NĂşmero 25 |Marzo de 2012
Directorio Marco Tulio Castro Director marco@diez4.com Wilberth Chong Jefe de diseño wilberth@diez4.com Carlos Aguilar Webmarketing carlos@diez4.com Sergio Nolasco Secretario de redacción redaccion@diez4.com
Negocios de frontera
Dalia Chávez Editor de foto dalia@diez4.com Luis Mario Sarmiento Ilustrador sarmiento@diez4.com VENTAS Lina Contreras Jefa de ventas lina@diez4.com
¿Tiene México una zona más fructífera para hacer negocios que su frontera con Estados Unidos? Parece que la región Tijuana-San Diego se empeña en mostrar que no es así. Que aquí se puede hacer dinero de forma ortodoxa y también extravagante. Legal y por supuesto, tan ilegal como se quiera. La historia de la frontera enseña que letrados y verdaderas bestias han logrado hacer dinero con base en un poquito de esfuerzo y, sobretodo, explotando la ubicación de la ciudad. Basta hacer memoria para ubicar alguna anécdota y se caerá en que algún taquero construyó su imperio a raíz de un puesto de esquina. Verán también cómo es que conocen a alguien que contrabandea equis mercancía de norte a sur o de sur a norte. La ecuación va igual para narcotraficantes que políticos, aunque este caso no es privativo del norte. La edición aquí presente es un recorrido por algunas maneras de hacer dinero que llaman la atención y que van más allá de la regla. Negocios que destacan por jugosos, excéntricos e ilegales.
Abril Valdez Crédito y cobranza abril@diez4.com
Planeación y Negocios bisnes@diez4.com PORTADA Luisa Orduño COLABORADORES Mariana Martínes Estens, Néstor Cruz, Yolanda Caballero Jacobo. CONSEJO EDITORIAL Juan Pablo Proal, Rafael Fregoso, Ruth Ramírez, Quitzé Fernández.
Diez4 se incubó en: Diez4, año 1, número 25. Marzo de 2012. Revista mensual editada y publicada por Editorial Diez4. Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier sistema o método del contenido, incluyendo cualquier medio electrónico o magnético sin previa autorización por escrito del director. Derechos de autor reservados en forma y concepto. El contenido de las imágenes, la publicidad y los artículos incluidos en Diez4 reflejan solamente la opinión de sus autores o anunciantes y no representan el punto de vista de Editorial Diez4. Esta publicación se encuentra protegida y registrada ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor, Secretaría de Educación Pública, según consta en la Reserva de Derechos No. 04-2011-090909291600-102. Esta revista es producida gracias al Programa “Edmundo Valadés” de Apoyo a la Edición de Revistas Independientes 2011, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Diez4 se imprime en Cias. Periodísticas del Sol del Pacífico S.A. de C.V. Dirección: Rufino Tamayo #4 Zona Urbana Río Tijuana.
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Realidades y casualidades de la urbe. www.diez4.com. buzon@diez4.com. Sirak Baloyán #1917, interior 210. Zona Centro, Tijuana, Baja California, México. Código postal 22000. Tel: (664) 378-2524
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ROSARITO SE PREPARA PARA EXPORTAR GIGANTES
El regreso de las esculturas excéntricas
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Por: Yolanda Caballero Jacobo Fotos: Marco Tulio Castro
King Kong, dinosaurios y Mickey Mouse, nacieron durante varios años en Rosarito. Lo digo en serio, varios años. La gestación no suena convencional, ¿verdad? En realidad, la ciudad misma no lo es: 130 mil habitantes, un alcalde cuya carrera política va de regidor a presidente municipal, un ayuntamiento fundado hace cinco años y una estructura comercial enfocada al turismo exótico. Tuvo que llegar un grupo de herreros artesanos a construir dinosaurios, personajes de Holliwood y animales gigantes pare recordarnos al México surreal. La cereza del pastel se instaló hace 20 años en el bulevar Popotla, en forma de acero, recuerda don Luis Martínez. Pionero de la rareza fronteriza, comenzó a hacer herrería extravagante, bajo pedido. Todo comenzó cuando un estadunidense ordenó lo inesperado: «Can you build a giant wing-spreaded eagle?». ¡Cómo no! El estadunidense quería colocar el águila de más de doce metros de largo, en la copa de un árbol, en una casa de rancho. Lo hizo, y por ahí andan unas fotografías de
De ahí siguió un indio de dos metros de alto, luego un caballo, un King Kong y un Mickey Mouse a gran escala. Todos para exportarse a Estados Unidos. Fum, fum, fum. Día y noche, durante años. Dólares y más dólares. 5
