BuenaNueva nº 57

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mosaico

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mosaico

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hacia oriente

Tras el telón de fondo de un desierto árido y pedregoso, cerca de Qumrán, con las aguas muertas al oriente y el enclave habitado más bajo sobre el nivel del mar, signos inequívocos de un espacio que nos inunda, de un tiempo que nos agrede, de una historia que a veces nos espanta…, aparece de pronto el seductor: «Necesitas agua y pan para subsistir, y lo precisas ya». Una vorágine de sensaciones cobijan las necesidades más sensatas y elementales…, y se funden de repente con voluptuosidades y concupiscencias que se nos muestran básicas y urgentes. El discernimiento hace sonar la campanilla: «Por ahí no van los tiros…». Es ahora cuando debe descollar la fe, sobre la duda y el absurdo, entre las piedras tostadas por el sol que semejan panes. Las concupiscencias tienen la mala costumbre de alejarnos de la verdad. Sobre el canchal y la arena la cosa no se queda ahí, el compañero de viaje siempre alterna la seducción con la denuncia y el infundio: «No está Dios muy contento contigo…». Observas tu fragilidad, tus cuitas, y, enredado en la perplejidad y la confusión, llegas a pensar que no le falta razón. Y ahora desde el otero te muestra el poderío, la abundancia, el bienestar, la holgura… Los ojos se nos abren ensimismados en pírricas esperanzas perecederas y construimos un altar donde sacrificar nuestra alma. Avientan los ídolos los misterios arcanos, la entidad de la ley natural, la filiación y la herencia divinas…: «Todo esto sería tuyo…». El mundo con su urdimbre nos oculta lágrimas de amargura en el espíritu. Ahora llegamos a lo más alto del templo, y desde allí, desde esa altura, tu historia ¡es tan insípida, tan sencillamente anodina…! Ya en el atardecer, cuando el ánimo fatiga, cuando las escarchas agrietan la mirada, cuando las estrías surcan las vanidades y el cansancio ahuyenta la sonrisa, vuela de nuevo la incitación entre la angustia y el caos: «Debes hacer algo extraordinario en tu vida…, no parece que Dios esté muy contento contigo…». El impostor reaviva y magnifica en el presente los errores y debilidades del pasado, y así extingue el futuro y la eternidad…: «Siempre será igual». Y los ángeles están atentos para que tu pie no tropiece contra el empedrado. Miras a occidente, a Jerusalén, tienes una ardua subida, y seguro que el «ambiguo» querrá acompañarte. No se cansa, no ceja, no claudica…, siempre vuelve a la brega, «pues no parece que Dios esté muy contento contigo…». ¡Sí, sí que tú me amas, sí que tu me quieres! …Desde el vientre materno tú eres mi Dios. No te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme… Ya se alumbra con la aurora anaranjada de invierno las tenues luces de la ciudad de la paz y un silencio sumiso recorre el misterio de nuestras hondas debilidades… ¡Vamos camino hacia la Pascua!

Jorge L. Santana 3


arca de Noé

Habiendo el diablo perseguido treinta años a un matrimonio para que se divorciasen. Buscó a una vieja, asegurándole le daría unos zapatos nuevos si conseguía separar a los esposos. Convenidos, fue la vieja a buscar al marido, y le aseguró que su mujer quería a otro, y que para gozar libremente del amor, se había propuesto matarlo. Luego se fue a buscar a la mujer, y le dijo que su marido había resuelto buscar a otra. Solo tenéis un remedio para volver a ganar su amor, y es cortarle tres pelos de la barba cuando esté dormido, quemarlos, y darle a beber la ceniza. Volvió en seguida la vieja al marido, y le dijo –Estad advertido que esta noche vais a ser degollado por vuestra mujer. Haceos el dormido y observad. Aquella noche cuando la mujer creyó que su marido dormía trató de cortarle los tres pelos de la barba. Viéndola venir el marido con una navaja de afeitar en la mano, creyó que iba a degollarlo; se levantó furioso, y mató a su mujer con un puñal. Entonces el diablo para cumplir su palabra se presentó en el borde de un arroyo donde la vieja lavaba su camisa, y dándole los zapatos, le dijo. –Has hecho más en tres días que yo en treinta años.

De ahora en adelante no quiero acercarme a ti por si acaso. 4


El siglo pasado había en Francia un profesor insigne, Federico Ozanam; enseñaba en la Sorbona, era elocuente, estupendo. Tenía un amigo sacerdote, Lacordaire, que solía decir: —¡Este hombre es tan estupendo y tan bueno que se hará sacerdote y llegará a ser obispo! Pero no. Encontró a una señorita excelente y se casaron. A Lacordaire no le sentó bien y dijo: —jPobre Ozanam! ¡También él ha caído en la trampa! Dos años después, Lacordaire vino a Roma y fue recibido por Pío IX. —Venga, venga, padre —le dijo el Papa—, yo siempre había oído decir que Jesús instituyó siete sacramentos: ahora viene usted, me revuelve las cartas en la mesa, y me dice que ha instituido seis sacramentos y una trampa.

No, padre, el matrimonio no es una trampa, ¡es un gran sacramento!

Un viajero caminaba un día por la carretera cuando pasó junto a él como un rayo un caballo montado por un hombre de mirada torva y con sangre en las manos. Al cabo de unos minutos llegó un grupo de jinetes y le preguntaron si había visto pasar a alguien con sangre en las manos. “¿Quién es él?”, preguntó el viajante. “Un malhechor”, dijo el cabecilla del grupo. “¿Y lo perseguís para llevarlo ante la justicia?”. “No. Lo perseguimos para enseñarle el camino».

Solo la reconciliación salvará al mundo, no la justicia, que suele ser una forma de venganza. arca

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cantemos al Señor

Aleluya. Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento; alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza. Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras; alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas; alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. Todo ser que alienta alabe al Señor. ¡Aleluya!

Este salmo es una explosión de alabanza a Dios, y tiene unas características muy especiales.

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En primer lugar, el salmista es un hombre de una fe incontrovertible que se encuentra anonadado ante la inmensidad divina, por lo que prácticamente no tiene palabras para expresar todo lo que siente. Esto hace que prorrumpa en una invitación a la alabanza con una fuerza arrolladora, pero, también, con una brevedad pasmosa, pues así son las explosiones: imparables e instantáneas. Es una persona tocada muy especialmente por la gracia divina, llena de un gozo inefable, desbordante, del que quiere hacer partícipe a todo el mundo. No emplea razonamientos, no busca argumentos; nada de esto es necesario cuando, como él, se ha experimentado en el fondo del alma la alegría de la presencia del Todopoderoso.


cantemos al SeĂąor Si no se ha sentido la persona traspasada por el infinito amor que brota de todo lo creado y, por ello, arrastrada hacia la presencia de su Creador, es imposible proferir ningĂşn tipo de alabanza.

Salmo 150

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cantemos al Señor

Dios, todo lo ha hecho bien Dios, que todo lo ha hecho bien, se basta con su presencia para revestir todo de un amor pleno, pura donación, entrega absoluta y para siempre. Nadie puede negar la necesidad de este prorrumpir en alabanza que aconseja el autor del salmo porque, para él, es una evidencia que lleva impresa en la más hondo de su espíritu. Así es como, Dios, el ser infinito, el inabarcable, el que sobrepasa inmensamente hasta la más preclara inteligencia humana, deja asombrado al salmista que, aun falto de las palabras necesarias, no puede callar. Esto es lo único que sabe hacer: invitar a la alabanza a todos los vivientes.

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Comienza este derroche de entusiasmo proponiendo que se alabe a Dios “en su santuario” y “en su poderoso firmamento”. Sin embargo, hasta el salmista sabe que esta es una forma de hablar para entendernos entre nosotros, pues no hay ni santuario ni firmamento capaces de contener al Sumo Creador. Él emplea estas grandilocuentes expresiones, seguramente, para transmitir, en cierto modo, al espíritu del lector el asombro que él mismo siente ante la inmensidad divina. Así pasa con todo lo relativo a Dios que, a poco que nos percatáramos, habría de dejarnos con el ánimo en suspenso.

Dios, que todo lo ha hecho bien, se basta con su presencia para revestir todo de un amor pleno, pura donación, entrega absoluta y para siempre


cantemos al Señor

La alabanza brota del amor recibido El versículo segundo es un pueril intento, que el salmista sabe -de antemano- que es insuficiente, para ofrecer algún motivo que permita prorrumpir en ese canto de alabanza. Si esas “hazañas” y esa “grandeza” de Dios no se han visto con los ojos del alma, si no se ha sentido la persona traspasada por el infinito amor que brota de todo lo creado y, por ello, arrastrado hacia la presencia de su Creador, es imposible proferir ningún tipo de alabanza. Los versículos que van del tercero al quinto proponen un conjunto de instrumentos con los que la criatura pueda presentar ante su Creador la expresión de ese amor que anhela ofrecerle. También esto es insuficiente para patentizar la alabanza que se quiere hacer llegar al Todopoderoso. En realidad, con su literalidad se desea indicar que esa loa que se eleva al Señor ha de hacerse con todo lo más puro, noble y valioso que cada uno tenga en su corazón. Una vez más, no hay palabras para expresar este sentimiento. Por eso, el último versículo resume lo mejor que se quiere ofrecer al Señor: “¡Todo cuanto respira alabe a Yahvé!”

Rezar pausadamente con este salmo, meditarlo en el corazón recordando los motivos que cada uno puede tener para estar agradecido a su Creador, son actitudes muy necesarias para no verse envuelto en las redes de nuestras sociedades actuales que, con una tenacidad digna de mejor causa, no cejan en tratar de arrastrarnos a su perverso laicismo. Como católicos hemos de estar listos en todo momento para empuñar las armas que nos defiendan de la acometida de Satanás, tantas veces a través de alguno de nuestros hermanos caídos, a los que ha convertido en sus vencidos secuaces. Convencidos de que “si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?” y en oración constante con los salmos, podremos contraatacar para rescatar de las garras del Maligno a nuestros semejantes más débiles. Al fin y al cabo, nada hay en el mundo que prive sobre esta ocupación y, además, es una tarea impuesta por Jesucristo a todos sus seguidores: “Id y anunciad el Evangelio a todas las gentes”. bn

Salmo 150

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testigos de la verdad

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testigos de la verdad

Buenanueva

¿Cómo conocisteis el amor de Dios? Joaquín: Yo partía de una historia de sufrimiento por haber padecido abusos de pequeño. Esto me hizo vivir muy encerrado en mí mismo, con un juicio muy grande a Dios, a la Iglesia, y a todo lo que tuviera que ver con eso. A parte de que no aceptaba mi historia. Eso me llevó a alienaciones, querer escaparme de mi realidad, a meterme en líos…

Por una serie de circunstancias, me ofrecieron un trabajo en Palma de Mallorca. Allí, sin yo saberlo, ni buscarlos, me fui dando cuenta de que el Señor me fue acercando a la Iglesia, y presentándomela como algo bueno, donde yo recibí una palabra de amor. Antes la veía como algo retrógrado, malo… En una convivencia, escuché que allí se hablaba de sufrimiento, de vida, de cosas concretas, de mí… Me decían que Dios me amaba…

Entrevista a Joaquín y Consuelo padres de 13 hijos

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Vuestra última hija vino con problemas importantes ¿cómo habéis vivido este acontecimiento? ¿¡Cómo es posible, si yo no me soporto a mí mismo!? Consuelo: Yo vivía en Palma, y desde pequeña había ido a la iglesia un poco obligada, pero no veía que me hiciera un bien. Yo veía a mis amigos que no iban y eran aparentemente más felices. Además yo era una niña muy enfermiza, era la tercera de cinco hermanos, y yo cogía todo. Tenía ausencias epilépticas que no aceptaba. No entendía por qué no podía ser normal, como las otras niñas. Tuve una apendicitis que me puso al borde de la muerte, pero me salvé y allí vi la mano de Dios. Después Dios, a través e la historia me dio una familia, unos hijos… De la debilidad de mi infancia, resulta que sacó fortaleza para tener 13 hijos.

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Joaquín: ¡Dios ha hecho tantas cosas, que parece que nos ha acostumbrado a los milagros! En el caso de Lucía, nosotros no esperábamos que viniera con Síndrome de Down. Nunca nos quisimos hacer amniocentesis, porque sabemos que solo se encaminan a plantear el aborto. Cuando la niña nació, la doctora nos dijo con mucho recelo que la niña era Down. Recuerdo que le dije: “Muy bien. ¿Y qué? Esta niña será querida y aceptada y recibida como los demás hermanos”. Ni me rebelé, ni me reboté. Luego hemos visto que ha sido un bien para nosotros. Lo vemos como una muestra del amor de Dios. Sabemos que detrás está el Padre. La niña vino con muchos problemas. Hemos estado en la UCI un mes y medio. Y ha sido mucho sufrimiento; muy duro, verla un día bien y otro que se iba al cielo.


testigos de la verdad Consuelo: Nosotros no sabíamos nada, solo que los últimos tiempos me hacían ecografías para ver algo que no parecía normal en los riñones. Pero entonces pensamos: “Si Dios nos manda esta hija, será por algo bueno… que iba a hacer algo bueno en nuestra familia”. Un día nos decían que iba bien, otro día, que fatal… varias veces estuvo a punto de morir. Pasamos momentos muy difíciles. Nos agarramos a la oración. Los hijos son de Dios, al fin y al cabo. Si nos la dio, nos la puede quitar. Después de mes y medio, se recuperó de forma milagrosa.

¿Cómo fue el proceso hospitalario? Joaquín: Nos mandaron inmediatamente a Madrid, porque en Soria, el servicio de pediatría no era el adecuado. Así que, recién dada a luz, sin haberse recuperado la madre, nos enviaron a Madrid. Podía durar dos horas o 10 días, pero estaba muy mal. Además, el seguro no me cubría el hospital en Madrid. Y yo pensaba: “Señor, Señor… ¿cómo afronto yo esto después?” Y fuimos nosotros en nuestro coche particular y la niña en la ambulancia, en una UVI móvil. El Señor nos mandó a Montepríncipe, hospital de referencia. Allí nos dijeron que la niña tenía más complicaciones, que había que intervenir inmediatamente para hacer una colostomía. Aquello nos cayó como un jarro de agua fría. Tenía muchas alteraciones cardiacas, aórticas, ventriculares, hubo un momento en que ni los médicos se ponían de acuerdo en qué tenían que operar, … Durante este tiempo le pusieron un sinfín de medicamentos. Después se programó la intervención cardiaca. Nosotros rezábamos continuamente y recibíamos consuelo en la oración.

Allí os encontrasteis con otros padres que estaban pasando por situaciones similares ¿cómo fue esta experiencia? Joaquín: Yo he visto a los otros padres muy enteros, que asumían la enfermedad de los niños, porque las cosas habían venido así. Me sorprendió verlos tan unidos. Se palpaba la comunión entre ellos en el sufrimiento, aunque bien es cierto que no mencionaban nunca la posibilidad de que algún bebé falleciera. Nosotros teníamos la fe, una esperanza. Veíamos que somos administradores de la vida de nuestra hija. Que la vida es de Dios y si Él quería se la podía llevar en cualquier momento. Una psicóloga se ofreció a ayudarnos, y se lo agradecimos, pero no lo necesitábamos. Cuándo el Señor nos inspiró, dimos testimonio, palabra, e invitamos a rezar el rosario, aunque llorábamos, encontrábamos un consuelo enorme. No estábamos mal, a pesar de las malas noticias médicas: transfusiones, la niña llena de tubos y cables… Después dio un bajón, le fallaron los pulmones, le hicieron un cateterismo de 3 horas… Era Cristo mismo, sin poder defenderse… A algunos de aquellos padres les faltaba una esperanza. Lo aceptaban con la actitud de “no nos queda otra”. Pero no pensaban que aquello pudiera estar bien hecho. Consuelo: Yo lo pasé muy mal cuando se la llevaron a Madrid en la ambulancia, separándola de mí a las dos horas de nacer. Y yo iba en el coche con mucho dolor. La había llevado nueve meses conmigo y aquello fue muy duro. Luego en el hospital, no imaginas lo que puede haber en una UCI de niños hasta que no lo vives. Fueron momentos muy duros. La fe me ayudó mucho. Lo vives sabiendo que no eres tú el dueño de la vida.

Entrevista a Joaquín y Consuelo padres de 13 hijos

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testigos de la verdad ¿Vivisteis este acontecimiento tan duro con paz? ¿Os concedió Dios apoyaros en Él en todo el proceso? Joaquín: Esta experiencia nos ha ayudado a confirmar que el sufrimiento no tiene la última palabra. Humanamente es muy duro, pero Dios está ahí detrás y lo vives con paz. Yo nunca pensé que diría a un padre: “Voy a rezar por mi hija ¿Me permites que rece por el tuyo?” Dijo él: “Toda ayuda es buena”. Y aquello me salió de natural. La muerte no tiene la última palabra. No somos superhombres. Y a aquella abuela que invitamos a rezar el rosario con nosotros, que además tenía un cáncer. Se unió a nosotros a rezar por su nieto. Estuvimos viviendo en un lugar desconocido, en casa de unos hermanos que nos acogieron. Allí vimos la mano de Dios. Consuelo: Hasta las seis no nos dejaban entrar. En la UCI viví uno de los momentos más angustiosos cuando, después de una cura de la coloctomía, por el estrés, la niña sufrió una bradicardia muy severa. Se moría, y vi cómo intentaban reanimarla los médicos, todo el dispositivo que se montó. Entonces la tuvieron que volver a entubar. Este fue otro momento especialmente duro.

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¿Habéis visto en la niña un milagro de Dios, su nacimiento y cómo salió a delante? ¿Por qué Dios lo ha permitido? ¿Por qué ha hecho luego el milagro? Joaquín: Yo le preguntaba a Dios por qué, después de doce hijos, nos viene la decimotercera con este problema. Y veo que estábamos metidos ya en la rutina, muy fríos en el matrimonio y… con este acontecimiento, Dios nos ha removido como para decirnos: “Estoy aquí; os estáis olvidando; Yo soy; he hecho cosas en vuestra vida”. Esto ha sido bueno, no solo para nosotros, sino para nuestros hijos, para que veamos si estamos caminando, o nos hemos servido de Él.


testigos de la verdad Consuelo: Llega un momento en que te acomodas, te olvidas de lo que el Señor ha hecho por ti. A través de Lucía nos ha dicho: “Yo sigo estando aquí”. Joaquín: Llegábamos a la casa de noche destrozados; en 2 minutos me conectaba a facebook con la familia, para contarles las novedades.

Consuelo: Yo igual, Dios es grande con nosotros, porque nos ha cuidado. Nos hemos querido apartar y con esto nos ha reconducido, nos ha vuelto a agarrar de la mano. Vamos a hacer 24 años de matrimonio, hemos tenido muchos acontecimientos… Joaquín: Dios es amor, Dios es amor…bn

Ahí llegaban los comentarios con la visión del mundo: “Si está tan enferma, mejor que Dios se la lleve”… Esto es un acontecimiento de muerte para el mundo, pero para nosotros es una bendición. Él es el buen pastor. Yo voy a mi bola, y él viene a buscarme. Ha sido un acontecimiento que yo no me esperaba; estas cosas siempre pasan a otra gente. El mundo lo vive como la mano mala de Dios que está detrás, que “Dios no es bueno, por qué permite esto, etc…” Pero yo estoy de vuelta ya de esos argumentos. Consuelo: Aunque suene raro, yo estoy encantadísima con ella; ha traído un gran amor para nosotros en medio de nuestra vida y nuestro matrimonio, y para aferrarnos más fuertemente a Él y a la oración.

Entonces, después de lo que habéis vivido en este tiempo, ¿creéis que Dios ha sido bueno con vosotros? Joaquín: Ha sido bueno. Ha sido un padre. Siempre una palabra, un acto, un hermano, una comunidad. Yo solo he recibido bendiciones de Dios y de la Iglesia. Yo puedo decir que mi historia está bien hecha. Dios no me ha quitado nada. Está todo bien.

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echando las redes

Antonio Pavía · Misionero Comboniano

Pastores que han sido, primero llamados, después seducidos y envueltos, más aún, apresados por el fuego de Dios. Prisioneros de su Fuego con el que quedaron connaturalizados, lo que les permitió reconocerlo como el hábitat que Dios preparó para su alma. Pastores que personifican al Hombre Nuevo creado según Dios, como nos dice el apóstol Pablo (Ef 4,24). Tengo la casi certeza de que la mayoría de los que están leyendo estas líneas están pensando en las más altas cumbres de la mística, ésa que, según una forma errónea de entender la espiritualidad, está reservada a unos pocos elegidos; aquellos que, desatándose de todo lazo mundano, se perdieron entre montañas escarpadas para abrazarse a la más estricta soledad.

“Señor, ¿dónde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna…”

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echando las redes Por supuesto que habitar con el fuego devorador de Dios en la línea en que nos da a conocer la Escritura –por ejemplo, Is 33,14b– supone haber descubierto el alma mística que todos poseemos. Puesto que todos la tenemos, no es, pues, necesario retirarse, ni apartarse, ni esconderse en una cueva para poder alcanzar la intimidad con Dios. De hecho, los profundísimos e íntimos encuentros de hombres y mujeres con Dios que nos narran las Escrituras están marcados por el sello de la normalidad. Son encuentros que rezuman sencillez, simplicidad, y en los que se pone de relieve que el fuego de Dios, su llamada y misión forman un todo indisoluble, como podremos ver a continuación.

Seducidos por el Fuego Abordamos en primer lugar la llamada– misión de Moisés, el pastor de Israel que mejor refleja al Buen Pastor por excelencia, Jesucristo. Nos dice el autor del libro del Éxodo que un día, pastoreando las ovejas de Jetró, su suegro, vio en el monte Horeb una zarza envuelta en llamas (Éx 3,1 ss). Al principio no le llamó mucho la atención al ser algo relativamente normal en esos parajes tan cálidos. Sin embargo, algo mueve su curiosidad, y es que las llamas persisten, no sólo no se extinguen sino que son cada vez más consistentes; pasa de la curiosidad al asombro al constatar que, a pesar de la intensidad de las llamas, la zarza permanece como intacta.

Cautivados por el Fuego

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echando las redes Ante este fenómeno inusual, pasa del asombro a la acción, –todo camino de fe conlleva esta andadura – decide acercarse para saber el por qué la zarza no se extingue: “Dijo, pues, Moisés: Voy a acercarme para ver este extraño caso: por qué no se consume la zarza” (Éx 3,3). Al aproximarse a la zarza, oye una voz desde el fuego que pronuncia su nombre. Moisés no sabe cómo ni de qué manera sus pasos le han conducido junto a Dios; sin embargo es consciente de que está ante Él, de ahí su respuesta: “¡Heme aquí!” Vivencia muy parecida a la que siglos más tarde experimentará Jeremías: “¡Me has seducido, Yahvé, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido!” (Jr 20,7). Más adelante volveremos sobre esta experiencia del profeta, íntimo de Dios como pocos. Volvemos a Moisés. Parece como hechizado por el fuego de Dios. Sus pasos son bien nítidos: van de la curiosidad al asombro, del asombro a la decisión de acercarse, y es en este su aproximarse cuando la proclamación de su nombre atraviesa su alma. Moisés queda como envuelto por el fuego de la zarza, el pastor de ovejas pasa a ser pastor de Israel hacia la tierra prometida. Ésta es la riqueza existencial que pudo vislumbrar en una fracción de segundo al tiempo que descubrió, en el fuego –palabra que pronunció su nombre y lo llamó, la misión que se convertiría en la razón de su existencia. De ahí su ¡heme aquí, aquí estoy! A continuación el autor del libro del Éxodo desarrolla la misión que Dios le confía. Preciosa, sí, pero al principio –en el principio, como diría Juan (Jn 1,1) – el Fuego, la Palabra…

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Misión profética Heme aquí, aquí estoy, envíame, dice Isaías al oír la voz de Yahvé que clamaba: “¿A quién enviaré?” (Is 6,8). El heme aquí del profeta está recogido en un marco parecido al de Moisés. Si éste contempló la zarza ardiente sin consumirse, Isaías es testigo con sus propios ojos de la Gloria de Dios, que en la espiritualidad bíblica se identifica con su Fuego. Isaías queda paralizado por el miedo: entonces el Fuego se llega hasta él, hasta su boca (Is 6,7). Acto seguido recibe la misión profética, a la que responde ¡heme aquí!, como ya hemos visto. El paralelismo de la llamada de Isaías con la de Moisés no hay que rebuscarlo. El Espíritu Santo, que movió la pluma de los autores bíblicos, los ha hecho transparentes.

“Encontraba tus palabras, y yo las devoraba; eran tus palabras para mí un gozo y alegría de mi corazón, porque se me llamaba por tu Nombre, Señor y Dios mío”


echando las redes Entramos ahora en una faceta que podría causar extrañeza e incluso reservas bastante serias. Me refiero al hecho de que todo aquel que se acerca al Fuego termina siendo cautivado por Él, así es como hemos titulado este capítulo. Es cierto que esto nos puede poner un poco a la defensiva, ya que suena algo parecido a sumisión, e incluso prisión, estilo de vivir fanático que tienen su caldo de cultivo en las sectas de todo tipo. Abordamos el espinoso asunto, éste de llegar a ser rehenes del Fuego desde la experiencia de Jeremías, profeta del que ya anuncié que volveríamos a citar. Sondeemos su llamada y también sus reticencias, la exposición de sus dificultades –más bien impotencias – para aceptarla. Dios diluye todos sus razonamientos con una promesa acompañada de un hacer que dejan a Jeremías sin objeciones. Dios parte de una promesa: “¡No temas, que yo estoy contigo!”, que acompaña con un hacer: “Mira que pongo mis palabras en tu boca” (Jr 1,8–9).

El profeta es consciente de lo que ha recibido. De hecho llega a conocer el gusto, el saborear la Palabra de Dios. La confesión de este sabor que le llenaba las entrañas es toda una antología de la espiritualidad de la Palabra. No estudia las palabras de Dios, las devora –siguiendo su propia confesión – porque colman su corazón, todo su ser, de gozo y alegría indescriptible: “Encontraba tus palabras, y yo las devoraba; eran tus palabras para mí un gozo y alegría de mi corazón, porque se me llamaba por tu Nombre, Señor y Dios mío” (Jr 15,16).

