NĂşmero 26 | Abril de 2012
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Política miope
Dalia Chávez Editor de foto dalia@diez4.com Luis Mario Sarmiento Ilustrador sarmiento@diez4.com VENTAS
Si con alguien lidiamos todos los días es con el estado. Toda decisión de gobierno tiene impacto en la vida del obrero y del empresario. Directo o indirecto. Aunque las políticas, precisamente públicas, deben ser pensadas con un filtro: el mayor bien para los habitantes de una ciudad, un estado y la República, la realidad abofetea siempre a todos, y por todos lados. Ahí están los diputados federales que decidieron aprobar el retiro del subsidio a la pinche gasolina (es decir, aprobaron aumentos graduales al combustible). O el aval del estado para instalar la riesgosa y corruptora Sempra Energy en Ensenada. Desmadre del bueno. Nos toca mostrar lo que están haciendo y su daño colateral: por eso esta edición, dedicada a la aplicación miope de recursos o a las políticas que sólo coquetean el bien común. En un México sumido en la guerra contra las drogas, un estado que destina un peso contra adicciones y ocho para armas; en una frontera con más de 15 mil enfermos mentales, un gobierno ciego. Luego está la otra cara de la moneda: un millonario subsidio a el Libro Vaquero so pretexto de difundir programas de gobierno. Entiéndase. No estamos en contra de los libritos de novela erótica porque al final es la literatura que piden los mexicanos. Se trata de mostrar el contraste en los intereses del estado. Mientras en las ciudades del norte el narcotráfico decide qué droga es permitida y cual cuesta la muerte sólo al pedirla, la política miope maquilla reformas, subsidia negocios y esquiva problemas.
Lina Contreras Jefa de ventas lina@diez4.com Abril Valdez Crédito y cobranza abril@diez4.com Planeación y Negocios bisnes@diez4.com PORTADA Diez4 COLABORADORES Juan Pablo Proal, Daniel Ángel, Ángeles García y Luisa Orduño. CONSEJO EDITORIAL Juan Pablo Proal, Rafael Fregoso, Ruth Ramírez, Quitzé Fernández.
Diez4 se incubó en: Diez4, año 1, número 26. Abril de 2012. Revista mensual editada y publicada por Editorial Diez4. Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier sistema o método del contenido, incluyendo cualquier medio electrónico o magnético sin previa autorización por escrito del director. Derechos de autor reservados en forma y concepto. El contenido de las imágenes, la publicidad y los artículos incluidos en Diez4 reflejan solamente la opinión de sus autores o anunciantes y no representan el punto de vista de Editorial Diez4. Esta publicación se encuentra protegida y registrada ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor, Secretaría de Educación Pública, según consta en la Reserva de Derechos No. 04-2011-090909291600-102. Diez4 se imprime en Cias. Periodísticas del Sol del Pacífico S.A. de C.V. Dirección: Rufino Tamayo #4 Zona Urbana Río Tijuana.
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Mucho para las balas, poco para los adictos
Guerra: olvidando los da単os colaterales 4
Daniel Ángel Ilustración: Luisa Orduño
Los hay por decenas en las colonias de la ciudad. Lo más común de conseguir con ellos es marihuana o crystal, pero la oferta llega a la cocaína, la heroína, y por supuesto las pingas. Más de uno podrá iniciar vida criminal. Carne de cañón, dicen unos. A muchos de los vendedores de crystal les pagan con dosis. Ya sabrán si las fuman o las venden. «Alegre y enamorado, valiente y muy decidido», cantaron de Juan Miguel Valle Beltrán, El Bóxer, en uno de esos corridos de You Tube, donde como en todos, magnifican personajes y situaciones. Cuando lo presentaron a los medios, las autoridades comentaron que él mismo afirmaba fumar entre 14 y 18 «globos de crystal» al día. Eso significa muchas horas sin dormir y sin comer, pero una euforia que no para de galopar en el pecho. «Pareces superman», me dijo un conocido que tenía como 15 años cuando lo reencontré después de algunos meses en el parque de la colonia. Le faltaban cinco pesos para poder comprar un globo. Esos pequeños envoltorios de colores que guardan la gota que rodará quizás en el foco o en la chalupa de papel aluminio. Apenas se distinguía su pequeña cabeza dentro del gorro de la sudadera. En medio de la oscuridad por las lámparas inservibles, las débiles luces de la calle delineaban la calavera de ojos y pómulos saltones que me miraba fijamente. A Valle Beltrán lo detuvieron en una alejada casa de madera en Playas de Rosarito, cuando acompañado de otros hombres lo acorralaron policías estatales y se tuvieron que enfrentar a tiros. Las autoridades lo señalaron como presunto responsable de una larga lista de actos criminales que parecen escenas de película, entre ellas haber colgado los
cadáveres de dos de sus víctimas en un puente de la carretera libre Tijuana-Rosarito. Pensar que el problema que originan las drogas se va a acabar por el simple hecho de ser una guerra es una idea equivocada, sostiene la doctora María Elena Medina Mora, parte de la Academia Mexicana de Ciencias, en un comunicado oficial. «Las drogas han estado y estarán siempre con nosotros, por eso debemos buscar cómo controlar el problema y cómo disminuir los daños al y en el país», afirmó. Porque aunque no lo parezca, en México el consumo de drogas no está criminalizado, o al menos no es causa de castigo penal, porque en el castigo moral solo algunas sustancias como el alcohol y el tabaco alcanzan el perdón colectivo, cuasi divino. Según la encuesta nacional de adicciones del 2008, (porque la del 2011 estará lista para abril), en los seis años anteriores los adictos a drogas ilegales aumentaron en 50% y la oferta en las calles era alta. La Secretaría de Salud en Baja California tiene registrados 173 centros de rehabilitación que se allegan como pueden, de los recursos suficientes para funcionar. La autoridad en materia de salud en el estado se limita a revisar que cumplan con los requisitos para operar. Alrededor de 100 están registrados en el padrón de organizaciones de la sociedad civil, y así pueden obtener dinero público por medio de desarrollo social, donde desde el último trimestre del 2011 hay 5 millones de pesos. Entre estos 173 centros atienden a un total de 9 mil 253 pacientes. Lo que significa que cada uno atiende en promedio a 53 enfermos; 53.48 si nos ponemos estrictos. Recibirían tres mil pesos por cada interno adicional. La comisión de hacienda del Congreso local, presume que para este año habrá 20 millones de pesos adicionales para el tema
Esto significa que si sumamos esos 40 millones, los cinco de desarrollo social, los 20 millones adicionales de los que habla el Congreso y los 49 que tuvo en 2011 el instituto de siquiatría, tenemos unos 114 millones dedicados a prevención y atención de adicciones, por 883 millones en materia de seguridad.
