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ESTOS TIEMPOS

ESTOS TIEMPOS

Por Tamara Polanco Chaparro

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Magister en Políticas Sociales y acción comunitaria Universidad Autónoma de Barcelona

Tiempos revueltos, tiempos inciertos, tiempos de angustias compartidas, tiempos donde la vida parece haberse suspendido y la realidad cambia abruptamente de tono. De pronto la amenaza se posa sobre nuestras cabezas y, cada una de las rutinas que sagradamente veníamos repitiendo día tras día, se ven irremediablemente interrumpidas. Las fronteras mentales que distinguían un día de otro se desdibujan para asentarse en un espacio que parecemos no entender y el cual nos inquieta. Emergiendo un nuevo tiempo, uno que dejó de tener nombres, etiquetas y un listado de tareas pendientes, para transformarse en el único espacio que podemos habitar: el hoy.

Se estima que al menos un tercio de la población mundial se encuentra en confinamiento producto de la actual crisis sanitaria, situación que viene a desestabilizar aun más la precaria realidad de millones de personas en el planeta. Y no es sólo una cuestión médica lo que preocupa, no se trata de una crisis de la salud exclusivamente, es por sobre todo una crisis de los modos de vida. La capacidad de cuidarnos unos a otros, de tender redes de apoyo y colaboración mutua surgen como un contra discurso frente a la ofensiva capitalista, que muy fiel a sus principios sigue colocando los intereses económicos por sobre las personas. Lo que en las actuales circunstancias es condenar a muchas de ellas a la muerte.

Se ha vuelto cotidiano observar, con rabia y tristeza, como en los países que han abrazado las políticas neoliberales, la vulnerabilidad de los cuerpos –los físicos y sociales- en especial de aquellos maltratados, subyugados e invisibilizados, quedan expuestos y a disposición, listos

para ser devorados. Así no podemos continuar, nuestra existencia se ha fragilizado a grados insostenibles, ahora más que nunca se deben generar cambios en la matriz productiva, imaginar otros esquemas de interacciones posibles, volver a escribir nuevos acuerdos, los que fundados en el respeto hacia todos quienes habitamos el planeta, nos permita enfrentar de manera

Para ello debemos redefinir nuestra posición en la sociedad. Dejar de concebirnos como sujetos pasivos, solos, desarticulados y desprovistos de herramientas de protección frente al mercado. Comenzar a cuestionar e interpelar dicho modelo, desmontar la serie de pautas de comportamiento que nos alejan, nos distancian, abren surcos de desconfianza y, por tanto, debilita la posibilidad de cohesionarnos. Urge colectivizarnos y diseñar nuevas maneras de resolver nuestras necesidades, activar procesos de empoderamiento en los territorios, para así desarrollar lógicas más democráticas y libres de relacionarnos. Robustecer el tejido social que nos permita sostener procesos de autogestión y organización comunitaria en el marco de los cambios que se avecinan. Y, sobre todo, ir al rescate de lo común, de los que nos hace sentirnos parte, incluidos e impulsados a comprometernos con el cambio.

Permitirnos imaginar otros modos de operar es clave. Construir modelos alternativos, emancipadores, de autoprotección, que se rebelen frente a los valores del sistema dominante y propongan otras maneras de abordar las nociones de desarrollo. Dicha propuesta implica necesariamente un cambio paradigmático, hacer un giro en los sistemas de relevancias, de valores e interacciones y, por cierto, en cómo se concibe el aparataje institucional. Es, en definitiva, una invitación a cuestionarse el lugar que ocupa la persona en el sistema económico y, por ende, su rol en la sociedad.

Hoy más que nunca estamos vivenciando como las élites y grupos de poder organizan el mundo y -nuestro mundo material y simbólico-, para su propio beneficio, por lo que resulta vital no cesar en la búsqueda por encontrar nuevas miradas, nuevas formas institucionales que valoricen el protagonismo social, los saberes más localizados y las lógicas más inclusivas, que sintonice con la necesidad de establecer otras maneras de vivir, más respetuosas, conscientes y libertarias.

Tiempos de cambios, tiempos desafiantes, tiempos para darnos la posibilidad de construir nuevos horizontes de sentidos, tiempos de empoderarnos y así reclamar por el derecho a la vida, a una vida libre, donde tenga lugar el <buen vivir> para todos. Tiempos de construir economías que generen lazos y sostengan territorios, donde se mantenga firme la lucha por visibilizar los cuidados como elemento central de una economía a escala humana. Tiempos de transformación, de volvernos activos en la construcción de nuestra propia realidad, partícipes e implicados en el propio destino, que, al estar en conexión con otros, pasa a ser el destino de todos.

“Se ha vuelto cotidiano observar, con rabia y tristeza, como en los países que han abrazado las políticas neoliberales, la vulnerabilidad de los cuerpos –los físicos y sociales- en especial de aquellos maltratados, subyugados e invisibilizados, quedan expuestos y a disposición, listos para ser devorados. ”

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