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Pitahaya

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Hortinotas

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LA PITAHAYA, ATRACTIVA FRUTA DE INAPRECIABLE VALOR COMERCIAL

POR VICTORIA SOSA

Aunque poco reconocido, el potencial comercial de esta fruta exótica es muy amplio para el territorio nacional, a tal grado que aquellos agricultores que se han aventurado cultivarla buscan ahora mejores métodos de producción con el fin de incrementar sus rendimientos y a su vez, la calidad de la pitahaya cosechada

Apesar de que se conocen casi 1500 especies que producen frutos comestibles en todo el mundo, sólo se consumen a gran o mediana escala menos del diez por ciento y la FAO identifica únicamente 80 especies frutales. Muchas de estas plantas representan una gran promesa a la subsistencia ya que pueden contribuir a la seguridad alimenticia, a la nutrición, son benéficas para la salud así como coadyuvan a los servicios ambientales. La pitahaya es uno de los frutos mesoamericanos con mayor potencial económico, por lo que se considera un recurso alimentario y económico muy valioso. Las dos especies de frutos comestibles de Hylocereus (H. undatus y H. polyrhizus) están consideradas por la FAO como desaprovechadas, con valor nutritivo e indicadoras de biodiversidad.

El cultivo de la pitahaya es una alternativa para el desarrollo económico regional ya que las plantaciones generan empleos y proporcionan valor agregado a los terrenos. Los frutos tienen buena aceptación y alcanzan precios compe

titivos en los mercados tanto nacionales como de exportación y está considerado por la SAGARPA como un buen sistema de agronegocios de traspatio. Sin embargo, a pesar de estos beneficios, están subutilizados y no se conoce la diversidad genética para el mejoramiento de este recurso.

Hylocereus undatus

Esta es la especie comestible distribuida naturalmente en México la cual se cultiva actualmente en varias partes del mundo, se ha introducido a varios países asiáticos como China, Malasia y Vietnam, así como también en el Medio Oriente, alcanzando una enorme producción. En México se encuentran plantaciones en zonas naturales en las que las pitahayas son sembradas sobre árboles nativos como en Tehuacán, Puebla (Sociedad Estrella del Dragón, Tehuacán), o en zonas de bosques tropicales secos donde se siembran sobre tutores naturales y se cubren con malla, bajo sombra en el programa Produce, en Sinaloa. En la Península de Yucatán se han reportado varios genotipos que se cultivan en los huertos familiares y que difieren en características vegetativas, florales y del fruto. En esta región es donde se producen más de 500 toneladas anualmente con un precio de 30 a 50 pesos por kg, y aún se puede incrementar esta producción limitada.

Hylocereus undatus

Por su potencial económico, por su amplia adaptación a lugares áridos y semi-áridos, esta especie se considera como un recurso alimentario y económico muy valioso en las zonas áridas en México. Sus frutos contienen pigmentos utilizados en la industria alimenticia ya que se ha reportado que los compuestos que dan el color característico al exocarpio (cáscara) y/o al mesocarpio (pulpa) son principalmente las betacianinas, las cuales junto con las betaxantinas pertenecen a un grupo de pigmentos naturales conocidos como betalainas. Debido a que estas poseen altos coeficientes de

extinción molar, su poder como colorante compite con los pigmentos sintéticos empleados en la industria alimenticia, pero sin los efectos tóxicos de estos últimos. La pulpa de los frutos de la pitahaya es rica en fibra, vitamina C, minerales y fitoalbúminas, mientras que la cubierta del fruto contiene beta-cianina, pectina, glucosa, maltosa y fructosa, lo que le confiere enormes propiedades antioxidantes.

PRINCIPAL FORMA DE REPRODUCCIÓN

Dado que las pitahayas son hemiepífitas crecen sobre árboles de diversos bosques o son sembradas en zonas naturales o en huertos familiares sobre tutores nativos, por lo que su cultivo favorece el aprovechamiento y la conservación de los bosques preservando la biodiversidad. Las pitahayas son plantas perennes que requieren de soporte, pues su arquitectura les impide sostenerse a sí mismas. Así, tienen varios hábitos de crecimiento y pueden ser: trepadoras, rupícolas, hemiepífitas y epífitas. Las plantas cultivadas, empero, son terrestres trepadoras, independientemente de que parte de sus raíces adventicias aéreas se dirijan al suelo.

Su principal forma de propagación es vegetativa, a partir de los tallos o esquejes: de manera natural a través de la separación de los tallos y, en el caso de plantas cultivadas, mediante trasplante directo en el terreno definitivo o su colocación en bolsas con sustrato hasta la formación de nuevas plantas. Las pitahayas también se reproducen por medio de semillas, que de modo natural son diseminadas por aves y otros animales que se alimentan de los frutos; no obstante, para fines de cultivo la propagación sexual no es recomendable, pues las plantas requieren demasiados cuidados en tanto se trasplantan en el terreno definitivo, y tardan de cuatro a seis años en llegar a su etapa productiva.