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de adicciones que se destinará exclusivamente a centros de rehabilitación y el monto de dinero a recibir dependerá de la cantidad de personas que atiendan. Según la misma Comisión, en 2011 el instituto de siquiatría que es una paraestatal, manejó 49 millones de pesos de presupuesto, aunque no pudieron precisar cuánto tiene asignado para este 2012. Por desgracia para los curiosos que quieran saber cómo ha gastado la Secretaría de Salud nuestro dinero desde el 2006 que inició esta administración, no encontrarán en el portal de transparencia nada de sus cuentas, aunque afirman que este mes de abril es el límite permitido por ley para dar a conocer lo que gastaron… en 2011. Sin embargo, sus voceros subrayaron que sí atienden ese renglón como es con 17 centros de los llamados Nueva vida. De ésos que el gobierno federal vomitó propaganda hasta el hartazgo justo antes de empezar el periodo de campañas electorales el pasado 30 de marzo. La doctora María Elena Medina Mora, que también ha sido miembro temporal de comités de asesores en la Organización de Mundial de la Salud (OMS), declaró a mediados del año pasado cuando en el país se contaban ya 40 mil muertos y un sin número de detenciones y decomisos: «El fin último de cualquier política debe ser el bienestar de los individuos y las comunidades y no la droga en sí misma, ni los decomisos, ni las detenciones, ni la destrucción de drogas. Es importante encontrar maneras que nos ayuden a disminuir las consecuencias no deseadas de las políticas, ese es el reto de todos los países que enfrentan el problema –del uso indebido y el tráfico ilícito de drogas–». Ya lo escribió el oriental Sun Tzu en El arte de la guerra: Ésta debe ser corta y debe existir la idea clara de en qué momento se ha conseguido el objetivo para retirarse. 6
«La guerra es un asunto de vital importancia para el Estado, pues se trata de la vida o la muerte de las milicias y del pueblo, de la supervivencia o la aniquilación del país», dice ese hombre que según cuentan vivió hace más de 500 años a. de C., cuando los feudos ya se mataban entre sí con la ayuda del hierro. Ahora se matan con plomo y el objetivo de la moral en turno parece ser la desaparición absoluta de las drogas. «Para que la droga no llegue a tus hijos», rezaba un spot del Partido Acción Nacional (PAN) para las elecciones del 2009. Y es que las cuentas en materia de seguridad son la otra parte. La Secretaría de Seguridad en el estado anunció que para este año hay un presupuesto enorme para reducir los índices delictivos en un grandioso 5%: más de 923 millones de pesos, entre los que hay una bolsa de apenas 40 millones donde entran los programas preventivos. Esto significa que si sumamos esos 40 millones, los cinco de desarrollo social, los 20 millones adicionales de los que habla el Congreso y los 49 que tuvo en 2011 el instituto de siquiatría, tenemos unos 114 millones dedicados a prevención y atención de adicciones, por 883 millones en materia de seguridad. No faltó quien se subiera al tema. El senador Fernando Castro Trenti reunió a distintas autoridades y a un grupo de adictos en
recuperación. Los sentó en el Centro Cultural Tijuana (Cecut), y escucharon las buenas intenciones del congresista para armar un programa emergente. Dijo que hace falta crear 120 escuelas más de tiempo completo y que el gobierno estatal subsidie a los centros de rehabilitación, para lo que sus comparsas en el Congreso local aprobaron un punto de acuerdo para que la Cámara de Senadores gestionara los recursos extraordinarios necesarios. La entonces presidenta del Congreso y hoy aspirante a Senadora Nancy Sánchez declaró a la prensa que eran necesarios unos 577 millones de pesos. Y el político apodado El Diablo siguió el guión pero con algunos detalles: lo solicitó ante la comisión permanente, donde sólo hay 37 de los 628 legisladores federales porque el resto anda de vacaciones o en el llamado periodo de receso, y fue también mediante un punto de acuerdo que en los procesos legislativos son únicamente solicitudes que quien las recibe puede dejarlas pasar sin consecuencia. El Senador exhortó a que las Secretarías de salud, de educación y de hacienda diseñaran e implementaran su promocionado en estas tierras Programa emergente de tratamiento y prevención de las adicciones.
«A raíz de esa situación de emergencia son esos 20 millones adicionales», dijo la presidenta de la Comisión de Hacienda, Rosana Soto, refiriéndose al dinero disponible para los centros de rehabilitación cuando le pregunté qué había pasado con aquel programa emergente, y agregó que el tema quedó en manos de la entonces presidenta del congreso local. La Encuesta Nacional de Salud 2011 mostrará la efectividad o no de la política para atender este asunto de salud y de seguridad pública con la tan comentada «Lucha por la seguridad» como la rebautizó el gobierno federal, en un estado y una ciudad como Tijuana que la autoridad califica como un caso de éxito. Pero aunque la Secretaría de Salud dijo al Instituto de Acceso a la Información (IFAI) que estará lista para abril, seguramente tendremos que esperar para saber los resultados, porque ahora que estamos en periodo de campañas los portales en los que se publica esta información tienen la siguiente leyenda: «Por instrucciones de la Secretaría de Salud y en relación con los acuerdos emitidos por el Instituto Federal Electoral, todos los Portales de Internet administrados por la Secretaría y sus órganos desconcentrados, quedarán fuera de línea hasta nuevo aviso».
