sociedad por sus crímenes, mantiene también intacta su dignidad.

L

La Gaudium et Spes, nos recordó en el Concilio Vaticano II que la verdadera razón, la más profunda razón de la dignidad humana se debe a la condición existencial del ser humano; el sello de fábrica de cada hombre le imprime un destino, el mismo origen del que ha partido: el Padre eterno. La vida del hombre es un recorrido que tiene una meta, para eso ha sido hecha. La única criatura que está llamada a este destino de cuantas pueblan la tierra es el hombre. Sólo el hombre tiene la condición de hijo de Dios por el bautismo y está llamado a reunirse con el Padre, por un puro deseo de Él, Señor de todo cuanto existe.

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cerdos

verdadera

El hombre puede olvidar este destino, ignorarlo o rechazarlo. Puedo tener categoría de príncipe y preferir ser un cerdo, sin pretender faltar en nada a este hermoso animal. De hecho, cada vez más hombres desconocen su verdadera dignidad, porque no se les ha comunicado o porque no se la creen y prefieren retozar en una pocilga la mayor parte de sus días a la espera de la matanza. Que me quiten lo “bailao”. Hoy se habla mucho de la dignidad del hombre y casi siempre se hace referencia a los aspectos más superficiales de esta dignidad, los menos importantes: casa digna, asistencia sanitaria, ausencia de dolor, capacidad física para comunicarse con los demás, libertad de expresión, condiciones de trabajo, nivel cultural, etc. Casi nadie habla de la verdadera razón de la dignidad del hombre que radica en su destino: el cielo. Nadie parece defender este destino al que el hombre es llamado. Nadie parece preocuparse por los innumerables enemigos que el hombre tiene hoy en día para llegar a esta meta. “De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma”… Todos los empeños se escapan en tener cosas, ser guapo, no sufrir nada, pasarlo muy bien y tener mucha salud. Algo tan absurdo como disponer de un perfecto avión

dotado de toda la tecnología y confort para no pretender nunca volar ni viajar a ninguna parte, sentido esencial para el que ha sido construido.

La vida del hombre es un recorrido que tiene una meta

Hay quienes prefieren vivir directamente como cualquier cosa, sin saber ni interesarse nunca por conocer para qué viven. Un príncipe está llamado a vivir como rey, sería extraño que él y los que le rodean en la Corte olvidasen este destino y permitiesen que su vida se desarrollase en una pocilga, no digo cuidando cerdos, sino haciendo lo mismo que éstos hacen. ¿Por qué siendo príncipes, estando llamados al Reino, deseamos vivir como cerdos? Lo verdaderamente importante en la vida de un hombre es llegar al Reino al que hemos sido llamados gratuitamente. Si escogemos vivir la vida llenando la tripa de manjares de todo tipo, equivocando el verdadero destino, no debería sorprendernos acabar hechos salchichas el día de la matanza y habremos confundido la vocación real con el embutido.

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Mayores y Vicente Trénor

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“He sentido el deseo, siendo yo también anciano, de ponerme en diálogo con vosotros”. “Hablo a los de mi edad; me resulta fácil, por tanto, buscar una analogía en mi experiencia personal”. (Carta de Juan Pablo II a los ancianos, 1999)

uan Pablo II comenta la historia reciente de la humanidad, la que hemos vivido, con sus sombras, que muchas veces nos parecen más abundantes que sus luces y sin embargo, dice textualmente que “las tribulaciones no sólo no destruyen la esperanza, sino que son su fundamento”.

J

Una de estas sombras hace referencia precisamente a la ancianidad. Antiguamente, y aún actualmente en muchos pueblos, la ancianidad era tenida en gran respeto y estima. En cambio en la ideología y cultura dominantes en el mundo occidental,

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apóstoles

la misión de evangelizar

que pone en primer término la utilidad y la productividad del hombre, la tercera o cuarta edad son infravaloradas y se duda sobre si nuestra existencia es todavía útil, proponiéndose incluso, cada vez con mayor insistencia, la eutanasia para las situaciones difíciles. Ante esto Juan Pablo II dice que es urgente recuperar una adecuada perspectiva desde la cual se ha de considerar la vida en su conjunto. Esta perspectiva es la eternidad, para la cual la vida es una preparación, iluminadora en cada una de sus fases. También la ancianidad tiene una misión que cumplir en el proceso de progresiva madurez del ser humano en camino hacia la eternidad. De esta madurez se beneficia el mismo grupo social del cual forma parte el anciano y todas las demás generaciones. Juan Pablo II dice que los ancianos ayudan a ver los acontecimientos terrenos con más sabiduría, porque las vicisitudes de la vida los han hecho expertos y maduros, son depositarios de la memoria colectiva y, por eso, intérpretes privilegiados del conjunto de ideales y valores comunes que rigen y guían la convivencia social. Excluirlos es como rechazar el pasado,

