Revista e l a 005

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UNA REVISTA SUBLEVANTE

ANTE EL UMBRAL

Noviembre | Volumen 005


Noviembre | Volumen 005

e L a

UNA REVISTA SUBLEVANTE

EDITOR EN JEFE / ANDRÉS CASTILLO C. ASISTENTE DE EDICIÓN / PUKITA ÁREA LEGAL / LUIS NEIRA MENDOZA CORRECCIÓN DE ESTILO / WENDY CASTILLO C. EDITOR DE FOTOGRAFÍA / EL OTRO ES

COLABORADORES / ALVARO SINARAHUA CHRISTOPHER URIBE MATURANA JOSÉ LUIS QUIRÓS MAYA PAULO PIAGGI ARELLANO VARIA A.G

oficina editorial

disponible en

2039, Tupac Amaru, Lima

América, Asia, África, Antartica,

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Europa, Oceanía, Zelandia y en

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ANTE EL UMBRAL

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Editorial

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Articulo

El beso como símbolo en Rubén Darío

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Cronica urbana

Una noche de servicio

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La foto revelada

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Ensayo fotográfico

Mavayari

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Creación literaria

[Redactado]

24

Creación literaria

Cuando caiga la tarde

26

Creación literaria

Lurigancho

31

Poesía

Rama X

32

Poesía

Nepenta

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Colaboradores


Editorial Hace casi un año, en noviembre del 2016,

nosotros se presenta una investigación

nació la idea de una revista, el concepto era

concienzuda y argumentada que nos invita a

sencillo, ser un espacio para el contenido

repensar el papel de la literatura en la

sublevante, entendido como aquél contenido

construcción de una identidad colectiva,

creado para encender mentes, cuestionar

continua con la crónica de un dios de amor y

dogmas, y destruir escepticismos, era por

pobreza sin creyentes consecuentes, se abre

tanto una ventana para el libre pensador,

paso el ensayo fotográfico que nos invita a

para quien buscara dar a conocer nuevos

entender al cuerpo como un ente ni artístico,

conceptos y aportes para nuestra cultura, ello

ni bello, ni feo, solo ser, ser un cuerpo;

sin obviar el rigor académico, ni negar la

irrumpe el relato de una redacción que

creación artística pura, conceptos a veces

trasciende el tiempo; continuamos con la

entendidos como contrarios, pero desde aquí

historia de un encuentro y un olvido; el viaje

he buscado dirigir hacia una sinergia.

aún no concluye y caemos hacia los umbrales

Estamos así, ante el quinto volumen, y espero

de los espacios inhumanos dominados por la

seguir siendo fiel a esa idea primigenia, pero,

miseria y la tristeza; nuestra realidad de

a la vez ha sido un año de aprendizajes, que

lectores, concluye su ruta con poesía para

se reflejan en esta creación que aspira ahora

nutrirnos luego de este viaje.

a indagar en cuestiones más humanas. El umbral está ahí, es muy cotidiano, te “Ante el umbral” Volumen V, reúne el trabajo

atreves a cruzarlo?

de creadores que se atrevieron a cruzar ese

.

hábito de comodidad e ir más allá, ante Andres Castillo C. EDITOR EN JEFE


El beso como símbolo en Rubén Darío POR PAULO PIAGGI A. ARTICULO

Rubén Darío (1867-1916), el gran poeta nicaragüense, es universalmente reconocido como la figura más importante del modernismo hispanoamericano. De hecho, la importancia que se le ha otorgado ha tenido como efecto que ciertos críticos utilicen su obra para definir toda una época en nuestra literatura, la cual iría desde 1888, año de la publicación de Azul…, hasta 1916, año de la muerte del escritor . Si bien esta es una periodización simple y de gran difusión, además de sumamente personalista, no puede considerarse que haya un consenso con respecto a la delimitación del modernismo o a su definición. Aparte de la postura tradicionalista ya mencionada, Juan Ramón Jiménez propone entender el movimiento como una actitud generalizada de

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búsqueda entusiasta y libre de la belleza (Schulman 1974:23). Según este autor, el nombre del modernismo tiene su origen en un movimiento de curas alemanes que eran llamados modernistas, por lo que debemos entender el fenómeno como universal y no limitado a un continente, a una lengua o a un ámbito (el


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literario, por ejemplo). Como es posible observar, ambas concepciones del modernismo resultan extremas. La primera restringe nuestra comprensión a una figura central (Rubén Darío), de quien surge toda una generación de escritores, mientras que la segunda, si bien más real en su análisis, nos saca del terreno de lo literario. Por este motivo, nos quedamos con lo trabajado por Iván Schulman y entendemos el modernismo hispanoamericano como una época en nuestras letras: el medio siglo que va desde 1882 hasta 1932 (Schulman 1974:34). De esta forma, podemos abarcar un conjunto de obras y de autores que comparten un tiempo determinado y presentan características similares. Según Gutiérrez Girardot, la literatura de estos años muestra una nueva sensibilidad (o hipersensibilidad) a la vida urbana (2008:501). Así mismo, se oponen las expresiones burguesas o aburguesadas del arte (Zavala 1989:25) y tienen como característica central el sincretismo (Schulman 1974:35).

