presentación
Ejemplar del hombre libre Roberto Hozven
García-Huidobro, A Cecilia directora ejecutiva de esta gradezco a la profesora
Cátedra y decana de la Facultad de Comunicación y Letras de la Universidad Diego Portales, la oportunidad de presentar al eminente profesor, investigador y crítico Roberto González Echevarría, Sterling Professor of Hispanic and Comparative Literature de la Universidad de Yale, en Estados Unidos. También agradezco al profesor Rodrigo Rojas, quien me solicitó hacer esta presentación. Ante su obra caudalosa, fecunda y justa para con la cultura hispanoamericana, así como ante el itinerario existencial de Roberto González Echevarría, surge la impresión de encontrarse ante un ejemplar del hombre libre, «abierto a los cuatro vientos del espíritu», con el que soñara Pedro Henríquez Ureña y hacia cuya concreción nos invitara a los hispanoamericanos: el hombre no descastado sino de su tierra, que «sabrá gustar de todo», apreciar todos los sabores y saberes, combinándose en él los «matices diversos de la unidad humana. Nunca la uniformidad, ideal de imperialismo estériles; sí la unidad, como armonía de las multánimes voces de los pueblos».1 Quizá este elogio pueda parecerles excesivo. A mí también me lo pareció. Pero concédanme unos minutos de noticiero 1 Pedro Henríquez Ureña, «La utopía de América», en Ensayos, edición crítica de José Luis Abellán y Ana María Barrenechea, México, F.C.E., Colección Archivos 35, 1998, pp. 266-272.
sinóptico –los de una presentación– para argumentarles mi conclusión: retratar a Roberto González Echevarría como un ejemplar de la figura de hispanoamericano universal, nostalgiada por Henríquez Ureña. Permítanme mencionar tres hitos de su itinerario académico y existencial como sustento a lo anterior. Primero: la continuidad académica en una misma fraternidad intelectual, continental, de su espíritu. González Echevarría realizó sus estudios secundarios en el Instituto de Segunda Enseñanza de Sagüa La Grande, Cuba. Continuó la licenciatura, primero, en la University of South Florida; el máster, después, en la Indiana University; y, finalmente, cursó un segundo máster y un doctorado en Yale. La integración de los dos orbes, el latino y el sajón –como decía Alfonso Reyes–, Roberto la cumple a través de un diálogo intelectual fecundo, testimoniado por una decena de libros imprescindibles, semilleros de saber del Siglo de Oro y de la literatura y cultura colonial hispanoamericanas, los que gratifican –creo– sus nostalgias de desterrado. Esta experiencia dialógica es la misma que inició José Martí, en Nueva York, un siglo antes, y renovó Octavio Paz con su peregrinaje por las universidades norteamericanas, después de su renuncia crítica a la cómoda vida de diplomático por su desacuerdo con la matanza de Tlatelolco. Roberto lo recibió en New Haven. Esta asimilación lograda de dos culturas tan distintas en la