presentación
El corrido de Herrera* Rubí Carreño
Voy a cantar un corrido, con mi palabra sincera Los versos que compusieron al señor Yuri Herrera El escritor aclamado llegó con canto fecundo Son Los trabajos del reino Señales del fin del mundo Su madre es una rebelde su padre un gran caballero De la nada allá en Hidalgo hicieron de oro ese suelo le pregunté a doña Elena cuando escuincle cómo era de sangre muy agitada pero muy quieto por fuera Corre y se va corriendo, el niño se hizo cantor le dicen que por la boca muere el que canta mejor El joven sabio responde con el sol que lo ilumina Solo de sol yo me quedo, de los pobres, la cobija. Vuela, vuela, pajarito, se aleja de rama en rama Llegó a la Muerte y le dijo: eres tilica y muy flaca Aquí les dejo el corrido del mentado Yuri Herrera El que es revolucionario, puede vivir donde quiera.
* Rubí Carreño cantó este corrido en la presentación de Yuri Herrera. La letra es suya y alude al escritor y a las figuras de la lotería mexicana; la música es de «Juan sin tierra», de Víctor Jara.
varias las historias que dicen o cantan en torno S onsea Yuri Herrera: que odia-
ba a la cantante que lleva su nombre, que cocina los mejores chilaquiles rojos que puedas encontrar dentro y fuera de México; que le gusta «El triste», de José José, un poco más que al resto de los mexicanos, quizás con la esperanza, no tan secreta, de que las mujeres le lancen rosas y los hombres se conmuevan cada vez que lo lean. La verdad es que –salvo los chilaquiles– nada de eso importa demasiado. Como siempre, lo que vale son los libros. Trabajos del reino y Señales que precederán al fin del mundo admiten una variedad de lecturas y de lectores: los que buscan una espectacularización de la violencia quedarán tímidamente satisfechos; los que quieran encontrarse con México y su gran tradición literaria leerán no solo una Comala desplazada un poco más allá del Gran Chilango, sino novelas que, como los relatos de Rulfo, son tan vanguardistas como populares. Se trata de una narrativa en la que desde el punto de vista de la representación la dignidad de los pobres es protegida, exaltada y, finalmente, convertida en belleza. En la que el país de origen persiste en su lenguaje y literatura nacional, que actúan como sustrato. Desde este lugar se universaliza, en cuanto a que en este pueblo latinoamericano todos somos hijos de don Alejo, como dice uno de los personajes de José Donoso, y quisiéramos ser hijos de Juan Rulfo.