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La importancia de esta beligerancia de los modernistas para la renovación formal de la literatura no puede ser subestimada. Según Iván Schulman: La independencia política obtenida en 1824, no se consigue en lo literario hasta la renovación modernista, o sea, cinco décadas más tarde. Pero, curiosamente, acompaña a esta restauración una inclinación, entre algunos de los modernistas, a desplazar lo español y entronizar lo francés. (1974:51)

Entender el modernismo como nuestra independencia literaria no parece ser una idea que tenga acogida general con la crítica. El hecho de que la primera literatura latinoamericana sea una cuyos temas se encuentren tan alejados de nuestra realidad (princesas, castillos, faunos, ninfas) resulta inaceptable para los estudiosos, que consideran que la literatura tiene como fin la construcción de una identidad colectiva. Es decir, para quienes, cuando estudian literatura latinoamericana, buscan más lo latinoamericano


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que lo literario. Este tipo de opiniones, aparte de que dejan de lado gran parte de la creación modernista con contenido social (José Martí, por ejemplo), no logran ver que el exotismo presente en Darío y en otros modernistas es una forma de rebeldía (Gullón 1971: 78) contra la sociedad burguesa. “La vida cotidiana pareció a los modernistas sórdida e intrascendente” (Gullón 1971:79). Esto es evidente en las Palabras preliminares de Darío a Prosas profanas (1896): “mas he aquí que veréis en mis versos princesas, reyes, cosas imperiales, visiones de países lejanos o imposibles: ¡qué queréis!, yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer” (Darío 2016:8). Este spleen, presente ya en los franceses, sobre todo en Baudelaire, se manifestó en una búsqueda del ideal estético, la belleza, y, especialmente en Darío, del erotismo. Según Pedro Salinas, tanto Azul… como Prosas profanas son libros en donde lo amoroso cumple un rol fundamental y en donde se exalta este elemento “que no necesita más instrumentos de plenitud que los sentidos” (1975:56). En el presente trabajo, analizaremos uno de los símbolos más importantes en la obra temprana de Rubén Darío: el beso. Nuestro corpus para el trabajo serán los libros Azul… y Prosas profanas, de los que extraeremos los fragmentos relevantes. Hemos elegido estas dos obras por su representatividad dentro de lo que se conoce del autor. De hecho, debido a la gran coherencia de la obra dariana, el primero de estos libros ha sido visto ya como un esbozo de su creación posterior (Arellano 1992:86). Nuestra hipótesis de trabajo es que los símbolos en Rubén Darío son polisignificantes y repetitivos, lo que genera una resemantización que, a su vez, tiene como directriz principal la búsqueda de la belleza como un ideal. El beso, por lo tanto, es un símbolo que se construye por medio de utilizaciones disímiles, pero guiadas por una misma sensibilidad.

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El beso en Azul… Azul… (1888), como ya se ha mencionado, constituye una obra central en el modernismo hispanoamericano y la clave del desarrollo posterior de la obra de Rubén Darío. El libro, cuya edición definitiva se publica en 1905, está constituido por cuentos y poemas que recurren tanto a temas y figuras de la tradición occidental como a otros latinoamericanos. El primer relato que nos interesa analizar es el titulado “El velo de la reina Mab” y comienza de la siguiente manera: La reina Mab, en su carro hecho de una sola perla, tirado por cuatro coleópteros de petos dorados y alas de pedrería, caminando sobre un rayo de sol, se coló por la ventana de una buhardilla donde estaban cuatro hombres flacos, barbudos e impertinentes, lamentándose como unos desdichados. (1968:53)

Mab es la reina de las hadas, por referencia a Shakespeare, y aparece adornada por los objetos que la rodean: el carro hecho de una perla, los escarabajos de pedrería. Esta es una muestra del preciosismo modernista que adorna sus creaciones con palabras y objetos que pueden considerarse bellos en sí mismos . Por contraposición a esta riqueza, se encuentran los “hombres flacos, barbudos e impertinentes” que se lamentan. Esta representación puede asociarse a la idea de la bohemia: artistas pobres que solo tienen su arte para sobrevivir y que son “impertinentes” por su enfrentamiento con la sociedad burguesa, por la que, a su vez, buscan ser aceptados. Prosiguiendo con el relato, se cuenta que las hadas habían repartido dones a los hombres y que, de estos cuatro bohemios, “Al uno le había tocado en suerte una cantera, al otro el iris, al otro el ritmo, al otro el cielo azul” (1968:53). El primero es un escultor, el segundo, un pintor, el tercero, un músico, y el último, un poeta. Cada cual tiene sus propias quejas sobre su arte y sobre la recepción de este. Sin embargo, en este momento, el que nos interesa es el poeta.