Las plantas comienzan a producir sus primeros frutos al año o a los dos años del trasplante, dependiendo de si se utilizan plantas producidas en vivero o tallos, así como del sistema de cultivo y de la temporada en que se establezcan. Su vida productiva es muy prolongada, mayor a 10 años, pues muchos de sus tallos producen raíces adventicias que llegan al suelo, con las que se renuevan o se convierten en nuevas plantas; sin embargo, cuando crecen sobre tutores su vida útil termina con la muerte o caída de éstos, a menos que oportunamente se reemplacen.

CULTIVO DE VARIEDADES DE PÍTAHAYA EN DISTINTAS ZONAS GEOGRÁFICAS

gran diversidad de color, forma y consistencia de los tallos; forma de las aristas y disposición de las areolas y espinas; color, forma y tamaño de las estructuras florales y del fruto; color de la pulpa y periodos de fructificación. La variación tan amplia se ha reducido, para fines prácticos, en la formación de cuatro grandes grupos:

Pitahaya amarilla. Es la pitahaya que se produce en Colombia, los frutos son alargados y pequeños (250 g en promedio), en el ápice de sus brácteas truncas o mamilas tienen grupos de espinas que solamente se desprenden con facilidad cuando los frutos están completamente maduros. Su cáscara es amarilla y su pulpa blanca, de consistencia blanda y ligeramente fibrosa; son dulces (tienen hasta 19 °Brix) y muestran resistencia al transporte y almacenamiento. Por las notorias diferencias de sus frutos, con relación a las otras pitahayas, pertenece a una especie de otro género, Selenicereus megalanthus. Tiene dos periodos de fructificación cuya ocurrencia muestra variación en las distintas zonas productoras dependiendo de las condiciones climáticas. También se le llama “pitahaya colombiana”, acepción que sirve para distinguirla de las otras pitahayas. Fuera de Colombia sólo se cultiva en Israel.

Pitahayas rojas de pulpa roja. Se cultivan en Nicaragua, Guatemala, México y El Salvador. Son de cáscara y pulpa rojas. Forman parte del género Hylocereus. Nicaragua y Guatemala han incursionado con estas pitahayas en el mercado internacional de frutas frescas exóticas, y el primer país también lo comercializa en forma de pulpa congelada. Su peso promedio es de 400 g, fructifica de mayo a noviembre, aunque en Guatemala el período es más reducido. En Nicaragua se realizaron trabajos de caracterización con estas pitahayas y ya existen variedades comerciales.

Pitahayas rojas de pulpa blanca. Se cultivan en México, Vietnam, Taiwán y recientemente en Israel. Los frutos son de cáscara roja y de pulpa blanca y contienen entre 10 y 12 °Brix. Pertenecen a la especie botánica Hylocereus undatus.

México y Vietnam comenzaron a colocarla en el mercado internacional, al que recientemente se incorporó Israel. Su peso promedio es de 370 g, fructifica de junio a octubre y en general muestra mucha variación en cuanto a forma, tamaño, color y sabor del fruto. Israel produce fruta bastante uniforme, que evidentemente corresponde a una variedad formada en ese país a partir de materiales colectados en México y Centroamérica. En Yucatán se le llama “chac wob” (pitahaya roja), en tanto que en Japón, Vietnam y Taiwan es conocida como “fruta dragón” (“thang loy” en vietnamés, y “dragon pearl fruit” en el mercado de exportación). Los mismos países asiáticos la dieron a conocer en el mercado japonés, en tanto que Israel y México se han encargado de introducir estas pitahayas en el mercado europeo.

Pitahaya blanca. Existe en Nicaragua y México. Sus frutos son alargados y medianos (300 g en promedio), con cáscara amarilla (en varias tonalidades) y pulpa blanca. También se le conoce como “pitahaya amarilla” en Nicaragua y en varias regiones de México, pero en razón de su denominación en el maya de Yucatán (“sac wob”, pitahaya blanca) y para distinguirla de la pitahaya colombiana, conocida también como “pitahaya amarilla”, se le ha asignado el nombre de “pitahaya blanca”. Se supone que es una variedad de Hylocereus undatus, pues la propuesta de su denominación actualmente está en revisión. El material disponible es sumamente escaso y está en riesgo de extinción. Su elevado contenido de sólidos solubles (hasta 18 °Brix) le confiere gran potencial comercial y agroindustrial, y su mayor semejanza en cuanto a color con la pitahaya colombiana ha influido en que también exista interés por ella en el mercado internacional.

Una de las subespecies de H. undatus, la subsp. luteocarpus, que se consume en la Península de Yucatán y otras pitahayas como H. purpusii del centro de México se utilizan a un nivel más local y comparativamente tienen frutos de sabor más dulce.

IMPORTANCIA Y POTENCIAL

Las pitahayas son un importante recurso genético vegetal nativo de América, con amplia distribución y variación; también son un nuevo cultivo con gran potencial para el desarrollo agrícola y económico de amplias áreas de México y varios países de Centroamérica. La importancia y el potencial de las pitahayas radican en su gran variabilidad genética, su adaptabilidad a condiciones ambientales diversas, sus múltiples usos, sus posibilidades de industrialización, su productividad, su rentabilidad y su demanda en los mercados regionales y en el mercado internacional.

La versatilidad también permite que esta planta pueda incorporarse a programas de diversificación productiva y agroindustrial, o bien considerarse como alternativa para zonas con restricciones para otros cultivos.

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