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Dónde Habita el Líder?

¿Dónde habita el líder? Por German Retana, Ph.D. Profesor Pleno, INCAE german.retana@incae.edu

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Inspirar a su equipo es uno de los legados más profundos que una persona puede dejar a su paso por posiciones de liderazgo. Lograr que esa inspiración resulte imperecedera depende más de lo que ella sea como persona que del puesto que ocupe, y esto está reservado para quienes convierten su propia vida en una inspiración para los demás.

La efectividad de las personas en posiciones de liderazgo es, generalmente, evaluada por el cumplimiento de determinadas funciones, el uso de competencias gerenciales, la capacidad para adaptar sus estilos a las circunstancias de la organización, la contribución para estimular una visión, la productividad de la empresa y el manejo de las relaciones con sus colegas y colaboradores. La literatura ofrece numerosos estudios y análisis de perfiles de líderes y hasta modelos a seguir para incrementar la calidad de su influencia.

Sin duda, esa forma de ver el liderazgo contribuye a elevar la conciencia de los gerentes acerca de su relevante contribución como gestores del desarrollo en las empresas. Ellos tienen a su disposición diversos instrumentos para ser evaluados por sus colaboradores, colegas y jefes acerca de las competencias que deben dominar para ejercer los roles afines a sus posiciones y responsabilidades. Si los líderes desean fortalecer los llamados estilos gerenciales, pueden recurrir a capacitaciones, sesiones de coaching, procesos de retroalimentación y mediciones cuantitativas del mejoramiento de sus conductas según la percepción de sí mismos y de otros.

No obstante, las técnicas para el ejercicio más efectivo de la gerencia requieren bases sólidas, que se encuentran en la conciencia y en las raíces de la filosofía de vida de los líderes. Así, la visión del papel del líder “hacia y desde fuera” puede ser complementada con otra “desde adentro”, orientada a conocer a la persona que desempeña ese rol en un modo muy particular que es determinado por su mundo

interior, en el cual haremos un recorrido. Es decir, en esta incursión a la vida del líder adoptaremos una perspectiva que nos ayude a comprender el origen de sus actitudes, estilos y conductas visibles.

Imaginemos que quien ejerce esa función vive en un lugar llamado “mente” y tratemos de comprender cómo podría ser esa mente un buen “hogar”, desde el cual, el líder sale a cumplir su importante función social. Emprendamos entonces este recorrido por ese mundo interno que es tan invisible a los ojos de los demás, pero tan determinante de sus éxitos y fracasos observables.

Al hacerlo, no olvidemos revisar el estado de nuestro propio “hogar interior”.

Energías del “hogar” del líder

“La mente es tu propio hogar y puede, por sí misma, hacer un paraíso del infierno, y

un infierno del paraíso”. Milton, El Paraíso Perdido.

El impulso de visión, mística, capacidades de implementación de ideas y gestión de un clima empresarial de alta calidad, requiere de líderes vigorosos con mucha energía. Pero, ¿cuál es esa energía y cómo se genera?

Las acciones y decisiones de los líderes se originan en su mente, y ésta es como una fábrica de pensamientos con máquinas de producción que deben funcionar, idealmente, con fluidez. Dicha fábrica es mo vida por cuatro fuentes de energía relacionadas entre sí: la física, la mental, la emocional y la espiritual. fluidez. Energía física: Es la que permite que el líder se movilice de un lugar a otro, respire, se alimente, crezca y traslade objetos; es la vigorosidad tangible. De ella depende en buena medida su salud corporal y su capacidad de trabajo durante varias horas al día. Esta primera clase de energía influye y es influida recípro camente por la segunda, la mental. Energía mental: Con ella el líder elabora ideas, pensamientos, modelos analíticos y decisiones. De esta fuente nacen los cuestionamientos a las realidades y los planteamientos sobre nuevos caminos y formas racionales para transformar las organizaciones y nacen en las personas que agregan inteligencia a sus emociones y emociones a su inteligencia. La razón sirve para tomar decisiones, pero

Las acciones y decisiones de los líderes se originan en su mente, y ésta es como una fábrica de pensamientos con máquinas de producción que deben funcionar, idealmente, con

son las emociones las que mueven a competirconeficacia. Unamentecon energía positiva es un manantial de renovación y creatividad en la empresa para enfrentar retos intelectuales con serenidad e inteligencia.