la escultura que después envió el cliente al taller. El trabajito costó poco más de 3 mil dólares. Con la creación del animal comenzó también el próspero negocio de crear figuras gigantes de animales y personajes. De ahí siguió un indio de dos metros de alto, luego un caballo, un King Kong y un Mickey Mouse a gran escala. Todos para exportarse a Estados Unidos. Fum, fum, fum. Día y noche, durante años. Dólares y más dólares. El negocio de la familia Martínez es un taller que tiene de fachada un castillo estilo medieval y dentro predomina los olores de pintura y en otras partes a metal. «Nosotros fuimos los primeros en hacer esto» relata Luis Martínez hijo de Don Javier Martínez, fundador del negocio. Recuerda otro caso: «hace también como veinte años llegó un americano y pidió un caballo, quería uno que midiera siete pies de alto como por cinco pies de ancho, nosotros se lo hicimos». Popotla se ubica 20 minutos al sur de Tijuana, en Rosarito. Aquí hay 6
más de 12 negocios que han sacado provecho de su imaginación y del gusto de los estadunidenses. «No, pueh aquí los que más llegan a comprar son los gabachos», dice Eleodoro, un empleado sinaloense de un taller de herrería, que llegó a Rosarito hace varios años a buscar mejores oportunidades para vivir. Encontró en este negocio artesanal, una forma de ganar su dinerito. Soldaba un caballo, pedido especial de una familia californiana, cuando la entrevista. «Ya hicimos la carroza, pero va junto con dos caballos, sabe pa’ que los quedrán yo creo que pa’ ponerlos en su patio, pueh que más» y sonrió, mientras acomodaba su casco de soldar en algún lugar del taller. Hoy se ven figuras que van desde catrinas de tres metros, tiranosaurios, pavoreales, tortugas, carrozas, hormigas gigantes, tigres, Don Quijote de la Mancha y hasta flores enormes sacadas del cuento de Alicia en el País de las Maravillas. «Llegaban como cien americanos por semana», recuerda Luis Martínez. Algunas figuras se
vendían de forma individual, otras por mayoría y eran enviados para su venta a diversas ciudades de California, Arizona o Texas. Pero algo caótico pasó a inicios del 2008 y 2009. El boom de los herreros artesanales, parecía desmoronarse. La inseguridad y la mala economía provocaron que los clientes de Estados Unidos dejaran de visitar Rosarito. El inusual negocio tuvo que cambiar de giro. Enrique Ramírez, es un hombre de unos 40 años. Espera fuera de su negocio, a que lleguen clientes. Como él, más de 30 familias viven de la herrería artesanal. «Qué le puedo decir, mire usted, no nacimos enseñados en esto y la necesidad de trabajo es lo que a nosotros nos ha llevado hacer estas figuras», Los empleados no dejan de trabajar y mientras platica, se escucha que alguien está soldando. —¿A quienes les venden ustedes estas figuras? —No pues, ya son varios, mire, nos llegan de Tijuana, Ensenada,
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«En general, las ventas son al menudeo, en comparación como antes, por eso estamos por acá buscando promocionando y haciendo algunas entregas», Mexicali, la Paz y algunos americanos, pero los mexicanos comenzaron a comprar, mmm verás, como en el 2001. —¿Qué es lo más llama la atención a los estadunidenses de figuras hechas a base de metal? —Todo lo que tiene que ver con el jardín los cactus, maguyes, nopales todo lo de decoración, pues. —¿Y a los mexicanos? —No pues ya vienen buscando cosas más especificas como puertas, para los mexicanos las cosas de jardinería no son prioridad, lo que más quieren son una reja o un barandal y pues aquí eso también hacemos. «Ahora, si a caso llegan cuando mucho, mmm como unos veinte americanos por semana», calcula Martínez. Entonces, los herreros artesanales tuvieron que modernizarse y no sólo limitarse a la creación de esculturas. «Ya hacemos las ventas por pedidos algunos hacen negocios a través de Internet». Las figuras son enviadas en su mayoría a negocios u hogares en California y Nevada. «Ya las figuras no se venden tanto, pero en proporción pues sí se venden». Por eso en los talleres de herrería artesanal ahora la mayor parte de las ventas se enfocan a los comedores o rejas. «Las ventas fluyen poco a poco», dice vía telefónica Luis Rico el Presidentede Asociación de Fabricantes de Muebles Artesanales y Accesorios de Rosarito (Afamaro). Estaba en la ciudad de Los Ángeles, ofreciendo