en el cual hunde sus raíces el presente, en nombre de una modernidad sin memoria. Los ancianos, gracias a su madura experiencia, están en condiciones de ofrecer a los jóvenes consejos y enseñanzas preciosas. Asimismo refiriéndose al espíritu humano dice que, aún participando del envejecimiento del cuerpo, en un cierto sentido permanece siempre joven si vive orientado hacia lo eterno y entonces, como escribe San Gregorio Nacianceno, “el hombre no envejecerá en el espíritu: aceptará la disolución del cuerpo como el momento establecido para la necesaria libertad. Dulcemente transmigrará hacia el más allá donde nadie es inmaduro o viejo, sino que todos son perfectos en la edad espiritual” En otro de los apartados de la carta en el que el Santo Padre habla sobre los ancianos en la Sagrada Escritura, me impresiona cuando comenta el versículo de Jn 21,18: “Cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras”. Y reflexiona que como Sucesor de Pedro, estas palabras le afectan muy directamente y le hacen sentir profundamente la necesidad de tender las manos hacia las de Cristo, obedeciendo su mandato: “Sígueme” (Jn 21, 19b).

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"En la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso para proclamar que el Señor es justo" Como todo cristiano, sabemos que nuestra principal misión es evangelizar, empezando por nuestros hijos y nietos, y continuando con nuestros familiares, vecinos, amigos y conocidos.

Finalmente enlaza esta reflexión con el Salmo 13,15-16. “El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano; [...] En la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso para proclamar que el Señor es justo” (13, 15-16). Destaca en su carta Juan Pablo II que a la luz de la enseñanza y según la terminología propia de la Biblia, la vejez se presenta pues como un “tiempo favorable” para la culminación de la existencia humana y forma parte del proyecto divino sobre cada hombre. Así pues Juan Pablo II nos indica que Jesucristo nos necesita y nos dice que le sigamos, independientemente de nuestra edad y de nuestro estado físico, como él mismo demostró en los últimos días de su pontificado. Por lo tanto está claro que cada uno de nosotros tenemos una misión y que no es bueno ni para nosotros ni para los que nos rodean pensar que el tiempo que nos queda es para descansar, viajar, divertirse, darse mucha prisa en disfrutar de los ahorros... porque ya hemos trabajado bastante, sino que la vejez, como etapa definitiva de la madurez humana es a la vez expresión de la bendición divina, que sin duda nos puede impulsar a seguir a Jesucristo realizando la misión que nos encomiende.

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También sabemos que la principal forma de evangelizar es tener la actitud del cristiano, es decir, amar al prójimo, como dice Mt 7,12 "Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos” o bien en Lc 6,31: “Y tratad a los hombres como queréis que ellos os traten”, para finalmente llegar a Jn 15,12: “Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado” que en definitiva es amar hasta llegar a morir por el otro. Y lo que está muy claro es que amar es darle al otro lo mejor, que todos sabemos que es el conocimiento y la referencia de Jesucristo, para así comprender que Dios nos ama independientemente de nuestra historia personal, y que nos entrega la vida eterna de forma que podamos vivir con esa gran esperanza, quizás más necesaria en esta época, donde tantos de nuestros semejantes sólo viven para morir. Esa actitud del cristiano es fruto de la fe que entra y crece en nuestra existencia fundamentalmente a través de la predicación, tal como dice San Pablo en Rm 10,17: “Por tanto, la fe viene por la predicación y la predicación por la palabra de Cristo” Y la fe se desarrolla y fortalece con las armas de la Iglesia, que son la limosna, el ayuno, la oración y, desde luego, los sacramentos. Hay una dificultad, que muchas veces nos encontramos los mayores, y que detectamos cuando tenemos que hablar para dar


razón de nuestra esperanza y para explicar con sencillez la posición del cristiano ante temas tan próximos como el divorcio y posterior matrimonio civil, el aborto, el preservativo, la familia, ateísmo y agnosticismo, otras religiones, etc. Es verdad que muchos de nosotros nos hemos educado en familias católicas, en colegios religiosos, hemos estudiado el catecismo y la historia sagrada, hemos sido católicos practicantes, hemos leído lecturas religiosas, pero también es verdad que no hemos estado recibiendo una catequesis y una instrucción de forma permanente, y en cambio sí estamos recibiendo a través de los medios de comunicación mensajes continuos que provienen de la ideología y de la cultura del egoísmo dominante en nuestro mundo. Por lo tanto, ahora que tenemos más tiempo disponible, es también una buena etapa de

nuestra vida para recibir la predicación e instrucción religiosa que no recibimos en etapas pasadas. Es verdad que hemos perdido capacidad de retención, e incluso de comprensión, pero cuando estamos deseando conocer y recibir la Verdad, ésta llega con facilidad a nuestra mente y a nuestra existencia. En este sentido nos anima Jesucristo cuando dice en Mt 11,25: “En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños”. No necesitamos, pues, una capacidad y preparación especial científica ni intelectual, sino una sencilla escucha y atención, con las capacidades cada uno tenga en este momento de la vida, para comprender la revelación del Padre, que ama y sabe adaptarse a cada uno de sus hijos en particular.