Energía emocional: Facilita la creación de sentimientos y en ella se apoya el líder para estimular estados de ánimo en su equipo de trabajo, procurar la adhesión entusiasta a las metas de la organización, crear un buen clima organizacional, y fomentar relaciones interpersonales constructivas, lo que es una gran base para la calidad de vida personal y de los demás. La capacidad de asombro y la pasión por lograr objetivos

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la gente a la acción y por eso líder requiere una buena dosis de energía emocional para realizar su tarea.

Energía espiritual: ¿Cómo define el líder su misión? ¿Cuáles son los valores que orientan sus actitudes, conductas y decisiones? ¿Qué entiende él por conceptos fundamentales como felicidad, éxito, contribución a la comunidad y realización personal? ¿Cuál es su concepto de un Ser Supremo y cómo lo incorpora en su mundo interior? Esta modalidad de energía ayuda al líder a poseer claridad de su filo sofía de vida, la base más profunda de todo cuanto hace. Los valores le sirven de parámetro ante los dilemas éticos y en la búsqueda de justicia y aplomo en sus decisiones.

La esencia de poseer suficientes energías de las descritas es la continua regeneración de ellas. Una olla de agua hirviendo que se deje enfriar tendrá luego menos líquido por el proceso de evaporación; por eso el líder se preocupa y ocupa conscientemente para mantener altos niveles de estas cuatro energías, conservando un equilibrio entre ellas y siendo proactivo, pues sabe que en todas él es quien decide cuánto crecer y que no tiene sentido desarrollar una sola a costa de las otras tres.

Muchos ejecutivos acuden diariamente a los gimnasios a hacer ejercicio para regenerarse físicamente. ¿A qué gimnasios asisten, y con qué frecuencia, para recuperar e incrementar las otras tres energías? ¿De qué sirve un físico atlético y sano si la persona que vive en él no goza de paz integral, si no tiene emociones positivas ni serenidad para pensar con profundidad y sensatez?

Entonces, el líder necesita que el “hogar” donde reside esté nutrido por fuentes de energía en permanente regeneración. No se trata de que hacia fuera, en sus conductas, él muestre signos de ser hiperactivo, sino de poseer mucha paz interior en la que se producen buenos pensamientos. Tampoco logrará mucho aprendiéndose de memoria recetas conductuales extraídas de libros, seminarios y consejeros si antes no prepara el terreno que las sustente, es decir, si antes no pone su “casa” en orden para convertirla en un verdadero hogar, en un gimnasio en el que todos los días regenera su mundo interior.

Combustibles mentales: quién gobierna en casa “Cuando construyes una casa, cada ladrillo cuenta; cuando conformas la personalidad, cada pensamiento cuenta”. Dadi Janki, Universidad Brahma Kumaris.

Al llevar un vehículo a una gasolinera, hay que estar claros acerca de qué tipo de combustible se le inyectará. Igual ocurre con los insumos que el líder suministra a su mente, porque de ellos depende la producción de pensamientos que luego se convertirán en acciones y hábitos. Él podría decidir que los insumos principales vendrán de su mundo exterior, de su propio hogar interior, o bien, de una mezcla muy inteligente y sensata de ambos.