lo que hace acá, en Rosarito, según dijo. «En general, las ventas son al menudeo, en comparación como antes, por eso estamos por acá buscando promocionando y haciendo algunas entregas», y al fondo se escuchan los claxon de otros vehículos. Según el líder de AFAMARO, poco a poco se ha logrado reactivar este negocio y al mes se han logrado ventas de 8 mil dólares en algunos casos, pero eso si, los clientes hoy día procuran adquirir primero un comedor para exterior y las esculturas pasan a segundo lugar, aunque de nuevo se venden. Pero como los líderes comerciantes dicen, «el negocio ya esta repuntando un poco, desde noviembre y enero en comparación con el 2010 se ha logrado un incremento del 15 por ciento». Habrá que creerle, cuando dentro de un taller, acaban de terminar un caballo que repara de tres metros de altura y un elefante de dos metros que va a ser enviado al norte de California para una escuela. —¿Está volviendo la venta de esculturas gigantes de animales? —Poco a poco, sí, a los gringos no deja de gustarle y mientras ellos pidan, nosotros vamos a producir, dice Pablo Licea, encargado de otro taller que ahora combina la creación de candelabros y animales. 9
POCOS Aテ前S, MUCHA LANA
Coyotitos burla migras
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Kevin tardó más en agarrar el pedo de la cruzada que en ser atorado por la Patrulla Fronteriza y recibir las chingas de su vida. Néstor Cruz Fotos: Dalia Chavez
14 años tenía Kevin cuando como coyote se estrenó. Mil bolas ganó gracias a cuatro pollitos que por la línea internacional cruzó. Ya en lado gringo a pie tuvo que guiar a los indocumentados hasta la plaza las Américas en San Ysidro, donde una camioneta los esperaba. En menos de una hora el jale le dejó más de mil dólares. Durante dos años, Kevin formó parte de una banda de cinco coyotitos, morros entre 13 y 17 años que cruzan ilegalmente a migrantes hacia Estados Unidos y que trabajan para el mismo patrón en la Zona Norte. «Él nos hablaba y nosotros cruzábamos a las personas y ya nos pagaban por cabeza», platica Kevin, que ahora vive en un albergue del CIRAD. El morro pide que ocultemos su nombre porque «afuera me chingan si saben que hablo», así que decidí ponerle un nombre tijuano: Kevin Pérez, se llamará. Bueno, a Kevin Pérez no le agüita contar historia: A los 13 años abandonó el DIF y junto a otro huérfano consiguieron vivir en un cuarto en la Zona Norte. «Me hice compa de un bato y me invitó a jalar cruzando gente para el site por 200 bolas y pues en putiza me aventé». Y ahí empezó. Kevin tardó más en agarrar el
pedo de la cruzada que en ser atorado por la Patrulla Fronteriza y recibir las chingas de su vida. «No todos son culeros, pero cuando te tocaban, sacaban pistolas de paint ball y me disparaban a la cara o me puteaban nomás por mamones». Experiencias como esas le hicieron cambiar siempre de rutas, y a veces también cruzaba por el Río Tijuana, pegado al mar, donde estuvo a punto de morir: «Mandé a la gente por delante, pudieron cruzar, pero cuando yo cruzaba, el río se puso mas fuerte y por más que caminaba, la corriente me llevaba… Perdí mi chamarra, mi camisa y apenas pude agarrarme de unas ramas para salir. El pedo fue que cuando llegué a plaza Las Américas, andaba lleno de lodo, sin camisa y sin tennis, y pues un migra de volada me agarró». Las chingas que se metió para cruzar a migrantes no le asustaron y en menos de dos años cruzó a unos 200 indocumentados. —Ser un morro de 14, ganar en dólares y vivir sólo, debió ser muy diferente a estar en el DIF. ¿Qué hacías con tu lana? —¡Qué no hice! Nomás ponía feria para la renta y lo demás era en pisto, cigarros, viejas y ropa. —¿No te drogabas? —Nel, mis compas si se metían chochas o le pegaban al cemento,
Él decidió dejar de ser coyotito para no vivir encerrado. Paradójicamente, vive encerrado en un albergue para menores. pero yo gastaba más. Ni sabía manejar pero me compré un carro, me partí la madre y lo perdí. Luego me enteré que otros weyes lo arreglaron y ahí lo traen todavía. —¿Cuánto llegaste a juntar? —Una vez llegué a tener 100 mil pesos en mis manos. No mames, ahora que lo pienso, si tuviera esa feria la cuidaría mejor. —¿Quién era tu jefe? —Alguien, un señor. —Si tú juntaste esa feria, ¿cuánto ganaba tu jefe por cada jale? —No te puedo decir más… La neta es que Kevin tuvo mejor suerte que sus compas. Unos ya están en el otro lado por tráfico de personas y otros por asalto a mano armada acá en México. Este 11