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Luis Cernuda y Fernando Cañamares Leandro

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Oh Dios. Tú que nos has hecho para morir, ¿por qué nos infundiste la sed de eternidad, que hace al poeta? (“Las ruinas”, Como quien espera el alba)

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La existencia de unas raíces cristianas en la cultura europea y, por tanto, en la española es una evidencia difícil de negar, al margen de las creencias o simpatías que pueda tener cadauno. No es menos cierto que, incluso entre los católicos, el conocimiento de estas raíces es muy escaso, y a menudo queda asociado a épocas pasadas: Berceo, Santa Teresa, San Juan de la Cruz... serían las referencias poéticas más conocidas. Urge por tanto un esfuerzo para divulgar la presencia activa del Cristianismo también en la literatura contemporánea, incluso en autores cuya posición ideológica y trayectoria vital harían esperar lo contrario.

La obra poética de Luis Cernuda, a quien dedicamos este artículo, constituye un claro ejemplo. La mayor parte de los manuales no presta ninguna atención a la temática cristiana dentro de su obra1, por más que el propio poeta reconoce en ella la importancia de lo religioso como una clave de lectura. Así lo expresa en “Historial de un libro”, la autobiografía poética que acompaña en 1958 a la edición de La realidad y el deseo:


la campana sumergida Prefiero soslayar el tema, aunque, por la relación que tiene con algunos versos míos debo, al menos, indicar esto: mis creencias, como las campanas en la leyenda de la ciudad sumergida, sonando en ocasiones, me han dado pruebas a veces, con su intermitencia, de que acaso eran también legendarias y fantasmales; pero acaso también de que subsistían ocultas. Así, tras largos periodos inoperantes, en periodos de Sturm und Drang, después de la guerra civil, por ejemplo, o durante la peripecia amorosa que refieren los “Poemas para un Cuerpo”, surgían a su manera, según mi necesidad. Por eso mismo, ¿no parecerán sino reflejo egoísta de esa necesidad mía de ellas, sin que merezcan propiamente el nombre de creencias? 2 Hacemos caso a Cernuda y nos centramos en la época inmediatamente posterior a la Guerra Civil, lo cual nos lleva a su libro Las nubes (1937-1940). En él constatamos la presencia de una intensa inquietud religiosa expresa en poemas como “Atardecer en la catedral”, “Cordura”, “Lázaro”, “La adoración de los magos” o “La visita de Dios”. Este último nos muestra un paisaje devastado por la guerra, en el que los ojos del poeta se dirigen al Señor:

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No golpees airado mi cuerpo con tu rayo; si el amor no eres tú, ¿quién lo será en tu mundo? Compadécete al fin, escucha este murmullo que ascendiendo llega como una ola al pie de tu divina indiferencia. Mira las tristes piedras que llevamos ya sobre nuestros hombros para enterrar tus dones: La hermosura, la verdad, la justicia, cuyo afán imposible tú solo eras capaz de infundir en nosotros. Si ellas murieran hoy, de la memoria tú te borrarías como un sueño remoto de los hombres que fueron.

En el poema no está ausente la imprecación a un Dios que parece sordo a la queja del hombre, nada rara en toda la poesía desarraigada de posguerra y en la propia obra de Cernuda; pero esta vez es muy suave, y la responsabilidad recae principalmente sobre los hombres, que entierran los dones de Dios bajo esas simbólicas piedras funerarias. Al mismo tiempo, la divinidad aparece como única fuente posible de regeneración, de esperanza.


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bn El lenguaje religioso que adopta Cernuda en su visión de la guerra queda subrayado por la imagen de la bíblica serpiente que, bajo un edénico árbol, incita siempre a los hombres a la guerra:

La revolución siempre renace, como un fénix llameante en el pecho de los desdichados. Esto lo sabe el charlatán bajo los árboles de las plazas, y su baba argentina, su cascabel sonoro, silbando entre las hojas, encanta al pueblo robusto y engañado con maligna elocuencia, y canciones de sangre acunan su miseria

Las nubes alberga, a su vez, una de las composiciones favoritas del poeta. Se trata de “Lázaro”, donde quiere expresar cómo “tras la tormenta de la guerra civil”, se siente “como si, tras morir, volviese a la vida”3. Cernuda asume la voz del amigo de Jesús en el momento de ser resucitado por el Maestro:

Sentí de nuevo el sueño, la locura y el error de estar vivo, siendo carne doliente día a día. Pero él me había llamado y en mí no estaba ya sino seguirle (...) Encontré el pan amargo, sin sabor las frutas, el agua sin frescor, los cuerpos sin deseo; la palabra hermandad sonaba falsa, y de la imagen del amor quedaban sólo recuerdos vagos bajo el viento.

