TURA DE GUATEMALA G TEMALA - Enfoques En ues humanísticos humaní ticos - Cuarta Cua a Época CULTURA
Año XXXIII, Vol. ol. I
CULTURA DE GUATEMALA Enfoques humanísticos Cuarta Época Facultad de Humanidades: Acreditaciones
Año XXXIII, Vol. I, enero-junio 2012
Guatemala, 2012
370.05 R454
1. 2. 3. 4. 5. 6. I II III IV
Revista Cultura de Guatemala: enfoques humanísticos, acreditaciones. Universidad Rafael Landívar. Facultad de Humanidades. - - Coordinadores María Eugenia DelCarmen, Eduardo Blandón; Editor Gustavo García Fong; Nancy Avendaño … [et al.] - - Guatemala: URL : Editorial Cara Parens, 2012. 187 p. - - (Cuarta Época, año xxxiii, vol.1, enero – junio 2012) Educación humanística Acreditación (Educación) Identidad Filosofía guatemalteca Literatura guatemalteca América Central – Política y gobierno DelCarmen, María Eugenia, coord.. Blandón, Eduardo, coord.. García Fong, Gustavo, ed. Avendaño, Nancy … [et al.], (colaboradores)
Cultura de Guatemala ISSN 2304-7003 Revista Cultura de Guatemala. Enfoques humanísticos. Facultad de Humanidades: Acreditaciones. Cuarta Época. Coordinadores: M.A. María Eugenia DelCarmen y M.A. Eduardo Blandón 1.a edición, Año XXXIII, Vol. I, enero-junio 2012. Editorial Cara Parens de la Universidad Rafael Landívar. Reservados todos los derechos de conformidad con la ley. No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su traducción, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y escrito de los titulares del copyright. D. R. © Editorial Cara Parens de la Universidad Rafael Landívar Campus Central, Vista Hermosa III, zona 16, edificio G, oficina 103 Apartado Postal 39-C, Ciudad de Guatemala, Guatemala 01016 Teléfono: (502) 2426-2626, extensión 3124 Correo electrónico: editorialcaraparens@url.edu.gt Página electrónica: www.url.edu.gt Editor responsable: Gustavo García Fong, Director de la Editorial Cara Parens Revisión textos: Jaime Bran / Serviprensa, S.A. y Dalila Gonzalez / Cara Parens Diseño de portada: Renata Corzo: el Pensador de Rodin / Cara Parens Imagen de portada: El Pensador de Rodin Diagramación: Evelyn Ralda / Serviprensa, S.A.
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CONSEJO EDITORIAL DE LA REVISTA M. A. María Eugenia DelCarmen M. A. Ignacio Laclériga M. A. Julián Sinibaldi M. A. Eduardo Blandón Dr. Miguel Flores Castellanos
COLABORADORES DE ESTE NÚMERO M. A. Nancy Avendaño M. A. Georgina de Jurado M. A. Mario Antonio Sandoval Dr. Alfredo Artiles Dr. Amílcar Dávila Dr. Ricardo Lima Dra. Aída Toledo Dr. Sergio Ramírez M. A. Eduardo Blandón Dr. Miguel Flores Castellanos
Índice
Presentación ..............................................................................................9 I. Acreditaciones de la Facultad de Humanidades ................................11 Ciencias de la Comunicación pionera en el aseguramiento de la calidad y la mejora continua M.A. Nancy Avendaño Maselli ..................................................................11 La acreditación, una mezcla de satisfacción y de responsabilidad M.A. Mario Antonio Sandoval Samayoa ....................................................15 Palabras del representante de la agencia acreditadora Dr. Carlos Sirvent.....................................................................................22 Una acreditación con calidad: Psicología Clínica y Psicología Industrial/Organizacional M.A. Georgina de Jurado ..........................................................................25 Calidad, temporalidad, y teleología en la identidad de la Psicología landivariana Dr. Alfredo Artiles.....................................................................................28 Palabras de la vicerrectora académica Dra. Lucrecia Méndez de Penedo ...............................................................37 II. Contribuciones académicas: matices de investigación ......................41 Una primera aproximación a la filosofía guatemalteca reciente Dr. Amílcar Dávila Estrada ......................................................................41 Antecedentes y noticias de la vanguardia literaria guatemalteca Dra. Aída Toledo ......................................................................................85
Estado de la cuestión de la investigación histórico-filosófica en Guatemala Dr. Ricardo Lima ...................................................................................104 III. Lección inaugural del ciclo académico 2012 ..................................145 En busca del país perdido: Visiones y obsesiones de Centroamérica Dr. Sergio Ramírez Mercado ...................................................................145 IV. Entrevista al doctor Sergio Ramírez M.A. Eduardo Blandón ..........................................................................161 V. De la insinuación a la libertad. Fotografías de Eny Roland Dr. Miguel Flores Castellanos ..................................................................171
Presentación Divulgar información vinculada a la reflexión sobre el conocimiento de las diferentes disciplinas, las experiencias educativas innovadoras, la producción literaria y de las otras bellas artes, así como informes científicos de los resultados de la investigación, constituye otra forma en que la universidad contribuye con la sociedad y cumple su misión. La Universidad Rafael Landívar ha tenido una reconocida presencia en el campo de las publicaciones durante estas cinco décadas desde su fundación. Dentro de esta tradición se encuentra la Revista Cultura de Guatemala, que surge en los años 80 en lo que se ha llamado su primera época, abriendo sus espacios a la reflexión filosófica, sociológica, antropológica, lingüística y de las ciencias políticas. De 1995 a 2006 corresponde la segunda época, con publicaciones cuatrimensuales, que desde un punto de vista temático, reflexiona sobre aspectos fundamentales del mundo actual, como la globalización y la posmodernidad, destacando la importancia de la interdisciplinariedad e incorporando el arte en sus distintas expresiones. En la tercera época, que inicia en 2005 y finaliza en el 2011, se abordan temáticas filosóficas, literarias, lingüísticas y de otras áreas correspondientes a las humanidades, y se publican las memorias de los congresos internacionales de Filosofía que se realizan bianualmente. Además, es anfitriona de publicaciones correspondientes a otras unidades académicas, de investigación, conmemorativas, o como homenaje a personajes vinculados a la vida académica de la universidad.
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A partir de 2012 inicia la cuarta etapa, un ciclo que aparece con ideas nuevas, y que tiene como fin principal, integrar la visión de la Psicología, la Educación, las Ciencias de la Comunicación y las Letras y Filosofía, constituyéndose en una publicación académica de la Facultad de Humanidades, cuyo objetivo principal será aportar a la discusión y configuración de un nuevo humanismo que responda a los retos del siglo XXI, ante la crisis actual. Con este fin, contará con una sección de artículos monográficos, y adicionalmente, con otros artículos, reseñas, discursos y entrevistas que aporten a la divulgación de las experiencias y resultados de investigación desde las Humanidades y/o sobre situaciones o reflexiones de la realidad que conciernen a las disciplinas que la integran. Por otra parte, la Universidad Rafael Landívar ha sido pionera en el país en asumir un compromiso de aseguramiento de la calidad, utilizando procesos de autoevaluación y acreditación internacional de programas académicos como un medio de mejora continua. Así, en este año se tienen ya 18 programas acreditados, dentro de los que se encuentran la licenciatura en Ciencias de la Comunicación, la licenciatura en Psicología Industrial/Organizacional y la licenciatura en Psicología Clínica. En esa línea, un aspecto muy importante dentro de los estándares internacionales que toman en cuenta las agencias internacionales de acreditación, corresponde al indicador de la cantidad y calidad de publicaciones que cada programa realiza. Por ello, es muy importante para la Facultad de Humanidades, contar con una publicación académica de calidad, lo que llevó a considerar incluir en este primer volumen de la cuarta etapa, las disertaciones de los destacados profesionales que participaron en los actos de entrega de certificados de acreditación de los programas de la Facultad de Humanidades, así como otras reflexiones en temas de interés y actualidad desarrollados por importantes autores. M. A. Hilda Caballeros de Mazariegos Decana Facultad de Humanidades Universidad Rafael Landívar
I. Acreditaciones de la Facultad de Humanidades a. Acreditación de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación Ciencias de la Comunicación pionera en el aseguramiento de la calidad y la mejora continua M.A. Nancy Avendaño Maselli1
Hace cinco años, el 29 de octubre de 2007, el programa de licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la Universidad Rafael Landívar, URL, recibió el certificado de acreditación de manos del doctor Carlos Sirvent Gutiérrez, presidente de la Asociación para la Acreditación y Certificación en Ciencias Sociales –ACCECISO–, con sede en México. Con ello, se convirtió en la primera disciplina universitaria en obtener dicho reconocimiento en el país, conjuntamente con la licenciatura en Relaciones Internacionales de esta casa de estudios. Alcanzar esa meta fue resultado de múltiples factores. En primer lugar, de la decisión y respaldo de las máximas autoridades landivarianas, quienes en el plan estratégico 2006-2010 establecieron como uno de los objetivos prioritarios: “lograr la mejora y el aseguramiento de la calidad académica a través de la autoevaluación, y del reconocimiento público del proceso integral de aprendizaje por medio de la acreditación académica nacional e internacional”. También, de
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Directora del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Universidad Rafael Landívar. (De febrero de 2003 a la fecha).
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haber definido que en la era de la sociedad de la información y el conocimiento, cuando las nuevas tecnologías y el mundo de la red avanzan vertiginosamente, planteando nuevos retos y desafíos, era prioritario revisar, valorar, reconocer y mejorar la formación de comunicadores “para el país”. A esta disposición del más alto nivel, se sumó el trabajo comprometido de actores clave como lo fueron los colaboradores del Departamento de Evaluación de Programas Académicos, DEPA, y de la Facultad de Humanidades, específicamente del Departamento de Ciencias de la Comunicación. A ellos correspondió la sistematización, reflexión y propuesta en torno a diez categorías clave: 1) contexto regional e institucional; 2) planeación y organización; 3) personal académico; 4) plan y programas de estudio; 5) procesos de enseñanza-aprendizaje; 6) alumnado; 7) trayectoria escolar; 8) investigación; 9) difusión, intercambio, vinculación y educación continua; y 10) infraestructura y equipamiento. Para realizar esa autoevaluación, se contó con la participación de estudiantes, profesores, egresados, comunicadores en ejercicio y empleadores. Todos reconocieron la excelente labor realizada por la URL durante los 26 años, que en ese momento llevaba, de formar comunicadores “comprometidos con la trasformación del país”. Adicionalmente, expresaron los desafíos y retos que a su criterio correspondía asumir a esta Universidad y, en particular, a la rama de las Ciencias de la Comunicación. Producto de ello, se obtuvo el certificado de la acreditación y, paralelamente, se articuló un plan de mejora a cinco años plazo, el cual se implementó paulatinamente. Resultado de ello, hoy se cuenta con un plan de estudios renovado, actualizado y pertinente con los requerimientos del siglo XXI, tanto a nivel nacional como internacional. Se ofrece, además, la posibilidad de continuar especializándose, a través de los programas de posgrado y maestrías del área de comunicación que ofrece la facultad. Por otra parte, se incrementó el ingreso de estudiantes a la carrera, se redujeron los índices de deserción y se elevó el número de graduados. Los laboratorios de tecnologías de la comunicación se actualizaron, pasando de
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la tecnología análoga a la digital; y la planta docente se incrementó y fortaleció, al beneficiarse del programa de profesionalización docente que ofrece la Universidad, así como de cursos y seminarios disciplinares y pedagógicos diseñados para ellos. La internalización también se reforzó. Cada vez, más estudiantes de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación participan en intercambios estudiantiles en el extranjero y en las aulas landivarianas de comunicación, la presencia de profesores internacionales favorece la discusión y el intercambio de experiencias y culturas. La vinculación con los medios de información, las productoras y otras entidades que hacen comunicación en el país –con enfoque y visiones diferentes– es una realidad. Tanto los estudiantes visitan y ponen en práctica sus habilidades y conocimientos en esas organizaciones, como los representantes de las mismas dialogan con los alumnos en los salones universitarios. Haber avanzado en esa búsqueda continua hacia el “Magis” –dar lo mejor de sí, en servicio de los otros– es satisfactorio, pero también lo es seguir andando el camino. De esa cuenta, en este año 2012, el programa de licenciatura en Ciencias de la Comunicación inicia nuevamente un proceso de autoevaluación de la carrera. Esta vez, orientado según los criterios del Consejo de Acreditación de la Comunicación –CONAC–, organización mexicana especializada en la disciplina, quien ha acreditado programas con altos estándares de calidad y prestigio como los que ofrecen la Universidad Iberoamericana de Ciudad de México, el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente –ITESO–, la Universidad Anáhuac, entre otras. La intención es situar el momento actual en el que se encuentra la carrera, para reafirmar el compromiso con la calidad, celebrar las metas alcanzadas y continuar emprendiendo acciones que favorezcan la formación de nuestros estudiantes y, con ello, la incidencia que cada uno ejerce como egresado, en los diversos ámbitos profesionales en los cuales se desempeñen. Recordemos que, como lo afirma la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social –FELAFACS–, en el documento Ex-
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celencia académica y acreditación en las escuelas de comunicación de América Latina, la autoevaluación y acreditación sirve para dar fe de la calidad de los programas académicos e impulsar el aseguramiento y permanencia de esta. Se trata de asegurar estándares adecuados en los procesos de formación que además de otorgar un reconocimiento público internacional, garanticen que los comunicadores egresados de un programa acreditado están en capacidad de impactar el entorno y la sociedad, desde el ejercicio de su profesión. Y eso es precisamente lo que la Universidad Rafael Landívar propicia al asumir el compromiso de autoevaluar y acreditar sus programas de licenciatura, en este caso, el de Ciencias de la Comunicación.
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La acreditación, una mezcla de satisfacción y de responsabilidad M.A. Mario Antonio Sandoval Samayoa1
Debo confesar que hasta haber conocido la noticia de la acreditación de las carreras de Ciencias de la Comunicación y de Relaciones Internacionales de nuestra querida Universidad Rafael Landívar, era muy limitado mi conocimiento de ese concepto y su significado. Pese a ello, lo relacioné como un reconocimiento a la calidad académica de la institución, a su excelencia, innovación, compromiso con la sociedad, autonomía responsable, pertinencia y congruencia de su naturaleza, proyección social, plan de estudios, procesos de selección, índice de rendimiento académico estudiantil y de graduados, etcétera. La acreditación, tiene otro significado: un grupo de instituciones extranjeras de educación superior, al analizar en una universidad sus programas, infraestructura de apoyo, calidad de la docencia, su claustro integrado por académicos con experiencia y profesionales dispuestos a apoyar a la academia, laboratorios e instalaciones, le otorga a esta casa de estudios un reconocimiento convertido, en la vida práctica, en acciones positivas no solo para su imagen como institución educativa de primer orden, sino para los estudiantes y los graduados. Es una aceptación internacional, otorgada por personas sin conexión con las autoridades, por lo cual todos podemos estar seguros de su autenticidad y de ser el resultado de un análisis ajeno a las presiones propias de la amistad o de preferencias personales. Los estudiantes y quienes hemos ejercido la docencia universitaria, en algún momento nos hemos preguntado cómo sería la calificación de nuestro trabajo al ser analizados por instituciones internacionales. Tanto estudiar como impartir clases, sin importar el método utilizado, se realiza en Guatemala en las condiciones propias de un país no totalmente desarrollado social y económicamente. En mi caso personal, esa interrogante acerca de mi tarea docente me acompañó por buena parte del sendero de la enseñanza. 1
Periodista. Vicepresidente del Consejo de Administración de Prensa Libre y Director de Guatevisión. Actual director de la Academia Guatemalteca de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española.
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En el campo laboral, en las instituciones y empresas nacionales hay preocupación porque los egresados –y no creo correcto, ni me gusta, llamar “producto” a las personas graduadas y aportes emanados de las universidades– sean personas con la calidad necesaria en todo aspecto, a fin de estar seguros si responderán de manera positiva a las exigencias propias de la calidad profesional en todas sus manifestaciones, en especial la ética, sin por ello dejar de ser efectivos en el campo técnico. Una acreditación borra esas dudas: sí, en efecto, recibimos y también otorgamos una buena educación, sí emanaron de las aulas estudiantes bien preparados para funcionar en la sociedad guatemalteca. Ello nos justifica sentir una satisfacción orgullosa de la labor realizada, cada quien en nuestra área de trabajo, por este triunfo de la Universidad Rafael Landívar. No hablo de vanidad y orgullo desorbitados, pero sí de una satisfacción plena por el trabajo cumplido. Para borrar cualquier duda y certificar la calidad académica y relacionarla, con estándares garantizadores de buen nivel en las carreras, tanto de pregrado como de postgrado, se han creado sistemas y agencias nacionales, internacionales y disciplinares encargadas de acreditar, o no, a las universidades interesadas. El sistema regional de acreditación en Centroamérica está en proceso; el nacional va lento… La Universidad Rafael Landívar contactó a la agencia mexicana Asociación para la Acreditación y Certificación en Ciencias Sociales –ACCECISO–, acreditadora de Ciencias Sociales, cuyos representantes hicieron la evaluación y concedieron la acreditación, con lo cual nuestra universidad se convirtió en la primera de Guatemala en obtener una acreditación académica internacional, en un primer paso beneficioso para nuestra Alma máter, sus estudiantes, los ciudadanos y el país. Al enterarme de la exitosa acreditación de las carreras de Ciencias de la Comunicación y de Relaciones Internacionales, sentí alegría y satisfacción. Muy pronto, estoy seguro, serán acreditadas otras carreras landivarianas. Pero haber sido esas dos licenciaturas las primeras calificadas, lo creo factor importante porque ambas se relacionan con el mundo de hoy y sus particulares y cambiantes características. El mundo cada vez está más conectado. Todos lo sabemos. Los avances en la comunicación personal retan la capacidad hu-
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mana de asombro, pero no por ello se puede asegurar una comunicación en realidad adecuada y correcta. Allí tienen crucial importancia los medios de comunicación, tanto en su parte informativa como en la de difusión cultural, entretenimiento, etcétera. La comunicación efectiva es un proceso complejo. No consiste en memorizar fechas, cifras, o repetir ideas de alguien más. Es la capacidad de aprender de las diferencias de los seres humanos, respetarlas y tomarlas en cuenta cuando es posible. Aunque toda comunicación es personal, porque las instituciones y los países son entes abstractos, sí es correcto pensar en el concepto de relaciones internacionales. La comunicación individual está teniendo una alarmante condición de hecho impersonal, ajeno al contacto directo entre las personas, porque se logra con solo presionar una tecla de computadora. Esto elimina la geografía, porque me puedo comunicar instantáneamente con mi compañero de trabajo en la oficina de al lado, o con mi amigo residente en Australia, a donde llegar en persona requiere al menos dos días, y eso gracias a la modernidad de otros medios de comunicación: los aviones. Pero cuando esa comunicación se realiza entre personas de culturas y situaciones sociales y económicas distintas, cuando no hay preparación adecuada, se puede convertir en la causa de difusión instantánea de malos entendidos o de separaciones entre personas, culturas y países. Por eso se debe pensar y actuar dentro del concepto de las relaciones internacionales. Los seres humanos tienen tantas diferencias como similitudes y entonces, tanto las ciencias de la comunicación como las relaciones internacionales necesitan funcionar en el marco del humanismo, entendido como un pensamiento cuya principal característica es colocar al ser humano en calidad de principio y motivo de todo. A este humanismo se refieren conceptos como el de responsabilidad social, definida como una aplicación del principio cristiano fundamental: el de amor al prójimo. Porque aunque nadie puede en su sano juicio negar la importancia del individuo, de cada uno, sin distinción alguna, tampoco se puede negar la importancia de la comunidad humana considerada como un ente individual. Y de la adecuada inter-relación entre ambas posiciones depende el avance del ser humano, entendido como la satisfacción de sus necesidades y el cumplimiento de la mayoría de los derechos intrínsecos.
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El concepto de Academia universitaria no puede alejarse del humanismo, y estos primeros años del tercer milenio son un buen ejemplo. En los actuales momentos del mundo, ese humanismo debe subyacer en las tareas igualmente importantes de cómo aplicar los avances tecnológicos, considerados exclusivamente como una serie de instrumentos adecuados para el cumplimiento de fines y metas cuya abstracción conceptual no las hace menos tangibles. El trabajo académico en cualquier orden, realizado sobre la base de responsabilidad y ética, y de preguntarse profunda y claramente sobre la corrección de hacerlo, permitirá en el mundo universitario la presencia de estos dos conceptos en el quehacer cotidiano de los estudiantes y de los graduados, de los trabajos de investigación y de toda actividad académica intrínseca y también de aquellas obligatorias en una sociedad con las características de la nuestra. La razón de ser de una universidad es contribuir al avance de la humanidad. Pero antes de lograr esto, debe ser agente de cambio dentro de su propia sociedad. Y para lograrlo, debe lanzar al mundo a profesionales y técnicos convertidos a la vez en agentes de cambio. Un graduado necesita la capacidad, pero sobre todo la convicción y el imperativo kantiano de actuar correctamente en su comunidad, dentro de su cultura. Es el factor primordial. Y a eso debe estar dirigido el esfuerzo de las universidades para preparar un porcentaje mayoritario de esos agentes. Un pequeño porcentaje de estudiantes tendrá una capacidad personal cuyas necesidades académicas no puedan ser satisfechas en nuestras aulas. Pronto sentirá la necesidad de emigrar para realizar una tarea dirigida a toda la humanidad. En estos casos, la labor de una universidad como la nuestra es otorgar a un estudiante las condiciones extraordinarias, los primeros pasos en el área de su preferencia, para luego dejarlo ir a un mundo en el cual pueda adaptarse mejor y dar un mejor servicio humanístico a la totalidad de los hombres y mujeres del planeta. Los avances científicos necesitan ser analizados desde las punzantes ópticas de la ética. La clonación, por ejemplo. Es una técnica científica, pero debe haber alguien con el papel de juez para determinar la corrección de aplicarla. Otro caso: el cada vez más evidente efecto de la acción humana en la naturaleza. La explosión de huracanes, reducción de glaciares, etcétera, obligan a pensar
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seriamente en la necesidad de hacer cambios en la forma de encarar con éxito la compleja relación del ser humano con el planeta. La certeza de la destrucción planetaria provocada por la excesiva explotación irracional e irreflexiva del ambiente, dentro del escaso tiempo será el factor fundamental para tomar las decisiones. Cada vez es más clara la urgencia de estudios universitarios basados en calidad, entendida como la mezcla de academia, técnica y ética. Deseo referirme a la historia de la Universidad Rafael Landívar. Pertenezco a una de sus generaciones iniciales, allá en los lejanos años sesenta. Tuve el gusto de compartir estudios con la actual rectora*. Eran tiempos de una casa de estudios pequeña en espacio y población estudiantil, pero enorme en ilusiones y en la decisión de trabajar por hacer del nuestro un mejor país. Todos cabíamos en el espacio hoy designado a la cafetería. De los muchachos de entonces, muchos han destacado en la vida nacional, al punto de haber tres presidentes, un vicepresidente, numerosos ministros, académicos de la lengua, jueces, y así un largo etcétera. Tuvimos la suerte de recibir clases con personajes de todo tipo, cuya huella quedó marcada en nuestra preparación. A ocho lustros de distancia, es posible hacer un análisis sereno de su papel como docentes. Y nuestra etapa de estudios abarcó las aulas de madera del campus de la zona 10, y las de la vieja casona de la 10ª calle y 12 avenida de la zona 1. Ya nuestras tesis debimos presentarlas en este campus, recién inaugurado. Creo justo hacer un recuerdo de la memoria del padre Isidro Iriarte, S. J., así como del licenciado José Falla, cuyos bustos están a pocos metros de aquí. Ellos, en conjunto con una serie de personas con visión, se dieron cuenta de la necesidad de tener una casa de estudios superiores basada en otros valores para ver el mundo. La Universidad Rafael Landívar es ahora una institución madura, existente desde antes del nacimiento de al menos el 80 por ciento de los guatemaltecos de hoy. Los logros obtenidos son el resultado del trabajo de los diversos equipos humanos dirigentes, tan distintos entre sí como unidos en el convencimiento de hacer lo mejor posible el trabajo encomendado, en *
M.A. Licenciada Guillermina Herrera Peña. Nota del editor.
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diferentes circunstancias nacionales e internacionales tanto en el campo político como en el económico. Es igualmente justo señalar la tarea emprendida y realizada por las actuales autoridades universitarias, encabezadas por la licenciada Guillermina Herrera y del padre Rolando Alvarado, vicerrector académico, a quien acompaña un selecto grupo de personas igualmente entusiastas y capaces. Me permito felicitarlos por este triunfo, cuya verdadera magnitud será comprendida conforme pase el tiempo. Haber obtenido esta acreditación es una medalla con dos lados. Uno es el de la satisfacción. Y el otro es el de la responsabilidad. La Universidad Rafael Landívar ha llegado a la cima y tiene el reto de mantenerse e incluso superar el logro obtenido. Por eso hoy no celebramos una meta lograda, sino el principio de un camino del cual los landivarianos no podemos salir. El reto principal es mantener esa calidad y al mismo tiempo dejar el ingreso a las aulas universitarias landivarianas asequible para la mayor cantidad posible de estudiantes. Si bien es cierto, la academia universitaria no es ni puede ser para todos los miembros de una sociedad, al constituir una elite intelectual, no se debe permitir convertirla en una elite social o económica. Ese principio de dar oportunidad a todos es pivote del pensamiento ignaciano, porque la educación es parte fundamental de hacer libre a un ser humano. Permítanme terminar con una breve referencia personal. He estado relacionado con esta universidad desde 1966, como estudiante. Obtuve mi título en 1976 y solo tres años más tarde fui llamado a dar una clase en Ciencias Políticas. Comenzó así una carrera docente de 24 años, terminada en el 2003. Algunos de mis estudiantes ya son catedráticos, y por eso resulto ser una especie de abuelo académico… pero también he tenido oportunidad de relacionarme con la Universidad Rafael Landívar por ser una persona beneficiada por la calidad académica de los estudiantes de ciencias de la comunicación y de relaciones internacionales, al haberlos contratado para integrar las filas reporteriles de Prensa Libre y Guatevisión.
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Puedo considerar a esa calidad académica como una de las razones por las cuales la actividad periodística del país atraviesa un proceso de mejoramiento, de autoexigencia por la calidad y de entusiasmo por realizar correctamente la tarea de informar a la audiencia, considerada no como una masa, sino como la colección de una serie de individuos con derechos y obligaciones. El futuro del mundo y de los países depende de la calidad de la preparación de sus ciudadanos. Es una tarea fundamentalmente individual, basada en lograr el beneficio del ser humano. Siempre ha sido así, pero en la actualidad es imprescindible, porque la técnica se encuentra al punto de poder aniquilar a su creador. Por eso creo importante reiterar cómo debe entenderse esa palabra. Calidad no es solo una técnica, sino es la capacidad de balance, en un sentido similar al proclamado hace 25 siglos por Aristóteles, del beneficio mayoritario expresado por John Stuart Mill, dentro del marco de obligación moral planteado por Kant y especialmente con el amor al prójimo expresado por Cristo. Es complejo pero precisamente por ello vale la pena intentarlo. Si aplicamos esos principios a la compleja actividad de la comunicación humana lograda por los medios de comunicación y por las relaciones entre países, nos será posible estar cerca de ese nuevo ser humano, enriquecido por valores distintos a los oropeles y a la tenencia de bienes de consumo. El reto se presenta ante nosotros como lo hizo hace 46 años, al ser fundada la Universidad Rafael Landívar. Así como quienes participaron en nuestra formación individual lograron realizar su trabajo, y ahora celebramos uno de sus frutos más importantes, ahora tenemos ante nosotros mismos la responsabilidad de pasar esa antorcha a quienes se encuentran en las aulas donde nosotros estuvimos alguna vez. Las carreras de Ciencias de la Comunicación y de Relaciones Internacionales se han convertido súbitamente en las joyas de la corona académica. Felicito con toda sinceridad a quienes tienen a su cargo la conducción de estos planes de estudios y espero poder estar presente dentro de poco tiempo en ceremonias similares a esta, para celebrar la acreditación de más carreras.
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Palabras del representante de la agencia acreditadora Dr. Carlos Sirvent1
Muchas gracias, licenciada Guillermina Herrera Peña, rectora de la Universidad Rafael Landívar, señor vicerrector, señores integrantes de la mesa, miembros de esta comunidad universitaria, es para mí una distinción encontrarme en esta reunión representando a la Asociación para la Acreditación y Certificación en Ciencias Sociales con el fin de darles a conocer de manera formal que el pasado 24 de octubre el consejo directivo de dicho organismo dictaminó y resolvió otorgar la acreditación por cinco años a los programas de licenciatura en Ciencias de la Comunicación y de Relaciones Internacionales que se imparten en esta universidad. Como ustedes saben la acreditación es un reconocimiento que un grupo amplio de miembros de la comunidad científica de las ciencias sociales, organizados a través de la Asociación para la Acreditación y Certificación en Ciencias Sociales, que es un organismo internacional, autónomo, dedicado a la evaluación con fines de acreditación otorga a los programas de licenciatura que poseen calidad en América Latina. La evaluación para la acreditación llegó fuertemente influida por el nuevo ambiente competitivo nacional e internacional que envuelve a la educación hoy, las nuevas necesidades de intercambio de estudiantes y profesionistas entre las instituciones educativas de diversos países llevaron a la urgencia de establecer parámetros internacionales para que empresas, organismos internacionales así como las propias universidades pudieran saber si las formaciones que los estudiantes adquieren en una universidad son las adecuadas para competir con éxito internacionalmente y si son equivalentes a las formaciones que se dan en otras instituciones de educación superior. Así empezaron a aparecer diversos esfuerzos y organismos que ofrecían sus servicios de evaluación y acreditación, predominando finalmente aquellos que tienen un fuerte apoyo en sus respectivos gremios que no tienen una intención lucrativa, que son autónomos y que tienen una historia larga y profesional en las tareas de acreditación. Es pertinente preguntarse quién, 1
Presidente de la Asociación para la Acreditación y Certificación en Ciencias Sociales.
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en suma, hace el reconocimiento de acreditación, lo hacen miembros de la comunidad científica dedicada al estudio de las ciencias sociales constituidos en este caso en el ACCECISO, el cual es a su vez reconocido y avalado por el consejo para la acreditación de educación superior. ¿Cómo hicimos la evaluación? La universidad solicitó la evaluación al ACCECISO, posteriormente se firmó un convenio en el que nosotros nos comprometimos a llevar a cabo el trabajo en los tiempos establecidos y respetando escrupulosamente los criterios y procedimientos acordados, después la universidad nos mandó las autoevaluaciones que realizaron a los dos programas de licenciatura; con dichos documentos dos comités de evaluación constituidos por cuatro pares evaluadores, dos coordinadores y dos analistas realizaron la revisión de la documentación y llevaron a cabo la visita a las instalaciones de la universidad. Quiero decirles que la evaluación que llevamos a cabo no se realizó a partir de un modelo ideal de disciplina, sino a partir de lo que la propia institución y los programas que se evaluaron establecieron como misión y objetivos. La calidad del programa al evaluar se midió de acuerdo a un amplio conjunto de criterios, 96 en total, agrupados a su vez en once categorías que abarcan desde los aspectos directamente académicos como son por ejemplo: la propuesta académica, calidad del personal académico y de los estudiantes hasta aspectos administrativos de reglamentación y de infraestructura. Posteriormente con la información recabada se elaboró un informe final que el ACCECISO a través de su consejo directivo aprobó de manera unánime. Vale la pena explicar para qué sirve acreditarse, al estudiante le permite tener la certeza de que se encuentra estudiando en un programa al que un organismo autónomo formado por pares evaluadores, es decir, académicos con prestigio dentro de las ciencias sociales le dé el reconocimiento de calidad, es un reconocimiento que se traslada al título del egresado y que le abre puertas en el mercado profesional o en sus aspiraciones para continuar estudios de postgrado; a las autoridades del programa acreditado les permite conocer desde una perspectiva externa sus fortalezas y también áreas de oportunidad para cumplir mejor los fines que se ha propuesto, por eso hoy además de la constancia de acreditación y del dictamen que explica las razones por las que
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se otorgó la acreditación les hacemos entrega de un documento que contiene las áreas de oportunidad que elaboraron los pares evaluadores y que la universidad puede tomar en cuenta, son solo sugerencias para mejorar aún más los programas evaluados. La acreditación en suma es el reconocimiento que hacen profesionales de una disciplina al trabajo de una comunidad académica esforzada y exitosa, quiere decir que los programas acreditados son competitivos apoyados en una planta docente de calidad con estudiantes comprometidos con su preparación con un plan de estudios reformado y moderno, y con instalaciones y autoridades que permiten conjugar todos estos esfuerzos. Debo transmitir también a ustedes la felicitación especial que hizo el consejo directivo del ACCECISO a esta universidad porque encontramos un ánimo abierto al escrutinio externo y por ser la primera universidad en toda Guatemala que acredita sus programas de ciencias sociales. Este proceso exitoso de evaluación que vivimos que por cierto es pionero en esta institución en el caso de las ciencias sociales es producto de la conjugación de los esfuerzos de la comunidad del programa y esa conjugación de esfuerzos le debe mucho al liderazgo académico de su rectora y a la actitud de profesores, estudiantes y trabajadores abiertos al escrutinio externo a la rendición de cuentas y a la mejora continua, quiero hacer además en particular un reconocimiento o una mención especial al impulso que dio a este esfuerzo el señor vicerrector, padre Rolando Alvarado, al trabajo que realizaron las autoridades de los programas, las maestras Lourdes Balcony y Nancy Avendaño y a Martha Pérez de Chen quien tuvo en sus manos la visita de las comisiones de pares evaluadores mi reconocimiento por su tolerancia, finalmente a usted señora rectora. La acreditación consta de tres documentos, la constancia de acreditación, el dictamen y un documento más amplio del informe de evaluación contiene las fortalezas y áreas de oportunidad del programa. Al hacerlo no me queda más que felicitarlos nuevamente por las acreditaciones que han logrado y desearles que alcancen todavía mayores éxitos, muchas gracias.
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b. Acreditación de la licenciatura en Psicología Clínica y licenciatura en Psicología Industrial/Organizacional Una acreditación con calidad: Psicología Clínica y Psicología Industrial/Organizacional M.A. Georgina de Jurado1
La acreditación de las licenciaturas en Psicología Clínica y Psicología Industrial/Organizacional es un sueño hecho realidad que empezó el año pasado, cuando por iniciativa de la decana de la facultad, Hilda de Mazariegos, presentó la propuesta al Consejo de la universidad para materializar una idea que le daría una ventaja competitiva a las carreras frente a la demás ofertas de las universidades guatemaltecas. Su realización no fue fácil porque habitualmente una acreditación exige una serie de evaluaciones y ajustes que son un reto para cualquier institución que se aventure en semejante empresa. Afortunadamente, las autoridades de la universidad, el rector y la vicerrectora académica, aceptaron el desafío y confiaron en la Facultad de Humanidades para obtener el reconocimiento de las instituciones acreditadoras. El trabajo fue arduo. Exigió el compromiso del Departamento de Psicología, el equipo docente, estudiantes y ex alumnos, entre otros, que gustosamente aceptaron la tarea y colaboraron para cumplir con las exigencias y solicitudes que la agencia acreditadora presentó en su momento. El Departamento de Evaluación de Programas Académicos (DEPA) contactó a la agencia acreditadora, para el caso de las carreras mencionadas fue el Consejo Nacional para la Educación e Investigación en Psicología (CNEIP) con sede en Monterrey. A inicios de marzo de 2011, se tuvo una primera reunión con DEPA en la cual se oficializó con el equipo del Departamento de Psicología que se iniciaría el proceso después de tener la visita de capacitación de uno de los per1
Directora del Departamento de Psicología.
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soneros del CNEIP. Se conformaron dos Comités de Evaluación Académica para cada una de las carreras integrados por la directora de la carrera, la coordinadora académica de la carrera, dos catedráticos de la especialidad y dos estudiantes de cada licenciatura. La visita del secretario de la agencia acreditadora para capacitar sobre el llenado correcto del protocolo de autoevaluación a los comités que tendrían a su cargo el proceso se tuvo en la primera semana de julio del mismo año. El procedimiento para la acreditación estuvo compuesto de varios pasos. Estos se detallan a continuación: 1. Autoevaluación: consistió en el llenado del formato del CNEIP. Para cada rubro se contempla una serie de ítems en los cuales se redactó una descripción del indicador; evidencia que respaldará lo redactado y además recomendaciones de mejora de parte del equipo que tuvo a su cargo la autoevaluación. El formato constaba de once rubros, cinco indicadores y un total de 142 ítems. 2. Solicitud de acreditación al director del CNEIP, del rector y responsable del programa: para este paso, la decana de la Facultad de Humanidades y directora del DEPA hicieron una visita a la entidad en Monterrey en junio de 2011. 3. Envío de autoevaluación: en la segunda quincena de septiembre, una vez lleno todo el formato, se envió en forma impresa y en un CD acompañado de las evidencias de los pre requisitos e indicadores imprescindibles. Si un indicador hubiera hecho falta en este envío, el proceso de acreditación hubiera terminado en este punto. 4. Visita de evaluadores: evaluadores nombrados por la Secretaría de CNEIP estuvieron presentes en la URL el 26, 27 y 28 de octubre. La función de los visitantes fue corroborar cada una de las evidencias que se mencionaron en la autoevaluación. 5. Elaboración de dictamen final: la Dirección de CNEIP elabora el dictamen final y el diploma de acreditación después de haber constatado la
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pertinencia y exactitud de dictamen. El resultado puede ser únicamente Acreditado o No Acreditado. 6. Recepción de resultado de acreditación: en la segunda semana de diciembre, se recibió en la URL la notificación de que la licenciatura en Psicología Clínica y licenciatura en Psicología Industrial/Organizacional, estaban acreditadas. 7. Seguimiento de CNEIP: junto con los diplomas de acreditación, viene una serie de recomendaciones que serán implementadas a lo largo de cinco años, a través de un programa de implementación. Las actividades se realizaron según una mística particular de inspiración ignaciana que dio como resultado el alcance de objetivos con estándares de calidad. Esto fue reconocido por la agencia acreditadora que en su momento felicitó a la facultad por el trabajo puntual, eficiente y responsable. La acreditación de las licenciaturas de psicología contó con la motivación del Padre Rolando Alvarado, S.J., Rector de esta casa de estudios, para quien la acreditación de las carreras en la URL, no es un fin, sino un medio que asegura la calidad académica en la formación de los estudiantes. Está claro que hemos optado por la calidad académica y aspiramos a la realización del “Magis”. La excelencia es lo nuestro. La facultad ha dado un paso decisivo que marcará la diferencia en la formación de los futuros profesionales de la psicología en Guatemala. Tenemos que felicitarnos por lo alcanzado por todos los involucrados. Enhorabuena.
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Calidad, temporalidad, y teleología en la identidad de la Psicología landivariana Dr. Alfredo Artiles1
Buenas noches. Gracias Hilda por tu generosa presentación. Rector, Padre Rolando Alvarado; presidenta del Comité de Acreditación del Consejo Nacional para la Educación e Investigación en Psicología (CNEIP), Dra. Ma. Concepción Rodríguez; vicerrectora académica, Dra. Lucrecia Méndez de Penedo; decana de la Facultad de Humanidades, maestra Hilda Caballeros de Mazariegos; secretaria general de la URL, Licda. Fabiola Padilla de Lorenzana; miembros de los Consejos Directivo y Ejecutivo de la URL; autoridades de la universidad; colegas catedráticos/as; estudiantes; amigos/amigas e invitadas/os. Como ex alumno de psicología de la URL, me honra tener la oportunidad de compartir con ustedes estas reflexiones, con motivo de la acreditación de estos programas. Antes que nada, felicito a las autoridades, claustro de catedráticos y estudiantes de mi alma máter por tan importante logro. Mis reflexiones sitúan las decisiones sobre la calidad de los programas universitarios en los contextos históricos y teleológicos en los que ocurren. Específicamente, siendo fiel a la tradición de la educación jesuita que me formó, compartiré con ustedes preguntas críticas y retos que la psicología landivariana debe enfrentar para mantener su vigencia y protagonismo en el moldeamiento del futuro de Guatemala. La acreditación de un programa de educación terciaria es un evento crucial para la identidad y futuro de una universidad, ya que este reconocimiento público es el producto de un acto voluntario de control externo sobre la calidad de la “estructura, servicios, resultados y pertinencia social” de la psicología landivariana (CNEIP, 2010). Además, las acreditaciones median entre la perenne tensión que enfrentan las universidades entre autonomía de influencias externas y responsabilidad a los diferentes sectores y audiencias interesadas. La URL, como el resto de universidades alrededor del mundo, necesita tener suficiente autonomía para definir sus propósitos y obtener y manejar los me-
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Doctor en Educación. Profesor de Arizona State University.