Al límite de sus fuerzas Hasta ahí bien, incluso demasiado bien, hasta que su pueblo le sumerge en un baño de realidad. El profeta está aturdido, se queda atónito al comprobar que su anuncio profético –que suponía habría de ser acogido con gozo y alegría y, por supuesto, con gratitud por su pueblo – provoca el más brutal de los rechazos. El gozo de su predicación se ve desfigurado ante el oprobio que ésta le provoca. Nos lo cuenta desgarradoramente: “La palabra de Yahvé ha sido para mí oprobio y mofa cotidiana” (Jr 20,8b).

“Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido a mis huesos, y aunque yo trabajaba por ahogarlo, no podía” Cautivados por el Fuego

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echando las redes Nuestro buen amigo está sumido en el más cruel de los desconciertos. Su propia gente, el Israel que se enorgullece de ser el pueblo del oído, el único en toda la tierra a quien Dios se ha dirigido personalmente con su Palabra (Dt 4,35–37), ha pasado a ser su más acérrimo enemigo; la razón de esta enemistad y persecución es solamente una: las palabras que Dios ha puesto en su boca. Jeremías se desmorona, está al límite de sus fuerzas; es tal el estado de su abatimiento y hasta depresión que llega incluso a decir: ¡se acabó! “No volveré a recordarlo, ni hablaré más en su Nombre”. (Jr 20.9a). Lo dijo, pero no pudo hacerlo. Las palabras que Dios había puesto en su boca y que, con el tiempo, aprendió a saborear, se habían hecho Fuego en su interior: “Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido a mis huesos, y aunque yo trabajaba por ahogarlo, no podía” (Jr 20,9b).

Las cadenas no los sometieron Jeremías es prisionero, cautivo, del Fuego que había prendido en sus entrañas a causa de la Palabra. Por supuesto que, si se empeñase en ello, podría volver a vivir su vida como se le antojara, ajeno a la misión recibida. Podría, pero dejaría de ser ese “algo de Dios” que todo hombre que acoge la Palabra alberga en su alma. Puede, pues, pero no quiere. Tiene la sabiduría suficiente para abrazarse, con toda la pasión que le impulsa, al fuego que, como dirá siglos más tarde san Juan, “le hace semejante a Dios” (1Jn 3,2b). Además, si se arranca el Fuego de Dios que hace ya parte de su alma, ¿adónde iría con su vida? También aquí se adelantó a los apóstoles, en este caso a Pedro cuando, presentada la ocasión de volverse atrás en el seguimiento de Jesús como acababan de hacer muchos de sus discípulos (Jn 6,66), “no le quedó” más remedio que confesar: “Señor, ¿dónde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna…” (Jn 6,68). Prisionero Jeremías, prisioneros Pedro y los apóstoles. Prisioneros también todos aquellos que dejan que en sus entrañas habite el Fuego de Dios. Prisioneros del Fuego, de Dios, y sorprendentemente… libres; sí, grandiosamente libres para amar hasta la muerte a sus ovejas, aquellas a las que, por obra y gracia de Dios, hacen partícipes de la Vida que Él les ha concedido gratuitamente.

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echando las redes Son discípulos y son pastores, no tienen vuelta atrás. Es como si hubiesen dejado a sus espaldas las limitaciones de la muerte e introducidos en el Sabor de la Vida. En este caso, extinguir el Fuego supondría deshacer el ser, la razón de su vivir, y nadie en su sano juicio atenta contra sí mismo. Son prisioneros, son amantes, son pastores, son libres para ir a cualquier parte del mundo en busca de las ovejas que Dios les ha confiado. Son pastores según el corazón de Dios, los pastores que necesitan los hombres de todos los tiempos, nada les paraliza. En la misma línea de Jeremías, quien no podía extinguir el Fuego que se había hecho alma de su alma, situamos la respuesta que Pedro y Juan dieron al Sanedrín que pretendía impedirles predicar el Evangelio de Jesús: “No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hch 4,20).

No se trata de cabezonerías y menos aún de fanatismos. Es un “no podemos” que nos recuerda a Jeremías. De hecho proclaman a los ancianos del Sanedrín que no están dispuestos a renunciar a ser lo que son: hombres nuevos a causa de Jesucristo. Han visto, han oído y… son. Pretender que dejen de lado lo que han visto y oído, pretender que sus labios sean sellados, es pretender que se desentiendan del nuevo ser que han recibido del Resucitado (1P 1,3–4). No es, pues, cabezonería ni fanatismo, sino instinto de supervivencia; así entienden su ser pastores. No hay duda que el Fuego de Dios que habían recibido en Pentecostés (Hch 2,3) les hizo cautivos del Evangelio de la gracia con el que rompían las cadenas de los hombres, de todos los hombres; a todos los reconocían como hermanos suyos. No podemos concluir este capítulo sin mencionar a Pablo, quien, liberado por Jesucristo de la ley del pecado y de la muerte (Rm 8,2), se enorgullece de reconocerse prisionero del Espíritu Santo (Hch 20,22). Él le conducirá allí donde el Señor Jesús desea que predique su Evangelio, “el que irradia vida e inmortalidad” (2Tm 1,10). bn

Prisionero Jeremías, prisioneros Pedro y los apóstoles. Prisioneros también todos aquellos que dejan que en sus entrañas habite el Fuego de Dios. Cautivados por el Fuego

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educación para la vida

José Antonio Gris - Especialista en Psicología Clínica

La persona con trastorno paranoide de la personalidad tiene una suspicacia y desconfianza generalizada e inmotivada de los demás que le hace interpretar siempre que los demás tienen mala intención en sus pensamientos y conductas. Este mecanismo le altera completamente su afectividad. Tiende a ser muy radical en su interpretación de la realidad. Siempre piensa que los demás le van a engañar, o se van a aprovechar de él. Por este motivo, le cuesta mucho intimar o confiar en los demás. No tiene amigos de confianza. Se siente ofendido con frecuencia y sin motivo. Siente desprecio y rencor hacia todos y puede llegar a tener una ira o agresividad extrema.

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Sus celos son patológicos y piensa que su pareja le es infiel, aunque no tenga ninguna prueba. Son muy complicadas sus relaciones interpersonales. Con su desconfianza, provoca en los demás rechazo, y esto le confirma que los demás tienen siempre una mala intención, y llega a convencerse a sí mismo que todos le mienten. Tiene tendencia al rencor y a la ira cuando percibe la sensación de ridículo, de decepción, de desconsideración o desprecio.

Esto le genera muchos problemas intrapersonales e interpersonales. Puede llegar a pertenecer a algún grupo fanático o relacionarse con personas que comparten su visión paranoide de la realidad. Trastornos de personalidad como el narcisista, el antisocial o en obsesivo-compulsivo, pueden agravarse y terminar desarrollando como síndrome el trastorno paranoide de la personalidad. Personalidad paranoide

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educación para la vida Sus pensamientos más frecuentes son: • Desde que era niño, todos intentan engañarme. • Quieren aprovecharse de mis ideas. • Dice que es mi amigo, pero quiere hacerme daño. • No cuento a los demás nada privado porque pueden perjudicarme. • Desconfío siempre cuando alguien es agradable conmigo. • No reconocen lo que valgo, ya lo pagarán. • No saben lo inteligente que soy. • A mí nadie me engaña. • Nunca olvido ni perdono lo que me ha hecho. • Todos me critican y hablan de mí • No me valoran ni saben lo inteligente que soy. • No puedo fiarme ni de mi familia. • Nunca olvidaré: me insultan y me desprecian a escondidas. • Mi pareja tiene muchos amantes, me engaña.

Los trastornos asociados a esta personalidad son trastornos de ansiedad generalizada, afectivos, maníacos, delirios paranoides y trastornos esquizofrénicos. La DSM-5 lo define así:

F60.0 TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD PARANOIDE Desconfianza y suspicacia intensa frente a los demás, de tal manera que sus motivos se interpretan como malévolos, que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos contextos, y que se manifiesta por los síntomas siguientes: 1. Sospecha, sin base suficiente, de que los demás le explotan, causan daño o le decepcionan. 2. Preocupación con dudas injustificadas acerca de la lealtad o confianza de los amigos o colegas. 3. No confía en los demás por el miedo injustificado a que la información se utilice maliciosamente en su contra. 4. Lectura encubierta de significados denigrantes o amenazadores en comentarios o actos sin malicia. 5. Rencor persistente (no olvida los insultos, injurias o desaires). 6. Percepción de ataque a su carácter o reputación que no es apreciable por los demás y disposición a reaccionar rápidamente con enfado o a contraatacar. 7. Sospecha recurrente, sinjustificación, respecto a la fidelidad del cónyuge o pareja.

Siempre piensa que los demás le van a engañar, o se van a aprovechar de él. Por este motivo, le cuesta mucho intimar o confiar en los demás

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educación para la vida CUADRO CLÍNICO Podemos detectar el trastorno de personalidad paranoide por los siguientes síntomas: 1. Siempre está en guardia y a la defensiva, vigilante y atento a lo que dicen los demás. 2. Estado permanente de alerta porque piensa que los demás le critican. 3. Rechaza ser dependiente de otra persona. 4. No tiene capacidad para fiarse de nadie. 5. No soporta que alguien le influya o le controle. 6. Es provocador y narcisista con los demás. 7. Consigue exasperar e irritar a los más cercanos. 8. Está convencido de que nadie le aprecia. 9. Siente desprecio generalizado hacia todas las personas. 10. Busca significados y motivaciones ocultas en las conductas ajenas. 11. Es petulante y provocador. 12. Desprecia a todos los que triunfan. 13. Se siente menospreciado, maltratado, explotado, manipulado y amargado. 14. Sus relaciones interpersonales son muy conflictivas y difíciles. 15. Conspira contra los demás, aunque muchas veces no lo expresa. 16. Es escéptico y crítico, no cree en nada. 17. Tendencia al secretismo, a interrogar y a preocuparse por los planes secretos de los demás. 18. Se aísla y no comparte su intimidad. Así va desarrollando su estructura cognitiva delirante. 19. Es frío, sin sentido del humor y reacciona con enfado. 20. Le produce ansiedad su temor a que se aprovechen de él o a ser criticado. 21. Se siente traicionado por las personas que conoce. 22. Es hipersensible y vive en un estado crónico de tensión. 23. Intenta ocultar su emotividad y aparentar autocontrol. 24. No acepta nunca sus propios errores o debilidades. 25. Intenta mantener su autoestima criticando y juzgando los errores de los demás. 26. Es envidioso, hostil e irascible. 27. Se percibe como el mejor en todo, pero vive siempre amargado.

Está vigilante y en alerta porque piensa que los demás le engañan y tienen malas intenciones. No deja que nadie le influya o le controle

Personalidad paranoide

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educación para la vida Cuando el trastorno se agrava, es uno de los más desagradables. Por su conducta fuertemente defensiva, desconfiada e impulsividad agresiva, utiliza con frecuencia el mecanismo de proyección como mecanismo de defensa. Proyecta su desconfianza en los demás, les atribuye conductas indeseables que le sirven como justificación de la agresión o desprecio que siente hacia todos.

Con su desconfianza, provoca en los demás rechazo, y esto le confirma que los demás tienen siempre una mala intención, y llega a convencerse a sí mismo de que todos le mienten.

El trastorno paranoide tiene tres variantes: a) El paranoide-narcisista. Tiene una patológica autoimagen y un enorme sentimiento de superioridad. Llega a tener delirios de grandeza. Produce mucho rechazo en los demás. b) El paranoide-antisocial. Es más hostil. Humilla a los demás y llega a una suspicacia generalizada y conductas de espiar y perseguir. c) El paranoide-compulsivo. Es ambivalente, dependiente y asertivo. Es rígido, perfeccionista, tenso y hostil.

PROCESOS PSICOLÓGICOS FUNCIONALES 1. Procesos cognitivos. Está convencido de que los demás conspiran contra él, incluyendo a familiares, amigos y colegas. Se siente traicionado y piensa que su pareja le es infiel, sin la menor prueba. 2. Conducta interpersonal provocativa. No olvida el pasado, sino que siente rencor y hostilidad. Ve intenciones ocultas en los demás que le hacen desconfiar y se siente rechazado. 3. Expresividad defensiva. Está vigilante y en alerta porque piensa que los demás le engañan y tienen malas intenciones. No deja que nadie le influya o le controle. 4. Mecanismo de defensa. Proyecta su desconfianza y suspicacia en los demás. Está extremadamente en alerta y es hipercrítico en sus pensamientos. Las conductas de los demás las percibe como maliciosas.

PROCESOS PSICOLÓGICOS ESTRUCTURALES 1. Organización mental. Demasiado excitable y en tensión. Tiene muchas frustraciones internas, pero siempre culpa a los otros. 2. Estado de ánimo irascible. Es frío, taciturno, grosero y sin sentido del humor. Envidioso, con celos patológicos, se siente ofendido siempre y reacciona con ira. 3. Impulsos y conflictos. Se siente importante y más inteligente que los demás. En las conductas ajenas percibe desprecio y llega a tener impulsos de ira. Se aísla de los demás.

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educación para la vida

ETIOLOGÍA Hay varios factores que explican el desarrollo de esta personalidad: Los padres le sobrevaloraron y fueron muy indulgentes con sus errores. El niño no aprende a ser responsable en la relación interpersonal, ni a respetar los derechos, sentimientos y bienestar de los demás. Su excesivo autorreforzamiento le lleva a formar fantasías gloriosas sobre sí mismo, autoengañándose en sus ilusiones, aspiraciones y valía personal. Es un niño egoísta y engreído. De esta forma, sus compañeros le rechazan y va desarrollando muchos pensamientos de desconfianza y se hace muy suspicaz. Llegan a rechazar el control parental y social. La anticipación de posibles ataques de los demás, combinado con su arrogancia le producen muchas tensiones interpersonales y suspicacia generalizada. El rechazo de los demás le produce pensamientos irracionales de persecución, reivindicación, hostilidad y fantasías delirantes. Este mecanismo llega a producirle una conducta irracionalmente rígida e inflexible. El último mecanismo, es una conducta hipervigilante y se siente despreciado y engañado por todos. Se hace más displicente, frío, malhumorado y propenso a la ira.

TRATAMIENTO La terapia cognitiva-conductual (TCC) ha demostrado ser el tratamiento más eficaz. La TCC cambia los pensamientos y las conductas paranoides. Es un tratamiento muy eficaz pero complicado, porque el paciente paranoide puede experimentar sentimientos de desconfianza hacia el terapeuta. Sin tratamiento, esta enfermedad se cronifica. La terapia ha de ser intensiva. La confianza del paciente en el terapeuta es fundamental, por la suspicacia que genera el trastorno. Tan complicado resulta iniciar el tratamiento como mantenerlo, incluso con un nivel alto de confianza. En los casos más graves, pueden pensar que el terapeuta es un espía de su familia o pareja, y tienden a no confiar en la terapia. En estos casos, el paciente lleva toda su vida con los síntomas y la terapia es complicada y larga. bn

El rechazo de los demás le produce pensamientos irracionales de persecución, reivindicación, hostilidad y fantasías delirantes Personalidad paranoide

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educación para la vida

P. Alfonso López Quintás Catedrático universitario y académico

Una de las facetas relevantes de la vida afectiva es el sentimiento de pudor. Para captar su sentido, debemos integrar los niveles 1 y 2. En el puro nivel 1 no surge el sentimiento del pudor. Todas las partes del cuerpo tienen el mismo valor, en cuanto desempeñan el papel biológico asignado por la naturaleza. Por eso, en los análisis médicos se descubre uno con naturalidad, porque, en esa circunstancia, la desnudez tiene la pureza de lo originario. En el nivel 2, el sentimiento del pudor se alumbra y resalta cuando ponemos en relación el cuerpo y el sentido que cada una de sus partes adquiere en el juego de la vida personal diaria.

El pudor salvaguarda nuestra dignidad Entonces descubrimos que el pudor es la salvaguardia de la dignidad personal. No se trata de calcular la cantidad de ropa con que debemos cubrir el cuerpo, sino de dar a cada parte de éste su sentido peculiar, el que adquiere en el juego de las relaciones humanas. Vas en el tren y ves a una joven madre dando el pecho, discretamente, a su bebé. Te parece un gesto entrañable. Observas en un parque a una chica que muestra los pechos sin venir a cuento y

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te parece un gesto inadecuado, falto de la necesaria discreción. Parece que está regalando su intimidad, lo que supone una grave incoherencia. Hay partes del cuerpo humano que juegan un papel especial en las relaciones amorosas denominadas «íntimas». Es un contrasentido exhibirlas «públicamente», ya que poner algo íntimo a la vista de cualquiera es como invitarlo a tomar posesión de algo ajeno. Por eso se habla en estos casos de «provocación».


educación para la vida

Recordemos que la vista es, después del tacto, el sentido más posesivo. Es una especie de «tacto a distancia». Por eso dejarse ver es, en cierta medida, dejarse poseer. Como el poseer pertenece al nivel 1, dejarse ver significa un rebajamiento de la intimidad (nivel 2) al nivel 1. Evitar esa merma de la propia dignidad es la función del pudor, bien entendido.

El pudor vela las partes del cuerpo que denominamos «íntimas» por estar en relación directa con actos personales que no tienen sentido en la esfera pública, sino sólo en la esfera privada de la relación dual a la que está confiada la creación de nuevas vidas ¿Quién habla hoy en día del pudor?

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educación para la vida Conviene estar alerta ante el uso manipulador de los términos

El cuerpo es “la palabra del espíritu”

Ciertas personas estiman que la exhibición corpórea debe ser permitida porque la contraponen al tabú, no al pudor, con los valores positivos que éste encierra para el desarrollo de la personalidad humana. El término «tabú» apenas indica nada preciso: se limita a sugerir un ámbito de realidades o acciones prohibidas, intocables. Su misma oscuridad le confiere poder estratégico, porque el vocablo «prohibición» se opone a «permiso», «apertura», «libertad», vocablos que están cargados de prestigio en la sociedad actual. Esta contraposición deja al término «tabú» –y al término «pudor», en cuanto rehúye el exhibicionismo– en una situación desairada.

No faltan actualmente quienes parecen sentir complacencia en quebrantar las normas del pudor, a las que tachan de ñoñas y obsoletas. «El cuerpo no es malo –proclaman con énfasis-; todas sus partes tienen el mismo valor y deben contemplarse con normalidad».

Conviene, por ello, esforzarse en dar a cada término su sentido preciso. El pudor tiene un valor funcional, relativo al sentido que otorgamos a nuestra vida al relacionarnos con otras personas. La actitud pudorosa no trata sólo ni principalmente de ocultar algunas partes del cuerpo, sino de darles el trato respetuoso que merecen. El pudor vela las partes del cuerpo que denominamos «íntimas» por estar en relación directa con actos personales que no tienen sentido en la esfera pública, sino sólo en la esfera privada de la relación dual a la que está confiada la creación de nuevas vidas.

Los cuerpos no son únicamente algo material; son fuente de posibilidades, realidades expresivas vivificadas por ese hálito de vida enigmático que llamamos alma. No hay en el mundo ni un solo objeto o instrumento que tenga semejante poder de hacer presente a una persona 30

· En el nivel biológico, esta afirmación

es cierta. Cada parte del cuerpo realiza la función que le compete y está, por ello, plenamente justificada. De ahí que, según hemos visto, en las consultas médicas se muestre el cuerpo con toda espontaneidad, sin necesidad de sonrojarse, pues la desnudez presenta aquí un sentido ético positivo por ser necesaria para la curación de la persona.

· En el nivel lúdico o creativo, el cuerpo

es «la palabra del espíritu», el lugar viviente de la realización del hombre como persona. No es un útil a su servicio, ni un instrumento de instrumentos. Te doy la mano para saludarte y en ella vibra toda mi persona. Cuando dos personas se abrazan, no estamos sólo ante dos cuerpos que se entrelazan (nivel 1), sino, al mismo tiempo y en un nivel superior, ante dos personas que crean un campo de afecto mutuo (nivel 2). Esta simultaneidad es posible porque los cuerpos no son únicamente algo material; son fuente de posibilidades, realidades expresivas vivificadas por ese hálito de vida enigmático que llamamos alma. No hay en el mundo ni un solo objeto o instrumento que tenga semejante poder de hacer presente a una persona. Pensemos en la expresividad de un gesto, una sonrisa, una palabra amable..., y veremos que el cuerpo humano supera inmensamente todos los objetos, los útiles, los instrumentos, los materiales de un tipo u otro.


educación para la vida

Las páginas de los diarios y las revistas, así como las pantallas de cine y televisión vienen a ser gigantescos ojos de cerradura por los que millones de personas se adentran en la intimidad de otros seres ¿Quién habla hoy en día del pudor?

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crean una relación personal que debe estar cargada de sentido (nivel 2). En toda relación amorosa, el cuerpo juega un papel expresivo singular. No es una especie de trampolín para pasar hacia algo que está más allá de él, como cuando oímos o comunicamos una noticia. En este caso, lo importante es tomar nota de lo que se comunica. Apenas importa quién lo hace y de qué forma. En la relación amorosa, en cambio, el cuerpo se hace valer, es vehículo indispensable de la presencia de quienes manifiestan su afecto. El cuerpo participa activamente en las relaciones amorosas íntimas. Intimidad significa aquí que tú y yo estamos fundando una relación de encuentro en la cual tú no estás fuera de mí ni frente a mí. Los dos estamos en un mismo campo de interacción y enriquecimiento mutuo, y actuamos con espontaneidad, sinceridad, apertura de espíritu, confianza, fidelidad y cordialidad. Ese campo de juego común es para nosotros algo singular, irrepetible, incanjeable, único en el mundo. Por eso no puede ser comprendido de veras sino por quienes lo están creando en cada momento, pues el encuentro es fuente de luz, y, al encontrarnos, vamos descubriendo lo que somos, los ideales que impulsan nuestras vidas, los sentimientos que suscita nuestro trato, el sentido que va cobrando nuestra existencia.

La intimidad corpórea y el encuentro personal Si nos hacemos cargo del poder que tiene el cuerpo humano de remitir a realidades superiores que en él se hacen de algún modo presentes y en él actúan, advertiremos que, al unirse sexualmente dos personas, no realizan un mero ayuntamiento corpóreo (nivel 1);

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Lo que significa nuestra vida en la intimidad sólo nos es accesible a nosotros, no a quienes se encuentran fuera de ella. Consiguientemente, exhibir lo que sucede en ese recinto privado no tiene el menor sentido; es insensato. Puede tener un significado, en cuanto significa un incentivo erótico para quienes lo contemplan; pero no tiene sentido reducir una parcela de la vida privada de unas personas a mero incentivo para enardecer los instintos.


Una realidad digna de respeto en sí misma (nivel 2) es, con ello, degradada, rebajada a la condición de medio para unos fines (nivel 1). Figurémonos que en la puerta de una habitación de un hotel hay una cerradura a la antigua usanza, y se te ocurre contemplar a su través un acto íntimo realizado por una pareja. Si alguien te sorprende, te sonrojas, porque sabes que tal acción es indigna de una persona adulta. Lo es por carecer de sentido. Nadie te ha prohibido realizar semejante acto. Ni se trata, tampoco, de un tabú. Sencillamente, intuyes que tal gesto no tiene sentido, aunque tenga un significado: el de saciar una curiosidad morbosa. Lo que de verdad expresa el acto que contemplas sólo puede ser comprendido por quienes lo realizan. Contemplarlo desde fuera es sacarlo de contexto; constituye una profanación.

Por qué es degradante el exhibicionismo Tal profanación acontece a diario en ciertos espectáculos y medios de comunicación. Las páginas de los diarios y las revistas, así como las pantallas de cine y televisión vienen a ser gigantescos ojos de cerradura por los que millones de personas se adentran en la intimidad de otros seres. Como éstos suelen exhibirse voluntariamente a cambio de una gratificación económica, convierten su intimidad en un medio para lograr fines ajenos a la misma, la rebajan de rango, la envilecen, literalmente la prostituyen. Este verbo español procede del latino «prostituere», que significa exponer en público, poner en venta. Los espectadores debemos preguntarnos si es digno participar en tal proceso de envilecimiento. Recordemos que el sentido del tacto es el más posesivo. ¿Quién habla hoy en día del pudor?

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educación para la vida

Agarrar algo con la mano y «tenerlo en un puño» es signo de posesión (nivel 1). Al tacto le sigue en poder posesivo la mirada. «Si no lo veo, no lo creo», solemos decir, ya que ver equivale a palpar la realidad de algo. Por eso, dejarse ver es, en cierta medida, dejarse poseer. Y, viceversa, mirar supone un intento de poseer. Pero intentar poseer (nivel 1) lo que de por sí exige respeto, estima y colaboración (nivel 2) significa un rebajamiento injusto y presenta una condición sádica (niveles 1 y -1). Cuando Orfeo –en el conocido mito– recobró a su amada Eurídice del reino de los muertos, fue advertido de que, para retenerla junto a sí, debía abstenerse de mirar su rostro durante una noche. En la literatura y la mitología, la noche simboliza un período de prueba. Mirar indica el afán de poseer. El rostro es el lugar en que vibra el ser entero de una persona. A Orfeo se le vino a decir que, para crear una relación estable, auténtica, con Eurídice, debía renunciar al deseo de poseerla y adoptar una actitud respetuosa1. Ofrecer a las miradas ajenas las partes íntimas del cuerpo implica dejarse poseer en lo que tiene uno de más peculiar, propio y personal. Protegerse pudorosamente de miradas extrañas no indica «ñoñería, aceptación de tabúes, sometimiento a preceptos religiosos irracionales», como se dice a veces banalmente. Significa evitar que lo más genuino de la propia persona (nivel 2) sea rebajado de rango y convertido en pasto erótico (niveles 1 y -1). El pudor tiene un sentido eminentemente positivo. No consiste tanto en ocultar una parte de nuestra superficie corpórea cuanto en salvaguardarnos del uso irrespetuoso,

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manipulador, posesivo, de nuestras fuerzas creativas, a fin de estar disponibles para la creación de formas elevadas de unidad o encuentro. Con razón advierte Romano Guardini que «la raíz del pudor no reside en el cuerpo sino en el espíritu; no en los sentidos, sino en la persona»2. No tiene el menor sentido afirmar que se practica el exhibicionismo para «liberarse» de normas y tabúes, porque, si una norma es juiciosa y fomenta nuestro desarrollo personal, prescindir de ella supone perder las posibilidades creativas que nos otorga. Ofrecer la intimidad a un público anónimo, como si fuera un mero objeto de contemplación, un espectáculo, significa renunciar al encuentro personal. Constituye, por tanto, una degradación. A tal degradación se exponen quienes contemplan escenas fuertemente eróticas en las pantallas de televisión o cine. Si alguien piensa que este acto no es degradante porque las personas contempladas se exhiben libremente a cambio de una retribución pecuniaria, debe pensar que vender la intimidad significa rebajar el propio cuerpo a la condición de medio para el logro de un fin. La consecuencia de este envilecimiento, provocado por el vértigo de la ambición, es la tristeza y la amargura. Se comprende el rictus amargo de algunos rostros que figuran en las imágenes pornográficas3. bn

1 Sobre el significado del mito de Orfeo puede verse el comentario que realizo a la obra teatral Eurídice, de Jean Anouilh, en el libro Cómo formarse en ética a través de la literatura, Rialp, Madrid 32008, pp. 287-308. 2 Cf. La existencia del cristiano (BAC, Madrid 1997) 104; original: Die Existenz des Christen (Schöning, Paderborn 21977) 106. 3 Las ideas expuestas en este artículo se hallan fundamentadas y ampliadas en el libro del autor: El descubrimiento del amor auténtico, BAC, Madrid 2012, 103 páginas.



educaci贸n para la vida

M陋 Carmen Montaner Abasolo Dra. en Pedagog铆a y Coach Profesora de Religi贸n en el IES Orriols de Valencia

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educación para la vida Entre los acontecimientos políticos que estamos viviendo desde el principio de curso, aparece un punto de fricción sobre algo que en teoría a nadie debería importarle; se trata de una materia del sistema educativo, profundamente asentada y reconocida en Europa, que no crea problemas ni hace mal en los centros educativos, que además se elige voluntariamente, etc. Nos referimos a la materia de la Religión en la Escuela, una asignatura que nos prepara “para la vida”, y lo hace desde el entroncamiento con todas las demás materias. Efectivamente, aunque todo un puzle de piezas se articulan para “educar” --es decir, para acompañar y potenciar el crecimiento del educando como persona más libre y más completa en todos los aspectos--, de adultos constatamos que no hacemos integrales ni derivadas, ni aplicamos aquella definición de “sintagma nominal” o la memorización de fechas históricas..., en cambio, lo relacionado con la religión y la reflexión compartida que realizamos sobre ello surge una y otra vez a través de las noticias, al salir de casa y contemplar iglesias u otros templos, al asistir a una boda o a un funeral, etc.