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Entre lo que este último dice, figura lo siguiente: Yo soy el ánfora del celeste perfume: tengo el amor. Paloma, estrella, nido, lirio, vosotros conocéis mi morada. Para los vuelos inconmensurables tengo alas de águila que parten a golpes mágicos el huracán. Y para hallar consonantes, las busco en dos bocas que se juntan; y estalla el beso, y escribo la estrofa, y entonces, si veis mi alma, conoceréis a mi musa. (1968:56)

Como podrá suponerse, la idea del beso no aparece en ninguno de los otros artistas. Es el poeta el que parece tomar este símbolo como materia prima para su creación. El beso tiene una connotación especial, ya que es la única experiencia vital de carácter personal que puede dar origen a la poesía. El artista a quien le tocó el cielo azul recurre al estallido del beso como chispa para su inspiración. Lo que parece planteársenos es una forma de poiesis que se origina en el beso, elemento mediante el cual la musa, la amante, entra en el alma del poeta, de modo que este encuentra la palabra poética. Si recordamos la

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teoría de la inspiración en la tradición épica clásica, eran las musas quienes otorgaban al aedo los dones del argumento y del lenguaje (la aiodé) (Bobes et. Al., 1995:33). Homero les pide poder cantar sobre los héroes de la batalla de Troya, nombrarlos y enumerarlos, labor imposible sin la intervención de las hijas de Mnemósine. El poeta, en Darío, no ubica su inspiración en lo divino, sino que diviniza a la amante real por medio del alma del poeta, quien es capaz de utilizar su beso como materia prima de la poesía. El relato concluye cuando la reina Mab les otorga la esperanza en el futuro a estos artistas “Y desde entonces, en las buhardillas de los brillantes infelices, donde flota el sueño azul, se piensa en el porvenir como en la aurora, y se oyen risas que quitan la tristeza, y se bailan extrañas farándulas alrededor de un blanco Apolo, de un lindo paisaje, de un violín viejo, de un amarillento manuscrito” (1968:56). La intervención del hada actúa sobre la psiquis de los artistas y los sume en el “sueño azul” de su porvenir deseado.


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Poetiza, en ese sentido, la pobreza, exaltación de la bohemia, y concede un aura de antigüedad anacrónica a su situación (blanco Apolo, viejo violín y amarillento manuscrito). Los artistas, como seres superiores que son, están fuera de la rutina burguesa y, a través de sus obras, pueden entrar en comunión con la cultura universal. Es decir, trascienden psicológicamente su realidad. (1975:56). Otro cuento de Azul... en donde el beso se convierte en símbolo de algo trascendente es el titulado “Palomas blancas y garzas morenas”. Este relato comienza rememorando la relación del narrador con su prima Inés, “rubia como una alemana” (1968:81). Ellos crecieron juntos, y aprendieron así a leer y a escribir. Luego, cuando se separan porque el narrador-personaje debía ir al colegio en la ciudad, comienza a pensar en ella de otra manera y tiene revelaciones profundas. Entre ellas, el placer exquisito de los besos. Este deseo se proyecta sobre su prima Inés, a la cual encuentra cambiada cuando la vuelve a ver. Sin embargo, es rechazado. Aproximadamente en el medio del cuento, se presenta lo siguiente: Los cambios fisiológicos que en mí se sucedían y las agitaciones de mi espíritu me conmovían hondamente. ¡Dios mío! Soñador, un pequeño poeta como me creía, al comenzarme el bozo, sentía llena de ilusiones la cabeza, de versos los labios, y mi alma y mi cuerpo de púber tenían sed de amor. ¿Cuándo llegaría el momento soberano en que alumbraría una celeste mirada el fondo de mi ser, y aquel en que se rasgaría el velo del enigma atrayente? (1968:84)

La semejanza entre la trama del cuento y la imagen del beso en “El velo de la reina Mab” no podría ser más clara. “Palomas blancas y garzas morenas” trata sobre un “pequeño poeta” que busca conocer el beso. La cita anterior vuelve a situar a la musa dentro del hombre mismo. El beso sería, en ese sentido, un estímulo exterior, en el cuerpo, que logra iluminar el interior, el alma. La historia sigue y el narrador encuentra a otra chica, Helena, quien le hace conocer el placer del beso. Se desarrollan, entonces, algunas reflexiones sobre la diferencia entre las mujeres blancas y las e L a | página 09

morenas, las primeras, voluptuosas, las segundas, encantadoras. El cuento concluye: ¡Ah mi adorable, mi bella, mi querida garza morena! ¡Tú tienes, en los recuerdos que en mi alma forman lo más alto y sublime, una luz inmortal! Porque tú me revelaste el secreto de las delicias divinas en el inefable primer instante de amor. (1968:88)