Combustible externo: Sucede cuando la mente es estimulada desde el entorno en que el líder se desenvuelve. En este caso, él está pendiente de lo que otros piensan y dicen que es correcto, de las tendencias en cuanto a estilos de comportamientos y de las expectativas que los demás tienen sobre él. Aunque obviamente es prudente tomar estímulos de afuera para mejorar la sensatez, el riesgo es la dependencia hacia personas, circunstancias y eventos. Esto resta autonomía al criterio personal e incrementa la fragilidad de una filosofía o modo de ver las cosas.

Al privilegiar lo externo sobre lo interno, el líder es susceptible a ser influenciado; su afán por complacer a los otros puede conducirle a perder control de su propio modo de pensar, de sus emociones y hasta de su agenda y prioridades. Sin embargo; estar pendiente de lo externo le ayuda a enfocarse y ser sensible a las necesidades de los demás, lo que favorece la aceptación social en su entorno.

Combustible inter

no: Cuando el pensamiento es más determinado por el “hogar o motor interior” del líder, sus conductas se basarán en convicciones muy propias de él. Su capacidad de reflexión le permite profundizar en sus conceptos de vida y de ellas emanan sus decisiones. Su atención se dirige a procurar congruencia entre sus convicciones y sus acciones. La visión de futuro de la empresa recibe entonces un toque personal de los valores de un líder que siente libertad de pensamiento y actuación, aunque a veces eso implique contradecir a quienes quisieran que él se adaptara más a la conveniencia de los demás. Esto no significa desconocer la validez de las expectativas externas, sino que estas son procesadas intensamente por el líder antes de tomar sus decisiones.

Al privilegiar su mundo interior, puede ser que sus acciones no siempre complazcan a los demás, pero su conciencia estará en armonía al saber que sus valores son la fuente de sus conductas; así, a lo mejor no gozará de la simpatía permanente de algunos, pero él siempre será la persona que desea ser y su energía irá donde dichos valores le dirijan.

Convertir las convicciones personales en el punto de partida profundiza el autoconocimiento, la serenidad en la toma de decisiones y la ecuanimidad ante los hechos externos. Eso sí, quienes elijan este camino necesitarán ir con constancia al “gimnasio espiritual” a regenerar sus creencias sobre su misión, lo que quieren ser, y lo que fundamenta

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El líder necesita que el “hogar” donde reside esté nutrido por fuentes de energía en permanente regeneración. No se trata de que hacia fuera, en sus conductas, él muestre signos de ser hiperactivo, sino de poseer mucha paz interior en la que se producen buenos 46 pensamientos.

sus acciones, que también convier- ten en estilos y hábitos gerenciales.

La efectividad del liderazgo depende entonces de la capacidad de sostener un diálogo con el mundo externo y el interno. Si prevalece el “combusti- ble” interior, los líderes son más in- fluyentes que influidos. Su libertad es de tal magnitud, que le faculta para no sentir la necesidad de impo- ner a otros su pensamiento ni modos de actuar; así como él exige respeto a sus conceptos, respeta los de los demás y la calidad de relaciones es, en consecuencia, muy constructiva.

El diálogo con lo interno permite profundizar conceptos y poseer mayores posibilidades de alcanzar plenitud en el desarrollo integral del “hogar” del líder. Pero su sabi- duría le ayudará a procurar una mezcla inteligente de estos dos combustibles, reconociendo que de ella dependerá su impacto en la empresa. Si sus colaboradores se sienten comprendidos, estarán dispuestos a escuchar y ese es el terreno fértil en el que el líder puede inspirar con su pensamiento.

Arquitectura del hogar del líder

“Vivir es una de las cosas más raras en la vida, la mayoría de las personas sólo existen”. Oscar Wilde

Es agradable visitar el hogar de una familia y respirar allí un aire de paz, optimismo y realización de cada uno de sus miembros. De hecho, las conductas de la familia fuera de la casa son un reflejo del modo en que viven en ella. De igual forma, esa persona que vemos en la empresa desempeñando el papel de gerente tiene también una “residencia” que llamamos mente. De él depende que esta sea simplemente una casa o algo más: un verdadero hogar, caracterizado por la armonía y búsqueda deliberada de plenitud.