En nuestras clases se piensa y habla de la vida y de la muerte, del entorno y de uno mismo... No solo pues por su función social ni por los derechos humanos; esencialmente, desde los objetivos educativos de la Escuela, se justifica cumplidamente la presencia de la materia de Religión. Los docentes de la misma, sabemos de su importancia y seguramente con hacer bien nuestro trabajo diario ya estamos más que ocupados, aunque, ineludiblemente, cuando alguien pretende usarnos como moneda de cambio nos podemos sentir afectados emocional y psíquicamente (no hablando aquí de lo laboral). Tratando de comprender, se me ocurre que quizá hay docentes que todavía, de modo reduccionista (e inmovilista), entienden la Educación como “enseñar”; y, en consecuencia, entre la suma de “enseñanzas”, piensan que de ciertas “marías” se podría prescindir. Quizá hay personas que imaginan que seguimos en los modelos pedagógicos conductuales de antaño y no perciben los muchos años de profesionalidad renovada, etc.

No solo por su función social ni por los derechos humanos; esencialmente, desde los objetivos educativos de la Escuela, se justifica cumplidamente la presencia de la Materia de Religión.

La autoestima en el profesorado de religión

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educación para la vida

EN CONTRASTE, EUROPA En los Encuentros europeos de profesorado de Religión (APPRECE) vivimos de cerca cómo se estructuran con toda naturalidad los Sistemas Educativos con las opciones de Enseñanza Religiosa Escolar (ERE) y sus Alternativas. A nadie se le ocurriría tener que razonar sobre los beneficios del saber religioso en contacto con los demás saberes para contribuir a formar la personalidad del educando desde la capacidad crítica, la dimensión simbólica, las preguntas de sentido... para el desarrollo integral y personalizador (objetivo de la educación). Es algo asumido sin más, desde el sentido común, las tradiciones y culturas, etc. Lo que se aborda en dichos Encuentros, desde la responsabilidad profesional, son temas de interés educativo, como los que se tratarán en el congreso que se celebrará próximamente en Viena bajo el título “Believing, Belonging and Behaving”, o en el anterior, celebrado en Malmo, donde abordamos el tema de la diversidad religiosa en las aulas. En cuanto a la confesionalidad del docente, independiente del porcentaje de presencia (en los países escandinavos, la gran mayoría es luterana, por ejemplo), desde la Pedagogía está de sobra demostrada la importancia de la “transmisión con emoción” para todo aprendizaje. Y añadiríamos: “con convicción de verdad y al mismo tiempo con respeto”, ya que tocamos los temas más esenciales de lo humano. En cuanto al argumento del adoctrinamiento, en estos Encuentros europeos, y en concreto en la experiencia más cercana de Finlandia (con quien mantenemos contacto personal de intercambio de experiencias docentes), no se percibe este tipo de discurso.

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Se acepta, sí, que en el proceso educativo hay una intencionalidad (si no, no es educación), pero el respeto absoluto al alumno y el enfoque hacia su “aprendizaje” más que hacia la “enseñanza” del docente, unidos al trabajo sinérgico entre docentes para que se superen los obstáculos y carencias, parece ser el camino que ofrece resultados de excelencia educativa. Seguramente en nuestro país, encontramos más de un ejemplo de docencia con carga ideológica y modas de pensamiento que se inculcan sin contrastes necesarios; siendo precisamente en la clase de religión, donde nuestro alumnado encuentra un reducto de sano criticismo, ampliación de perspectiva y expresión en libertad.

EL PROFESORADO DE RELIGIÓN

¿CÓMO NOS SENTIMOS? Quizá, como colectivo en comparación con otros, nos sentimos en algún sentido degradados, pero deseamos una paz educativa; seguramente no quisiéramos ser héroes sino simplemente miembros de un equipo de trabajo y trabajar con una dignificación acorde con la tarea que realizamos.

Desde la perspectiva cristiana, la autoestima se fundamenta en el sentirse persona amada por Dios.


educación para la vida Nos preguntamos sobre el estado de nuestra autoestima personal y profesional para afrontar las situaciones y comentarios a veces hirientes por el desprecio que suponen hacia nuestra profesión --ya de por sí no fácil. ¿Es posible mejorar la autoestima? ¿Cuál es la relación entre el sentir como personas y el quehacer como profesionales? Sabemos que la autoestima es necesaria para caminar por la vida y el trabajo; pues bien, en el ámbito educativo, más aún, constituye un pilar fundamental ya que no se puede ser modelo de referencia lleno de inseguridades y educar sin fortaleza (¿con qué autoridad?); máxime en una materia que pretende contribuir a la formación plena de la persona. Busquemos entonces el lado positivo: la autoestima se nos presenta como oportunidad porque nos mueve a buscar resortes interiores, mecanismos para superar obstáculos... (siempre que no se haya traspasado el umbral del burnt out o “estar quemado/a”). Por tratarse de una necesidad humana, es carta de navegación para la toma de conciencia y el compromiso en lo referente a:

– Valoración de lo que somos. Buscamos el refuerzo y afirmación de la propia personalidad e identidad. – Valoración de lo que hacemos. Aunque otros no nos reconozcan, somos conscientes de la importancia de la ERE, de nuestra labor educativa. – Valoración de lo que vivimos con los demás (alumnos/as, compañeros/as...). Decantándonos hacia un estilo docente más relacional y empático. De esta manera no sólo el estudiante, sino también el profesor/a se va a permitir crecer en autoestima y como persona. El potenciar el encuentro, las metodologías de colaboración y unidad, la ayuda por ponerse en la piel del otro..., desde lo más humano y trascendente, es lo que vivimos como amor o comunión.

La autoestima en el profesorado de religión

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educación para la vida LA AUTOESTIMA

PERSONAL La “autoestima”, de modo general, se refiere al estado psicológico que permite creer en sí mismo y que toda persona necesita para seguir adelante con sus planes y proyectos, su realización personal. El autoconcepto y la autoestima (ese juicio valorativo que hacemos sobre el primero), están íntimamente relacionados, son inherentes a todo individuo (no se puede no tener autoconcepto) y parecen estar llamados a la superación personal. La autoestima es variable y siempre se puede mejorar (como la educación, que dura toda la vida). No es un valor supremo, pero su carencia impide el crecimiento personal, por eso constituye un objetivo personal y educativo estimable (aunque la consideramos “una estación de paso, ya que, centrada en sí misma, puede llevar a una situación de hastío y atrapamiento). Existe una evolución de la autoestima en el sentido de la dependencia a la autonomía; es decir, de la influencia de los otros (referentes según la edad: familia, profesores, grupo de iguales) a la autoestima de competencia, a partir de la propia acción eficaz.

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No hemos de confundirla con otros conceptos como: amor propio (un deseo de autoafirmación que indica falta de autoestima), orgullo, vanagloria, vanidad, narcisismo, soberbia (concepto moral, no psicológico), etc. Desde la perspectiva cristiana, la autoestima se fundamenta en el sentirse persona amada por Dios. Y puesto que somos conscientes de la propia valía (inherente a todo ser humano, hijo/a de Dios: llevamos su Espíritu) actuamos en consecuencia (no al revés: actuar competentemente para demostrar que valemos). Ante las numerosas crisis actuales de narcisismo o la entrega a los demás sin capacidad de reciprocidad, el Evangelio pone el punto de equilibrio: Amarás al Señor tu Dios…y al prójimo “como a ti mismo” (Lc 10). Hay que amarse a sí mismo como a cualquier otro pobre miembro del cuerpo místico de Cristo, decía George Bernanos.


educación para la vida Aclaremos también que la “abnegación” que aparece en los evangelios no apunta a negarse a sí mismo/a sin más, sino negarse en favor del Reino; se trata de cambiar el “yo “por el “nosotros” (en Cristo).

Franco Voli propone cinco pilares de “la autoestima del profesor”, interrelacionados entre sí, susceptibles de mejora mediante la acción educativa (Voli, 1996). Los cinco pilares, aplicándolos al profesorado de religión, son:

LA AUTOESTIMA

PROFESIONAL Nos referimos a la autoestima que procede de la profesión que ejercemos. Diversos autores señalan el potencial del trabajo como medio para la mejora de la autoestima. El psiquiatra Enrique Rojas afirma: “Lo importante es que uno se identifique con aquello que hace y lo haga con profesionalidad, a fondo, conociendo bien todos y cada uno de los matices de dicha actividad. No consiste en alcanzar una cota altísima, sino en estar contento con lo que uno hace y hacerlo con amor y dedicación. Los triunfadores son los que se divierten trabajando”(Rojas, 2001, 320). Es necesario, en primer lugar, adecuar los objetivos al alumnado que tenemos delante, a las circunstancias, a los retos educativos actuales... para no caer en una frustración constante. Destacar, entre otros, el objetivo de “ayudar al adolescente a tomar conciencia de su propia vida interior, afectiva y emocional; sin separar el conocimiento intelectual de lo religioso del conocimiento existencial y afectivo”. Por eso, en coherencia, nuestras metodologías (que son también contenido) no pueden ser sino de interacción empática. Hay una comunicación (verbal y no verbal) de la madurez humana, de la vivencia de fe, la concepción de persona... La interacción se da por la comunicación de informaciones y estilos. El estilo empático significa algo más que “ser comprensivos”, implica una comunicación y conocimiento del mundo interior del otro.

1. Seguridad. Se potencia disminuyendo la “ansiedad docente” (por perspectivas de futuro, falta de reconocimiento, factores de desprestigio, desautorización, confusión, etc.) y mejorando la relación empática en el trabajo de aula. 2. Identidad: profesional y eclesial. Existe una relación entre los roles y las identidades; un papel en la escuela no del todo claro y reconocido va en contra de la identidad profesional. La identidad eclesial es una identidad de peso y de profundas raíces, por la verdad que conlleva y por su enraizamiento cultural. 3. Integración o sentido de pertenencia. Existen algunos obstáculos en los centros (peculiaridades laborales, cuestionamiento...). 4. Finalidad. Es contribuir a la educación del alumno/a a partir del hecho religioso y su vivencia desde lo personal y en las sociedades. 5. Competencia. Ésta se potencia cuando se amplían los campos de acción a otras áreas de la profesión y fuera de ella. El profesorado asimismo desarrolla las competencias docentes (educadora, interdisciplinar/ científica, social, en habilidades de comunicación, etc.). bn

* En el próximo número de Buenanueva se publicará la segunda parte La autoestima en el profesorado de religión

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1. El profesorado de Religión, al que representa el sindicato APPRECE (Asociación Profesional de Profesores de Religión en Centros Estatales) manifiesta su disconformidad con la medida anunciada por algunos partidos políticos de suprimir toda presencia religiosa del currículo escolar. Quieren sacar de los Centros Educativos las enseñanzas confesionales, reformando para ello los marcos legales y los acuerdos internacionales. 2. La enseñanza de la religión en la escuela pública es una cuestión pacífica en las democracias modernas y en España se alcanzó su Pacto Escolar en el artículo 27 de la Constitución de 1978, aprobada por las Cortes y refrendada por el pueblo español. 3. APPRECE considera que crear divisiones y enfrentamientos entre los españoles no es la mejor forma de buscar el diálogo y pacto escolar, ni invalidar el consenso ya alcanzado en la democracia española en relación con las enseñanzas de la religión en la escuela. 4. La conformidad de los Acuerdos entre el Estado Español y la Santa Sede, como refleja la Constitución Española, fue ampliamente reconocida por la mayoría de los grupos parlamentarios, incluso por parte de aquellos que opusieron reparos en algunos puntos. Los Acuerdos fueron discutidos y aprobados por el mismo Parlamento que aprobó la Constitución de 1978. 5. APPRECE, en diálogos con el PSOE que consensua y defiende la Constitución Española, planteó una opción neutra como alternativa para quienes NO quisieran ni la enseñanza de la religión confesional ni la opción de una Historia de las Religiones, esta ha sido la fórmula de la LOE que sigue en vigor como respuesta al pluralismo de la sociedad actual, desde la LIBERTAD, el RESPETO y la TOLERANCIA.


6. APPRECE, que como Sindicato está legitimado para defender la enseñanza de la religión en la escuela, exige que esta “disparatada ocurrencia” se reconduzca a la cordura y a la racionalidad. Les pedimos que piensen en las fracturas sociales que supondrían esas medidas y el daño que pueden hacer a las relaciones humanas entre los ciudadanos. 7. Rechazamos, por ser radicalmente falso, que es la LOMCE la que ha hecho evaluable las enseñanzas de la Religión, ya que la Ley ha ordenado siempre que “la evaluación de la enseñanza de la religión católica se realizará a todos los efectos, de acuerdo con la normativa vigente, del mismo modo que la de las demás áreas o materias del currículo, haciéndose contar en el expediente académico del alumnado las calificaciones obtenidas”. Ya es hora de que no se siga usando la mentira para defender propuestas partidistas. 8. La LOMCE lo que mejora son las alternativas a las enseñanzas de la Religión, a las que le da valor académico y las hace evaluables y calificables, desapareciendo la desigualdad que creaban unas alternativas a la Religión sin valor académico. Eliminada la discriminación ya no procede ordenar que “con el fin de garantizar el principio de igualdad y la libre concurrencia entre el alumnado, las calificaciones que se hubieran obtenido en las evaluaciones de las enseñanzas de religión no computarán en la obtención de la nota media a efectos de acceso a la universidad ni en las convocatorias para la obtención de becas y ayudas al estudio en que deban entrar en concurrencia los expedientes académicos”. Desde el principio de IGUALDAD “la evaluación de las enseñanzas de la religión se realizará en los mismos términos y con los mismos efectos que las otras materias” como corresponde a un sistema educativo académicamente serio e igual para todos. 9. Lamentamos que haya dirigentes políticos que olvidan que la Religión es parte de las Humanidades y hagan propuestas que van en contra de la cultura y de la historia, en la que el hecho religioso tiene una importancia vital, en contra del arte con sus distintas manifestaciones religiosas, contra el sentido religioso manifestado en los diferentes estilos arquitectónicos, contra la lengua y la literatura de carácter religioso, contra el sentido de la música inspirada por esos sentimientos religiosos y contra la propia ciencia. 10 Invitamos a construir entre todos un futuro mejor, donde los padres puedan seguir eligiendo en libertad la educación religiosa que quieran para sus hijos, donde el alumnado que lo desee pueda estudiar, en igualdad de condiciones, el saber religioso y desarrollar su inteligencia espiritual, y donde al profesorado de religión se le respete su dignidad y sus derechos como ciudadanos de España y de la Unión Europea.


si hoy escucháis su voz

M o n s . Á n g e l F e r n á n d e z C o l l a d o - O b i s p o A u x i l i a r d e To l e d o

Sencillez celebrativa La sencillez celebrativa, dentro de su permanente solemnidad, es una de las características más destacadas de la misa en el rito hispano-mozárabe. La supresión del rito en el siglo XI impidió que esta liturgia siguiera evolucionando y adquiriera nuevos elementos o gestos. En comparación con el rito romano, descubrimos que la misa ferial tiene un inicio sobrio: tras el saludo de quien preside

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la celebración, se pasa directamente a las lecturas; no encontramos ni signación para la lectura del evangelio, ni beso del libro al finalizar el mismo; la presentación de dones es una simple colocación del pan y del vino sobre el altar; cuando se emplea incienso, tan solo se inciensan las ofrendas y el altar; ni la cruz, ni el sacerdote, ni el pueblo son incensados; durante el Relato de la Institución no se muestra al pueblo la especie consagrada ni el sacerdote Importancia de las intervenciones de la asamblea se pone de rodillas.

1 José Antonio GOÑI BEASOAIN DE PAULORENA, Compendio de la Misa en Rito Hispano-Mozárabe, Cuadernos Phase, Barcelona, Centre de Pastoral Litúrgica, 2010, 12-26.


si hoy escucháis su voz

Durante la celebración eucarística en rito hispano-mozárabe, la asamblea interviene en numerosas ocasiones. En varios momentos se establece un diálogo entre el presidente y la asamblea litúrgica: en el saludo inicial, al inicio de la Illatio, después del Relato de la Institución; entre el diácono y la asamblea: antes de proclamar el evangelio, al inicio de la Illatio, antes de la bendición, en la despedida; e incluso cuando el lector anuncia el texto bíblico que va a leer, la asamblea responde con una aclamación. Por otra parte, en los dípticos que recita el diácono, los fieles intercalan una respuesta litánica. También interviene la asamblea para recitar el Credo o cantar el Gloria, el Hagios o el Santo. Ahora bien, la respuesta que encontramos de modo incesante a lo largo de toda la celebración y que caracteriza a esta liturgia, es el «Amén». En las oraciones que recita o canta el sacerdote, el pueblo responde «Amén», al igual que a la conclusión doxológica que se añade después de cada oración. También con un «Amén» se sella la conclusión de cada una de las lecturas de la liturgia de la palabra. «Amén» es la respuesta de la asamblea a las palabras de la consagración sobre el pan, por un lado, y a las palabras de la consagración sobre el vino, por otro. «Amén» es el punto final de la plegaria eucarística. A cada una de las peticiones del Padre nuestro, que es recitado por el sacerdote, la asamblea se adhiere con un «Amén ». Finalmente, el buen deseo expresado en cada una de las tres invocaciones de la bendición, es acogido con un «Amén» .

Papel del diácono Al igual que en el rito romano, en la liturgia hispano-mozárabe el diácono proclama el evangelio, invita a los fieles a darse la paz, despide a la asamblea y ayuda al sacerdote en todo lo referente al cáliz y al Misal. Pero además, en la misa hispano-mozárabe, cobra un papel especial como monitor y guía de los dípticos, pues la recitación de esta parte de la celebración se reserva al diácono.

Riqueza eucológica La liturgia hispano-mozárabe es particularmente rica en textos eucológicos, es decir, en la composición y formulación de sus oraciones. Prácticamente cada celebración tiene su formulario propio; en el Misal actual tenemos más de doscientos. Este conjunto de ricas oraciones son la expresión del valor catequético que se daba a la liturgia en la Iglesia hispánica. Estas oraciones eran el medio empleado para dar a conocer la doctrina católica y promover una espiritualidad verdaderamente cristiana en los fieles. Así, gracias a los textos de la misa, la teología se presentaba no como materia sujeta a ulteriores discusiones como ocurre en tratados, sermones u homilías, sino como iluminación de la fe, que el cristiano, sumergido en la presencia de Dios, iba asimilando. Lo que más llama la atención en esta variabilidad de textos litúrgicos es que afecte también a la plegaria eucarística en la que

El Rito hispano-mozárabe IV

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si hoy escucháis su voz tan sólo el diálogo introductorio, el relato de la institución y la conclusión doxológica son fijos. En los demás ritos litúrgicos romanos, la plegaria eucarística es siempre fija, e incluso en algunos única, como ocurrió en el rito romano hasta el Misal de Pablo VI, publicado en el año 1970. La primera parte de la plegaria eucarística, la Illatio, tiene como contenido, al igual que las plegarias eucarísticas de otros ritos, la alabanza a Dios y la acción de gracias por la historia de la salvación, desde la creación del mundo y la historia del pueblo de Israel hasta la redención por Cristo. Pero en el rito hispano-mozárabe se caracteriza, sobre todo, por su desarrollo más detenido, proclamando en ella el misterio celebrado, tanto en las fiestas y tiempos centrados en Cristo como en las de los santos. Además constituye una importante peculiaridad la explícita intención de dirigir la alabanza indistintamente a Dios Padre y a Jesucristo, su Hijo; así concluye el diálogo inicial: «A Dios y a nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, que está en el cielo, demos debidas gracias y alabanzas». Así, al dirigir tanto al Padre como al Hijo la oración

La respuesta que encontramos de modo incesante a lo largo de toda la celebración y que caracteriza a esta liturgia, es el «Amén» 46

y alabanza de la Iglesia, se afirmaba la plena divinidad de Cristo, igual al Padre en dignidad y majestad, que era rechazada por la doctrina arriana establecida en la península por los suevos y visigodos. Por otra parte, en la oración que cierra la plegaria eucarística, Post Pridie, se recuerda, a veces la muerte y resurrección de Cristo para actualizarla (anámnesis o memorial). Así se realiza un acto de fe ante el pan y el vino ofrecidos, pues se reconoce en ellos la realidad de la muerte de Cristo: el cuerpo destrozado y la sangre derramada. Siguiendo la tradición oriental, a continuación se incluye en el Rito Hispano-Mozárabe la invocación al Espíritu para que transforme el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, esto es, la epíclesis consecratoria, que en el rito romano se sitúa antes del relato de la institución. A veces aparece la epíclesis con palabras muy explícitas, nombrando al Espíritu, otras invocando al poder, la fuerza y la santidad de Dios sobre los dones del altar, y otras pidiendo sencillamente a Dios que se digne mirar nuestros dones. De este modo, al invocar al Espíritu tras el Relato de la Institución, se pone de manifiesto que la Iglesia, después de haber repetido lo mismo que Jesús hizo en la Última Cena, tiene todavía que pedir que la virtud divina cumpla la transformación de los dones eucarísticos. También se pide la acción de este mismo Espíritu en la asamblea con la epíclesis «de comunión». Finalmente, debemos señalar que en la plegaria eucarística hispana, la bendición y acción de gracias no se sitúa únicamente al comienzo de la misma, en la Illatio, como ocurre en otras liturgias, sino que se extiende a toda la plegaria.


si hoy escucháis su voz Además, la acción de gracias no se limita solamente a la muerte y resurrección del Señor, sino que se fija también en las diversas maravillas obradas por Dios o en el conjunto de los dones recibidos del Señor. Así, por ejemplo, se contempla y se da gracias por la maravilla que Dios realizó por medio de la maternidad y virginidad de María, que se pone en paralelo con la maternidad y divinidad de la Iglesia (plegaria eucarística de Navidad), a través del encuentro de Jesús con la samaritana (plegaria eucarística del domingo II de Cuaresma), del milagro de dar la vista al ciego de nacimiento (plegaria eucarística del domingo III de Cuaresma), de la resurrección de Lázaro (plegaria eucarística del domingo IV de Cuaresma) o ante las maravillas realizadas en los santos (plegarias eucarísticas de los diferentes santos).

Abundancia de lecturas bíblicas La Liturgia de la Palabra, en la Misa Hispano-Mozárabe, es abundante por el número de lecturas y por la extensión de las mismas. Este rito mantuvo tres lecturas para todas las misas; costumbre que en el rito romano desapareció pronto, reduciéndose a dos. Durante el tiempo de Cuaresma, además, el número de lecturas se amplía a cuatro. Por otra parte, entre la primera y segunda lectura, o entre la segunda y tercera en el tiempo de Cuaresma, se canta un salmo. También la celebración romana perdió este salmo, pues al suprimir una lectura, el salmo se mezcló con el aleluya que en el rito romano precede al evangelio; gracias a la reforma litúrgica promovida por el concilio Vaticano II (1962-1965) el salmo responsorial se ha recuperado en el rito romano.

Sin embargo, la mayor originalidad la ofrecen las misas de los mártires en las que se intercala entre el salmo y la segunda lectura, el final de la narración de la pasión del mártir que se está celebrando, seguido de un fragmento del cántico de Daniel (Dn 3, 52-53. 57. 87-89). De este modo, se subraya que el mártir ha participado con el sacrificio de su vida de manera plena y perfecta del sacrificio de Cristo. Además nos manifiesta la espiritualidad hispana, fuertemente marcada por la defensa de la fe desde la época romana hasta la musulmana, pasando por la arriano-visigoda.

La Liturgia de la Palabra, en la Misa HispanoMozárabe, es abundante por el número de lecturas y por la extensión de las mismas. Este rito mantuvo tres lecturas para todas las misas El Rito hispano-mozárabe IV

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kerigma

Buenanueva Su autor, Onofre Sousa, nació en Vitoria-Gasteiz (Álava) en 1972. Después de veinte años comprometido con la evangelización en un contexto comunitario laical de su ciudad natal, se traslada a la Diócesis de San Sebastián junto con su esposa Icíar, por invitación del obispo Mons. José Ignacio Munilla, para trabajar como delegados diocesanos de Apostolado Seglar y Nueva Evangelización. Actualmente continúa con esta responsabilidad, además de invertir su tiempo y sus energías en desarrollar un modelo de Escuela de Evangelización diocesana que sea expresión de su compromiso cristiano por la renovación y la Nueva Evangelización en la Iglesia de España. Ha puesto en marcha una página web en Internet (www.evangelizacion. es) que pretende dar a conocer la perla más preciosa y servir a la Iglesia allí donde sea posible.

¿Qué es “Renovación y Evangelización”? Se trata de un sencillo libro que pretende ayudarnos a despertar del sueño en el que a veces parece que los creyentes nos hemos quedado inmersos. Me atrevería a decir que en sus páginas se percibe cierto eco de una pequeña voz profética que se levantaen favor de la Iglesia de Jesucristo del tercer milenio. Conversión pastoral y personal, unido a renovación eclesial y particular, son la garantía de una auténtica comunidad dediscípulos misioneros que ha vuelto a descubrir su identidad para la salvación del mundo.

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¿Qué hay detrás de “Renovación y Evangelización”? Un corazón enamorado y apasionado por Jesucristo que late seducido por el amor deDios, un amor capaz de conquistar las almas de esta generación. Una pasión que pasapor amar y hacer amar a la Iglesia, Esposa de Cristo, que ha sido convocada en estahora para convertirse en luz de las naciones, para que la salvación de Dios alcancehasta el confín de la tierra (cf. Is 49,6). Pasión por Dios y compasión por las almas soncomo las dos caras de la misma moneda, siempre presentes en cada uno de los puntos tratados en este libro. ¿Dónde encuentra el autor su inspiración para escribir este libro? La principal inspiración y motivación está en el libro de los Hechos de los Apóstoles, yaque resulta apasionante volver a las fuentes para descubrir nuestra razón de ser y nuestro propósito por el que vivir. El libro de los Hechos de los Apóstoles nos contagia una fe al rojo vivo y hoy se convierte en más actual que nunca para nosotros, resumiendo su contenido y su mensaje en tres puntos fundamentales: Pentecostés (Espíritu Santo), Iglesia (comunidad) y Evangelización (misión). La exhortación apostólica del papa Francisco, Evangelii gaudium, es el texto clave que inspira la vocación de este libro.


kerigma

¿Cuál es la finalidad de la publicación de este libro? Me gusta repetir que yo no soy escritor ni lo pretendo ser; sin embargo, cuando mis propias reflexiones acerca del momento histórico que vivimos llegaron a tomar la forma de este pequeño y sencillo libro, comprendí que quizás yo simplemente estaba siendo una insignificante pluma en las manos de un buen escritor. Esto puede significar que el Espíritu Santo tiene algo que decir hoy a su Iglesia, aunque sea a través de medios e instrumentos tan imperfectos e insuficientes como este. Le pido al Señor de la historia que las palabras de este libro puedan tocar los corazones de nuestros pastores y de cuantos estamos llamados, por nuestro bautismo, a ser los testigos de la Buena Noticia de Jesucristo para esta generación.

¿Una palabra final? Me gustaría aprovechar esta oportunidad para invitar a todos aquellos que son capaces de soñar por Dios y para su gloria, que compartan conmigo y con todo el Pueblo de Dios “el sueño misionero de llegar a todos” (Evangelii gaudium, 31). Ahora es el tiempo en el que nuestro Señor desea abrir un camino en el desierto y ríos en la tierra estéril por medio de su Iglesia (cf. Is 43,19). bn

¿Una cita o texto clave que pueda servir de síntesis? “Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una simple administración. Constituyámonos en todas las regiones de la tierra en un estado permanente de misión” (Evangelii gaudium, 25).

Pasión por Dios y compasión por las almas son como las dos caras de la misma moneda

¿Por qué no nos han dejado los textos un escrito para la Iglesia, en su fundación, similar al del Concilio de Jerusalén? La pregunta no sé si es conveniente, pero nos da pie para abrir el interesante libro de Onofre Sousa. Autor: Onofre Sousa N0 pág.: 138 ISBN: 978-84-944505-4-9 Precio: 13.90 € Pedidos: Tel.: 91 759 79 68 o web: www.buenanueva.es

Renovación y Evangelización

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espada de dos filos

Jesús Esteban Barranco · Doctor en Teología Dogmática

Lo seguía mucha gente Jesús había curado al paralítico de la piscina de Betesda en plena fiesta (podría ser Pentecostés o la del inicio del año), a la que siguió un discurso a los judíos (Jn 5), con lo que entramos en el capítulo 6 (Jesús se había marchado «a la otra parte del mar de Galilea»). «Lo seguía mucha gente» por los muchos signos que hacía curando a los enfermos. Se narra primero la multiplicación de los panes y los peces, donde comieron cinco mil hombres. A la vista de lo que sucedió, la gente decía: «Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo».

Jesús viendo el cariz que tomaban las cosas, y que «iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiro otra vez a la montaña él solo», aunque él es el «Rey de reyes y Señor de señores» (Ap 19,16). Aquellas muchedumbres no necesitaban de una escena egoísta y zafia que va a las sacar las castañas del fuego. Los romanos, babilonios Los Pilatos, los Herodes… ya lo habían intentado. El pueblo, con pan y circo, se preocupa muy poco de los problemas transcendentales. Ese, sin embargo, tiene otro poder—cura a enfermos, multiplica paces… ¡Pobres veletas sometidas a la aire del viento, que, no muy tarde preferirán a Barrabás a Jesús.

«Señor, danos siempre de ese pan (…). Yo soy el pan de la vida» (…). Se repite aquí la misma petición de la samaritana: «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed» (Jn 4,15), puesto que Jesús le había dicho: «El que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed» (v 13). Jesús, en vida terrestre, se manifiesta como Luz del mundo, Pastor, Puerta de las ovejas, Vid, Enviado del Padre, Camino, Verdad y Vida, aquel por quien todo ha sido hecho… Ahora se declara como Pan de la Vida: llamamos pan a cuanto alimenta al hombre que come

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todos los días y, al día siguiente, vuelve a tener hambre. Por eso afirma: «El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás» (Jn 6,35). A Tomás, en la última cena, le dice que él es la «Verdad y la Vida» (Jn 14,6), y a la samaritana la adoctrina diciéndoles que «los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu (el Espíritu Santo) y Verdad» (Jn 4,23 y 24). Él es esa Verdad y el Pan de la Vida.


espada de dos filos

Llamamos pan a cuanto alimenta al hombre que come todos los días y, al día siguiente, vuelve a tener hambre. Por eso afirma: «El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás» (Jn 6,35).

El Pan de vida

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espada de dos filos

«Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado» Esto de que el Padre lo ha enviado sembró de incomprensión y hasta de escándalo; a sus oyentes los traía de cabeza. ¿De qué Padre habla?, pues sabían que Jesús era hijo de José y de María (ver Jn 6,42). No sabían que «a Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer» (Jn 1,18). Cuando él se autodefine como Pan bajado cielo, no se identifica con el maná de los padres en el desierto, que lo comieron y murieron: él es otro Pan, Pan de Vida eterna. El hombre no tiene en sí la capacidad de atravesar la frontera de la trascendencia para subir a Dios (Anábasis, término clásico de la literatura griega referido especialmente a Jenofonte en su subida o marcha con 10 000 hombres hacia Ciro); ha sido Ël, quien «se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo» (Flp 2,7),

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haciéndose hombre: El Verbo eterno del Padre condesciende (synkatábasis: San Juan Crisóstomo). Él es Pontífice —«Tenemos un sumo sacerdote grande que ha atravesó el cielo» (Heb 4,14)— porque hace de puente, como Hombre-Dios, entre los hombres y la divinidad, que tomó la iniciativa —«él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo» (Ef 1,4), para «recapitular en él todas cosas del cielo y de la tierra» (v 10), es decir, que todo tenga a Cristo por cabeza—. Pero nadie puede tener la pretensión de arrogarse el derecho de elegir a Dios: «No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os ha elegido» (Jn 15,16). Más aún: «nadie puede decir: “¿Jesús es Señor!”, sino por el Espíritu Santo» (1 Cor 13,3) y «nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado» (Jn 6,44).


espada de dos filos

«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan, vivirá para siempre» Todo judío sabía muy bien que sus padres, al salir de la esclavitud de Egipto, estuvieron cuarenta años en el desierto y allí, milagrosamente, tuvieron agua y pan Igualmente sabían que aquella generación que salió de Egipto, por tozudos y duros de cerviz, murieron en el desierto —a pesar del agua de la roca y del maná— y solo sus hijos pudieron entrar en la tierra prometida. Aquel pan era el alimento que toma todo hombre para mantenerse en esta vida terrena, pan que tiene fecha de caducidad, ya desde el momento de nuestra concepción en el vientre de nuestra madre. No hay alimento que valga para prolongar esa fecha, pues «¿quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?» (Mt 6,27).

Nada nos puede evitar la podredumbre de la tumba, por mucho que uno coma. ¿Por qué?: simple y llanamente porque es un pan perecedero y que, por supuesto, no es el alimento propio de nuestra alma; solo subsidiariamente la «alimenta» en cuanto forma un una unidad con nuestro cuerpo que es lo que nos especifica como humanos: animales racionales decían los filósofos (Antropología) y los teólogos (Teología), que afirman, con la Biblia en las manos, que «él es la cabeza del universo” (ver Col 1,15-20). Con todo, hay ínsita en nuestro ser la búsqueda irrefrenable para saciar el hambre de infinitud y eternidad y superar la caducidad después de la muerte. Él es un potentísimo imán de atracción eterna a cuyas manos volvemos, queramos o no, lo sepamos o no; dejemos de lado a todos aquellos que se declaran ateos, agnósticos, indiferentes, etc.

El hombre no tiene en sí la capacidad de atravesar la frontera de la trascendencia para subir a Dios; ha sido Él, quien «se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo» haciéndose hombre: El Verbo eterno del Padre condescendiente.

El Pan de vida

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espada de dos filos Mientras tanto nos dejó el memorial de su muerte y resurrección (la Eucaristía), donde se nos da nuevo Pan (su cuerpo y su sangre) para alimento de nuestra alma y viático después de nuestra muerte: después de pasar ese valle oscuro, él nos tiene preparada la mesa del banquete eterno (ver Sal 23). Todos saben que la sal, aparte de otras prerrogativas, sirve para conservar los alimentos; ejemplo, si al pescado no se le cubre de sal, al tercer día se pudre como sucedió en la resurrección de Lázaro: (“Señor ya huele mal porque hace cuatro días” (11,9). Este Pan nos conserva, como una sal vitalicia, para la vida eterna.

No me resisto a puntualizar un misterio, que merecería otra amplitud: la carne del Verbo encarnado procede la Virgen María y del Espíritu Santo, de manera que en la comunión estamos «saboreando» también la dulzura de la Madre de Dios, y, que, como no podía ser de otra manera, el cuerpo de Jesús resucitado ascendido a los cielos reclamó también el cuerpo de la Virgen para hacerla Reina y Señora de todo lo creado. Jesucristo insistió en que «el que come mi carne y bebe mi carne tiene vida eterna (Jn 6,54), hasta el punto que San Pablo era consciente de que «vivo, pero no soy pero soy el quien vive en mí» (Gál 8,20), experiencia válida no solo para él, sino también para cada uno de nosotros: de ahí que si en el prójimo vive Cristo y en mí también, no puede haber alta de caridad, ya que entonces Cristo estaría reñido consigo mismo.

«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna» Las palabras de Jesús sobre beber su sangre y comer su carne, cayeron en sus oyentes como un vomitivo repugnante. Jesucristo, la Sabiduría divina, no podía ser tan necio como para proponerles una práctica antropofágica, que, por lo demás, duraría poco tiempo; y es que «mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos» (Is 55,8) [Jesús es el Camino]: se trataba de una antítesis absoluta en cuanto los términos eran diametralmente opuestos. Era el pan terrenal frente al Pan celestial; era el vida que nos salva de la muerte frente a un Pan que nos conduce al cielo —«el que come este pan vivirá para siempre» (Jn 6,58), (…) «y yo lo resucitaré en el último día» (v 54)—; un pan natural que nosotros asimilamos frente a un

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Pan que nos asimila a notros con él —«el que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él» (v 56)—; era el maná del desierto frente al Pan bajado del cielo… Sus oyentes no salían de su asombro y rechazo de lo que oían: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso» (v 60). Nada extraño, pues, para quienes así lo entendieron, que se quedaran en un lenguaje y sentido, que, a todas luces, iba contra naturam, rechazado por todos como si se tratara de una antropofagia, comiendo carne humana y bebiendo su sangre. Eso provocó el abandono de todos, o casi todos, marchándose tristes y decepcionados, actitud que, de alguna manera, también dejó indeciso al grupo de los Doce. bn


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Los aventureros y Dios Un maravilloso libro sobre los Aventureros, que apoyados en la fuerza de Dios se lanzaron a consguir metas que nadie nunca había alcanzado. Un libro fantástico lleno de esperanza.

Autor: Pedro Estaún Villoslada N0 pág.: 94 ISBN: 978-84-944505-3-2 Precio: 12,80 €

Alegoría de la II República Alegoría de la II República & La edad soñada de Eliseo, es una novela desde la perspectiva narrativa de la tercera persona con diálogos intercalados, que se centra en la sociedad rural de los tiempos de la II República (1931-9936) Una novela maravillosa que te introduce en la historia y consigue identificar al lector con los protagonistas.

Autor: Diego Quiñones Estévez N0 pág.: 252 ISBN: 978-84944505-5-6 Precio: 17,90 €

Historias de Bendición Un elenco de Personajes bíblicos en los que se ve claramente la intervención directa de Dios, unas historias de bendición donde seguro que en alguna de ellas nos vamos a reconocer, nos vamos a sentir identificados.

Autor: Antonio Segoviano N0 pág.: 245 ISBN: 978-84944505-6-3 Precio: 16,90 €

Masonería Un fantástico libro sobre la Masonería redactado desde la visión del prisma cristiano, una antropología que manifiesta la lucha entre el hombre por el hombre y el hombre como criatura de Dios. Una reflexión profunda de la Masonería que no deja indiferente al lector.

Autor: Gerardo López Laguna N0 pág.: 135 ISBN: 978-84944505-7-0 Precio: 13,90 €


razón creadora

Valentín de Prado | Licenciado en Filosofía

La palabra Logos ( verbo en latín , palabra en castellano) es el término con el cual la teología cristiana designa en lengua griega al Verbo de Dios o Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Diríamos que es más que una simple palabra, y que en el cristianismo ha adquirido una enorme importancia ya que por sus muchas interpretaciones, la extraordinaria riqueza y grandeza de cada una de ellas, hace de esta antigua palabra una fuente de misterio y asombro. 1 Logos es un término griego que significa palabra, voz, pero también razón, pensamiento, reflexión, explicación, cálculo, argumento razonable… La expresión se aplicó primero como término filosófico, y vino a expresar algo así como el alma del mundo (ánima mundi) o el alma del universo. Era el principio racional del universo, una fuerza creadora y omnipresente. En la cosmovisión griega, el logos era entendido como el puente entre el Dios trascendental y el universo material. La teoría del Logos aparece por vez primera en Heráclito (siglo VI a C), y es por esta razón que fue considerado por San Justino (Apol. I, 46) como un cristiano antes de Cristo entre los filósofos griegos. Según Heráclito, el Logos, al que identifica con el fuego, es aquel principio universal que anima y gobierna el mundo. Heráclito afirmó que el Logos “siempre ha existido y siempre existirá”, y que “todas las cosas ocurren gracias al Logos”.

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Si todo cambia sin cesar, se decía Heráclito, ¿por qué el mundo no es entonces un completo caos? Su respuesta es que el que hace que el cosmos sea algo ordenado y no un completo caos es el Logos de Dios . No obstante, quienes afianzaron el término Logos fueron los estoicos. Afirmaban que “el Logos de Dios vagaba por todas las cosas”. Todo era ordenado por el Logos, quien introdujo la razón en el mundo; de hecho, la propia mente del hombre era una pequeña porción del Logos: “La razón no es otra cosa que una partícula del espíritu divino inmersa en el cuerpo humano” (Séneca). El Logos fue el que puso la razón en el universo y en el hombre, y este Logos era la mente de Dios. Dios, de acuerdo a los estoicos, es el principio que controla el universo, y en cuanto Él es el germen del que se desarrolla todo lo demás, es llamado Logos seminal (logos spermatikos).

1 (La catedral de la Almudena de Madrid está presidida desde lo alto por siete vidrieras dedicadas a la Palabra o Verbo de Dios, con su nombre en diferentes lenguas: latín, griego, hebraico, siríaco, cirílico y español).


razón creadora Esta concepción llegó a su culmen con Filón de Alejandría, (20 a C) quien fusionó el pensamiento hebreo con los conceptos griegos. Para Filón, el “Logos es el guardián por medio del cual el piloto del universo gobierna todas las cosas”.

La Palabra en el judaísmo Cuando los judíos fueron dispersados y dejaron de hablar el hebreo, se escribieron paráfrasis de las Escrituras, conocidas como tárgumes. En ellos, por miedo a “nombrar el innombrable “, el nombre de Dios era sustituido por otras expresiones reverentes, como “el Nombre” o “el Santo”. Una de tales expresiones era “el Logos” (heb.dabar). Aunque no es el mismo uso que San Juan hace del término, se podrían asociar ambas ideas. De todas formas, el judaísmo estaría bien lejos de creer que la Sabiduría y la Palabra existían por sí mismas. La palabra en el judaísmo es una fuerza que genera acción, no sólo “dice”, sino que también “hace”. La Palabra de Dios es una causa eficiente, creadora, como se ve en el relato de la creación. La palabra es un poder que, como bien dice el profeta, Isaías hace todo aquello para la cual fue enviada: “Así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié” (Is ,55,11).

Este Logo s di vin o y cre ad or está po r en cim a de toda s la s co sa s y es in m ut a bl e La trascendencia del logos

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El logos en san Juan Es en el prólogo del cuarto evangelio donde este término se manifiesta de una forma más clara y explícita: el apóstol san Juan revela la encarnación del Logos divino en Jesús de Nazaret ( Jn 1,1-18), llamado igualmente «Logos de la vida” ( 1 Jn 1,1): “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe “(Jn 1:1-3). El prólogo del Evangelio es majestuoso y atemporal. Este Logos divino y creador está por encima de todas las cosas y es inmutable. Con esta introducción Juan nos está diciendo que Aquel que vimos como Jesús de Nazaret es nada menos que la misma Palabra y la plenitud de Dios, es el “Dios con nosotros” de Isaías. El comienzo del Evangelio de Juan hunde sus raíces en el libro del Génesis. El Génesis nos presenta la Creación de Dios. Juan nos habla de una nueva Creación, una nueva luz y una nueva vida... Al igual que la primera, ésta última no se ejecuta por un ser subordinado, sino que se lleva a cabo a través del Logos, la Palabra creadora. Pero el término principio no sólo significa comienzo; también significa “origen” o “causa” ( Ap. 3:14). La expresión de Juan combina ambos significados: “en el principio de la historia” y “el origen o la causa del universo”.

Aquí ambos sentidos son importantes: no ha habido ningún período en que el Logos no existiese, ni tampoco hay nada que no dependa de Él para existir. El verbo “era” o “existía” denota que el Logos existía continuamente, es un ser eterno e inmutable, y por ello puede afirmar que existía antes de la creación. Llegamos así a la expresión culminante: «El Logos era Dios». No hay nada más elevado que esta afirmación. Jesús es el Logos. Es la palabra encarnada venida del cielo. Como respondió San Pedro: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras vida eterna” (Jn 6, 68). Todo lo que podemos decir de Dios, lo podemos decir también del Logos. El Logos, dice el apóstol, es Jesucristo, una persona, no es algo abstracto como en los griegos. La palabra es Dios y Dios es la palabra y se hizo carne. Es un Dios que habla, se expresa, revela su esencia. El Logos es un Ser vivo, y la fuente de la vida; no es ninguna personificación sino una Persona divina. Es nada menos que Dios. San Juan sólo aplica este término a Cristo en el comienzo del evangelio, en su primera epístola y en Apocalipsis. Pero la idea básica que nos transmite este término se extiende por todo el evangelio y nos da la clave para interpretar su enseñanza: El Logos no es un salvador cualquiera sino que es la única esperanza para toda la raza humana. Aunque Juan mismo sabía y sentía que el monoteísmo era el eje central de su religión, eso no le impide designar al Logos como Dios. Es el Dios de la razón, del pensamiento. Es el “dios desconocido “al que los griegos adoraban sin conocerlo, como dice San Pablo (Hch 17, 22 ss).

el len gu aj e y sk om Ch m oa N o of ós fil y a ist ü g lin Se gún el gran m aría n la “es en cia lla s no gu al e qu lo a a im rox ap s no o hu m an a D ios. a erc ac s no ás m e qu lo ás iz qu a”, an hu m 58


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analogía entre el logos divino y el habla humana Vemos pues como esa sencilla palabra LOGOS, está cargada de significado y contenido que daría para un estudio mucho más largo y profundo. Baste, para terminar, recordar brevemente la fuerza y el poder que “LA PALABRA” tiene, tanto en los evangelios como en el lenguaje humano.

Para finalizar y resumir, diremos que el logos, la palabra, es no solo la expresión de un pensamiento, de una acción, de una fuerza creadora. No es solo el anima mundi, el motor del universo, la razón creadora, el germen… El Logos es sobre todo Jesucristo, el verbo divino, la palabra perfecta, justa, veraz y eterna de Dios para los hombres. bn

Recordemos, por ejemplo, un pasaje del evangelio como el del centurión: “Basta que digas una palabra y mi sirviente sanará”(Lc 7,5) , porque la palabra se cumplía, tenía poder. Una palabra bastaba para curar, bendecir o maldecir, y esto se cumplía. San Agustín estudió más detalladamente esta analogía entre el Verbo divino y el habla humana (“De Trinit.”) y dedujo de ella enseñanzas aceptadas por mucho tiempo en la teología católica. Compara al Verbo de Dios no con la palabra hablada por los labios, sino con el habla interior del alma, con lo cual podemos en alguna medida captar el misterio divino. Esta doctrina fue luego desarrollada y enriquecida por Santo Tomás de Aquino. Según el gran lingüista y filósofo Noam Chomsky, «el lenguaje humano nos aproxima a lo que algunos llamarían la “esencia humana”, quizás lo que más nos acerca a Dios. No por casualidad la palabra nos lleva a la fe, porque las palabras tienen sabor de eternidad. Antiguamente la palabra tenía fuerza de ley, se cumplía, tenía tal poder que bastaba ella misma para sellar un pacto o un acuerdo. Hoy día, por desgracia, el poder de la palabra se ha perdido.

El Logos es sobre todo Jesucristo, el verbo divino, la palabra perfecta, justa, veraz y eterna de Dios para los hombres La trascendencia del logos

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Horacio Vázquez Cermeño - Abogado

Dios y el mundo Entre la tierra y el cielo circula el sendero por el que caminamos los hombres en esta vida, tanto los que tenemos fe en un Dios creador, como los que dudan de su existencia o todavía no han oído hablar de Él y, también, los que no creen, los que solo son capaces de fiarse de lo que perciben con los sentidos. Para todos pueden valer estas reflexiones sobre la dualidad existencial que se manifiesta misteriosamente en el interior del hombre y que da sentido al mundo que le rodea.

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Así, “la tierra y el cielo”, como escenario vital, o por así decirlo, “lo de arriba” y “lo de abajo”, comprende todo el universo, eso que la ciencia trata de explicar como resultado del gran estallido cósmico del que nació la vida “por casualidad”, y que para los que rezamos el Credo cristiano procede de un “Dios Padre, Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra”. Para este leve ensayo filosófico, “la tierra y el cielo” que enunciamos pueden expresar algo más que el suelo que pisamos o el firmamento que nos cubre con su capa de ozono,


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que así descritos, solo se refieren al mundo material que nos cobija, siendo así que, con esa referencia, queremos comprender algunas de las dualidades en que nos movemos y existimos, a saber, “la materia y el espíritu”, “el cuerpo y el alma”, y en su vertiente ética, “el mal y el bien”, distinciones que son la raíz de los planteamientos que dividen al pensamiento filosófico, y pueden ser también la clave para explicar el origen de la vida. Y las razones son obvias, porque solo la materia tiene la cualidad de ser perceptible por los sentidos, pues se palpa, se ve, y se oye, y el espíritu no, pues se manifiesta a través de las potencias del alma, memoria, entendimiento, y voluntad, que son extrasensoriales, y su percepción exige una especial consideración de su origen metafísico y un preciso esfuerzo intelectual para valorar sus efectos. Claro está, que ello podría ser fácilmente compartido por muchos, si reconociéramos que la capacidad síquica de razonar y discernir que nos dife-

rencia de los animales y nos hace superiores a ellos, emana del entendimiento, que es una potencia espiritual del alma. A partir de estas consideraciones establecemos las dos posturas fundamentales sobre las que giran las explicaciones sobre hombre y del mundo, a saber, la que solo reconoce la materia de que estamos hechos y niega la existencia de Dios o cualquier forma de trascendencia, y la que afirma que el hombre es criatura de Dios con un cuerpo de barro y un alma inmortal. Sin entrar en valoraciones, constatamos las consecuencias de estas dos formas de pensar que luego aflorarán en estas reflexiones, pues para los primeros, el hombre que nació de la nada es dueño absoluto de su destino, solo se gobierna por normas humanas, y conforme a ello, profesa un relativismo moral y jurídico que ignora las leyes divinas y naturales. Para los segundos, estas leyes establecen reglas absolutas e inmutables que deben ser respetadas, y creen en una vida futura en la que los hombres seremos juzgados.