El beso como una delicia divina, como un recuerdo sublime en el alma. Estas imágenes nos remiten a la visión de este símbolo como un acercamiento directo al ideal. Sin embargo, siempre se encuentra el símbolo enmarcado en la presencia de un poeta cuya alma es capaz de soportar la hondura de la experiencia. “Palomas blancas y garzas morenas” es un cuento de iniciación sexual,un bildungsroman en el cual un joven se convierte en hombre, pero también nos muestra el nacimiento de un poeta. La voluptuosidad y la belleza tienen un mismo origen y se unen en las alturas (u honduras) del espíritu aristocrático del poeta modernista. Quedándonos aún en Azul…, quisiéramos comentar uno de los poemas formalmente más innovadores del libro. Este se titula “Venus” y apareció recién con la segunda edición. En la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufrían. En busca de quietud bajé al fresco y callado jardín. En el oscuro cielo Venus bellas temblando lucía, como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín. A mi alma enamorada, una reina oriental parecía, que esperaba a su amante, bajo el techo de su camarín, o que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría, triunfante y luminosa, recostada sobre un palanquín. “¡Oh reina rubia! –díjele–, mi alma quiere dejar su crisálida y volar hacia ti, y tus labios de fuego besar; y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida. y en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar.” El aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida. Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar.


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"Venus” resulta un poema formalmente valioso por su versificación heptadecasilábica. Para lograr esta medida, se dividen los versos en dos hemistiquios de siete y de diez sílabas métricas. Esta composición le otorga a los versos un ritmo similar al de las silvas, reemplazando el endecasílabo por un decasílabo y reforzando la fuerza declamatoria del poema. Por otro lado, el beso, en el soneto, puede ser visto como una comunión con la diosa-astro, como la manera de acercarse a la divinidad, al igual que en los cuentos. En ese sentido, esta es una muestra de un tema conocido del modernismo: el pitagorismo. Según Gullón,“Quiso Darío hacer del ritmo y de la unidad leyes de la poesía y del universo” (1971:120). ). En “Venus”, los astros y los dioses, el amor y la belleza, todo se conjugan en un sincretismo propio de Darío y el punto climático del poema es el beso en los “labios de fuego”. Existe una relación evidente con el cuento “A una estrella”, en el cual se repite constantemente la frase “quién besara tus labios luminosos” (Darío, 1968:114). El besar a Venus y a la estrella parece ser un llamado específico del poeta, y puede entenderse como un imperativo propio de la búsqueda constante por el ideal (ya sea la belleza, el ritmo, el amor, etc.). Solo el poeta es capaz de sentir este deseo sexual por la naturaleza, de ver en la belleza del mundo un carácter erótico, por lo que se conjugan ambas experiencias (la erótica y la estética) en el símbolo del beso El beso en Prosas profanas Las Palabras preliminares a Prosas profanas tienen un interés especial para la crítica de Rubén Darío, debido a las ideas sobre creación poética allí expresadas. Esta especie de prólogo presenta una composición fragmentaria que conjuga ciertos párrafos de prosa poética con versos, que son afirmaciones enigmáticas y abiertas . Revisemos el siguiente fragmento, en el cual se menciona el símbolo que venimos trabajando.

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La gritaría de trescientas ocas no te impedirá, Silvano, tocar tu encantadora flauta, con tal de que tu amigo el ruiseñor esté contento de tu melodía. Cuando él no esté para escucharte, cierra los ojos y toca para los habitantes de tu reino interior. ¡Oh pueblo de desnudas ninfas, de rosadas reinas, de amorosas diosas! Cae a tus pies una rosa, otra rosa, otra rosa. ¡Y besos! (2016:9)

