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Editorial Bienvenidos a estas páginas: Nos dirigimos a ustedes, flamantes profesionistas, con el orgullo de saber que representan el futuro de nuestra Nación. Nos sentimos afortunados de poder acompañarlos en esta transición, que corona un ciclo importante de esfuerzos, pero que también abre un horizonte colmado de sueños y esperanzas. Reiteramos nuestra compañía en su camino. Ahora, que están a punto de volar por su cuenta en el mundo laboral; pero también mañana, cuando quizá decidan celebrar el amor por medio del matrimonio o cerrar exitosamente un negocio significativo. Sepan que allí estaremos, con ustedes... ¡En los mejores momentos de su vida! Con afecto...

Alyet

Dirección General


Esta noche es una noche Alyet...

Llegó el gran momento y ahora...

¿Qué me pongo?

¡Por

fin es la gran noche! Años de retos, de desvelos, de estudios esforzados se verán coronados ya por un flamante título. Ha llegado, por fin, la ocasión de celebrar nuestro triunfo y brindar por todos los sueños que hoy se abren como posibilidad real ante nuestro futuro, con una gran celebración que se antoja inolvidable. Pero (¡gulp!), ¿qué he de ponerme para lucir mi personalidad al máximo y, a la vez, estar cómoda y disfrutar de esta fiesta que anhelé desde el primer día de escuela?


¿Debo pensar en un vestido de diseñador? ¿Algo evidentemente caro, que impacte por el sólo hecho de hacer patente su procedencia como creación de autor? O por el contrario, ¿debo usar un vestido sencillo y cómodo, aunque pase desapercibida? Estoy en un auténtico aprieto. Si uso un atuendo ostentoso, podría ser una inversión estratégica: algo así como un símbolo de mis ganas voraces de triunfar en el mundo profesional. ¡Me proyectaría ya como una licenciada exitosa, que se abre paso con elegancia en una reunión social! Sin embargo, temo, por otra parte, parecer pretenciosa y que mi posible gasto no pase de verse como un capricho excesivo, que no viene al caso. Si opto por el vestido sencillo y cómodo, podría triunfar al mostrarme humilde, franca, digna de confiar, pues no necesito de caros utensilios para hacerle frente al mundo. Pero, por otra parte, mi naturalidad podría juzgarse mal. Podría ser contemplada como un descuido inconveniente. “Mira, es una chica linda y sencilla, pero no le importa sobresalir ni siquiera la noche de su Graduación, es una pena”. No podía decidir entre ser una reina o parecer una plebeya resignada por siempre a un trabajo operativo. Mi salvación fue atender a la propuesta


1.- Sea lo que fuera que te pongas, lleva abrigo. ¡Lo necesitarás! 2.- Conviene tener al menos un par de cambios de calzado, uno de ellos muy cómodo. ¡Prepárate también para bailar! 3.- El lucir bella inicia no por el vestido, sino por el propio cuerpo. Días antes de la Graduación conviene cuidar tu alimentación, tu descanso y tu relajación psíquica. de los profesionales de la compañía Alyet, quienes organizan la Graduación. La ocasión en que nos visitaron en la escuela nos hicieron saber que se ponían a nuestro servicio, para atendernos en todas las consultas que tuviéramos y, en verdad que me ayudaron cuando hablé para exponerles mis dudas acerca de qué ponerme. Me dieron una serie de puntos precisos, que resolvieron mi conflicto y que me gustaría exponer aquí para que fueran de utilidad a otras chicas que podrían encontrarse en la situación en la que yo me encontré. Así, la respuesta a la pregunta filosa de qué es lo que me conviene ponerme en la noche de mi Graduación debería pasar por…

4.- Escoge un vestido elegante, sea este caro o no. Y con elegante se quiere decir que te vaya realmente bien: que te favorezca, resaltando los puntos que te hacen bella. 5.- Usa pocos accesorios y de buen gusto. 6.- Haz que te maquille un profesional. 7.- Usa un perfume enigmático y sensual, no uno empalagoso. 8.- ¡Prepárate para ser feliz! En tu Graduación festejas una victoria personal, no el triunfo de otro. ¡Goza, enorgullécete y dispón tu grandeza para comerte el mundo!



Esta noche es una noche Alyet...

¡Por fin, la Graduación! Y ahora... ¿A én qui ito? inv

¡Qué nervios! Las ganas de festejar la anhelada Graduación se agolpan

en mi pecho. No paro de recibir llamadas de felicitación y mensajes en las redes sociales, y todos me preguntan cuándo será la fiesta. Estoy, sin duda, en un problema: ¿Debo de invitar a todos mis amigos? ¿Y qué pasa con las personas que no son tan cercanas a mí, pero que, sin embargo, me han felicitado de manera incluso más cálida y honesta que mis propios compañeros de la infancia? Afortunadamente, seguí el ofrecimiento de consulta que amablemente me habían propuesto los profesionales de Alyet, la compañía que organizará la fiesta de Graduación, y les llamé de inmediato para pedirles consejo acerca de a quién me convendría invitar a la celebración. Con gentileza, me hicieron ver que la Graduación no tiene por qué ser la única celebración de fin de estudios a la que yo invite gente. Me aconsejaron, con tino, que si agenda de invitados contiene numerosas personas, me convendría más hacer una reunión posterior, en la que yo pudiera departir con todos los que han tenido un gesto de aprecio para mí.