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El problema de nacer Los dos acontecimientos más importantes de la vida humana son el nacimiento y la muerte, y en ambos, nada tenemos que decir, ni cuando nacemos, que no lo decidimos, ni cuando morimos, que no lo deseamos. Como dijo Ortega, “yo, soy yo, y mi circunstancia”, porque es verdad que no pedimos la vida, que nos la dona Dios y nuestros padres, pero tampoco hemos elegido el sexo, la familia, el estatus social, la nacionalidad, o el color de la piel. Que distinto es, pues, nacer en París, en Madrid o en Nueva York, con una tarjeta de identificación atada al pie y todos los cuidados de la ciencia, a nacer en un país pobre o desértico, en una tribu selvática o en un campamento de refugiados. Nacemos después de ser engendrados misteriosamente por la fecundación aleatoria de un óvulo en la cámara nupcial de las trompas de Falopio maternas, y, superada una etapa placentaria de nueve meses, si vivimos veinticuatro horas desprendidos del claustro materno, seremos reconocidos como personas de Derecho. Pero este proceso natural puede verse afectado por circunstancias físicas, sociales o sicológicas de la madre gestante que la ley considera como causa suficiente para que esta pueda decidir la destrucción de la criatura que

crece en su seno, y un factor tan imprevisible y aleatorio añade nuevas incertidumbres al hecho de nacer. Superada esa criba lamentable de fetos inocentes, algunas criaturas afortunadas completan su proceso vital y nacen de madres responsables que las reciben con alegría. En España, las estadísticas de población nos avisan del dato escalofriante de que son pocos los nacimientos, y a causa de ello, por primera vez en mucho tiempo, son más los españoles que mueren que los que nacen, es decir, la población española está en regresión. Son muchas las causas que explican este fenómeno insólito de la degradación poblacional, así el hedonismo dominante que llega a excluir la natalidad de las parejas, o la retrasa peligrosamente, lo que dificulta el embarazo y acorta el periodo fértil de la mujer. Pero sobre tales usos, y como el acto más perverso ideado por el hombre contra su especie, debemos mencionar la legalización del aborto y su asunción por la sociedad como un derecho más de la mujer; y en este mismo contexto, la proliferación del matrimonio homosexual, insólito invento sodomita que legaliza la unión matrimonial de dos hombres o dos mujeres en contra de la ley natural, lo que, constituye un atentado a la institución familiar y al proceso generacional de la especie humana.

Los dos acontecimientos más importantes de la vida humana son el nacimiento y la muerte, y en ambos, nada tenemos que decir 62


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¿Qué es la vida? Así el derecho constitucional a la vida “de todos” admite excepciones para acoger el supuesto “conflicto de intereses” entre la madre y el feto, y se compagina con esa nueva aspiración a una vida “sin hijos”, o “con los hijos que se elijan”, y ni uno más, aunque se hayan concebido. Y como la ciencia ya ha demostrado que el embrión humano tiene vida, y que también tiene vida el feto que evoluciona hacia un ser humano completo, parece oportuno que formulemos ahora de un modo elemental la

contestación filosófica a la pregunta de ¿qué es la vida? y cómo es posible que pongamos el mismo empeño jurídico, social y político en defenderla de las agresiones, como en destruirla apenas iniciada, y esto último a veces con espantosa frivolidad. La respuesta que nos da la Biología es incompleta o deductiva. Así nos dice que la vida es la capacidad que se atribuye a las personas, animales y plantas, para nacer, reproducirse y morir, y se distingue entre vida humana inteligente, vida animal instintiva, y vida vegetativa.

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Pero nada se nos dice sobre el origen y la causa primera de esa capacidad natural que nos explica la ciencia biológica, es decir, la del Ser que tuvo vida sin recibirla de otro, y dio lugar a “la primera vida con capacidad generativa”, al primer eslabón de la cadena vital, la que llega hasta nosotros a través de los siglos y que Aristóteles llamó en de su Teoría de la Causalidad “el primer motor inmóvil”, que es de naturaleza absoluta y eterna, como el mismo autor explica en su Metafísica, que muchos años después utilizó santo Tomás de Aquino en la Summa Theologiae para descubrir racionalmente al Dios Creador, al ser absoluto que entregó la vida a todos los seres que andan, se arrastran, vuelan y nadan en un acto puro de creación. Y es que la vida que conocemos necesitó de ese primer impulso, de ese soplo vital, del primer hombre y de la primera mujer, del primer huevo, del primer apareamiento animal, de la primera semilla, y solo a partir de ahí la biología y la botánica nos enseñan lo que sabemos de la vida,

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pero sin penetrar en el ámbito metafísico del “porqué de su existencia”, ni tratar de imaginarlo. No hay otra explicación para entender la vida, porque nunca se ha podido justificar por un acto espontáneo o casual al margen del normal continuismo biológico.

Derecho a la vida Pero todos los seres humanos estamos de acuerdo en que la vida es importante porque es la fuente de todo lo demás, y así, venga de donde venga y cualquiera que sea su origen, se considera como un derecho fundamental y como tal se afirma y se protege en todas las Constituciones y Declaraciones Universales de Derechos proclamadas en la historia. Pero antes que un derecho positivo, la vida es el derecho natural por antonomasia, y esto podemos afirmarlo en el contexto de lo que


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es inmanente a todos los seres vivos, pues les es inherente, consustancial, constituye su esencia, es la raíz de la existencia sobre la tierra, y también, por supuesto, en el ámbito de las ley divina, por el mandato originario del Dios Creador: “Creced y multiplicaos”.

que se enuncia en la Constitución que nos hemos dado, y en definitiva, el derecho divino a la vida, que es exclusivo de Dios, porque así debe ser para que se cumpla todo Derecho y para que se haga toda Justicia entre la tierra y el cielo. bn

Y así ocurre que las otras especies, cuyas vidas están enmarcadas por un determinismo insoslayable, cumplen escrupulosamente la ley natural a que están sujetos, y que nunca prescribe ni fue modificada, y toda semilla da fruto en las condiciones más adversas, y todo animal hembra procrea sin renegar de su descendencia ni poner trabas a la concepción y el parto de las crías.

La vida se considera un derecho fundamental y como tal se afirma y se protege en todas las Constituciones y Declaraciones Universales de Derechos proclamadas en la historia. Pero antes que un derecho positivo, la vida es el derecho natural por antonomasia

No así el hombre y la mujer, no así, porque los únicos seres inteligentes del universo que no tuvieron parte en la creación del mundo, ni dictaron las leyes que lo rigen, se irrogan ahora, al dictado de sus propias decisiones, el derecho a disponer de la vida de los concebidos, excepcionando el derecho natural a la vida de todos, el derecho positivo a la vida

Entre la tierra y el cielo

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Por Nicolás Jouve, Dr. en Biología, Catedrático Emérito de Genética. Presidente de CiViCa, Asociación de Investigadores y Profesionales por la Vida (miembro de la Federación Europea One of Us).

La utilización de los embriones en investigación es una de las consecuencias de la capacidad de producir embriones in vitro, una tecnología que apareció a mediados de 1978. Veinte años después, en 1998, un investigador de la Universidad de Wisconsin llamado James Thomson y sus colaboradores demostraron que las células de la masa interna de los embriones –embrioblasto-, tras 3-4 días después de la fecundación, al alcanzar el estadio de blastocisto, mantenían su “totipotencialidad”. Esto quiere decir que si estas células, que se conocen como “células madre embrionarias” se aíslan y se cultivan in vitro, en un medio nutritivo apropiado, empiezan a proliferar y bajo determinados estímulos son capaces de diferenciarse hacia cualquier tipo de especialidad celular (piel, cartílago, hueso, músculo, etc.).

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Células madre embrionarias Esta capacidad aparentemente ilimitada de proliferación y diferenciación llamó la atención de los investigadores y biotecnólogos, que vieron en las células madre embrionarias una vía para acometer el problema de la reparación de tejidos degradados en personas aquejadas de enfermedades degenerativas, surgiendo así la denominada “clonación no reproductiva” ó “clonación terapéutica”, que se enmarca en el ámbito de la Medicina Regenerativa. Las células madre embrionarias pertenecen a embriones producidos in vitro y su utilización implica la destrucción de embriones, lo que ha dado lugar a uno de los problemas bioéticos de mayor trascendencia y discusión en los últimos años. La vida humana da comienzo en el momento de la fecundación, que es cuando se constituye la «identidad genética» del ser humano. Dado que la vida humana es un fin en sí mismo es incongruente, desde la perspectiva deontológica médica, la destrucción de vidas humanas aunque con ello se persiga la curación de otras personas. ¿Es lícito utilizar la propia vida humana, aunque sea para solucionar problemas de salud? La respuesta obvia es que no. Desde el principio, la utilización de las células madre embrionarias planteó dos importantes dificultades técnicas y un grave inconveniente ético: es una tecnología insegura, se produce un rechazo inmunológico y requiere la destrucción de vidas humanas. Pero además hoy se ha demostrado que son innecesarias para el fin que se pretende.

Células madre adultas Pronto, y para resolver este grave problema ético se buscaron otras alternativas. Es decir otro tipo de células con características y propiedades semejantes a las embrionarias y que sirvieran para obtener líneas celulares aptas para la medicina reparadora. Al poco de aparecer las células madre embrionarias, se supo que el cordón umbilical contiene unas células sanguíneas que dan resultados satisfactorios en el tratamiento de la leucemia y linfomas infantiles, y poco a poco se fueron descubriendo células madre adultas, es decir células procedentes de tejidos adulto, con capacidad de crecer en el laboratorio y con propiedades semejantes a las embrionarias, pero que no requieren destruir nada. Basta para obtenerlas practicar una biopsia, que al hacerse en el propio paciente darán lugar a líneas celulares útiles para la regeneración del tejido que se requiera en el propio paciente, evitando de esta manera el rechazo inmunológico característico de las células madre embrionarias. En síntesis, lo que se debe conocer desde el punto de vista biológico, es que el ser humano cuenta con células madre en todas las etapas de la vida y no solo en los embriones.

La investigación con células madre

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razón creadora Existen células madre de adulto, o para ser más precisos, post-embrionarias, en el líquido amniótico, el feto, el cordón umbilical y, tras el nacimiento, en la mayoría de los tejidos durante la vida adulta. Se trata de grupos subcelulares encargados de restaurar el desgaste natural de muchos tejidos. En los organismos adultos existen cerca de 220 tipos de tejidos y la lista de de los que se conoce que contienen células madre ha ido aumentando año tras año.

Reprogramación celular En el momento actual se habla de tres fuentes de células para este tipo de aplicaciones: las de origen embrionario, que suponen la destrucción de embriones y por tanto de vidas humanas; las células madre adultas, que no implican ningún riesgo para la vida y una tercera opción, fruto de las investigaciones en genética en los últimos años, y que se conoce como la técnica de “reprogramación celular”, que también se pueden obtener a partir de células del propio paciente. Se trata de células de tejidos ya diferenciados que en el laboratorio se transforman en células jóvenes, semejantes a las embrionarias.

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Tras el ímpetu con que empezaron las investigaciones con células madre de origen embrionario, las opciones que están “ganado la carrera”, por su mayor interés en aplicaciones clínicas son las otras dos: las “células madre adultas” con 5040 investigaciones registradas en todo el mundo en la actualidad y las recientes iPS, procedentes de la llamada tecnología de la “reprogramación celular”, con 47 investigaciones en el momento presente, tras la aprobación del primer ensayo clínico en 2013 en Japón. Entretanto, las células madre embrionarias han pasado a tercer lugar con tan solo 37 estudios (datos de Enero de 2016 en la Web mundial de ensayos clínicos http://clinicaltrials.gov). Mientras que con células madre embrionarias no ha habido resultados, a pesar de las millonarias inversiones e intereses de patentes, las procedentes de tejidos adultos y las de reprogramación suponen un conjunto de investigaciones de gran esperanza para la curación de más de 70 enfermedades degenerativas diferentes.

La vida humana da comienzo en el momento de la fecundación, que es cuando se constituye la «identidad genética» del ser humano.


razón creadora Naturalmente este cambio en el panorama de la investigación biomédica con células madre obedece a razones tanto técnicas como éticas. Además de las razones éticas, las células de origen embrionario plantean problemas por su excesiva capacidad de proliferación (formación de tumores) y de rechazo inmunológico por las diferencias en los genes de histocompatibilidad con el paciente al que se desean destinar. Estos problemas no se plantean ni con las células madre adultas ni con las iPS, que pueden proceder del propio paciente. Pero sobre todo, quedan soslayados los inconvenientes éticos al no tener que destruir embriones. La Fundación Nobel otorgó el Premio Nobel de Medicina de 2012 a los doctores John Gurdon (Inglaterra) y Shinya Yamanaka (Japón), respectivamente por «su descubrimiento en los años sesenta de que la especialización de las células es reversible» y por «descubrir, 40 años después, cómo células maduras intactas podían ser reprogramadas para convertirse en células madre». El Dr. Yamanaka ha manifestado en diversas ocasiones que en su investigación había una intención de evitar la utilización y destrucción de los embriones humanos. Además, el uso de estas células, al proceder de los propios pacientes permite estudiar mecanismos moleculares de la enfermedad e identificar nuevas terapias y tratamientos farmacológicos en el laboratorio dando paso así a una «medicina personalizada».

Hoy en día, ya no se utilizan los embriones como fuente de células madre. Se buscan las células madre adultas o se aplica la tecnología de la reprogramación celular para obtener líneas celulares útiles para la medicina regenerativa. Por último, me gustaría señalar que James Thomson, el primer investigador que propuso en 1998 la utilización de las células madre embrionarias con fines de investigación biomédica, ha sido uno de los primeros en abandonar lo que a todas luces no ha dado los resultados que se esperaban. El 22 de Noviembre de 2007 declaró en The New York Times que desde un principio él se sentía incómodo con la utilización de embriones, pero que la causa era tan importante que tras pensarlo mucho decidió seguir adelante. A ello añadió que tras la aparición de las nuevas técnicas -referido a la reprogramación celular-, se ha acabado el debate: «dentro de una década la guerra de las células madre embrionarias será solo una nota curiosa de la historia de la ciencia al pie de una página». bn

Hoy en día, ya no se utilizan los embriones como fuente de células madre. Se buscan las células madre adultas o se aplica la tecnología de la reprogramación celular La investigación con células madre

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aldea planetaria

Ramón Domínguez

Director de la extensión dominicana del Pontificio Instituto Juan Pablo II

U

no de los 99 nombres de Alá es la “verdad”. Es origen de todo orden cósmico y de la ley islámica. El Islam es considerado como la religión revelada correctamente y base de todo derecho por el tiempo y la eternidad. Quien viva dentro de este ámbito, vive correctamente y tendrá éxito. Quien esté fuera, no tendrá buena suerte en esta vida y al final será condenado. El pensamiento de la recompensa es un principio básico del Islam. Quien muera en la guerra santa irá directamente al paraíso, quien construya una mezquita tiene asegurado un palacio allá. Alá es comparado a un comerciante que contrapesa las buenas obras y las malas. Las buenas obras no son fundamentalmente éticas sino cumplimientos rituales de deberes religiosos. Quien confiese su fe, memorice el Corán, rece cinco veces al día, pague sus impuestos religiosos, ayune en el Ramadán y peregrine a La Meca puede tener un buen crédito. También son obras meritorias la conversión al Islam, la hospitalidad, la circuncisión.

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La ley islámica El Islam está dominado por el fatalismo ya que todo está predeterminado por Alá, y la justicia por las obras. Un musulmán no tiene opción de rezar, ayunar, creer y dar testimonio de Alá. Tiene que hacerlo. Está bajo la ley. No puede escaparse. Al final su vida será pesada y medida y todo contará: sus pecados y sus buenas obras, pero no sabe si sus buenas obras pesarán lo suficiente. No existe la certeza del perdón de los pecados. Habrá un “ajuste de cuentas” el día del Juicio. Una visión del mundo que se basa en la justicia y en la ley. No se pueden hacer concesiones. Perdonar a un enemigo sería algo equivocado porque su pecado no fue expiado y no se ha cumplido con la exigencia de la justicia. La venganza de sangre es necesaria para un musulmán. La ley va antes que la gracia. El perdón es posible sin vengar un crimen sólo si hay un alto rescate en dinero. La ley es la base y ha de ser cumplida. Viven en un terreno completamente distinto del de los cristianos. Viven bajo la ley en este mundo y en el siguiente.

En el fondo hay un problema antropológico, o el hombre ha sido llamado por el amor de Dios a la comunión con él y goza por su naturaleza de una dignidad intrínseca, o está sometido a la voluntad omnímoda de Alá. En este último supuesto, no puede darse el amor al prójimo, ya que no merece ningún respeto si no es “cumplidor”. El hecho de que los musulmanes “respeten” a los que son coherentes con su fe y desprecien a los inconsecuentes y no practicantes, lejos de ser un dato positivo expresa la mentalidad que refleja el Corán: “El Dios del Corán es un Dios que está fuera del mundo, un Dios que es sólo Majestad, nunca el Enmanuel, Dios con nosotros. El islamismo no es una religión de redención. No hay sitio en él para la Cruz y la Resurrección… Por eso, no solamente la teología, sino también la antropología del Islam, están muy lejos de la cristiana” . Alá no ama a los pecadores que sólo merecen desprecio. En el Islam no cabe el perdón ni la consideración hacia los débiles. Alá no busca a la oveja perdida, la castiga, por lo que hay muerte para el hereje o el apóstata del Islam.

La ley islámica y la gracia de Jesucristo

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La gracia de Jesucristo Jesús nos liberó de las exigencias opresivas de la ley. El cristiano no vive bajo la ley sino bajo la gracia. La ley es santa, pero no sólo nos da sabiduría para ajustar nuestras vidas a la verdad, sino que el Espíritu nos ilumina para reconocer nuestro pecado y nos conduce a la humildad. Nuestro orgullo es destruido, nuestras obras no son nada ante Dios. Sin la gracia nada podemos hacer. Pero Cristo es el final de la ley. Las obras no justifican a nadie. Cristo nos ha reconciliado con el Padre. Es el amor de Dios en persona. Alá en el Islam no es amor sino ley. Los cristianos no están bajo la ley sino bajo la gracia. Los cristianos son libres para ser agradecidos.

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Sirven a Dios con alegría. Gustosos entregan su vida como ofrenda de acción de gracias porque ya han sido justificados. No trabajan para una recompensa, sino que todo les lleva a la albanaza y a la acción de gracias. Su orgullo queda quebrantado porque no es un cumplidor de la ley sino un pecador justificado por la gracia. Viven del perdón y están creados para el perdón. No entra en ellos la venganza. La cruz de Cristo es la puerta que nos conduce a la libertad de la misericordia y el perdón. Todo lo contrario en el Islam. Los cristianos conocen por adelantado el veredicto en el juicio, no viven en la incertidumbre ni tiemblan ante la muerte y la eternidad. Justificados por Cristo no viven sus


aldea planetaria propias vidas sino que Cristo vive en ellos y la ley mora en ellos. Han sido liberados para pensar, servir y agradecer, no necesitan esforzarse por cumplir. Ellos mismos quieren hacerlo. La acción de gracias, el amor de Dios y la alegría del Espíritu mora en ellos. No así en el Islam pues se lee en el Corán: Alá no ama a los que se regocijan (sura alQasas 28,76). Cristo, en cambio, ha venido para que nuestra alegría sea perfecta. No son esclavos, no están solos, abandonados y temerosos esperando el Juicio. La alegría del Señor es su fuerza.

Quien confiese su fe, memorice el Corán, rece cinco veces al día, pague sus impuestos religiosos, ayune en el Ramadán y peregrine a La Meca puede tener un buen crédito

La Sharia: la ley del Islam Al principio las leyes contenidas en el Corán y el Al-Hadith eran tomadas literalmente, pero a medida de que el Islam se fue expandiendo surgieron problemas que no encontraban solución en la cultura beduina de Arabia. Cuando las costumbres y leyes locales coincidían con el Corán eran aceptadas, cuando surgían dudas se sacaban conclusiones por analogía. Así las cuatro fuentes de la ley islámica son: el Corán, la Sunna (tradiciones de la vida de Mahoma), las conclusiones análogas relacionadas con decisiones previas en el Islam (Qiyas) y las declaraciones acordadas por todos los musulmanes (al-Idjama’a). De hecho se formaron cuatro escuelas de ley que están de acuerdo con los principios fundamentales pero que son muy diferentes en los detalles. El estudio de la ley (sharia) es el tema teológico más importante, superior a la interpretación del Corán, al dogma o a la historia del Islam. Es el intento de regular todas las áreas de la vida. No es sólo una ley moral sino un derecho penal que pone toda la vida bajo el control del estado islámico. Contiene los deberes de todos los musulmanes (los cinco pilares) y las ordenanzas para la vida cotidiana: el comercio, la vida social, la herencia, las leyes del matrimonio y de la familia, las leyes penales. También las leyes concernientes a la guerra santa, los juramentos, las promesas, los procedimientos legales y el tratamiento de los esclavos.

Se pretende amar a Dios sin amar al prójimo lo que deriva en una teocracia inhumana en la que no tiene cabida el perdón La ley islámica y la gracia de Jesucristo

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aldea planetaria Hay diferentes niveles: 1. Leyes indispensables cuyo cumplimiento será recompensado y su omisión castigada. 2. Leyes recomendables y apreciadas, pero no recompensadas ni castigadas. 3. Leyes posibles y dejadas a la opción personal que no son perseguidas por ningún proceso legal, como la venganza de sangre en caso de asesinato o accidente. 4. Acciones abominables desde el punto de vista religioso, pero no punibles. 5. Actos que Alá ha prohibido y que deberán ser castigados por el estado.

Veamos algunas: Los cinco rezos diarios en los que no hay espacio para los propios pensamientos. En algunos países hay una policía del rezo que obliga a los viandantes a entrar en la mezquita para rezar. Las leyes familiares sitúan a la mujer por debajo del hombre. Un hombre puede casarse hasta con cuatro mujeres, tiene derecho de castigar, guiar y educar a su esposa y a golpearla; puede divorciarse de su mujer en cualquier momento, los hijos sólo pertenecen al padre, el testimonio de un hombre vale por el de dos mujeres. En el derecho penal se puede cortar la mano al ladrón y el pie si es reincidente. Dar 60 o 100 latigazos por adulterio o apedrear al culpable de adulterio. Hay que matar al converso que abandona el Islam. El consumo de alcohol y de drogas, así como la práctica de la homosexualidad son actos condenados con la muerte.

En el Islam no cabe el perdón ni la consideración hacia los débiles. Alá no busca a la oveja perdida, la castiga, por lo que hay muerte para el hereje o el apóstata del Islam

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aldea planetaria De este modo, en la vida diaria queda poco espacio para los pensamientos y los actos de amor, fe y esperanza. Política y religión no están separadas. El Islam es una religión política con intentos de establecer un orden teocéntrico, que exige sumisión a la ley en todas las áreas de la vida. Los países islámicos han fluctuado históricamente entre la sumisión de todas las áreas de la vida a la ley religiosa y una jurisdicción limitada a lo espiritual y problemas familiares, mientras que lo demás se situaba bajo la jurisdicción secular. Algunos gobernantes poderosos decidieron impartir la ley según su propio interés, proscribiendo a los juristas de la sharia. Estos, en su lucha contra el poder del mundo idealizaron la sharia llegando a la afirmación de que todo musulmán debía creer en toda la sharia si no quería ser señalado como infiel.

El Islam es una religión política con intentos de establecer un orden teocéntrico, que exige sumisión a la ley en todas las áreas de la vida

Pero este modo de pensar, con los siglos se convirtió en un ideal y fue el modelo para evaluar la ley secular. De hecho se vio que las leyes penales de la sharia no podían ser aplicadas en la práctica. Montones de personas no podrían trabajar si su mano izquierda era cortada por el primer robo o si todos los adúlteros fueran azotados. En ciertos estados hay una tendencia a la liberalización, a pesar de la oposición fanática que se observa hoy en día. Pero no hemos de olvidad que todo musulmán vive bajo la servidumbre de la ley. Podemos decir que en el Islam se ha roto la comunión entre el amor a Dios y el amor al prójimo. Se pretende amar a Dios sin amar al prójimo lo que deriva en una teocracia inhumana en la que no tiene cabida el perdón. bn

La ley islámica y la gracia de Jesucristo

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Antoni Gaudí Fue un arquitecto español, máximo representante del modernismo catalán

Enrique Solana - Arquitecto

Estoy convencido de que en la Sagrada Familia hay un designio de Dios, que se anticipó a los acontecimientos que iban a venir, como suele hacer siempre. De hecho nadie acabó de comprender la puesta en marcha de unas obras en un solar que entonces se encontraba a las afueras de la ciudad, ni aquella monumentalidad totalmente desproporcionada en relación a los medios económicos disponibles, ni la elección de un arquitecto como Gaudí (1852-1926) que realizaba edificios que pocos comprendían, que en muchos ámbitos era tenido por un loco que dilapidaba la buena piedra de las canteras y el dinero de otros, y que paradójicamente, susci-

taba admiración en unos y rechazo y mofa en otros. Sin embargo, enseguida fue siendo conocido como el arquitecto de Dios y el arquitecto de los pobres, pues las obras solo se nutrían de las limosnas que se recaudaban. El hecho es que aquellas enigmáticas torres comenzaron a levantarse ante el asombro de todos, y mientras se quemaban iglesias medievales por el odio irracional del comienzo de la contienda nacional, esos mismos enemigos dejaron crecer el nuevo templo que se libró del furor incendiario de aquella muchedumbre enloquecida. La Sagrada Familia de Gaudí

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El 11 de septiembre de 2001, fueron derribadas ante nuestra atónita mirada, las torres gemelas de Nueva York. Solo un espíritu satánico pudo llevar a cabo aquella barbaridad, que no acabó allí, sino que se prolonga actualmente en las áreas cristianas del Medio Oriente y en el corazón de Europa. A nuestro alrededor, se multiplican diariamente episodios de muerte, miedo y destrucción cuyas causas nadie alcanza a discernir con claridad, porque se entremezclan con la trastornada personalidad de la mentalidad de nuestro entorno. En el fondo todos somos un poco culpables por el hecho de haber rechazado nuestras raíces, aquellas que dramáticamente reclamaba Juan Pablo II desde Santiago de Compostela (el Fin de la Tierra), raíces que son la esencia de nuestra existencia: “Yo, obispo de Roma y Pastor de la Iglesia Universal, desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes”. Justamente al comienzo de estos trágicos acontecimientos, la Sagrada Familia comenzó

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a ser visitada multitudinariamente, lo que fue multiplicando los ingresos y con ello, el ritmo de sus trabajos. La inauguración por el Papa Benedicto XVI, por nombre de pila José, como el patrón del templo, permitió que fuera contemplado a través de los medios de comunicación por millones de personas, que quedaron atónitas ante una belleza en piedra y luz muy fuera de lo común. El templo avanza de forma incomprensible en paralelo al abandono y rechazo masivo de la fe cristiana. Ya dijo Jesucristo: “os digo que si éstos callan, gritarán las piedras”. Esto es para mí este templo, la voz que surge de la tierra para gritar la verdad, la última Catedral de Europa, un canto a la belleza de la fe que suscita lágrimas y conversiones, una Palabra, la misma que nació del Cielo y se encarnó, cincelada esta vez en piedra permeable a la luz, una llamada a levantar los ojos hacia donde apuntan sus afiladas torres, al Cielo, la luz sobre la ceguera de esta cultura de la muerte, la llamada a despertar de esta generación en franca descomposición.


nueva estética Tengo la convicción de que el templo tiene asignada una misión fundamental en la reconstrucción de nuestro mundo y que su autor estará pronto en los altares. En un momento de crisis económica a nivel mundial como la que vivimos, en medio de un rechazo visceral al cristianismo que está llevando a apostatar de la fe y a vomitar sus raíces, ¡Cómo es posible que se esté construyendo una catedral en el corazón de Europa! Y se está haciendo sin escatimar gastos, buscando la perfección absoluta y a un ritmo que nadie entiende. Llegan a Barcelona peregrinaciones multitudinarias buscando, creen ellos, arte y cultura, pero inconscientemente, lo que realmente buscan y no pueden grabar en sus cámaras fotográficas, es algo enorme y muy sutil que hemos perdido y que de alguna manera perciben allí.