Si tenemos en cuenta que estas palabras preliminares intentan ser un manifiesto de la visión acrática del arte que maneja Darío, el significado de esta cita resulta claro. El artista debe crear para sí mismo, buscando en su interior la inspiración de las musas (ninfas, reinas y diosas). Si así lo hiciera, con los ojos cerrados, el mundo sabrá reconocer su valor y a sus pies caerán rosas… y besos. En ese sentido, los besos son la recompensa a la creación y no su origen, como sucedía particularmente en Azul… Esto no quiere decir que, esa concepción el símbolo haya desaparecido, pero creemos que, en Prosas profanas, las utilizaciones de esta imagen son más profusas y disímiles. Ello puede observarse, por ejemplo, en el poema “Ite, missa est”: “Ojos de evocadora, gesto de profetisa, / en ella hay la sagrada frecuencia del altar: / su risa es la sonrisa suave de Monna Lisa; / sus labios son los únicos labios para besar” (2016:34). En versos alejandrinos, se exalta la belleza de la mujer diciendo que sus labios son los únicos que merecen ser besados. Nos encontramos ante un recurso que sirve para realzar, pero cuyo significado no es trascendente como sucedía en los cuentos y poemas analizados anteriormente. El final de “Sonatina” cumple una función similar: “el feliz caballero que te adora sin verte, / y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, / a encenderte los labios con su beso de amor” (2016:20). En este caso, el beso sería la culminación de una historia y el cambio de la tristeza por la alegría. La imagen del “beso de amor” no va más allá de simbolizar un final feliz. En “La página blanca”, se dice: “Y fueron visiones de extraños poemas, / de extraños poemas de besos y lágrimas” (2016:50). Los besos representan el amor, como puede imaginarse por


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convención. En los tres poemas citados, el beso como imagen se suma a otras en cuanto a su interés como adorno y pierde las características que habíamos venido notando hasta este momento. No obstante, como ya se ha mencionado, el beso como símbolo en Prosas profanas tiene utilizaciones disímiles y, en algunos casos, conserva formas previas. Uno de ellos es el poema titulado “Syrinx”: ¡Syrinx, divina Syrinx! Buscar quiero la leve caña que corresponda a tus labios esquivos; haré de ella mi flauta e inventaré motivos que extasiarán de amor a los cisnes de nieve. Al canto mío el tiempo parecerá más breve; como Pan en el campo haré danzar los chivos; como Orfeo tendré los leones cautivos, y moverá el imperio de Amor que todo mueve. Y todo será, Syrinx, por la virtud secreta que en la fibra sutil de la caña coloca con la pasión del dios el sueño del poeta; Porque si de la flauta la boca mía toca el sonoro carrizo, su misterio interpreta y la harmonía nace del beso de tu boca.

En este poema, nos encontramos con la concepción del beso como el origen de la harmonía, idea de belleza pitagórica. Si vemos los últimos tres versos, el yo lírico desea tocar su flauta, que aúna al sonido del carrizo. Sin embargo, la harmonía no está en la música que brota del instrumento ni en el sonido de la naturaleza, sino en el beso de la náyade. En este caso, se regresa al origen de la melodía con el verso final. El poeta solo puede tocar la flauta y el carrizo, solo puede “interpretar su misterio”, porque la musa le ha otorgado su beso. Esta utilización del símbolo como origen de las artes aparece aún más claramente en el poema “Yo persigo una forma…”:

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Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo, botón de pensamiento que busca ser la rosa; se anuncia con un beso que en mis labios se posa el abrazo imposible de la Venus de Milo.

Esta es la primera estrofa del poema y, en ella, puede observarse cómo es que el tercero y el cuarto verso son una reformulación del segundo. El “botón de pensamiento” como elemento germinal de la “rosa”, el poema, se reelabora como el “beso” que anuncia “el abrazo imposible de la Venus de Milo”. Esta última parte despliega una serie de significados que se yuxtaponen. La Venus de Milo es una obra de arte, por lo que su abrazo imposible la hace un objeto de contemplación y refuerza su belleza. Sin embargo, como imposibilidad y en su relación paradigmática con la “rosa”, genera una metáfora implícita: el botón de pensamiento es el beso y la rosa es el abrazo imposible de la Venus de Milo. Nuevamente, entre lo bello contemplativo (la rosa) y lo erótico (el abrazo), cuya conjunción sería la base fundamental del arte. Además, desde un punto de vista estético, es posible llegar a la idea del beso como origen de la creación artística, pero la complejidad de esta estrofa va más allá de esa interpretación. Desde el aspecto erótico, la escultura no puede satisfacer lo que el beso anuncia, al igual que la “rosa” nunca será un equivalente perfecto de ese botón de pensamiento. La persecución de la forma que plantea el título del poema complejiza las relaciones semánticas en él plasmadas, porque las sitúa en un proceso inconcluso. El pensamiento no se plasma en la obra y los besos no llegan al encuentro carnal (solo aludido por la escultura).


