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POR QUÉ TEMERLE A LOS MICROBIOS?
¿Por qué temerle a los microbios?Por qué temerle a los microbios?
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Al proclamar Hipócrates: “No hay enfermedades, solo enfermos”, ha quitado toda base a la patología, fundamento de la llamada ciencia médica profesional. Las enfermedades, pues, no vienen de afuera, como las supuestas infecciones, sino que se originan en el interior de nuestro cuerpo por alteración digestiva, siempre. La enfermedad, o sea la alteración de la salud, es la sanción impuesta por la Naturaleza a la transgresión de sus leyes que rigen la vida. Mediante el dolor nos vemos obligados a enmendar rumbos. Ella también representa una crisis, reacción defensiva del organismo, que procura expulsar las impurezas que lo perjudican y que siempre se adquieren por nutrición artifi cial.
¿Son los microbios causa de las enfermedades? Según el criterio naturista, los microbios en su origen son indiferentes e inofensivos, devoran cadáveres y viven de las putrefacciones. Siendo los microbios inofensivos e indiferentes por su naturaleza, su menor o mayor bondad o malignidad dependerá de la bondad o malignidad del terreno o ambiente en que nazcan o se críen. Así, el que nazca en un tifóideo llevará la malignidad del tifus porque se alimentó y se halla saturado del virus del tifus, y así los demás, pero el microbio del tifus que pase a otro individuo completamente sano y limpio de humores pútridos no podrá hacer sino una de estas cosas: volverse benigno e inofensivo, irse prontamente, morir por falta de alimento favorable o ser devorado por los fagocitos. De acuerdo con la docta sapiencia del maestro de los maestros, Hipócrates, el médico no debe intervenir en la enfermedad para perturbar la “NATURA MEDICATRIX”, impidiendo que ésta cumpla sus lógicos efectos, a no ser para ayudarla a expulsar las materia mórbidas. Esto quiere decir que procura libertar al organismo de todos los obstáculos que retenían la dolencia, pero sin medicamentos químicos ni operaciones mutiladoras. La salud se obtiene por medios sencillos, fáciles y comprensibles, al alcance de todos. La gente confía demasiado en el fascinante mundo de los trasplantes, de los fármacos, de las terapias génicas, etc., como capaces de curarlo todo. Se sigue actuando como alquimistas medievales, buscando la droga que prolongará nuestra juventud. Para la medicina ofi cial, la causa de la enfermedad (más fácil de curar por el Naturismo terapéutico) es desconocida. “Virus no aislados”, “posibles agentes patógenos”, son respuestas que no dicen nada.
Cómo se producen las enfermedades? En los postulados del Naturismo, se defi ne la inexistencia de males de naturaleza diferente, siendo sólo diversas manifestaciones de falta de salud.
“En lugar de estudiar alimentación y desintoxicación del cuerpo humano, hemos estado estudiando gérmenes…. El mundo está en un camino errado. Libremos el cuerpo de sus toxinas y alimentémoslo correctamente y estará hecho el milagro de la salud” Dr. Arbuthnot Lan
De ahí que la Patología es simple clasifi cación convencional de síntomas o manifestaciones del estado del “enfermo”, es decir, del desarreglo funcional del organismo. Toda dolencia tiene una sola o única naturaleza, a pesar de ofrecer fi sonomías diversas. Cuando es alterada la composición y circulación de la sangre, todo el cuerpo decae en vitalidad. Sangre pura da nervios sanos, lo que signifi ca vigor general y normalidad funcional de todo el cuerpo. Se comprende entonces, que todo tratamiento debe ser general, dirigido a restablecer la salud integral del cuerpo, para llevar sangre pura a los tejidos y órganos afectados. Toda dolencia es siempre de naturaleza funcional y no microbiana. La mayor importancia terapéutica está en la modifi cación y vitalización del terreno orgánico, antes que en el ataque a los microbios, que
no son las causas de perturbación de la vida. Las epidemias y contagios se explican satisfactoriamente sin culpar a los microbios. Basta fi jarse en que los contagios o transmisiones son fáciles, posibles y frecuentes entre personas de un igual o muy semejante régimen de vida, y sobre todo de alimentación y así los miembros de una familia, comunidad, cuanto más igualmente se alimentan más igualmente tienen compuestos los humores, y estando éstos en muy parecido estado de sazón, un cambio brusco de la atmósfera, o un estado prolongado de ella (humedad, calor, etc.), provoca una fuerte fermentación putrefacta y de allí salen una generación de bacilos malignos, como en las charcas de aguas cenagosas o depósitos de materias fecales, estercoleros, etc. Causas idénticas producen idénticos efectos. ¿A qué viene, pues, querer a toda costa cargar con culpas a microbios en enfermedades cuya causa se comprende bien sin ellos? En invierno, sin mediación de bacilos, son generales los resfriados, la tos, etc.; en verano las erupciones, las infl amaciones, etc.; en otoño los ataques apopléticos, la muerte de los débiles, etc.; en Navidad las indigestiones y sus efectos, etc., etc. Luego, no hacen falta los específi cos microbios para explicar ninguna clase de enfermedades. Tampoco vale decir que hay enfermedades que son contagiosas y otras no. Esta es una salida cómoda para ahorrarse trabajo y estudio, o para despistar al vulgo a fi n de que no conozca la verdadera causa del mal. De ahí surgió el invento de sueros y vacunas para matar microbios, y en defi nitiva lo que se mata es la fuerza vital del portador de los microbios, y así se impide o se cohíbe toda posible fermentación orgánica, que tan necesaria es a la vida humana. El fruto inmediato de este procedimiento irracional es una aparente curación porque suprime un síntoma de enfermedad, que era como un saludable aviso para conocer la causa y quitarla, y en realidad sólo se logra debilitar el organismo y añadir nueva y peor suciedad a la ya existente, lo que dará por resultado una enfermedad crónica e incurable, o una muerte repentina, porque cierra todas las puertas de eliminación y aleja más y más al organismo de la limpieza indispensable a la buena salud.