Ser un buen líder es muy difícil sin ser antes una buena persona. Imaginemos entonces el mundo interior de ese líder como una casa con nueve aposentos. Hagamos un recorrido por cada uno de ellos, acompañados por un conjunto de preguntas que podemos modificar, ampliar o reducir con la finalidad de evaluar a los líderes que conocemos, pero también a nosotros mismos. Incluso podríamos evaluar nuestra propia satisfacción en cada área completando o rellenando el espacio correspondiente en la figura “Ámbitos del líder”. Empecemos pues, el viaje.

Familia: ¿Es el líder un buen hijo, cónyuge, padre, hermano? ¿Está siempre pendiente de la felicidad de los suyos? ¿Cuánta prioridad tienen ellos en su vida y en su tiempo? ¿En verdad hay paz y alegría en su hogar? ¿Conocen sus seres queridos qué y por qué él hace lo que hace en sus otros “aposentos”? ¿Goza con plenitud ser parte de su familia? ¿Existe, con su liderazgo, una identidad de familia fundamentada en el diálogo, valores y convicciones colectivas?

Físico: ¿Cómo es el estado de salud del líder? ¿Se preocupa y ocupa de ella como lo hace de la salud financiera y operativa de la empresa? ¿Es selectivo en sus alimentos y en las sustancias que ingiere? ¿Sabe él que una mente sana reside mejor en un cuerpo sano y viceversa? ¿Ha incurrido en darle a algunas adicciones o vicios la responsabilidad de suministrarle calma, serenidad, control del estrés, coraje y energía? ¿Está regenerando físicamente su energía para amortiguar el impacto de los años? ¿Mide él –con la ayuda médica- su estado de salud en forma periódica y posee la disciplina para hacerse cargo de su propio estado físico?

Profesional: ¿Es el líder un aprendiz permanente? ¿Alimenta sus pensamientos con el estudio, la lectura constante, la pregunta a flor de labios, la búsqueda de respuestas? ¿Sigue siendo un estudiante sin importar lo que haya estudiado en una escuela o universidad? ¿Se cultiva intelectualmente para mantenerse actualizado y liderar en su área de especialidad? ¿Es receptivo

y utiliza tecnología contemporánea para acercarse al conocimiento? ¿Acepta sus limitaciones y es capaz de complementar sus conocimientos aceptando ayuda de otros?

Laboral: ¿Es un buen compañero en su equipo de trabajo? ¿En verdad pone su talento al servicio de sus colegas? ¿Es fuente de superación para sus colaboradores y jefes? ¿Se siente realizado en su actual función en la empresa? ¿Hay alineamiento entre la visión de su organización y su vida integral? ¿Es fuente de inspiración y valentía ante los retos corporativos? ¿Vale la pena tenerle como director del equipo de trabajo? ¿Mira a sus colaboradores como tales o simplemente como sus seguidores? ¿Empodera a los demás o les trata como una simple extensión de su poder e ideas? ¿Está gozando su posición

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Esa forma de ver el liderazgo contribuye a elevar la conciencia de los gerentes acerca de su relevante contribución como gestores del desarrollo en las empresas.

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y función en la empresa? ¿Está preparado para una promoción?

Material y económico: ¿Está este “aposento” ordenado de modo que no hay angustia por deudas atrasadas? ¿Posee equilibrio en el uso de sus recursos financie ros? ¿Está asegurando él el futuro de su familia en caso de que llegara a faltar por la razón que sea? ¿Mira lo económico como un medio para realizarse integralmente o como un indicador esencial de su éxito? ¿Vive para tener o vive para ser? ¿Está centrado en su identidad integral, especialmente espiritual, o es muy influido por lo que posee o con quien se relaciona? ¿Es solidario con los demás y no solo da algo sino que es capaz de darse a sí mismo por una causa que estime justa?