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Conclusiones En el presente trabajo, hemos intentado explicar los distintos significados que toma el símbolo del beso en la obra de Rubén Darío. Habiendo analizado varios ejemplos de dos de sus libros más importantes, creemos haber demostrado que esta imagen puede ser vista, en la mayoría de los casos, como la única experiencia vital que es capaz de acercar al poeta a su ideal de belleza. Es el origen del arte, ya sea el beso real o el beso espiritual de las musas, que involucra relaciones de naturaleza pitagórica. Si bien existen otras utilizaciones de este elemento cuya significación no trasciende los límites del poema en cuestión, ya que se fundamenta en relaciones convencionales, y son únicamente adornos formales, el beso como símbolo se desarrolla de manera consistente en la obra de Darío, y mantiene características fundamentales como el aunar lo bello y lo erótico en una unidad compleja. El beso es, por lo tanto, un símbolo privilegiado en la obra rubendariana, y muestra el fluir entre el arte y la vida en la poética modernista. Bibliografía Arellano, Jorge Eduardo. Azul… de Rubén Darío. Nuevas perspectivas. EE. UU. : OEA/OAS, 1992. Bobes, Carmen et. Al. Historia de la Teoría Literaria. Tomo I. Madrid: Editorial Gredos S. A., 1995. Darío, Rubén. Azul… España: Editorial Espasa-Calpe, S. A., 1968. Darío, Rubén. Del símbolo a la realidad. Obra selecta. España: Penguin Random House Grupo Editorial, 2016. Gutiérrez Girardot, Rafael. “La literatura hispanoamericana de fin de siglo”. En: Iñigo Madrigal, Luis (coordinador). Historia de la literatura hispanoamericana. Tomo II. Del neoclasicismo al modernismo. Madrid: Ediciones Cátedra, S. A., 2008. Gullón, Ricardo. Direcciones del modernismo. Madrid: Editorial Gredos, S. A., 1971. Moret, Pierre. “Los insectos en la mitología y la literatura de la Grecia antigua”. En: Los Artrópodos y el Hombre. Bol. S.E.A, nº 20 (1997): 331-335. Salinas, Pedro. La poesía de Rubén Darío. Barcelona: Editorial Seix Barral, S. A., 1975. Schulman, Iván y González, Manuel Pedro. Martí, Darío y el modernismo. Madrid: Editorial Gredos, S. A., 1974. Zavala, Iris. Rubén Darío bajo el signo del cisne. EE. UU.: Universidad de Puerto Rico, 1989.

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Notas al pie 1. Iván Schulman llama a estos críticos “tradicionalistas” y propone que esta visión tiene su origen en el mismo Rubén Darío, “cuyas ideas alusivas al tema dejaron huella profunda en los críticos e historiadores de la época modernista, muchos de los cuales fueron seducidos por la tergiversada, trunca y ególatra perspectiva del genial nicaragüense” (1974:24). Recordemos, si no, algunas de las palabras iniciales del prólogo a Cantos de vida y esperanza (1905): “El movimiento de libertad que me tocó iniciar en América se propagó hasta España, y tanto aquí como allá el triunfo está logrado” (2016:89). 2. Notemos, además, la utilización de los escarabajos en conjunción con la reina Mab. Esta reina de las hadas, cuyo carruaje en Shakespeare es llevado por pequeños espíritus, en Darío posee coleópteros de pedrería. Estos animales, en el mundo griego, se asociaron a dos cosas: el vigor físico en el Prometeo encadenado de Esquilo, donde se compara a Sísifo con un escarabajo pelotero, y la cercanía a los dioses en La paz de Aristófanes, en donde se dice que solamente este animal puede llegar hasta sus moradas (Moret, 1997:331). La primera de estas representaciones puede notarse en otro cuento de Azul… titulado “La ninfa”, mientras que la segunda es la presente en “El velo de la reina Mab”. Shakespeare, literatura griega y, probablemente, referencias exóticas a joyas orientales (al igual que en “El escarabajo de oro” de Poe). En esta parte pueden apreciarse dos características fundamentales de la obra de Darío: el sincretismo y el preciosismo. 3. Pedro Salinas, al preguntarse si es que Darío es un poeta amoroso u erótico, llega a la conclusión de que “el valor de Rubén es alzarse del erotismo natural a una especie de conciencia de lo erótico, que cada vez se complica con adherencias extrañas y superiores al erotismo elemental, y le guía por ese camino al descubrimiento de su tema y a las más hermosas expresiones líricas” (Salinas, 1975). Salinas es preciso en su análisis de lo erótico como un tema profundo. Todo en Darío se hunde en el problema central de la belleza y el hombre. 4. Por ejemplo, “Hombre soy.” o “¡Y mañana”! (Darío, 2016:8)


Una noche de servicio POR EL CRÓNICA URBANA

LLegamos tarde, ya que paramos para comprar comida para su gato, no me lamento por haber dejado pasar las charolas diezmadoras. La arquitectura del lugar era monumental, heredera de una tradición tan larga como la historia de la humanidad: construir para la magnificencia de un ser omnipotente, omnipresente y omnisciente, hecha para su gloria y para hacernos sentir pequeños, insignificantes, pero a la vez resguardados y cuidados, las diferencias son las adecuadas para esta sociedad, pantallas gigantes a cada lado, reflectores cuidadosamente ubicados suplantan al cielo, una pequeña orquesta que incluye un piano de cola al lado izquierdo, toda este constructo es artificio para el altar, en el cual desde un piso elevado el pastor da el sermón, frente a sí se postran filas de sillas repletas de seres que se aceptan como sus ovejas, al fondo del altar reposa solitaria una gran cruz de madera derruida como único símbolo reconocible.