En efecto, la resurrección es para Lázaro-Cernuda un reencuentro con la realidad dolorosa de la vida. Lázaro, íntimo conocedor de la muerte, ha cobrado muy hondo sentido de la vanidad del mundo, y su reencuentro con la vida se ha revelado muy duro, insoportable; es entonces cuando se vuelve a Jesús, no para reprocharle que haya interrumpido su descanso, sino para encontrar en Él la vitalidad que le falta:

Sentado a su derecha me veía como aquel que festejan al retorno. La mano suya descansaba cerca y recliné la frente sobre ella con asco de mi cuerpo y de mi alma. Así, pedí en silencio, como se pide a Dios, porque su nombre, más vasto que los templos, los mares, las estrellas, cabe en el desconsuelo de un hombre que está solo, fuerza para llevar la vida nuevamente.

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Sólo son algunos ejemplos de ese tañido de campanadas sumergidas que, siguiendo la imagen del propio poeta, hace vibrar muy a menudo los versos de Cernuda. No siempre se trata de una espiritualidad tan ortodoxa y serena como en los poemas escogidos para este artículo; también encontramos la queja ante el silencio de Dios, la crítica feroz a la hipocresía religiosa, la duda desesperanzada... Unas veces, la idea de Dios se rechaza como un sueño engendrado por el hombre para su consuelo; otras, la religión entra en conflicto con el deseo de lo efímero o de lo carnal. Frente a esos momentos,

encontramos también las ocasiones en las que la fe resulta ser el último refugio del poeta. En definitiva, un estudio exhaustivo de todos los matices que presenta la inquietud espiritual en La realidad y el deseo precisaría de un espacio mucho más amplio, tal vez un libro entero. En pocas palabras, podríamos decir que cabalga entre la negación, la blasfemia, incluso, y el arrepentimiento. Lo que resulta indudable es que, como el mismo poeta reconoce, la visión de esta gran arquitectura poética del siglo XX que es la obra de Cernuda nunca podrá ser completa sin tomar en consideración la huella profunda del Cristianismo.

1. La excepción es José María Valverde, que habla de una “lírica plenamente religiosa” en su Historia de la Literatura Universal, Barcelona, Planeta, 1971, pág. 377 2. “Historial de un libro”, en La realidad y el deseo, Madrid, Alianza, 1991, pág. 417. A esta edición pertenecen todas las citas recogidas en el presente artículo. 3. “Historial de un libro”, op. cit. pág. 404. El poema tiene su eco en “Impresiones de un desterrado”, de Las nubes, en el que el poeta ve a un exiliado contemplar su taza “con la misma fatiga/ del muerto que volviera / desde la tumba a una fiesta mundana”.

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Carmelita descalzo

Enrique Llamas Martínez

Bendita María

María, estrella Así la llamó el Papa Pablo VI en su “Exhortación Apostólica”, publicada en 1975 para “la evangelización del mundo contemporáneo”. Más tarde el Papa Juan Pablo II lo adaptó a la situación de la Iglesia en su tiempo y actualizó ese título: María, Estrella de la Nueva Evangelización.

aría, como signo celeste de los tiempos, anuncia la presencia del Reino de Dios y prepara con amor eterno los corazones de los hombres para recibir la Buena Nueva del Evangelio y la luz de la gracia.

M

Pablo VI, el Papa mariano del Concilio Vaticano II, promulgó el 21 de noviembre de 1964 la “ Constitución sobre la Iglesia”, Iglesia que tiene como cabeza y corona a la Bienaventurada Virgen María. A todos los títulos de veneración que el concilio tributó a la Madre del Hijo de Dios, el Papa añadió la advocación entrañable para todos los cristianos de: María Madre de la Iglesia, es decir,: de todo el pueblo cristiano, tanto fieles como pastores.

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Bendita María

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La proclamación de este título ante toda la asamblea conciliar fue como un desahogo del corazón del Papa y una expresión viva de su devoción a la Virgen Purísima e Inmaculada, a la que en otras ocasiones exaltó con los nombres más bellos y más expresivos: “modelo auténtico e ideal de la humanidad redimida”, “criatura limpidísima”, “nueva Eva sin pecado ninguno”, “Hija predilecta de Dios”... María es la belleza humana, no sólo estética, sino esencial y ontológica. Ella es la síntesis del amor divino con la bondad y con la humildad. Es la mujer vestida de sol. (Ap 12,1) La Reina del cielo y la Reina de los apóstoles. María es miembro excelentísimo del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia; es la primera en dignidad, en perfección y en santidad entre todos los elegidos. Ella es imagen y figura de la Iglesia que refleja en su persona sus perfecciones, e irradia en el mundo su santidad. La Iglesia, toda entera con María, es misionera y evangelizadora, al hacer presente en el mundo con su propio testimonio el mensaje del Evangelio, distribuyendo la gracia y la vida de Dios entre los hombres como sacramento universal de salvación.

