Revista para la nueva Evangelización • Precio 3 € • May-Jun 2009 • nº 16
Vivir en soledad • La historia que pasa ¿Qué hacemos con papá? • Yo soy la Resurrección Bienaventurados los felices • De la pasión al hastío No me gusta como soy
[Director] Jorge L. Santana Dumas [Subdirector] Jesús Esteban Barranco [Jefe de redacción] Raquel Fernández de Bobadilla [Consejo de redacción] Luciano García Matas Juan José Guerrero Victoria Serrano Blanes M.ª Pilar Moíño Carrillo César Allende García [Administración] Josué Santana Neira [Web] Israel Castro Llorente [Gestión] Francisco Esteve Jesús Castro Cortés Ricardo Garcés Fernando Cerezo [Publicidad] Enrique Iglesias [Ilustraciones] Rodrigo [Edita] Asociación Bendita María Avda. Pablo VI, 9 - L. 12 Pozuelo de Alarcón Tel.: 91 759 79 68 [Maquetación] Dayenu Grupo de Comunicación S. L. [Imprime] Icono, S.A. [E-mail] info@revistabuenanueva.com [web] www.revistabuenanueva.com
HACIA ORIENTE 1 Por amor a Cristo
EDUCACIÓN PARA LA VIDA 70 No me gusta como soy
2 EL ARCA DE NOÉ
ESPADA DE DOS FILOS 75 Me sedujiste, Señor
CANTEMOS AL SEÑOR 6 Salmo 17 TESTIGOS DE LA VERDAD 10 Entrevista a Jano e Inma 17 Dios nos quiere para Él 18 Entrevista a Joaquín Sanz Gadea SI HOY ESCUCHÁIS SU VOZ 24 Bienaventurados los felices 30 Qué será de nosotros 34 Yo soy la Resurrección KERIGMA 38 La historia que pasa FAMILIA DE NAZARET 42 ¿Qué hacemos con papá? 48 De la pasión al hastío RAZÓN CREADORA 54 Darwin. Derribando mitos 56 Ciencia y pseudociencia 62 Matar por plazos 64 Manifiesto científico sobre el aborto 68 Las secuelas SOFISMAS 68 “El gran Pum”
[Depósito legal] M-26182-2006
ALDEA PLANETARIA 78 Vivir en soledad NUEVA ESTÉTICA 84 San Miguel Arcángel La batalla de la fe MOSAICO 88 ¿Por qué trabajas? 92 Compañero de viaje 96 Espíritu de amor FUERZA EN LA MIRADA 98 Jóvenes educan a jóvenes BENDITA MARÍA 104 Alégrate, Reina del Cielo ESCUELA DE BENDICIÓN 107 No sabes por donde ir RECOMENDAMOS 110 “Si escribiese tu nombre” ENTRETENIMIENTO 111 Varios 113 Fray Buenaventura
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h a c ia Ori en te bn n
Por amor a Cristo
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l tiempo nos somete, nos hace claudicar de las bondades arcanas; lo enaltecemos y lo sublimamos para intentar acotarlo, para abrigarlo bajo nuestro control. ¿Qué hay mejor que disponer de tiempo…? ¡Si yo tuviera tiempo…! —decimos a menudo—. Pero, tiempo, ¿para qué? ¿Para dedicarlo a nosotros, a lo que hemos ansiado siempre, a mirarnos a nosotros mismos mañana, tarde y noche? O tal vez a dedicarlo a seguir produciendo, porque creemos que la muerte está aún muy lejana... Pero el tiempo, el implacable, se nos escapa, se nos diluye entre los afanes y las fantasías, como regato de lluvia, como la bruma de la altivez. Y después de cualquier tiempo entregado a nuestras ansias, solo queda la frustración. No es el tiempo de Marta, es el de María sentaba a los pies de Jesús, solo para mirarle, solo para escucharle…, como si todo se hubiera detenido sin un menester. Fray Ubaldo, por amor a Cristo, lleva 40 años de clausura dedicado a rezar por el mundo, sin descanso, sin tiempo para él; se ha marchitado en una celda orando a Dios por los demás en anónima y callada mansedumbre. Sor Águeda, por amor a Cristo, lleva 40 años en un psiquiátrico regalando su tiempo, su total entrega a orates y perturbados que no tienen ni la capacidad de darse cuenta ni de agradecer su desinteresada donación. Ángel, por amor a Cristo, lleva casi 40 años en Kenia y Tanzania dedicando todo su tiempo a mostrar el amor de Dios a hombres, mujeres y niños que no lo conocen. Ha entregado todo su tiempo en llevar la esperanza donde solo hay sufrimiento. María Rosa, por amor a Cristo, va a hacer 40 años que pasa todas las noches con enfermos terminales, velándolos, atendiéndolos y curándolos, para que en su angustia y dolor puedan experimentar el amor de Dios. Roberto, por amor a Cristo, ha estado en su oficina durante 40 años, haciendo el trabajo que no quería nadie; día tras día, sin quejarse, sin maldecir, siendo la irrisión de sus compañeros. Todo por amor a Cristo. Tal vez es este el tiempo que perdura, el escatológico, el que muere a sí mismo y brota entre la sangre y el dolor con la esperanza de un cielo nuevo y una tierra nueva. “Ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de salvación” J orge L.Santana
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n a rc a d e N o é bn
Mejor no crear al hombre Al sexto día de la Creación, el Señor reunió a los ángeles en consejo y les expuso su propósito de hacer al hombre a su imagen y semejanza, un ser que reinara sobre los animales de la tierra y los pájaros del cielo. —No lo crees —dijo el ángel de la Verdad—, pues, sus mentiras empañarán tu santidad. —No lo crees —dijo el ángel de la Paz—, pues peleará con sus hermanos y anegará tu tierra en sangre. —No lo crees —opinó el ángel de la Justicia—, pues será duro y cruel con los débiles.
Pero el ángel del Amor y de la Misericordia se prosternó ante el Eterno, rogando así: —Crea al hombre a tu imagen, Padre Divino; yo le ayudaré cada vez que se aparte del camino recto y abriré su corazón cuando se endurezca en la lucha por la existencia. Es fácil que no busque la paz y que desdeñe la verdad y la justicia, pero yo le haré volver a ti, oh Señor. Yo acompañaré y protegeré al hijo de tu bondad y de tu inconmensurable amor. Y Dios, atendiendo la súplica del ángel de la Misericordia, creó al hombre, un ser débil, inclinado a pecar, pero a quien, desde el nacimiento hasta su último suspiro, protege y acompaña el ángel del Amor.
El árbol de los problemas Cuenta un “midrash” que en un pequeño pueblo, perdido allá por las frías estepas rusas, un granjero judío contrató a un carpintero, también judío, para que le ayudara en algunas reparaciones en su vieja granja. El carpintero finalizó su primer día de trabajo muy duro y estaba bastante cariacontenido porque su sierra se había mellado y además se le había roto una rueda de su viejo carromato. Mientras volvían a casa, invitó al granjero a conocer a su familia. Antes de entrar, nuestro carpintero se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol; tocó las puntas de las ramas con ambas manos y, al entrar en su casa, ocurrió una sorprendente transformación: su cara mostraba ahora una sonrisa alegre, abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa.
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Luego acompañó al patrón hasta el carro; cuando pasaron cerca del árbol, éste le preguntó acerca de lo que había hecho cuando entraron, tocando las ramas. —Ese es mi árbol de los problemas. Ya sé que no puedo evitarlos cada día; pero una cosa es cierta: los problemas no pertenecen a mi casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego y, luego a la mañana siguiente, los recojo otra vez. Lo más admirable y divertido es —dijo sonriendo— que, cuando voy a recogerlos por la mañana, veo que hay menos de los que había dejado la noche anterior.
Mi yugo es suave, mi carga ligera La ley natural que todos los hombres tenemos grabada en nuestro ser, nos dice que matar no es bueno, que nadie tiene derecho a quitar la vida a otro ser. La experiencia de muerte y el temor al sufrimiento, junto a la manipulación del lenguaje, modifican las ideas e incluso la propia conciencia y hacen a muchas mujeres decidirse por abortar. Las consecuencias psicológicas y anímicas que aparecen después del asesinato son desidia, angustia, intranquilidad, desasosiego y amargura. El grito agónico de ese inocente golpeará en sus oídos toda su vida. Pero ¿tendrán la capacidad de relacionar su sufrimiento con el aborto? Y aquellas que puedan hacerlo, ¿tendrán la posibilidad de asumir una culpa tan pesada? Y las que puedan, ¿cómo harán para sentirse amadas? ¿quién les dirá a esas mujeres que su descanso está en Dios? Necesitan la Gracia del Espíritu Santo para sentirse perdonadas y queridas por Dios. Porque el maligno, después de seducirlas a abortar, las convencerá de que Dios no puede amar al que actúa así. Es lo único a que está dedicado, a convencernos de que Dios no nos ama. Y si no vemos el amor de Dios, nuestra luz es oscuridad. Jesucristo, dejándose matar en la cruz y resucitando de la muerte, nos ha mostrado el amor del Padre. El que no perdonó ni a su propio hijo por nuestra salvación nos muestra el amor infinito que nos tiene. Ese mismo amor es el que tiene también por todas las mujeres que han abortado y que viven en la angustia. Descansad en Él y Él os aliviará, “porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
n t e st i g o s d e l a v e rd a d bn
La"otra" pregunta de Izaskun El 21 de marzo, se celebró el Día Mundial del Síndrome de Down. La fecha escogida se debe a que nos recuerda la triplicación del cromosoma 21, algo que, aunque no en todos los casos, sí es relativamente frecuente entre las personas con Síndrome de Down. Izaskun Buelta, la joven con síndrome de Down que interpeló al presidente de Gobierno José Luis Zapatero en el programa “Tengo una pregunta para usted” , sigue sin recibir la llamada que el Presidente le había prometido para trabajar con él en la Moncloa.
legislación nos habría privado, como lo ha hecho en 112.000 casos durante el año pasado, de la alegría que transmite Izaskun y de las alegrías que durante todos estos años habrá proporcionado a todos los que la rodean, comenzando por sus propios padres.
Lo que Izaskun no sabe es que el Gobierno del Sr. Zapatero y todos los que promueven la reforma de la Ley del Aborto, todos los que ponen plazos y fechas para otorgar a un ser humano esta condición, todos los que consideran que sólo deben nacer los niños que en cada momento la sociedad considere que pueden ser "niños sanos", todos estos, piensan que Izaskun no debería haber nacido.
Bibiana Aído, Bernat Soria y el Presidente Zapatero, ¿pueden mirar a los ojos de Izaskun y decirle que personas como ella no merecen nacer? Da igual que estos políticos afirmen luchar por sus derechos en vida, porque su objetivo real es que no lleguen a nacer.
Vivimos en una sociedad en la que, por un lado, se lucha por el cumplimiento de la cuota de reserva de puestos de trabajo para personas con diversos tipos de discapacidad mientras justifica, por otra parte, que estas discapacidades son motivo más que suficiente para impedir que estas personas lleguen a nacer. Izaskun Buelta fue creada así, se desarrolló en el seno de su madre así y nació así. Si su madre hubiera optado por interrumpir su embarazo y optado por volver a quedarse embarazada, habría dado a luz a otra persona, posiblemente sin Síndrome de Down o también con él. No lo sabemos. Pero de lo que sí podemos estar seguros es que no sería Izaskun. Sería otra persona distinta y nuestra
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El 21 de marzo se celebra el Día Mundial del Síndrome de Down, ¿quien es capaz de mirar a los ojos a estas personas y decirles que no deberían haber nacido? Izaskun y otras personas que, como ella, tratarán hoy de sensibilizar a la sociedad sobre la problemática asociada a sus circunstancias son la mejor prueba de que sus vidas sí merecen ser vividas y que, los demás no tenemos ningún derecho a privarles del mayor don que una persona puede recibir y que no es otro más que el derecho a vivir. Señor Zapatero, creo que Izaskun tiene “otra” pregunta para Ud. Carmen Panizo Izaguirre Presidenta de la Asociación No Más Abor to informacion@porlavida.org
te s tigo s d e l a ve rdad bn n
¡Casi me muero! Anoche mi madre y yo estábamos sentadas en la sala hablando de las cosas de la vida y, casi sin darnos cuenta, al hilo de esas noticias de personas en estado terminal o de coma, salió a relucir el tema de la vida y la muerte, de vivir de esta manera y morir de aquella otra… —Mamá, —le dije con voz baja pero resuelta—, nunca me dejes vivir en estado vegetativo, teniendo que depender de máquinas y líquidos de una botella. Si me ves en ese estado, desenchufa todos los artefactos que me mantienen viva. Para vivir así, ¡prefiero morir! Y me salió un suspiro de alivio, como si me hubieran quitado de la espalda un saco de cien quilos. Entonces, mi madre se levantó con una cara de admiración que no sabría describiros y comenzó su “operación desenchufe”: empezó por desenchufarme el televisor, el DVD y el cable de Canal Plus; siguió con mi
PC, Internet, el MP-4; con el cable de la cámara digital, la Play Station, la consola Wii , el teléfono fijo; por fin me quitó el móvil, la web-cam, el iPod y ¡hasta el tamagochi!, que ya es decir. Finalmente, para rematar lo de desconectarme de todos los líquidos, me tiró todas las cervezas y coca-colas. ¡La madre que la parió! ¡Casi me muero!
El mejor ginecólogo Una mujer, muy asustada, llegó con un niño pequeño en brazos al consultorio de su ginecólogo. —Doctor, ayúdeme, por favor. Mi hijo aún no tiene un año y ya estoy otra vez embarazada. No quiero tener hijos con tan poca diferencia de tiempo. —Está bien, ¿qué quiere usted que yo haga? —Deseo interrumpir este embarazo y me gustaría contar con su ayuda. El médico se quedó pensando un poco y, después de unos momentos en silencio, le dijo a la mujer: —Creo que tengo un método mejor para solucionar el problema; además, lo que le propongo es mucho menos peligroso para usted. Mire, señora, para no tener que estar con dos bebés a la vez en tan corto espacio de tiempo, vamos a matar
al niño que lleva en brazos. Así Usted podrá descansar tranquilamente para tener el otro hasta que nazca. Si vamos a matar a alguno, no hay diferencia entre los dos. Y como es más fácil sacrificar éste que usted tiene entre sus brazos, pues… —¡No, doctor! ¡Qué horror! ¡Matar a este niño sería un crimen! —Efectivamente, señora. Yo también pienso lo mismo; pero como me pareció que Usted estaba tan convencida, por un momento pensé en ayudarla. Usted, lector o lectora, ya sabe cómo acabó la consulta: ya no fue difícil convencer a la madre de que no había la menor diferencia entre matar un niño ya nacido y matar a uno que está por nacer, y que está vivo en el seno materno.
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n c a nt e m o s a l S eñ o r bn
“Me libró porque me amaba” Manuel O’Dogherty Caramé Analista de Sistemas
Me acosaban el día funesto, pero el Señor fue mi apoyo: me sacó a un lugar espacioso, me libró porque me amaba. El Señor retribuyó mi justicia, retribuyó la pureza de mis manos, porque seguí los caminos del Señor y no me rebelé contra mi Dios; porque tuve presentes sus mandamientos y no me aparté de sus preceptos;
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le fui enteramente fiel, guardándome de toda culpa; el Señor retribuyó mi justicia, la pureza de mis manos en su presencia.
Con el fiel, tú eres fiel; con el íntegro, tú eres íntegro; con el sincero, tú eres sincero; con el astuto, tú eres sagaz. Tú salvas al pueblo afligido y humillas los ojos soberbios. Señor, tú eres mi lámpara; Dios mío, tú alumbras mis tinieblas. Fiado en ti, me meto en la refriega; fiado en mi Dios, asalto la muralla. 6
c a nte mos a l S eñ o r bn n En este fragmento del Salmo 17 el salmista está exultante porque ha experimentado las maravillas que Dios ha hecho en su vida, aunque no es esto lo más corriente en la vida del hombre. Es más, el transcurso de la vida nos trae todo tipo de situaciones y de acontecimientos. Algunos los aceptamos fácilmente porque no nos ocasionan problemas, o nos resultan placenteros, o coinciden con nuestra manera de entender la vida, o con nuestros proyectos. En cambio, otros hacen que nos rebelemos desde lo más profundo de nuestro ser porque no los entendemos. Nos parecen injustos, o humillantes, o nos hacen sufrir, y hacen que nuestra vida entre en una especie de compás de espera y nuestro espíritu se aletargue esperando que vengan tiempos mejores.
Siempre esperamos que Dios se revele de forma que nuestra razón lo apruebe y que haga las cosas como las haríamos nosotros. Pero quien ha conocido a Dios sabe que no es así: “Hijo mío, si te llegas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba” (Si 2,1).
TODO ES GRACIA SUYA; CON ELLA SE PUEDE SOSTENER EL BUEN COMBATE DE LA FE, PORQUE LA FUERZA DE DIOS SE REALIZA EN LA DEBILIDAD DEL HOMBRE
¿Es esto verdad?, ¿es cierto que la vida es un continuo aguantar chaparrones intentando poner buena cara?; si es así, ¿hasta dónde hay que aguantar?, ¿qué hacer cuando ya no se puede poner buena cara?
tengo siempre presente al Señor Hay dos respuestas posibles: una desde el mundo y otra desde Jesucristo. La primera siempre ha pasado por intentar acabar con la injusticia por medio de la violencia. El cristiano, sin embargo, puede enfrentarse a la vida sin temor porque ha asociado su vida a la de Jesucristo, recibida en el bautismo. Con lo cual, experimenta cada día que “en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman” (Rm 8, 28). Sabe que Dios es su padre, que es el artífice de su vida y que cuida de él. Por eso no se rebela ante su historia: no porque sea un estoico o intente que el sufrimiento le afecte lo menos posible, sino porque sabe que Dios es amor y que en cada acontecimiento de su vida está Él irradiando vida e inmortalidad. En el número 13 de Buenanueva apareció el comentario de este mismo autor a la primera parte de este salmo.
n c a nt e m o s a l S eñ o r bn
Cabría pensar aquí que Dios intenta ponernos las cosas difíciles en este mundo, como si de alguna manera se complaciera en nuestra impotencia para cumplir sus mandatos y fuera como un cazador que va siempre con la escopeta cargada buscando presas que abatir. Es tanta la gente que ha abandonado la fe escandalizada por el sufrimiento y por la injusticia; ¿cómo es posible que Dios sea bueno y haya tanto mal en el mundo?; si Dios existiera y fuera tan bueno como dicen, ¿no serían las cosas de otra manera? Ya nos recuerda la Escritura que “todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el cielo: ... Su tiempo el llorar, y su tiempo el reír; su tiempo el lamentarse, y su tiempo el danzar. ... Él ha hecho todas las cosas apropiadas a su tiempo.” (Qo 3,1-4; 11a). Dios no es un cazador; es un jardinero que está haciendo un jardín bellísimo, una verdadera obra de arte y, para ello, unos días hay que regar, abonar y cuidar con esmero las plantas y, otros, hay que levantar la tierra hasta las raíces o podar alguna rama seca. El cristiano bendice a Dios cuando es regado y abonado, pero también lo hace cuando es podado, aunque le duela, porque se siente querido por Él en todo momento: “Bendeciré al Señor en todo tiempo, sin cesar en mi boca su alabanza” (Sal 33,1).
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EL CRISTIANO SABE QUE DIOS ES SU PADRE, EL ARTÍFICE DE SU VIDA Y QUE CUIDA DE ÉL; POR ESO NO SE REBELA ANTE SU HISTORIA EN MEDIO DE LAS TORMENTAS QUE HE VIVIDO SIEMPRE HA APARECIDO JESÚS DICIÉNDOME: “¡ÁNIMO!, QUE SOY YO; NO TEMAS”
ca nt e m o s a l S e ño r
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DIOS ES UN JARDINERO QUE ESTÁ HACIENDO UN JARDÍN BELLÍSIMO; POR ESO EL CRISTIANO BENDICE A DIOS CUANDO ES REGADO Y ABONADO, PERO TAMBIÉN CUANDO ES PODADO
todo lo puedo en Aquel que me conforta Personalmente nunca me he sentido más querido por Dios que en los tiempos en que la vida me ha deparado sufrimientos y me he visto impotente para solucionar los problemas, pensando que no podría superar esas situaciones. En estos momentos no me ha quedado más remedio que volverme a Él y gritarle como el ciego de Jericó: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!” (Lc 18,38), y en medio de las tormentas que he vivido, angustiado porque mi vida no me gustaba, por la enfermedad de mi hijo, en la oscuridad total por mi falta de fe, etc., siempre ha aparecido Jesús diciéndome: “¡Ánimo!, que soy yo; no temas” (ver Mt 14,27). Cada vez que la vida me ha hecho frente y me ha hecho sufrir ha sido una gracia, un regalo de Dios, porque de cada prueba mi fe ha salido fortalecida. Donde yo creía que me iba a morir, que no lo iba a poder soportar, apareció Jesucristo, vencedor de la muerte y Señor de la historia, enseñándome con infinita ternura y paciencia que Él es la vida y mostrándome cómo llegar hasta Él; “me libró porque me amaba”. No puedo decir como el salmista que “le fui enteramente fiel, guardándome de toda culpa”, porque sigo sometido a muchas debilidades. Mis pecados me arrastran
muchas más veces de las que me gustaría, pero incluso de ellos se vale Dios para sacar algo bueno, porque “Él humilla los ojos soberbios” y se inclina hacia el humilde. No es que esté bien pecar, pero sí que los pecados nos ayudan a conocernos a nosotros mismos y, una vez habiendo experimentado la debilidad, podemos volvernos a Dios para que “alumbre nuestras tinieblas” con la luz esplendente del perdón y la misericordia. Me consuelan especialmente las palabras de San Agustín en el pregón pascual: “¡Oh, feliz culpa!, que mereció tan grande Redentor”; si no hubiera cometido pecados, no sabría cómo me ama Dios y cómo me perdona; todo se habría quedado en pura teoría. Por el contrario, el perdón regenera mi vida y me da la capacidad de hacer cosas que antes me resultaban imposibles. Comprendo, pues, las palabras del salmo: “Fiado en ti, me meto en la refriega; fiado en mi Dios, asalto la muralla”, porque todo es gracia suya; con ella se puede sostener el buen combate de la fe aunque nos falten las fuerzas porque la fuerza de Dios se realiza en la debilidad del hombre, como dice San Pablo: “llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros” (2Co 4,7).
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n t e st i g o s d e l a v e rd a d bn
“El Señor
ha sido grande con nosotros y estamos alegres” Victoria Serrano Blanes
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uando Alejandro e Inma descubrieron la presencia amorosa de Dios, su vida adquirió un nuevo sentido. Como sabían que el encuentro y acogida de este Amor es la única garantía para la felicidad, así se lo han querido transmitir a sus siete hijos. Apoyados en la sabiduría de la Iglesia y en una vivencia plena de familia como principal escuela de fe viva, han sorteado —con perseverancia y no poca dificultad— los obstáculos presentes en la sociedad para hacer llegar el mensaje evangélico. Al igual que tantos otros, estos padres han luchado a brazo partido por salvaguardar el legado de la fe, aun a riesgo de enfrentarse con sus propios hijos. Hoy, tanto unos como otros reconocen que la constancia y el testimonio son vitales, pero el mérito es de Dios. De nuevo el Señor se excede en misericordia y generosidad: todos forman parte activa de su Iglesia y en especial Ester, Raquel, Berta, Inma y Elena, cinco de sus seis hijas, que se han ido marchando a un monasterio para hacerse monjas de clausura. 10
t e st i g o s d e l a v e rd a d ¿Qué es la fe? Alejandro: Para mí en este momento la fe es un camino. Desde que comenzamos a vivirla en la Iglesia, con una fe aprendida y algo infantil, hasta ahora, es un proceso que Dios te va marcando. Es un fiarte de Él en cada momento. Cuando nuestro hijo a los 10 años enfermó de cáncer, Dios nos dio la fe para no desesperarnos. También frente a la posibilidad de que una quinta hija ingrese en el monasterio de clausura, Dios nos regala al matrimonio la fe para aceptarlo con alegría y saber que ésa es su voluntad. Desde luego no es algo constante ni que se posea para siempre, sino pura gracia de Dios. Inma: Es un misterio, como todo don de Dios. La fe es para el hoy, para vivir el presente, pues se va formando con pequeñas experiencias que te certifican que te puedes fiar de Él todos los días, tanto en las pequeñas cosas como en las grandes, porque nunca defrauda. El ver cómo Dios da la cara por ti, hace que te fíes más, pues te avala la experiencia anterior. Es verdad que con la fe se puede caminar por encima de las aguas, yo lo he visto palpable con la enfermedad de nuestro hijo. Pero es que ahora igual. Humanamente que en cinco meses se te vayan cinco hijas para hacerse monjas de clausura es algo que se te escapa, pero la fe te hace vivirlo con mucha alegría.
¿Qué lugar ocupa en vuestra vida? Inma: Dentro de nuestra debilidad y de nuestros pecados, la fe hoy día para nosotros es lo primero, el eje fundamental. Mañana no lo sé, pero ahora mismo no tendría sentido nada de nuestra vida sin la fe. Yo cada día descubro más mis limitaciones y, si Dios no fuera el sostén, ¡qué sería de nosotros! Y más desde que nuestras hijas están en el convento, porque se nos abre
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una ventana que la teníamos cerrada por completo. Para mí escuchar a mi hija de 19 años, que la conozco tanto, decirme que está enamorada de Jesucristo, de cómo Él la enamora, de los detalles que tiene como persona, como si me hablara de su novio, es una delicia. Alejandro: Ahora mismo todo está centrado en nuestro encuentro con Jesucristo, en vivir la fe en todos los sentidos. Pero al escuchar a nuestras hijas hablar así, te hace plantear si de verdad yo tengo fe. Sí, yo creo en Dios, pero creer realmente en Él como en el Esposo, es otra cosa.
sembrar con la propia vida Desde luego vuestro testimonio es un claro ejemplo de éxito rotundo en la transmisión de la fe, ¿qué debemos entender por ello? Alejandro: No es fácil transmitir la fe. La Iglesia nos ha ayudado mucho en este sentido. Les hemos podido dar a conocer la Historia de la Salvación, a querer a la Iglesia; les hemos contado cómo ha sido nuestro propio encuentro con el Señor, pero tienen que tener ellos su propia experiencia de fe. Cuando los hijos comienzan a tener su propia fe, la fe de los padres les corrobora. Pero nuestra vida tiene que estar en sintonía con lo que les decimos: por ejemplo, si ha venido el sufrimiento y nos han visto rezar, pedir perdón y reconciliarnos si hemos discutido etc. Desde luego hemos de ponerlos en el marco adecuado para que se encuentren con Jesucristo, pero es un don que no depende de nosotros.
LA FE ES UN CAMINO, NO ES ALGO CONSTANTE, SINO PURA GRACIA DE DIOS 11
n t e st i g o s d e l a v e rd a d bn Inma: Ahora que mis hijas se han hecho mayores nos dan las gracias por haberles obligado a estar en la Iglesia, por haber rezado unidos. Pero el transmitir la fe es duro porque te enfrentas a los hijos. “Sois unos exagerados, no entiendo por qué no me dejáis esto o aquello”, te dicen continuamente. Pero la Iglesia nos ha enseñado a ser personas, a educar a los hijos, y así se lo hemos querido transmitir a ellos.
Partiendo, pues, de la base de que la fe es un don y de que somos libres para aceptarla o rechazarla, son muchos los hijos que abandonan los valores cristianos: ¿cómo podemos hacer frente a esta secularización? Inma: Para mí es fundamental el perseverar y no claudicar en la transmisión de la fe. Que los jóvenes vean lo importante que es para los padres tener a Dios en sus vidas y, puesto que no cedemos en las cuestiones del colegio, tampoco se negocia en el tema de la fe. Estamos quitando a los chavales la capacidad de sufrir y tanto los padres, como los profesores hemos perdido nuestro puesto por un falso coleguismo. Pero la obediencia existe y es necesaria. Jesús fue
el primero que, como dice la Escritura, “aprendió sufriendo a obedecer”. -Alejandro: Nosotros lo hemos vivido en la radicalidad. Mis hijas son monjas pero no son unas ñoñas. Se han metido en el mundo con todos sus peligros; han sufrido, han estado a punto de perderse —unas más que otras—, pero sabían que no contaban con la aprobación de sus padres.
Como decía Pablo VI, el mundo necesita más testigos que maestros… Inma: Sí, así es. Nuestras hijas nos dicen ahora que no hubieran podido dar este paso, si no hubieran visto cómo sus padres han confiado en Dios en acontecimientos concretos, como el tener más hijos cuando me jugaba la vida, el estar en el paro y salir adelante o el cáncer de su hermano con 10 años. Este hecho les ha marcado mucho a todas; no sólo porque se haya curado, sino porque Dios nos dio la gracia de no hundirnos. Alejandro: Dicen que cuando se casan los hijos es cuando se dan cuenta de cuánto bien han hecho los padres por ellos. Pues eso mismo me está pasando a mí a nivel de fe ¡y yo creía que no lo iba a vivir!
