2 minute read

DE LA TRADICIÓN AL ESTILO

Por Claudia Aguilar Valdivia (*)

Advertisement

Cuando pensamos en la palabra novia, se nos vienen muchas ideas de vestidos; donde el color principal suele ser el blanco, Ivory, tonos claros o pasteles. ¿Sabías que el vestido de novia no siempre era así? Como siempre, vamos por el inicio. En la Grecia clásica, la mujer se casaba con un vestido color amarillo vivo y, en la Antigua Roma, existía la costumbre de que la novia vista un manto de color naranja o azafrán en la ceremonia. Desde el siglo X, el matrimonio asume —como sacramento religioso y el acto que establece un vínculo entre dos personas— un sentido más importante. En este periodo, la novia no siguió un estilo particular en la elección del vestido. Simplemente usó el más bello e importante. Por lo general, se trataba de vestidos con colores cálidos y encendidos. Durante el Renacimiento, los vestidos de novia seguían las modas del momento: las mujeres nobles vestían costosos brocados de oro y plata, mientras que las más humildes usaban uno que después servía para sus actividades diarias. El uso de la cola aparece en el siglo XVI. Según el modelo de vestido se podía deducir a qué clase social pertenecía la novia. A medida de que la cola del vestido se tornaba más larga y decorada, mayor era la riqueza y el prestigio social. Generalmente, las mangas eran muy ajustadas, por lo que constituían un verdadero tesoro por sus bordados suntuosos y las piedras preciosas. La verdadera moda del vestido de novia blanco la impuso, sin darse cuenta, la reina Victoria de Inglaterra en 1840; cuando se casó con Alberto de Sajonia con un vestido blanco bordado en oro. La elección del vestido reveló que su idea del matrimonio era muy diferente a la de las novias reales que la habían precedido. El vestido blanco se convirtió en una opción muy popular entre las esposas. En los años sucesivos, todas las mujeres no- bles usaban vestidos de novia de este color, añadiendo velos familiares de encaje. En 1800 se dio origen a la tradición, al igual que al vestido largo blanco, los guantes, la recepción y el pastel de bodas. A mediados del siglo XIX, se difundió la costumbre de llevar vestidos largos y amplios, similares a los de la época victoriana. En realidad, el estilo del vestido de novia está sujeto a la moda de la época. El siglo XX, marcado por las dos trágicas guerras mundiales, cambió para siempre el modo de vivir. Para la novia de la clase media fue más práctico vestirse con colores oscuros en vez de claros. Elegían un vestido que podía ser utilizado en otras ocasiones especiales. En la década de 1920, el vestido de novia se convirtió en una prenda corta y alargó el velo. La intérprete del nuevo estilo femenino fue Coco Chanel. Las novias llevaban vestidos cortos adelante con una larga cola, a menudo combinados con un sombrero cloche. Tradicionalmente, el vestido de novia es blanco, aunque sí es posible estar dentro del rango de colores que incluyen tonos como marfil, crema, crudo, etcétera. Con la Segunda Guerra Mundial, por razones económicas el vestido de novia se prestaba o alquilaba. Después de la guerra, en los años 50, Christian Dior impuso una imagen femenina con una cintura pequeña, seno alto y redondo, falda larga, enagua, corsé apretado y amplio escote. En el pasado, en muchos países las mujeres se casaban con el traje regional o uno similar al de todos los días, pero hecho con telas de lujo de decoración rica y articulada. En la actualidad, el vestido blanco se entiende simplemente como opción más tradicional para el matrimonio y no necesariamente es un símbolo de pureza. Desde mi punto de vista, prefiero los vestidos arriesgados con combinaciones de tonos pasteles.

(*)Diseñadora de modas

This article is from: