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Vera: alfarería
Vera: alfarería
Alexandra Pagán Vélez
Heidi Anne Vera es una alfarera mayagüezana que nos reta a contemplar el presente desde la extrañeza y vivir la belleza en nuestras prácticas cotidianas. “Se podría decir que lo que hago es una manifestación de la relación o del intercambio que existe entre la naturaleza, la belleza y el espacio presente donde se crea la vida. Toda creación afecta la vida porque es otro tipo de lenguaje. Mi trabajo propone formas únicas que afirman su valor en la diferencia,” plantea. Vera (así también se llama su línea de cerámica) fusiona la imaginación, lo espiritual y el gusto por lo gastronómico en piezas que se destacan por sus asas, texturas, formas y colores inusuales. Ella me comentó: “Quiero rescatar lo funcional, el tazón de café que uno usa todos los días, por ejemplo. Quiero que no se consideren únicamente como algo práctico. Uno tiene que hacer de lo cotidiano algo hermoso y lo que me interesa es crear piezas que sean pequeñas obras de arte para el uso de todos los días, que provoquen alguna sensación al tenerla en las manos. Piezas en que lo práctico y lo hermoso estén juntos”. Esta exploración la ha llevado a ofrecer talleres en los que los participantes adquieren destrezas de torno al tiempo que conocen las técnicas y visiones estéticas de la alfarería tradicional y contemporánea.


Retratos e historias7
“Quiero lograr un taller o escuela de cerámica para ofrecerles a las personas un espacio en el que puedan descubrir que hay formas valiosas de canalizar la angustia y la ansiedad que produce la vida. El acto de creación es lo que nos salva porque nos inventamos a nosotros mismos, nos inventamos la vida,” explica.
Sus piezas ornamentales anuncian elocuenmente su presencia en el mundo, comunican agradecimiento y unión; son piezas escultóricas que invitan al tacto, que destacan los espacios con su colorido y cuestionamiento sobre la forma. Para Vera todo se sintetiza en una práctica que consiste en vivir el presente: “Esto es el elemento primordial en mi trabajo, cómo hacer que un objeto, sea funcional u ornamental, te conecte con este preciso momento, aquí y ahora, y te traiga al instante donde se hace la vida, el presente. No es por casualidad que presente sea también sinónimo de regalo. La vida es un regalo y toda creación afecta la vida, porque todo lo que existe vibra y esa vibración tiene efecto en todo lo que rodea.” La propuesta de Vera en cuanto a estas piezas es “hacer que un asa sea rica para el tacto, pero diferente, que la forma sea expresiva. El reto es primero con la forma, luego con el color, cómo salir del blanco, del crema, y hacer que la comida resalte.”
Vera apuesta a la estética en un discurso refrescante y seductor. Sus piezas nos revelan unas manos y unos ojos inquietos, humildes, honestos. Concluyó cálidamente puntualizando: “Mi relación con la belleza es incondicional, grande y abarcadora; quiero expandir mi trabajo y crear lámparas, espejos, todo lo que se me ocurra, que comunique luz, esperanza, juego, amor… Mi meta es servir a los demás a través del arte de hacerte presente. Quiero captar la belleza, el poder y la abundancia de todo lo que
está alrededor, poner sobre la mesa una alternativa contemporánea al arte como desahogo, crítica o planteamiento político. En fin, todo gira en torno a la búsqueda del sentido de la vida y en ese mundo más silencioso y táctil me inserto para plantear el final de esa búsqueda en el abrazo del presente, tal y como es.”
Entrevista adaptada del artículo publicado en revista Emily 3ª. ed. (2016): 19- 22.


8 26 de julo de 2018