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bato no. Él decidió dejar de ser coyotito para no vivir encerrado. Paradójicamente, vive encerrado en un albergue para menores. Les decía que Kevin vivió en el DIF. Así fue desde que era bebé de brazos, porque sus jefes lo abandonaron. Hasta hace poco los conoció. —¿Por qué dices que te abandonaron? —No sé, a mi me dijeron que llegué al DIF cuando tenía tres meses y pues mi jefa vive en Ensenada, aunque a veces me visita los fines de semana. ¿Cómo se abrió del jale? Todo terminó cuando la última vez que cruzó gente, se topó con unos policías municipales que lo hicieron correr. Le dispararon con postas y cuando lo agarraron, se lo chingaron hasta el cansancio. «Hasta que llegó un compa que iba conmigo y empezó a roquearlos y entonces se detuvieron. Me subieron a la patrulla y del DIF me mandaron al CIRAD. Ahora, está a punto de cumplir 17 años, intenta sacar su preparatoria y cuando sea mayor de edad ya no se va a dedicar a cruzar migrantes. Eso es lo que me dice en la entrevista. —¿Entonces a qué te vas a dedicar cuando salgas de aquí? —Cruzar ya está muy cabrón, con las bardas es más difícil y los migras tienen más tecnología. Lo que yo quiero es sacar mi cartilla militar, hacer el servicio y meterme al ejército mexicano.
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Marco Tulio Castro Fotos: Dalia Chavez
...los indocumentados pagan 4 mil ó 5 mil dólares por persona, pero al patrón del coyotito. Nunca al morro. No vaya a ser. 14
«¡Aviéntate!… no te van a mandar a la cárcel si te detienen, nada más no hables y te doy 100 dólares por persona». Con esas palabras seductoras los traficantes de personas abordan a los morros para que crucen «pollos» hacia Estados Unidos; cuentan los de la Patrulla Fronteriza.
MORRITOS TRAFICANTES: AUTORIDADES SIN DATOS
Los coyotitos no van a parar El agente José Morales, dice que los delincuentes mexicanos son muy astutos porque «conocen muy bien el sistema de Estados Unidos». «Los criminales saben que no vamos a meter a la cárcel a los menores, y es muy difícil que los juzguen como adultos. Sólo si tienen antecedentes es posible que les levanten cargos». Le pregunto al chota gringo si a él le ha tocado detener a morros como guías y me dice que ha
capturado a menores en grupos, pero nunca se delatan. «Ellos no dicen nada, es muy difícil que delaten a sus guías, aunque les preguntemos a todos por separado, ellos nunca delatan a su coyote», dice Morales. El asunto es que los migrantes no le pagan al coyotito cuando los están cruzando. Tampoco cuando ya los cruzaron. Lo explico. El negocio opera así: Esto se da en una casa, otras veces, cuando hay
prisa, en un carro. Sucede que cuando los coyotitos logran cruzar a los migrantes y saben que no hay riesgo de patrulla fronteriza, los indocumentados pagan 4 mil ó 5 mil dólares por persona, pero al patrón del coyotito. Nunca al morro. No vaya a ser. Así lo detalla el agente Morales, con su acento de policía latino exitoso. El fenómeno de niños traficantes está ahí, y la policía dedicada a atorar pollos lo sabe: «Ellos no 15
trabajan solos, tienen 14 ó 15 años y ya forman parte de una organización criminal». En nueve meses, detuvieron a 3 mil 322 menores de edad, aunque no todos como guías. ¿Qué cuántos de esos eran coyotitos? Dar con el dato, sería como dar con la lotería. Para el policía Morales, aunque los coyotitos cumplan 18 años ya no van a dejar de traficar con gente. «Ellos no van a parar. Piensan: voy a ganar dinero y ya 16
lo sé hacer». Aun así, lo único que hace el gobierno de Estados Unidos es deportarlos a México, y en este lado, o los recibe su familia o los mandan a algún albergue, a través del DIF. Fui al DIF estatal a preguntar sobre menores traficantes. Que no, que no saben, que ahí solamente reciben a niños en «calidad de deportados». El pedo con estos morros es que en México ninguna autoridad conoce del tema y en Estados Unidos
apenas los detectan, aunque aun no tienen datos. La delegación del Instituto Nacional de Migración en el estado dice que el Grupo Beta no tiene declaración al respecto porque «no es tema de ellos». Y así nos podemos seguir. Mientras tanto, cuando se le pregunta a Kevin cómo cuántas personas llegó a cruzar en dos años, se rasca la cabeza y responde: «… no sé güey, como unas doscientas».