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Cuando lo polĂticamente correcto cabe en lo incorrecto
Gobierno patrocina al Libro Vaquero 8
Juan Pablo Proal
Los gobiernos de Vicente Fox y de Felipe Calderón han utilizado historietas populares, de las denominadas «basura», para difundir toda clase de campañas. Entre 2007 y 2008, al menos 15 dependencias colocaron inserciones pagadas con fondos públicos por un monto superior a 9 millones de pesos, según constaté. Sin embargo, casi todas niegan la existencia de contratos con la empresa editora, fundada por Rómulo O’Farrill, antiguo beneficiario de los regímenes priistas. El Libro Vaquero, El Libro Sentimental y El Libro Semanal, historietas entre cuyos personajes abundan mujeres curvilíneas, de senos voluminosos y sumisas casi siempre a los deseos de personajes pedestres, han recibido financiamientos espléndidos de los gobiernos federales panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón. Al menos 15 dependencias han pagado más de 9 millones de pesos a NIESA Editores, empresa fundada por Rómulo O’Farrill y que recibió como herencia su hijo José Antonio O’Farrill. Se trata de un sello que celebra contratos bajo razones sociales diversas, como Nueva Impresora y Editora Mexicana (que edita las historietas), Impresora y Editora Mexicana o una de insólito nombre: Precisión en Cobro de Cuentas. Las secretarías de Gobernación, Hacienda, Energía, Relaciones Exteriores, Comunicaciones y Transportes, Desarrollo Social y de Medio Ambiente, así como el IMSS, Pemex, el Inegi, la Conagua, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, Telecomunicaciones de México, la Consar y el Fonhapo anuncian sus programas en las páginas de esas historietas. Sin embargo, la mayor parte de esas dependencias federales, con excepción de Telecomunicaciones
de México y del Fonhapo, niegan haber patrocinado a las tres publicaciones semanales. Es el caso de la Semarnat, no obstante que su propaganda aparece en varios números de las tres historietas; lo mismo Pemex, que firmó contratos de adjudicación directa por más de 1 millón 200 mil pesos pero cuya existencia también niega. De acuerdo a mis estimaciones, elaboradas con base en la revisión de las historietas, facturas y contratos ubicados en los portales de Obligaciones de Transparencia, el gobierno federal pagó 9 millones 117 mil pesos para contratar los espacios. Un libro muy macho «Dos para la venganza» es el título del número 1413 de El Libro Vaquero, que estuvo a la venta en noviembre de 2007. En su trama se privilegian el triángulo amoroso, el sexo y la violencia, como en buena parte de esas historietas. En ese mismo número, el IMSS contrató publicidad a color dirigida a prevenir la obesidad, Telecomunicaciones de México promovió el uso del giro telegráfico, Hacienda publicó un anuncio enfocado a las cajas de ahorro y la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) hizo propaganda a su programa de protección consular. No obstante, oficialmente tanto el IMSS como la SRE sostienen que
jamás se han anunciado en El Libro Vaquero. En enero pasado, adquirí los ejemplares de El Libro Vaquero, El Libro Sentimental y El Libro Semanal desde agosto de 2007 hasta diciembre de 2008, y solicité a NIESA los precios de sus anuncios y costos de sus encartes. Adicionalmente, envié más de 40 solicitudes de información a todas las dependencias que se anunciaron en esas historietas para cotejar los pagos hechos a la empresa de O’Farril. Adriana Mendoza, coordinadora comercial de NIESA, proporcionó en un correo electrónico las tarifas de la revista musical R&R, otro negocio de la casa editorial, correspondientes a 2009. Luego precisó que el costo de los anuncios es el mismo en cualquiera de las publicaciones de la compañía. En su tabulador, los precios de este año se establecen en paquetes de dos publicaciones. Así, dos anuncios en la contraportada de El Libro Vaquero, El Libro Sentimental y El Libro Semanal costarían 51 mil pesos; en segunda y tercera de forros, 48 mil 700; en las páginas interiores, 45 mil 900; media plana, 27 mil 800; columna, 23 mil 50, y pilastra, 15 mil 350. A estas cifras aún falta agregarles el IVA. En una revisión de las historietas adquiridas encontré 23 anuncios del IMSS, 17 de la SCT, 15 de la SRE, 12 del DIF, 10 de la Semarnat, 9
seis de la Segob y la Sener en cada una y tres de la Sagarpa. Además la Sedesol, la SHCP, el Inegi y el Fonhapo se anunciaron, cada cual, en una ocasión. La propaganda oficial aborda diversos temas: desde la regularización de propiedades hasta el programa Piso Firme; la prohibición de la tala clandestina; planificación familiar e información preventiva en torno a la diabetes y la obesidad; consejos en caso de sismos; datos en cuanto al uso de giros telegráficos; promoción del plan Vivienda Digna; tips para la elaboración de testamentos; detalles sobre la portabilidad numérica; recomendaciones para actuar en temporada de lluvias; servicios 10 6
de los consulados mexicanos, información del horario de verano, estancias infantiles y migración, entre otros. Si bien celebra contratos con razones sociales distintas, la empresa de O’Farril sólo está inscrita en el Padrón Nacional de Medios Impresos bajo la denominación Nueva Impresora y Editora Mexicana, registrada en Michoacán. A las dependencias anunciadas en las historietas se les pidieron los contratos realizados con cualquiera de las razones sociales con las que solicitaron inserciones en las publicaciones de NIESA Editores, pero la mayoría respondió que en sus archivos no existe información