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dios para realizarlos. De igual manera, las universidades requieren un grado alto de autonomía de controles e intervenciones externas para responder a la heterogeneidad de sus poblaciones estudiantiles, y llenar las diversas demandas de recursos e infraestructuras que requieren las diferentes carreras. Como explicó Schmidtlein y Berdahl (2011), “la conversión de recursos en valores humanos desafía la estandarización” (p. 69). La URL también necesita autonomía para infundir la tradición ignaciana en los programas de psicología. Al mismo tiempo, las universidades tienen responsabilidades con grupos que representan poblaciones muy diversas, tanto internas como externas, y que incluyen instituciones públicas y privadas. Por tal motivo, los programas universitarios, y los profesionales que laboran y estudian en ellos, “deben responder a sus pares por la calidad e integridad de sus esfuerzos … [dicha responsabilidad no es] solo con los pares en sus propias instituciones, sino también con los que trabajan en las mismas disciplinas y campos profesionales a nivel nacional, y cada vez más, a nivel internacional” (Schmidtlein & Berdahl, 2011, p. 73). En efecto, los programas de psicología clínica y organizacional tienen responsabilidades con las poblaciones e instituciones que sirven. Estas responsabilidades están cambiando con la globalización de la cultura y la economía, por lo que están emergiendo retos importantes para los/las psicólogos/as landivarianos. En resumen, los programas de psicología, como otras carreras universitarias, están sujetos a controles internos y externos que regulan la responsabilidad y la autonomía de sus actividades administrativas financieras e intelectuales. Entre los aspectos más regulados que inciden directamente en los programas universitarios está la creación del conocimiento científico y otras formas de actividad intelectual. Gieryn (1983), un físico y sociólogo de la ciencia, acuñó la noción de “trabajo de límites” (boundary work) para describir estas prácticas regulatorias. Él explicó que históricamente las comunidades científicas han marcado los límites de sus territorios al regular “cómo se identifican las características únicas y esenciales de la ciencia que las distingue de otros tipos de actividad intelectual” (Gieryn, 1983, p. 781). El trabajo de límites tiene consecuencias importantes que incluyen el acceso a recursos materiales y
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simbólicos tales como financiamiento de la investigación y autoridad intelectual. Además, el trabajo de límites refuerza la autonomía de un gremio o un programa universitario de los controles externos, por ejemplo del sector privado o gubernamental (Gieryn, 1983). El trabajo de límites permite diferenciar, no solamente a las personas, actividades, y prácticas científicas como las metodologías, de las que no son científicas, sino además diferencia ideológicamente a las disciplinas, las preferencias teóricas, y las especializaciones dentro de una comunidad científica (Gieryn, 1983). El acerbo de conocimiento y hasta las estructuras y procesos organizacionales pueden ser diferenciados a través del trabajo de límites. Entonces, desde esta perspectiva, las acreditaciones de programas pueden ser consideradas una forma de trabajo de límites que contribuye al delicado balance que mantienen las universidades entre responsabilidad y autonomía. Por un lado, la URL ejerce su autonomía al movilizar recursos intelectuales y financieros para obtener formas de evaluación externa (Schmidtlein & Berdahl, 2011), en este caso, por medio de la acreditación de los programas de psicología. Por otra parte, dicha acreditación permite a la universidad responder a las demandas de este gremio y los estándares de calidad acordados en la psicología. Por lo tanto, es motivo de celebración que la psicología landivariana ha aprobado los rigurosos requisitos y procesos del Comité de Acreditación del Consejo Nacional para la Educación e Investigación en Psicología. Debe notarse que la responsabilidad o capacidad de responder que tiene la psicología landivariana implica que existe un consenso institucional sobre la misión de sus programas (Schmidtlein & Berdahl, 2011). Este punto es fundamental, por lo que es pertinente reflexionar sobre la relación entre la acreditación de la psicología landivariana, como una forma de trabajo de límites, y la misión de estos programas. Esto nos permitirá contextualizar el logro que celebramos esta noche en el pasado y futuro de estos programas. Recordemos que las misiones de la educación superior han girado históricamente alrededor de al menos tres alternativas: (1) Compromisos para construir naciones e identidades de los pueblos, (2) la democratización de las sociedades, y (3) el servicio a la ciudadanía, en particular a través de la generación y diseminación de conocimientos y el desarrollo de capital humano (Fishman, Igo, &
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Rhoten, 2010). Es importante señalar que al menos las dos últimas misiones de la universidad tienen relevancia directa para la justicia social, la cual es una noción de vigencia urgente en nuestra Guatemala, una de las naciones más diversas del mundo. En efecto, la evidencia generada en los últimos 50 años en múltiples disciplinas ha documentado las profundas inequidades que afectan a la sociedad guatemalteca. La promesa tácita ha sido que la educación superior puede responder a tal predicamento. Las misiones de la universidad han ido cambiando a través del tiempo, y especialistas de la educación terciaria debaten lo que se ha denominado la crisis contemporánea de la universidad. Altbach (2007), por ejemplo, concluyó recientemente que la “educación superior está pasando por cambios dramáticos en todas partes. Parece que el inicio del siglo XXI es la ‘tormenta perfecta’ de presiones externas y respuestas internas. El período actual podría ofrecer una oportunidad para reformas y cambios significativos, aunque las presiones podrían abrumar a las instituciones académicas, las cuales ya están extendidas al máximo” (p. 15). Dado este contexto histórico, cabe entonces preguntarse, ¿Cuál es la misión de la psicología landivariana y qué podemos anticipar para su propósito futuro, dada la llamada crisis mundial de las universidades, y la trayectoria histórica de estos programas? La crisis de la educación superior a nivel mundial se ha identificado con la tendencia a corporatizar los programas universitarios; algunos comentaristas han calificado esta tendencia como un capitalismo académico en el que el modelo de la universidad como instrumento de desarrollo ha dado paso al modelo de la universidad de mercado, el cual es regido por las fuerzas de oferta y demanda y con beneficios económicos para el individuo (Fischman et al., 2010). Por ejemplo, ahora se estima que los beneficios de la educación superior son más relevantes para la persona que se gradúa de tales programas, que los beneficios que la ciudadanía obtiene de estas instituciones. Incluso uno de los productos más preciados de la universidad, el conocimiento, ha perdido su atractivo o valor, pues como nos explica Calhoun (2006), “el conocimiento puede ser de interés público sin ser necesariamente diseminado al público” (p. 16).
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Estos cambios han llevado a la erosión de las ambiciosas agendas cívicas y sociales de la universidad que se observaron en la segunda mitad del siglo XX (Fishman et al., 2010). No olvidemos que el vínculo entre la identidad nacional, la equidad social y la educación superior era muy fuerte, sobre todo en Latinoamérica; esto llevó a Fischman y sus colegas (2010) a describir a la universidad como una institución de redención, la cual mediaba en los problemas sociales de la nación. Recordemos que uno de los logros más impresionantes de las universidades latinoamericanas en los últimos 40 años fue la expansión masiva de la población atendida. Esto cambió la naturaleza elitista y patriarcal de las universidades (Fishman et al., 2010). La pérdida de una teleología de cambio social, de democratización y de construcción de nación presenta retos importantes para la psicología landivariana, dado el ideario ignaciano que ha caracterizado a los programas de esta universidad. ¿Cómo se refleja el proyecto de construcción de nación en la formación de psicólogos landivarianos? ¿De qué manera contribuyen los psicólogos egresados de la URL a la democratización del país? En relación a la misión de servicio al pueblo, ¿Qué tipos de conocimientos psicológicos se producen y diseminan en estos programas? ¿Cómo aborda la psicología landivariana la diversidad de la sociedad guatemalteca en los análisis e intervenciones de salud mental o de cambio organizacional? ¿Qué responsabilidades tienen los egresados de estos programas para servir al pueblo? Parafraseando a Ignacio Martín Baró, ¿Quién es el pueblo en la teleología de la psicología landivariana, considerando el advenimiento de una ideología de mercado que empuja al psicólogo a ejercer en clínicas u organizaciones privadas en un país urgido de respuestas de carácter social? Dado el legado histórico de la universidad jesuita, estas son preguntas trascendentales para el futuro de estos programas, sobre todo si consideramos que objetivos de la acreditación del CNEIP (2010) incluyen “propiciar la comunicación e interacción entre los sectores de la sociedad en busca de una educación de mayor calidad y pertinencia social” y “promover cambios significativos en las instituciones y en el sistema de educación superior acordes con las necesidades sociales presentes y futuras” (mis énfasis). Es precisamente la profunda sinergia entre las dimensiones técnicas y sociales de la formación del psicólogo que subyace en los criterios de acreditación que
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fueron aplicados a los programas de psicología de la URL, lo que resalta aún más el significado y magnitud de la celebración de esta noche. Pero ¿Qué significa hoy para la psicología landivariana haber obtenido este reconocimiento externo de calidad para el futuro de sus programas, en vista de las tensiones que enfrenta la universidad entre autonomía y responsabilidad, y considerando la crisis de la educación superior a la que aludí hace un momento? Recordemos que la URL está cimentada en el carisma jesuítico que se caracteriza, desde por lo menos el siglo XVI, por el dinamismo perenne para responder a retos emergentes en la sociedad. Ciertamente, como en la mayoría de las instituciones de educación terciaria, se pueden encontrar en la universidad jesuita sedimentos del ideal de Oxford de educación liberal, la tradición medieval de escuelas profesionales, el principio de Berlín de investigación y educación de posgrado, el concepto escocés de accesibilidad y servicio social, el modelo de investigación aplicada y educación práctica de las universidades públicas estadounidenses, las aspiraciones de construcción de nación y democratización de las reformas de Córdoba que se filtraron a universidades Latinoamericanas y Africanas, y el modelo soviético que usa a la universidad para alcanzar metas industriales-tecnológicas y de fuerza laboral (Fishman et al., 2010). Pero una constante en la educación jesuítica ha sido el ideario Ignaciano caracterizado por un modelo de educación liberadora y humana, fundamentado en una visión de la espiritualidad en toda actividad. Como sabemos, esta visión de la educación ha sido un catalizador de transformación de naciones alrededor del mundo. ¿Cómo resolverá entonces la psicología landivariana la tensión entre la universidad individualista de mercado, la cual es compatible con la visión epistemológica del objeto y sujeto de la psicología, y la espiritualidad jesuítica que trasciende a través del enfrascamiento con lo concreto y cercano de las realidades históricas de los pueblos? Concluyo con una invitación a la psicología landivariana a “trascender y avanzar hacia las mismas exigencias de nuestros pueblos y momento histórico”. La acreditación que celebramos hoy representa lo mejor de la identidad de la psicología landivariana, pues la autonomía universitaria le permite usar controles externos para llenar expectativas de pertinencia social de la
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carrera, las cuales son requeridas en dichos criterios de calidad. Pero el reto que enfrenta la psicología landivariana es evitar que la crisis contemporánea de la universidad erosione la responsabilidad social que ha distinguido a la educación jesuítica. Propongo que se aborde esta crisis desde la perspectiva de Gramsci, quien entiende la idea de crisis como “una manifestación de fuerzas contradictorias dentro de las estructuras existentes, en la que una estructura antigua está desapareciendo, pero la nueva aún no es lo suficientemente fuerte para reemplazar a la anterior” (Fischman et al., 2010, p. 50). Esto le dará a la psicología landivariana la oportunidad de infundir, ante la aún emergente estructura de la universidad de mercado, las ideas Ignacianas en la construcción de sus actividades profesionales futuras. De esta manera, la identidad de la psicología landivariana podrá continuar habitando dentro de los límites de esta comunidad científica. Pero también podrá crear una identidad enraizada en la relación dialéctica entre el compromiso con los parámetros de la profesión (como se reflejan en los sistemas de acreditación) y la pasión por la transformación sistemática de la identidad y misión de la psicología en Guatemala. Se contribuirá así a la edificación de una disciplina y formación de profesionales que democraticen, sirvan al público, y en última instancia, contribuyan a la construcción de una nación más justa y progresista. Esto significaría nada menos que, siguiendo a Martín Baró, los programas landivarianos pondrían la transformación social como el horizonte mismo de la psicología, usando herramientas epistemológicas que tienen relevancia y vigencia para las personas a las que sirve la disciplina, en una nación tan diversa y asediada por la injusticia como Guatemala, es imperativo que las perspectivas del sujeto de estudio de la disciplina sean ejes centrales de la labor profesional, ya que, como nos enseñó Martín Baró, “todo es del color con que se mira”. Esta teleología, epistemología, y praxis producirán una psicología “de la gente”, no “sobre la gente” (Marín, 1991) en la que los psicólogos clínicos y organizacionales serán formados para ser testigos de las condiciones sociales en las que viven y trabajan los pueblos (Espín, 1993). Además, los psicólogos landivarianos podrán hacer uso sistemático de la diversidad de las comunidades y organizaciones
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como recurso inextricable de su labor profesional clínica y organizacional (Cole, 1998). Estos psicólogos también estarán equipados para examinar las dimensiones morales y éticas de la teoría y práctica psicológica, y así poder nombrar e interrumpir los silencios que consagran el orden existente de las comunidades, familias, y organizaciones como algo natural (Comas-Diaz, Lykes, & Alarcón, 1998; Espín, 1993; Marín, 1991; Prilleltensky, 1997). Esta noche podemos celebrar que la psicología landivariana está ya encaminada hacia dicho horizonte, y espero desde ya con mucha ilusión, la próxima acreditación de estos programas en la que nos regozijará la consolidación de esta visión disciplinaria. Muchas gracias.
Bibliografía Altbach, P. (2007). The underlying realities of higher education in the 21st century. In P. Altbach & P. M. Peterson (Eds.), Higher education in the new century: Global challenges and innovative ideas. Rotterdam: Sense Publishers. Calhoun, C. (2006). The university and the public good. Thesis Eleven, 84, 7-43. Cole, M. (1998). Can cultural psychology help us think about diversity?Mind,Culture, and Activity, 5, 291-304. Comas-Diaz, L., Lykes, M. B., & Alarcón, R. D. (1998). Ethnic conflict and the psychology of liberation in Guatemala, Peru, and Puerto Rico. American Psychologist, 53, 778-792. Comité de Acreditación del Consejo Nacional para la Educación e Investigación en Psicología (2010). Manual para la acreditación de programas de la licenciatura en psicología. Disponible en http://www.cneip.org Espín, O. M. (1993). Giving voice to silence: The psychologist as witness. American Psychologist, 48, 408-414. Fischman, G. E., Igo, S., & Rhoten, D. (2010). Great expectations, past promises, and Golden Ages: Rethinking the “Crisis” of Public Research Universities. In C. Calhoun (Ed.), Global transformation in public research universities (pp. 34-66). New York: Social Science Research Council.
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Gieryn, T. F. (1983). Boundary-work and the demarcation of science from non-science: Strains and interests in professional ideologies of scientists. American Sociological Review, 48, 781-795. ______. (1995). Boundaries of science. In S. Jasanoff, G. E. Markle, J. C. Petersen, & T. Pich (Eds.), Handbook of science and technology studies (pp. 393-443). Thousand Oaks, CA: Sage. Mar铆n, G. (1991). Obituaries: Ignacio Mart铆n-Bar贸, S. J. (1942-1989). American Psychologist, 46,532. Prilleltensky, I. (1997). Values, assumptions, and practices: Assessing the moral implications of psychological discourse and action. American Psychologist, 52, 517-535. Schmidtlein, F. A., & Berdahl, R. O. (2011). Autonomy and accountability: Who controls academe? In P. G. Altbach, P. J. Gumport, & R. O. Berdahl (Eds.), American higher education in the twenty-first century: Social, political, and economic challenges (3rd edition), (pp. 69-87). Baltimore: The Johns Hopkins University Press.
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Palabras de la vicerrectora académica Dra. Lucrecia Méndez de Penedo1
Señor rector de la Universidad Rafael Landívar, P. Rolando Alvarado S. J.; Sra. decana de la Facultad de Humanidades, magister Hilda de Mazariegos; Sra. directora del Departamento de Psicología, magister Georgina Mariscal; Sra. directora del Comité de Acreditación CA-CNEIP, Dra. María Concepción Rodríguez Nieto; autoridades de esta casa de estudios; invitados especiales; comunidad landivariana: En el Plan Estratégico 2011-2015 la Universidad Rafael Landívar se propone como uno de sus objetivos institucionales “Consolidar una cultura de autoevaluación, retroalimentación y mejora continua en función del seguimimiento y los resultados obtenidos en los programas académicos de pregrado y posgrado”. Dentro de este marco se inscriben nuestros proyectos de acreditación, con resultados sumamente satisfactorios, dado que hemos sido pioneros en el país. Actualmente contamos con 18 programas de licenciatura acreditados internacionalmente, lo que significa que el 84% de los estudiantes del Campus Central cursan este tipo de carreras. En efecto, ha sido política de la universidad, dentro de una sana actitud de autocrítica constructiva, someterse voluntariamente a procesos de autoevaluación interna y evaluación externa, con el fin de retroalimentar y actualizar la calidad de sus procesos de enseñanza. De esta forma se construye y se refuerza el prestigio de una institución: con el compromiso de la mejora continua. Así, los procesos de acreditación de la calidad de nuestros programas responden a comprobar el nivel de eficacia de nuestra labor académica y administrativa, así como si cumplimos con la particular visión y misión que nos hemos señalado. Vale la pena subrayar que consideramos fundamental la educación integral, porque no solo informamos, sino sobre todo formamos futuros ciudadanos que tendrán responsabilidades y sabrán defender sus derechos. En pocas palabras deseábamos comprobar si existe coherencia entre discurso y resultados. 1
Vicerrectora académica de la URL.
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Toda universidad está en el compromiso de rendir cuentas a la sociedad que ha confiado en ella la educación de los jóvenes que están y estarán dirigiendo el país en todos los ámbitos. Una universidad como la nuestra se reconoce por el aporte de sus egresados a la problemática del país y de la región, no solo como profesionales capaces, sino por el sentido de servicio hacia los demás –sobre todo hacia los núcleos menos favorecidos o excluidos–, mediante propuestas innovadoras y propiciando el desarrollo sostenible. En la base, por supuesto, se encuentra una visión humanística que da sentido a nuestro trabajo y aporte. Nos ha tocado vivir un momento clave. No hace mucho difícilmente podríamos haber imaginado cambios tan radicales en la vida cotidiana, como la globalización y la tecnificación, que en mayor o menor medida abarcan a todos los grupos sociales existentes. Hay mucha más esperanza, pero también mucha más desigualdad en un planeta duramente agredido por la mano del hombre que solo ahora se percata del daño causado. Si reflexionamos un poco, nos percataremos que muchos problemas podrían haberse evitado si no se hubiera descartado el estudio –y el aprecio– de las Humanidades por considerarles poco “útiles” o “rentables”. Fue una visión estrecha y de corto alcance. Ahora frente a enfermedades agresivas y desconocidas, a una tierra llagada, a guerras que no dan tregua, al resurgimiento de la exclusión de todo tipo –paradójicamente en un mundo sin fronteras de tiempo y espacio–, a la soledad en la era de sobreinformación, no está demás preguntarnos las razones. Habrá muchas, pero sin duda devaluar las humanidades ha sido un error, porque ellas colaboran y guían a dar sentido a la existencia. La humanidad más que fríos datos y números –o además de ellos y por encima de ellos–, está constituida por personas. Dentro de las humanidades, la Psicología constituye una disciplina basilar. Y en una Facultad de Humanidades de una universidad como esta, aún más, porque su filosofía está centrada en la realización y en la dignidad de la persona. Pero las personas no son islas, no pueden ni deben serlo. Aparte es la necesaria soledad reflexiva que induce a la creación, la ensoñación, la fantasía, el autoconocimiento, hasta inclusive la especulación filosófica o la oración. Pero nos
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necesitamos unos a otros. Tenemos, pues, necesidad de tender puentes que sean tan aéreos como robustos. Esas redes que son vasos comunicantes –pero que también operan como plataformas de lanzamiento al infinito o bien impiden caer en el vacío–, deben ser fruto de tejedores pacientes. Y estables. Cada persona es única en su propia personalidad y al mismo tiempo comparte rasgos psicológicos con las demás. Es en esta interacción que la psicología clínica puede iluminar la conducta del ser humano, desarrollar sus potencialidades y cuidar de su salud mental. Una sana actitud ante la vida es garantía de perfeccionamiento interior y de convivencia armónica. En sociedades tan lastimadas y complejas como la guatemalteca, nuestros psicólogos son piezas clave para su sanación. Hay ciertamente otros campos donde los futuros psicólogos podrán ser piezas clave en el ámbito institucional de los recursos humanos. En un país poco acostumbrado al diálogo, al debate respetuoso, a la inclusión, al consenso equitativo, la psicología industrial organizacional puede crear espacios de interacción entre las partes donde cada quien pueda expresar su propio punto de vista y sobre todo, escuchar al otro, antes de que se tome una decisión. Tienen en sus manos el fiel de la balanza. Es así que hoy el Departamento de Psicología de la Facultad de Humanidades ve culminado el proceso de acreditación de dos carreras: la licenciatura en Psicología Clínica y la licenciatura en Psicología Industrial Organizacional, después de un arduo proceso, donde fue acompañado por la prestigiosa agencia mexicana CA-CNEIP, que cuenta en su haber y experiencia con 69 programas en licenciatura en psicología acreditados en su país. Vale la pena mencionar que el Departamento de Psicología puede evidenciar el importante aporte que ha hecho al país a través de la labor interna y actualizada dentro de la facultad con sus carreras –que ya incluyen una maestría en Gestión y Desarrollo Estratégico del Talento Humano y otra próxima en el área de la psicología clínica–, institutos, publicaciones, congresos y servicios. Asimismo, nuestros egresados han sabido proyectarse a través del aporte que han dado al país como distinguidos académicos y profesionales, que siempre
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han estado en primera fila para involucrarse en actividades de dignificación de la profesión, a su labor en pro de la salud mental tanto a nivel personal como colectivo y al sello landivariano de su trabajo en instituciones privadas y estatales. Felicito a la facultad a través de la Sra. decana, a la directora del Departamento de Psicología, a sus directoras de carrera, así como a la Dirección de Mejora Continua, por el valioso trabajo conjunto que han realizado y les animo a que perseveren en el compromiso que hoy adquieren para la mejora continua de estos programas, que tanto necesita el país.
II. Contribuciones académicas: matices de investigación
Una primera aproximación a la filosofía guatemalteca reciente Dr. Amílcar Dávila Estrada1
Hacia mediados del año pasado Ricardo Lima2 y el autor responsable de este texto recibimos de parte de la Vicerrectoría de Investigación y Proyección y de la Rectoría la asignación de generar un estado de la cuestión sobre la investigación histórico-filosófica de Guatemala, identificando filósofos, políticos, historiadores y otros pensadores que hubieran aportado en el campo. Se nos solicitó información de base que detallara autores, corrientes que influencian su pensamiento, sus obras y la repercusión social e ideológica que suscitaron y aún suscitan. Lo que sigue es producto parcial de la investigación solicitada, la cual ha sido asumida como parte del programa «Nuestros pensares. Filosofías originarias de Abya Yala y América Latina».3
Delimitaciones Varias opciones interpretativas presentaban preliminarmente el área temática que se pedía investigar. El campo de lo «histórico-filosófico» podía hacer referencia a:
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B.A. en Filosofía y Literatura por el Saint Michael’s College, Vermont; licenciado en Filosofía y Letras por la URL; M.A. y Ph. D. en Filosofía por Loyola University, Chicago. Licenciado en Filosofía y Letras por la URL; Ph. D. en Antropología por Rice University. Para más información, véase el apéndice.
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1. la historiografía de la filosofía o de las ideas filosóficas, o historia conceptual, entendiéndose a su vez: a. «Historiografía» la ciencia o el estudio sistemático del pasado; b. «Filosofía» la disciplina en sentido tradicional (con sus sub-disciplinas clásicas: lógica, epistemología, ontología, ética, política, estética); c.
«Ideas filosóficas» o «conceptos» nociones de origen filosófico o teórico en general, pero con el nivel de abstracción o generalidad que suele identificarse con lo filosófico.
2. La filosofía de la historia en sentido estricto como sub-disciplina filosófica o menos estrecho como teoría o nociones acerca de la historia; 3. Los estudios historiográficos y los estudios filosóficos en conjunción discreta, es decir, distintos unos de otros y permaneciendo así distinguidos. Si, por su parte, «investigación» se sobreentiende menos equívocamente como producción intelectual con rigor metódico, un «estado de la cuestión de la investigación histórico-filosófica» puede interpretarse como aquel que tiene por objeto dar cuenta de: 1. Las investigaciones formales acerca del desarrollo de la filosofía o las ideas filosóficas en Guatemala; 2. El pensamiento guatemalteco, filosófico o no, acerca de la historia; 3. Los estudios filosóficos por un lado y los históricos por otro. Luego de sopesar las opciones en consulta con los historiadores y filósofos Regina Fuentes4 y José Cal5, los investigadores asignados al estudio optamos por la tercera posibilidad, dada la considerable estrechez de las primeras dos, 4
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Licenciada en Historia por la Universidad de San Carlos de Guatemala, máster en Filosofía por la URL e investigadora en historia de las ideas en Centroamérica (equipo de Marta Casaús, Universidad Autónoma de Madrid). Licenciado y doctorado en Historia por la USAC y la Universidad Pablo de Olavide, respectivamente; máster en Filosofía por la URL.
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que hubieran reducido excesivamente el corpus a estudiar. Esto último principalmente por razones de lo escaso de la producción nacional en tales áreas especializadas, sin entrar a considerar para la primera el hecho más de fondo señalado por José Cal, en concordancia con José Villacañas y Faustino Oncina, historiógrafos de la filosofía, de que “una teoría de la Begriffgeschichte, o Historia Conceptual, tanto en su acepción filosófica como historiográfica es todavía hoy un desiderátum” en cualquier parte del mundo.6 Como quiera que sea, un estado de la cuestión comprendido como revisión panorámica de la producción relativamente reciente nunca puede retrotraerse mucho más allá del último par de décadas, con lo que restringe aun más el corpus a considerar bajo las dos primeras opciones. Dividimos, entonces, el trabajo de una manera simple: Ricardo Lima se ocuparía de la producción en historia y Amílcar Dávila de la filosófica. Adicionalmente, información sobre las intenciones de la Universidad de cultivar la investigación y la docencia en historia confirma una intuición también subyacente a la comprensión asumida y a la división decidida, a saber, que en el caso de la llamada investigación histórico-filosófica no se trata, como con lo psicosocial o lo socio-antropológico, de un campo especial o específico surgido de miradas, intereses o áreas epistemológicas nuevas o renovadas. Claro está, ni la coyuntura que da origen a la tarea, ni la separación del trabajo entre los dos investigadores asignados indica de ninguna manera que historia y filosofía tengan poco o nada que ver entre sí. Todo lo contrario, conceptual e históricamente ambas están vinculadas de manera estrecha, aunque cada disciplina conserve su especificidad propia. Desde luego, tal vinculación trasciende a la práctica: no es difícil constatar que las disciplinas historiográficas se preocupan del desarrollo filosófico, ideológico o intelectual en general, o que la filosofía, fiel a su esencia histórica, está siempre atenta a su origen y devenir, se sirva del estudio de la historia y a su vez lo ilumine. En todo esto, la academia guatemalteca no es la excepción, como lo ilustran, por una parte,
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“La historia conceptual como filosofía política. Breve reseña desde la historiografía de la filosofía”, Intuición. Revista de filosofía, vol. 1, n° 2 (2004), p. 3.
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los trabajos de Marta Casaús, Óscar Peláez y Teresa García,7 así como los de Artemis Torres, Olga García y Sergio Custodio, por la otra.8 En la medida en que el presente estado de la cuestión da cuenta de la producción filosófica guatemalteca de los últimos lustros, abona también a la autoconciencia histórica nacional de la disciplina. Es importante subrayar que el presente trabajo construye sobre el que realizara Juan Blanco en 2010, cuyos primeros hallazgos registra su “Cartografía del pensamiento filosófico guatemalteco contemporáneo”, texto que concentra preliminarmente en nuestro país la atención de la línea de investigación sobre pensamiento latinoamericano que Blanco ha venido trabajando desde 2008 y aún antes.9 Integral a esta línea ha sido también el Seminario de pensamiento latinoamericano, como parte del cual en grupo hemos estudiado y discutido con docentes, estudiantes y personas interesadas la obra ético-política de Enrique Dussel y la metafísico-antropológica de Ignacio Ellacuría. La línea fue reformulada en el primer trimestre de 2011 para una segunda fase, la cual abarcaría, además del pensamiento latinoamericano, heredero y receptor creativo de corrientes europeas y angloamericanas, el de los pueblos indígenas mesoamericanos. De
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Por ejemplo, Casaús, M. y T. García, Las redes intelectuales centroamericanas: un siglo de imaginarios nacionales (1820-1920); F&G, 2005. Casaús, M. y O. Peláez (compiladores), Historia intelectual de Guatemala; USAC, 2001. A menos que se indique otra cosa, el lugar de publicación de todas las obras citadas es Guatemala. Por ejemplo, García, O. Corrientes filosóficas que han influido en los sistemas pedagógicos contemporáneos (USAC, 2008); Custodio, S. Nociones de teoría del conocimiento (Óscar de León Palacios, 2008); o Torres, A. El pensamiento positivista en la historia de Guatemala (18711900) (USAC, 2000). La producción filosófica guatemalteca acerca de la historia y la historiografía es sumamente escasa, mas no inexistente, como lo ilustra el texto de Regina Fuentes, “Repensar el concepto de historia desde Heidegger”, Intuición. Revista de Filosofía, vol. 2, n° 2 (2011). García y Custodio son licenciados en filosofía por la USAC; Torres es doctora en filosofía por la URL y licenciada en historia por la USAC. “Cartografía del pensamiento filosófico guatemalteco contemporáneo”, en Montiel, E., Blanco, J. y A. Dávila (coord.), RePensarNos. Guatemala 2012, capital mundial de la filosofía; URL-UNESCO, 2011. Blanco es licenciado en filosofía y letras por la URL, donde también obtuvo dos maestrías, una en filosofía y otra en literatura hispanoamericana. Producto particularmente relevante de la línea de investigación aludida, además de sus artículos sobre Raúl Fornet-Betancourt y José Martí, es su Cartografía del pensamiento latinoamericano contemporáneo. Una introducción (URL, 2009).
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preparación preliminar para este replanteo, denominado «Nuestros pensares», sirvió el diseño y desarrollo que hiciéramos conjuntamente de dos seminarios para la maestría en filosofía, en los que trabajamos ambos rieles del programa reconcebido. A estas propuestas, habría que añadir otras dos sobre pensamiento maya que, a solicitud del Departamento de Educación de la Facultad de Humanidades, preparáramos colaborativamente con el antropólogo mam Ajb’ee Jiménez y que también derivan de la proyección docente de la línea o programa de que se viene hablando. Es de señalar que esta línea es la única que como tal se ha ensayado en el país, lo que para nada significa no reconocer la existencia de otros esfuerzos sistemáticos. Estos, sin embargo, son más bien proyectos personales de profesionales individuales que laboran en distintos espacios académicos, aunque son apoyados institucionalmente de diferentes formas. Es el caso, por ejemplo, de Oswaldo Salazar, profesor de filosofía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Francisco Marroquín, quien lleva algunos años desarrollando una filosofía de la literatura como parte de un proyecto post-doctoral.10 En la Universidad de San Carlos de Guatemala, Francisco Márquez ha estado detrás de un impulso por estudiar y promover la filosofía intercultural latinoamericana, así como por desarrollar investigación original en equipo.11 Asimismo, es ampliamente reconocido en el ámbito filosófico nacional el trabajo que desde la URL ha realizado el profesor-investigador Antonio Gallo12 desde hace cuatro décadas por lo menos, a veces promoviendo la formación de grupos
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Salazar es licenciado en Filosofía y Letras por la URL; máster y doctor en Filosofía por el Boston College. En el encuentro anual 2011 de la Asociación Guatemalteca de Filosofía presentó resultados parciales de su investigación bajo el título “Análisis del sujeto desde la perspectiva literaria, filosófica y psicoanalítica”: http://newmedia.ufm.edu/gsm/index. php?title=Salazarsujeto. Márquez es licenciado en Filosofía y máster en Docencia Universitaria por la USAC; doctor en Educación por la Universidad de La Salle, Costa Rica. Acerca de sus esfuerzos en investigación véase su reporte en el encuentro 2011 de la AGFilo: http://newmedia.ufm.edu/gsm/ index.php?title=Marquezintercultural. Licenciado en Filosofía y en Teología por las universidades Gregoriana, Roma, y San Cugat, Barcelona, respectivamente; doctor en Letras por la Universidad de Turín. Su primer libro publicado en la URL, Introducción a la lógica, data de 1972. El último, el vigésimo cuarto, Ver los valores, es del año pasado.
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de estudio y discusión, aunque la mayor parte del tiempo en un sostenido esfuerzo individual, por mucho el más productivo en el país. Ciñéndose a los filósofos profesionales que han publicado libros, Blanco llegó a contabilizar 31 autores vigentes y un total de 245 libros publicados entre 1959 y 2010. El inventario se está completando con algunos nombres y obras más –habiéndose visto crecer el número de autores a 37 y el de libros a más de 260–.13 Aparte de las preocupaciones «propias» o tradicionalmente filosóficas, trabajos de grado o algunos textos de enseñanza universitaria o secundaria, los títulos abarcan temáticamente diversos aspectos de la educación, derechos humanos, etnología, historiografía, críticas o historias literarias o de arte, etc. Semejante variedad temática invita a reflexionar sobre los vínculos que el pensamiento filosófico puede y sin duda debe tener con otras dimensiones de la existencia humana, como el acontecer sociocultural y político, así como con las disciplinas científicas y las artes. Ciertamente, este mismo carácter multifacético de la producción también constituye materia para estudiar las circunstancias ocupacionales y las preocupaciones, por ratos azarosas, de quienes han estudiado formalmente filosofía o, en general, para diagnosticar la institucionalidad y prácticas académicas del país. Con estas y otras cuestiones en mente, el presente trabajo concentra su atención y energía en libros publicados desde 1996 por autores con formación profesional en filosofía. Un estado de la cuestión discute la producción reciente, donde «lo reciente» se suele ceñir a un período flexible entre 5 y 20 años. En lugar de seguir automáticamente el arbitrario patrón de la numeración (5, 10, 15 años) o el del calendario (año 2000, 1995 o 1990), se consideró apropiado fijarse en un hito político nacional –a saber, la firma de los Acuerdos de Paz, en 1996– como punto histórico referencial de partida. Por otra parte, se considera que los mejores ejemplares de la producción filosófica son los libros, y no tanto los artículos académicos, las tesis (como no sean las doctorales o en casos excepcionales las de maestría), los textos de enseñanza o los informes de 13
Se reconoce y agradece el trabajo de Diego Azurdia, estudiante destacado de la maestría en filosofía de la URL, en la puesta al día y sistematización de la información en una base de datos.
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investigación. Como quiera que sea, es práctica común que tanto artículos, tesis de doctorado o informes de investigación se reúnan luego en, o adquieran la forma de libros;14 de manera que aun fijándose exclusivamente en estos aquellos no se pierden totalmente de vista. Por otra parte, con plena consciencia de que no necesariamente constituye filosofía todo lo que escriben quienes ostentan un grado académico en ella, pero sobre todo de que el pensamiento filosófico explícito o implícito en forma alguna es patrimonio exclusivo de tales profesionales, se atiende solo a estos últimos dados los fines del presente estudio, así como por razones de método y tiempo. El criterio, aunque literal y simple, es laxo: se considera profesionales a quienes han obtenido algún grado universitario, de licenciatura en adelante, en filosofía. Si bien ello permite que el universo bibliográfico del corpus que se busca caracterizar incluya mucha producción que no es considerada típicamente como filosófica, es de lamentar que queden de lado los aportes directa o indirectamente filosóficos de otros tipos de intelectuales, así como el pensamiento filosófico no formulado académicamente, como sería el caso de las filosofías de la vida cotidiana, el expresado en prácticas tradicionales o el de las artes, cuyo registro, recuperación o interpretación requiere de apro-
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Es el caso del libro de Gallo, El hombre, mi hermano (Cultura, 1996), casi completamente constituido por artículos publicados con anterioridad –por lo menos desde 1984. También ilustran lo afirmado los libros de Artemis Torres, El pensamiento positivista (Op. cit.), y Francisco Sandoval (licenciado en Filosofía y Letras por la URL, y doctor en Sociología por la Universidad de Salamanca), Encanto y desencanto con la democracia (Artemis Edinter, 2003), ambos versiones publicadas de tesis doctorales. Asimismo, el reporte del “Diagnóstico del racismo en Guatemala”: Casaús, M. y Dávila, A., “¡Por una cultura de igualdad y pluralismo, contra el racismo y la discriminación! Investigación y propuesta participativa para políticas públicas. Informe final”, Diagnóstico del racismo en Guatemala. Investigación interdisciplinaria y participativa para una política integral por la convivencia y la eliminación del racismo, vol. I (CODISRA, 3ª ed. 2009), págs. 1-41.
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ximaciones y metodologías especiales, o de peculiares lecturas reflexivas de materiales primarios.15 El criterio de enfocarse en los libros deja también fuera de consideración las acciones divulgativas, notablemente la docencia y los artículos de opinión, que aunque no constituyen propiamente investigación, o muchas veces ni siquiera auténtica reflexión, son importantes desde el punto de vista de la diseminación, discusión y adaptación de ideas o ideologías. En lo tocante a la docencia, aunque varias universidades imparten cursos filosóficos como parte de una formación profesional más o menos humanista, solo cuatro ofrecen programas académicos completos en filosofía: la USAC (licenciatura y doctorado), la Universidad Mesoamericana (profesorado), la UFM (doctorado) y la URL (profesorado, licenciatura y maestría). También se imparte docencia a nivel superior en filosofía en dos seminarios, el salesiano y el de Fraternidad de Misioneros de María, y en el Instituto Centroamericano de Ciencias Religiosas, de la congregación de hermanos de La Salle. Con respecto al periodismo de opinión o el cultural, es en buena parte por su medio que se reconocen públicamente intelectuales con algún grado académico en filosofía, como Armando de la Torre, Mario Roberto Morales,
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Los libros Imágenes de nuestra realidad, realidad de nuestras imágenes. Imaginarios sociales y subjetividad en Guatemala, de AVANCSO (2006), y Memoria, tiempo y sujeto (F&G, 2005), de Sergio Tischler, representan ejemplos de trabajos en ciencias sociales que incluyen esfuerzos explícitamente filosóficos. Por su parte, trabajos antropológicos, etnológicos o epigráficos, como el de Ajb’ee Jiménez y Héctor Aj Xol Ch’ok, Winaq: kynaab’il/kyna’bil qxe’chil. Fundamentos del pensamiento maya (URL, 2011) o el del Instituto de Lingüística y Educación Ruxe’el mayab’ k’aslemäl. Raíz y espíritu del conocimiento maya (URL, 2009) documentan pensamientos conceptuales y prácticas sociales tradicionales cotidianas que proporcionan invaluable materia para sistematizar pensares filosóficos desde sabidurías colectivas vigentes e históricas. Aparte de reciente trabajo de Marcia Vásquez (licenciada en Filosofía y Letras por la URL, doctora en Historia del Arte por la UNAM), El arte plástico guatemalteco 1980-2000. Estudio de cuatro artistas (Revista Abrapalabra, No. 44) y el inédito de Oswaldo Salazar sobre la literatura –donde confluye la hermenéutica de Ricœur o el psicoanálisis de Lacan–, Sabrina Castillo (doctora en Filosofía por la URL), Miguel Flores (licenciado en Filosofía y Letras por la URL, doctor en Artes y Letras en América Central por la UNA, Costa Rica), Rosina Cazali y algunos otros intelectuales trabajan, con mayor o menor apoyo filosófico, la interpretación y crítica del arte guatemalteco.
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Rodolfo Arévalo16 u Oswaldo Salazar. En este ámbito es importante reconocer las discusiones teórico-filosóficas que a menudo ofrecen columnistas sin título en filosofía, pero con evidente formación en, o vocación para ella, tales como el sociólogo Alejandro Flores, el politólogo Álvaro Velásquez, la crítica y curadora de arte Rosina Cazali, la escritora y socióloga Carolina Escobar Sarti, la antropóloga Ruth Piedrasanta, el psicólogo social Rodolfo Kepfer, los escritores Rogelio Salazar, Luis Aceituno o Maurice Echeverría.17 Merecería un trabajo aparte la «cartografía» de este tipo de producción y las discusiones de estos y otros intelectuales, incluyendo las que han visto la luz en revistas culturales como la Revista de la Universidad de San Carlos, La Ermita o Abrapalabra, y en medios alternativos. De acuerdo con las limitaciones de cualquier investigación, lo que se gana en precisión de enfoque, se pierde en amplitud, visión topográfica o panorámica, e integralidad. En el caso de esta aproximación a la producción bibliográfica guatemalteca de quienes han estudiado formalmente filosofía, quizá contrarreste en algo las limitantes señaladas el hecho de que tal producción es lo suficientemente amplia como para por lo menos señalar áreas y preocupaciones en apariencia fuera de lo propio o tradicionalmente filosófico, pero que no obstante son críticas para la mejor comprensión de nuestra realidad y devenir social, político o cultural. Tal es el caso, por ejemplo, de temáticas o problemáticas como las identidades y relaciones étnicas, el proyecto nacional, la geopolítica, democracia, memoria histórica o educación superior. Esta localización temática es sin duda uno de los sentidos más importantes en que Blanco habla de “un esfuerzo de «invención» y visibilización cartográfica
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De la Torre es licenciado y doctor en Filosofía por las universidades de Comillas y Múnich, respectivamente; y licenciado en Teología por la Universidad de Frankfurt. Morales es licenciado en Filosofía y Letras por la URL, máster en Sociología por la Universidad de Costa Rica y doctorado en literatura y cultura latinoamericana por la Universidad de Pittsburgh. Arévalo es máster en Filosofía por la Universidad de Southern Illinois y licenciado en Letras por la Universidad del Valle de Guatemala. También publica esporádicamente Marcelo Colussi, licenciado en Filosofía por la Universidad de Rosario, Argentina. Este pequeño recuento no pretende para nada ser exhaustivo, ni de toda la intelectualidad pública actual ni de su devenir histórico remoto o reciente.
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de los loci filosóficos guatemaltecos”.18 “Visibilización” porque da cuenta de preocupaciones concretas de intelectuales concretos, sin perderse en la abstracción connatural a la filosofía, que siempre arriesga desfigurar su pertinencia, o en la especialización disciplinar, que tan fácilmente segmenta la experiencia de la realidad. “Invención” porque al enfocarse exclusivamente en un grupo concreto de intelectuales da la idea, que es también un ideal o modelo, de una comunidad delimitada o constituida por preocupaciones compartidas, aunque se registren abordajes distintos y hasta contrapuestos. Se trata, en todo caso, de marcar algunos hitos en el devenir intelectual reciente con la expectativa de que, en tanto experiencias concretas de pensamiento, las obras revisadas ofrezcan pautas corrientemente invisibles, aunque operativas, en marcha, y por consiguiente más reales que meras aspiraciones o proyectos, respecto de cuestiones humanas fundamentales, esto es, básicas para un pensamiento que busque de forma deliberada ser pertinente, oportuno, comprometido y crítico. Hay en todo esto, es de confesarlo, algo de la búsqueda y elección de «heroicidades» que caracterizaría un pensar históricamente informado que quiere decir y hacer algo ahora, en esta situación y coyuntura en que construimos colectivamente un porvenir.19 Semejante búsqueda de modelos concretos no estaría al servicio de arbitrariedad subjetiva o deseo imitativo alguno, sino constituye un preliminar dejar que los pensamientos ejemplares que buscamos nos salgan al encuentro en este determinado trecho del camino de nuestros pensares y que nos comuniquen, indiquen o sugieran lo que hay que pensar y cómo hay que hacerlo.
Pensar (filosóficamente) Antes de continuar con la parte central del reporte, sus resultados, no parece demasiado ocioso ofrecer algunas consideraciones –si bien quizá excesivamente introductorias o generales– acerca del significado e implicaciones de lo que se ha 18 19
“Cartografía”, Op. cit., pág. 94. En referencia a la idea de «elegir héroes», ligada a la de «repetir» “una posibilidad de existencia que ya ha sido” como parte de un esfuerzo por asumir la propia existencia en cuanto constructora, junto con otros, de un porvenir compartido, véase Heidegger, M. Ser y tiempo Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1998, págs. 400s.
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venido llamando sin más «filosofía» o «pensamiento filosófico». Ello a manera de que, en el mejor de los casos, se vaya contando con una mejor definición que la cuasi-tautológica –y evidentemente insuficiente– de que filosofía es aquello que hacen quienes la han estudiado… Se busca ir construyendo una definición que permita ulteriormente apreciar mejor los esfuerzos intelectuales que en nuestro país y las regiones (geográficas, culturales, históricas, políticas, etc.) a que pertenece se realizan bajo esa rúbrica, otras análogas o ninguna… En el peor de los casos, la breve excursión que sigue simplemente ilustra una manera –preponderante, pero ya no solamente tradicional, occidental– de abordar la significancia del pensar, específicamente de la filosofía, en una época consciente de su carácter final y liminar. En efecto, el pensamiento filosófico parece vivir una época en que las tradiciones europeas y angloamericanas se hallan al límite de sus posibilidades, al punto que incluso declaran paralela y reiteradamente «la muerte de la filosofía». Filósofos tan distantes y dispares como Kant, Nietzsche, Heidegger, Quine, Austin, Lévinas, Derrida y Rorty, «continentales» o «analíticos», así como diversos teóricos de la ciencia, han aludido o abordado de forma directa el tema del fin de la filosofía hasta prácticamente convertirlo en tópico recurrente, explicitando así quizás una secreta, pero esencial confabulación.20 Con todo, no sería este agonizar, sino un breve remansarse de corrientes recientemente salidas a la superficie desde ríos subterráneos tan profundos, antiguos y diversos como los saberes expresados en los mesopotámicos Códigos de Shulgi (2094-2047 a.C.) y de Hammurabi (1792-1750 a.C.) o en El libro de los muertos, que la egiptología data hacia el Imperio Nuevo (1550-1070 a.C.), pero que recoge
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En su obra Référence et autoréférence. Étude sur le thème de la mort de la philosophie (Paris: Vrin, 2006), Isabelle Thomas-Fogiel trata el asunto de una manera sistemática y comprehensiva, relacionándolo con la problemática filosófica de la referencia, cuestión que anudaría las dos corrientes mencionadas, aparentemente distintas y contrapuestas. Otras aproximaciones incluyen el trabajo de David Wood sobre los límites de la filosofía (su final o muerte es uno de ellos) de Hegel a Derrida, pasando por Nietzsche, Wittgenstein, Heidegger y Gadamer: Philosophy at the limit. Problems of modern European thought (Londres: Routledge, 1990). Texto ejemplar que hasta cierto punto marca la línea aquí seguida es el de la conferencia ofrecida por Heidegger en 1964, “El final de la filosofía y la tarea del pensar” (en ¿Qué es filosofía?, trad. J. Molinuevo; Madrid: Narcea, 1985).