La impresión que el templo logra despertar, es lo que, a la vuelta transmiten boca a boca y hace que se multipliquen las colas de visitantes. Visitar la Basílica de la Sagrada Familia puede hacer un gran bien, pero para ello, hay que tener abiertos los ojos del alma. Es mi deseo colaborar en despertar el deseo de búsqueda del Espíritu que Gaudí quiso impregnar en esas piedras. Para ayudar a abrir esos ojos, he sentido la necesidad de escribir estas páginas. bn

• De la admiración por el genial creador de formas, he pasado a la fascinación por el hombre atrapado por la fe que desea comunicar a través del don fuera de lo común que Dios le concedió

La Sagrada Familia de Gaudí

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nueva estética Con esta acción intuitiva, como él la llamó, consiguió con total naturalidad que un estadio entero de fútbol compartiera, casi masticara con él, cada una de sus palabras que rezó con pausa y con peso. No vamos a juzgar la fe de Bowie, ¿quiénes somos nosotros para saber qué pasaba en su interior? Pero sí vamos a admirar su valentía y su testimonio, provocando como siempre, pero esta vez con la oración.

Buscando la fe Esto me ha llevado a cuestionarme sobre artistas provocadores, no manifiestamente cristianos, que utilizan la iconografía y los símbolos de la fe cristiana para realizar sus obras de arte. Desde una perspectiva creyente, siempre nos sentimos amenazados cuando exponen nuestra fe en ámbitos del arte contemporáneo, especialmente si van de la mano de artistas vanguardistas y mediáticos, como es el caso de Damian Hirst. Hirst es el “enfant terrible” del movimiento YBA (Young British Artists), rompedor, ganador del Turner Prize, el máximo galardón para un artista contemporáneo inglés, y es, en la actualidad, uno de los artistas más cotizados del panorama actual. Saltó a la fama por diseccionar animales y exponerlos en formol, realizando instalaciones a tamaño real exhibiendo vacas enteras partidas por la mitad o incluso tiburones. Luego te preguntas, ¿Porqué un artista tan provocador utiliza tan a menudo iconografía cristiana en sus obras? Hay gente que considera su trabajo blasfemo, pero yo abriría más el campo de mira. Solo el hecho de que iglesias e incluso catedrales hayan expuesto sus piezas quiere decir, no solo que personas de fe han valorado su obra y les ha parecido con suficiente contenido evangelizador como para mostrarlo en un lugar sagrado, sino que también el artista quiere verse cobijado bajo el techo de la fe.

Negociando con Dios Fue muy sonada su exposición “New Religion” en la iglesia “All Hallows on the Wall” en 2007, donde expuso varias piezas relacionando la ciencia y la fe. Mucha gente de iglesia le criticó por reducir sus creencias a aspirinas, pero yo diría que no entendieron la profundidad del mensaje. Por ejemplo, su cruz de cedro ornamentada con cápsulas de medicamentos hacía un llamamiento a reflexionar sobre dónde la gente pone su fe; las personas no dudamos en creer que una pastilla nos va a curar el dolor, nos las tomamos sin cuestionarlo si quiera, pero no nos damos cuenta de que la verdadera salvación de cuerpo y alma está Cristo. Nuestra creencia en la curación física y emocional debería fundamentarse en Él. Hirst nos muestra una preciosa cruz con sobriedad y sencillez que, para mí, inspira hasta devoción.

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Llagas virtuales Pero, habiendo dicho esto, asumo la duda que me provoca su otra pieza reflejando la crucifixión a través de paneles con fotografías que ilustran las llagas en las diferentes partes del cuerpo. Me agrede la inmediatez de la imagen y su realidad palpable, pero luego pienso, ¿no me agredió también la crudeza de la película La Pasión? Y lo peor es cuando recuerdo las palabras de un sacerdote explicándonos que el sufrimiento humano por el que pasó Jesucristo era incluso peor que el que vimos en el cine. Total que el problema está en mí, en no querer ver el sufrimiento tan explícito delante de mí, sino más insinuado para proteger mi sensibilidad. Esta podría ser una reacción de cobardía olvidando que Dios se hizo hombre, y que su pasión fue una tortura real, que no podemos obviar, como paso a la resurrección. Esta pieza por su crudeza causa una impresión inmediata, pero la forma en la que está concebida y presentada es de gran dignidad.

La forma propia del crucifijo nos recuerda al de San Damiano, ante el que San Francisco de Asís tuvo una visión que le hizo cambiar el rumbo de su vida.

La forma propia del crucifijo nos recuerda al de San Damiano, ante el que San Francisco de Asís tuvo una visión que le hizo cambiar el rumbo de su vida, quizás invitándonos a nosotros mismos a considerar nuestra trayectoria vital. También el hecho de que se planteen las llagas de Cristo enmarcadas en blanco con grandes márgenes rodeándolas invita a la meditación, al silencio y sin duda inspira respeto.

Hirst utiliza estos símbolos cristianos a modo de interruptor, como él dice, porque son imágenes conocidas que despiertan sensaciones inmediatas, casi subconscientes 82


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Corazón roto clavado con agujas y cuchillas de afeitar, otra pieza provocadora.

Corazón roto Otra pieza provocadora de la exposición que causó mucha controversia fue el Sagrado Corazón clavado con agujas y cuchillas de afeitar. Al verlo, me impactó el corazón anatómico, no idealizado, herido con espinas hasta el punto de la asfixia. No pude evitar ver el dolor de nuestros pecados hiriendo el corazón de Cristo. Comprendí también con esta imagen cómo nuestras espinas las tiene Cristo clavadas en su corazón, haciendo de mi dolor el suyo. Su humanidad reflejada en un corazón real le hace cercano, no un Dios distante, inquebrantable. Cristo no es ajeno al sufrimiento del hombre, lo vive con él, por él y a través de él.

Hirst utiliza estos símbolos cristianos a modo de interruptor, como él dice, porque son imágenes conocidas que despiertan sensaciones inmediatas, casi subconscientes. En la entrevista que le hicieron para el catálogo de esta exposición dice: “Los símbolos religiosos, como la paloma, la cruz, son clichés y por eso son alucinantes (…) entran directamente a nuestro interior. Tienen tanto significado que, incluso cuando dejas de creer en ellos, todavía mantienen su sentido perdurando para siempre”. Era hijo de madre soltera irlandesa y creció dentro de la Iglesia católica; lo que está claro es que el conocimiento y el peso de la fe los ha recibido, aunque no sabemos si los mantiene y busca manifestarlos.

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Misericordia quiero Por último, me gustaría resaltar una obra en este año de la Misericordia. En el 2014, nada menos que la Catedral de Gloucester, le encargó a Damián Hirst que realizara una escultura que hablara del arrepentimiento y la redención del hombre. Ante tal reto, el artista concibió una obra, como siempre provocadora, en la que retrata a una María Magdalena inspirada en la iconografía clásica, concretamente en las esculturas de Antonio Cánovas del siglo XVIII, pero trayéndola al mundo actual. Hirst nos muestra una María Magdalena pecadora, quizás prostituta, dada su desnudez, pero esta vez incluso drogadicta con señales de inyección de heroína. Es una figura que demuestra abandono, dejadez y tal angustia que lleva hasta las palabras “love me” gravadas en su vientre. Te encoje la pena viendo su debilidad y arrepentimiento, y parece que Dios la glorifica dándole alas que elevan su postrado cuerpo. La Gracia de Dios la salva y levanta a este ángel caído. Hirst nos da una lección de misericordia divina quizás incluso sin creer en ella. ¡Qué lección de quien menos te lo esperas! bn

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Es una figura que demuestra abandono, dejadez y tal angustia que lleva hasta las palabras “love me” gravadas en su vientre. Te encoje la pena viendo su debilidad y arrepentimiento, y parece que Dios la glorifica dándole alas que elevan su postrado cuerpo.

Te encoje la pena viendo su debilidad y arrepentimiento, y parece que Dios la glorifica dándole alas que elevan su postrado cuerpo



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Victoria Escudero - Farmacéutica. Fundación López Quintás (Área de Docencia y Universidad)

H

“¿ asta cuándo, Señor, los impíos; hasta cuándo los impíos triunfarán?” (…) Las dificultades de Israel no fueron sino una manifestación de la especial providencia de Yavhé, de su amor especial hacia el pueblo elegido. Como un padre cariñoso y amante, intentaba arrancarlos de sus confianza en reyes, príncipes ejércitos o poderes de este mundo. Intentaba enseñarles una vez y otra, que solo en Él debían poner su confianza. Con cada prueba y en todo momento, los llevaba a darse cuenta de que solo Dios es fiel en cualquier tribulación, solo Él es constante en el amor y a Él solo hay que aferrarse, incluso con todo lo demás en contra. Yavhé sigue siendo el Señor detrás de los sucesos y los acontecimientos de este mundo: en ellos se le puede encontrar y en ellos se le debe buscar, de modo que se cumpla su voluntad.”

La amenaza sobre Al´Bertin Cuando el 17 de octubre de 1939 la noticia de la invasión del ejército rojo recorrió las calles de la pequeña ciudad polaca de Al´Bertin, el pánico se apoderó de sus habitantes. Aquella mañana el Padre Walter acababa de celebrar misa en la parroquia en la que, desde hacía algo más de un año, desarrollaba su apostolado. Durante aquel tiempo, el joven sacerdote americano se había ganado la confianza de sus feligreses a los que acompañaba y alentaba en sus problemas diarios. Sin embargo, la guerra dibujaba al instante un nuevo escenario en el que se ponía a prueba aquella confianza. Consciente de ello, el Padre Walter se sintió incapaz, confundido y desorientado.

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Tan solo la confianza en Dios podía salvar a su pueblo de aquel sentimiento de amenaza que pronto se concretó en hechos tan elocuentes como dramáticos. Rápidamente comenzaron a sucederse las detenciones, los interrogatorios y las amenazas. Numerosas propiedades fueron confiscadas. Los comunistas trataban así de controlar todo aquello que consideraran una amenaza. Por ello, la Iglesia de rito oriental de la misión jesuita fue pronto clausurada. Estas acciones fueron acompañadas de toda una campaña de propaganda y calumnias en contra de la Iglesia y los sacerdotes, lo cual consiguió intimidar rápidamente a la población. La labor de los jesuitas en Al´Bertin quedaba así paralizada tras diez años de fecunda misión.


sed santos

El misterio del sufrimiento humano En aquella dolorosa situación, una pregunta golpeaba una y otra vez la mente del Padre Walter: “¿Por qué permite Dios tanto mal?” El sufrimiento humano es el abismo en el que nuestra fe se fortalece. En medio de él nada puede sustentarnos sino Dios. Pero hasta volver nuestra mirada hacia Él y arraigarnos firmemente en Su palabra, todo nuestro ser parece sucumbir y desmoronarse. Y así se sentía el Padre Walter quien, día y noche, se preguntaba la razón de aquel injusto asedio mientras presenciaba la persecución de su rebaño. Y, sin embargo, es en esta prueba cuando logra comprender el significado más profundo de las palabras que el Señor pronunciara en

Su Sermón de la Montaña: “No estéis preocupados por vuestra vida: qué vais a comer; o por vuestro cuerpo: con qué os vais a vestir. Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura”. Así, en Al´Bertin, cuando la guerra había destruido la paz y el orden de su vida y de su pueblo, el Padre Walter descubre la que debe ser su única preocupación: buscar la voluntad de Dios para edificar Su reino, que sería inmune a la barbarie de la guerra y del odio entre los hombres. Permanecer fiel a Dios, buscarle en todo y confiar en Su amor y Su fidelidad. Ese sería el plan. Las circunstancias en las que se desarrollara serían lo de menos.

Walter Ciszek | ¿Será esta su voluntad?

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La llamada a la misión rusa Pronto se abriría un horizonte en medio de aquel escenario devastador. El Padre Makar, un jesuita georgiano con quien el Padre Walter había entablado una estrecha amistad durante sus años en el Russicum, llegaba a Al´Bertin con dos noticias importantes. La primera, la decisión del obispo, dada la situación, de clausurar la misión de rito oriental de la localidad. La segunda, acerca del plan que él y otro compañero jesuita del Russicum, el Padre Nestrov, habían propuesto a sus supe-

Y aunque los años siguientes estuvieron marcados por el esfuerzo y la soledad, nunca dudó de que aquel era el camino al que Dios le conducía

riores para llegar a la Unión Soviética con un fin misional. Ambos sabían que el Padre Walter se uniría a ellos. En Roma los tres eran conocidos por sus enormes deseos de trasladarse a Rusia para desarrollar allí su vida sacerdotal. El grupo de amigos era conocido entonces como “los tres mosqueteros”. La idea que se planteaba era realmente muy sencilla, pues aprovechaba las corrientes de exiliados que se desplazaban hacia el Este cruzando la frontera para trabajar en las fábricas rusas de los Urales, donde eran contratados por los soviets. Se trataba de unirse a aquellos trabajadores para alcanzar el ansiado destino. Conocer esta última noticia supuso para el Padre Walter un motivo de enorme alegría y hondo entusiasmo. Rusia significaba para él la misión que le había encomendado Dios muchos años antes y para la que, desde entonces, se había preparado. De repente, todo parecía cobrar pleno sentido. Aquel hecho daba coherencia a cada una de las decisiones que permanentemente habían orientado su vida para responder a la llamada de Dios. Aquella llamada, que había conocido en su segundo año de noviciado en Nueva York a través de la carta de Pío XI, le había llevado a dejar familia, amigos y compañeros para ingresar en el Russicum de Roma. Y aunque los años siguientes estuvieron marcados por el esfuerzo y la soledad, nunca dudó de que aquel era el camino al que Dios le conducía. Rusia sería algún día su lugar de destino. Y aquel día había llegado. Esta convicción le infundió un renovado entusiasmo y la energía necesaria para afrontar con auténtica ilusión su futuro.

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¿será esta su voluntad? Sin embargo, la complejidad de la situación rápidamente suscitó en él numerosas dudas que pusieron en tela de juicio su certeza primera. Conocer la voluntad de Dios y aprender a distinguirla de la nuestra entraña dificultad. Eliminar todo subjetivismo de nuestras apreciaciones es cuestión que precisa de la luz de la oración. En aquel momento, el Padre Walter sintió que el suelo que lo sustentaba se tambaleaba. Ajeno a cualquier seguridad, se planteó multitud de cuestiones. ¿Y si la llamada nunca había sido tal? ¿Y si Rusia encajaba más con las aspiraciones de un joven aventurero que con la voluntad de Dios? ¿Y si realmente había encontrado la coartada perfecta para abandonar el que entonces era su destino y auténtica misión, Al´Bertin? Todas aquellas cuestiones y aún muchas otras se cernieron sobre la mente del joven sacerdote. Pero la palabra de Dios acompaña al hombre en cada uno de sus pasos. Abraham representaba en esta situación un inestimable compañero capaz de aliviar la soledad más sentida. Llamado a abandonar todo lo conocido en pos de una difusa promesa, la tierra prometida, debió sentir toda la confusión que parecía concentrarse ahora en el alma del Padre Walter. Al fin y al cabo, ¿cómo puede nadie estar completamente seguro de conocer la voluntad de Dios? Cualquier claridad en ello se desvanece al instante por inconsistente. O, al menos, eso sentía él.

Acudir a la oración una y otra vez resultó infructuoso. Las decenas de razones a favor y en contra de cualquier decisión que se agolpaban en su mente hacían imposible escuchar la voz de Dios. En busca de ayuda, consultó con el Padre Makar y con algún otro compañero sacerdote que todavía quedaba en la misión jesuita. Incluso sometió la cuestión a la consideración de sus feligreses, quienes le rogaron que no los abandonara.

El sufrimiento humano es el abismo en el que nuestra fe se fortalece. En medio de él nada puede sustentarnos sino Dios.

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Finalmente se convenció de que su misión verdadera se encontraba en Al´Bertin y decidió quedarse. Sin embargo, la resolución produjo en él sentimientos de desolación y tristeza que le hicieron reconsiderar la cuestión. Desprovisto de razones y argumentos, el Padre Walter se abrió a la oración y, en ese espacio de encuentro único y personal con Dios, en ese ámbito donde el ser humano se hace consciente del sentido de su existencia, el joven sacerdote pudo alcanzar la paz, la serenidad y la confianza de la fe más sencilla. La voluntad de Dios se puede discernir por sus frutos espirituales. Así, la paz del alma y la alegría del corazón son las dos señales que anuncian el conocimiento de la voluntad divina. Y la validez de una llamada a una vocación, o a un nuevo camino dentro de una vocación determinada, puede discernirse por los movimientos del alma que nacen al considerarla. Es decir, que cuando nos encontramos en presencia de Dios y apartamos de nuestra alma todos nuestros egoísmos, nuestras tendencias más puramente humanas y nuestros deseos emerge en nosotros la luz de la voluntad de Dios que, como todo lo divino, nos inunda con su paz.

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Esto fue exactamente lo que experimentó el Padre Walter; algo que había leído en muchos libros y había escuchado a sus directores espirituales, pero que, por primera vez, sentía en toda su complejidad y sencillez. Aquella alegría invasora de su corazón, aquella paz que colmaba su alma lo llevarían finalmente a Rusia. Ya no se trataba de su decisión sino de la decisión de Dios. bn

El Padre Walter descubre la que debe ser su única preocupación: buscar la voluntad de Dios para edificar Su reino, que sería inmune a la barbarie de la guerra y del odio entre los hombres



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Texto: Manuel del Pino Ilustraciones: Julián García

Julián Perea, el más conocido usurero de Albera, tenía ya 84 años, estaba cada vez más aquejado de Alzheimer y artrosis, y apenas salía de casa. Por eso recibió allí mismo a Arturo Duarte, alias Alacrán, un eficaz sicario colombiano, venido de Madrid sólo para realizar la delicada gestión, y que Perea localizó con discreción por Internet, donde hacía todas sus gestiones. El salón de don Julián siempre estaba en penumbra. Sentado en su sillón, con una mantita en las piernas, se pasaba el día mirando por la ventana, para ver pasar la vida del barrio, o contemplando insulsos programas en la televisión. Su ventana sólo se abría un rato al mediodía para ventilar el salón, cuando Sor Consuelo, una monjita del convento de Albera, acudía a llevarle la sencilla comida por caridad y a adecentar un poco la casa, poniendo la lavadora y tendiendo la ropa, a cambio de nada, pues Sor Consuelo sabía las condiciones en que malvivía el pobre anciano. Mientras la monjita trajinaba, Julián Perea se comía la sopita caliente, la tortilla o el pescadito y la fruta que le había llevado. Perea no tenía hijos ni nietos, pues nunca se casó, sólo pensó en el dinero toda su vida, y sus hermanos ya estaban en un mundo mejor.

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Así que su única alegría diaria era la visita de la monja, que no hacía distinciones para practicar la caridad por Cristo. Aparte de eso, don Julián sólo se levantaba con mucho trabajo para ir al baño y para acostarse por la noche en su vieja cama. Cuando amanecía, salía con esfuerzo de la cama, se vestía y se sentaba en el sillón de la salita todo el día. Sin embargo, don Julián era muy rico. La mitad de los vecinos de Albera le debía dinero, algunos en grandes cantidades, debido a las condiciones draconianas que imponía en sus préstamos por las necesidades de la crisis. Se decía que guardaba más de un millón de euros en metálico en algún rincón de su mugriento piso, pues no se fiaba de los bancos, como buen conocedor de las artes del oficio. Eso sí, tenía su libro de contabilidad siempre sobre la mesa, donde anotaba con detalle cada gasto y cada ingreso de sus clientes, por pequeño que fuera. Aquella alegre mañana de marzo, que ya apuntaba la primavera, el señor Perea acogió en la penumbra de su sillón la siniestra visita del sicario Duarte. – Así que, usted desea que mate a alguien a sangre fría. El duro sicario colombiano sonreía sarcástico ante la cruel encomienda del viejo, mirando los doscientos mil euros que Perea le había preparado encima de la mesa.


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Duarte entendía que se trataba de eliminar a un mal vecino que le debía mucho dinero a don Julián, por lo que tal remedio drástico bien valía los doscientos mil. – Así es – repuso don Julián con voz cascada. – ¿Y podría enseñarme una foto de ese tipo? – No hace falta. Soy yo mismo. El duro de Duarte, que creía haberlo visto ya todo en este mundo, no pudo evitar en esta ocasión una escéptica y burlona risotada de sorpresa. – ¿Me va a pagar doscientos mil por matarle a usted mismo? – Eso es –dijo Perea–. Tengo más de ochenta años. Me está comiendo el Alzheimer y la artrosis. Ya apenas puedo andar y tomar decisiones. Nunca me casé y no tengo herederos. Quiero dejar este maldito mundo a mi manera. ¿Algún problema? – Entiendo. Ningún problema. – Estupendo. Quiero que sea mañana mismo, al anochecer, para que no le vean, desde el piso de enfrente, que es mío también, con un rifle. Aquí tienes las llaves y los doscientos mil. No te preocupes, volverás a Madrid y nadie pensará en ti. Tengo tantos enemigos por culpa de mis negocios que podría ser cualquiera, la lista de sospechosos será interminable. Ahora, si no te importa, tengo prisa. Va a venir una monjita a traerme el almuerzo y no quiero que te sorprenda aquí. Esa Sor Consuelo es más lista de lo que aparenta. Julián Perea habló con el desprecio del viejo avariento que no ha aprendido los buenos valores a pesar de su larga vida. El duro Duarte cogió las llaves y el dinero con el mismo desprecio de sicario curtido y salió del piso sin decir adiós. Sor Consuelo

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* * * – ¿Cómo se encuentra usted hoy? –dijo Sor Consuelo, dejando los platos de comida sobre la vieja mesa de Julián Perea. – Bien, como siempre. ¿Por qué lo dice, hermana? – Porque tiene la mirada perdida al techo. No mira por la ventana, como siempre le gusta hacer, ni siquiera la televisión. Parece preocupado por algo. – Nada de eso, hermana. Es que ya soy muy viejo y no tengo a nadie. Podría morir aquí solo cualquier día y ese pensamiento abruma a cualquiera. Sor Consuelo se dio cuenta de que algo no encajaba en Julián Perea como todos los días. Le tomó una mano con sus manitas huesudas y le dijo: – ¿Qué piensa usted sobre la muerte? ¿Qué es para usted la muerte? Perea se estremeció sin poder evitarlo. Meditó unos instantes y dijo al cabo: – No soy muy creyente, si se refiere a eso. Pero no me gustaría pudrirme aquí solo como un perro. Si me sucediera algo,

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¿podría usted ocuparse del entierro? Sé que sólo soy un viejo usurero, pero tengo derecho a un enterramiento digno como los demás, siempre que fallezca de muerte natural o incluso violenta, pero no por suicidio. Sor Consuelo estaba cada vez más escamada. Las palabras “muerte natural”, “muerte violenta” y “suicidio” rebotaron en su mente, intentando pensar lo que pasaba por la cabeza de Julián Perea, que de seguro era algo peligroso e inminente. Perea dijo: – ¿Sabe qué, hermana? He redactado testamento. La hoja está dentro del libro de contabilidad, sólo necesita la firma de un notario. Voy a nombrarla heredera universal de todos mis bienes, y a su convento teresiano, para que puedan seguir haciendo su labor de asistencia a los desgraciados de Albera como yo. – Yo no vengo a ayudarle para que usted me dé nada. – Lo sé, hermana. Pero no tengo familia, por lo tanto tampoco herederos. Cuando se empieza a ver la cercanía de la muerte, se echa de menos hacer algo útil por los demás. – ¡Ah, es eso! No hay problema. Se me ocurre algo que puede hacer por los demás. Sor Consuelo cogió el libro de contabilidad, dispuesta a romper el testamento. Entonces vio anotada la última operación del meticuloso Perea, un pago de doscientos mil euros. ¿Por qué lo hacía y a quién, él que tenía tanto dinero de sobra? – Mañana no hace falta que venga, hermana. Aquí hay comida de sobra y estos días no me encuentro muy bien de ánimo. La monjita se dio cuenta de que el día siguiente iba a pasar algo grave. Si Perea le decía que no volviese, era precisamente cuando más la necesitaba.


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* * * Sor Consuelo montó guardia con discreción en la puerta de la calle de Julián Perea esa misma tarde, sin resultados. Por la mañana temprano volvió, con la misma paciencia inquebrantable. Hacia las nueve, notó algo extraño por fin. Un hombre con mala pinta, que era Alacrán, llamó al portero automático y discutió desde la calle con Perea unos minutos para que le abriese hasta que lo consiguió. Entonces Sor Consuelo aprovechó para entrar tras Alacrán antes de que cerrase la puerta, como si ella fuera otra vecina del bloque. Con disimulo silencioso, la monjita subió las escaleras un tramo detrás del sicario colombiano. Asomada a la esquina de la escalera, comprobó que en efecto Julián Perea le abría la puerta de su piso, aunque le recibió con mala cara.