María es la belleza humana, no sólo estética, sino esencial y ontológica. Ella es la síntesis del amor

La Iglesia está siempre en actitud de evangelizar, porque, a pesar de todas las dificultades y vicisitudes adversas, vive un continuado Pentecostés. María estuvo presente en el Cenáculo, en actitud de oración, junto con los Apóstoles, a la espera del Espíritu Santo, en el inicio de la Evangelización.

divino, con la bondad y con la humildad

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bn Bendita María

Ella es “Estrella de la Evangelización” porque con su vida muestra el verdadero objetivo de la evangelización: comunicar la gracia y la santidad.

de la Alianza, que David trasladó en solemne procesión con cantos y músicas al templo de Dios, María es la “theofora =portadora de Dios”, a quien llevaba en su seno virginal, es portadora de la salvación y santificadora del hijo de Isabel, Juan Bautista, antes de nacer. Ella es “Estrella de la Evangelización” porque ccon su vida muestra el verdadero objetivo de la evangelización a la que Cristo envía a sus apóstoles: comunicar la gracia y la santidad. Por eso, el mensaje de la palabra, el mensaje escrito, las imágenes y los instrumentos que se utilizan en la evangelización deben contener en su interior y comunicar la salvación de Dios.

Esto marcó con un sello de gracia a los primeros apóstoles. Esperaron junto a la Madre de Jesús que cumplía entonces la misión de ser Madre de la Iglesia, Maestra de los Apóstoles y Estrella de Evangelización. Una de las escenas más bellas y más perfectas de esta estrella- como un icono transido de luz- es la imagen de la Madre de Jesús, que hace un largo viaje, desde Nazaret hasta Ain Karem, para visitar a su pariente Isabel, la esposa del sacerdote Zacarías. María es entonces, como custodia de oro y plata, que recorre procesionalmente las calles de nuestras ciudades el Jueves Santo; está simbolizada por el Arca

Urge reactivar y actualizar la nueva evangelización. María será siempre estrella mensajera y rayo de luz que nos indicará el modo y el camino: el Amor. En esto Ella es guía y modelo para la Iglesia; porque la forma y la base de la verdadera evangelización, y de la acción apostólica de la Iglesia es el Amor. El Amor, que da eficacia a nuestros trabajos, para que no queden privados de contenido. Esto lo recuerda el Concilio Vaticano II, cuando dice “ la Virgen fue en su vida ejemplo de aquel amor maternal con que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a regeneración de los hombres” (Vaticano II, LG 65).


escritura

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Mª Pilar Moiño Carrillo

Jesús y la samaritana Hoy, en un mundo materialista y escéptico en que "se colma el vacío con lo inútil", que vive en la "piel" de las cosas, olvidado de lo esencial, que no sabe siquiera que tiene sed de Dios, del "agua viva", hay que recordarle con San Agustín, que "nos has hecho Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti".

s necesario pregonar a los cuatro vientos, con "don de lenguas", "haciéndonos todo para todos para salvarlos a todos", como nos enseña San Pablo, que sólo Él es Camino, Verdad y Vida, pero sin olvidar que el anuncio del Evangelio comporta "duros trabajos". Que ponerse en manos de Dios supone dejarse guiar por Alguien que supera y desbarata todos nuestros planes. "Mis caminos no son vuestros caminos" y

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"sal de tu tierra.", de tu egoísmo, de tu comodidad e indiferencia, nos dice también hoy a nosotros el Dios de Abrahán. Y para ejercer nuestra misión de anunciadores de la buena nueva, nada mejor que seguir el ejemplo de nuestro Maestro cuando, sentado en el brocal del pozo, entra en diálogo con la mujer samaritana (Jn,4). Jesús, aunque cansado, da a conocer a

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Dios Padre. Comunica la buena noticia a una mujer samaritana. Le sale al encuentro en su trabajo: buscar agua. No hace acepción de personas. Vence prejuicios milenarios surgidos entre judíos y samaritanos, que se remontan a la división del reino, a la muerte de Salomón, y se consolidan cuando los judíos impiden intervenir en la reconstrucción del Templo a los samaritanos, a la vuelta del exilio de Babilonia, allá por el siglo VI a C. Tampoco tiene en cuenta la vida irregular de la mujer.

El encuentro con Cristo exige el comunicárselo a otros. La fe es contagiosa. La samaritana no puede callar. Lo mismo ocurre con los discípulos de Emaús que, a pesar del cansancio y de que anochecía, desandan el camino y gozosos se dirigen a comunicárselo a los otros, para celebrar juntos que Cristo ha resucitado y ya para siempre estará con ellos. Ha pasado la zozobra y la alegría es completa. Empiezan a ver con “ojos nuevos” todo lo que les rodea, y también su futuro: la vida eterna en la casa del Padre.