Social: ¿Participa en asociaciones que fomenten el crecimiento profesional, gremial, empresarial, o de sectores de población con desventajas de oportunidades? ¿Realiza actividades de proyección o servicio a la comunidad? ¿Qué tan buen vecino y amigo es? ¿Se involucra en organizaciones de su país para aportar su talento para el desarrollo político, económico, cultural o de otra índole?

Emocional: ¿Es capaz de despertar en sí mismo buenos sentimientos hacia él y hacia los demás? ¿Hay equilibrio, sensatez y, especialmente, inteligencia en el modo de comprender y gestionar sus emociones? ¿Es comprensivo acerca de las emociones de los demás y es capaz de gestionar con efectividad sus relaciones con ellos? Dada la conexión de sus emociones con sus valores, ¿contagia con pasión a su equipo de trabajo para que siempre haya creatividad y capacidad de asombro? ¿Goza de tal grado de tranquilidad en su conciencia que la alegría y el humor son también cualidades que le distinguen? ¿Ha procesado adecuadamente situaciones difíciles de su pasado y manifiesta gran madurez e inteligencia emocional?

Religioso: ¿Posee un credo? ¿Cuál es su concepto de Dios? ¿Qué relación ha establecido con Él? ¿Cómo vincula sus principios de vida con su fe? ¿Reconoce sus virtudes y oportunidades de mejoramiento para ser cada día un mejor practicante de sus creencias en este campo? ¿Despierta cada mañana agradecido por el don de la vida y por poder gozar la búsqueda de plenitud en estos nueve “aposentos”?

Espiritual: ¿Cuál es su sentido de misión como ser humano? ¿Qué valores son la base de su función en la empresa y más allá? ¿Cómo maneja el equilibrio entre la valentía para comprometerse con sus convicciones y la tolerancia hacia quienes piensan diferente?

¿Cómo relaciona su amor por las personas y sus obras con el desapego de ellas para mantener las libertades mutuas? ¿Está recurriendo al silencio, la reflexión y la meditación para estar en sintonía con lo más profundo de su ser interior, su ámbito no visible a los demás, y así guiar sus estilos, comportamientos y conductas visibles? ¿En verdad, su fortaleza espiritual le convierte en un ser humano centrado, sereno, maduro y sólido en sus decisiones y acciones?

No se trata de que el líder sea perfecto en todas estas áreas; de ninguna manera. Lograr la armonía en un “hogar” con tan diversos y amplios aposentos no es una tarea sencilla, pero es la obra que debe emprender un líder que desee unir pensamientos, sentimientos y acciones en un modo congruente.

El buen líder reconoce su responsabilidad para procurar equilibrio y crecimiento en estas nueve áreas. Cuando una se debilita, él no culpa a los otros sino que recorre su hogar interior porque sabe que allí va a encontrar lo que necesita para compensar sus debilidades. Él está tan cerca de sí mismo que su autenticidad e integridad son fuentes que inspiran a los demás, quienes nunca se sienten seguidores sino sus compañeros de aventura en el camino hacia una mejor empresa y calidad de vida.

La llave del líder

“Nosotros, los que nos sentimos orgullosos de conocer el mundo, somos unos desconocidos para nosotros mismos”. Nietzsche.

Si la mente está en orden, entonces la fábrica funciona bien y los pensamientos, su producto principal, circulan constructivamente por los pasillos de la empresa. El pensamiento es la llave con la que el líder abre puertas y voluntades, estimula emociones y conduce sus relaciones. En la mente también se crean emociones y sentimientos que se mezclarán con los pensamientos para convertirse en la plataforma de acción del líder.