6 MIL DÓLARES EN BURRITOS AL DÍA
Oferta gastronómica de garita
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Texto y fotos por: Mariana Martínez Esténs
Mi intuición dice que la mayor variedad de comida en la ciudad se encuentra a las faldas de California, en la garita de San Ysidro donde a diario esperan cruzar unas 50 mil personas, por razones tan variadas como Tijuana. Los horarios, el calendario y el clima determinan la oferta. July Macías tiene tres años vendiendo gorditas de nata y tostaditas de canela bajo el puente peatonal de la garita y me cuenta que el frío le beneficia las ventas porque el olor dulce despierta a la gente y se les antoja más el pan. Eso es lo que dice. Entre los carros, se vende más cuando la línea avanza rápido, porque esto se vuelve como un carrusel de clientes, según la señora Rosy, que tiene ocho años vendiendo avenas entre los carriles de carros. En las madrugadas cuando esperan los trabajadores y estudiantes desmañanados, la oferta incluye avena, café, champurrado y pan dulce, aunque también hay algo pesado como tortas de lomo y burritos de todos los rellenos imaginables. Ya pasadas las nueve aparecen las carretas de cocteles de mariscos, clamatos, tostilocos y fruta picada. Hasta acá han llegado modas como el helado de yogurt con fruta y el sushi. Los helados siguen pero el sushi se extinguió después de un par de meses. Mi hipótesis es que es muy caro y es difícil mojar los rollos en soya en el auto en movimiento. En cambio el burrito es quizás el mayor logro culinario de la línea, es fácil de comer y no ensucia ni se derrama. Entre los vendedores cargando hieleras repletas de burritos de tortilla de harina (de maíz sería chilango) me cuentan que los que más se les venden son de machaca, chicharrón y bistec ranchero. El negocio de vender burritos no tiene hora ni tregua. Iván Vázquez tiene 19 años y lleva cinco meses atendiendo en los burritos Rosy, le pagan 200 pesos por trabajar 10 horas seguidas y hay dos turnos, porque el puesto no cierra y venden burritos todo el día. Los vendedores viven de saciar el ansía de saborear a México antes de llegar a allá; al país de los paninis y las hamburgesas sin jalapeño. Pero, ¿siempre fue así? Juan González, el dueño de las famosas tortas Jhonny está hoy despachando desde el auto-lonchera estratégicamente estacionada entre la línea de peatones y la línea rápida Sentri, desde donde manda a sus empleados de mandil rojo a repartir las tortas entre los carros. Si en Tijuana se abusa del radio en alta voz, aquí en la línea este vicio se vuelve un instrumento indispensable de trabajo. Es por radio que la gente pide su desayuno, apura su café y los patrones se comunican con sus trabajadores. Entre las filas se escucha el chirrear de radios 18
como en una sinfonía de metal pidiendo comida, salsas, cafés y describiendo carros. Tuc-tuc —En la tercera línea, la ruca del Tercell rojo. Tuc-tuc —El Jetta negro pidió un latte, apurate güey que ya va a llegar. Tuc-tuc —El de la pick up dorada pidió 12 burritos de machaca, con salsa. Tuc-tuc —Tres de lomo con todo güey, pícale. Dejando el radio a un lado, González me cuenta que este negocio lo empezó su papá en 1969, en ese entonces eran nomás ellos y una fondita de comida corrida ubicada en la zona llamada La Isla, donde estaban los vendedores de artesanías y ahora está semi- vacía, con más de la mitad de los portones metálicos cerrados. Las tortas y la fondita tenían de clientes a los propios vendedores, no a los turistas, porque no les daban permiso de vender entre el tráfico y además, antes del 2001 nadie comía en la línea. Fue después de los avionazos en Nueva York que cambió la oferta: se cayó el turismo, se acabaron los días de vender Bart Simpsons de yeso y cobijas San Marcos con ilustraciones de princesas o de indios mamados cargando a sus viejotas aceitadas en los brazos. Se cayó el negocio.