N U ESTR A VI DA T I EN E QU E E STAR E N SI NTONÍA CON LO Q UE LES DECI MOS A LOS H I JOS: R E Z A R, P E D I R P E R D Ó N , R ECONCI LIAR NOS ETC.
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te sti go s de l a ve rda d bn n
“prendado está el rey de tu belleza” ¿Cómo ha ido concretándose en cada una la llamada a la vida consagrada? Alejandro: La entrada de una no tiene nada que ver con la de la anterior. La toma de hábitos de la primera desencadenó en cada una de las demás por separado que se confirmara su vocación. Es decir, empiezan a poner nombre a un sentimiento que les desconcertaba, pero que ya poseían desde hacía tiempo. Les hace pensar que aquello que les pasaba y que les hacía sentirse tan raras es la vocación. Pero oyes a cada una de ellas y ha sido una experiencia diferente. Inma: Además, cada vez que una entraba, las otras se obligaban en su interior a retirarse, a detener su vocación porque pensaban que no les podían hacer esto a los padres. Pero claro, el sentimiento cada vez era más fuerte. Esta última que ha entrado es la que más le ha costado porque sabía que podía ser motivo de persecución hacia los padres, al convento… Al contrario de lo que puede parecer, el que entrara una, era una dificultad añadida para la siguiente.
¿Qué pensáis de esta vocación? Alejandro: Han ido entrando según era el tiempo favorable para cada una y nosotros hemos visto que es una llamada verdadera. Luego serán monjas o no, pues tienen siete años hasta los votos solemnes para descubrirlo, pero en este período han estado con Dios, buscando hacer su voluntad. Han apostado por Cristo y eso nunca es perder el tiempo. Inma: Yo veo cumplido en ellas el poder amar a Dios con todo el corazón, con toda la mente y con todas las fuerzas, por encima de todo: de los padres, de los amigos, los estudios, el trabajo etc. Toda vocación es radical porque Dios lo pide todo, ya que también lo da todo.
ES UNA DELICIA ESCUCHAR A MI HIJA DE 19 AÑOS DECIRME CÓMO JESUCRISTO LA ENAMORA, COMO SI ME HABLARA DE SU NOVIO
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“por eso te aman las doncellas” Esta fe transmitida y viva en ellas Pero me imagino que éste no era el ahora, especialmente con su voca- proyecto de vida de familia que os ción, ¿cómo la estáis viviendo? habríais planteado en un principio, pues se escapa a todo razonamiento Inma: Cuando oyes a tu hija hablar de humano. Jesucristo como el que la está enamorando, de cómo tiene detalles de amor con ella, de lo maravilloso que es que Jesús le pida ser con ella una sola carne, se te ponen los pelos de punta. No es que lo haya leído en los libros de los santos, es que me lo cuenta mi hija y la conozco bien. Con lo cual piensas: “Dios mío, realmente estás vivo, yo también quiero tener esa intimidad contigo”. Yo lo digo medio en broma, pero es la realidad, tenemos un yerno muy especial y si Jesucristo para enamorar a mis hijas tiene detalles de amor con ellas, también los está teniendo con nosotros. Alejandro: Después de tantos años en la Iglesia, este acontecimiento nos permite frecuentar aún más los sacramentos: la misa diaria, la confesión etc. Pero no como una obligación o un cumplimiento, sino porque hemos visto que es verdad, que Cristo está vivo y resucitado.
LOS PADRES HEMOS DE PLANTAR Y REGAR LA SEMILLA, PERO LA LLAMADA Y LA VOCACIÓN ES DE DIOS
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Inma: No puedo expresar con palabras el profundo agradecimiento que tengo a Dios por la elección que ha hecho con mis hijas, pues esto no es mérito propio ni resultado de la transmisión de la fe. Podríamos entenderlo así por una, a lo sumo dos; pero con cinco hijas es una elección de Dios y se acabó. No tiene otra explicación; lo ha hecho porque lo ha querido así. Se las ha reservado para Él. La clausura es severa y como padres es duro estar aquí sólo con nuestra hija mayor y el pequeño, cuando hace poco éramos nueve personas en casa. El planteamiento de vida es muy diferente. Con seis hijas y un hijo piensas que en el futuro te llenarán de nietos. Creíamos que no íbamos a caber en casa, que habría que tirar los tabiques para poder comer juntos con los yernos y los nietos. Y ahora sabemos que ése no es el proyecto que Dios tiene para nosotros. Con la primera hija que se marchó al convento yo lloraba, pero el Señor está derramando su gracia y nos permite estar muy contentos, aunque se las eche de menos. Alejandro: Es verdad que Dios hace lo que quiere y cuando quiere. Nosotros no lo hemos hecho mejor que otros padres para tener cinco hijas religiosas. Al revés, seguro que peor que muchos otros que sus hijos se están saliendo de la Iglesia. Los padres hemos de plantar y regar la semilla, pero la llamada y la vocación es de Dios. Yo nunca hubiera imaginado esto. Mi mujer siempre preocupada por el espacio y ahora nos sobra casa. Pensábamos hacer un salón enorme… ¡Vanidad de vanidades!
te s tigo s d e l a ve rdad bn n ¿Cómo ha reaccionado la gente de vuestro alrededor cuando se han ido marchando al convento consecutivamente las hijas en un plazo de dos años? Alejandro: Nos hemos encontrado con dos posiciones. Como a todo lo que no entendemos le ponemos etiquetas; por un lado, están los que se burlan y hacen chascarrillos, pero por otro también hemos visto una Iglesia muy universal que se sorprende y alegra con nosotros. Inma: La gente toma posición y a veces en vez de la bendición sale la persecución. A mí me ha pasado con la entrada de mis hijas al convento igual que cuando me quedaba embarazada; me encontraba con la burla de los vecinos, la crítica de los familiares, etc. Comprendo que al ser tan extraño y salirse tanto de los esquemas, cueste entenderlo.
¡qué hermosa eres, virgen de Cristo! También llama la atención que todas hayan escogido el carisma de las Hermanas Clarisas y que estén en el mismo convento. Inma: Dicen que en la historia de la Iglesia son pocos los casos en los que haya habido cinco hermanas monjas de clausura en un mismo convento. Pero ése es el carisma concreto que han elegido ellas para vivir su vocación de entrega al amor a Cristo: el de la clausura y la evangelización; es decir, vivir como pequeñas comunidades el carisma de la virginidad. Cada vez que vas a verlas, sales reconfortado. Vuelves con el corazón alegre por haber visto el amor de Jesucristo en ellas. El ver cómo se quieren, cómo existe la comunión plena entre las 128 que hay allá, su alegría, etc., te confirma plenamente que Jesús está vivo. Alejandro: Dios está haciendo una obra grande en la clausura y en concreto con este convento. Hay una gran lista de espera de chicas que han recibido la llamada por parte de Dios y desean hacer la experiencia, que significa comprobar la llamada dentro de ese carisma concreto.
n t e st i g o s d e l a v e rd a d bn
EL SEÑOR NOS HA CONCEDIDO LO QUE LE HEMOS PEDIDO SEGÚN HAN IDO NACIENDO: QUE CONOZCAN SU AMOR Y CREZCAN Y MUERAN EN SU IGLESIA
¿Pensáis que es un regalo de Dios para vosotros? ¿Es esto el ciento por uno? Alejandro: Si fuera el ciento por uno sería el pago por algo y éste es un misterio por pura gratuidad de Dios hacia nosotros. Es algo que nos sobrepasa por completo. Los padres hemos de plantar y regar, pero la llamada es de Dios. Inma: Yo me pregunto continuamente quién soy yo para que Él haya cogido a cinco de mis hijas para que sean suyas. Simplemente hemos vivido la fe dentro de la Iglesia, hemos tenido deseos de obedecerla, de que nuestros hijos la conozcan y quieran. Les hemos querido transmitir el amor a Dios y ahora es una delicia escucharlas. Recibimos más de lo que nosotros les hayamos podido dar. Estamos muy contentos, pues en definitiva el Señor nos ha concedido lo que le hemos pedido según han ido naciendo: que conozcan su amor y crezcan y mueran en su Iglesia.
te s tigo s d e l a ve rdad bn n
Dios nos quiere para Él Soy Fr. Jesús, franciscano, un joven estudiante de 22 años como cualquier otro. La única diferencia es que yo, en un determinado momento de mi vida, me paré, escuché y obedecí al Señor; ahora estoy en Murcia, aunque soy madrileño. Nací en una familia de padres cristianos, el cuarto de seis hermanos. Me he criado toda mi vida en la Iglesia, en las comunidades neocatecumenales, formadas por un grupo de gente de todas las edades, sexo y condición social o económica. Todos me llamaban Suso. Estoy en la vida religiosa después de dar muchas vueltas y disgustos a mis padres. Cuando vino el Papa Juan Pablo II a Madrid, yo sentí que el Señor me quería para él, pero hice oídos sordos durante un tiempo, entre otras cosas porque no sabía exactamente para qué me quería. Tenía 16 años y estaba en plena adolescencia, de la que quería disfrutar como creía lo hacían mis amigos. Después de ir y venir a menudo al seminario para ver cómo era eso y de hablar con un sacerdote de confianza, veía que no acababa de convencerme y, como tuve un tío franciscano, quise conocer a los frailes. Para ello fui a pasar un fin de semana con ellos en un convento de Ávila, para ver de cerca cómo vivían y qué hacían; pero, apenas entré en el convento, me vinieron unas ganas locas de acercarme más al Señor. Pasé esos días en oración y discernimiento, pero seguía sin renunciar a gozar de mi adolescencia, hasta que opté por quedarme con ellos, conocer más a fondo su carisma, y ofrecer
mi vida a Dios, pasando por encima de ese proyecto tan rastrero que tenía de la adolescencia como un tiempo para disfrutar alocadamente, como si vivir con Dios no fuera un goce mayor, que me llevó no solo a renunciar a ciertas vanidades y tonterías, sino a elegir algo mucho mejor. Ahora estoy en Murcia tratando de formarme más profundamente para ser, primero, un cristiano convencido y, luego, si Dios quiere, un franciscano entregado a Dios y a los demás. Nunca he sido buen estudiante y me cuestan los libros (como a tantos amigos míos), pero ya estoy cursando primero de teología y poco a poco lo voy sacando. Quiero animaros a todos los jóvenes que estéis leyendo estas líneas a plantearos también vosotros vuestra vocación: no se trata de ser monja, fraile o sacerdote. La vocación es mucho más que todo eso; el Señor nos quiere para Él, pero de muchas maneras. Tanto o más vale la vocación al matrimonio como la vocación religiosa; pero, por supuesto, siempre vivida desde el Señor y para el Señor. Suso, ofm
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n t e st i g o s d e l a v e rd a d bn
Victoria Serrano Blanes
Joaquín Sanz Gadea, Médico en el Congo ice San Pablo que la mayor de las virtudes es la caridad, porque sin ella aun el oro más fino se deslustra. La fe y la esperanza están huecas si no es el amor a Dios y al prójimo el que subyace en toda acción. Joaquín Sanz Gadea, ginecólogo y especialista en medicina tropical, bien sabe de ello. Con 31 años se marchó a uno de los países más convulsionados del África profunda, el Congo, con la certeza de que el amor consigue siempre más de lo que la medicina puede pronosticar.
“El bien D acaba
venciendo aunque
el mal haga
estragos” 18
te s tigo s d e l a ve rdad bn n Y así fue. Secuestrado, encarcelado, amenazado de muerte, Sanz Gadea, ha visto el rostro más descarnado del dolor y el sinsentido del odio fratricida; pero lejos de amedrentarse, durante casi cuarenta años les ha hecho frente con una admirable entrega y donación a los más olvidados del planeta. Consciente de que se puede curar a veces, aliviar a menudo y consolar siempre, su lucha a brazo partido por ejercer la medicina en un medio hostil por la falta de medios y los continuos enfrentamientos bélicos, ha sido reconocida con la concesión en 1998 del Premio Príncipe de Asturias a la Concordia, así como con la candidatura en once ocasiones al Nobel de la Paz. Pero sobre todo, su buen obrar permanece en el recuerdo agradecido de miles de congoleños que han sentido en este sencillo turolense el latido del corazón amoroso de Dios.
¿Cómo surgió la idea de marcharse al Congo con 31 años y recién casado? Cuando acabé mis estudios de Ginecología y especialista en Medicina Tropical, me iba a marchar a Estados Unidos porque me gustaba mucho la oftalmología y había un concurso para trabajar allí. Me presenté y pasé el primer examen, pero en la prensa leí que la Organización Mundial de la Salud (OMS) requería médicos para el Congo y también me presenté.
Siempre he tenido mucha simpatía por el Domund, iba con frecuencia a la iglesia, rezábamos con nuestra madre el Santo Rosario…Ya tenía dentro de mí esa inquietud por ayudar a los demás. Me eligieron y allí he estado desde 1961 hasta 1999 que me vine a España. Han sido años muy conflictivos de los que han nacido guerras posteriores que continúan todavía.
¿Con qué se topó cuando llegó? En los años sesenta estos países estaban naciendo, pues acababan de conseguir la independencia de las potencias europeas. Me encontré un país fantástico, pero con mucha gente que sufría. Decidí entregarme a ellos y así hice.
Usted ha escrito varios libros, como “Emena” y “Un médico en el Congo”, en los que detalla su impresionante trabajo en los primeros años allí. ¿Quién era Joaquín Sanz Gadea o, mejor dicho, Emena, como le llamaban allí? Era un laico misionero que hice un gran trabajo en tiempos muy difíciles para el Congo y para África entera. Emena era el apodo cariñoso con el que me llamaban por mi costumbre de correr para poder llegar a todos, diciendo continuamente: “et maintenant, maintenant” (ahora, ahora) y esa pronunciación “Men-nan, Men-nan” derivó en Emena, lo que yo acepté con orgullo.
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n t e st i g o s d e l a v e rd a d bn En su trabajo ha visto de cerca las terribles consecuencias del pecado del hombre… Así es. Son pueblos nuevos de gentes buenas, inocentes en su mayoría; pero la ambición y corrupción de los gobernantes conducen a los países a la deserción. Ante una situación de conflicto sale lo mejor entre los expectantes, es decir, entre los de fuera que vamos a ayudar, y sale lo peor entre ellos mismos: el odio entre las tribus. Esta situación de guerra civil ha existido durante muchos años y todavía existe actualmente. Ha sido testigo directo de matanzas, violaciones, torturas. ¿Sigue confiando en el género humano? Por supuesto. Hay que confiar siempre en la Humanidad, sin distinción de credos, y esperar que muchos vuelvan a la realidad. Los congoleños son un pueblo muy amable, con una gran lealtad, pero entre los de su misma etnia. Es complicado entenderlos; hay que ponerse en su lugar. He visto cómo estas personas son felices con poco, se han acostumbrado a ello: viven de la pesca del río, del cordero y la cabra. Es la vida en la que han nacido y en la que continúan, pero quieren llegar a ser como los europeos, tener medios, un coche, poder viajar… También existen enfrentamientos por el “coltan”, un mineral que se encuentra en el este del Congo, en el límite con Ruanda: como es indispensable para la fabricación de móviles, ordenadores y armas de alta precisión, los ruandeses entran en el Congo, se lo llevan y lo venden. Ahí esta el conflicto porque los congoleños no tienen esos pingües beneficios.
Joaquín Sanz firmando uno de sus libros
Decía San Agustín que en este mundo hay dos cosas necesarias: la salud y un buen amigo. Precisamente usted ha entregado su vida para lograr ambas. He tenido que trabajar con medios muy escasos para atender a miles de enfermos y heridos. Incluso a veces operar con las tijeras de cortar las uñas. Así que, cuando no hay medicinas, una caricia anima mucho en la vida y éste es un pueblo muy agradecido. Yo veía la realidad de una vida de sufrimiento y les ayudé todo lo que pude. Antes de intervenir hacía la prueba del grupo sanguíneo y, si era del mío, me sacaba sangre para dársela a los enfermos, llegué a hacer unas sesenta transfusiones. Si no lo era, yo mismo me iba a comprar la sangre de otras personas. Así he salvado a mucha gente. Para mí era una obligación salvar vidas y no le daba importancia.
ERA UN LAICO MISIONERO QUE HICE UN GRAN TRABAJO EN TIEMPOS MUY DIFÍCILES PARA EL CONGO Y PARA ÁFRICA ENTERA 20
te s tigo s d e l a ve rdad bn n Después de estar trece años en el Congo y tres en el Sahara, regresa a España y trabaja como ginecólogo para la Seguridad Social durante un tiempo, pero nuevamente decide volver al Congo. ¿Qué le lleva a dejar esa vida holgada y tranquila y volver al horror de la guerra y la pobreza más extrema? En el Congo me reclamaban tanto que volví allí. No es que lo buscara, pero es verdad que afronté una vida muy dura ayudando al prójimo, dejando la placidez de la ciudad de Europa. Cuando uno vive el gozo de salir de uno mismo y ayudar a los demás, es una satisfacción, aunque sólo la comprende el que lo hace, porque desde fuera cuesta entenderlo. Mi mujer me acompañó durante algunos años, pero regresó a España con mis dos hijos nacidos allí, por la situación de inseguridad que teníamos. Los otros hijos nacieron en España, pues yo venía con la familia por vacaciones y aprovechaba para aprovisionar toneladas de ayuda: medicamentos, material clínico, plasma, etc.
Ha trabajado en primera línea de fuego con religiosas que incluso han sido asesinadas. ¿Qué ha aprendido de su testimonio? Yo trabajaba en el hospital del lado izquierdo de Kisangani y las religiosas dominicas y franciscanas estaban allí. Trabajábamos juntos con gran cordialidad y respeto. Aparte de la labor humanitaria, las monjas hacían un gran servicio espiritual hacia los enfermos, los niños y la población civil en general. Ellos eran muy receptivos: acudían a Misa, rezaban el Rosario, etc. Cuando llegó la rebelión de los “simbas”, les dije que se marcharan a Kinshasa, un lugar más seguro pero no quisieron abandonar a su gente. Cuando volví al poco tiempo, no me permi-
tieron pasar. Fue en aquel momento cuando las asesinaron. De ellas he aprendido la gratitud y entrega desinteresada al prójimo; que siempre hay que hacer el bien, en cualquier circunstancia. Ellas no quisieron marcharse y arriesgaron su vida al máximo. A los tres días de ser asesinadas fui a su convento con un congoleño que me ayudó a pasar. Pude rescatar el Cristo que tenían en su iglesia y algunas cosas más. Cuando tuve ocasión de regresar a España se lo llevé a su convento de Navarra y la superiora decidió regalárselo a Franco como recuerdo de estas mártires españolas.
Su actividad en el Congo a favor de los más desfavorecidos es muy prolífica. Se ha ocupado de los más pobres entre los pobres puesto que ha sido director de una leprosería, médico de tres cárceles y ha fundado un orfanato y dos hospitales. ¿Qué hay de aquella obra? Los hospitales se mantienen regentados por otros organismos, pero la leprosería y el orfanato ya no existen. Los 142 niños del orfanato eran huérfanos de la guerra y no importaban a nadie. Los saqué de la miseria y hoy ya son hombres que han llegado lejos. En su mayoría han estudiado en Francia, España, Alemania. Uno de ellos es diplomático por España en el Congo.
Quirófano de Buta, recesión de una hernia extrangulada
n t e st i g o s d e l a v e rd a d bn Ayudado por las monjas congoleñas de la Santa Familia, los he mantenido bajo un control, les enseñé a hablar español, fueron educados en la fe católica. Eran muchos más, pero como sabían que había un orfanato, mucha gente venía y los reclamaban como hijos. Yo delegaba en las monjas, pues no sabía si era cierto y temía que me los raptaran, ya que los consideraba como hijos propios.
CUANDO UNO VIVE EL GOZO DE SALIRSE DE UNO MISMO Y AYUDAR A LOS DEMÁS, ES UNA SATISFACCIÓN Es usted el médico español más condecorado. Incluso ha sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia y once veces candidato al Nobel de la Paz. ¿Cómo ve su labor realizada desde la perspectiva del tiempo? Estoy satisfecho de lo que he vivido en África. Fue una época que pasó con gran alegría por mi parte por todo lo que pude subsanar, pero con un gran dolor por las escenas que he vivido. Ahora, a mis 78 años largos y con problemas en la visión por una degeneración macular, lo que siento es no poder marcharme allí. Cuando vine para quedarme definitivamente en el año 1999, recién aterrizado de allá, todo me parecía una maravilla, las comodidades, la tecnología que yo ni sospechaba que pudiera existir, pero me gusta más aquello. Amo a África profundamente. Allí, pese a las incomodidades, me había entregado a gentes fáciles y muy agradecidas. Vivía al lado de ellos y eso no se puede olvidar.
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De lante de un pabellón del hospital de Kisangani, con algunos de mis huérfanos y la hermana Marie Benedicte
Está claro que cuando muera se presentará ante Dios con las manos llenas de obras de misericordia… Bueno, tengo la satisfacción propia de un deber cumplido. El resto no lo conozco. Pienso mucho en todo el dolor que he visto, en el sufrimiento que han vivido ellos, en cuánto he luchado contra la muerte, y en la alegría tan grande que se siente cuando la vida vence a la muerte. El bien siempre acaba venciendo, por mucho que el mal haga estragos. Ahora tengo una vida íntima. Cuando paso por una iglesia entro, aunque sólo sean cinco minutos.
Usted ha renunciado a la comodidad de España por darse a los demás, ¿ha disfrutado de la vida pese a tanto dolor como ha presenciado? Claro que he disfrutado de la vida: por el rendimiento propio, por el agradecimiento de las gentes, por los resultados obtenidos. Esa es la vida que amo y la que me ha movido durante estos largos años. Lo que siento mucho es que ya soy viejo y que no puedo volver con ellos. Me quedan los muchos recuerdos.
EL BIEN SIEMPRE ACABA VENCIENDO, POR MUCHO QUE EL MAL HAGA ESTRAGOS
n s i ho y e sc u ch á is s u v o z bn
Bienaventurados los felices César Allende García
No es una mera redundancia. Verás: El Maestro subía con cierto jadeo y el cuerpo ligeramente inclinado hacia delante. Subía el monte sin prisas. Los discípulos iban detrás. Cuando subía, les iba delante; Cuando bajaban, detrás. No lo cuenta tal cual Mateo, pero podía haber ocurrido más o menos así: Antes de sentarse se irguió y su rostro quedó mirando al cielo y apuntando en él un “allí” preciso por donde le venía el auxilio necesario para las grandes ocasiones. Después, el evangelista que fuera publicano recogió que cuando le subieron a la cruz, también en lo alto de un monte, Jesús gritó al Padre el salmo 21. Es casi imposible no mirar al cielo, a ese “allí” en la luz, para poder decir con voz potente: “¿Por qué me dejas solo, Dios, mi Dios?” Tal es así, que algunos al oírlo equivocándose en su burla acertaron: si Elías acudía, habría de hacerlo desde ese lugar señalado; justo por donde se había ido (2Re. 2,11). Claro que Elías ya había venido y ¡mira lo que hicimos con él! Buenanueva desea ofrecer un comentario vivo sobre las ocho bienaventuranzas. Abrimos esta iniciativa con esta primicia sobre “Bienaventurados los felices”, como una preciosa obertura a todas ellas.
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s i h o y e s c u c h á i s s u v oz
Dios no obstaculiza la felicidad; la garantiza
LA FELICIDAD ES MÁS QUE LA SUMA DE TODOS LOS BIENES; DEL MISMO MODO QUE LA CATEDRAL DE BURGOS ES MÁS QUE TODAS SUS PIEDRAS Y ORNAMENTOS
Se sentó con Tiberíades enfrente. El mar llegaba una y otra vez a la ribera...; una y otra vez. Mateo había deseado en muchas ocasiones describir lo que vio en el rostro del Maestro en aquel momento. Y no pudo. Por eso decidió otra estrategia: se atendría a lo que Jesús habló, pero poniendo en presente la promesa del Reino, y en futuro todas las demás. La tensión que se obraba en el alma del Señor asomaba a su rostro y se oía en sus palabras, domeñando el tiempo y la Historia para que el presente alcanzara al futuro, y éste quedara preso en aquél. Toda la Historia pasaba por el Hijo de hombre en ese momento. Y Mateo acertó a aprisionar para siempre en unas pocas hiladas de palabras el flujo y el reflujo, ora bravío, ora manso, del existir de los hombres. Estas hiladas son como las redes de pescar; funden en sus cordeles el rumor de las olas y la luz del lago en un sonido único: “Macarioi”, dichosos, bienaventurados los que...Y cuántos no habrán quedado prendidos en ellas. ¡Afortunadamente! Hablando de la fortuna: Su rueda es como una noria, en cuyos cangilones nos viene lo bueno, lo malo y lo entrambos. Fortuna es caprichosa, pero nuestra manía por ser felices es también tozuda y pertinaz; la vida se nos va en esto, pero hemos aprendido que la felicidad es más que la suma de todos los bienes; es un plus difícil de concretar. Del mismo modo que la catedral de Burgos es más que todas sus piedras y ornamentos diseminados por el suelo, aun no faltando ninguno. Y poco más se puede precisar, porque nos movemos en el margen de lo inseguro, de lo que tememos perder, si es que llegamos a poseerlo. La vida es un baile de posibilidades y realizaciones en una pista resbalosa: y a veces la posibilidad de caer acucia el deseo de bailar. Somos así: una pretensión irrenunciable a la felicidad, conscientes de que ésta es escurridiza y renuente a dejarse apretar por nuestro puño. Pero...
SOMOS CONSCIENTES DE QUE LA FELICIDAD ES ESCURRIDIZA
n bn
n s i ho y e sc u ch á is s u v o z bn La gran enseñanza de la Escritura, frente a las concepciones naturalistas, cíclicas y mitológicas, sobre la Suerte y la Fortuna, es que la felicidad no se sitúa en el monocarril de un ir y volver incesante y ciego, sino en el designio lineal y providente de un Dios que se muestra tal precisamente actuando en y sobre la Historia, a la que orienta y conduce “en recto“a su consumación. Israel conoce un “día de Yahvéh”, que supera la Fortuna y redime el tiempo, lo hace humano sobre la libertad. La esperanza mesiánica de Israel en el futuro mantiene aupado el presente sobre la condición de que el pasado volverá restaurado, que el proyecto de Dios acerca del ser humano se instaurará definitivamente. El tiempo se ha curvado sobre sí mismo: no es eterno retorno; de modo que la felicidad y la Bienaventuranza es más un consorcio entre Dios y nosotros que mero empuje nuestro, y desde luego nada que tenga que ver con el azar, la felicidad nos tiene empeñados a Dios y a nosotros.
mi bien es estar junto a Él, Señor de mi alegría Sin Dios, la pretensión humana es tan inútil y estéril como bogar en alta mar en una barca sin remos. Sólo Dios es la esperanza y el cobijo de nuestro corazón (Sal 73,28) y bien caro estamos pagando el empeño de vivir a la intemperie. En Caná llegó para Jesús su primera hora en el mejor de los vinos. La última le llegaría en el vaciamiento total de su vida escanciada en la cruz: era cerca de la hora nona cuando el Señor, cara al cielo, recitaba con fuerza el salmo 21, apurando el cáliz amargo de la más ignominiosa de las muertes. Hay un maravilloso continuo entre el monte de las bienaventuranzas, el monte Calvario y el monte escatológico de Sión sobre el que se levanta la Jerusalén celeste (Hb 11,1.18-19). Juan nos lo explicará en el Apocalipsis, con un detalle verdaderamente notable: la Bienaventuranza descansa en que el “Tiempo está cerca” (Ap 1,3). Tan cerca está, que es interior a nosotros, como interior le es a quien bebe la alegría de un buen vino de solera; de este vino habrá en abundancia en el banquete del “Día de Yahvéh”. También está cerca en el sentido de que ya ahora por las arterias del mundo corre este vino que da esta alegría. Cuantos celebramos la Eucaristía lo sabemos bien.
s i h oy es c uc h á is s u voz bn n ÉSTA ES LA VERDAD: LA CONDENA DE “EL INOCENTE” POR LOS CULPABLES En la palabra “Bienaventuranza”se encierra la misma verdad: literalmente significa que las “cosas que vienen”, las futuras, son “buenas”. Dicho de otra forma: para los pobres y los perseguidos hay futuro; un buen futuro. El autor de la carta a los Hebreos tiene la misma percepción, sobre todo cuando habla de la fe de Abraham (Hb 11,1.18-19). De no ser así, ¿de qué estas fatigas?; de qué estas luchas, persecuciones y penalidades de que hablan también Santiago (St 5,11) y Pablo? Se es feliz porque Dios nos da la victoria en Cristo (1Co 15,57), de modo que nuestras fatigas no son vanas (v. 58). Creemos en Dios, y también creemos en el Señor Jesús (Jn 14,1), sabiendo que hemos sido salvados en esperanza (Rm 8,24), y que el futuro lo ganamos por la paciencia y la consolación de las Escrituras (Rm 15,4) que nos fortalecen y no nos defraudan. Jesucristo, verdad encarnada que complace Verdaderamente, asombra el “Sermón del Monte”. Con la Bienaventuranza, promete el Señor ganar también la razón o logos de la misma existencia: el Reino dado a los pobres es la Verdad. La misma Verdad o Causa a la que Jesús entregó su vida entera. Para comprender bien Mt 5,3.10 hay que leer atentamente Jn 18,28-19,22. En el pretorio, con la gente vociferando fuera la demanda de su muerte, Jesús confiesa a Pilato que es Rey en orden a la Verdad, y que esto sólo puede entenderlo quien es de la Verdad. Lo que pasa es que Pilato tenía dificultades serias para oír: de fuera, el griterío del pueblo; de dentro, el ser romano. Por eso espeta a Jesús: “¿y qué es la Verdad?”.