En toda fábrica existe la posibilidad de que algunos productos no sean de la calidad esperada; la mente también puede generar pensamientos innecesarios, perturbadores y negativos. Se estima que cada uno de nosotros produce decenas de miles de pensamientos cada día. La mente es como una encrucijada de carreteras con un tráfico tan com plejo que ni siquiera permite hacer un alto en el camino. Si no ejercemos control sobre ella se podría convertir en una especie de caballo desbocado, fuera de control. Por eso, el líder es el jefe de tráfico de seme jante flujo de pensamientos que su mente fabrica y que él procesa por medio de su intelecto y sus valores.

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El líder necesita que el “hogar” donde reside esté nutrido por fuentes de energía en permanente regeneración. No se trata de que hacia fuera, en sus conductas, él muestre signos de ser hiperactivo, sino de poseer mucha paz interior en la que se producen buenos pensamientos.

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El intelecto es como el software con el que procesamos los pensamientos que nacen en la mente. Cuando el líder posee un intelecto fuerte, ejerce un control más efectivo de la calidad de sus pensamientos porque es capaz de evaluarlos y ser selectivo respecto a su orientación y consecuencias. Por ejemplo, puede que un pensamiento sea que algunos clientes son necios, pero el líder usa su intelecto para gestionar una reacción positiva a ese pensamiento que le envía su mente y opta por conductas conciliadoras con los clientes difíciles. Si el líder entrena su intelecto para ser positivo, entonces generalmente actuará con buen discernimiento y proyectará una imagen de adecuado autocontrol y autoestima. Junto a ese intelecto, en el subconsciente del líder hay registros de su pasado que también impactan su modo de actuar. Esos registros son hábitos, rasgos de su personalidad y respuestas programadas a hechos repetitivos. Como bien señala Margaret Pinkerton, de la Universidad Espiritual Mundial Brahma Ku maris, el subconsciente es como un almacén lleno de cualidades positivas y negativas, de nosotros depende que usemos más las positivas y que las transfiramos a la mente en forma de pensamientos positivos, a pesar de las circunstancias externas adversas.

Una persona en posición de liderazgo que no huye de su pasado sino que lo procesa con profundidad para rescatar lecciones y decidir la reacción que más conviene para su paz interior, podrá llegar a tener tanto control de sus conductas que modificará estados de ánimo de otros con sus vibraciones hacia ellos. Si el líder descubre en ese pasado ciertas ataduras que le impiden avanzar, tendrá la sabiduría para procurar ayuda y resolverlas. Jamás se rinde ante aquello que atente contra la armonía entre sus principios y conductas.

Todos anhelamos una conciencia en paz y la disciplina mental para producir pensamientos positivos. No obstante, no somos inmunes a factores que nos pueden inducir a lo contrario y a dejarnos influen ciar por la ausencia de objetivos claros, un ego desproporcionado, la intolerancia al criterio ajeno, frustraciones, y hasta el pesimismo y la falta de confianza de otras personas en sí mismas. De allí que el líder requiere estar muy consciente del funcionamiento de su “yo interior”, determinado por su subconsciente, la mente y el intelecto, con los que procesa los estímulos externos e internos. La observación que él hace de su propia calidad de pensamientos le facilita comprenderse más a sí mismo y convertirlos en la llave con que la inspira a su equipo, que, al confiar en él, le abre las puertas a sus ideas, reflexiones y visiones.

A pesar de que la posición en la estructura de la empresa le brinda autoridad, su liderazgo depende más de su legitimidad, es decir, del apoyo de sus colaboradores para que él tome decisiones que impactan sus acciones. Esta legitimidad es mayor cuando el líder inspira confianza y respeto hacia sí mismo y eso no se improvisa; es el resultado de la disciplina de usar su intelecto positivamente, con una autoestima que contagia de optimismo su ambiente de trabajo y hace crecer su credibilidad como persona y líder.

Saliendo del hogar

“Mi vida es mi legado”. Gandhi.