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textos, ideas y mitos ya vivos en el Imperio Antiguo (2700-2200 a.C.).21 No mentaría, por tanto, la muerte moderna (Kant, 1724-1804) o postmoderna (Rorty, 1931-2007) de la filosofía, sino un desfallecer que, entre otros efectos, desenmascara una cierta pretenciosidad de los dos autonombrados grandes ramales contemporáneos de un pensar que no habrá sido nunca ni único ni homogéneo, ni perteneciente a una sola civilización, a un solo idioma o familia de idiomas,22 y que con mucho precede a la pretendida inauguración griega de la filosofía (Tales de Mileto, 630-545 a. C.). Como quiera que sea, ni antes de tal inicio se desconocía la explicación y la argumentación racional, ni después de él se deja atrás de una vez y para siempre el recurso al mito, a la creencia o a la autoridad. Por fijarse tan solo en lo contemporáneo global: ¿qué mayor mito que el del progreso irrefrenable y emancipador de la especie humana, hoy supuestamente expresado e impulsado por el desarrollo capitalista, tecno-científico, liberal y democrático? Aparte del olvido o la indiferencia ante la muerte lenta de la explotación humana y natural que implica el saqueo sistémico de países y regiones enteras del planeta, o la muerte rápida, industrial, de las guerras,
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Para una presentación que da cuenta de las improntas de estas tradiciones fundadoras y en general del pensamiento asiático y africano en el mundo mediterráneo-fenicio en general y griego en particular, como parte de un esfuerzo deliberado y muy informado por desmentir el secular heleno– y euro-centrismo de la llamada «historia universal», especial, pero no exclusivamente en filosofía, véase Dussel, E. Política de la liberación. Historia mundial y crítica; Madrid: Trotta, 2007; págs. 22-29 y 52-66. También su Ética de la liberación en la edad de la globalización y la de la exclusión; Madrid: Trotta, 2002; págs. 19-86. Contra los occidentalismos de toda estirpe, uno de los más prominentes de los cuales se halla en expresiones como las de Heidegger: “la lengua griega no es simplemente una lengua … solamente ella … es λόγος … lo dicho en ella es, a un tiempo y de forma privilegiada, lo que nombra lo dicho”. O también, acerca de φιλοσοφία: “Esta palabra griega anuda nuestro diálogo con una tradición histórica, que como sigue siendo única, es también unívoca”. “Qu’est-Ce que la philosophie? ¿Qué es eso de la filosofía?”, ¿Qué es filosofía?, op. cit. págs. 53 y 49. Cf. también una voz literaria: “casi todo aquello que los hombres han dicho mejor lo han dicho en griego. Hay, lo sé, otras lenguas: pero están petrificadas o aún no nacen” (Yourcenar, M. Mémoires d’Hadrien; París: Gallimard, 1974; pág. 45). Voces críticas en la misma Europa (ya ha sido mencionada la crítica latinoamericana de Dussel) de la ideología romántica alemana expresada en Heidegger y muchos otros incluyen a Theodor Adorno (“La jerga de la autenticidad”) y Pierre Bourdieu (La ontología política de Martin Heidegger).
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declaradas o no, entre las potencias, ¿no implica el meta-relato23 del progreso emancipador todo un haz de creencias, una matriz de opiniones, ideologías, prácticas, fes y fanatismos? ¿Y no viene asimismo aparejado de sus correspondientes fuentes y estructuras autoritativas jerárquicas, tecnocráticas o burocráticas, y de un ejercicio constante de poder directivo, supervisor, represivo, seductivo y productivo? Quizá precisamente por la impronta, cuando no el origen filosófico de las principales discusiones y los conceptos con que se quiere capturar el espíritu, esencia o dinámica de la época –«postmodernidad», «tardo-modernismo», «capitalismo tardío»–, lo que menos parece quedar claro es una idea de a qué llamar hoy día filosofía en cuanto actividad viva, parte y producto de un pensar comprendido de una manera más amplia que como conjunto o práctica ideológico-doctrinal o como expresión cultural de una civilización. ¿Cómo comprender y practicar el pensar filosófico en esta época de ocaso y amanecer? ¿Cómo quedan o qué queda de las enseñanzas tradicionales, los sistemas, las taxonomías, las corrientes, los autores, el canon? Pistas cruciales para responder estas y otras cuestiones relacionadas provee el abordaje postmetafísico de Martin Heidegger, una puerta de entrada histórico-comprensiva al cual se puede encontrar en el compendio histórico-conceptual de Nicola Abbagnano. , μ , cogitare, to think, penser, De acuerdo con Abbagnano, pensar ( denken) tiene cuatro significados principales en las tradiciones filosóficas griega, escolástica, moderna y del siglo XX:24
1. Para los griegos clásicos y los escolásticos, pensar es la “actividad del entendimiento en general, en cuanto es distinta de la sensibilidad, por un lado, y de la actividad práctica, por otro”. 23
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Jean-François Lyotard apunta correctamente que no se trata aquí tanto de mitos en el sentido propio de relatos fundadores o explicativos desde un origen, sino de “meta-relatos” que buscan justificar el estatus quo mediante el señuelo de un futuro venturoso. Véase La condición postmoderna. Informe sobre el saber. Trad. M. Rato; Madrid: Cátedra, 1987. «Pensamiento», Diccionario de filosofía; México DF: FCE, 1985; págs. 900ss. Lo que sigue es una versión sintética y reordenada de la entrada.
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2. Entre racionalistas y empiristas, la referencia es a cualquier actividad mental consciente, según la clásica definición cartesiana de las cogitationes: Con la palabra «pensar» entiendo todo lo que sucede en nosotros de tal modo que lo percibimos inmediatamente por nosotros mismos: por lo tanto, no solo entender, querer, imaginar, sino también sentir.25 3. De larga tradición es también el significado de pensar discursivo, es decir, la articulación de representaciones o conceptos. Como lo formula explícitamente Kant: “‘Pensar es unir representaciones en una consciencia’” o pensar es el conocimiento por conceptos, considerados estos como predicados de juicios posibles y en cuanto tales referidos a alguna representación objetual formal –esto es, en ausencia de la intuición sensible o percepción directa–.26 En términos de filosofías lingüísticas: pensamiento es la proposición significante (Wittgenstein)27 o su sentido o contenido (Frege). La articulación conceptual o proposicional se logra a través de “síntesis, unificación, confrontación, coordinación, selección, etc., de los datos ofrecidos al pensamiento” propiamente dicho. 4. Entendimiento o intuición, esto es “identidad con el objeto”, comprendida como “visión directa de lo inteligible” (Platón), “lo inteligible mismo en su actividad” (Aristóteles), “autoconciencia infinita” (Fichte), “autoconciencia creadora” o “actividad coincidente con su propia producción” (Hegel). La segunda caracterización del ser pensante abarca las tres facultades humanas implícitas en la primera –percepción intelectual, percepción sensorial y voluntad– y queda abierta a incluir otras varias con tal que sean actividades conscientes, como corresponde a la filosofía de la consciencia que así se inaugura y que llega hasta el siglo pasado en la fenomenología. A tal inauguración, por cierto, se le suele caracterizar como de «giro hacia el sujeto», comprendido éste epistemológicamente como consciencia de… algo o alguien, y ontológi-
25 26
27
Principios de filosofía I, 9; cf. Meditaciones de filosofía primera II. Prolegómenos para cualquier filosofía científica futura, §22; Crítica de la razón pura, Analítica de los conceptos 1, §22. Tractatus logico-philosophicus, 3.5.
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camente como cosa o realidad (res) pensante (cogitans), en contraste con la que simplemente está ahí, en el espacio (res extensa). Por su parte, el tercer significado, en cuanto articulación de lo que se da a o en el pensar, conceptos o representaciones, es dependiente del cuarto, el cual viene entonces a constituir el concepto propio del pensar para la tradición filosófica toda, dado que en la caracterización del pensar como percepción directa o intuición de lo presente coinciden tanto antiguos como modernos, distinguiéndose unos de otros solo por la manera de concebir tal percepción: como intelección, identidad, consciencia o autoconsciencia, presentación o representación, captación de esencias. Atestiguan la antigüedad de la identificación del pensar (percibir, intuir, «inteligir») con su objeto, los versos de Parménides (¿540-515? a ¿470-450? a.C.): Lo mismo ( ( + ).
) es el percibir (
) y aquello por lo cual es percibir
Pues sin el ser del ente ( : ), en el cual el percibir está en tanto que 28 dicho, no encontrarás el percibir. Buscando esclarecer los supuestos fundamentales de esta manera de concebir el pensar en la tradición filosófica occidental, e interpretándolos con vistas a replantear lo que hay que pensar y cómo, Heidegger escribe: “Hasta hoy el rasgo fundamental del pensar ha sido la percepción. A la facultad de percibir se la llama razón …” , que significa: darse cuenta de algo presente; dándose cuenta de ello, tomarlo delante y aceptarlo como
28
Fragmento 8, 34ss. Diels, H. y W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker griechisch und deutsch; Berlín: Weidmannsche buchhandlung, 1903; pág. 124. Disponible en: http://www. + como archive.org/details/diefragmenteder00krangoog. Las traducciones de y “percibir”, y de : como “ser del ente” son de Heidegger (referencia en siguiente nota).
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presente. … pre-sentar … dejar que lo presente esté ante nosotros, erguido y extendido.29 Y es que, explica Heidegger, “ser del ente quiere decir: presencia de lo presente” o “lo presente en su presencia”. Concebido desde esta relación, por tanto, “el pensar es aquella presentación de lo presente” en que “el pensar aporta lo presente llevándolo a la relación que tiene con nosotros, lo restablece refiriéndolo a nosotros. La presentación es por ello re-presentación”.30 Cabe preguntarse con Heidegger “¿por qué el pensar descansa en el percibir?, ¿por qué el percibir se despliega en el representar?”31 O en última instancia, ¿a cuenta de qué y hasta qué punto es lo pre-sente –esto es, lo que ha sido asentado o puesto ahí delante y desde ahí se da–32 origen, medida y fin del pensar, filosófico o no? Semejante esquema (re-)presentacional podría acaso corresponder a lo que ocurre en el conocimiento científico, siempre atento a una realidad positiva que la teoría querría describir y explicar, y la técnica luego replicar en circuns29
30 31 32
Heidegger, M. “¿Qué quiere decir pensar?”; en Conferencias y artículos, trad. E. Barjau; Barcelona: Serbal, 2001 (2ª ed. revisada); pág.103/134. (Disponible en: http://homepage.mac. com/eeskenazi/heideg_pensar.html.) El primer número de página refiere a la edición en castellano citada; el segundo a la edición alemana estándar. Dicho sea de paso, el texto aquí referido condensa las reflexiones desarrolladas para un curso universitario, con el mismo título, impartido entre 1951 y 1952: ¿Qué significa pensar?, trad. R. Gabás; Madrid: Trotta, 2008. Íbid. pág. 104/135. Íbid. pág. 105/136. Praesentis y praesens son participio de praesse, estar presente. El prefijo prae- significa ante(s), (a)delante, con doble significado espacial y temporal. La raíz es esse, ser, algunas de cuyas conjugaciones también provienen de sedere, estar sentado. Recuérdese también que el verbo «presentar» significa poner delante, mostrar; y el sustantivo «presente», regalo. Cf. Corominas, J. Breve diccionario etimológico de la lengua castellana; Madrid: Gredos, 1973 (3ª ed. revisada y mejorada); «ser». Filósofo sui generis del «giro lingüístico», Heidegger ha caracterizado la filosofía como preservación de la fuerza de las palabras más elementales y al lenguaje mismo como articulador de una legalidad más parecida a la del juego que a la de la lógica. No obstante, también advierte sobre los peligros de enredarse en lo meramente lúdico o en oscuros misticismos, mismos que, sin embargo, también acechan, a la luz del día, al discurso cotidiano y al sentido común. Véase Ser y tiempo, Op. cit., pág. 240/220. También Los conceptos fundamentales de la metafísica. Mundo, finitud, soledad. Trad. A. Ciria; Madrid: Alianza, 2010; pág. 344/414. Como ya se ha señalado, sus especulaciones exegéticas no están exentas de etnocentrismos helénicos y germanos o, según le acusan algunos, de barroquismos innecesarios o esoterismos.
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tancias controladas, justamente para su ulterior control y transformación de acuerdo con sus propias leyes tanto como la de una voluntad incondicionada.33 Sin embargo, en cuanto a lo que significa o implica pensar filosóficamente, la devoción a «la realidad real», en el sentido de lo presente ahí delante, es equívoca, por decir lo menos. A pesar de ser la propia filosofía –aquí sí como la tradición (transmisión, legado) particular iniciada en la Grecia antigua, con nombre propio incluido– la que ha definido el pensar en términos de la representación, las preocupaciones tradicional y eminentemente filosóficas poco tienen que ver de forma directa con lo que de manera «simple y llana» está puesto ahí delante, sino más bien con sus primeros principios y causas, su constitución esencial, significante o significativa, su estructura lógica, sus condiciones epistemológicas u ontológicas de posibilidad (el a priori: lo presupuesto, pero siempre operante) o sus posibilidades y necesidades de transformación. El propio gesto de definir el pensar como identidad con el objeto presente tiene poco o nada de objetivo en el sentido indicado. La filosofía habla desde otro plano y acerca de otro tipo de realidad que la «simplemente» presente (o la «simplemente» pensante, para el caso). El pensar filosófico siempre ha sabido o por lo menos ha sospechado que nada está «simple y llanamente» ahí delante, sino que ha sido puesto ahí, en el sentido de lo pre-sente, ya aludido, que es también el de haber sido arrojado o habérsenos arrojado. Tal es el significado originario de «ob-jeto», a saber, lo arrojado delante y que así arrojado ha aparecido y quedado en posición, posicionado, puesto, opuesto, dispuesto.34 Donde inicia el estudio científico, en el objeto presente o positivo, ya no hay pensar filosófico como no sea en el sentido de la abstracción teóricoinductiva o la teoría regional, inter- o trans-regional. “La ciencia no piensa”
33
34
Véase Heidegger, M. “Superación de la metafísica”, Conferencias y artículos, Op. cit., passim, especialmente págs. 57/75 en adelante. Objectum, objectus –lo que está delante– es participio de objicere –poner delante, oponer, proponer–. El prefijo ob- significa hacia, ante, delante; y el radical –jacere, arrojar. Cf. Breve diccionario etimológico, Op. cit., «objeto». El Webster’s New World Dictionary (New York: Simon & Schuster, 1988) ofrece como significado de objectus “lo que aparece” (that which appears); véase «object».
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dice y repite Heidegger,35 para nada como insulto o desdén por la actividad y la comunidad científica, sino como reafirmación del límite entre ciencia y pensar, e incluso entre este y la filosofía en sentido tradicional. ¿Qué habrá de significar entonces pensar, si ya no se le identifica ni con lo presente en su presencia ni con el objeto o su objetividad y tampoco con la presencia o la objetividad, o por lo menos no solo con estas? ¿Cómo se le reconocerá entre otras actividades y prácticas intelectuales? Heidegger ofrece algunos indicadores esenciales, sin, por otra parte, asignarles ninguna exclusividad o jerarquía. Destacan cuatro, unos más sugeridos que desarrollados: el pensar señala, el pensar acecha, el pensar recuerda, el pensar ama. Habiendo dejado de estar concernido exclusivamente con lo presente o su presencia, y dejándose interesar de manera primordial por aquello que les permite aparecer, pero que luego ocultan precisamente en su aparecimiento, el pensar no puede más que señalarlo en su retirarse, en su ausentarse.36 De acuerdo con Heidegger, semejante señalar caracteriza esencialmente al ser humano. Con ello sigue una intuición poética de Hölderlin: “Un signo somos, insignificante”.37 En su “Carta sobre el «humanismo»” –la cual “habla todavía en el lenguaje de la metafísica”– Heidegger hace radicar el ser humano en el cuidado del ser en general, definiéndolo como “pastor del ser”.38 La “Carta” remite a Ser y tiempo, en donde «cuidado» o «apertura» nombran un entendimiento básico (sido antes que operado o realizado), pragmático y sentiente –esto es, una orientación en el contexto significativo habitual (mundo) consustancial al ser humano, afinada afectivamente y articulada en un lenguaje.39 Comprendido con toda transparencia
35 36 37 38
39
“¿Qué quiere decir pensar?”, Op. cit., pág. 98/127 y passim. Íbid. págs. 99/128s. Del himno “Mnemosyne”. Véase la interpretación de Heidegger en íbid. págs. 100ss/129ss. En Hitos, trad. H. Cortés y A. Leyte; Madrid: Alianza, 2001; págs. 259/313, nota 1ª, y 272/331. El “lenguaje de la metafísica” sería el que aún se orienta hacia la aprehensión de lo presente o del objeto, comprendidos exclusivamente desde su presencia o su objetividad en los sentidos ya mencionados. Ser y tiempo, Op. cit., §§ 28A, 41, 43 y 44. Para el concepto de mundo, véase §§ 12 y 14-18.
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y asumido resueltamente, tal entendimiento afectivo,40 su articulación y su mundo son socio-históricos, y como tales implican un horizonte concreto de comprensión y acción desde y para finalidades o sentidos discutidos, disputados y decididos con otros seres humanos.41 El cuidado así concebido instituye o conforma el mundo activamente: ser humano como formador de mundo es otra definición heideggeriana.42 De manera que ni cuidar ni pastorear, como tampoco señalar, denotan distanciamiento o remoción alguna del mundo o del ser ni tienen nada que ver con un mero observar o un fascinado admirar,43 comportamientos que son más propios ante lo presente cautivante o su maravillosa presencia. Otra pista importante para el discernimiento de cómo pensar es la idea de que ante el retiro de lo que hace posible y deja delante lo presente y la presencia, solo queda “estar al acecho –y esto en el seno de lo ya pensado– de lo no pensado que todavía se oculta en lo ya pensado”.44 He ahí una clave para comprender mejor los estilos de pensar hermenéuticos, genealógicos o deconstructivos, históricamente informados y compenetrados en devenires socioculturales determinados, en particular –pero no necesaria o exclusivamente– en las producciones intelectuales. El pensar está más que atento, está al acecho, en los esfuerzos ya realizados –en las tradiciones, los idiomas, en las más diversas y las más insospechadas manifestaciones del pensamiento, en los comportamientos y las prácticas, en las relaciones sociales, en la dinámica política, las artes, las ciencias, las tecnologías, etcétera– a la busca de lo que no se expresa en primer lugar o no se encuentra a primera vista, pero que sin embargo da que pensar, si tan solo se le atiende. No queda sugerido en todo ello tanto un abandono de la filosofía y sus usos tradicionales, como un ensanchamiento de su campo de acción y, sobre
40
41 42 43 44
Semejante conjunción, que en filosofía pensada y escrita en castellano ha aludido y desarrollado Xavier Zubiri con su «inteligencia sentiente», ha quedado alternativamente inscrita en los idiomas y culturas mayas, de manera más notable en los cognados mam: «naab’il» y «na’b’il». Véase Winaq: kynaab’il/kyna’b’il qxe’chil, Op. cit., págs. 17ss. Ser y tiempo, Op. cit., §74. Die Grundbegriffe der Metaphysik, Op. cit., capítulo 6. yevr¡v o yaum‹zv. Del primero viene nuestra «teoría». “¿Qué quiere decir pensar?”, Op. cit., págs. 103/133.
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todo, de su manera de operar. Es debatible si la filosofía así reconcebida –en cierta forma fuera de sí misma– merece o no guardar su nombre. Entre los pensadores latinoamericanos actuales, Dussel y Fornet-Betancourt comparten la opinión de quedarse con él, aunque debidamente cualificado como filosofía de la liberación o filosofía intercultural. Ya lo advertía Derrida, a propósito de la obra de Lévi-Strauss y del post-estructuralismo post-filosófico: el paso más allá de la filosofía no consiste en pasar la página de la filosofía (lo cual equivale en casi todos los casos a filosofar mal), sino en continuar leyendo de una cierta manera a los filósofos.45 Tal manera de releer no estaría desvinculada de la antigua, platónica, n ). En su interpretación del himno de Hölderlin, reminiscencia (ч н+ “Mnemosyne”,46 Heidegger escribe: Memoria aquí es la coligación del pensar que permanece reunido en vistas a aquello que de antemano ya está pensado porque quiere siempre ser tomado en consideración antes que cualquier otra cosa … antes que todo lo demás … siempre de antemano.47 No se trataría aquí, sin embargo, de un a priori reinterpretado como idea arquetípica o prototípica, o como la imposible idea de las ideas… Tampoco es cuestión de reiterar perennemente las antiguas doctrinas sobre los trascendentales ni de afinar la filosofía trascendental moderna. O no solamente eso: no es cosa de solo pasar la página… Se trata, en todo caso, del recuerdo siempre renovado de un a priori histórico, de “aquello que, a través de la historia, está enviado de antemano, y lo está gobernando todo lo que acontece”.48 Historia nombra pasado aún actuante, vigente, en un devenir con un porvenir resuelto, esto es un destino decidido –no sin polémica, pero tampoco sin un compartir 45
46
47 48
“La estructura, el signo y el juego en el discurso de las ciencias humanas”, trad. P. Peñalver en La escritura y la diferencia; Barcelona: Anthropos, 1989. Edición digital de Derrida en castellano: http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/estructura_signo_juego.htm. n como Madre de las musas; memoria, recuerdo. Tanto ч н+ derivan de + + + , facultad, acto o efecto de recordar. “¿Qué quiere decir pensar?”, Op. cit., págs. 100s/131. Íbid. págs. 105/136.
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básico– por una comunidad humana.49 ¿Qué mejor criterio para semejante co-decisión que el criterio de la vida? ¡Qué otro indicador, producto, meta o resultado, al fin de cuentas, del pensar y del filosofar que el cultivo deliberado de la vida y el amor por ella! Como lo sugiere Hölderlin: ‘Quien ha pensado lo más profundo ama lo más vivo’.50 Compárese –es decir, déjese reverberar en novedosa conjunción esencial– este verso con estos otros, mucho más cercanos en tiempo, espacio, idioma y lucha, de Otto René Castillo: Nada / podrá / contra esta avalancha / del amor. / … nada / podrá / contra la vida / porque nada / pudo / jamás / contra la vida.51 Abismado en la hondura, Heidegger deja sin comentario o explicación lo más llamativo, lo que literalmente llama52 al pensar profundo hacia su culmen, hacia una compleción que también es inicio, principio, a priori histórico y criterio. Pero es justamente ahí, a la altura de la vida, a donde debiéramos aspirar a ir quienes nos adentramos en la seminal aventura del pensar,53 quienes además lo hacemos por estos lares de tanta muerte, miseria e injusticia.
49
50 51
52
53
El pensamiento maya habla además de colectividad de seres en general. Cf. Winaq: kynaab’il/ kyna’b’il qxe’chil, Op. cit., págs. 85-97. El desastre ecológico de nuestra época atestigua la vigente necesidad de semejante cosmovisión. “Sócrates y Alcibíades”, en “¿Qué quiere decir pensar?”, Op. cit., págs. 102/133. “Comunicado”, en Vámonos patria a caminar (http://www.nodo50.org/mlrs/Biblioteca/ otto/vamonos.pdf ). El título del texto que se viene comentando es en alemán “Was heisst Denken?” Heissen, como nuestro «llamar», es pronominal (¿a qué se llama pensar?, ¿qué significa?) o transitivo (¿a qué llama pensar?, ¿hacia dónde o a qué lleva?). Cf. la idea de Derrida acerca de un derrotero del pensar contemporáneo, como le es inevitable, en clave europea, aunque ya previendo, en lo que cabe, su descentramiento: “la afirmación nietzscheana, la afirmación gozosa del juego del mundo y de la inocencia del devenir, la afirmación de un mundo de signos sin falta, sin verdad, sin origen, que se ofrece a una interpretación activa. Esta afirmación determina entonces el no-centro de otra manera que como pérdida del centro. Y juega sin seguridad. Pues hay un juego seguro: el que se limita a la sustitución de piezas dadas y existentes, presentes. En el azar absoluto, la afirmación se entrega también a la indeterminación genética, a la aventura seminal de la huella” (“La estructura, el signo y el juego”, Op. cit.).
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Si al inicio de esta sucinta indagación acerca del peculiar qué, pero sobre todo el cómo del pensar filosófico, se enfatizó las acciones implicadas (señalar, acechar, recordar, amar) ahora ya se puede completar con más notas el cuadro: 1. El pensar señala, cuida y conforma el mundo, de acuerdo con lo más esencial del ser humano. 2. El pensar acecha lo aún no pensado explícitamente en lo ya pensado y expresado. 3. El pensar recuerda un a priori histórico actuante y decidido comunalmente de cara al porvenir. 4. El pensar ama, protege y cultiva la vida. Dos objetivos han guiado esta breve clarificación conceptual. Se ha querido, por un lado, discernir algunos caracteres esenciales de la actividad trazada en el programa «Nuestros pensares», el cual pretende, más que solo indagar pensamientos ajenos, aunque cercanos, desarrollar él mismo un tipo de pensar como el aquí esbozado tan apretadamente. También se ha buscado dejar indicado un punto preciso de inflexión en una trayectoria concreta de andar filosófico, punto que es también de encuentro o compenetración con otras que empiezan justamente con el amor a la vida, buscan asentarse y orientarse por entero en esta, y consecuentemente comprenden el pensar filosófico, antes que nada, como saber ético-político. No es de otra forma que ha concebido y trabajado Enrique Dussel su programa de una filosofía de la liberación, que fundamentalmente es “una ética de la vida”, como dice e insiste.54 También es así —o muy cercano a ello— como ajnaab’ winaq como Ajb’ee Jiménez, Aj Xol Ch’ok y otros, rearticulando el pensar ancestral maya, conciben el fundamento sistémico de un pensamiento de y para la vida, en su plenitud o completitud, en su perdurar, resistir y luchar comunitariamente.55 Solo desde un horizonte
54 55
Ética de la liberación, Op. cit., pág. 91 y passim. Winaq: kynaab’il/kyna’b’il qxe’chil, Op. cit., págs. 100s. También, por ejemplo, Jiménez, A. Tb’ee qanq’ib’il, qaq’unb’een b’ix qxe’chil: Los caminos de la resistencia: comunidad, política e historia maya en Guatemala; Austin: Universidad de Texas, 2008 (tesis doctoral).
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tal se podrá apreciar mejor los pensares contemporáneos guatemaltecos. Esto es, claro, luego de familiarizarse con ellos, empezando con los que colegas de profesión han generado y plasmado en obra.
Producción Una caracterización de la bibliografía reciente de profesionales de la filosofía encontrará útil contar con una visión panorámica, tanto de la tradicionalmente considerada filosófica como de la que no lo es. Respecto de la primera (Cuadro 1), se contabilizan 24 autores y un total de 43 títulos publicados entre 1995 y 2011.56 El año de nacimiento de los autores va de 1924 (Héctor-Neri Castañeda,57 único fallecido) a 1979 (Juan Blanco). Dos autores nacieron en la década de los 20, tres en los 30, cinco en los 40, siete en los 50, cinco en los 60 y dos en los 70. Casi las tres cuartas partes tienen entre 42 y 65 años. Integran la lista solo dos mujeres (Olga Patricia García y Artemis Torres) y un maya (Manuel Salazar).58 Tres nacieron en el extranjero (Gallo, Colussi y Blanco) pero han hecho su vida en Guatemala; a la inversa, cuatro han desarrollado
56
57
58
Se ha hecho un gran esfuerzo por incluir a todos los autores con algún título en filosofía, de manera que se puede afirmar que las listas de los Cuadros 1 y 2 están completas, aunque cabe algún vacío involuntario. Respecto de las obras, sin embargo, no se citan todas: quedan fuera las compilaciones o las coordinaciones en las que los autores no tienen un trabajo propio incluido; trabajos técnicos muy especializados, fuera de las áreas cubiertas (ejemplo: un glosario de términos jurídicos en idioma maya); y obras literarias. Castañeda cursó su B.A., su M.A. y su Ph.D. en Filosofía en la Universidad de Minnesota, EEUU. Realizó estudios postdoctorales en Oxford, Inglaterra. Fue profesor de nómina en Wayne State University y en la Universidad de Indiana; también tuvo posiciones no permanentes en la Duke University y la Universidad de Texas en Austin. Fue presidente de la Asociación Filosófica Americana e integró la Academia Americana de las Artes y las Ciencias. Murió en 1991. Virtualmente toda su obra fue escrita en inglés y publicada en EEUU. Se incluye aquí su autobiografía filosófica porque la traducción castellana vio la luz en 1998, aunque fue publicada en México. Fue sin duda el filósofo guatemalteco del siglo XX más renombrado fuera de nuestras fronteras. Manuel Salazar es licenciado en Filosofía y Letras por la URL, con una maestría en Administración Educativa de la Universidad de Nuevo México.
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vida profesional fuera del país –tres en los EEUU (Castañeda, Roberto Rivera y Mario Roberto Morales) y uno en Canadá (Jorge Mario Rodríguez)59–. En cuanto a la producción bibliográfica, 13 de los 43 títulos listados vieron la luz entre 1995 y 2000; igual número entre 2001 y 2005; 17 de 2006 a 2011. El último lustro vio un incremento de una tercera parte. Clasificados de acuerdo con ramas disciplinares tradicionales, no es difícil vincular una veintena (casi la mitad) de obras a la ética-política: 8 en ética, 4 en axiología y 8 en filosofía política o social (Tabla A, abajo). Diez títulos (casi la cuarta parte) cubren distintos momentos de la historia de la filosofía, del pensamiento en general o autores específicos. Siete libros (una sexta parte) abordan problemas generales o particulares del conocimiento (5), incluida la lógica (2). Consideradas desde el punto de vista de la temática abordada, seis obras tienen que ver con diferentes aspectos del pensamiento guatemalteco, una de ellas específicamente con el maya. Seis títulos corresponden a temas en educación. Tres enfocan aspectos ecológicos; dos ciencias sociales, e igual número democracia y derechos humanos, respectivamente. Tópicos en etnicidad, religión o pensamiento latinoamericano son estudiados de manera privilegiada en una obra cada uno.
59
Rivera es doctor por la Universidad de California en Santa Cruz, a la que ha estado vinculado subsecuentemente y de la que está por retirarse para luego volver a Guatemala. Rodríguez es licenciado, M.A. y Ph.D. en Filosofía por la USAC, la Universidad de Ohio y la Universidad de York, respectivamente.
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Tabla A. Libros propiamente filosóficos (1995-2011, 43 títulos) Subdisciplinas Ética Axiología Política Historia de la filosofía Epistemología Lógica
8 4 8 10 5 2
Temas enfocados Pensamiento guatemalteco Pensamiento maya Educación Ecología Ciencias sociales Democracia Derechos Humanos Etnicidad Religión Pensamiento latinoamericano
5 1 6 3 2 2 2 1 1 1
Con relación a la producción bibliográfica reciente fuera del ámbito tradicionalmente considerado como filosófico (Cuadro 2), el número de autores decrece a 18, aunque el de títulos aumenta a 54. El filósofo de mayor edad en esta agrupación es Antonio Gallo (86), el menor José Cal (38). Aunque varían algunos nombres, el resto de datos numéricos permanece similar al grupo anterior: dos nacidos en los 20, seis en los 40, seis en los 50, cuatro en los 60, uno en los 70; dos mujeres y un solo maya; dos nacidos en el extranjero, uno trabaja en los EEUU; se incluye otro fallecido (Mario Payeras)60.
60
Estudió filosofía en la USAC, en la Universidad Autónoma de México y en la de Leipzig, aunque no se sabe de algún título obtenido. Murió en 1995 y mucha de su obra se ha ido publicando póstumamente.
Ver los valores Introducción a los valores Manual de hermenéutica (Et al) Hermeneutics and interculturation Ver de verdad Fundamentos filosóficos de una educación actual Ver de verbo El hombre, mi hermano La semántica de oposición en los discursos de liberación El pensamiento de Juan José Arévalo, Héctor-Neri Castañeda y otros escritos Los valores éticos de las religiones que se practican en Guatemala Ética y ecología Ideas filosóficas y sociales del siglo XX Ética, educación y medio ambiente
2011 2006 2005 2003 2002
2008
1996
2001
2008 2001 2001
Rigoberto Juárez
Luis Lara (1938)
Olmedo España (1944)
1996 1996
2000
Autobiografía filosófica
Libros
1998
Año
Roberto Rivera (1931)
Antonio Gallo (1925)
Autores Héctor-Neri Castañeda (1924-91)
Ética Historia de la filosofía Ética
Axiología
Continúa
Educación, ecología
Ecología
Religión
Filosofía de la liberación
Política Pensamiento guatemalteco
Etnicidad
Discurso Interculturalidad
Lógica Política
Educación
Axiología Axiología Hermenéutica Hermenéutica Epistemología
Pensamiento guatemalteco
Subdisciplinas, temas, objetos de estudio
Cuadro 1: Libros filosóficos publicados entre 1995 y 2011 por profesionales en filosofía
66 Acreditación en la Facultad de Humanidades
Rogelio Salazar (1957)
Olga Patricia García (1956)
Francisco Márquez (1952)
Manuel Salazar (1948)
Sergio Custodio (1947)
Mario R. Morales (1947)
Leonel Padilla (1946)
Autores
1999
2008
2009
2005
2008
1998
1998
2002 2001 2010 2008 2002
1995
1995
1996
Año
Corrientes filosóficas que han influido en los sistemas pedagógicos contemporáneos La filosofía de Kant y su influencia en la educación en Guatemala Cuadernos de historia de la filosofía. La Edad Media Cuadernos de historia de la filosofía. La antigüedad Por el destino hacia la realidad
La naturaleza y el cosmos
Moral ciudadana para una cultura democrática La libertad y el deber Ser y pensar: curso de filosofía Principios de inducción y analogía Nociones de teoría del conocimiento (Et al) Ética y educación (c/Vicenta Telón) Valores de la filosofía maya
Libros Ética y democracia: ensayos de filosofía política La democracia y el debate político contemporáneo
Kant
Educación
Historia del pensamiento
Historia de la filosofía
Historia de la filosofía
Pedagogía
Continúa
Pensamiento maya
Educación
Epistemología
Democracia
Democracia
Ética
Educación
Cosmología
Axiología
Ética Historia de la filosofía Lógica Epistemología Ética
Ética
Política
Política
Subdisciplinas, temas, objetos de estudio
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67
1998
1997
2003
2000
2010
2006
Ernesto Loukota (1960)
Moris Polanco (1962)
Amílcar Dávila (1967)
Artemis Torres (1969)
Jorge Mario Rodríguez
Harold Soberanis
2009
2011
2006
Oswaldo Salazar (1959)
Juan Blanco (1979)
2011 2001
2008
2010
Año
Marcelo Colussi (1957) Iván Azurdia (1959)
José A. Romero (1957)
Autores
Libros Método comparativo. Las intricadas relaciones entre ética, derecho y economía Epistemología de las ciencias sociales. Teoría hermenéutica contemporánea Socialismo, poder y otros ensayos Filosofía de la tecnología: ecotecnoaletheia Oswaldo Salazar conversa con Amílcar Dávila Hacia una filosofía de la educación: guía de estudio Realismo y pragmatismo: biografía intelectual de Hilary Putnam Heidegger’s notion of co-being with and for others and Nancy’s inoperative community El pensamiento positivista en la historia de Guatemala (1871-1900) Derechos humanos. Una aproximación ética Derechos humanos. Una perspectiva filosófica (Et al) Repensarnos. Guatemala 2012, capital mundial de la filosofía Cartografía del pensamiento latinoamericano contemporáneo Heidegger, Nancy
Putnam
Derechos humanos
Pensamiento latinoamericano
Estudios culturales
Pensamiento guatemalteco Pensamiento crítico
Derechos humanos
Ética
Pensamiento guatemalteco Positivismo
Política, comunidad
Pragmatismo, realismo
Educación
Pensamiento guatemalteco
Subdisciplinas, temas, objetos de estudio Ética, derecho, Epistemología economía Hermenéutica, cc. Epistemología sociales Política Socialismo Tecnología Ecología
68 Acreditación en la Facultad de Humanidades
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Respecto de la producción, 14 de las 55 obras fueron publicadas entre 1995 y 2000, 27 de 2001 a 2005, 14 entre 2006 y 2011. No es fácil adivinar a qué se debió el incremento de casi el 100% durante el lustro 2001-2005 respecto de los inmediatamente posterior y anterior… Clasificados de acuerdo con las áreas o temas abordados, casi una tercera parte corresponde a temas educativos (18 títulos), un número un tanto menor (15) concierne temáticas históricas, poco más de la quinta parte (12) aborda la problemática étnica y otro tanto temas políticos. El resto de libros trata temas tales como: arte o literatura61 (6), globalización (4), pueblos mayas (3), religión (3), estudios socioculturales (2), educación bilingüe (1). Tabla B. Libros en otras áreas (1995-2011, 73 obras) Áreas o temas Educación Historia Etnicidad Política Arte/Literatura Globalización Pueblos mayas Religión
18 15 12 12 6 4 3 3
Al consolidar los inventarios de temáticas abordadas entre los libros más estrictamente filosóficos y los que no lo son, es notable el lugar preponderante de las preocupaciones ético-políticas. Importante lugar ocupan también las temáticas educativas, así como las obras auto-reflexivas, es decir las que tienen que ver con el conocimiento del desarrollo del pensamiento filosófico en general, en el país o en la región. Un tercer renglón ocupan los temas históricos y la etnicidad como realidad o problemática. Le siguen las temáticas epistemológicas y las del arte y la literatura. Menor atención se ha puesto a la ecología o el ambiente, las ciencias sociales, la globalización o la religión. 61
Recuérdese que se ha excluido la obra literaria propiamente dicha.
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Acreditación en la Facultad de Humanidades
El hecho de que la preocupación principal de la producción filosófica guatemalteca reciente tenga que ver con la dimensión del obrar humano desde perspectivas éticas, políticas, sociales, culturales e históricas revelaría un esfuerzo por involucrarse en las dinámicas decisivas del acontecer nacional –claro está, desde distintas distancias reflexivas– desdiciendo así prejuicios comunes sobre la abstracción o la deliberada inutilidad de la filosofía. La preocupación señalada es consistente con la tradición del pensamiento latinoamericano desde el siglo XIX, con la cual, sin embargo, no hay mucho enganche directo o fluido. La desvinculación es, en todo caso, mutua: entre los pensadores guatemaltecos del detalladísimo recuento que del pensamiento latinoamericano del siglo pasado hace Eduardo Devés no aparece ningún filósofo guatemalteco, aunque sí otros intelectuales como Enrique Gómez Carrillo, Miguel Ángel Asturias, Juan José Arévalo, Mario Monteforte, Luis Cardoza, Edelberto Torres y Marta Casaús.62 Por su parte, el compendioso volumen editado por Enrique Dussel, Eduardo Mendieta y Carmen Bohórquez, El pensamiento filosófico latinoamericano del Caribe y “latino” (1300-2000). Historia, corrientes, temas y filósofos (México DF: Siglo XXI, 2008), limita la representación guatemalteca a Juan José Arévalo y Héctor-Neri Castañeda.
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Devés, E. El pensamiento latinoamericano en el siglo XX. Entre la modernización y la identidad. Tomo I: Del Ariel de Rodó a la CEPAL (1900-1950); tomo II: Desde la CEPAL al neoliberalismo, 1950-1990; tomo III: Las discusiones y las figuras del fin de siglo. Los años 90; Buenos Aires: Biblos / Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2000, 2003 y 2004.
Mario R. Morales (1947)
Guillermina Herrera
Olmedo España (1944)
Mario Payeras (1940-95)
Armando de la Torre (1926)
Antonio Gallo (1925)
Autores
Año 2007 2005 2003 2001 1998 1996 2002 2000 2010 1996 2007 2006 2003 2001 2011 2011 2008 2007 2001 2001 2001 1998
Libros Un abrazo en la fe Obras del Museo de arte colonial (Et al) Culture, evangelization, and dialogue Los mayas del siglo XVI (Et al) El diálogo: puente intercultural (Et al) Globalización y diversidad cultural (Et al) Modelos de admón. educativa: hacia una gestión de la calidad Las 100 obras de mayor impacto escritas en el segundo milenio Los pueblos indígenas y la revolución guatemalteca Asedio a la utopía El camino de la educación en Guatemala Educación superior en Centroamérica: límites y posibilidades (Et al) Educación y utopías (Et al) Globalización, identidad y educación Lola romántica El sueño de Pigmalión Intelicidio, ilustración y cultura letrada Las grandes literaturas del mundo (Coord.) Stoll-Menchú: la invención de la memoria Las palabras y las cosas: literatura hispanoamericana Guatemala intercultural: estudios sociales La articulación de las diferencias o el síndrome de Maximón
Continúa
Disciplinas / temas Religión Historia Arte Religión Culturas, diálogo Historia Conquista, mayas Interculturalidad Diálogo Globalización Culturas Administración educativa Cultura occidental Revolución Mayas Revolución Historia reciente Educación Educ. superior Educación Educación Globalización Literatura Feminismo Racismo Globalización Analfabetismo Literatura Testimonio Historia reciente Literatura Interculturalidad Estudios sociales Interculturalidad Estudios culturales
Cuadro 2: Libros diversos publicados entre 1995 y 2011 por profesionales en filosofía
CULTURA DE GUATEMALA / Universidad Rafael Landívar Cuarta Época: Año XXXIII, Vol. I, enero-julio 2012
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Rodolfo Arévalo (1954)
Iván Azurdia (1959)
Ricardo Lima (1956)
2007
Edmundo Urrutia (1952)
1995 2009 2008
2003
2004
Partidos políticos: problemas en el proceso de institucionalización Diagnóstico del funcionamiento del sistema de partidos políticos Ensayo sobre la viabilidad política del pacto fiscal (c/B. Thoresen) Espacios nacionales para la búsqueda del consenso La cultura de paz
2005 2002 2000 2000 1996
(Et al) Sistematización del componente de modelos innovadores de educación Emergent guatemalan-maya discouses towards modernization: the impact of education in a globalized world Aproximación a la cultura maya (c/M. Berger) Resiliencia adaptativa y sincretismo tecnológico (Et al) Ciencia y técnica maya ancestral y contemporánea
Cultura maya
Política Política Política Política Política
Política
Cultura maya Cultura maya Cultura maya
Globalización
Educación
Resiliencia Historia, ciencia
Mayas
Violencia
Diálogo
Partidos políticos Partidos políticos
Democracia
Educación Arte Interculturalidad Culturas Educación blingüe-intercultural Nación Educación pluricultural
Educación
Disciplinas / temas Educación Cultura maya
(Et al) La memoria tiene la palabra. Sistematización del REMHI Política
Encanto y desencanto con la democracia
Libros (c/K. Grigsby) La cultura maya en la educación nacional Las unidades locales de educación maya: una propuesta en construcción Rubey’al tijonik q’ojom. Enseñanza de la marimba Culturas e interculturalidad en Guatemala Kamul lyom: comunidades educativas bilingües interculturales Perfil de una nueva educación en la nación guatemalteca, pluricultural y plurilingüe
2003
1999
2002 2001 1999
2002
Año 2004
Francisco Sandoval (1948)
Manuel Salazar (1948)
Autores
72 Acreditación en la Facultad de Humanidades
José Cal (1973)
Artemis Torres (1969)
Amílcar Dávila (1967)
Bienvenido Argueta (1961)
Ernesto Loukota (1960)
Oswaldo Salazar (1959)
Autores
2007
2003 2001
2009
1996
2005 2004 2003 2007
2005
2011
2006
1996
1996
Año
El nacimiento del racismo en el discurso pedagógico guatemalteco El Instituto Agrícola para Indígenas Una perspectiva histórica de las leyes de educación en Guatemala y los desafíos actuales para una nueva ley de educación nacional Transformando el currículo Educación, empoderamiento y calidad de la educación Análisis y propuestas políticas educativas (c/M. Casaús, coords.) Diagnóstico del racismo en Guatemala Historia moderna de la etnicidad en Guatemala. La visión hegemónica: ss. XVIII-XIX Los conservadores ilustrados en la República de Guatemala: 1840-60 Docencia y humanismo (Et al) El arte guatemalteco: expresiones a través del tiempo Liberalismo, Estado e Iglesia en Guatemala. Historia de una ruptura (1830-1879)
(Et al) Estrategias de comunicación lingüística
Historia
Historia Historia
Humanismo Arte Liberalismo, religión
Conservadurismo
Relaciones étnicas
Historia Historia
Currículo Calidad educativa Política Políticas públicas
Legislación
Historia
Didáctica
Educación Educación Educación Racismo
Educación
Racismo
Lenguaje
Libros Disciplinas / temas Historia moderna de la etnicidad en Guatemala. La visión hegeHistoria Relaciones étnicas mónica: 1944-94 Historia moderna de la etnicidad en Guatemala. La visión hegeHistoria Conquista mónica: Bernal Díaz
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En el desencuentro con las corrientes latinoamericanas se difiere de la filosofía académica en El Salvador, Nicaragua o Costa Rica –en el caso de los primeros, con evidente protagonismo de las universidades jesuitas.63 Notables excepciones representan el trabajo doctoral de Mario Roberto Morales y el estudio de Roberto Rivera sobre Gustavo Gutiérrez y Paulo Freire.64 ¿Querrá decir algo que ambos desarrollen su trabajo en los Estados Unidos –por ejemplo, que desde tal distancia se aprecian mejor, institucional o personalmente, las contribuciones intelectuales de nuestro continente? Esfuerzos más recientes de estudio y vinculación con el pensamiento latinoamericano constituyen los volúmenes 1º y 4º de la serie de cuadernos académicos publicada por el Instituto de Estudios Humanísticos, Cartografía del pensamiento latinoamericano contemporáneo y RePensarNos. Guatemala 2012, capital mundial de la filosofía.65 El primero pasa revista a la producción latinoamericana reciente, particularmente la que se encuadra dentro de los denominados «estudios culturales», donde converge tanto cierta rama del marxismo anglófono, la tradición latinoamericana de crítica literaria y cultural, ciertos desarrollos postmodernos de las ciencias socioculturales mexicanas, así como los estudios subalternos y postcoloniales que nos han llegado desde Asia y África principalmente vía la academia estadounidense. El segundo es un volumen colectivo que incluye reflexiones de intelectuales y artistas del país al lado de renombrados filósofos latinoamericanos como el cubano Raúl Fornet-Betancourt, el argentino Hugo Biagini y el brasileño Jesús Miranda.
