mosaico [Director] Jorge L. Santana Dumas [Jefe de redacción] Raquel Fernández de Bobadilla [Consejo de redacción] Luciano García Matas Juan José Guerrero Victoria Serrano Blanes César Allende García Victoria Luque Vega Horacio Vázquez Cermeño Francisco Lerdo de Tejada [Administración] Josué Santana Neira [Dirección comercial] Antonio Luque [Directores de zona] Almudena García Peña Juan Frutos Soria Juan Manuel Balmes Juan Antonio Tuñón González José I. Dionisio de la Torre [Colaboradores] Jesús Castro Cortés Fernando Cerezo Carlos Linares Juárez Fernando Zufía García Valentín de Prado Julio Cerezo
Contenido HACIA ORIENTE 3 Tiempo de retorno ARCA DE NOÉ CANTEMOS AL SEÑOR 10 Salmo 139 Santiago Alonso Vega
TESTIGOS DE LA VERDAD 12 Entrevista a José Luis y Guadalupe Victoria Serrano
ECHANDO LAS REDES 16 Con espíritu de sabiduría
Pedro Barrado
38 Morir es obedecer César Allende
KERIGMA 42 El Siervo de Yhvh en un mundo violento Ángel Barahona Plaza
ESPADA DE DOS FILOS 48 La vida serena Francisco Lerdo de Tejada
FAMILIA DE NAZARET 52 Incompatibles con la vida Jokin de Irala
[Ilustraciones] Raquel Fernández de Bobadilla Julian García
ALDEA PLANETARIA 58 “Eurabia”
[E-mail] info@buenanueva.es [web] www.buenanueva.es
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[Depósito legal] M-26182-2006
Jesús Arévalo Jiménez
SED SANTOS 68 Convento de la Encarnación, en Boadilla del Monte (Madrid) Victoria Serrano
75 Blanco y negro Antonio Arias Crespo
MOSAICO 76 Jérôme Lejeune EDUCACIÓN PARA LA VIDA Victoria Escudero 20 Psicopatía 2 80 La digna muerte de don Quijote José Antonio Gris Antonio Barnés 26 Acerca del amor romántico 84 Acoso en el instituto Aquilino Polaino Jerónimo Barrio SI HOY ESCUCHÁIS SU VOZ 88 Aventura en la azotea 32 Palabra e imagen
RAZÓN CREADORA 54 La vida humana como biografía
[Edita] Asociación Bendita María Avda. Pablo VI, 9 - Local 12 A 28224 Pozuelo de Alarcón Madrid Tel.: 91 759 79 68
María Tarruella
66 La siesta de Adán
Antonio Pavía
[Maquetación] J. Kiróbel Rodríguez
[Web] Josué Santana Neira
NUEVA ESTÉTICA 64 Kazajistán
David Lorenzo
Ramón Domínguez Balaguer
Manuel del Pino
BENDITA MARÍA 96 Segundo misterio doloroso Enrique Solana
CINE 98 El viento se levanta Gloria María Tomás y Garrido
LUZ PARA EL MUNDO 102 Año nuevo, misa nueva Guadalupe García Sánchez-Colomer
106 Héroes de la fe Josué Villalón-AIN
FUERZA EN LA MIRADA 120 Entrevista a Alfonso López Quintás Buenanueva
116 Entrevista a Tamara Falcó Victoria Luque Vega
122 ¿Arde tu corazón? Marta A. Guerrero
ENTRETENIMIENTO ORACIÓN
La Asociación Canónica Bendita María, Editora de la revista Buenanueva, es una asociación sin ánimo de lucro. No está vinculada a ningún grupo, ni movimiento de la Iglesia, ni a ninguna institución. Por tanto, no tiene más ingresos que los derivados de las suscripciones personales y las aportaciones que graciosamente nos hacen. Todas las personas que trabajan en ella lo hacen gratuitamente, con la única finalidad de anunciar el Evangelio y el Reino de Dios a través de este medio. Si quieres ayudarnos, puedes enviar tu aportación a la Asociación Canónica Bendita María a través de las cuentas:
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hacia oriente
Aquí amanece la espera de un tiempo oculto y desierto, de un espacio de silencio, de unas huellas de pisadas en la arena que nos revelan un paso decidido, un lugar de encuentro, una esperanza tibia, tal vez, pero refulgente de solemnidad y dulzura. No vamos nosotros hacia ella, es la Cuaresma la que nos desnuda, la que nos enfrenta a nuestros deseos…, y mientras nos desvela la tendencia ególatra de una insatisfacción enfermiza y contagiosa, va descubriendo tímidamente el velo que nos reviste, anuncia la llama que tintinea en el horizonte, allá por el Pesaj, bordeando la aurora. Es la ruptura de la frustración que ha residido en nuestra carne sin poder aniquilarla. Es la franja estrecha que mece la esclavitud de nuestros anhelos y la espada rutilante que nos atraviesa la conciencia, que nos inunda de luz, que nos alerta cuando las piedras parecen panes. Es el retorno. Es la abdicación total. Es la renuncia a la voracidad y a la codicia. Es el manto azulino protegiendo nuestra frágil esperanza. La Teshuvá viene a vencer la decepción, a transformar los espurios hábitos innatos y resistir las debilidades acomodadas, a reblandecer las flaquezas empedernidas. Desde el alero del templo diviso la historia encubierta y recóndita que nos aterra, y a veces nos aplasta, esa crónica que quisiéramos trucar, falsear, diluir en minúsculos tragos para poder digerir… Miro el tiempo que nos agrede y diviso siempre el mismo entorno: las nubes oscuras de nuestros delitos y el sol luminoso de la misericordia de Dios. ¡Cuántos años hemos necesitado para comprender que siempre hemos de retornar! De ahí nace la sabiduría, de saber que siempre hay una senda para retornar. ¡Cuántos quisieran volver y no saben! ¡Cuántos no saben que deberían volver! El místico desierto nos encarcela y nos protege, nos abruma pero nos salva, nos ayuna pero nos alienta… Esta es la nube que nos guía, que nos protege si nuestra mirada se alza sobre el horizonte escabroso y difuminado; este es el misterio oculto de la renovación… De nuevo volver. Y al empezar un inédito sendero discernir si nuestras pisadas se dirigen hacia Dios o si los vientos y las tormentas nos encubren el rumbo previsto. Aquí amanece la ventura de un tiempo de clausura, de serenidad y de brisa. Entre la hendidura de la roca nos protege esperando que la noche nos esconda, aguardando la liberación y la amnistía, la condonación y el indulto como una lluvia de fragancia y de exención, de belleza y jubileo. ¡Cuánto aliento nos ha costado entender que siempre es tiempo de retorno!
Jorge L. Santana
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arca de Noé
El diablo se apareció un día a San Mauricio. —Todo lo que tú haces, lo hago también yo: tú ayunas, y yo no como nunca; tú velas, y yo jamás duermo —dijo Satanás. —Una cosa hago yo que tú no puedes hacer —le replicó el santo. —¿Y cuál es? —Humillarme.
Dice una antigua leyenda que cuando Dios estaba creando el mundo se le acercaron cinco ángeles. —¿Qué estás haciendo? —le preguntó uno de ellos. —¿Por qué haces esto? —le dijo el siguiente. —¿Puedo ayudarte en algo? —añadió otro. —¡Uy, qué extraordinario! ¿Cuánto vale todo esto? —comentó el cuarto ángel. El quinto ángel se limitaba a mirar y aplaudir con entusiasmo. Dicen que el primero es el ángel de los investigadores y científicos; el segundo, el ángel de los filósofos; el tercero, el ángel de los que saben servir; el cuarto, el ángel de los empresarios. Y el quinto ángel es el ángel de los sabios.
José Luis Martín Descalzo
En el cementerio de San Javier (Murcia) hay un perro que lleva diez años durmiendo y viviendo sobre la tumba de su amo. El animal, si es que así puede llamársele, días después de la muerte de su amo, añorando su presencia, se encaminó él solo al cementerio. Encontró su tumba y sobre ella se sentó a esperar la muerte. Durante muchos días no se movió de su lápida, sin alejarse siquiera para buscar comida. Solo más tarde, el viejo sepulturero se apiadó de él y sustituyó, en parte, el cariño del muerto. Pero Canelo nunca renunció a su fidelidad. Y allí sigue, recordando a un muerto cuyos parientes ya le han olvidado. El amor del perrillo es la única flor que adorna esa tumba. Hasta el verdín ha borrado ya casi el nombre del muerto. En la memoria de Canelo no se ha borrado nada. Él nunca renunció a la fidelidad.
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“Si los humanos amasen a Dios como los perros adoran a los hombres, Dios sería un amo bien servido” (Rilke).
arca de Noé
Si usted sale a su jardín y arroja al suelo un poco de serrín, los pájaros no se fijarán en él; pero si en cambio arroja migas de pan, enseguida verá cómo los pajaritos bajan de los árboles para arrebatarlas. El que es realmente hijo de Dios conoce bien la diferencia, por así decirlo, entre el serrín y el pan. Muchos que se dicen cristianos están comiendo del serrín del mundo, en lugar de ser alimentados por el Pan que desciende del cielo. Lo único que puede satisfacer los anhelos del alma es la Palabra del Dios viviente.
En uno de sus viajes un monje andariego se encontró una piedra preciosa y la guardó en su talega. Un día se encontró con un viajero y, al abrir su talega para compartir con él sus provisiones, el viajero vio la joya y se la pidió. El monje se la dio sin más. El viajero le dio las gracias y marchó lleno de gozo con aquel regalo inesperado de la piedra preciosa que bastaría para darle riqueza y seguridad el resto de sus días. Sin embargo, pocos días después volvió en busca del monje mendicante, lo encontró, le devolvió la joya y le suplicó:
“Ahora te ruego que me des algo de mucho más valor que esta joya. Dame, por favor, lo que te permitió dármela a mí”. 5
arca de Noé
Un día caluroso de verano en el sur de Florida un niño decidió ir a nadar en la laguna de detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró en el agua y nadaba feliz. No se daba cuenta de que un cocodrilo se le acercaba. La madre desde casa miraba por la ventana, y vio con horror lo que sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que pudo. Oyéndole, el niño se alarmó y empezó a nadar hacia ella. Pero fue demasiado tarde. Desde el muelle la madre agarró al niño por sus brazos justo cuando el caimán le agarraba por las piernas. La mujer tiraba firmemente con toda la fuerza de su corazón. Ciertamente el cocodrilo era más fuerte, pero ella era la mamá: su amor de madre no la abandonaba. Un señor, que escuchó los gritos, se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas quedaron muy maltrechas, aún pudo llegar a caminar. Cuando salió del trauma que ello le produjo, un periodista preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de los pies. El niño levantó la colcha y se las mostró. Pero con gran orgullo se remangó y, señalando las cicatrices en los brazos, le dijo: “Las que usted debe ver son estas — eran las marcas de las uñas de la madre, que había presionado con fuerza—. Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida”.
www.corazones.org
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«El 10 de septiembre de 1944, en el período de edad del servicio militar, nos licenciaron del servicio antiaéreo en el que habíamos estado desde que éramos estudiantes. Cuando volví a casa, sobre la mesa estaba ya la llamada para el servicio laboral del Reich. El 20 de septiembre, un viaje interminable me llevó a Burgenland, donde —con muchos amigos del instituto de Traunstein— me asignaron a un campamento situado en el ángulo del territorio en el que Austria limita con Hungría y Checoslovaquia. Aquellas semanas de servicio laboral han permanecido en mi memoria como un recuerdo opresivo. Nuestros superiores procedían, en gran parte, de la denominada “Legión Austríaca”. Se trataba, por tanto, de nazis de los primeros tiempos, que habían sido encarcelados bajo el canciller Dollfuss, unos
fanáticos que nos tiranizaban con violencia. Una noche nos sacaron de la cama y nos hicieron formar filas, medio dormidos, vestidos de chándal. Un oficial de las SS nos llamó uno a uno fuera de la fila y trató de inducirnos a enrolarnos como “voluntarios” en el cuerpo de las SS, aprovechándose de nuestro cansancio y comprometiéndonos delante del grupo reunido. Un gran número de compañeros de carácter bondadoso fueron enrolados de ese modo en aquel cuerpo criminal. Junto con algunos otros, yo tuve la fortuna de decir que tenía la intención de ser sacerdote católico. Fuimos cubiertos de burlas e insultos, pero aquellas humillaciones nos supieron a gloria, porque sabíamos que nos librábamos de la amenaza de ese enrolamiento falsamente voluntario y de todas sus consecuencias». Mi vida. Autobigrafía de Joseph Ratzinger.Ediciones Encuentro.
arca de Noé
Dice Paul Jeremie: “Las tinieblas no se disipan con menosprecios, juicios ni descalificaciones, sino encendiendo luces”. Haz una suscripción a Buenanueva para amigos, compañeros de trabajo o universidad, familiares, vecinos... porque en cada casa que entra Buenanueva se enciende una Luz. En esta Cuaresma enciende una luz en tu hermano.
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cantemos al Señor
P. Santiago Alonso Vega
A este salmo, mi favorito, podríamos llamarlo “el salmo de la infancia espiritual”. Estamos siempre en la presencia de Dios, que esta idea nos llene de alegría. Está muy claro en este salmo que al que lo escribió no le molestaba la presencia de Dios como molesta a un empleado la presencia continua de un amo fisgón. Por el contrario, le llenaba de intenso gozo; se sentía como un niño enredando en la presencia de la mamá a la que no tiene nada que ocultar, y si alguna vez se aleja de ella, es solo para obligarla a correr detrás de él. Así le dice a Dios: “Tu mano siempre me protege”, “Tu diestra me sostiene”, “Conoces mi corazón” y “Prodigio soy porque tus obras son todas prodigios”. Los vs. 17 y 18 comparan la omnisciencia de Dios con la pobreza de nuestro conocimiento, y expresan un deseo ardiente de poder conocer mejor a Dios. Una vez estaban varias personas discutiendo muy acaloradas. Una de ellas en particular estaba enfurecida contra todos las demás. En un momento de paroxismo, esta persona lanzó una blasfemia contra Dios. Otra de los que estaban presentes era todavía un niño y había conservado la calma; al oír la blasfemia sintió en el ama la injuria hecha a Dios, y sin decir palabra rompió a llorar amargamente; las lágrimas y los sollozos le salían sin poderlo remediar. Todo cambió, todos se calmaron y hubo paz; el que había blasfemado se quedó más suave que un guante y ya no dijo nada más; alguien me ha dicho que nunca más en su vida volvió a blasfemar contra Dios.
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cantemos al Señor 1 Señor, tú me sondeas y me conoces. Dios mío, siento que tú te interesas por mí, que no te soy indiferente, que tomas tiempo para mí; me amas, me tienes cariño.
2 Me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos1; Conoces todas mis interioridades, mis pensamientos más íntimos. Mi mente es un libro abierto para ti.
3 distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares2. Aprecias mi trabajo, caminas a mi lado, vigilas mi sueño como una madre vigila el sueño de su niño, te interesas por todo lo que yo hago, qué aficiones tengo, con quién me junto.
4 No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda. Adivinas mi pensamiento, sabes lo que voy a decir aun antes de que yo abra la boca.
1 En hebreo la expresión “sentarse y levantarse” significaba la vida privada, así como “salir y entrar” denotaba la vida social de un individuo. 2 Hb 4,13 “No hay para ella (la Palabra de Dios) criatura invisible”.
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cantemos al Señor 5 Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma.
El niño es tan pequeño que la madre lo ve todo de una vez, frente y espalda. Así soy yo delante de ti; cuidas que no tropiece, que no caiga.
6 Tanto saber me sobrepasa, es sublime, y no lo abarco.
Me siento chiquito delante de ti, me siento abrumado ante tu grandeza.
7 ¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada?
¿Adónde puedo ir que no te sienta presente? ¿Qué lugar hay donde tú no estés?
8 Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;
Hasta cuando subo las montañas de León allí subes tú conmigo. Y cuando voy a la playa de Motril allí también te encuentro.
9 si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar, Si me subo en un avión allí estás tú sentado a mi lado. Si viajo al otro extremo del mundo, allí te encuentro.
10 allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha. En todas partes me cuidas, nunca me dejas caer de tus manos.
11 Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra, que la luz se haga noche en torno a mí»,
12 ni la tiniebla es oscura para ti, la noche es clara como el día, la tiniebla es como luz para ti. Para ti no hay tinieblas, todo es luz, y en medio de la noche ves tan claro como en el día.
13 Tú has creado mis entrañas3, me has tejido en el seno materno.
Tú eres el artista de mis pensamientos, los conoces mejor que yo mismo. Tú eres el creador de todo mi ser; ni siquiera mi madre me conoce tan bien como tú me conoces.
14 Te doy gracias porque me has plasmado portentosamente, porque son admirables tus obras: mi alma lo reconoce agradecida,
Estoy muy contento de que seas tú el que me hayas hecho, y te estoy sumamente agradecido. Siento que debo ser algo muy especial porque tú no haces obras baladíes. Aunque me veo tan pobre, tan imperfecto, algo grande debe haber en mí, porque eres tú el que me has hecho. ¿Será tal vez que todavía no estoy terminado?
15 no desconocías mis huesos. Cuando, en lo oculto, me iba formando, y entretejiendo en lo profundo de la tierra4, Cuando me estabas haciendo sabías muy bien lo que hacías, nada iba saliendo al azar. Nadie tenía noción de lo que hacías allá en las profundidades del seno de mi madre. Mi alma conocías cabalmente.
¿Acaso me pierdes de vista en la oscuridad? ¿Acaso me borra la noche de tu vista?
3 Los riñones eran los órganos del pensamiento en la Psicología antigua. 4 Los antiguos creían que los bebitos eran creados por Dios en la madre tierra (Job 33,6) antes de introducirlos en el seno de la mamá. Hay una escultura egipcia que representa a un dios alfarero que forma a un niño del barro de la tierra.
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cantemos al Señor 16 tus ojos veían mi ser aún informe, todos mis días estaban escritos en tu libro, estaban calculados antes que llegase el primero.
Tú me mirabas allí con amor, empezabas ya a soñar lo que yo iba a ser, y la eternidad que yo iba a vivir cuando yo todavía no estaba sino empezando a hacerlo.
17 ¡Qué incomparables encuentro tus designios, Dios mío, qué inmenso es su conjunto5!
¡Si yo pudiera conocerte tan bien como tú me conoces a mí! En el cielo te conoceré como tú me conoces (1 Cor 13,12), e incluso antes si te amo, porque “el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios” (1 Jn 4,7). La cantidad de ideas que has plasmado en tus obras de arte es inimaginable.
18 Si me pongo a contarlos, son más que arena; si los doy por terminados, aún me quedas tú. Por más que trate de contarlas, siempre termino perdiendo la cuenta. Y tú estás ahí observándome y sonriendo con benevolencia.
19 ¡Ojalá mataras, oh Dios, a los malvados! Apártense de mí los sanguinarios, ¡Qué pena me da ver que tantos de mis hermanos no comprenden tu amor y no te devuelven amor! ¡Qué pena que maltraten a tus hijos a quienes tanto amas!
20 pues hablan de ti dolosamente, y tus adversarios cuchichean en vano.
Los pobres de ellos no ven lo maravilloso que eres, y se enfurecen contra ti, que eres el que más les ama en el mundo.
21 ¿No odiaré a quienes te odian, Señor? ¿No detestaré a quienes se levantan contra ti6? ¡Qué pena me da ver que haya personas que te odian! ¡Qué tristeza que se pongan a hablar mal de ti!
22 Los odio con odio sin límites, los tengo por enemigos.
Me duele tanto cuando te maldicen, como si me maldijeran a mí . Cuando te injurian a ti me siento yo mismo injuriado.
23 Sondéame, oh Dios, y conoce mi corazón, ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
No me apartes de tu vista, que nunca trate yo de ocultarte nada.
24 mira si mi camino se desvía7, guíame por el camino eterno8. Que nunca me separe de ti, que nunca equivoque mi camino. Llévame siempre por el camino que conduce a ti, que es Jesús. Dijo Jesús desbordando de alegría (Mt 11,27): “Nadie conoce al Hijo sino el Padre”. Yo también siento: “Nadie me conoce a mí como me conoce papá Dios”. “Y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”. “Como el Padre me conoce y yo conozco al Padre, así yo conozco mis ovejas y ellas me conocen a mí (Jn 10,14-15). bn
5 Rm 11,33 “¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos!”. 6 Los vs. 19-22 (que siempre nos saltamos cuando leemos este salmo en la Liturgia de las Horas) hay que evangelizarlos. El salmista está queriendo expresar que ama tanto a Dios que se siente ofendido por todo el que ofende a Dios; es una hermosa idea, pero expresada de una manera veterotestamentaria. Dios no mata al impío y no odia a nadie. “Sed como vuestro Padre que hace salir el sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos y pecadores” (Mt 5,45). “Amad a vuestros enemigos, . . . y será grande vuestra recompensa, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bondadoso para con los ingratos y los malos (Lc 6,35). En vez de “odio” hay que decir “desaprobación”. “Habéis oído que se dijo a los antiguos: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos . . . “ (Mt 5,43). 7 El sentirse a gusto en la presencia de Dios no quiere decir que uno es ya perfecto sino que aspira a la perfección. 8 ¿Qué entiende el salmista por “camino eterno”?
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testigos de la verdad
Sabemos que el vivir y el morir trenzan nuestros días y aun así la muerte es un enigma que solo la fe puede desvelar. José Luis y Guadalupe, ambos mexicanos de Monterrey, vieron el rostro descarnado de esta cuando quedaron viudos. En medio de una vida matrimonial plena y feliz, Lola y Carolina murieron y una niebla espesa se precipitó sobre ellos. ¡Es tan largo el amor y tan corta la vida! Pero como para Dios ningún dolor pasa inadvertido, apoyados en su Palabra y en la fe de la Iglesia no caminan encogidos por la soledad sino expandidos por la entrega y el servicio a los demás. Y es que no hay sufrimiento en la tierra que el cielo no pueda consolar; no hay cruz que en Cristo no sea redimida.
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testigos de la verdad ¿Cómo conocisteis el amor de Dios en vuestra vida? José Luis: Mi mujer y yo participábamos en un grupo de la parroquia y dentro de la Iglesia era como cobraba sentido nuestro matrimonio. Guadalupe: Tenía dieciocho años y me llamaba la atención que un compañero de pandilla a cierta hora se marchaba. “¿Tú dónde vas?”, le pregunté. “¿Quieres saberlo? ¡Pues ven conmigo!”. Y me llevó a un grupo de Acción Católica que se reunía en la catedral de Monterrey. Ahí me enganchó el Señor. Junto con mi novia y luego esposa participábamos activamente en la parroquia. Esto nos ayudó mucho en nuestro matrimonio. Mucho después supe que Carolina, cuando éramos novios, le pidió al Sagrado Corazón de Jesús que yo entrara en la Iglesia. ¿De qué murieron vuestras mujeres? José Luis: Tuvimos un accidente que hizo que mi esposa enfermara y luego muriera. La fe nos permitió vivir la enfermedad y muerte sin desesperación ni angustia. Con sufrimiento, claro, pero apoyados en Dios.
Guadalupe: A mi esposa le detectaron diabetes, quince años después cayó en estado de coma y a las doce horas murió. En todos estos años de enfermedad tuvimos la esperanza puesta en Dios. Estando en la Iglesia siento que no tuvimos un dolor desesperante sino que recibimos un gozo espiritual. Sufrimos mucho, lloramos mucho mis hijos y yo por su muerte, pero siempre apoyados en Jesucristo, pues sabíamos que Dios estaba haciendo su voluntad, que era llevarse a Carolina y quedarnos nosotros. En esa fe y esperanza lo aceptamos, aun con dolor intenso. ¿Sentís por la comunión de los santos que ellas siguen presentes? José Luis: Cuando falleció mi esposa vi que era como Job: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó. Bendito sea el nombre del Señor”. Sé que ella sigue con nosotros. Guadalupe: Yo también lo siento así; dentro de mí hay un gozo y una alegría interna al saber que está con el Padre. Ella se ha adelantado pero todos iremos para allá el día que el Señor lo quiera. En muchas cosas que nos ocurren está su intercesión detrás.
la paz os dejo, mi paz os doy ¿El Señor sostiene?
¿Cómo es el día a día tras su ausencia?
José Luis: Sí, mucho. Como no sabemos el día ni la hora en que uno de los dos va a partir de esta vida, el matrimonio debe cuidarse todos los días. El demonio a veces me engaña diciéndome que pude amarla más. Quiere quitarme la paz pero Dios me sostiene. ¡Cuán importante es la fe y cómo ayuda a discernir la voluntad de Dios! Somos igual de pecadores, pero vivir el sufrimiento sin fe es espantoso. Como dice la epístola de Pedro: “La gracia es superior a la prueba”
José Luis: Éramos los dos una sola carne, y cuando falta uno es una ruptura interna muy fuerte. Quedarse viudo es como si a uno le partieran en dos. Jesucristo pasa curando, dice el Evangelio, y esto se cumple porque todo sufrimiento tiene sentido en su cruz. Lo que podría ser causa de depresión profunda —y que desgraciadamente es para muchos— para mí fue un trascender al amor de Dios y a la resurrección. He tratado de transmitir a los hijos que la cruz es gloriosa y la muerte de su madre tiene un sentido. Somos una familia coja, falta un gran pilar que yo no puedo suplir, pero es Jesucristo quien lo suple haciéndose presente en su vida. Les dije: “Dios es nuestro Padre y la Iglesia nuestra madre” y sé que madurarán en la medida que lo vivan así.
Guadalupe: Cuando Carolina cayó en coma le dije a Dios: “Si tu voluntad es llevártela, ayúdame a aceptarla”, y en el funeral sentí gozo porque sabía que ella ya estaba disfrutando con el Señor. Luego vienen los recuerdos, la ausencia, el vacío… No sirve de nada culpar a Dios, pero sé que no hacerlo es una gracia porque hay gente que se quiere desgarrar el cuerpo por dolor o por remordimiento. A mí el Señor me sostuvo y lo sigue haciendo.
no sirve de nada culpar a Dios, pero sé que no hacerlo es una gracia (Guadalupe)
Guadalupe: Al faltar Carolina me sentí muy fortalecido por la oración de toda la gente e hizo que yo no me desesperara. Sentía mucho la soledad pero a la vez me sentía fortalecido por Dios, sabiendo que tengo una esposa en el cielo, cerca de Él, y que está intercediendo por mis hijos y por mí. Esto me ha ido preservando de no caer en el sinsentido. Su muerte coincidió con mi jubilación, y me aconsejaron que me mantuviera ocupado. Entonces empecé a ayudar a ancianos y enfermos. Saber que Carolina está con el Señor me proporciona mucha paz.
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testigos de la verdad
Tú me lo diste, a ti lo torno, Señor ¿Cómo lo vivieron los hijos? José Luis: Cuando murió Lola los hijos tenían 20, 19, 17 y 15 años. Estaban en plena adolescencia y la muerte de su madre les ha hecho tener experiencia de Dios Padre. Por ejemplo, a mi hijo pequeño se le ha despertado una sensibilidad ante el sufrimiento ajeno y trabaja en una asociación para niños huérfanos. Todavía a veces hay resabios de esa herida, pero les ha hecho madurar. Está claro que el sufrimiento, vivido en la dimensión de la fe e iluminado, madura. Guadalupe: El chico mayor ya estaba casado cuando murió su madre, pero quedaban las tres chicas en casa. Aunque ya eran mayores —tenían 33, 31 y 29 años— y estaban trabajando, al faltar ella sintieron mucho su ausencia y sé que la siguen sintiendo, pero se apoyan en el Señor y Él les ayuda. Hoy por hoy, ¿qué os pide el Señor? José Luis: Tres de mis hijos siguen en casa. Aunque ya terminaron los estudios, trabajan y son independientes de mí económicamente, sigo siendo para ellos el referente moral: me piden permiso, comemos juntos los fines de semana... Y siento que tengo una misión con ellos. Hace un tiempo pensé en volver a casarme, pero yo percibía en mis hijos una negativa a que me relacionara con cualquier posible mujer. Me encuentro en paz. Sirvo a la Iglesia dando unas clases en el seminario diocesano de Monterrey, colaboro en un programa de radio en la Universidad y hago investigación sobre la aportación de la Iglesia en ciertos personajes históricos. No se trata de matar el tiempo sino de estar abierto y disponible a lo que Dios me pida. No veo otra manera de vivir que estar al servicio de la Iglesia.
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Guadalupe: Estuvimos 35 años casados y siento que me faltó más, pero no estoy rebelado al Señor por eso. Ella fue la mujer de mi vida y no va a haber otra —no es por despreciar a ninguna mujer—. Sé que ahora mi lugar es estar al cuidado de mis hijos, aunque ellos también están muy pendientes de mí para que no engorde, que haga ejercicio, que coma sano…. El tiempo está pasando, los signos de la vejez se manifiestan y noto que tienen miedo de perder también a su padre. Vivo pendiente de lo que me pide Dios a través de la Iglesia: ayudo a acolitar en los bautizos, llevo la Comunión a los enfermos… Estoy dispuesto a lo que me encomienden. ¿Cuál es vuestra actitud ante la muerte? José Luis: La muerte me cuestiona, pero ante el inevitable miedo, temor, dudas, etc. la Palabra de Dios me da esperanza. Toda mi vida la había montado en torno a mi mujer y cuando se fue, pensé: “¿Y ahora qué hago?”. Pocos años después de quedarme viudo me puse gravemente enfermo y me pregunté: “¿Y si esto es el final?, ¿por qué no? ¡No se van a morir solo los demás!”. Ese temorcillo a la muerte no se quita del todo, pero se vive con más familiaridad. La veo como un paso que Lola ya ha dado y luego daré yo. Siento el cielo más cercano. Guadalupe: Sigo teniendo miedo a la muerte, aunque mucho menos que antes de fallecer Carolina. Sin embargo, a lo que más temo es a que me engañe el demonio y me haga perder la gracia de Dios. ¡He visto cómo engaña y no quisiera estar en ese pellejo! Hacíamos planes de futuro: “¡Ay cuando estemos ancianitos los dos, juntos en la mecedora descansando!”. Siento que eso me faltó pero cuán importante es la fe y lo mucho que ayuda a discernir la voluntad de Dios. Somos igual de pecadores, pero vivir acontecimientos de sufrimiento fuerte sin fe es espantoso.
estuvimos 35 años casados y siento que me faltó más, pero no estoy rebelado al Señor por eso (Guadalupe)
testigos de la verdad
Cantaré eternamente tu misericordia ¿Es real o es un tópico que al hombre le cuesta más afrontar la viudez que a la mujer? José Luis: La mujer tiene más distracciones: la casa, los hijos, las amigas… pero el hombre no sabe por dónde tirar. En el matrimonio los dos llevábamos a una ciertas tareas de la casa y de los hijos, y eso cuando faltó ella me ayudó a continuar. Aunque para muchas cosas personales de los hijos la madre les orientaba y he tenido que aprender a hacerlo yo. ¡Menos mal que Dios me ha ayudado! Cuando vivía mi mujer nos juntábamos con otros matrimonios amigos, pero al quedarme viudo se han alejado. Yo lo comprendo, si quedan para cenar no me van a invitar a mí que voy solo. Parece que el viudo vive aislado, pero no siempre es porque él lo decide. En la Escritura, por ejemplo, no aparece ninguna referencia al viudo, en cambio sí a las viudas: Rut, Judith, Noemí, Ana…. Es cierto que en esa época ellos se volvían a casar. Guadalupe: Es evidente que hay una diferencia entre ambos. A mí me pasa lo mismo que a José Luis; un viudo no se va a acercar a los matrimonios pues se encuentra desubicado, pero para las mujeres —sean solteras o viudas— es diferente porque están más integradas. En la parroquia, aunque también se ha notado un cambio, este es menor ya que compartir la fe une. Mis hijas también estaban acostumbradas a hablar de ciertos temas con su madre, que las escuchaba y orientaba perfectamente, y no conmigo. Poco a poco nos hemos hecho con la nueva situación.
Dios ha hecho que no vea la falta de mi esposa como una maldición. Ella ha sido para mí un don de Dios que no busqué sino que me fue regalado (José Luis)
¿Creéis que Dios ha sido bueno con cada uno? José Luis: Conmigo ha sido muy bueno. El Señor me ha cuidado, me ha dado a conocer la Iglesia, ha provisto bienes para mi casa, no ha permitido que mis hijos se pierdan por caminos raros. Dios me ha ayudado, ¡yo solo no lo hubiera conseguido! Reconozco a Dios en la historia de salvación que ha hecho con nosotros. ¡Hasta ha hecho que no vea la falta de mi esposa como una maldición! Ella ha sido para mí un don de Dios que no busqué sino que se me fue regalado; gracias a Él lo veo por el lado de lo que me dio, no de lo que me quitó. Guadalupe: ¡Buenísimo! ¡Todo lo ha hecho bien en mi vida! Él me sacó de una vida sin sentido en mi juventud; era la época de los hippies y me llamaba la atención el existencialismo y todos sus autores: Sartre, Simone de Beauvoir, Camus… Hasta que un día el Señor me llamó y me rescató. También, ¡cómo ha actuado con mis padres! Mi papá tenía raíces socialistas y no era católico; mi mamá sí pero no practicaba. Yo siempre les proponía que se casaran pero él no quería, y eso a mi mamá le suponía un gran dolor. Enfermó de cáncer y aceptó casarse. A las pocas horas de celebrarse el matrimonio se murió. ¡Bendito sea el Señor que ha visitado y redimido a su pueblo! Para mí fue un gran alivio. No puedo dejar de decir que “el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”.bn
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Anton i o
Mis i one ro
Pav í a
C omb on i ano
“Será su soberano uno de ellos, su jefe de entre ellos saldrá, y le haré acercarse y él llegará hasta mí, porque ¿quién es el que se jugaría la vida por llegarse hasta mí?, dice Yahvé” (Jer 30 21). Encuadramos este texto de Jeremías en el marco histórico que está viviendo el pueblo de Israel, que se encuentra en el destierro con las pruebas y penalidades que ello conlleva. Es tal su postración y abandono que la mayoría de los desterrados duda enormemente que sea el pueblo elegido de Dios, tal y como proclaman sus ancianos, transmisores de la fe; es como si hubiesen perdido su identidad.