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El servicio inicia previos cánticos, se supone que nos va hablar “ Lo que dios dice acerca de la pobreza”, inicia con la lectura de unos versículos de la biblia, nos intenta explicar porque dios permite la pobreza, una pobreza que en la actualidad, embrutece, violenta y mata, su explicación se basa en una extrapolación, una


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"es la renuncia total a la lucha por una sociedad un tanto más justa" reinterpretación algo sencilla, y un mensaje consolador, el reino de los cielos es de los pobres que redondean con una sentencia: “La consecuencia de todos los males es el corazón de los hombres” - y la platea enmudece. La solución que propone es “poderosa” levántense y exclamen “Jesús cambia mi corazón”; es la ausencia total de denuncia, es la renuncia total a la lucha por una sociedad un tanto más justa, una oración y un cántico más dan fin al servicio, me siento decepcionado. Al salir veo mucha gente joven, y vislumbro el porqué del éxito de una iglesia de este tipo, veo

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como la trama se muestra, intuyo que ellos tampoco comprenden este mundo y saben que hay cosas que no deben ser así,buscan las respuestas y esta búsqueda los lleva a un dios y lo que obtienen es una respuesta complaciente que les permita creer que pueden ser alguien mejor, alguien feliz, alguien en este mundo. Hay una mesa donde ofrecen comida, entiendo que es para el hambriento, pero no para el pobre, la multitud se disipa, las camionetas salen una tras otra, yo me dejo llevar, caigo hacia la noche que me espera y que solo anhela el descanso ajeno a dioses, finalmente pienso que todo cambia para que nada cambie.


LA FOTO REVELADA

Se dice en la fotografía, que el umbral es el punto en el que una acción empieza o cambia, no lo creo así, para mì la acción nunca empieza, ni cambia, solo se trastoca. -El otro es.

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Mavayari

PROPUESTA Sumergidos en la inevitable exploración del espacio inmediato; muchas veces negado, criticado, cuestionado y ocultado, para nosotras mismas, por nosotros mismos. Buscamos a través del juego, el disfrute, la exploración, el autoreconocimiento e identificación de nuestros cuerpos, espacios, llenos y vacíos, a través de una cámara y con un constante pregunta/respuesta,

POR ANDREA YUPANQUI & VARIA ANGELES

pregunta sin respuesta y respuesta sin pregunta, lo que plasma hoy parte de este experimento personal en una serie de fotografías que no buscan ser artísticas, ni bellas, ni feas, solo ser lo

ENSAYO FOTOGRÁFICO

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que son, CUERPO.


FORMULACIÓN DEL PROBLEMA Nuestra sociedad, desde pequeños nos hace creer que existe ciertos patrones de belleza y/o características específicas, que deben cumplir nuestros cuerpos para llegar a ser aceptados o aceptarnos, y así poder sentirnos mejor (cuerpo perfecto o deseado). Además, constantemente es la misma sociedad que utiliza nuestros cuerpos como objetos sexuales, como elemento de morbo o nos hace creer que debemos avergonzándonos de él.

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OBJETIVO GENERAL Como primera herramienta se utiliza la fotografía para mostrar nuestra propia experiencia (nuestros cuerpos). Rompiendo los cánones de belleza que nos han hecho creer y ver al cuerpo como un elemento más de la naturaleza sin ningún tipo de tabú. Mostrar nuestro propio proceso y hacer partícipe a las otras personas de este. Asimismo, puedan observar la variedad de cuerpos que existen y poder tomar conciencia.

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OBJETIVO ESPECÍFICO Dar a conocer la belleza corporal sin tabúes y sin algún reproche, exponiendo partes naturales y sencillas del cuerpo desnudo. Sin buscar la sensualidad, ni tampoco mostrar por atraer, sino simplemente destacar el cuerpo, tal y como somos. Queremos empezar a crear conciencia de aceptación y autoreconocimiento de nosotros mismos sin patrones de bellezas absurdos y sin morbo.