La pregunta tiene dos bordes: uno romo y rudo porque niega la respuesta de antemano, es pura retórica, ahora que… un golpe con este borde hace mucho daño aunque no abra herida. El otro es de filo fino, como navaja de barbero: Pilato hace la pregunta..., y sale otra vez a los judíos como si no hubiera oído la respuesta. Y ¡vaya si la ha oído! Sale y dice a los que gritaban: “No encuentro en él causa alguna”. Y a pesar de todo, lo manda a la cruz con aquel “ibis ad crucem”; sentencia de muerte ignominiosa para Jesús, y de libertad para Barrabás. Esta es la Verdad: la condena de “el Inocente” por los culpables. El laconismo de Juan en 19,16 es impresionante, estremecedor. Me pregunto si Pilato no dudó, para el letrero sobre la cruz, entre “INOCENTE” y el finalmente elegido: “INRI”. Fue cobarde hasta el final (como tantos de nosotros). Luego lo remacharía con aquello de “lo que he escrito; se queda escrito” (v. 22). La existencia, la vida de los pobres, humillados y escarnecidos tiene en la cruz una razón de ser: todo sufrimiento, sea cual sea el idioma en que nos venga, en cualquiera de los tres en que estaba escrito el letrero que puso Pilato (porque se llora de igual manera en todos los rincones del mundo), tiene su razón de sentido en la cruz del Señor.
SIN DIOS LA PRETENSIÓN HUMANA ES TAN INÚTIL Y ESTÉRIL COMO BOGAR EN ALTA MAR EN UNA BARCA SIN REMOS 27
n s i ho y e sc u ch á is s u v o z bn Desde el monte, Jesús ve el Mar, que hace acantilados, playas, riberas o ensenadas: en cada uno configura el litoral conforme Dios va llevando su designio adelante. Mateo dejó para Juan un último apunte precioso, y para nosotros, para nuestra felicidad, valiosísimo: “Allí”, al pie del leño alzado, estaba la Madre de Jesús. Y nos la entregó para nosotros, para que la tuviéramos como algo nuestro. El gesto del Señor tuvo dos efectos: a María le dio una maternidad sin fronteras, con título de “Refugio de los pecadores”, y a nosotros nos dio la inmensa beatitud y felicidad de tenerte como “Consuelo de los afligidos” a ti, Virgen María. ¿Cómo no, entonces, llamarte “Bienaventurada” por todas las generaciones? A través de ti damos gracias a Dios por llamarnos a la felicidad.
EN LA PALABRA “BIENAVENTURANZA” SE ENCIERRA LA MISMA VERDAD: PARA LOS POBRES Y LOS PERSEGUIDOS HAY FUTURO, UN BUEN FUTURO
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TODO SUFRIMIENTO TIENE SU SENTIDO EN LA CRUZ DEL SEÑOR
Título: Hacia un nuevo amanecer Autor: Jesús Esteban Barranco Número de páginas: 280 Editorial: Asociación Bendita María Colección: Libros Buenanueva PVP: 20 euros Pedidos: En el teléfono: 91 759 79 68 En el Fax: 91 388 52 03 En la web: www.nuevaevangelizacion.es En Av. Pablo VI, n.º 9 Local 12 A 28224 Pozuelo de Alarcón • Madrid
El autor, experto en temas bíblicos y patrísticos sobre el tiempo y la escatología, ofrece aquí 55 artículos agrupados en cinco capítulos: crónicas, textos de tonalidad litúrgica; textos kerygmáticos, catequéticos y, finalmente, textos de fondo teológico, todos ellos con ciertos matices doctrinales dentro del Magisterio de la Iglesia.
n s i ho y e sc u ch á is s u v o z bn
¿Qué será de nosotros cuando hayamos muerto?
M.ª Pilar Moiño Carrillo
Desesperanza y alborozo de los discípulos de Emaús
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os discípulos de Emaús, que tras la muerte de Cristo regresan a su lugar de origen, desesperanzados, con la moral por los suelos, son un fiel reflejo del hombre de hoy que ha perdido la fe y se siente inseguro, triste, escéptico. Ha muerto el Crucificado, en quien tantas esperanzas habían depositado, les falta ilusión y ni siquiera esperan a que termine el tercer día, para comprobar si los rumores que han llegado a sus oídos se terminarán cumpliendo. La palabra de las mujeres tiene para ellos poca credibilidad. Jesús no se da por enterado y comienza a caminar con ellos, les pregunta y les conforta, recordando e interpretando las Sagradas Escrituras para que abran su corazón y sus ojos y comiencen a recobrar la fe en el Resucitado. Y lo consigue: “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba?” (Lc 24,32) 30
s i hoy e s cu ch á i s s u voz bn n Vuelve a ellos la ilusión y alegría cuando le reconocen al “partir el Pan”. Pan y Palabra. Y, aunque el día ya declinaba, desandan el camino, alborozados, para compartir la “buena nueva” con los otros discípulos. Muchas enseñanzas podríamos sacar de esta bella narración evangélica. La primera sería no dar nada por perdido. Tras la oscuridad viene la luz, porque la Luz del Resucitado siempre nos iluminará. Dios toma la iniciativa y acude en ayuda del hombre con paciencia y tesón. Sólo tenemos que abrir nuestro corazón y ser receptivos a la gracia. También podemos tomar ejemplo de Jesús y acudir en ayuda del más alejado. No quisiera dejar de citar a esa maravillosa mujer, cuya fe y amor son tan grandes, que acude para acompañar a su Maestro. Jesús le premia apareciéndose a la que será llamada “apóstol de apóstoles”, María Magdalena, que, junto a Santa María y otras mujeres, además de Juan, permaneció al lado del Crucificado.
es punto central en la revelación que Dios hace al hombre. No se trata de revitalización del cuerpo y su perduración temporal, sino de su transformación y glorificación que facilita el acceso al vivir divino. El amor redentor de Dios no se dirige sólo al alma, sino al hombre entero, que alcanzará su plenitud cuando su cuerpo y su alma disfruten de la intimidad de la Trinidad Santísima. Es, por tanto, muy diferente de la inmortalidad del alma a la manera platónica. La Resurrección de Cristo supone también la plenitud de la Encarnación. Jesús asume para siempre la humanidad, ya glorificada, que no velará la divinidad. De la kenosis o abajamiento de Cristo en su Encarnación a la exaltación y glorificación tras su Resurrección.
La Resurrección plenitud de la revelación La Resurrección supone la plenitud de la creación: “Nuevos cielos y tierra nueva” (2P 3,13; Ap 21,1), así como la consumación de la creación del hombre, que, por el mal uso de su libertad, y en rebeldía frente a Dios, al no aceptar su condición de creatura, tuerce el designio divino, que el Redentor recuperará para el que quiera recibirla. Frente a los dualismos —Platón, gnosis, maniqueos, cátaros, albigenses, etc.—, que consideran la materia mala y al cuerpo “cárcel del alma”, el cristianismo afirma que, como algo creado por Dios, tanto el cuerpo como la materia son buenos. Frente a falsos espiritualismos, la resurrección de la carne
TRAS LA OSCURIDAD VIENE LA LUZ, PORQUE LA LUZ DEL RESUCITADO SIEMPRE NOS ILUMINARÁ
n s i ho y e sc u ch á is s u v o z bn
Con la Resurrección culmina la revelación del misterio trinitario. El Hijo, Verbo eterno, engendrado, no creado, es enviado por el Padre a los hombres, y en el seno de María, bajo la acción del Espíritu Santo, entra en la historia de los hombres. Es un venir de Dios a los hombres, en anonadamiento, en la Encarnación, y un volver con los hombres a Dios glorificado, en la Resurrección. Señala González de Cardedal que el que es Hijo en el seno eterno del Padre prolonga esa filiación al encarnarse, y llega a su consumación regresando con su humanidad glorificada al Padre. Así revela y realiza en el mundo la vida trinitaria. El que es Hijo desde siempre se constituye Hijo humanamente a través de la historia. Hay pues, un nacimiento eterno del Verbo en el seno del Padre —engendrado—, hay un nacimiento temporal del Verbo en el seno de María y —podemos decirlo así— un nacimiento de su humanidad glorificada en la resurrección, llegando a la plenitud de la gloria que tenía antes de la encarnación, de tal modo que divinidad y humanidad glorificada ya estarán para siempre unidas en Jesucristo. El hombre puede no aceptar a Dios, incluso negarlo, pero Dios nunca podrá dejar de estar unido al hombre en la persona divina del Hijo.
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Hambre de eternidad saciada
LA RESURRECCIÓN SUPONE LA PLENITUD DE LA CREACIÓN: “NUEVOS CIELOS Y TIERRA NUEVA”
Sigue señalando González de Cardedal que la transfiguración de Cristo es signo de la transfiguración universal, de la resurrección de la carne y de la participación del hombre en la gloria de los hijos de Dios. Porque ese ser contradictorio, aunque biológicamente esté destinado a la muerte, sin embargo esa sed de infinito que todo hombre posee en el fondo de su corazón, será colmada con la participación eterna en la vida divina. Ese es el designio de Dios para con su criatura.
Si el camino de venida de Dios a los hombres es Cristo, también el Resucitado es el camino de retorno de los hombres a Dios. La resurrección supone la restauración de la justicia y verdad sobre Dios y sobre el hombre. Jesús, el que todo lo hizo bien, fue injustamente ajusticiado en el madero de la Cruz a causa de la iniquidad de los jueces, pero será el bendecido por Dios y glorificado, como respuesta a su obediencia y entrega por los hombres.
s i hoy e s cu ch á i s s u voz bn n
Con su resurrección vence a la muerte que ya no tiene poder sobre el hombre. “Cuando sea elevado, todo lo atraeré hacia Mí” (Jn 12,32), ya que “se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra” (Mt 28,18). También el hombre, que en su vida puede sufrir injusticias y vejaciones, hasta el punto de serle negada su dignidad personal, verá restaurada su condición de hijo querido de Dios cuando participe, ya transformado y glorificado, de la intimidad del misterio trinitario, durante toda la eternidad.
El cuerpo elevado a la glorificación eterna Si la vocación del hombre es ser imagen y semejanza de Dios, llegará a plenitud en la resurrección. Ahí están la alegría y esperanza cristianas. Frente a teorías como la inmortalidad del alma, en que se produce un olvido y hasta desprecio del cuerpo, la revelación de Dios nos enseña que el hombre completo, cuerpo y alma, participará de esa unión amorosa con el Padre, junto con su Hijo, que nos ha amado hasta el extremo de permanecer por toda la eternidad con esa humanidad forjada en el seno virginal de su Madre, bajo la acción del Espíritu Santo.
SI LA VOCACIÓN DEL HOMBRE ES SER IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS, LLEGARÁ A PLENITUD EN LA RESURRECCIÓN
Hoy abunda la ignorancia y el sincretismo religioso, con una creencia cada día más extendida, aunque inexplicable para la cultura de Occidente, en la metempsícosis, es decir, en la reencarnación. También anida aquí el desprecio del cuerpo, utilizado solo como purificación a través de las sucesivas reencarnaciones. Quizá esta creencia sea fruto del miedo al compromiso, a lo irremediable de la muerte, en que se nos va a juzgar de una vez por todas. Hoy se prefiere no jugárselo todo a una carta y disponer de varias oportunidades. Más triste y desesperanzada es aún la postura de los no creyentes, que refleja muy bien el existencialismo ateo: “El hombre es un ser para la muerte” (Heidegger); “El hombre es una “pasión inútil” (Sartre), o un “absurdo” (Camus). Por el contrario, un cristiano sabe que el amor de Dios, la Cruz de Cristo, ha vencido a la muerte, porque “en su oscuridad impenetrable, Él entró como luz; la noche se hizo luminosa como el día, y las tinieblas se volvieron luz” (Benedicto XVI).
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n s i ho y e sc u ch á is s u v o z bn
Jesús Esteban Barranco
C
Yo soy la Resurrección
uando Luis XIV de Francia, altiva y prepotentemente (conocido también como Luis el Grande —otro de los “Grandes” de la Historia— o el Rey Sol), parece que dijo aquello de “El Estado soy yo”, sancionó de una vez por todas todos los absolutismos que en el mundo habían sido o habían de venir, desde los antiguos faraones de Egipto y no menos antiguos mandarines chinos o mandamases aztecas, sin olvidar los Nabucodonosores, los Gengis-Kan de turno o los Carlomagnos sucesivos, zares rusos, sátrapas y reyes taifas de toda calaña, señores feudales, Hítleres, Stálines, dictadores iberoamericanos y demás congéneres de todos los tiempos, incluidos los talibanes y señores de la guerra, pasados, presentes y futuros. 34
s i h oy es c uc h ái s su voz bn n JESUCRISTO HA GANADO PARA NOSOTROS OTRO REINO QUE NO ES DE ESTE MUNDO, CON UNA VIDA NUEVA PARA SIEMPRE, LA VIDA ETERNA Hasta en la filmografía actual —“La guerra de las galaxias” o “Másters del Universo”—, en nuestro afán de dominio sobre los demás, extrapolamos un siniestro personaje (HiMan), que, en un cierto momento, vocifera “Yo tengo el poder”; y, en los filmes del Agente 007, siempre está el malo de la película, un sujeto excéntrico y loco, que perversamente pretende adueñarse de todo el mundo. Lo que no sabía Luis XIV es que diecisiete siglos antes que él hubo otro gran personaje que fue mucho más absolutista que él y que todos los demás juntos, cuando con la mayor naturalidad y sencillez del mundo, sin sombra alguna de la altivez y prepotencia de todos ésos, proclamó aquello de “Yo soy la Resurrección y la Vida”.
Tú nos abriste el reino del cielo En una cosa coinciden todos los absolutistas, también Jesucristo: todos acabaron casi siempre mal, algunos muy mal, y Jesús de Nazaret no fue menos, pues acabó en una cruz. Pero hay una diferencia abismal entre Él y los demás: éstos vivieron efímeramente, aunque algunos detentaran su poder por largos años, con el único propósito de dominar a sus pueblos y a todo el que se terciara, los cuales debían “adorar” a quien tan despótica e impúdicamente los sojuzgaba, con derecho de vida y muerte, derecho de pernada, tributos sin cuento y guerras sin fin.
Jesucristo, en cambio (que vivió más bien pocos años), vivió, murió y resucitó para hacer partícipe a toda la humanidad de su Vida, Muerte y Resurrección: Él ha sido el único, el absolutamente Otro, el totalmente distinto a todos, que no se ha limitado a hacernos desembocar en la muerte —como de hecho acabaron todos esos falsos reyezuelos y sus súbditos so pretexto de reinar largos años en este mundo—, sino que ha ganado para nosotros otro reino que no es de este mundo, con una vida nueva para siempre, la vida eterna. Absoluto quiere decir que algo está suelto, desatado o libre de todo, que no hay vínculo o atadura que pueda encajonarlo o encadenarlo, sin ningún tipo de esclavitud y limitaciones: justo lo contrario de lo que han hecho los absolutistas de todos los siglos: primeramente, siendo esclavos ellos de su propio yo, erigiéndose en dioses y señores de todo y de todos los que los rodean; luego, pretendiendo que los demás se conviertan, sin más, en lacayos y siervos rastreros con obligaciones y yugos de toda índole. Por eso, al llevar en sí mismos la raíz de la muerte —de la que pretenden escapar ejerciendo opresivamente el poder, huyendo hacia delante para encontrarse más aprisa con el descalabro y la ruina—, no han hecho más que sembrar confusión, odio y muerte por doquier, con toda la cohorte de desgracias inherentes: guerras, hambrunas, enfermedades y pestes, incendios de campos y ciudades, destrucción, antiguos y modernos campos de concentración y “gulags”, etc.
ÉL SE HA HECHO CARNE Y UÑA CON CADA HOMBRE PARA ROMPER, CON SU PROPIA MUERTE, ESE CÍRCULO MORTAL QUE NOS ATENAZA
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n s i ho y e sc u ch á is s u v o z bn
Tú eres el Rey de la gloria Jesús de Nazaret, por el contrario, se ha hecho carne y uña con cada hombre para romper, con su propia muerte, ese círculo mortal que atenaza desde dentro a cada uno. Y, a diferencia de todos los demás señores de la tierra, que nunca han podido salir de ese anillo de muerte, ni ellos ni los suyos, Él no se ha quedado allí dentro, sino que, como verdadero Señor de la Vida y de la Muerte, con su resurrección nos lleva a resucitar con Él: “La muerte ya no tiene poder sobre Él” (Rm 8,10) y, “si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él” (Rm 8,9). No hay ningún Rey Sol o Hi-Man alguno, ni de ayer, hoy o mañana, que haya perdurado o pueda perdurar; sólo Jesucristo “es el mismo hoy, ayer y siempre” (Hb 13,8).
Todos los “Grandes” de la Historia, los déspotas, prepotentes y absolutistas de todos los tiempos han desembocado en la muerte, diseminándola, además, a diestro y siniestro, pues “los malos perecen en las tinieblas” (1S 2,9), a los que “todas las tinieblas los acechan en secreto” (Jb 20,26), porque “imaginaban los impíos que podían tiranizar a una nación santa y se encontraron prisioneros de tinieblas” (Sb 17,2 y 18,4): “a la sima serán empujados y caerán en ella” (Jr 23,12) todos “los dominadores de este mundo tenebroso” (Ef 6,12), hasta que “el reino de la Bestia se quedó en tinieblas” (Ap 16,10).
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Sólo Cristo disipó las tinieblas del mundo (del Pregón Pascual) y ha roto todas las ataduras que, como a Lázaro amortajado y vendado, tenían inmóvil y en podredumbre al hombre: “¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte?” (Rm 7,24). Él es el “Ab-soluto”, el totalmente libre de cualquier ligadura: todos los demás pasaron y han acabado su turno en el devenir histórico; sólo Él permanece, porque es “el que es, el que era y el que ha de venir” (Ap 1,4). Por eso queda constituido “Rey de reyes y Señor de los señores” (Ap 17,14), “con un Nombre sobre todo nombre, de modo que al nombre de Jesús, toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos” (Flp 2,9-11). Su señorío no es de dominio servil y ciego acatamiento, sino que nace del más absoluto de los servicios —servir es reinar—, porque sólo Él ha sido capaz de ponerse a nuestra altura, es decir, se abajó
hasta nosotros (al revés que los “Grandes” del mundo, que se encumbran por encima de todos) para ponerse a nuestro servicio y elevar nuestra pobre vida y nuestra triste muerte a la vida eterna por su resurrección.
COMO VERDADERO SEÑOR DE LA VIDA Y DE LA MUERTE, CON SU RESURRECCIÓN NOS LLEVA A RESUCITAR CON ÉL
Ahora sí, ahora podemos completar la cita del inicio, la respuesta de Jesús a Marta, una de las hermanas de Lázaro, antes del milagro de su vuelta a la vida: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás” (Jn 11,25-26). Este es el sentido de la Fiesta de Cristo Rey.
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n k e r i g ma bn
La historia que pasa Jorge L. Santana
L
a historia que duele, la que no hemos elegido, la que incide brusca e imprevisiblemente es el misterio donde convergen la voluntad de Dios y la libertad del hombre. Surge la incomprensión de unos acontecimientos adversos y urge interpretarlos, de forma que el dolor se mitigue, apoyado en una causa razonable. Pero es un error. No todo se entiende con la razón; la realidad a veces rebasa la lógica cotidiana y natural. Cuando aparece la enfermedad o cualquier desgracia que remueve los cimientos de la calma y del sentido común, hay un lastre de sufrimiento ocasionado por la duda, por el desconocimiento: “¿Por qué a mí?, ¿qué he hecho yo?” 38
k e ri gma bn n
la luz de la fe ilumina la negrura el sufrimiento La religiosidad natural nos inclina al sacrificio y al holocausto, al mercadeo, al único campo visual que vislumbra la razón. Hay que solucionar el problema cueste lo que cueste; esto es: que se haga nuestra voluntad. Y seremos capaces de hacer cualquier cosa para conseguirlo, incluso rezar. Sólo hay un drama mayor que la esclavitud del pecado y es no ser consciente de ella. Sin embargo: “…no quisiste sacrificio, ni oblación, ni holocaustos, ni víctimas; por eso dije: He aquí que vengo para hacer tu voluntad” (Hb 10,6-7). La historia no acontece para entenderla sino para vivirla. María no pretende comprender la injusticia que sufre su hijo, pero entra en la historia del silencio, de la sumisión. Hágase en mí según tu voluntad, la que fuere, aun la que parece más absurda, aun la que me destroza por dentro, aun la que me descoyunta las sienes… ¿Entendía Abraham que Dios le pidiera sacrificar a su hijo único? “…Ante la promesa divina, no cedió a la duda con incredulidad; más bien, fortalecido en su fe, dio gloria a Dios, con el pleno convencimiento de que poderoso es Dios para cumplir lo prometido” (Rm 4,20) Esto es la corona de espinas: agujerear la razón con los clavos de lo irracional, de la infamia, de la ignominia, dejándose mecer por la obediencia; “…y obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz” (Fil 2,8); y así, sufriendo, aprendió a obedecer. ¿Es necesario el sufrimiento, la oscuridad de la incomprensión, la desertización de los afectos, la confusión del absurdo, la severa soledad y el LA HISTORIA dolor omitido de la ES EL MISTERIO cruz que sorDONDE CONVERGEN prende lenta y decidiLA VOLUNTAD da?
DE DIOS Y LA LIBERTAD DEL HOMBRE
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n k e r i g ma bn
Sí, es necesario para la resurrección, “para que se manifieste que lo sublime de este amor emana de Dios y no de nosotros” (2Co 4,7-10). Porque llevamos un tesoro para repartir entre los hombres, a todo aquel que lo quiera, “…venid, comprad trigo; comed sin pagar vino y leche de balde” (Is 55,1), y lo llevamos en vasos de barro: el poder más valioso, la perla más preciosa dentro de la frágil debilidad de la arcilla.
EL PRÍNCIPE DE ESTE MUNDO NOS MUSITA AL OÍDO DÍA Y NOCHE “¿DÓNDE ESTÁ la Cruz, brújula en la tempestad y en la calma ESE DIOS QUE TANTO Duele la historia de los que llama el Señor. La tentación es TE QUIERE?; querer interpretarla, y hallar un resquicio para la huida, para la exculpación, o tal vez tan sólo un pequeño sosiego para la ¿POR QUÉ defensa ante uno mismo. TIENES QUE El príncipe de este mundo es el que tiene mayor interés en SU FR IR? explicarnos la historia; y en esos momentos de incertidumbre emerge teñido de un paternalismo salpicado de ironía: “¿Dónde está tu Dios, dónde está ese Dios” (Sal 41), tan bueno, que tanto te quiere?; ¿cómo permite este dolor, esta injusticia? Mira, te voy a interpretar lo que te pasa: “Si eres el Hijo de Dios, di a estas piedras que se conviertan en pan” (Mt 4,1-11). Si te desprecian, si te anulan, si la historia te duele: cambia la historia. ¿Cómo es posible que a ti, que has venido a salvar al mundo, nadie te reconozca, nadie lo sepa? ¿Por qué tienes que sufrir?, nos musita al oído día y noche el gran interpretador. ¡Haz un milagro espectacular! Tírate desde el alero del templo y tus ángeles te cogerán y el mundo te admirará y todos sabrán quién eres. O lo que es lo mismo: cambia la historia. Entonces, ¿por qué el sufrimiento…? Y de nuevo el descifrador: ¿será quizás a causa de vuestros pecados? “¿Quién pecó, él o sus padres, para que naciera ciego? Ni él pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios” (Jn 9,1-45). Aquí está la clave, aquí la cruz, aquí la resurrección, aquí la vida. Hay sencillamente quien no comprende la historia y trata de cambiarla. Hay quien sencillamente no comprende la historia y trata de entenderla. Y hay quien no comprende la historia y sencillamente la vive.
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“NI ÉL PECÓ NI SUS PADRES, SINO PARA QUE SE MANIFIESTEN EN ÉL LAS OBRAS DE DIOS…” AQUÍ ESTÁ LA CLAVE, AQUÍ LA CRUZ, LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA.
n f a m i l i a d e N a z a re t bn
¿Qué hacemos con papá?
Tomás Trigo Oubiña
Pofesor de Ética, Universidad de Navarra
PERSONAJES DEL DRAMA: Antonio: es un anciano de 80 años. Yace moribundo en un hospital. Los analgésicos han conseguido reducirle los dolores de su enfermedad. Los médicos le prestan los auxilios normales para los enfermos que se encuentran en su situación. Prevén que puede morir dentro de una semana... o de dos meses. Ana: su mujer. Eduardo: el hijo mayor. Abogado de profesión. Isabel: segunda hija. Begoña: tercera hija. Daniel: hijo menor. Unos veinte años. La acción se desarrolla en un país en el que está legalizada la eutanasia.
ESCENA PRIMERA Sala de estar de la casa de Antonio y Ana. Puerta entreabierta en el foro. Los cuatro hijos en escena. Es de noche. Acaban de estar con su padre en el hospital. Eduardo: Bueno, creo que tenemos que plantearnos seriamente qué hacemos con papá. Isabel: Tienes razón. A mí me da muchísima pena verlo así. Apenas puede hablar. Y los dolores, a veces, son bastante fuertes... Es una situación absurda. Eduardo: Es casi un vegetal. Isabel: Si todavía fuese un vegetal... Pero siente el dolor. Debe ser duro estar en su lugar. Y lo bueno es que podemos ahorrarle ese sufrimiento... Begoña: Supongo que no estaréis pensando... Eduardo: En la eutanasia... Sí, ¿por qué no decirlo? A mí me parece la mejor solución. Begoña: ¡Ni hablar! Daniel: (dirigiéndose a Begoña) “¡Ni hablar! ¡Ni hablar!” ¿Qué pasa? ¿No nos está permitido hablar del tema? A mí me parece lógico que discutamos el asunto. Al fin y al cabo, estamos pensando en el bien de nuestro pobre padre. Isabel: Por supuesto. Se trata de su bien. Estar como está él es muy lastimoso. A mí me da mucha pena, me da lástima, no soporto verlo así... Creo que le haríamos un gran bien ayudándole a morir dignamente. Claro que, por otra parte, es una decisión difícil...
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fa mi li a de N az a re t bn n
Begoña: Ayudarle a morir dignamente... Hablemos claro: se trata de si debemos matar a nuestro padre. Eso sí, por compasión... Un tierno sentimiento que justifica un crimen. Isabel: (Escandalizada) Pero ¿qué dices? Eduardo: No seas bruta, Begoña. No consiento que digas eso. Nadie está pensando en matar. ¿O es que somos una panda de asesinos? Somos personas normales. Todos tenemos nuestra carrera universitaria y un trabajo digno en la sociedad. A veces hablas sin pensar, y no te das cuenta de que puedes herir a los demás. Estamos hablando de ayudar a morir a nuestro padre y de evitar que sufra innecesariamente. Begoña: Eso es lo curioso. ¿Cómo es que unas personas tan cultas, con estudios universitarios, pueden ser tan ciegas para no ver que eso es una barbaridad? Nosotros no somos dueños de su vida para decidir, como si fuésemos Dios, si se la quitamos o se la dejamos. Daniel: ¡Mira ésta! Pues claro que no somos dueños de su vida, tía. El dueño es él. Se trataría de preguntarle a él qué le parece. Si él quiere, no veo ningún problema para hacerlo. Eduardo: Por supuesto. Tendríamos que hablar con él y preguntarle. Begoña: ¡Vaya panorama a la hora de la muerte! Es para morirse del susto y de pena: Tus hijos preguntándote si te parece bien que te quitemos la vida, papá, porque, ¿sabes?, papá, en el fondo ¡nos molestas! Isabel: (Irritada) No, papá no nos molesta. No se trata de eso. Se trata de que no sufra. Se trata de eliminar sus molestias. Si tú estuvieras en su lugar, no sé que harías. Es muy fácil hablar cuando uno está perfectamente sano, pero cuando estás sufriendo y no sabes cuánto tiempo te queda porque puedes pasar así días y días... Dime, ¿de qué le sirve a papá estar así? No tiene ningún sentido estar sufriendo para nada. Eduardo: (Conciliador) Lo que pasa es que Begoña —lo sabemos todos muy bien, y —, tiene ciertos prejuicios religiosos. No, no te molestes, Begoña. Yo tamlo comprendemos— bién los tuve y sé lo que es eso. Pero, en fin, ahora me he liberado de esas cosas y veo la vida de modo más objetivo. Tú has seguido con tus prácticas religiosas y con las ideas que te inculcaron en el colegio de monjas. Y por eso te parece que la eutanasia es un pecado mortal contra el quinto mandamiento, etc., etc. Amén. Daniel: Pero no tiene ningún derecho a imponernos sus creencias a los demás. Begoña: Tus creencias... Habláis de mis creencias como si fueran prejuicios o supersticiones. Yo no rechazo la eutanasia basada en creencias ni en prejuicios, ni mucho menos en supersticiones. Es una cuestión elemental de justicia. No tenemos ningún derecho a suprimir la vida de nuestro padre. Tampoco se trata de alargarle la vida poniendo todo tipo de medios. Lo que tenemos que hacer es poner los medios médicos normales, tratar de reducirle sus sufrimientos, y acompañarle todo lo que podamos para que vea el cariño que le tenemos. Isabel: Aunque le den calmantes para el dolor, siempre sufrirá al verse así, inútil, sin poder hacer nada. Y a mí me parece que eso es injusto. Dejar que siga sufriendo inútilmente es injusto. Eduardo: Mira, Begoña, lo justo y lo injusto lo dicen los códigos de derecho. Y como sabes, desde hace dos años, es justo en este país recurrir a la eutanasia en ciertas condiciones...