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echando las redes Ateniéndonos a la realidad en la que los israelitas se ven inmersos, vemos que no les faltan razones para dudar de todo. La ciudad santa y su Templo de la gloria de Dios que proclamaban y aseguraban su presencia en medio de ellos, no son ya más que un vago recuerdo que solamente les produce dolor. Todo ha sido destruido; el orgullo santo de Israel ha quedado reducido a ruinas. Jeremías, cuya alma fue traspasada por la espada de la desolación que se abatió sobre Jerusalén, refleja en sus escritos mejor que nadie la angustia y la aflicción del pueblo: “¡Cómo, ay, yace solitaria la Ciudad populosa! Como una viuda se ha quedado la grande entre las naciones. La Princesa entre las provincias sujeta está a tributo…” (Lam 1,1…). Sin embargo, y bien lo sabe el profeta, Dios no ha rechazado por siempre a su pueblo. Sería como arrepentirse de crear al hombre, obra de sus manos, dado que Israel es el punto de partida de la plenitud de la creación del hombre nuevo, tantas veces anunciada en las Escrituras, veladamente en el Antiguo Testamento y de forma diáfana en el Nuevo (2 Cor 5,17). Jeremías llora por su pueblo, su dolor es semejante al de Raquel, que pierde a sus hijos; mas aun así su corazón se sobrepone al dolor y vuelve a apoyarse en Dios. Cierto es que en el cuadro escénico del destierro es necesario tener profundamente limpios e iluminados los ojos del corazón para atisbar un hálito de esperanza a través del cual se pueda entrever a Dios, su bondad y lealtad sobre Israel, su pueblo
escogido. Pues bien, Jeremías, hombre de fe donde los haya, es capaz de ver con los ojos del alma a este Dios fiel. Este habla a su profeta, su íntimo, con el fin de que haga llegar a los desterrados —aquellos que ya no esperan en nada ni en nadie— la buena noticia de que el destierro llega a su fin. Dios ha decidido en su corazón la vuelta a su tierra. ¡Se acerca el fin del destierro, de nuestras humillaciones!, proclama de mil formas Jeremías a los exiliados. La buena noticia corre veloz por los grupos dispersos de la gran ciudad de Babilonia. Israel empieza a levantarse. Dios, el libertador de sus padres, el adalid de tantas hazañas increíbles, no es algo legendario de nuestros mayores. ¡Está con nosotros!, gritan alborozados estos hombres a quienes la incredulidad, nacida de tantos desprecios sobrevenidos, había arrebatado toda esperanza. Efectivamente, Dios, fiel a su palabra, les hizo volver. “Al ir, iban llorando, llevando la semilla; al volver, vuelven cantado trayendo sus gavillas” (Sal 126,6), proclamarán una y otra vez, gozosos, en sus festividades litúrgicas. Sabemos que los acontecimientos de Israel, las prodigiosas historias de salvación que Dios teje en su carne, son figura de una plenitud que se consume en Jesucristo, como nos dicen los santos Padres de la Iglesia. Teniendo esto en cuenta, veremos detrás del velo de la inmediatez de la profecía de Jeremías al libertador por excelencia, al Buen Pastor, bajo cuyo cayado todo hombre se encuentra con su Padre, con Dios.
Dios no ha rechazado por siempre a su pueblo. Sería como arrepentirse de crear al hombre, obra de sus manos 17
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Me aprieto contra ti Bajo este prisma mesiánico, partimos con santo asombro, con adoración, la profecía que Dios puso en boca de Jeremías: “Le haré acercarse —referencia inequívoca al Mesías— y él se llegará hasta mí, pues ¿quién se jugaría la vida por llegarse hasta mí?...”. ¡Solo mi propio Hijo!, podría añadir Dios. Él es el único que confiará en mí hasta el punto-límite de depositar su vida en mis manos. Jesús es el Buen Pastor por antonomasia; lo es porque cuando pone su vida en manos de su Padre, sus ojos y su corazón están pendientes de sus ovejas. Su fiarse de Dios crea el amor desconocido hasta entonces. Es Buen Pastor en orden al hombre. No es, pues, un título honorífico, sino una forma de pastorear por la cual las ovejas están por delante de su vida en lo que a prioridades se refiere (Jn 10,11). Es Buen Pastor también porque nos enseña a fiarnos de Dios, a crear entre el hombre y Él una relación totalmente Jesús es el Buen Pastor nueva. Relación a la que Dios mispor antonomasia; mo se refiere en las ovejas están por los siguientes tér“Esta será delante de su vida minos: la herencia del vencedor: Yo seré Dios para él, y él será hijo para mí” (Ap 21,7). Dios presenta a su propio Hijo, de quien dice —está profetizando la Encarnación— que lo acercará hacia sí. Esta puntualización va mucho más allá de una intimidad sentimental. El Hijo se aprieta contra el Padre tal y como proclamaba confiadamente el salmista al ver su vida en peligro: “Mi alma se aprieta contra ti, tu diestra me sostiene” (Sal 63,9). Solo así, a la luz de esta cercanía, tiene el hombre la garantía de que puede jugarse la vida por Dios. Si Él mismo no le acercase hasta su rostro, ¿quién sería capaz de poner en juego su vida? Un hombre sensato se juega la vida a una sola carta, solo, y ahí está su sabiduría, si tiene la certeza de que esa es la carta ganadora. De no ser así, dejaría su existencia en manos del azar, en un acto de irresponsabilidad manifiesta. La única razón por la que un hombre es capaz de jugárselo todo por una palabra recibida de Dios es que en su camino de fe ha llegado al convencimiento de que “su Palabra es verdad” (Jn 17,17): que no hay en ella mentira ni fraude; Dios la cumple dado que está en juego el honor de su Nombre (Jer 14,7).
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Bajo este prisma sondeamos al Hijo de Dios, el Buen Pastor. Da la vida por sus ovejas no en un acto de heroísmo simplemente; su entrega está llena de sentido común, de sensatez y sabiduría. Se juega la vida sabiendo que no la pierde, sino que la recupera como Señor, como nos dice Pablo: “Se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre sobre todo nombre… y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SEÑOR…” (Flp 2,8-11). El apóstol hace esta impresionante confesión de fe, el triunfo de Jesús sobre la muerte, no solo porque lo ha visto y oído; Pablo tiene conciencia de que su Pastor fue hacia la muerte sabiendo que nadie le podía arrebatar la vida que se había jugado a la carta de la obediencia-confianza a su Padre. “Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; este es el mandamiento que he recibido de mi Padre” (Jn 10,17-18). Al final, y como broche de oro, nos dice: Este es el mandamiento que he recibido de mi Padre.
Una buena apuesta Jesús obedece al Padre no como puede obedecer ciegamente un miembro de un club o secta a unas reglas a fin de ser admitido. Jesús obedece a su Padre por el hecho de que “el mandamiento que ha recibido de Él” es Palabra de vida, según la acepción que el término mandamiento tiene en la Escritura (Hch 7,38). He ahí la carta ganadora de Jesús: que el mandamiento de su Padre es Palabra de vida que se enseñorea sobre la muerte; es carta ganadora porque sus mandamientos le mantienen junto a Él en el Amor. “He guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor” (Jn 15,10). Jesús es el Buen Pastor y Maestro de pastores. Les enseña —como diría San Francisco— con una paciencia infinita a confiar en Él al igual que un hijo confía en su padre. Solo en la escuela de la confianza que es el Evangelio, puede el hombre llegar a saber que Dios es fiable en todas sus propuestas. Solo llegando a esta madurez de confianza, que no es otra cosa que cercanía a Dios, puede un hombre “jugarse la vida por Él,” como profetizó en Jeremías.
echando las redes Jesús, Pastor y Maestro de pastores, enseña a aquellos a quienes confía su Evangelio a perder la vida, con la certeza —he ahí la apuesta ganadora— de recuperarla. “Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará” (Mc 8,35). Los pastores según el corazón de Dios “pierden su vida por su Señor y su Evangelio”. El mismo Jesús nos hace ver que su Evangelio es indisoluble con Él. Estos pastores “pierden” su vida en la misma línea que su Maestro: no por heroísmo ni por arrojo o valentía, sino porque saben que la ganan. En realidad siguen los mismos pasos que Él en su camino de fidelidad al Padre. Lo siguen con la misma garantía de que en su Evangelio-mandamientos está encerrada la Vida. En su experiencia de Dios han venido a saber que el Evangelio está a la altura de su alma: la infinitud; y esto es lo que todo hombre busca consciente o inconscientemente, por caminos rectos o torcidos. Esto es lo que buscamos todos porque es parte de nuestro ser.
Pastores, pues, sabios como lo es su Señor y Maestro. Pastores que, como un buscador de perlas preciosas (Mt 13,45), buscan hasta encontrar la vida e inmortalidad que irradia el Evangelio, como atestigua Pablo: “… la Manifestación de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien ha destruido la muerte y ha hecho irradiar vida e inmortalidad por medio del Evangelio para cuyo servicio he sido yo constituido heraldo, apóstol y maestro” (2Tim 1,10-11). Los discípulos que Jesús llama a ser pastores encuentran la vida e inmortalidad en sus palabras y, por la alegría que les da —no por heroísmos ni ascesis— van al encuentro de sus hermanos desafiando fronteras, razas y culturas con una sola intención: hacerlos eternos en Dios. bn
Los discípulos que Jesús llama a ser pastores van al encuentro de sus hermanos con la intención de hacerlos eternos en Dios
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José Antonio Gris • Especialista en Psicología Clínica
El Trastorno de personalidad antisocial, antes llamado Psicopatía, se va agravando mediante dos vías de mecanismos psicológicos: procesos funcionales y atributos estructurales.
A. PROCESOS PSICOLOGICOS FUNCIONALES 1. Expresivamente impulsivo, impetuoso e incontrolable. Actúa de forma espontánea y precipitada. Es imprudente, poco previsor e incauto, incapaz de planear sus actos o considerar otras alternativas. 2. Interpersonalmente irresponsable. Es una persona de poco fiar, es incapaz o bien se niega intencionadamente a hacerse cargo de sus responsabilidades personales, conyugales, laborales o económicas. Se inmiscuye en la vida de
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los demás y viola sus derechos, transgrediendo las normas sociales establecidas mediante comportamientos fraudulentos o ilegales. 3. Cognitivamente desviado. Desdeña los ideales tradicionales, no acepta las normas sociales y menosprecia los valores convencionales. 4. Mecanismo de impulsividad-actuación. Rara vez limita las tensiones internas, que pueden incrementarse posponiendo la expresión de pensamientos ofensivos y acciones malevolentes. Los impulsos socialmente reprobables se descargan directamente de un modo precipitado, por lo general sin culpa ni resentimiento.
es una persona dura, irritable y agresiva. Manifiesta falta de civismo y desinterés por la propia seguridad y la de los demás
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educación para la vida B. PROCESOS PSICOLOGICOS ESTRUCTURALES 5. Autoimagen autónoma. Se ve a sí mismo como si las restricciones sociales y las limitaciones de las lealtades personales no le afectasen. Valora la imagen y el sentido de libertad y desconfía de las personas, los lugares, las obligaciones o las rutinas. 6. Representaciones degradadas. Las representaciones internalizadas están compuestas por relaciones interpersonales degradadas y corruptas, que reflejan actitudes e impulsos vengativos que transgreden los ideales y las costumbres culturales y devalúan los sentimientos personales, a la vez que codician intensamente los beneficios materiales que la sociedad les ha negado. 7. Organización indisciplinada. Fácil transgresión de los controles, umbrales bajos para la descarga hostil o erótica, pocos canales para la sublimación, expresión sin trabas y notable intolerancia a la demora o a la frustración. 8. Estado de ánimo insensible. Es una persona dura, irritable y agresiva, como se expresa mediante los déficits de caridad social, compasión o remordimiento personal. Manifiesta una falta de civismo muy importante y un desinterés ofensivo, por la propia seguridad y la de los demás.
TRASTORNO DE PERSONALIDAD ANTISOCIAL Cuando el trastorno de personalidad antisocial ya está en una fase avanzada se manifiesta y resume como patrón dominante de inatención y vulneración de los derechos de los demás, que se produce desde los quince años de edad, y que se manifiesta por tres o más de los síntomas siguientes:
1. Incumplimiento de las normas sociales respecto a los comportamientos legales, que se manifiesta por actuaciones repetidas que son motivo de detención. 2. Engaño, que se manifiesta por mentiras repetidas, utilización de alias o estafa para provecho o placer personal.
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3. Impulsividad o fracaso para planificar con antelación. 4. Irritabilidad y agresividad, que se manifiesta por peleas o agresiones físicas repetidas. 5. Desatención imprudente de la seguridad propia o de los demás. 6. Irresponsabilidad constante, que se manifiesta por la incapacidad repetida de mantener un comportamiento laboral coherente o cumplir con obligaciones económicas. 7. Ausencia de remordimiento, que se manifiesta con indiferencia o racionalización del hecho de haber herido, maltratado o robado a alguien.
ETIOLOGÍA En mi opinión, el maltrato psicológico más profundo es la falta de amor de los padres hacia su hijo. Aunque algunas teorías han atribuido las conductas antisociales —sobre todo la agresividad, la ira y la violencia— a factores genéticos, los factores ambientales tienden a modelar la expresión de estas conductas. Los factores ambientales pueden ser suficientes para explicar la etiología de la personalidad antisocial:
1. Modelo parental negativo. Con un modelo parental deficiente, el niño recibe una orientación casi nula. El niño busca el modelo fuera de la familia. Es muy frecuente en familias separadas en las que el niño ha visto discutir a sus padres, incluso con agresiones y maltrato físico o psicológico antes de la separación. Sin una figura parental de autoridad positiva, el niño se siente abandonado y rechazado. De esta forma, aprende a estar en contra de todo, y a ser duro con todos. Manifiesta una clara tendencia a tener gusto por ser callejero y por integrarse con grupos marginales de amigos que cometen pequeños hurtos o toman drogas. Su conducta social se va haciendo más inapropiada respecto a las normas sociales. Ya desde pequeño aprende que “los fuertes” viven mejor. Su principal norma de comportamiento es que “el fin justifica los medios”.
educación para la vida La condena social que recibe de los demás le va endureciendo y termina por aumentar su egocentrismo y violencia. Ya solo confía en sí mismo. El niño antisocial aprende rápidamente que no se puede confiar en los demás y ya comienza a percibir todo su entorno con suspicacia y desconfianza. Aumenta su necesidad de control intrapersonal, interpersonal y ambiental. Va aumentando su insensibilidad y contesta mal a todos. Si percibe que puede perder el control, se agravan su desconfianza y sus ataques de ira extrema. 2. Violencia o agresividad parental. El niño es una diana de la hostilidad parental. Percibe a sus padres como frustrados en el área laboral, social, etc., y aprende que todo en esta vida está contra él, que tiene que defenderse de los demás y de las normas sociales, que son injustas. En muchos estudios se ha demostrado cómo los niños o adolescentes que ya tienen rasgos de este trastorno, son víctimas de la frustración de sus padres, y solo han recibido en la familia agresividad, crueldad y dominación parental. En consecuencia, los padres hostiles e impulsivos potencian y fomentan sentimientos de hostilidad en sus hijos, con dos mecanismos: utilizando a su hijo como escape de su frustración y agresividad, y a la vez, al ser para el niño modelos de violencia y desprecio de las normas sociales, el niño o adolescente siente que sus padres aprueban su conducta negativa igualmente de desprecio e ira hacia los demás. Está claro que la agresividad genera más agresividad.
3. Conductas vengativas aprendidas. El hecho de haber sido el blanco de la ira parental les hace sentirse abandonado y van expresando más y más conductas antisociales sobre los demás. Aprenden a humillar y explotar a los demás para que a ellos no les humillen o exploten nunca. Al llegar a la adolescencia son vengativos y rencorosos en la interacción interpersonal. Sienten que como la vida les ha maltratado, tienen que maltratar a los demás. Son muy suspicaces con los demás y solo confían en sí mismos. En la adolescencia rechazan todas las directivas sociales, escolares, parentales, etc. Su personalidad se va haciendo más agresiva, desconfiada, vengativa y su apariencia es de independencia y seguridad en uno mismo.
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PATRÓN PATOLÓGICO Estos son los pricipales procesos psicológicos que perpetúan la psicopatía o personalidad antisocial, y llevan a los casos más graves:
1. Condicionamiento. Su conducta cada vez más desconfiada, intrépida, antagonista, hostil y vengativa se va reforzando negativamente. El refuerzo negativo se define como la eliminación del castigo u otro estímulo negativo. Sus conductas antisociales pueden servir para reducir la probabilidad de experimentar cualquier estímulo negativo. De esta forma van aumentando en él las conductas de humillar y degradar a los demás, manipularlos para conseguir sus objetivos o explotarlos de alguna forma. Su conducta antisocial funciona como un poderoso refuerzo negativo, una conducta de evitación. Su mente percibe lo que le rodea como un mundo cargado de peligro y frustración, donde hay que hay que defenderse teniendo más maldad y crueldad con los demás. De este modo, con distorsiones cognitivas, aumentan en él y se perpetúan las conductas de desprecio hacia la sensibilidad, la afectividad, la ternura, la comprensión, etc. y se va incrementando la ira generalizada y el desprecio hacia todo lo que le rodea.
2. Distorsiones cognitivas. En la percepción del ambiente y de la realidad se produce un aumento de la ira y el resentimiento. La suspicacia y hostilidad hacia los demás se generalizan. Tiene muchas distorsiones cognitivas sobre los comentarios y las conductas de los demás y ya todo lo considera una humillación contra él. Interpreta siempre mal lo que ve y escucha y magnifica todo en insultos graves y calumnias. No es capaz de reconocer la buena intención de los demás. 3. Afectividad. Desconfía siempre de los demás cuando expresan sus sentimientos. La amabilidad, simpatía, ternura y otras conductas positivas de los otros las interpreta como algo maligno contra él. Nunca siente nada positivo hacia el débil o el oprimido, se ríe de los demás considerándolos débiles y mentirosos. No puede entender la debilidad, sólo comprende que se vive siendo más fuerte que los otros, siendo cada vez más duro y rencoroso. 4. Enemigos. Se crea enemigos porque su conducta hostil, agresiva, vengativa, insensible y de desprecio puede provocar la ira de otras personas. Llega a percibir a todos como hostiles hacia él. Por este motivo, su ira y deseos de venganza van en aumento. 5. Síntomas narcisistas y paranoides. Los casos más graves presentan síntomas de este tipo. Son muy impulsivos, desafiantes, hostiles y vengativos. Se saltan todas las normas sociales, los valores éticos y morales y la ley. Su desconfianza le hace planificar el castigo y la venganza a los demás. Su imagen ya es de insensible, duro, fuerte, activo, desconfiado, rencoroso, vengativo, fuerte y valiente. Le atrae todo lo prohibido, las situaciones arriesgadas y el peligro. Si recibe un castigo, como la cárcel, le refuerza más a rebelarse en su odio a toda la sociedad. Ya sólo piensa que todos son “injustos” con él. En algunos casos, cuando llegan conseguir una situación de poder en la empresa o la política, tienden a ser dominantes en extremo con las personas que tienen bajo su control. Muestran una gran arrogancia y desprecio hacia los derechos de los demás y nunca tienen sentimientos de culpa.
muestran una gran arrogancia y desprecio hacia los derechos de los demás y nunca tienen sentimientos de culpa 24
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INTERNET Y PSICOPATÍA Espero que este apartado pueda ser útil, sobre todo para los menores de edad y los jóvenes, como una alarma para no quedar nunca con un desconocido ni enfrentarse a él en internet. Un estudio reciente de la Universidad de Birmingham ha descubierto que los casos graves de psicopatía actúan de seis formas diferentes en las redes sociales para perpetrar sus venganzas o buscar a sus víctimas:
3. El imitador. Después de ver una película violenta intenta conocer a alguien en internet hasta que consigue quedar con esa persona, que tiene que ser parecida a la de la película, para imitar al personaje. Ya se han dado en muchos países casos de asesinatos siguiendo este perfil. 4. El explotador. Busca una persona en internet que se ajuste a la imagen que él se ha creado e intenta quedar con esa persona para maltratarla, explotarla y despreciarla.
1. El vengativo. Es el tipo más frecuente. Cuando ve algo que no le gusta en las redes sociales, reacciona violentamente e intenta vengarse produciéndole el máximo daño a esa persona. La persigue de todas las formas posibles hasta que la localiza.
5. El que inventa una historia. Son psicópatas que primero maltratan o matan a una persona y luego a través de las redes sociales tratan de extender la idea de que esa persona se ha ido a un país lejano, desprestigiándola e inventando que ha huido de la justicia por las cosas graves que había hecho, para borrar su responsabilidad penal.
2. El hostil. Es una persona que participa en las redes sociales con todo tipo de palabras hostiles y frases para amenazar a personas que considera débiles o despreciables por sus opiniones. Su principal objetivo es conseguir verse en la vida real con estas personas para actuar contra ellas de forma violenta. Ya han ocurrido muchos casos de agresiones de esta forma, incluso entre menores.
6. El que lo anuncia. A través de Facebook anuncia a todos sus conocidos que va a cometer un asesinato o un acto ilegal de robo, venta de drogas, etc. Disfruta enormemente con el peligro de presumir ante los demás de lo que es capaz, y arriesgarse a ser perseguido por la policía. Generalmente, tiene un plan muy organizado para no ser detenido. bn
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Aquilino Polaino Catedrático de Psicopatología. Universidad CEU San Pablo
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a exaltación de la libertad, como si se tratara de algo absoluto, enciende la mecha de las pasiones. Especialmente en quienes, siendo dispares, exigen su derecho a ser distintos. La persona romántica huye de cualquier modelo normativo y se arroja en los brazos de lo plural y excepcional, a pesar de que intuya lo pasajero de la situación. Lo importante es sentir (la afectividad), sentir todo lo nuevo para embriagarse con ello y dar al traste con la razón. Hastiados por el descrédito de la razón se refugian en la imaginación, con tal de que las fan-
tasías concebidas conmuevan su corazón. El corazón es la divisa que caracteriza a la actual sociedad. A lo que parece, poco importa que esos sentimientos que anidan en el corazón humano se tornen pronto en afectos desdichados, terribles, patéticos o insoportables. No, no parece haber seguridad alguna respecto de la posible protección indolora ante estas experiencias afectivas. Lo que en definitiva importa es sentir, sentirse vivo, salir de la indiferencia, abandonar la rutinización de la vida aunque se desagarre el corazón.
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Hoy como ayer, el romanticismo siempre ha sido posible en las relaciones humanas: a veces de forma visible (cuando está de moda), a veces de forma latente, subterránea e invisible. Pero, de una u otra forma, siempre ha estado presente en las relaciones de ciertas parejas, como una constante histórica. “En principio era el sentimiento”, este es el único criterio por el que se rige el romántico, con desprecio de cualquier otro. Aunque esto suponga un fatal reduccionismo: la reducción de la entera persona (el ser) a solo lo que siente (los sentimientos). Y como los sentimientos no saben razonar, ni discernir, ni anticipar, y son tan versátiles y mudables, fiarse solo de ellos es igual que arrojarse en los brazos de un seguro y patético sufrimiento. No, no basta con hacer circular el mundo y la persona amada alrededor del propio yo. Los afectos nos afectan. Un mero cambio en lo que se siente —un sentimiento que deja de ser sentido, un desengaño amoroso— es suficiente para que el yo se fragmente. Porque la convicción de lo que el yo vale viene dada por la experiencia afectiva de sentirse querido. Un yo fragmentado es un yo erosionado y arruinado; en ocasiones muy difícil de recomponer. Al fin, lo que a una persona le hizo elegir una actitud romántica —la huida del dolor—, a la postre le ha conducido al dolor que evitaba, solo que aumentado y sin anestesia.
En el romanticismo la afectividad es tomada como una simple experiencia interior que se interpreta subjetivamente; los sentimientos son aquí reducidos a un particularismo que no se vincula con nadie ni a nadie se abre. Se ha amputado la dimensión cognoscitiva de la afectividad, algo que desnaturaliza a la misma afectividad. La represión cognoscitiva del amor está hoy tan asumida culturalmente que ni siquiera se sabe identificar. La reducción y marginación de los afectos a un marco de interpretación privado corta la cabeza (a los sentimientos) y da la primacía a solo el corazón (emotivismo). Sin duda, algunas personas ponen el corazón por encima de cualquier otra cosa. Al ser humano parece importarle más —en lo que se refiere a su felicidad— los sentimientos que los pensamientos, las emociones que las ideas, el sentirse querido que el querer, el placer sensible e instantáneo que la especulación intelectual. El amor romántico se comporta como un amor descabezado, por cuanto no solo prescinde de la razón y se deja arrastrar por su única cabalgadura, los sentimientos, sino que además aniquila el Logos (el conocimiento y la comprensión empática) que caracteriza y forma parte del Eros.
los afectos nos afectan, un cambio en lo que se siente es suficiente para que el yo se fragmente, y un yo fragmentado es un yo erosionado y arruinado 28
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cabeza y corazón, Logos y Eros El Eros dice relación a la afectividad, al descubrimiento del tú, al encuentro con el otro, al conocimiento de sí mismo en el otro. En el ámbito de la pareja, Eros es sinónimo de ternura, pasión, cuidado, solicitud, amor, admiración, compasión, etc. Eros es el modo en que se hace patente la afectividad, como un modo de ser de la persona. Pero al Eros le compete también un cierto conocimiento: la forma de conocimiento que es la comprensión empática. Los afectos han sido marginados y reprimidos (sobre todo, en su dimensión cognoscitiva) y se muestran apenas como emociones instantáneas
sin dirección alguna, cuya vida es muy corta y muy grande su versatilidad. De aquí la necesidad de reflexionar acerca de las relaciones entre cabeza y corazón. Las relaciones entre corazón (Eros) y cabeza (Logos) tienen un largo pasado, que se remonta a casi treinta siglos. A lo que parece, el conocimiento —aunque no todo conocimiento— depende del Logos, la razón. Lo propio de la razón es apresar, con claridad y certeza, la esencia de las cosas, desentrañar su verdad, discernir entre lo que es verdadero y falso, posibilitar una cierta identidad entre el sujeto que conoce y la cosa conocida.
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educación para la vida Pero, la racionalidad también puede emplearse mal, en especial cuando emerge con un cierto afán dominador, decidido a imponer a la relación su monopolio hegemónico y relativamente tiránico. Entonces, la racionalidad del Logos deviene en irracionalidad deshumanizante, y surge la rigidez, la ordenación asfixiante, la inflexibilidad, el afán de control, la tiranía de la norma. Esa hegemonía del Logos así entendido no se funda en la razón sino en la irracionalidad y, en consecuencia, hace inviable la vida de la persona a la que ama. Eros, en cambio, dice relación al sentimiento, a un sentimiento inteligente por cuanto sirve para apresar el valor significado por el otro. La aprehensión de esos valores en el otro —por vía empática— es lo que hace que el otro valga, lo que avala su persona en lo que vale, lo que de su valiosa dignidad nos atrae y hace que se desborden nuestros sentimientos hasta el entusiasmo. Aquí asienta la dimensión cognoscitiva del Eros, que no debiera silenciarse ni omitirse. La afinidad “simpática” que se articula entre hombre y mujer tiene su origen en esta forma de conocimiento afectivo, a cuyo través se manifiesta tanto el conocimiento de sí mismo como del otro. Gracias a este modo de conocer empático es como se llega a la identificación entre quien siente y la otra persona como realidad sentida y conocida. Ni Logos ni Eros pueden entenderse como instancias separadas y monopolizadoras de la relación de pareja, ni siquiera en el sentido de que son formas inmodificables de ser de las personas. Constituiría un grave error suponer que la vida de pareja es apenas el resultado de que en cada persona y en la misma relación predomine la cabeza o el corazón. Lo que suele acontecer en las parejas que son felices es que su relación esté amasada por estas dos instancias de la condición humana, y de forma equilibrada. De hecho, ambas se necesitan y ninguna de ellas puede excluirse.
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Cuando Eros se independiza de Logos y se abandona a sí mismo, el sentimiento se transforma en sentimentalismo, la pasión en violencia, la emoción en tiranía, la atracción en pulsión, y el placer en orgía que deshumaniza a las personas. Cuando Logos se independiza de Eros, el orden se transforma en rigidez, la norma en absolutismo, la disciplina en rigor, el conocimiento de la verdad en falseamiento de la realidad, y la racionalidad en irracionalidad. Si el amor no está transido por la racionalidad se muda en emotivismo. Si la racionalidad no está entreverada de amor, deviene en manipulación. De una u otra forma, cabe concluir que razón y sentimiento, cabeza y corazón, Logos y Eros, constituyen piezas de ese mismo y único tejido unitivo que es el amor humano. Que un hombre y una mujer se den la propia intimidad —y la acepten tal y como es—, se conozcan y se quieran, desvela el misterio del amor conyugal, un amor que emerge de la irreprimible necesidad de ser felices que ambos experimentan y que va más allá del mero amor romántico. Así parece ser la estructura dinámica del amor conyugal (el todo), un modo de relación anterior y superior al amor romántico (una parte), al que, no obstante, puede subsumir e integrarlo sin renunciar por ello a su plenitud. Es probable que este modo de entender el amor conyugal pueda evitar algunos conflictos conyugales, además de prevenir a los cónyuges contra la separación y el divorcio. ¿Es que acaso, muchos de los cónyuges no han experimentado alguna vez como suyos los siguientes anhelos afectivos?: “Todavía no amaba y ya amaba ser amado… Buscaba a quien amar, deseando ser amado”. Cabeza y corazón. Querer y ser querido. bn
el amor conyugal (el todo) va más allá del amor romántico (una parte), aunque puede integrarlo sin renunciar por ello a su plenitud
MERKABA PEREGRINACIONES Está al servicio de las parroquias, sacerdotes, fieles, y comunidades religiosas. Nuestro propósito es ayudar a la Iglesia a difundir el Evangelio a todo el Universo a través del tiempo de Gracia que se abre en la Peregrinación. Ponemos toda nuestra dilatada experiencia, profesionalidad y nuestro espíritu de servicio para que durante las Peregrinaciones organizadas por nosotros, todos los aspectos del viaje (desplazamientos, hoteles, celebraciones litúrgicas, sacramentales), nos ayuden a tener experiencia de Jesucristo que nos salva a través de su Iglesia al encontrarnos con nuestra Madre la Virgen, visitando los Santos lugares, o siguiendo las huellas de los Santos que nos han precedido en la fe. PROGRAMACIÓN DE PRÓXIMAS PEREGRINACIONES PREVISTAS
2 al 9 de marzo de 2015 Tierra Santa 15 al 21 de abril de 2015 Italia. 29 abril al 3 de mayo 2015. Medjugorje. 22 al 29 junio de 2015. Tierra Santa. 31 julio al 07 agosto de 2015. Medjugorje. 03 al 09 de septiembre de 2015. Polonia. 08 octubre al 12 octubre de 2015. Medjugorje. 09 al 16 noviembre de 2015. Tierra Santa. 04 diciembre al 08 diciembre de 2015. Medjugorje.
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MERKABA PEREGRINACIONES Pasaje de Dolores, 16 Oficina 5 28002 MADRID Tfno.: +34 911 722 458. Mail: info@merkaba.es
w w w . m e r k a b a p e r e g r i n a c i o n e s . c o m
si hoy escucháis su voz
Pe dro Barrado - Biblista
Se suele decir que la religión de Israel posee una característica única entre las religiones y culturas circundantes. Esta característica es la del aniconismo, es decir, la falta de imágenes para representar la divinidad. Es lo que vendría plasmado en forma de prohibición en la segunda de las diez palabras del Sinaí: «No te harás escultura ni imagen alguna de nada de lo que hay arriba en el cielo, o aquí abajo en la tierra, o en el agua debajo de la tierra» (Ex 20,4).
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si hoy escucháis su voz Parece claro que, en un determinado momento, la concepción que Israel tiene de Yahvé es la de un Dios invisible y, por tanto, irrepresentable. Es lo que se pondría de relieve en el sancta sanctorum del Templo de Jerusalén. En efecto, según las disposiciones de Ex 37,6-9, parece que ese espacio estaría ocupado por dos querubines de cinco metros de altura, hechos de madera de olivo y chapados en oro, con las alas extendidas. Esas alas servirían como trono de Dios, cuyos pies invisibles reposarían en el arca de la alianza, convertida así en solio o escabel. Sin embargo, los historiadores también ponen de relieve que la legislación anicónica solo se hace explícita en Israel en torno al siglo VII o VI a. C. Esto quiere decir que, en épocas anteriores, es posible que en Israel existieran representaciones visibles de Dios (por ejemplo en forma de toro). Es lo que sugiere el siguiente texto: «Después de aconsejarse, [Jeroboán, el primer rey del reino de Israel, tras la separación de Judá,] construyó dos becerros de oro y dijo al pueblo: “¡Se acabó el subir a Jerusalén! Israel, aquí tienes a tu Dios, el que te sacó de Egipto”. Y puso uno en Betel y otro en Dan» (1 Re 12,2829). Incluso muchos autores consideran que el famoso texto del «becerro de oro» (Ex 32)
no deja de ser sino una proyección al pasado, a la época fundacional de la salida de Egipto, de una prohibición que, desde el punto de vista de la historia, no se dará más que mucho después. No obstante, como señala Julio Trebolle, «el culto del becerro en el antiguo Israel no suponía necesariamente la adoración del becerro como una representación semejante a Dios; el animal era un simple sustituto de la presencia de la divinidad, como podían serlo los querubines y el arca de la alianza, que representaba el trono vacío del Dios invisible en el templo de Jerusalén» (Imagen y palabra de un silencio. Madrid, Trotta, 2008, p. 195).