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La UCA de San Salvador ofrece desde hace años un doctorado en Filosofía Iberoamericana. Para un panorama de la producción filosófica centroamericana a finales del siglo XX, véase la compilación de Olmedo España, Pensamiento filosófico contemporáneo en la América Central; Guatemala: USAC-Universidad de Tromsø / Óscar de León Palacios, 1999. Cf. Cuadro 3. También alude frecuentemente al pensamiento latinoamericano Olmedo España. Acerca de la obra de Rivera, publicada por la URL en 2008, La semántica de oposición en los discursos de liberación, véase la reseña de Dávila, A., “Para un aprestamiento de la escucha”, Cultura de Guatemala XXX, vol. II (mayo-agosto 2009); págs. 299-304. Hay reseñas de ambos: Escobar, J. “Un texto que vale la pena leer…” y Dávila, A. “Por un repensarnos posible”, Cultura de Guatemala XXXII, vol. I (enero-abril 2011); págs. 313-315 y 321-332.
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Si el pensamiento filosófico guatemalteco comparte con el latinoamericano en general una profunda y amplia preocupación ético-política, ello será no tanto por influencia directa como –además de la cultura y la historia más o menos compartidas– por la similitud de las agudas problemáticas sociopolíticas y económicas que nos aquejan o por una comunicación más o menos fluida con otros integrantes del estamento intelectual nacional, algunos sí al corriente de la producción latinoamericana o engrosando sus filas activamente. A diferencia de la producción filosófica exageradamente especializada habitual en otras latitudes, no son raras en la guatemalteca citas o discusiones de trabajos de las ciencias sociales, culturales o históricas. Vuelve así a manifestarse un cierto interés y esfuerzo por conocer el acontecer nacional y pronunciarse ante él. Es notable, por otra parte, que a pesar de lo pequeño de la comunidad filosófica nacional, las referencias mutuas escasean, al punto de la nulidad. Los congresos y encuentros, si bien son cada vez más frecuentes y regulares, y cuentan con mayor enfoque temático y afluencia de público, no logran concitar diálogos sostenidos, ni siquiera disputas pasajeras, como no sea en los siempre demasiado breves momentos de participación del público.66 Sin lectura mutua ni diálogo directo, con gran desconocimiento –por indiferencia, desengaño o simple ignorancia– de la historia intelectual del país y de las regiones geopo66
El Congreso Internacional de Filosofía de la URL ha visto ya nueve ediciones desde el año 2000. Fue una iniciativa original de Bienvenido Argueta (licenciado en Filosofía por la USAC, máster en Educación por la UVG y doctor en Educación y Estudios Culturales por la Universidad de Ohio) y siempre ha contado con el decisivo apoyo de su mentor, el filósofo lituano Algis Mickunas (prestigioso fenomenólogo nacido en 1933 y formado en Alemania y EEUU), así como con el de Eugenia del Carmen (licenciada en Filosofía y Letras, y máster en Filosofía por la URL). En sus primeras siete ediciones se centró en problemáticas de la globalización tales como: las identidades culturales; la educación y la participación democrática; el ethos, la democracia y la institucionalidad política; la comunicación; y las ciencias sociales. Los últimos dos, ya bianuales, han abordado las temáticas del cuerpo y los valores. Otro evento regular son las Jornadas de Filosofía de la Universidad Mesoamericana, las cuales se realizan anualmente. Ya se han llevado a cabo 12. Bastante menos regular ha sido el Congreso Nacional de Filosofía, cuya primera edición se realizó, por iniciativa de Oswaldo Salazar, en 1995 (al año siguiente de la fundación de la Asociación Guatemalteca de Filosofía) y la última, la cuarta, en 2003. Recientemente han surgido los Encuentros Anuales de la AGFil, gracias a la agencia de Moris Polanco (licenciado en Filosofía y Letras por la URL, doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra). También de creación reciente, promovido por Francisco Márquez, ha sido el Congreso Centroamericano de Filosofía, que lleva ya dos ediciones: 2010 y 2011.
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líticas y culturales a que pertenece (Centroamérica, Mesoamérica, Latinoamérica, Abya Yala, el Tercer Mundo, la periferia…), las diferentes dinámicas de la práctica filosófica (docencia, investigación, reflexión, escritura, diálogo) sobre-abundan o incluso se agotan en referencias a filósofos o teóricos europeos (alemanes, franceses e ingleses sobre todo). El Cuadro 3 ofrece algunos datos básicos para hacerse una idea de las fuentes onomásticas, filosóficas o no, y por tanto también de las corrientes a que responden producciones contemporáneas paradigmáticas. La selección de autores y obras (primera columna) responde a criterios de amplitud representativa, institucional, generacional, temática y filosófica, aunque también a la disponibilidad de los libros y la oportunidad de lectura atenta. La determinación de las corrientes se ciñe a los autores citados, estudiados y criticados, siguiendo una pauta que muy bien podría caracterizarse, más en serio que en broma, como: «Dime de quien hablas (y a quién criticas) y te diré quién eres»… La adscripción de otros autores (última columna) obedece al conocimiento de su obra reciente, no a su formación o filiación académica. Imposible haber sido exhaustivo respecto de las obras del corpus completo (Cuadros 1 y 2), pero sí se ha procurado echar en la cuenta67 a todos los autores con formación en filosofía y libros publicados en los últimos 15 67
Literalmente en la cuenta porque este recuento no ha podido ser otra cosa que cuantitativo y un poquitito más. No ha podido ni empezar a articular y tomar en cuenta, en serio, las tesis propuestas, desarrolladas o recogidas en los textos leídos a profundidad, ni dar cuenta de su organización y argumentación, de sus antecedentes y sus polémicas implícitas y explícitas, de sus estrategias de análisis e interpretación, menos aún de su fuerza creativa o re-creativa, de su poder de convencimiento o de los amores-odios suscitados y resucitados… Si bien, por otra parte, tampoco alcancé la meta (por lo demás, cuasi-infantil, debo admitirlo) de encontrar y escoger un héroe filosófico guatemalteco, quedan por lo menos preliminarmente trazadas algunas trayectorias retadoras o momentos memorables, por ejemplo: el feliz encuentro con un líder revolucionario (Payeras) informado, agudo, a la escucha generosa de los otros de al lado, de abajo, sin asomo alguno de la prepotente pretenciosidad de hablar por ellos, en vez de ellos; un sobrio y maduro reencuentro con mi maestro de siempre (Gallo), aunque quizás también de nunca, como suele suceder con los verdaderos mentores; el descubrimiento consecuente en un humanista cabal (Morales) de la capacidad de poner entre paréntesis la polémica casi encarnizada (¿o era esta el paréntesis?) y proponer, ejemplificado magistralmente, un entrelazamiento discursivo y aun ontológico –que incluye el entrelazamiento de lo ontológico y lo discursivo– entre personas, identidades, literatura, proyectos-aventuras seminales de huella…
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años. De manera que el Cuadro 3 ofrece una buena idea del tipo de fuentes que se utiliza y, con ello, las corrientes vigentes. A este respecto salta a la vista la indeterminación que prevalece en cuanto a opciones teórico-metodológicas. Por lo menos 13 autores (de 33 considerados) caen en esta categoría. Le siguen de lejos autores cuyas producciones pueden clasificarse como postmodernas (5) o fenomenológicas (4), que algunos consideran relacionadas filialmente. Bastante menos cultivados (3 o menos autores en cada categoría) son el análisis lingüístico, el marxismo, el pensamiento latinoamericano, el (neo-) liberalismo (que no es, estrictamente hablando, una corriente filosófica, sino una teoría económica y política o una ideología),68 la filosofía de la liberación o los estudios culturales latinoamericanos (movimiento ecléctico en ciencias sociales y humanísticas más que solo en filosofía). Resalta también, como se ha comentado, el recurso exagerado a fuentes europeas. ¿Por qué el interés manifiesto y la compenetración de tantos en el acontecer nacional no da para la generación de pensares filosóficos propios surgidos de tales acercamientos? ¿Es esto posible, deseable o relevante?, ¿en qué sentidos y con qué propósitos? Por lo demás, ¿explicarán suficientemente esta mirada fija al norte las teorías de la dependencia, la subalternidad o la colonialidad y todo lo que implican en términos de acaparamiento en el llamado primer mundo de los recursos necesarios para la producción y la circulación del conocimiento y la teorización, con las subsecuentes hegemonías ideológicas e inferiorizaciones intelectuales? ¿O será más cuestión de instituciones académicas sin recursos, sin visión más allá del entrenamiento profesional, con concepciones de la producción filosófica o intelectual limitadas por marcos lógicos y gerenciales inadecuados, completando un círculo vicioso con una
68
De manera más precisa, según previene Atilio Borón, “el (neo)liberalismo no debe ser malentendido como un tema de la economía, sino como modelo general de la organización social y que abarca todas las dimensiones de la vida colectiva e individual” (“Las ciencias sociales en la era neoliberal: Entre la academia y el pensamiento crítico”; en Krotz, E. “Las ciencias sociales frente al «Triángulo de las Bermudas». Una hipótesis sobre las transformaciones recientes de la investigación científica y la educación superior en México”, Revista de El Colegio de San Luis, año 1, N° 1 (ene-jun 2011), pág. 35). El texto de Borón está disponible en: http:// bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/secret/alas/alas05.pdf. El de Krotz en: http://www. colsan.edu.mx/revistacolegio/archivos/revista01.pdf#page=19.
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planta profesoral insuficiente, sobrecargada, precaria en estabilidad, autonomía, formación o criterio, o desaprovechada?69 A su vez, ¿influirá este «exocentrismo» y la infraestructura institucional con las características aludidas en la inexistencia de escuelas o corrientes de pensamiento propiamente dichas? Porque grupos de dos, tres, cuatro o cinco, cuando mucho, escribiendo desde distintos espacios académicos, con trabajos y contactos esporádicos, si alguno, revelan acaso influencias individuales, discontinuas, pero no corrientes o movimientos que conformen y aprovechen masas críticas…
69
Esteban Krotz –filósofo y antropólogo de origen alemán, radicado en Yucatán, y quien visitara la URL en 2008, invitado por la Dirección de Investigaciones para inaugurar las Primeras Jornadas Interdisciplinarias– ha escrito sobre la educación universitaria y la investigación en ciencias sociales y humanísticas, tomando “como ejemplo representativo la antropología sociocultural”, dado que considera que esta forma parte de “un continuo, en el cual se ubican también disciplinas como la historia, las humanidades y la filosofía”. Sus reflexiones se centran en el impacto de las políticas públicas neoliberales mexicanas; sin embargo, no es difícil establecer paralelismos con la situación nacional o, por lo menos, extraer advertencias. Notable es su observación de que “investigadores y docentes universitarios de la disciplina están sometidos a un proceso de transformación que no se escogió desde la perspectiva de las ciencias sociales, cuyas razones permanecen oscuras y que a menudo ni los encargados de llevarlo a cabo saben explicar, cuyas implicaciones cognitivas y sociales se desconocen y cuyos parámetros decisivos no parecen ser científico-académicos, pero que no están a debate en ningún momento, a tal grado que el autor de cualquier cuestionamiento corre el peligro de ser acusado de ‘falta de compromiso institucional’ e incluso de tentativa de ‘sabotaje’.” (“Las ciencias sociales frente al «Triángulo de las Bermudas»”, Op. cit., págs. 19-20 y 26). Respecto del desaprovechamiento del cuerpo de investigación, Krotz reitera la vigencia de la tesis de que “‘el mejor profesor es el investigador activo’”, al tiempo que describe el perfil de tal profesor-investigador universitario esencialmente como alguien “que desarrolla con base en sus conocimientos altamente especializados y con libertad creativa su «cátedra» en la investigación y la docencia” (“Hacia la recuperación del lugar de las ciencias sociales en la sociedad de conocimiento en México”, Revista Mexicana de Sociología 71, núm. especial (Dic. 2009); págs. 81 y 82).
J. Blanco, Cartografía del pensamiento latinoamericano contemporáneo. Una introducción
O. España, Educación superior en Centroamérica
M. Payeras, Los pueblos indígenas y la revolución guatemalteca Asedio a la utopía R. Juárez, El pensamiento de Juan José Arévalo, Héctor-Neri Castañeda y otros escritos
R. Rivera, La semántica de oposición en los discursos de liberación
Citas no filosóficas Ricardo Falla, Carlos Guzmán-Böckler, Severo Martínez, Jesús García Ruiz, Seminario de Integración Social; Ángel Palerm, Guillermo Bonfil, Rodolfo Stavenhagen; Benjamin Whorf, Roland Barthes, Tzvetan Todorov, Gordon Allport, Ferdinand Tonnies, Ina Brown, Clifford Geertz Ricœur, Husserl; Ha- Gustavo Gutiérrez, Paulo Freire; Raymond bermas; Foucault, De- Williams, Valentín Volóshinov, Fredric Jarrida; Frege, Austin, meson, Norman Fairclough Moore, Searle Marx, Engels, Lenin, Severo Martínez, José Móbil, Ariel De León, Horkheimer, Adorno; Julio Pinto, Jorge García Laguardia, Luis Bloch; Lyotard Cardoza, Seminario de Integración Social; Héctor Díaz-Polanco; Mao Tse-tung Catañeda, Mata Ga- Juan José Arévalo, Pedro Molina, José Cecilio vidia; Platón, Kant, del Valle; Juan Bautista Alberdi; Alain TouGo e t h e ; Or t e g a y raine; Adam Smith, Friedrich von Hayek; Gasset Jorge Luis Borges Ramón A. Salazar; Ignacio Martín-Baró, Jaspers; Mondolfo, Or- Carlos Tünnermann; José Brunner, Miguel tega y Gasset Rojas, Manuel Garretón, Darcy Ribeiro, Juan Mantovani; Juan Pablo II Castro-Gómez, Mar- Walter Mignolo, Néstor García Canclini, José tín-Barbero; Grossberg Brunner; John Beverly; Raymond Williams, Stuart Hall; Edward Said, Ranajit Guha, Gayatri Spivak, Homi Bhabha, Dipesh Chakrabarty
Autor, Obra Citas filosóficas A. Gallo, El hombre, mi Husserl, Merleau-Ponhermano ty, Ricœur, Gadamer, Schutz; Lledó, Katz, Wittgenstein, Quine, Eco
A. de la Torre
(Neo-)liberalismo
Postmodernismo
Continúa
O. Salazar, R. Arévalo, R. Lima, A. Dávila
H.-N. Castañeda
Análisis lingüístico
Pensamiento latinoamericano
M. Colussi
Marxismo; teoría crítica
Filosofía de la liberación; marxismo; fenomenología
Corrientes Otros autores Fenomenología (husserlia- J. Romero, O. Salana), hermenéutica; análisis zar, A. Dávila lingüístico
Cuadro 3: Influencias en obras seleccionadas y corrientes filosóficas
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Autor, Obra Citas filosóficas Citas no filosóficas Corrientes Otros autores M. R. Morales, La articu- Laclau, Mouffe; Char- Miguel Ángel Asturias, Rigoberta Menchú, Estudios culturales latinoamericanos lación de las diferencias o el les Taylor; Habermas; Elizabeth Burgos, Luis Cardoza, Luis De síndrome de Maximón Castro-Gómez Lión, Humberto Ak’abal, Demetrio Cojtí, Arturo Arias, Dante Liano; Richard Adams, David Stoll, Robert Carmack, Charles Hale, Jeffrey Gould, Carol Smith, Kay Warren, Sol Tax, Didier Boremanse, Santiago Bastos, Manuela Camus; John Beverly, Marc Zim- Post-marxismo L. Padilla merman, George Yúdice, Fredric Jameson, Homi Bhabha, Ranajit Guha, Gayatri Spivak, Edward Said, Frantz Fanon; Néstor García Canclini, Carlos Monsiváis, Guillermo Bonfil, Antonio Cornejo, Eduardo Mendieta, Walter Mignolo, José Brunner, Ángel Rama, Fernando Ortíz, Jesús Martín-Barbero; Benedict Anderson S. Custodio, M. SaF. Sandoval, Encanto y desen- Bobbio; Rousseau; ASIES, FLACSO, INCEP, Edelberto Torres, Indeterminado canto con la democracia Schutz Jesús García, Alfredo Guerra, Mario Montelazar, F. Márquez, forte; Guillermo O’Donnell; Robert Dahl, O. P. García, I. Azurdia, R. Salazar, John Dunn, David Held, Giovanni Sartori, E. Loukota, J. M. Joseph Schumpeter, Samuel Huntington; Emil Durkheim, Max Weber, Peter Berger, Rodríguez, H. Soberanis, G. Herrera, Thomas Luckman, Anthony Giddens, Niklas Luhmann, Alain Touraine; Angus Fletcher; E. Urrutia, J. Cal Umberto Eco, Roman Jackobson A. Torres, El pensamiento Zea; Comte, Krause Valero Pujol, Darío González, Manuel positivista en la historia de Antonio Herrera, José Martí, José Ma IzaGuatemala (1871-1900) guirre, José Lastarria; Jesús Amurrio, Carlos González
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Crítico, en otro sentido, es el pensar necesario hoy en día para abandonar la ilusión del pensamiento único, presentista, sin sentido de utopía. Pensar creativo, estético y lúdico, libre y liberador, de/desde/para la comunidad y la solidaridad. “Pensar nutrido de pensares ya pensados y por pensar en otros idiomas, en otras claves, en novedosas conexiones…”
Apéndice Programa de investigación Nuestros pensares Filosofías originarias de Abya Yala y América Latina (Mayo 2011)
Síntesis El programa de investigación sobre los pensamientos originarios de Abya Yala y América Latina descubre, propone y fomenta un pensar situado y liberador para Guatemala y la región mesoamericana, como una estrategia frente al desconocimiento de nuestro propio desarrollo intelectual, por mera ignorancia o como expresión del secular colonialismo mental que padecemos –más vergonzosamente los círculos académicos–. La tarea pasa por conocer mejor y (re-) articular o sistematizar los pensares mencionados. Así pues, se profundizarán y ampliarán la primeras aproximaciones ya realizadas al pensamiento maya, náhuatl y latinoamericano, por un lado, y a los pensares artísticos por otro. También se afianzará e integrará mejor el marco conceptual crítico de la descolonización, la liberación y el antirracismo, mientras se ensayan diversas formas de escritura deconstructiva-fenomenológica. Relevancia transversal cobra la precisión y revisión de nociones básicas tales como «pensar», «filosofía», «crítica», «prácticas»; «situar/localizar», «originariedad», los nombres de «América»; «colonialidad», «liberación»; «nosotros», «comunidad», etc. La magnitud y tipo de trabajo intelectual que se busca promover exigen una práctica colaborativa, por lo que se procurará reforzar y ampliar las relaciones con diversos esfuerzos nacionales e internacionales, así como con actores socioculturales y políticos relevantes. Todo ello persigue, a la larga, ofrecer
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marcos de comprensión y pautas de acción para la lucha contra-hegemónica de pueblos y sectores sociales históricamente explotados, marginados o invisibilizados. En el plazo de tres años en que se está reformulando el programa, se contará con un mayor conocimiento de los pensamientos estudiados, un marco crítico-conceptual más consistente y se habrá iniciado un esfuerzo articulador original.
Horizonte El contexto más inmediato del tema y el problema que nos ocupa es el de la prevalencia de un secular colonialismo intelectual (definido de manera provisional como recepción acrítica y virtualmente exclusiva de ideas, marcos conceptuales y paradigmas teóricos y metodológicos de las metrópolis del norte), que ha provocado que las universidades del país y los círculos académicos en general respalden sus enseñanzas e indagaciones casi enteramente en los desarrollos del pensamiento europeo (básicamente alemán, francés y grecolatino) y anglo-estadounidense, ignorando en gran medida las elaboraciones conceptuales de la civilización Maya y de otros pueblos indígenas, así como otras propias de las intelectualidades guatemalteca, centro y latinoamericana —ya no se diga de otras civilizaciones, culturas y naciones de regiones no hegemónicas del planeta. Ello es particularmente lamentable en las humanidades y las ciencias socioculturales, dado su potencial y misión para la comprensión integral de la realidad, la dinámica y las posibilidades de naciones y pueblos. La colonialidad intelectual no sería un fenómeno aislado ni solo derivado; se articula con otros ejercicios de dominación, por lo que nos preguntamos qué podemos ofrecer y hacer para que adquiera la relevancia debida el pensamiento generado en nuestro país y nuestra región geopolítica y cultural, precisamente en su potencial descolonizador y de emancipación integral, y por tanto de interés o utilidad posible para esfuerzos en otros órdenes (sociopolítico, económico, ético…). Desde una perspectiva social, los agentes a quienes en primera instancia atañe el tema y el problema abordados por el programa son las llamadas élites intelectuales o simbólicas (Bourdieu, Van Dijk), que incluyen el profesorado, los investigadores y el estudiantado universitario, principal, pero no
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exclusivamente, del campo social-humanístico. Típicamente, la población aludida proviene de estratos socio-económicos medios y altos, con abrumador predominio mestizo-ladino castellanohablante metropolitano. Mientras que este último rasgo está cambiando, se ha llegado ya a un balance numérico de género. La falta de generación de interpretaciones integrales e integradoras para y desde la propia situación, con elaboración de conceptos, marcos y métodos endógenos o apropiados (en sentido fuerte de haber sido objeto de apropiación recreativa) es generalizada en las ofertas académicas, curriculares o de investigación –esta última aún mínima, esporádica o interrumpida–. Imitación y replicación de lo ajeno, por un lado, e ignorancia, incomprensión y desdén de lo propio, por el otro, son rasgos evidentes de las comunidades académicas universitarias, más que las propuestas alternativas originadas desde comprensiones y experiencias propias.
Problemas centrales Bajo la divisa de que una filosofía o cualquier tipo de conocimiento reflexivo que no surja de comprensiones propias y localizadas (Dussel, Spivak, Bhabha) no sería sino espejismo o entretención, se plantea que los esfuerzos propuestos por el programa son importantes, no solo para enfrentar el problema del colonialismo intelectual, sino para el avance mismo de los pensares bajo estudio y sistematización, si es que estos en verdad tienen vigencia y potencial crítico para iluminar un desarrollo integral digno de ese nombre –esto es, desde luego, si es que aún se quiere seguir conservando semejante título–. Él descubrir y preguntar sistemáticos por pensares originarios, críticos y liberadores busca contribuir académicamente a la construcción de una sociedad verdaderamente inclusiva. Asimismo, se quiere aportar a las luchas contra la atomización social y contra el racismo y las discriminaciones de todo tipo, generando elementos de identificación común y respeto mutuo en causas en común o compartidas, sin homogeneización, hegemonía o cualquier tipo de reconocimiento violento de la alteridad (Nancy, Lévinas, Honneth). El programa también se inscribe dentro de los múltiples esfuerzos que ya se hacen por relevar, sistematizar, ampliar y ahondar la producción intelectual de los diferentes pueblos y naciones del continente. Tales esfuerzos, a su vez,
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forman parte de una dinámica de mayor envergadura que busca desde hace por lo menos medio siglo (aunque con antecedentes lejanos como el siglo XVI) contribuir a la comprensión y ruptura de la dependencia económica y política de las potencias hegemónicas (Comisión Económica para América Latina –CEPAL–, el dependentismo), a la liberación integral (Freire, Gutiérrez, Sobrino, Martín-Baró, Dussel, Ellacuría, Scannone, Martín-Barbero y, en general, algunas prácticas y pensamientos revolucionarios), a la descolonización ideológica y cultural (Quijano, Mignolo, De Sousa, los estudios subalternos) y al desarrollo de un genuino diálogo intercultural (Fornet-Betancourt, Rodrigo Asturias, Marta Casaús, Demetrio Cojtí, el interculturalismo, el antirracismo). Impactando de diversos modos e intensidades en el desenvolvimiento sociopolítico y cultural desde disciplinas tan variadas como la economía, sociología, pedagogía, teología, psicología, filosofía, las ciencias de la comunicación, la historia, antropología, ciencia política, los estudios culturales o la ecología –sin mencionar las manifestaciones artísticas y literarias u otras prácticas y causas socioculturales– todo este recorrido ha llegado a articular cada vez con mayor conciencia y consistencia –aunque no sin divergencias y lagunas– toda una práctica intelectual y un repertorio conceptual y político-programático propios y comprometidos con la justicia y el bien común. Con todo y los desarrollos señalados, aunque con excepciones notables (León-Portilla, Lenkersdorf, Sam Colop) o los esporádicos o incipientes desarrollos guatemaltecos, es poco el trabajo de sistematización de filosofías indígenas o sobre el arte contemporáneo, menos aún la escucha de estos pensares otros (Mignolo) por parte de la intelectualidad latinoamericana. Asimismo, por el carácter dinámico y complejo de los objetos («realidad», «ser», «mundo», «vida», «humanidad», «comunidad», etc.) del pensar radical, arraigado, «rizomático» (Deleuze y Guattari), que se quiere ensayar, este nunca habrá dicho la última palabra. He aquí vacíos y oportunidades para aportar al aludido desarrollo intelectual, interdisciplinario y con clara trascendencia ético-política.
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Antecedentes y noticias de la vanguardia literaria guatemalteca Dra. Aída Toledo1
Existe desde hace varios años una preocupación mayor por investigar a fondo, acerca de la existencia real de una vanguardia literaria en la Guatemala de inicios de siglo XX. Por décadas se nos dijo en las universidades que Guatemala no había participado de la euforia de la vanguardia histórica, como suele llamarle la crítica más contemporánea, al periodo que va de 1909 a 1930 del siglo XX. Otra información repetida hasta el cansancio en las clases de literatura era acerca de la estética que los escritores de las dos primeras décadas del XX en Guatemala habían cultivado con mayor devoción. En realidad todos estos presupuestos partían en cierta forma de un desconocimiento general, acerca de nuestra literatura en ese periodo de la cultura y el arte nacional. Porque a la pregunta de si en Latinoamérica los movimientos de vanguardia se habían producido o ejecutado en el mismo momento que en Europa, la respuesta solía ser en aquellos años, que nosotros habíamos importado todo lo que se había inventado en Europa, que habíamos repetido esquemas tardíamente, porque en el fondo seguíamos los lineamientos de la escuela del modernismo literario ubicado entre 1882 y 1916, cuya influencia era difícil de obviar por distintas razones. Y para el caso de Guatemala, doblemente, porque nos encontrábamos en el área donde Rubén Darío había nacido, concebido y desarrollado, la estética del modernismo latinoamericano. En realidad a inicios del siglo XXI hay más claridad respecto a todos los presupuestos que se construyeron alrededor de la inexistencia de nuestra vanguardia. Hoy conocemos más el desarrollo de este periodo de nuestras letras, y hasta se han vuelto a publicar y discutir las obras concebidas en ese periodo de la cultura y el arte guatemaltecos, para poder aproximarnos mejor al hecho histórico y literario con nuevos estudios y propuestas.2 1
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M.A. y Ph. D. en Literatura Latinoamericana, Universidad de Pittsburgh. Poeta, narradora y profesora de Literatura. Una de las piedras angulares para esclarecer este fenómeno, lo constituyeron las ediciones críticas sobre la obra de Miguel Ángel Asturias, que la colección Archivos diseñó hace ya varios años.
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Para empezar, la terminología y cronología de la vanguardia ha ido participando de cambios y nuevas propuestas académicas de comprensión general, aplicables a las distintas formas en que el fenómeno aconteció en nuestros países. Uno de los términos que ha alcanzado mayor uso actual, es el de “vanguardia histórica”, para explicar el periodo literario en el cual la tendencia fue la fuerte experimentación formal, la actitud anárquica de la literatura, y las propuestas que estaban conectadas con el clima de pre, y luego de pos primera guerra mundial. Los estudios elaborados sobre las obras de algunos escritores reconocidos de la vanguardia guatemalteca, que sí habían participado de la euforia de los primeros años de la vanguardia europea,3 han hecho pensar a los críticos extranjeros y nacionales que no se trata de dos o tres fenómenos aislados, sino de una manera de interpretar caribeñamente las influencias extranjeras de los centros de poder económico, añadiéndole elementos diversos que señalaban una aclimatación de las tendencias vanguardistas. Estas operaciones elaboradas por Luis Cardoza4 y Miguel Ángel Asturias5 en el mismo año y momento en que se celebraba lo más representativo y radical de las vanguardias europeas, pone en duda los anteriores preceptos dictados por las academias en el país. O sea que se trata de la asimilación de movimientos y estéticas cuyo origen es europeo, en un periodo de la cultura guatemalteca, donde no se había discutido suficientemente, toda la problemática del mestizaje y la transculturación.
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Se sabe por estudios amplios sobre la obra de Miguel Ángel Asturias y Luis Cardoza, que se encontraban en Francia para la celebración de uno de los ismos más famosos de las vanguardias, el surrealismo y que conocieron y asistieron a eventos con los escritores surrealistas franceses y extranjeros que se encontraban en el París de la década de los años 20. Luis Cardoza (1904-1992). Luna Park y Maelstrom se publican en París cuando Cardoza viaja a Europa en 1921. Luna Park se escribe en el Berlín de la posguerra, significando una reacción contra la gran guerra y en pro de la vida. Asturias poseía una tremenda capacidad de trabajo. Datan de 1928 tanto el borrador de El Alhajadito como de Las leyendas de Guatemala, que se publicarían en 1961 y 1930. Al mismo tiempo elaboraba la traducción de los Anales de los Xahil y hacía periodismo. Gerald Martin. Hombres de maíz. Edición crítica. España: Colección Archivos, 1992, 463.
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Si lo vemos cuidadosamente, el inicio del siglo, en el cual se celebran las vanguardias literarias y artísticas, nos dice que ha transcurrido menos de un siglo como repúblicas independientes del antiguo centro de poder económico, España, y que estamos en la puerta de una modernidad que avanza, para el caso de Guatemala, en la mayoría de renglones de la cultura, de una forma lenta y desigual.6 Por otro lado, económicamente vamos desplazándonos como periferia de otro centro que penetra nuestras fronteras y se afinca en nuestro territorio, asumiendo diversos rostros. Uno de los elementos vinculados con las nuevas políticas económicas y que va a marcar nuestra primera vanguardia, consiste en la presencia de un mismo mandatario, que se va a aposentar en el poder durante 22 años, transformando el periodo presencial en una dictadura, que tiene severas consecuencias en el desarrollo económico, cultural y artístico del país. 7 La inestabilidad política de Guatemala en este periodo vanguardista de la cultura convierte al área, en un lugar donde se hace casi imposible desarrollar una obra creativa consistente y orgánica, sin tener las preocupaciones políticas y sociales, que crean los sucesivos presidentes y jefes de Estado que aparecen –para nuestro caso– de 1920 a 1931,8 momento en que cronológicamente es el punto central de celebración de la vanguardia histórica; el año 31 coincide con el inicio de lo que la crítica llama la posvanguardia, periodo que va de 1930 a 1945 6
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Los inicios de la modernización arquitectónica en la capital guatemalteca datan de fines del siglo XIX, a partir de la redinamización económica que introdujo el sistema agro-exportador cafetalero, con ello cierto desarrollo mercantil capitalista y un reacomodo del bloque de poder oligárquico. Se desarrollan procesos de rotación y valoración de capitales, que tienen mayor impacto en la ciudad capital, como mayor centro mercantil, de concentración de riqueza y sede del poder nacional. En ese contexto aparecen las primeras edificaciones hechas con materiales de origen industrial e inéditas tipologías arquitectónicas para satisfacer necesidades ligadas al creciente núcleo urbano de comercio y servicios, a diferencia de las ciudades industriales. Esta incipiente reconversión de la arquitectura de la ciudad se acelera con la reconstrucción del centro de la capital guatemalteca, luego de los devastadores terremotos de 1917-18. Ayala, Carlos, Chacón, Miguel y Luis Olayo. “La modernización de la ciudad de Guatemala, la reconfiguración arquitectónica de su centralidad urbana (1918-1955)”. DIGICIFA. Guatemala, 1996, 13. Es Manuel Estrada Cabrera, el presidente de Guatemala de 1898 a 1920. Los presidentes fueron: Carlos Herrera 1920-21; José Ma. Orellana de 1921-26; Lázaro Chacón 1926-30; Manuel Orellana 1930-31.
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oficialmente, pero las nuevas investigaciones revelan que se extiende en los países latinoamericanos unos años más unos años menos. Durante el gobierno de Jorge Ubico es posible localizar artísticamente la mayor parte de la posvanguardia. El hecho de que el contexto histórico para Guatemala sea la dictadura de Ubico, hace que se desarrolle en el país una literatura que se mueve en distintas líneas de desenvolvimiento paralelo. Con todo esto lo que se pretende señalar, es que los vanguardistas guatemaltecos se movieron, crearon, publicaron –cuando lo hicieron– en un clima represivo, que los hacía salir a un exilio voluntario, obligatorio o destinal, o desaparecían dentro del mismo país, ocultándose en lugares menos visibles al cuerpo de vigilancia de los dictadores. Como le ocurrió a otros países de Latinoamérica, Guatemala desarrolló, durante el periodo de la posvanguardia dos fuertes líneas, una, la política, que atacaba fuertemente los regímenes dictatoriales, los abusos de poder y el excesivo control sobre la población civil; y otra que se dedicó a señalar y discutir, los problemas sociales de la pobreza, el hambre, las distintas clases sociales, las contradicciones de la vida en el medio rural y las consecuencias para sus habitantes, toda esta segunda línea con un perfil de carácter psicológico muy fuerte. Es cierto que haber experimentado la vanguardia en los espacios geográficos donde se producen inicialmente, y en el momento de la eclosión, da una perspectiva textual distinta, que sí se absorbe como producto incorporado a la tradición escritural. La forma de penetración de los movimientos de vanguardia tiene diferentes vías de acceso. Cuando en 1909 Marinetti publica el ensayo sobre el futurismo en italiano, es Rubén Darío, quien elabora la primera traducción al español del documento o manifiesto.9 O sea que se hace del conocimiento de Latinoamérica, en el mismo momento en que está publicándose y leyéndose en Europa. En este sentido lo que reciben los escritores que no están en ese espacio geográfico, es la parte teórica de la estética de los ismos de la vanguardia, pero
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Jorge Schwartz. Las vanguardias latinoamericanas. Madrid: Cátedra, 1991, 28.
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no por eso, debemos pensar que no los afecta a ellos en su actitud frente a lo que vivían en ese momento, y por supuesto a sus obras emergentes. Ese tipo de operaciones como la de Darío al traducir el manifiesto, publicarlo y enviarlo a todos los medios posibles, es un factor cultural muy importante, que le permitía a los escritores de distintos lugares, darse cuenta, enterarse y enterar a otros, de lo que sucedía en el mundo. Podemos señalar como factor esencial de toda la expansión de los movimientos vanguardistas, el hecho que a partir del siglo XIX los escritores habían devenido en trabajadores asalariados, en una profesión que les permitiría el libre acceso a la información actual, que circulaba por todas partes del mundo en distintos idiomas. Se considera entonces un rasgo muy fuerte, para la expansión y conocimiento de las ideas generales de las vanguardias de la primera mitad del siglo XX en el área latinoamericana. La modernidad como época propiciaba también cierta velocidad en la información, estrategia que sería parte de otra forma de expansión de las ideas centrales de las vanguardias estéticas. Una mirada por los diarios que circulaban en Guatemala en ese momento, le hace advertir al investigador, que el imaginario social y cultural guatemalteco tenía una fuerte veta moderna, que estaba en la misma frecuencia que en otros lugares del mundo.10 Se han señalado como factores importantes en la historia de las vanguardias, en cuanto a la expansión de estas en Latinoamérica, el hecho que hayan
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Algunos de los periódicos de inicios de siglo XX, se caracterizaban por un diseño moderno en cuanto a la diagramación. Poseían páginas especiales para cada tema, y daban al público un servicio informativo muy importante, informándoles sobre las actualidades en el mundo. Ofrecían agenda cultural, informando diariamente a la población sobre las actividades deportivas, culturales y artísticas en general. Las carteleras de la nueva práctica cultural, el cine, venían actualizadas, y las personas podían saber día a día cuáles funciones estaban disponibles. Poseían anuncios suficientes con los cuales sufragaban las ediciones, y la gente solía buscar allí las nuevas adquisiciones del mundo moderno.
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existido dos estéticas fraguadas en suelo latinoamericano durante el periodo de la vanguardia histórica: el creacionismo y el estridentismo.11 Sabemos que Vicente Huidobro llevaba redactado el borrador de las ideas esenciales del movimiento cuando emprende su viaje hacia Europa, al que le había titulado Non serviam (1914). Algunos críticos documentan el momento inaugural de la vanguardia latinoamericana en este momento.12 Lo lee al salir de Chile y al pasar por Argentina, se reúne con escritores importantes de ese momento, y vuelve a hacer la lectura del documento, donde eran perceptibles sus ideas renovadoras sobre el hecho creador. Lo que esta coincidencia le hace pensar a críticos como Jorge Schwartz, es que en Chile circulaban ya las principales ideas de la vanguardia, para que alguien como el Huidobro joven de ese momento, 21 años, con una fuerte intuición moderna, esquechara dentro del país, sin haber ido a Europa todavía, las ideas estéticas de una tendencia nacida en suelo nacional. En cuanto al estridentismo se trata de una estética importante para nosotros, nacida y desarrollada en México, y no precisamente en la capital. Es un movimiento que aparece en el interior de México. Los distintos manifiestos son publicados en Puebla y luego en Jalapa. La primera hoja estridentista, subtitulada como “Comprimido estridentista”, escrito por Manuel Maples Arce, aparece en diciembre de 1921. La crítica suele ubicar el estridentismo mexicano hacia 1926, cuando en realidad se trata de manifestaciones vanguardistas bastante más tempranas, que van a tener una correspondencia con el famoso año 1922, en el cual se fundan oficialmente las vanguardias internacionales y latinoamericanas.13 Porque además, como lo señala muy bien José Emilio Pacheco:
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El creacionismo no se considera una escuela literaria. Vicente Huidobro la empezó a elaborar en 1912. En el Ateneo de Buenos Aires en 1916 da una conferencia donde expone su teoría completa. El estridentismo fue un movimiento aparecido en el interior de México, Puebla y Jalapa, que se inicia con la publicación de Actual, hoja de vanguardia No.1 en 1921 y se extiende hasta 1927. Hugo J. Verani. Las vanguardias literarias en Hispanoamérica. México: Tierra Firme, 1986, 83. Jorge Schwartz. Las vanguardias latinoamericanas. Madrid: Cátedra, 1991, 85. Jorge Schwartz. Las vanguardias latinoamericanas. Madrid: Cátedra, 29. El año 1922 es considerado como el annus mirabilis de las vanguardias de acuerdo a Hugo Verani.
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Surge una articulación única de circunstancias históricas y personales en 1922: el año de Ulysses, The Waste Land, Trilce, Desolación, la Semana de Arte Moderno en São Paulo, el nacimiento de Proa en Buenos Aires y del estridentismo con Actual, hoja de vanguardia.14 El estridentismo fue una sensibilidad que manejaba como eje y paradigma la modernidad, en una relación odio-amor, pero que incipiente se extendía por el México de esos mismos años. Es en este movimiento donde encontramos la otra piedra de apoyo para nuestra primera vanguardia, y en este caso se trata de la obra narrativa de Arqueles Vela que junto a los escritores más importantes del estridentismo mexicano, participara de la bulliciosa vanguardia, creando para nuestra historiografía, un ideario latinoamericano moderno. El estridentismo utilizó las mismas estrategias discursivas que la vanguardia europea, sin que necesariamente hayan estado en Europa. Ligaban de alguna forma su participación política, en relación con el ideario de igualdad de la revolución mexicana, situación que coincidió con la creciente politización de toda la década. Solían escribir, publicar y leer sus manifiestos en plazas y lugares públicos. Los contenidos de sus cuatro ensayos principales eran irreverentes con las instituciones de largo aliento en el país, como el gobierno o la iglesia. Su crítica respecto a la literatura era mordaz, y señalaban los abusos de las academias en cuanto a la sobrevaloración de la obra artística bajo preceptos caducos y gastados, tanto de escritores como de artistas de la plástica. Si pensamos en la periodización que Schwartz nos ofrece de las vanguardias, podríamos afirmar que el estridentismo se pone en práctica dentro de Latinoamérica, en este caso México, en el mismo periodo de tiempo que los primeros movimientos de la vanguardia internacional. El movimiento también desarrolla actividades vanguardistas y publicaciones que los van a semejar con sus contemporáneos europeos. Tanto la vanguardia argentina como el estridentismo tenían líderes que manejaban las relaciones y publicaciones; para los argentinos fue Oliverio Girondo, los estridentistas tu-
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Jorge Schwartz. Las vanguardias latinoamericanas. Madrid: Cátedra, 1991, 29.