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n f a m i l i a d e N a z a re t bn Begoña: Puede ser legal, pero no es justo. Daniel: Ya empezamos con distinciones escolásticas... Eduardo: Begoña, se trata de una ley democrática. Ha habido un referéndum, y la mayoría ha votado que sí a la eutanasia. Begoña: No deja de ser una injusticia aunque todo el mundo vote a favor. La justicia en este asunto no depende del número de votos. Daniel: (Se levanta y habla gesticulando y haciendo aspavientos) La justicia es lo que piensas tú, ¿no? Los demás estamos equivocados, somos unos pecadores desgraciados, estamos hundidos en las tinieblas del error. Pero ahora vienes tú, y nos enseñas a todos la verdad que permanecía oculta a nuestros ojos... Vives en las nubes, hermana. Y además eres bastante fanática. Te encierras en tus ideas y no hay quién te saque de ahí. Y lo peor es que quieres que todos pasemos por el mismo aro. Bien, pues piensa lo que quieras, pero los demás también tenemos derecho a pensar como nos dé la gana. Isabel: Eres poco humilde, Begoña. Los demás siempre estamos equivocados. Eres tú la que siempre tiene razón. Deberías desconfiar un poco más de tus propias convicciones... Eduardo: Mira, Begoña, piensa un poco. ¿No te parece que es una injusticia dejar así a nuestro padre, con esos dolores, sólo porque no estás dispuesta a ceder en tus ideas, o por no querer que la conciencia te remuerda? Isabel: Eso sí que me parece egoísmo... Begoña: Me parece muy interesante vuestro planteamiento. Yo defiendo la vida de mi padre porque soy mala, orgullosa, dictatorial, fanática, religiosa y egoísta. Vosotros, en cambio, queréis matarlo porque sois buenos, humildes, cariñosos y, además, democráticos. Daniel: (Dándola por imposible) Bueno, yo creo que está claro. Somos tres contra — le pregunte uno. Propongo que uno de nosotros —tal vez tú, Eduardo, que eres el mayor— a papá si quiere que le ayudemos a morir de un modo digno y no como un perro. Isabel: Bueno, falta mamá. Habría que contar con ella. Daniel: Mamá, ya sabemos lo que va a decir. Dirá que no, como Begoña. Son de la misma cuerda. Pero aun así, somos mayoría. Eduardo: Sí, será mejor no decirle nada. No es necesario que se entere. Ya sabéis que es una mujer muy chapada a la antigua y es capaz de poner el grito en el cielo. Begoña: Mamá debe enterarse de vuestro propósito. Se trata de su marido. Daniel: ¡Ya estamos! ¡Eres insoportable! ¿Por qué no nos dejas en paz? Estás empeñada en salirte con la tuya. (Amenazante) Bien, pues si te sales con la tuya, te advierto que serás tú la que va a estar día y noche con él hasta que se muera. Porque yo no pienso fastidiarme el verano quedándome aquí, ¿me oyes? Begoña: ¡Ah! Se trata del verano... Daniel: Sí, se trata del verano. Yo soy sincero y digo lo que siento. No pienso fastidiarme el verano por culpa del viejo. Begoña: Bien, pues por eso no te preocupes. Yo puedo encargarme de cuidarlo. Isabel: Claro, ¡la santa de la casa! Nosotros somos los hijos egoístas que queremos ver muerto a nuestro padre cuanto antes para poder disfrutar de la playa. ¡A veces resultas odiosa! Yo también estoy dispuesta a turnarme para atenderlo. Si Daniel se quiere ir, que se vaya. Es joven y tiene que divertirse. Lo que quiero decir es que nuestra intención no es quitarnos un peso de encima. Nuestra intención es evitar que nuestro pobre padre sufra más.
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fami l i a de Na za ret bn n Begoña: Tu intención es muy buena, Isabel, pero eso no justifica darle muerte. Isabel: Si la intención es buena, ¿qué importa la manera de conseguirlo? Begoña: Importa mucho. Nunca se puede hacer un mal para conseguir un bien. Eduardo: La manera de conseguirlo es perfectamente legal. Begoña: Hace cinco años no lo era. Eduardo: Claro, pero los tiempos cambian, y la moral también cambia. No puedes quedarte anquilosada en las ideas de hace años. Tienes que estar con los tiempos. Begoña: Matar a una persona inocente será siempre inmoral, ahora y dentro de mil años. (Suena el teléfono. Eduardo se levanta y coge el auricular) Eduardo: Sí, sí, es aquí. (Aparte, a sus hermanos: Es una enfermera del hospital). Sí, dígame. Soy el hijo mayor de Antonio. Sí, ¿un sobre, ha dicho? Bien, gracias, muchas gracias. (Cuelga) Dice que papá le ha dicho que nos llamara. Hay un sobre en el cajón de su mesa y quiere que lo abramos. Isabel: ¿Un sobre? ¡Qué cosa más rara! (Eduardo se dirige a la mesa de despacho que está en un extremo de la sala de estar. Abre el cajón y saca un sobre) Eduardo: Está a mi nombre. Daniel: Pues ábrelo. Eduardo: (Abre el sobre y extrae un papel. Lo lee en silencio). Creo que todo el problema está resuelto. Es una petición formal dirigida a su mujer y a sus hijos para que le apliquemos la eutanasia. Daniel: Bueno, se acabó el rollo. Begoña: No se acabó el rollo. Ese papel no nos da derecho a matarle. Isabel: Hija, por favor. Sigues hablando como si estuviésemos tramando un asesinato. En todo caso sería un suicidio justificado, dada la situación en la que se encuentra. Es él el que quiere morir. Se trata de su última voluntad. Begoña: Pues no podemos ayudarle a suicidarse. Yo hablaré con él y trataré de explicarle el sentido que tienen sus sufrimientos, y estoy segura de que aceptará su situación y morirá en paz cuando Dios quiera. Eduardo: Begoña, él está en su derecho. Es su vida, no la tuya. Es dueño de hacer con su vida lo que le parezca. Este papel lo escribió libremente y estando en plenitud de facultades. Es su voluntad claramente expresada. ¿Quiénes somos nosotros para oponernos a su voluntad? Begoña: Si uno de vosotros intentara suicidarse, los demás se lo impediríamos, aunque fuese utilizando la fuerza.... Daniel: (Ironizando) ¡La heroína católica, Begoña de Arco, salva a su hermano de un intento de suicidio! Su hermano Daniel, un joven angustiado por la vida, se tiró al río. Ella, en un alarde de audacia y valor, se tiró detrás. Él quería ahogarse. Pero ella se lo impidió, para lo cual, entre los aplausos de los asistentes, le arreó un fuerte puñetazo que le hizo perder el sentido... Eduardo: ¡Basta, Daniel! Esto no es una broma.
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n f a m i l i a d e N a z a re t bn ESCENA SEGUNDA Entra Ana, la esposa de Antonio y madre de los cuatro, que ha escuchado su conversación detrás de la puerta. Trae una carta en la mano. Ana: (Sonriendo cándidamente, como si no hubiese escuchado la conversación de sus hijos). ¡Ah, perdonad que os interrumpa...! Es que ahora que estáis aquí los cuatro creo que puede ser el momento para leeros esto. Eduardo: ¿De qué se trata, mamá? Ana: No sé si os acordáis de vuestro tío Carlos, el que está en los Estados Unidos... Eduardo: Sí, claro, ¿cómo no nos vamos a acordar? Ana: El pobre está muy mal. Los médicos le dan tres meses de vida. Tiene un cáncer incurable. Me lo cuenta todo en esta carta, que recibí hace una semana. Entre otras cosas me dice que deja toda su herencia a vuestro padre. Debe ser una gran fortuna... Como sabéis, el pobre no ha tenido hijos y su mujer murió hace años. Es una gran suerte para vosotros, hijos míos, porque de vuestro padre pasará a vosotros, claro. Lo único que me advierte es (¡qué tontería!) que vuestro padre heredará si le sobrevive. ¿Comprendéis, hijos? (Como si lo estuviese explicando a unos niños pequeños) Si le sobrevive. Es decir, si cuando muera vuestro tío Carlos, vuestro padre todavía está vivo. En caso contrario, deja toda su herencia para causas benéficas. Esperemos que vuestro tío muera antes que vuestro padre, porque si no me parece que os quedaréis sin nada... Daniel: Eso sí que es una buena noticia... Ana: Sí, pero a mí me surge una pequeña duda, queridos. Más bien diría que estoy en un dilema agobiante. Por una parte deseo que vuestro padre tarde en morir, para que vosotros heredéis esa fortuna. Pero, por otra, me da mucha pena su situación tan lastimosa, sus sufrimientos... Y no sé si sería preferible pedir a los médicos que acaben con ellos... Es decir, se trataría de proporcionarle una muerte digna, una muerte feliz... En fin, que estoy en un mar de dudas y no sé qué hacer. Por eso, querría que me dieseis vuestra opinión. ¿Tú qué opinas, Isabel, hija? Isabel: (Perpleja y nerviosa) No sé, la verdad. Es una situación tan rara... que no sé qué decir. Ana: ¿No te da pena tu padre? Isabel: Sí, mucha pena. Ana: Entonces tú opinas que es mejor... Isabel: Bueno, no sé... Ana: Tú también estás tan perpleja como yo, por lo que veo. ¿Y tú, Eduardo, qué piensas tú? Eduardo: (Igualmente perplejo) No sé, mamá... Esto me coge por sorpresa... Ana: Sí, realmente esto de las leyes es una cosa muy complicada. ¿Por qué no puede heredar un muerto? Es una pena... Y tú, Daniel, ¿tú que piensas? O tal vez será mejor que no me lo digas, porque eres tan sincero que me vas a decir con toda claridad lo que sientes, no lo que debo hacer. En fin, veo que no me aclaráis mis dudas. De todas formas, si se os ocurre una solución, me llamáis, ¿eh, queridos? Buenas noches y hasta mañana. (Hace mutis por el foro, sin dejar su cándida sonrisa, mientras cae -demasiado lentamente para algunos- el telón).
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Fundas Salterio Para contener los volúmenes del Oficio de Lectura y el Salterio
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n f a m i l i a d e N a z a re t bn
De la pasión al hastío El efecto destructor del silencio en el matrimonio Aquilino Polaino Lorente Catedrático de Psicopatología de la Facultad de Medicina, Universidad CEU-San Pablo.
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as personas necesitamos de la comunicación con otras personas. Sin relación nadie llegaría a ser el que es. El contenido de esta afirmación es especialmente exigente en el ámbito del matrimonio y la familia. Entre los cónyuges, la unión de personas está llamada a la puesta en común de sus respectivas intimidades. 48
f a m i l i a d e N a z a re t La intimidad personal está velada y protegida frente a la mirada de curiosos y extraños. La intimidad sólo se abre a quien se quiere abrir. Pero si no se abre, nada o muy poco hay para compartir. El amor humano demanda esa apertura y esa recepción. Si uno no da, el otro no recibe; si uno no acepta, el otro no da. El amor humano entre los cónyuges precisa de esta mutua donación-aceptación. La comunicación entre hombre y mujer es la que sostiene la llama del amor que hay entre ellos. Si esa llama se apagara, la pasión daría paso a la indiferencia y el amor se extinguiría. La comunicación es necesaria para el hombre y la mujer, aunque haya que admitir algunas diferencias entre ellos. Se ha dicho que “cuando el hombre habla, se cansa; por el contrario, cuando la mujer habla, descansa”. No sé qué de cierto habrá en este tópico. Pero, de acuerdo con la experiencia de los terapeutas de pareja, parece que la mujer es más sensible —y también más vulnerable— a esos apagones en la comunicación conyugal. El hombre, por otra parte, se refugia más en el silencio y el mutismo para expresar su disconformidad en cualquier asunto conyugal. La mujer, en cambio, se expresa, inicia su discurso una y otra vez, porfía, regresa al planteamiento inicial, insiste, contraataca por otra vía, grita, pregunta y vuelve a preguntar aunque su marido no le conteste, y casi nunca se da por vencida. La perseverancia de la mujer por llegar al diálogo sólo es comparable a la tozudez del varón por no abrir la boca.
LA INCOMUNICACIÓN ENTRE MARIDO Y MUJER ES HOY EL CÁNCER DE MUCHOS MATRIMONIOS
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La incomunicación entre marido y mujer es hoy el cáncer de muchos matrimonios. Cuanto menos hablen entre ellos más denso será el hastío y más interminables las horas, días y meses en que convivan. Si la pasión que hay entre ellos es sustituida por el hastío, la indiferencia hincará sus raíces en esa relación. Cuando todo resulta indiferente, la vida personal pierde su calor y su color y, hastiados como están, la misma relación se desvitaliza: se aproximan rápidamente hacia un final fatal e insoportable. “El hastío —dice La Rochefoucauld— ha causado más víctimas que la voluptuosidad, más borrachos que la sed y más suicidas que la desesperación”.
El silencio y la incomunicación conyugal A lo que parece, cuando las palabras adquieren su más denso pálpito de significado, todo marcha —y hasta pinta bien— en las relaciones conyugales. Pero, en ocasiones, a unas palabras suceden otras desleídas, no significativas, meros fonemas guturales que nada dicen ni aportan. O por mejor decir, ni siquiera dicen porque ni se articulan, ni son, ni vibran en el aire. Lo que hay es tan solo la boca muda que nada expresa, a no ser el rictus amargo de su ingrávido silencio. El silencio es más que una ausencia. Una ausencia, por breve que sea, que duele y puede prolongarse como las nieves polares. El hombre silente se desnaturaliza y deshumaniza. El hombre silente es una persona agostada en la que nada suena ni resuena (vasija rota y torpe, fatalmente quebrada y cegada a cualquier eco). Ni siquiera el más pequeño pálpito de su vivir. El hombre silente es un fantasma, un hombre virtual, un hombre cerrado a la relación, la sombra del sueño de un hombre virtual.
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Lo que no se comunica es como si no existiera. Comunicar es compartir. Se comparte cuando hay algo de lo comunicado que nos une. La comunicación une; la incomunicación separa. Lo que separa distancia; la distancia aleja y nos hace extraños los unos a los otros hasta no conocernos ni reconocernos. La incomunicación puede ser tan hermética que impida compartir el más modesto gesto de enfado. El silencio de la incomunicación es atroz, porque niega cualquier expresión o manifestación de la persona. Durante el silencio, en la relación con el otro no está presente el rostro en el rostro ni el ojo en el ojo. Van quedando tan solo los recuerdos. Pero los recuerdos no tienen rostro ni ojos. Los recuerdos no se olvidan de ellos mismos, pero son incapaces de asentar su blanda mirada en la mirada hambrienta de quien está dispuesto a acoger al otro en su regazo. El recuerdo, por eso, es demasiado olvidadizo de lo esencial: se olvida de poner el ojo en el ojo. Lo que el recuerdo no olvida, en cambio, son los propios sentimientos, escenas fugaces en sucesión irrefrenable. Pero, eso sí, sin la frescura, tersura y densidad del aquí y ahora del instante.
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Las palabras espontáneas, fluidas, articuladas sin esfuerzo y naturales son sustituidas por la escucha impasible e indiferente que, para no decir nada ni hacerse notar, se contenta con andar de puntillas por entre los más pequeños detalles de educación. Cuando el varón, por alguna extraña circunstancia, se siente forzado a asentir o siquiera sea a participar, deja escapar de tarde en tarde un trasunto de gesto que muere apenas comienza, porque nace ya agónico. Un gesto que muere sin llegar a su fin. Hasta ese extremo llega el esfuerzo de no comunicarse para engañar así al propio silencio y al fin no comunicar nada. A lo que parece, los varones han aprendido a poner por obra aquel viejo adagio medieval que reza: “audi, vide, tace, si vis vivere in pace” (escucha, mira y calla, si quieres vivir en paz).
LA PERSEVERANCIA DE LA MUJER POR LLEGAR AL DIÁLOGO SÓLO ES COMPARABLE A LA TOZUDEZ DEL VARÓN POR NO ABRIR LA BOCA
f am il i a d e N a za r et En la incomunicación de la pareja no hay com(unión) porque no hay (comun)icación. En realidad, lo que no hay es “co”. En su lugar está el aislamiento, la soledad, el hablar de sí para sí sin ningún interlocutor, es decir, apenas un fragmento incompleto de un “yo” aislado y demasiado independiente como para ser el propio yo. Se vive entre los otros, pero sin los otros (o con los otros entre paréntesis). Se oyen sus voces en forma de susurro, pero no se atiende al rostro en el que aquellas nacen. Aunque suele pervivir un cierto oír en la distancia — sin escuchar y casi sin oír—, las palabras de los otros llegan quebradas, misteriosamente podridas, vaciadas de cualquier contenido y significado. Son palabras muertas de cadáveres vivos. El silencio sólo comunica la presencia de una ausencia: la de la palabra. El silencio anuncia el malestar de quien está enfadado y quiere manifestarlo así, haciéndose notar, llamando la atención del otro. El varón silente extiende a cuantos le rodean su rotunda falta de empatía, su indiferencia por todo y por todos. Si él mismo se ha vuelto para sí como lo no interesante, ¿cómo podrán los demás despertar su interés? La indiferencia, ese sí que es el gran mensaje comunicado por la incomunicación, o tal vez mejor: el mensaje transmitido sin soporte verbal ni gestual alguno, el misterio de los misterios que se hace presente e irrita la piel de quienes le rodean, precisamente por su contumaz incomprensión. El silencio no se oye, pero lo llena todo. El silencio conyugal es siempre respectivo de los temas que son propios de la intimidad. La comunicación conyugal sigue entonces un curso monótono y rutinario: es el lenguaje formal, normalizado, regulado y sólo
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referido a los asuntos domésticos. Cuantos más años de matrimonio menos lenguaje, menor densidad en la comunicación. Se habla sí, pero ¿de qué? De que hay que pagar al portero, de que hay que hacer tal gestión en aquel banco, de quién comprará esta semana en el híper las cosas necesarias que faltan, de quién recogerá al niño en el cole... Pero no se habla de ti y de mí, de nosotros. El varón parece estar persuadido de que “a nadie le perjudica el haber callado, pero sí el haber hablado”. Por eso no hay encuentro hombre-mujer, esposo-esposa, amigoamiga. No es que todo el lenguaje del otro sea superfluo. A fe mía que también es necesario hablar de estos temas en apariencia irrelevantes. Incluso reconozco que hablar de esos temas es imprescindible. Pero esos temas están acunados en las entrañas de las necesidades menores, de las necesidades menos necesarias, de las necesidades domésticas y, por el momento, en ningún otro lugar. La otra necesidad vital y voraz de encontrarse dos personas que se necesitan, esa jamás se satisfará ni llegará siquiera a plantearse formalmente. Si mantienen el lenguaje formal, aparte de por su necesidad perentoria y mínima, es porque ya no saben de qué hablar ni cómo hablar entre ellos.
EL SILENCIO ANUNCIA EL MALESTAR DE QUIEN ESTÁ ENFADADO Y QUIERE MANIFESTARLO ASÍ, HACIÉNDOSE NOTAR, LLAMANDO LA ATENCIÓN DEL OTRO 51
Luego vienen los grande “productores” de la comunicación contemporánea. Me refiero a los tópicos, las estereotipias, los lugares comunes, las modas, los comentarios fútiles, es decir, los “ruidos” que enmascaran el silencio y lo roban y esterilizan en la artificialidad estéril de las palabras vacías, débiles y desesperadas. Son palabras que nada trasportan —porque “nada tienen que decir”— de la nada del hablante a la nada de su destinatario, de quien escucha o se supone que debería escuchar. Los formalismos se tragan todo. Hasta los incipientes y dubitativos “decires” que, siendo en sí mismos irrelevantes, podrían servir, no obstante, como pórtico del inicio de un nuevo intento de comunicación.
Del origen del silencio y del silencio sobre el origen El origen del silencio entre los cónyuges es tan diverso y complejo como el hondo misterio de la comunicación conyugal. El silencio, también aquí, puede decirse de muchas formas. Hay silencios herméticos que proceden de reprimir un comportamiento agresivo; hay silencios hirientes y despreciativos, con lo que se ningunea al otro; hay silencios que son una mera confesión de la debilidad de quienes no saben, no quieren o no pueden hablar.
LO QUE IMPORTA ES ROMPER DE UNA VEZ POR TODAS LA CARCASA BLINDADA DONDE EL SILENCIO SE ALOJA
Hay silencios de asentimiento y conformidad que dejan el testigo en los labios del único que habla para que tome la iniciativa que desea; hay silencios agoreros que preludian la centelleante llegada de una fulgurante explosión; hay silencios simulados e histriónicos, que se usan como una herramienta estratégica para dejar claro y poner de manifiesto a quién pertenece la última palabra en esa discusión. Hay silencios lacerantes que atraviesan dolorosamente la intimidad de quienes, estando presentes, se les trata como si estuvieran ausentes; hay silencios que se fingen sordera; hay silencios lastimeros que están demandando la ayuda que no se sienten capaces de suplicar;
EL SILENCIO ES EL CÁNCER DE LA COMUNICACIÓN CONYUGAL, EL ARMA MÁS DESTRUCTORA Y MORTÍFERA DE LA RELACIÓN INTERPERSONAL Y FAMILIAR hay silencios lacónicos, densos, plomizos y melancólicos que contagian su tristeza; hay silencios estereotipados, mutistas y demasiado infantiles como para que alguien se preocupe de ellos. Pero todo silencio frustra también a quienes están en ese mismo contexto. El silencio es rompedor y torturante incluso para quienes lo escuchan como un lejano y sufrido eco. El silencio sofoca la espontaneidad de quienes tratan de oír una voz que no habla. El silencio es el más eficaz aguafiestas de la alegría compartida. El silencio bloquea y desnaturaliza la confianza y transforma el diálogo de los contertulios en el susurro y el cuchicheo. El silencio pone a andar de puntillas a las palabras de quienes hablan a su alrededor. El silencio es el cáncer de la comunicación conyugal, el arma más destructora y mortífera de la relación interpersonal y familiar.
fa mi l ia de Na za re t bn n El silencio, otras veces, instiga a los gritos de quienes parlotean y quieren así mostrar que están más allá de él, que pasan de él. El silencio es siempre una ficción poderosa y elocuente que hunde su zarpa en el corazón de quienes no se comunican. El silencio es el secuestro del diálogo que se transforma en monólogo. El silencio desvela la presencia de una ausencia —la palabra—, y la ausencia de una presencia —la persona silente— que físicamente comparece allí, pero que no está allí. Y, sin duda alguna, la incidencia del silencio, en ámbito conyugal, continúa siendo mayoritariamente masculina. Pero todo silencio —lo acabamos de ver— tiene un origen. Una forma eficaz de superarlo y abrirse a la comunicación es desandar el camino y volver sobre su origen. Mientras no se desvelen sus raíces, hasta que el silencio no estalle y se rompa en comunicación, los problemas seguirán donde estaban. Se trata de hacer un pequeño o gran esfuerzo. Lo que importa es romper de una vez por todas la carcasa blindada donde el silencio se aloja. Un aviso para navegantes (principalmente varones) al borde del naufragio conyugal: ¡Rompan a hablar a como dé lugar! Pues como dice un texto clásico, “en el hombre necio el silencio hace las veces de la sabiduría”.
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n cada etapa de la historia, los hombres han dado respuesta a la cuestión perenne del origen de los vivientes y lo han hecho desde su visión del mundo y del hombre. Charles Darwin (1809-1882), como todos los grandes exploradores, y con su mirada biológica y geológica, encontró una respuesta: el origen de los seres vivos es evolutivo; las especies lejos de ser independientes se relacionan. Observando el rico mundo natural que se presentaba a sus ojos, hizo el descubrimiento de que existía una gran adaptación de las especies a su hábitat. Y planteó una hipótesis, que pensó que era la explicación, toda la explicación del gigantesco proceso de la evolución biológica.
Darwin en 2009 Derribando mitos Natalia López Moratalla Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular
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ra z ón c rea do ra bn n Si pensamos en el momento histórico nos damos cuenta de la genialidad de la explicación que dio sobre la historia natural, la historia de la aparición en el tiempo de todas las especies. La visión que se tenía del mundo vivo en el siglo XIX ,cuando vivía Darwin, era y ha sido, hasta muy recientemente, estática y determinista. Las ciencias naturales arrastraban una visión mecanicista, propia de la Física de entonces. Y, lógicamente, la grandiosa intuición de Darwin tenía ese marco conceptual. Simplificando un tanto, podemos decir que en el imaginario de esa época, un pato era como un artefacto bien montado al que se da cuerda: un mecano. Y el espermatozoide tenía en la cabeza el diseño completo de un hombre que iría desplegándose poco a poco cuando fecundara una mujer; es decir pensaban entonces que cada ser vivo está preformado en miniatura desde el inicio. La teoría darwiniana es muy coherente con ese marco intelectual. Plantea que un agente físico, externo al ser vivo causa cambios al azar en algunos de los individuos que componen una población de una especie concreta. Se genera así variación dentro de la especie. Tal variabilidad permite a la selección natural elegir a los más aptos, para un entorno, por el hecho de que viven más y así dejan más descendientes. En efecto, los organismos están adaptados a su ambiente porque la selección natural ha ido eligiendo, en un medio cambiante, a los más aptos para ese hábitat, a lo largo de miles y miles de generaciones. Claramente, con la selección natural la especie mejora.
¿sin dirección; sólo al albur de los vientos? Pero evolucionar es mucho más que adaptarse. Es innovar, es dar paso a otros más complejos, más “evolucionados”, solemos decir. La selección natural no es toda la explicación del origen de las especies y, menos aún, del origen de cada uno de los hombres. En el planteamiento darwinista tenemos dos causas separadas: en primer término, un agente causa una variación al azar; hoy diríamos un cambio en los materiales de la vida —en el DNA que porta la información genética— y origina un cambio en un carácter, en el fenotipo;1 otra causa diferente —los cambios en el medio— actuará eligiendo selectivamente. La causa del cambio no afecta a la eficiencia de esos individuos en sí mismos, sino que seleccionan aquellos más aptos en ese entorno, simplemente porque en ese entorno dejan más descendientes. Razonablemente desde este prisma el proceso evolutivo no podía tenía otra dirección que la que marca el viento, como él afirmó. Una sequía, por ejemplo, hace que desaparezcan unos pinzones y se reproduzcan otros según que la forma del pico que poseen les permita o no alimentarse de las semillas que quedan en tiempos de sequía. Pero siguen siendo pinzones.
EVOLUCIONAR ES MUCHO MÁS QUE ADAPTARSE; ES INNOVAR
1 Para los no avezados en Biología, el fenotipo es la manifestación visible del genotipo en un determinado ambiente; a su vez, el genotipo es el conjunto de los genes de un individuo, incluida su composición alélica, entendiendo por alelo cada uno de los genes del par que ocupa el mismo lugar en los cromosomas homólogos. Su expresión determina el mismo carácter o rasgo de organización, como el color de los ojos. (Nota del Editor).