alguna al respecto. De acuerdo con un cálculo aritmético basado en el cotejo entre cada anuncio publicado entre 2007 y 2008 y las tarifas de 2009 proporcionadas por la editorial, las dependencias citadas desembolsaron 2 millones 449 mil 550 pesos a precios vigentes. Pero si se contrastan los portales de transparencia de las mismas instituciones, éstas registran pagos que rebasan 9 millones de pesos. ¿Piratas o vaqueros? En la solicitud de información 061210000 0709, dirigida a la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), el organismo reconoce la existencia
del contrato CONSAR/096/200, del 30 de octubre de 2006, por un monto de 427 mil 872 pesos. El concepto: «servicios de inserción de 312 mil 316 encartes en el suplemento de la revista de El Libro Vaquero», sin ninguna otra especificación. Esto es, pagó un peso con 32 centavos por cada encarte. Sin embargo, la coordinadora comercial del grupo editorial informó que en enero de 2009 el encarte a color, en papel couché, tenía un precio de sólo 48 centavos por unidad en esa publicación. Es decir, Consar pagó 2.75 veces más que la tarifa pública proporcionada. En 2007, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) erogó 955 mil 443
pesos por el mismo concepto de «inserción en revistas Vaquero y Libro Semanal», según consta en su portal de Obligaciones de Transparencia. Más irregularidades: Pemex respondió a nueve solicitudes de información pública (incluidos sus organismos subsidiarios Refinación, Exploración y Producción y Petroquímica), y aseguró que jamás se anunció en las publicaciones de O’Farrill. No obstante, durante el período en que se discutió la reforma energética propuesta por Calderón, la «Gerencia Corporativo de Comunicación Social» (sic) de Pemex celebró tres contratos con Impresora y Editora Mexicana,
S.A. de C.V., y uno más con Nueva Impresora y Editora, S.A. de C.V., por un total de 1 millón 264 mil 845 pesos con 22 centavos, todos mediante adjudicación directa. En abril de 2008, Pemex realizó dos contratos por adjudicación directa, uno con Nueva Impresora y Editora, S.A. de C.V. (4400089997), y otro con Impresora y Editora Mexicana, S.A. de C.V. (4400091353), ambos por la misma cantidad: 39 mil 22 pesos con 61 centavos. En el contrato 4400092565 de mayo de 2008 se detalla que la «Gerencia Corporativo de Comunicación Social» asignó 420 mil pesos por «adjudicación directa» a Impresora y Editora Mexicana, 11
S.A. de C.V., sin especificar en qué consiste. Al mes siguiente, Pemex adjudicó contratos por 766 mil 800 pesos por «espacios de difusión Libro Vaquero» (sic) mediante el contrato 4800004360. Solicité a Pemex que justificara la elección de El Libro Vaquero para difundir propaganda. En un correo electrónico de una cuartilla, la subgerente de Información y Comunicación Interna de la paraestatal, Martha Avelar Villegas, respondió que los criterios de selección obedecen a que la publicación semanal «es un medio certificado, tiene alta circulación pagada, tiene cobertura geográfica nacional y tiene un perfil del lector que corresponde 12
con la población objetivo de la campaña de difusión». Sin embargo, la Dirección de Medios Impresos de la Secretaría de Gobernación la cataloga distinto: El Libro Vaquero no circula en todo el país, sino únicamente en 12 estados y el Distrito Federal, así como en algunas zonas de Estados Unidos, El Salvador, Honduras y Nicaragua. La ficha 277272, contenida en el Padrón de Medios de la Segob, identifica como hombres a 65.56% de sus lectores, y al resto como mujeres. Poco menos de la tercera parte de quienes adquieren esta publicación (31.11%) sólo estudió la primaria. Hay más inconsistencias. El Instituto Mexicano del Seguro
Social (IMSS) niega haberse anunciado en las publicaciones del sello NIESA Editores. Sin embargo, en El Libro Semanal y en El Libro Vaquero el IMSS adquirió nueve espacios en cuarta de forros; 11 en segunda o tercera de forros, y tres planas completas en interiores. Tan sólo en El Libro Semanal mandó publicar 14 anuncios entre los números 2666 y 2703. La propaganda tiene como fin prevenir la obesidad y la diabetes. El vaquero Fox «No lean periódicos», recomendó Vicente Fox a habitantes de una colonia popular de Coahuila en noviembre de 2005. El mandatario alegaba que, en lugar de ayudar,
la consulta de diarios perjudica a los ciudadanos. Pero su gobierno no veía con malos ojos las historietas de mujeres semidesnudas, infidelidades, asesinatos e intrigas de recámara. Una muestra es el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, que celebró un contrato con Nueva Impresora y Editora, S.A. de C.V., por 1 millón 150 mil pesos el 1 de noviembre de 2005. El concepto fue un «Custom Publishing en 32 páginas, en papel diario incluyendo forro de papel couché de 125 gramos con medidas de 13 centímetros de ancho por 14 de alto, el contenido incluía dibujo, embolsado y encartado», según respondió en la solicitud 0441000000209, atendida el 20 de enero de 2009. En otro caso, la SHCP celebró el contrato AD130/2005 con Nueva Impresora y Editora, S.A. de C.V., por 966 mil pesos, por un «Custom Publishing» en El Libro Vaquero. Por su parte, la Conagua registra en su portal de Obligaciones el contrato CS-112086 con Impresora y Editora Mexicana, S.A. de C.V., por 44 mil 877 pesos; la contraprestación fue una «inserción en El Libro Vaquero». El 10 de octubre de 2003, Luz y Fuerza del Centro acordó pagar 710 mil 700 pesos (IVA incluido) por concepto de «Servicio de publicidad a través de 400 mil encartes distribuidos en El Libro Vaquero para difundir la campaña denominada Recuperación de Pérdidas de Luz y Fuerza del Centro». Nuevamente, el costo reportado rebasa, por mucho, los precios indicados en el tabulador de NIESA correspondiente a 2009. Entre tanto, la Secretaría de Energía gastó en 2005 un total de 159 mil 180 pesos por 13 publicaciones. Y 28 mil 224 pesos al año siguiente por concepto de promoción del horario de verano. Además, la Secretaría de Salud tiene entre sus proveedores a NIESA, aunque no detalla en su portal de Obligaciones de Transparencia cuánto dinero ha pagado a esta empresa.