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acción divina Ahora bien, sea lo que fuere de la historia del aniconismo en Israel, lo cierto es que la religión bíblica está llena de «imágenes», solo que imágenes mentales expresadas con palabras. Así, Walter Brueggemann menciona entre otras metáforas que la Escritura aplica a Yahvé las siguientes (solo entre las que tienen al ser humano como referencia): juez, rey, guerrero, padre, artista, sanador, jardinero-viñador, madre y pastor (Teología del Antiguo Testamento. Un juicio a Yahvé. Salamanca, Sígueme, 2007, pp. 256-284). Sin duda se podrían añadir otras, como por ejemplo la de esposo. Aunque no se haga esculturas de Dios, el hombre bíblico no tiene más remedio que pensar y hablar de él con imágenes, ya que eso es una exigencia de la condición humana. No obstante, si hablar de Dios solo se puede hacer con imágenes —ya sean estas visuales o mentales—, no es menos cierto que nuestro lenguaje sobre Dios se revela paradójico, quizá el único modo de expresar una realidad que, de suyo, desborda las condiciones humanas. En este terreno de las paradojas bíblicas hay dos especialmente llamativas y que tienen que ver directamente con la imagen y la palabra. La primera la encontramos en el capítulo 33 del libro del Éxodo. Con la diferencia de unos pocos versículos, el texto afirma cosas aparentemente contradictorias: «El Señor hablaba con Moisés
cara a cara, como un hombre habla con su amigo […] Dijo Moisés al Señor: “Déjame ver tu gloria”. El Señor le respondió: “Yo mismo haré pasar delante de ti todo mi esplendor y delante de ti pronunciaré el nombre del Señor. Yo protejo a quien quiero y tengo compasión de quien me place; sin embargo, no podrás ver mi cara, porque quien la ve no sigue vivo”» (Ex 33,11.18-20). En la continuación del relato, Dios ordenará a Moisés meterse en la hendidura de una roca, de modo que Dios la tapará con su mano y Moisés solo podrá verle «de espaldas», una vez que haya pasado, porque de frente nadie puede verle sin morir. La segunda paradoja resulta de la consideración de dos capítulos sucesivos del primer libro de los Reyes. En 1 Re 18 se narra la «apuesta» que se lleva a cabo en el monte Carmelo entre Elías, profeta de Yahvé, y cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, a propósito de cuál de los dos dioses es el verdadero. La apuesta consiste en ver quién es capaz de enviar fuego desde el cielo para que consuma un sacrificio colocado en un altar, si Baal o Yahvé. Naturalmente, el texto dirá que, tras la súplica de Elías, «bajó el fuego de Yahvé, consumió el holocausto y la leña, las piedras y el polvo, y secó el agua de la zanja» (1 Re 18,38). Es decir, lo que se pone de relieve es una manifestación admirable y llamativa de la acción divina, que escucha la plegaria del profeta Elías.
aunque no haga esculturas de Dios, el hombre bíblico no tiene más remedio que pensar y hablar de él con imágenes: juez, rey, guerrero, padre, viñador, pastor, esposo…
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voz de silencio Sin embargo, en el capítulo siguiente, Elías tiene que huir para salvarse de la persecución de que es objeto por parte del rey Ajab y la reina Jezabel. Tras una larga y penosa caminata hasta otro monte —esta vez el Horeb—, el profeta aguarda en una cueva la manifestación de Dios. El texto bíblico afirma: «Pasó primero un viento fuerte e impetuoso, que removía los montes y quebraba las peñas, pero el Señor no estaba en el viento. Al viento siguió un terremoto, pero el Señor no estaba en el terremoto. Al terremoto siguió un fuego, pero el Señor no estaba en el fuego. Al fuego siguió un ligero susurro. Elías, al oírlo, se cubrió el rostro con su manto y, saliendo afuera, se quedó de pie a la entrada de la gruta» (1 Re 19,11-13).
A diferencia del texto anterior, ahora la manifestación de la presencia divina se produce no rodeada de elementos llamativos o admirables —viento, terremoto y fuego—, sino en un «ligero susurro». Más aún, en realidad, la literalidad del texto bíblico resulta más paradójica todavía, ya que, empleando un auténtico oxímoron, habla de una «voz de silencio». Lo que todas estas tradiciones paradójicas —o prácticamente contradictorias— están poniendo de relieve es que de Dios solo se puede hablar de esa forma, ya que Dios no es un objeto más de nuestro mundo, que, por tanto, sería susceptible de una contemplación «objetiva» (medible, mensurable). Por tanto, se podría decir que a Dios le cuadra bien un símbolo y su contrario, ya que cada uno de ellos hace justicia a determinados aspectos de la divinidad.
a Elías la manifestación de la presencia divina se produce no en elementos llamativos —viento, terremoto y fuego— sino en un «ligero susurro»
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imagen visible del Dios invisible
En el caso de Jesús, tanto la palabra como la imagen van a colaborar para expresar no solo la relación única que existe entre él y Dios, sino sobre todo para poner de relieve la posibilidad que tienen los seres humanos de percibir a este a través de aquel (es decir, la función mediadora de Cristo Jesús). En este sentido se podrían destacar dos tradiciones que encontramos en el Nuevo Testamento. La primera de ellas aparece al comienzo de la carta a los Hebreos: «Después de hablar Dios muchas veces y de diversos modos a nuestros padres por medio de los profetas, en estos días últimos nos ha hablado por medio del Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo también el universo» (Heb 1,1-2). Se percibe con claridad que el texto está construido sobre tres oposiciones y una continuidad: se oponen 1) los padres y el nosotros que constituyen los destinatarios de la carta, 2) los tiempos pasados y los días últimos (el ahora), y 3) los profetas y el Hijo.
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La continuidad radica en la revelación de Dios. Es decir, lo que se está presentando es una misma revelación de Dios, pero de un modo cualitativamente distinto: mientras los profetas traían las palabras de Dios, el Hijo es la Palabra de Dios. El evangelista Juan también parece coincidir en un planteamiento parecido por lo que se refiere al papel del Hijo-Palabra: «Al principio ya existía la Palabra. La Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. […] Todo fue hecho por ella, y sin ella no se hizo nada de cuanto llegó a existir. […] A Dios nadie lo vio jamás; el Hijo único, que es Dios y que está en el seno del Padre, nos lo ha dado a conocer» (Jn 1,1.3.18). La segunda tradición neotestamentaria a que aludíamos antes se refiere al texto de Col 1,15-16: «Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura. En él fueron creadas todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, las visibles y las invisibles: tronos, dominaciones, principados, potestades, todo lo ha creado Dios por él y para él». Como se puede apreciar, se ha variado la metáfora —de la palabra se ha pasado a la imagen—, pero lo que se quiere transmitir es sustancialmente lo mismo: Cristo es el único que hace posible de una forma plena el contacto de los hombres con Dios, ya que es su Palabra o su Imagen (icono). bn
mientras los profetas traían las palabras de Dios, el Hijo es la Palabra de Dios
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Entidad responsable: Asociación Bendita María
Dotación: - Primer premio: Edición del cuento, 600 € en libros del fondo editorial y reseña informativa a una página en la revista Buenanueva con una breve sinopsis del relato y datos del autor. - Segundo premio: 300 € en libros del fondo editorial y abierta la posibilidad de edición del cuento en función del dictamen y la valoración del jurado. Tema: El tema es libre, aunque se deberá destacar de forma implícita o explícita la relevancia de los valores. Fecha límite: Se recogerán textos hasta el día 30 de abril de 2015.
E-mail: certamen@revistabuenanueva.com
Bases: Se concursa en dos categorías: certamen junior hasta 18 años y certamen senior de 18 años en adelante. Extensión: entre 3.000 y 8.000 palabras. Cada concursante podrá presentar una sola obra. Los cuentos podrán ir ilustrados si así se desea. Las obras se podrán presentar de dos maneras: por correo electrónico en documento de word con dos archivos, uno con el relato y otro como plica, en este último deberá aparecer el título del cuento y los datos del autor, nombre y apellidos, fecha de nacimiento, teléfono y correo electrónico; o bien por correo ordinario con dos sobres: uno con el trabajo y otro con el título y los datos del autor (plica).
Lengua: Español. Observaciones: Las obras premiadas pasarán a ser propiedad de la editorial. Las restantes se destruirán.
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César Allende García Doctor en Filosofía
Sobre dos textos quisiera alinear y argumentar la quinta de estas meditaciones sobre el morir cristiano: «Y el ángel la dejó» (Lc 1,38) y «Cristo, haciéndose semejante a los hombres..., se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz» (Flp 2,7-8). El relato de la Anunciación, de Lucas, bien pudiera no quedar interrumpido en “Y el ángel la dejó”, sino alargarse y completarse con el de Pablo que abarca toda la kenosis de Jesús: 6-11. Es, además de otras cosas, estimulante y hermoso imaginar a Gabriel volviendo rápido al cielo y en medio de una expectación total de la entera corte celestial, responder a la pregunta del Padre: “¿Y bien?”, con un sencillo: “Señor, ¡ha dicho que sí!”.
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si hoy escucháis su voz Un cerrado y atronador aplauso (porque se puede aplaudir no solo con las manos, sino también con las alas; de hecho aquí en la tierra hay quien lo hace hasta con las orejas) conmovió la bóveda celeste. Y ahí empezó todo. La respuesta de María (fuera un sí, o un fiat, o un ojalá, etc.) está en la misma línea que el Sí de Cristo-Jesús, que hizo de su vida entera un sí al designio de Dios Padre sobre él: siempre sí a su Voluntad; nunca no, a sabiendas de que esta actitud de aceptación implicaba un descendimiento y abandono absoluto de su dignidad de Dios, asumir la naturaleza humana en su condición más débil y frágil: la caducidad y la muerte. Pablo lo llama condición de siervo, vaciamiento de sí mismo o renuncia a la gloria que le pertenecía por su divinidad, y obediencia hasta morir en la cruz. Para Lucas esta obediencia es el cumplimiento de “toda justicia de Dios”. No es fácil, nada fácil, que un Señor renuncie a su señorío y se haga siervo, lo radicalmente opuesto al poder y mando. Habría de tener un buen motivo. Habría de contrapesar su despojamiento y renuncia con algo del mismo o mayor valor. Pero, ¿qué puede
haber de más “peso” el sí de Cristo que la gloria divina? ¿A cambio de qué a la Voluntad entregarla? A cambio de la sumisión y del Padre humilde obediencia a “lo que Dios quie- implicaba asumir ra”. Desde luego, sala naturaleza bemos que Dios no humana en su quiere la muerte (ni del pecador, ni de condición más nadie) sino la vida. débil y frágil: la Dios ama la vida por encima de todo caducidad y la (Sab 11,26); es más, muerte “Dios no ama sino a quien vive con la Sabiduría” (Sab 7,28), “no fue Dios quien hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes” (Sab 1,13). Es justamente la impiedad la que llama a la muerte (Sab 1,16), es decir la negación de Dios en la existencia, en la vida
Por gracia sois salvos La Escritura abunda en la idea de que Dios lo que busca es la conversión del pecador, no su destrucción. Y Dios lo busca con ahínco, tenazmente, pertinazmente, sin arredrarse ante la cerrazón del corazón y de los oídos. Es tanto el deseo de vida de Dios para con los hombres, que precisamente para esta vida sin fin se decidió a poner en marcha un plan de recuperación de su proyecto inicial y fundacional con la creación, en la que todo “oía” la voz de Dios que “dijo”, y fue hecho. Obedecer es lo mismo que oír, en sentido fuerte. Y acarrea la plenitud de ser y de felicidad . Desoír o no escuchar es desobedecer, y acarrea la negación más profunda del ser y la infidelidad más total. La desobediencia de uno encerró a todos en la muerte (Rom 5,19). Y la obediencia de Otro nos trajo la Vida y la Libertad: la justificación. Más aún: la prueba de la Cruz por amor es la prueba de que Dios nos ama por encima de nuestra orgullosa falta de escucha o desobediencia (Rom 5,8). ¿Qué puede haber de más peso que la gloria que Jesús tenía junto al Padre, para renunciar a ella?, decía antes. Pues el Amor, en una dimensión que apenas podemos barruntar. Juan traduce en un idea comprensible para nosotros esta realidad que
nos sobrepasa: «Tanto amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo único para que el que crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16ss). El Amor es más fuerte que todo; más fuerte que la muerte. Y es la razón suprema que anima el obrar de Dios en la Creación y en la Historia, y anima al Hijo a entregar su vida en la Cruz. Ya no sirven los sacrificios ni los holocaustos. Solo es eficaz un Cuerpo (cedido por la Virgen María) dispuesto a entregarse por amor. La carta a los Hebreos dice que fue «por la gracia de Dios» que Jesús gustó la muerte para bien de todos, de donde resulta que amor y gracia se identifican. Y se identifican, de forma suprema, en la misma persona del Señor, porque si la ley fue dada por Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado de Jesucristo (Jn 1,17). De este modo, la Encarnación se ordena a la Voluntad de Dios que es Amor al hombre en estado puro: «... me has formado un cuerpo... Entonces dije: ¡He aquí vengo —como está escrito de mí— a hacer, oh Dios, tu voluntad!» (Hb 10,5-10). Y, por ser Amor, llama al amor: a participar de este amor del Señor desde la Cruz, que muerto, atrae todo y a todos hacia sí.
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Vivir la muerte muriendo la vida Ante la muerte nos queda a los hombres sufrirla y soportarla a duras, durísimas, penas, tratar de menguarla en su angustia (empezando por vivir como si no hubiera de llegar nunca), tratar de huir de ella corriendo hacia atrás mientras ella nos mira de frente, o buscarla desesperadamente, sin encontrarla, sin conseguirla, como dice el Apocalipsis que hicieron los hombres ante el tormento de las picaduras que producen las langostas salidas del pozo del abismo (Ap 9,6). Pero, ¿de verdad no hay forma de “tratar la muerte”? Sí que la hay: Vivirla. Como Cristo la vivió, como Cristo murió la vida terrena, reducido por amor a la ínfima categoría de siervo, sin figura ni presencia, como varón de todos los dolores; como la vivó María entregando su cuerpo y su alma al Espíritu, dejando por obediencia al amor que una espada atravesará su corazón.
Es bien curioso el consejo de la Escritura: trabajar buscando descansar..., plena y definitivamente. Pero es lo que hicieron el Señor Jesús y su bendita Madre, quien en la casa de Nazaret se transformó en arquetipo del sí a la muerte personal, redimida y reabsorbida en la del Señor y en su Resurrección para, de este modo, alcanzar la Gloria junto a Dios Padre.
Vivir la muerte muriendo la vida en un acto de entrega total a Dios, que es Amor, es la ciencia que esconde el misterio de la Cruz. Escuchar el mensaje de amor del crucificado es obedecer el mandato de Dios: corresponder con nuestra oblación entera (cuerpo y alma) a un Dios que se desvive por nosotros. Obedecer al Amor solo con amor puede hacerse.
La aceptación de la vida y la muerte como designio de este Amor previo a todo, absoluto incondicionado de nuestra razón de vivir y morir, redimensiona el obrar cristiano, porque si Dios me ha amado (y me ama) así, con esta sin medida he de amar yo, nos hemos de amar los hombres. Como dice Von Balthasar, mi acción cristiana acontecerá desde este presupuesto divino —inconcebible desde nuestra perspectiva humana— de modo que no sea otra cosa que “un sonido prolongado (eco), una obediencia sencilla y, en ninguna forma, una capacidad soberana propia” (O.c. Ed. Sígueme. Salamanca, 2006. pg.105).
Von Balthasar escribe páginas muy hondas y bellas en “Solo el amor es digno de fe” precisamente para recordar a la teología cristiana que sin el Amor absoluto de Dios, cuanto de Dios se diga es poca cosa o nada. Este Amor absoluto es un absoluto sobre el Amor, que nos alcanza existencialmente, permeabiliza todos los días de la vida (y la vida de todos los días) y se resuelve en la obedientia mortis, en la aceptación de nuestra propia y singular muerte, no como finiquito adecuado a la caducidad que somos, ni siquiera como estipendio o salario del pecado (que fue clavado en la Cruz con todo su negro protocolo), sino como una entrada en el descanso por haber “oído hoy su voz”. (Sal 95,7-11). Vivir día a día la muerte es hacer caso a Hb 3,11: «Esforcémonos, pues, por entrar en ese descanso, para que nadie caiga imitando aquella desobediencia».
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la aceptación de la vida y la muerte como designio de este Amor redimensiona el obrar cristiano: si Dios me ha amado (y me ama) así, con esta sin medida nos hemos de amar los hombres
Todo está en el Amor que nos ama, hasta el extremo de hacerse don sin límites. Su único horizonte, en el que la muerte cristiana anuncia ya el descanso escatológico, es la Resurrección del Señor y su gloria, que nos espera como herencia nuestra. En María Santísima esto es una realidad consumada. Por eso desde antiguo la comunidad cristiana concluye su oración encarnacionista con: “ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte”.
bn
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Kerigma
Ángel Barahona Plaza D i rec tor del D epa r ta m e n t o d e Hu m a n i d a d e s de l a Uni v ersi da d Fr a n ci s co d e Vi t o r i a
El Estado Islámico inquieta al mundo porque sabe que no parará hasta conseguir sus objetivos. Los logre o no habrá mucho derramamiento de sangre. Los cristianos de Irak y Siria huyen e intentan refugiarse en las ciudades, pero no hay lugar seguro ni dentro ni fuera de las diluidas fronteras. El islam se expande en todas las direcciones con la fuerza de la emigración y de la violencia. El pensamiento único occidental también se expande: cree que puede exportar la democracia a la vez que importar y comercializar la riqueza de los países por la fuerza de los acuerdos comerciales de las multinacionales y la potencia y sofisticación de sus armas. Es un colonialismo sutil e impío, porque los Estados mandan como emisarios a multinacionales sin piedad que solo buscan el negocio.
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Kerigma E
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Cada día es más evidente que el único criterio que rige las decisiones políticas es el dinero, lo único que importa por encima de la persona. Las decisiones siempre guardan un carácter sacrificial, alguien tiene que ser sacrificado para que se cumplan los objetivos. Ancianos improductivos, niños “inútiles”, enfermos sin futuro, son costes sin algún tipo de beneficio, lastres sociales que la sociedad de la eficiencia no se puede permitir. El planeta, dicen los profetas de nuestros tiempos, no es sostenible. La natalidad es considerada una epidemia. El aborto se ha convertido en un método anticonceptivo bendecido por casi todos los Estados. La guerra está dentro de las fron-
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teras de los Estados postmodernos en forma de terrorismo, de nacionalismo y de crisis sociales permanentes. Los grupos antisistemas y populistas crecen ante la corrupción y la desafección de las masas aburguesadas. Los tertulianos, filósofos, periodistas señalan permanentemente a aquellos culpables de cada desastre. Pasamos a otro nuestra propia culpa o inconsistencia y canalizamos a través de ese otro mecánicamente toda nuestra ansiedad y violencia. La culpa tiene muchas máscaras, pero un solo rostro: el otro. Siempre hay un otro que me exime de mirar mi parte correspondiente en el dolor y el sufrimiento del mundo.
En el pensamiento único el hombre no es más que un animal, con una singular capacidad para emocionarse, pero sin destino trascendente. La supervivencia es la ley que gobierna todo comportamiento. Como miembro de una manada algunos individuos deben ser sacrificados en beneficio de la especie. Solo que como el hombre es además racional, selecciona a esos seres prescindibles por categorías estereotipadas: ser minorías étnicas, religiosas, migratorias... Pero lo importante es que esos elegidos tengan capacidad de congregar el odio o la mirada de todos, para que el resto se salve.
de vicio privado a
virtud pública
La unanimidad en el orden musulmán o en el orden de las sociedades occidentales se forja contra la única minoría que hoy dice algo que disiente de lo que todo el mundo acepta. La legitimación de la violencia propia está fundada sobre la creencia de que “estamos en la verdad” (en la interpretación del Corán o en la implantación de la democracia, da lo mismo) y los
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otros están en la mentira o en el error. Al estar en la verdad, la violencia está legitimada por parte del Estado (Islámico o democrático) porque este se ha erigido en mediador absoluto de los desvalidos ciudadanos. El Estado nos hace retornar a la minoría de la edad de la razón: piensa por nosotros, nos dice lo que está bien hacer, lo que debemos opinar…
Pero fuera de ese férreo control que pedimos para el vecino estamos autorizados ad intra a hacer cualquier cosa. En el sujeto normalizado solo hay una vía de sentido o de escape: dejar que el deseo fluya en el placer de las pequeñas cosas y que nadie se interfiera.
Kerigma La sociedad del consumo convierte los vicios privados en virtudes públicas y revierte sobre el mercado sus productos de salvación. Lo que antes era “pecado”, y era visto como aquello que produce daño al individuo y a la sociedad, ahora se convierte en Ley, en norma, porque hay detrás un negocio que defender para llenar las arcas del Estado. Incluso los indignados han caído en la trampa: los revolucionarios de hoy no son anarquistas, humanistas rousseaunianos, románticos, nostálgicos, ingenuos, anacoretas o tecnófobos. Son súbditos del Estado que quieren que este sea mejor Padre, o una Madre de verdad. Que pague los caprichos de sus hijos arrojados sin su consentimiento a la vida, pues tienen derecho a reclamar que se les mantenga sin pedirles nada a cambio. Cualquier tipo de placer es válido y ha de ser financiado, pero el problema es que siempre es a costa de otro. Y eso, una sociedad susceptible en sumo grado, victimista, políticamente correcta, tiene que regular exhaustivamente toda acción pública bajo una rigurosa ley. Tolerarlo todo es peligroso para la supervivencia de la tribu, por eso convertir en norma de ley algunos placeres va a ser la solución: hacer de la nueva moral normas de tráfico viario. La libertad es algo realmente escandaloso, pero es la condición de posibilidad de la dignidad y de que la historia no sea un teatro de marionetas. El riesgo es que a cambio la historia de la humanidad esté siendo lo que parece a Macbeth en el acto V: el relato de un loco lleno de furia y de rabia.
El Estado nos hace retornar a la minoría de la edad de la razón: piensa por nosotros, nos dice lo que está bien hacer, lo que debemos opinar…
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Cordero para
sufrir
Pero no es esa la visión de Cristo. Su confianza en que no hay modo de ser hombre, hijo de Dios, más que siendo libre, nos hace sospechar que estamos creados para el diálogo con el Creador y con los otros hombres, y que el camino es la conversión. ¿Estaban previstos por Cristo los sucesivos intentos fallidos de la humanidad por diseñar una sociedad pacífica? ¿Es posible que fuera la paz la expectativa de Cristo respecto a la historia? ¿Es solo un profeta de la no-violencia? La violencia puede llevar a la gente a una rivalidad exponencial pero también el hombre tiene capacidad de amar. Hay una posibilidad por la que el hombre puede dejar de dar culto total a la violencia. La cuestión de la violencia conduce inevitablemente la cuestión de la libertad. Cristo asume esa libertad del género humano sobe sus propias espaldas. El Siervo de YHVH irrumpe aquí como un principio clave para poder entender la historia de la humanidad. ¿Y si la única posibilidad para los hombres de escapar a su mutua autodestrucción fuera tomarse en serio al Siervo de YHVH? La Iglesia está, en este momento de la historia, empezando a comprender cuál es su misión: reencarnar al Siervo en el siglo XXI, y proponerlo, o proponerse a sí misma voluntariamente al escarnio público. Los últimos acontecimientos:
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la ley del aborto en España en la que las caretas se caen e irrumpe la pragmática política de los votos y del dinero como bandera, los atentados de París, de Jerusalén, el avance del EI, el desmantelamiento de Libia, Siria, Irak, la persecución sistemática y cruel contra los cristianos en Asia y África, la postura de grupos radicales y políticos contra la Iglesia, etc. hacen prever un duro invierno para ella. En un mundo como el que hemos descrito, puede que el Siervo de YHVH sea algo más que una feliz idea teológica: o nos reconciliamos tal como nos proponen los Evangelios, o desaparecemos. La Iglesia tiene un papel también preanunciado por el Evangelio de completar lo que falta la pasión Cristo, encarnación del Siervo de YHVH. Es por esto por lo que en los últimos acontecimientos está siempre en el candelero siendo señalada como retrógrada, denunciada como antisocial porque no es entendido su mensaje: parece que va a contracorriente y por esto está siendo reconducida por los medios como la “mosca molesta que hace despertar la conciencia dormida” hacia la imagen del chivo expiatorio. «Uno de los ancianos me dijo: “No llores más. Sábete que ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David, y que puede abrir el rollo y sus
siete sellos”. Entonces vi delante del trono, rodeado por los seres vivientes y los ancianos, a un Cordero en pie (…) Y entonaron un cántico nuevo: “Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra”» (Ap 5,1-10). Cristo es ese Siervo de YHVH, ese cordero degollado. Como dice Vitorino de Pettau, el “león para vencer, se hace cordero para sufrir”. En el siglo IV los cristianos estaban siendo perseguidos por Diocleciano con la misma saña que lo están siendo los cristianos en Siria y en Irak, y en todas partes, que marca el destino de la revelación. San Lucas (19,4144) describe la situación de hoy: «En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: “¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida”». bn
Kerigma
El siervo de YHVH – 2ª Edición Un libro imprescindible. Un estudio sobre la violencia que muestra a este Siervo de YHVH, representado en forma de manso cordero, que acepta ser atado por los hombres y ser conducido, sin resistencia al sacrificio, para mostrarnos el otro lado del mal y de la violencia humana: el amor. AUTOR: Angel Barahona Plaza Nº. Páginas: 240 PRECIO: 17.90€euros€ ISBN: 978-84-943273-3-9 Pedidos: 91 759 79 68 www.buenanueva.es
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espada de dos filos
F r a n c i s c o L e r d o d e Te j a d a
Capellán Universidad CEU-Montepríncipe
El valor tiene vocación de comunicación —de ser comunicado— al igual que el sol necesita regalar su luz para no implosionar en macabro egoísmo. El valor se realiza en su comunicación, está ahí para ello. Una obra de arte que jamás ha de exponerse para el uso y deleite humano resulta estéril, de insoportable realidad. Un arte no expuesto es como una flor sin corola ni pétalos, una falsía. El valor, repitámoslo, tiene vocación de ser comunicado, y el no valor tiene la noble misión de ser corregido. Palabras groseras, inmoralidades, incorrecciones, desafueros y desatinos… todo ello ha de ser enmendado, por su propia naturaleza de “disvalor”. La bandera de la paz frente a la violencia como bandera.
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espada de dos filos Pero sucede que en el mundo actual se ha efectuado un trueque, un intercambio de terribles consecuencias. El valor ahora tiene vocación de ser corregido y el no valor vocación de ser difundido, como los rayos de sol. Y esto en todos los ámbitos: arte, cine, estética, educación… A la persona culta se la llama cursi; al santo anticuado, soñador; al limpio, ñoño y al bueno, tonto. El mal, en cambio, va pisando fuerte, con micrófonos potentes. Los medios de comunicación proponen como modelo lo mediocre, lo torcido, lo que no está bien, lo que tiene vocación meridiana de corrección. Pareciera que gusta más la desunión que su contrario. El valor, hay que corregirlo definitivamente. ¡Vamos a por él!, ¡no faltaba más!
El mundo de Don quijote nos hablaba de espadas y laudes, castillos, palacios y campiñas. Las andanzas y hazañas del hidalgo nos mostraban, por contrastes, un auténtico desfile de valores: las virtudes griegas y el buen hacer. La locura estaría en abandonar esos valores y encarnar sus contrarios como fuentes de valía. Por este errado camino llegaríamos a la afirmación de que vale el que aplasta, no el que sirve. Todo al revés. Sigamos nosotros el consejo de San Pablo y hagamos una defensa del valor, de la valía, de lo que vale: Apreciad todo lo que es verdadero, noble, recto, limpio y amable, todo lo que merece alabanza y suponga virtud (cfr. Flp 4,8). Dejemos al valor vivir su vocación, la del perpetuo nacimiento, segundo a segundo.
la Cruz es la llave de la Calma Chopin, Unamuno y el Doncell; óleo, foto y escultura respectivamente; piano, libro y postura, a manera de símbolos. Nos acercamos, en expresiones plásticas diferentes, a tres testigos del pasado para asomarnos a un gran valor: la ausencia de prisa, como rasgo característico de un humanismo de calidad. Esta serenidad es la que queremos defender como valor primordial de nuestras vidas. El orden y el amor son serenos, han de serlo para serlo, es decir, han de ser serenos para que existan. Felices los mansos, los hombres de paz, es decir, los serenos (cfr. Mt 5)
No pretendemos una ausencia de responsabilidades ni buscamos la vida burguesa, cómoda, exenta de todo compromiso y sacrificio, sino la vida serena como capacidad extraordinaria para ser eso que cada uno está llamado a ser en la vida. El buen vino, como la obra de arte, necesita su tiempo. “La acedia es la desesperación de la debilidad, de la que dijo Kierkegaard que consiste en que uno desesperadamente no quiere ser él mismo. El concepto teológico-metafísico de la pereza significa, por tanto, que el hombre no asienta en última instancia su auténtico ser” (De la vida serena. J. Leclercq y J. Pieper)
Se trata de combatir la prisa como enemiga de la fe, la esperanza y la caridad y propiciar esa Calma con mayúscula, comprometida, sacrificadora de pequeñas calmas. Si vis pacem para bellum: la Cruz es la llave de la Calma. ¡Acabemos nosotros, los cristianos, con el carpe diem mundano!, ¡faltaría más! ¡Sembremos con valor la calma como valor!
Se prefiere una tranquilidad barata, de bajo metal, a una tranquilidad de calidad, áurea, es decir, religiosa, contemplativa, de exigencia personal. Así es la sociedad de hoy. Lo vertiginoso ha conseguido corregir lo que no tiene vocación de ser corregido, la calma, y proponer como referente lo que en otros tiempos tuvo vocación de ser corregido, la prisa. Esa prisa moderna, versión de antiguas agonías y descontroles, es la que triunfa sobre los escombros de la antigüedad grecolatina y cristiana. Y se impone para derrocar la paz. La gente está convencida de que ya no se puede rezar bien —no hay porqué intentarlo siquiera—, de que no se puede meditar… Se piensa que la caridad es un lujo o para ratos libres, o para gente especializada. No hay tiempo ya para “perder el tiempo”, como forma saludable de contemplación donde recupero perspectiva y serenidad. Entonces el ocio se vive como vicio y pierde su carácter de valor para afrontar contratiempos y amar mejor. ¡Marta, Marta… qué inquieta estás! (cfr. Lc 10,38-42). Se prefiere la guerra como valor al servicio de intereses propios y se margina la paz en muchos ámbitos como un “disvalor” propio de débiles.
Alejemos de nosotros esa prisa que no conoce la eternidad, que ignora la pausa y huye de Dios. Esa prisa intramundana que nos deteriora en el vacío, vana y banal. Y dejemos en su justo valor la prisa en su sentido regio, es decir, como urgencia soberana para hacer siempre el bien (cfr. 2 Cor 5,14). Lo haremos cotejando estos tres casos históricos, ciñéndonos a la muestra artística que presentamos. Distingamos ya de antemano la cachaza de la calma, la apatía de la tranquilidad, el desinterés (en su significación negativa) del espíritu confiado… Hay que llegar al perfecto equilibrio de los clásicos: Festina lente (apresúrate lentamente): lleva buen ritmo, sé ágil en tu paz, se diligente; sin aceleramientos.