Hay negocios que llegan en la madrugada con una docena o hasta 20 hieleras que se les venden todas antes de las nueve de la mañana, es decir de 3 mil 600 a 6 mil dólares a la bolsa, diarios. Pero en Tijuana, la gente como los gatos, cae parada. Con líneas de hasta ocho horas los días después de los bombazos, cambió la rutina de la garita para siempre. Desde entonces no vienen paisanos, ni güeros y quedamos nosotros, con nuestros carros llenos de mandado, cereal y bolsas de maquillaje. Masticar ayuda a aliviar el aburrimiento y además deja mucho, mucho dinero. Nomás como ejemplo, una hielera de burrero tiene en promedio 300 burritos de a dólar, 300 dólares por hielera vendida. Hay negocios que llegan en la madrugada con una docena o hasta 20 hieleras que se les venden todas antes de las nueve de la mañana, es decir de 3 mil 600 a 6 mil dólares a la bolsa, diarios. Y si se acaban los burritos pronto, como sucede en días feriados o cuando se detiene la línea por algún decomiso, hay un sistema de mandaderos en bicicleta que traen nuevas hieleras de burritos en el manubrio. ¿Y las tortas? a 3.50 de dólar las de lomo del Johnny, que González dijo que en promedio son 200, 250 diarias, son entonces 875 dólares completitos, cada mañana. Si como a Iván, los dueños le pagan a sus vendedores entre 100 y 200 pesos diarios y el permiso de vendedor ambulante cuesta apenas 4 mil pesos al año, el margen de ganancias es exorbitante. Con razón hay tanto tejemaneje, tanto interés de los sindicatos por controlar el territorio. Aquí están la CTM, la CROM y unos de batita azul con blanco que nadie me pudo decir el nombre. Como suele suceder en México, no todos los vendedores son iguales y aquí se respira ese aire de ilegalidad y tranza muy particular. Esa sensación de que pasa mucho más de lo que parece que está pasando y se vende algo más que paletas de tamarindo. Arturo Nuño tiene 20 años atendiendo el puesto de frutas que empezaron sus papás. Desde temprano va partiendo la fruta en cuadritos diminutos y simétricos que coloca en hielo bajo un tendedero de tostitos para preparar. Él sólo vende desde su carrito. —¿Cómo? ¿no lo dejan vender entre los carros? ¿Por qué? —A unos sí y a otros no y eso quisiera saber yo… ¿Por qué? Su ceño fruncido evoca corrupción en este México torcido, aunque no le arranco mayor explicación. Tampoco es necesaria. 19
He caminado casi al borde del país, a donde están apiñados los migras de shorts y botas, con los perros en guardia. Platico con Rosa Contreras quien lleva 35 años trabajando en la zona de la línea; primero vendió artesanías, fue policía dos años pero se aburrió y mejor puso un puesto de dulces. Apenas la semana pasada la llevaron arrestada ante el Ministerio Público porque se pelearon unos muchachos: uno que le ayuda a repartir los tostilocos entre los carros y un vendedor de periódicos, que según ella le sacó pleito a su muchacho. Se agarraron a golpes y en la corretiza, su empleado, agarró el cuchillo que ella usa para partir —al momento para que no se hagan feo— el pepino y la jícama, y quiso acuchillar al vendedor de periódicos. La policía los trepó a los tres y los llevó a la comandancia. —Sin deberla ni temerla, pero dije ¿yo porque? Si sólo tengo el cuchillo ese por trabajo, como todos los que tenemos que partir. También tengo unas tijeras pero esas las tenía escondidas… Ese día pasó ocho horas en la comandancia. La gente se robó toda su mercancía al ver solo y otros vendedores de la línea vendieron su producto sin darle ni un centavo. Son bien chacales, me dice. De pronto veo a una señora acompañada de un hombre en silla de ruedas que salen de la parte del muro que es corrediza, por donde regresan a los autos que no dejan entrar a México. La pareja llega al puesto con unas cuatro bolsas negras de basura llenas de ropa usada y la señora Rosa se enoja. A unos pasos viene caminando lento un policía, como un tiburón en círculos concéntricos para llegar a su presa. —Me van a chingar, van a creer que es mío, ahuéquenle. La pareja, —cuya mujer se cubre el rostro con el pelo al verme— se aleja rápida con la mayoría de las bolsas sobre el regazo del hombre en la silla de ruedas. Le pregunto. —¿Y eso? —Lo traen de allá pero yo no quiero broncas. Allá a donde señala es la Puerta México, donde sin querer me acabo de enterar que la ropa usada que decomisan los agentes es después repartida entre grupos que la distribuyen a los sobre-ruedas de toda la ciudad. La pareja que torcí yo no era la única. Había otros grupos de personas alejándose rápidamente de ahí con bolsas al hombro, bajo la mirada tranquila del policía que ni finge ir a corretearlos. En cambio, se acerca a una carreta azul donde el empleado, resignado, le prepara un coctel de camarón mientras pone una jetota. El policía, tiburón al acecho, se aleja con ese caminar despacito y obviamente sin pagar por el manjar. 20
¿CUANTO DINERO CIRCULA EN EL DESARROLLO DE SOFTWARE?