Mientras un Cártel la distribuye, el otro está dispuesto a matar a quien la compre
Aquí se acabó la mota 14
Redacción Ilustración: Luisa Orduño
Andamos buscando mariguana. Me acompaña alguien a quien muchos llamarían Conecte. Él dice que antes la mota abundaba en calles, universidades, barrios, esquinas y cotorreos. Pero ya casi no hay, porque en esta ciudad, como en casi todas las ciudades que se encuentran en disputa, si te agarra un cártel contrario te mata. Aunque seas un simple adicto de ocasión. Estamos en Torreón, este paso es de los más codiciados por bandas de narcotraficantes, así consta en expedientes elaborados por la Secretaría de la Defensa Nacional, quienes la clasifican como Ruta del Centro. Inicia en Chiapas, sigue por Oaxaca, Puebla, Distrito Federal, Aguascalientes, Zacatecas, Coahuila, Chihuahua, hasta llegar a Estados Unidos. Además se trata de la línea divisoria entre Coahuila y Durango, que toca parte del llamado «Triángulo dorado» del narco. En esta tierra se trafica con cocaína, heroína, piedra y mariguana, sólo que no todos los cárteles venden yerba. Y aquí están todos, mezclados en la zona conocida como Comarca Lagunera, la cual está conformada por 16 municipios de Coahuila y Durango, donde en 2010 se cometieron más de 700 asesinatos violentos. La violencia ha crecido tanto, que durante el primer semestre de 2011 se han registrado más de 500 asesinatos violentos, incluida la balacera del 20 de agosto al exterior del Territorio Santos Modelo, durante el partido Santos – Morelia. Conseguir droga se vuelve toda una aventura. Nelly lo sabe, a sus
25 años se ha metido de todo. Acostumbraba comprar cocaína en el centro de la ciudad, aunque lo suyo es la mariguana. Una vez sus proveedores la sorprendieron con un cigarro de mota y ahí, ante la mirada de todos, la apedrearon hasta dejarla inconsciente. Para Nelly fumar mariguana no es como antes. Ha tenido incluso que prostituirse para conseguirla. Y no es que no tenga dinero esta muchacha de clase media, estudiante de universidad privada y piel blanca. Es que nadie quiere vender yerba ni portarla. Incluso Luis, un adicto de 40 años que se considera de la vieja guardia, ha sido encañonado por intentar comprar mota. Por eso en esta búsqueda acompaña Conecte, quien en realidad no es un «conecte». Es un drogadicto y bebedor cualquiera, de 35 años y sin futuro. En su vida ha desempeñado diversos oficios, desde gallero a mecánico. También ha consumido muchas drogas, desde resistol hasta piedra. Alguna vez robó para drogarse, sediento de cerveza y con los ojos abiertos como poseído. Es más, Conecte podría andar toda la tarde y noche acompañando a cualquiera. Sólo necesita dos cosas en la vida: cerveza y drogas. Esa tarde, entre los 40 grados centígrados de temperatura y la cumbia que no dejaba de sonar, Conecte decidió subir al auto a Teterete, un conocido de las colonias del oriente que la rola en el centro. Ambos se ufanan de conocer todos los recovecos, bares y callejones. Vamos juntos para el oriente, Teterete será carne de cañón porque aquí ya no hay mota, muchos han dejado la vida en el intento por conseguirla.
– ¿Por dónde van a bajar? La contra nos ha matado muchos clientes. Los han rafagueado, cortado sus cabezas. Presta para una caguama, compita, – habría de decirnos Cholo, cabeza rapada, barba poblada y tatuajes impresos en su pecho desnudo. En estas colonias todos son cholos, algunos desde su nacimiento. Es más común que un niño sea llamado Cholo a ser nombrado Juan. Minutos antes, pistola en mano, Cholo gritaba detener la marcha del automóvil, arriba de una de las colonias cuya geografía la comparte con los riscos del Cerro de las Noas, lugar donde Policía Municipal, Federales y Ejército no entran, mucho menos los contrarios, quienes esperan a las faldas del cerro listos para matar. Si no se estacionan cuando yo digo les tiro bala a las llantas, si te pones loco te pelotean por todos lados. Nomás que al compa de atrás lo conocí, es cliente. A decir verdad a Cholo no le importa si mata o no, ni los doscientos pesos invertidos para comprar un poco de mariguana ni acabar su resaca con una cerveza familiar. Le importa saber quiénes son los compradores, de dónde vienen y si no traen radio o un fierro (pistola) clavado entre sus ropas. Tal vez por eso se acerca tanto a la ventanilla y pide para una caguama. Ellos mandan en esos callejones. – Aquí vendemos pura calidad, dice, mientras Teterete abre la puerta trasera, baja y se mete a una casa. Nosotros los vemos cuando suben al cerro, traemos binoculares, muchos halconcillos. Ellos también (los otros). Bajen por el otro lado y pónganse truchas. No quiero perder clientes (risas). Teterete sube al auto, entrega una 15
bolsa sellada. Cholo habla por radio. Conecte maneja rápido, se ve nervioso, espejea. La bolsa la clava en los testículos. Trato de romper el silencio: —¿No viene la Policía? —¡Policía! Cuídate de que no vengan camionetas, esos sí nos truenan. Ya es de noche, tras varias cervezas y dos o tres carrujos de mariguana, Conecte tiene más sed. Necesita algo que le acelere el corazón, más bien quiere nevar un toque con un poco de cocaína para andar bien pila. La coca, según el expediente 4/2007-III, integrado por la Subprocuraduría Especializada en Delincuencia Organizada como parte de una investigación en Coahuila y Durango, tiene un valor de 13,000 dólares por kilo, es traída por tierra desde Chiapas. Antes tiene que cruzar la frontera. Los doscientos pesos de mariguana casi se acabaron, hubo que repartir a Teterete por haber ido por ella. Así que regresamos al lado marginal de la ciudad, ahora con los contrarios de Cholo. Por calles maltrechas ni una patrulla de Policía, sólo indigentes, taxistas, pequeños comerciantes; muchos de ellos traen radios entre sus ropas. Conecte saluda a algunos, quiere pensar que lo conocen y no habrá problemas. La ciudad a esa hora suele tornarse incierta, a veces cruel. En el cruce de unas vías de ferrocarril una docena de cholos departen entre cervezas y cigarros: —¿Qué quieres? ¿Qué buscas? — Dame dos bolsas. El que vende es serio, observa directo a los ojos con ceño fruncido para conocer los rostros. Su ropa es holgada, no sabemos si anda armado, lo más seguro es que sí. En la oscuridad decenas de puntos 16