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espada de dos filos
últimos suspiros Un piano, un libro y una postura, la del Doncell. Tres símbolos elocuentes por sí mismos. Esta trilogía opera como muro de sostén donde van a parar las olas del ímpetu, de “aquesta“ atropellada vida. Chopin está dando sus últimos acordes, sus últimos suspiros. Está en actitud de paz, deslizando su ser sobre el piano. La almohada es depositaria de la últimas energías del pianista. Ya se va a acabar todo. Bemol triste que llama a la muerte por la ventana. Las velas se apagan. Chopin se va. La música es de un gran valor educativo, pero más poder tiene la “vida musical”, la de una conciencia tranquila, en paz y en virtud. La música bien vivida ya no es pasatiempo sino vehículo de formación espiritual. La música serena a la fiera, amansa el orgullo. La música educa nuestra gestión del tiempo. Los valores que suenan elevan, los musicales. Con todo, el piano no es fin. Es triste cerrar un piano y con ello acabar la vida. Es demasiada dependencia, ¡es demasiado poco, don Federico! Unamuno se encuentra desplomado en el veraniego butacón. Parece como si el alma se le estuviera desfondando en el aplomo del descanso. Amigos, niños y el perro Barry. Todo augura paz santanderina. Pero Don Miguel no está bien. Hombre bueno, atormentado por el verdugo de su yo. Más que respiro parece abatimiento; casi derrotado. Ortega dice de él que era como ornitorrinco que soltaba su yo en las reuniones… La paz del superego es paz que derrota, que silencia la verdad en desplomes formidables. Allí no hay serenidad sino hundimiento de un gran yo en un gran yo; de uno mismo en sí mismo, quería decir. ¡Cuidado, don Miguel! ¡Lo libresco es puente, no meta! Pero… esta estampa da alientos: Unamuno, al menos, meditaba. La prisa actual está robando en muchos la meditación como arte de plenitud. Uno se desorienta si no medita, si no da sentido —el verdadero— a su vida. Esta foto seleccionada fue testigo de una dedicatoria, la que hizo a su amigo, el doctor Bernardo Velarde, el 13 de septiembre de 1930, en Torrelavega: Pasto de los ojos: canto Del sol sobre el verde: nido Seguro de apego santo; Fresco rincón escondido Donde la cuesta se acuesta A dormir: primer empeño De mocedad: la gran fiesta De desnudar al ensueño. (Cancionero n 1483)
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la eternidad no conoce la prisa
espada de dos filos
En el Doncell lo ascético y lo religioso se dan cita. Guerrero y creyente se encuentran en este joven de veinticinco años. Espada y roja cruz. ¡Ya estamos cerca de la paz! Ya no es música solo, ni solo libro; es la postura del alma la que interesa, “el plante” del corazón en la fe. Nos hemos introducido en la catedral, la de Sigüenza. Hemos llegado a la paz inalterable, superior a la virtud quijotesca… Hay una cruz por medio, bermeja… cosida al ánima. Humanismo cristiano transpira el alabastro de este Doncell. Hay algo en esta escultura de superación de lo mortecino. Esperar, confiar, meditar…, actitudes de fe. Más allá de la muerte se atisba la paz de aquel que supo luchar por el bien y rezar. Aceptación de la muerte como puerta celestial. Universo medieval que no termina de irse en los frescos Renacimientos. El león simboliza la resurrección. El pajecillo, el dolor y la cercanía de la familia. Ramos verdes, que son laureles, expresión de resucitadoras alboradas. El Doncell espera la muerte leyendo. Lo heroico yace en la paz. Cada cosa ha de ir a su sitio ¡El mal a su grosería y el valor a su elegancia! “Este hombre parece más de pluma que de espada. Y, sin embargo, combatió en Loja, en Mora, en Montefrío bravamente. La historia nos garantiza su coraje varonil. La escultura ha conservado su sonrisa dialéctica. ¿Será posible? ¿Ha habido alguien que haya unido el coraje a la dialéctica?” (Ortega y Gasset. Tierras de Castilla) El piano deja quietud, un buen libro también, pero es la fe el sosiego sustancial del corazón. Jerarquía piramidal de los valores. La eternidad no conoce la prisa. ¡Cuánto sosiego se encuentra en una barca que zozobra! En la humedad del agua dormía la Humildad. El fuego de aquel Amor apagaba todo el mar en bonanza (cfr. Mt 8,23-27). La serenidad, la no prisa, han de difundirse en revistas y pantallas. Han de difundirse en la vida de las gentes. Hagamos justicia a la vocación del valor: la difusión. Los valores, como la obra de arte auténtica, necesitan encarnación y escenario público. El mundo solo quiere prisa, satisfacción inmediata de lo real. Dios solo quiere calma, como forma de vida eterna. La calma acelera mi muerte a favor de los demás. La prisa retiene mi egoísmo. Esencial paradoja. Así lo entendió San Juan de la cruz en su casa ya sosegada. Hay muchos valores: paciencia, largueza, generosidad…. Pero sin prisas, por favor. bn
el mundo solo quiere prisa, satisfacción inmediata de lo real; Dios solo quiere calma, como forma de vida eterna 51
familia de Nazaret
Jokin de Irala
En ocasiones, los padres reciben la noticia de que el embarazo no va bien porque su hijo tiene un problema de salud grave y puede morirse al nacer o poco tiempo después. Esta noticia les causa un sufrimiento grande y necesitan todo el apoyo posible por parte del personal sanitario, de familiares, amistades que les quieren y de personas que hayan podido vivir lo mismo.
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Cat e drát i co e n Me di c ina P r ev entiv a y Salu d . Uni ve rsi dad de Navar r a
Por ejemplo, las trisomías 13 (síndrome de Patau) y 18 (síndrome de Edwards) son las anomalías más frecuentes después del Síndrome de Down. Los niños con trisomías 13 y 18 tienen una tasa de supervivencia al año entre el 6% y el 12% y cuando sobreviven presentan una discapacidad neurológica grave. Algunos afirman que son favorables al aborto en estos casos porque sienten que seguir con el embarazo es peor que abortar al niño antes de que nazca. De hecho, muchos padres solicitan el aborto en estas circunstancias. Pero los profesionales sanitarios presentan el aborto, en muchas ocasiones, como algo “normativo”, como algo que esos padres “deberían elegir”, como “la decisión más sensata” y muchos padres que deciden no abortar refieren sufrir incomprensión, negatividad y poco apoyo cuando se merecen una atención individualizada, personalizada, es decir que se refieran a su hijo por su nombre y que les expliquen exactamente qué órganos están afectados, etc. en vez de tratarlo como “un producto de la concepción inviable” y que hay que “descartar” “provocando el parto”. El lenguaje que se emplea es importante porque “todo lenguaje letal” conduce a “decisiones letales”.
familia de Nazaret Las siguientes reflexiones pueden resultar interesantes en este debate: 1) Un bebe que nace con una discapacidad grave puede ser querido y cuidado por sus padres hasta que fallezca. La experiencia muestra que estas situaciones graves pueden lograr sacar lo mejor de esos padres y de sus familiares y amigos. Al cuidar a su hijo con discapacidad, esos progenitores lo están amando como padres, ejerciendo de hecho intensamente su paternidad y maternidad hasta que el niño fallece. Muchos padres que han cuidado a hijos que estaban en peligro de muerte afirman que ha sido una experiencia difícil pero también que ha sido enriquecedor para sus vidas y que ha tenido un efecto positivo sobre los demás hijos y el resto de la familia. Han aprendido a amar y a no esperar nada a cambio, han aprendido que la imperfección no significa ser inferior, han aprendido a no dar por hecho todo lo que tienen, como su propia vida, y han aprendido a celebrar cada día como si fuera el último que iban a vivir. Esas vidas cortas, en realidad, realzan la humanidad y capacidad de amar de la sociedad por el impacto positivo que ejercen sobre quienes les cuidan hasta que fallecen. 2) Cuidar a un hijo hasta el día de su fallecimiento ayuda a los padres a superar el dolor que supone su pérdida: forma parte del proceso de recuperación afectiva (proceso de duelo) que es una gran ayuda para superar una pérdida. A pesar de lo que puede costar hacerlo, se recuperarán mejor ante esta situación cuidando juntos a ese hijo hasta su muerte natural y quedándose con el consuelo de haberlo amado hasta el final. Aun-
que exija esfuerzo, es una solución posible asegurar a los padres que muy humana y humanizadora. se hará todo lo posible para que su hijo tenga la mejor vida posible. 3) Muchos padres esperan más del personal sanitario. 4) Toda vida puede parecer Consideran ofensivos los términos breve. Cuando un niño nace, a veces empleados por quienes no sabemos cuánto va a vivir. deberían estar acompañándoles Y cualquier duración será corta para en estos momentos difíciles. Tér- quienes le aman. El valor de una minos como “no podemos hacer vida no lo determina su duración. nada”, “no hay esperanza”, “letal”, La esperanza es importante para “incompatible con la vida”, “inútil”, los padres. Cuando los padres deci“sin valor”, “vegetal”, “este hijo les den tener un hijo esperan tener un traerá mucho sufrimiento (a sus embarazo normal y un hijo fuerte y otros hijos, en su trabajo, en su sano. Pero si es un embarazo con vida de pareja)”, “ustedes pueden problemas graves, sus esperanzas tener otro hijo”. A los padres les re- pueden cambiar; vuelven a ajustar sulta hiriente que se refieran a su sus esperanzas a la realidad del mohijo en estos términos o cuando mento, y pueden acabar teniendo la se utiliza el nombre de la enferme- esperanza de conocer a su hijo vivo, dad o del problema para referirse a de al menos verlo nacer, de poder ellos en vez del nombre que ellos, al menos llevarlo a casa y cuidarlo con cariño, quieren darle. Algunos aunque sea unos días, unas semamédicos afirman con dureza que nas o unos meses. “los padres han rechazado el aborto” en vez de afirmar más positiva- 5) El aborto supone la muerte mente que “los padres han elegi- intencionada y anticipada de do seguir con el embarazo y cuidar ese hijo. El aborto nunca consigue que “todo siga igual” para esos paa su hijo hasta que fallezca”. dres, como si ese embarazo nunca No es lo mismo una afirmación hubiese existido. Habrán sido paque la otra. La primera expresión dres de un bebé con discapacidad, no suena ni “respetuosa” ni “tole- haya nacido o no. El aborto imperante”. Los padres necesitan a un dirá el duelo y al dolor natural de personal sanitario que les com- esa pérdida se sumará otro. prenda, que les haga ver que hará todo lo posible para el bienestar Cuando un bebé no nacido es diagde su hijo, para que no sienta do- nosticado de alguna enfermedad o lor y pueda estar lo más cómodo malformación grave suele decirse posible. Se les puede decir a lo que es “incompatible con la vida”. padres que lo importante es que Sin embargo, la experiencia deese niño tiene a padres que le muestra que estos niños no solo quieren y que ellos también tienen son compatibles con la vida (cierla esperanza de poder conocerle tamente muy breve en algunos caal nacer. Aunque es importante no sos) sino que son compatibles con dar falsas expectativas, siempre es la vida y el amor de sus familias.
Los siguientes vídeos sobre personas que han pasado por esta situación dan un testimonio revelador: http://www.youtube.com/watch?v=iur_Lmb26AQ http://www.youtube.com/watch?v=DtVyXXUh_uo Web sobre testimonios de padres con hijos que fueron diagnosticados de alguna condición terminal: http://www.everylifecounts.ie/Jokin de Irala (www.educarhoy.org; www.joveneshoy.org)
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razón creadora
David Lorenzo
Fundación REDMADRE. Profesor de Bioética (Centro Universitario San Rafael-Nebrija) davidlorenzoes@yahoo.es
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*El autor ha omitido referencias a autores y obras de la tradición filosófica ocdental —en cuyas ideas se basa— para facilitar y agilizar la lectura.
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razón creadora Es tradicional servirse de los términos griegos “zoé” y “bíos” para referirse a la vida (términos que siguen siendo objeto de análisis y debate). ‘”Zoé” se refiere al mero hecho de vivir, es decir, a la cualidad compartida por un determinado tipo de seres: los seres vivos. Se relaciona, por tanto, igualmente con las plantas, los animales y los seres humanos. “Bíos” designa un tipo de vida específico, más rico, susceptible de matices y tipificaciones. Se refiere al ser humano. De esta manera, la “zoé” propiamente humana es la “bíos” (en sus diversas vertientes: vida política, económica, etc.); o, dicho de otra manera, la “bíos” es la “zoé” en cuanto humana. Las plantas, los animales y los seres humanos están, pues, vivos, pero no igualmente vivos. La distinción entre “zoé” y ‘”bíos” viene a conceptualizar y a nombrar esa desigualdad. Más allá de los términos —sujetos a debate aún— y de las connotaciones que estos puedan conllevar, lo importante es la intuición o la constatación, ampliamente aceptada, de que la vida del ser humano es una vida, si bien en parte común a la de otros seres vivos, radicalmente distinta. Este hecho, independientemente de las causas que puedan explicarlo, parece incontestable.
las plantas, los animales y los seres humanos están vivos, pero no igualmente vivos; el ser humano tiene el nivel de vida más complejo de la naturaleza
una unidad armónica El ser humano tiene el nivel de vida más complejo de la naturaleza. Una observación atenta de la naturaleza nos muestra que las plantas suponen el nivel de vida más básico o fundamental. Estas tienen las capacidades básicas para mantener la vida, tanto a nivel individual como grupal —de especie—: nutrición y reproducción. Los animales, en su gran diversidad y en diversos grados, añaden a esas facultades otras que les permiten recibir, procesar y evaluar información: los sentidos, la memoria, etc. El ser humano asume esas capacidades y añade a ellas la racionalidad, con todo lo que implica: lenguaje, abstracción, etc. Aunque se habla aquí de las capacidades o facultades humanas por niveles y separándolas unas de otras, hay que señalar algo muy importante y evidente: todas ellas se dan en una unidad. La persona no es una suma de capacidades sino una unidad que las contiene o las posee armónicamente. Por ello, la racionalidad impregna todas las esferas del ser humano, y, a la vez, es impregnada por todas ellas. Los grados de vida suponen grados de individualidad. Los sentidos permiten a los animales y al hombre abrirse a la realidad e interaccionar con ella, de modo que esta entra en su ser; ser que se va configurando en esa relación. Se puede decir que el sujeto se hace más sujeto en ese proceso. Por eso hay más subjetividad (es decir, carácter de sujeto) cuanto más riqueza de capacidades hay.
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razón creadora Ciertamente, existe el debate sobre si hay animales inteligentes además del ser humano, de modo que el ser humano sería, además de inteligente, racional. Esos debates —o muchos de ellos— acaban usando los términos de tal manera que, al final, admiten que una serie determinada de términos solo pueden adscribirse al ser humano y no a los animales. Por ejemplo, los animales quizá puedan ser inteligentes, pero no racionales. Pienso que esas investigaciones y esos debates, siendo de un interés innegable, acaban arrojando, de manera directa o indirecta, una conclusión clara, ya apuntada aquí: hay algo distintivamente “humano”. Quizá pueda discutirse acerca de qué es o qué grado alcanza lo distintivamente humano y acerca de su causa, pero parece evidente que eso existe y, lo que es más importante, que condiciona la manera de entender y tratar al ser humano. La vida no existe en sí misma sino que es una cualidad de unos sujetos determinados (que sí existen en sí mismos), es decir, sujetos o seres que tienen vida, que están vivos. La vida es, además, siempre algo dinámico: es un despliegue de capacidades, es decir, de la potencialidad que tiene un ser por el hecho de ser un ser vivo y, en concreto, un tipo de ser específico (planta, animal u hombre). Esas capacidades parten de un determinado tipo de ser específico, que se desarrolla gracias a ellas y se configura gracias a la interacción con la realidad que estas le permiten. La capacidad racional, con todo lo que implica: pensamiento, lenguaje, moralidad…, es la propia de ese ser llamado “humano”. Además, cada ser o individuo es genéticamente distinto de otros y es vitalmente —en su identidad— único (por el uso de su libertad, por la sociedad en la que vive, por sus sentimientos, vivencias, etc.). En todo eso consiste ser “humano”. Y ese tipo de ser —humano— es lo que da valor especial a un individuo.
los animales quizá puedan ser inteligentes, pero no racionales; la capacidad racional, con todo lo que implica: pensamiento, lenguaje, moralidad… es solo propia del ser humano 56
a malga ma con nombre propio El individuo, por tanto, no implica solo un tipo de ser, que le dota de unas capacidades, sino que es algo —alguien— con un carácter distintivo, alguien que se desarrolla, se va desplegando a lo largo del tiempo de una manera personal, única. En ese despliegue, su identidad —su unidad— se configura a través de múltiples factores: genéticos, emocionales, racionales, sociales, etc. ¿Qué es, pues, la vida humana? Cabe decir que el adjetivo “humana” aquí no designa algo añadido accidentalmente (como rojo al decir “el coche rojo”) sino algo esencial, que cambia radicalmente la realidad que califica —la vida— aunque esta tenga similitudes con otras realidades (plantas y animales). ¿Qué es, pues, esa vida? La vida humana es una biografía. El yo que alguien es hoy no es solo un cuerpo desarrollado, sino una amalgama de pensamientos, vivencias, emociones, relaciones, deseos, etc., amalgama —o unidad— llamada con un nombre propio (Merce, Jesús, etc.). Esa unidad hace de la vida no solo algo biológico sino algo biográfico (que se asienta en lo biológico). Esa unidad —como la bola de nieve que cae por la montaña en los dibujos animados— aumenta, se desarrolla a lo largo de los años en sus cualidades, pero no en su carácter de unidad. Tal unidad, tal biografía, se inicia misteriosa y silenciosamente en el momento de la fecundación y concluye al romperse en el momento de la muerte. La muerte es la ruptura de una unidad armónica y profunda de las diversas dimensiones que configuran al individuo. Se puede decir que los recuerdos, los sentimientos, las relaciones humanas, las vivencias —como la lectura de este artículo—, etc. de un individuo morirán cuando se rompa esa unidad que recoge o asimila todas esas realidades y hechos, y que es transformada por ellos. Defender y potenciar la vida desde las ciencias humanas, y en concreto, desde la ética, la bioética y la política, no es ni más ni menos que defender y potenciar la biografía que es cada individuo. bn
raz贸n creadora
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aldea planetaria
Ramón Domínguez Balaguer - Director de la extensión Dominicana del Pontificio Instituto de Juan Pablo II
Me parece importante hacer una seria reflexión sobre los acontecimientos que se han sucedido a raíz de los atentados de París del 7 de enero del 2015; sobre lo que está pasando en Europa en particular y en el mundo en general, y sobre la naturaleza del Islam. En primer lugar, como cualquier persona sensata, sea de la tendencia que sea, condeno enérgicamente y sin paliativos dichos atentados, así como cualquier intento de imponer las propias ideas por la fuerza.
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aldea planetaria No se puede matar a nadie, por muy equivocado que esté, y mucho menos hacerlo en el nombre de Dios. Quienes cometen tales actos no pueden reivindicar ningún estatus de mártires ni de patriotas, son simplemente asesinos. Por ello hay que denunciar todo atropello a la dignidad de la persona y a su integridad física en cualquier lugar y situación. Condenamos, por tanto, los atentados de París, el de Sidney, los que se perpetraron contra las torres gemelas de Nueva York, los trenes de cercanías de Madrid o el metro de Londres. Y condenamos, sobre todo, el exterminio sistemático de cristianos y de las personas de confesiones distintas a la umma islámica que se está produciendo en lugares como el Medio Oriente y en ciertos países de África, ante los ojos, muchas veces impasibles, del mundo. En segundo lugar he de decir que “yo no soy Charlie”. No comparto el modo de actuar de este semanario
ni el de otras publicaciones similares, porque una cosa es la libertad de expresión y otra muy distinta el insulto y el ofender los sentimientos de las personas. La libertad de expresión no es un derecho absoluto, está limitado por el respeto al otro. El caricaturizar gratuitamente a Mahoma y el ridiculizar las creencias de los musulmanes, o de cualquier otro colectivo de personas, es sencillamente insulto y provocación, no libertad de expresión. Esta misma publicación también ha despreciado los grandes misterios de la fe cristiana. Presentar a los dibujantes de esta revista como portaestandartes de los valores de Occidente sí que resulta una verdadera caricatura. Es, además, necesario denunciar la hipocresía de la sociedad occidental que defiende el sacrosanto derecho a la “libertad de expresión” mientras impone una ley mordaza a cuantos disienten de los dogmas establecidos por la nueva religión laicista. Como por ejemplo a quienes afirman, como la Iglesia, que la particular inclinación de la persona con atracción hacia el mismo sexo “debe ser considerada como objetivamente desordenada”, o metiendo en la cárcel a un padre alemán por negarse a
que su hija asistiera a las clases de adoctrinamiento sexual en la Ideología de género, tal como ocurrió el 26 de noviembre del pasado año. En estos casos ya no hay libertad de expresión, sino imposición del rodillo laicista. ¿A qué se debe esta doble vara de medir que, mientras declara que es libertad de expresión ofender las posturas de los creyentes en la religión que sea, llama homofobia a quienes exponen simplemente lo que piensan sobre determinadas conductas? Si las opiniones de los que no estamos dispuestos a aceptar esta nueva dictadura están equivocadas, demuéstrese en qué, pero no sean puestas sin más al margen de la ley, porque esto es sencillamente dictadura. A este respecto quiero hacerme eco de las palabras del obispo de San Sebastián con motivo de las fiestas patronales de la ciudad. Refiriéndose al verdadero sentido del martirio como el de aquel que da la vida por amor, denunciaba Mons. Munilla la corrupción que de tal concepto hacen los fundamentalistas musulmanes, pues el mártir deja de ser víctima para convertirse en verdugo, presa de un fanatismo pseudoreligioso.
No se puede matar a nadie, por muy equivocado que esté, y mucho menos hacerlo en el nombre de Dios.
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aldea planetaria
Incompatibles con la democracia En tercer lugar, hemos de afirmar que, pese a todo, el Islam es el mayor peligro para la sociedad, como lo avalan los hechos de catorce siglos de historia musulmana. No se puede afirmar, como hacía el presidente francés poco después de los atentados de Paris, que el Islam es compatible con la democracia. ¿Se puede afirmar esto de una religión que prohíbe taxativamente la expresión pública de credos distintos del Islam o que condena a muerte a aquel que, nacido musulmán, desee lealmente cambiar de religión o no coincida con las creencias de la mayoría suní o chií? Una sociedad que no tolera la disidencia no puede llamarse compatible con la democracia.
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Tampoco se puede ir afirmando, como hizo el primer ministro australiano después del atentado de Sidney que los autores del mismo no eran musulmanes sino terroristas; ni se puede, como el presidente norteamericano, defender que “el estado Islámico de Irak y el Levante” no habla en nombre de ninguna religión. Se equivocan. Así lo manifiesta el “Hermano Rachid”, nacido en Marruecos y residente actualmente en los Estados Unidos, hijo de un imán y convertido al cristianismo, que nos advierte que los terroristas musulmanes y el Estado Islámico hablan en nombre del Islam, materia en la que el autoproclamado califa Abubakral-Bagdadi es doctor. ¿Conocen los
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la condición de los cristianos en Oriente Medio es mucho peor que la de los musulmanes y en cambio ninguno se ha levantado para poner bombas o integrar las bandas terroristas dirigentes occidentales el Islam mejor que Abubakr o los asesinos de Boko Haram, Al-Qaeda y todos los grupos terroristas que se han alzado en el nombre del Islam contra Occidente? Tampoco es aceptable la declaración presentada conjuntamente por Cameron y Obama de que el mejor remedio contra el terrorismo islámico es la mejora de las condiciones de vida de los musulmanes. Porque los jóvenes euro-
peos que emigran hacia el Oriente Medio para integrar los grupos terroristas musulmanes son muchos de ellos intelectuales que están bien posicionados en la sociedad y, por otro lado, como indica Rachid, la condición de los cristianos en Oriente medio es mucho peor que la de los musulmanes; en cambio, ningún cristiano se ha levantado para poner bombas o integrar las bandas terroristas; con lo cual todos sus miembros, son, sin excepción, musulmanes. Son ellos los que secuestran muchachas para venderlas como esclavas sexuales a sus adeptos, los que decapitan occidentales inocentes, masacran a las poblaciones que no participan de su credo, sean cristianas o musulmanas de distinta confesión, detienen un autobús y asesinan sin más a los que no saben recitar el Corán y arrojan al Tigris con un tiro en la nuca a los homosexuales.
Como sostenía recientemente el filósofo Alain Finkielkraut: «Es absurdo afirmar, como lo hizo Alain Juppé, “que los asesinos sean gente sin fe ni ley; sin fe, insisto”. Fe: un Corán literalista, por atenerse al cual se da la vida propia y ajena. Ley: una sharía, común a todos los musulmanes, a todos los sumisos a Alá. Estas gentes son yonkys de la fe». Por tanto, no es posible seguir empeñados, como la izquierda europea, en presentar un idílico paisaje humanista y seguir proclamando que los asesinos no tienen relación con la religión musulmana ni con la emigración musulmana. No se puede llamar religión de paz a aquella que señala en la shura 47, verso 4, llamada la “shura de Mahoma”, lo que sigue: “Cuando sostengáis un encuentro con los infieles, golpead los cuellos con la espada hasta someterlos».
“choque de civilizaciones” Es verdad, se nos dice, que hay muchas interpretaciones del Islam y que los que cometen tales atrocidades son únicamente extremistas, que no representan al verdadero Islam. Pero son muchos los grupos extendidos por Asia, África, Europa y Oceanía que persiguen estas posturas extremas, financiadas muchas de ellas por los regímenes absolutistas de la península arábiga. No podemos olvidar que, en la mayoría de estos países, domina la corriente más intransigente del Islam y que con sus petrodólares financian la
expansión musulmana por medio mundo. Tampoco hemos de dejar de lado la persecución directa que se está produciendo contra los cristianos en Afganistán o Pakistán, o la discriminación contra la mujer en países de mayoría musulmana. Esto es lo que podemos esperar si el Islam, como es su objetivo, llega a dominar puesto que estos son sus principios fundacionales. Una religión que no acepta al otro si no es para convertirse o ser asesinado, no es el mejor ambiente en donde se pueda esperar la aceptación y el respeto a la opinión del otro.
No podemos olvidar que, en la mayoría de estos países, domina la corriente más intransigente del Islam y que con sus petrodólares financian la expansión musulmana por medio mundo.
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aldea planetaria “En el mundo se perfila un complejo conflicto mundial entre el Islam y Occidente”. No podemos cerrar los ojos a lo que está sucediendo. La utópica “alianza de las civilizaciones” que soñó la izquierda europea se ha mostrado inviable, porque la izquierda no sabe de religión ni entiende el alma islámica; a lo que estamos asistiendo es a un “choque de civilizaciones” cuyo creador fue el propio Mahoma. Desde su aparición, el mundo musulmán ha pretendido expandirse a costa de sus vecinos, imponiendo su visión de la vida por la fuerza —basta echar un vistazo a la historia—. Todas las fronteras del mundo islámico son zonas de guerra. Ellos
dividen el mundo en dos partes: Dar-al-Islam (la tierra sometida al Islam) y Dar-al-Harb, (territorio aún no sometido y que, por tanto, es lugar de conflicto hasta que sea integrado a la comunidad islámica). Para este programa de expansión musulmana el relativismo occidental se lo sirve en bandeja. Para ello usan dos armas: el cada vez más fuerte terrorismo islámico y la emigración musulmana. El diputado holandés Geert Wilders, en una conferencia pronunciada en Nueva York en 2010 , dijo: «No todo anda bien en el Viejo Mundo. Existe un tremendo peligro acechando… En las grandes ciudades de Europa, a apenas unas pocas cuadras, exis-
te otro mundo. Es el mundo de la sociedad paralela que ha creado la migración masiva musulmana… Es el mundo de las cabezas envueltas en pañuelos, donde las mujeres caminan empujando cochecitos de bebés y llevando otros niños de las manos. Sus esposos, o si ustedes prefieren, “sus amos”, caminan por delante a unos tres pasos de distancia. Hay mezquitas en prácticamente cada esquina. Por ningún lado podrán ver que se está desarrollando alguna actividad económica. Estos son los guetos musulmanes controlados por fanáticos religiosos. Bloques de edificios construidos de tal forma que puedan ser territorialmente controlados, calle por calle, barrio por barrio».
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“colonizadores” a la fuerza En Europa hay ahora miles de mezquitas; muchas ciudades cuentan ya con un cuarto de población musulmana y en otras la mayoría de la población menor de dieciocho años es musulmana. En algunas de las escuelas primarias de Ámsterdam ya no se mencionan las granjas porque hablar del cerdo sería un insulto para los musulmanes. Muchas escuelas estatales en Bélgica y Dinamarca sirven solamente alimentos “halal” a sus alumnos. Destacamos también la introducción de la “sharia” en el sistema legal británico, la brutal paliza que recibió un hombre porque le vieron beber durante el Ramadán, los insultos a las mujeres no musulmanas, la recomendación de no introducir en las escuelas el estudio de autores o de enseñanzas que puedan ofender a los musulmanes… Las estadísticas señalan que habrá una mayoría musulmana en Europa para cuando finalice este siglo.
Esto no sería ningún problema si los migrantes musulmanes mostrasen disposición a integrarse adecuadamente en la sociedad que los acoge. Pero no es así. En Francia la mitad de sus ciudadanos musulmanes consideran que su lealtad para con el Islam en mucho más importante que su lealtad para con Francia. De modo similar, un tercio de los estudiantes británicos musulmanes están a favor de la instauración del califato a nivel mundial. Podríamos calificar a muchos de ellos como “colonizadores” porque no vienen para integrarse en nuestra sociedad; vienen para que nuestra sociedad se integre en su Dar-al-Islam. Asimismo habría que destacar la importancia del profeta Mahoma. «Si hubiera sido un hombre de paz, no existiría ningún problema, pero resulta que fue un jefe guerrero, asesino de masas, pedófilo, que tuvo muchas esposas, todo al mismo tiempo. La tradición islámi-
ca nos relata cómo peleaba en las batallas, de qué manera asesinaba a sus enemigos o ejecutaba a sus prisioneros de guerra… Su pensamiento es que: si es bueno para el Islam, está todo bien. Y si es malo para el Islam, está todo mal», sigue diciendo Geert. Para este diputado, el Islam es una religión, pero en su esencia es una ideología política. «Pretende dictar leyes que alcanzan a todos los aspectos de la vida… Significa “sumisión total”. El Islamismo no es compatible con la libertad y la democracia, porque su meta es solamente la “sharia”… Una Europa Islámica significaría una Europa sin libertad y sin democracia, un territorio desértico económicamente, una pesadilla intelectual». bn
las estadísticas señalan que habrá una mayoría musulmana en Europa para cuando finalice este siglo
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adentrándonos en su mirada, en su forma de ver las situaciones más abandonadas, paupérrimas o desoladas, pero desde una visión de acompañamiento, de abrazo,
Monseñor Segundo Tejado me recibió en el Vaticano hace unos meses… Traspasé diversos controles, pasillos, códigos para acceder a diversas salas, mientras me acompañaban escoltada a una sala para esperarle. Al poco rato oí pasos y con enorme energía se abrió la puerta; como una ráfaga de aire fresco y potente apareció este gran sacerdote. Su bondad invadió la habitación, y su humildad me conmovió tanto que me sentí incapaz de tomar notas de cada palabra que me regalaba. Tocando el suelo, y portador del sufrimiento de la Iglesia misionera a la que atiende, consigue trasmitir una alegría y una paz tan inmensa que la presencia de Dios se hace casi palpable. la foto capta el instante en que el reflejo del cardenal se cruza con el de una monja orante, ilustrando el abrazo de la Iglesia como el de una madre
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Podemos apreciar una ínfima parte de lo que vive en su interior adentrándonos en su mirada, en su forma de ver las situaciones más abandonadas, paupérrimas o desoladas, pero desde una visión de acompañamiento, de abrazo, de amor. Experimenté esta sensación cuando tuve el atrevimiento de mirar por encima de su hombro el ordenador que desvelaba las fotos que había capturado en una de sus últimas visitas pastorales, en este caso a Kazajistán. Su objetivo fue acompañar al cardenal Sarah, a la bendición de una capilla en medio de la estepa, en el pueblo Ozernoje, cerca de Petropaulosk. Esta aldea abandonada, de poquísimos habitantes, se sitúa en una llanura en medio de la nada donde viven con gloria y valentía cuatro monjas heroicas en un convento de carmelitas descalzas. Un sacerdote valiente las protegía, luchando ante unas condiciones dificilísimas; estando siete meses al año aislados bajo la nieve, a temperaturas imposibles y con enormes distancias entre los otros pueblos. ¡Calculad que Kazajstán, teniendo una superficie tan grande como toda Europa, tiene una media de seis habitantes por kilómetro cuadrado, concentrados casi todos en las ciudades! Pero no solo eso,
nueva estética la mayoría son musulmanes, ya que el 70% de la población pertenece al Islam y el resto son casi todos cristianos ortodoxos. ¡Así es que, situaos! Imaginaos que sois una de esas cuatro monjas carmelitas o ese pobre sacerdote completamente aislado en medio de la estepa rusa, con apenas contacto con otros católicos y enterrado bajo la nieve medio año, que de repente aparece un séquito desde Roma acompañando a un cardenal, con seguridad policial y presencia política, para bendecir la capilla que has osado construir en el vacío de la llanura. La valentía con la que han alzado una capilla acristalada para albergar un Santísimo glorioso y monumental que abrace sin fin la tierra es alucinante. ¡Casi delirante!
el abrazo de Dios ¿Podéis comprender la visión conmovida de nuestro sacerdote de Carabanchel, ante tal espectáculo de abrazo de la Iglesia hasta el último confín de la tierra, viviendo el maravilloso acompañamiento de hasta el misionero más abandonado para recordarle su valor, su coraje y el amor que sienten por él? Me emociona la foto de Monseñor Tejado donde capta el instante en que el reflejo del cardenal se cruza con el de una monja orante sobre la vidriera de la capilla. Parece que ilustra ese abrazo de la Iglesia hasta a la monja más
sola, como el de una madre cogiendo en brazos a su hija, acurrucándola para darle protección, seguridad y fortaleza. Es también conmovedora la foto del niño escondido y asustado ante la escena, pero con una curiosidad innata que le supera. El encuadre de Segundo Tejado contrastando con los planos inmensos de la puertas de metal nos recuerdan la soledad y el vacío que rodean a este niño aislado pero con una inocencia vital gemela al resto de los niños en el mundo. La foto de la monja caminando hacia la capilla es genial. Observad su posición gestual, bajando la cabeza con pudor pero con un movimiento rápido, de ansia de llegar ante el Santísimo con una emoción que la desborda ante tal panorama de atracción. Su soledad que deja atrás, invade la imagen con el vacío de la llanura, y la verticalidad de su figura rotunda en negro vivaz rompe con una realidad para llevarnos a otra sobrenatural, la que llena de verdad su vida, la que debería llenar cada día la nuestra sin dejarnos comer por la soledad. Dios está presente y se hace presente, no ciegues tu vista y mira con el alma para ver cómo llena de abundancia hasta el eco más profundo. Gracias, Segundo Tejado, por invitarnos a entrar en tu mirada… bn
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La siesta de Adán es una escultura en talla directa en un bloque de alabastro de Quintos de Ebro. Representa a Adán dormido, de divinas proporciones, con sus atributos masculinos, padre de todos los hombres. El alabastro tiene vetas de arcilla, que es el material en que fue modelado el primer hombre por el primer y más grande escultor, Dios mismo. Viril y potente en su reposo, una grieta cruza su costado de donde fue tomada la costilla que fue materia prima de su perfecta compañera. La pieza recrea, mediante el tránsito sutil de la roca trabajada por las fuerzas de la naturaleza, al primer hombre tan bello y tan amado. Representa su condición de ser que ha emergido de la propia naturaleza a imagen de Dios. Actualmente se encuentra expuesta de manera permanente en la ETSI Minas y Energía en Madrid, C/Ríos Rosas, 21 y de manera temporal será expuesta en Flecha 2015 en el C.C. Arturo Soria Plaza entre los meses de febrero y marzo.
