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TOTALIDAD JAVIER FEBO SANTIAGO

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TOTALIDAD

Javier Febo Santiago

A partir de una particularidad se puede crear una totalidad. Suena descabellado para la gente sin imaginación. Más bien, y lo siguiente lo escribo lentamente: podría sonar descabellado para la gente sin imaginación. No quiero ofender a nadie. Por eso lo anterior lo escribí lento. Deseo pensar que todos tenemos imaginación.

No pienso crear una Novela Luminosa a lo Mario Levrero. O una al estilo El espectáculo del tiempo de Juan José Becerra. Tampoco una parecida a El pasado de Alan Pauls. Y mucho menos, una como El absoluto de Daniel Guebel. Tres argentinos y un uruguayo que vivió en Buenos Aires, Argentina. Argentina al parecer tiene algo que ver con lo total. Es posible que lo literario lo tengan en el ADN. Así como lo tuvo Jorge Luis Borges, y lo tiene Cesar Aira. Ese apellido Aira, a veces me suena a aire, y otras veces a ira. Es increíble lo que puede hacer un apellido con el pensamiento. Me gusta cuando Aira habla. Habla como si no quisiera

hablar. Pero habla con sentido. Se le nota que no quiere impresionar, pero ese no querer, es lo que impresiona. Termina impresionando sin la intención. Cuando no se tiene la intención de impresionar y se termina haciéndolo, uno realmente impresiona. Impresionar no es fácil. Se necesita dominar algo, lo que sea. Dominarlo sin dejar dudas de que sabes lo que estás diciendo y haciendo. Los titubeos antes del momento de las preguntas (las malditas preguntas) deberían estar muertos y enterrados. Para que no apesten.

Lo que pienso crear es una especie de laberinto del ocio. Porque si usted está leyendo este relato debería saber que es un ocioso. No se ofenda. Ser ocioso es bueno. Yo lo soy. Si no lo fuera, usted no estaría leyendo. Recalco.

La palabra ocioso es hermosa. Empecemos por

Narrativas o modos de contarnos

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ahí. Nada tiene que ver con vagancia. Si tuviera que ver con la vagancia las repercusiones de lo que dijo Sócrates, Platón, Aristóteles, y muchos más hasta el día de hoy, no existirían. El ocio ha producido lo que vemos hoy. Todo partió del ocio. Jehová, el dios de los cristianos, era y sigue siendo un ocioso. Creó un sistema solar. En seis días. Lamentablemente sus representantes en la tierra nunca han sabido cómo funciona. Más bien, los supuestos representantes de ese dios en la tierra. Cosa rara. ¿Qué hizo el séptimo día? Descansar y admirar su creación. Digo que era ocioso para no ofenderlo. Porque un dios tan poderoso debió crear lo que creó en un abrir y cerrar de ojos. En el ínterin de esos seis días, ¿Qué estuvo haciendo? Para mí, no es un gran misterio. De seguro, estuvo leyendo el libro de Apocalipsis, o el Quijote. ¿Quién sabe? Es un dios poderoso.

¿Qué estuvo haciendo antes de la creación? Lomás probable nada. O muy poco. No existe en ningúnlibro sagrado que especifique cuánto fue el tiempoque dios se tomó en crear el reino de los cielos, losángeles, y el infierno.

¿Qué ha estado haciendo luego de crear lo quecreó? Por supuesto, obviando sus múltiples intentos dedestruir su creación. Para mí, nada. Si no haces nada,eres vago. Ahora, si en el tiempo que le sobra, usted loutilizas para leer, escribir, pensar, amar, soñar, y hacerejercicios, no eres vago, eres ocioso.

Usted y yo no somos vagos. Somos ociosos.Siéntase orgulloso.

____________ Detalle de pintura de Edward Hopper, Automat [1927 – Des Moines Art Center, Des Moines, Iowa – U.S.A.]

14 de febrero de 2019

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