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nÂş
revista cultural
agosto 2017
literatura, cine, teatro, mĂşsica, arte...
Editorial: En el Diccionario de la RAE se define SINERGIA como: ”par-
ticipación activa y concertada de varios órganos para realizar una función” o: “Unión de varias fuerzas, causas, etc., para lograr una mayor efectividad”. Sinónimos de SINERGIA: “Concordancia, correlación, concurso, unión, reunión”.
Dirección: Luis García Jurado Centurión Diseño/IlustraciónMaquetación: Fernando Rojo (rojosedano) Asesor Maquetación: Felix Andrada Portada: fotografía “Don Quijote” de Grigori Kozintsev 1957 Contraportada: portada “Una flora Literaría” ilustración: rojosedano
ISSN: 2444-5177
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Creaciรณn
Reflexiรณn Humor
SINERGIA+Sumario
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Creación
Poesía
Los Baños de Argel
Poesía
Y aparece la ínsula
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Relato
Don Quijote de Lepanto
Literatura
La española inglesa
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SINERGIA+Sumario
Creación
Relato
Capítulo XLI: “De la venida de Clavileño…”
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PyS Relato
Persiles y Sigismunda (prólogo)
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Relato
Don Quijote de la Mancha
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SINERGIA+Sumario
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Reflexiรณn
Entrevista
Grupo teatral RON LALร
Reportaje
La fuente de Cervantes en Aranjuez
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Conversaciรณn
La felicidad de leer
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SINERGIA+Creación+Poesía
SINERGIA+Creación+Poesía
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Los baños de Argel Ilustración: Enrique Serrano
Miguel de Cervantes “Aunque pensáis que me alegro…” Aunque pensáis que me alegro conmigo traigo el dolor. Aunque mi rostro semeja que de mi alma se aleja la pena, y libre la deja, sabed que es notorio error: conmigo traigo el dolor. Cúmpleme disimular por acabar de acabar. Y porque el mal, con callar, se hace mucho mayor, conmigo traigo el dolor.
SINERGIA+Creación+Literatura
Autor: Carlos Troyano Ilustración: rojosedano
Tumbado Cervantes entre cadenas, empieza a recitar De entre esta tierra estéril, derribada, destos terrones por el suelo echados, las almas santas de tres mil soldados subieron vivas a mejor morada, siendo primero, en vano, ejercitada la fuerza de sus brazos esforzados, hasta que, al fin, de pocos y cansados, dieron la vida al filo de la espada. Y éste es el suelo que continuo ha sido de mil memorias lamentables lleno en los pasados siglos y presentes. Mas no más justas de su duro seno habrán al claro cielo almas subido, ni aún él sostuvo cuerpos tan valientes.
SINERGIA+Creaciรณn+Literatura
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SINERGIA+Creación+Literatura
Aparecen Quijote y Sancho con una vela.
mi entendimiento. QUIJOTE: O yo me engaño, o ésta ha de ser la más famosa aventura que se haya visto; porque aquel caballero lleno de hierros parece deben de ser, y es sin duda, algún encantador que ha hurtado a alguna princesa, y es menester deshacer este entuerto a todo mi poderío. SANCHO: Peor será esto que los molinos de viento. Mire, señor, que aquél es caballero a quien conozco pues se llama Don Miguel de Cervantes Saavedra. Mire que digo, que mire bien lo que hace, no sea el diablo que le engañe. Que yo sé que es preso del infiel en Argel desde la batalla de Lepanto. CERVANTES: Extrañado- ¿Quiénes sois? ¿Espíritus? ¿Cómo sabéis mi nombre? QUIJOTE Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. CERVANTES: ¿Pero qué hacéis aquí, en esta amarga prisión triste y oscura donde mueren ya más de veinte mil cristianos?
QUIJOTE: Gracias doy al cielo por la merced que me hace, pues tan presto me pone ocasiones delante donde yo pueda cumplir con lo que debo a mi profesión, y donde pueda coger el fruto de mis buenos deseos. Estos horribles cantos, sin duda, son de algún menesteroso o menesterosa, que ha menester mi favor y ayuda. Vamos Sancho pues es imprescindible mi llegada. SANCHO: Sea como digáis noble amo –con miedo- ¿pero no sería conveniente saber acaso dónde nos hallamos? Mirando a Cervantes que se encuentra tirado en el sueloQUIJOTE: Caballero, caballero. ¿Quiénes sois caballero? CERVANTES: ¿Eh? ¡Fantasmas! Por Dios ya tengo fantasmas en mi mente. La muerte airada, con su furia insana, aquí y allí con prisa discurriendo, mostrándose a quién tarda, a quién temprana ha llegado por desgracia hasta
SANCHO: Señor Don Miguel, yo sé bien que usted todavía no sabe quienes somos, y usted, por supuesto, mi señor Don Quijote, ignora delante de quien está, pero si ustedes desean yo puedo ser el alma que sirva de puente entre sus señorías. QUIJOTE: A lo que yo veo querido Sancho este no es caballero sino soez y de baja ralea. SANCHO: Enfadado- ¡Qué no mi señor! ¡Qué es nuestro padre! Pues hijos somos ambos de su noble entendimiento. –Señalando a Cervantes- Él nos dará a la luz con el vientre de su pluma. CERVANTES: Pero sois entonces ilusiones de mi mente. QUIJOTE: ¿Yo ilusión? Nunca. Puedo aceptar en todo caso ser un concepto engendrado en tu alma, pero nunca menos. SANCHO: Llámenos como quiera mi señor, el caso es que Don Miguel se halla ahora en una diatriba y necesita por primera vez nuestro consejo, por eso nos ha traído.