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n r a z ó n c re a d o r a bn Ahora bien, es un hecho —que tiene toda la terquedad de los hechos naturales— que ha habido dirección y no precisamente al albur de los vientos: los organismos más complejos fueron precedido en el tiempo por los más simples. Es preciso, por tanto, dar explicación de cómo ha podido el proceso evolutivo ir de lo más simple a lo más complejo. Debe haber algo más que la selección natural capaz de causar no un mero cambio, sino un cambio a más. La selección natural mejora lo que hay, a base de acumular progresivamente los cambios y seleccionar a los individuos más fecundos en un entorno, pero no hace aparecer las innovaciones, a más: más funciones, más capacidades, más… Darwin se dio perfecta cuenta de que desde sus postulados no podía resolver la cuestión de la dirección a más. ¿Cómo aparece un nuevo órgano; o cómo se hacen más complejas las funciones de cualquier órgano, o el diseño en unidad de cada organismo, de forma que la cabeza ocupe su sitio y las hojas y raíces el suyo? Y lanzó —hacia fuera— el reto de su teoría planteando la complejidad de un ojo, resuelta por la naturaleza en modelos muy diferentes entre sí, pero todos eficaces para ver. En su obra “El origen de las especies recogió”: “Si pudiera demostrarse que ha existido un órgano complejo que no pudo haber sido formado por numerosas y ligeras modificaciones sucesivas, mi teoría fracasaría por completo”. Esto es, balones fuera; si se demostrara que hay otra explicación, mi teoría fracasa. Si Darwin hubiera conocido la Nueva Biología —la compresión de los fenómenos vitales como procesos dinámicos de expresión de una información—, si hubiera conocido el dinamismo del desarrollo por el que un organismo pluricelular se construye desde una etapa de una sola célula; si hubiera podido leer, como podemos ahora, los genomas del “Homo sapiens” y del chimpancé, seguramente habría ampliado la idea de variación y selección como hoy la planteamos.
¿criaturas sin Creador? No dejan de ser muy curiosas, y muy interesantes, las expectativas científico-culturales del debate con que se está celebrando el año 2009. Para algunos la idea de que todo es una casualidad —y el diseño de las especies es un dibujo del aire sobre la arena—, les lleva a la conclusión de que la naturaleza no es obra de un Creador.
LA SELECCIÓN NATURAL NO ES LA ÚNICA EXPLICACIÓN DEL ORIGEN DE LAS ESPECIES Y, MENOS AÚN, DEL ORIGEN DE LOS HOMBRES 56
ra z ó n c r e a d o ra LA VISIÓN QUE SE TENÍA DEL MUNDO VIVO EN EL TIEMPO DE DARWIN ERA ESTÁTICA Y DETERMINISTA Y ELLO LE CONDICIONÓ Más aún, afirman —¡triple salto mortal!— que existimos porque nuestro número salió primado en la ruleta de Montecarlo: pura casualidad; no debemos a nadie la existencia. Estamos solos... Es una idea que tendría, desde la ciencia, la paternidad de Darwin. Si tenemos la explicación de Darwin según la cual el proceso lleva la dirección de los vientos, no ha habido un creador que diseñe, dicen unos. Si no hay explicación, hay un Creador que juega con dados trucados dentro de ese juego de azar, dicen otros… O, también lo afirman otros, todo está preformado de forma determinista y rígida. Pero la realidad, la vida en concreto, es mucho más bella. La maravillosa materia del Universo está preñada de vida, hasta de la vida corporal de cada hombre. Lo vivo es un sistema complejo; está compuesto por varias piezas interactivas, bien ajustadas y reguladas entre sí, que contribuyen a la función básica. No son piezas sueltas; más aún, la eliminación de cualquiera de los componentes lleva a que el sistema deje de funcionar.
PARA DARWIN EXISTEN DOS CAUSAS SEPARADAS EN EL ORIGEN DE LAS ESPECIES: LA VARIACIÓN AL AZAR Y LOS CAMBIOS EN EL MEDIO, LO QUE SOMETE TODO AL ALBUR DE LOS VIENTOS
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Los seres vivos son complejos en este sentido de una integración de partes en unidad funcional y ¡destinada a vivir!. Y esa unidad es más cuanto más piezas integre en unidad. Los seres vivos tienen un sí propio. Por eso, coma lo que coma una mariposa lo convertirá en alas de mariposa; se nutra de lo que se nutra un rosal lo convertirá en rosa. Por eso una hormiga siempre será más que un diamante (otra cosa es el precio en el mercado). Está viva y tiene por ello autonomía: se mueve, hace hormigueros y vive en la sociedad “hormiguil”. Por el contrario unos átomos de carbono se harán diamante si están a una presión y temperatura adecuada; si no, esos mismos átomos se hacen un negro grafito. No tienen el sí propio de lo vivo, sólo son según donde están. No son autónomos del medio para ser una cosa u otra. Ningún sistema complejo aparece de cero, sino de un sistema más simple anterior, que normalmente posee otras funciones menos complejas. Y esto es así, porque son seres vivos y la realidad viva está en continuo cambio; no es estática. La causa que origina un cambio, produce su efecto en un organismo vivo: una realidad unitaria de partes diversas que interactúan entre sí a diversos niveles. Una realidad abierta a interactuar con el exterior, intercambiar materia y energía, y mantenerse activa y en potencia de nuevos cambios. Por esto, evolucionar no es simplemente variación y selección en función del entorno. Evolucionar es cambiar, poco o mucho, el programa de la construcción del organismo, con independencia del medio; la selección no la realiza el entorno sino la dinámica interna del organismo. La selección interna marca el compás.
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¿únicamente pura información genética? Actualmente conocemos que el material genético es un material informativo; todo viviente posee una información genética (la secuencia de los nucleótidos del material informativo, el DNA) que se hereda de los progenitores, que es de primer nivel; y otra información —epigenética— que aparece con el proceso vital de cada individuo, de segundo nivel. Cada gen, o secuencia que posee un diseño ordenado y traducible al lenguaje de las proteínas, es un mensaje funcional. Dice un mensaje. Además la secuencia de nucleótidos se traduce a proteínas que tienen una función específica. Son las palabras del lenguaje que construyen una frase, o las notas musicales de un acorde. El genoma es un texto escrito: el guión de una obra, o la partitura. Es lo que se hereda: una copia del texto de la especie a que pertenece. Ahora bien, dar vida a una obra es representarla, contarla, en un sitio concreto, en un momento concreto, con unos intérpretes concretos. Darle vida, contarla, requiere enlazar frases o acordes en un orden que dan el argumento. El argumento es una información de segundo nivel que descansa sobre la información de las palabras y las frases, pero no reduce a ellas: es una información que aparece a lo largo de la representación y que supone el control del orden de emisión de los mensajes. Por su propia naturaleza, una frase es informativamente coherente, dice algo real y con sentido, si tiene, al menos, como elementos el conjunto sujeto-verbo-predicado. Y una frase forma parte real de una narración si sigue el hilo argumental. El hilo argumental tiene coherencia, una unidad. Narra una historia.
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DARWIN HOY RECONOCERÍA QUE SU TEORÍA NO ES VÁLIDA COMO EXPLICACIÓN DE “TODO” EL PROCESO EVOLUTIVO Con la misma lógica, un organismo se construye ordenando en el tiempo y en el espacio corporal los mensajes de los genes. El orden en que se van expresando los genes a lo largo de la vida del individuo es un programa, una sucesión ordenada de mensajes; una información de segundo nivel. Con ese programa se forman los órganos y los diversos tipos de estructuras. Es la información epigenética que aparece ligada al desarrollo mismo del organismo. Al principio solamente está el texto escrito, el genoma, en el material que aportan los progenitores. Como todo texto posee mucha más información que la debida a las palabras, los genes. Tiene acentos y puntos y comas y capítulos. El genoma tiene secuencias para el reconocimiento específico por parte de moléculas reguladoras. Estas moléculas señales controlan el tiempo de la información genética y dan el argumento.
¿una explicación sin fisuras? Evolucionar lleva consigo un “más con más”; más hilo argumental. Más información genética y más información epigenética. La mayor complejidad de los individuos de una especie está en función de la capacidad de ampliar la información genética y controlarla. Dicen más. El individuo es el beneficiario de ese aumento de la información, con independencia del entorno. Por tanto, una novedad es la adquisición de una información de segundo nivel —epigenética—, unitaria y coordinada, que controla las partes, y hace que el resultado sea siempre más que la suma de los componentes. Es un argumento más rico en sí mismo.
raz ón c re a dora bn n A medida que las especies que se sitúan en las grandes ramas del arbusto de la vida evolucionan, los individuos que las integran poseen más autonomía respecto al entorno. Pueden buscar el alimento, encontrar pareja, huir de los depredadores sin estar atados a lo que el medio y el suelo les ofrezca. Tienen más intensidad de vida. El cambio de la información, tanto genética como epigenética, es el hilo conductor de la evolución. El viento que sopla, mueve las piezas de un puzle, que encajaran entre sí como piezas del puzle que se autoconstruye. El cuadro que resulta tiene sentido, dice algo. Puede ser muy simple si está hecho por unas pocas piezas. Será mucho más rico no sólo si tienen muchas piezas, sino si las piezas son muy variadas y encajan perfectamente dando un colorido y detalle que enriquecen el conjunto. Lo vivo es una unidad —conjunto de unidades interactivas— finalizada a vivir y transmitir vida. Darwin hoy hablaría en términos de información. Afirmaría —seguramente— que a lo largo del tiempo se dan procesos microevolutivos, en los que un agente crea al azar una mutación y otro agente selecciona a los individuos portadores de ese cambio, en función del entorno, al establecer diferencias con el resto en cuanto a la capacidad de reproducción. Afirmaría que la evolución se realiza a través de procesos macroevolutivos, en los que el agente, al causar al azar un cambio en el DNA regulador (en el segundo nivel de información), modifica, por sí mismo, la capacidad de que las piezas se unan y capaciten nuevas y mejores operaciones y funciones. La eficiencia está en el proceso mismo de construcción, dado que enriquece la información de partida al aumentar la información epigenética. Y se integra en una unidad de sentido: a vivir.
Darwin hoy reconocería que su teoría no es válida como explicación de “todo” el proceso evolutivo. Diría que el ojo animal se construye desde piezas existentes —incluso con algunas modificaciones en ellas— integradas por una información de segundo nivel que controla el conjunto en una unidad de función, que hace al individuo capaz de ver. El filtro es el programa de construcción del ojo asumido en el programa de construcción del organismo, no el cambio del entorno.
¿la biología humana es mera zoología? ¿Qué diría hoy del origen de los hombres? Con los conocimientos actuales de la Biología humana, y especialmente de las neurociencias, la afirmación de la procedencia de los primeros hombres de un homínido antecesor —los austropitecinos— sería una afirmación muy matizada. Como nosotros hoy, él podría dar cuenta de lo singular de tal proceso. Cada hombre y no la humanidad en su conjunto tiene una novedad radical: no sólo es autónomo respecto al medio y lo hace suyo, lo humaniza, sino que es autónomo respecto de sí mismo. El cuerpo humano está liberado del automatismo de los procesos biológicos. El titular de cada cuerpo humano, cada hombre, es libre y no está encerrado ni en el presente ni el nicho ecológico que le resuelve la vida como lo están todos y cada uno de los animales.
TODO VIVIENTE POSEE UNA INFORMACIÓN GENÉTICA QUE SE HEREDA DE LOS PROGENITORES Y OTRA EPIGENÉTICA QUE APARECE CON EL PROCESO VITAL DE CADA INDIVIDUO
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n r a z ó n c re a d o r a bn El presupuesto biológico de ese peculiar cuerpo de cada hombre lo conocemos bien. La aparición de Homo tuvo como causa material una reordenación cromosómica que aumentó la información epigenética para la construcción del cerebro durante el desarrollo y primeros años, y permitió que quedara abierto a procesar la información que le llega de la relación con los demás a lo largo de cada vida. Sólo un cerebro con una plasticidad permanente a lo largo de la existencia, y “hecho” por la biografía de cada uno, es un cerebro de un cuerpo humano. A la cuestión de cuál es el origen de ese carácter propio de cada uno de los hombres —libertad, ser personal, psiquismo humano— no se contesta desde las ciencias positivas. El conocimiento que nos aporta la biología humana pone de manifiesto esa liberación del encierro en la biología, que no puede venir sin más de la biología misma. De hecho, distinguimos bien entre biología humana y mera zoología; y ningún médico tiene crisis de identidad con un veterinario. Ahora bien, la respuesta al origen último de tal capacidad de liberación es una respuesta “personal”, integrada en la visión del mundo que pautan las convicciones personales. Es posible que la capacidad de observar el mundo natural que tuvo Darwin le permitiera observar y, buscar dar razón de las “rarezas” biológicas de los hombres, y que lo lograra. La ciencia nos abre un panorama imponente. No somos sin más individuos de una especie, hechos en serie en el proceso evolutivo. Como muestra la Biología humana cada cuerpo humano tiene un “titular libre”; es un viviente que proyecta su vida, que puede entregarla. El cuerpo humano es barro de la tierra, pero como muy bien nos muestra la ciencia, amasado de forma especial. Además del proceso evolutivo que dio lugar a los primeros padres humanos, hay en la larga historia de la Humanidad, y hay una biografía de cada uno, enlazada a su vida biológica, inseparable de ella.
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NO ESTAMOS HECHOS EN SERIE EN EL PROCESO EVOLUTIVO, INDIVIDUOS SIN MÁS DE UNA ESPECIE, CADA HOMBRE ES LIBRE Y NO ESTÁ ENCERRADO COMO LOS ANIMALES EN EL NICHO ECOLÓGICO
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Natalia LÓPEZ MORATALLA, Cuestiones acerca de la evolución humana: Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular, ha publicado un centenar de artículos científicos en revistas especializadas en el campo de la bioquímica mitocondrial y la biomedicina. Es coautora del libro Los quince primeros días de una vida humana y de Biología de la Personalidad y autora de Repensar la ciencia, y El primer viaje de la vida, Cerebro de mujer y cerebro de varón, además de numerosos escritos de divulgación de Biología humana, de Antropología y de Bioética. Antes de este libro en colaboración con otros tres catedráticos e investigadores, había publicado La dinámica de la evolución humana. Más con menos, ambos publicados por EUNSA. Título: La dinámica de la evolución biológica. Mas con más Autor: Natalia López Moratalla, C. de Miguel, M. Font y E. Santiago Calvo Colección: Ciencias Biológicas El año 2009 será recordado como el año de la revisión de las ideas de Darwin y de nuevas síntesis de las teorías evolutivas. En 1859 la visión de Darwin daba una respuesta al mayor problema que planteaba en ese momento la historia natural. Situaba el proceso evolutivo en la perspectiva de causas y efectos y descubría que la selección natural en el seno de una población es la fuerza mayor que dirige la adaptación y diversificación a lo largo de miles de generaciones. Hoy gozamos del registro fósil más completo que él hubiera podido soñar: el genoma de cada especie guarda la historia evolutiva desde el inicio hasta el momento de su aparición. La Nueva Biología avanza desde el paradigma de la información genética, y su amplificación con el proceso mismo, la información epigenética. Es éste el hilo conductor del proceso evolutivo y del desarrollo embrionario. Tres eslabones temporales enlazan a los autores, Esteban Santiago Calvo, médico, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular, estrenó la síntesis de proteínas como lección magistral de las pruebas para la cátedra en 1970. Natalia López Moratalla, química, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular, desde 1981, se incorporó a la joven ciencia bioquímica al escuchar el origen de los seres vivos. Carlos de Miguel Vázquez, doctor en biología e investigador en Biología molecular, y María Font Arellano, doctora en biología y en farmacia, espe-
cializada en elucidar estructuras por resonancia magnética nuclear y bioinformática, les escucharon en el aula las primeras respuestas acerca del origen del código genético, de
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Derecho a matar
José Ignacio Munilla Aguirre Obispo de Palencia
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inalmente y después de tres meses de comparecencias ha sido aprobado y entregado al Consejo de Ministros, el Informe de Conclusiones de la Subcomisión Parlamentaria sobre la Reforma de la Regulación de la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Lo más significativo del Informe es la pretensión de que el delito de aborto desaparezca del Código Penal, para lo que propone un sistema de plazos, en el que se permita abortar en las primeras catorce semanas de embarazo, sin ningún tipo de condición. Para otros supuestos, el plazo se alargaría hasta las veintidós semanas; y aún más en algunos casos determinados. Por si no hubiese sido ya terrible la cifra récord de 112.138 abortos en el año 2007 en España, el Gobierno ha manifestado su decisión de acoger la petición de la Subcomisión, para dar más facilidades al recurso del aborto.
una más que evidente perversión del lenguaje Mi primer comentario se dirige al título elegido para presentar el citado documento: “En el marco de una nueva norma sobre derechos y salud sexual y reproductiva...” Como ya nos advirtió el cardenal Bertone en su conferencia sobre los Derechos Humanos pronunciada el pasado febrero en Madrid, la perversión del lenguaje ha pasado a ser un instrumento habitual en la estrategia de la conculcación de los derechos humanos. Emplear las expresiones “salud sexual” o “salud reproductiva” para referirse al aborto, es algo así como reivindicar el despido libre utilizando el concepto de “salud laboral”; o como reclamar la liberalización de la pornografía infantil bajo el término de “desinhibición precoz”… Una prueba añadida de la intrínseca maldad del aborto es el hecho de que haya que recurrir a disfrazar su cruda realidad, para hacerlo socialmente aceptable.
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raz ón c re a dora bn n
la concepción pagana de la vida pasa por atacar la familia En medio de la crisis moral que padecemos, los católicos contribuimos al bien común, entre otras formas, con la defensa decidida de tres valores de suma importancia: el derecho inviolable a la vida, el apoyo a la familia y el derechodeber de ésta a la educación moral de los hijos. Es muy significativo que las propuestas del Informe de la Subcomisión del Aborto no se reduzcan al desprecio a la vida concebida, sino que también desautoricen a la familia en la decisión del aborto. Así por tanto se pretende que las menores de edad —16 años— puedan abortar sin que sea necesario informar a sus padres. Además, se aprovecha la coyuntura para imponer en el sistema educativo la ideología de género y otras reivindicaciones del pansexualismo. Transcribo una conclusión del citado Informe: Formación en educación afectivo-sexual obligatoria en el sistema educativo, con el fin de prevenir embarazos no deseados (…), así como poner las condiciones para un intercambio afectivo, en toda su versatilidad y sin tabúes, entre las y los jóvenes basado en la igualdad, la libertad y el respeto a los derechos de la otra persona (…).
de nuevo contra la objeción de conciencia Asimismo este Informe de la Subcomisión propone la limitación del derecho de objeción de conciencia de los médicos y del personal sanitario. Con lo cual la objeción de los sanitarios en la práctica del aborto sólo se admitiría en el caso de que los interesados hubiesen inscrito previamente sus nombres en un registro público de objetores (¡no cuesta mucho imaginarse cuál será el destino profesional de estos “fichados”!). Paradójicamente, se afirma explícitamente que “se facilitará todo el apoyo institucional a los profesionales que practiquen las interrupciones del embarazo”.
Cada vez entendemos mejor aquella expresión acuñada por el entonces Cardenal Ratzinger: “dictadura del relativismo”. Efectivamente, una y otra vez estamos siendo testigos de cómo la “tolerancia” es invocada para justificar la introducción de determinados males morales; mientras que, una vez implantados, se imponen como opción obligatoria, sin derecho siquiera a la objeción de conciencia. La estrategia es muy similar en todos los casos. Baste refrescar nuestra memoria sobre el itinerario seguido en otro caso reciente: 1.- Invocación de la tolerancia para las uniones homosexuales. 2.- Modificación del concepto de matrimonio en el Código Civil para equiparar las uniones homosexuales a las heterosexuales. 3.- Enseñanza obligatoria de la ideología de género en las escuelas, a través de Educación para la Ciudadanía. 4.- Negación de la objeción de conciencia a los padres que disientan. La historia española está demostrando que una cosa es “invocar” la objeción de conciencia como estrategia política y otra cosa muy distinta es “creer” en ella. Con frecuencia ocurre que los defensores de la objeción de conciencia, pasan a ser sus detractores, en cuanto alcanzan el poder. En realidad, para creer en la objeción de conciencia, es necesario creer en la libertad del hombre. Y para creer en la libertad del hombre, es indispensable confesar su dignidad espiritual. Solamente así descubriremos el absurdo de la reivindicación del aborto como un “derecho”… Solamente así podremos entender que detrás del “no al aborto”, se encierra un “sí a la vida”, inseparable de la dignificación de la mujer y del matrimonio.
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n r a z ó n c re a d o r a bn
Manifiesto científico sobre el aborto (Buenanueva ofrece el texto de este Manifiesto al que se han adherido más de mil expertos) os abajo firmantes, Profesores de Universidad, Investigadores, Académicos, e intelectuales de diferentes Profesiones, ante la iniciativa del Grupo Socialista en el Congreso, por medio de la Subcomisión del aborto, de promover una ley de plazos, suscribimos el presente Manifiesto en defensa de la vida humana en su etapa inicial, embrionaria y fetal y rechazamos su instrumentalización al servicio de lucrativos intereses económicos o ideológicos. En primer lugar, reclamamos una correcta interpretación de los datos de la ciencia en relación con la vida humana en todas sus etapas y a este respecto deseamos se tengan en consideración los siguientes hechos:
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a) Existe sobrada evidencia científica de que la vida empieza en el momento de la fecundación. Los conocimientos más actuales así lo demuestran: la Genética señala que la fecundación es el momento en que se constituye la identidad genética singular; la Biología Celular explica que los seres pluricelulares se constituyen a partir de una única célula inicial, el cigoto, en cuyo núcleo se encuentra la información genética que se conserva en todas las células y es la que determina la diferenciación celular; la Embriología describe el desarrollo y revela cómo se desenvuelve sin solución de continuidad. b) El cigoto es la primera realidad corporal del ser humano. Tras la constitución del material genético del zigoto, procedente de los núcleos gaméticos materno y paterno, el núcleo
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resultante es el centro coordinador del desarrollo, que reside en las moléculas de ADN, resultado de la adición de los genes paternos y maternos en una combinación nueva y singular. c) El embrión (desde la fecundación hasta la octava semana) y el feto (a partir de la octava semana) son las primeras fases del desarrollo de un nuevo ser humano y en el claustro materno no forman parte de la sustantividad ni de ningún órgano de la madre, aunque dependa de ésta para su propio desarrollo. d) La naturaleza biológica del embrión y del feto humano es independiente del modo en que se haya originado, bien sea proveniente de una reproducción natural o producto de reproducción asistida.
ra zón c re a dora bn n e) Un aborto no es sólo la “interrupción voluntaria del embarazo”, sino un acto simple y cruel de “interrupción de una vida humana”. f) Es preciso que la mujer a quien se proponga abortar adopte libremente su decisión, tras un conocimiento informado y preciso del procedimiento y las consecuencias.
i) Dada la trascendencia del acto para el se reclama la intervención de personal médico, es preciso respetar la libertad de objeción de conciencia en esta materia, puesto que no se puede obligar a nadie a actuar en contra de ella. j) El aborto es además una tragedia para la sociedad. Una sociedad indiferente a la matanza de cerca de 120.000 bebés al año es una sociedad fracasada y enferma.
g) El aborto es un drama con dos víctimas: una muere y la otra sobrevive y sufre a diario las consecuencias de una decisión dramática e irreparable. Quien aborta es siempre la madre y quien sufre las consecuencias también, aunque sea el resultado de una relación compartida y voluntaria.
k) Lejos de suponer la conquista de un derecho para la mujer, una Ley del aborto sin limitaciones fijaría a la mujer como la única responsable de un acto violento contra la vida de su propio hijo.
h) Es por tanto preciso que las mujeres que decidan abortar conozcan las secuelas psicológicas de tal acto y en particular del cuadro psicopatológico conocido como el “Síndrome Postaborto” (cuadro depresivo, sentimiento de culpa, pesadillas recurrentes, alteraciones de conducta, pérdida de autoestima, etc.).
l) El aborto es especialmente duro para una joven de 16-17 años, a quien se pretende privar de la presencia, del consejo y del apoyo de sus padres para tomar la decisión de seguir con el embarazo o abortar. Obligar a una joven a decidir sola a tan temprana edad es una irresponsabilidad y una forma clara de violencia contra la mujer.
En definitiva, consideramos que las conclusiones que el Grupo Socialista en el Congreso, por medio de la Subcomisión del aborto, ha trasladado al Gobierno para que se ponga en marcha una ley de plazos, agravan la situación actual y desoyen a una sociedad que, lejos de desear una nueva Ley para legitimar un acto violento para el no nacido y para su madre, reclama una regulación para detener los abusos y el fraude de Ley de los centros donde se practican los abortos.
Entre los firmantes del Manifiesto se encuentran el catedrático emérito de Biología Celular de la Universidad de Granada, Francisco Abadía; el catedrático de Biología Celular de la Universidad de Granada, Julio Navascués, el catedrático de Genética de la Universidad de Alcalá, Nicolás Jouve; y el catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense, César Nombela. (Sigue un millar de adhesiones a fecha de 17 de marzo de 2009, y siguen aumentando).
BUENANUEVA SE UNE A ESTE MANI FIESTO ESPERANDO VER UN NUEVO AMANECER PARA TODA VIDA HUMANA Y DESEANDO EL CESE DE ESTE GENOCIDIO QUE ESTÁ DESTRUYENDO LA HUMANIDAD. ORAMOS PARA QUE DIOS SE MANIFIESTE Y NOS AYUDE.
n r a z ó n c re a d o r a bn
Las secuelas
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a segunda víctima atormentada del aborto es la mujer. Millones de jóvenes se han hundido en el fraude del aborto. Sólo en España son más de 800.000 las jóvenes, en estado de gravidez, que han abortado desde que se despenalizó el aborto en 1985, y casi todas ellas están sufriendo lo que se denomina Síndrome postaborto. Así lo prueba la institución abortista más significativa del mundo, la Federación Internacional de Planificación Familiar, al aseverar que: “la incidencia del trauma postaborto para clientas de abortos quirúrgicos puede llegar a alcanzar hasta el 91% de los casos. Clemente Ferrer Roselló Las jóvenes que abortan comienzan a padecer los síntomas postaborto, esto es; zozobra, desesperación, delirios, desvelo, embriaguez, drogadicción, desesperanza, psicosis... y suicidio. En la página web www.vidahumana.org se incluye un capítulo donde se expone las secuelas del Síndrome Postaborto El Gobierno de Finlandia desveló tener siete veces más suicidios entre jóvenes que habían abortado, de acuerdo con un informe de 1997 sobre una muestra de 9.129 mujeres..., un estudio estremecedor y patético. Según los criterios del mundo, a las jóvenes que abortan no les pasa nada aparentemente, porque “como es legal…”; sin embargo, se ven afectadas por graves trastornos mentales: el 64% de ellas ingresan en sanatorios psiquiátricos después del aborto, según una investigación de la Universidad estadounidense de Baltimore y el 59% sufren trastornos psiquiátricos graves y permanentes tras el aborto, según la Real Academia de Obstetricia de Inglaterra. En 2007, la artista británica Emma Beck, de 30 años, esperaba mellizos y abortó tras la ruptura con su novio, que no quería a los niños. Apareció ahorcada, dejando a sus parientes una patética carta: “La vida es un infierno para mí, yo nunca debería haber abortado, habría sido una buena madre. Le dije a todo el mundo que no quería hacerlo, hasta en el hospital. Estaba asustada, ahora es demasiado tarde. Morí cuando mis bebés murieron. Quiero estar con mis bebés, necesitan de mí más que nadie”.
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En España, según informes del IPF, hemos saltado de 9.000 abortos en 1985, a más de 100.000 en el vencido año. Con este cantidad se evalúa que, diariamente, 266 bebés no ven la luz del día como resultado de este crimen, por lo que, en España, se ha rebasado el millón cien mil abortos desde que se legitimó la aplicación del aborto en el año 1985. Esto significa que cada 5,4 segundos se origina un asesinato a través del aborto. Con estas cifras, España se ha trocado en el terruño occidental en donde más han aumentado los abortos en los últimos diez años. Actualmente, según el IPF, uno de cada seis embarazos, termina en aborto. Otra de las graves secuelas del aborto, divulgada en los últimos años, es el carcinoma de mama. Junto con el gran acrecentamiento de los cánceres del aparato reproductivo de la mujer, el cáncer de mama ha tenido
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un aumento espectacular en los últimos veinte años, en todos los lugares donde se ha propagado el aborto. En una investigación de la catedrática proabortista Janet Daling, divulgada por el “Journal of the National Cancer Institute”, en los casos en que había precedentes familiares de cáncer, se afirmaba que la madre que abortaba más tarde de los treinta años, el peligro crecía un 270%. Más aún: cuando las jóvenes abortaban a su primogénito antes de los 18 abriles, y tenían antecedentes familiares cancerígenos, el cáncer se presentaba rápidamente. El doctor Nathanson, uno de los primeros defensores del aborto en los Estados Unidos, incluido el de su propio hijo, testifica afligido: “La Humanidad hoy se arrepiente de la esclavitud de ayer, y pronto se avergonzará del crimen del aborto”.
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n s ofi s ma s bn
La teoría del “Gran Pum” Alfonso V. Carrascosa
ctavio Paz, poeta y ensayista mexicano, Premio Nobel de Literatura de 1990, recomendaba a los hispano-parlantes referirse al fenómeno astronómico del “Big Bang”, como el “Gran Pum”. Todos en mayor o menor medida lo relacionamos con el origen del universo y con el astrónomo Stephen Hawking, pero casi nadie lo asocia con la Iglesia Católica.
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Esto ocurre sobre todo por ignorancia; pero también porque, por una razón u otra, se procura transmitir que Iglesia y ciencia, fe y razón, son incompatibles. Como también se pretende ignorar o evitar transmitir el hecho cierto de que la práctica totalidad de los científicos de relevancia en la historia de la humanidad son creyentes, y más concretamente la mayoría de ellos son católicos. En este año 2009, declarado por Naciones Unidas Año de la Astronomía, veamos cómo lo anteriormente expuesto se cumple incluso en el desarrollo reciente de esta disciplina científica.
un cura precursor de la cosmología moderna La teoría del Gran Pum fue enunciada por el sacerdote católico y físico Georges Lemaître (1894-1966), de origen belga, como respuesta a las evidencias de un universo en expansión, argumentando que, si el universo se expande, en algún momento tuvo que haber estado contraído. Tanto es así que habría habido un momento en el que existió lo que él denominó átomo primitivo. En 1927 publicó sus trabajos sobre el universo en expansión y se los expuso a Einstein, quien no le hizo caso, aunque años más tarde el científico judío reconocería su error. Entre otras cosas, Einstein prefería un universo estable, no cambiante, e introdujo en sus expresiones matemáticas la denominada constante cosmológica, que terminaría por admitir como el mayor error de su vida. Sería Arthur Eddington, astrofísico británico considerado como el astrónomo más famoso del siglo XX —y con quien Lemaître desarrolló su carrera científica en el Observatorio Astronómico de Cambridge— el que apoyara y divulgara su teoría del universo en expansión en una conferencia dada en la Real Sociedad Astronómica en 1930, lanzando a la fama a su pupilo.
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s o f i sm as
Un año después, Lemaître publicaría en la prestigiosa revista británica Nature —premio Príncipe de Asturias 2007 a la Comunicación y Humanidades— su artículo “El comienzo del mundo desde el punto de vista de la teoría cuántica”, para explicar su teoría del Gran Pum y del átomo primitivo, la cual posteriormente desarrollaría en un libro titulado “La hipótesis del átomo primitivo”. Llama la atención cómo desde la posición filosófica del naturalismo materialista —en la que se afirma que la materia es la única realidad, y que todas las leyes del universo son reductibles a leyes mecánicas—, teorías como la del Gran Pum o la de la evolución se esgrimen por los laicistas como pruebas irrefutables de la inexistencia de Dios. Es, pues, necesario preguntarse: ¿cómo conjugó Lemaître ambas facetas de su personalidad, sacerdote y científico? ¿Cómo es que no fue laicista? La respuesta es sencilla: no fue un sacerdote que se dedicó a la ciencia ni un científico que se hizo sacerdote: fue desde el principio las dos cosas. Lemaître, como tantos científicos de todos los tiempos, nunca tuvo problemas de incompatibilidades entre fe y ciencia. Llegó a declarar al New York Times:
verdad científica y verdad sobrenatural Yo me interesaba por la verdad desde el punto de vista de la salvación y desde el punto de vista de la certeza científica. Me parecía que los dos caminos conducen a la verdad y decidí seguir ambos. Nada en mi vida profesional, ni en lo que he encontrado en la ciencia y en la religión, me ha inducido jamás a cambiar de opinión. Siglos antes el científico católico Galileo Galilei se había expresado en términos similares.
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SE PROCURA TRANSMITIR QUE FE Y RAZÓN SON INCOMPATIBLES Y SE IGNORA QUE LA MAYORÍA DE LOS GRANDES CIENTÍFICOS SON CREYENTES Años más tarde dejaría páginas inolvidables sobre la relación entre ciencia y fe, en las que expresaba una explicación parcial de por qué el desarrollo científico se ha dado en el mundo occidental mucho más que en el oriental. Esto es la matriz cultural cristiana, el creer en un universo explicable creado por un ser inteligente: El científico cristiano... quizá tiene una cierta ventaja sobre su colega no creyente. En efecto, ambos se esfuerzan por descifrar la múltiple complejidad de la naturaleza en la que se encuentran sobrepuestas y confundidas las diversas etapas de la larga evolución del mundo, pero el creyente tiene la ventaja de saber que el enigma tiene solución, que la escritura subyacente es al fin y al cabo la obra de un Ser inteligente y que, por tanto, el problema que plantea la naturaleza puede ser resuelto, pues su dificultad está sin duda proporcionada a la capacidad presente y futura de la humanidad. Estas palabras, fueron pronunciadas por Lemaître en septiembre de 1936 en un Congreso celebrado en Malinas (Bélgica).
LLAMA LA ATENCIÓN QUE TEORÍAS COMO LA DEL GRAN PUM O LA EVOLUCIÓN, ENUNCIADAS POR UN SACERDOTE CATÓLICO, SE ESGRIMEN POR LOS LAICISTAS COMO PRUEBAS IRREFUTABLES DE LA INEXISTENCIA DE DIOS 69
n e d u c a c ió n p ar a l a vi d a bn
No me gusta como soy
Complejos y adolescencia José Antonio Gris Especialista en Psicología Clínica
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uchos complejos comienzan en la infancia y son conflictos psicológicos inconscientes, es decir, que permanecen fuera del campo de la conciencia, por lo que el pequeño no se da cuenta de que existen. Si en la mente del niño se produce uno de estos conflictos, que por su edad emocional es incapaz de racionalizar y asimilar psicológicamente de forma adecuada, la solución más sencilla para su mente infantil es rechazarlo y reprimirlo.Este mecanismo de represión, que se produce de forma automática, es la forma más fácil de no afrontar el problema. Los niños, antes de los dos años de vida no pueden generar complejos porque no tienen desarrollado el pensamiento abstracto, es decir, sólo atienden a lo inmediato. 70
e duc a ci ón pa ra l a v i da bn n Los complejos que se generan en la infancia, están creando los cimientos para una posible perturbación de la personalidad en la adolescencia. Las vivencias en esta etapa de la vida irán posteriormente reforzando ese complejo. Hoy día podemos afirmar que un complejo ocasiona un comportamiento conflictivo que le va a crear dificultades durante toda la adolescencia para establecer unas relaciones sanas y positivas con los demás, provocando problemas de adaptación en las áreas de conducta familiar, escolar y social. En la adolescencia, los síntomas más frecuentes de una personalidad marcada por un complejo son inseguridad, timidez, angustia y agresividad. Por esto es tan importante la conducta de los padres o de un especialista para superar el problema antes de que se agrave más. Muchos estudios han demostrado la relación entre los complejos adolescentes y los trastornos adictivos con distintos tipos de drogas: alcohol, marihuana, cocaína, pastillas, etc. Para prevenir la aparición de estos complejos, los padres deben fomentar la autoestima en sus hijos, y evitar comentarios del tipo: “vete con mamá, que la quieres más a ella”, “vete con tu padre, siempre quieres estar con él”, etc. Tanto el niño como el adolescente deben comprender que los dos le quieren por igual y que puede encontrar apoyo y ayuda en ambos. De esta forma se le ayuda a superar sus complejos, proceso absolutamente necesario para el desarrollo de su personalidad.
LOS COMPLEJOS GENERADOS EN LA INFANCIA PUEDEN PERTURBAR LA PERSONALIDAD EN LA ADOLESCENCIA
tipología y consecuencias El complejo de inferioridad es el más frecuente. Para que tu hijo tenga un complejo de inferioridad no es necesario que posea un defecto físico. Su causa puede ser simplemente que en algún momento se ha sentido rechazado y esta experiencia ha marcado su personalidad. Los complejos de inferioridad producen inhibición y retraimiento, dando lugar a que se vaya formando una personalidad tímida e insegura, con poca actividad social. Esto explica por qué hay adultos con una timidez e inseguridad exageradas, que llegan a pensar que su presencia molesta a los demás. Detrás de un complejo siempre hay un sentimiento negativo que hace falta superar y que es muy fácil prevenir. Observa bien a tus hijos y podrás descubrir sus complejos para buscar la solución. En las investigaciones que se han hecho hasta hoy día, podemos afirmar que cada complejo produce unos síntomas concretos para poder identificarlos. Todos estos complejos pueden producir trastornos psicológicos en la adolescencia. Son los siguientes: 1. Complejos físicos: dificultades escolares, problemas en la capacidad para el juego. Dificultades de adaptación social y en la personalidad. 2. Complejos de su desarrollo motor: torpeza, sentimientos de inferioridad, celos hacia otros, resentimiento contra los adultos, rechazo social, timidez. 3. Complejos del lenguaje: llanto excesivo, dificultades para la comprensión y para conversar, retraso del habla. 4. Complejos por sus sentimientos: emocionalmente inestable o exaltado, timidez. 5. Complejos del desarrollo social: soledad, inseguridad, introversión social, dependencia excesiva, inconformismo, prejuicios, conductas antisociales en la adolescencia, conformismo.
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n e d u c a c ió n p ar a l a vi d a bn 6. Complejos de su adaptación social: soledad, inseguridad, infelicidad, autoconcepto desfavorable, afectación de la personalidad, hipersensibilidad, ansiedad, conformismo exagerado. 7. Complejos por su dificultad para jugar: problemas en los trabajos escolares y en las relaciones familiares, dificultades en la motivación para adquirir conocimientos, actitudes o valores, trastornos en las conductas y en las creencias. 8. Complejos por falta de creatividad: falta de motivación en los estudios, hacia las cosas nuevas, no le gusta intentar cosas difíciles, baja inteligencia, poca fantasía. 9. Complejos por comprensión incorrecta: información inexacta, experiencias limitadas, credulidad, razonamiento defectuoso, pensamientos poco realistas, mala comprensión de las palabras, confusión mental. 10. Complejos por falta de claridad moral: cree que la disciplina y el castigo son sinónimos, dificultades para aprender conceptos morales, discrepancias entre la conducta y los conceptos morales. 11. Complejos por malas relaciones familiares: deterioro de las relaciones familiares, patrones familiares desviados, relaciones interpersonales problemáticas, sentimientos de inferioridad, inadaptación social. 12. Complejos por una defectuosa formación de personalidad: autoconcepto desfavorable, egocentrismo, falta de reconocimiento social, inadaptación, conductas antisociales.
cómo reconocerlos Es muy importante que los padres reconozcan la importancia de evitar los complejos, ya que van a influir mucho en la vida del hijo. Hay una serie de pautas que como padres, educadores o tutores, se deben tener en cuenta.
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A) El crecimiento. Todo lo que se refiere a la evolución del cuerpo influye en la conducta, determinando lo que el niño puede o no hacer y también en su actitud hacia los demás y hacia sí mismo, afectando a su adaptación personal y social. La importancia psicológica que un niño dé al tamaño corporal, depende del modo en que los otros reaccionan ante él (“tú no juegas, que eres pequeño”). Por ejemplo, un niño con sobrepeso, puede observar una reacción negativa en los demás (“gordito, relleno, no puedes correr”). B) La habilidad. Hay que fomentar en el niño o adolescente la adquisición de habilidades motoras como la rapidez y la agilidad, los trabajos de precisión, la fuerza y la constancia en todo lo que hace. Se debe procurar que los hijos no demuestren torpeza en ninguna actividad y, si la tienen, ayudarles a superarla. La sensación de torpeza produce daños psicológicos como sentimientos de inferioridad, celos de otros niños, resentimiento, rechazo social, dependencia excesiva, timidez, etc. C) Mejorar su lenguaje. Su habilidad para hablar determina en gran medida su adaptación personal y social, a aprender a expresar sus necesidades y deseos, a obtener la atención de los demás y a facilitar la relación con ellos. El lenguaje influye mucho en la valoración que los demás hagan de él y en la autovaloración propia, su autoestima. Ello es determinante para su éxito académico, ya que si tiene desarrollado suficientemente su expresión verbal, puede influir en la conducta y los pensamientos de los demás.
MUCHAS CONDUCTAS DE LOS PADRES PUEDEN GENERAR COMPLEJOS EN LOS HIJOS, COMO LA SOBREPROTECCIÓN, LA TOLERANCIA EXCESIVA, EL RECHAZO, ETC.
e duc a ci ón pa ra l a v i da bn n D) Madurez emocional. La emoción más frecuente en la adolescencia es el temor y con él van asociadas una serie de conductas como la timidez y la vergüenza, la ansiedad, la preocupación, los celos, la ira, la aflicción y la curiosidad. El adolescente debe aprender a controlar sus emociones para aumentar su capacidad de aceptar las experiencias desagradables y adaptarse a ellas. Conviene procurar siempre, como padres, que haya un clima familiar, en el que él pueda expresar tanto sus emociones positivas como negativas: esto es esencial para su evolución y adaptación personal y social. E) Adaptación social. Los contactos sociales con otros niños, fuera y dentro del hogar, son importantes para determinar si los niños serán sociales, asociales (introvertidos) o antisociales (gamberrismo, delincuencia). El contacto social le ayuda a aprender normas de comportamiento, es decir a distinguir entre qué conductas son tolerables y cuáles no. F) El juego. Se trata de una experiencia importante de aprendizaje y no “una pérdida de tiempo”. Las formas de juego que más se deben fomentar son los juegos activos que se realizan de forma espontánea, como las dramatizaciones, los juegos constructivos, las fantasías, la música, las colecciones, las exploraciones y los deportes. G) La creatividad. Al fomentar la creatividad se está incrementando su inteligencia, y la forma de hacerlo es que los hijos vean a los padres muy animados y participativos; que se sientan apoyados en los juegos de dramatización y construcción, los compañeros imaginarios, las fantasías, los juegos de humor, los cuentos, y que sobre todo les escuchen sus deseos y aspiraciones.
H) La comprensión. Fomentar su capacidad de comprensión aumenta su adaptación personal y social. Tener en cuenta que la imagen que los hijos tienen de las personas y situaciones, depende mucho de la forma en que se les explique. I) Relaciones familiares. Hay muchas conductas de los padres que pueden generar complejos en los hijos, como la sobreprotección, la tolerancia excesiva, el rechazo, el dominio, la sumisión, la preferencia manifestada hacia alguno de los hermanos y las ambiciones que se tengan sobre su futuro. J) Normas morales y valores. Las reglas concretas que se les hace respetar sirven para crear conceptos morales y establecer las bases del código moral que guiará su conducta. La disciplina va dirigida a modelar la conducta del hijo con patrones socialmente aprobados. Es importante que él tenga claro lo que está bien o mal, porque muchos sentimientos de culpa nacen de la poca claridad de estos conceptos. Que los hijos vean siempre que las creencias cristianas de los padres coinciden con el comportamiento de los mismos, y no están en contradicción. J) La formación de la personalidad. Los factores más importantes que determinan la personalidad son muy diversos y van desde las experiencias tempranas, las influencias culturales, el atractivo físico, la inteligencia, las emociones, hasta el nombre, los éxitos y fracasos, la aceptación social y las influencias escolares y familiares. La valoración que el propio adolescente haga de todos estos puntos puede activar o anular un complejo. Por eso, es tan importante, reforzarles los sentimientos positivos hacia su persona y vencer los negativos
EXISTE UNA ÍNTIMA RELACIÓN ENTRE LOS COMPLEJOS ADOLESCENTES Y LOS TRASTORNOS ADICTIVOS CON EL ALCOHOL, MARIHUANA, COCAÍNA, PASTILLAS, ETC. 73
n e d u c a c ió n p ar a l a vi d a bn
cómo evitarlos 1. Felicitarles por sus pequeños o grandes logros. 2. Aceptar como algo normal y positivo las equivocaciones de los padres. 3. Con frecuencia, dejarse ganar por ellos en los juegos, esto les dará seguridad, confianza y deseos de hacerlo mejor. 4. Evitar siempre las frases negativas que pueden dañar su propia autoimagen (“Pedrito es mejor que tú”). 5. Alabarle delante de otros niños, por lo que hace bien. 6. Tratar de buscar cualidades positivas de su comportamiento y decírselas. 7. Hacer comentarios positivos de ellos en la habitación de al lado, haciéndole creer que no sabéis que lo están oyendo (“Daniel se porta muy bien”). 8. Cuando el hijo se compara a sí mismo con otros hermanos o amigos, destacar aquello que él hace mejor. 9. Como padres, trabajar siempre la propia autoestima. Esto siempre lo perciben los hijos. 10. Hablar siempre bien el uno del otro en la pareja, que ellos tengan siempre una imagen positiva de los comentarios que se hacen del cónyuge (“mamá es maravillosa”). 11. Hablar siempre bien de otros adultos o familiares. Es importante que tengan una imagen positiva de los demás. 12. Manifestar afecto a la pareja siempre delante del hijo, así él podrá aprender expresiones afectivas que luego repetirá (“papá, te quiero mucho”). 13. Ser capaces de aceptarse como se es: con los defectos y virtudes, para que ellos aprendan también a quererse a si mismos. 14. Es importante que vean una coherencia de los padres entre lo que piensan y lo que creen. Yo no conozco nada mejor que educarles en la fe cristiana. Rezar juntos y compartir los mismos valores y creencias en Jesucristo es vivir una vida nueva.
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es p ada de dos fil o s bn n
Me has seducido, Dios mío, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido” (Jr 20,7). Leyendo atentamente su contexto, nos damos cuenta de que la cita casi parece más un grito del profeta que una confesión. Digamos que se ha resistido a la seducción de Dios, ya que, desde que lo llamó, su vida se ha movido casi al filo de la navaja. Mal le ha ido a Jeremías en su vocación. La palabra que Dios puso en su boca para llevar a cabo su misión (Jr 1,9), le hace pasar del Tabor al infierno y viceversa, sin darle descanso. “He sido la irrisión cotidiana: todos me remedaban” (Jr 20,7b), comentará Jeremías. También en un grito de rabia exclama: “¡No volveré a recordarlo, ni hablaré más en su Nombre!” (Jr 20,9a). Quiere huir, desentenderse, pero no puede, porque “había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo trabajaba por ahogarlo, no podía” (Jr 20,9b).
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¡Me sedujiste, Señor! Antonio Pavía Martín-Ambrosio Misionero Comboniano
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n e s pa d a d e d o s f i l os bn Jeremías está sufriendo en su carne un drama terrible. Su sentido común le incita a huir a los confines del mundo como Jonás. Pero, si Él se ha adueñado de todo su ser, ¿cómo intentar ignorarlo cuando su fuego habita en él? El mismo Dios que se manifestó a Israel en el Sinaí, envuelto en fuego, y cuya trascendencia dejó patente prohibiendo al pueblo acercarse, ha reducido la distancia. Dios se ha hecho llama en su espíritu: “Me has agarrado y me has podido”. Jeremías se ha rendido ante su único y exclusivo Amor: ¡Me has seducido, Dios mío!, grita con fuerza el profeta. Aunque por otro lado, inmerso en tan profundas angustias, tiene momentos en que la desesperación surge con su rugido estremecedor: “¡Maldito el día en que nací! ¡El día que me dio a luz mi madre no sea bendito!” (J. 20,14)
vencidos por el amor, derrotados por la misericordia Dios, el Fiel, el Leal, el Veraz, vela por su profeta, pues antes que profeta es hijo. Cuida de él mucho más de lo que pueda suponer. Imaginamos cómo se acerca sigilosamente y con amor sopla sobre sus mortecinas mechas con el resurgir del fuego. No es de extrañar que Jeremías se sienta vencido por Él. De nuevo nos lo imaginamos combatiendo cuerpo a cuerpo con Dios y, tras su derrota, balbucear una y otra vez: “¡Me has seducido, Señor! Me has agarrado otra vez y me has podido”. Tienes la carta escondida de tu amor irresistible, no hay quien ame como Tú; quien como Tú estremezca cuerpo y alma. Nadie que pinte mis entrañas con los colores con que tú las pintas.
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De alguna forma, podríamos decir que todos los amigos de Dios que se nos presentan en la Escritura, como también los numerosos santos de quienes conocemos sus vidas, han vivido una experiencia semejante a la de Jeremías. Por ejemplo, así le ocurre a Francisco de Asís, quien fue tal su identificación con Jesucristo que éste, como prueba de que “sabía” corresponder a tanto amor, le dejó un sello imborrable de su presencia entrañable por medio de los estigmas. Nos fijamos también en David, autor de numerosísimos salmos. Lo que nos ha legado en sus poemas oracionales no es fruto de sus cualidades literarias, sino la experiencia de quien ha conocido la ternura de Dios y ya no puede vivir sin Él, sin su calor y cercanía. Concretamente cuando David se ve obligado a huir de Jerusalén porque el rey Saúl lo busca para matarlo, todo su ser, sediento de Dios, hace que su vida errante sea un terrible tormento. Sin embargo, se abre a Él por medio de este clamor: “Dios, tú mi Dios, yo te busco, mi alma tiene sed de ti, en pos de ti languidece mi carne, cual tierra seca, agotada, sin agua. Como cuando te veía en el Santuario contemplando tu fuerza y tu gloria, pues tu amor es mejor que la vida” (Sal 63,2-4).
JEREMÍAS QUIERE HUIR, PERO DIOS SE HA ADUEÑADO DE TODO SU SER: ¿CÓMO INTENTAR IGNORARLO?
es p ada de dos fi lo s bn n
vivir para Dios en la fe de Cristo Al igual que Jeremías, David pasa de la tristeza al gozo, del rocío al fuego: “Mi alma se aprieta contra ti, tu mano me sostiene” (Sal 63,9), susurra David ante el derroche de amor de Dios hacia él. Mi alma se aprieta contra ti, Dios mío, parece decirnos el apóstol Pablo abriéndonos confidencialmente su intimidad: “No vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Ga 2,20). Mi alma se aprieta contra ti, dirá también el padre de familia que da testimonio de fe en un ambiente autosuficiente en que Dios y su verdad son ignorados. Mi alma se aprieta contra ti, dice el/la joven cuando, frente a la corriente que los arrastra, despliegan la belleza del Evangelio de la Vida y de la Gracia. Mi alma se aprieta contra ti, susurra el sacerdote cuando constata que su predicación evangélica es marginada en beneficio del simple sentimiento religioso de sus oyentes. Mi alma se aprieta contra ti, dice por fin y como grito de amor y esperanza, el agonizante, esperando el gran acontecimiento de su vida: su encuentro definitivo y sin velos con el Padre. Volvemos a la Escritura y nos acercamos a otro testigo que, seducido por Jesucristo, comprendió que una vez abrazado por Él, no había vuelta atrás. Me refiero a Pedro. Jesús multiplica los panes, alimentando a una multitud. Partiendo del signo del pan, recuerda a los allí presentes el maná que comieron sus padres en el desierto, con esta bellísima catequesis: “Yo soy el pan vivo” (Jn 6,51), yo soy el nuevo maná enviado del cielo por mi Padre. Los oyentes no sólo no le creyeron, sino que se escandalizaron tanto que se alejaron de Él. Viendo Jesús su confusión les pregunta a los Doce: “¿También vosotros que-
LOS SALMOS DE DAVID NO SON FRUTO DE SUS CUALIDADES,SINO DE LA EXPERIENCIA DE QUIEN HA CONOCIDO LA TERNURA DE DIOS réis marcharos?” (Jn 6, 67). El reto pesa sobrecogedoramente en el aire. ¿Quién no quiere echar a correr ante una situación así? Nos parece oír sus dudas y sus miedos. Si bien, aunque todas las razones los empujan hacia la huida, hay una que les hace quedarse y ésta es la que prevalece: ¡Nos has seducido, Señor, con tus palabras! Oigamos a Pedro: “Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6,68). Volvemos a las mentes de los discípulos y nos hacemos eco de lo que está corriendo por ellas: ¡Tú, nadie más que tú, tiene palabras que nos den la vida eterna!, y, al contacto contigo, nuestro espíritu jadea por esta Vida. ¡Nos sedujiste, Señor, con tu Evangelio y nos hemos dejado seducir! ¿A quién vamos a ir?
NOTA: Para profundizar en los primeros seguidores de Jesús, se aconseja leer el libro: “Los discípulos de Emaús”, del P. Antonio Pavía. Publicado por Editorial San Pablo.
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n aldea planetaria bn
Vivir en soledad LA SOLEDAD EN EUROPA Mariano Martínez-Aedo y Rojo Vicepresidente del Instituto de Política Familiar (IPF)
“No es bueno que el hombre esté sólo”
l hombre está hecho para vivir y desarrollarse en sociedad. Un hombre realmente solitario sería un superhombre o una bestia, es decir, no sería un hombre. Desde el principio de la historia humana, el hombre ha reflexionado sobre sí mismo, y ha encontrado este carácter esencial: “el hombre es un ser social” (“zoon politikon”: Aristóteles, Platón).
E
Nuestras sociedades han cambiado radicalmente en muchos aspectos durante los últimos años. Muchos han sido los avances y mejoras en cuanto a desarrollo tecnológico, salud, prosperidad económica, etc. Sin embargo, a pesar de la propaganda y de la auténtica “fe del carbonero” de muchos en el progreso humano que propagan los medios de comunicación y las ideologías reinantes, en otros aspectos la situación ha empeorado bastante. 78
a l dea pl a ne ta ri a bn n
la familia tradicional, en apuros El hombre como ser social, ha sufrido un enorme deterioro. Las sociedades donde reinaba una colaboración humana generalizada, donde las relaciones se apoyaban en redes sociales amplias y generosas, en general se han ido aislando y perdiendo esa vida social. Los medios públicos en muchos casos han venido a suplir lo que se había perdido de apoyo social, llegando sólo a los aspectos materiales. Si en nuestras sociedades actuales, prácticamente, nadie se muere de hambre o por falta de tratamiento médico, sí que hay un gran número de personas, en constante crecimiento, que viven solas, aisladas. El principal motivo de este auténtico cáncer social es el deterioro de la familia. Si el hombre por naturaleza vive en familia, si en ella encuentra la educación, el sustento y el apoyo no sólo económico, sino sobre todo emocional y vivencial, cuando la familia deja de cumplir esas funciones, lleva a la existencia de personas aisladas y, por tanto, infelices, incapaces de realizarse como humanos, ya que el hombre por esencia está hecho para la relación, para el amor. La familia y el matrimonio, son duramente atacados en nuestra sociedad desde hace muchos años, y estamos recogiendo los amargos frutos de tamaña locura. Primero
EL HOMBRE POR ESENCIA ESTÁ HECHO PARA LA RELACIÓN Y EL AMOR
fue la ruptura —el divorcio—, que si bien existía legalmente desde hace muchos años en buena parte de Europa, era un mal acotado a un número reducido (aunque creciente). Es en la década de los años sesenta y sobre todo en los setenta, cuando cuaja el cambio cultural propugnado por las diferentes ideologías emergentes (hedonismo, marxismo, nihilismo, etc.). Podríamos decir que es entonces cuando explota socialmente, extendiéndose ampliamente en la sociedad. Como consecuencia de este cambio, la mayoría de la sociedad va perdiendo el concepto de matrimonio y de familia como bien fundamental, y va aceptando acríticamente las ideas de “libertad” (entendida como hacer lo que apetece), de no soportar ningún problema, de que el matrimonio es sólo una unión dependiente de la voluntad de las partes, etc. Esto conlleva un rápido crecimiento de las rupturas, con lo cual se refuerza culturalmente la idea de provisionalidad. Tan grande es el cambio social que hasta el Consejo de Europa hace recomendaciones a los países europeos para intentar atajar este problema (centros de apoyo, campañas de promoción, etc.). Consecuentemente con este cambio, las familias van dejando de cumplir sus funciones, y los mayores empiezan a “molestar”, con lo que se les deja/invita a vivir solos o en residencias. Los hijos aprenden en esta escuela y valoran cada vez más sus “derechos” y eluden los “compromisos”. Disminuye el número de matrimonios, se retrasa la edad de casarse, de emanciparse y de tener hijos, al tiempo que aumentan los hijos extramatrimoniales, etc.
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solitarios en sociedad Todo este cambio, lejos de remitir, ha seguido extendiéndose en toda Europa. Las consecuencias son desastrosas. En Europa más de 54 millones de personas viven solas, es decir, uno de cada nueve habitantes (11,4%). Dinamarca encabeza esta triste clasificación con una sexta parte de su población viviendo de forma aislada (894.354 de los 5.349.212 daneses vivían en hogares solitarios en 2001), de forma que uno de cada tres hogares están ocupados por un único habitante. En algún país nórdico, los formularios oficiales recogen la posibilidad de declarar familias de un miembro, una forma de disimular el deterioro familiar, ya que entonces “todo” se puede considerar familia. En España ya hay cerca de tres millones de personas que viven solas (2.876.572 en 2001, un 7,1% de la población). Analizando su composición, prácticamente la mitad (47,2%) corresponde a personas mayores. De esta forma, más de un millón de ancianas viven solas (1.043.471) por tan sólo 315.466 ancianos solitarios. Sin entrar a analizar la desproporción entre hombres y mujeres, debido a factores biológicos y culturales, es de destacar que una quinta parte de los mayores (19,4%) viven solos, precisamente cuando sus necesidades de compañía y asistencia son más elevadas.
ESTAMOS RECOGIENDO LOS AMARGOS FRUTOS DE HABER ATACADO AL MATRIMONIO Y LA FAMILIA 80
Si tenemos en cuenta que algo más de tres millones y medio viven con su cónyuge, a los que hay que sumar los que viven en residencias, se puede estimar que es equivalente los que viven con sus familias y los solitarios. La otra mitad (52,8%) corresponde a adultos que viven solos, aunque aquí predominen de forma menos aplastante los hombres (865.329 frente a 652.306 mujeres). Esta situación evoluciona rápidamente en el peor sentido: en la última década, ha aumentado un 89% el número de personas que viven solas en España (113% los menores de 65 años y 56% los mayores). Por una parte el cáncer de la ruptura familiar (131.228 en 2008) —que sigue creciendo de forma imparable— destruye familias empujando a la soledad a miles de personas. Este dato representa que se rompen dos matrimonios por cada tres nuevos que se forman, una de las mayores tasas de Europa, alentada por la ley del divorcio exprés. Por otra parte, el descenso en la nupcialidad y el retraso en la edad de matrimonio generan un mayor número de personas que viven solas, en muchos casos adoptándolo como modelo de vida. La estructura de hogares en España muestra que junto al enorme incremento de hogares solitarios, también suben los hogares monoparentales: 1.396.833 (un 45% más que en la década anterior), los hogares de familias sin hijos son ya 2.762.486 (un 24% más que en la década anterior) y los hogares “no familiares” se triplican hasta los 139.226. Por el contrario, los hogares de familias con hijos descendieron un 3% hasta 6.155.066 y son ya sólo el 43% del total, cuando una década antes representaban el 54% del total.
a l d ea pl a ne t a r i a
n bn
el aislamiento humano, un fracaso social En cuanto a los mayores, el aumento de vida incrementa su número, mientras que la cultura antifamiliar que reina en nuestra sociedad hace que cada vez más, se vean separados de las familias para “no molestar”. Las estadísticas oficiales reflejan que viven en residencias sólo unos 85.000, aunque el número real debe ser cerca del triple (teniendo en cuenta el número teórico de plazas y la altísima tasa de ocupación). En cualquier caso la proporción es mucho mayor a partir de los 85 años (diez veces más que para los ancianos entre 65 y 74 y el triple que los de 75-84 años). La comparación con Europa muestra que España todavía está lejos de los niveles europeos, donde Francia o Bélgica tienen un porcentaje cercano a cuatro veces el español, mientras que sólo Lituania, Polonia y Grecia están por debajo de la tasa española.
Además de la estructura de los hogares, hay otros parámetros que pueden darnos una idea sobre el aislamiento humano de nuestras sociedades. Expondremos sólo dos indicadores. El primero la frecuencia de contactos entre las personas mayores y sus hijos. Según datos oficiales, el 81% de los mayores tienen contactos diarios con alguno de sus hijos, frente al 58% de media en Europa (Informe sobre las Personas Mayores del IMSERSO, 2006). Por otra parte, España es de los países europeos con mayor tasa de hijos menores únicos (30,3%), sólo superada por Portugal y algunos países de Este, y casi el doble que Finlandia. Por el contrario, la tasa española de hogares con tres o más hijos es de sólo el 16,2%, únicamente superior a Bulgaria y muy lejos de Finlandia que casi nos triplica. En conclusión, la sociedad actual fracasa estrepitosamente y cada vez más el hombre vive más aislado y sin una familia fuerte que le ayude a desarrollarse como persona y ser feliz. Ya lo dice la Escritura: “No es bueno que el hombre esté solo” (Gn. 2,18), con lo cual es necesario un cambio radical en la política pública y en la cultura social, que ayude a las personas a tener familias fuertes y sanas.
EN EUROPA UNO DE CADA NUEVE HABITANTES VIVE SOLO, ES DECIR MÁS DE 54 MILLONES DE PERSONAS 81
n al d e a p la n et ar i a bn
ESTADÍSTICAS Hogares con niños de 0 a 14 años
OECD Family database (www.oecd.org/els/social/family/database)
Situación personas solitarias en Europa. Elaborado por IPF
Hogares con niños de 0 a 14 años
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al d e a p l an e t ar i a
n bn
Contactos de mayores con sus hijos
Contactos de mayores con sus hijos
Estructura hogares en Espa単a. Elaborado por IPF partir de datos del IN E
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n n u e va e s t é t ic a bn
San Miguel Arcángel Un bronce de Jesús Arévalo
La batalla de la fe Carlos Ortega Fresneda
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n u eva e s té ti ca bn n Licenciado en Historia del Arte La lucha entre el Bien y el Mal, el combate escatológico del hombre contra el Demonio, está representada en la acometida de San Miguel contra las fuerzas del infierno. Tanto la tradición hebrea como la católica rinden culto al Arcángel San Miguel como defensor del pueblo elegido. Ataviado con los atributos de un guerrero, la iconografía lo representa armado con una lanza o con una espada y vestido con casco y coraza, dispuesto para la batalla o combatiendo al enemigo. Su nombre significa “¿Quién como Dios?”, “Mike-El” en hebreo, el grito de guerra que lanzan las huestes celestiales camino de la batalla. Por eso él es el Jefe de las tropas divinas, el que vela por las almas de los fieles al Señor y pelea contra el enemigo para que ninguna se pierda. El carácter militar de San Miguel aparece ya referido en el Antiguo Testamento. Los libros de Josué y de Daniel nos hablan de su batalla contra el mal y de su condición de defensor de aquellos que Dios ha elegido. En el libro de Josué no se menciona su nombre, sino que es llamado “Capitán de los Ejércitos del Señor” (Jos 5,14). El profeta Daniel, en cambio, sí lo llama por su nombre cuando recibe su ayuda: “Y ahora volveré a luchar con el príncipe de Persia…
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n n u e va e s t é t ic a bn Nadie me presta ayuda para esto, excepto Miguel, vuestro príncipe, mi apoyo para darme ayuda y sostenerme” (Dn 10,13).
Y fue arrojado el gran dragón, la serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero” (Ap 12,7-9).
En estos relatos veterotestamentarios se apoya la tradición judía para nombrarlo heraldo de las milicias celestes.
El texto de San Juan da la pauta para la creación de la imagen iconográfica del santo. San Miguel es quien defiende de la Bestia a la mujer apocalíptica, aquella que vestida de sol, con la luna debajo de sus pies y coronada por doce estrellas representa a la Virgen y prefigura a la Iglesia. Por eso la tradición cristiana lo convierte en abogado de los justos y defensor de las almas que quiere arrebatar el diablo.
La misión que las Escrituras Bíblicas le otorgan se complementa con la literatura “midráshica” y otros textos rabínicos que ayudan a difundir su perfil guerrero. Según la tradición hebrea, él es quien protege a Israel del faraón en su marcha por el desierto, así como el que se disputa el alma de Moisés con el Diablo, que éste quería arrebatar a Dios Padre. Los textos apócrifos sitúan el origen del enfrentamiento entre San Miguel y el Demonio en la lucha que mantiene el Arcángel contra Samael, el ángel de la muerte, antes de que Lucifer y sus ángeles rebeldes fueran expulsados del Paraíso. Pero la iconografía cristiana elige el Apocalipsis de San Juan como su principal fuente de representación. Es el último combate entre el ángel y el diablo, en el que San Miguel vence a Satanás con una victoria definitiva: “Entonces se entabló una batalla en el Cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el dragón. También el dragón y sus ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos.
El Apocalipsis es el canto de triunfo de la Iglesia sobre el Demonio; por eso, a lo largo de los siglos toma forma la representación apocalíptica de San Miguel tanto en Oriente como en Occidente. El fiel puede ver representado en él a su valedor, aquel que no descansa hasta salir victorioso en la defensa del justo, una defensa que permanece hasta el final de los tiempos. Por ello, otra imagen característica del Arcángel es la del peso de las almas en el Juicio Final, donde sustituye su espada por la balanza en la que pesa las buenas obras de los bienaventurados. Tras su victoria frente a Satanás, su siguiente cometido es presentar al Padre las buenas obras de los justos, por lo que la Iglesia le concede el título de patrón de la buena muerte y defensor de los moribundos, invocándolo contra las presencias infernales.
Mide 3,70 X 1,60 X 2,00M. aprox. de altura (hasta la punta de la lanza), anchura y profundidad. Pesa 700 Kg.aprox. Esta hecha de bronce fundido a la cera perdida, la patina es la clásica, verde campana. El original del que se ha hecho el molde estaba hecho en barro con el escudo y la lanza tallados aparte en madera. El arcangel tiene una actitud inmediatamente anterior al movimiento, no descansa, no hay curva praxiteliana, las alas no estan del todo plegadas, la mano derecha sujeta lijeramente la lanza, el escudo un poco levantado y la cabeza vigilante.
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n m o s ai co bn
¿Por qué trabajas? Antonio Simón Malagón
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rente a la actual situación de crisis económica, que tiende a presentar un panorama apocalíptico y desesperanzador para todos aquellos que pierden su trabajo, me parece oportuno hacer un análisis del mensaje de Cristo, tan vigente y nada ajeno a esta realidad. Ciertamente no se pretende en ningún momento menospreciar el sufrimiento que ello supone ni la necesaria reforma social para solucionar el problema. Esta desesperanza nace de una visión del trabajo impregnada del hedonismo y secularismo imperante en nuestra sociedad. Así pues, el trabajo se considera como un medio para la propia construcción personal, como algo que nos satisface y nos realiza, o simplemente como algo inevitable y molesto que se soporta sólo porque es útil para conseguir el dinero necesario para “vivir”. 88
m os a ic o bn n
unir el trabajo a la oración y la oración al trabajo En el primer caso subyace un toque de autosuficiencia, de convencimiento pleno en que debemos resolver por nosotros mismos nuestra subsistencia, ya que Dios no interviene en temas materiales. En el segundo queda manifiesta una “resignación” derivada de la asociación del trabajo a un castigo divino y la identificación del ocio como una propiedad valiosa, pero sólo alcanzable gracias a los recursos obtenidos por nuestro trabajo. En cualquier caso, en ambas visiones hay una soberbia, que está —como veremos más adelante— en la raíz de todo pecado. Se contempla, pues, un alejamiento del diseño divino para el hombre, una consideración de que nuestra vida es sólo “nuestra” y, por consiguiente, el trabajo es algo que o nos ayuda a construirla por nosotros mismos o nos impide realizarla. Como consecuencia de esta concepción materialista, la falta de trabajo hace evidente nuestra debilidad y la incapacidad que tenemos de darnos la “vida”, abriendo la puerta al acusador, el demonio, que como siempre trata de hacernos presente un mundo absurdo e injusto del que Dios se ha olvidado.
En contra de la pertinaz cantinela del mundo, que continuamente niega a Dios, unas veces de forma explícita, otras sólo por los hechos, puedo decir como cristiano que vive actualmente en sus propios hijos esta experiencia y después de haber estado desempleado durante 22 meses, con cuatro hijos y un subsidio mínimo que no cubría ni el coste de alquiler de la vivienda, que esta situación resultó ser para mí una muestra evidente de cómo el Señor no abandona a sus hijos. Esta vivencia me ha permitido vivir un período de crecimiento personal y maduración en la fe, que hace siempre presente en mi historia el amor de Dios. Con lo cual, al margen del sufrimiento que toda cruz implica, tengo la certeza de que el amor de Dios supera todos nuestros criterios, por lo que debemos desterrar la desesperanza.
LA VISIÓN ACTUAL DEL TRABAJO ESTÁ IMPREGNADA DEL HEDONISMO Y SECULARISMO IMPERANTE EN LA SOCIEDAD
n m o s ai co bn Desde esta posición he pretendido reflexionar sobre el concepto del trabajo a la luz de la Escritura,1 llevándome a descubrir grandes sorpresas. La primera sorpresa al profundizar en lo que la palabra de Dios nos dice acerca del trabajo ha sido que, en contra del criterio manejado habitualmente por el que se presenta al trabajo como castigo divino fruto del pecado, éste es, ya desde la creación, uno de los dones iniciales de Dios al hombre al colocarlo en el paraíso terrenal: “Tomó, pues, Yahvéh Dios al hombre y le dejo en el jardín del Edén, para que lo labrase y cuidase” (Gn 2, 15). Esto hace presente ya una realidad: el trabajo del hombre forma parte de su propia esencia, es la imagen en él del trabajo creador de Dios. Es, por tanto, una forma de hacer su voluntad, como recoge el Eclesiástico respecto a los diferentes tipos de trabajo manual que iguala al de los sabios: “No demuestran instrucción ni juicio, ni se les encuentra entre los que dicen máximas. Pero aseguran la creación eterna, el objeto de su oración son los trabajos de su oficio” (Si 38, 34).
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Esto plantea también y de forma clara la importancia del trabajo bien hecho, la relevancia de la belleza en las obras de arte, tan lejana de la tendencia actual, como indica la propia Escritura en 1R 7,1-12 y en el texto “Las obras bien hechas y las buenas obras”.2 Siendo, pues, parte fundamental de nuestro propio ser, el trabajo no puede escapar a las consecuencias del pecado. Por ello, y como ocurre en todos los ámbitos de la vida del hombre, el acusador oculta a éste el plan divino, presentándolo como una limitación a su existencia, tal y como lo hace en el paraíso sobre el árbol del bien y del mal. A partir de aquí el trabajo no sólo es agotador, sino que se convierte en uno de los ámbitos donde el pecado despliega de forma más clara su poder (afán de riquezas, violencia, arbitrariedad, obreros privados de su salario, esclavitud, pereza, abuso impositivo…), matices todos ellos que aparecen en diversa partes del Antiguo Testamento (Jr 22,13; Am 5,11; 1R 5,27). El trabajo deriva hacia la única idolatría: el amor al dinero, el gran ídolo de nuestra sociedad que cierra la puerta al amor a Dios: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Lc 16,13), nos recuerda el Evangelio.
mo sa i co bn n POR LA CONCEPCIÓN MATERIALISTA DEL TRABAJO, EL DEMONIO SE CUELA HACIÉNDONOS PRESENTE UN MUNDO ABSURDO E INJUSTO DEL QUE DIOS SE HA OLVIDADO
testimoniar el Evangelio en las labores cotidianas Es obvio que la providencia de Dios no puede ser ajena a este sufrimiento, razón por la cual ya la ley y la sabiduría colocan el trabajo en su lugar. Por ejemplo, estable ciertos límites, condenando la pereza: “Tiene hambre el perezoso, mas no se cumple su deseo; el deseo de los diligentes queda satisfecho” (Pr 13,4); consagra el día de reposo (Ex 20,10ss) o protege al esclavo y al asalariado de los abusos (Dt 24,14s). La iluminación de Cristo en la Historia profundiza en esta “restauración” del valor inicial del trabajo: por un lado, lo asocia a la salvación: “Obrad no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna” (Jn 6,27); por otro, al introducir en el mundo el misterio de la Cruz, Cristo da a todo el sufrimiento del hombre, incluido el derivado por su trabajo o por la falta de él, una dimensión salvadora que lo convierte en puerta estrecha hacia la vida eterna. Desde esta iluminación de la gracia de Jesucristo la Iglesia debe no sólo socorrer y amparar a los que sufren, sino —principalmente— anunciar esta buena noticia de la redención. Desprovista de intereses comerciales, políticos o de cualquier otra índole y lejos del afán desmedido de riqueza, la Iglesia ha de presentar al mundo esta nueva creación en la que “el lobo y el cordero pacerán juntos” como profetiza Isaías (65,25), a la luz de la Palabra de Dios y confiada en la gracia de Dios. Es decir, debe esforzarse en lograr una sociedad donde pueda ser posible cambiar sustancialmente las reglas de juego, y en la que las relaciones laborales y la actividad económica tengan una nueva luz, la luz de Cristo.3 Por todo, estoy convencido que no estamos ante un tiempo apocalíptico, sino ante un tiempo de gracia que el Señor pone ante nosotros para nuestra conversión, para que reflexionemos sobre el mundo que estamos construyendo. Un período en el que los que sufren serán consolados, los ricos tienen oportunidad de ejercitar su caridad y todos también encontramos una ocasión única de anunciar al mundo el camino de la Verdad. 1 Más allá de lo que yo pueda contar recomiendo a todos repasar los números 2401 a 2463 del “Catecismo de la Iglesia Católica”. 2 C. S. Lewis, 19-12-1959, en “The Saturdey Evening Post” (editado en España en la obra “El Diablo propone un brindis”, Ediciones Rialp). 3 Ver los números 2401 a 2463 del “Catecismo de la Iglesia Católica”, en especial 2431, 2432, 2433 y 2434.
CRISTO DA A TODO EL SUFRIMIENTO DEL HOMBRE, INCLUIDO EL DERIVADO DEL TRABAJO O DE SU AUSENCIA, UNA DIMENSIÓN SALVADORA 91
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Compañero de
viaje
Pedro Estaún Villoslada Profesor de la Universidad de Navarra
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venturero es el que busca aventuras, siendo una aventura un suceso de lance extraño. A lo largo de la historia siempre ha habido aventureros. Forman parte de la riqueza humana. En todos los tiempos han surgido hombres, en cierto modo inconformistas con la sociedad en la que vivían, que han optado por buscar nuevos modos de vida o han tratado de descubrir lugares hasta entonces ignotos. Muchos de ellos han sido exploradores.
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mo sa i co bn n
¡Señor, sálvanos, que perecemos! Unas veces eran hombres que buscaban oro o especias, así como la conquista de las tierras donde se producían bienes preciosos. Movidos en ocasiones por poderosas fuerzas interiores, se lanzaban a conseguir, no sin abundantes esfuerzos, aquello que podía reportar beneficios materiales o la fama, aunque esto, por lo general, en segundo lugar. En el siglo XVIII surgen nuevos aspectos de la exploración. Ya no se hace por supervivencia o intereses materiales: la aventura es buscada como un fin aunque no reporte beneficio alguno. Al salirse del modo de vida organizado, las empresas aventureras acaban no pocas veces con desgracias, incluida la muerte. Numerosos aventureros han quedado en el olvido tras su desaparición; otros, aun regresando victoriosos, no dejaron constancia de sus andanzas. Tan sólo los que les siguieron posteriormente pudieron valorar sus esfuerzos y beneficiarse de sus descubrimientos. Ha habido, sin embargo, aventureros que plasmaron por escrito sus logros, hazañas y vicisitudes. Sus relatos son, muchas veces, apasionantes. En ellos descubrimos auténticas gestas en las que, junto a la descripción de lugares, gentes y circunstancias, los autores han
expresado sus sentimientos entre los que aparecen referencias religiosas. Las arriesgadas situaciones en las que con frecuencia se encontraban les llevaban a recurrir a quien confiaban que podría resolver su peligro. Encontramos así numerosas invocaciones a la Providencia considerada como un amparo de Dios. En otras ocasiones lo hacen como agradecimiento o simplemente —y no es poco— como exaltación de la grandeza de Dios. Las referencias religiosas son frecuentes en los aventureros. Es algo natural. El hombre es por naturaleza un ser religioso; la religiosidad forma parte de su esencia, aunque también es cierto que en muchas ocasiones esta faceta del ser humano queda olvidada, o al menos relegada, pero en los momentos de dificultad siempre surgirá la solicitud de la ayuda. A veces aparecerá también como una manifestación de alabanza ante un bien conseguido y que lleva a expresar su reconocimiento aunque no llegue siempre a ser consciente de que está dirigiéndose al Creador. He aquí una muestra de cómo nombres tales como Charles Sturt, David Livingstone o Sam Baker son un claro ejemplo del recurso a Dios en los aventureros:
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n m o s ai co bn
ir con Dios es caminar seguros, aunque guarde silencio En Australia, en1843, un oficial colonial de bajo rango llamado Charles Stur t (17951869) se encontraba en la miseria, por lo que decidió dedicarse a la exploración para hacer algún dinero. Ya había ayudado a levantar el mapa del sistema fluvial del sudeste de Australia, pero ahora propuso abrirse paso al corazón del continente. Partió de Adelaida en 1844 y regresó al año siguiente, sin haber alcanzado ningún objetivo. Había partido en un año de sequía y sufrió las consecuencias: escorbuto, hambre, sed y unas temperaturas tan elevadas que sus termómetros estallaron. Pero llegaron más lejos que ningún europeo hasta la fecha y allanaron el terreno a las expediciones posteriores. Falleció en 1869 de forma lamentable, rompiéndose una pierna al cruzar una calle. Durante cuatro meses, junto con sus hombres intentaron en vano abrirse paso en el desierto. Sturt escribió sus sentimientos y descubrimientos en unas emotivas cartas dirigidas a su esposa: Domingo, 5 de octubre de 1845. Así, querida, ha finalizado el viaje que iba a decidir el éxito o el fracaso de la expedición. Por segunda vez, nos hemos visto obligados a regresar al interior (…) y mi dolorosa impresión es que, a pesar de mis esfuerzos, no he realizado descubrimiento alguno que me haga merecedor de mérito ni recompensa y que, por tanto, he fracasado en el único objetivo que me llevó a emprender esta extraordinaria misión. La Providencia me ha negado ese éxito que había coronado mis esfuerzos previos y siento que, en lugar de beneficiar a aquellos por cuya felicidad y bienestar he realizado
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tantos sacrificios, sólo les he hecho daño. En vano he rogado al Todopoderoso el éxito de esta importante ocasión. En vano he implorado para que os bendijera, a ti, a mis hijos y a mí mismo. Pero mis plegarias han sido rechazadas, mi petición ha sido rehusada y siento que he estado luchando contra los poderes celestiales en un desesperado intento contra las estaciones, y que ahora soy un hombre vencido sobre cuya cabeza pesa el más oscuro destino. Sólo Dios sabe (…) las dificultades y las decepciones que me han abrumado de principio a fin.1 David Livingstone (1815-1873), misionero anglicano, fue quizá el más importante explorador del extenso continente africano. Livingston nació en Escocia en 1813; muy interesado por el primer misionero alemán en China, Guetzlaft, emprendió los estudios necesarios para ser misionero. Como la guerra del Opio cerró el paso a China, encaminó su apostolado al sur de África. Allí discurren 28 años de su vida; primero como misionero, después, como explorador, pero lleno siempre de un profundo espíritu cristiano. Descubrió el lago Ngami (1849), y continuó su marcha hacia el Atlántico, por el río Zambeze, en el que descubrió las “más sorprendentes cataratas del mundo” a las que dio el nombre de Victoria. La hazaña de ser el primero en cruzar el continente africano de este a oeste le llevó a ser recibido en Inglaterra con toda clase de honores. En 1867 realizó una nueva expedición tratando de localizar las fuentes del Nilo. Durante esa expedición Livingstone desapareció, y en su búsqueda partió un oscuro cronista inglés, financiado por el periódico americano “New York Herald Tribune”. El encuentro entre Livinstone y
mo sa i co bn n Stanley constituye una página extraordinaria de la historia de las exploraciones en África. Pocos días antes de emprender su última empresa, había enviado al periódico una carta con unas líneas que tienen calidad de testamento: “Derrame el cielo las más generosas bendiciones sobre aquel, cualquiera que sea, inglés americano o turco, que pueda curar al mundo de la abierta herida del comercio de esclavos” Murió en otra exploración en mayo de 1873. Sam Baker (1821-1893) fue un fanático de la caza mayor. Viajó por el mundo en busca de lugares exóticos y novedades que cazar en ellos. Entre otras expediciones, emprendió una a la fuente del Nilo. Armado con varios rifles, un uniforme de las Tierras Altas de Escocia, un inexpugnable sentido de la virtud y un buen par de puños, además de un siempre menguante séquito de porteadores y criados, Baker penetró decididamente en África hasta encontrar su objetivo. Marchó después con sus armas a Egipto, Chipre, Siria, India, Japón y América. La esposa de Baker era húngara y le acompaño en todas sus expediciones. En una de ellas, tuvo un grave accidente y, mientras estuvo sin sentido, Baker permaneció junto a ella. Contemplaba las primeras vetas rojas que anunciaban el amanecer cuando me sobresaltaron las palabras “Gracias a Dios” pronunciadas débilmente a mis espaldas. (…). Cuando desperté, ya había amanecido. Ella yacía inmóvil en el camastro, pálida como el mármol, pero al mirarla, atemorizado, comprobé que su pecho respiraba suavemente, sin las sacudidas convulsivas de la fiebre. ¡Estaba salvada! Cuando ya no nos quedaba ni un rayo de esperanza, sólo Dios sabe que nos ayudó. Es imposible
describir la gratitud que sentí en aquel momento. Y en otra expedición al Nilo entre 1871 y 1873, Florence escribe a su hijastra una carta en la que describe las dificultades a las que se enfrentaron, pero concluye con agradecimiento: “Gracias a Dios”, tu querido padre había previsto las dificultades y contaba con una extensa provisión de buenas herramientas, como palas, azadas, podaderas, etc. y siempre se adelantaba en un pequeño bote de remos para sondear la profundidad del agua y explorar el miserable terreno. No había tierra seca ni tampoco aguas profundas, tan sólo pantanos horribles y mosquitos. Muchos de nuestros hombres perecieron. (…) “Gracias a Dios”, tu querido padre, a pesar de toda la responsabilidad, el arduo trabajo y la angustia de la expedición, nunca enfermó. Debido a la escasez de comida, Sam y Florence aguardaron el sacrificio del mono que les había sido su mascota. Desanimado, Sam Baker escribió: Me sentiré muy agradecido cuando abandone esta tierra abominable (…) Estoy harto de la expedición, pero seguiré adelante; sólo Dios sabe cómo terminará. Sólo deseo que llegue el día en que vuelva a ver mi querida Inglaterra.2 1 C. STURT, “Journal of the Central Australian Expedition”, 1844-1845. H. WALKER. “The Last Journals of David Livingstone in Central Africa”, 1874. 2 A. BAKER, “Morning Star: Florence Baker`s Diary of the Expedition to put down the Slave Trade on the Nile, 1870-1873”.
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n m o s ai co bn
Espíritu de Amor Ángel Cabo Astudillo Todos sabemos que, lamentablemente, la posible ampliación de la Ley del aborto por parte de este Gobierno pretende dar a la mujer el derecho a decidir sobre la vida de su hijo. Parece ser que de poco sirven las escalofriantes estadísticas anuales de abortos perpetrados en España, porque con esta nueva Ley es muy previsible que la cifra aumente. Y, lo que es más grave, el aborto pasaría de no estar penalizado a convertirse en un derecho a matar al bebé. No solo algunos políticos, sino que parte de la sociedad parece ser indiferente al horror de propuestas semejantes. Frente a esta situación, no cabe más que intentar sensibilizar a la opinión pública para que reaccione no solo intelectual, sino también y sobre todo emotivamente. Muchos, creyentes y no creyentes, sabemos que un feto es un ser humano cuya vida hay que preservar. Los creyentes, además, sabemos que está dotado de un alma inmortal, que es un hijo de Dios. ¿Qué cordón umbilical espiritual le uniría, entonces, con Él? ¿Qué sabiduría le podría otorgar el Creador ante la posibilidad de su no nacimiento? Es dificil contestar a estas preguntas. Pero para Dios no hay nada imposible. Incluso que un hijo nonato reflexione y se convierta en abogado defensor de su madre. Ésto es lo que he tratado de reflejar, en forma de parábola, en el texto que les adjunto, inspirado en la bella y emotiva composición musical de Michael Knopfler, “Wild Theme” de la banda sonora del film local “Hero” Como en anteriores ocasiones, desearía indicar que el texto está inspirado en la personal impresión que me dejó la citada composición musical y, por tanto, aconsejaría que fuese leído acompañado de la audición de la misma; para tratar, no solo de convencer al que pueda necesitar ser convencido, sino para tratar de compartir un sentimiento. Si alguien desea disponer de la citada grabación, estoy en disposición de proporcionársela. Un cordial saludo.
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m o sa i co
n bn
Espíritu de Amor: quiero ser tu embajador; no es momento, Tú bien lo sabes, porque no escucha tu voz. Ella no me buscó; fue una experiencia en su corto caminar, ¡sí, la más bella!, pero no lo pensó, ni lo decidió. hoy corren tiempos de rara libertad, y, ahora, no encajo en sus planes de vida; de Ti, duda hasta la razón de tu existir; de Mí, dice que no existo aún. Ella descubrió en los brazos de su amor que su cuerpo es un cosmos, de donde vengo yo. Pero su amor es parte de Tu Amor, derramado como rocío; ¡yo, en su rostro, quiero contemplar la vida que Tú me das! Ella conmigo más fuerte se hará; será más sabia y más madura; conmigo su vida se prolongará; las más bellas sonrisas tendrá. Espíritu de Amor: soy yo tu embajador; como aún no sé hablar, provócale una emoción; ¡que sienta mi amor! Pero si me arranca de su vida de raíz, si decide vaciarse y me arroja al foso del recuerdo…, que llegue a verme en tu Luz; que pueda… vivir.