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Muy frecuentemente los cristianos nos sentimos temerosos de proclamar la verdad y belleza del Evangelio en ambientes que consideramos poco propicios, pensando que quizá no nos entiendan, o, los que es peor, que nos tengan por ridículos y antiguos, alejados de la moda, de lo que se lleva, de lo “progre”. Hay que recordar nuevamente con San Pablo, ese gran mensajero de Cristo, que hay que hablar a tiempo y a destiempo para hacer llegar la voz de Cristo por todos los rincones. No es difícil si nos damos cuenta que somos meros instrumentos, quizá bastante inútiles, pero que nos guía la fe que gratuitamente hemos recibido y que nos urge comunicar a los demás. Si los judíos creían que la salvación era privilegio exclusivo del Pueblo elegido, Jesús UNIVERSALIZA LA SALVACION haciendo a todos los hombres destinatarios de la buena noticia. También a las mujeres, mal que les pese a algunas feministas que achacan a la Iglesia posturas poco favorables a los derechos de la mujer. Es precisamente a una mujer, Mª Magdalena, a la que primero se aparece Jesús, una vez resucitado, y es a esta mujer, a la que se ha llamado “apóstol de apóstoles”, a la que el Maestro indica que avise a los demás discípulos de la más grande noticia: ¡Cristo ha resucitado!


"Jesús es el amor que ama, es el camino para ser andado, la verdad para ser dicha, la luz para ser encendida, la vida para ser vivida, el amor digno de ser amado." Madre Teresa de Calcuta

Jesús pide la cooperación de los hombres: "dame de beber", a pesar de ser Él la "fuente de agua viva". Qué orgullosos tenemos que sentirnos de que Cristo haya querido contar con nuestra pequeña ayuda para instaurar su Reino. Su gracia no ha de faltarnos. Ella suple nuestra poquedad, para que se haga más visible que es el Espíritu Santo el que actúa.

el de la mujer: cubo de agua, interés por el agua viva para evitar los continuos acarreos... Lo mismo ocurre en lo referente al Templo: Monte Garizin, para la samaritana, Jerusalén para los judíos, sólo preocupados por el lugar donde debían orar. Sin embargo Jesús, enseña a esta mujer, pecadora e insignificante, que hay que dirigirse al Padre "en espíritu y verdad".

En este encuentro con la samaritana se observan dos planos en la conversación: Profundo, sobrenatural, trascendente el de Jesús. Material, práctico y a ras de tierra

Jesús se da a conocer como Mesías a la samaritana. Es la primera mujer en saberlo, aunque ciertamente no era un dechado de virtudes, como ella misma confiesa.

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A nosotros, cristianos de hoy, se nos ha dado a conocer Jesús, bien a través de nuestra familia – Iglesia doméstica- o por medio de amigos, o, en todo caso de otros creyentes, y no nos podemos guardar para nosotros ese gran tesoro. Tenemos que ponernos “manos a la obra” e imitar a la samaritana que corre a pregonarlo por el pueblo. A pesar de ser de dudosa conducta, sirve para tan grande misión y pone en marcha a sus vecinos que van en busca de Jesús.

“¡Ay de mí si no evangelizara!”, dirá San Pablo. "Hemos encontrado al amor y le hemos seguido", clamarán gozosos los que han tenido la dicha de la fe. En este sentido resultan esclarecedoras las palabras del Papa Juan Pablo I: "No somos un pozo que hay que llenar sino una fuente que hay que hacer brotar". Las aguas estancadas quedan pronto putrefactas. Es preciso que corran a través de acequias, de canales, que fecunden otras tierras yermas. "De la abundancia del corazón habla la boca". Es preciso comunicar a través del testimonio personal, pero también por medio de la palabra lo que se nos ha dado como don. "La fe entra por el oído", decía el apóstol de los gentiles.

“¡Ay de mí si no evangelizara!”, dirá San Pablo. "Hemos encontrado al amor y le hemos seguido", clamarán gozosos los que han tenido la dicha de la fe

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El apostolado no es propaganda sino irradiación. Es amor de Dios que se desborda dándose a los demás. Lo nuestro como creyentes es transparentar a Cristo. Ser puente y no muro. Reflejo y no velo. Para ello, es preciso "beber del agua viva", de la oración, de los sacramentos, haciendo de nuestra vida un testimonio de Cristo. A pesar de nuestra debilidad, Dios cuenta con nosotros. Tras escuchar a la samaritana todo el pueblo se convierte. Al conocerlo le ruegan que se quede con ellos. Alegría del encuentro con Jesús."Ya no creemos por tu testimonio", dicen a la samaritana. La salvación viene de Dios por la gracia. “Todo es gracia”. A nosotros sólo nos cabe ser instrumentos fieles para exponer la Palabra, no nuestra palabra. No se trata de imponer, sino de escuchar, de consolar, como Jesús con los discípulos de Emaús.


escritura

bn "Dios nos atrae hacia sí para devolvernos a nuestros hermanos, los demás hombres, liberados de nuestro egoísmo" (Chevrot). Nadie se salva solo. Dios nos llama pero sirviéndose del llamamiento de otro. "La fe es una luz que se enciende en otra luz" (Guardini). Así se simboliza en la Vigilia Pascual. Se enciende la vela en el Cirio Pascual, y es esa luz, la de Cristo, no la nuestra, con la que encendemos la de otros. No guardamos la luz para nosotros. "Cuando vayáis a Dios no lo hagáis solos" (San Gregorio Magno) No podemos dejar de invocar a María, que no sólo comunicó la PALABRA a los hombres con su vida sencilla de servicio, sino que también la regaló al mundo hecha carne, prestando su total disponibilidad a la llamada divina.