rojos iluminan nuestros cuerpos, el rostro, la cabeza. Alguien, muchos nos apuntan desde quién sabe dónde. —¿No vendes mota?, pregunto. —¡Aquí no se merca esa mierda! ¿Me viste cara de jodido o qué? Culero. El ambiente se torna tenso, Conecte trata de mediar pidiendo disculpas. Los puntos rojos no dejan de apuntar, se acercan otros. Alzamos las manos. Una bofetada, una patada. Risas, groserías. Nos quitan la mercancía, los celulares. Alguien se acerca, dice que ya estuvo bueno. No es necesaria tanta violencia, mancharse de sangre sólo porque sí, a menos que alguien pesado lo dicte. Nos vamos. Una camioneta con vidrios polarizados nos sigue varias cuadras. Hay silencio absoluto en el auto. En una zona de callejones Conecte acelera la marcha del auto. Se mete por uno, luego por otro. Para la marcha, apaga las luces. La camioneta pasa veloz a varias cuadras, luego pasa otra, otra. Y otra. Conecte conoce la zona, divagaría después, porque hace años andaba loco por esos lugares. Trata de adivinar por dónde salir de esa colonia. Arranca, más y más callejones, vueltas, el auto a más de 100. Salimos, el silencio se rompe. —¡Pendejo!, a la otra no hables. Acá el bueno soy yo. Decide comprar a otros gramos, en una colonia ubicada en límites de Coahuila y Durango. Dicen que es de la mejor, ahí la venden en cápsula. Al llegar varios jóvenes de entre 13 y 15 años, armados con rifles de asalto AK-47, piden a gritos acomodar el auto en un estacionamiento improvisado. Realizan cateo corporal, revisan el auto con lámparas. A empujones piden incorporarse a una de las dos
filas que hay. En una hombres, en la otra mujeres. Hay personas de todos los estratos sociales. A las jóvenes que pareciera que acaban de salir de algún antro de moda las catean salvajemente, acarician sus nalgas, sus pechos. Ellas no dicen nada, sólo quieren algo de cocaína. A unos metros de la fila varios adolescentes armados golpean a un hombre con aspecto de pandillero, luego le quitan todo lo que trae en los bolsillos. Amenazan con matarlo si lo vuelven a ver en el lugar revendiendo la mercancía que compró. Le dan un balazo en la pierna como escarmiento, luego le azotan la espalda y las nalgas con una tabla. El hombre grita, llora. Los de la fila no dicen nada, prefieren no ver aunque el mensaje es para todos. Conecte compra dos cápsulas con un hombre que trae cientos en una bolsa transparente. —Listo hijo, ya hay para acompañar la mota. Fue una noche cabrona. Mañana buscamos más yerba con un contacto de confianza. Quisiera no conocer al contacto de confianza porque Conecte siempre se mete en problemas, pero se veía muy seguro de la aventura, tanto que al pasar por él realizó una llamada telefónica advirtiendo sobre nuestra llegada. Tomó otra vez el volante del auto, porque se trata de ir a lugares que él conoce, por ende son problemáticos. La cita es en el estacionamiento privado atrás de un mercado de la ciudad, donde sólo opera un cártel después de correr a balazos a sus rivales en una lucha a muerte que llevó casi un año. En la entrada, esperando se encuentra ¿Cómo llamarlo? digamos que ¿Comando?, un personaje amigo de la infancia de
Conecte, que dice haber trabajado muchos años para el Ejército Mexicano, después desertó y se unió a la mafia. Ahora trabaja como jefe de estacas (sicarios). Total, no quiero saber si Comando es un Estaca. Dice tener a su servicio a varios hombres, entre ellos a un tal Licenciado, quien es un tipo que realiza toda actividad que le sea encomendada. Comando y Conecte hablan, se conocen desde la infancia, mucho antes de ser lo que son y cuando ya eran algo de lo de ahora. Conecte dice que no hay lío. Su acompañante es gente de confianza, del mismo barrio incluso donde Comando creció. Y Comando se convence, explica las reglas del juego. Él no vende mota, su gente tampoco. Cuando tienen ganas compran a los contrarios, muy a pesar de lo que piensen sus superiores, que si se llegasen a enterar los acribillan a todos, por lo que El Licenciado es el indicado para ir, porque lo conocen como adicto, porque conoce las calles que a sus cincuenta y tantos años ha recorrido en múltiples ocasiones. La bolsa, una pequeñita para el antojo, no contiene ni 100 gramos y cuesta 50 pesos. Le son entregados a El Licenciado 300 pesos para comprar 6. Decidimos esperarlo bebiendo cervezas en una cantina de la esquina, sentados en una mesa de plástico atendida por una mujer robusta que trata como rey a Comando. Comando es alto, gordo; sus brazos son gruesos. Constantemente se toca la nariz, aspira profundo. Dice que es una manía que le dejó el consumo de cocaína. Alardea de su poder, de la fiesta que tendrá en la tarde donde habrá putas y loquera. Y de que la policía no les hace nada, ni los contrarios. Y las
llamadas donde le dicen a quién y cómo matar; de la ciudad a más de 100 por hora, de las balas y las granadas, de las esquinas como campos de batalla, y de todos los jóvenes que ha reclutado y entrenado para matar. Sólo que nada más habla, no hay ganas de preguntas. Hay mucha tensión alrededor. El lugar está rodeado de gente extraña. Todos beben. Las dos cervezas de espera saben a agua. Llega El Licenciado con un acompañante, entrega tres bolsas y 30 pesos. Alega que la mercancía se acabó, que subieron el precio de repente. Guacho se le queda viendo, no le aparta la mirada. Rompe: —¿Cómo? No es coherente lo que dices. —Bueno, es parte de la propina. —Aquí nadie transa a los compas. —Bueno, es que él me dijo. Comando cuestiona al acompañante, se ve molesto. Explica que no sabe nada, que sólo encontró a El Licenciado en el camino y lo invitó a dar un toque. Comando cierra los puños, pega a la mesa. Conecte se levanta, jala nervioso de la camisa para incorporarnos. —Bueno hijo, muchas gracias. Así está bien. No hay bronca.