La interacción con el mundo exterior, la empresa, no ocurre después de que el líder pone su hogar interior en orden. En la vida real, es un proceso interactivo constante y de alta velocidad. Los ejecutivos podrían caer en la trampa de meterse tanto en su agenda de actividades y retos que se olvidan de retornar periódicamente a eso que hemos llamado hogar interior, a la reflexión, al silencio y a la meditación sobre el estado de sus fuentes de energía, la

calidad de sus nueve “aposentos”, la mezcla de los combustibles para su mente y el afinamiento de su fábrica de pensamientos. Si se descuidan a sí mismos, pueden pasar del alineamiento mental y emocional a la alienación de sus propios principios y caer en la superficialidad de solamente reaccionar con improvisación a los estímulos externos.

La síntesis de la identidad espiritual, emocional y mental del líder es el conjunto de sus valores, o sea, los principios que guían sus actitudes y comportamientos observables por los demás. Todo el recorrido que él hace por su hogar i n t e r i o r tiene la intención de procurarle coherencia entre sus principios y sus conductas.

Los valores son como las raíces de un árbol sembrado en tierra firme, es decir, en la conciencia del líder. Mientras él se relacione con los demás basado en estas raíces, su sentido de dignidad permanecerá intacto porque sabe que hace lo correcto; pero antes requiere estar claro acerca de sus valores para convertirlos en actitudes y conductas. Por ejemplo, si humildad es un valor propio, él tendrá una actitud de servicio a los demás y al tratar a sus clientes hará acciones visibles y tomará decisiones concretas, como el ir más allá del deber para exceder las expectativas de esos clientes.

Imaginemos la fortaleza de las conductas de un líder cuyos valores sean el respeto, la cooperación, la honestidad, la humildad, la responsabilidad, la sencillez y la tolerancia. Sin duda, habría muy buenos frutos que cosechar de su paso por la organización.

El autoconocimiento que el líder alcanza al aproximarse con constancia a su ser interior, le facilita desarrollar una sólida inteligencia emocional en sus relaciones interpersonales. Es capaz de “leer” sus p r o p i a s emociones en cada momento y, lejos de ocultarlas, las procesa para definir, con base en sus valores, qué es prudente hacer con esas emociones. Luego acude a su sensibilidad para percibir las emociones de los demás, de su equipo de trabajo, de sus colegas del nivel gerencial y de sus clientes. Haciendo uso de su intelecto, interpreta el entorno y las circunstancias en que estas interacciones ocurren y de inmediato gestiona con calidad las relaciones con los diversos actores que constituyen su mundo exterior.

Finalmente, él reconoce que su calidad de vida integral depende de estas relaciones y por eso procura fortalecerlas apoyándose en estilos y prácticas gerenciales tales como el “coaching”, empoderamiento, asertividad, desarrollo del talento, trabajo en equipo y muchas más que él puede mejorar por medio de la capacitación, la lectura y la retroalimentación; pero todas esas herramientas y roles tienen sentido si son congruentes con sus valores, pensamientos y actitudes, que tienen sus cimientos en su conciencia, el hogar interior en que habita la mente del líder.

Así, el “hogar” interior del buen líder es su principal carta de presentación. Quienes están cerca de él pueden percibir si las cuatro fuentes de energía tienen un sano equilibrio, si las dos modalidades de “combustible” son prudentemente procesadas por él y si sus actitudes y conductas reflejan un orden sufi ciente en los nueve “aposentos” que hemos recorrido. En consecuencia, los productos de su “fábrica”, sus pensamientos, serán en su mayoría de excelente calidad por haber sido elaborados en una conciencia en la que el pasado del líder, su mente y su intelecto, actúan con coherencia. Esta integridad entre el pensamiento constructivo y las acciones es lo que más aprecian sus colegas en el equipo de trabajo, pues saben que él, más que un gerente o jefe, es una buena persona, y eso es la esencia del liderazgo de quien hace de su propia vida una fuente de inspiración para los demás.

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