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CERVANTES: ¡Oh Dios! He perdido la razón. QUIJOTE: Entre poetas no hay razón que perviva, señor mío. En fin cuéntenos lo que le pasa y veremos qué es lo que podemos hacer. ¿Por qué se halla preso señor mío? El pecho mío, de profunda herida sentía llagado, y la siniestra mano estaba por mil partes ya rota QUIJOTE: Que le apresaron y le hirieron la mano. SANCHO: Cuando para unos llueve para otros escampa. Señor Don Miguel podría usted fablar nítidamente para que el entendimiento de esta pobre persona que le escucha pueda discernirle CERVANTES: El caso es que ya he intentado escapar cuatro veces y que en la última he sido condenado a pagar con dos mil latigazos sobre mi espalda. Hasta ahora he logrado sobrevivir gracias a amigos y amigas que por estos lares he hecho y al final me he acostumbrado a estas tierras de infieles cuya cultura no deja de asombrarme. QUIJOTE: Y esas cadenas que ahora luce. CERVANTES: Son las cadenas del amor, que oprimen mi mente, por un hermosa mora que por Zoraida tiene nombre. QUIJOTE: ¡Ah las mujeres!, Si yo te contara noble padre de mi amor por la más hermosa señora que vieron los siglos. SANCHO: Pero señor, si nosotros ni siquiera hemos nacido como has de tener ya amor entre los hombres. QUIJOTE: Sí, que no todos los poetas que alaban damas debajo de un nombre que ellos a su albedrío les ponen, es verdad que las tienen. ¿Piensas tú que las Amarilis, las Filis, las Silvias, las Dianas, las Galateas, las Fílidas y otras tales de que los libros, los romances, las tiendas de los barberos, los teatros de las comedias están llenos, fueron verdaderamente damas de carne y hueso, y de aquellos que las celebran y celebraron? No, por cierto, sino que l -Cervantes duda, pero comienza a hablarCERVANTES: Diez años ha que tiendo y mudo el paso en servicio del gran Filipo nuestro, ya con descanso, ya cansado y laso; y, en el dichoso día que siniestro tanto fue el hado a la enemiga armada,
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cuanto a la nuestra favorable y diestro, de temor y de esfuerzo acompañada, presente estuvo mi persona al hecho, más de esperanza que de hierro armada. SANCHO: ¿Qué ha dicho? que por la calle del ya voy se va a la casa del nunca, debo elegir entre mi amor o mi deber y así ando entre cadenas prietas que me apresan el entendimiento. QUIJOTE: Y yo soy de parecer y la experiencia lo enseña, que ablandarán una peña, lágrimas de una mujer. SANCHO: Por eso juzgo y discierno, por cosa cierta y notoria, que tiene el amor su gloria a las puertas del infierno. CERVANTES: Todo esto está muy bien pero ahora he de tomar una decisión. QUIJOTE: ¿Entre un verdadero amor y la libertad? CERVANTES: Entre la vida y la muerte. SANCHO: ¿Don Miguel quién pagado su rescate? CERVANTES: Mi familia, no puedo decir que no me voy. QUIJOTE: ¿Y no es el deber de un hombre ser generoso con el que nació del vientre de su madre? CERVANTES: ¿Cómo? SANCHO: ¿Qué cómo sabe que no han pagado el de su hermano? ¿No está su hermano Don Rodrigo preso también con usted? CERVANTES: Así es. QUIJOTE: Un noble decisión. SANCHO: ¿No quiere usted quedarse? CERVANTES: Más que nada. QUIJOTE: Aceptar el encierro, renunciando a la libertad QUIJOTE: Que estuvo en Lepanto SANCHO: ¡Ahhh! CERVANTES: Vi el formado escuadrón roto y deshecho, y de bárbara gente y de cristiana
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rojo en mil partes de Neptuno el lecho; la muerte airada, con su furia insana, aquí y allí con prisa discurriendo, mostrándose a quién tarda, a quién temprana; el son confuso, el espantable estruendo, los gestos de los tristes miserables que entre el fuego y el agua iban muriendo; los profundos suspiros lamentables que los heridos pechos despedían, maldiciendo sus hados detestables. Helóseles la sangre que tenían, cuando, en el son de la trompeta nuestra, su daño y nuestra gloria conocían. Con alta voz, de vencedora muestra, rompiendo el aire claro, el son mostraba ser vencedora la cristiana diestra. SANCHO: ¿Que ganamos? QUIJOTE: Sí CERVANTES: A esta dulce sazón, yo, triste, estaba con la una mano de la espada asida, y sangre de la otra derramaba. as más se las fingen por dar sujeto a sus versos y porque los tengan por enamorados y por hombres que tienen valor para serlo. ¿Entiendes querido Sancho? SANCHO: Entiendo lo que decía mi abuela, que el que nace para cabrón es cabrito ya siete años antes de su nacimiento. QUIJOTE: Sancho nunca menciones al cabrón en la casa del enamorado. SANCHO: No se preocupe mi señor que opinión fue de no sé qué sabio, que no había en todo el mundo una sola mujer buena, y daba por consejo que cada uno pensase y creyese que aquella buena es la suya, y así viviría contento. CERVANTES: El caso es que por fin hay dinero para pagar mi libertad, pero ahora no sé si quiero irme, por otra parte tengo mis deberes en España, y ando loco decidiendo, sabiendo SANCHO: Pues diga que prefiere que liberen a su hermano y cargue usted con el pesado nombre del héroe. QUIIJOTE: Sí Don Miguel. La libertad es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con
ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida. Pero todavía debe ser mayor la grandeza del hombre. SANCHO: Ha pues de tomar usted, una decisión contraria a sus intereses. Y quedarse con la bella Zoraida, de momento. CERVANTES Me sacrificaré pues por mi hermano entonces y seguiré entre éstos muros preso. SANCHO: Entre los brazos de Zoraida. QUIJOTE: Sabia decisión, digna de mi nombre. SANCHO: Y de mi espíritu señor, nunca olvide que es imposible un Quijote sin su Sancho. Estos horribles cantos, sin duda, son de algún menesteroso o menesterosa, que ha menester mi favor y ayuda. Vamos Sancho pues es imprescindible mi llegada. SANCHO: Sea como digáis noble amo –con miedo¿pero no sería conveniente saber acaso dónde nos hallamos? -Mirando a Cervantes que se encuentra tirado en el sueloQUIJOTE: Caballero, caballero. ¿Quiénes sois caballero? CERVANTES: ¿Eh? ¡Fantasmas! Por Dios ya tengo fantasmas en mi mente. La muerte airada, con su furia insana, aquí y allí con prisa discurriendo, mostrándose a quién tarda, a quién temprana ha llegado por desgracia hasta mi entendimiento.
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SINERGIA+Reflexión+Entrevista
Entrevista al grupo teatral Autor: Javier García Valverde
RON LALÁ
Entrevista al grupo teatral Ron Lalá acerca de su obra Cervantina, un conjunto de textos en los que los protagonistas son Miguel de Cervantes y su obra, reunidos ambos majestuosamente en una excelente representación, fresca y actual, la cual va arrasando por donde pasa, tanto en nuestra nación como en el extranjero.
SINERGIA+Reflexión+Entrevista
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“Cervantina es un juego en el que jugamos a ser cervantinos, un malabarismo con sus palabras y las nuestras, una esfera entre las suyas, música nacida entre sus palabras y humor ronlalero. Para terminar diría lo que él dijera alguna vez: escritor divino si no fuera tan humano” Yayo Cáceres, director de Ron Lalá
dad Complutense, Autónoma, Ateneo de Madrid, sala Clamores, sala Galileo, etcétera. Desde 1998 los ronlaleros comienzan su ciclo de actuaciones en el Café Libertad 8 y el grupo busca nuevos formatos escénicos. En 2001 Yayo Cáceres se incorpora como director. Estreno de Si dentro de un limón metes un gorrión el limón vuela (2002) y la versión definitiva de ¡Shhh! (2003). Se incorporan al elenco íñigo Ya que nos adentramos en las últimas semanas en Echevarría y Daniel Rovalher. cartel, ¿cuál es vuestro balance de Cervantina? Seguro que tenéis anécdotas. ¿A quién se le ocurrió aquello de Si dentro de un Álvaro: Está suponiendo una satisfacción continua. limón metes un gorrión, el limón vuela? Tiene tela el Allá donde vamos, el público se contagia del virus titulito… de Cervantina. Y es sorprendente comprobar cada Juan: Se le ocurrió a Álvaro, a partir de una leyenda noche la vigencia de los textos de Cervantes y la que aparece en “Simbad el marino”, dentro de Las complicidad del público. Pocas anécdotas hasta mil y una noches. Nos gustó porque tenía un punto ahora, salvo los inevitables despistes, “blancos” de surrealista y era una bonita imagen para ilustrar el texto, errores y caídas, el escenario es siempre un resultado de introducir la música dentro del teatro espacio de juego, riesgo y peligro. (en el caso de nuestros inicios, dentro de la poesía). No es la primera vez que tratáis a los clásicos. ¿Fue difícil convencer a vuestro público cuando comenzasteis a tocar este tema? Contáis entre vuestros fans y seguidores con gente muy joven… Dani: No fue difícil tanto por el público sino por nosotros, pues era una cambio de registro importante dar ese salto. Pero conforme introdujimos el verso y aspectos más dramáticos, personajes más marcados en los espectáculos, etcétera, el público se fue convenciendo de que también podíamos llegar hasta ahí, hoy día seguimos con el clásico, defendiéndolo, transformándolo en algo ameno y divertido, en algo de lo que aprender pues habla de los seres humanos y sus pasiones más cotidianas. El público joven y el menos joven, afortunadamente, queda contento y con ganas de leer o, al menos, eso nos dicen al término de las funciones. El germen de Ron Lalá fue en la universidad, allá por los años noventa del siglo pasado. ¿Cómo y quién fue el causante de su creación? Íñigo: Ron Lalá nace en 1996 con la idea de unir poesía y música en formato de recital-concierto. A los dos miembros fundadores (Álvaro Tato, poemas y voz; Cristián Garma, guitarra) se unen Juan Cañas (guitarra), Rodrigo Díaz (violoncelo) y Miguel Magdalena (guitarra, voz, percusión), en el ambiente de jóvenes artistas del Instituto de Enseñanza Secundaria Ramiro de Maeztu, en Madrid. Primeras actuaciones en universidades, centros educativos, salas de conciertos y cafés-teatro madrileños: Universi-
Contadnos cómo fue aquello de entrar en el Congreso de los Diputados. Peri: En primer lugar, fue un orgullo. No todos los días (ni todos los años ) se tiene la oportunidad de representar a la cultura en el lugar en el que “se supone” reside la soberanía popular. Formar parte de ese homenaje a Cervantes (que se hizo extensivo, al menos por mi parte, a toda la cultura) junto con personajes tan importantes para la escena española como José Luis Gómez o para la música como Miguel Poveda, te deja en el alma un poso de satisfacción. No solo por llevar la cultura al más alto lugar de representación nacional, sino por hacerlo además en nombre de un montón de compañías y amig@s que cada día pelean para darle a la cultura el lugar que se merece. Además, hacerlo dentro de un homenaje a la figura de Cervantes, nuestro mayor exponente literario, es algo que sirve como homenaje (muuuy tardío, eso sí) a una de las figuras clave del pensamiento español. Así que felicidad absoluta. Álvaro Tato, uno de vuestros componentes, es autor de muchos de los textos. ¿Quién escoge y elige los temas de las obras? Yayo: Álvaro es el autor de los textos, sí, pero el trabajo previo es de todos. Entre todos se eligen los temas y de las reuniones creativas se desprenden las ideas para conformar luego el texto propiamente dicho. Es decir, es un trabajo colectivo con un líder en escritura, otro en puesta en escena, otro en
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música, etcétera. Daniel Rovalher, conocido y querido autor arancetano, fue el último en llegar al grupo. ¿A qué se debió su incorporación y cómo fueron los comienzos en el grupo? Dani: Mi entrada en Ron Lalá se remonta a 2004 cuando coincido con Yayo (director de Ron Lalá) en la escuela donde yo me formaba como actor. Él estaba dando clases allí y a su vez arrancaba un gran proyecto teatral con el resto de los chicos de Ron Lalá, buscaba un quinto integrante y al verme y conocernos en la escuela pensó que podría encajar en el perfil de ese “quinto ronlalero”. Seguidamente me invitó a viajar con ellos a Almagro durante una semana para realizar un training actoral, para conocernos, trabajar, improvisar, hacer música entre todos y de ahí surgió una relación personal y profesional que comenzó con Si dentro de un limón metes un gorrión, el limón vuela, y llega hasta hoy. Como bien anunciáis, sois un grupo donde prima el humor, el teatro y la música, aparte de la crítica social. Empezando por el propio director, todos y cada uno de los componentes tenéis una amplia formación musical y teatral. Aunque la pregunta es manida, ¿cómo veis el panorama teatral nacional en la actualidad? ¿mejor o peor que antes? ¿hay que ser tan multidisciplinar para tener oportunidades de éxito? Álvaro: La situación de las artes escénicas en España es alarmante. Precariedad por sistema, insuficiencia de distribución de ayudas, escaso interés de difusión por parte de los poderes fácticos, mínima presencia en los medios de comunicación de masas, depauperación de los recursos del sistema educativo y la infraestructura cultural, insuficiencia del apoyo a las instituciones que exportan nuestra cultura a otros países, IVA cultural insultantemente abusivo, monopolio de la gestión de derechos de autor por parte de una sociedad oscurantista y sospechosa que somete a los artistas a demenciales demoras en las liquidaciones... Ojalá nuestro país, que contiene entre sus tesoros uno de los silos culturales más importantes de Europa, situara la educación y la cultura a la cabeza de sus aspiraciones. Habéis cosechado premios de todo tipo e importancia, tanto dentro como fuera de España. ¿Cómo se lleva este éxito internacional? ¿os separáis mucho
tiempo de vuestras familias? Íñigo: Personalmente creo que el éxito no se lleva, es un elemento exógeno, que está ahí, como un espejo que te coloca el exterior y en el que uno se mira de vez en cuando para seguir trabajando. La realidad está en el trabajo, en un equipo de personas y artistas que nos encontramos en un momento determinado y decidimos unir esfuerzo y entrega para sacar adelante un proyecto en el que creíamos. De ese trabajo en equipo y gracias al resto de personas que nos acompaña y se implica en cada producción, estreno, avión, teatro o furgoneta, hemos logrado un posicionamiento, una marca, un hueco de mercado, un producto en el que el público se reconoce y con el que se regocija. Si eso es el éxito, ese es el espejo en que nos miramos para seguir trabajando; es lo único seguro. Por supuesto que es muy reconfortante ver y recibir la respuesta allá por donde caemos, sea en este país o en el extranjero. Es brutal. Desde la conciencia de jugarnos la vida y el trabajo (no el éxito) en cada lugar. Y claro que nos separamos mucho tiempo de nuestras familias, es lo natural [risas]. Sin que tengáis que desvelar mucho (ahora que no nos oye nadie), contadnos algo de vuestro siguiente proyecto, que sé que va a ser un cambio de registro importante en la temática. Juan: ¡Cómo no! Así entre nosotros, te puedo dar la primicia de que seguro habrá música, teatro y humor, estaremos los cinco recorriendo el escenario de arriba a abajo durante hora y media, con nervios el día del estreno y más tranquilos a medida que pasen las funciones, y que esperamos tener bastantes actuaciones en territorio nacional e incluso alguna salida al extranjero... ¡Buen intento! ;) Para saber más sobre la obra Cervantina o el grupo Ron Lalá, entra en http://ronlala.com/ Miembros de Ron Lalá: Yayo Cáceres (director), Álvaro Tato, Daniel Rovalher, Íñigo Echevarría, Juan Cañas y Miguel Magdalena.
SINERGIA+Creación+Humor
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Gracias a la ciencia y la tecnología hemos conseguido, por fin, eliminar a Dios. Ahora solo nos queda rezar y pedirle que no nos estalle todo en las narices. Humor gráfico: rojosedano
SINERGIA+Reflexión+Conversación
La felicidad de leer Autor: Felix Andrada
Conversación con Rosa Navarro
Rosa Navarro Durán es filóloga, catedrática de Literatura española en la Universidad de Barcelona. Prestigiosa investigadora, ha publicado ensayos sobre la literatura de los siglos xvi y xvii, el análisis de textos literarios, o por qué leer a los clásicos. Ha llevado a cabo numerosas ediciones de textos del Siglo de Oro, así como de poesía contemporánea. Desde hace unos años, se ha volcado en adaptar para los estudiantes y niños —los lectores
del futuro— las obras de la literatura clásica española. Divulgadora apasionada, Rosa Navarro está presente allí donde se trata de dar la batalla por la lectura, por la literatura y, todo el pasado año, por Cervantes. Entre una conferencia en Gijón, un ensayo para Puebla y una exposición en Alcalá de Henares, Rosa encuentra tiempo para hablar con Sinergia sobre Cervantes, sobre libros y sobre lectores.
SINERGIA+Reflexión+Conversación
Por Félix Andrada Antes de los tiempos de Cervantes, la obra, la historia más bien, parecía estar en un plano ajeno al del escritor, como si este no fuera más que un elemento de carácter contingente. Así, conocer quién escribe La Celestina, El Lazarillo, Tirant lo Blanch y otros no es tan sencillo como leer el nombre del autor en la portada del libro. En cambio, Cervantes parece tener clara idea de la figura del autor en un sentido bien moderno; por ejemplo, incluye en el prólogo a sus Novelas ejemplares lo que hoy sería el equivalente a una fotografía de solapa (“Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño…”). ¿Puede que Cervantes fuera intensamente consciente de su propio papel en la construcción de nuevos modelos narrativos?, ¿o de la influencia que la celebridad de un autor tiene en la fortuna de una obra literaria?, ¿o acaso pretende reivindicarse como escritor de éxito tras haber pasado toda su vida como un gran perdedor (tres veces preso, cinco años cautivo, lisiado…)? La figura del escritor como autor consciente de su obra la inaugura en nuestras letras don Juan Manuel, quien en el prólogo de El conde Lucanor dice: “Por ende, yo, don Joan, fijo del infante don Manuel, adelantado mayor de la frontera et del reino de Murcia, fiz este libro compuesto de las más apuestas palabras que yo pude, et entre las palabras entremetí algunos ejemplos de que se podrían aprovechar los que los oyeren”. Acaba su libro, como él mismo dice, en Salmerón el lunes 12 de junio de 1335. Depositará su obra en el convento de los frailes Predicadores de Peñafiel para que se conservara tal como él la había escrito, pero ese ejemplar desaparecería, ¡menos mal que ya se habían hecho copias! Quiero añadir a ello un dato: el texto solo empieza a estar al alcance de todos los lectores a partir de la edición que hace de él Argote de Molina en 1575, es decir, cuando deja de circular como texto manuscrito y pasa a ser impreso. Cada uno de los libros que me citas tiene una circunstancia precisa. Así el peligro que implicaba el contenido de La vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades —una sátira erasmista contra los vicios de la Iglesia— aconsejó con razón a su autor, Alfonso de Valdés, a dejar su nombre tan solo encriptado en el título (sus dos Diálogos circularon y se editaron siempre como obras anóni-
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mas). Sin embargo, a partir de 1558 ya no es posible imprimir un libro anónimo en España, porque la pragmática dictada por Felipe II lo prohibía; y al año siguiente también incluía a los anónimos el Índice de libros prohibidos del inquisidor Valdés: “Libros en romance que no tengan título o que no tengan el nombre del autor o del impresor o del lugar adonde fueron impresos”. Pero hecha la ley, hecha la trampa: a partir de entonces se publicarían obras con autor oculto bajo un seudónimo. Cervantes es un escritor que vive en la época de la total implantación de la imprenta, con todos los beneficios que aportó el extraordinario invento (de mitad del siglo xiv) para la difusión de los conocimientos y de la creación literaria; y el escritor lo sabe muy bien, y por ello manda imprimir sus Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados (1615), cuando el teatro era para representarse, y la impresión de las obras iba a remolque de su subida al escenario. No se entiende bien el Quijote sin ver el papel que desempeña en el relato la imprenta, mejor dicho, en las aventuras del personaje: en la segunda parte ya anda impresa la historia de la primera, y don Quijote encuentra a personajes que la han leído y que le crean aventuras —hacen teatro— acordes a lo que él espera; e incluso él mismo, en Barcelona, entrará en una imprenta. Su autorretrato en el prólogo de las Novelas ejemplares es una muestra más de su inteligencia para incluirse como objeto de su propia mirada, que suele tener sutiles puntos de ironía. Ese es también su doble papel en el Viaje del Parnaso: Cervantes se llama a sí mismo “poetón”(“yo, socarrón; yo, poetón ya viejo”) en la etapa final de su vida y además incluye en esa epopeya burlesca un encuentro consigo mismo, joven en Nápoles, porque él es ese Promontorio (o Cabo), que algunos creen que es un hijo suyo del que nada se sabe. Él está imitando el Viaggio di Parnaso de Cesare Caporali (“Cabo” también), desdoblándose como solo él sabe hacer; porque no hay que olvidar que en Roma, en 1570, el joven Cervantes fue camarero del cardenal Giulio Acquaviva, y Cesare Caporali sirvió también a su hermano menor, Ottavio Acquaviva. En efecto, Cervantes es muy consciente de que es un innovador; lo dice con razón en ese mismo prólogo: “yo soy el primero que he novelado en lengua castellana; que las muchas novelas que en ella andan impresas, todas son traducidas de
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lenguas extranjeras, y estas son mías propias, no imitadas ni hurtadas”. Y lo es en todos los géneros: en su primera novela, la Galatea, ya lo es al dividirla en seis libros y no en siete, como la Diana de Montemayor, e introduciendo en ese escenario bucólico la traición, la maldad, la muerte, y haciendo que sucedan cosas de noche, a la luz de la luna y no solo en el tiempo de los pastores, que va del amanecer al anochecer. Pero no puedo ir más allá con respecto a su voluntad de conquistar la fama; lo único evidente es que, a pesar de su azarosa vida, llena de lances negativos —fue realmente un perdedor—, nunca perdió el sentido del humor al escribir; gozaba al hacerlo y nos transmite a los lectores ese gusto. 2016 ha sido el año de Cervantes y de Shakespeare. El inglés es en sí un icono del acervo literario universal a un nivel distinto del que lo es Cervantes, cuya fortuna crítica parece desdibujada ante la fuerza de su personaje, don Quijote. En vida, Shakespeare conoció un éxito que Cervantes solo llegó a acariciar en sus últimos años. Pese a todos los actos de celebración de la figura de Cervantes, sigue siendo poco lo que sabemos de él y aún escaso nuestro aprecio por su valía como escritor clave en el proceso de evolución de la narrativa. ¿Crees que para el público general, incluso en España, Cervantes es solo el autor del Quijote, que el personaje eclipsa al escritor? No hay que olvidar que Shakespeare no vio impresas sus obras y que se discute incluso —vanamente— su autoría. La primera edición de sus obras, First Folio, con treinta y seis comedias, historias y tragedias, fue hecha por dos de sus amigos: John Heminges y Henry Condell, en 1623. Y ese inmenso dramaturgo —el mejor— es admirado y recordado también por sus personajes, al igual que Cervantes —el más grande novelista—. Lo que sucede es que don Quijote y Sancho son tan espléndidos que han ocultado considerablemente a otros entes de ficción de su autor, y es lógico que lo hagan: por la fuerza, intensidad, riqueza de esa obra universal, libro de libros. Yo creo que nadie duda del papel clave de Cervantes en el proceso de la evolución de la narrativa, en nuestro país o fuera de él; otra cosa es que se lea su Don Quijote, porque es más fácil ver la representación de una obra teatral —o incluso asistir a una ópera o ver una película— y saberse así la historia de Romeo y Julieta, de
Hamlet, de Otelo, de Macbeth, etc., que leerse las muchas y jugosísimas páginas que tiene la novela de Cervantes. Sí puedo afirmar con dolor que casi nadie ha leído Los trabajos de Persiles y Sigismunda, que es una novela bizantina, compleja, con muchos y distintos episodios, pero apasionante. Como consuelo — mal de muchos…—, diré que el gran éxito de comienzos del siglo xvii que fue el Guzmán de Alfarache —o el Pícaro—, la primera novela picaresca y el texto que espoleó a Cervantes a escribir su Don Quijote, apenas se lee hoy. Tus conferencias son un espectáculo. Entusiasta y apasionada, contagias a quien te escucha el deseo de gozar la felicidad de leer. Has defendido que los libros nos alimentan, que quedan dentro del lector —no importa si luego un ama y una sobrina mandan quemar los ya leídos y tapiar la biblioteca—; que las lecturas unen a los seres humanos y proporcionan un sistema de referencias esencial. Sin embargo, los índices de lectura no siempre invitan al optimismo. Además, buena parte de los nuevos lectores no parecen pasar más allá de productos que procuran nada más que un entretenimiento superficial. ¿Es posible aspirar a que la lectura siga ocupando un lugar preeminente en la formación del espíritu humano? Tengo que creer en aquello por lo que lucho. A veces me siento don Quijote frente a los gigantes (que no molinos), pero lo hago con su mismo entusiasmo y con su misma fe en lo que hace. Él puede vencerlos, aunque acabe por los suelos, ¡pues a seguirle en ello! ¡A ver si los tiempos son otros y no acabo tan mal parada! Si pensara en que no voy a lograr ni un solo lector nuevo, tendría que quemar mi pensamiento y, por tanto, mi vida. ¡Basta uno, uno nuevo! Esta es mi faceta “pública”, pero en privado me paso horas viendo cómo los escritores se leen unos a otros, y es realmente apasionante descubrir huellas de lectura; por ejemplo, ver lo bien que se lo pasó Cervantes leyendo el Orlando furioso de Ariosto, y descubrir rastros —aún más de los ya vistos por los eruditos— que esa grandiosa y divertida epopeya burlesca dejó en sus obras. O darme cuenta de que Cervantes leyó una edición no expurgada del Lazarillo, es decir, que tenía en sus manos un Lazarillo entero, con el tratado quinto, el del buldero, y por ello el padre de Rincón es buldero. Son esas minucias de la vida literaria las
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que llenan horas y horas de mi vida con diversión y gusto, ¡cómo no voy a luchar para que los demás compartan ese placer! Con los textos me divierto y aprendo; por tanto, tengo que intentar transmitir ese tesoro existencial a aquellas personas que quieran escucharme. Llevas más de cuarenta años enseñando en la universidad y más de veinticinco publicando. Pero desde hace unos doce años has dirigido tu interés hacia los niños, los lectores del futuro. Tus esfuerzos ahora tratan de acercar los clásicos a los niños y a los estudiantes, evitando el “trago” de las lecturas obligatorias ¿Por qué hay que leer a los clásicos? ¿Y qué respuesta estás encontrando entre los lectores más jóvenes? Empecé en 1969 a dar clase en la Universidad de Barcelona, pero los tiempos han cambiado mucho en las aulas universitarias. Me escribía el otro día una antigua alumna de los años setenta que recordaba mi aula llena de la niebla del humo de los fumadores, pero también la pasión compartida por la lectura. Un día, hace ya cuatro o cinco años, una delgada y honda línea separó esos años de los presentes: una alumna me había confundido con Rosalía de Castro. Vi que tenía que cambiar mi discurso porque los jóvenes no habían estudiado de forma ordenada la historia de la literatura, y todo podía ser ya posible en este momento ahora lleno de confusión. Felizmente en 2004, el azar llamó a mi puerta de la mano de Reina Duarte, la directora de la sección infantil y juvenil de la editorial Edebé: me pidió que adaptara para los niños el Quijote (al año siguiente se celebraba el cuarto centenario de la publicación de la primera parte). Y le rogué que me dejara quince días para pensarlo; quise ver si sabía hacerlo y si gozaba haciéndolo. Descubrí que adaptar fielmente el texto, pero haciéndolo asequible a los niños (y con una obligada selección de unos pocos episodios), era una tarea apasionante. El éxito de esta primera adaptación me abrió las puertas para poner al alcance de los chavales otros textos clásicos y, aunque la crisis frenó esta pequeña aventura gozosa, ya están ahí, impresos, para ellos; y también otra serie para los estudiantes, para los adolescentes, para todas las personas que vean como un ochomil el texto original de algunos clásicos. Con mis adaptaciones, fieles y respetuosas al texto original, todos pueden subir en ascensor a esas cimas de
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gusto y de aprendizaje. Hay que leerlos porque son nuestro patrimonio cultural; es lo mismo que admirar Las meninas de Velázquez o pasearse por la Alhambra. Si no se leen, desaparecerán como riqueza atesorada; serán tan solo clásicos para una minoría de expertos o de raros aficionados; pero para la gran mayoría serán volúmenes impresos en estanterías ajenas. Pero no se puede imponer a nadie la lectura del Cantar de Mio Cid en versión original porque incluso yo, al adaptarlo, tenía que recurrir a menudo a las notas explicativas; ni tampoco la del Quijote, no tanto por la lengua, que no plantea muchas dificultades, sino por la riqueza literaria y cultural que contiene. Hay que abrir las páginas de los clásicos a los niños y a los adolescentes para que se diviertan leyéndolos y los recuerden con placer y así, cuando sean mayores, puedan volver a ellos; y si no alcanzan esa competencia lectora, ya los llevarán dentro, en el recuerdo, en su pensamiento. Un día estaba firmando un Lazarillo contado a los niños a un chaval de unos siete u ocho años y me dijo: — Rosa, ¿puedo hacerte una pregunta? — Claro que sí. — ¿Qué golpe de los que le dieron te pare ce a ti que le hizo más daño a Lázaro? — El garrotazo del clérigo, porque le dejó inconsciente tres días. El niño se quedó un minuto pensando y luego me replicó: — ¿Y qué me dices del jarrazo que le dio el ciego? ¿No le dolió más? Al oírle estuve a punto de abrazarle, emocionada, pero no lo hice para no asustarle. Lázaro, para este niño, era ya un amigo, como lo es para mí. Nunca lo olvidará en su vida. Esta pregunta me confirmó mi certeza de que alguna vez consigo vencer al gigante del escepticismo. Lograr alguna pregunta como esta, ver que una niña ha hecho suya la historia de Tirante el Blanco y la lee una y otra vez, u oír cómo niños piden a sus padres que antes de dormirse les lean un capítulo del Quijote contado a los niños, esos son mis triunfos y por ellos lucho. No hago más que intentar convencer a todos, padres y profesores, de que los clásicos son nuestro patrimonio cultural, y de que solo pueden salvarse si los niños, que son nuestro futuro, los conocen, los leen. Y está en sus manos lograrlo. A ellos pido su ayuda: juntos venceremos gigantes ignorantes de largos brazos.
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Y aparece la ínsula Autor: David Abad Ilustración: Ricardo de Lozar
Conozco a los gigantes a pie de página ahora son de verdad las oscuras fantasías y tuerzo el gesto de los conformes egocéntricos cuando duermen en galeras sin despertador Sea piedra en el riñón del poder o lanza disfrazada de caña ingenua la palabra será libre de alguaciles y recaudadores si la cordura es desatada de la acera de la oficina Afina la inspiración el aire de los sueños amarillos que mi rabia contenida licencia y del renglón ciego del ojo del huracán brota el aliento infiel del poema de Dulcinea Tiento a los gatos negros en el callejón de la locura la alcantarilla de la realidad salta, y aparece la Ínsula
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La española inglesa Miguel de Cervantes
Ilustración: rojosedano
— Id con Dios, que, pues vais enamorado, como imagino, grandes cosas me prometo de vuestras hazañas. Felice fuera el rey batallador que tuviera en su ejército diez mil soldados amantes que esperaran que el premio de sus vitorias había de ser gozar de sus amadas. Levantaos, Ricaredo, y mirad si tenéis o queréis decir algo a Isabela, porque mañana ha de ser vuestra partida. Besó las manos Ricaredo a la reina […] y luego se fue a hincar de rodillas ante Isabela; y, queriéndola hablar, no pudo, porque se le puso un nudo en la garganta que le ató la lengua y las lágrimas acudieron a los ojos, y él acudió a disimularlas lo más que le fue posible. Pero, con todo esto, no se pudieron encubrir a los ojos de la reina, pues dijo: — No os afrentéis, Ricaredo, de llorar, ni os tengáis en menos por haber dado en este trance tan tiernas muestras de vuestro corazón: que una cosa es pelear con los enemigos y otra despedirse de quien bien se quiere. Abrazad, Isabela, a Ricaredo y dadle vuestra bendición, que bien lo merece su sentimiento. Isabela, que estaba suspensa y atónita de ver la humildad y dolor de Ricaredo, que como a su esposo le amaba, no entendió lo que la reina le mandaba, antes comenzó a derramar lágrimas, tan sin pensar lo que hacía, y tan sesga y tan sin movimiento alguno, que no parecía sino que lloraba una estatua de alabastro. Estos afectos de los dos amantes, tan tiernos y tan enamorados, hicieron verter lágrimas a muchos de los circunstantes; y, sin hablar más palabra Ricaredo, y sin le haber hablado alguna a Isabela, haciendo […] los que con él venían reverencia a la reina, se salieron de la sala, llenos de compasión, de despecho y de lágrimas. […] [El conde Arnesto, a Ricaredo:] — Ricaredo, estáme atento a lo que decirte quiero: la reina mi señora te mandó fueses a servirla y a hacer hazañas que te hiciesen merecedor de la sin par Isabela. Tú fuiste, y volviste cargadas las naves de oro, con el cual piensas haber comprado y merecido a Isabela. Y, aunque la reina mi señora te la ha prometido, ha sido creyendo que no hay ninguno en su corte que mejor que tú la sirva, ni quien con mejor título merezca a Isabela, y en esto bien podrá ser se haya engañado; y así, llegándome a esta opinión, que yo tengo por verdad averiguada, digo que ni tú has hecho cosas tales que te hagan merecer a Isabela, ni ninguna podrás hacer que a tanto bien te levanten; y, en razón de que no la mereces, si quisieres contradecirme, te desafío a todo trance de muerte. Calló el conde, y desta manera le respondió Ricaredo: — En ninguna manera me toca salir a vuestro desafío, señor conde, porque yo confieso, no sólo que no merezco a Isabela, sino que no la merece ninguno de los que hoy viven en el mundo. Así que, confesando yo lo que vos decís, otra vez digo que no me toca vuestro desafío; pero yo le acepto por el atrevimiento que habéis tenido en desafiarme. Con esto se quitó de la ventana, y pidió apriesa sus armas.
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Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Macha Miguel de Cervantes Capítulo XLI: “De la venida de Clavileño…” Llegó en esto la noche, y con ella el punto determinado en que el famoso caballo Clavileño viniese […] cuando a deshora entraron por el jardín cuatro salvajes, vestidos todos de verde yedra, que sobre sus hombros traían un gran caballo de madera. Pusiéronle de pies en el suelo y uno de los salvajes dijo: — Suba sobre esta máquina el que tuviere ánimo para ello. — Aquí —dijo Sancho— yo no subo, porque ni tengo ánimo ni soy caballero. Y el salvaje prosiguió diciendo: — Y ocupe las ancas el escudero, si es que lo tiene […]; y no hay más que torcer esta clavija que sobre el cuello trae puesta, que él los llevará por los aires […]; pero porque la alteza y sublimidad del camino no les cause váguidos, se han de cubrir los ojos hasta que el caballo relinche, que será señal de haber dado fin a su viaje. […] Cubriéronse, y sintiendo don Quijote que estaba como había de estar, tentó la clavija, y apenas hubo puesto los dedos en ella cuando todas las dueñas y cuantos estaban presentes levantaron las voces, diciendo: — ¡Dios te guíe, valeroso caballero! — ¡Dios sea contigo, escudero intrépido! — ¡Ya, ya vais por esos aires, rompiéndolos con más velocidad que una saeta! — ¡Ya comenzáis a suspender y admirar a cuantos desde la tierra os están mirando! — ¡Tente, valeroso Sancho, que te bamboleas! ¡Mira no cayas, que será peor tu caída que la del atrevido mozo que quiso regir el carro del Sol su padre! Oyó Sancho las voces, y apretándose con su amo y ciñiéndole con los brazos, le dijo: — Señor, ¿cómo dicen estos que vamos tan altos, si al-
canzan acá sus voces y no parecen sino que están aquí hablando junto a nosotros? — No repares en eso, Sancho, que como estas cosas y estas volaterías van fuera de los cursos ordinarios, de mil leguas verás y oirás lo que quisieres. Y no me aprietes tanto, que me derribas; y en verdad que no sé de qué te turbas ni te espantas, que osaré jurar que en todos los días de mi vida he subido en cabalgadura de paso más llano: no parece sino que no nos movemos de un lugar. Destierra, amigo, el miedo, que, en efecto, la cosa va como ha de ir y el viento llevamos en popa. — Así es la verdad —respondió Sancho—, que por este lado me da un viento tan recio, que parece que con mil fuelles me están soplando. […] Sintiéndose, pues, soplar don Quijote, dijo: — Sin duda alguna, Sancho, que ya debemos de llegar a la segunda región del aire, adonde se engendra el granizo y las nieves; los truenos, los relámpagos y los rayos se engendran en la tercera región; y si es que desta manera vamos subiendo, presto daremos en la región del fuego, y no sé yo cómo templar esta clavija para que no subamos donde nos abrasemos. En esto, con unas estopas ligeras de encenderse y apagarse, desde lejos, pendientes de una caña, les calentaban los rostros. Sancho, que sintió el calor, dijo: — Que me maten si no estamos ya en el lugar del fuego o bien cerca, porque una gran parte de mi barba se me ha chamuscado, y estoy, señor, por descubrirme y ver en qué parte estamos.
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La fuente de Cervantes en Aranjuez: el agua, la piedra y la palabra
Autor: Javier
Martínez Atienza
Con motivo del cuarto centenario de la publicación de la primera parte del Quijote, un grupo de ciudadanos de Aranjuez ideó un programa de conmemoraciones que incluyó la erección, por suscripción popular, de un monumento en memoria de su autor y de su tiempo. La ocasional presencia del lugar en la obra cervantina y sus propios datos biográficos permiten suponer que el escritor conoció el Real Sitio y que pudo incluso frecuentarlo en sus años de madurez. Aranjuez era entonces un río y un palacio, rodeado de jardines, fuentes, huertas y calles arboladas que asombraban la imaginación europea. Si bien sus descripciones son genéricas y escuetas, lo que sí subyace en los textos de Cervantes, como en muchos de sus contemporáneos, es la fama del Sitio, lugar común para los autores del Siglo de Oro. Una fama superior a la que ha tenido en cualquier momento posterior de su historia, reflejada en el uso, hoy perdido, del término aranjuez como sustantivo, sinónimo de lugar apacible y deleitoso. De esta fortuna literaria de los siglos XVI y XVII apenas quedan huellas, ni en los espacios rústicos o urbanos ni en la memoria de sus actuales pobladores. Era misión de cualquier gesto conmemorativo contribuir a rescatarla del olvido y ponerla a disposición de propios y forasteros: un ánimo a la vez divulgativo y reivindicativo que fue uno de los impulsos del proyecto.
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Aranjuez en Cervantes (Cervantes en Aranjuez) Se eligió, como punto de partida, una ubicación cargada de historia y alusiones a la época: la calle de la Reina o de Alpajés, trazada unas décadas antes como un jardín lineal de impronta territorial, paralela al antiquísimo caz de las Aves y las famosas sierras de agua, ingenios protoindustriales recordados por los viajeros que llegaban al Sitio (incluyendo los personajes de Cervantes). La calle de la Reina también daba acceso al misterioso jardín de los Negros, escenario de célebres festejos como el aparatoso estreno de El vellocino de Oro de Lope de Vega, pocos años después de la publicación del Quijote. Una de las escasas vistas que se conservan de la época es un cuadro de Martínez del Mazo titulado Jardines de Aranjuez o también Entrada al Jardín de los Negros. El lienzo muestra, junto al río —donde el actual puente de Barcas— el comienzo de la calle, espléndidamente arbolada, recibiendo un séquito de jinetes y carrozas. Un poco más adelante, a la derecha, está el sitio elegido para la conmemoración. Una conmemoración entendida como un ejercicio de modestia disciplinar, renunciando a pretensiones de crear nuevos hitos urbanos y buscando que su intervención complete o potencie escenarios preexistentes, puntos de sutura en lugares donde el tejido urbano haya perdido su coherencia por falta de cuidado o de atención al detalle. Una discreta reflexión sobre el nuevo papel del monumento en el espacio colectivo, que es a la vez nuestro espacio y el de las anteriores y próximas generaciones. En tiempos de Cervantes, discreción era sinónimo de inteligencia, y el nuevo monumento intenta contribuir con discreción al paisaje urbano y a la memoria de la ciudad. El Aranjuez de sus fuentes Responder al programa monumental con una fuente fue una decisión inmediata y razonable. La fama del Aranjuez de los Austrias nacía de sus fuentes, que viajaron por toda Europa en grabados y memorias de viajeros. Hasta Cervantes se permitió con ellas juegos de palabras, en relación a ciertos remedios ocultos a los que la duquesa de la segunda parte del Quijote confiaba su belleza. Pero no se trataba de competir con las fuentes que adornan los jardines y plazas del Aranjuez histórico. Nuestra fuente se retira del primer plano de la calle, dejando que la doble alineación de árboles reaparezca donde nunca debió de desaparecer. Detrás de ellos, toma una forma alargada, reflejo de la cacera o