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Jesús Arévalo Jiménez
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Escultor
Nació en Madrid el 31 de diciembre de 1977. Es el sexto de diez hermanos, casado y padre de familia numerosa. Después de estudiar bachillerato en Ciencias Puras, cursó Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid, licenciándose con Matrícula de Honor en Técnicas y Procedimientos Escultóricos. Gran parte de su formación se debe a haber trabajado en diversos oficios desde joven, como encofrador, operario en fábricas, albañil, profesor de ESO, transportista, portero... y como artista, principalmente como escultor y muralista dentro y fuera de España. Tiene obra en EEUU, Israel, Perú, Suecia, Italia, Irlanda y principalmente España, en museos, colecciones particulares, instituciones, iglesias y catedrales. 2005. Licenciado en Bellas Artes con Matrícula de Honor en Técnicas y Procedimientos Escultóricos. De este periodo se destaca “La Siesta de Adán” ubicada en el edificio de la Facultad de Minas y Museo Geominero de Madrid. 2006. Artista invitado en las XXVI Jornadas de Patrimonio Cultural de la Iglesia. 2007. Ponente y artista invitado a las XV Jornadas de Patrimonio Cultural de Confer Nacional. Artista invitado de manera extraordinaria por el departamento de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la UCM para desarrollar su obra en los talleres por considerarse de interés para el alumnado. Exposición conjunta en el Museo Thyssen Bornemisza de Madrid y en la Fundación Fran Daurel de Barcelona. 2007-2010. Realización de monumento en bronce a San Miguel Arcángel para el Museo Ioan et Alexander Collectio. 2011. Colaborador en la proyección y realización de relieves en roca caliza para la fachada principal de la Catedral de Santa María la Real de la Almudena de Madrid. Ponente en las XVI Jornadas de Patrimonio Cultural de Confer Nacional. 2012. Realización de las puertas en bronce del Museo Ioan et Alexandre Collectio. 2013. Artista colaborador en el Memorial Juan Pablo II de Israel. Realización de la imagen en piedra de la Virgen de la Almudena para el lugar de su aparición, en la Cuesta de la Vega en Madrid. 2014. Realización de varias obras y monumentos en piedra. 2015. Exposición en Flecha 2015
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Victoria Serrano Blanes - Periodista
Ya lo dice el propio Jesús en forma de parábola, la Iglesia es un frondoso árbol donde anidan las aves del cielo. Sus hondas raíces, aunque escondidas, son necesarias para que hasta el más minúsculo esqueje pueda florecer y dar fruto. Así es la vida consagrada con su entrega a este amor de Dios, siempre nuevo, siempre primero. En Boadilla del Monte, localidad al oeste de la Comunidad de Madrid, desde 1674 se alza como flor entre espinos el convento de la Encarnación de las carmelitas descalzas. Siguiendo el carisma trazado por Santa Teresa de Jesús —este año se celebra el quinto centenario de su nacimiento— las hermanas viven con corazón de discípulo sintonizadas a la voluntad del Maestro, a quien desean, buscan y aman. Desde su fundación en el siglo XVII, salvo en la guerra civil (1936-39), el convento siempre ha estado ocupado. Todavía se conserva el “libro de becerro” —llamado así en alusión a las tapas elaboradas con la piel de ese animal— donde en épocas pasadas se anotaban las profesiones de fe, y el cual da constancia del fervor vivido por las carmelitas de Boadilla durante siglos.
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En la actualidad, la comunidad está constituida por once hermanas: la Madre Mª Carmen de San José, priora, la Madre María Antonia, la Madre Josefina, la Hermana Mª Luisa, la Madre Mª Ángeles, la Hermana Irene, la Hermana Mª Dolores, la Hermana Mª José, la Hermana Ana, la Hermana Mª Jesús y la Hermana Mª Milagros.
sed santos “Darse del todo al Todos, in hacernos partes” La Madre Mª Carmen de San José, priora desde hace casi dos años, es de Badajoz. «Llevo 27 años en esta santa casa. El influjo de la familia ha sido muy importante. Mis padres han tenido siempre el cuidado de llevarnos a los nueve hermanos a grupos de la Iglesia. También mi abuela influyó mucho; nos contaba historias de la Sagrada Escritura y cuando decía que el Niño Jesús no tenía dónde nacer, yo, que era muy pequeña, recuerdo que decía: “Que sí, que yo te dejo mi cama, ven aquí”. A los quince años hice unos ejercicios espirituales y sentí que el Señor me llamaba, pero no sabía adónde. Años después mi director espiritual me propuso el Carmelo. Vine en tres ocasiones aquí y, aunque llegaba con miedo, siempre me iba con mucha paz. Me imaginaba la vocación como una montaña que no podía superar, pero cuando decidí entrar me quedé muy a gusto al ver que había encontrado mi sitio». Ella misma describe cómo vivieron aquellas hermanas la guerra civil: «Los milicianos tomaron el convento y las sacaron a la fuerza. La madre priora les dijo: “Si nos vais a matar hacedlo aquí”. Uno de ellos salió en su defensa ya que había estado comiendo durante mucho tiempo del puchero con garbanzos que las monjas tenían por costumbre hacer para los pobres. Esto evitó que las mataran. Se dispersaron por casas de conocidos y algunas volvieron con sus familias. Nueve de ellas se marcharon a Barcelona en espera de conseguir el visado y poder refugiarse en Francia; la mitad en un convento carmelita
de Avignon y la otra mitad en Lisieux, donde todavía vivía la Madre Inés, hermana carnal de Santa Teresita del Niño Jesús. Al llegar, como no querían separarse fueron acogidas todas en Avignon y la Madre Inés mandaba dinero para colaborar en su sustento. ¡Hasta compraron una vaca para ellas! Cuando acabó la guerra, menos una que murió, las otras dieciocho —dos novicias y dieciséis profesas— volvieron a Boadilla. El convento estaba destrozado pero lo apañaron como pudieron. En los años 70 las Hijas de la Caridad y los Padres Paúles les donaron el dinero obtenido por la venta de unos terrenos y pudieron construir uno nuevo al lado del antiguo, que es donde nos encontramos». La Madre María Antonia de Jesús, es la más decana de la comunidad por edad y tiempo de profesa, ya que esta segoviana lleva 66 felices años dentro de estos muros. «Cuando le conté a mi madre que tenía vocación de carmelita me dijo: “Pero hija, yo creía que tú eras la que me ibas a cerrar los ojos”. Una hermana mía se hizo cargo de mi madre hasta el último momento y eso fue un descanso para mí. Tengo un Esposo buenísimo, ¡un santo! ¡Me ha soportado todos estos años! Dios elige a quien quiere, pues yo no lo merecía; era una chica piadosa pero nada más». Ha sido priora durante 36 años y maestra de novicias otros muchos también. «Una priora debe ver la voluntad de Dios en todo lo que vaya viniendo. Hace falta mucha comprensión hacia todas, mucho espíritu de sacrificio y amar mucho a Dios, nuestro Señor». La Madre María Carmen de San José corrobora lo dicho por su antecesora: «Yo como priora tengo que rezar mucho porque si les mando mal, pobrecitas».
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Vuestra soy, para vos nací, ¿qué queréis hacer de mí? La Hermana Ana de San Pedro, bilbaína, hace veintiún años que es carmelita descalza y gran parte de su vida religiosa ha transcurrido en Consuegra (Toledo). «De joven no quería ir a misa porque me aburría mucho. Pero a los 23 años mi padre me pedía que le acompañara a misa todos los días y empecé a cogerle el gustillo. Además, teníamos perro y como ninguno de mis cinco hermanos lo quería sacar, me tocaba a mí. Para mí era un aburrimiento porque tenía que estar media hora por la mañana y por la noche con él en el parque. Un día me encontré un denario —un cordón con diez cuentas y una cruz para rezar el Rosario, que todavía conservo— y comencé a rezar cada vez que salía con el perro. ¡Lo consideré como un regalo de Dios! Mi padre murió y sentí la necesidad de mayor recogimiento y oración. ¡Jesucristo me estaba seduciendo! Leí algunos libros de la beata Isabel de la Trinidad y le dije a mi familia que quería ser carmelita. “¡Pero si tú nunca has hablado con ellas!”, me dijeron muy sorprendidos. Visité a las carmelitas descalzas de Consuegra y me decidí. El día que entré en el convento fui sola, conduciendo mi propio coche. Por el camino pensaba un poco asustada: “Ay, Dios mío, ¿estaré loca?”. Pero la gracia de Dios siempre empuja y vence. “¡Venga, que es tu camino, adelante!”, sentía dentro de mí. Después de tantos años cada día soy más feliz». La Hermana Irene del Sagrado Corazón nació en Madrid y lleva treinta años en el convento. «Sentí perfectamente la llamada de Dios el día que murió mi padre; yo tenía nueve años. Esa mañana nos dio un beso a todos y se fue a trabajar. A las cinco y media de la tarde mi madre llamó a la oficina extrañada porque se retrasaba y le dijeron que había muerto de un infarto. Yo entendí que Dios se había portado muy mal conmigo pero que mi corazón no tenía otro remedio
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que volcarse en Él. Nunca he pretendido desear solo lo eterno, pero era lo único con lo que me sentía a gusto. La Virgen ha velado siempre por mí. En la guerra civil mi abuelo estaba en el frente y le dijo a sus compañeros que si moría le enterraran con la imagen de la Virgen del Carmen. Murió y así hicieron. A los pocos años lo desenterraron para llevarlo al Valle de los Caídos y reconocieron su cadáver precisamente por la imagen de la Virgen. La primera vez que entré en un Carmelo fue a los diecinueve años en el monasterio de la Encarnación de Ávila como voluntaria para mostrar el museo, ahí se me confirmó la vocación que sentía desde pequeña. Al venir a este convento la capilla me cautivó; ya no necesité conocer otros». La Hermana María José de Jesús es de Ruyales del Agua (Burgos) y lleva veintiséis años de vida religiosa. «Siempre me atrajo la vida de piedad pero nunca pensé ser monja. No sé qué reglas sigue el Señor porque yo no era ejemplo de nada; al contrario, tenía un genio tremendo con mis hermanas y era la más pegona de todas. Ellas eran las que cedían, yo nunca. Un día escuché decir a mi padre que no le importaría que una de sus hijas fuera monja. Y Dios escuchó su oración ya que años después —como se recoge en el Deuteronomio: “Porque amé a sus padres escogí su descendencia”— el Señor me atrajo. Para estudiar COU me fui a Burgos y estuve viviendo en una residencia de la Milicia de Santa María. Allí me di cuenta que para mí Dios era lo primero. Había oído hablar que las carmelitas vivían entregadas al Señor y le pedí a la Santísima Virgen ser una de ellas. Un sacerdote me propuso visitar este convento y nada más conocer a la maestra de novicias sentí que esta iba a ser mi casa para siempre».
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“no suele Su Majestad pagar mal la posada, si le hacen buen hospedaje” Las hermanas permanecen fieles a la tradición fijada por las constituciones del tiempo de Santa Teresa de Jesús. Si bien, no se trata de una fidelidad anclada en el mero seguimiento de la regla sino basada en el respeto a la esencia carmelitana —amor a Dios y al prójimo—. «Al principio me costó mucho adaptarme a la vida del convento pues entré en el siglo XX y pasé al siglo XVI —confiesa una de ellas—. Pero el Señor me lo puso fácil a través de la caridad y la paciencia de las hermanas». El motor de esta santa casa es la oración —el cimiento fuerte que sin él todo edificio es falso, como decía la santa de Ávila— y la contemplación, ofrecidas para la salvación de todas las almas y en especial la de los sacerdotes. «Nos despertamos a las 6.30 de la mañana con las tablillas: “Alabado sea Jesucristo y la Virgen María, su Madre. A la oración, hermanas, a alabar al Señor”. Nos aseamos y hacemos el Vía Crucis cada una en particular en su celda. A las 7:00 nos reunimos en el coro para rezar el Ángelus y las Laudes. Seguimos con una hora de oración mental y el rezo de Hora Tercia. Después desayunamos —en tiempo de Cuaresma tomamos malta con un mendrugo de pan—. Al acabar, cada una se dirige a sus tareas: la tornera, al torno; la sacristana, a preparar todo para misa; la gallinera, a recoger los huevos y dar el pienso a las gallinas; la cocinera, a preparar la comida; la enfermera a atender a las hermanas mayores…
A las 9:45 lo dejamos todo y nos preparamos para lo principal del día, la Santa Misa, la inmolación de nuestro Esposo, y a la que nosotras nos unimos. Luego volvemos a nuestros trabajos. A las 12:30 se tocan de nuevo las tablillas para avisarnos que en diez minutos hay que estar en el coro para la Hora Sexta. Después vamos al refectorio y comemos en silencio mientras la hermana lectora lee nuestras constituciones y reglas, algún documento de la Iglesia apropiado al tiempo litúrgico, vidas de santos, etc. Entre todas ayudamos a fregar y pasamos al recreo; allí nos juntamos una hora para cantar, reír, hablar, mientras realizamos las labores de costura y de plastificado. Pasada la hora hacemos una pequeña visita al Santísimo y después un tiempo de recogimiento en la celda. A las 16:00, cada una en particular reza la hora Nona seguido de lectura espiritual hasta las 17:00 h., que volvemos a nuestros trabajos. A las 18:45 de nuevo por las tablillas se nos avisa que a las 19:00 hay que estar en el coro para rezar Vísperas y otra hora de oración mental. Al acabar pasamos a la cena y al recreo. Después rezamos Completas y tenemos un examen de conciencia. A las 22:30 rezamos el Oficio de Lectura y el Rosario. A las 11:45 las tablillas nos avisan que es hora de descansar:“Hermana, en María y con María tu vida has de pasar si quieres en breve tiempo la santidad alcanzar”; “Hermana, por los sacerdotes sea continua tu petición, por ellos tu vida entera, por ellos tu inmolación”».
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“guíe su Majestad por donde quisiere. Ya no somos nuestros, sino suyos” La llamada a la vida consagrada es un don y un tesoro inmenso para quien lo recibe, aunque en un primer momento puede sobrecoger el corazón ante tan gran elección. Todas reconocen que, como Santa Teresa de Jesús, eran “enemiguísimas de ser monjas”, e incluso algunas se mostraron renuentes al principio. Sin embargo, el Amor ha sido tan grande y persistente que la oposición no duró mucho tiempo. «Un día un sacerdote que me conocía bien me preguntó si quería ser monja. “¿Yo monja? ¡Ni borracha! Si a mí lo que me gusta es la familia, los niños…”, le contesté. “¡Pero tú qué crees que son las monjas!”, me dijo. Y me habló de la maternidad espiritual de la vida consagrada. Me encantó —recuerda la Hermana Mª Jesús—. Es una llamada pero también es una gracia. No es dar el sí una vez para siempre; es un renovarlo día a día, sin miedo a lo que te pida el Señor, porque sabes que Él está siempre contigo».
«No es dar el sí una vez para siempre; es un renovarlo día a día, sin miedo a lo que te pida el Señor, porque sabes que Él está siempre contigo»
«¿Qué hace falta para entrar en un convento? Primero sentir la llamada y luego descubrir el sitio donde Dios te quiere. Hay monjas inteligentes, otras ignorantes…, pero todas sentimos lo mismo. No hay que dar la talla ni ser así o asá; cada una es como es y Él ya conoce nuestras debilidades. Pero como dice el Papa, en la Iglesia cabemos todos», apunta la Hermana Ana de San Pedro. «¿Cómo puede ser que cuente conmigo sabiendo cómo soy y con los fallos que voy a tener? El Señor pone en el corazón la atracción espiritual hacia la oración y el recogimiento, y Él va afianzando la vocación —añade la Hermana Mª José de Jesús—. Yo solo he dicho sí y Él hace que se mantenga». Una de ellas cuenta la anécdota que, en pleno período de discernimiento acerca de la vocación, fue a visitar a la Madre María Josefa del Corazón de Jesús, priora del convento del Cerro de los Ángeles y actualmente en proceso de beatificación. Ante la pregunta de la madre acerca de si sabía coser, cantar… y por la negativa de la respuesta de la joven, la Madre Josefa contestó: «Pues justamente eso es lo que se necesita para ser monja, porque todo lo tiene que hacer el Señor».
(Hermana Mª Jesús)
“no hay que menester alas para ir a buscar a Dios, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí” Quien entrega la vida por amor la gana, porque todo lo que se hace con caridad, por insignificante que sea, pervive para siempre. Y como nadie puede decir que ama a Dios si no ama a su hermano, la clausura conjuga la vida comunitaria con el retiro en soledad y silencio. «Santa Teresa de Jesús, que era muy psicóloga y muy lista, y conocía muy bien el espíritu de las mujeres estableció dos horas de recreación, una después de comer y otra después de cenar, para poder expandirnos. Aunque la convivencia requiere una lucha es necesario compartir las vivencias con las hermanas», reconoce la Hermana Mª Dolores.
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«Solo hablamos lo imprescindible, pero no es un silencio vacío sino para poder escuchar la voz de Dios. Hay que estar atentos porque Dios habla, pero es tan educado que si no le oímos pasa de largo. ¡Y está deseando que le dejemos hacer en nuestra vida! Pero también es necesario el rato de recreo —explica la Madre María Carmen de San José—. Decía Santa Teresita de Lisieux que iba al recreo para divertir a sus hermanas, olvidándose de sí. Este es el secreto para que todo vaya viento en popa, olvidarse de uno. Cuando una persona más se olvida de sí, más plena es su felicidad».
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“mire yo a mi Amado y mi Amado a mí; mire Él por mis cosas y yo por las suyas” La vida de penitencia y oración, la entrega generosa, el sacrificio callado se hace presente en la austeridad con la que viven. «Esta vida lo llena todo. Renunciamos a las cosas buenas y bonitas que también hay fuera, pero con un sentido; no se trata de huir del mundo. Por una parte es por amor a Jesús, y por otra, esa renuncia es por bienes de mayor estima, sacrificios que al Señor son muy agradables porque se hacen para que las almas conozcan a Dios y se puedan salvar», detalla la Hermana Mª Dolores. Su sustento económico se obtiene de la elaboración de diferentes objetos con las máquinas plastificadoras: escapularios de la Virgen del Carmen, detentes, cuadritos, redondeles para el coche, etc. en los que colaboran todas en el recreo. Aun así cuentan las hermanas que en todos los sentidos Dios está presente como Padre, ya que son muchos los detalles que avalan su amor providente. «Ya lo creo que Dios actúa. En la provisaría (despensa) tenemos a San Cayetano, patrón de la Providencia y al Niño Jesús de Praga, y ellos nos ayudan con las provisiones que necesitamos La Hermana Pilar, que en paz descanse, fue mucho tiempo la provisora. Si le ponía debajo de la imagen del santo una manzana o un dibujo de un plátano, por ejemplo, al poco tiempo venía un señor con fruta. ¡Cómo el Señor ilumina los corazones de la gente! Muchas veces alguna hermana dice: “A ver si el Señor provee esto o lo otro”, y al rato lo recibimos por el torno. ¡Es una experiencia increíble!», nos narra la madre.
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la verdad padece mas no perece Como es de suponer, en medio de este jardín cercado que es la vida carmelitana el enemigo no ceja en su ahínco por desbaratarlo todo, buscando propiciar altibajos, tentaciones, momentos de desaliento, dudas…, a lo que las hermanas responden con una mayor comunión con Cristo. «El demonio te engaña haciéndote ver que el de enfrente está mejor que tú —dice la Madre María Carmen de San José—. Pero esto es una fantasía para impedir que vivas la propia vocación». «El “patillas” (así llamaba Santa Teresa de Jesús al demonio) mete sus garras por todos los lados, pero ¡cuántas personas anónimas habrán rezado y se habrán ofrecido por mí sin yo saberlo! Yo ahora simplemente lo devuelvo por otras», comenta la Hermana Mª Jesús. «El demonio me engaña diciéndome que si estuviera cerca de mis familiares podría ayudarles a vivir la fe más profundamente, sobre todo a aquellos que se han alejado de ella. Pero el mismo Dios me hace ver que, en mi caso concreto, es mucho más valioso rezar para Él cambie su corazón que mi simple presencia. Sé que estoy unida a ellos vía sagrario», apunta la Hermana Irene.
«Solo Dios basta, ¡claro que sí! ¡Cristo está vivo! Y no es indiferente a nuestros sentimientos» (Madre Mª Carmen de San José)
Victoria Serrano, en el locutorio, escuchando el testimonio de las hermanas carmelitas descalzas.
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«Si nuestra alma tiene un apego ya no puede darse la unión íntima con Dios —reconoce la Madre Mª Dolores—. Esto requiere una lucha porque nuestro corazón tiende a poseer; apego material: a un libro, a una celda, a una estampa…; apego a la propia honra, a querer saber, a una comida especial… Sin la gracia de Dios es imposible alcanzar la santidad, pero no debemos quedarnos de brazos cruzados, sino colaborar con Él. Una tentación del demonio es el desaliento, pensar que a pesar de tantos años en el convento sigo igual. Menos mal que Dios ayuda. Él no pide resultados sino esfuerzos». Decía la santa abulense que en la cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo. Por eso las carmelitas descalzas se alejan del ruido de la vida diaria para sumergirse en la presencia de Dios. «Siempre hay acontecimientos que superan nuestra fragilidad pero yendo a los pies del Sagrario es como mejor se lleva la cruz y donde se encuentra la luz para seguir adelante. Solo Dios basta, ¡claro que sí!¡Cristo está vivo! Y no es indiferente a nuestros sentimientos; se entristece cuando sufrimos y se alegra cuando sonreímos», asegura la madre priora. bn
sed santos Ni el hombre en general ni el cristiano en particular es un ser uniforme y concordante, con criterio inamovible, de piñón fijo, estático y seguro. Más bien todo lo contrario; somos sensibles, débiles, perjudicables, inseguros, bastante incongruentes y alejados de la fidelidad a principios, creencias, posturas, convicciones y fe. Tal vez por eso resultamos indecisos, y lo que ayer nos entusiasmó hoy nos sitúa en la indiferencia; forma parte de nuestra condición de seres humanos. Y por ende, estamos necesitados constantemente de ayuda, de socorros, de apelación a quien tenga el remedio. De ahí —y no de otro lugar— nos vienen todos los blancos y los negros de nuestra vida: las certezas y las dudas, las adhesiones y los rechazos, los abrazos y las bofetadas, el decir bien y el maldecir, el alba y el crepúsculo de nuestro devenir de cada día, con lo que eso supone de incertidumbre y de zozobra. Por eso la verdad es cosa que nos sobrepasa, y cuando nos rodea como una noche oscura no acertamos a distinguirla de la mentira. Y nos liamos nosotros mismos y ni siquiera sabemos diferenciar entre el bien y el mal. Damos vueltas en la cama sin poder dormir, buscando la panacea de todas nuestras contrariedades y nuestras esperanzas —todo mezclado— para terminar fastidiados por el aburrimiento, la desidia y el abandono. Lo nuestro no está nada claro. En todas las facetas posibles de nuestra existencia o tenemos a Dios o nos situamos en la pendiente resbaladiza que nos lleva inexorablemente al abismo. Algunos se llenan de conocimientos, atesoran ciencia, cuelgan en sus paredes títulos y diplomas, saben lo que hay que saber y algo más, e incluso engordan con cultura y erudición. Pero como los definió un sacerdote —listo como el hambre a la vez que humilde a tope— los tales son hombres-vaso, seres que se llenan pero no reparten, almacenan pero no dejan salir nada, atesoran pero no sueltan prenda. Ni comparten ni regalan ni comunican. Atesoran para ellos y punto. ¡Con lo bonito que es ver correr el agua!
¿Participamos teniendo en cuenta a los otros (al prójimo) o nos revestimos de egoísmo, de amor propio, de indiferencia, de mezquindad? Deberíamos tener prohibido aspirar a ser don Cómodo. Resulta una verdadera desgracia vivir preocupados por lo que será de nosotros mañana (el futuro) sin animarnos a vivir con intensidad el día de hoy (el presente). Nadie tiene asegurado el levantarse de la cama mañana por la mañana. Los túneles no son túneles hasta que tienen boca de entrada y de salida; fruto del tesón en el trabajo de cada día y, en la esperanza depositada en la obra del Señor. Solo el pusilánime, el gurrumino, se pasa el día pensando si enfermará, si estará solo o si el jueves próximo se quedará sin trabajo. La osadía, a veces, puede ser una virtud. Esto se sustenta en la constancia, en la entereza, en la perseverancia, en la severidad, en ser consecuente. Lo contrario puede desembocar en una depresión. Y el que tenga oídos para oír, que oiga. Qué razón tenía Santa Teresa de Jesús cuando decía que solo Dios basta. bn
somos sensibles, débiles, inseguros, incongruentes… por eso, o tenemos a Dios, o nos situamos en la pendiente resbaladiza que nos lleva al abismo
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La búsqueda de la Verdad y su defensa; en tan pocas palabras podría condensarse la razón de su vida. Jérôme Lejeune, el insigne científico, el entrañable padre de familia, el gran amigo, el apasionado defensor de la vida, el cristiano comprometido que edificó toda su existencia sobre la roca firme de la fe buscó, incansable, la Verdad en todas y cada una de las facetas de su vida. Y por la Verdad pagó cuanto se le exigiera, perdió reconocimientos, premios, prestigios mundanos, seguridades materiales y todo aquello por lo que, en nuestra debilidad humana, ponemos un precio a nuestra alma. La vida de este hombre extraordinario fue expresión permanente de fidelidad a los valores más elevados y, desde el servicio a ellos, sirvió a la humanidad. Victoria Escudero - Voluntaria de las Misioneras de la Caridad
Jérôme Lejeune nace el 13 de junio de 1926 en Montrouge, Hauts de Seine, al Sur de París, en el seno de una familia católica, en la que sería el segundo de tres hermanos. Su madre, músico, le descubrirá desde su infancia el valor del arte, que el propio Jérôme llegará a describir como “la mayor expresión de la creación humana”. Su padre, al que le unirá un hondísimo afecto, trabajaba como director de una pequeña empresa familiar que quedaría arruinada por la Segunda Guerra Mundial. A la edad de trece años, mientras Jérôme estudiaba el bachillerato en el colegio católico Stanislas de París, descubre la obra de Honoré de Balzac, “El médico rural”, cuyo protagonista, un médico de excepcional bondad que realiza una valiosa labor humanitaria en su región, despierta una profunda admiración en el joven. La semilla que este personaje literario siembra en su corazón germinará y se convertirá en una vocación firme y sólida. Así, finalizada la guerra, se dedica con entusiasmo a sus estudios de medicina en la “Ecole de Medecine” de París en el deseo de convertirse en médico de alguna pequeña
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aldea en el campo. Es también durante estos años cuando conocerá al gran amor de su vida, Birthe Bringsted, la joven danesa estudiante de francés con quien coincide en la biblioteca Sainte Geneviève de París y cuya mano tomará para siempre. Aquel día, en aquella biblioteca, Birthe necesitaba una pluma y Jérôme le dejó la suya. Ese fue el comienzo de una historia de amor que escribirán juntos durante el resto de sus vidas. El 15 de junio de 1951 defiende con éxito su tesis doctoral graduándose en Medicina y Cirugía. Ese mismo día, el profesor Raymond Turpin, director del departamento de Pediatría del hospital Saint Louis de París le ofrece colaborar en un importante proyecto de investigación sobre el llamado “mongolismo” o síndrome de Down, enfermedad que afectaba entonces a uno de cada seiscientos cincuenta niños. Jérôme acepta el ofrecimiento iniciando un camino que, si bien le aparta de su vocación rural, le conducirá a las más altas cimas de lo científico y lo humano. Pero eso aún no lo sabe.
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estrella polar El 1 de mayo de 1952 contrae matrimonio en la ciudad danesa de Odense con Birthe. Él, que soñaba casarse con una joven alta y rubia llamada Dominique, entregaba así públicamente su corazón a una chica menuda de grandes ojos negros y aire esquimal, con una melena tan oscura que despedía reflejos azulados. El amor de los dos saltará todos los obstáculos que el camino les presente. Y así sucede ya desde el comienzo, pues la familia de Jérôme mira con recelo a esta joven extranjera sin una “educación adecuada”, pues carece de estudios universitarios, y protestante. Birthe, convertida al catolicismo, permanecerá desde aquel día a la sombra de su marido, a quien reconoce como un hombre excepcional, y al cuidado de los hijos con los que Dios bendecirá su unión. “Detrás de todo gran hombre hay una gran mujer” y Birthe será el pilar sólido que sustenta una familia en cuya construcción y protección ella fragua su felicidad. Cuando Jéròme se convierta en un prestigioso científico obligado por sus responsabilidades profesionales a viajar al extranjero, escribirá a Birthe todos los días. Aquella pluma, motivo del primer encuentro en la biblioteca de París, los seguirá uniendo en la distancia. Juntos
vivirán momentos de gran júbilo y momentos de adversidad, como aquellos en los que Jérôme será públicamente humillado y apartado a causa de su compromiso humano y cristiano. Pero cuando lleguen las afrentas, las dificultades económicas y los amigos desaparezcan, Birthe, de espíritu luchador y gran optimismo, relumbrará como la estrella polar que asegura la travesía de su familia. Pero todo eso llegará con el paso de los años, y a todo eso es a lo que Birthe y Jérôme, aun sin saberlo, dicen “sí” aquel día de mayo en la iglesia católica de Odense. En sus primeros veranos juntos, la joven pareja se traslada a Cher, en el centro de Francia, donde Jérôme trabaja como médico rural. El contacto con sus pacientes en ese ámbito humilde y sencillo le ayuda a profundizar en el alma humana. Sus conocimientos médicos se enriquecen con el conocimiento de la vida y del corazón de los hombres. Años más tarde, él mismo escribirá: “Nuestra inteligencia no es únicamente una maquinaria abstracta: también ella está encarnada. Y el corazón no es menos que la razón; o mejor dicho: la razón no es nada sin el corazón”.
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Durante el resto del año, Jérôme se encuentra realizando su residencia en pediatría junto al profesor Turpin, de cuyo equipo forma parte como investigador del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS). En 1954 es nombrado miembro de la Sociedad Francesa de Genética. Tres años más tarde, en 1957, es elegido representante del gobierno francés en el Comité Científico de la ONU como “experto sobre los efectos de las radiaciones atómicas en genética humana”. En ese momento, y debido a las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, el efecto de las radiaciones nucleares sobre la reproducción humana alcanza sus expresiones más visibles. El profesor Turpin orienta a su equipo hacia ese campo y Jérôme representará a su país en esta organización internacional. Para entonces son ya tres los hijos que dan felicidad al matrimonio. Sin embargo, la vida obligará a Jérôme a enfrentarse con un episodio dolorosamente aleccionador para él, la agonía y muerte de su querido padre. Si todo hijo se resiste a perder a un ser tan querido y hace lo imposible por retrasar la marcha implacable de la muerte, cuánto más un médico que parecería disponer de todos los conocimientos para lograrlo. Sin embargo, Jérôme pronto asume lo evidente: el cáncer de pulmón que padece su padre es incurable. En un diario recoge, día a día, los últimos instantes de la vida que inexorablemente se ex-
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tingue ante sus ojos apenados. Un tiempo más tarde confesará: “Fue una prueba atroz, pero agradezco infinitamente haber conocido un dolor tan puro y vivificador (…) El modo admirable, sereno y cristiano con que mi padre aguardó la muerte sin soltarme de la mano fue una lección, aunque cruel, inolvidable y maravillosa”. Esta experiencia dota a Jérôme de una mirada más profunda. El dolor vivido le hermanará de por vida con cada uno de sus pacientes, en los que reconocerá al propio Cristo. Integrar su dolor y dotarlo de sentido le permite crecer humanamente. El profesor Lejeune será un gran médico de hombres y un gran médico de almas. Pero, retomando su vida de investigador, estos años también serán clave en sus hallazgos científicos. Siguiendo los consejos del profesor Turpin respecto a sus estudios sobre los niños “mongólicos”, centra su investigación en los dermatoglifos palmares, los dibujos que los relieves de la piel forman en la yema de nuestros dedos, en la palma de las manos y en la planta de los pies. Estos relieves se definen durante la vida fetal y ya al cuarto mes de gestación están configurados. Jérôme observa alteraciones en los dermatoglifos de los niños afectados por el síndrome de Down, de lo cual deduce que el síndrome se inicia precozmente, durante el desarrollo embrionario.
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Desmontanto
prejuicios
Pero, ¿qué se conocía hasta ese momento de la enfermedad? ¿Por qué recibía ese nombre? El síndrome de Down es una enfermedad congénita, es decir, manifiesta desde el nacimiento que, aunque conocida desde hacía siglos, se describe por primera vez en 1846. Será un joven médico francés, Édouard Seguin, dedicado a las discapacidades mentales, quien detalle sus síntomas. Veinte años después el médico inglés John Langdon Down, interesado en la clasificación de las discapacidades mentales congénitas, publica un estudio en el que describe minuciosamente los síntomas del síndrome que recibiría su nombre, síndrome de Down, y al que él se refiere como “mongolismo” debido a la similitud que presentaban los caracteres faciales de los afectados con los de los pueblos mongoles.