La frontera aquÍ no existe
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México ocupa el cuarto lugar a nivel mundial en desarrollo de software, y aquí lo que sigue es crecer, llegar a una mejor posición Marco Tulio Castro Ilustración: Diez4
«Aquí somos más gringos que muchos gringos», dice Ricardo Rosales, miembro fundador del Google Developer Group de Tijuana. Para él, como a otros dedicados a la programación, la informática y el desarrollo de software en esta ciudad, la frontera aquí no existe, un cerco kilométrico que en nada los limita. «La frontera es bondadosa, porque nos da trabajo». Y sí que les da trabajo: estar aquí, los coloca como los privilegiados de México en el desarrollo de software, compitiendo con India, Filipinas y China, líderes mundiales de exportación de tecnologías de información. Ricardo, un mercadólogo especializado en tecnologías Google, trabaja para una empresa asentada en Tijuana, similar a las 80 empresas que forman parte del Clúster de Tecnologías de la Información de Baja California. Cómo él, 7 mil viven desarrollando aquí, «y vendiendo allá». El camino para Baja California se trazó a principios de este siglo, paradójicamente, poco después 22
del Y2K. (Ya saben, esa paranoia mundial que auguraba un desastre en la informática global porque las computadoras manejaban fechas con dos dígitos y después del 99, se decía que regresaría a 00 en medio de un caso apocalíptico.) La ruta inició prácticamente con la creación del Clúster de Tecnologías de la Información de Baja California, en 2004. «México ocupa el cuarto lugar a nivel mundial en desarrollo de software, y aquí lo que sigue es crecer, llegar a una mejor posición». Ricardo tiene razón. Una iniciativa reciente de gobierno y la industria
privada del país, busca colocar a México, el próximo año, en la tercera posición global como exportador. Sólo debajo de India y China. Estados Unidos como se pensará, es el principal consumidor de informática y software, así que para allá voltean los países desarrolladores. Hoy el monstruo en el desarrollo de tecnologías es la India y lo logran con una fórmula que es capaz de desbancar al que se atreva a competir: mano de obra barata. Barata, rápida y como colofón, certificada. ¿Qué papel juega Tijuana en
...el año pasado, las empresas mexicanas dedicadas a la informática exportaron 3 mil 200 millones de dólares
esta misión? Pues uno pequeño, no. En esta historia de negocios y tecnologías, su ubicación y la cultura de los técnicos los mantiene en la cresta de la ola. «La cultura tiene mucho que ver en esto. Se le llama near shore. Somos más gringos que muchos gringos por vivir en la frontera. Entendemos las necesidades, la forma de pensar de los estadunidenses. Entendemos todo porque pensamos muy similar a ellos». —Y la cercanía con el país les beneficia… —Cuando algún cliente requiere,
por ejemplo, que le de asesoría o le explique cómo usar determinada aplicación, lo hago por teléfono, videoconferencia, chat o simplemente voy a su oficina, en Estados Unidos. Así de simple. El dato para cerrar lo aporta Claudio Arriola, presidente regional de la Cámara Nacional de la Industria Electrónica, de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información: «el año pasado, las empresas mexicanas dedicadas a la informática exportaron 3 mil 200 millones de dólares».
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