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acequia que riega los árboles en toda la longitud de la calle. Las caceras son de tierra, y el nuevo estanque de piedra; su pretil delantero, en forma de banco, le da cierto carácter de descansadero, punto de reposo en el camino. Los caños en el muro, a modo de manantiales, también pueden leerse como referencia a los viejos pilones o pilares, o a la cercana Fuente Grande de Ocaña, cuyas connotaciones herrerianas tanta vinculación tienen con los años de Cervantes. Estanque y muro, revestidos de piedra, se resuelven en una geometría estricta y desornamentada, reducida a la exacta e inequívoca relación con lo que significan esos adjetivos. La piedra y la palabra La mejor manera de recordar a un escritor es mediante la palabra. Mediante sus propias palabras, con la vieja
técnica de la epigrafía, donde las letras se cargan de contenido arquitectónico. El largo texto elegido —un hermoso fragmento de la obra crepuscular de Cervantes— se dispone en una línea formando una especie de friso a lo largo de toda la fuente. Leerlo no deja de ser dificultoso, pero obliga a cierto dinamismo que pone al espectador en la situación andariega de los propios personajes del autor. Aunque subrayar un texto literario es siempre una falta de respeto (al autor y al lector), nos permitimos la licencia estética de destacar algunas palabras, cambiando el cuerpo de sus tipos y rompiendo así la larga monotonía de su lectura en un solo renglón. Digamos que actuamos como lectores en cuya conciencia permanece lo más sonoro o poético: una segunda lectura de un texto algo hiperbólico que al autor, tal vez, hubiera divertido. Los personajes de Cervantes eran, más que nada, viajeros. Quisimos recordarlos con una fuente alineada a lo largo del camino, un lugar sombreado y tranquilo para descansar y, a la vez, animado y ameno para contemplar. Una fuente como un tramo de cacera, sólida de piedra y húmeda de agua. Un punto de encuentro entre la ciudad y el jardín, lo mineral y lo vegetal, lo permanente al paso del tiempo y lo variable con las estaciones del año. Un monumento discreto, un papel secundario en un deslumbrante reparto de arquitectura y naturaleza. Los paseantes, los turistas y los curiosos también somos personajes de Cervantes y podemos sentarnos al borde del estanque, escuchar el agua de los caños y palpar el pulimento de la piedra. Dejar que las frases admiradas del Persiles nos ilustren y que los plátanos de la calle de la Reina nos marquen el ritmo geométrico y profundo de Aranjuez. Ese Aranjuez olvidado de las sierras de agua, de las glorias de Niquea y de los vellocinos de oro. De las acequias, los poetas, los músicos, los abrevaderos. Con el tiempo los árboles nuevos alcanzarán a sus abuelos, las matas y los arbustos abrigarán el estanque, la piedra envejecerá con la nobleza del musgo y las palabras de Cervantes, con sus letras manchadas del polvo y los años, serán más legibles sobre el muro y harán más compañía al viajero cansado, alegre, triste o animoso que habrá encontrado un lugar donde demorarse, complacido, en su camino. La fuente de Cervantes en Aranjuez fue proyectada por los arquitectos Julio Gómez y Javier Martínez-Atienza, por encargo de la Comisión para la Celebración del Cuarto Centenario del Quijote en Aranjuez, 2004.
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Segunda parte del ingenioso caballero
Don Quijote de la Mancha Miguel de Cervantes
Autor: Félix Andrada Ilustración: Ricardo de Lozar
Capítulo LVIII: “Que trata de cómo menudearon sobre don Quijote aventuras tantas, que no se daban vagar unas a otras…”
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
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Los trabajos de Persiles y Sigismunda Miguel de Cervantes y Saavedra Autor: Javier García Valverde
Sucedió, pues, lector amantísimo, que, viniendo otros dos amigos y yo del famoso lugar de Esquivias, por mil causas famoso, una por sus ilustres linajes y otra por sus ilustrísimos vinos, sentí que a mis espaldas venía picando con gran priesa uno que, al parecer, traía deseo de alcanzarnos, y aun lo mostró dándonos voces que no picásemos tanto. Esperámosle, y llegó sobre una borrica un estudiante pardal, porque todo venía vestido de pardo, antiparas, zapato redondo y espada con contera, valona bruñida y con trenzas iguales; verdad es, no traía más de dos, porque se le venía a un lado la valona por momentos, y él traía sumo trabajo y cuenta de enderezarla. Llegando a nosotros dijo: — ¿Vuesas mercedes van a alcanzar algún oficio o prebenda a la corte, pues allá está su Ilustrísima de Toledo y su Majestad, ni más ni menos, según la priesa con que caminan?; que en verdad que a mi burra se le ha cantado el víctor de caminante más de una vez. A lo cual respondió uno de mis compañeros: — El rocín del señor Miguel de Cervantes tiene la culpa desto, porque es algo que pasilargo. Apenas hubo oído el estudiante el nombre de Cervantes, cuando, apeándose de su cabalgadura, cayéndosele aquí el cojín y allí el portamanteo, que con toda esta autoridad caminaba, arremetió a mí, y, acudiendo asirme de la mano izquierda, dijo: — ¡Sí, sí; éste es el manco sano, el famoso todo, el escritor alegre, y, finalmente, el regocijo de las musas! Yo, que en tan poco espacio vi el grande encomio de mis alabanzas, parecióme ser descortesía no corresponder a ellas. Y así, abrazándole por el cuello, donde le eché a perder de todo punto la valona, le dije: — Ese es un error donde han caído muchos aficionados ignorantes. Yo, señor, soy Cervantes, pero no el regocijo de las musas, ni ninguno de las demás baratijas que ha dicho vuesa merced; vuelva a cobrar su burra y suba, y caminemos en buena conversación lo poco que nos
falta del camino. Hízolo así el comedido estudiante, tuvimos algún tanto más las riendas, y con paso asentado seguimos nuestro camino, en el cual se trató de mi enfermedad, y el buen estudiante me desahució al momento, diciendo: — Esta enfermedad es de hidropesía, que no la sanará toda el agua del mar Océano que dulcemente se bebiese. Vuesa merced, señor Cervantes, ponga tasa al beber, no olvidándose de comer, que con esto sanará sin otra medicina alguna. — Eso me han dicho muchos —respondí yo—, pero así puedo dejar de beber a todo mi beneplácito, como si para sólo eso hubiera nacido. Mi vida se va acabando y, al paso de las efeméridas de mis pulsos, que, a más tardar, acabarán su carrera este domingo, acabaré yo la de mi vida. En fuerte punto ha llegado vuesa merced a conocerme, pues no me queda espacio para mostrarme agradecido a la voluntad que vuesa merced me ha mostrado. En esto llegamos a la puente de Toledo, y yo entré por ella, y él se apartó a entrar por la de Segovia. Lo que se dirá de mi suceso, tendrá la fama cuidado, mis amigos gana de decilla, y yo mayor gana de escuchalla. Tornéle a abrazar, volvióseme a ofrecer, picó a su burra, y dejóme tan mal dispuesto como él iba caballero en su burra, a quien había dado gran ocasión a mi pluma para escribir donaires; pero no son todos los tiempos unos: tiempo vendrá, quizá, donde, anudando este roto hilo, diga lo que aquí me falta, y lo que sé convenía. ¡Adiós, gracias; adiós, donaires; adiós, regocijados amigos; que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida!
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Humor grรกfico: rojosedano
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revista cultural
agosto 2017