Tratando de vislumbrar el origen de la enfermedad, Down pensó que esta, lejos de adquirirse tras el nacimiento, se debía a enfermedades infecciosas de los padres tales como tuberculosis o procesos venéreos. Tendrán que transcurrir casi cien años antes de que se descubra la auténtica causa del síndrome y será el profesor Lejeune, quien, en una aportación crucial para la ciencia, lo haga. bn
En el ambiente intelectual inglés de finales del siglo XIX esta denominación destila cierto racismo, pues Darwin había publicado apenas siete años antes “El origen de las especies” y comenzaban a difundirse las ideas del evolucionismo biológico, según las cuales se consideraba a la raza blanca como la más evolucionada y a los mongoles como una raza primitiva. Por tanto, las personas afectadas por el síndrome de Down constituirían un estadio menos evolucionado del género humano.
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Antonio Barnés - Doctor en Filología
Hace cuatrocientos años salía a la calle la segunda parte del Quijote, por obra de Miguel de Cervantes. Esta segunda parte vio la luz diez años después de que apareciera con gran éxito la primera; meses más tarde de la publicación de una segunda parte apócrifa (el Quijote de Avellaneda); y pocos meses previos a la muerte del propio Cervantes. Si la obra de Avellaneda ─que disgustó a Cervantes porque, entre otras cosas, le insultaba─ aceleró la escritura y publicación de la segunda parte del Quijote, bienvenida sea su descarada intromisión. unque fue el propio autor del Quijote quien afirmó que nunca segundas partes fueron buenas, lo cierto es que la segunda parte de esta novela es mejor que la primera. El autor ha madurado, ha sido receptivo a las críticas a la primera entrega, y ha forjado una obra más redonda, más unitaria, más profunda, más rica en ideas, con unos personajes más logrados.
tad frente al individualismo. La primera escapada podría ser argumento de una novela breve; la segunda, ya con Sancho, transforma el relato en novela. Don Quijote no es un héroe solitario, como Hamlet. Es un loco-cuerdo que asocia a un escudero, pronto amigo, quien acaba siendo una particular toma de tierra con la realidad.
En la primera parte del Quijote, el caballero realiza dos salidas en pos de aventuras. La primera vez, solo; la segunda, acompañado de su paisano Sancho Panza como escudero. La primera escaramuza dura poco; la segunda partida, en cambio, se extiende largamente, hasta que regresa enjaulado, a instancias del cura y del barbero de su pueblo. El caso es que don Quijote, sin Sancho, no es nadie, pero con Sancho la cosa puede durar. Las dos salidas con su diversa duración y resultado son una parábola de la amis-
En la segunda parte de la novela, la publicada en 1615, hay un solo viaje de ida y vuelta. Un largo itinerario que cumplen ambos, caballero y escudero. Y si bien las dos partes pueden conformar una novela, cada una de ellas es una obra autónoma: diez años y notables transformaciones las separan. Son hijas de un mismo autor, pero un autor dinámico, en continuo aprendizaje.
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aunque fue el propio Cervantes quien afirm贸 que nunca segundas partes fueron buenas, la segunda parte del Quijote es mejor que la primera
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El supremo instante de la muerte la locura de don Quijote nace del ideal cristiano de justicia universal que supera cualquier barrera para extenderse a toda persona
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odo este largo periplo geográfico, intelectual y moral termina con la digna muerte de don Quijote, retornado a su condición de Alonso Quijano “el bueno”, como se denomina él mismo. Don Quijote muere dignamente, y en paz. En paz con Dios (se confiesa); en paz con familiares y amigos, para quienes redacta un testamento justo; en paz con el mundo. Estas son sus palabras en el capítulo 74, el último: «Las misericordias —respondió don Quijote—, sobrina, son las que en este instante ha usado Dios conmigo, a quien, como dije, no las impiden mis pecados. Yo tengo juicio ya libre y claro, sin las sombras caliginosas de la ignorancia que sobre él me pusieron mi amarga y continua leyenda de los detestables libros de las caballerías. Ya conozco sus disparates y sus embelecos, y no me pesa sino que este desengaño ha llegado tan tarde, que no me deja tiempo para hacer alguna recompensa leyendo otros que sean luz del alma. Yo me siento, sobrina, a punto de muerte: querría hacerla de tal modo, que diese a entender que no había sido mi vida tan mala, que dejase renombre de loco; que, puesto que lo he sido, no querría confirmar esta verdad en mi muerte. Llámame, amiga, a mis buenos amigos, al cura, al bachiller Sansón Carrasco y a maese Nicolás el barbero, que quiero confesarme y hacer mi testamento».
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Don Quijote, lúcido, afronta la muerte con serenidad. Su actitud dignifica el trance de la muerte. Hay quien afirma que la muerte del hombre es indigna. ¿Por qué? ¿No somos animales mamíferos? ¿No mueren todos los de nuestra especie, y aun todo ser vivo? Luego quien afirme que la muerte humana es indigna percibe que el hombre no es un mamífero más. Es también un espíritu que se resiste a morir, al que le repugna la idea de la aniquilación, porque conoce, ama y crea, y el conocimiento, el amor y la capacidad creativa son, en cierto modo eternos, no están aherrojados a un aquí y ahora temporales. Entonces, ¿es indigna la muerte? La muerte es traumática, ruptura, separación entre alma y cuerpo: dos elementos surgidos para conformar una unidad. La muerte es crisis, pero no indignidad. El alma es inmortal, y don Quijote lo sabe. Por eso se confiesa. Por eso muere en paz. Sí, ha sido loco, pero esa locura no es la de un ser depravado. Es la locura de quien deseaba implantar una justicia, leída en los libros, con unos procedimientos frente a los que se resiste la realidad, y pone objeciones la prudencia. Pero era una locura nacida, en definitiva, del ideal cristiano de justicia universal que supera la barrera sexual, familiar, tribal y racial para extenderse a toda persona. Si la muerte fuera indigna, también lo sería nuestro proceso vital: nacemos, crecemos, envejecemos. La fe cristiana, que comparte don Quijote, explica la muerte como castigo por el pecado original; un castigo superado por la muerte y resurrección de Cristo, y la consiguiente llamada a vivir eternamente en comunión con las personas divinas, angélicas y humanas de la gloria, amén de la resurrección de la carne. No puede despreciar el cuerpo una religión que nos augura una eternidad corporal.
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Morir para vivir mejor
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esde la fe cristiana el trauma de la muerte se ha transformado en cambio de casa; paso, pasión, pero no pasión inútil. La muerte, como la vida humana, puede ser acción y pasión útiles si se acepta como designio de un Dios-Padre, y no una Fortuna-Moira caprichosa, cruel y vengativa. Don Quijote lo sabe. Es un hombre que ha confundido la lectura literal con la figurada, que se ha fascinado con ese artilugio creado por la imprenta: el libro impreso; que se ha enfrascado destempladamente en la lectura, pasando las noches de claro en claro y los días de turbio en turbio. Pero no es un hombre malo, también porque el objeto de su fascinación ha sido los libros de caballerías: criatura de la Edad Media cristiana.
desde la fe cristiana el trauma de la muerte se transforma en cambio de casa; paso, y don Quijote lo sabe Los caballeros andantes eran fanfarrones, pero no bandidos. Poseían un fuerte sentido de la justicia, consistente en combatir el abuso de poder, en luchar porque la fuerza de la razón superase a la razón de la fuerza, en defender al débil frente al fuerte. Los caballeros andantes no buscan solo la fama personal. No son unos héroes exhibicionistas, culturistas de gimnasio: poseen un objetivo sentido de la justicia, nacida de la parábola del buen samaritano: una justicia universal, basada en la común dignidad del ser humano, más allá de la lengua, el sexo, la raza y la nación. Don Quijote fue de esa estirpe. Fue loco y cuerdo, pero siempre bueno. Y el que bien vive, bien muere.
«Los de hasta aquí —replicó don Quijote—, que han sido verdaderos en mi daño, los ha de volver mi muerte, con ayuda del cielo, en mi provecho. Yo, señores, siento que me voy muriendo a toda priesa: déjense burlas aparte y tráiganme un confesor que me confiese y un escribano que haga mi testamento, que en tales trances como este no se ha de burlar el hombre con el alma; y, así, suplico que en tanto que el señor cura me confiesa vayan por el escribano». El ser humano, en su vivir, hace un derroche de energías impropio de quien es mortal, y lo sabe. El hombre, un ser que se equivoca, no es un ser equivocado; no es estúpido. Si vive como si no fuera a morir no es solo porque cierre los ojos a la realidad, es porque tiene sed de inmortalidad, y eso le hace capaz de componer una sinfonía, una escultura, un lienzo, una novela o cualquier obra buena. Si la muerte fuera simplemente un arbitrario e imprevisible cese de actividades biológicas, entonces la muerte sería indigna para quienes se resisten a morir. Pero la muerte no es solo eso. El hombre ha dado culto a los muertos porque sabe que la muerte no es un fin definitivo. Filósofos como Platón lo han razonado en el Fedón. La fe cristiana lo ha iluminado. Y el Quijote y la muerte de su protagonista nos dan ocasión a reflexionar sobre ello. bn
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Acoso en el instituto Texto: Jerónimo Barrio - Ilustraciones: Raquel Fernández de Bobadilla
Al finalizar la clase de Religión, don Carlos, el cura del pueblo que se ocupaba de impartir la asignatura, llamó a Julián y a Mario aparte y con rostro muy serio les comenzó a regañar. —¡Es la última vez que os lo digo! La próxima será en el despacho del director. Y creo que no tendrá la paciencia que yo estoy teniendo con vosotros dos…. Dejad de meteos con Andrés. Le estáis haciendo mucho daño con vuestras macarradas y chulerías. Bastante tengo ya con vuestra conducta en clase para que encima hagáis de matones con un compañero vuestro solo porque no es como vosotros. —Ya se ha vuelto a chivar el “pringao”… — murmuró en voz baja Julián. —¡No se ha chivado a nadie! Todo el Instituto sabe lo que hacéis y cómo os burláis de él continuamente. ¡Ya no os lo aviso más! ¡Es la última vez que os lo digo!
Andrés era un muchacho de la clase, poco agraciado físicamente y de inteligencia justita pero con una natural bondad e inocencia, fruto de su profunda religiosidad. Era el menor de la familia más pobre del pueblo y todas esas circunstancias le habían convertido en el blanco favorito de la cruel diversión de los chicos de la clase, capitaneados por Julián y por Mario, que eran los más “malotes”. El Instituto del pueblo contaba con pocos alumnos y todos, alumnos y profesores, conocían muy bien las miserias y grandezas de cada uno, de sus familias y de todo lo que pasaba. Así eran las cosas en los pueblos pequeños. Mario y Julián eran inseparables en gamberradas, algunas rozaban la delincuencia. Sus papás eran de los más acomodados del pueblo, con casas grandes y bonitas en la urbanización de las afueras. Acudían a diario al Instituto juntos en la motocicleta de Julián. Todos los días se cruzaban a la ida y a la vuelta con Andrés, que hacía el recorrido a pie, y le dedicaban una sonora colleja seguida de su preferida dedicatoria: ¡Pringaaaaaooo…! No parecían tener compasión con el pobre muchacho, que soportaba con paciencia las continuas estupideces de estos dos. Andrés era monaguillo en la parroquia y ayudaba a don Carlos en la misa cada domingo. Había heredado de su madre una fervorosa piedad por las cosas de Dios y ya a sus dieciséis años se estaba pensando lo del Seminario. Don Carlos había que tenido que ayudar en más de una ocasión a la familia por sus frecuentes necesidades en ropa y comida. Andrés tenía una gran devoción por el rezo del Rosario, la oración más simple y humilde. El camino que a diario le llevaba al Instituto, desde su casa a las afueras del pueblo, lo hacía siempre aferrado a su rosario, uno a la ida y otro a la vuelta. En el camino, cuando veía llegar a toda velocidad en su motocicleta a sus compañeros Mario y Julián, se apartaba un poco para no oír tan de cerca sus gracias y desprecios que ya se habían convertido en una cruel costumbre.
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mosaico Un caluroso día de junio, cuando estaba finalizando ya el curso, pasaron a toda pastilla; Julián iba conduciendo y Mario de paquete. La cotidiana escena de cada día se volvía a repetir. — ¡Pringaaaaoooo! Y Andrés apartándose del camino para que casi no le atropellasen, aferrado a su rosario…. Un poco más adelante, Andrés escuchó un extraño ruido de sollozo, alguien parecía llorar y lamentarse con una voz desencajada. Miró a su alrededor buscando de donde venía el supuesto llanto y se asomó a un pequeño barranco que había en ese tramo del camino. Abajo estaban Julián y Mario tirados en el suelo junto a la moto destrozada. Al ir tan alocados, Julián perdió el control en la curva precipitándose por el barranco abajo. Mario no se movía, estaba inconsciente, tenía un golpe en la cabeza con un hematoma enorme. Julián también tenía la cabeza llena de sangre, estaba confuso y llorriqueante. En su pierna izquierda había una herida espantosa por la que asomaba la punta de la tibia fracturada y de la que salía sangre a borbotones. Julián estaba muy pálido. Andrés al ver a los muchachos bajó tan rápido como pudo hacia ellos sin soltar su rosario enredado en sus dedos. —¡Madre mía! ¡Madre mía! ¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer? Repetía sin parar con un enorme nerviosismo, moviéndose de un lado para otro entre los dos jóvenes. Julián le miraba confuso, quejoso y miraba también su pierna sangrando. Cada vez más pálido y más somnoliento… Mario seguía inconsciente y boca abajo en el suelo. De repente, Andrés, con una gran decisión como de experto sanitario, se acercó a la horrible herida sangrante de Julián y con una habilidad y soltura desconcertantes, tomó su rosario con las dos manos y abrazó con él la herida por encima de su tobillo, comenzando a retorcerlo alrededor de la pierna para detener la hemorragia con ese improvisado torniquete. Era su rosario, el de un niño pobre; una cuerda áspera con múltiples nudos que hacían de cuentas.
Luego, se acercó a Mario y le movió inútilmente el hombro para ver si se despertaba, pero no respondía. Tenía muy mala pinta… El pobre Andrés no paraba de rezar jaculatorias mientras subía de nuevo al camino para ver si pasaba alguien. Tras cinco eternos minutos paró a gritos a un vecino que iba en su camioneta a su granja. A los cinco minutos llegó la Guardia Civil. Al poco rato, Mario, aún con vida, y Julián eran trasladados en ambulancia a toda prisa al hospital provincial. Dos semanas después, en el hospital, el Padre Carlos visita a Julián, aún ingresado. —Yo estoy bien, ya no me duele casi nada la pierna. Hoy he visto a Mario. Me han dejado entrar a verle un ratito. Sigue en la UVI y conectado al respirador. Ha tenido menos suerte que yo…. Todo esto parece una pesadilla. —Hay que rezar para que se ponga bien. — Sí, hay que rezar por tantas cosas…. —dijo Julián con voz pensativa. Ya sé que se lo he preguntado muchas veces pero, ¿por qué pasan estas cosas? Llevo dos semanas aquí y no paro de pensar en cosas que nunca me he planteado: el valor de la vida y su sentido, nuestra actitud frente a los demás, mi estúpida vida adolescente, la irreflexión con lo que he vivido, mi incomprensible crueldad hacia gente buena solo porque lo era, mi insensibilidad ante el sufrimiento ajeno… ¿Por qué somos tan torpes y desde tan jóvenes?
Los nudos y la aspereza del cordel eran ideales para que cada vuelta se quedase firme sin aflojar y mantener la tensión que controlaba el sangrado. Cada vuelta que le daba hacía gritar más a Julián pero la herida dejó de sangrar por completo.
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mosaico —En Teología eso se llama pecado original —apuntó medio en broma don Carlos—: No te comas tanto la cabeza, de mayores nos reprochamos otra lista de pecados y miserias. Pero me alegra oírte por primera vez plantear eso de ser bueno. Sí, me gusta. Julián le sonrió y continuó sincerándose con el cura de su pueblo. —Han pasado solo dos semanas desde el accidente y creo que en este tiempo, aquí postrado entre quirófanos, curas y dolores, he madurado más que en diez años vividos.. —El sufrimiento nos curte, nos hace caer en la cuenta de muchas cosas, nos deja a solas con nosotros mismos y la verdad de lo que somos. Dios lo eligió por algo. Como no vienes mucho a la parroquia te tengo que recordar que en el altar hay un hombre crucificado — continuó el sacerdote con cariñosa ironía. —Yo vivía en una burbuja de estupideces, de gamberradas y de maldades que ni mi edad justifica. Pobre Andrés, los malos ratos que le hacíamos pasar y que soportaba en silencio. ¿Por qué nos divierte el mal? ¿Qué tiene la bondad que tanto me cuesta abrazar? Sin embargo, mira lo que hizo Andrés. Si no llega a bajar
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a ayudarnos y me ata ese rosario en la pierna yo no lo cuento. ¿Cómo se le ocurriría algo así a una cabecita tan pequeña como la suya? Si en su vida había visto una escena así. Solo sabe de misas y rezos… —Es verdad, ¿cómo un “pringao” ha podido salvarte la vida a ti, el más guay del “insti”? —No se aproveche de mi debilidad en estos momentos, don Carlos —le dijo el muchacho sonriendo de nuevo. —Cabeza pequeña como dices, pero corazón grande. Eso es lo que nos salva, y salva a los demás. No lo olvides. —¿Cómo olvidarlo? ¿Por qué no viene a verme de nuevo? —Ya lo hizo los primeros días de tu ingreso. Te recuerdo que no eras precisamente su amigo del alma. Además, tiene mucho que estudiar todo el verano porque le han quedado varias y ya sabes que quiere hacer la carrera de cura, que es de las más difíciles.
mosaico Julián, esbozó nuevamente una sonrisa. —Si Andrés se hace cura de mayor, hasta yo creo que iría a misa…. Tengo tantas ganas de darle las gracias de nuevo por lo que ha hecho conmigo. Tengo tanta necesidad de pedirle perdón por las miles de veces que le hice sufrir. No comprendo cómo he podido ser tan estúpido. Hacer daño al inocente por diversión. ¡Qué bajo podemos caer! —Dios nos conduce por sus caminos cuándo y cómo Él lo decide. Ahora te toca rectificar muchas cosas, estás a tiempo. Todo esto tiene algo de bueno, ¡ya lo verás! —Sí, me voy a quedar cojo de una pierna pero creo que con todo esto purgaré mi espíritu. Pero el pobre Mario, ¿podrá salir de esta y tener la oportunidad de hacer lo mismo que yo? —¿Qué hicisteis con el rosario de Andrés? Yo le regalé uno al pobrecillo porque se quedó sin él con el follón del accidente. —Los médicos supusieron que me lo querría quedar de recuerdo y después de salir del quirófano se lo dieron a mis padres. Esa cuerdecita de nudos evitó que me muriese. —Mira más allá en todo esto. Esa cuerdecita es un sencillo instrumento para rezar a la Madre de Dios y decirle muchas veces que la queremos y nos acordamos de ella.
Yo creo que fue ella la que abrazó tu pierna ese día para evitar que te desangraras. Andrés fue su humilde instrumento. Así son las cosas de Dios, personas humildes de las que se vale el Cielo para hacer el bien que quiere en la tierra. Pregúntate por qué ese día un muchacho al que maltratabas a diario baja a un barranco al verte malherido y te salva la vida. Eso es lo que tienes que preguntarte… Interrógate qué otras sangrías de tu vida y de las de otros hay que parar con esa oración. Hay muchos torniquetes a tu alrededor que hacer. —Me lo pregunto a diario. No se ría, don Carlos, pero estoy rezando cada día con ese rosario para que Mario se ponga bien. Lleva la sangre de un necio que quiere cambiar y el tacto de un muchacho bueno al que quiero imitar. Pasaron tres semanas más de hospitalización y por fin Julián fue dado de alta. Le quedaría para siempre una ligera cojera en su pie como secuela y recuerdo de aquel horrible accidente. En el hospital siguió ingresado Mario pero salió de la UVI y el peligro por su vida pasó. A ambos les quedaban muchos meses de rehabilitación por delante. Julián no dejó de rezar cada día con el rosario de Andrés; ese basto y pobre rosario que una tarde de verano le salvó la vida corporal y ahora le salvaba la vida del espíritu. Ya nada era igual. Con el paso de los años, Andrés consiguió, a pesar de su dura cabecita, entrar en el Seminario y con él, su nuevo e inseparable amigo para toda la vida, Julián. bn
Cada cuenta del rosario es un beso a nuestra Madre del cielo.
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TEXTO: MANUEL DEL PINO ILUSTRACIONES: JULIÁN GARCÍA
Aún anochecía pronto y Felipe Márquez sabía que, los sábados por la tarde, muchos vecinos salían en familia de paseo para disfrutar del cálido inicio primaveral en Albera. Poco antes del crepúsculo, Felipe cogió las llaves de su piso. También la llave de su trastero de la azotea, que guardó en el otro bolsillo del pantalón. Y un pequeño espray de plástico, comprado en un bazar chino por unos céntimos, que llenó de aceite en la cocina. Vestía de oscuro, un jersey de cuello alto y un gorro negro de lana para camuflarse. Se colgó una mediana mochila a la espalda. Lo tenía todo pensado. Salió de su piso, cerró con las llaves y subió a la azotea. A esas horas ya no había ningún vecino tendiendo ropa. Se acercó al lateral donde estaban las puertas de los viejos trasteros, uno para cada vecino. Las deslucidas puertas de oscuro latón estaban tan descuidadas que, si llevabas días sin abrirlas, solo cedían a la llave bien engrasada de aceite. Pero Felipe ya lo había previsto. Cogió su pequeño pulverizador, se agachó y lanzó varios chorritos de aceite en el
mosaico ojo de la cerradura de su trastero, el 1.º C. Instantes después metió la llave y, tras algunos forcejeos, logró abrir la enquistada puerta. Entró a las últimas luces del crepúsculo, agarró el gancho con la soga enrollada, se la ajustó al hombro, salió y cerró la puerta del trastero. Ya era casi de noche. Anduvo rápido y silencioso hasta el extremo de su azotea, donde empezaba la del edificio vecino. Solo las separaba un muro de 1,70 metros, entre sendas columnas de hormigón con chimeneas pintadas de blanco. Algo que un hombre fuerte y ágil de mediana edad podía saltar. Felipe apoyó el pie en los ladrillos del zócalo, tomó impulso y se agarró al muro. Pasó de una azotea a la otra con la facilidad de un gato. Se agachó inmóvil antes de seguir. Lo que estaba haciendo no era normal, pero no era la primera vez. Ya conocía las azoteas vecinas. Aquella resultaba ideal para sus propósitos. Tenía un murete lateral de un metro, por el que podía deslizarse agachado sin ser visto. Se detuvo en medio. Justo debajo había dos pisos de viviendas y enfrente el piso que había elegido, porque estaba bajo los tendederos y podía descolgarse hasta él con facilidad. Además ese 2.º B pertenecía a Carlos Valero, un pobre hombre que vivía con su gruesa esposa, su hijo de once años y su suegra; de esos que se matan toda la vida trabajando para nada. Ahora, con la crisis, hacía las pocas chapuzas de fontanería que le salían, se le había acabado la prestación por desempleo y, según las vecinas, el banco iba a desahuciarle por impago de la hipoteca en pocas semanas. 89
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Era un objetivo fácil. Todas las habitaciones de ese piso daban alineadas al patio vecinal, el salón y los dos dormitorios. Y también la pequeña ventana del baño, la única que no tenía rejas, que solían dejar abierta para que se ventilara. Felipe lo observó también ese día, escondido tras el murete de enfrente. Las luces del 2.º B estaban apagadas. La ventanita del baño seguía abierta. Era el momento de aprovecharse. Los Valero estaban de paseo; pero, como eran pobres, volverían pronto para cenar en casa. Rodeó la azotea hasta el tendedero. Comprobó que no había vecinos asomados al patio. Todo estaba oscuro y silencioso. Fijó el gancho justo sobre la ventanita del 2.º B y se descolgó hasta apoyarse en el alféizar de la ventana, por la que se coló ondeando deprisa. El piso era suyo. Lo registró con rapidez, sin importarle encender alguna luz, cosa que apenas se notaría fuera tras las persianas, aunque algún vecino entrase de la calle. Tal como esperaba, no encontró dinero, ni tampoco joyas de la esposa, pues no las había. Eso sí, en la habitación del crío había un moderno ordenador portátil, que no dudó en cargar en su mochila. Y Valero se había dejado las llaves del coche sobre el mueble bar del salón, lleno de bártulos y baratijas. Márquez se las guardó en el bolsillo. No era gran cosa, pero le pareció suficiente, convencido de que allí no había mucho más que pillar.
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Tornó a salir por la ventana del baño, agarrado a la soga. Trepó a la azotea y recogió el gancho con la soga. Saltó hacia su azotea, abrió de nuevo la mohosa puerta de su trastero y cubrió la soga con el gancho con unos cartones. También escondió allí el portátil, a la espera de venderlo para sacarle unos cuartos en negro.
Leiva sentía sobre sus hombros una gran responsabilidad: salvar a ese hombre y a esa familia de la ruina. Y no sabía cómo hacerlo. Valero tenía la mirada perdida, quebradiza la voz, temblorosas las manos. Toda la vida trabajando y pagando sus impuestos como un buen ciudadano para esto.
Luego entró en su piso, encendió la televisión y cenó como un chico bueno.
—¿Cómo vamos a comer ahora? Porque ya no tengo ni para alimentar a mi familia.
En la mente de Leiva se encendió una luz.
*
*
*
A primera hora del domingo, Carlos Valero fue a la comisaría para denunciar el robo. —Se llevaron el ordenador de mi hijo, ¡donde hace las tareas del colegio! Y las llaves de mi coche. No puedo pagar una cochera, tengo que dejarlo en la calle. Ayer noche fui a verlo y, como me imaginaba, había desaparecido. El inspector Leiva se hacía cargo de la situación. Era la gota que colmaba el vaso en las desgracias de esa familia que ya no podía más. —Le regalé ese ordenador a mi hijo con mucho esfuerzo al final de curso por sus buenas notas. Es un chico que promete mucho. Pero sin mi coche, ¿cómo voy a desplazarme para trabajar? Ese coche era todo mi capital. ¡Ahora el banco nos echará a la calle!
—Primero iremos a Cáritas con discreción y llevaremos alimentos a su casa. No permitiré que ninguna familia honrada de Albera pase hambre o necesidades. Leiva sabía que en Cáritas Diocesana de Albera estaba Sor Consuelo de voluntaria. Y en cuanto oyera el caso no podría resistirse a investigar. No sería la primera vez que la sagaz monjita había sacado al policía bajo cuerda de algún apuro. Se pusieron en marcha en seguida. En cuanto llegaron a Cáritas preguntaron por Sor Consuelo y le contaron el caso. —¡Esto no puede quedar así! —dijo Sor Consuelo juntando sus manitas huesudas.
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mosaico Cargaron el coche policial de alimentos no perecederos: leche, aceite, legumbres…, y también unas tarteras con raciones de carne estofada, pescado frito y frutas frescas. Sor Consuelo les acompañó, como Leiva esperaba, al piso de Valero. La monjita ayudó a descargar y guardar los alimentos frescos en la nevera, y los no perecederos en los armarios de la cocina, ante los rostros desconsolados de la mujer de Valero y su hijo, que se emocionaron tanto por la situación desesperada que atravesaban, como por la bondad de algunas personas e instituciones a pesar de todo en esta vida. Una vez guardada la comida, Sor Consuelo acompañó al inspector Leiva y a Valero para inspeccionar el piso donde se había producido el robo. Leiva registró concienzudo los cajones de cada mueble sin resultado. Mientras, Sor Consuelo observaba distraída la estructura de la vivienda.
la bañera y se asomó todo lo que pudo por la ventana.
—Todas las ventanas dan al patio vecinal —dijo—. Incluso la puerta de la escalera.
—¿Y qué hacemos, madre? —dijo Valero.
—Así es —dijo Valero. Es una puerta de madera muy sólida con una buena cerradura. Y no estaba forzada. Por la puerta seguro que no entraron. —¿No? ¡Entonces entrarían por la ventana! —Todas tienen reja, menos la ventanita del baño. —No me diga. Sor Consuelo entró en el cuarto de baño, seguida por los sorprendidos varones. Apartó la cortina, se metió en
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—¡Cuidado, madre! —le dijo Leiva—. No se caiga por la ventana al patio. Ya tenemos suficiente desgracia con el robo a esta familia. La monjita salió sudorosa satisfecha de la bañera.
pero
—Hay huellas de suelas de zapatos que suben por la pared blanca hasta la azotea. —¿Está segura, madre? —Asómese, inspector, y verá. No creo que fuera Spiderman. Entraron por aquí. Se descolgaron por la azotea. Es una operación forzada, pero posible para un joven fornido. Pero no pudo evitar dejar algunas huellas de sus botas en la pared blanca, cuando bajaba y luego subía con esfuerzo. No se dio cuenta porque era de noche, y quizá no ha reparado aún en ello. —¿Podemos subir a la azotea? —Claro que sí. Sor Consuelo inspeccionó la azotea, seguida por Leiva y por Valero: El pavimento rojizo, las paredes blancas, las columnas de hormigón con recovecos, los alambres de tender ropa, las chimeneas y los tejados vecinos de los alrededores. —Me pregunto cómo llegó hasta aquí nuestro Spiderman. No es tan fácil andar por los tejados como un gatito de noche. La monjita rodeó todo el perímetro rectangular hasta que llegó al extremo.
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mosaico —Esta es la parte más baja —dijo—. Yo no puedo saltar el muro, pero quizá sí un joven experimentado. ¿Qué hay detrás? —El edificio de al lado —dijo Valero. —¿Qué urde su mente, madre? —dijo Leiva—. Para eso se necesita una orden judicial. —No hay tiempo que perder para esta pobre familia. Valero fue a su piso por unas sillas. Los hombres saltaron y ayudaron también a Sor Consuelo, que vivía aquello como una intrigante aventura. La azotea del viejo edificio vecino era parecida. Tenía su tendedero, chimeneas, sus muros blancos y trasteros con mohosas puertas. Sor Consuelo lo remiró todo con atención. —Estos trasteros son demasiado viejos. Más vale que hicieran ya una reforma en el edificio. Apuesto a que las puertas ni se abren bien —dijo Sor Consuelo, palmeando una oscura puerta metálica, cuya lata bombeaba pero no se movía un milímetro. —¿Y qué? —dijo Leiva con los ojos entrecerrados. —Pues que todas las puertas están igual de oxidadas menos esta, la 1.º C.
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mosaico —¿Qué le ocurre? —dijo Leiva—. Yo la veo igual de antigua que todas. —Fíjate, hay un reguero que llega casi hasta el suelo —Sor Consuelo señaló bajo la cerradura, raspó con el dedo y se lo llevó a la boca—. Claro, no sabe a detergente ni a alcohol, sino a aceite. ¡Prueba, prueba! —Yo no chupo esa lata oxidada — dijo Leiva—: Un vecino habrá echado aceite a la cerradura para abrir su viejo trastero. Vaya cosa. Será mejor que nos vayamos de aquí antes de que alguien nos denuncie por allanamiento de morada. —Ese aceite reseco lleva ahí horas, quizá un día. Desde ayer: el día del robo. —¡Ah, no, no! ¿Qué está pensando, madre? —miró Leiva a los ojillos vivaces de Sor Consuelo. Tras unos minutos de discusión, Sor Consuelo llamó a la puerta del piso 1.º C, seguida de los dos varones, que disimulaban su estupor con gesto serio. Felipe Márquez abrió la puerta. Su rostro se descompuso al ver a Sor Consuelo, ante Carlos Valero y el inspector jefe de la policía de Albera. —¿Qué pasa aquí? —Me preguntaba —dijo Sor Consuelo— si podría dejarnos su llave para mirar un momento su trastero de la azotea. La cara de Márquez se volvió una pura angustia. bn
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bendita María
Segundo misterio:
Los azotes que recibió nuestro Señor atado a la columna Enrique Solana de Quesada - Arquitecto El espectáculo que sucede al prendimiento tras la noche de la Oración en el Huerto es bochornoso. Los papeles de todos los presentes parecen estar cambiados y como consecuencia, la lógica y la justicia brillan totalmente por su ausencia. Los judíos, para conseguir la condena de Jesucristo invocan al César que es el máximo representante del odiado pueblo opresor; por otro lado, los discípulos, que son los amigos del Señor, sus seguidores que hasta ese momento lo han amado y admirado, lo entregan y permanecen ahora vergonzosamente escondidos. Pedro, el más fiel, el que días atrás ha reconocido su mesianismo y su condición de ser el Hijo del Dios vivo, que ha prometido defenderle con su vida, apostata y reniega públicamente de Él por la simple denuncia de una portera; y el procurador Poncio Pilato, la máxima autoridad civil y militar en Jerusalén, aun no encontrando culpa en Él, desobedece al más elemental sentido de la justicia, a la propia conciencia y a los sensatos consejos de su mujer mandándole azotar primeramente y ajusticiar después. A los corderos se les sacrifica sin saña: una hendidura en el cuello y el animal, que se entrega mansamente, se derrama y muere. Cristo, que se entrega al suplicio con la mansedumbre de un cordero, es sometido en cambio a un atroz tormento en el que no falta la violencia, el ensañamiento, la humillación, el escarnio…, y yo diría que hasta el masoquismo de aquellos verdugos que se excitan con la violencia y no pueden
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parar, como si desahogaran en la víctima toda esa sed de justicia que inconscientemente reclaman para poder ser liberados de oscuras y profundas culpas. Ellos saben que debieran ocupar el lugar del reo porque se mueven en una ciénaga de corrupciones y violencias, pero así están las cosas: ¡Cúmplase toda justicia! Cristo, despojado de su dignidad, es desnudado y atado a una columna para ser sometido al terrible castigo de los cuarenta latigazos. El espectáculo es indescriptible: los instrumentos utilizados han sido espeluznantemente diseñados para conseguir un sufrimiento atroz, y los verdugos son consumados expertos en herir. Cada latigazo clava literalmente en el cuerpo del Señor las puntas de plomo dispuestas en el extremo de los cordones del flagelo, desgarrando luego la piel cuando tiran de él. Y así, golpe a golpe, van lanzando aquellos soldados con toda la fuerza de que son capaces el feroz artilugio a las zonas más vulnerables del cuerpo del Señor.
bendita María la Iglesia purifica el cáliz al final de la Eucaristía, porque contiene la misma sangre que Cristo sigue hoy entregándonos por puro amor No es difícil imaginar el deplorable estado en que quedó Jesucristo al término de aquella flagelación. La Sábana Santa muestra la atroz tortura de la que no parece posible salir con vida. En cualquier caso, la lectura del Cuarto Canto del Siervo de Isaías describe bastantes siglos antes, con una precisión inquietante, al hombre torturado que narran los evangelios en la Pasión: “No tenía apariencia ni presencia, le vimos y carecía de aspecto que pudiésemos estimar. Despreciado, desecho de los hombres, varón de dolores, como de taparse el rostro por no verle… Como cordero llevado al degüello permaneció mudo, sin abrir la boca… Mi siervo justificará a muchos, pues las culpas de ellos soportará”.
¿Qué sabría el profeta del proyecto de Dios Padre para salvarnos? ¿Qué mente humana podía albergar pensamientos así que con el tiempo se harían realidad? ¿Quién puede pensar ni por lo más remoto que Dios es así? En la película La Pasión (Mel Gibson, 2004), al final de la tortura, María limpia silenciosamente la sangre de su Hijo derramada con un recogimiento indescriptible. La Iglesia purifica el cáliz al final de la Eucaristía, porque contiene esa preciosísima sangre, la misma sangre que Cristo sigue hoy entregándonos por puro amor. Dios mío, ¡cuánto nos has amado! Dios mío, ¡cuánto nos amas! bn
Cristo, despojado de su dignidad, es desnudado y atado a una columna para ser sometido al terrible castigo de los cuarenta latigazos
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Título original: Kaze tachinu. Dirección y guión: Hayao Miyazaki. País: Japón. Año: 2013. Duración: 126 min. Género: Animación, biopic, drama. Producción: Toshio Suzuki. Música: Joe Hisaishi. Distribuidora: Vértigo Films. Estreno en Japón: 20 Julio 2013. Estreno en España: 25 abril 2014. G lo ria M a r í a To m á s y G a r ri do C a t e d r á t i c a h o n o ra r i a d e Bi oé ti c a U C A M
El título de esta obra maestra es el eco de una poesía de Paul Válery: “Le vent se lève!... Il faut tenter de vivre!” (“¡El viento se levanta!… ¡Hay que intentar vivir!”) en la que el poeta y filósofo hace una reflexión sobre la muerte y el sentido de la vida. El director Hayao Miyazaki (1941) —maestro del cine de animación japonés— la aprovecha para recrear la hermosa y verídica historia de Jiro Horikoshi, (1903-1982) en la que hace un homenaje a los soñadores e invita al espectador no solo a soñar sino a perseguir los valiosos ideales que la vida también ofrece. Ha recibido varios premios y fue nominada al Oscar a la Mejor Película de animación y se convirtió en la cinta más taquillera de 2013 en Japón. Y con razón, es la gran maravilla de Miyazaki, una auténtica obra maestra llena de belleza, sin paliativos. La llegada a la cima del cine de animación de este director no ha sido una empresa fácil ni rápida. La Segunda Guerra Mundial le marcó, aunque solo contara
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cinco años cuando terminó. De esos recuerdos asegura que «hay demasiadas cosas que no quiero recordar». Su padre trabajaba en una compañía de aviación, de ahí que haya mantenido su amor por el vuelo —tema omnipresente en sus películas—. Es conocido que cada película lleva muchas horas de dibujo a mano, y solo últimamente ha empezado a utilizar algo el ordenador. Sabe que el camino que ha escogido es de “alto riesgo, alta calidad, alto coste”, pero piensa que merece la pena. «Trabajo muy duro las líneas. Mis personajes puede que no sean tridimensionales, pero sus trazos están vivos. Y los colores son muy sutiles». Así, con la paciencia de un monje ante el códice miniado, Miyazaki ha convertido sus trabajos de animación en una profunda antropología poética que permite, a través de la narrativa histórica y de la belleza de planos, segundas lecturas de sus películas, en la que se divisa también aspectos de su propia biografía.
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el placer de volar El viento se levanta es un biopic basado en la novela del escritor Tatsuo Hori. Históricamente se sitúa desde el terremoto de Kanto —que destruyó Japón el año 1923— hasta algunos aspectos de la Segunda Guerra Mundial. Se narra, tal como hemos señalado, la historia del joven Jiro Horikoshi, ingeniero aeronáutico, al que desde siempre cautivaron los aviones y, más aún, el amor hacia Nahoko Satomi.
Es habitual que Miyazaki regale magia en sus filmes, desde todos los aspectos —visual, estilístico, narrativo, musical, etc.—; esta vez, todo eso se sublima y supera por la riqueza psicológica de los personajes que, con un realismo mucho mayor de lo habitual, invitan a mantener viva la memoria, tanto individual como social y a respetar las tradiciones familiares. En realidad hay una estupenda armonía entre sensibilidad y destreza.
Hubo cierta polémica para la realización del film dado que Horikoshi aportó originales diseños a los aviones de su país, particularmente los aviones de combate Mitsubishi A6M Zero —considerados los mejores aviones de la época por su maniobrabilidad y largo alcance— utilizados en el ataque a Pearl Harbor. En parte la película es arriesgada ya que el director aprovecha el personaje de Jiro para abordar sus preocupaciones filosóficas de esa época histórica, en la que el pueblo japonés se sumó al esfuerzo bélico por estar guiado por un gobierno nacionalista.
Para algunos críticos —y estamos de acuerdo— pueden diferenciarse en esta película dos partes; una onírica, que son los sueños de su protagonista por conseguir la libertad que supone volar; y una parte práctica que muestra el esfuerzo y dedicación de Jiro por construir el modelo de ese determinado avión. En ambas sobrevuela la historia de amor. El color varía según lo que se presenta, más ocre en el trabajo del ingeniero, azul —el cielo, con sus nubes algodonosas que se esparcen cuando las cruza el avión— y verde —el campo cuajado de hierba que se mueve con el viento—. Simbólicamente, Miyazaki invita a volar como también lo hizo en Porco Rosso y en El viaje de Chihiro. Es una invitación que pone las emociones en solfa. Un pacto que dura 130 minutos, pero de esos que uno se lleva consigo de equipaje en el alma tras la finalización del metraje. Un pacto zanjado en el convencimiento de que en el corazón humano late una verdad y una belleza en incorruptible armonía con la existencia. Rodríguez Chico subraya certeramente “la capacidad de Hayao Miyazaki para crear hermosos sueños de humanidad, con aviones y amores que surcan el cielo y que elevan la condición humana por encima de odios y mezquindades. Y la facilidad para alcanzar momentos mágicos, luminosos y positivos, que rebosan delicadeza y poesía”.
es un biopic basado en la novela del escritor Tatsuo Hori, en la que narra la historia del joven Jiro Horikoshi, ingeniero aeronáutico, al que desde siempre cautivaron los aviones 99
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altas cotas de romanticismo El crítico de cine José Jerónimo Martín vuelve a alabar la a este director que logra “adaptar a una trama realista y dramática —la infancia del miope Horikoshi, la Gran Depresión, la epidemia de tuberculosis, la entrada de Japón en la II Guerra Mundial…— con su depurado estilo naturalista, lleno de imaginativos recursos y con una arrebatadora capacidad poética. En este sentido, son fundamentales los sabrosos insertos oníricos, la mayoría de ellos protagonizados por el ingeniero aeronáutico italiano Gianni Caproni (1886-1957), al que Horikoshi admiraba profundamente. En este juego entre lo real y lo imaginado se asientan los grandes mensajes de la película, que exalta el trabajo bien hecho, subraya el carácter
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verdaderamente artístico de los ingenieros creativos, se conmueve ante el apasionado amor de Horikoshi hacia su enferma esposa y dibuja con trazos vigorosos el dilema moral del pacífico ingeniero ante el creciente uso belicista de sus diseños aeronáuticos. Este último, un planteamiento nítido en la película pero que ha generado una encendida polémica entre los grupos pacifistas japoneses”. Además, a lo largo del film se exalta el valor del trabajo bien hecho con paciencia, con ingenio, con constancia; la limpieza del amor apasionado por su novia y después su mujer con la unión tan sólida y delicada entre ellos, también en momentos no fáciles. Si el viento se levanta y se ama, se trabaja y se lucha, se permite que las adversidades no sean un finalidad de la vida, sino camino y maestras para vencer en la batalla de la vida
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Me ha encantado la ductilidad del director para aportar en el lugar oportuno citas de Valéry, Mann, Esopo, y también su pericia para introducir al espectador en interesantes problemas mecánicos y aerodinámicos. Destaca en este sentido, al menos para los no iniciados, que pueda inspirarse para un ágil avión en la curvatura de la espina de la caballa. Paul Válery
Podríamos terminar este recorrido recordando una frase de la película American beauty: “Cuesta seguir enfadado cuando hay tanta belleza en el mundo”. bn
si el viento se levanta y se ama, se trabaja y se lucha, las adversidades son un camino para vencer en la batalla de la vida
Hayao Miyazaki
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Gu a d a lup e
G arc í a
S án c h e z - C ol om er
Madre de familia numerosa
Llevamos poco tiempo de este nuevo año pero ya dudamos si seremos capaces o no de cumplir los propósitos que hicimos a finales del pasado: ir al gimnasio, dedicar más tiempo al cónyuge y a los hijos, ver menos tele y leer más…, lo que sea. Yo propongo algo más original: vivir la misa con más intensidad. Es una idea distinta, está al alcance de todos, ¡es gratis! Y, si la vivimos bien, recibimos regalos de Dios. Pero, ¿cómo se vive la misa “con intensidad”?
La liturgia es preciosa, basta con detenerse un momento y tener los ojos y los oídos bien abiertos para darse cuenta de que la Iglesia, Madre nuestra, ha previsto nuestras necesidades y las ha incluido en el acto más importante de la vida de un cristiano: la misa. Vamos a recorrerla de principio a fin con ojos de explorador, bien atentos para no perdernos nada y descubrir cosas nuevas. Los encuentros eucarísticos son siempre iguales, pero el amor los hace nuevos, únicos, como cuando se encuentran dos enamorados. Así vamos a iniciar nosotros este recorrido: ilusionados porque vamos a encontrarnos con el Amor de los amores.
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En tus huellas dejas luz Cuando nos invitan a una celebración nos sentimos muy honrados y nos vestimos lo más elegantemente que podemos. Las mujeres vamos a la peluquería, nos maquillamos, nos ponemos perfume y algunas joyas. Los hombres se afeitan y se peinan bien, comprueban que su traje está limpio y planchado, que la corbata combina con la camisa y que los zapatos están lustrosos. Y llegamos al lugar de reunión con varios minutos de antelación porque está feo hacer esperar al anfitrión o entrar cuando el evento ya ha empezado.
raspando la hora? ¿Y qué ropa nos ponemos: “la ropa de los domingos” —como dicen mis hijos pequeños— o vamos en chándal, en minifalda, con un escote que quita el hipo, en bermudas, en tirantes o en chancletas? Todo esto lo he visto, así que tú también. Una vez comprendido esto comencemos nuestra exploración.
Con procesión o sin ella, en una misa solemne en San Pedro del Vaticano o en la parroquia de tu barrio, ¡es la fiesta del Cordero! Siempre comienzo la misa cantando por dentro al Dios creador del universo, que me da la Y a misa, ¿cómo vamos? ¿Lle- vida y es mi Padre. El sacerdote gamos unos minutos antes besa el altar, hace la señal de la para recogernos en oración, o cruz y nos saluda.
luz para el mundo Para estar más presentables pedimos perdón a Dios por nuestras faltas —los pecados nos los perdonará Jesús cuando vayamos a confesarnos, durante la misa habrá sacerdotes disponibles— y acudimos a la Virgen, a los ángeles, a los santos y a los demás asistentes para que intercedan por nosotros. En el Gloria alabamos a Dios y después el sacerdote hace la oración colecta, es decir, recoge nuestras intenciones y las dirige a Dios Padre. Nos sentamos y escuchamos la Palabra de Dios, que en el Antiguo Testamento nos habla a través de la historia de Israel y los Profetas, y en el Nuevo Testamento a través de los Apóstoles. Puestos en pie escuchamos las palabras y acciones de Jesús. El celebrante nos explica la Palabra de Dios y nos da indicaciones prácticas para que podamos vivirla en nuestro día a día. Confesamos nuestra fe diciendo el Credo y rezamos unos por otros en la oración de los fieles.
En el ofertorio presentamos el pan y el vino, hacemos una colecta en favor de la Iglesia y oramos sobre las ofrendas para que Dios Padre las acepte con agrado. El sacerdote pronuncia una oración de acción de gracias y alabanza, extiende sus manos consagradas sobre las ofrendas e invoca al Espíritu Santo para que las transforme en cuerpo y sangre de Cristo. Repite las mismas palabras que dijo Jesús en la Última Cena y el pan y el vino, sin dejar de tener aspecto, tacto, forma, olor y sabor de pan y de vino, se convierten en el cuerpo y la sangre de Jesús. Esto lo lleva a cabo el Espíritu Santo en absoluto silencio y normalidad, sin rayos de luz, explosiones ni estruendos, por eso para creerlo hace falta fe.
Aclamamos este misterio, ofrecemos a Dios este sacrificio unidos a toda la Iglesia y pedimos por el Papa, los obispos, los difuntos y por nosotros mismos. El sacerdote ofrece a Dios Padre el cuerpo y la sangre de Dios Hijo en la unidad de Dios Espíritu Santo. Y nos preparamos para comulgar, ¡por fin!, rezando al Padre como Jesús nos enseñó a hacerlo. Nos deseamos unos a otros que la paz de Dios esté con nosotros siempre y nos acercamos llenos de gozo a comulgar.
En una misa solemne en San Pedro del Vaticano o en la parroquia de tu barrio, ¡es la fiesta del Cordero! 103
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Pan que da vida al mundo En la fila de la comunión podemos mirar el cogote o los zapatos del de delante o hacer comuniones espirituales, tardamos lo mismo pero no nos aprovecha igual. Tras unos minutos estando lo más cerca que podemos de Jesús, el sacerdote nos bendice “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” y se despide invitándonos a volver a nuestras actividades diarias llevando a Jesús en nosotros y viviendo esto que acabamos de celebrar. Hemos ido a tantas misas que nos hemos acostumbrado y no la valoramos. ¡A ver, que Jesús nos ama y nos invita a su casa y espera vernos sentados a su mesa! A las personas generalmente nos gusta “salir en la foto” y estar en primera fila. Pues en la misa tenemos asientos reservados, todos de primera fila y todos salimos en la foto que Dios verá, así que ¡no podemos faltar! Y nosotros, ¿vamos por cumplir, porque hay que llevar a los niños a catequesis? ¿Nos quedamos esperando en el coche o directamente ni vamos?… ¿O queremos corresponder al amor de Cristo y procuramos no perdernos ninguna de sus invitaciones y nos acicalamos, llegamos con tiempo y participamos? ¡Yo quiero eso! Aunque siempre me distraigo no dejo de desearlo. Catalina Emmerich dice que, durante el ofertorio, nuestros ángeles de la guarda van en procesión hacia el altar llevando nuestras
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ofrendas. Yo no sé si esto es verdad pero me gusta y me ayuda a tener más fe y más amor a Dios. Cuando era pequeña, en mi colegio nos enseñaron una canción que dice: “La misa es una fiesta muy alegre, la misa es una fiesta con Jesús”. Yo tenía ocho o nueve años y conocía la misa solo a nivel de Primera Comunión, pero no estaba nada de acuerdo con esas frases. Vamos a ver, ¿cómo puede ser la misa “una fiesta muy alegre”? ¡Si es el sacrificio de Jesús, su muerte en la cruz! No me gustaba nada la canción, me daba repelús y me parecía cruel, así que nunca la cantaba. Ni la he cantado hasta hace unas semanas, y ya tengo 41 años. Durante un retiro espiritual el sacerdote dijo algo, no recuerdo qué, que me hizo descubrir el quid de la cuestión: podemos vivir la misa como un auténtico fiestón. Cristo instituyó la Eucaristía, entre otras cosas, porque sabía que muchos amigos suyos de tiempos futuros habríamos querido estar con Él en el Gólgota, y como la misa no es un mero recuerdo de ese momento sino el sacrificio único del Calvario, realmente podemos estar allí y de hecho estamos. Además, en la misa no hay derramamiento —¡qué palabra más visual!— de la preciosa sangre del Señor, así que si me paro a pensar en todo esto, tengo que darle la razón a Cesáreo Gabaráin, autor de la canción:
“La misa es una fiesta muy alegre, la misa es una fiesta con Jesús. La misa es una fiesta que nos une, la misa es una fiesta con Jesús. Cada domingo celebramos que nuestro amigo nos salvó, que por amarnos dio su vida y resucitó. Con su palabra nos enseña, nos alimenta con su pan, nos compromete a ser amigos y a caminar.” bn
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Josué Villalón-AIN
China es dos veces más grande que Europa y tiene tres veces más habitantes, unos 1.300 millones; de los cuales doce millones son católicos. El Gobierno de China afirma que el derecho a la libertad religiosa está garantizado en su Constitución, pero lo cierto es que este país encabeza todos los rankings mundiales de persecución religiosa. El todopoderoso Partido Comunista Chino (PCCh), que gobierna de forma autoritaria, exige que la religión se adapte a su política. Constituido El PCCh es el gran abanderado como la primera podel comunismo ateo en el mundo, sin embargo, reconoce el cre- tencia económica del ciente interés de las religiones en mundo, China supoel pueblo chino e incluso que la ne un gran reto para religión aporta elementos armónicos a la sociedad. Por ejemplo, la Iglesia, que sufre en el caso de los católicos, existe una difícil situación la idea de “buen católico, buen por la injerencia del ciudadano”. También es verdad que en los últimos años la Igle- poder estatal. Pero a sia goza, respecto del pasado, de la vez se está vivienmayor libertad. Se calcula que el do una primavera de número de cristianos de distintas denominaciones en China es de la fe donde el catoaproximadamente cien millones licismo es cada vez y en aumento, lo que sobrepa- más numeroso. sa el número de militantes del PCCh, que es de unos 87 millones de miembros. Aun así, las autoridades siguen controlando con mano de hierro el funcionamiento interno de la Iglesia en nombre del patriotismo bajo el principio “amor a la patria, amor a la Iglesia”.
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luz para el mundo Para el Gobierno chino el derecho a la expresión religiosa no pertenece al individuo, sino que lo otorga el Estado y solo lo pueden expresar las personas registradas y en los lugares registrados por la Administración Estatal de Asuntos Religiosos (AEAR). Cualquier tipo de expresión religiosa fuera de estos parámetros se considera delictiva. Para llevar a cabo el control y garantizar que las distintas religiones se adhieran a la política del PCCh, el Gobierno creó las Asociaciones Patrióticas para cada una de las religiones oficiales del Estado: budismo, taoísmo, islam, catolicismo y protestantismo. En el caso de los católicos, el organismo de control se denomina Asociación Patriótica Católica China (APCCh).
Para poder cumplir con sus deberes (amor a la patria, evitar la influencia extranjera…) y hablar en público, los obispos deben unirse a la APCCh y ensalzar su objetivo que es establecer una Iglesia independiente de la Santa Sede. En teoría la pertenencia a la APCCh es voluntaria, en la práctica quien no la acepta se considera ilegal. Este organismo pretende crear una Iglesia autónoma e independiente, inconciliable con la doctrina católica que profesa que la Iglesia es “una, santa, católica y apostólica”. La comunión y la unidad son elementos esenciales e integrales de la Iglesia católica, por tanto, un proyecto de una Iglesia independiente de la Santa Sede es incompatible con la doctrina católica. Así lo recordó el Papa Benedicto XVI en una carta enviada a los fieles chinos en el año 2007, en la que pedía a las autoridades garantizar la libertad religiosa y la apertura al diálogo.
La respuesta de la APCCh fue intensificar sus acciones contra la unidad de la Iglesia, ordenando tres nuevos obispos sin el consentimiento de la Santa Sede e impedir la difusión de la carta, también se produjeron arrestos y sesiones políticas de mentalización y reeducación a sacerdotes “díscolos”. A su vez, este organismo obliga a las personas a asumir actitudes, realizar gestos y a adquirir compromisos que son contrarios a los dictámenes de su conciencia como católicos. Por lo tanto, las personas que no quieren someterse a la autoridad del partido, están fuera de la legalidad y, por ello, deben vivir su fe en clandestinidad. Todo esto ha causado divisiones y mucho sufrimiento entre los católicos, surgiendo una Iglesia oficial controlada por el gobierno y una Iglesia clandestina fiel a Roma que vive fuera de la ley, con fronteras muy delgadas entre ambas.
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El calvario Los últimos años la comunidad católica china ha padecido arrestos, detenciones, sesiones de reeducación, destrucción de iglesias, prohibiciones de actividades religiosas, multas y consagraciones episcopales ilícitas. La elección del Papa Francisco y el ascenso al poder del presidente Xi Jinping —considerado moderado— infundió esperanzas de cambio, pero en la práctica la situación se ha mantenido sin el menor cambio.
tes cuestiones eclesiales, incluido el nombramiento de obispos. Hay obispos que han sido ordenados sin el mandato pontificio y no han pedido la legitimación necesaria. Son obispos sometidos a la obediencia del partido. Para la doctrina de la Iglesia son ilegítimos y el Código de Derecho Canónico (art. 1382) establece graves sanciones, tanto para el que ordena como para el que recibe la ordenación (excomunión).
El PCCh teme que se produzca una alianza entre el activismo religioso y el activismo socio-político. Para asegurar el control de las religiones los departamentos de seguridad del Estado han recibido poderes más amplios para detener a sospechosos durante meses basándose en motivos de seguridad nacional, terrorismo o corrupción. Por otro lado, los funcionarios del Gobierno no desaprovechan la ocasión para quedarse con las tierras de la Iglesia católica, expropiar, extorsionar, y especular con ellas. Los funcionarios locales, protegidos por sus cargos en el PCCh se embolsan los beneficios de negocios con propiedades de la Iglesia Católica por un valor de 13.000 millones de euros. El Gobierno central, en los años 80 aprobó leyes para la restitución de las propiedades confiscadas a sus legítimos dueños, pero muchos funcionarios las ignoran.
Hay otros obispos que han recibido la ordenación episcopal sin el mandato pontificio, pero que después han solicitado que se les acoja en comunión con el Papa. El Papa, considerando la complejidad de la situación y la sinceridad de sus sentimientos, les ha legitimado. Por último, hay obispos que no quieren verse sometidos al control del Gobierno, que se mantienen fieles al Santo Padre y a la doctrina de la Iglesia y que, por lo tanto, han recibido su consagración clandestinamente. Estos obispos clandestinos no están reconocidos por el Gobierno y les esperan duras condiciones de vida e incluso la prisión o su “desaparición”.
En China hay personas no ordenadas e incluso no bautizadas que controlan y toman decisiones sobre importan-
A principio de 2013, con el anuncio de la abolición de los laogai (campos de trabajo forzoso para “reeducar mediante el trabajo”) y la reforma del código penal, por la que la policía no puede mantener a nadie en prisión sin cargos más de seis meses, muchos católicos esperaban que sus obispos y sacerdotes, presos sin cargos, quedarían libres. Esto no ha ocurrido.
Personas no ordenadas e incluso no bautizadas toman decisiones sobre cuestiones eclesiales, incluido el nombramiento de obispos sometidos al partido 108
luz para el mundo Algunos casos •
Obispo James Su Zhimin. Nacido en 1932. Arrestado en Xinji en 1997. Desde entonces no se tienen noticias suyas.
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Obispo Cosmas Shi Enxiang. Desde 1996 permanecía escondido hasta que lo arrestaron en Pekín en el año 2001. Desde entonces no se tienen noticias suyas.
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El P. Wang Chengli de la diócesis clandestina de Heze ha sido condenado a dos años de reeducación por el trabajo. El Gobierno no permite que reciba visitas de familiares ni de ninguna otra persona.
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Mons. Joseph Zan, obispo legítimo de Shanghai, murió bajo arresto domiciliario el 16 de marzo de 2014. Desde su nombramiento como obispo por San Juan Pablo II pasó el resto de su vida prisionero y el Gobierno nunca lo reconoció como obispo.
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Mons. Thaddeus Ma Daqin, nombrado por el Santo Padre como obispo auxiliar de Shanghai, al mismo tiempo que el Gobierno lo nombra obispo vicario de la diócesis. En el momento de su ordenación episcopal renuncia a la Asociación Patriótica Católica China. Desde entonces las autoridades chinas lo mantienen bajo arresto domiciliario.
Testigos de la esperanza La situación de la Iglesia católica en China de compleja y difícil pero también es justo añadir el adjetivo de sorprendente. A pesar de las dificultades y restricciones, el número de fieles no ha dejado de crecer. En 1949 los católicos en China eran tres millones, ahora son cuatro veces más. Se están produciendo muchas conversiones al catolicismo. Hay en el pueblo chino un despertar religioso. Durante años se ha impuesto la negación de Dios y el materialismo marxista, ahora hay una “gran sed de Dios”. Desde el año pasado, tanto el gigante asiático como la Santa Sede han manifestado su voluntad de mejorar sus relaciones diplomáticas, inexistentes desde 1951. Con motivo de la visita apostólica a Corea del Sur, las relaciones han dado un paso hacia delante, después de que China permitiera al avión en el que viajaba el Papa sobrevolar su espacio aéreo para llegar al país vecino, una circunstancia que Pekín no había permitido en ocasiones anteriores. Desde 1962, la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada da su apoyo a la Iglesia clandestina en China. Para mayor información, visite la web de AIN: www.ayudaalaiglesianecesitada.org
A pesar de las restricciones hay en el pueblo chino un despertar religioso; durante años se ha impuesto el materialismo marxista y ahora hay una “gran sed de Dios”
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Alfonso López Quintás es catedrático emérito de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de Madrid, de L’Academie Internationale de l’Art (Suiza) y de la International Society of Philosophie (Armenia); cofundador en 1970 del Seminario Xavier Zubiri y, en 1987, de la Escuela de Pensamiento y Creatividad (EPC), proyecto formativo con gran presencia en España e Iberoamérica.
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Ha dado numerosos cursos y conferencias en diversas naciones y escrito más de cincuenta obras de filosofía, teoría de la creatividad y pedagogía. Esta amplia labor se ha dirigido, desde el principio, a realizar una misión muy determinada: elaborar un método de enseñanza adecuado a la infancia y la juventud actuales. Este método lo expone en varias obras y, de modo especial, en tres cursos online que, avalados por la universidad madrileña Francisco de Vitoria, ofrecen a quienes los realicen el título de Experto universitario en creatividad y valores. Vale la pena conocer esta oferta, fruto de tan generoso esfuerzo.
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Usted promueve desde hace años, en España e Iberoamérica, un proyecto formativo denominado “Escuela de Pensamiento y Creatividad”. En una gran universidad privada de México se creó una “Cátedra de creatividad y valores” que lleva su nombre, y en diversas universidades se están dando cursos en la línea de esta Escuela, caracterizada por su peculiar método de enseñanza. Esos cursos los está ofreciendo usted on line, con notable provecho —al parecer— para quienes los realizan. ¿Cuál es su finalidad? Ofrecer a niños y jóvenes el tipo de formación que los padres suelen desear para sus hijos. Un joven de unos 18 años hizo en TVE esta declaración: «Hasta hace poco yo era totalmente feliz: adoraba a mi madre, con la que vivía; admiraba a mi novia, disfrutaba con mi carrera. Pero un mal día me entregué al juego de azar, y me convertí rápidamente en un adicto, un enfermo del juego, un ludópata. Y, desde entonces, ni mi madre, ni mi novia ni mi carrera me interesan nada; solo me interesa seguir jugando. Y lo que más rabia me da es que todo lo hice libremente, y ahora me veo convertido en un esclavo». El pobre chico se expresó con una infinita tristeza y terminó con las manos cruzadas, como si estuviera esposado. ¿Qué tipo de educación hubiera querido su madre que le hubieran dado? lo llevé para mi casa. Al acabarlo pensé: “Yo creo en Dios”.
Sin duda, una formación que lo alertara de los peligros de la adicción… Ciertamente. Pero esa alerta debe extenderse a otras cuestiones, por ejemplo la necesidad de conocer las diversas formas de libertad y ejercitar sobre todo las formas más valiosas. Los padres sugieren a sus hijos lo que pueden hacer y lo que deben evitar. Esos niños acaban intuyendo que unas acciones son convenientes para ellos y para los demás, pero otras no. Y se ven llevados a seguir las instrucciones de sus mayores, es decir, a obedecer. Pero llega la adolescencia y se acrecienta su afán de actuar libremente. La libertad parece enfrentarse a la obediencia, y los jóvenes se ven enfrentados a un dilema: o lo uno o lo otro. Un día, explicaba en una clase las distintas formas de libertad. De pronto, una joven alumna levantó la mano y me dijo con tono amable: «Profesor, no se fatigue, pues todo es más sencillo. La libertad y las normas se oponen; y, como yo prefiero la libertad, me quedo con ella y aparco las normas». Le respondí, muy tranquilo: «Señorita, estoy de acuerdo con usted, pero solo en el nivel 1, cuando ejercitamos la libertad de maniobra, la libertad para hacer lo que nos viene en gana. En el nivel 2 —el de la creatividad y el encuentro— sucede todo lo contrario: la libertad y las normas se enriquecen mutuamente. ¿Ha visto alguna vez tocar a Daniel Barenboim los conciertos para piano y orquesta de Mozart? Obedece a la partitura, y cuanto más fiel le es, más libre se siente, es decir, más seguro en la interpretación, más elegante y expresivo. He aquí las cualidades de la libertad creativa. Ya tenemos una segunda forma de libertad, más elevada y fecunda. Intenta cantar a coro una obra polifónica. Verás cómo cada voz es independiente; el bajo no puede inmiscuirse en la actividad del tenor o la soprano, pero todos colaboran al mismo fin de interpretar bien la obra. A ninguno le interesa hacer lo que quiera al cantar; lo único que desean es cantar bien su parte y adaptarse a los demás con el fin de lograr una interpretación perfecta.
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libertad de maniobra y libertad creativa Me parece magnífico que hayamos descubierto una nueva forma de libertad que no se opone a la otra —la de maniobra—, sino que la enriquece. Tendemos mucho a oponer las distintas formas de actuar y olvidamos lo más importante: que en la vida nos desarrollamos al conjugar acciones de distinto valor. Yo puedo cantar y mis compañeros de coro también. Tenemos libertad de maniobra para interpretar una obra o no. Pero, si nos ponemos a ello, debemos hacerlo siguiendo las indicaciones de la partitura y del director. Al usar nuestra libertad para obedecer a quienes nos perfeccionan, coordinamos la libertad de maniobra y la libertad creativa, la libertad para dar vida a una obra. Esa coordinación es fuente de inmensa belleza.
Lo que no entiendo es que algo tan claro y prometedor como lo que acaba de explicar no suela ser reconocido por los jóvenes. Hablando en general, así sucede, y no sin motivo, pues la sociedad les ayuda poco a descubrir las diversas formas de libertad y su capacidad de integrarse y enriquecerse mutuamente. En cierto telediario de gran audiencia, un locutor dio la noticia de la muerte de la cantante Janes Joplin. Recordó que había sido considerada como “la reina blanca del blues” y, tras entregarse a toda suerte de drogas, había sucumbido por una sobredosis. Terminó diciendo: «¡Fue una mujer totalmente libre!». ¿Están los jóvenes de hoy preparados para advertir el tipo de manipulación que late en este mensaje?
Obviamente, los jóvenes están sometidos a todo género de afirmaciones y sugerencias, y, para discernir de entre ellas cuáles son constructivas y cuáles negativas se requiere una preparación muy aquilatada. Sí, necesitan una preparación sólida que solo es posible si los formadores disponen de un método adecuado. Recuerdo que, en un programa memorable de TVE, dos grupos de jóvenes discutieron sobre el tema del amor humano. Un grupo defendía el amor libre de toda traba y cauce. El otro era también partidario de un amor libre, pero libre para crear un verdadero encuentro entre quienes lo profesan. Precisaban los conceptos, distinguían los diversos niveles en que podemos movernos al actuar, mostraban un singular poder de discernimiento. Al día siguiente, toda España se preguntaba de dónde procedían estos jóvenes tan sorprendentemente maduros. La respuesta era sencilla. Habían realizado un curso de la Escuela de Pensamiento y Creatividad.