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vieron como vocero del movimiento a German List Arzubide, que se convierte en su historiador también. Le corresponde la tarea de escribir varias entrevistas y testimonios, al igual que publicar dos libros con el mismo título: El movimiento estridentista, con cuatro décadas entre las dos ediciones. La primera se hace en 1926 y la segunda en 1967. El primer libro se considera realmente un libro histórico de las vanguardias latinoamericanas, ya que prevalece la idea del fragmento y el montaje. Abundan las ilustraciones, los tópicos están preparados con viñetas. El libro de Arzubide es un libro de colaboraciones entre los estridentistas, ya que varios de ellos participan en el libro collage, hay fotografías de Tina Modotti y Edward Weston, ilustraciones de Diego Rivera y Ramón Alva, los grabados de Jean Charlot, las caricaturas de Arqueles Vela, los cartones, anuncios, máscaras y esculturas de German Cueto, etc.15 En realidad se trata de lo que es un texto carnavalizado en el sentido que Bajtin lo concibe. Ya que se cruzan memoria y ficción, con un discurso poético que recrea un periodo de tiempo vanguardista con todo su furor. El libro aparece repleto de elementos de la modernidad: radios, telégrafos, motocicletas, trenes, jazz, gasolina, torres, anuncios luminosos, brújulas, rascacielos, etc. Otro de los elementos que fueron característicos de las distintas vanguardias fueron las utopías en el campo del pensamiento y la filosofía. Las utopías urbanas eran las más visibles, de hecho imaginaron la ciudad ideal y la llamaron “Estridentópolis”, además tenía su universidad, su radio y otros servicios que son actuales en los campus de las universidades del siglo XXI. “El café de nadie” resultaba ser el punto de encuentro real de los estridentistas y allí se efectuó el 12 de abril de 1924 (al igual que en Brasil, la Semana de Arte Moderno de 1922) la Primera exposición estridentista. El testimonio quedó descrito de la siguiente manera: Y quedó la avenida salpicada de pedazos de todas las mujeres que tiñeron sus horas con el descocado rubor de las citas, en el café exhausto y sin nombre, en el café que nunca tuvo dueño, que no guardó ninguna hora,
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Schwartz, 60.
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donde el reloj regresaba el tiempo en cada tarde para servirlo a los parroquianos sin encuentro, a los amantes sin retorno.16 Los dos libros históricos del estridentismo tienen diferencias notables. En el primero es obvio el compromiso político en los textos, las ilustraciones y otros elementos del conjunto. El segundo libro tenía opiniones encontradas entre los participantes. Se incluyeron opiniones que ahora eran opuestas, situación que no tiene el primer libro. Por ejemplo Jean Charlot que había hecho ilustraciones y pinturas, afirmaba en el libro del 67 que las ideas comunistas expresadas en el primer libro, no eran sino manifestaciones románticas del comunismo y no ideológicas. Arqueles Vela por su lado veía la participación de muchos de ellos y sus aportes como lo que le había dado sentido estético a la revolución mexicana. Los motivos aztecas quedaron eliminados de la segunda edición, ya que la edición del 26 incluía una dedicatoria a Huitzilopochtli, como mánager del movimiento estridentista. Lo interesante de toda esta historia, es esbozar los lineamientos de un movimiento que había surgido de las inquietudes estéticas de un grupo de escritores y artistas, y lo que serían en el futuro, los gestores culturales, que impactados por una época entre guerras mundiales y acosados por los problemas políticos de la posrevolución mexicana, en medio de una modernización incipiente, pudieron expresar su malestar o gusto, por el tiempo que les había tocado vivir. Es en este marco o contexto literario donde aparece la obra de Arqueles Vela, además de su participación fundadora en el movimiento estridentista. Su obra se sale de lo común para el mismo grupo de estridentistas, porque es él quien escribe en un género que no se acostumbraba durante el periodo de las vanguardias. Si pudiéramos etiquetar sus novelitas diríamos que se trata del único escritor de novelas estridentistas. Las obras de Arqueles entrarían hoy en la categoría de cuentos largos, pero en ese periodo de tanta experimentación, oscilaban entre el aliento de la novela, la extensión de la ficción corta, y la intensidad de la poesía. Un dato importante a resaltar sobre La señorita etcétera es que era literatura que se publicaba en los diarios. Y aunque José Emilio 16
El movimiento estridentista. Jalapa: Ediciones de Horizonte, 1926, 85.
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Pacheco no le da la misma categoría que a las otras obras que pone de ejemplo como paradigmas del año en que oficialmente se fundan las vanguardias, aquí podríamos agregar, en el marco de esta investigación, la importancia de incluir La señorita etcétera, como una de las raras publicaciones de los estridentistas en el mismo año.17 Si analizamos este fenómeno de la narrativa estridentista en la figura de Arqueles Vela, visto históricamente, nuestra vanguardia desarrolló el género narrativo durante el periodo de la modernidad y la vanguardia histórica específicamente, ya que sabemos que Miguel Ángel Asturias, en un proceso también antropofágico, reescribió las Leyendas de Guatemala que fueran publicadas en 1930, pero que tienen que haber sido concebidas durante la década politizada del 20. Asturias es considerado con deteminadas obras, como un escritor de las vanguardias, ya que solía ser sumamente polifacético, rasgo que compartía con una buena mayoría de vanguardistas del momento; adicional a que las propuestas artísticas de los vanguardistas internacionales, incitaban al acto antropofágico de intervenir cualquier objeto cultural, con fines estéticos,18 lo que para Asturias tuvo que tener un referente en los imaginarios, dado que el proceso de transculturación e hibridación cultural, intencional o noacontecido en Guatemala durante varios siglos en el periodo de la conquista y luego la colonización española, se convierte más adelante, en una práctica a todo nivel en el arte. El estridentismo como lo hemos ido esbozando no era una estética únicamente conocida, reconocida y cultivada en México, sino por el contrario, se trataba de una corriente estética que había llegado e impactado de cerca a los jóvenes escritores guatemaltecos, y todavía habría que revisar y estudiar el caso
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La señorita etcétera aparece publicada como Novela semanal de El universal ilustrado, que se publicaba cada jueves, como suplemento del Semanario. Año I, 14 de septiembre de 1922. No. 7. Los datos editoriales aparecen como La señorita etcétera. Novela inédita por Arqueles Vela. Ilustraciones de Cas. Retrato-portada por Alfredo Gálvez, http://www.scribd.com/ doc/6673726/Arqueles-Vela-La-Senorita-Etcetera Para esto leer el Manifiesto antropófago, escrito por Oswald de Andrade y publicado el 1 de mayo de 1928 en Brasil.
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centroamericano, para tener una idea más amplia de su impacto. Si Arqueles Vela quedó durante muchos años como “el guatemalteco” que se había colado en el movimiento estridentista mexicano, hoy los nuevos estudios revelan que se trataba de uno de sus ideólogos y que había publicado varios artículos críticos, pero uno en especial: “El estridentismo y la teoría abstraccionista”, que había salido en el Irradiador, Revista de vanguardia en 1923,19 donde las ideas expuestas coincidían antes o después, con algunos de los preceptos más consistentes o no, externados por Maples Arce en los manifiestos. Con esto lo que se quiere señalar es que se trataba de un escritor que estuvo participando activamente en el movimiento, pero no solía aparecer públicamente en actividades beligerantes, dado su carácter apartado y tímido.20 De la lectura de los manifiestos y de estos artículos críticos de Vela en el Irradiador21 puede deducirse que el estridentismo era concebido por ellos como una manera de teorizar, sobre las estrategias para actualizar la obra literaria dentro de un mundo acelerado. Ese deseo se considera hoy un aspecto modernizador de las exigencias del estridentismo. El artículo se considera por la crítica de la vanguardia como el texto donde Vela realmente alcanza a concretar teóricamente el proyecto vanguardista mexicano. Es a través de su lectura que se entiende su significación real y la agenda que se propusieron los estridentistas. Lo que más ha llamado la atención de este artículo es la explicación de la teoría poética abstraccionista. Tanto Maples Arce como Vela explican que el centro de esta teoría estridentista se resume en el “gesto”, con lo cual los críticos han creído encontrar relaciones intertextuales con el dadaísmo europeo. Independientemente que esto haya sido así o no, lo importante es que el estridentismo también tenía en su primera fase el planteamiento de integrar el arte a la vida, o la de hacer 19
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Irradiador. Revista de vanguardia - Proyector internacional de nueva estética publicado bajo la dirección de Manuel Maples Arce & Fermín Revueltas, No. 2, Octubre de 1923, México D. F. Arqueles Vela le contaba ya en su vejez a Roberto Bolaño, que su participación en el movimiento estridentista se había limitado a la propaganda en los periódicos y en entrevistas, más que en los manifiestos. Roberto Bolaños (1981): “Arqueles Vela”, en La palabra y el hombre, Xalapa, Ver., No. 40, octubre-diciembre, 88. El irradiador como publicación tuvo tres números y se considera además de los manifiestos y la hoja mural, Actual No. 1, la publicación periódica de los estridentistas mexicanos.
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de la vida una obra de arte. Y si el gesto era para los dadaístas “una reacción crítica y conscientemente anticonformista y destructiva ante el papel marginal e inactivo de la intelectualidad y la esfera artística en una sociedad, la europea, espiritualmente desorientada durante y tras los estragos de la Primera Guerra Mundial”, el gesto estridentista aunque a la crítica le pueda parecer “más modesto”, era definido por Arqueles como “una irrupción del espíritu contra el reaccionarismo intelectual”, que se encontraba localizado en la figura del poeta Enrique González Martínez en el primer manifiesto estridentista. Es muy posible que las ideas de dadá le hayan llegado a la vanguardia mexicana a través de las revistas españolas de vanguardia (Cosmópolis, Ultra, Grecia), donde Guillermo de Torre hacía constantes traducciones de poemas de Tzara, Ribemont-Dessaignes y Picabia. A la crítica más contemporánea de la vanguardia, le parece obvia la presencia del dadaísmo europeo en la Actual No. 1, ya que consideran que es posible que Maples encontrara en el nihilismo dadá, la posición más coherente con la radical negación del pasado que pretendía el estridentismo.22 Jorge Mojarro específicamente considera el humor estridentista como una incorporación del dadá, con lo cual no estamos de acuerdo, ya que el humor es un elemento incorporado a las sociedades latinoamericanas desde tiempos remotos. Se consolida en la literatura y el arte como reacción a los regímenes de terror de la conquista y el coloniaje, para luego aparecer como una reacción política durante el siglo XIX, proveniente de la mezcla e hibridación con la cultura de poder colonial. Se reconoce el humor tanto en la cultura aborigen, como en la cultura española, con las cuales se consolida la nueva identidad mestiza de muchos lugares en Latinoamérica. De lo dicho por Mojarro es cierto que “el humor era utilizado como un arma para corroer las convenciones sociales y literarias”, pero también significó un elemento clave dentro de los manifiestos estridentistas y en otros lugares de Latinoamérica. Uno de los usos era el de desautorizar y deslegitimar a las figuras más respetadas del mundo artístico e intelectual, y aparecerían tanto a nivel ficcional o lírico, como en las notas
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Jorge Mojarro. “Arqueles Vela, estridentismo y las estrategias de la vanguardia”. Hipertexto 10. Verano 2009, 74-81.
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críticas de Arqueles Vela en El universal ilustrado. El humor es precisamente una piedra fundamental en la obra de Arqueles Vela, Un crimen provisional, que aparece incluido en El café de nadie de 1926. El “ataque público”, que el crítico español señala como elemento dadá, es una práctica de la política y el carnaval en toda Latinoamérica.23 Sin embargo el mismo Vela menciona la importancia de “la transcripción de los rótulos dadá que están hechos de nada” como parte de las estrategias enunciadas en el mismo artículo. La segunda fase del estridentismo tendrá lugar en un cambio de actitud al que llamarán Estridentópolis. Cuya ciudad imaginaria van a construir abonada de elementos modernos, con lo que pasan de la fase destructiva a una constructiva. La crítica ha advertido las contradicciones argumentativas del texto de Vela, en el entendido que toda la vanguardia precisamente planteaba el absurdo como una estrategia de desarme de lo pasado. Entre las más obvias contradicciones, estaba la propuesta de no concebir al estridentismo como un evangelio estético, pero al mismo tiempo plantearlo como una posibilidad de ejecución. Y quizás sea esta una de sus contradicciones más obvias, porque se proponían como una escuela sin programa preconcebido, pero al mismo tiempo enumeraban las premisas del movimiento. Querían no considerarse una escuela literaria, pero no aceptaban que se les viera intertextualmente ligados a otros movimientos de vanguardia, ni menos se les confundiera con ellos. Propugnaban la elaboración de un arte sincero y puro, ya que ellos mismos habían bregado en la estética modernista y Arqueles había publicado en 1921 un libro de poemas titulado: El sendero gris y otros poemas y Maples Arce había publicado en 1920: Rag. Tintas de abanico. La estética que ellos 23
En Guatemala se va a desplazar, precisamente entre la vanguardia guatemalteca, con el desfile bufo de la Huelga de todos los Dolores y la celebración de huelga, de la Universidad de San Carlos. La primera huelga se declara en 1898 durante el gobierno de Estrada Cabrera. El mismo año se escribe el primer No nos tientes, cuyo contenido es de crítica mordaz para el gobierno y sus instituciones de origen colonial. En 1921 aparece la “Chabela” como símbolo de la Huelga, y en 1922 escriben el himno de la Universidad de San Carlos titulado La Chalana. Todos estos logros se suceden durante el periodo de la vanguardia histórica, y es Miguel Ángel Asturias quien participa en la creación de la letra de La Chalana. Al mismo tiempo existen antecedentes del humor negro aplicado a la crítica social en nuestra poesía, en las Tradiciones de Guatemala de Batres Montúfar y en El sermón de Josefa García Granados, en la primera mitad del siglo XIX.
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mismos habían practicado la veían como huera, falsa y retórica, y Vela mismo proponía la creación de nuevas obras donde la poliédrica vida de las ciudades y su influencia demoledora en el sujeto estuvieran representados. Proponía utilizar “el ritmo sincrónico del ajetreo de la vida moderna”. La teoría abstraccionista24 los llevó de alguna manera a pensar en textos de autores que hubieran alcanzado el punto ideal de consecución de esa teoría del presente y la libertad, y para Arqueles en el género lírico, los autores que lo habían alcanzado eran Maples Arce con su poema “Prisma”, y José Juan Tablada con “Mujer hecha pedazos”. Lo que le parece interesante a la crítica del estridentismo, es que es el propio Vela, el guatemalteco, quien propone un contra-canon en ese momento álgido. El otro aspecto importante a nuestro parecer es que de acuerdo a la nueva teoría de la creación estridentista, consideraban haber inventado dos nuevas figuras literarias, que la crítica de la vanguardia no ve totalmente originales, sino como una revisitación de otras figuras. Se trataba de lo que Arqueles llamaba la “figura indirecta compuesta”, que venía a ser un ensamblaje de metáforas; y la “imagen doble” con las cuales transmitían movimiento, elasticidad, dinamismo y la simultaneidad de la vida moderna. A Mojarro le parece que Vela está teorizando sobre su propia práctica vanguardista, ya que de acuerdo a su opinión, había escrito y publicado La señorita etcétera en 1922, con lo cual inauguraba la narrativa vanguardista en hispanoamérica. Porque su obra contenía ya esas ideas y manejaba la incorporación del absurdo, lo incoherente y lo inverosímil, que continuaría en El café de nadie y Un crimen provisional. Intencionadamente Vela se había alejado de la narración tradicional. En otros artículos encontrados en la misma revista, Arqueles defenderá el concepto de “tendencia a la brevedad” como resultado de la vida sintética actual, a la que
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La teoría abstraccionista es explicada por Maples Arce en entrevista con Julio Ortega de la siguiente manera: como la tendencia a un creacionismo distinto al francés, ya que en Francia se trabaja con sistema de imágenes simples, en cambio el estridentismo propuso un sistema de imágenes dobles, de redacciones y coordinaciones intraobjetivas, tomando en cuenta la similaridad y superposición de imágenes. Mojarro. Hipertexto, 79.
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se ven expuestos en un mundo vertiginoso, en donde aparecen de nuevo, los pánicos e impacto de los sujetos modernos del nuevo siglo como tema. El agotamiento del estridentismo mexicano se produce alrededor de 1926 y coincide con el momento en que Arqueles Vela se marcha para Europa, donde se quedará a vivir por cuatro años, y también en donde escribe la novela póstuma del estridentismo El intransferible (1924-1928), que aparece publicada hasta en 1974. ¿Qué pretendemos en esta parte de la investigación, con la larga disgresión sobre el estridentismo y la participación de Vela en el centro de la participación de la vanguardia histórica mexicana? Uno de los objetivos en nuestro concepto es revisar su obra creativa, pero también estar enterados de lo que el aparato crítico, principalmente latinoamericanista ha descubierto, a lo largo de casi un siglo. A la otra pregunta de ¿por qué su obra narrativa estuvo por mucho tiempo a la sombra de otros escritores de distintos lugares de Latinoamérica, sin ser leída o estudiada?, nos apoyamos en las últimas investigaciones que nos revelan que se trata de una literatura que puede tener un diálogo con la literatura de la postmodernidad. Además las especializaciones en el campo de la crítica literaria, y su expansión multidisciplinaria, han permitido abrir los marcos de investigación sobre periodos de la literatura que habían sido confinados al olvido. Existe actualmente todo un aparato crítico que se ha ido ocupando del periodo de las vanguardias latinoamericanas. Y es aquí donde aparecen los primeros trabajos sobre el estridentismo, y el descubrimiento enfocado sobre la obra ensayística y creativa de Arqueles Vela, autor mexicano con origen guatemalteco, quien se encuentra en el centro de la discusión ideológica del estridentismo, pero también quien pone en práctica los preceptos de las teorías de la vanguardia latinoamericana con productos felices. Otro factor que lo hace interesante para la crítica, es advertir que se trata de un narrador, que publica novelas cortas, que en los géneros híbridos de hoy, oscila entre el cuento largo y la novela corta. Sin embargo, se trata de una novela, donde el sistema es absolutamente irracional, provocando una
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alinealidad extraña y obtusa. Otro elemento que aparece en los nuevos estudios sobre sus novelas, es la presencia de un desplazamiento genérico, que provoca en el lector o lectora un proceso de extrañamiento muy fuerte, ya que se trata de una escritura masculina, proveniente de un centro patriarcal, pero donde el operativo lingüístico hace desplazarse la problemática de manera inversa. En El café de nadie, una reciente investigación descubre que cuando ligamos el espacio del café con el cuerpo de la protagonista Mabelina, nos encontramos con la sorpresa que se observa una apropiación de lo femenino, en el acto de resistencia a la imposición discursiva del personaje masculino, en el momento preciso en que la mujer deja el café o sale del lugar.25 En Un crimen provisional y La señorita etcétera ocurre algo similar. Se produce la apropiación de lo femenino, ya que en los dos textos las figuras femeninas, funcionan como un otro, que afirma o subvierte al sujeto masculino.26 La investigadora de este trabajo sugiere que aunque sea perceptible y obvia la postura machista de los estridentistas, los tres textos que constituyen El café de nadie sugieren paradigmas ideológicos alternativos a lo falogocéntrico. Toda esta historia sobre el estridentismo mexicano y la participación de Arqueles Vela en el movimiento, no solo como escritor de ficción, sino también como participante en la propaganda que le dio cuerpo al movimiento, y además quien escribiera sobre la agenda lírica y escritural de ese ismo de la vanguardia, nos sirve para entender parte de las ideas estéticas que tienen que haber penetrado en Guatemala, a raíz de la coyuntura familiar de Arqueles con David Vela,27 aunado a la conciencia moderna de cambios, no solo urbanos, sino sociales y culturales que se estaban provocando en la Guatemala de inicios de siglo.
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Angela Cecilia Espinoza. El origen de los espacios: género, urbe e ideología en textos vanguardistas de Latinoamérica. Disertación. Universidad de California en Irvine, 2009, 22. Angela Cecilia Espinoza. El origen de los espacios, 23. Espinoza, revisando la biografía sobre Arqueles Vela (Mora 54-55) escribe lo siguiente: “Luego con su hermano David (un abogado guatemalteco), emprendieron planes para establecer el estridentismo en Guatemala”.
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Por las crónicas periodísticas de Alfredo Balsells Rivera en El Excélsior, sabemos que el estridentismo era un movimiento que había extendido su agenda hacia nuestro país. En 1924, Balsells publica un artículo titulado: “Estridentismo”, dando noticia pública del movimiento a raíz de tener en la mano un libro de versos estridentistas que no comprende bien. La página de poesía de El Excélsior, de la cual él era el director, incluye un poema dedicado a Kin Taniya, cuyo nombre oficial era el de Luis Quintanilla, mexicano integrante del movimiento estridentista que redicaba por ese entonces en Guatemala en el servicio diplomático. El poema que Balsells escribe y le dedica a Quintanilla es un poema estridentista de por sí, y la dedicatoria lo hace mucho más evidente en la agenda que maneja. En otra columna periodística del mismo año (1924), publica una entrevista con Luis Quintanilla a la que le titula: “Una charla con el poeta Luis Quintanilla”. Toda la entrevista es jocosa, y tiende a ridiculizar el trabajo que Quintanilla hace en la Embajada de México en Guatemala. Sin embargo, quien escribe tiene la conciencia de la vida moderna y su aceleración, y va introduciendo en los diálogos una serie de acotaciones de lo que oye, ve y siente en la ciudad, como en el plano de una película. Con estos comentarios intentamos probar que los movimientos de vanguardia, durante el periodo de la vanguardia histórica, no fueron desconocidos para quienes se quedaron a vivir en el país. Ya que el trabajo como periodistas les permitía el acceso directo a la información, y además el de entablar relaciones con otros periodistas del mundo. Es perceptible en los artículos del Excélsior donde Balsells y otros escritores se encontraban trabajando o publicando, que iban asimilando las tendencias de la vanguardia, ya fuera por lecturas de libros de otros, que practicaban las experimentaciones vanguardistas; pero también por la presencia en tertulias de quienes habían viajado a Europa y otros lugares del mundo, sobre todo a Sudamérica, y traían consigo las novedades textuales. Los vanguardistas más estudiados hasta el momento, Miguel Ángel Asturias y Luis Cardoza, poseen obras publicadas que pertenecen al mismo momento de la eclosión de las vanguardias, y sobre ellos se han escrito ensayos profundos y extensos, pero aislados del resto de escritores, posicionándolos como
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vanguardistas de primer orden. Sin embargo quienes se quedaron a trabajar y vivir en Guatemala a inicios del siglo, accedieron a la modernidad a través del periodismo y la literatura, y trabajaron sus textos dentro de distintas agendas, mucho más afines a sus necesidades. Las revistas que las vanguardias del mundo estilaron tienen un papel muy importante en la expansión de las ideas vanguardistas, porque se publicaron muchísimas, algunas de pocas ediciones, pero que dejaban testimonio de lo acontecido y sentido a nivel de escritura. Esta investigación es un primer trabajo por comprender nuestra vanguardia. No hemos tocado a los autores considerados canónicos y claves en el periodo de la vanguardia histórica, sino buscamos los cabos sueltos, y los intersticios por donde entrar a explicar culturalmente cuáles fueron las tendencias con las cuales se identificó la literatura guatemalteca activa en ese periodo. El objetivo principal de este trabajo es buscar los mecanismos de penetración de las vanguardias estéticas, cuando el país no contaba con una modernización acabada. Además es dar cuenta de las últimas investigaciones que le han dedicado a autores de origen guatemalteco como Arqueles Vela o Alfredo Balsells Rivera. Algunas de ellas merecen un trabajo independiente que un equipo mayor de investigadores podría realizar más adelante si hubiera interés. Este recorrido ha servido para enterar a quien escribe sobre los enigmas de nuestra vanguardia. Además para resolver acertijos y mitologías elaboradas a lo largo de todo un siglo.
Bibliografía citada y de consulta Balsells, Rivera (2010). Artículos periodísticos de la Hemeroteca Nacional de Guatemala. Revisados por Aída Toledo de enero-agosto. ________. (2011). Poesía completa. Guatemala: Editorial de la Tipografía Nacional. Brañas, César (2011). Los jardines insistentemente repetidos. Guatemala: Editorial de la Tipografía Nacional.
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Bolaños, Roberto (1981). “Arqueles Vela”, en La palabra y el hombre. Xalapa. Ver., No. 40, octubre-diciembre, 88. Cardoza y Aragón (2011). Luis. Obra poética. Tomo 1. Guatemala: Editorial de la Tipografía Nacional. Espinoza, Angela Cecilia (2009). El origen de los espacios: género, urbe e ideología en textos vanguardistas de Latinoamérica. Disertación. Universidad de California en Irvine. Grunfeld, Mihai (1997). Antología de la poesía latinoamericana de vanguardia (1916-1935). Madrid: Ediciones Hiperión. Irradiador. Revista de vanguardia - Proyecto internacional de nueva estética publicado bajo la dirección de Manuel Maples Arce & Fermín Revueltas. No. 2, México D.F., octubre de 1923. List Arzubide, Germán (1926). El movimiento estridentista. Jalapa: Ediciones de Horizonte. Mojarro, Jorge (2009). “Arqueles Vela, estridentismo y las estrategias de la vanguardia”. Hipertexto 10. Verano 2009, 74-81. Schwartz, Jorge (1991). Las vanguardias latinoamericanas. Madrid: Cátedra. Vela, Arqueles (2008). El café de nadie, La señorita etcétera, El viaje redondo. Guatemala: Editorial de la Tipografía Nacional. ______ .La señorita etcétera. Novela semanal de El universal ilustrado. Suplemento del semanario. Año I, 14 de septiembre de 1922. No. 7. Verani, Hugo J. (1986). Las vanguardias literarias en Hispanoamérica. México: Tierra Firme.
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Estado de la cuestión de la investigación histórico-filosófica en Guatemala Dr. Ricardo Lima1
Publicaciones de autores de pensamiento histórico e historiográfico
0. Consideraciones preliminares 0.1 Desagregación conceptual de “investigación histórico-filosófica” Si me sitúo a partir del documento enviado por la VRIP, solicitando y demarcando las áreas a ser investigadas, diré que son varias las opciones de interpretación que presentaba dicha asignación original. Así, el campo de la investigación “histórico-filosófica” podía tener varios significados: (1) historiografía de la filosofía o de las ideas filosóficas, entendiéndose por “historiografía” la ciencia o estudio, la revisión, reescritura, reinterpretación de eventos y escritos sobre historia; mientras, por “filosofía”, entenderemos la disciplina en sentido estricto (con sus sub-disciplinas tradicionales: lógica, epistemología, ontología, metafísica, ética, política, estética, etc.), por “ideas filosóficas” ideas, conceptos o nociones de origen filosófico o teórico en general, pero con el nivel de abstracción o generalidad que suele identificarse con lo filosófico; (2) filosofía de la historia en sentido estricto como sub-disciplina filosófica, o laxo como teoría o nociones acerca de la historia; (3) estudios historiográficos (sobre las ideas y los pensamientos) y estudios filosóficos en conjunción discreta, es decir, distintos unos de otros y permaneciendo así distinguidos, diferenciados. Si, por su parte, “investigación” se sobreentiende menos equívocamente como producción intelectual con rigor metódico, un “estado de la cuestión de la investigación histórico-filosófica” puede interpretarse como aquel que tiene por objeto dar cuenta de: (1) los estudios formales acerca del desarrollo de la filosofía o las ideas filosóficas en Guatemala; (2) el pensamiento guatemalteco,
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Licenciado en Filosofía y Letras por la URL; Ph. D. en Antropología por Rice University.
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filosófico o no, acerca de la historia; (3) las investigaciones filosóficas, por un lado, y las históricas, por el otro. Luego de sopesar las opciones en consulta con los historiadores y filósofos Regina Fuentes y José Cal2, optamos por la tercera posibilidad, dada la considerable estrechez de las primeras dos, que hubieran reducido excesivamente el corpus a estudiar. Ello principalmente por razones de lo escaso de la producción nacional en tales áreas, sin entrar a considerar para la primera el hecho más de fondo señalado por José Cal, en concordancia con José Villacañas y Faustino Oncina, historiógrafos de la filosofía, de que “una teoría de la Begriffgeschichte, o Historia Conceptual, tanto en su acepción filosófica como historiográfica es todavía hoy un desiderátum”.3 Como quiera que sea, un estado de la cuestión, comprendido como revisión panorámica de la producción relativamente reciente, nunca puede retrotraerse mucho más allá del último par de décadas, con lo que restringe aún más el corpus a considerar bajo las dos primeras opciones. Dividimos, entonces, el trabajo de la manera más simple: Ricardo Lima se ocupó de la producción en historia y Amílcar Dávila, de la filosófica. De hecho, las prácticas culturales y sociales concretas, en las que enmarcamos todas las producciones de pensamiento, ya sea estrictamente filosófico o delimitado en el proceso de develación historiográfica de la “producción de ideas”, en sus implicaciones sociales, políticas, económicas o culturales, que son en la actualidad, objeto de reconsideraciones interpretativas y, por tanto, de renovaciones metodológicas especialmente a partir del desarrollo contemporáneo de las ciencias históricas por medio de iniciativas como el paradigma indiciario4 desarrollado por Carlo Ginzburg y Giovanni Levi5, como de
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Licenciado y doctor en Historia por la USAC y la Universidad Pablo de Olavide, respectivamente; máster en Filosofía por la URL. “La historia conceptual como filosofía política. Breve reseña desde la historiografía de la filosofía”, Intuición. Revista de filosofía (2004), vol. 1, n° 2, p. 3. Citado por José Cal en Revista de filosofía (2004), vol. 1. Giovanni Levi nació el 29 de abril de 1939 en Milán; es un importante y renovador historiador italiano. Junto con Carlo Ginzburg es señalado como fundador y padre de la Microhistoria italiana.
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la Historia cultural impulsada por Rogier Chartier y continuada por Peter Burke y Fernando Bouza. A partir de estas renovaciones en cuanto a los procedimientos más sugestivos y apropiados para poder dar cuenta, examinar, analizar y crear discursos explicativos críticos sobre las producciones socio-culturales de la modernidad, pues es en esta etapa de desarrollo que tanto a la filosofía política, la historiografía de la filosofía y del pensamiento, y la historia social en sentido amplio han ido realizando adaptaciones y evoluciones procedimentales para así ir superando el concepto –temporalmente aceptado, pero que a partir de estas reflexiones se define y abre en su inagotable problematicidad– como la historia de las ideas (Geistegeschichte). Desde 1967, y en atención a la impronta sociológica de su origen, la Historia de los Conceptos (Begriffgeschichte) –ya citada por Dávila en el párrafo introductorio– plantea una relación de convergencia entre la historia de los conceptos y la historia de la sociedad. Es decir, el surgimiento de pensamiento actualizado, o las maneras cómo la interacción histórico-temporal afecta y obliga a los miembros de una sociedad específica a generar ideas sobre las interacciones orgánicas con el medio ambiente, y las sociales, con el entorno humano, darán como resultado, casi siempre, pensamiento y discursos que explican, alteran o sustituyen ideaciones que serán más apropiadas para dichas interacciones en términos de su contemporaneidad, de sus nuevos significados para la comprensión de la vida colectiva. De esta forma, tal como los hemos explicado, podemos asegurar tanto la coherencia como la practicidad actual y cotidiana entre los científicos sociales y, concretamente, entre los historiadores y organizadores de las líneas y producciones que sobre las ideas, los pensamientos y los productos intelectuales de las comunidades de personas inmersas y afectadas por el mundo significativo circundante y, por tanto, por la temporalidad y el espacio que corresponde, es decir, por la tradición heredada y asumida como fundamentación propia –como elementos disponibles para construir pensamiento y discursos determinados–, podemos confiar, entonces, la posibilidad de interpretación metahistórica que significa el ejercicio crítico de la historiografía sobre tales producciones cuyas fuentes sean siempre diversas desde la historia, la economía, la política o la filosofía propiamente.
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Tal como queda presentado, podemos ver con mayor claridad que la creación de discurso y, concretamente, de conocimiento en filosofía, en tanto que ideas, conceptos y sociedad, son susceptibles de procesos de análisis históricos y responderán necesariamente a las temporalidades de las cuales surgen (tradiciones) y a las cuales dan respuesta o sentido justamente delimitadas por el hecho de emerger como productos, precisamente, de la existencia común y colectiva y la significación conceptual y afectiva que, necesariamente, se comparten en la vida en común.
1. Objetivación del tema y explicación del concepto que define el área humanística que se explora 1.1 En torno a la definición y los fundamentos teoréticos y metodológicos de la investigación histórico-historiográfica La historiografía es definida como disciplina y procedimiento metódico propio de la ciencia de la historia, como una subrama disciplinar, que se dedica a estudiar y a analizar cómo se ha dado, a lo largo del tiempo, el registro de hechos históricos por el hombre. Lo particular de la historiografía podría ser la manera de comprenderla como la ciencia que hace historia sobre cómo el ser humano ha hecho historia a lo largo del tiempo, especialmente si se tiene en cuenta que los métodos, las formas, los objetos de estudio y los intereses han variado en cada época y para cada espacio de la geografía humana. Como quedó definido, el término historiografía hace referencia a las modalidades metahistóricas6 a través de
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Saber relacionado con la historia y que la trasciende, pudiendo ser una explicación, un fundamento o una interpretación o motivación de la misma.
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las cuales la historia es revisada y reescrita por personas, tanto historiadores como por otros narradores de hechos acontecidos, con sentido interpretativo y muchas veces subjetivo (sujeto que narra e interpreta) de acontecimientos acaecidos en determinados momentos y en determinadas locaciones. Al ser una producción subjetiva que toma y deja ciertos elementos de acuerdo a su interés y a los métodos utilizados, el estudio de la historia no es nunca igual, lineal e irrefutable, si no que, muy por el contrario, cada momento histórico ha mostrado diversas inclinaciones tanto en lo que hace a la metodología (pasando de estudios empíricos a estudios críticos), como en el objeto de estudio (los grandes hombres, las sociedades, las estructuras de pensamiento, etc.). La historiografía se ha consolidado como una disciplina científica, ya que cuenta con un objeto de estudio y con métodos y recursos con los cuales opera para analizar su objeto de estudio. En este sentido, algunas de las cuestiones que la historiografía buscará desentrañar serán elementos como la confiabilidad de las fuentes utilizadas, el marco ideológico de la corriente histórica analizada (ya que tal espectro influye claramente en la visión del proceso histórico que se realiza, a través de procesos hermenéuticos de interpretación), y las narrativas desarrolladas, entre otras. Además, la historiografía también busca entender qué es lo que nos enseña la historia de la humanidad, cuáles son los objetivos de su desarrollo, cómo pueden convivir o coexistir la subjetividad y la objetividad a la hora de realizar, dar cuenta o interpretar la historia, qué es lo que se considera un evento o acontecimiento histórico y cómo influye el medio en la comprensión de determinados fenómenos históricos. Desde otras perspectivas académicas, historiografía, literalmente significa “la escritura de la historia”. En su utilización contemporánea, de cualquier manera, este término hace referencia al estudio de las formas en que la historia ha sido y sigue siendo escrita –la historia de la escritura histórica, para aclararlo—. Es decir, cuando una persona estudia “historiografía”, no estudia precisamente los eventos acontecidos en el pasado directamente, pero, en cambio, se concentrará en las siempre cambiantes y renovables interpretaciones de esos eventos en los trabajos de historiadores individuales. Como ejemplo,
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podemos proponer que si una persona lee y revisa los diversos reportes históricos que se han publicado sobre “los años de la violencia” en Guatemala (la guerra de 36 años), esa persona terminará familiarizada con la historiografía de esa particular época de la historia guatemalteca. Desde la perspectiva de algunas escuelas de historia, la historiografía es el estudio de variadas aproximaciones al método histórico, la escritura concreta de la historia, y, principalmente, las diversas interpretaciones que pueden darse a los eventos históricos. La historiografía consiste en el estudio de las diversas técnicas empleadas por el historiador individual. No consiste necesariamente en el estudio de fuentes originales utilizadas o de primera mano, por ejemplo, materiales provenientes de una fuente original, para poder realizar estudios historiográficos. Justamente, porque la historiografía está enfocada principalmente en aquellos relatos que han sido escritos con anterioridad y que dan cuenta de los eventos históricos que ahora le conciernen –como las distintas escuelas de pensamiento y las escuelas interpretativas enfocadas alrededor de cualquier suceso histórico–, aclarando que no lo hace precisamente desde los materiales y fuentes originales a partir de las cuales el hecho histórico ha sido referido o sustraído, aunque la metodología empleada por el historiador pudiera ser revisada y comprobada con el fin de justificar y aceptar sus conclusiones como verosímiles y, por tanto, aceptables. Las fuentes primarias de la historiografía son, precisamente, las investigaciones y las obras escritas por los historiadores. Es en este sentido, como lo correspondiente a la investigación históricofilosófica ha sido entendida y asumida como procedimiento metodológico para leer, comprender, interpretar y redactar los reportes que habrán de dar cuenta de lo que me ha correspondido analizar de acuerdo con el plan original. Sobre las evoluciones y reformulaciones acaecidas en lo que de suyo corresponde como discurso científico a la historia, especialmente en cuanto a la construcción de su objeto y a su pretensión de certeza, José Cal7, sobre este tema afirma lo siguiente:
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Ibíd., 2004. Pág. 1.
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“…no es un progreso simple, lineal, acumulativo e irreversible, sino más bien un progreso complejo, lleno de saltos, retrocesos, de múltiples líneas de análisis y ensayos reflexivos. La reivindicación de una historia como reflexión crítica en constante construcción es una afirmación basada en el eterno periplo de la historiografía del siglo XX, el que se ha ido cumpliendo a partir de diversidad de ciclos de renovación. Con cada nueva coyuntura histórica general han ido renovándose los temas y los campos de la investigación histórica, igual que los nuevos territorios, las técnicas, los procedimientos, los paradigmas metodológicos y los modelos, conceptos y teorías que utiliza, aplica e incorpora en sus aportes al desarrollo actual del conocimiento”. Así, la historiografía es entendida como la escritura sobre la historia, desde sus contextos temporal y local, pero, especialmente la escritura sobre la historia basada en la revisión crítica de las fuentes de información, la selección de detalles particulares de los materiales originales en dichas fuentes, y la síntesis de aquellos detalles dentro de una reordenación narrativa que sea capaz de superar un examen crítico. El término historiografía también hace referencia tanto a la teoría como a la historia de la “escritura histórica”. Los historiadores modernos se orientan a la reconstrucción de registros múltiples de las actividades humanas y al mismo tiempo poder lograr una comprensión mucho más profunda del “sentido” de los hechos, y del “ser” en sí mismo. Esta concepción de la gran tarea por realizar es sumamente reciente, sus discusiones y nuevas adaptaciones teoréticas y aplicativas, se iniciaron en los confines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, en el advenimiento de la denominada historia “científica”. Por otro lado, la historiografía como deseo de preservar de alguna forma los registros de los logros y los acontecimientos humanos es una actividad muy antigua que se remonta a los inicios de la “civilización”. Como ejemplo, el libro más antiguo que se conserva, y que fue escrito en Egipto, también hace relatos sobre la historia; es decir, es una primera metahistoria y, por tanto, un primer ejercicio historiográfico. Pero el más grande y profundo desarrollo de la historiografía y su emergencia hacia su conversión como “ciencia”, es debido en gran parte a la creación de historiadores musulmanes. Al escribir sobre la
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historia de la historiografía musulmana, Franz Rosenthal afirma que la historiografía musulmana ha permanecido a lo largo de los tiempos unificada por lazos muy fuertes con el desarrollo general del conocimiento y la escolaridad propias del Islam. Así también, por el posicionamiento del conocimiento histórico de la educación musulmana ha ejercido una influencia decisiva sobre los niveles de intelectualidad de la denominada “escritura histórica”. Y lo lograron, según Rosenthal, por el entendimiento sociológico de la historia y por la sistematización de la historiografía. El desarrollo de la moderna “escritura histórica” parece haber ganado muchísimo en su desempeño en cuanto procedimiento confiable, por su uso permanente de literatura musulmana, lo cual permitió que historiadores de origen occidental, a partir del siglo XVII, pudieran vislumbrar una gran porción de la historia del mundo, previamente vedada a ellos, a través de los ojos, los juicios y la historiografía elaborados por los historiadores orientales. De esta manera, la historiografía musulmana había ayudado modesta e indirectamente a configurar los contornos contemporáneos del pensamiento histórico.
1.2 El corpus temático que se ha generado en Guatemala desde la investigación en lo histórico de las ideas y el pensamiento Desde las diversas fases históricas por las que ha transitado la historia de Guatemala, así como la historia de sus protagonistas y la población subalterna –La historia privilegiada de las hegemonías criollas y ladinas con capacidad de escritura y formación de ideología, además de su capacidad de credibilidad absoluta (por ser dueños de los medios y los únicos capaces de publicar), comparados con aquella población mayoritaria con su única posibilidad de ser sujetos de una historia silenciada y proscrita, privilegio de los sectores elitistas–, se han generado diversos medios y estrategias de creación, reproducción y permanencia en la aplicación de pensamiento y reglamentaciones que sustentarán la “legalidad” de los abusos y las elaboraciones de distanciamientos y posibilidades ciudadanas diferenciadas para ser ejercitadas en la vida pública, de acuerdo con los límites establecidos por dicho sector hegemónico. Desde aquí, se fundan y funcionan diversos medios públicos escritos, comenzando con diarios de las épocas, gacetas y publicaciones de diversas asociaciones de
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intelectuales, como la Sociedad de Geografía e Historia, Amigos del País, Instituto Indigenista Nacional, el Seminario de Integración Social, etc. Que han documentado, especialmente desde la sustentación de autoridad heredada desde los privilegios de pertenecer a la hegemonía criolla, incluyendo puestos importantes como lo han sido las alcaldías, gobernaciones, pero también desde las Encomiendas y los Repartimientos, desde donde se han emitido no solamente informes como los censos de población, especialmente, pensamiento e ideas que describen las capacidades y posibilidades de los pobladores indígenas de no poder ejercer responsable ni plenamente sus “derechos” ciudadanos. De suyo, la repetición y resurgimiento de las políticas de tutelaje y segregación estatal, así como el argumento encubierto o disimulado de la noción de nación eugenésica8. El corpus temático y documental creado inicia con materiales escritos y conservados de la llegada de los españoles conquistadores a estas tierras, provenientes de México junto con sus bastiones de indígenas mexicanos, como los son los materiales escritos por los cronistas Bernal Díaz del Castillo, Antonio de Fuentes y Guzmán, Diego de Landa, etc. Estos iniciales documentos, como quedó dicho, no solamente narraban las aventuras y las victorias de las huestes españolas en su paso dominador de los territorios, también describían flora y fauna, incluyendo los grupos indígenas que encontraban a su paso. Lo que significaba que se fueron elaborando descripciones de los comportamientos y maneras de ser y proceder de dichas poblaciones, desde la perspectiva, es claro, de los extranjeros incapaces de comprender las culturas locales y fortaleciendo las primeras nociones estereotipadas de las personas y las comunidades. De suyo, podemos afirmar que la acumulación y conservación de dicho corpus, ha sido la base de todas las discusiones y retornos a redefinir la postura del Estado guatemalteco con respecto a cómo comprender los diversos sectores de población guatemalteca diferenciada, y cómo continuar poniendo en acción, desde la época republicana a partir de 1823, y hasta nuestros días, las acciones, 8
Concepto vertido en la obra coordinada por Arturo Taracena, en donde plantea y defiende la estrategia permanente del Estado guatemalteco del “blanqueamiento” de la nación y la ciudadanía a través de políticas asimilacionistas.
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estrategias y consideraciones en torno a la población diversa, como ciudadanos con derechos y responsabilidades plenas, y, los indígenas, como población segregada, que debe ser “vigilada” en términos de tutelaje permanente, ya que no son capaces de sobrellevar la vida nacional –y la ciudadanía–, con plenitud de entendimiento y beneficio nacional9. Para ello, son vivo ejemplo las versiones de la Historia de Guatemala escritas por la Sociedad de Amigos del País, y otros proyectos provenientes de diversos sectores de las élites y la hegemonía guatemalteca. Recientemente, el Encuentro de Historiadores de Guatemala, de la USAC, consiste en una convocatoria de profesionales en la historia que realiza sus reuniones internacionales cada año y proponen temas variados de interés entre profesionales de esta disciplina. Para este año, el tema central del VII Encuentro Nacional de Historiadores es el bicentenario de la Constitución de Cádiz y de la independencia de Centroamérica. En el contexto más amplio, el tema también alude al proceso de construcción de la nación en la región, especialmente en Guatemala. Por ello, se propone a los participantes que presenten ponencias sobre historia política, historia social e historia intelectual enmarcados en estos temas con los objetivos de actualizar conocimientos, conocer y ampliar los debates y enriquecer la visión sobre ese complejo proceso. No obstante, como en otras oportunidades, el Encuentro está abierto a otros temas de la historia de Guatemala, del siglo XVI al siglo XX. El VII Encuentro se realizará en el edificio de la Escuela de Historia de la USAC en ciudad universitaria, en noviembre de 2011. En un recorrido panorámico ordenado con algún énfasis cronológico10, diremos que el corpus histórico-historiográfico sobre Guatemala, debe tener un fundamento generalizado a partir de las siguientes obras: Historia breve de Centroamérica, de Héctor Pérez Bignoli; Interpretación del desarrollo social centroamericano, de Edelberto Torres-Rivas; y Central America: a Nation Divided,
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Para su verificación y lista de documentos disponibles, revisar bibliografía de los libros considerados “primordiales” para esta investigación. El énfasis cronológico está basado y ampliado de una primera investigación bibliográfica realizada por Ralph Woodward, en los años 1990.
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de Ralph Woodward, que analizan información histórica desde la perspectiva de la región centroamericana, que afecta a cada una de nuestras naciones en el istmo. Sin embargo, la visión es necesario concentrarla en lo propio de la nación guatemalteca. Para ello, se han hecho varias propuestas entre las que se subraya y sugiere iniciar con los Apuntamientos para la historia de Guatemala, de Francisco Lainfiesta, una obra clásica que data de fines del siglo XIX. Como complemento en términos de un compendio completo sobre la historia, hay que hacer mención de la Historia general de Guatemala, que dirigió el historiador Jorge Luján Muñoz, y que fue impulsada por la Asociación de Amigos del País de Guatemala. Precisamente en esta obra se reúne un gran número de contribuciones hechas ensayo de varios especialistas guatemaltecos y otros extranjeros, grupo selecto que abarcó desde la época precolombina hasta las postrimerías del siglo XX. Sin embargo, debemos subrayar que esta extensa versión mantiene la visión y el asunto de las ideologías concatenadas desde sectores privilegiados que refundan la historia de la victoria de los conquistadores y sus legados de la hegemonía criolla. Es decir, la historia de las poblaciones en situación de subalternidad se mantiene sin espacio y sin posibilidad de formar parte de una más completa (e incluyente) historia de Guatemala. Para una comprensión precisa y más extensa del material histórico con que contamos para poder comprender las dinámicas fundacionales en la época colonial, es necesario citar la obra Spanish Central America, del historiador norteamericano Murdo MacLeod. Obra importante por cuanto la atención de MacLeod se centra en las figuras institucionales y las prácticas de la época en términos estrictamente económicos. Es decir, nos da información sobre los grupos sociales que iniciaron la organización de formas de explotación comercial y agrícola, y la conformación de los aparatos de poder político y económico de Guatemala. La economía colonial inicia con rasgos específicos que se consolidarán en los años por venir. Cierto énfasis en la explotación mineral, pero, principalmente en la agrícola y la visión agroexportadora. Consecuencia, es la diferenciación entre lo sucedido en el occidente guatemalteco y el oriente, donde se dan más amplios procesos de mestizaje y mayor grado de desarrollo económico. De suyo, la dicotomía y diferenciación creada desde esa época en la comparación de población ladina en el oriente y población
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indígena en el occidente, junto con sus variantes de desarrollo y de consideración desde el Estado. El elemento de intervención de la Iglesia en su momento es revisada y analizada por el historiador holandés Adriaan Van Oss, en su obra Colonialismo católico, en donde Van Oss examina el papel de la Iglesia católica en lo que en la época colonial corresponde a las intervenciones y participación en los aspectos y la vida socioeconómica de la época. Se apunta, interesantemente, que la distribución de órdenes religiosas de tipo secular en el oriente, y de órdenes religiosas convencionales, en el occidente, contribuyó de manera importante en los bajos niveles de mestizaje sucedidos en el occidente en comparación con los altos niveles del oriente. Van Oss también sostiene que la presencia del imperio español en Guatemala, como país siempre marginal, fue más bien débil. Por ello atribuye que haya sido depositado tanto poder y determinaciones en manos de las órdenes religiosas y su impacto en la organización del desarrollo económico general del país, pero específicamente diferenciado para estas dos áreas del territorio y su población. Sin embargo, algunos autores han enfocado su análisis y atención en cómo la vida colonial y las instituciones diferenciadoras, afectaron a los pobladores indígenas de Guatemala. En la obra de George Lovell, Conquista y cambio cultural, se muestra cómo a pesar de las afectaciones de violencia, de enfermedades, epidemias y los abusos por el régimen de trabajo forzado, sectores de población en la sierra de los Cuchumatanes, aprendieron a “adaptarse” a tales impertinencias de parte de los conquistadores. Importante porque se hace descripción de algunas estrategias que terminarán dando forma a las primeras acciones de “resistencia” y “sobrevivencia” personal y cultural. De hecho, Lovell opina que este tipo de protección interna, permitió la coexistencia de regímenes de explotación de mano de obra y las actividades agrícolas propias de las llamadas tierras comunales. Por su lado, hay obras de otros historiadores que se concentran más en el núcleo de la vida y el régimen colonial, la Capitanía General, la Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala. Este es el caso de Christopher Lutz, cuya obra, Santiago de Guatemala, describe con detalle el surgimiento
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de las “castas” y los poderes relacionados con sectores no indígenas de la población. Las castas, supieron apropiarse de las ideologías y las formas de vida privilegiadas por las élites coloniales, y es así como asumen posiciones directamente relacionadas con el poder colonial y los privilegios distribuidos. También distingue en la particularización de las influencias de las castas y no de la solidaridad que debió haberse extendido entre este grupo de población emergente. La consecuencia, entre otras, es que aunque lograron ingresar como protagonistas del desarrollo económico de la época, las castas o iniciales ladinos, los hicieron de manera individual, convirtiéndose en riesgo muy débil para la contención temporal del régimen español. Más bien, se cita que las verdaderas amenazas al régimen provenían de las reformas impulsadas por el Estado Borbónico hacia finales del siglo XVIII. Quizá la obra que mejor analiza esta puntualización histórica lo sea Gobierno y sociedad del historiador Miles Wortman, que describe la transición del Estado dominado por los Asturias hacia el Estado Borbónico. La transición es analizada en términos de cambios importantes en el último de los regímenes coloniales del dominio español, el consecuente ocaso de ese dominio y la formación del Estado nacional guatemalteco a principios del siglo XIX. Wortman comenta que justamente debido a los cambios introducidos por el Estado borbónico, especialmente los regímenes de impuestos y los cambios en estrategias de comercio, es que la tradicional hegemonía criolla de Guatemala, se debilita y esto da lugar y energía para que las ideas de unión y consolidación centroamericanista tomen auge hasta llegar al momento de la independencia en 1821. El desarrollo, organización y ejercicio del poder hegemónico, desde los inicios de la época colonial en Guatemala, es estudiada y analizada con bastante profundidad y detalle por la socióloga guatemalteca residente en España, Marta Casaús Arzú, quien en su obra Linaje y racismo, hace un seguimiento histórico de la formación de los grupos dominantes a partir de sus “redes de parentesco”. En ella determina las modalidades de fortalecimiento económico y las diversas modalidades de articulación que desarrollaron las familias criollas para vincularse con el poder político de tiempos de la colonia y de la época que he denominado colonialidad, época que se inicia a partir de 1823 y que llega hasta nuestros días, también llamada época poscolonial. De gran definición,
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aclaración e impacto en la comprensión de los diversos estadios y elementos que fueron institucionalizándose a lo largo de la historia de Guatemala hasta la plena consolidación de las élites dominantes, la oligarquía tradicional de origen criollo y las hegemonías económica y política. Utiliza un interesante método llamado prosopografía, que permite la reconstrucción de redes de parentesco y sus áreas de influencia e interés. Pues, la reconstrucción histórica de los grupos que ejercen dominio social y estatal, es un punto de inicio para la identificación de la ideología política y social de estos grupos. La descripción es el inicio de la investigación de dicha cultura política, con énfasis en las diferenciaciones sistemáticas realizadas por tal hegemonía en términos étnicos, y sus impactos en políticas estatales en la confección de brechas sociales y económicas, con énfasis en el tratamiento y consideración segregacionista hacia la población indígena mayoritaria de Guatemala. Por supuesto, una de las obras de mayor trascendencia no solo en la historiografía colonial, pero en la conformación nacional guatemalteca, es la obra del historiador guatemalteco Severo Martínez Peláez, La patria del criollo, de enorme tradición y consulta referencial para casi cualquier discusión sobre eventos históricos y sus implicaciones en la consolidación del Estado-nación guatemalteco, incluyendo sus componentes de diversidad poblacional, en épocas formativas y en la época contemporánea. Martínez Peláez se basa fundamentalmente en la obra, excelentemente documentada, Recordación florida, de Francisco Fuentes y Guzmán, cronista español del siglo XVII, de donde se analizan y comentan las bases sociales y económicas de la sociedad colonial guatemalteca. De estas bases, se aclaran elementos como los regímenes de “esclavitud” disimulada aplicada por las tendencias feudales aplicadas por la clase criolla dominante, que desde la distancia entre el imperio y las colonias americanas, asumían las leyes y sus aplicaciones con un criterio de total abuso y discriminación hacia el pueblo indígena y mestizo emergente de este país. Se describe también el arrebato y distribución de las tierras y sus habitantes para ser parte del inventario de los nuevos hacendados criollos que dominaron en esta primera época de la colonia. De hecho, es desde esta obra que queda claro la manera como el Estado incipiente y su legado hacia los nuevos estadios de la naciente nación, establecen con rigor las relaciones de dominio que pre-
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dominarán desde entonces y hasta nuestros días. La base será en los términos sobre cómo la sociedad heredera de los privilegios de la hegemonía criolla, mantienen el poder, el dominio y la subordinación segregacionista impulsada desde el Estado determinado y ejercitado desde la posición y la ideología de dichas hegemonías. Con ello, la importancia actual de esta obra se define justamente por la actualidad de cómo los acontecimientos sociales, políticos, económicos, etc., de la Guatemala actual, siguen siendo determinados por los criterios unívocos de la clase heredera del poder criollo en Guatemala, es decir, cómo Guatemala sigue siendo, fundamentalmente, la “patria del criollo”. Desde este punto de la historia nacional, o del recorrido breve y rápido que hacemos en esta sección del reporte, se hace necesario citar la obra realizada por el historiador guatemalteco, Arturo Taracena Arriola, Invención criolla, sueño ladino, pesadilla indígena: los Altos de Guatemala de región a Estado (1740-1850), donde Taracena aborda el delicado tema de la construcción de la nación. Entre sus temas, trabaja las dinámicas separatistas de la Región de los Altos, en el siglo XIX, basadas justamente en cambios que se dieron en el advenimiento de la Independencia y cómo las oposiciones entre criollos-castas y población indígena de occidente, principalmente, dando origen a las oposiciones iniciales que luego se convertirán en la dicotomía ladino-indígena, por excelencia, en la historia de las relaciones multiculturales de la nación. De nuevo, el autor pone énfasis en los procedimientos utilizados por el Estado para crear y ensanchar la brecha dicotómica entre los grupos de población, a través de usurpación y arrebato de tierras tradicionales, servilismo obligado para asegurar mano de obra barata y siempre disponible para las haciendas y las agro-exportaciones que enriquecían a costa de abusos, a los sectores criollos hegemónicos. La reacción, según Taracena, fue el acercamiento de la población indígena al presidente Rafael Carrera, quien, al fin de cuentas, se opuso a la idea del Estado de los Altos. Desde estos hechos, se sientan las bases de lo que será el Estado de Guatemala. Importante información específica puede encontrarse en la obra, Rafael Carrera and the Emergence of the Republic of Guatemala, del historiador norteamericano Ralph Woodward, y escribe sobre el régimen en donde critica sus políticas con respecto a la Iglesia y a las comunidades mayas del país. De hecho, Woodward afirma que esta fase de la tradición liberal en el poder, es la que marca las relaciones
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contemporáneas en la definición del Estado y sus políticas para con la población, de manera sectorizada, dividida y segregacionista. La época es clave, Woodward afirma que con las definiciones políticas de esta época liberal, basadas en el “orden y progreso”, se privilegia las posesiones y acciones exclusivas otorgadas a las clases criollas agroexportadoras desde la consolidación del cultivo del café, las nuevas acciones de expropiación territorial (especialmente por el interés público en la franja de tierras entre los 800 y los 2,200 metros de altura sobre el nivel del mar, por ser esta franja la que mejor calidad de café produce), para establecer en definitiva una autonomía económica en las clases privilegiadas y la intervención del Estado en la economía nacional. Esta parte de la historia y el desarrollo de clases políticas y económicas en ascenso, puede revisarse con mayor detalle en las obras de Héctor Lindo-Fuentes y Lowell Gudmundson, Centroamérica antes de la Reforma, y la de David McCreery, Guatemala rural. Estos historiadores ponen de manifiesto que la reforma liberal de 1871, no tuvo el gran impacto social que tradicionalmente se le ha otorgado por otros historiadores. En estas obras se explica cómo los intentos sistemáticos de parte de la oligarquía nacional y su respaldo de parte de los estados liberales que gobernaron consecutivamente hasta la dictadura ubiquista, no tuvieron el éxito buscado en torno a los intentos de despojo de tierras en manos de población indígena y mestiza pobre, campesina. El corpus de obras históricas e historiográficas, referentes a esta época y hasta la época actual, se complementa con la obra coordinada por Arturo Taracena, impulsada por el Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica (CIRMA), titulada Etnicidad, Estado y nación, obra realizada en dos tomos, en donde se retoman bases de la historia desde la Colonia hasta nuestros días11. Un momento crucial en la pretendida disquisición sobre la Nación y las identidades, es la parte que corresponde y que se trabaja muy escasamente, que corresponde al debate suscitado entre Carlos Guzmán-Böckler y Jean-Loup Herbert en su obra, Guatemala: una interpretación histórico-social, y Severo Martínez Peláez, en su obra, La patria del criollo, donde se contraponen posiciones de construcción ideológica e histórica de los elementos culturales o distintivos 11
Ver anexo de obras descritas.
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de segmentos amplios de población, en la conformación de las identidades que forman al Estado nacional guatemalteco. Este tema y las consecuencias del debate, las abordaré adelante en la sección que corresponde a hallazgos y elementos discursivos fundacionales. Lo importante a este punto, es que esta importante obra analiza la construcción de la “identidad” nacional a través de la descripción e ideologías involucradas en políticas de Estado en su definición y ejercicio político. Así, se destaca la importancia de lo acontecido y legislado a partir de las Cortes de Cádiz, de donde se impulsan las políticas de asimilación y segregación de las poblaciones indígenas con vistas y objetivos de definir la modernización del Estado y de la población. La reacción de algunas autoridades indígenas tradicionales incidió en la consolidación de alguna representatividad de la autoridad estatal a nivel local y de las comunidades. El libro de Greg Grandin, titulado The Blood of Guatemala, es fundamental para construir una idea bastante objetiva del espacio político que ocuparon y el poder limitado que ejercieron las élites indígenas como una bisagra histórica entre el colonialismo y la nueva época capitalista que asumiría esta parte del mundo del siglo XX y concretamente, el Estado guatemalteco con su afectación liberal casi permanente. El Estado guatemalteco, siempre autoritario y segregacionista, puede ser revisado desde otras perspectivas, a veces hasta literarias como es el caso de las descripciones de las épocas despóticas y tiránicas, en las obras de Rafael Arévalo Martínez, ¡Ecce Pericles!, de Carlos Wyld Ospina, El autócrata, y de Miguel Ángel Asturias, El Señor Presidente, donde se describen las variadas políticas de represión y en especial la dictadura de Manuel Estrada Cabrera (1898-1920). En el libro del historiador Keneth Grieb, El caudillo guatemalteco, analiza la dictadura liberal de Jorge Ubico (1931-1944), con énfasis en los métodos represivos empleados en su régimen y la actitud casi de sumisión que tuvo el general ante las demandas y exigencias de la United Fruit Company (UFCO). De su parte, otro autor, Paul Dosal, en su obra Doing Business with the dictators, complementa la postura y el criterio de Grieb, al cuestionar la actitud deliberada de complacencia demostrada por Ubico y sí establece que tanto debido a las ventajas otorgadas por Cabrera y por el general Ubico, es que la
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UFCO se convierte en un monopolio en la siembra y exportación del banano y en el usufructo de inmensas áreas de tierra productiva, mucha de la cual fue mantenida sin uso y sin acceso a los sectores de población que habían sido previamente abusados y expulsados. Lo mismo sucede, a principios del siglo XX, con las complacencias y la inversión realizada por el Estado guatemalteco para dar ventajas exclusivas a la UFCO con la infraestructura ferroviaria. El derrocamiento de Ubico en octubre de 1944, significa, por un lado, el fin de las dictaduras y regímenes liberales; y, por el otro, el inicio de la reforma política, social y económica que significó el advenimiento de los regímenes sociales de Arévalo y Árbenz. En esa época se vivió lo que se denominó los “diez años de primavera” de la nación. Concepto vertido por Luis Cardoza y Aragón en su obra, La revolución guatemalteca. En ella, describe y analiza, Cardoza, los gobiernos del Dr. Juan José Arévalo Bermejo (1945-1951), y de Jacobo Árbenz Guzmán (1951-1954). Aunque, con el fin de comprender las razones más allá de lo político que significó el derrocamiento de Ubico, es recomendable leer el libro del sociólogo guatemalteco Sergio Tischler Visquerra, quien afirma que la verdadera razón de la caída de Ubico se debió a la crisis política y económica del Estado liberal cafetalero por inestabilidades en los mercados mundiales debido a la Segunda Guerra Mundial. Las consecuencias históricas del período romántico revolucionario, concluyen con la invasión del Movimiento Liberacionista, liderado por el coronel Carlos Castillo Armas y financiado por la Central Intelligence Agency (CIA) del gobierno de los Estados Unidos. De esta época hay numerosas publicaciones, entre las que destacan, del mismo Arévalo, La fábula del tiburón y las sardinas, de Manuel Galich, ¿Por qué lucha Guatemala?, de Cardoza y Aragón, La revolución guatemalteca, de Guillermo Toriello, La batalla de Guatemala, y de José Manuel Fortuny, Memorias. Una nueva visita y actualización de datos históricos de esta época, es retomada en los años 80, en la obra Fruta amarga, de Stephen Schlesinger y Stephen Kinzer. De esta época quizás la obra mejor documentada y analizada lo sea Shattered Hope, de Piero Gleijeses, realizada con base en los archivos abiertos sobre la época de la invasión financiada por la CIA y el derrocamiento y exilio de Árbenz. Esta obra analiza en detalle y
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con citas de documentos concretos, los diálogos e intercambios que se dieron hasta concluir con los hechos descritos. Gleijeses afirma que estas acciones e intervenciones van dando forma y crean estrategias que más tarde serán empleadas durante la llamada Guerra Fría. En su momento, la obra importante de Richard Adams, Crusifixion by Power, así como la de Robert Wassertrom, Revolution in Guatemala, la de Jim Handy, Revolution in the countryside, y la de Cindy Forster, The Time of freedom, han señalado eventos y mecanismos cuyos efectos en términos de políticas económicas, políticas y sociales, precisamente emitidas y accionadas por ambos gobiernos revolucionarios, no solo no lograron, sino en algunos casos fueron contraproducentes de sus aparentes efectos benéficos en el área rural guatemalteca. Precisamente es Handy el que destaca los efectos de la Ley de Reforma Agraria de 1952, y cómo sus efectos se revierten sobre el gobierno arbencista hasta su caída. Muchas de las tierras no labradas que fueron redistribuidas entre los campesinos de la región significó el último malestar que la UFCO ya no estuvo dispuesta a soportar. Más recientemente, una nueva publicación hace un recuento de los acontecimientos de los significados de la Revolución de 1944, a sus cincuenta años de sucedida. La obra de Eduardo Antonio Velásquez, La revolución de octubre (1944), analiza los factores que hicieron posible la Revolución. La nueva situación política inmediata en la que cae la nación, a partir del derrocamiento de Árbenz en 1954, se marca por un periodo de violencia y conflicto en que se radicalizan los polos de ideologías políticas internas, y también la postura norteamericana en términos de su vigilancia permanente del riesgo de la insurgencia y el comunismo en Guatemala. Política y actitud que se mantiene vigente, con mayor y menor fuerza, hasta los años 1990. En su obra, Managing the counterrevolution, Stephen Streeter habla del conflicto armado y analiza los factores que provocaron los movimientos de insurgencia y contrainsurgencia y los discursos encontrados. Y es precisamente en el análisis de la época violenta posterior a 1954, donde Richard Adams, de nuevo, interviene con su artículo, “The Conquest Tradition”, donde el autor afirma que la tradición de violencia que tanto en Guatemala como en El Salvador,
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corresponden a algo que él llama “tradición de la conquista”, que se alimenta e incrementa principalmente en países con alta población marginada y en condiciones de explotación, especialmente población indígena o ladina-mestiza depauperada. Actitud de temor de parte de los sectores criollos y ladinos a un movimiento de sublevación indígena, también llamada “guerra de castas”. Ante este temor, el comportamiento y la reacción de los grupos no indígenas del país ha sido siempre la represión violenta. De hecho en las décadas de los años 1960, 1970 y 1980, la clase hegemónica guatemalteca determinó que existía una vinculación estrecha entre la población indígena y el movimiento guerrillero como una fuente de amenaza directa a los privilegios gozados por este sector. Parece lógico, ahora, entender la violencia irracional y las prácticas genocidas realizadas por el Estado guatemalteco y sus instituciones, en actitud servil en la defensa de los privilegios de la élite hegemónica. Hay autores que consideran que la vinculación de la población indígena con el movimiento guerrillero, no respondió a cuestiones de origen étnico, sino, estrictamente, a la dicotomía de clase social, ricos-pobres, dominantes-dominados. Sin embargo, la posición del antropólogo norteamericano Charles Hale, en su obra, Racial Ambivalence and Neoliberal Multiculturalism, se ha pronunciado en la definición del carácter étnico del conflicto. La obra de un intelectual suramericano, Carlos Sabino, Guatemala: historia silenciada, muestra un esfuerzo, desde la voz de las élites y el poder hegemónico, esta vez intelectualizado, que obtiene un nicho de expresión desde la Universidad Francisco Marroquín. Sabino es mayormente conocido en ámbitos conservadores de la ciudad y de la sociedad de Guatemala. Al leer el prólogo o cualquiera de los capítulos de la obra en sus dos tomos, el lector de inmediato advierte que se trata de algo más que un intento de “completar” la historia reciente de Guatemala porque algunos elementos importantes han quedado no incluidos, negados, o a decir del autor, silenciados, incluso desde la fuente, ya de por sí con la versión de la visión de la élite guatemalteca, como lo es la obra dirigida por Luján Muñoz, pero en este caso, radicalizada. Se trata, más bien, de un esfuerzo claramente solicitado por algunos sectores de la citada élite guatemalteca, esta vez con pretensiones intelectuales, que van encaminadas a proponer una nueva lectura de esa historia –historiografía con visión elitista–,
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desde donde se pretende interpretar los mismos hechos acontecidos y estimados por historiadores nacionales y extranjeros, pero desde una perspectiva distinta: darle voz a los que nunca han sido silenciados, precisamente la versión de los que vehementemente, por ejemplo, el cantautor catalán, Joan Manuel Serrat, llama paradójicamente en alguna de sus canciones, los que tienen “la sartén por el mango, y el mango también”, haciendo la analogía de manera metafórica, de que cuando la historia que nos presentan como “oficial” no nos gusta, o no nos conviene…, pues podemos proceder a cambiarla hasta adecuarla a nuestro gusto y a nuestro estilo ideológico, sin que la cientificidad de la historia y la historiografía tengan la menor importancia. De hecho, el Fondo de Cultura Económica se prestó como vínculo comercial para su publicación. El punto de partida queda así explicado: se trata de una visión de la historia nacional desde una óptica que pretende corregir la “historia oficial”, porque no es de su agrado, porque no cuenta los sucesos como a este segmento de la sociedad guatemalteca, le parece que debieron haber sucedido. En cuanto a la consideración del elemento religioso que intervino de distintas formas en el conflicto armado de los 36 años, este elemento ha sido trabajado por otros investigadores. Por ejemplo, el desarrollo de actividades de “Acción católica” considerada una estrategia de concienciación de clases marginadas para el empoderamiento, fue realizado en conjunción entre el partido político, Democracia Cristiana Guatemalteca (DGC) y algunos sacerdotes pertenecientes a varias órdenes religiosas, especialmente jesuitas. La obra ya citada de Richard Adams, Crusifixion by power, algunas etnografías realizadas por el padre Ricardo Falla, como su Quiché rebelde, de Douglas Brintnall, Revolt Against the Dead, y de Kay Warren, Symbolism of Subordination, de Phillip Berryman, Religious roots of rebellion, y el artículo de Arturo Arias aparecido en el libro coordinado por la antropóloga Carol Smith, Guatemalan Indians and the State, son obras que reportan y documentan diversas acciones, pensamientos e intervenciones realizadas con participación directa de miembros, tanto hombres como mujeres, de las diversas órdenes religiosas presentes en Guatemala. En los 36 años que duró el conflicto armado interno, las condiciones para la labor investigativa de profesionales nacionales y extranjeros fue riesgosa y dificultosa, sin embargo obras como Guatemala: eterna primavera,
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eterna tiranía, de la fotógrafa norteamericana Jean-Marie Simon, la magníficamente documentada etnografía, The Guatemalan Military Project, de la antropóloga Jennifer Schirmer, la compilación de Bob Carmack, Harvest of Violence, entre otras, contienen información de primera mano proveniente de diversas comunidades mayas afectadas por el conflicto y otros recuentos muy valiosos como los son las obras de Beatriz Manz, Refugges of a hidden war, y de Ricardo Falla, Masacres de la selva, que dan cuenta de las crueldades cometidas por el Ejército guatemalteco en su guerra “sucia” contra la población que se encontró, repentinamente, entre dos fuegos, en comunidades tan apartadas de la vida nacional como los son las poblaciones de la Zona Reina y del Ixcán Grande en Quiché. Otras obras testimoniales como la famosa obra, Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia, de la Premio Nobel de la Paz de 1992, Rigoberta Menchú Tum, y la obra, Testimonio, de Víctor Montejo. Estas dos últimas publicadas durante la época de recrudecimiento de la violencia. Otros investigadores se concentraron en estudiar los roles jugados por las poblaciones indígenas directamente en temas y acciones del conflicto armado. Así, la obra de David Stoll, tan cuestionada por su postura detrimental del género testimonial y los datos contenidos en la obra de Rigoberta Menchú, en su famosa Between two armies, y del francés Yvon Lebot, La Guerre en Terre Maya, donde se define de qué manera la población indígena se desempeñó mayoritariamente como expectadora y acusada de complicidad y respaldo al movimiento guerrillero, por lo que el Ejército y el Estado guatemaltecos, crearon políticas de etnocidio reconocidos por todo el orbe. Sin embargo, autores como Charles Hale, en su Racial Ambivalence, y Greg Grandin, en su The Last Colonial Massacre, afirman que muchas comunidades indígenas por voluntad propia o por haberse tenido que defender o escapar de las barbaridades anunciadas que venía cometiendo el Ejército, se involucraron y participaron directamente en muchos combates y acciones bélicas realizados en estos años. Sin embargo, a partir de la firma de los Acuerdos de Paz en diciembre de 1996, se ha escrito sobre la participación de diversos sectores sociales de Guatemala, incluyendo sectores de población indígena representada por intelectuales, profesionales y activistas que se sentaron a la mesa de discusiones hasta redactar y aprobar dichos acuerdos. La pretensión fue principalmente la reconciliación
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nacional, que se reporta en libros de Victoria Sanford, Buried Secrets, de Daniel Wilkinson, Silence in the mountain, de Beatriz Manz, Paradaise on Ashes, época de mucha esperanza y alegría por la nueva oportunidad que lograba Guatemala para poder reconstruir el tejido social destrozado y enfermo, y que culminó con la presentación pública de los informes Guatemala, Nunca Más, de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala –ODHAG– y de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de la ONU, con la obra, Guatemala, memoria del silencio, y el asesinato perpetrado sobre la persona del coordinador de esta última obra, monseñor Juan José Gerardi Conedera, de parte directamente del Ejército de Guatemala y su vil guardia presidencial, donde muchos de sus miembros participaron directamente y que se recoge en la obra de Francisco Goldman, El arte del asesinato político, el caso Gerardi. Son obras que marcan la historia reciente sobre el “desencanto” que vive Guatemala y su población, a partir del fin del conflicto armado, pero en la continuación de la época de pesadilla a partir de la firma de los Acuerdos y el incremento irracional de la violencia y la criminalidad y la impunidad en el país. El presente, marcado por la desventura y la realidad que nos arrolla a partir de las elecciones de noviembre de 2011, en donde el candidato ganador y nuevo presidente de Guatemala, es un ex militar, ahora de baja y viviendo su vida civil y política, pero que ha sido señalado de participar en hechos de violencia perpetrados contra la población en el sufrido Triángulo Ixil, en el noroccidente del país, así como en el complot para asesinar a monseñor Gerardi, de manera documentada (ver: http://www.lr21.com.uy/mundo/294518-nexosentre-perez-molina-y-el-asesinato-del-obispo-gerardi) por investigadores de la ODHAG y otras fuentes12. Es decir, la irracionalidad y la posibilidad de sanar las heridas de este país, continúan por un sendero que apunta al incremento y la sistematización de mayor violencia y estrategias de “limpieza social”, que podrían continuar y ser incrementadas con el régimen militarizado que regirá el país en el futuro inmediato.
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Véase al menos la publicación de Fernando Goldman, El arte del asesinato político, Anagrama, 2009.
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1.3 Las escuelas y tradiciones de pensamiento observables en Guatemala situadas en un horizonte temporal determinado 1.3.1 Las escuelas de historia tradicional, profesional, escolarizadas, como en el caso de Arturo Taracena, Gisela Gellert, Enrique Gordillo Castillo, Tania Sagastume Paiz, Knut Walter, Regina Fuentes, Carlos Sabino, Jorge Luján Muñoz, José Cal y otras escuelas como las de Cármen Álvarez, Soli Buska Margarita López Raquec, Marta Casaús, Edelberto Torres Escobar, Hugo Amador, Carlos Guzmán Böckler, Jean-Loup Herbert, Severo Martínez Peláez y Joaquín Noval, entre otros, provenientes de diversas escuelas de historia y de diversas disciplinas de las ciencias sociales, tanto en Guatemala como con especialidades en universidades norteamericanas y europeas. Tradicionalmente, escuelas que han tendido más hacia la interpretación y acción positivista del hecho histórico, caracterizadas por el rigor en la búsqueda de fuentes verosímiles y comprobables, para garantizar apego “científico” a los datos y los hechos conjurados en sus narrativas. En el caso de sociólogos, antropólogos y otros cientistas sociales, percibimos que el apego y los métodos pueden ser bastante más interpretativos, quizás más formuladores de las construcciones metahistóricas o historiográficas, aunque siempre basados en documentos o fuentes originales o al menos provenientes de fuentes confiables para poder establecer referencias con base objetiva. Existen variadas escuelas de historia, con la característica de que cada cual refleja, por supuesto, diversas aproximaciones historiográficas hacia el sujeto y el hecho históricos. Es de notar que “escuela” de Historia no significa algo meramente infraestructural ni tampoco cualquier establecimiento educativo per se. Es un término que se aplica a ciertos grupos de intelectuales y académicos que comparten nociones para construir conocimiento histórico, o comparten metodologías de investigación o simplemente ideas o ideologías definidas en cuanto a la interpretación de dicho sujeto o hecho histórico. De hecho, los historiadores pueden o no pertenecer a una o más escuelas de historia. Es probable que aprendan su disciplina desde una de ellas y, a partir de sus necesidades y aplicaciones a lo largo de sus carreras, hagan adaptaciones o cambios de postura y tradición. Algunos ejemplos de escuelas, de acuerdo
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con su filosofía, podrían ser la escuela marxista, la escuela neoliberal, la escuela economicista, escuelas poscolonialistas, o postmodernistas, etc. En el caso de los cronistas citados cuyas obras datan de los siglos XVI-XIX, se puede observar que todos los relatos y las descripciones están fundamentadas desde la obvia posición ideológica del extranjero letrado y desde la visión triunfalista propia de la Conquista y los sometimientos tanto de población como de las instituciones, leyes, etc. Lo que acontece con los historiadores en el siglo XX y lo que va del XXI, será muy rápidamente entendido desde la academia, por un lado; y desde la academia con sesgo de clase social, por el otro. Es decir, académicos como Guzmán-Böckler y Martínez Peláez, Falla, nacionales, y Herbert, Carmack, Gleijeses, por ejemplo, de origen extranjero, presentarán sus narrativas históricas basados en documentos históricos y desde una interpretación que surge y se basa en los hechos acontecidos sin disimular las consecuencias que el poder ha detentado en las definiciones institucionalizadas que fueron dando forma y definiendo un Estado nacional desde los privilegios y las ventajas que han sido analizadas y comentadas en las obras que han publicado. Por otro lado, vemos algunas contraposturas marcadas por la relación de clase social y de raigambre de origen oligárquico, aunque lo sea de manera trasnochada y tardía, como lo es el caso de Luján Muñoz y de Sabino. En estos casos, Luján Muñoz y la publicación patrocinada por la Sociedad de Amigos del País, de más o menos reciente revisión y reescritura en su versión de la Historia de Guatemala, es comentada por diversos sectores no precisamente hegemónicos de la sociedad guatemalteca, como una historia acrítica y parcializada que básicamente repite la visión y el punto de vista de los segmentos tradicionales del país que han detentado desde siempre el poder y el dominio del Estado nacional. El caso de Sabino, es más radical, por cuanto es considerado un académico neoliberal que, siendo extranjero y de reciente asentamiento en el país, es conminado a reescribir y reinterpretar, desde la visión neoliberal, especialmente los episodios sucedidos en los denominados “Diez años de primavera”, que aluden al periodo de los gobiernos de los años de la Revolución, entre 1944-1954. En este periodo, como ha sido presentado en la sección dedicada a la exposición
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del “corpus” encontrado, encontramos tanto autores nacionales como extranjeros que, basados en muchos casos en los documentos desclasificados por el Departamento de Estado de los Estados Unidos y la CIA, pudieron acceder a datos que habían permanecido “ocultos” a la elaboración y el entendimiento de lo acontecido en esos años, especialmente los que concluyeron con el derrocamiento de Jacobo Árbenz Guzmán. Finalmente, y de manera rápida, diré que los diversos autores que escribieron sobre los temas de las pláticas previas y de la redacción final de los Acuerdos de Paz, tuvieron, al menos tres vertientes. De un lado los documentos elaborados por militares y políticos alineados con la visión triunfalista del Estado. Es decir, aquellos que consideran que derrotaron las instancias y riesgos de la llegada del comunismo al Estado guatemalteco. De otro, las posiciones de participantes de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca –URNG– o las comunidades indígenas convocadas a su participación, posiciones consideradas, de entrada, débiles y con pretensiones de alguna manera revanchistas, representantes que lograron algunos de los acuerdos en mención, entre los cuales destaca el Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas, generados, redactados y firmados por el general Balconi, Héctor Rosada, Manuel Salazar Tetzagüic, Jean Arnault, entre otros. El tercer grupo, representado por políticos, periodistas y otras figuras públicas con alguna capacidad para acceder a la opinión pública, como Hugo Arce, Julio García, Vinicio Cerezo, Hugo Maúl, etc.
2. Corrientes de pensamiento relevantes 2.1 Descripción y ubicación en el tiempo de las corrientes observadas 2.1.1 Visión de los cronistas españoles Aunque ya comentada, es la visión y postura característica de Diego de Landa, Bernal Díaz del Castillo y Francisco de Fuentes y Guzmán, entre otros, que describen y dan cuenta de las hazañas de los conquistadores españoles, los iniciales asentamientos, el dominio de las poblaciones y el establecimiento de los nuevos órdenes administrativos, de las nuevas figuras de gobierno y el control de la población, los medios de producción, la tenencia de tierras y propiedades y los
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impuestos. La visión de los pueblos originarios habitantes pobladores de las tierras descubiertas fue siempre con visión estereotipada y fuera de todo humanismo renacentista (España no vivió ni fue afectada por las nuevas corrientes del Renacimiento y permaneció sumergida en su visión medievalista). Esto contribuyó a que el accionar de la nueva Conquista consistió en destruir antes de comprender lo propio de las culturas amerindias y la visión peninsular-centrista con respecto a la superioridad de la cultura y la raza española sobre la de los aborígenes americanos. Visión que permanecería igual durante toda la época colonial. 2.1.2 Visión de los primeros pobladores criollos en la época de la Conquista Destaca en las obras leídas, primero, la condición de superioridad de los conquistadores y sus descendientes criollos con respecto a la manera como se veía, consideraba y trataba a las poblaciones originarias. Desde esta visión, se creó y distribuyó la tierra y el poder central y los poderes locales. Los nuevos terratenientes criollos se tornaron en verdaderos señores feudales respaldados por las leyes y bulas establecidas para justificar las posesiones tanto de tierras como de pobladores para garantizar mano de obra gratuita (esclavizada) a través del establecimiento de las Encomiendas y los Repartimientos. 2.1.3 Visión del Estado desde la época republicana (1823) Como queda establecido en la obra coordinada por Taracena Arriola (2004), en 1823, se desmorona el sueño de la Federación centroamericana y devienen los regímenes republicanos para cada una de las naciones del istmo. De hecho, los días en que se firmó el Acta de Independencia, en 1821, ya significó el protagonismo y el mantenimiento de las ventajas de la clase criolla. Con la época republicana, únicamente se consolidó el ejercicio del poder y las ventajas económicas para las estirpes de familias criollas que continuaron con el establecimiento de leyes que favorecían, por un lado, a la población criolla, y en desventaja para las poblaciones nativas de indígenas y las castas, por el otro, especialmente en términos de la imposición, vía el tutelaje estatal –y leyes específicas aprobadas para su implementación–, con el fin de garantizar el trabajo agrícola requerido en las estancias y fincas productoras, en ese entonces, de añil, cochinilla y otros productos hortícolas.
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2.1.4 Visión desde la Revolución Liberal (1871) El cambio aparentemente revolucionario no significó otro asunto más que el nivel de hartazgo y desesperación demostrada por algunos miembros jóvenes del Ejército Nacional, como lo fueron los generales Justo Rufino Barrios y Jorge García Granados, quienes orquestaron un movimiento hasta derrocar al general Vicente Cerna, presidente de la República hasta entonces, y quien pertenecía y beneficiaba principalmente a las clases oligarcas de raigambre criolla, que detentaban y mantenían el control político y económico de la nación. Esta época se caracteriza por la pretensión de “modernización” del país, se destaca en las obras citadas, en convertirse en una época donde se desplazan, pero no desaparecen las hegemonías de origen criollo. De hecho, terminan reforzándose porque con el ingreso de Guatemala a los mercados mundiales que se interesaban en el café, se crea infraestructura (ferrocarriles, carreteras, puertos) que van a beneficiar directamente a las clases ya establecidas en el poder y la incorporación de otros sectores en ascenso. La revolución liberal, establece nuevas leyes que “arrebatan” sus tierras a pobladores históricos y las entregan a grupos que ya pertenecían a estas hegemonías. El Estado solamente refuerza sus políticas de tutelaje de las poblaciones indígenas y las castas y establece leyes de trabajo obligatorio. 2.1.5 Visión desde la Revolución de 1944 El régimen debilitado del general Jorge Ubico, cuyo gobierno tiránico sobrevive entre 1930 y 1944, es considerado en los libros de historia como una época caracterizada por la honradez de los gobernantes, el progreso en la inversión en infraestructura y la aplicación de medidas drásticas contra la delincuencia, por lo que el país vivió una época de relativa paz y tranquilidad. Ubico, de cualquier forma, promovió leyes contra la vida indigente y castigó duramente a pobladores con trabajos obligados en la construcción de carreteras y puentes. La Revolución y los revolucionarios exigían un cambio en los abusos sostenidos que mantenía este otro régimen liberal en cuanto al “despojo” de tierras continuada y aplicada a la población indígena, principalmente. Los nuevos ideales sociales de corte más humanitario exigían cambios en la manera
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en que el Estado debía definirse como tal y en su relación con la población diversa. El Estado debía crear fondos e invertir en el bienestar directo de la población. Esto sucedió hasta cierto punto durante el gobierno de Arévalo, con mejor formación de maestros en las escuelas normales, con la aprobación del régimen de seguridad social, etc. Sin embargo, las pretensiones del ideal autónomo y digno de la Nación al quitar las tierras que de manera abusiva habían sido concedidas a la UFCO, logró que el gobierno norteamericano optara por “borrar” el riesgo de las ideas marxistas sustentadas por Árbenz Guzmán. Esto sucedió durante los llamados “10 años de primavera” en Guatemala. Después de su caída y exilio, Guatemala inició la parte quizás más negra de su historia con la sucesión de gobiernos de corte militar, con contadas excepciones. 2.1.6 Visión desde los Acuerdos de Paz (1996) El movimiento revolucionario reunido en estos años en la URNG, está militarmente derrotado y espiritualmente agotado y desesperado. La población está dispuesta a aceptar cualquier opción mientras se restablezca la paz en el interior del país. Algunos países europeos se aprestan a mediar y ayudar. Noruega, Suecia y Francia promueven encuentros para comenzar a definir los diálogos de paz. México accede a prestar su territorio para que dichos diálogos se den en tierra neutral. Diversos sectores son convocados y los diálogos comienzan a llegar a acuerdos. Cuando en 1996 están listas las partes para la firma de dichos acuerdos, se ha alcanzado, de alguna manera, la visión utópica de una nación, cuyo Estado y población están dispuestos y deseosos de trabajar por un nuevo paradigma que reconoce la multiculturalidad, los derechos y dignifica a todo ciudadano guatemalteco. Tal visión, el tiempo lo dirá, será considerada tanto por el Ejército nacional como por el Estado y la oligarquía nacional, como una serie de documentos inútiles, impertinentes y ajenos a como se desea, desde la visión hegemónica, mantener e incrementar las diferencias entre los sectores sociales poderosos y los grandes sectores subalternos. 2.1.7 Visión actual Con el cobarde asesinato de monseñor Juan José Gerardi Conedera, el 26 de abril de 1998, quedó muy claro que existen segmentos con poderes ocultos en las tinieblas de los poderes paralelos e ilegales, en sectores aun controlados
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por militares o personas que pertenecieron a las fuerzas armadas y otros grupos de paramilitares que aun ejercen poder en Guatemala y permanecen impunes ante la ley. Es decir, sectores de población que no están dispuestos a que se sepa ni se juzgue a personas que jugaron papeles de ilegalidad en el exterminio y el combate de la guerrilla en el país. Combate que pasó de “limpieza” de personas consideradas sediciosas y, por tanto, peligrosas para el Estado, hasta convertirse en estrategias de “limpieza étnica”, que favorecían a fuerzas progresistas, de postura neoliberal y actividades agroexportadoras, que, en todo caso, tanto políticas como acciones perpetradas por agentes e instituciones del Estado, realizaban para proteger intereses de este sector privilegiado y así mantener satisfechas a las oligarquías del país dentro del proyecto de nación predefinido. Estas mismas fuerzas obscuras se ciernen sobre el territorio nacional y han llegado a determinar el nivel de ingobernabilidad del Estado al llegar este no solamente a la consideración de ser un “Estado fallido o fracasado”, sino, principalmente, por haber alcanzado la situación crítica de “Estado secuestrado”. Es decir, bajo dominio de camarillas de políticos y empresarios corruptos que han “tomado” las posiciones principales del Estado para lucrar, robar y dominar a cualquier nueva autoridad que llegue, democráticamente, a ejercer el supuesto poder.