Julián Perea se encogió aterrado en su viejo sillón. Sor Consuelo entró sin perder un instante y dijo: – Perdone, joven, ¿no cree que se precipita? Alacrán se volvió extrañado y la apuntó con el arma. – Me llevaré cueste lo que cueste el millón de euros que hay escondido en este pisucho –dijo–. Si es necesario, la mataré a usted también, hermana. La monjita le mostró su teléfono móvil replicando:

Duarte empujó la puerta y entró en el piso de don Julián como si fuera su casa. Sor Consuelo se acercó con cuidado para escuchar lo que ocurría. En el salón, Alacrán obligó al viejo a sentarse, le apuntó con su moderna pistola Walther con silenciador y le dijo: – Me lo he pensado mejor. Llevo toda la noche pensando. ¿Para qué esperar al anochecer? Te mataré ahora y me quedaré con todo. Los vecinos dicen que tienes aquí todo el dinero, más de un millón de euros.

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– ¿Reconoce este número, joven? Es la policía. Mire por la ventana. Alacrán lo hizo. Vio los coches policiales agolpados en la calle, con las brillantes sirenas azules. El inspector Leiva ya subía las escaleras con paso firme seguido por sus fieles agentes, con las armas en ristre. Al ver entrar a la policía en el piso, el sicario colombiano dejó su pistola en el suelo y alzó los brazos. Pensaba salir rico de allí esa mañana, aun cometiendo crímenes, pero no perder él mismo la vida. Le había salido el tiro por la culata. Los policías se llevaron detenido a Arturo Duarte. Leiva observó la cara de alivio de Julián Perea por haber salvado la vida, y le dijo a la perspicaz Sor Consuelo: –¿Qué ha pasado aquí, hermana? La monjita le resumió el caso y Perea lo corroboró con lágrimas. Por sus malos valores había estado a punto de perderlo todo a manos de un sicario sin escrúpulos. Una vez comprobó que todo estaba en orden, el inspector Leiva volvió con sus hombres para poner a buen recaudo al Alacrán, dejando a Sor Consuelo a solas con Perea. Sor Consuelo cogió el libro de cuentas, buscó la hoja del testamento donde Perea la declaraba heredera universal y la rompió ante sus narices. bn

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“Hay quien es pobre y vagabundo, anda falto de lo necesario, pero el Señor se fija en él para hacerle bien y lo levanta del polvo, le hace levantar la cabeza, y muchos se asombran al verlo”. Eclesiástico 11, 12 ss.

Javier Alba

El joven y el ángel

El hijo malherido

Un joven tomó el mal camino. Ciego de orgullo tomó un camino equivocado. Iba camino de la locura, de la cárcel y el cementerio. Iba camino de la muerte.

A este hijo al que la madre cuidó, advirtió de los peligros del mundo, y que huyendo de ella calló en manos del lobo. A este hijo por el que la madre derramó ríos de lágrimas sin ablandar su duro corazón. A este hijo malherido, desgarrado por el Enemigo, el mundo y la soberbia, la madre sale hoy a recoger a las plazas, para curarle con la medicina del Señor: la misericordia. La Iglesia madre de misericordia, sale hoy a las plazas en busca del hijo malherido.

Se ahogaba y se moría. Como aquel pez que quiso ser pájaro y se murió fuera del agua. Como aquel pájaro que quiso ser pez y murió ahogado sin el aire. El joven se moría. Ya estaba muerto. Ya olía. Cuando un ángel pasó por allí. El ángel le habló. Aun muerto y maloliente, el ángel le habló. No tuvo asco de él. Le dio una palabra. Y la palabra anidó en su corazón. El joven se levantó, y se puso a andar. El ángel lavó sus heridas en un arroyo. Le curó y le enseñó a caminar. Le alimentó con pan y vino. Le puso un vestido de fiesta y le condujo al Banquete de Bodas del Hijo del Rey.

Aquel joven llevaba años encerrado en sí mismo, como un recluso dentro de su celda, sin salir de su prisión 98

El joven al que Dios esperaba a su puerta Aquel joven llevaba años encerrado en sí mismo, como un recluso dentro de su celda, sin salir de su prisión; sólo abría un resquicio de la puerta para recibir el alimento cada día. Una noche se produjo un incendio dentro de la casa. El joven asustado salió corriendo a la calle, abrió la puerta y bajo el sol de una mañana luminosa, encontró a Dios todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, que con los brazos abiertos, llevaba esperándole toda la vida sentado a la puerta de su casa.


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Dios Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, creador del Universo, aguardaba pacientemente a la puerta de su casa. En silencio, esperando su respuesta. No se cansó nunca de esperar. El joven se cansó muchas veces de sí mismo, y se desesperó muchas más. Dios estuvo siempre esperando.

Cristo es el Único que respeta nuestra libertad y espera a que abramos una pequeña rendija de la puerta. “Mira que estoy a la puerta y llamo”.

El Joven preguntó:

¿Cómo caminar si llevo tanto peso sobre mis espaldas?

El joven mendigo

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El joven en el camino El Joven preguntó- ¿Cómo caminar si tropiezo a cada paso? El Ángel respondió- No importa que caigas siete veces cada instante, si otras tantas te levantas caminando. El Enemigo le sugirió- Abandona, no eres digno, eres un desastre, abandona… El Ángel le dio una palabra- Ánimo, levántate. Llegas más lejos cojeando dentro del camino que corriendo fuera de él. El Joven preguntó- ¿Cómo caminar si llevo tanto peso sobre mis espaldas? El Ángel respondió- Tíralo. Vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres, y sígueme.

El don de la fe El Joven dijo- No tengo fe El Ángel le respondió- Nadie posee la fe. La fe es un don de Dios, que da a quien quiere, cuando quiere. El Joven preguntó- ¿He de pedir la fe? El Ángel le respondió- Sí. No hay mayor tesoro que el don de la fe. Vale más que la vida y todas las riquezas de este mundo. El Joven preguntó- ¿Cómo saber si tengo fe? EL Ángel le respondió- Cuando no pierdes la esperanza en el sufrimiento, ni en la noche oscura de la cruz. El Joven volvió a preguntar- ¿Sabrán mis hermanos si tengo fe? El Ángel contestó- Cuando no les faltes a la caridad, ni siquiera a los que te persigan y sean tus enemigos.

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El joven que se enamoró de Dios El joven anhelaba el rostro alegre de los santos, la belleza de la santidad, pero no se consideraba digno de la santidad. El joven anhelaba la amistad con Dios, con eso se conformaba, con la amistad con Dios, como Abraham, como Moisés, como David, pero no se consideraba digno de la amistad. El joven deseaba querer amar a Dios, pero no podía… Sólo podía dejarse amar por Dios en su pequeñez… y así fue como el joven, se enamoró de Dios.

El escándalo Y entonces el joven oró al Señor: Como yo no podía subir hasta Ti, Tú te abajaste hasta mí. Como yo no podía buscarte, me buscaste Tú. Como yo no podía encontrarte, Tú me encontraste. “Mejor es hallarte sin entenderte, que entenderte sin hallarte” (San Agustín) A veces me escandaliza la Encarnación. Miles de millones de galaxias en el universo, y Tú, el Creador, te has hecho pequeño. Pequeño, como un embrión, como un niño en el seno de su madre. Indefenso, como un niño recién nacido. Tú te has hecho pequeño por mí. Por mí, que me creo grande, y me escandalizo de la encarnación. A veces me escandalizo de tu carne. El Cuerpo de Cristo es la Iglesia, la comunidad, este hermano que está a mi lado, que me molesta, me incordia y me incomoda. Y mi corazón a veces los desprecia, y me escandalizo y me avergüenzo de la carne de Cristo. Tú te has hecho carne por mí, que me creo espiritual y me escandalizo de tu carne.


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A veces me escandalizo de tu Cruz. Todavía te has hecho más pequeño en la cruz. Tú, el Señor de la historia, el principio y el fin, te has hecho pequeño en el madero, como un gusano, que no hombre. Y yo todos los días quiero sentarme en un trono de soberbia y vanidad. Tú has subido al madero. Has besado la cruz, y no te has bajado de ella, por mí, que me escandalizo de tu cruz. Pero Tú nunca te escandalizas de mí. No has tenido asco de mí, ni te has avergonzado. Te has abajado hasta mí, te has anonado, y te has hecho uno como yo, uno de los míos: para hacerme uno como tú, uno contigo.Es que “antes me cansé yo de ofenderte que el Señor se cansó de perdonarme” (Teresa de Jesús). Porque Tú eres “el Dios que tanto me esperó” (Teresa de Lisieux).

Dios Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, creador del Universo, aguardaba pacientemente a la puerta de su casa

El joven mendigo

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Poema El joven, entró en su celda, se arrodilló ante el crucifijo colgado de la pared, y se puso a cantar: Mi alma te busca a ti Dios mío Como busca la cierva corrientes de agua Así mi alma te busca a Ti Dios mío Mi alma espera que llames a mi puerta Mira que estoy a la puerta y llamo Mi alma, mi espíritu y mi carne sólo desean querer amarte Con todo tu corazón, con toda tu mente, Con todas tus fuerzas Abrirte la puerta y encontrarte Yo soy para mi Amado y mi Amado es para mí Adorar tu Rostro y tu Cuerpo Verdaderamente llagado y resucitado por mí. Para que sean Uno en Mí y uno en Ti ¿Podrá resistir mi corazón tanta alegría? ¿Podrá resistir mi corazón tanta belleza? Sí, pues para Ti me creaste. Sí, pues Tú siempre me has amado. Con amor eterno te amé Así mi alma, pequeña nada Poco a poco enamorada Aguarda impaciente el encuentro Arrodillado bajo el leño del dulce lecho de la cruz

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Entonces se puso de pie, salió de su celda lleno de alegría, y se puso a servir a sus hermanos.

…Y a los que no tienen fe “Me dirijo a los que tienen fe y a los que no tienen la felicidad de poseer este don de Dios, porque todos somos peregrinos que, consciente o inconscientemente, caminamos hacia la eternidad”. Hermana Lucía “Llamadas del mensaje de Fátima” Porque todos los pobres de este mundo tienen derecho a la belleza. No hay mayor caridad que mostrar la belleza del Evangelio a los pobres de este mundo, a los desgraciados, a los desechados de la sociedad. No hay mayor caridad que sembrar esperanza en los corazones de los pobres. No hay mayor caridad que mostrar el camino de la fe. bn

No hay mayor caridad que mostrar la belleza del Evangelio a los pobres de este mundo, a los desgraciados, a los desechados de la sociedad


C/ Arganda, 4 Bajo R - Madrid Consulta previa petici贸n de hora al tel茅fono 91 474 63 42


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Almudena García Peña El otro día, haciendo un poco de broma, realicé un selfie en mi móvil. Después, al mirar la foto realizada descubrí dos cosas, que ya no era una niña y que además no me sentía como la imagen del dichoso selfie.

Éstas nos remueven, moldean, pero no terminan por acabar con lo que somos. Nuestro carácter, defectos, virtudes y preferencias forman un cóctel precioso en la singularidad de cada persona existente.

Recordé aquellas muñecas rusas que se superponen. Este recuerdo me hizo pensar que las personas somos “continentes”. Contenemos nuestro ser infantil, nuestra forma de joven que se transforma en madura, para llegar finalmente a la ancianidad. Pero, lejos de angustiarme, recapacité: ¿Qué hay dentro de la muñeca más pequeña? En este lugar, concluí, se encuentra nuestro ser íntimo y esencial. En él, queda impreso nuestro código genético, que se ha ido moldeando al paso de las situaciones vividas.

Por más vueltas que le dé, no dejaré de envejecer ni podré dar marcha atrás al tiempo. Por otra parte, lo que he decidido fomentar es el germen de esta muñeca pequeña e única. El espejo de mi propia identidad, la transcendencia de mi ser profundo.

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Ya desde antiguo, todos los pensadores, filósofos, profetas, estudiosos hablaban de la paz interior, de la fusión con la Naturaleza. Unos creen fundirse en el Todo, otros piensan en Dios, en la oración o en la meditación o, tal vez, en las dos cosas.


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undo Estamos en un m de velocidad y de lvaje. competitividad sa na Quizás valga la pe belleza observar nuestra interior.

El budismo nos transmite el alejamiento del dolor, mientras el cristianismo nos habla de “nacer de nuevo”. Ciertamente, cada uno sigue su camino, pero la meditación, el sentir nuestra respiración nos proporciona un profundo bienestar que nos conduce a una verdadera paz. Sea como fuere, el total abandono a nuestro interior nos hace pequeños. Estamos en un mundo de velocidad y de competitividad salvaje. Quizás valga la pena observar nuestra belleza interior. Demasiada imagen, excesivo marketing, feroz competencia. Bombardeo de imágenes de regímenes dietéticos, de modelos perfectos inundan nuestros mass media. El funcionamiento de nuestra sociedad actual provoca frustración y depresión.

Confieso que me siento realmente impotente para detener el cronómetro de mi cuerpo, pero en mis manos está el poder conservar mi interior como una niña pequeña. He comprendido que la alegría y el buen humor rejuvenecen. No perder la capacidad para sorprenderse es una forma de mantenerse siempre vivo. He considerado hacer un ejercicio diario que comprende tres objetivos: el primero, dar gracias por respirar; el segundo, agradecer lo que tengo y no lamentarme de lo que carezco. Finalmente, estar al lado de las personas que tienen algún sufrimiento. La fuerza está en el germen de la muñeca pequeña. Ella guarda el preciado secreto de “la eterna juventud”. bn La moda del selfie

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Carlos Valiente

Neuropsicólogo, investigador y profesor de la Univ. de La Rioja y de la Univ. Complutense de Madrid

¿Existe compatibilidad entre los datos procedentes de la ciencia y los postulados de la religión? ¿Se puede creer en Dios sin dejar de aceptar todo conocimiento derivado de la ciencia? ¿Qué tienen que ver los evangelios con los átomos? ¿Qué opinaban al respecto destacadas personalidades que están en la base del progreso científico como Nicolás Copérnico, Galileo Galilei, Isaac Newton o Charles Darwin? ¿Y, posteriormente, el físico Max Planck, el neurocientífico Michael Gazzaniga o el matemático Kurt Gödel? ¿Cuáles son las estadísticas actuales sobre científicos que, al mismo tiempo, son creyentes?

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Ante estas preguntas, y otras muchas que podríamos formular, paseamos por uno de los senderos más apasionantes del pensamiento. Caminata que no por comenzar hace muchos años podemos dar por concluida. De hecho, a pesar de que el pensamiento religioso surgiera hace unos 40.000 años –irrumpiendo como monoteísmo con Abraham hacia el siglo XIX a.C.-, no ha dejado de cruzarse, tanto en diálogo como en confrontación, con la ciencia, cuyos primeros esbozos encontramos en China y Grecia (3.000-200 a.C.) y que, con su desarrollo exponencial a partir del siglo XV de nuestra era, se perfila como discurso empírico e hipotético-deductivo. Este debate que invita a acercar ciencia y religión se lidia desde distintos ámbitos, cual si se tratase de un elemento transversal –que atraviesa diferentes contextos y niveles culturales- imposible de soslayar en nuestras preocupaciones filosóficas. De hecho, se pueden escuchar pronunciamientos y opiniones tanto en elevados foros intelectuales, como en improvisadas tertulias de cafetería. Permítanme que nos acerquemos a este debate desde uno y otro enfoque.

Al hipertrofiar los conocimientos científicos a la vez que se atrofian los religiosos, estaremos diseñando un escenario intelectual en el que la armonización de discursos resultará bastante complicada Razonando sobre ciencia y fe

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Catequesis de primera comunión versus carrera universitaria Desde una perspectiva más cotidiana, no dejo de pensar en muchas personas que se han pronunciado desde la minusvaloración –o desprecio, en ocasiones- del discurso religioso, argumentando su carácter irracional, superado o trasnochado. Profundizando en las conversaciones que he podido establecer con algunos de esos interlocutores, he detectado la influencia de varios factores, entre los que incluyo el uso acrítico de tópicos, una postura más visceral que racional, un posicionamiento netamente ideológico, un cierto desconocimiento de cuestiones cruciales en esta temática, así como, en los puntos de vista más fundamentados, un desajuste entre los propios conocimientos científicos respecto de los religiosos –o teológicos-. En cuanto a este último aspecto, he creído percibir en muchas de esas personas, un fenómeno que, si nos paramos a pensar, no resulta tan infrecuente. Y se trata de lo siguiente: Niño que se cultiva en los rudimentos de la fe hasta recibir la Primera Comunión y, tras concluir este inicial proceso formativo, interrumpe su itinerario catequético al mismo tiempo que prosigue sus estudios que finalizan con una carrera universitaria ¿Se imaginan querer encajar algunas explicaciones propias de un temario catequético adaptado para niños de diez años con el plan de estudios de la licenciatura –hoy, grado- en Ciencias Químicas? Forzosamente, al hipertrofiar –dilatar y fortalecer- los conocimientos científicos, a la vez que se atrofian los religiosos, estaremos diseñando un escenario intelectual en el que la armonización de discursos resultará bastante complicada. De hecho, para toparnos con este desajuste que experimentan muchas personas, no tenemos siquiera que esperar a la conclusión de los estudios universitarios, ya que he sido testigo en primera persona durante mis diecisiete años

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de docencia en educación secundaria, de esta colisión de conocimientos que, para muchos adolescentes deseosos de seguir manteniendo sus creencias religiosas sin renunciar a su formación, puede llegar a tomar tintes angustiosos. Y, aunque fuera suficiente intentar acometer una empresa que ayudase a armonizar lo que, en realidad, puede ser compatible, hay otro argumento más para no descuidar la intervención en esta problemática. Me refiero al abandono de esa fe religiosa personal del adolescente o joven, por motivo de entrar en contradicción con los datos científicos, forzado a liberarse así de la presión y desgaste que imprime en su interior una disonancia cognitiva de ese cariz.

Falsa incompatibilidad Pero ¿qué fundamento tenemos para no conformarnos con la situación descrita? ¿Con qué argumentos contaríamos para defender esa compatibilidad desde la que, como estarán detectando, me he posicionado? Pues bien, aquí, es donde tiene cabida abordar la cuestión feciencia desde el otro enfoque, el que analiza este debate a partir de la aportación de personalidades de un indiscutible nivel intelectual. Y, vaya mi disculpa por anticipado, dado que en esta apretada reflexión sólo sacaré a colación algunos nombres y datos, omitiendo aludir a otros muchos que, también, han sido protagonistas de todo este esfuerzo. Desde la atalaya que postula la discrepancia científico-religiosa, quisiera empezar por dar la palabra a Augusto Comte (1798-1857). Este pensador, afirmó que las edades de la humanidad se podrían dividir mediante tres períodos, siendo, cada uno de ellos, sustitución y superación de los precedentes. De esta forma, hablaba del período teológico –mentalidad religiosa-, el metafísico –preocupación filosóficay el positivo –triunfo de la ciencia positiva y empírica-. Culminando este posicionamiento, llegó preconizar la sustitución de los sacerdotes religiosos por otros análogos de corte cien-


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tífico. Con el paso del tiempo, que supone la mejor criba para cualquier proyecto o empresa, no se confirmó la plasmación de su ley de los tres estadios, así como tampoco la irrupción de los nuevos ministros de esa imaginada “iglesia”. No en vano, pareciera que, queriendo minar las bases de subsistencia de la religión, se postulase para fundar la suya propia. Pero, lo que supone mayor impacto en este sentido, ha venido de la mano del reputado neurocientífico Michael Gazzaniga (1939-…), afirmando que la pervivencia de la religiosidad en el homo sapiens, se debe, precisamente, al carácter beneficioso que ella aporta en términos evolutivos y adaptativos, aludiendo a un papel en la selección natural que, dicho sea de paso, ya había sido mencionado por Charles Darwin.

A su vez, no podemos obviar la aportación procedente de los que Paul Ricoeur (1809-1882) denominaba como ‘maestros de la sospecha’ -Feuerbach, Marx, Nietzche y Freud-, a partir de los cuales, como elemento derivado de sus presupuestos teóricos, se podría deducir un componente perjudicial –tóxico- de la religión, en base a que ésta consistiría en un narcótico o ficción interesada, elaborada para compensar unas supuestas carencias humanas. Razonando sobre ciencia y fe

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ciencia En este caso, la contestación tampoco exigiría discursos religiosos, bastando planteamientos nítidamente científicos. Sólo por citar un ejemplo, se ha constatado empíricamente el beneficio que se deriva de fe religiosa en términos de salud y calidad de vida –frente a esa supuesta “toxicidad”-, al mismo tiempo que, más allá de sus eficiencia clínica, aquí no tendríamos espacio suficiente para hacer referencia al papel humanizador –personal y social- derivado de una fe religiosa sanamente vivenciada. Actualmente, pensadores como Richard Dawkins, Daniel Dennett, Sam Harris o Christopher Hitchens, conocidos como los Cuatro Jinetes del Nuevo Ateísmo, no dudan en aprovechar los espacios en los que ejercen de divulgadores científicos para manifestar una inequívoca militancia anti-religiosa. Y, con independencia de otros apoyos para la réplica, no quisiera omitir que, si por una parte, entiendo legítima la posición que estas y otras personas puedan sostener respecto de cualquier tema, no dejo de reconocer la confusión que pueden suscitar en muchas personas, las cuales, podrían situar, en un mismo plano, las afirmaciones científicas y las ideológicas de aquéllos; porque, en mi opinión, no posee el mismo valor de incuestionable taxatividad un discurso de un físico sobre las partículas elementales respecto de otro centrado en política, o, por ir más allá, sobre su opinión en relación al modo de gestionar los problemas de pareja, de elaborar la tortilla de patata, o de catalogar el mejor estilo escultórico.

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Razón y fe Ahora, desde la otra perspectiva, si tuviéramos que exponer sólo algunos de los argumentos que vinculan, serena y enriquecedoramente, la ciencia y la religión –cristiana, en este caso, por concretar-, tendríamos que resaltar que: 1) a nivel filosófico o de pensamiento, la manera de entender el Mundo y la Naturaleza, aportada precisamente por la concepción cristiana, fue lo que posibilitó la existencia de la ciencia, tal y como la disfrutamos actualmente. Parafraseando al católico Galileo Galilei (1564-1642), la Naturaleza sería un libro creado por Dios, a través de caracteres matemáticos, que debemos estudiar y desentrañar. De hecho, a partir de aquí, y con el empuje definitivo del científico y teólogo franciscano, Roger Bacon (1214-1294), surgirá el método experimental –o empírico-, tan absolutamente fundamental para el quehacer de la ciencia moderna. 2) Junto a la importantísima labor de mecenazgo, destaca la creación de las grandes instituciones dedicadas al saber, es decir, las universitas studiorum, originadas al amparo –cuando no, la directa gestión- de la Iglesia Católica (París, Oxford, Bolonia, etc.). 3) No podemos olvidar la insigne aportación realizada por tantos cientí-


ciencia ficos cristianos, ante quienes siempre seremos deudores por su contribución en la constante edificación del bagaje científico, así como por la armonización personal de su ser científico con su ser creyente, como Nicolás Copérnico (1473-1543), Marin Mersenne (1588-1648), Pierre Fermat (1601-1665), Isaac Newton (1643-1727), Kurt Gödel (1906-1978), Antoine-Laurent de Lavoisier (1743-1794), JeanBaptiste Lamarck (1744-1829), André-Marie Ampère (1775-1836), Gregor Mendel (18221844), Guglielmo Marconi (1874-1937), Louis Pasteur (1822-1895), Georges Lemaître (1894-1966), Francis S. Collins (1950), entre otros muchos. 4) Existen muchos gestos de apoyo y potenciación procedentes de la propia jerarquía eclesial, como la publicación de encíclicas -Humani Generis de Pío XII, Fides et Ratio de Juan Pablo II, o la recientemente publicada Laudato Sí de Francisco-, junto a la creación de instituciones como el Observato-

rio Astronómico Vaticano, el Pontificio Consejo de la Cultura o la Pontificia Academia de las Ciencias, la cual, siendo liderada por Galileo Galilei, ha contado con la presencia de varios premios Nobel, como Ernest Rutherford, Guglielmo Marconi, Niels Bohr, Max Planck, Werner Heisenberg, Paul Dirac, Erwin Schrödinger, Alexander Fleming, etc. Junto a otro tipo de iniciativas que se desarrollan con el fin de profundizar en la temática del diálogo ciencia-religión –sociedades científicas, grupos de investigación, congresos, etc.-, se han publicado algunos volúmenes que, en distintos idiomas y formatos, constituyen obras de una elevada calidad científica y académica.

Richard Dawkins, Daniel Dennett, Sam Harris o Christopher Hitchens, conocidos como los Cuatro Jinetes del Nuevo Ateísmo, no dudan en aprovechar los espacios en los que ejercen de divulgadores científicos para manifestar una inequívoca militancia anti-religiosa

Razonando sobre ciencia y fe

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ciencia

Dentro del abanico de obras colectivas, con capítulos firmados por diferentes especialistas, podríamos destacar la publicación dirigida por Jean Delumeau, en 1989, titulada Le savant et la Foi (El científico y la fe); la coordinada, y publicada en 1991, por Neville Mott, Premio Nobel de Física en 1977, mediante el sugerente título Can Scientists Believe? (¿Pueden creer los científicos?); el volumen publicado en 2007 por P. Clayton y J. Schaal, bajo el título Practicing Science, Living Faith (Practicar la ciencia, vivir la fe); y, la que un servidor tuvo el honor de coordinar y publicar en 2014, la cual, titulada 13 académicos ante el diálogo ciencia-fe. Religión y ciencia interdisciplinar, y,

en sintonía con las anteriores, recoge la aportación de expertos de reconocido prestigio en física, biología, matemática, paleontología, genética, y neurociencia, entre otras áreas del conocimiento. Por otra parte, dentro del elenco de obras monográficas, quisiera señalar Ciencia y fe: nuevas perspectivas (Artigas, 1992), Religión y Ciencia (Barbour, 2004), ¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe (Collins, 2007), a las que, humildemente, sumo el volumen que acabo de publicar, en 2016, bajo el título Razonando sobre ciencia y fe. 30 aclaraciones para escépticos, mediante el cual, a través del apoyo en metáforas de la vida cotidiana, intento clarificar cuestiones esenciales de la física, biología, neurociencia, antropología o historia de la ciencia, que resultan pertinentes para el dialogo ciencia-fe. En definitiva, muchos son los que valoramos esa sentencia de Louis Pasteur –y trabajamos desde esa clave en el actual debate científico-, mediante la que llegó a afirmar que “poca ciencia, me apartó de Dios, mientras que, mucha ciencia, me acercó a Él”. bn

Junto a la importantísima labor de mecenazgo, destaca la creación de las grandes instituciones dedicadas al saber, las universitas studiorum, originadas al amparo e incluso con la directa gestión de la Iglesia Católica 112



bendita María

Enrique Solana - Arquitecto

El Dios de la Revelación es Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Así lo constatamos al percibirle con un inmenso amor paternal, con la infinita misericordia que el Hijo ha derramado sobre nosotros y con el susurro directo al corazón a través del Espíritu Santo “El mismo Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables… y se une a nuestro espíritu para decirnos que somos hijos de Dios”. Esta triple percepción de Dios significa que la experiencia que podemos llegar a tener de Él abarca todo nuestro ser, no solo nuestra realidad física sino también nuestras facultades, —memoria, inteligencia y voluntad—, y nuestro espíritu. El encuentro con Dios no podemos reducirlo solo a los sentidos o a la inteligencia. Jesucristo es el enviado del Padre para darse a conocer. Esta es su misión, revelar a Aquel que le ha enviado. Y lo hace con su palabra que subyuga a todos los que le oyen, y lo hace con sus obras, los milagros que hacen patente el ser sobrenatural que se esconde tras su naturaleza. Los que le escuchan y son testigos de todo ello se asombran pero no pueden pasar de ahí, ¿Cómo es posible ver a Dios en un hombre? “¿Tanto tiempo contigo y aún no me conoces Felipe? El Padre y yo somos uno”. La razón choca con un límite por el que no puede pasar por sí sola, no es posible conocer a Cristo como Dios sin el toque de la gracia, del Espíritu “Bienaventurado eres tu Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre sino mi Padre que está en los Cielos”.

