presentación
Sobre Erich Hackl Raúl Zurita
pido que me disculpen L eselreferencia que inicie con una personal esta
presentación de uno de los más notables y ejemplares autores europeos contemporáneos, leyéndoles un párrafo que influyó en todo lo que yo escribiría después y que marcó mi vida. Creo que a Erich Hackl no le sorprenderá esta cita: Esta noche soñaré con Rudi Friemel. Tendrá la cara blanca como la cera y los ojos muy abiertos, como si se hubiese dado un susto de muerte. Llevará un pantalón de presidiario, a rayas y de tela fina, tapándole los sabañones, y una camisa blanca con bordado de rosal. Un regalo, ¿de quién? Sonreirá como siempre sonreía. Veré el hoyuelo en su mentón. Dirá: Todos me han olvidado, las mujeres, los amigos, los camaradas. Tonterías, diré yo. Y unos párrafos más adelante: Hoy soñaré también con mi hermana. Durante años no sueño o solo sueño tonterías que olvido nada más despertarme. Pero lo que generalmente ocurre es que no llego a soñar, porque el hombre que tengo a mi lado ronca noche tras noche. Cuando está dormido, suelta auténticas parrafadas. Entonces le digo, Fernando, quieres dejar de roncar. Y cuando por fin se ha hecho el silencio, siento un codazo en las costillas.
Marina, estás roncando, dice Fernando, y se da media vuelta, pero yo quedo despierta y no pego ojo hasta la madrugada. Y ahora quiero que durante dos noches seguidas no haya parrafadas ni codazos en las costillas, y entonces se presentará Rudi en una noche y Margarita en la otra. Creo que se me aparecerá en sueños porque está celosa. ¡Qué voy a estar celosa! La celosa eres tú, dirá. No digas estupideces, le contestaré. Pobre Marga. Es el comienzo de La boda en Auschwitz, y se lo escuché leer por primera vez el 2004, en un encuentro de escritores en Tampico, México. Desde entonces no he cesado de volver a él y mi admiración por su obra se acrecienta con cada nueva lectura. Lo conmocionante de ese inicio es que, al igual que prácticamente la totalidad de la obra de Hackl, narra un hecho absolutamente real: un matrimonio que efectivamente se realizó en el campo de exterminio de Auschwitz entre Rudi Friemel, austriaco, y la española Marga Ferrer, en el cual Rudi está confinado y donde se permite a Marga el breve lapso de un día y una noche; cómo de golpe esas cinco líneas son capaces de mostrarnos ese punto central, anclado en el fondo de ese cúmulo de malas palabras, de tics, de pequeñas traiciones e inesperados heroísmos, que persistimos en denominar lo humano, incorpora a través de los sueños todo lo irreparable, todo lo que ya no