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el ideal de la unidad ¿Cuál es el contenido de ese curso? No se trata solo de aprender determinados contenidos, sino de hacer una experiencia que moviliza el entendimiento y la voluntad, la capacidad de razonar y la de sentir. Es la experiencia de realizar doce descubrimientos, que culminan en la experiencia del encuentro y del ideal auténtico de la vida. Cuando un niño, un adolescente, un joven descubren lo que significa encontrarse con una obra de arte y una persona, y, al experimentar los frutos de tal encuentro, descubre que el ideal de la vida es el ideal de la unidad —que va unido al de la bondad, la justicia, la belleza…—, da un salto decisivo hacia la formación personal. Le faltarán muchos contenidos que aprender y muchas experiencias que realizar, pero está orientado, se halla básicamente formado. Formado en el sentido profundo de que toda su vida se irá desarrollando bajo la inspiración de ese ideal que lo transforma todo: nos da sentido, capacidad creativa, energía para crear relaciones y desarrollar cabalmente nuestra afectividad…
Seguramente, los otros dos cursos complementan lo asumido en este primero… Lógicamente. En el segundo curso se aplica el método a varias tareas del mayor interés formativo para niños y jóvenes. Les enseña cómo convertir las obras literarias y cinematográficas de calidad en otras tantas lecciones de ética, les descubre el insospechado poder formativo de la buena música y de las artes plásticas. Es un injustificado desperdicio dedicar tanto tiempo a leer obras literarias, ver cine, oír música, y dejar de lado la capacidad de tales actividades para dar madurez a nuestra personalidad y abrirla a horizontes cada vez más elevados. La música, por ejemplo, es muchísimo más que una mera diversión, elevada y noble, ciertamente, pero mera diversión al fin y al cabo. El tercer curso ayuda al cursillista a dar un paso de gigante en su formación. Le permite a) descubrir por sí mismo claves para discernir cuándo lo que llamamos amor es mera pasión y cuándo se mueve en otro nivel más valioso; b) conocer los valores y asumirlos como principios de actuación personal, c) distinguir lúcidamente los procesos de vértigo —que destruyen la vida personal— de los procesos de éxtasis —que la construyen—, d) conservar la libertad interior frente a las astucias de la manipulación. Ningún niño, ningún joven debiera salir de las aulas sin saber exactamente qué significa manipular a las gentes a través del lenguaje, quién manipula, para qué lo hace y cómo; y, finalmente, qué antídoto tenemos a mano para neutralizar las técnicas de confusión movilizadas por los manipuladores.
no se trata solo de aprender determinados contenidos, sino de hacer una experiencia que moviliza el entendimiento y la voluntad, la capacidad de razonar y la de sentir
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fuerza en la mirada Parece un programa sumamente sugestivo… Sí lo es, afortunadamente. Y no solo sugestivo, sino muy eficaz. Puedo afirmarlo con decisión porque me he tomado la molestia de comprobarlo con distintas personas y en diversos países. A la eficacia del método se debe que muchos de los cursillistas nos digan al final que les “ha cambiado la vida”, su modo de afrontar los problemas, de plantear los temas y tomar decisiones… ¿Este método suyo se ha inspirado en las frecuentes declaraciones que ha hecho el Papa actual sobre la formación de los jóvenes? Sé que usted lo conoce personalmente y colabora con una institución que él dirigió durante muchos años: el Consudec, de Buenos Aires. Es para mí un honor haberlo conocido y haber sido invitado tres veces a dirigir el Curso de los rectores que convoca cada año el Consudec argentino. Durante varios días tuve el gusto de exponer mi método a unos tres mil directores de colegios de orientación católica. En una ocasión, el entonces cardenal Bergoglio tuvo la deferencia de recibirme en audiencia privada y animarme a continuar difundiendo dicho método. Recuerdo que, al despedirme, me puso la mano en el hombro y me dijo casi al oído: “Si tuviera dinero difundiría su método por todo el mundo”. Hasta el día de hoy, estas palabras me sirvieron de gran estímulo.
en una ocasión, el entonces cardenal Bergoglio me puso la mano en el hombro y me dijo casi al oído: “Si tuviera dinero difundiría su método por todo el mundo” 114
pasión por la Verdad, el Bien y la Belleza Supongo que conoce usted el libro del Papa publicado no hace mucho en España por Publicaciones Claretianas: “Educar: Exigencia y pasión. Desafíos para educadores cristianos”… Por supuesto. Este libro reproduce las conferencias que el entonces arzobispo de Buenos Aires solía dar a los directores de colegios que asistían a los cursos antedichos. A petición de la editorial, le hice una recensión muy cuidada, con objeto de subrayar las metas que nos propone a los educadores. No se limita Mons. Bergoglio a incentivar el logro de resultados: buenas calificaciones, conducta correcta, marcha ordenada de la vida académica… Promueve, además, el cultivo de verdaderos frutos: sobre todo, la maduración de la personalidad de los alumnos, tarea que implica integrar la mente y el corazón, elevar el pensamiento y comprometerse con la realidad, vincular la verdad con el amor, dar primacía al ser sobre el tener, a la actitud servicial sobre el afán de lograr una excelencia competitiva. En su afán de resolver los problemas por vía de elevación, no duda en delatar los fallos de la sociedad actual y mostrar como remedio la elaboración de una antropología profunda, que sepa intuir las implicaciones más hondas del ser humano —su enraizamiento en la familia, su necesidad de abrirse al tú y crear formas auténticas de encuentro y vida comunitaria, su apertura a la trascendencia religiosa.
fuerza en la mirada Consciente de que el mundo contemporáneo ha visto sacudidas sus certezas básicas, el arzobispo recomienda a sus educadores que “forjen ideas luminosas, para que, apropiándoselas, orienten a los jóvenes y a los niños por los campos de la vida, y ayuden a generar lazos y vínculos con personas, ideas y lugares, porque se crece alimentando pertenencias” (p. 25). Esta forja de ideas clave podemos realizarla si “vamos en busca de la sabiduría, siempre convencidos de su capacidad de conmover y enamorar” (p. 103). De ahí la recomendación cordial a los educadores: “Tengan pasión por la Verdad, el Bien, la belleza” (p. 25). En fecha más cercana —la Jornada Mundial de la Juventud de Rio de Janeiro—, el Santo Padre destacó la necesidad de superar la manipulación y promover la cultura del encuentro. Ambos temas son tratados a fondo en mi proyecto formativo. ¿Le influyó el pensamiento del Papa en la elaboración de su método? Directamente no, pues, cuando lo conocí ya estaba mi método fraguado. La afinidad con su pensamiento procede, tal vez, del hecho de que ambos somos discípulos de Romano Guardini, como ocurre también con Benedicto XVI. Guardini dedicó su vida a encontrar un método de difusión del kerigma cristiano acorde a la sensibilidad de los jóvenes de la difícil época en que él ejerció su apostolado.
Mi empeño se dirige a elaborar un método y un estilo de pensar que nos dé lucidez y seguridad en momentos de alarmante desconcierto espiritual. Al leer el libro del Papa sentí la inmensa alegría de comprobar que las metas que él señala con su habitual agudeza se logran plenamente, una a una, si aplicamos el método que propongo, inspirado en una Pedagogía del descubrimiento y la admiración.
¿Podemos concluir que este método y sus aplicación a temas como el amor humano, el conocimiento de los valores, las tutorías escolares, la manipulación, la prevención de las adicciones —droga, alcohol, sexo, violenciason explicados ampliamente en los cursos online que está impartiendo? Así es, como se expone con cierta amplitud en la web www.cursos.epc-online.es bn
mi empeño se dirige a elaborar un método y un estilo de pensar que nos dé lucidez y seguridad en momentos de alarmante desconcierto espiritual
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Victoria Luque Vega - Periodista
Llegó sencilla, discreta, alegre, encantadora. Su intervención duró algo más de diez minutos, después vendrían las preguntas de los participantes en el evento, y las respuestas de esta joven recientemente conversa al catolicismo, hija de Isabel Preysler y de Carlos Falcó. Con 33 años cumplidos ( “la edad de Cristo”, dice), y una profundidad en la fe sorprendente, podría decirse que Tamara llegó, habló y venció. El encuentro fue en el salón de Actos de la Universidad San Pablo CEU-Montepríncipe. Ya en la puerta del aula se percibía una cierta expectación. Varios corrillos de estudiantes, también de profesores, esperaban la llegada de Tamara Falcó. Sería el capellán, Francisco Lerdo de Tejada, el encargado de presentar a esta mujer, cuanto menos, singular. En un abrir y cerrar de ojos, Tamara comienza a desvelar con voz ágil los vericuetos de una historia personal en la que no falta la herida, y la curación...:
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fuerza en la mirada Tamara Falcó «Provengo de una familia de padres separados, de hecho, mis padres ya estaban separados cuando me concibieron, a los tres años de tenerme a mí se volvieron separar y rehicieron sus vidas con otras personas. Yo nunca me he sentido identificada con la típica familia católica, porque aunque mis padres provienen de familias muy católicas, ellos no siguieron este camino; sí me bautizaron, y por tradición hice la primera comunión, pero ahí quedó todo. Mi padrastro (Miguel Boyer) era ateo, él había crecido creyendo que la religión era una superstición, en mi casa se valoraba mucho la ciencia, los logros del hombre eran el centro de todo. Veíamos como algo folclórico la Semana Santa, y este tiempo recuerdo que lo pasábamos siempre fuera de España... por aquel entonces no entendía lo que era la cruz, la prueba, etc. Sin embargo, en mi familia sí teníamos una base moral: no debíamos hacer el mal. Mi tío Miguel anduvo en política, fue ministro, y sin embargo tenía unas reglas morales muy estrictas, quería construir una sociedad mejor, nunca persiguió el dinero. Me acuerdo de una discusión acerca de la existencia de Dios, yo le decía, a ver tío Miguel, si la ciencia se basa en que todo ha de ser probado, ¿cómo pruebas tú que Dios no existe? Tu teoría se cae sola... y él me respondía: “Vale, si Dios existe, no estoy de acuerdo con él”. “¡Ah, bueno, pero eso es otra cosa!”, pensaba yo. También recuerdo otra discusión acerca del alma; mi madre sostenía que sí existía el alma y mi tío Miguel opinaba lo contrario, decía que nos comían los bichos y ahí se acababa todo. De todas formas, en ese momento de mi historia personal, estos temas me importaban poco. Yo seguía mi vida, con instintos, como un animal, y después sentía lo que se llama vacío óntico. Es decir, una vez que conseguía lo que quería, lo que pensaba que me iba a dar la felicidad, entonces, de repente, sentía un vacío tremendo. Me proponía unas metas, y cuando las conseguía experimentaba una insatisfacción tremenda. Era tremendamente infeliz. Y todavía la frustración crecía aún más cuando mi madre me decía: “Pero, ¿por qué eres infeliz, si lo tienes todo?”. Yo contestaba: “No lo sé, pero no soy feliz”. Ella había luchado muchísimo por conseguir cosas que a mí se me habían dado desde niña: un estatus social, dinero... Ella había luchado por ello y yo no. Y eso por lo que había luchado a mí no me estaba haciendo feliz, lo cual era muy frustrante».
Y continúa Tamara desbrozando el terreno en el que surge su encuentro personal con el Señor de la historia: «En este proceso, mi padre se separa por tercera vez, y tras decírmelo, me pide que le acompañe dos semanas al campo. Así que busqué un libro para leer en ese tiempo de verano. Entré en la Casa del Libro y vi una Biblia blanca y azul —esto lo he contado muchas veces— con una luz iluminándola, con una palmera dibujada —mi nombre significa “Palmera”— y un letrero que decía: “Biblia didáctica”. Letra grande, papel grueso, pensé: “Me la compro”. Y en casa comienzo a leer la Biblia por la primera página (explica entre risas) porque es un libro, y los libros se leen por el principio. El Génesis... Ah, qué bonito... Yo aún tenía mis dudas, yo venía de Darwin... Pero seguí leyendo. Llegué al campo, y seguía leyendo, seguía leyendo... Llegué a la parte de los Diez Mandamientos, y de repente me di cuenta: Si esto se hubiera seguido en mi familia, yo no habría hecho daño a nadie, y nadie me habría hecho daño a mí, porque lo que hasta entonces me había herido más era la división de mi familia. Porque la familia es lo que más te marca, es el núcleo de tu vida. Tanto me sorprendió que pensé: “¿De qué va este libro?”. Y seguí leyendo... Cuando ya llevaba varias horas encerrada en la habitación vino mi padre a ver si me ocurría algo..., y entonces le enseñé mi libro. Se empezó a reír y me dijo: “Yo no he sido muy religioso, pero tu abuela sí. Y estoy encantado de que leas la Biblia”. A mí esto me alentó porque hasta entonces yo había considerado la Biblia un libro prohibido. Ese verano, cuando llegué a la casa de mi otra familia, la cosa cambió... Llegué con el rosario, la Biblia, etc. y se preocuparon bastante aunque luego pensaron que sería una moda, algo pasajero... A partir entonces asistí a un retiro de los Carismáticos que para mí fue como un máster en catolicismo. Ahí me explicaron la diferencia entre el bien y el mal, comprendí la importancia del perdón, supe de la existencia del diablo... Y me entraron ganas de confesarme, de ir a misa, etc.; al año siguiente me confirmé».
«me proponía unas metas, y cuando las conseguía experimentaba una insatisfacción tremenda. Era muy infeliz» 117
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una nueva vida Tras esta intervención, se abre el turno de preguntas... ¿El sufrimiento aleja de Dios o puede ser una palanca para acercarme a Él? «El Padre Pío dice: “Sufrir es de todos, pero saber sufrir es de muy pocos”. Si pensamos que el de al lado no sufre, es mentira. Aquí sufrir, sufrimos todos. Y saber sufrir es lo complicado, porque hay gente que se rebela y rechaza el sufrimiento, otros, en cambio, ven en el sufrimiento la cruz de Jesús, y sufren con paciencia. Evidentemente, sufrir duele y es incómodo, y es normal sentirte abatido y abandonado, o miserable en esos momentos; pero también es verdad que creces espiritualmente. Hay en You Tube un vídeo del Padre Verlinde, donde habla de su experiencia con el yoga. El yoga te quita el sufrimiento, y eso es súper atrayente, porque ¿quién quiere sufrir?. ¡Una vida sin sufrimiento es la caña! Muchos consumen drogas, alcohol, etc., para evitar el sufrimiento... pero la cuestión es que con el yoga evitas el sufrimiento pero no puedes sentir amor. Y de eso se dio cuenta el P. Verlinde. El yoga propone el estado del nirvana, sin sentimientos; Jesús, en cambio propone una vida en la que sufres, pero también llena de amor».
¿En qué momento concreto has experimentado de una forma más fuerte el amor de Dios? «Un año más tarde del episodio de la separación de mi padre volví yo sola otra vez al campo con mi Biblia a rezar, y ahí tuve una experiencia de Dios impresionante. No sé si llegó a quince minutos, no sé muy bien lo que fue, pero debió ser algo parecido a una efusión del Espíritu, debió ser algo parecido a lo que es el cielo... No necesitaba comer, ni beber, experimenté la felicidad completa. Y eso es lo que me empuja a seguir. Fue perfecto, perfecto». Tras desvelar su experiencia más íntima, un silencio ensordecedor recorre la sala. Una mano se levanta, y una mujer de mediana edad, después de agradecerle su valentía por lo que acaba de compartir, le inquiere por la necesidad de vivir la fe en comunión. «Nadie puede vivir aislado la fe», dice. Tamara asiente con la cabeza, y explica: «A mí mi ángel de la guarda me ha ido conduciendo en cada momento de este proceso de conversión... He encontrado gente muy buena y todos han sido instrumento de Él. Cuando necesité las catequesis me encontré con los del Camino, después cambié de domicilio y de parroquia, y otras personas me ayudaron; todo va surgiendo con naturalidad. Mi madrina de Confirmación, por ejemplo, se ha convertido para mí en un apoyo vital y la conocí en unos ejercicios espirituales... Los Ejercicios son un buen plan para hacer con amigos, porque unen muchísimo a las personas que los hacen. Vas en plan sano, y hay momentos muy emotivos, conoces a personas muy interesantes, y acabas teniendo un montón de amigos; amigos de fe, que son, en realidad, los verdaderos amigos. A mí me gustan mucho los de los Carismáticos, porque están llenos de música, también los ignacianos, en silencio... Todos consiguen su objetivo, la renovación interior de la persona. Por otro lado, es cierto que todos somos atraídos hacia el bien, eso es verdad... El otro día, en el programa Viajando con Chester entrevistaban a Melendi. Y él hablaba de que en un momento determinado se
«mi ángel de la guarda me ha ido conduciendo en cada momento de este proceso de conversión... He encontrado gente muy buena y todos han sido instrumento de Él» 118
fuerza en la mirada dejó llevar por las drogas, y vio más tarde que ahí no hay verdad. Pero todos los que estáis aquí tenéis la oportunidad de conocer a Jesús, que es la Verdad, la única verdad. Hay gente que tiene fe y no habla por miedo, eso es como ser millonario y no compartirlo». La presencia de Dios en nuestro interior nos da condición de millonarios, y no nos enteramos. Ante esta realidad, una profesora cuestiona qué hacer ante la
cantidad ingente de universitarios que pasan por las aulas sin ser conscientes de que portan un tesoro, una verdad dentro de sí... La respuesta de Tamara no se hace esperar: «Rezar por ellos. Yo estoy segura de que hoy estoy aquí porque mi abuela rezó muchísimo por mí. Esto es como una carrera de relevos; si rezas, de repente ves que uno se acerca al capellán, y que ese lleva a otro a misa... La oración da pie a una cadena de conversiones».
un toque en el
corazón
¿qué te parece Medjugorje, lo conoces? «Cuando empezó mi conversión oí hablar de Medjugorje casi de inmediato, y al buscarlo en Google encontré el testimonio de María Vallejo Nájera. Me chocó muchísimo porque no conocía su historia. Me propuse ir, y después de muchos avatares, lo conseguí. Yo no vi a la Virgen María ni olí a rosas, pero subí descalza al Podbrdo y al Križevac y me impactó muchísimo la experiencia del cenáculo. Podría decirse que los frutos los vi después, a la vuelta de la peregrinación, porque ¡no podía parar de rezar! ¡Llevaba dieciocho horas rezando! La Iglesia no se ha pronunciado aún sobre lo que ocurre en Medjugorje pero conozco a mucha gente que le ha tocado el corazón. Hace poco un amigo mío se convirtió el último día del viaje, mirando la corona de espinas. De repente algo pasó, Jesús cambió su corazón, y ha vuelto exultante. Estas cosas pasan en Medjugorje con muchísima frecuencia». ¿Y qué es lo que hace a Tamara feliz? «Saberme hija de Dios me llena de felicidad —dice—: Disfruto más de todo. Hubo un momento en que me di cuenta de que me fustigaba muchísimo si no rezaba todo lo que creía que tenía que rezar..., pues no. He tenido que ir aprendiendo a ordenar estas cosas, ahora soy más paciente conmigo misma, hay veces que también descubro a Dios en un atardecer, en la naturaleza, en la gente. Me encanta cómo Dios me
habla a través de la gente, cómo cada persona es punto de luz... Antes no veía esto. Evidentemente necesito de la oración porque es fundamental, pero Dios te habla de muchísimas formas distintas. Es sorprendente cuando gente que está súper alejada de la Iglesia me dice: “Me encantaría conocer a alguien que me explicara más sobre Dios”. Me sorprende cómo Él llega a las personas más diversas, Él se encarga de tocar los corazones, y esto también es bonito. Ahí también está Dios. ¡Es que Él es Amor!». Y sobre la repercusión que ha tenido su encuentro con Cristo Jesús entre sus conocidos, Tamara explica: «Por una parte he encontrado una familia en la Iglesia, y por otra, entre mis conocidos hay quienes no comparten mi postura, pero lo considero normal. Si alguien me llega a decir hace cinco años que yo me convertiría al catolicismo, tampoco lo hubiera entendido. Creo que acercarse al Señor es un acto de voluntad, va sucediendo poco a poco y Él va actuando. Cuando no estás cerca del Señor te cansa todo, vas tirando de la vida, nada te llena...; pero al menos con la persona que siente ese vacío interior es posible dialogar, en cambio, con el que vive enviciado y no se da cuenta de ello, ¿cómo ayudarle? Honestamente, con estas personas me sale la misericordia; de todas formas, como dice san Pablo, yo estoy crucificada para ellos y ellos para mí. A ellos les parece que mi forma de vida está equivocada y a mí me ocurre lo mismo con ellos».
«es sorprendente cuando gente que está súper alejada de la Iglesia me dice: “Me encantaría conocer a alguien que me explicara más sobre Dios”» 119
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Dios nos quiere
felices
Otra persona del público le pregunta si ha tenido alguna vez la tentación de reengancharse con la gente de su entorno social, quizás por no verse tan diferente... Ella responde con sinceridad: «Es una tentación continua pensar que ellos se lo están pasando mejor o que su vida es más atractiva, pero me paro y lo medito y digo... ¡No! No es verdad, lo que me están vendiendo no es verdad. Es como si todo el mundo jugara al póker... Yo sé que lo que me venden no es verdad». Y enlaza con la forma en que se dio a conocer a través de los medios de comunicación que había dado un vuelco a su vida: «Mi conversión no fue ipso facto. Pasó un tiempo en el que todo fue madurando. Primero, a través de la Virgen, después Medjugorge, la oración... Todo surgió durante una conversación sobre la fe, entre un periodista de Motor, una periodista de El Mundo, y yo. Esta última me dijo: “¿Lo puedo publicar?”. Yo pensé: “Me van a inflar a tortas”. Pero a mí no me gusta que mis amigos se avergüencen de mí, y Jesús es mi amigo; además Él mismo lo dice: “Si os avergonzáis de mí, también yo me avergonzaré de vosotros”. Así que le dije: “Publícalo”. Pensé: “No tengo porqué esconderlo, además, como siempre se han metido conmigo por todo, así lo harán por algo en lo que creo”». Y pasa a narrar brevemente su intervención en el reality-show “We Love Tamara”, de Cosmopolitan TV: «Le dije a mi director espiritual: “Padre, me han ofrecido
un programa de Tv, pero no puedo hacerlo”. “¿Por qué?”, preguntó. “Porque es súper frívolo”. “Pero, ¿es pornográfico?”. “¡No, padre, no!”. “Entonces, ¿cuál es el problema?”, me contestó. Lo que él me quería hacer ver es que primero hay que discernir si ese trabajo constituye en sí una ocasión de pecado o no. Y si no es pecado, pues no es pecado. ¡Dios nos quiere felices y contentos!». Y a continuación Tamara se adentra en el valor del cuerpo como sacramento... ¡Casi nada!: «Hace poco hice un curso sobre la Teología del cuerpo de Juan Pablo II. Y os puedo decir que Juan Pablo II se dio cuenta en los años 70, al mismo tiempo que Hugh Hefner —el fundador de la revista Play Boy— de que el cuerpo no es malo. De hecho, el Papa intentó que se quitaran las sabanitas a las pinturas de la Capilla Sixtina, pero no pudo ser. En resumen, Hefner entregó el “cuerpo” a todo el mundo, y Juan Pablo II, por el contrario, dijo: “El cuerpo es bueno, pero hay que darlo correctamente”. Y escribió la Teología del Cuerpo. Él habla de cómo la relación entre un hombre y una mujer es un camino de santidad maravilloso. Al curso asistió un filósofo, hippy en los años 70, que tras descubrir que la Verdad está en el Evangelio se convirtió y posteriormente se casó. Y nos decía que en sus treinta años de matrimonio su relación con su mujer había cambiado completamente, que ahora tenía muchísima más intimidad con ella, que la dignidad de la persona puede ser llevada por Dios con el sacramento del Matrimonio a otro nivel. ¡Y el camino es tan bonito si se hace correctamente! Eso es el cielo en la tierra, así nos lo decía él». bn
«la dignidad de la persona puede ser llevada por Dios con el sacramento del Matrimonio a otro nivel. ¡Y el camino es tan bonito si se hace correctamente!»
Tamara Falcó
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Victoria Luque
NOVEDAD Otras publicaciones Un ángel de quince años
Gnosis y Teología Política
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fuerza en la mirada
Marta A. Guerrero Periodista
“La mejor manera de evangelizar a un joven es a través de otro joven”. Con estas palabras, el Papa Francisco se dirigía a todos los peregrinos de la JMJ de Río de Janeiro de 2013. Fiel al lema de aquella edición —“Id y haced discípulos de los pueblos” (cfr. Mt 28,19)— el Santo Padre nos interpelaba a los jóvenes para recordarnos nuestra llamada a la misión que tenemos de dar a conocer a Jesús con nuestra vida, “haciendo lío”.
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No puede ser fruto de la casualidad que, unos meses después de aquella JMJ, un grupo de veintidós universitarios de Madrid decidiesen pasar una semana en un pueblo de la sierra de Córdoba para cumplir con alegría el encargo del Papa. De este modo, Villanueva del Duque y sus habitantes eran testigos del nacimiento en España de un proyecto muy ilusionante: Misión País.
fuerza en la mirada
Impulsado por la juventud del Movimiento Apostólico de Schoenstatt, Misión País tiene sus orígenes en Chile y Portugal a principios de la primera década de este siglo. La iniciativa fue tan exitosa en aquellos países que los jóvenes schoenstattianos de España se sintieron llamados a importarla, y en febrero de 2014 visitaron este pueblecito cordobés con un doble objetivo: llevar a cabo una acción social y dar testimonio de su fe. La experiencia española también fue muy positiva. Tanto, que este 2015 se duplicaba la cifra de universitarios inscritos para pasar esta semana de misión en el mismo lugar de
la Sierra de Córdoba. Así, del 3 al 8 de febrero, casi cincuenta jóvenes volvieron a coordinarse con la parroquia de San Matero de Villanueva del Duque para llevar a cabo diversas actividades sociales mediante la visita a ancianos y enfermos, catequesis a niños, una obra de teatro, la grabación de un programa de radio, e incluso partidos de fútbol. También realizaron acciones evangelizadoras con algunos vecinos del pueblo que les recibían con una hospitalidad entrañable en sus casas. Sin lugar a dudas, los villaduqueños sorprendieron a los misioneros con su cálida acogida, entrega y servicialidad, ya que en todo momento estuvieron muy pendientes de que no les faltara nada.
amar es entregarse
“¿Arde tu corazón?” había sido el lema escogido para esta segunda edición de Misión País y, trascurridos estos días en Villanueva, era evidente que esta elección tampoco fue fruto de una casualidad. A estos jóvenes, como a los discípulos de Emaús, realmente les arde el corazón por Jesús. Ellos han experimentado el gozo inmenso del encuentro personal con Él y la alegría de Su presencia en sus vidas, una plenitud que no se pueden guardar para ellos solos. Por eso, también se sintieron sentido llamados a compartir este regalo de la fe con tantas personas a través de Misión País. Ahora bien, este sentimiento no es solo una llamada, también es una necesidad. “¡Ay de mí si no evangelizara!” (1 Co 9,16) rezaba la
segunda lectura de la misa del domingo, con la que finalizaba Misión País. Y es que, las sabias palabras de San Pablo recordaban a estos jóvenes que, al igual que nadie puede compartir aquello que no tiene, ellos no pueden guardarse para sí mismos aquello que se les ha regalado, aquello por lo que les arde el corazón: Cristo. Tal y como decía el Papa Francisco, hace falta una juventud que salga a la calle y haga lío. Necesitamos jóvenes con el corazón ardiente, que viva con esta actitud el día a día, en el estudio, en el trabajo, en la vida familiar, social y de fe. Se precisan jóvenes misioneros que prediquen y se den a ellos mismos en una entrega que tiene mucho sentido para Dios y que llena de plenitud sus vidas.
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fuerza en la mirada
de la mano de María
Estos universitarios reconocían que el secreto de su entrega, a través de Misión País, también es la Virgen. Aquella que “abre los corazones” y los prepara para que ardan por Cristo. María, la que los cautivó, acogió y quiso tal y como eran desde su Santuario, la que los educó en su regazo maternal y la que los envió a dar testimonio de su fe. Asimismo, como hizo en las Bodas de Caná, María es también la que tiene el poder de mover el corazón del Hijo para que el Hijo mueva el corazón del Padre.
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María es una de las bases de Misión País y así lo manifestaron los jóvenes, llevando en todo momento con ellos una imagen de la Virgen de Schoenstatt. Ellos se sienten hijos queridos e instrumentos de María, por eso, en todo momento, confiaron a su cuidado maternal los frutos de esta semana. Y una vez más, María, fiel, les acompañó en todas sus actividades y preparó los corazones de los jóvenes y los villaduqueños. Por eso, no es de extrañar que, transcurrida esta semana, todos los participantes de Misión País regresasen con el corazón ardiente a sus rutinas, no solo por la experiencia vivida todos juntos, sino también por el encuentro personal que muchos de ellos tuvieron con Cristo. bn
Suspensos
Un alumno interno se entera de sus desastrosas notas y manda un mensaje a su madre: “Mamá, muchos suspensos; prepara a papá”. A los dos días, justo antes de la inminente partida del hijo para sus vacaciones, la madre contesta: “Papá preparado; prepárate tú”.
Experimentando con arañas En una famosa serie de experimentos, el doctor Bacterio amaestró una araña para que reconociese su voz y se dirigiese hacia él. Primero puso la araña a un lado de una mesa y la llamó diciendo: “araña, ven aquí” y la araña cruzó la mesa. Tras cortarle una pata, el profesor volvió a colocar la araña al otro extremo de la mesa y volvió a llamarla; la araña volvió a cruzar la mesa, cojeando. En sucesivas etapas, el profesor fue cortando más y más patas, y la araña siempre cruzaba la mesa dirigiéndose hacia él cuando la llamaba, aunque cada vez con más dificultad y necesitando más tiempo. Finalmente el doc-
tor Bacterio le cortó las ocho patas, la puso en el extremo más alejado de la mesa y la llamó. La araña no se movió. Bacterio empezó a gritar con más fuerza, insistiendo durante un rato, pero la araña no hizo nada. La conclusión que sacó el profesor Bacterio de este experimento es que las arañas tienen las orejas en las patas.
La culpa es de la Coca-cola Un biólogo está experimentando sobre los efectos del alcohol. Un día se toma diez cubatas y se emborracha. A la semana siguiente se bebe diez vasos de ron con Coca-cola, y la vuelve a pillar. En sucesivas semanas va probando Coca-cola con vodka, wisqui, tequila… Y al final publica un artículo en el que afirma que lo que emborracha es la Coca-cola, que es lo único que tenían todos los experimentos en común.
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entretenimiento
Todo
perfecto
Después de que el sacerdote predicara acerca de que Dios lo hizo todo perfecto, se le acercó un hombre con una joroba, y le preguntó: —Padre, si Dios hizo todo perfecto, ¿por qué yo tengo esta joroba? El sacerdote le miró la joroba y exclamó: —Dios mío, ¡¡¡qué joroba tan perfecta le has hecho a este hombre!!!
Los sueños —Mi amor, anoche soñé que el domingo, por mi cumpleaños, me regalabas un anillo de diamantes, ¿qué significado tendrá ese sueño? —¡Tranquila, querida, que el domingo lo sabrás! Llega el esperado día y el esposo le entrega a su mujer un paquete envuelto en papel de regalo. Ella, muy emocionada, lo abre y encuentra un libro: “El significado de los sueños”.
Yerno afligido
La mujer está muy triste y preocupada porque su madre, ingresada en el hospital, sigue muy grave. Se dirige a su marido y le suplica que vaya a visitarla. El marido regresa a la hora y media y la esposa le pregunta: —¿Cómo está mi madre? El marido, muy serio y con voz grave, le dice: —En cualquier momento tu madre vuelve a vivir con nosotros. —¿Eso significa que está mejor?¿Qué fue lo que pasó? —No la pude ver, tiene prohibidas las visitas. Pero el médico de guardia me dijo: “Prepárese para lo peor”.
¡Zzz Zzz!¡Zzz Zzz! Una maestra pregunta a sus pequeños alumnos:
Duros de oído —Pero, señora, ¿qué hace su marido en el suelo?
—¿Por qué es necesario estar muy callados en la iglesia?
—Pues lo que nos dijo usted: tomar el medicamento.
—Porque algunas personas están durmiendo —responde una niña.
—Pero les dije que lo tomara a gotas. —¡Arrea! Nosotros entendimos a gatas.
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entretenimiento
El espejo Dos monjes están en la sala de espera de la vicaría. Uno dice: “Fíjate en los ancianos que son esos dos monjes que están en aquella esquina. Dentro de diez años seremos nosotros lo mismo”. El otro contesta: “Pero, estúpido. Si aquello es un espejo”.
! e t r e u f Qué Va un padre por la calle con su hijo y le dice un amigo: —¡Vaya músculos tiene tu hijo, Pepe! —Ya ves, y con siete años. —¿Cómo se hizo esa musculatura? —Cosas del médico. Me dijo que el niño tenia que coger peso y a coger pesas lo puse.
Puntualidad
—¿Cómo consigues que tus empleados lleguen puntuales al trabajo? —Sencillo, tengo treinta empleados pero solo veinte aparcamientos.
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entretenimiento mosaico
ÂżNo piensa vuesa merced que esta vida es difĂcil de vivir?
Querido Sancho, como no estĂĄs experimentado en las cosas del mundo, todas las cosas que tienen algo de dificultad te parecen imposibles.
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Oración
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Cuaresma: Tiempo de reflexión Yo te ofendo. Tú me perdonas. En mi soberbia me creo bueno. Con suave misericordia me muestras mi error. Quiero doblar mi rodilla ante ti y me lo impide mi altanería. ¡Señor! Nada puedo por mí mismo… Que el amor que mana de tu cruz disuelva la férrea dureza de mi pecado. Que mi corazón, deshecho en lágrimas, acoja gozoso y humilde la verdad de mi vida, que siempre quise ocultarte con mi hipócrita oración. Que mi alma descanse segura, mecida por tu Espíritu Santo. ¡Gracias, Señor, por estos cuarenta días para la acogida! Amén.
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