2.2 Análisis y cualificación de conclusiones, hallazgos, logros y dificultades que presentan en su evolución 2.1.1 Conclusiones a) El proceso de investigación histórico-historiográfico me ha posibilitado, de una manera cualitativamente más adecuada, la comprensión de hechos, ideas, pensamientos, ideologías y políticas que se han definido y puesto en acción a los largo de casi 200 años de vida independiente y otros tantos de vida bajo régimen colonial, para dar forma al Estado nacional guatemalteco, en su definición histórica y en la actual, y a sus consecuencias en cuanto a la diversidad de ciudadanías que ha promovido en el ejercicio de poder. b) El proceso de definición y acción dentro de la esfera de la vida pública nacional de los segmentos considerados hegemónico y subalterno, es decir,
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grupos que detentan y ejercen poder, tanto político como económico, en contraste con otros segmentos de población cuyas funciones han sido más bien definidas por las relaciones de dominio y hasta sometimiento, han sido ejercidas verticalmente con el efecto de establecer ámbitos de opresión desde políticas de tutela poblacional y segregacionismo en la distribución de los poderes. c) La producción de ideas, pensamientos e ideologías, concretamente en las que han prevalecido en cuanto la definición del Estado nacional, han sido generadas y convertidas en políticas públicas o legislación, desde el origen de las clases oligarcas de origen o raigambre criolla. Esta tradición de dominio ha generado, como consecuencia, la consideración de la nación o la estrategia eugenésica, que aún prevalece en pleno siglo XXI. d) La pertenencia y el ejercicio del poder hegemónico se ha transmitido en Guatemala a través de las relaciones de parentesco estudiadas y explicadas por Casaús, provenientes de las primeras familias que se diferenciaban entre conquistadores, peninsulares, criollos y descendientes de los criollos. e) Las ideologías de dominio siguen actuando como herederas del accionar y los privilegios que el Estado guatemalteco siempre ha dispensado para este sector de la población. Es de notar que en el último estudio de condiciones de vida Encuesta Nacional de Condiciones de Vida –ENCOVI–, realizado en 2006, se presenta que el 82% de las tierras productivas están en manos de menos del 2% de la población del país. Las influencias y presiones que ejerce este sector continúan siendo en torno al mantenimiento de tales condiciones de privilegio y la sistemática oposición a acceder a la modernización del llamado Pacto Fiscal, justamente para mantener el control sobre los que pueda o no crecer y robustecerse dicho Estado, y a la mirada crítica de la clase política corrupta que asola la realidad pública del país. f ) Las controversias generadas por el encuentro a veces conflictivo de criterios sobre diversos elementos de la realidad social y multiétnica del país, como fue el caso de la dicotomía ladino-indígena, con el criterio de comunidad imaginada, entre Guzmán-Böckler y Severo Martínez, han generado dis-
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cusiones y definiciones de buen nivel intelectual, que, en todo caso, han contribuido a la comprensión de las relaciones sociales, las relaciones de poder, la definición de qué ha sido el Estado nacional y la situación del establecimiento de las distintas cualidades de ciudadanías que se han dado a lo largo de la historia. 2.1.2 Hallazgos a) Producción multitudinaria de muy buen nivel de profesionalismo e intelectualidad involucradas en la formación de un importante corpus sobre el sujeto y los hechos históricos propios de la realidad de la nación guatemalteca. Esta producción tiene como autores tanto a personas guatemaltecas como extranjeras que han contribuido no solamente con la calidad de sus obras, sino específicamente con los procesos, metodologías y formas de definir sus procedimientos de investigación, sus fuentes de información y sus procesos estrictos de organizar los relatos que darán cuenta de lo histórico. b) La metodología utilizada por Marta Casaús, la prosopografía, definida por ella misma como la metodología apropiada para la reconstrucción de redes familiares y sus áreas de influencia. Es decir, no solamente crea las redes importantes de filiación en términos de familias consideradas como definitivamente pertenecientes a la oligarquía nacional, pero también sus relaciones e influencias sobre el Estado y los vínculos de parentesco y solidaridad, para el mantenimiento de privilegios y prebendas. c) La relación que se da históricamente documentada e historiográficamente comentada en la relación de la detención de puestos de poder administrativo y político y su relación con la definición y puesta en vigencia de legislación ad hoc para establecer y mantener los privilegios otorgados a los grupos y familias hegemónicas. d) El advenimiento de cortes y legislación de dimensión internacional como las Cortes de Cádiz, las Leyes de Indias y la contra respuesta y desacato de los grupos dominantes por cuanto dichas leyes coartaban y limitaban las posibilidades de las grandes ventajas (abusos) definidas por estos grupos
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sobre la población indígena y campesina ladina pobre que debían soportar estoicamente todos estos estratagemas que les beneficiaban grandemente. e) En todos los sujetos y hechos históricos subyace una corriente de pensamiento que define, desde los propósitos, necesidades y conveniencias de los actores con posiciones de poder y cambio, justamente elementos que pueden ser rescatados y que en todo caso contendrían la parte medular de los procesos de generación de ideas y pensamientos que impactan en la vida pública, creando cambios y acciones en el Estado, las instituciones y las leyes o políticas que darán forma a la vida nacional. f ) A través de las lecturas consideradas primordiales, he podido detectar lo que se ha denominado “redes intelectuales”, donde diversos autores, a veces con diversas tendencias o ideologías políticas, pueden coincidir en tantos intereses en ciertos periodos históricos que conllevan especial peso fáctico susceptible de ser analizado con mayor profundidad. Sin embargo, declararé como hallazgo, el hecho de que estas redes funcionan y se detectan más por la vía de las citas, a favor o en contra, dentro de las mismas obras y no necesariamente en debates públicos que darían mayor riqueza a la vida intelectual del país. 2.1.3 Logros a) Hemos conseguido establecer una serie de ideas que clarifican el “estado de la cuestión” en términos de, por un lado, haber escogido las obras y los autores más representativos que proponen y generan ideas y pensamientos tanto filosóficos como, en este caso, pensamientos de tipo político, social e histórico. Y, por el otro, haber tenido la oportunidad de revisar la producción intelectual interna de dichas obras y autores. Es decir, el poder haber estado expuestos a corrientes de pensamiento original, en algunos casos, a pensamiento condicionado por demandas disciplinares, por el otro; al fin, la detección de expresiones que surgen de nichos de pensamiento socialmente condicionado que van dando forma a lo que llamaríamos los discursos formativos de la nación y la vida nacional en cuanto a su población y condiciones de ciudadanía.
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b) Es importante señalar que a partir de lo realizado en este ejercicio investigativo, hemos alcanzado una percepción más precisa de los elementos que no solamente están pendientes por ser examinados e interpretados, pero, principalmente, hemos adquirido un sentido práctico de lo que podríamos considerar como prioritario o más urgente por hacer, para ir creando productos que sean susceptibles de ser expuestos y discutidos a nivel público nacional y generar discusiones a este nivel. 2.1.4 Dificultades a) En primer lugar, diré que en el proceso de establecer el “corpus” de obras históricas e historiográficas, se encuentra que en el proceso de las lecturas particulares de algunas obras, se hacen citas y referencias a otras obras que han sido escritas sobre los mismos temas o de manera complementaria. Pues bien, un buen número de estas obras han sido escritas por intelectuales o profesionales extranjeros y es a veces imposible poder encontrarlas en alguna fuente de bibliografía en Guatemala. Habría que realizar todo un inventario de lo que no es posible encontrar y proponerse adquirirlo aunque fuera en forma de microfilm o cualquiera otro medio. b) El “estado de la cuestión”, entendido en términos de alcance y extensión en el tiempo como algo que no debería exceder los 15 a 20 años hacia atrás de la época actual, se convierte en una barrera en sí misma, ya que para incluso poder comprender la emergencia de obras y pensamientos en una sociedad dada y en un tiempo determinado, hay tradiciones que crean impactos e influencias sobre tales producciones. Es decir, en el caso personal, lo que me sucedió es que al analizar obras históricas importantes como La patria del criollo, de Martínez Peláez, uno mismo se incita en la necesidad de revisar obras relacionadas como la misma Recordación florida, de Fuentes y Guzmán, esta, a su vez, los llevará a revisar obras donde aparecen leyes propuestas que afectaron a la vida nacional y a las relaciones de poder que hemos comentado, etc. Es decir, de nuevo, en este punto, el “estado de la cuestión” no es una decisión que se toma sobre un periodo histórico y simplemente se trabaja. No, este “estado” es algo
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que al final de un proceso de revisión y comprensión de la tradición que los fundamenta, hasta entonces puede ser accedido para comenzar a crear discursos analíticos y críticos que permitan tener una mejor base histórica sobre los diversos aconteceres y pensamientos que los llegaron a establecer como hoy los vemos.
2.3 Descripción de las preguntas centrales que han orientado las prácticas de investigación en cada una de las corrientes de pensamiento observadas 2.3.1 Las preguntas de investigación surgen naturalmente, de una parte, del ímpetu intelectual que lucha por despejar misterios y partes vacías de información, desconocimientos aun irresolutos. Pero, por el otro, desde las lecturas y las posturas ideológico-racionales asumidas por cada uno de los autores que fueron seleccionados para dar cuenta de esta fase denominada “estado de la cuestión histórico-filosófica”. En ese sentido, la primera pregunta que surge, es sobre las razones y principalmente sobre las motivaciones que obligaron, finalmente, a los autores, a realizar sus fases de investigación documental, de entrevistas, de confirmaciones y confrontaciones y luego de escritura, y, en algunos casos, de revisiones realizadas a los documentos aparentemente terminados. Es decir, para mí en cuanto investigador para este particular proyecto, se presenta la mayor cuestión dirigida a la veracidad de lo narrado y a lo completo o no completo de lo expuesto, analizado y presentado. Es decir, ¿los autores habrán tenido la objetiva voluntad de consultar diversas fuentes para intentar transmitir el hecho histórico no solamente desde particulares puntos de vista? ¿El pensamiento, ideas y nociones vertidas sobre sujetos y hechos históricos pertenecen a una fuente original, personal, o más bien siguen una tendencia predefinida y que les motiva a “despejar” igualmente los misterios que los motivan? Hay, sin embargo, otro tipo de cuestionamientos que estimulan e impulsan los procesos de investigación. Las preguntas que permitirán el manejo y el cuidado proveniente de los sesgos ideológicos. Es decir, ¿Cómo entienden los autores al Estado nacional? ¿Cómo definen los componentes y las formas
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como se concretan las relaciones de poder? ¿Y las económicas? ¿Cómo los sujetos bajo estudio, los protagonistas de la historia, que aparecen a la distancia y únicamente en las referencias de otros historiadores, pueden aún hablarme y decirme cosas auténticas a lo largo del horizonte de sentido? ¿Qué sentido tienen los pensamientos y acciones realizadas en el pasado y cómo han contornado el presente? ¿Cómo influyen estos imaginarios históricos en los valores y en las identidades actuales de los guatemaltecos? Finalmente, ¿Cómo contribuyo yo a esclarecer las nociones de Estado, Nación, identidad, poder y ciudadanía?
2.4 Autores, selección de obras representativas y revisión bibliográfica. Explicación de los criterios de selección a-b) Arturo Taracena (UNAM-Yucatán), Etnicidad, Estado y nación, (2 vols.), 2004. c)
Marta Casaús (UAM), Linaje y racismo, F&G Ed., 2005.
d-e) Carlos Sabino (UFM), Historia silenciada (2 vols.), Fondo de Cultura Económica, México, 2000. f)
Piero Gleijeses, “The Shattered Hope, Guatemalan Revolution and the United States, 1944-1954.” Princeton University press, 1991.
g)
Severo Martínez Peláez. La patria del criollo.
h)
Carlos Guzmán Bockler. Guatemala: una interpretación histórico-social.
Los criterios de selección tuvieron inicialmente la base de la revisión y conformación de: a) Listas de obras disponibles sobre el tema de la historia y la generación de pensamiento sobre la nación guatemalteca. Inicialmente basados en los límites y las restricciones que la misma noción de “estado de la cuestión” impone. b) De inmediato se impone la necesidad de la revisión minuciosa de las listas de obras obtenidas y de ella van surgiendo una amplia lista de posibili-
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dades para ser clasificadas como obras de primera magnitud y obras con capacidades complementarias o subordinadas a los temas y autores. c) De la selección depurada de las obras principales. Especialmente, debido a que es posible establecer que algunas obras, aunque no hayan sido escritas dentro de los límites de temporalidad definidos para el establecimiento del objeto último de investigación, están presentes, crean diálogo y son referencias actuales a los temas históricos que se siguen tratando en el ámbito nacional. d) Finalmente, en reunión y discusión profunda con mi compañero de investigación, Amílcar Dávila, llegamos a seleccionar las lecturas y autores que sería imprescindible trabajar para poder alcanzar los objetivos de la investigación.
3. Momento actual 3.1 Discusiones clave prevalecientes Existen y se han dado varias discusiones que han sido puntos nucleares de la problematización de diversos aspectos sociales, culturales, políticos y económicos en el país. De hecho, existen algunos previos, como los generados en la época en que se crea el Instituto Indigenista Nacional, pero que en nuestro caso, rebasan las intenciones de respaldar aquellos otros que ayuden a dar cuenta de lo que denominamos el “estado de la cuestión”, por su peso ideático y su actualidad. Para ello y con este criterio, yo podría proponer tres momentos a discusión: el primero sería el histórico debate público entre las posturas de Severo Martínez Peláez y Carlos Guzmán Böckler-Jean-Loup Herbert, en su controversia sobre las definiciones y peso histórico de la dicotomía ladinoindígena en la formación del ciudadano y el estado nacional guatemalteco. En segundo lugar, podría citar el debate público, en los medios masivos, que generan las publicaciones y las ideas que Rigoberto Juárez Paz, emite y defiende desde su postura asimilista de las culturas e idiomas indígenas del país, al considerarlas inútiles e inservibles para la modernización de la nación, y sus contrapartes, en las voces y escritos de otros académicos tanto ladinos como
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indígenas. Quizá un tercer momento de controversias que afectan elementos ideológicos y la construcción de las identidades nacionales, como lo fue la controversia Menchú-Stoll. Discursos e ideologías encontradas en cuanto a los cuestionamientos que se dan sobre la obra narrada, atribuida a la voz de Rigoberta Menchú Tum, y escrita por Elizabeth Burgos-Debray, Mi Nombre es Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia, cuestionada por el género literario “testimonio” y los contenidos más o menos verosímiles que ahí se presentan. Por último, por razones de tiempo, podríamos presentar y discutir someramente las controversias que se dan entre representantes del Ejército nacional y miembros representantes de las comunidades mayas de Guatemala, en cuanto a los argumentos encontrados para poder realizar e incluir el acuerdo sobre los derechos de los pueblos indígenas de Guatemala.
3.2 Tendencia principal o hegemónica Las tendencias detectadas a lo largo de las lecturas y reinterpretaciones historiográficas realizadas, indican muy claramente que tanto sujetos analizados como hechos históricos siguen perteneciendo a la clase letrada, ladina e intelectual de Guatemala. Es decir, la visión de la tradición de cultura occidental, impulsada y restringida desde el idioma castellano y a veces el idioma inglés u otros del mismo origen cosmovisivo, han establecido como suyo, exclusivo, lo que acontece, lo que significa y lo que se verá en el futuro para toda la nación. Nación que en todo caso es diversa, y por tanto, debería incluir las versiones y las visiones de los otros pueblos, culturas e idiomas que forman una parte muy importante de su sentido como Estado nacional. Esta parte, que sería la naturaleza incluyente del Estado, es algo que falta por realizar y por incluir en la gran Historia de Guatemala.
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4. Bibliografía Casaús, M. (2005). Linaje y racismo, F&G Ed., Guatemala. García C., N. (1990). Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Ed. Grijalbo, México. Gleijeses, P. (1991). The Shattered Hope: the Guatemalan Revolution and the United States, 1944-1954. Princeton University Press, New Jersey. Guzmán Böckler, C. (2005). Guatemala: una interpretación histórico-social, Editorial FLACSO, S.A., Guatemala. Hernández, B. Historia de Guatemala en sus libros. En: www.istor.cide.edu/ archivos/num_24/dossier1.pdf Lovell, G. (1990). Conquista y cambio cultural. La sierra de los Cuchumatanes de Guatemala, 1500-1821, CIRMA/PMS. Lutz, C. (1984). Evolución socio-demográfica de Guatemala, 1541-1773. CIRMA/PMS. Luján M., J. (1993). Historia general de Guatemala, tomos IV-V, Asociación de Amigos del País, Guatemala. Mariñas O., L. (1958). Las constituciones de Guatemala. Inst. de Estudios Políticos, Madrid, España. Martínez Peláez, S. (1970). La patria del criollo, Editorial Universitaria USAC. Pinto Soria, J. (1986). Centroamérica: de la colonia al Estado nacional, 18001840. Colección Textos Universitarios de San Carlos de Guatemala: Editorial Universitaria, USAC. Sabino , C. (2000). Historia silenciada (2 vols.), Fondo de Cultura Económica, México. Skinner Kleé, J. (1954). Legislación indigenista de Guatemala. Instituto Indigenista Interamericano, México.
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III. Lección inaugural del ciclo académico 2012
En busca del país perdido: Visiones y obsesiones de Centroamérica Dr. Sergio Ramírez Mercado1
En una vieja imprenta de León donde en mis tiempos de aprendiz de escritor editaba la revista literaria Ventana, los tipógrafos trabajaban semidesnudos, los torsos relucientes, escogiendo los tipos móviles en los chibaletes al calor de bochorno de cuarenta grados a la sombra, una de esas imprentas que parecía haber sobrevivido en el tiempo para parecerse a las descritas en las novelas de Balzac. El taller tipográfico, donde alguna vez se imprimieron hojas incendiarias contra el clero, se llamaba “La antorcha” y había sido propiedad de un abogado francmasón, herencia ahora de su viuda de misa diaria. En una de las paredes de adobe colgaba bajo un vidrio un cartel de gran formato, como los antiguos bandos que se fijaban con engrudo a las paredes. Era el discurso que el general Rafael Uribe y Uribe, caudillo liberal colombiano entonces exiliado en Nicaragua, había pronunciado en 1881 en los funerales del general Máximo Jerez, caudillo liberal también y tan anticlerical aún para la posteridad, que su estatua, levantada en la plaza de León, le da las espaldas a la catedral. La sombra del general Uribe y Uribe, abogado y tribuno además de militar, pasa por las páginas de Cien años de soledad, pues fue uno de los protagonistas de la Guerra de los Mil Días en Colombia, y tanto a él como a Jerez, abogado 1
Escritor, abogado, periodista y político nicaragüense.
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y tribuno también además de militar, los unió la derrota pues ninguno ganó nunca las guerras que emprendieron. Cada vez que llegaba a la imprenta a corregir las pruebas de la revista me acercaba a leer aquel cartel orlado de negro que me atraía por su retórica encendida, y en mi memoria quedó una de sus frases: “¿Qué hora es en Centroamérica, preguntó la voz del cañón. Y el eco le respondió: medianoche todavía”. Existía en los revolucionarios liberales la convicción de que la oscuridad feudal solo podía ser despejada a cañonazos, y que no habría amanecer sin la conquista de la unión centroamericana, el viejo ideal del general Francisco Morazán, fusilado en 1842 en Costa Rica por causa de su reiterado empeño de reunir aquellos pedazos dispersos de una república federal evasiva hasta volverse imposible. Cuando enterraban en León a Jerez, loado por Uribe, gobernaba en Guatemala el general Justo Rufino Barrios, caudillo de la revolución liberal que apenas un año antes había emprendido una guerra fracasada para restituir la unión centroamericana. Barrios, amamantado en el ideal morazánico, sucedía en la historia a Rafael Carrera, amamantado en las sacristías. ¿Pero cuáles eran las distancias verdaderas entre reformadores y contra reformadores? Más allá de las inquinas ideológicas y las intransigencias políticas, los caudillos de uno y otro signo, reformadores liberales o reaccionarios conservadores, seguían pareciéndose desde los tiempos de las primeras luchas por la independencia. El fruto del siglo XIX centroamericano es el caudillo que alza el sable por encima de la ley y se lleva la constitución entre las patas del caballo del que ya nunca se quiere desmontar. La silla del caballo, o la silla presidencial, que viene a ser lo mismo. Nuestras provincias quedaron desde entonces sueltas y desvalidas, divididas por prejuicios mezquinos, a merced de los intereses extranjeros y de las intervenciones militares, y aún en la segunda mitad del siglo XX enfrentados en conflictos bélicos inútiles, como la célebre guerra del futbol entre Honduras y El Salvador en 1969,
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que lejos de su aparente banalidad tuvo raíces profundas que se enterraban en la pobreza, la desigualdad, y los intereses de las oligarquías y las castas militares. “¿Qué hora es en Centroamérica”? Esta pregunta del siglo XIX, por retórica que parezca, aún nos la planteamos en el siglo XXI, en plena posmodernidad. Si leemos nuestras constituciones decimonónicas tocamos con las manos la utopía nunca resuelta. Gobiernos para el bien común, instituciones firmes y respetadas, independencia de poderes, sujeción de los gobernantes a las leyes, respeto a los derechos individuales, libertad de expresión, igualdad ante la justicia. Podemos leer esas constituciones como novelas, fruto de la imaginación. Nuestras mejores novelas. Cuando después de la Independencia intentamos la modernidad, no pudimos apropiarnos de los modelos que se nos proponían. Eran ropajes importados que quisimos cortar a nuestra medida, los mismos que vistieron Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Jefferson, Paine. Pero si nos fijamos bien, bajo los pliegues de esos ropajes asoma siempre la cola del caudillo que impone el autoritarismo sobre la democracia porque, en esencia, la cultura rural de nuestras sociedades no ha cambiado, y la educación, única capaz de derrotarlo, sigue siendo el más rotundo de nuestros fracasos, todavía fiel a modelos sociales que perdieron ya toda su eficacia. Obsolescencia, modernidad, posmodernidad. Hoy nos damos cuenta que para entrar en los desafíos de la posmodernidad, tendremos que resolver primero los de la obsolescencia, y los de la modernidad. En términos políticos, de organización social, de modelos económicos, de parámetros de educación, no somos aún modernos. Tan poco lo somos, que la idea de una república federal sigue siendo vista como quimera lejana, o como una extravagancia, un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada, como en Macbeth, sin poner mente en que, a largo plazo, una Centroamérica fragmentada no puede ser viable en el mundo global que cada vez más estará formado por piezas integradas, como única posibilidad de sobrevivir frente a los grandes poderes, tradicionales, y emergentes.
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Posmodernidad ¿Y la modernidad? La modernidad sigue siendo el sueño no resuelto de los fundadores republicanos, empezando por Morazán, cuando se quiso dar a la Independencia un sentido de progreso político, material, y moral. Quizás sería mejor decir que en lugar de resolver nuestro acomodo en el siglo XXI, deberíamos terminar de resolver nuestras cuentas pendientes con el siglo XIX, que fue un siglo pleno de propuestas de modernidad, y ajustar también esas cuentas con en el siglo XX, que fue un siglo perdido del que apenas recuperamos, ya al final, el derecho a elegir, que no deja, sin embargo, de seguir siendo malversado. Si hablamos de modernidad, antes de hablar de posmodernidad, ¿cuánto ha cambiado, en verdad, nuestro papel en la división internacional del trabajo? La lista de nuestros productos de exportación sigue siendo la misma que en el siglo XIX, salvo uno que viene a ser ahora el primero: la mano de obra de los emigrantes. Ganado vacuno, minerales, madera, café, cacao, azúcar. En la mesa de la civilización, seguimos sirviendo los postres. Las cifras de exportación crecen, porque crecen los precios, a la par que también crecen, para nuestro mal, los del petróleo; pero no porque crezca la productividad, ni porque demos más valor agregado a esos mismos productos decimonónicos, transformándolos. No somos una pieza activa, sino pasiva de la globalización. La posmodernidad está ligada a la cibernética, más que a ningún otro concepto. Como en los viejos tiempos de Pitágoras, la esencia del universo, y por tanto del conocimiento, ha vuelto a ser el número, y no la letra. Es el número el que aparece otra vez como principio y esencia de las cosas, rigiendo la armonía del mundo. Y es el número el que crea las palabras, y las imágenes. Desde el número, un simple par de números binarios, es que la cibernética parte hacia la elaboración de todos sus infinitos códigos. Aprender, investigar, inventar, crear, leer, escribir, comunicarse, informarse, recrearse, opinar, nunca había dependido, como hoy, de una sola operación, o de un conjunto de operaciones ejecutadas a través de un solo instrumento de ámbito doméstico, o que podemos llevar con nosotros. Y esta posibilidad múltiple para el individuo, transforma también las nociones de Estado, nación,
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sociedad, e identidad, y las pone en crisis. Y aún altera nuestra idea del pasado, y nuestra manera de percibir la historia. Hemos ligado siempre la idea de Estado a la de nación, y hemos supuesto una identidad centroamericana. No es una falacia. Pero esa identidad está basada más en su diversidad que en colores homogéneos. Perseguir esa identidad común ha sido una tabla de salvación, quizás inadvertida, en medio de grandes tormentas. Hemos tenido identidad porque la buscamos. La identidad está en la búsqueda. Y es un asunto antes que nada cultural. De alguna manera, la cultura nos salva del fracaso de nuestras visiones, sueños de la razón que, como en los caprichos de Goya, terminan engendrando monstruos. El poeta nicaragüense José Coronel Urtecho señalaba que a cada época del devenir de Centroamérica correspondía una obra literaria capital: el Popol Vuh a la época precolombina; la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, a la época de la conquista; la Rusticatio Mexicana, del padre jesuita Rafael Landívar, a la época colonial; y la poesía de Rubén Darío, a la época independiente. Yo debo agregar la obra narrativa de Miguel Ángel Asturias en el siglo XX. Somos una potencia cultural con los pies descalzos. ¿Cuántos Rubén Darío, cuántos Asturias se han quedado analfabetas década tras década? Músicos, filósofos, ingenieros cibernéticos, cirujanos, genetistas, astrónomos, que nunca llegaron a serlo, disueltos en la marginalidad, que es como la nada. Esas obras fundamentales, y fundacionales, no se quedan en las estrechas y confusas fronteras centroamericanas, y son en todo sentido universales, en la medida en que enseñan el valor trascendente de una cultura que habría de alcanzar a finales del siglo XIX la dimensión moderna que le da la poesía de Rubén Darío desde la publicación de Azul en 1888, toda una revolución en la lengua castellana continuada en la prosa de vanguardia de Asturias, desde la aparición de Leyendas de Guatemala en 1930, “¡…mezcla de naturaleza tórrida, de botánica confusa, de magia indígena, de teología de Salamanca, donde el Volcán, los frailes, el Hombre-Adormidera, el Mercader de joyas sin precio, las bandas de pericos dominicales, los maestros magos que van a las
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aldeas a enseñar la fabricación de los tejidos y el valor del Cero, componen el más delirante de los sueños!”, según el juicio de Paul Valéry.* Nuestra modernidad real en el siglo XIX fue la del modernismo. Nos hizo no solo contemporáneos, sino inventores de una cultura cosmopolita, un término caro a los modernistas. Y eran, en su mayoría, Darío a la cabeza, liberales positivistas, convencidos de que la modernidad literaria tenía su par en el progreso, en el aprovechamiento local de los nuevos medios de comunicación, los ferrocarriles, el telégrafo, el cable submarino, las instituciones civiles separadas de la iglesia, la enseñanza laica. Era el momento en que Centroamérica atravesaba por las transformaciones económicas que traía consigo la extensión de la caficultura. Cuando Darío se despide de Nicaragua en 1908 después de su viaje triunfal a la tierra natal, en el discurso que pronuncia en el Ateneo de León lo que recomienda a los jóvenes, más que hacerse poetas, es que aprendan las artes liberales, de provecho para el avance del país. Pero nuestra identidad cultural, común por diversa, que se refleja antes que nada en la lengua, no ha podido servirnos como factor de integración política. Compartimos la riqueza creativa que nos depara la cultura, pero no espacios políticos comunes reales, y estamos aún lejos de lograrlos. Uno de los sustentos de nuestra visión del mundo ha sido el pasado, en la medida que hemos seguido peleando por la modernidad. En el pasado encontramos siempre un amago de gloria, o una lección que sacar, y desde su ámbito hemos creído que se puede corregir el porvenir. Vivimos con la nostalgia de lo que pudo haber sido y no fue. El pasado tuvo primero que ser presente, y después congelarse en unas cuantas imágenes que se apagaban, pero no se destruían. Hoy, el presente se hace pasado frente a nuestros propios ojos en las pantallas, y ya no existen acontecimientos lejanos. Lo que tenemos cada día son epopeyas domésticas de fulgor instantáneo, que apenas duran lo suficiente en el presente. Vemos, pero ya no sabemos. Nos informamos, pero ya no nos formamos, y cada vez más tocamos la superficie de los hechos, pero no metemos las manos en su *
Cfr. Asturias, Miguel Angel. Leyendas de Guatemala.
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entraña. El narcotráfico, las masacres de emigrantes, la violencia pandillera, la trata de blancas, el asesinato despiadado de mujeres, la corrupción, el lavado de capitales, son parte de una telenovela diaria que entra por un instante en nuestras vidas con su fulgor de muerte y su olor de podredumbre, pero luego olvidamos. Es nuestra realidad, por mucho que elevemos cada vez más las murallas con las que pretendemos separarnos del mundo real. El tráfico de las drogas colombianizó a México, multiplicando los asesinatos y llevando al país a una verdadera guerra civil que en las condiciones actuales en que se libra no tiene ninguna salida, y ahora los carteles están mexicanizando a Centroamérica. Somos un puente natural para el paso de las drogas desde el sur hacia el norte, en busca de la frontera de los Estados Unidos. Nadie puede arrancarnos de nuestra posición geográfica y remolcarnos lejos. La mancha de aceite, o de sangre, viene extendiéndose hacia el sur desde el río Suchiate, un verdadero hervidero donde se cruzan los caminos del transporte de las drogas protegido con celo criminal por los propios carteles, de las bandas paramilitares de los Zetas, de las bandas que roban la droga a los carteles, de los coyotes que llevan bajo paga a los inmigrantes pobres que buscan el pervertido sueño americano. Ninguno de los países centroamericanos puede juzgarse indemne de esta contaminación siniestra. Y quizás no nos hemos dado cuenta que desde las pantallas, y desde las potestades informáticas, también se engendra poder, un poder sin marca precisa, que tampoco viene de ningún sitio preciso, pero emana los hilos múltiples de una red sutil, que nos atrapa cada día. La globalización financiera ha reducido el espacio de maniobra de las economías locales, y sustituye también a las viejas soberanías de color local; pero el poder transformador que baja desde los satélites no tiene paralelos, y si algo nos recuerda es la perfección del sistema de altavoces del big brother de Orwells, para vigilarlo todo. Es un poder, al fin y al cabo, político, como lo es el de los carteles del narcotráfico. Nadie ha elegido a quienes nos gobiernan desde los satélites, ni a quienes trafican con estupefacientes a través del istmo, pero en muchos sentidos deciden por nosotros, y nos someten a su poder. Y sin haber logrado todavía ser modernos, frente a los nuevos códigos de la postmodernidad somos dóciles, y nos dejamos ir en la corriente. Como antes,
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tampoco ahora tenemos la capacidad de generar los fenómenos tecnológicos, ni de dominarlos en todas sus consecuencias; pero tampoco podemos influirlos, aún en meros términos semánticos, porque la avalancha cibernética crea sus propios signos, y el lenguaje no tiene más que copiarlos, así como nuestros propios sistemas culturales, desarticulados y empobrecidos, copian, a su vez, los instrumentos técnicos, y su uso. No producimos tecnología, lo cual marca de por sí una desventaja fundamental. Pero crear tecnología, aplicarla, adoptarla y adaptarla, representa un desafío insoslayable frente a la necesidad de aparejar el desarrollo desigual. La modernización, en tiempos de postmodernidad, significa avanzar rápidamente sobre la acumulación de anacronismos culturales que conviven y sobreviven en Centroamérica bajo el disfraz de la contemporaneidad, y que marcan la vida económica y social. Y semejante puesta al día no puede darse sin la utilización, a fondo y con plenitud, de los instrumentos tecnológicos de la postmodernidad. Aparejar el desarrollo desigual significa, antes que nada, estrechar los abismos entre los distintos segmentos de realidad que conviven en nuestras sociedades, aislados muchas veces en compartimentos, aún geográficos, con intercomunicaciones esporádicas y desordenadas, por muy pequeños que seamos, y por mucho que podamos divisar desde nuestro solar los campanarios del país vecino. Representaciones de diferentes realidades sociales, económicas y culturales, que corresponde a épocas diversas y distantes, son parte de esa realidad a la vez sincrónica, y anacrónica: desde las etnias que sobreviven de la caza y de la pesca como en el paleolítico, a la agricultura de espeque, como existía en el siglo quince al momento de la conquista, a las relaciones de trueque en las áreas rurales, a la renta feudal de la tierra, a la cultura de las haciendas, que tiene aún naturaleza patriarcal, hasta la cultura urbana de complejos industriales y centros financieros, y la inserción de la cibernética en las comunicaciones y en la vida diaria. La carreta de bueyes adorna el paisaje igual que las antenas parabólicas. Los estadios yuxtapuestos de la vida económica y social no han sido capaces de articularse en un modelo de desarrollo sostenido y creciente; pero también
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se trata de un fenómeno de dispersión, y destemporalización cultural, que al extenderse en el tiempo, como realidad, hace cada vez más difícil que el crecimiento económico sea capaz de corregir por sí mismo el atraso cultural que se interpone, a la vez, como un obstáculo formidable frente al desarrollo. Nunca hemos sido eficaces en organizar los factores culturales dentro de la perspectiva global del desarrollo, ni en situar el conocimiento científico como base del progreso. Cuánto vamos a saber, y cómo vamos a aplicar el saber, en una pregunta que ni siquiera hemos sabido plantearnos. El mundo de este nuevo milenio se divide ya no solo entre los que tienen y los que no tienen, sino, sobre todo, entre los que saben y los que no saben. La globalización no es solo un fenómeno de integración de mercados, sino de conocimiento, y de uso privilegiado del conocimiento para definir estratos de poder. Como nunca antes, la inteligencia se está convirtiendo en una mercancía: tanto sabes, tanto vales, aplicado a los individuos, pero sobre todo a los países. Los grandes sistemas del saber, que producen dividendos universales, serán cada vez más la clave del dominio mismo de los mercados, y de su desarrollo. Si no nos preparamos para aprender, en términos individuales y sociales; si no nos aplicamos a organizar sociedades de conocimiento, donde la aventura de pensar vaya a la par con la de imaginar, los abismos de la pobreza, y del atraso, seguirán ensanchándose ante nuestros propios pies en Centroamérica. El abismo que ya está allí. Alguien repetirá, como desde hace tiempos, que es utópico pensar que la educación, por sí misma, vaya a ser capaz de crear el desarrollo económico, si el atraso depende de mecanismos injustos y discriminatorios, que no van a desmontarse en el aula escolar primaria. Es un error, igual al que se comete al separar el concepto de cultura del concepto de educación, que son partes integradas de la misma entidad humanista. Cada vez nos servirá menos esa acepción restringida y obsoleta que nos hemos acostumbrado a usar de la palabra cultura, como algo elitista. Cultura debe ser todo lo que crea y transforma, y lo que afirma nuestra identidad diversa; desde el arte y la literatura, por supuesto, a la educación, la generación de ciencia y tecnología y su aplicación creativa, la defensa del medio ambiente,
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y las formas de convivencia democrática, la igualdad de géneros y la lucha contra la discriminación y la segregación racial, distante del viejo concepto de cultura patriarcal que aún domina las relaciones sociales. Nuestras sociedades injustas se han erigido, precisamente, sobre sistemas de educación obsoletos, porque la educación implantada tampoco pudo generar la democracia. Son sistemas de educación que se quedaron para seguir intentando crear los esplendores del desarrollo del siglo XIX, y con ellos hemos entrado en el siglo XXI. Hoy, las oportunidades de educación se desperdician sin eficacia, y los pocos recursos disponibles se aplican mal: solo en alumnos repitentes, que son una tercera parte de la matrícula, Centroamérica pierde cada año cientos de millones de dólares; solamente la mitad de los estudiantes que empiezan la primaria la terminan; y de cada ocho niños que ingresan al primer grado, cuatro ya no llegan al segundo. El pasado nos sigue mirando con ojos de derrota. La modernidad sigue siendo el escalón roto, el camino perdido hacia nuestra utopía lejana, y la educación establecida, con sus vicios, sus carencias, y sus ambiciones frustradas, no ha podido siquiera hacernos modernos. Llegar a ser sujetos activos de la revolución del conocimiento significa, primero que nada, ponernos al día. En muchos sentidos, los desajustes del desarrollo, que son desajustes culturales, tienen que ver con la vida social, y por tanto, con la vida política. Estamos aprendiendo a compartir espacios de convivencia que hace apenas una década no se podían sospechar. Pero la modernización significa, también, que en lugar de la magia del poder del individuo, pueda surgir en la conciencia colectiva la magia del poder de las instituciones; y al mismo tiempo, poner a la democracia a salvo de las falsificaciones demagógicas. De allí que el más importante de los factores de transformación cultural, y por tanto de una identidad compartida centroamericana, debe ser el de la democracia en toda su extensión real y dinámica. Y si la educación deberá servir para transformar, y crear bases para la generación de tecnología, también
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deberá convertirse, en el aula y el ambiente, en el instrumento de la democracia real. Volver a los ciudadanos agentes libres y conscientes de la democracia, para que las instituciones no tengan sustitutos ni en la voluntad ni en el arbitrio de una persona, de una familia, una casta, un partido; y educar para la tolerancia, para el análisis crítico y la revisión permanente de las verdades establecidas, porque la libertad de criterios, y la fuerza con que se expresen, aseguran la democracia. Una democracia humanista. A la par de la dedicación al crecimiento económico, se necesita una concentración de esfuerzos en el crecimiento cultural, que es imprescindible tanto para el progreso social como para la prosperidad espiritual, sin la cual no hay, a su vez, desarrollo posible. Y el reto del desarrollo cultural es doble: debe actuar entre las naciones centroamericanas, para contribuir a la integración regional; y debe actuar hacia adentro de nuestras sociedades para contribuir a su integración interna, cambiando radicalmente las metas sociales. Y en los dos sentidos, debe preservar la diversidad. No se trata de homogeneizar, sino de crear condiciones para una cultura contemporánea, que necesariamente debe ser diversa, como lo es la sustancia de nuestra propia identidad común. Se trata de que el atraso cultural deje de ser una rémora para el desarrollo económico; y se trata, a la vez, de que el atraso económico deje de ser una rémora para el desarrollo cultural. No podemos olvidar que la tendencia del proceso global, en sus extremos económicos, y de comunicación, es la desnacionalización. Tanto los capitales, como las imágenes, y el torrente de información diaria, se desplazan por medios electrónicos sin consideración de fronteras; y porque tienen que ver cada vez más con los individuos, y no con las naciones, al hacer caso omiso de las identidades, las descuajan. Pero así como esta nueva filosofía de la vida está creándose en base a instrumentos de un poder de irradiación nunca visto, esos mismos instrumentos, y redes de instrumentos, deben ser usados igualmente para lo contrario, para afirmarnos en nuestra identidad. La invención del lenguaje electrónico debe representar para nosotros la oportunidad que hace más de cinco siglos nos trajo
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la invención de la imprenta: la circulación masiva de las ideas que alentaron los movimientos por la Independencia desde comienzos del siglo XIX. Difícilmente vamos a resolver nuestra necesidad de progreso, en términos de una filosofía del desarrollo, presumiendo que la colocación de nuestras materias primas en los mercados internacionales deba seguir siendo la piedra filosofal de nuestras oportunidades en el futuro. Y el papel de maquiladores de piezas electrónicas y de textiles, y de productores de remesas a través de los ciudadanos que más bien huyen de la falta de oportunidades, tampoco va a transformar nuestra oportunidad de futuro en el escenario de la economía global. La emigración es más bien de un drama, una tragedia colectiva de desarraigo y penurias, un verdadero exilio masivo. El mundo será, por el contrario, de quienes inventen las piezas electrónicas, desarrollen sistemas de software, diseñen las prendas de vestir y los objetos de la vida diaria, y organicen los sistemas de mercado para distribuirlas. Y de quienes logren convertir a sus países, o comunidad de países, en paraíso de oportunidades para su propia gente. Ni ciudadanos golondrina, ni capitales golondrina. Debemos prepararnos, por lo tanto, para ofrecer inteligencia como nuestro primer producto en el mercado global. Inteligencia generadora de nuevos parámetros científicos y avances tecnológicos: investigadores, descubridores, creadores de sistemas cada vez más audaces de comunicación, de nuevas lógicas del funcionamiento de las empresas, de la excelencia de los servicios. Y creadores de patrones de convivencia social, y de la vida democrática, ajena a los caudillos. Se trata de desmontar desde sus cimientos la sociedad patriarcal. La integración política de Centroamérica será seguramente el último de los pasos en un largo camino todavía por recorrer, pero en una situación de inercia nunca será posible. La inercia, más bien, se volverá un factor disolvente. La integración se dará más pronto, mientras más nos acerquemos a la transformación cultural. Entonces se presentará como una necesidad, porque el mundo del futuro será, quiero repetirlo, más que de países, de bloques de países, y de entidades supranacionales que habrán encontrado formas durables
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de identidad, que tendrán que ver necesariamente con el dominio compartido del conocimiento científico. Lo primero, es enterrar el sistema educativo, costoso y a la vez obsoleto, y sustituirlo por otro que se convierta en el eje del nuevo proyecto de sociedad democrática, contemporánea de la civilización. La política de inversión y de gasto público debe sufrir un vuelco profundo que permita disponer de recursos verdaderamente cuantiosos para la educación en todos sus niveles, para el desarrollo de las instalaciones tecnológicas, y para la investigación científica. Potenciar las herramientas de la educación y de la tecnología hacia sectores cada vez más extensos; ofrecer espacios alternativos de comunicación, y por lo tanto, de formación. Vincular a los ciudadanos, y sobre todo a los jóvenes, a la sensibilidad por las expresiones artísticas, por la lectura, y por la creatividad. Las redes cibernéticas, que disputan hoy los valores tradicionales de la soberanía de nuestros países, y que adquieren cada vez mayor poder sobre las conciencias, y sobre la formación de opinión, sobre los hábitos culturales, los gustos en la música y en los deportes, las preferencias en la alimentación, y que modifican también el idioma, seguirán extendiéndose. Se trata entonces de utilizar una herramienta privilegiada que tiene un alcance masivo, como ninguna otra en la historia de la humanidad, creando dentro de esas mismas redes espacios alternativos de formación, difusión, recreación, enseñanza y aprendizaje, que permitan masificar la cultura, y extender la tecnología misma y sus aplicaciones. He hablado de identidad, y de identidad en la diversidad, que solo existe mientras la buscamos. Yo emprendí desde muy joven esa tarea, la de buscar cómo entender a Centroamérica, y tuve esa oportunidad gracias a mi trabajo en el Consejo Superior Universitario Centroamericano que me permitía viajar constantemente por nuestros países. Puse desde entonces el oído en la lengua, y en sus distintas maneras de expresión, y busqué las claves de aquel universo de huellas superpuestas, de voces en sordina, de lamentos soterrados. Las historias no contadas, el mundo indígena bajo la segregación feudal que callaba pero hablaba a través de sus
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mitos ancestrales, el mundo rural en el que señoreaban las oligarquías donde el pasado se alzaba como una niebla, el sufrimiento bajo la represión brutal de las dictaduras militares, los desaparecidos, los cementerios clandestinos, y entre esa urdimbre, la búsqueda de mi propia identidad como escritor centroamericano. Porque a pesar de todas las adversidades, y las señales que me querían advertir que Centroamérica no era sino una quimera de la historia, un pergamino hecho polvo, yo creía en esa identidad, con la que me revestí para siempre. Aunque se trataba de un espejo roto, yo podía ver en él los fragmentos de mi propio rostro. Un sistema de vasos comunicantes en el que cada parcela guardaba su propio peso específico. Es como sigo viendo a Centroamérica. Con desazón, pero con esperanza. Después de los años, sigo persiguiendo en mi escritura juntar los pedazos de ese espejo roto, y repetirme que existe. En mi memoria, vuelvo siempre a encontrarme en mis pares muertos y en mis pares olvidados, perdidos en el aislamiento de sus propios países, pero convencidos de la trascendencia de su oficio creador que era una manera de sobrevivir. Por eso quiero terminar con una reflexión que debo llamar sentimental. El recuerdo de José María López Baldizón, autor del libro de cuentos La vida rota, que recibió en el año de 1960 el premio “Casa de las Américas” en La Habana. Evoco sus gestos de predicador, de humilde maestro rural, al pasearse por el estrecho espacio de mi cuarto en el Hotel Panamericano de la Sexta Avenida, una tarde en marzo de 1967, hablando entre otras cosas de sus días de exilio en México. Mínima su figura, los zapatos empolvados, dando majestad a su atuendo con una larga corbata que le colgaba debajo de la hebilla de la faja, pasando de un tema de conversación a otro sin transición; pero a eso también me había habituado, a las largas, desconcertadas y desconcertantes pláticas centroamericanas en los cuartos de hotel, en las cafeterías, en los corredores universitarios, donde a distintas voces se hablaba de todo a la vez. Y fuera del tema eterno del exilio, con el registro monocorde de chapín de la Baja Verapaz en su voz, me hablaba de su vida de bracero, buhonero, artesano metido a profesor de escuela primaria. Nunca volví a saber por dónde andaba, su dirección perdida en algún viejo folder, hasta aquel día de 1975 cuando
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leí que lo habían secuestrado en media calle. Una noticia de segunda página. Desaparecido. Y luego el silencio y el olvido. Y evoco también a Roque Dalton, el poeta salvadoreño ejecutado en 1975 por sus propios compañeros de lucha bajo la absurda acusación de traición, tiempos en que las disidencias ideológicas tenían una carga letal, y criminal. Roque, irreverente y desenfadado, y dueño de un implacable sentido del humor, y de la ironía, cabía poco dentro de los rígidos cánones de la ortodoxia militante. Su poesía, entre burlona y desolada, desbordaba las estrecheces del marco político, o de la mera propaganda, basta leer su Poema de amor, un verdadero himno nacional en el que canta las desventuras de sus compatriotas errantes, “los tristes más tristes del mundo”. Esta también es la Centroamérica que no me abandona. La de los sacrificados, la de los olvidados. La Centroamérica que seguiré buscando, en mi vida y en mi escritura.
