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SALVEMOS A LAS PALOMAS

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Entendiendo que ningún animal debe ser considerado “plaga”, “amenaza”, o “foco infeccioso”, por cuanto esos desórdenes biológicos son siempre fruto de la intromisión humana, se debiera desterrar toda ley que por tal motivo otorgare la permisividad para matarlos o relocalizarlos en zonas inadecuadas, o donde estén indefensos, (por adaptación urbana) ante el ataque de otros animales, o destinarlos para consumo humano o “científi co” y la acción inconsciente del hombre. En el caso de las palomas, se vería como algo atroz aplicar políticas de control de población, por todo lo que ello implica, (uso de halcones entrenados para matar, cebos envenenados, y lo que no se puede controlar: la “eutanasia”.) Respecto a masacres por “causalidades epidemiológicas”, corresponde a los epidemiólogos realizar un estudio en profundidad sobre la doctrina de Pasteur, basada en la teoría microbiana de las enfermedades, que ha sido condenada por numerosos hombres de ciencia, comprobándose que el estado de equilibrio orgánico no se condiciona a la inmunidad artifi cial sino a la verdadera higiene preventiva. Pasteur, en su lecho de muerte reconoció: “El microbio no es nada, el terreno lo es todo”. Por eso no hay que matar a los animales. Lo que se debe hacer es cuidarlos y cuidarnos, modifi cando nuestros hábitos culturales pues la higiene de nuestro organismo se debe fundamentar en hacer aquello para lo que la naturaleza nos ha destinado, según la ley de las especies (ej. comer carnes signifi ca no pensar higiénicamente); luego, las enfermedades se originan en el interior del organismo por alteración digestiva, causada por los errores de una alimentación anti-fi siológica –sin predominio de bases alcalinas- y las fermentaciones producidas por las malas combinaciones bioquímicas de los alimentos. La enfermedad se va gestando poco a poco, no teniendo infl uencia determinante la existencia de los microbios y los virus como factores del mal, sino que el verdadero mal se encuentra en el terreno orgánico que ha llegado a un grado de alteración fi sicoquímica, y se halla a merced de los elementos exteriores (microbios, virus, bacterias, etc.). Relacionarnos con la naturaleza, es crearles un medio adecuado a las palomas, con la premisa inviolable de preservar sus vidas y no utilizando artirlugios con fi nes exterminativos (en pequeña o en gran escala) discriminando animales entre sanos y enfermos, ¿para “eutanizar” a los enfermos o para asistirlos?. El derecho a la vida Sin duda, siempre le ha de corresponder al ser humano ser el primero en demostrar su fraternidad y compasión para con todas las manifestaciones de vida, aún cuando éstas demuestren una natural proliferación, ya que nadie más que él, gozando de un gran privilegio como es el del razonamiento, causó una verdadera explosión demográfi ca que pone en peligro su propia existencia. Observemos con paciencia los conocimientos que encierran las leyes naturales, que en forma genuina se encargan de autorregular los procesos vitales, haciendo innecesarios de esta forma los crecientes atropellos que viene cometiendo el género humano, principal autor del tan mentado desequilibrio ecológico. Todos los seres humanos, como así todos los animales, tenemos el derecho a seguir viviendo. “El Derecho Natural es común a hombres y animales”. (Ulpiano). Ayudar a la naturaleza Intervenir en la naturaleza es hacerlo con el mayor cuidado, sin alterar el orden establecido. Cooperar, sí!, ser verdugos, no!. Acordar con las autoridades, padres, especialistas y docentes la realización de clases prácticas, de forma recreativa con los alumnos de las escuelas; formar clubes de limpieza y hacer que cada plaza o parque sea una pequeña reservación de aves; colocar carteles, construir nidos artifi ciales, bebederos, instalar más contenedores en las calles, etc. Un operativo guiado por el amor, el conocimiento, la higiene urbana, la educación y la compasión para elevar la cultura moral de los ciudadanos, contribuirá al equilibrio de la balanza ecológica aliviando el pesado platillo de los descuidos, las depredaciones y de cualquier forma de vinculación destructiva con el ambiente. Por Nora Alicia Pedrerol Fundadora Servicio Ecológico Nacional para la Defensa Ambiental - S.E.N.D.A. Entidad Privada

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