“Eres afortunada”, me dijeron, “al contar con tanta gente linda, que te brinda sin reservas su amor. No conviertas esta gracia en un motivo de preocupación. Simplemente, invita a tu Graduación a gente muy, pero muy cercana a ti: tus padres, tus hermanos; tu pareja, por supuesto; o alguien que consideres realmente indispensable. Las demás amistades tendrán oportunidad de abrazarte en un festejo posterior y tú, lejos de sentir que pierdes la oportunidad de estar con todos ellos a la vez, te sentirás agradecida con la Vida por contar con varias oportunidades de festejar este gran triunfo personal”. El tomar las cosas con calma, sabiendo que podría, en efecto, organizar no una sino varias reuniones posteriores de festejo, me condujo a una tranquilidad absoluta con respecto a la Graduación. El saber con anticipación a quiénes voy a invitar a la Graduación está siendo de gran ayuda para planear cómo vamos a viajar al salón y qué preparativos tenemos que cubrir para esta gran noche. Hoy por la mañana, antes del café, mi papá me abrazó y me dijo: “Hija, estoy orgulloso del temple con el que terminaste tu difícil último semestres y hoy encaras tu gran fiesta. Te felicito. Me siento orgullos de que poseas la virtud de la serenidad y no dudo que esta te será de mucha utilidad en tu camino profesional”. Yo simplemente sonreí, conmovida, encima de su hombro. La verdad es que un consejo oportuno ayudó a calibrar ese temple y ponerlo de manifiesto: el certero consejo de los especialistas de Alyet.


Esta noche es una noche Alyet...

La Graduación ha terminado

¿Fin o comienzo?

Son las tres de la tarde del día después de nuestra gran fiesta de Graduación. Quizá nos encontremos despreocupados, dispuestos a tomarnos seis semanas de merecido descanso en algún apartado lugar de nuestro propio cerebro. O quizá no. Quizá sea lo contrario. Quizá nos encontremos preocupados por que en el teléfono no se hace aún presente aquel futuro jefe o jefa que nos habrá de conceder el puesto que anhelamos. En ambos casos, nos encontramos experimentando el legendario síndrome posgraduación. Un estado extremoso, en el que podemos ceder a semanas, incluso meses de inutilidad, o a una frenética búsqueda labo-


ral que queme nuestras auténticas posibilidades de éxito. Para afrontar este fenómeno conviene tener muy en claro que no podemos esperar salir de la escuela y encontrar de inmediato el puesto de director ejecutivo con el que soñaron nuestros mayores. Asimismo, debemos de aceptar que, por muy fatigados que creamos estar, tan sólo 4 o 5 días de descanso absoluto son suficientes para reponer las fuerzas y después emprender con seriedad la dirección hacia el camino laboral. Estamos en un mundo muy competitivo y por más que nuestras calificaciones sean excelentes, la escuela en que estudiamos sea de prestigio y nuestros padres tengan excelentes contactos en los medios en los que nos queremos insertar, tarde o temprano habremos de librar una batalla, frente a numerosos contrincantes, para conseguir un puesto óptimo. Hay que estar preparados para ese combate y la mejor manera de comenzar es cubriendo algunos puntos básicos. Que son… Prepara un impactante curriculum vitae. Elige con cuidado la información que contendrá, procurando resaltar los puntos más indicados, los aspectos sobresalientes de tu trayectoria. Hay que estructurarlo en alguno de los múltiples programas que el ordenador o la Web ofrecen para articular CV de manera automática, eligiendo una plantilla que lo haga destacar y un tipo de letra visible e impactante. Nuestra foto de presentación debe ser excelente. Conviene contratar a un fotógrafo para hacerla o bien acudir a un estudio de fotografía para tal efecto.


Prepara un mensaje de saludo e información de tu flamante grado académico en tu bandeja de correo electrónico. Hazlo sencillo y claro, informando en él que te haz titulado. Puedes comenzar agradeciendo al destinatario el apoyo que te brindó a lo largo de tu proceso académico. Una vez que tengas listo el mensaje, construye una base de datos en la que los destinatarios sean relaciones que tu familia tiene o bien amigos cuyos padres poseen excelentes relaciones. Manda este mensaje a dicha base. Es una botella al mar, cierto. Pero, tarde o temprano, los mensaje de las botellas al mar son leídos y quizá en un futuro inmediato alguien que sabe que ya estás titulado te llame para ofrecerte trabajo, enterado por tu mensaje. Inscríbete en las redes sociales con perfil laboral, estilo Linkedin. La mayor parte son gratuitas y tienen muy buena circulación de datos. Hay también la opción de inscribirse en numerosas agencias de empleo, como Man Power, a través de la Web. Por supuesto, no desdeñes las antiguas formas de solicitar trabajo: realiza llamadas, agenda citas, busca en el periódico; corre la voz de que te encuentras en busca de empleo. No te desanimes si las primeras entrevistas de trabajo no son buenas. Un gran número de poderoso ejecutivos fueron rechazados en sus primeros requerimientos laborales. Que te rechacen un par de veces puede ser buena enseñanza para que aprendas a afilar tu coraje y pongas a prueba la capacidad de creer en ti mismo. En un mundo competitivo, tiene ventaja el valiente y audaz, aquel que, frente a las batallas perdidas, puede vislumbrar la victoria absoluta en la contienda. Persiste. No dejes pasar un día sin ir en busca de lo que quieres. Si lo buscas con insistencia, conseguirás lo que deseas.


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