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La misión de Cristo tiene su momento álgido en su Pasión, Muerte y Resurrección, pero aun viéndolo resucitado, los discípulos sienten los ojos retenidos. San Juan relata un pasaje bellísimo cuando, después de la pesca milagrosa le ven resucitado en la orilla, dice: “Sabiendo que era el Señor, no se atrevían a preguntarle…”, le ven pero no le reconocen. Y Pedro, cuando cae en la cuenta de que es el Señor tras otro pasaje similar, se postra en el suelo pues el asombro y el temor se habían apoderado de él y le dice: “Apártate de mi Señor, que soy un pecador…” Aquí radica la imposibilidad de reconocerle en su esencia, la conciencia de nuestra pequeñez y su grandeza, la distancia que sabemos infinita entre Dios y nosotros. Por esa razón, la obra de Jesucristo no culmina en la Resurrección ni en la Ascensión, sino con el envío del Espíritu Santo el día de Pentecostés que Él mismo anuncia: “Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho”. Ese día nace la Iglesia, ese día la fuerza de Dios se manifiesta en la debilidad humana, y el hombre, sin dejar de saberse una vasija de barro, experimenta que el Espíritu del Señor está sobre él, que le unge y le envía para anunciar la salvación a los hombres de quebrantado corazón.


bendita María

La Iglesia sabe que el Espíritu Santo es su misma esencia, que sin Él dejaría de existir, por eso le invoca pidiéndole sus siete dones: ¡Ven, Espíritu Santo, envía un rayo de tu luz! Danos tus siete dones: Don de Sabiduría para comprender lo insondable de Dios y buscarle sobre todas las cosas. Don de Inteligencia para descubrir la riqueza de la fe. Don de Consejo para conocer los caminos de la santidad.

Don de Fortaleza para superar las dificultades en nuestro caminar hacia Dios. Don de Ciencia para juzgar con rectitud las cosas creadas y mantener nuestro corazón en Dios. Don de Piedad para tratar a Dios con la confianza de un hijo con su Padre. Don de Temor de Dios para evitar contristar al Espíritu Santo y temer separarnos de Aquel a quien amamos y constituye nuestra razón de ser y de vivir. bn

“El mismo Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables… y se une a nuestro espíritu para decirnos que somos hijos de Dios”

Segundo misterio glorioso

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cine

Director: Artavazd Pelechian | Año 1993 Miguel Ángel Millán

Gloria María Tomas y Garrido | Catedrática honoraria de Bioética

El estudio realizado por el Dr. Miguel Ángel Millán en su Tesis, que he tenido el honor de dirigir, contiene en uno de sus capítulos un profundo, acertado y bello comentario sobre este director cinematográfico y sobre su obra. En concreto, en este trabajo estudiamos su documental Vida, que puede encontrarse en youtube simplemente poniendo el nombre del director y del cortometraje (Artavazd Pelechian, cortometraje Vida). Se ha reducido el estudio a un artículo de difusión en el que se intenta mostrar que, en seis minutos y medio -es su duración- tienen cabida el arte, la ciencia y la filosofía, armónicamente compenetradas como una espléndida manifestación de la hondura de la vida humana y su trascendencia. 116


cine Pelechian no nació en un país de renombre, si por celebridad o fama no puede concebirse un país perdido en las estribaciones del Cáucaso meridional. Tal vez hayamos escuchado quebradizos rumores en los elencos de la historia y resuene en nuestros oíd o s el exterminio genocida de armenios (1915 1923) por la denodada denuncia del Papa Benedicto XV, siempre profundamente preocupado por la irracionalidad humana, manifestada particularmente en esa época correspondiente a la primera Guerra Mundial.

el hombre espiritual Artavazd Pelechian (1938) fue compañero de estudios, en el Instituto Cinematográfico de Moscú, del director de cine Andrei Tarkosvki (Moscú, 1932 - París, 1986) -siempre preocupado por el estrecho espacio concedido a la faceta espiritual del hombre- y del aristócrata y prolífico director Andrei Mijalkov Konchalovski (Moscú, 1937). Pelechian ha sido reconocido tardíamente fuera de la URSS, excepto en Francia, gracias a la intercesión del director Jean Luc Godard (París, 1930). Pertenece al cine experimental, próximo al vanguardismo ruso -dada la carga lírica de sus películas-, junto a un lenguaje cinematográfico en el que en la naturaleza se descubre como un saber revelado al mundo. También la conciencia humana es una constante en su filmografía. Destaca además por el montaje a distancia, del que fue precursor, donde la asociación principalmente de imagen y sonido es fundamental para la comprensión de su obra. Su filmografía está compuesta por títulos indispensables: Las estaciones (1975), Fin (1992), Nosotros (1960), Vida (1993). La duración total de toda ella no alcanza las cuatro horas de metraje.

sus proyecciones hablan de personas anónimas fascinadas por la belleza original de lo intrínsecamente humano; descubre y reconoce que es así “el secreto de la materia”.

VIDA, LIFE, KYANQ

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el rostro es protagonista Impresiona, y no solo en este corto aunque es el que comentamos, cómo es capaz de generar quietud entre el tráfago humano; silencio ante un ruido ensordecedor y, sobre todo, cómo convierte el latir del corazón humano en una hechizante melodía que marca el compás trascendente de la vida. La cámara descubre y disecciona el rostro femenino en un primerísimo plano, extrayendo de cada instante manifestaciones de la vida que sacuden al espectador y le conducen a una apoteosis humana y también fílmica. Pelechian enfatiza tres grandes coordenadas -el espacio, el tiempo y el movimiento- una combinación esencial, en el buen cine, de arte y de sentimiento. Y así, sus proyecciones hablan de personas anónimas fascinadas por la belleza original de lo intrínsecamente humano; descubre y reconoce que es así “el secreto de la materia”. La exploración de sus personajes y la belleza de sus documentales tienen como centro la identidad de cada individuo en su entorno natural. Como buen investigador de la textura humana, le preocupa la composición del documental para que todo confluya en la unidad que busca y encuentra. En su cine, el rostro es el protagonista; de tal modo sus imágenes están orientadas a la expresividad teleológica que confluyen en el mismo devenir forma y contenido. Ver sus filmes es redescubrir el ser alguien en el otro, tal como se aprehende en el filósofo Lévinas, (Kaunas, 1905-París, 1996), el

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cual logró una síntesis entre la fenomenología de Husserl, el existencialismo de Heidegger y el pensamiento judío; a partir de ello, elaboró una filosofía de la experiencia ética sustentada en la subjetividad y la alteridad. Una frase suya muy significativa e importante en nuestra película es cuando expresa que “la epifanía del rostro es ética”. El verdadero rostro humano no entiende de caretas, ni participa de máscaras o antifaces que atenúen su visión. Para Lévinas, el encuentro ético emerge de la profundidad interior humana, como las sensaciones de una madre gestante que es capaz de reconocer las señales internas de su otro yo, que la interpelan en un imperativo crucial frente a la vida. No ve el rostro, pero escucha y se enternece con el hijo en el fondo de ella misma. Esa vida gestante apela, señala, solicita la atención para sí y en sí del hijo.

No hay dolor en la mirada, no importa si el esfuerzo realizado ha llegado a los límites de la extenuación


cine

Madre e hijo unen sus caras en paralelo frente al objetivo inescrutable de la cámara: la recreación entrañable dibujada en los rostros de ambos, divisando la felicidad absoluta de una unión indisoluble que ha hecho del sobrecogedor desgarro de la parturienta un motivo de esperanza.

vida dentro de la vida Ese contexto del pensamiento de Lévinas lo tenemos filmado en Vida, que fue grabada en 1993 en una maternidad Armenia. Resalta la importancia de los ciclos naturales al presentar la maternidad como un acto cotidiano, entrañablemente femenino, dejando que del rostro brote el lenguaje de la imagen. Es así como la fecundidad es acunada por el espectador que, impasible, desea saber cuál es el destino del protagonista. Y se cuenta con la expectación que genera la música del Requiem de Verdi marcando acentuadamente el pausado ritmo del tiempo, mientras rostros anónimos experimentan el conspicuo dolor de la felicidad. Y así se encuentra la maestría y la originalidad de Pelechian que enseña a hablar y a escuchar al lenguaje del silencio. De algún modo, el espectador se convierte en el protagonista del visionado y el único capaz de emitir palabras y emociones sobre lo que ve.

Sin duda, el hecho de que el espacio sea una maternidad y el tiempo se pre-sente bajo los designios esféricos de la vida humana (nacer -vivir-morir-nacer) hacen que el movimiento se dimensione en la dignidad de la persona, En Vida, metafóricamente, se otorga a la expresión facial y a la música el don de la palabra. Un cine donde se articula la evocación lírica de la imagen, la música, y el agua -que bendice todo con su pureza original- dan paso a la benevolencia acogedora de la vida. Madre e hijo unen sus caras en paralelo frente al objetivo inescrutable de la cámara: la recreación entrañable dibujada en los rostros de ambos, divisando la felicidad absoluta de una unión indisoluble que ha hecho del sobrecogedor desgarro de la parturienta un motivo de esperanza. No hay dolor en la mirada, no importa si el esfuerzo realizado ha llegado a los límites de la extenuación, la expresión máxima de humanidad se ha delineado en la composición del rostro, cuando la alteridad se ha adueñado de nuestra mismidad hasta convertirse en filiación rediviva, provocando, a su vez, que las virtudes naturales y sobrenaturales cohesionen en el mismo espacio y tiempo donde se erige la persona llena de respeto y de ternura. bn VIDA, LIFE, KYANQ

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fuerza en la mirada

l Padre

dia de r o ic r e is M do la

Descubrien

Marta Guerrero | Periodista El pasado mes de diciembre, el papa Francisco inauguró el Año Santo de la Misericordia. La elección de este motivo para la celebración de un jubileo no es casual, se trata de una invitación a ser testigos del amor y el perdón de Dios en un momento tan turbulento como el actual. Descubrir, vivir y palpar Su misericordia, practicarla con los demás y ser más hijos del Padre que nunca son algunas de las actitudes que nos propone adoptar el Santo Padre a lo largo de estos meses.

llamados a la misericordia El Santo Padre nos recuerda que es precisamente en Cristo en quien se cumple plenamente el sentido profundo de este Jubileo de la Misericordia, por lo que, cuando la Iglesia en Su nombre convoca un jubileo, nos invita a vivir un tiempo extraordinario de gracia. De este modo, la Iglesia está llamada a ofrecer signos de presencia y cercanía de Dios. Así lo ha explicado el propio papa refiriéndose a este Año Santo de la Misericordia: “es el tiempo para que la Iglesia redescubra el sentido de la misión que el Señor le ha confiado el día de Pascua:

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ser signo e instrumento de la misericordia del Padre” (Homilía en las Primeras Vísperas del Domingo de la Divina Misericordia, 11 de abril de 2015). Si bien todos los cristianos están llamados a experimentar, personal y colectivamente, la misericordia de Dios con este Año Santo, el propio pontífice no ha querido dejar pasar por alto que los jóvenes estamos invitados a hacerlo de un modo aún más especial, ya que no es casualidad que en el marco de este año se vaya a celebrar también la JMJ de Cracovia. Para animarnos y ayudarnos a vivir con una mayor intensidad la preparación de este encuentro mundial, el papa Francisco lanzó hace unos meses el reto de realizar una obra física y espiritual de misericordia cada mes, pidiéndonos un compromiso personal con esta iniciativa, dedicándole “toda la fuerza creativa y la imaginación de nuestra juventud”. “A ustedes, jóvenes, que son muy concretos, quisiera proponerles que para los siete primeros meses del año 2016 elijan una obra de misericordia corporal y una espiritual para practicarla cada mes”. ¿Qué mejor ejercicio de preparación para la Jornada Mundial de la Juventud que éste?


fuerza en la mirada Un amor de este tipo implica hacer espacio al otro dentro de sí, sentir, sufrir y alegrarse con el prójimo Tampoco es casualidad que el lema elegido para esta XXXI edición haya sido el fragmento del ‘sermón de la montaña’ en el que Jesús proclama que “bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5,7). Si bien éste se trata de uno de los discursos más ricos en contenido y significado de todos los que pronunció Cristo y se han recogido en el Evangelio, la oración concreta escogida como motivo para esta JMJ nos tiene que marcar y llamar a la acción de una manera aún más profunda.

En el Nuevo Testamento, se nos mostraría el culmen de la misericordia de Dios, que se materializa en la obra que Jesús cumple en Su nombre. Compadecido de nuestra miseria humana, el Padre se abaja para estar aún más cerca de nosotros a través de Cristo, que comprende, cura, perdona y nos ama hasta el extremo, entregando su vida por nosotros con una muerte de cruz. En el Evangelio esta realidad es más que evidente: todo lo que Jesús dice o hace, está marcado por la misericordia. Es más, el propio Jesús es misericordia.

El Papa Francisco no desaprovecha la ocasión de su mensaje de invitación a los jóvenes a la JMJ de Cracovia para ahondar en el sentido de este lema y explicarnos la misericordia divina. Así, según se nos muestra en las Sagradas Escrituras, ya en el Antiguo Testamento observaríamos que existen continuas alusiones a la misericordia propia del Dios Padre. Desde “la incansable fidelidad a la Alianza con su pueblo, al que ama y perdona eternamente”, hasta la comparación del amor de Dios con su pueblo como el de una madre con su hijo, explicando que “un amor de este tipo implica hacer espacio al otro dentro de sí, sentir, sufrir y alegrarse con el prójimo”. Pero además, el concepto bíblico de misericordia se refiere también “al amor concreto que es fiel, gratuito y que sabe perdonar”.

Así, con parábolas tan conocidas como la del hijo pródigo, la moneda y la oveja perdida, Cristo no cesa de intentar hacernos comprender la enorme magnitud de la misericordia de Dios. En referencia a estas lecturas, el Papa Francisco destaca la siguiente conclusión: “nos impresiona la alegría de Dios, la alegría que Él siente cuando encuentra al pecador y lo perdona. Sí, perdonar es la alegría de Dios. Aquí tenemos la síntesis de todo el Evangelio”.

el perdon desde lo mas profundo

En este mensaje de preparación a la JMJ, el Santo Padre nos recuerda a todos los jóvenes que “la misericordia de Dios es muy concreta y todos estamos llamados a experimentarla en primera persona”. Abrir nuestro corazón con humildad y transparencia sería el requisito imprescindible para contemplar de un modo concreto la misericordia de Dios en nuestras vidas. Esto es así porque, como nos indica el pontífice, aunque nosotros estemos siempre buscándole, es Él el que se nos adelanta siempre, el que nos ha buscado desde la eternidad para ser también el primero en encontrarnos.

Así, la práctica del perdón se muestra como una realidad intrínseca de la propia misericordia. “Como vemos, en la misericordia siempre está incluido el perdón”, añade el Santo Padre; se trata de una realidad concreta a través de la cual Dios nos manifiesta su amor, que es como el del padre o la madre “que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo”.

En este sentido, no podemos obviar la dimensión de uno de los regalos fundamentales que nos ha hecho Dios para que podamos experimentar en primera el abrazo misericordioso del Padre que siempre nos espera: el sacramento de la Reconciliación. “Qué hermoso es descubrir el confesionario como el lugar de la Misericordia”, exclama Francisco. bn

La misericordia de Dios es muy concreta y todos estamos llamados a experimentarla en primera persona Preparados para la JMJ de la Misericordia

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fuerza en la mirada

Almudena Pérez | Estudiante de teología Universidad San Dámaso

Esta es la pregunta de fondo con la que Juan Pablo II empieza a desarrollar la Teología del Cuerpo. Con esta pregunta el papa busca que nos cuestionemos acerca de si es posible amar a un hombre o a una mujer para el resto de nuestras vidas. ¿Quién no se pregunta esto? ¿Quién no ha deseado que un amor hacia una persona fuese para siempre? Para esto solo hay que ver a dos jóvenes enamorados cuyas palabras siempre están adornadas de un “para siempre”, pero ¿qué significado tiene verdaderamente esta frase? No podemos olvidar que, aunque muchas personas se juren amor eterno, la realidad es que no son todas las que llegan a vivirlo. Hoy es un dato real que un gran número de matrimonios se separan y no sólo eso, hasta las personas más jóvenes se dan cuenta de la “fragilidad del amor” al tener relaciones totalmente superficiales. Es triste escuchar cuando un adolescente después de las experiencias que ha vivido afirma que el amor “para siempre” no puede existir. Quizás no sólo sean adolescentes, sino que también cada uno de nosotros viendo la situación que nos rodea, donde las parejas no perduran, nos asalta esta pregunta: ¿Es posible amar a alguien toda la vida? ¿Cuál es el límite del amor?

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Estas preguntas, que son tan actuales, siempre han resonado en el corazón de todo hombre en cualquier momento histórico. Y así lo podemos ver en el pasaje del Evangelio a través del cual Juan Pablo II empieza su estudio sobre el amor humano. El papa comienza su desarrollo a partir del Evangelio de Mateo en donde unos fariseos se acercan a Jesús preguntándole sobre si es lícito repudiar o no a una mujer. Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?” Él respondió: “¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los hizo varón y mujer; y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.


fuerza en la mirada Le replicaron: “Entonces, ¿por qué Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla?” Jesús les respondió: “Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres, pero al principio no fue así.” Es importante situarse en la escena. Unos fariseos se acercan al Maestro para realizarle una pregunta acerca de la licitud del divorcio. En el fondo lo que se esconde tras esta pregunta es conocer lo que Jesús piensa acerca de si es posible amar a alguien para siempre. Ellos podían intuir que Jesús les respondería con la ley de Moisés, una ley que si permitía el acta de repudio, por lo que uno podía divorciarse aunque respetando siempre unas normas. Pero no, Jesús les vuelve a sorprender y su contestación les debió dejar realmente asombrados cuando les remite a un principio, donde el hombre y la mujer eran una sola carne.

¿Qué hay detrás de estas palabras de Jesús?: una afirmación de que el amor entre un hombre y una mujer sí puede ser para siempre. Para ello, debemos conocer qué ocurrió en el principio para poder entender cómo este amor puede vivirse. Juan Pablo II dedica todo su primer ciclo de catequesis sobre la Teología del Cuerpo a hablar sobre este principio, para entender verdaderamente qué se esconde en las palabras de Jesús. Así, progresivamente, nosotros lo iremos descubriendo.

¿Hasta Cúanto se puede amar?

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fuerza en la mirada

Es triste escuchar cuando un adolescente después de las experiencias que ha vivido afirma que el amor “para siempre” no puede existir, que hoy en día el amor tiene una fecha de caducidad: el día en que el sentimiento se acaba

Lo más importante de esta pregunta (¿Cuál es el límite del amor?) es que revela un deseo propio del corazón, que el amor para ser verdadero tiene que conllevar una promesa: “para siempre”. Si somos sinceros con nosotros mismos, nadie pone a un amor verdadero una fecha de caducidad, y si ésta existe es porque se sabe que no es verdadero. Parece que algo que es evidente es negado por nuestra sociedad, haciéndonos creer que hoy en día el amor tiene una fecha de caducidad: el día en que el sentimiento se acaba. Hoy más que nunca debemos mostrar a la sociedad la belleza del amor humano, un amor que no se apoya simplemente en un sentimiento, sino que se apoya en una promesa de plenitud que el otro me realiza. Sólo una persona será capaz de comprometerse para siempre, no cuando haya un sentimiento “infinito”, sino cuando exista una promesa de que con el otro voy a alcanzar una plenitud que por mí mismo/a es imposible.

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Se podría afirmar, por tanto, que el verdadero amor no tiene límites, porque siempre se puede amar más, y así lo expresó San Agustín con su célebre frase “la medida del amor es amar sin medida”. Para esto es importante conocerse a uno mismo, valorarse y quererse porque el amor no puede ser llenar un vacío interior, sino que debe de ser una donación recíproca de uno al otro para poder construir un NOSOTROS. “Es el amor que, despojado de dimensiones absolutas, arrebata a los hombres como si fuera un absoluto. Se dejan llevar de la ilusión y no tratan de fundar su amor en el Amor, que sí posee la dimensión absoluta. Ni siquiera sospechan esta exigencia, porque les ciega no tanto la fuerza del sentimiento- cuanto la falta de humildad” (Taller del Orfebre 98, Juan Pablo II). bn

¿Qué hay detrás de estas palabras de Jesús?: una afirmación de que el amor entre un hombre y una mujer sí puede ser para siempre


PROYECTO AMAR

Antecedents of Marital Adjustment Research Estudio de los antecedentes del éxito matrimonial Proyecto de Investigación del Instituto de Ciencias para la Familia (ICF) Área Educación de la Afectividad y de la Sexualidad Humanas Universidad de Navarra Resumen del proyecto En Europa y en Estados Unidos, el divorcio es una realidad consolidada que tiene un coste social alto. Durante las últimas décadas, el número de divorcios no ha dejado de aumentar en todos los países industrializados. Si bien parece que en Estados Unidos esa tendencia se ha estancado (The National Marriage Project, 2006), en Europa y especialmente en España la cifra de divorcios sigue creciendo (Instituto de Política Familiar, 2007). También son conocidas, aunque en menor grado, las consecuencias que el divorcio implica para toda la población: para el matrimonio, para los hijos y para la sociedad en su conjunto. Consideramos la posibilidad de poner en marcha un estudio de cohortes prospectivo y dinámico. Invitaremos a participar en él a parejas de novios que vayan a casarse próximamente. Deberán rellenar un cuestionario antes de casarse para poder estudiar, de esta manera, qué variables se asocian con el éxito o con el fracaso del matrimonio, teniendo en cuenta también los sucesos que pueden ir ocurriendo a lo largo de los años. Estos sucesos serán detectados en cuestionarios de seguimiento diseñados para tal finalidad. El profesor Howard Markman, del departamento de psicología y del centro de Estudios sobre Matrimonio y Familia de la Universidad de Denver, está llevando a cabo en Estados Unidos un estudio similar al que planteamos. También John Gottman, de la Universidad de Washington o Guy Bodenmann (Suiza), ha liderado investigaciones similares. Este tipo de estudios tiene gran valor educativo para futuros matrimonios ya que se pueden describir las condiciones que aumentan la probabilidad de éxito y así prevenir el fracaso si uno intenta incorporar en su vida matrimonial características protectoras y evitar las que son factores de riesgo de ruptura. El objetivo general de nuestro estudio es valorar la asociación entre variables prematrimoniales, características y circunstancias de las personas que se van a casar, y el éxito de su matrimonio, teniendo en cuenta otras variables y sucesos posiblemente modificadores durante el matrimonio.


Baloncesto - Quiero ir a ver la NBA - ¿A Gasol? - Sí, o llueva.

Mal cálculo - Ha cometido usted un crimen matemático. - Pues, lo asumo. - Pues, lo arresto.

Distraido

- Veo que ha puesto en su currículum, que es distraido. - ¿Quién? 126


- Dígame su nombre. - Peter O´Brian - Decídase por favor.

- ¡Acusado! ¡Hable ahora o calle para siempre! - Elijo calle. os - ¿Cuántos gord lear? e p a r a p a lt fa n hace - Dos a lo sumo

entretenimiento

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Gusto por

los libros

tán los es n ió cc se e u q n ¿e e; - Perdon del gusto? libros sobre el sentido os no hay nada - Lo siento; sobre gust escrito

¡Qué!

- Bueno, entonces ¿Tú y yo qué somos? - Pronombres cariño

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entretenimiento

—No le parece a vuestra merced que el amor y el deseo son las alas que el hombre tiene para alcanzar grandes hazaùas

—Amigo Sancho, amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.

entretenimiento

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entretenimiento

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Oración Señor: Una vez más imploro tu perdón, abrumado por el peso de mi culpa. Sé que siempre vuelvo a caer en las garras del maligno mientras que una insidiosa voz interior me dice que no tengo remedio. Avergonzado por mi reincidencia y descorazonado por tanto propósito incumplido, inicio mi peregrinar en penitencia, arrepentido y pesaroso, durante el tiempo que me concedes en esta cuaresma. Anegado en lágrimas suplico nuevamente tu perdón, con la confianza puesta en el amor que me tienes, como tantas veces me has mostrado amparándome en tu infinita misericordia. Señor, sé que yo solo no puedo cambiar, pero que con la presencia de tu Espíritu en mi corazón nada es imposible. Por eso, a ti clamo humillado y arrepentido, pero confiado y agradecido, para que me concedas otra vez ese perdón que no merezco, apoyado en los méritos de tu Hijo Jesucristo. ¡Gracias, Padre mío! ¡Gracias! Tu paz ahora colma mi espíritu. Con tu ayuda, derramaré tu amor en mis hermanos para que te conozcan y te amen como yo te amo. En la esperanza de que todos juntos nos podamos reunir contigo, tras el arduo desierto atravesado en la cuaresma de esta vida, pongo una vez más mi persona a tu disposición para que siempre se haga en mí tu voluntad. Por Jesucristo nuestro Señor y con la mediación de la Virgen María. Amén

nombre artículo

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entretenimiento

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