IV. Entrevista al doctor Sergio Ramírez M.A. Eduardo Blandón1
La Revista Cultura de Guatemala tuvo el privilegio de entrevistar a Sergio Ramírez Mercado, en el marco de la Lección Inaugural dictada en la Universidad Rafael Landívar, el 16 de febrero del presente año. Solicitado por periodistas de diversos medios para indagar en temas de carácter social y político, en los que él siempre tiene una palabra autorizada por su trayectoria de hombre público. Nosotros tuvimos otra idea. Con la convicción de que a nuestros lectores les interesa conocer no solo al escritor, al profesional de la pluma, sino al mismo tiempo, al escritor, como ser humano de carne y hueso, se dialogó con el novelista nicaragüense para plasmar en el presente texto su percepción literaria y su visión de vida. No fue tarea fácil. Sergio Ramírez se pone serio y solemne cuando se concentra en lo académico e intelectual, mientras que se relaja más cuando evoca el pasado. El itinerario de la entrevista comienza desde el deseo de conocer las claves de su discurso filosófico-literario: “En busca del país perdido: visiones y obsesiones de Centroamérica”. Pasando por indagar sobre sus pasiones políticas, su idea de calidad en la formación universitaria y su concepto de humanismo, su experiencia como editor y gestor cultural, hasta llegar a husmear en su vida privada: disciplina de trabajo personal, hábitos de lectura e incluso sus sentimientos frente a la piratería. 1
Licenciado en Ciencias de la Educación, UFM. Magíster en Filosofía, URL. Magíster en Desarrollo, UVG. Director del Depto. de Letras y Filosofía.
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Puede que haya un cierto “mélange” en este trabajo periodístico, pero no ha sido fortuito ni accidental. El ánimo de presentar una imagen actualizada y suficientemente delineada se impuso en la entrevista y producto de esa aspiración, quizá demasiada ambiciosa, es lo que usted como lector tiene en sus manos. En espera de haber alcanzado el propósito intelectual de la Revista, se deja a su consideración las siguientes páginas. El título de su ponencia hoy por la tarde, lleva por nombre “En busca del país perdido: visiones y obsesiones de Centroamérica”. ¿Hay en el título alguna alusión a la obra de Proust: En busca del tiempo perdido? Sí, sin duda. Es un guiño a mi lectura de En busca del tiempo perdido, pero nada más el título. Yo quiero significar con esto que la entidad de Centroamérica es algo que siempre estamos buscando, tratando de hallar las bases de un entendimiento común y esto ha ocurrido desde los días anteriores a la independencia en el siglo XIX y seguimos en esa búsqueda. Es un poco apocalíptico eso de “visiones y obsesiones”… Bueno, es una manera de ver mi visión y obsesión personal de lo que yo quisiera que fuera Centroamérica. Es algo que yo aprendí desde mis años de juventud cuando me tocó trabajar para el Consejo de Universidades de Centroamérica desde que tenía 22 años. En ese entonces, por eso mismo, yo tenía que viajar constantemente por los países centroamericanos y así entendí algo que siempre estaba presente en los libros de historia: la unidad de Centroamérica, qué era Centroamérica. Yo comencé a palpar lo que eran las realidades de cinco o seis países incluyendo Panamá que buscaban siempre en medio de grandes tropiezos esta identidad común y que a veces sufría retrocesos muy graves, como fue por ejemplo la famosa guerra del fútbol, en 1969, que fue como una explosión en seco que echó por la borda todo lo que se había venido haciendo por la integración centroamericana. ¿Cuáles son las obsesiones de Sergio Ramírez? Una Centroamérica con una entidad común, políticamente integrada, que pudiera contar en el mundo como una zona política común, económica y social, como ocurre hoy con la Unión Europea. Esto es algo que yo creo que algún día será posible, no sé cuándo, pero siempre lo mantengo como una obsesión personal.
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¿Y esa es parte de su visión también? Sí, por eso el título es visiones y obsesiones. Es claro que una visión se explica, una obsesión no. Una visión puedo yo explicarla, que es lo que yo quisiera ver que ocurriera en Centroamérica para que esto se lograra. La literatura tiene mucho de ficción. Imagino que no le costará mucho escribir sobre visiones… Bueno, es que una cosa es la visión que uno tiene como escritor, que está basada en ficciones. Desde aquí, uno toma la realidad solo como una base para crear un mundo imaginario, un mundo ficticio. Cuando yo hablo de Centroamérica, una parte de esas visiones y obsesiones entrará en la literatura y otras se quedarán en el terreno de lo que es mi aspiración ciudadana. Por consiguiente, hay que distinguir aquí entre el escritor y el ciudadano, que vienen a ser la misma cosa, pero tienen conductas diferentes a la hora de enfocar los problemas. No se me ocurriría escribir una novela para promover esta entidad centroamericana, eso no funciona, la literatura no funciona así. Es decir, la literatura imaginativa. Para eso está el campo de los ensayos históricos, ensayos políticos… que ya ese es otro terreno. Usted fue Secretario General del Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA) en dos oportunidades, en el año 1968 y 1970…. No, fue en 1976. ¿Cuáles eran sus funciones en el Consejo? El Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA) es la entidad más antigua de integración: se fundó en los años 40. Es curioso que en ese tiempo fueran las universidades las que plantearan una visión común de Centroamérica y una forma de comunicación que las llevaran a integrar programas de estudios comunes. Mucho antes de que en 1960 se firmara el tratado de Managua, que creó el mercado común centroamericano. Entonces, la década del boom de las organizaciones regionales fue la década de los sesenta, cuando se creó la SIECA, la Secretaría de Integración Centroamericana, el Instituto de Desarrollo Tecnológico y el Banco Centroamericano de Integración
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Económica. Había organismos dedicados a la unión aduanera, especificación de aranceles… y estaba desde antes el Consejo Superior Universitario Centroamericano que planteaba integración de los planes de estudios, crear similitud entre los planes de estudios para que pudiera haber, digamos, migración de estudiantes a través de los países centroamericanos, sin que la continuidad de sus estudios se viera afectada. El otro eje era la creación de carreras regionales, es decir, que las universidades concentraran sus esfuerzos en crear en un país una carrera regional que les sirviera a los demás países. Era una idea lógica, no desperdiciar recursos. Y así se comenzaron a crear algunas de estas carreras en Centroamérica y todo lo que traía consigo en aspectos culturales, la integración de las universidades centroamericanas. Evidentemente, eran pocas universidades en ese entonces, solo cinco, una por cada país. Universidades nacionales. Luego se agregó la Universidad de Panamá. Por otro lado, se creó el Consejo de Universidades Privadas que tenía sede en Guatemala, pero bueno, la realidad es que frente a este ideal de integración regional había que lidiar al mismo tiempo con la realidad política, es decir, amenazas a la autonomía universitaria, toma de universidades por el Ejército, como se dio en Panamá cuando el golpe de Estado en el año 1968, luego la toma de la universidad en El Salvador en 1970, 1971, amenazas a la autonomía Universitaria en la Universidad de San Carlos. Eso volvía mi trabajo como secretario general en muchos sentidos, político. ¿Tiene sentido todavía esa idea en la actualidad? Claro, tiene mucho sentido. Hoy hay muchas universidades, el panorama cambió. Creo que el CSUCA tiene quince universidades, no sé cuántas exactamente, porque hay más de una universidad nacional en cada país. Solo en Nicaragua hay cuatro o cinco. Luego hay decenas de universidades privadas. En Nicaragua, por ejemplo, hay setenta. Más que las que tiene Alemania. Y eso ya puede darnos una idea de que esta atrofia, más que una solución al problema de la educación superior, es un problema. Es decir, son universidades que en su mayoría no tienen ninguna calidad académica y claro, como la educación se ha banalizado, se ha vuelto un asunto del mercado, de la oferta y la demanda, cualquiera funda una universidad, como abrir una tienda de ropa y, entonces, una vez que abre la universidad hasta después busca la autorización y proliferan en toda Centroamérica las universidades.
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¿Cuál podría ser alguna línea de solución a ese “boom” de universidades y a esa deficiencia en la calidad académica? Una cosa es que todo mundo tenga la oportunidad de acceso a la educación superior, o sea, tiene que ser un principio el funcionamiento democrático de las sociedades y, otra cosa es, la calidad de la educación. Es lo que ocurre con los hospitales, no cualquiera puede abrir un hospital, tiene que llenar determinados requisitos mínimos de calidad que tienen que ver con la vida de los pacientes. Lo mismo debería ocurrir con las universidades, debería de haber una aplicación muy estricta de la ley o leyes que regulen de verdad el funcionamiento de las instituciones de educación superior. Es decir, hoy en día no puede hablarse de la calidad de una universidad que trabaja sin laboratorios, sin bibliotecas, sin profesores especializados, porque se vuelve un engaño. Hablando de calidad en la universidad. ¿Cuál es su percepción de los estudiantes universitarios? ¿Cree usted que leen lo jóvenes de hoy? Pues yo creo que no leen tanto como deberían. Me parece que la educación universitaria tiene que ser universal, es decir con una base humanística suficiente no solo por razones culturales sino prácticas. O sea, un estudiante que no sabe leer un texto no puede aprender. Empezando por esa base elemental de la lectura, la comprensión de un texto. Pero, por lo demás, porque las especializaciones universitarias pueden crear un buen técnico en determinada materia, pero no crean a una persona que tenga la cultura suficiente para entender el mundo en que vive. La educación humanista es una herramienta imprescindible. ¿Echa de menos la formación humanística dado que parece privilegiarse más lo técnico? Sí, en un tiempo se intentó en Centroamérica, precisamente en los años sesenta, crear lo que se llamaba el programa de estudios generales, que se comenzó a implantar en la Universidad de Costa Rica, que era un año común al que los estudiantes tenían que concurrir obligatoriamente antes de ir a sus propias especialidades. Ahí recibían materias humanísticas y una preparación básica en ciencias y en matemáticas, tratando de crear una aproximación integral de los jóvenes a las disciplinas comunes, que incluían filosofía, letras, etc. Eso se abandonó creo que porque la educación superior de alguna manera vino cayendo en garras de las reglas del mercado, es decir, esto mismo
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de la oferta y la demanda. Y en muchos sentidos las universidades se convirtieron en fábricas de profesionales y no en lo que el concepto de universidad implica, que es “universitas”, el todo, lo universal, y nadie tendría que escapar a este sentido de lo universal, con mucho que después se vaya a especializar en determinada disciplina. Hablando de la lectura, ¿Cree usted que la tecnología ha facilitado las formas de aproximación a la literatura? Estamos en un momento muy crucial, de tránsito diría yo, entre lo que es la forma de lectura tradicional y la lectura electrónica. Me parece que eso es algo que nadie podrá evitarlo. Lo que uno puede tener es un apego a las formas tradicionales de leer en papel o en el libro, que es la que yo prefiero. Tengo ese gusto por el libro como objeto de arte, como objeto que me sirve para aprender, para obtener gozo de la lectura. A la par están, sin embargo, las pantallas de lectura, las tabletas, eso es una forma de leer que se va a ir imponiendo más y más con el tiempo. Pero no hay porqué tenerle miedo. Yo creo que lo mismo tiene que haber ocurrido con la invención de la imprenta, cuando los libros eran hechos a mano y los monjes que hacían los libros a mano se deben de haber asustado muchísimo cuando oyeron que fuera de los conventos se había inventado una máquina que reproducía por millares los libros. Es lo mismo que ocurre ahora. Lo importante no es la forma de leer, sino la lectura y en ese sentido, yo creo que la lectura del libro de imaginación no tiene ningún riesgo de desaparecer porque la imaginación es algo que es inherente al ser humano, al cerebro humano, imaginar y contar lo imaginado. Contar a otro historias es algo que está desde los orígenes de la humanidad y esta operación que consiste en que yo pongo en signos lo que imagino para que otro descifre esos signos e imagine a su vez lo que yo imaginé es una operación que no la puede sustituir nadie. ¿Usted tiene su tableta o su lector electrónico? Tengo uno, sí, que casi no lo uso. ¿Usted cree que va a desaparecer el libro? Es probable… o que haya una convivencia de mucho tiempo entre el libro físico como objeto y el libro electrónico. Esa convivencia puede durar muchísimos años. Yo no lo sé, pero yo no veo ninguna incompatibilidad. Yo voy a lo práctico, yo
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siempre prefiero, como le decía, leer libros físicos, libros de papel y cartón. Siempre donde llego voy a las librerías, compro libros, es mi afición de toda la vida. Tengo mi tableta, la uso poco, tengo muchos libros escritos en la tableta, pero hay libros que yo ya no uso por sentido práctico. Los diccionarios, por ejemplo, no los uso más, las enciclopedias ya pasaron a la historia. Yo busco los datos en la memoria de la pantalla o en el mundo cibernético y tengo mi diccionario “on line” cuando estoy escribiendo. Claro eso creo que debe ser malo para la salud, porque uno por lo menos ya no hace esa caminata a buscar el diccionario de ida y vuelta. Usted me contaba que los periódicos ahora los lee en computadora, ¿ya no lee periódicos en papel? No, yo leo los periódicos en papel, los periódicos de la mañana. Tengo esa costumbre a la hora del desayuno, pero después, muy tarde de la tarde, ya cuando terminé de trabajar, leo El Clarín de Buenos Aires, La Nación, El País, The New York Times, Die Tageszeitung, Le Monde… Pero no es que me siente a leerlos, sino que saco algún artículo que me interesa, lo guardo, leo lo que traen... Pero es una tarea que no hago en la mañana porque entonces sacrificaría el tiempo que tengo para escribir en leer periódicos. ¿Cuál es la disciplina que tiene el escritor Sergio Ramírez Mercado para escribir? ¿Cuál es su itinerario cotidiano? Desde las ocho de la mañana hasta la una del día. Escribo ininterrumpidamente, en un encierro total, en un aislamiento total, sin distracciones, sin teléfonos, sin visitas. Justo como haría un monje medieval escribiendo los libros a mano. ¿De lunes a viernes? De lunes a viernes, sí. Los sábados los dedico a escribir mis artículos, porque también tengo que dedicarle tiempo a los artículos y a las colaboraciones. Usted fundó en 1978 la Editorial Universitaria Centroamericana, EDUCA, ¿cuál fue su experiencia como editor? Fue extraordinaria porque esta es una idea que comenzó a surgir como una idea loca, cuando yo era secretario general en mi primer periodo del Consejo Superior
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Universitario Centroamericano. La obsesión era que los escritores hondureños pudieran ser leídos en Costa Rica y los escritores guatemaltecos pudieran ser leídos en Nicaragua. Que se hiciera esta editorial para que tuviera la capacidad de distribuir los libros en todos los países centroamericanos... Y lo logramos. Hicimos un plan. Yo traje a Costa Rica a trabajar conmigo a Ítalo López Vallecillos que era el director de la editorial universitaria de la Universidad de El Salvador y él se encargo de hacer arrancar la editorial. Luego pedimos un préstamo al Banco Centroamericano de Integración Económica, un préstamo de cien mil dólares y nos aprobaron el préstamo. Yo recuerdo que el presidente del banco… para ellos era una cantidad mínima prestar cien mil dólares. Los préstamos de ellos eran de millones, que servían para puentes, carreteras, para desarrollo agrícola. Luego, cuando se venció el plazo, nosotros ya habíamos pagado el préstamo porque la Editorial era verdaderamente rentable, funcionaba. Cuando yo me reuní con el presidente del banco para hacerle el último pago, él me dijo “bueno, le quiero decir que nosotros nunca pensamos que ese préstamo nos lo iban a pagar, lo habíamos tirado a pérdidas, porque lo vimos como una colaboración cultural”. Sin embargo, lo pagamos y la editorial funcionó muy bien a lo largo de cerca de veinte años. Los primeros diez años yo supe que funcionaba bien, después yo ya me metí en otras cosas, me fui a Nicaragua y perdí de vista a la editorial. Pero siempre llevó el tema editorial en su corazón y fundó en Nicaragua, en 1981, la Editorial Nueva Nicaragua. ¿Esto es cierto? Claro, esta era otra cosa distinta. En un país donde los libros casi no existían. Yo lo había vivido en carne propia. Creamos esta editorial que era diferente, porque EDUCA no era una editorial subsidiada, EDUCA era una editorial que rendía y sus ganancias las reinvertía porque tenía un programa muy atractivo: publicamos novedades, habíamos conseguido, con la viuda de Asturias, los derechos de Hombres de Maíz y El Señor Presidente… Por lo tanto eran libros que se vendían mucho. Llegamos a hacer tiradas de una antología de poesía de Ernesto Cardenal, de diez mil ejemplares. Entonces los libros circulaban. De verdad. Publicamos por primera vez un libro sobre Sandino, escrito por Neill Macaulay, traducido del inglés y ese libro… solo en Nicaragua se agotaron cinco mil ejemplares en una semana porque la gente tenía avidez de saber de Sandino.
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En el caso de la Editorial Nueva Nicaragua era una editorial con subsidio estatal. Entonces, se subsidiaban los precios y los libros eran muy baratos y eso no permitía hacer grandes tiradas. Entonces, otra vez, yo le pedí a Roberto Díaz Castillo que se fuera a Nicaragua y arrancó él la editorial y llegó a tener una vida la editorial de casi 20 años porque después de los noventa el gobierno de Suecia nos dio una donación muy jugosa para seguir adelante con la publicación de los libros. De modo que la Editorial Nueva Nicaragua sobrevivió a la revolución. ¿Se siente satisfecho de esa experiencia? Bueno, es que son aportes a lo que ha sido para mí la idea de Centroamérica, es decir que la cultura, la integración cultural, las editoriales, todo eso me parece que sigue siendo importante. Hablemos, ya para ir terminando, de la piratería. ¿Cómo se siente el doctor Sergio Ramírez Mercado cuando uno de sus libros es “pirateado”? Eso no deja de ser un honor de que a uno lo pirateen porque quiere decir que la gente demanda los libros. Pero yo sí soy un defensor de los derechos de autor. Yo me siento muy mortificado cuando compro una película que vale un dólar en la calle porque me parece que los derechos de autor deberían ser algo que todo mundo respetara. Hay leyes muy estrictas para defender los derechos de autor, para evitar el tráfico ilegal de libros, de discos, pero todo eso es papel mojado, nadie lo cumple porque todas las tiendas de alquiler de videos han cerrado, han quebrado. Así como está pasando con las librerías en muchas partes del mundo que van cerrando poco a poco, pero no víctimas de la piratería, sino de los libros electrónicos. Se dice que cada libro publicado por el autor es una especie de hijo, usted tiene prolíficos hijos literarios, ¿hay alguno especial que quiera?… Es lo que pasa con los hijos. Esa es la peor pregunta que le puedan hacer a un padre de familia, cuál hijo prefiere… Uno pone en cada libro mucho de sí mismo y después se vuelven una familia y generalmente uno sí quiere a alguien más, pero por razones circunstanciales, es al más pequeño de todos, es decir al último. Entonces, el asunto es que cuando se está pensando en un libro ya comienza a pensar en el
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libro que está escribiendo, y uno siempre quiere más al libro que está escribiendo, porque es el que está cuidando más. Usted se ha dedicado sobre todo a la narrativa, ¿la poesía no se le dio en algún momento de su vida? Cuando era muy joven, en la adolescencia, sí. Publiqué alguna poesía que no quisiera que me las recordaran, no era mi camino la poesía, sino la narrativa. Eso yo lo descubrí muy pronto, cuando tenía apenas 18, 19 años, que yo lo que era, era un narrador, no un poeta. Practiquemos, por último, la técnica según la cual yo le sugiero un concepto o una idea, una palabra, y usted me responde igual con otra, solo una palabra. Intentemos cinco. Daniel Ortega Saavedra: Viejo compañero de lucha, del pasado. Guatemala: La recordación florida. Narcotráfico: Una plaga que hay que eliminar. Cine: Les Enfants du paradis, Los niños del paraíso, de Marcel Carné. Estados Unidos: Estados Unidos está allí, nosotros estamos aquí y somos vecinos inevitables.
V. De la insinuación a la libertad. Fotografías de Eny Roland Dr. Miguel Flores Castellanos1
La fotografía en Guatemala cada vez más muestra indicios de crecimiento. En la primera década del siglo XXI ya es posible visualizar la estela de algunos fotógrafos que se encuentran en pleno proceso de producción, de los que se podrán ver aun más aportes en los próximos años. El escenario actual de la fotografía en este país muestra ciertas características. Primero, es notorio que cada vez más se perfila una cierta autonomía de la fotografía respecto del campo del arte visual, definiendo sus propias reglas y procesos de consagración, pero aun es notoria su dependencia del campo arte visual, lo que no deja de causar cierta confusión sobre el ser y el deber ser de la fotografía contemporánea. Por otro lado, han surgido nuevas formas de exhibición de la imagen; los autores no solo recurren a la tradicional exposición en una galería o centro cultural, ahora emplean blogs, sitios de internet especializados y revistas digitales, como resultado de la parsimonia de los espacios tradicionales. Un tercer aspecto es la realización de actividades específicamente de fotografía como son Foto 302 (Centro Cultural de España en Guatemala)
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Doctor en Artes y Letras Centroamericanas, Universidad Nacional de Costa Rica. Curador y profesor universitario. Foto 30 nace como una iniciativa por promover la fotografía por parte del Centro Cultural de España, quien lo financia en su totalidad. Lleva ya 15 años de realizarse en forma anual y en forma modesta ha validado el trabajo de numerosos fotógrafos locales. Su programación abarca 30 días del mes de septiembre, que incluye talleres, exposiciones y conferencias.
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y Guatefoto3 (La Fototeca), que por su condición de eventos arbitrados (con presencia de curadores) tienden a forjar un canon de lo fotográfico para hoy día, lo que muchas veces deja no pocos creadores invisibilizados. Estas pocas actividades fotográficas, cuyo funcionamiento y sobrevivencia dependen de la autogestión y recaudación de fondos, resultan convirtiéndose en las únicas instancias de valoración para nuevas miradas. En ese escenario Eny Roland (Ciudad de Guatemala, 1981) puede ser considerado como uno de los descubrimientos de la última edición de Foto 30. Por el momento, sus fotografías surgen en exposiciones colectivas, estrategia que regularmente adopta un artista joven y una de las pocas posibilidades para exponer su trabajo. Pero este artista no se conforma con esto, difunde su obra en su propio sitio web, un blog, varias revistas digitales y facebook. De formación autodidacta, su quehacer fotográfico está marcado por su paso por el equipo del suplemento Magazine del diario Siglo 21, donde realizó la ilustración fotográfica de las portadas y reportajes gráficos que rápidamente atrajeron el interés de los lectores. Esta actividad le hizo enfrentarse a varios personajes del mundo de la cultura, espléndida oportunidad que le permitió presentar propuestas visuales fuera de la lógica documental, ya que logró fundir su peculiar forma de ver con la creatividad de diversos artistas. Hasta el momento, la producción fotográfica de Roland se decanta por dos vertientes: el discurso del cuerpo y el de las manifestaciones urbanas. Muchas veces estos discursos aparecen imbricados uno sobre otro, lo que da por resultado una mirada y estilo propios. En la representación del cuerpo se visualizan hilos temáticos como el religioso o el de género, que también por momentos se entremezclan. Su visión de lo urbano nace ligada a esa visión de ciertos grupos de artistas jóvenes que, al no encontrar eco en las galerías de arte o en las instituciones culturales locales, han presentado su obra en muros de la 3
Guatefoto es otra iniciativa, que nace desde la escuela de fotografía “La Fototeca”. En su primer edición (2010) mostró un amplio panorama de la fotografía mundial, dando cabida a muy escasos guatemaltecos.
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ciudad4, lo que hace que la gente en la calle, así como la presencia del espacio urbano se conviertan en un tema recurrente. Una revisión al conjunto de su producción actual hace intuir una postura crítica ante las representaciones de las identidades y del espacio urbano. Es a través de estas temáticas que ha ingresado al mundo del arte, no sin causar cierta turbación por la forma de abordar temas que para la fotografía no son nuevos. De las portadas de Magazine 21 hay dos que concentran la atención, las imágenes realizadas al fotógrafo Mario Santizo [figura No. 1] y a Regina José Galindo [figura No. 2]. Es posible que la cercanía en aspectos creativos haya logrado una interpretación certera de las personalidades a uno de los exponentes más prometedores de la fotografía y a una artista consagrada del performance, la literatura y la pintura. Estas imágenes documentales logran traspasar lo informativo a través de complejas composiciones corporales. El uso de determinados lentes, que amplían o limitan la perspectiva, provoca acercamientos deliberados a la personalidad del retratado. Si bien estas imágenes tienen una función informativa, traspasan el límite de la comunicación al funcionamiento de la intuición del lector. A estos retratos reveladores los envuelve un espacio maquinado con imaginación, lo que provoca efectos insospechados, tal es el caso de las fotos de Santizo, donde utilizó el interior del Museo Casa Mima. La experiencia de su paso por colegios católicos le hace revisitar la representación religiosa desde una perspectiva dramática y erótica, que logra a través del aparente realismo de la fotografía. Son obras logradas a través de una elaborada construcción de escenas. En Santo Dominguito de Val (2011) [ver figura 3] la imagen de un monaguillo crucificado connota toda una serie de vejámenes a la niñez. El niño como signo lo transforma en un símbolo. Los hilos de sangre en pies y manos y la corona de espinas muestran la inamovilidad que la religión puede llegar a causar a los niños, acciones que por momentos se convierten en un martirio, algunas veces avalado por la tradición familiar. El poder de la escena montada es tan contundente que distrae el valor simbólico que le dio origen. Lo mismo sucede con la serie Estados del Sagrado 4
Hay que tener en cuenta que Roland formó lo que se denominó “Galería Urbana” que intervenía muros de la ciudad a través de reproducciones fotostáticas de imágenes.
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Corazón (2011)[ver figura 4] donde el título y la red simbólica utilizada en la representación tradicional de esta advocación cristiana (la túnica blanca y el manto rojo, así como el corazón flameante) sirven de referente a un cuerpo que adopta diferentes posturas, algunas sugerentes, que si bien en un primer momento pueden herir susceptibilidades, lo que muestran al final es la libertad y una personalidad lúdica. Roland hace que el observador tenga que romper el pacto de lectura5 para asimilar el contenido de esta imagen. Es por eso que de la posición estereotipada del personaje que alude a la verdadera representación del Sagrado Corazón de Jesús, se pase a poses insinuantes propias del modelaje, o figuras contestarias. Si bien esta obra puede ser considerada una provocación, es más bien una alusión al discurso de una nueva masculinidad que no adopta poses tradicionales. En San Juan Diego, el vendedor de rosas (2010) [ver figura 5], presentada en la exposición La Lupe (Galería Casa Azul), se logra a través de la reinterpretación de los atributos de representación del santo mexicano. Roland muestra a un joven vendedor del mercado de flores de la ciudad, vestido con pantalón de mezclilla y una camiseta que muestra la reproducción serigráfica de la imagen de la Virgen de Guadalupe, y que sostiene en sus manos ramos de rosas de tonos cálidos, sobre un fondo difuso y colorido que deja entrever aves del paraíso y flor de jengibres. El modelo mira a la cámara, Roland pone en relieve los rasgos finos del joven, que sirve de pretexto para conformar un enunciado de la belleza masculina, que es camuflada por el aspecto religioso. El milagro de Juan Diego es releído a través de una nueva sintáctica de los signos fundantes de la representación tradicional. La alteración de su orden interno, las rosas, la imagen de la virgen y el personaje indígena, brinda una nueva dirección del sentido icónico, con los mismos elementos. Hay un tema que se reitera en los fotógrafos de la región y es el de San Sebastián. Desde las primeras fotografías de desnudo masculino de Daniel 5
Se entiende como pacto de lectura al acuerdo implícito entre el lector (observador) de un texto (fotografía) y el autor, que lo que este presenta es real, y el lector deberá creérselo. Al ver una fotografía se deben olvidar los efectos especiales para poder apreciar con libertad el sentido de la imagen.
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Hernández-Salazar el tema es recurrente. Eny Roland propone San Sebastián herido por Eros (2011) [ver figura 6] y da un giro al sentido de la imagen desde el título. Esta fotografía muestra intertextos de la escultura homóloga del santo que se encuentra en la Catedral Metropolitana (el tipo de árbol y el manto sobre la rama), pero hace variar la posición del cuerpo, que en lugar de tortura, parece liberarse para llegar a una sensación de placer. Otra vez el discurso religioso surge de pretexto para la representación de un semidesnudo masculino. Roland suma otro aporte a la iconografía contemporánea del santo. El abordaje de la temática urbana es vasto. Roland muestra una fascinación por la gente en las calles, vistas desde diferentes ángulos, y se constituyen en otra fuente de creación y reinterpretación. Así llega al conjunto de imágenes realizadas y expuestas en la última edición de Foto 30 sobre personajes del convite de Totonicapán. La mirada de este fotógrafo presenta en forma diáfana los procesos de aculturación de comunidades alejadas de los grandes centros urbanos, donde emergen imágenes del consumo global como Bart Simpson [ver figura 7], sentado en una cantina local. Su más reciente producción la conforman tres series: El sueño del cucurucho (2012), Las Magdalas (2012) y Las Penitentes de la Recolección (2012). Estas tres series son una mezcla del lenguaje del fotoperiodismo y de la foto de autor, donde funde los temas urbanos y religiosos. Estas series se centran en la figura de la mujer participante en las procesiones de Semana Santa. En esta serie Roland asume una posición crítica al juego de miradas insinuantes entre hombres y mujeres dentro de una procesión, que es un hecho real que se oculta y se niega, pero que existe. Roland presenta un amplio espectro del ser mujer y la feminidad hoy en día. Como fotoperiodista, este autor tuvo que cubrir por varios años la Semana Santa para Siglo 21, por esa razón cuenta con varias imágenes donde el azar juega un papel importante en la consecución de una imagen instantánea. La más significativa muestra un grupo de miembros de la Hermandad de Jesús Nazareno de la Recolección moviendo un automóvil, una escena usual, pero poco registrada por la fotografía tradicional de Semana Santa [ver figura 8]. En estos reportajes, siempre trató de mostrar el lado oculto de la tradición popular.
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En El sueño del cucurucho6, el autor presenta la tarde de un grupo de jóvenes mujeres de diversas edades que juntas asisten a la procesión del Sábado de Ramos. Roland parece descubrir el interés de la mirada de este personaje de Semana Santa. Vestidas de riguroso luto, pero con altos tacones, faldas cortas y pronunciados escotes, todas portan su respectivo turno para cargar a la Virgen de Dolores. La serie muestra distintos momentos de su caminata y congela varios puntos en el recorrido procesional. Pero este grupo de mujeres son captadas en posiciones poco ortodoxas o de buen gusto para la imagen de una cargadora de la virgen que el discurso patriarcal condena en forma perpetua al decoro. Las visiones que presenta Roland son el resultado de la mirada masculina sobre el cuerpo y el ser de la mujer, como en la imagen en que una esbelta joven pasa frente a un muro blanco [ver figura 9], su silueta de perfil deja entrever parte superior de una de las medias, mientras camina serena hacia la sombra de un árbol. En esta serie el fotógrafo condensa todo el deseo y esos sueños que el cucurucho (hombre) oculta y los comparte con el observador. Otro ejemplo se evidencia en la imagen donde la joven mujer mira directamente al lente, sosteniendo un ramo de pequeñas flores, ese es un encuentro soñado del penitente [ver figura 10]. La mirada de Roland se posa en situaciones momentáneas y que no forman parte del registro tradicional de un cortejo procesional, crea un discurso alternativo que incomoda, porque muestra lo que no debería verse. En este conjunto de imágenes el autor se relee a sí mismo, al lograr una foto casi idéntica a la realizada años atrás de los miembros de la hermandad recoleta empujando el carro, esta vez el grupo de mujeres intentan mover un vehículo rosa [ver figura 11]. Esta imagen alude a ese intento de las mujeres por mover lo estático (lo masculino –el auto– paradójicamente rosa) a la acción, a la movilidad. El autor equipara las capacidades de la mujer a las del hombre, situándolas en un mismo nivel de competencia. En la serie Las Magdalas, las mismas mujeres que participaron en la procesión son retratadas en un edificio abandonado. Las mujeres emergen de las ruinas como único elemento vivo, pero doliente. El título alude a María Magdalena,
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En Guatemala se denomina cucurucho al varón que carga en las procesiones de Semana Santa y que viste una túnica morada.
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uno de los personajes de la pasión de Cristo y de la cual se ha escrito tanto, y al mismo tiempo a una de las imágenes icónicas de la procesión de la Iglesia de la Recolección7 [ver figura 12]. Roland transforma a sus modelos en nuevas Magdalenas que miran altivas a la lente retando al observador. Una de las fotografías muestra a una de las mujeres arreglándose una media, en una pose estereotipada de seducción [ver figura 13]. Roland retoma la tradición oral sobre esta santa y presenta una visión actualizada. Son mujeres sobrevivientes de la destrucción que se muestra a su alrededor. ¿No María Magdalena fue lo mismo, una sobreviviente tanto al drama de la pasión como a su existencia misma? En Las penitentes de la Recolección Eny Roland se centra en el retrato, al que suma los símbolos tradicionales de la pasión de Cristo: corona de espinas, un corazón llameante, o signos propios de la Semana Santa como los turnos, los ramos de palma y los misales. Todos estos signos de alguna forma solo anclan el título, pero en realidad el objetivo es mostrar el desenfado y libertad de estas mujeres, lo que orienta a una lectura crítica de lo religioso respecto de la mujer. Destaca la imagen de una joven con el corazón flameante en la mano, con una mirada seductora que se entrega a quien la observa. Lo erótico es lanzado al observador, sin recato alguno [ver figura 14]. En otra imagen, la joven muestra en su mano una serie de turnos de procesión como juego de naipes [ver figura 15], la mirada de reto del personaje junto con la posición de los objetos aluden a que la tradición de cargar es una apuesta a la indulgencia. En estas series, Roland presenta a una mujer libre, segura de sí misma y de lo que hace, y parece preguntarse qué es ser mujer, ¿su vestimenta?, ¿su actitud? y hace un guiño a las nuevas feminidades. El dirigir la mirada a situaciones o personajes poco usuales de la Semana Santa siempre creará polémica. Estas imágenes nacen a la vida pública en el blog del autor, su difusión fue inmediata y traspasó este medio para situarse en 7
La imagen de María Magdalena de la Iglesia de la Recolección es una magnífica escultura realizada por el artista Huberto Solís, aproximadamente entre los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Esta imagen representa la belleza de una mujer joven e inocente. La tradición popular ha creado la leyenda urbana de considerarla “la novia del cucurucho”, enunciado que concentra los ideales de belleza pura que se percibe en esta imagen, la mujer inocente, pura y devota ideal del cucurucho.
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otros como Twiter y Facebook. Esto permite visualizar en una pequeña muestra la recepción de estas imágenes. Una revisión rápida al sitio Las fotos de Semana Santa que no vimos reitera el interés del autor por mostrar ese otro lado del registro de una tradición tan arraigada en los guatemaltecos. Ahí se presentan estas series. Los comentarios a las imágenes reiteran una visión machista entre fieles cargadores de Semana Santa. En la mayoría de comentarios es perceptible que quien escribe es un cucurucho que se siente molesto ante las imágenes. El único comentario de una mujer deja entrever que no se siente molesta y se muestra conciliadora ante las imágenes de otras mujeres. En general, es notorio un desconocimiento de lo que es arte y más de lo que es fotografía contemporánea. Los participantes únicamente se dejan llevar por una primera impresión y no logran entrever los significados de los diferentes signos, ni mucho menos el sentido de las piezas. Es notorio un analfabetismo visual de los participantes. Eny Roland, es uno de esos nuevos fotógrafos que sin duda más expectación puedan causar en los próximos años. En su corta carrera ha releído la obra de creadores como Daniel Hernández-Salazar o Luis González Palma en Guatemala, pero también a exponentes como David La Chapelle, o Marcos López, por citar algunos. Roland hace un uso intuitivo de variadas estrategias de connotación, donde sobresale el uso de la cámara y sus diferentes posiciones para lograr determinado plano, lo que se convierte en un arma demoledora ante la tradición visual ortodoxa. La mirada hacia lo inusual lo pone en contacto con la tradición fotográfica de la Nueva imagen, muy de moda en los años cuarenta en la fotografía europea. En aspectos temáticos es notoria una constante mirada a un pasado existencial para reformular el presente. La postura de género atraviesa su visión en forma constante, aboga por un cambio de mirada sobre hombres y mujeres y el amplio espectro que hoy representa la identidad de género. Hay en toda su obra una nueva apertura para ver la vida.
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Figura 1. Mario Santizo (2010) Portada Magacín 21, Eny Roland.
Figura 2. Regina José Galindo (2011), reportaje Magacín 21, Eny Roland.
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Figura 3. Santo Dominguito de Val (2011), Eny Roland.
Figura 4. Los estados del Sagrado Coraz贸n I y Los estados del Sagrado Coraz贸n II (2011), Eny Roland.
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Figura 5. San Juan Diego el vendedor de rosas (2010), Eny Roland.
Figura 6. San Sebastián herido por Eros (2011), Eny Roland.
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182 Acreditaci贸n en la Facultad de Humanidades
Figura 7. El convite de Totonicap谩n (2011), Eny Roland.
Figura 8. De la serie Semana Santa en el Centro (2010), Eny Roland.
CULTURA DE GUATEMALA / Universidad Rafael Landívar 183 Cuarta Época: Año XXXIII, Vol. I, enero-julio 2012
Figura 9. Sin título, de la serie El sueño del cucurucho (2012), Eny Roland.
Figura 10. Sin título, de la serie El sueño del cucurucho (2012), Eny Roland.
184 Acreditaci贸n en la Facultad de Humanidades
Figura 11. Sin t铆tulo, de la serie El sue帽o del cucurucho (2012), Eny Roland.
Figura 12. Magdalena de la Recolecci贸n (2012), Eny Roland.
CULTURA DE GUATEMALA / Universidad Rafael Landívar 185 Cuarta Época: Año XXXIII, Vol. I, enero-julio 2012
Figura 13. Sin título, de la serie Magdalas (2012), Eny Roland.
Figura 14. Sin título, de la serie, Las penitentes de la Recolección (2012), Eny Roland.
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Figura 15. Sin título, de la serie, Las penitentes de la Recolección (2012), Eny Roland.
Bibliografía Barthes, R. (1986). Lo obvio y lo obtuso. Barcelona: Editorial Paidós. Beceyro, R. (2003). Ensayos sobre fotografía. Buenos Aires, Edit. Paidós Comunicación. Eny Roland. (2012). Ver también www.enyroland.com <http://www.enyroland.com>. _________. (2012). Ver también enyrolandfoto.blogspot.com <http://enyrolandfoto.blogspot.com> Revistas digitales. Revista: Te prometo anarquía (2012); ver también http:// www.teprometoanarquia.com/2011/07/04/dentro-de-este-resplendoroculto-las-brumas-de-un-sol-epicureo-santifican-el-paso-del-hombre-porel-cielo-y-por-la-tierra/
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Revista Revue (2010). Ver también http://www.revuemag.com/2010/04/ holy-week-in-guatemala-city/ Life in Plastik (2011). Ver también http://lifeinplastik.blogspot.com/2011_09_01_ archive.html Revista Folk (2012). Ver también http://www.lafolk.com/ Revista El nazareno (2012). Ver también http://issuu.com/revistaelnazareno/ docs Facebook ver: https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1015151655415 0232&set=o.175563232490756&type=1&theater
SERVIPRENSA Este libro fue impreso en los talleres gr谩ficos de Serviprensa, S.A. en el mes de septiembre de 2012. La edici贸n consta de 500 ejemplares en papel bond beige 80 gramos.
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Año XXXIII, Vol. ol. I