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RESUMEN DE LA LAUDATIO PRONUNCIADO POR ALFREDO DAGNINO Y GUERRA

En La Sede De La Nunciatura Apost Lica De La Santa Sede En Espa A

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El Solemne Acto de Entrega del Premio “Embajador José María Velo de Antelo” otorgado por la Academia de la Diplomacia del Reino de España con carácter póstumo al Santo Padre Benedicto XVI, contó con una sentida laudatio pronunciada por Alfredo Dagnino y Guerra, Académico de la Academia de la Diplomacia del Reino de España y Letrado Mayor del Consejo de Estado. En su discurso pronunciado a modo de laudatio in honorem, el Letrado Mayor del Consejo de Estado, Dagnino, comenzó señalando que la Academia de la Diplomacia del Reino de España distinguía a una figura excepcional de la historia de la Iglesia y de la historia de nuestro tiempo, Joseph Ratzinger / Benedicto XVI. Eminente teólogo y profesor universitario, catedrático de Teología Católica en las Universidades de Bonn, Münster, Tubinga y, finalmente, Ratisbona; desde el 1 de marzo de 1977 hasta el 28 de febrero de 1982, Arzobispo titular de la Archidiócesis de Münich y Frisinga; y Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe desde esa fecha hasta el 19 de abril de 2005; fecha en la que es elegido y proclamado Romano Pontífice de la Iglesia Católica, tomando el nombre de Benedicto XVI, y extendiéndose su Pontificado hasta el 28 de febrero de 2013, día en el que se hace efectiva su renuncia, anunciada con anterioridad el 11 de febrero anterior en el curso de una alocución pronunciada en latín ante el Consistorio de Cardenales.

Seguidamente se refirió a los innumerables los aspectos por los que la figura de Benedicto XVI se alzaba como un gigante en la historia de la Iglesia y de nuestro tiempo, eminentísimo teólogo y gran intelectual, pastor de la Iglesia en Alemania, pieza clave del pontificado de San Juan Pablo II desde el Dicasterio de la Doctrina de la Fe y Papa en los tiempos difíciles de la postmodernidad; pero subrayó que si había dos rasgos que le singularizaban muy especialmente, eran los de ser “servidor incondicional de la Iglesia” y, al propio tiempo, “testigo privilegiado de nuestro tiempo”. Testigo privilegiado, activo y comprometido, que, además, no rehuyó jamás, nunca, ni como teólogo y profesor universitario, ni como prelado, ni como pastor de la Iglesia Universal, a participar en el debate intelectual, cultural y político de nuestro tiempo, incidiendo sobre las cuestiones esenciales que afectan al bien integral del hombre y al bien común de la sociedad humana, y siempre al servicio de la verdad, haciendo real su lema episcopal, “cooperator veritatis” (cooperador de la verdad).

Al socaire de esta distinción, el interviniente hizo una primera aproximación en a la figura del homenajeado sea para glosar su dimensión de “servidor incondicional de la Iglesia”, pues refirió que, más allá de las referencias a cargos académicos y oficios eclesiales que jalonaban su intensa y rica vida, la biografía de Joseph Ratzinger/Benedicto XVI desvelaba una trayectoria existencial caracterizada por una entrega incondicional y temprana (desde los años de la niñez) al servicio de la Iglesia y a la realización de su misión en el mundo y en la sociedad. Entrega y compromiso de un hombre de profunda vida espiritual, conjugada con los rasgos de una personalidad afable, bondadosa, humilde y sencilla, que ha irradiado siempre una admirable paz interior, aún en las coyunturas más difíciles y convulsas. En su intervención, el académico Dagnino, después de hacer un repaso sucinto de su biografía personal y familiar, subrayó los hitos más relevantes de su trayectoria al servicio de la Iglesia, desde sus años de seminarista, primero en Traunstein y luego Frisinga y su posterior ordenación sacerdotal, pasando por sus años de incesante actividad universitaria que le llevaron desde Bonn hasta Ratisbona, pasando por Münster y Tubinga, con una dedicación exclusiva a la docencia y a la investigación, en la que el teólogo y profesor universitario Joseph Ratzinger comienza a conformar una “obra” ingente, oral y escrita, que refleja un pensamiento teológico siempre fiel a la fe, a la Tradición y al magisterio de la Iglesia. Destacó como hitos singularmente relevantes, expresión todos ellos de su servicio incondicional a la Iglesia, su aportación al Concilio Vaticano II, y tras ello, su inestimable aportación teológica al Magisterio de la Iglesia a lo largo del pontificado de San Juan Pablo II, hasta llegar al zénit de esa vocación de servicio a la Iglesia con su proclamación como Pastor de la Iglesia Universal.

En la segunda parte de su intervención, el académico y jurista, destacó su condición de “testigo privilegiado de nuestro tiempo”, subrayando que “en coherencia intelectual y existencial admirable con toda su trayectoria académica y pastoral, Ratzinger/Benedicto XVI no se arredró nunca ante las grandes retos y desafíos que suscitaba el debate intelectual, cultural y político de nuestro tiempo”.

Señaló que Benedicto XVI puso siempre el acento en las grandes cuestiones que afectan al hombre de nuestro tiempo. La primera y fundamental: “redescubrir a Dios en la vida del hombre”, como fuente del bien, la verdad y la belleza. Y a vivir como si Dios existiere. Nos alertó –siguió refiriendo el académico– sobre los riesgos de una “dictadura del relativismo”, y sobre el desarrollo alarmante del laicismo en nuestra sociedad, un laicismo esencialmente ideológico, que deslegitima la presencia la presencia de la religión y especialmente de la fe cristiana en la vida pública, como contraria a la razón, a la libertad y a la democracia, postulando su reclusión a una dimensión puramente intimista oprivada.

Alfredo Dagnino finalizaba su intervención señalando que Benedicto XVI nos recordó que “hay principios fundamentales que no pueden someterse a la decisión cambiante de las mayorías sociales, políticas o parlamentarias, porque no son negociables porque están indisolublemente ligados a la naturaleza y a la dignidad innata e inviolable de la persona humana y, por tanto, forman parte del patrimonio ético de toda la Humanidad”.

A modo de corolario, el interviniente concluyó con estas palabras: “Ala vista de los muy numerosos y muy relevantes méritos que reunía la figura y trayectoria de Joseph Ratzinger/Benedicto XVI, por su aportación inconmensurable como teólogo y profesor universitario, por su contribución a la ciencia de la teología y al debate cultural y antropológico de nuestro tiempo, pero sobre todo y muy especialmente, por su entrega incondicional al servicio de la Iglesia y al servicio de la Verdad, y por la huella tan profunda que ha dejado en el corazón de los católicos, recibimos como un auténtico tesoro su legado, y nos congratulamos de que la Academia de la Diplomacia del Reino de España le otorgue, con carácter póstumo, el Premio “Embajador José María Velo de Antelo” •

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