—¿Cómo qué no hay bronca?, responde Comando. Aquí nadie se pasa de verga. Trato de entender, no me despido. Conecte casi me saca a empujones del lugar después de pagar las cervezas. Arranca el auto, no dice nada. —No hay bronca. La consiguieron. ¿Qué pasó? —Pues se pasó, eso no se hace. —Fueron unos cuantos pesos. —No es el dinero, es el hecho. Nos chingó. El teléfono de Conecte suena, es Comando. Lo pone en altavoz. —Ya le quité tu dinero, hijo. Se quiso poner vivo con los compas. —Chido, no hay bronca, cómprate una cerveza. Ya vamos de salida. Pregunto a Conecte sobre El Licenciado, qué le van a hacer. Encoge los hombros, piensa que por lo menos una tremenda golpiza. Salimos a un bulevar, el aire tibio de la ciudad mece los cabellos. Conecte saca una bolsa, hace un cigarro. Acelera, chupa un costado, acelera. Chupa el otro, acelera. Saca un encendedor: prende el extremo, aspira. Acelera. Saca el humo por la nariz, se pone unos lentes oscuros y sube el volumen de la radio. La ciudad a más de 100; caliente. Salvaje. Su aire tibio: El olor a yerba. 17
LA MAGUANA: VIH SIDA Y RETRASO MENTAL
¿Cuántos locos tiene Tijuana? 18
Marco Tulio Castro Fotos: Diez4
Estoy sentado frente a la hija de la desgracia. Vine a entrevistarla a la Tijuana rural, donde está el único albergue que le abre sus puertas. Me acompañan dos fotógrafos y nos escolta David Gonzalo, encargado del lugar. Platico con María Luisa Valenzuela Castro, La Maguana, una indigente –de entre los 15 mil que calcula el Hospital de Salud Mental de Tijuana–, que además de vivir en la calle, padece retraso mental, alcoholismo y VIH sida. Todos aquí tienen sida, incluído David. Todos aquí, en el albergue Las Memorias, se lo controlan, porque el refugio tiene subsidio y el subsidio paga el tratamiento antiretroviral. María Luisa nació con retraso mental, un 24 de marzo de 1957, en un lugar de Estados Unidos, que ella no recuerda y que aquí nadie sabe. Llegó de brazos a Tijuana, cuando su papá, Alfredo Valenzuela González, nacido en Filipinas, partió a la segunda guerra mundial y no regresó. Antes de pelear, dejó a su pequeña mulata de cabellos chinos encargada con una familia de Tijuana, que vivía en la colonia Cuauhtémoc, pegadita a la frontera con San Diego. «Lo que no recuerdo exactamente es qué relación tenía esta familia con María Luisa, que la criaron desde pequeña», dice la señora Alejandrina de Castro, que vivió
por años frente a la familia que arropó a La Maguana. Creció en la calle, porque la señora de la casa tenía que atender a sus clientes, día y noche en la recámara. «Marinos. Entraban muchos marinos guapos, uniformados, con muchos dólares que después yo atendía en mi restaurante», recuerda Alejandrina, a sus casi 90 años. Esta mañana La Maguana no despertó en una banqueta del centro de Tijuana. Abrió los ojos y observó otro ambiente aquella mañana: techo, cobijas, paredes claras, cama individual y luego, un piso de concreto limpio. –Ya levántate, Maguana. –Le dijo David y la mandó al baño. Brincó como resorte y andó su cuerpo a la regadera, sonriente. –No parece ¿verdad?, pero es muy limpia. Cuando está aquí, le encanta bañarse. Hasta se lava los dientes La Maguanita. El albergue Las Memorias, ubicado en La Morita, subdelegación La Presa rural, es el único lugar que la atiende. Sucede que los hospitales públicos donde tratan a personas con VIH sida, no la atienden porque no tratan problemas psiquiátricos. Y los hospitales psiquiátricos no atienden a enfermos mentales con padecimientos infecto contagiosos, porque no tienen la infraestructura para hacerlo. Las Memorias no tiene psiquiatras ni la infraestructura para aislar a enfermos con VIH. «Lo único que nosotros tenemos son las ganas de ayudar», contrasta David.
La Maguana es muestra doble de los problemas de salud de Tijuana. Enfermos mentales e infectados con el VIH Sida. Se dice que cada año Tijuana registra 200 casos nuevos de VIH, de acuerdo al Instituto Nacional de Ciencias Médicas. ¿Sobre los enfermos mentales? Además de la estimación de 15 mil en las calles de la frontera, no hay mayores datos ni más confiables. La población flotante por la migración (deportados, mexicanos en movimiento) hace que el registro sobre enfermedades mentales, una tarea casi imposible. ¿Cuántos se han tratado? Buena pregunta. El hospital de salud mental consultó a 6 mil 500 personas en un año. El espanto viene cuando la media nacional del país señala que sólo el 10 por ciento de los enfermos son atendidos. Entonces los números dicen que en Tijuana hay unos 65 mil enfermos mentales. Claro, eso basado en la media nacional. El psiquiatra de la Maguana Si alguien que conoce bien a María Luisa Valenzuela Castro, es el doctor en psiquiatría, Tomás Mejía Covarrubias. Covarrubias fue uno de los primeros médicos que trabajaron en el ahora desaparecido Hospital Psiquiátrico Municipal, mejor conocido como pabellón o manicomio. Mejía trabajó en el pabellón durante casi 17 años, hasta el día en que dejó de operar, en marzo de 2008. Desde el primer día en que la vio,
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César Castro
fue alcoholizada. «Llegaba en estado de agitación, era alcohólica y era muy violenta en esa época. Estaba joven, mucho más joven que ahora», recuerda el psiquiatra. Él mismo fue quien le diagnosticó deficiencia mental y alcoholismo crónico. La hospitalizaban para desintoxicarla de su alcoholismo con frecuencia. Una vez rehabilitada, salía del psiquiátrico, pero fum, pronto regresaba: robaba comida o licor de los negocios o agredía verbalmente a quien pasara cerca de ella, entonces la policía la remitía al pabellón. Y así fue por muchos años. Iba y venía. La situación cambió un día que La Maguana estaba internada en el hospital y presentó diarrea y calentura. «Algo inusitado en ella» porque a pesar de su alcoholismo, María Luisa era relativamente sana. La sometieron a análisis clínicos y detectaron que tenía el VIH. Eso fue en 1998. «A partir de ahí, los directivos del hospital psiquiátrico decidieron no tratarla, porque el pabellón no contaba con las condiciones necesarias para un paciente infectado con el VIH», recuerda el psiquiatra. Cuando las dependencias de gobierno que mantenían contacto con ella se enteraron de su infección, optaron por evadirla.