Que ella nos ayude para que sepamos pronunciar cada día el fiat, hágase, que ella nos enseñó para que podamos reflejar en nuestra vida el rostro de Cristo que facilite a los otros su encuentro con Él.


Buenanueva

benedicto XVI

bn

Luz para el mundo

"De María aprendemos el gusto y DISPOSICIÓN PARA AYUDAR, pero también aprendemos la HUMILDAD y GENEROSIDAD para aceptar la voluntad de Dios, en la confiada convicción de que lo que sea que Él diga como respuesta será lo mejor para nosotros".

"En su vida terrenal, ella fue la Mujer que ESCUCHÓ, la Virgen cuyo corazón se abrió a Dios y a los demás. Los fieles comprendieron esto desde los primeros siglos del Cristianismo, y por eso acudieron a ella en todas sus necesidades y problemas, implorando su ayuda e intercesión ante Dios".

María nos enseña a REZAR así: "No para buscar afirmar nuestra propia voluntad y nuestros propios deseos ante Dios, sino para permitirle que decida aquello que Él quiera hacer".

"María brilla en la tierra como signo de segura ESPERANZA y CONSOLACIÓN para el pueblo de Dios que está en camino".


"Existe hoy en día quien vive como si no tuviese que morir jamás o como si todo tuviese que terminar con la muerte; algunos se comportan considerando que el hombre sea el único artífice del propio destino, como si Dios no existiese, alcanzando alguna vez incluso a negar que exista un espacio para Él en nuestro mundo".

bn benedicto XVI

"Contemplando a María en la gloria celeste, comprendemos que también para nosotros la tierra no es la patria definitiva y que si vivimos constantemente dirigidos a los BIENES ETERNOS, un día compartiremos su misma gloria".

"Sólo la apertura al misterio de Dios, que es Amor, puede colmar la sed de verdad y de felicidad de nuestro corazón; sólo la perspectiva de la eternidad puede dar valor auténtico a los eventos históricos y sobre todo al misterio de la fragilidad humana, del sufrimiento y de la muerte".

"Cuando se ignora el plan divino del Creador, se pierde la verdad de la naturaleza humana (...) la democracia sólo tiene éxito cuando se basa en la verdad y en una comprensión correcta de la persona humana.


bn iglesia viva

Que todos

Estamos en 1943, en Trento, una ciudad del norte de Italia. La segunda guerra mundial hace estragos: destrucción, escombros, muertos...

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engo a conocer, por distintos motivos, a jóvenes de mi edad. Los bombardeos se suceden y con ellos desaparecen aquellas cosas o personas que formaban el ideal de nuestros jóvenes corazones. Una de nosotras se preparaba para el matrimonio, pero el novio no volvió de frente. Mi ideal era el estudio, pero la guerra me impide ir a la universidad. Otra estaba encariñada con su casa, pero fue destruida... la lección que Dios nos ofrecía con las circunstancias estaba clara... todo es vanidad de vanidades. Todo pasa.

V

Fundadora de Focolares

Chiara Lubich

amar a Dios

Simultáneamente nace en mi corazón una pregunta: ¿existirá un ideal que ninguna bomba pueda destruir, al cual darnos totalmente? Si, existe. Es Dios. Decidimos hacer de Dios el ideal de nuestra vida; Dios, que en medio de la guerra fruto del odio, se nos manifiesta como lo que es: Amor, Padre.


es hacer su voluntad

Pero, ¿cómo poner en práctica tal ideal? Encontramos la respuesta en la vida de Jesús:

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?..

Él ha amado al Padre haciendo su voluntad. Comprendimos: amar a Dios es hacer su voluntad.

Es la culminación de sus dolores, es su pasión interior, es su noche más negra. Es el drama de un Dios que grita: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.

Corremos deprisa a los refugios cada vez que suena la alarma, y no podemos llevar nada con nosotras excepto un pequeño libro: el Evangelio. Lo abrimos y sus palabras nos parecen novísimas, y nos sentimos impulsadas a vivirlas. El Evangelio nos revela un mandamiento que Jesús llama “mío” y “nuevo”, por la tanto especial: “que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn. 15,12-13). Nos miramos a la cara e impulsadas por una gracia especial, nos declaramos recíprocamente: “yo estoy dispuesta a dar la vida por ti”, “yo por ti”, “yo por ti”: Todas, por cada una. Es un pacto fuerte, comprometido. El amor recíproco hace de todos un solo corazón y una sola alma, crea la unidad. Así sucedió a nuestro alrededor. Pasados algunos meses, cerca de 500 personas, hombres y mujeres de todas las edades, de todas las extracciones sociales, quieren compartir nuestro ideal y , después, a lo largo de los años, este nuevo camino ha interesado a mucha gente en todo el mundo, involucrando a millones de personas en 182 naciones.

