conferencia
La memoria necesaria y la ficción liberadora Jorge Edwards [ necessary remembrance and liberating fiction ] palabras clave: memorias, Montaigne, Proust keywords: memoirs, Montaigne, Proust
S
e supone que yo tengo que hablar de un título que tiene que ver con la memoria, con la ficción, con la liberación. Para mí la escritura es una forma de liberación. Y enseguida ha llegado a ser con los años, porque no lo fue al comienzo, un descanso. La gente me pregunta cómo puedes ser embajador y escritor, y es porque como escritor descanso de ser embajador. La actitud y la actividad de un embajador es muy tóxica y en cierto modo aplasta las facultades del espíritu o de la libertad muchas veces. Es minuciosa e imprevista. Por ejemplo, llega un ministro a París y no le tienen lista la pieza del hotel y se va a duchar a mi casa. Yo me tengo que preocupar de que tenga una toalla limpia, que tenga jabón y después, cuando termina de ducharse, tengo que hacerle conversación. Esta es una de las cosas más duras de mi profesión, hacer conversación a cada rato en las más diversas circunstancias a personas que no conozco, a veces a personas que conozco. Puede ser que llegue el ministro y llega al día siguiente o al mediodía una ministra; que no voy a nombrar. Ella va a Israel pero no conoce París y tiene tres horas para estar en el aeropuerto Charles de Gaulle. Yo le digo que en realidad tiene una hora. Y, sin embargo, me pide el auto, da una vuelta debajo de la torre Eiffel y vuelve al aeropuerto. Yo tengo que renunciar o adaptar mis actividades para que esta señora dé su vuelta. Son situaciones comprensibles y todos piensan que ser embajador
es un privilegio extraordinario. Uno tiene que estar disponible para todas estas cosas y tiene que ser mozo, maître de hotel, a veces chofer, guía turístico muchas veces, gastrónomo y un largo etcétera. Después me dicen qué privilegio y yo digo mira, tonto –uso otra palabra más fuerte–, el privilegio es ser amigo del embajador porque te trato bien, te estoy dando un whisky etiqueta negra, te voy a llevar a un restaurante. Pero tú después duermes hasta las doce y yo estoy a las seis de la mañana escribiendo, así que yo no tengo ni descanso ni tiempo para dormir ni nada. Pero en fin, esto lo contaré ya por el quinto tomo de mis memorias. Lo que ahora voy a decir es lo siguiente. Yo llegué a escribir memorias como quien llega en realidad a la literatura. Yo llegué a la literatura por la lectura de chico en el Colegio San Ignacio, e incluso antes de eso. Leí mucho, me fascinó el lenguaje de la poesía, el ritmo, el tono. Yo sé de memoria muchos de los poemas de Rimbaud, de Baudelaire. El otro día en mi presentación alguien, creo que Villegas, citó un verso y dijo que era música. Yo me reí mucho porque ese es un conocidísimo verso de Baudelaire, «Les sons et les parfums tournent dans l’air du soir», y me sé de memoria el poema ese. Pero todo eso ha sido convertido en música por Debussy, por Ravel, por Fauré y por una cantidad de gente. Entonces, es un poema que inspiró a los músicos. Él dijo que era música. No, son palabras y las palabras de la poesía son musicales.