María Luisa Valenzuela
«Llegó un momento en que no la querían en la cárcel, en la estancia municipal, ni en el psiquiátrico. No la querían en ningún lado», reconoce el doctor Mejía. No siempre fue así. Estudió primaria en la escuela Cuauhtémoc, en la zona Río de Tijuana. «Nosotros le dábamos carrilla a mi hermano con ella, le decíamos que era su novia y él se enojaba», recuerda Blanca Castro, quien también fue su vecina en el desaparecido arrabal llamado Cartolandia. No sé hasta qué año llegó, porque Blanca y su hermano, César, no lo recuerda. «Yo dejé de verla como por cuarto año. Un día dejó de ir a clases, nada más», dice César rascándose la cabeza fuera de su taller de tapicería, en la colonia Castillo. La familia Castro le perdió la pista cuando en 1976, el estado ocupó las tierras de Cartolandia y los reubicó en la colonia 70-76, nombre referencial al sexenio del priista. Entonces sí, la calle se la tragó. Inyección de carbón Antonio Granillo se flipó hasta el hartazgo. Jeringazo día y noche; durante años, en la mera mata de las drogas duras: la zona norte. Pocos como él pueden decirme «Tengo hepatitis: 24 años en la droga tienen un precio», cuando le pregunto si tiene VIH.
Granillo era drogadicto de los duros cuando conoció a La Maguana. Dice que nunca imaginó que después le tocaría atenderla como interna en el albergue Las Memorias, que ahora dirige. «Aquí murieron 2 ó 3 amigos que rolaron la jeringa conmigo. Yo tuve que cerrarles los ojos, pero nunca pensé en atender a aquella chamaquita morena y guapa». Antonio Granillo recuerda que conoció a La Maguana en 1977, en la desaparecida cárcel de la calle 8, justo al lado de la comandancia de la policía local, ahora derrumbada. «Tenía un cuerpazo y era bellísima». Él, de 19 años, estaba internado en una celda de hombres, desde la que podía ver la celda de mujeres. Ahí estaba La Maguana, para entonces tambén prendida de la heroína. «El Vitamina y El Ganzo la drogaban. Ellos la metieron en todo esto», dice Granillo. Deambulando en la Zona Norte con un cuerpazo, retraso mental y adicta a la heroína, más tardó La Maguana en olvidar su nombre que en ser prostituída. –¿Es cierto, Maguana? –Yo andaba en todos. A mi me gustaban todos los bares. A veces, cuando tenía 21 años, como ya me conocían, me metía a cualquier bar y me tomaba una botella de brandy yo sola. Granillo se aprieta las manos. Parece guardar una historia pesada que después escupe sólo: «Todavía era menor. El Vitamina andaba bien malilla y una vez para sacar para la chiva quería talonear a La Maguana pero no tenía ni con qué sedarla. El bato andaba desesperado. Agarró cenizas de carbón, les echó agua y las puso a hervir. Las jaló con la jeringa y las inyectó a La Maguana en el brazo. Todo eso la hizo quedar mal de la cabeza». Mal de la cabeza y del cuerpo. Hoy viste un juego de ropa deportiva color rosa y zapatos blancos deportivos. Parece contenta. Decidimos sentarnos en unas butacas individuales de una 21
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especie de capilla en el albergue. El espacio es limpio, aunque moscas van y vienen. Algunas se plantan en su rostro. Ella no se inmuta. Caminan en su cara. Vuelan y regresan a plantarse ya en sus labios, ya en su frente. Y La Maguana pregunta tranquila, que a qué vine, que si soy policía, que le huela su cabello, que le huela las manos, que le huela la panocha. Dice que está contenta, que come sopa y pollo. La mosca se planta en uno de sus ojos. –¿Ves con ese ojo? –¿Con cual, con éste? –Su ojo derecho es de vidrio. –Ah, sí, fue de un putazo que me dieron, me dice con una sonrisa en su rostro. Granillo dice: «La última vez que la recibimos, tenía toda la espalda quemada, como si le hubieran echado agua hirviendo o aceite».
Digo la última vez, porque va y viene. Reviso su expediente. De 2003 a la fecha, ha ingresado 17 veces al albergue. Daniel explica que cuando la policía la detiene, no la manda a la cárcel, sino al albergue. Se asea, come, descansa unos meses y María Luisa decide irse. Cuando la entrevisté por segunda ocasión fue en el albergue. Ese día, le pregunté cómo le hacía para llegar al centro de la ciudad. «Pido dinero en la calle o raite al camionero y me da chanse, a veces me lo deja en cinco pesos». «Se retira sin permiso», advierte la portada de su expediente. Aunque en el albergue la asisten en su aseo y en el tratamiento antirretroviral para el VIH, hay algo fundamental que no ha sido atendido: su padecimiento mental. Y es que Las Memorias atiende a enfermos, pero no cuenta con
médicos. Recibe a infectados con el VIH o Sida y no tiene cuartos aislados. Asiste a personas con problemas mentales y no tiene psiquiatra. Los voluntarios hacen todo y básicamente, a todo le entienden. Por eso, cuando le digo a Antonio Granillo que en el Hospital de Salud Mental de Tijuana no reciben a La Maguana porque no cuenta con las instalaciones adecuadas para atender a una persona infectocontagiosa, me responde callado, con un gesto irónico difícil de explicar y fácil de entender. Antes de despedirme de Daniel y Granillo, La Maguana se acerca. Me toma de la cabeza con un gesto delicado, y en voz baja, casi en secreto y con prisa me dice: «si vas al centro, llévame contigo».
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