Música: M. Knopfler, Local Hero, Wild Theme Letra: Ángel Cabo Astudillo Las Matas, febrero de 2009
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bn n f u e r z a e n l a m i ra d a
S E N E V Ó J A N A JÓVENES EDUC una tado en alg n u g re p s a y te ha tener autori Seguramente te n e lm a re significa ficamos ocasión qué do lo identi u n e m A . s tro ner dad sobre o enes o de te rd ó r a d e d cidad más con la capa los puestos e d s e d , n posició hasta en el gente a dis d a d ie c o s a e nuestr udo nos relevantes d luso a men c In . o ñ e u q pe “fuerhogar más ciales como li o p s o rp e u los c nconreferimos a bargo, no e m e in S ”. d torida nizas de la au auténtico sig s á m l e o d ste senti tramos en e d. bra autorida la a p la e d ficado
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fue rz a e n la mi ra da bn n Autoridad , del la tín “auct “augere”, oritas”, indica aum y ésta d entar, hac autoridad el verbo er crecer. es aquell Aquel que a persona otra no a tiene capaz de través de hacer cre l ejercic sobre ell c i er a o del poder a, sino a que pueda través de que la li tener un camino bertad de bien dist l que obe la imposi i n t d o en ece no es ción. Así tá violen , quien s crecimien t ada por e implica to person en mi cam al, quien puedo tra ino de me muestr nsitar pe a por qué ro sabe qu esa perso caminos e sólo yo na sí tie puedo dar ne autori los secre e l d paso, a d sobre m tos de la í. He aqu educación í uno de . Dicho est o, ¿puedo ser joven otros? Cl y tener a aro que sí utoridad , mientras ponsabili sobre que no olv dad se m i d e e que esa da sólo amor, bus respara educ cando el ar a tra bien del mos dado v é s o tro. Pued del cuenta de e que no la oportu gar inclu n o s h n a i y d aad que te so a los nemos par más peque indiscipl a lleños, a lo inados, a s más reb los más tiene oca e l d e a s e b a ndonados. sión de ser refer E l joven tie j o v e n encia edu que ne una ce cativa pa rcanía qu edad: es r a o e t ro no se red una cerca nía de es uce sólo canía en l p a la íritu y e a existen s también cia. Tal v experienc u n a cere z hayamos p ias vital asado amb es simila que tú o o res. La ú s por yo hemos nica dife aprendido do y, po r e n c i a es a l go de lo r tanto, que hemos estamos e acompañar vivin condici a quien s ón de en e encuent tender y ra en esa situación Digo acom . pañar, no dar conse adolescen jos que e te tener vitan al una deter entender niño o minada ex qué motiv p eriencia, a a algui ves de se en a hace sino ntido pod r algo y emos darl mente. Pe q u é e para or claro esto s ientarlo ólo puede paciencia a d e c u a dahacerse s y amor al i se acog joven que polariza e con tengo del mi atenci ante, dón ón -impon toda norm de él i é ndose con a-, porqu más fuerz e lo que la profun a que satisface da demand la autori a de feli de todo j d a c d es i d ad que ha oven. y en el c orazón
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" n e v o j a d a r i m "La
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“Ahora que soy mayor de edad, ¿quién pone las reglas?” Desde que somos niños estamos limitados a no poder realizar una serie de actividades y de adoptar unas actitudes que nuestros padres o maestros no ven apropiados para nuestra persona aunque nosotros no lo veamos de esa manera e incluso lo veamos injusto. Con el paso del tiempo y a medida que vamos creLilian Fernanda Poveda Sánchez ciendo nos damos cuenta de que la dependencia 18 años, 2.º de Bachillerato, hacia nuestros mayores es bastante amplia; pues Col. Madres Concepcionistas son los que nos dan la vida, nos educan, nos forman y hacen lo posible para que seamos felices. Es aquí cuando se forman una serie de prejuicios contra ellos, queriendo demostrar que somos mayores, que tenemos la razón y que podemos hacer lo que queramos, como queramos y donde queramos. Pensamos que una persona cumpliendo la mayoría de edad es totalmente razonable, responsable y adulta para tomar decisiones y enfrentarse a la vida; pero esto no siempre se cumple, especialmente cuando se acaban de cumplir los 18 años, ya que es el momento en que la persona quiere ser más adulta de lo que es, siendo rebelde, incluso adoptando una actitud de pasotismo e independencia. El grave problema de muchos jóvenes es que no somos conscientes de que, aun con 18 años, seguimos siendo unos niños y tendemos a depender de nuestros padres, ya que necesitamos de ellos para seguir aprendiendo, experimentando; para seguir recibiendo una formación y también para tener la certeza de que tras la caída ellos serán los primeros en ofrecernos su mano.
pregunta para el próximo número: Tiempo libre envía tus respuestas a:
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¿Tiempo para los demás?
ra u t l u c s e n o i c a d recomen
bn n f u er za e n l a m ir a d a
activistas, consigue infiltrarse en el programa para alertar a Truman, él se enamora y, a pesar de que es U n a v i d a e n d i r e c t o . P e te r W e i r ( 19 9 8 ) descubierta y expulsada del reparto, Truman nunca dejará de pensar en ella. Gracias a que Truman no la Truman Burbank es un agente de ha olvidado, así empezará su pecuseguros que lleva una vida apaci- liar búsqueda de la verdad de su ble en la isla de Seaheaven. De vida, desenmascarando la gran trarepente, empiezan a ocurrir cosas moya televisiva que se oculta bajo extrañas que le hacen sospechar que los tan reales escenarios de la el mundo por él conocido esconde idílica Seaheaven. una cara oculta; en realidad se trata de un “reality show” que una Con esta trama, Peter Weir, direccadena de televisión emite desde el tor de obras como “El club de los nacimiento de Truman. Todo es una Poetas Muertos” o “Master and nos pone delante gran mentira televisiva, un espec- Commander”, táculo diseñado por el gran genio muchos interrogantes acerca de la libertad, de la certeza que nos mediático, Christof. proporciona la realidad y de cómo Fuera, en la calle, un grupo de nuestra felicidad se ancla siempre gente lucha por acabar con el pro- en las orillas de la verdad. grama. Cuando Sylvia, una de estas
De cine:
El Show de Truman
"LIBR O RECOM EN DAD O":
La formación para el amor Este libro recoge, uniendo diálogos y comentarios, las claves esenciales para ayudar a los jóvenes a vivir en plenitud desde una formación en el amor humano. De manera sencilla y amena podrás descubrir, a partir de la experiencia del verdadero encuentro, cómo se articulan e integran las diferentes dimensiones del amor, especialmente para descubrir cómo los jóvenes pueden vivir su afectividad con toda plenitud y a salvo de todo reduccionismo.
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Alfonso López Quintás (Ed. San Pablo, 1995)
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Educa Madrid
En este portal creado por la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid podrás encontrar gran cantidad de recursos educativos, desde Primaria hasta Bachillerato. Navegando por sus páginas podrás encontrar toda la información cultural y educativa de tu interés. Entre sus múltiples recursos podrás encontrar páginas para aprender idiomas o usar aplicaciones de apoyo en el curso escolar. En su mediateca encontrarás un amplísimo banco de vídeos, imágenes y sonidos que podrás descargar de forma gratuita y con los que podrás desarrollar tu creatividad en el uso de las nuevas tecnologías.
www.educa.madrid.org
Padre Jony Joan Enric Reverté, sacerdote desde 1992, ha logrado esa síntesis genial entre el mundo de la música rock y la plenitud de la entrega a través del sacerdocio. Visitando su página web podréis conocer algo más acerca del “Padre Jony”: los dos discos que ya tiene publicados, su labor pastoral o el trabajo que está realizando a través de la Fundación “Provocando la Paz”.
Próximas actividades Presentación:
www.padrejony.com
Iniciativa Solidaria
estás invitado
Esta iniciativa promovida por Jóvenes del Tercer Mundo tiene como objetivo impulsar un espacio de participación para jóvenes y educadores en la construcción de un mundo más justo y solidario. La presente convocatoria para la presentación de propuestas finaliza el próximo 17 de mayo (2009). Toda la información que necesites, la encontrarás en:
www.iniciativasolidaria.org
Campamentos organizados por Red Misión para niños y adolescentes NET (Campamentos infantiles) Del 22 al 26 de junio, en Mohernando (Guadalajara). Para niños y niñas de 1.º a 3.º de Primaria Información e inscripciones: esanchez@redmision.org
Campamentos de día Del 23 de junio al 31 de julio, en Barcelona. Para niños y niñas de 4.º de Primaria a 1.º de ESO. Información e inscripciones: info@clubfaro.net (93 252 10 36)
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n b en d i t a M ar í a bn
¡Alégrate,
Reina
del
Cielo!
Jesús Esteban Barranco
C
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ualquier cristianito de a pie no recuerda o sabe cuántas son las apariciones de Jesús resucitado a los suyos; ni falta que le hace: le basta con saber que Jesús resucitó y que está realmente vivo y para siempre. Con todo, el Nuevo Testamento nos deja testimonio de doce apariciones, curiosamente doce, como los Apóstoles, como doce fueron las tribus de Jacob, doce los años de enfermedad de la hemorroísa y los años de la niña que resucitó; doce los cestos de pan que sobraron en la multiplicación de los panes, doce los años que tenía Jesús cuando sus padres lo llevaron a Jerusalén, se perdió y lo hallaron en el templo; doce las legiones de ángeles que le podía enviar su Padre para ayudarle en Getsemaní; doce las veces que dan frutos los árboles de vida en la Jerusalén celeste y doce las estrellas que adornan la cabeza de la Mujer.
b e ndi ta M arí a bn n
Recordemos estas doce apariciones de Jesús resucitado. • “Se apareció primero a María Magdalena” (Mc 16,9 y Jn 20,11-18). • Aparición a las santas mujeres (Mt 28,9-10). • A los dos discípulos de Emaús (Lc 24,13-33). • A Pedro: “El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón” (Lc 24,34). • El mismo día de Pascua, al atardecer, a los Apóstoles, menos Tomás (Jn 20,19-23). • La semana siguiente, a los Apóstoles, con Tomás (Jn 20,26-29). • A siete discípulos en las orillas del lago de Tiberíades (Jn 21,1-14).
• A los once apóstoles en un monte de Galilea (Mt 28,16-30). • San Pablo confirma la aparición a Cefas, a los Doce y “a más de quinientos hermanos a la vez” (1Co 15,6). • “Luego se apareció a Santiago” (1Co 15,7). • El día de la Ascensión, en Jerusalén, cerca de Betania, a los Apóstoles, después de cuarenta días (Lc 24,50, Hch 1,1-8). • A Pablo, camino de Damasco: “Y en último término, se me apareció también a mí, como un abortivo” (1Co 15,8).
Bien; llegados aquí cabe y surge una pregunta: ¿Y la aparición a María, su Madre? Como vemos, los textos bíblicos no la mencionan siquiera. Lo cierto es que no hay nadie, no ya en el sentir general de la creencia popular de todos los tiempos, sino también entre los teólogos y exegetas católicos que no la dé por supuesta.
ejemplo, se va al servicio militar o a cursar estudios al extranjero, cuando vuelve, comienza por visitar a su novia, a sus amigos, etc. Si alguien le pregunta: “A quién has ido a ver primero”, seguro que le responderá: “A Fulano o a Mengano”. “Pero ¿no has ido a ver antes a tus padres?”. “Pues, ¡claro!, ¡qué cosas tienes!; primero he ido a casa a ver a mis padres y luego he hecho —por ejemplo— estas doce visitas…”
hija de Jerusalén, mira a tu rey que viene victorioso No es necesario apelar a graves razones teológicas basadas en su divina maternidad, ni al privilegio de estar por encima de toda criatura, incluidos los apóstoles y las otras piadosas mujeres que acompañaron a Jesús durante su vida, en su muerte y a las que se apareció resucitado. ¿Y no se iba a aparecer a su Madre? Es impensable. Ni hace falta recurrir a meros motivos sentimentales para hacer más que comprensible que naturalmente se aparecería ante todo y antes que a nadie a su Madre, porque estas cosas suceden, como se dice, “en las mejores familias”: si un joven, por
Nada de extraño, pues, que los evangelistas no levanten acta de una cosa tan natural y sí de las numerosas circunstancias extraordinarias que rodearon cada una de esas doce apariciones que hemos consignado, lo que tampoco quiere decir que no haya habido otras de las que no nos han llegado noticias.
EL PADRE, ¿NO VA A PRESENTAR A SU HIJO RESUCITADO ANTE LA MADRE QUE LE DIO EL SER Y QUE EL MISMO ESPÍRITU SANTO ESCOGIÓ COMO ARCA DE LA NUEVA ALIANZ A?
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n b en d i t a M ar í a bn La joven Madre María, desde el primer momento de su embarazo —primero se quedó “azarada” con la propuesta de San Gabriel y, luego, “embarazada” por la fuerza del Espíritu Santo—, tuvo una espina clavada en el corazón hasta el día cruelísimo del Calvario, pasando por la humillación y la prueba de las aguas amargas por saber de quién era el niño que llevaba en sus entrañas, por la temerosa huida a Egipto porque Herodes quería acabar con la criatura y, antes, poco después de nacer, por la profecía de Simeón: “Y a ti misma una espada te atravesará el alma” (Lc 2,35).
¿Por quién de los dos se lamenta el profeta, por el Hijo o por la Madre, cuando llora en su elegía: “Vosotros, todos los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor semejante al dolor que se me inflige” (Lm 1,12)? De los dos como de uno solo habla el profeta: la lanza produce esa transfixión en el costado inerte de Cristo mientras esa espada invisible rompe el alma de María, atravesándola de parte a parte. Jesús ha redimido al mundo y Ella lo ha corredimido.
Una espada —no ya una simple espina— que la acompañó toda su vida, los treinta y pico años de la vida de Jesucristo. ¡Son muchos los años del dolor de la Virgen Madre! (En el número 9 de la revista Buenanueva hemos recordado simbólicamente los siete dolores de la Virgen Dolorosa, la Virgen de las Angustias, la Virgen de la Soledad): a Él, a Jesús, fue una lanza la que le atravesó el costado, pero estaba ya muerto; a Ella esa lanzada supuso el paroxismo del dolor anunciado por aquel anciano profeta, que acabó por destrozarle al alma.
Si el Padre no ha permitido que su Hijo experimentara la corrupción del sepulcro, levantándolo de los muertos a la gloria para siempre, ¿no va a presentar a ese Hijo resucitado ante la Madre que le dio el ser y que el mismo Espíritu Santo escogió como Arca de la Nueva Alianza? ¿Qué necesidad tenemos de que nadie nos lo cuente para saber que primeramente Jesús se apareció glorioso a su Madre para decirle que, por fin, aquella espada de Simeón había dejado de atormentarla?
Salve, eterna doncella, que del cielo eres puerta
Otra cosa es que la imaginación pueda volar y figurarse a Jesús, primogénito de los muertos (Ap 1,5; Col 1,18), acompañado de toda la corte celestial y de todos los santos que estaban esperando el advenimiento de Cristo a los infiernos —comenzando por Adán y Eva—, para estallar en un canto que por primera vez resonara silenciosa e inauditamente en los oídos de la Virgen Madre: “Regina coeli, laetare!”, “Alégrate, Reina del Cielo”; y, desde entonces, así lo entona la Iglesia tres veces al día en el tiempo pascual. Con razón, pues, doce son las estrellas de la corona de gloria que adorna la cabeza de la Mujer (Ap 12,1).
Y POR ÚLTIMO SE ME APARECIÓ A MÍ 106
e sc u el a d e b en di c ió n bn n
No sabes por dónde ir Miguel A. Bueno
L
a mañana había asomado sin una nube en un cielo limpio. El sendero era estrecho y, de vez en cuando, debía mirar donde pisaba, pues se entremezclaban espinos y abrojos en la maleza. El paisaje era tan impresionante que no dejaba de descubrir en cada recodo una belleza mayor. Mis ojos estaban fijos en el cielo como empapándome de luz y, al cabo de unas horas andando, caí en la cuenta de no haber mirado ni una sola vez por donde pisaba; mis piernas no tenían un rasguño y mis zapatillas estaban como nuevas. Me quedé extrañado y confuso. Comenzó una llovizna casi inapreciable y pensé que no era necesario resguardarse; así que seguí mi camino disfrutando de la manifestación exuberante de una naturaleza prodigiosa. A los pocos minutos estaba completamente calado y mi ropa chorreaba. No podía entenderlo. En seguida, salió un sol espléndido y la sensación de la ropa mojada fue un verdadero alivio para soportar el calor.
Comencé a notar algo raro, como si alguien caminara a mi lado; miraba alrededor, pero no veía nadie, ni a derecha ni a izquierda; sin embargo, sentía, y cada vez con más fuerza, una presencia cercana. Y curiosamente, algo inaudito, notaba una presencia femenina. Pero no me producía miedo, ni temor, ni angustia, ni siquiera preocupación. Parecía que quisiera mostrarme el camino; me daba la sensación de que estaba decidida a acompañarme hasta el final.
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n e s cu el a d e b e nd i c i ó n bn Llegué a una bifurcación donde el sendero que yo llevaba se transformaba en dos. A la izquierda nacía una senda ancha y espaciosa, que parecía transcurrir paralela a la mía. Estaba indeciso, cuando de repente me chistaron; me di la vuelta y era un anciano sentado en un mojón, con una capucha ancha que le ensombrecía la cara, una risa burlona y un bastón con la empuñadura de cabeza de serpiente. —Qué ocurre, ¿no sabes por dónde ir? —dijo el anciano. —Bueno, en realidad sí; pero al ver este camino tan ancho… De todas formas, debo ir por el estrecho; mi Padre me insistió muchas veces que Él me esperaba en el final. —¡Pero si terminan los dos en el mismo lugar! —contestó el anciano. Además, el sendero que traías, más adelante se complica mucho, se hace casi inaccesible; pasa por una zona rocosa, con grandes acantilados, luego un desierto donde no hay agua y te aplasta un sol abrasador. El camino cruza un río que hay que atravesar nadando, pues cubre bastante y la corriente en ese tramo es muy intensa. Pero…, tú verás. ¡Ja, ja, ja! —¿Está seguro de que este otro llega al mismo lugar? —le pregunté angustiado al viejo. —Por supuesto, ¡ja, ja, ja! Soy de esta zona — respondió— y llevo viviendo aquí toda la vida. Conozco la región como la palma de mi mano. Pero si no me crees…, vete, vete por el otro camino, ¡ja, ja, ja!, ya verás qué aventuras vas a vivir. Y como viese que el recorrido era bueno, atractivo a la vista y excelente para caminar y disfrutar del paisaje, tomé por el ancho y espacioso, despidiéndome del viejo, que se quedó sentado con su cara burlona.
La verdad es que después de caminar un buen rato y comprobar que el paisaje era indescriptible, comencé a notar una soledad amarga, sequedad en la alegría y una tristeza desconocida que me embargaba. La sensación de aquella presencia femenina que me daba seguridad se había difuminado, la esperanza de llegar y abrazar a mi Padre se había extinguido y, a la vez y pese a ir vestido correctamente, tenía la extraña impresión de estar desnudo. Seguí caminando y el camino comenzó a ensancharse tanto que, cuando me quise dar cuenta, estaba en medio de una inmensa llanura donde el horizonte separaba una tierra árida de un cielo plomizo y opaco. En ese momento aparecieron unos vigilantes a caballo, que parecían estar de guardia; me golpearon, me despojaron del manto y desnudaron, me acusaron e injuriaron y finalmente me apalearon hasta quedar extenuado.
e sc u el a d e b en di c ió n bn n Cuando desperté estaba en una habitación fría, minúscula y oscura. Tenía una puerta de hierro con una reja en el tercio superior. A un lado se extendía un catre y, en la esquina, un retrete. No había más. Sólo un silencio denso y álgido golpeaba mis sienes. No sé porqué estaba allí, no recordaba nada… ¿Qué hacía yo en esa celda? ¿Por qué no se oía ningún ruido? ¿Es que no había nadie? ¿Sólo estaba yo en ese cubil infecto? Grité y grité más fuerte. Llamé a través de los barrotes, golpeé la puerta, pero no se oyó nada. Nadie respondió y caí ignorado y solo en el jergón. Cuando desperté de nuevo fui poco a poco recordándolo todo. Parecía que había reproducido en sueños los momentos anteriores. Vino a mi memoria el sarcástico vejestorio, el camino verde, a mi Padre que me estaría esperando, aquella compañía femenina etérea pero constante. Pero sobre todo recordé el engaño, la mentira de aquel decrépito burlón que me había traído hasta aquí. Hinqué las rodillas en el suelo húmedo y clamé a Dios, lloré y pedí perdón, rogué y rogué, reconocí mi equivocación y supliqué al Señor misericordia. No sé el tiempo que estuve así, porque me quedé dormido sintiendo frío, el frío del infierno. Tras un tiempo indeterminado recuperé la consciencia y comprobé que me hallaba en la misma posición pero en medio del camino estrecho, echado entre los matojos, lleno de espinos y arañazos pero inmensamente feliz. Me puse en pie, oteé el sendero y retomé de nuevo la marcha, contento y satisfecho. Al doblar un recodo pude distinguir a lo lejos al mismo viejo de la capucha, sentado en un mojón del camino con su mismo bastón con una cabeza de serpiente en su empuñadura.
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n r ec o m en d a m o s bn Entresacamos estos siete poemas del libro “si escribiese tu nombre” de José María de Montells
Hubo un tiempo remoto Desgarrado por relámpagos de grana (Alto aliento oscurecido y melancólico) En el que el sudor y la santa sangre Dejaron la impronta de su Rostro en el paño de la Verónica/
“si escribiese tu nombre” José María de Montells 80 páginas Noviembre 2008 Colección de poesía Cantos de sirena Palafox & Pezuela Editores
Entonces fue cuando un espejo reflejó todos los rostros que imaginabas/ Debajo de la tierra Sus ojos son de fuego En el lienzo de lino Arden sus ojos sacros Sus ojos humeantes en la quemada tela/ En la mirada que realzó su sangre Acontece el dolor no la dulzura Tortura gigantesca ascua pura Una pasión que abrasa sus entrañas/ Nuestro Señor no es mansedumbre sino fuego/ Fuego junto al cielo de los huecos hierros Hierros en la espina acerada de sus llamas Llamas en lo grana de su azul mirada Su mirada traspasada de hierros y de flamas Debajo de la tierra y de los cielos Espinas son de una corona que se inflama De rojos resplandores y de cieno Un viento se levanta desde su faz barbada Áspero grito de su mirada rara Desgrana la pasión que le consume/ Sus cabellos son de grana y están muertos/
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En la Faz del Ungido camino del Calvario De los rojos resplandores de las olas A solas con su sangre y su tormento Un lamento de angustia y su sudario Áspero grito que su azul mirada Desgrana en la corona que se inflama
Lentamente convoca las lágrimas del aire Tristes pájaros negros que a su mirada acuden Un basalto hecho carne debajo de la tierra En los cielos teñidos de rojos resplandores/ De rojos resplandores de sepultadas olas En la Faz del Ungido camino del Calvario Con sangre y con tormento pero a solas La hoguera de la angustia y su sudario/
Lo que consume su pasión Un fuego de olas y sudarios Una angustia que su mirada Inflama/ una tormenta azul Una corona de rojos resplandores
En el paño del orto anaranjado arden lágrimas/
Donde las lágrimas arden y el sudor/
Lo que consume su pasión/
e nt re ten i mi e nto bn n
La prueba de la bañera Durante una visita a un Instituto Psiquiátrico, uno de los visitantes le preguntó al Director qué criterio se usaba para definir si un paciente debería o no ser internado. —Bueno —dijo el Director—, hacemos la prueba siguiente: llenamos completamente una bañera, luego le ofrecemos al paciente
una cucharita, una taza y un cubo y le pedimos que vacíe la bañera. En función de cómo vacíe la bañera, sabemos si hay que internarlo o no. —Ah, entiendo —dijo el visitante—. Una persona normal usaría el cubo porque es más grande que la cucharita y la taza. —No —dijo el Director—, una persona normal quitaría el tapón. Usted, ¿qué prefiere: una habitación con o sin vista al jardín?
¡Que la pinte el inglés...! El alcalde de un pueblo pide cotizaciones para pintar la fachada del ayuntamiento, y le entregan 3 ofertas (de un inglés, un alemán y un español). La del inglés asciende a 3 millones de euros, la del alemán a 6 millones, y la del español a 9 millones. Ante tales diferencias, se entrevista con los ofertantes, por separado, para que justifiquen su presupuesto. El inglés dice que él usa pintura acrílica para exteriores en dos capas, y que cuesta un millón; en andamios, brochas, equipos y seguros se va otro millón, y el otro millón restante es la mano de obra. El alemán justifica su presupuesto diciendo que él es mejor pintor, que usa pintura de poliuretano con tres capas, cuyo costo
asciende a 3 millones, en andamios, otros materiales, equipos y seguros se gastan otros 2 millones y el millón restante es la mano de obra. El último, que es el que finalmente gana la licitación ya que el alcalde asegura que es el presupuesto mejor justificado, resulta ser la del español que le dijo: “Mire, alcalde, 3 millones son para usted, otros 3 para mí y los 3 restantes se los damos al inglés para que nos pinte la fachada”. ¡Cualquier parecido con la vida política de tu municipio es pura coincidencia...!
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n e n t r e te n i m i e n t o bn
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Diálogo de emergencias
(Conversación grabada de la frecuencia de emergencia marítima, canal 106, en la costa de Finisterre, Galicia, entre gallegos y norteamericanos, el 16 de octubre de 1997.
Gallegos (ruido de fondo): Les habla el A853. Por favor, desvíen su rumbo quince grados sur para evitar colisionarnos... Se aproximan directo hacia nosotros, distancia 25 millas náuticas. Americanos (ruido de fondo): Recomendamos que desvíen su rumbo quince grados norte para evitar colisión. Gallegos: Negativo. Repetimos: desvíen su rumbo quince grados sur para evitar colisión. Americanos (ahora otra voz distinta): Al habla el Capitán de un navío de los Estados Unidos de América. Insistimos: desvíen ustedes su rumbo quince grados norte para evitar colisión. Gallegos: No lo creemos factible ni conveniente; les sugerimos que desvíen su rumbo quince grados sur para evitar colisionarnos. Americanos (ya con voz calentita y alterada): Les habla el capitán Richard James Howard, al mando del portaaviones USS Lincoln, de la marina de los EEUU, el segundo navío de guerra más grande de la flota norteamericana. Nos escoltan dos acorazados, seis destructores, cinco cruceros, cuatro submarinos y numerosas embarcaciones de apoyo. Nos dirigimos hacia aguas del golfo pérsico para preparar maniobras militares ante una eventual ofensiva de Iraq. Les sugiero...;
¡no!, les ordeno que desvíen su curso quince grados norte. En caso contrario nos veremos obligados a tomar las medidas que sean necesarias para garantizar la seguridad de este buque y de la fuerza de esta coalición. Uds. pertenecen a un país aliado, miembro de la OTAN y de esta coalición... Por favor, ¡obedezcan inmediatamente y quítense de nuestro camino! Gallegos (con voz clara, serena y sin pausas): Les habla Juan Manuel Salas Alcántara. Somos dos personas. Nos escoltan nuestro perro, nuestra comida, dos cervezas y un canario que ahora está durmiendo. Tenemos el apoyo de Cadena Dial de La Coruña y el canal 106 de emergencias marítimas. No nos dirigimos a ningún lado ya que les hablamos desde tierra firme, estamos en el faro A-853 Finisterre, de la costa de Galicia. No tenemos la más remota idea en qué puesto estamos en el ránking de faros españoles. Pueden tomar las medidas que consideren oportunas y les dé la santa gana para garantizar la seguridad de su buque de mierda, que se va a hacer añicos contra las rocas, por lo que volvemos a insistir que lo mejor, más sano y más recomendable es que desvíen su rumbo quince grados sur para evitar colisionarnos...
e ntre ten i mi en to bn n Fray Buenaventura por Rodrigo
¿Qué hacéis vosotros para repartir el dinero del cepillo?
Yo, una raya; lo que caiga a un lado para el templo, lo que caiga al otro, para Dios
Yo hago un círculo en el suelo, tiro el dinero hacia arriba: lo que caiga dentro para el templo y lo que caiga afuera para Dios.
Pues yo tiro el dinero hacia arriba: lo que coja Dios para él, y lo que caiga para mí.
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Pergaminos con el texto
“Shemá Israel” en Hebreo o español
Maderas y clavos del siglo XVI, madera tratada con ceras naturales Todo hecho a mano
Pedidos en el teléfono 616 843 508