Infinito misterio, dolor abismal que Jesús experimentó como hombre y que da la medida de su amor por los hombres, pues quiso cargar con la separación que los tenía alejados de su Padre, colmándola. Nuestra experiencia es que cualquier dolor del hombre se resume en ese dolor particular de Jesús. ¿No es similar a Él el angustiado, el odiado, el árido, el desilusionado, el fracasado, el débil...? ¿No es imagen suya cualquier división dolorosa entre hermanos, entre iglesias, entre porciones de humanidad con ideologías opuestas? ¿No es figura de Jesús, que pierde, por así decirlo, el sentido de Dios, que se hace pecado por nosotros, el mundo ateizante, el mundo laicista y el mundo caído en toda aberración? Amando a Jesús abandonado, el cristiano encuentra el motivo y la fuerza para no huir de estos males, de estas divisiones, sino para aceptarlas por Él y consumarlas aportando así su propio remedio personal; he aquí, pues, Jesús abandonado, llave de la unidad, secreto de cualquier renovación.

iglesia viva

sean uno, Padre

bn


Escuela de Buenanueva

escuela de bendición

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A Marian La Casa del Padre “Dejó mi amor la orilla, y en la corriente canta. No volvió a la ribera, que su amor era el agua”.

El autor de estos versos fue un joven con magníficas perspectivas de trabajo y status social. Se le diagnosticó una grave enfermedad que acabó en muy poco tiempo con su vida. Cuando ya su dolencia le impedía hablar, escribió esta sencilla pero profunda poesía, en la que mostraba su entusiasmo –no sólo aceptación- por lanzarse a las aguas cristalinas que le conducirían a la Casa del Padre. No tenía añoranza de lo que dejaba, no se aferraba a la orilla de todo lo poseído, porque sabía que su amor, que su sed de Dios, iba a colmarse muy pronto de manera plena. Era lo que el Señor quería para él y se sentía feliz.

Que pasó al Padre el día 27 de septiembre de 2006

¡Qué veloces los últimos pasos¡ adelantando a los que nos asimos al suelo lucha y fragor denostado azucena de azabache en el nácar rota rebeldía en la piel de ceniza ¡Cómo has rebajado los albedríos para poner tu fuego a los pies del Señor! ¡Cómo te has ido urdiendo de perdón! después de embates y tormentas, de fugas, escarnios, heridas, estruendos... ¡Que veloces los últimos pasos! aún queda tu oración en la patena tu sonora sonrisa en el púlpito tu palabra decidida y descarnada en la antesala de la espera, flotando ¡Cómo has descendido por el lodo esculpido de sufrimiento¡ y en estos últimos tiempos has declinado el desafío y trepando por el madero te has aferrado a Jesús y en tres zancadas te ha subido a la eterna casa del Padre ¡Qué veloces los últimos pasos! Jorge Luis Santana

Necesitamos de tu generosidad. Sin ella no podríamos hacer 66


bendición Fe y razón “Paseaba un día el gran sabio Newton con uno de sus amigos, cuando éste le pidió una prueba de la existencia de Dios. Newton levantó inmediatamente las manos al cielo y exclamó:“¡Mírala!”

Un hondo penar, una congoja en mí se detiene. Se me ha clavado, se me ha fijado… honda, aristada, arponada… imposible de quitar. La fuerte sacudida por desclavarla, por, al fin, librarme de ella, una herida aún más profunda me ha dejado en consecuencia. ¡Oh Dios me falta tu ciencia! Escucha, Señor: Arponero, pescador, carpintero, fabricador, todo ello de hombres y corazones: este cuchillo que me abre, que me desgarra y me destruye ¿no podrá ir a parar -escúchame, Señora tu rincón de arponero, a tu mesa de carpintero, de tu amor al mismo mar? César Allende

El misterio de la oración Un joven universitario se sentó en el tren frente a un señor mayor, que devotamente pasaba las cuentas del rosario. El muchacho, con la arrogancia de la juventud y la pedantería de la ignorancia, le dijo: - “Parece mentira que todavía crea usted en esas antiguallas...” - “Así es. ¿Tú no?”, le respondió el anciano. -“¡¿Yo?! –dijo el estudiante lanzando una ruidosa carcajada–. Créame: tire ese rosario por la ventanilla y entérese de lo que dice la ciencia”. - “¿La ciencia? –preguntó el anciano con sorpresa–. No lo entiendo así. ¿Tal vez tú podrías explicármelo?”. - “Deme su dirección –replicó el muchacho, haciéndose el interesante y en tono protector– que le puedo mandar algunos libros que le podrán ilustrar”. El anciano sacó de su cartera una tarjeta de visita y se la alargó al estudiante, que leyó asombrado: "Louis Pasteur. Instituto de Investigaciones Científicas de París". El pobre estudiante se sonrojó y no sabía dónde meterse. Se había ofrecido a instruir en la ciencia al que, descubriendo la vacuna antirrábica, había prestado, precisamente con su ciencia, uno de los mayores servicios a la humanidad. Pasteur, el gran científico que tanto bien hizo a los hombres, no ocultó nunca su fe ni su devoción a la Virgen.

escuela de bendición

bn


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