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UN PASEO POR EL ARTE ANDINO
Claudia Aguilar Valdivia (*)
La palabra bordado deriva del francés medieval borde. El término se aplicó inicialmente a los ribetes decorativos de punto tejidos en las vestiduras litúrgicas medievales. En esa época, la palabra abarcaba también el adorno en punto sobre cualquier textil. En el transcurso de la historia se conocen diversas clases de bordados, caracterizadas por el relieve que presentan, por la materia que consten, por el trazado de las figuras o los diferentes puntos que se producen al bordar con la aguja. El arte textil en el Perú es de una tradición cultural muy antigua. Se desarrolló hace más de 5 mil años y su aparición antecedió a la de la cerámica, orfebrería y escultura en piedra y madera. El bordado es una técnica utilizada en el arte popular peruano. Los bordados del Valle del Colca, Ayacucho, Valle del Mantaro y de la costa norte peruana están entre los más destacados. El bordado ayacuchano se distingue por ser colorido y se puede diferenciar muy claramente del bordado de Huancavelica y Huancayo por su temática y forma. Los artesanos ayacuchanos dedicados al bordado tienen una variedad de productos. Se destacan los bolsos, carteras, caminos de mesa, almohadones, cinturones, tapices decorativos para pared, entre otros. Su proceso de producción se inicia con la confección de textiles planos en telares a pedal en fibras de alpaca o lana de ovino y, excepcionalmente, en algodón. Una vez realizado el telar, se inicia el diseño del producto. Algunas artesanas poseen matrices o plantillas de cartón que se encuentran caladas para facilitar el dibujo sobre el telar, lo cual funciona muy bien cuando se solicita un pedido en serie; sin embargo, existen otras que optan por dibujarlo directamente para obtener un diseño más espontáneo. Sus representaciones están inspiradas en la naturaleza, ya sea en su flora o fauna; por lo que es común encontrar picaflores, mariposas y abejas. Los hilos empleados en el bordado son previamente teñidos tanto con tintes naturales como industriales. Cabe destacar que los ayacuchanos han conseguido especializarse en este campo. El teñido con plantas tintóreas de la zona como el nogal (tonalidades marrones y negro), la chilca (tonalidades amarillas), el molle (tonalidades verdes), la tara (tonos rojizos) y el pulgón de la cochinilla (gama de rojos) es una actividad de muchos años atrás, inicialmente empleada para la confección de tapices multicolores, y ahora compartida para matizar los bordados. Por lo general, se utiliza el punto crespo, relleno, cadena, atrás o tallo, rococó, comino, nudo francés o cebada. A pesar de su avance tecnológico, los ayacuchanos han mantenido la producción del tejido de la misma forma que lo fabricaban desde sus inicios, excepto la tintura de la alpaca y el algodón. Estos se han modificado con tintes artificiales para contrastar nuevos colores que no se encuentran dentro de su paleta de colores con ingredientes naturales. Actualmente, podemos ver cómo este arte ha tomado fuerza en la moda de uso diario: prendas con detalles bordados personalizados como casacas, faldas, denim y hasta zapatillas; las cuales tuvieron furor hace unos años en colaboración con la marca Converse. En lo personal, aprecio estos apliques en denim y prendas de cuerina. Definitivamente, me encantará ver cómo sigue evolucionando este bello arte.
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(*)Diseñadora de modas