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MAVAYARI Nace de la convergencia de dos seres, que gracias a la casualidad, una noche se encuentran y descubren que tienen una avalancha de preguntas en común a las cuales no encontraron respuesta, una serie de preguntas que surgen desde lo mas hondo, desde la esencia de cada una, desde sus propio cuerpo y mas alla de él, esta conjunción de pensamientos se condensan en un nuevo ser, que busca descubrir las respuestas a los cuestionamientos, dudas, desconfianzas... especialmente entorno a sus cuerpos, su sexualidad como mujeres; los prejuicios de los que somos todas parte en esta sociedad, es asi como nace Mavayari, un ser libre, que busca respuestas o simplemente la experimentación que se niega desde su feminidad, buscando romper los roles impuesto y descubriendo(se) a través de diferentes formas de expresión artística, que no buscan la forma ni la misma estética ya conocida, sino simplemente eso: SER. e L a | página 20


[Redac tado]

El hombre sabe que aquello no es más que un gesto accesorio. Irrelevante. Que, en la estructura del texto, (de aquí en adelante la carta), todas las muchas palabras sentidas y fraseos articulados, aquel específico gesto no tiene, no tenía, ninguna relevancia. Los lentes que hay en frente, los lentes gruesos y pasados de moda, los lentes negros y algo desgastados, en cambio, piensan que aquello oculta un sentido gravitante. (Acotación: La habitación es pequeña, algo húmeda, muy oscura.

POR CHRISTOPHER URIBE MATURANA

Opresiva. Lo único que habla con soltura allí, pues el hombre y los lentes guardan sepulcral silencio, es un viejo ventilador, que desde algún lugar indeterminado finge mover el aire pegajoso que

CREACIÓN

apenas respiran, como sorbos. Con dificultad).El hombre sabe que aquel gesto es accesorio — mientras se arregla el puño de la camisa, inspira—

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de forma alguna a los lentes. Pues, quizá esto es lo más importante, no hablan el mismo idioma. Repito. No hablan, ni escriben, ni piensan con las mismas palabras. Que es como decir: son de dos o tres o cinco diferentes planetas. El asunto de la carta, una carta de lo más anodina en otras circunstancias, es fruto de una larga nostalgia, mezclada como siempre con mucha culpa y algo de pasión cansada. El hombre tiene cerca de cincuenta y siente —en mi opinión equivocadamente—que ya no está para romances, ni literarios ni pasionales. Para los lentes, por supuesto, que poco entiende de gorriones y de afrecho, la carta es otra cosa. La carta, en su imaginación casi tan desgastada como los vidrios que cubren su cara, que son su cara, representa —por orden de importancia— un engaño, un ascenso, una esperanza. Esa es, probablemente, la razón de su insistencia en aquella tortuosa y francamente infructuosa entrevista. Cuyo propósito no es otro que confirmar las burdas y absurdas teorías que ha, sistemáticamente, diseñado a lo largo de noches, de semanas, de insomnios de meticulosa disección y consulta referencial en su ecléctica colección de textos laborales. Pues unos lentes así, aunque tenga una biblioteca concretamente, no tiene una biblioteca espiritualmente sino meros textos laborales. Diccionarios, ensayos baratos, manuales, textos que suelen expugnar el alma de las cosas sin tenerla verdaderamente. O si la tienen, pues todo la tiene, aquesta irremediable se ha perdido en la ceguera que les obliga a usar cristales para ver claramente. El hombre, ya resignado al presente, cierra los ojos. Se duerme.

- —Xhkr asfth blbltd, npnp?— escucha en la cercana distancia, volviendo, ya sin ganas.

No entiende realmente las palabras. No las comprende, pero sabe, por repetición, que significan algo como “¿Qué dice aquí, señor?”. Ahora vendrá “Xhkr asfth trtetdfs?”, que no es otra cosa que una reiteración enfática, soberbiamente estúpida, “¿Qué dice realmente?”. e L a | página 22

El hombre no tiene como responderle, porque ha entendido que no puede responderle. No lo que los lentes quieren. Porque la pregunta verdadera no es “¿Qué dice aquí, señor?” o “¿Qué dice realmente?” sino que “¿Dice aquí lo que creo que dice?”, que al hombre le sonaría —pues no es lo que sigue realmente una representación verídica del idioma de los lentes— “Asfth blbltd pt x’hkr ryt x’hkr asfth?”, aunque esto el hombre no lo sabe realmente, ni lo sabrá, pues no escuchará aquellas palabras nunca, ni ahora, ni después. Después, por cierto, no escuchará nada más. Y habrá solo silencio y oscuridad. Pero eso el hombre no lo sabe. Si lo supiera, quizá, sonreiría amarga, pero liberadoramente. Porque un final, incluso uno terrible, es mejor que la interminable persistencia de una pausa. Una falsa pausa como aquesta. - —¿Xhkr asfth blbltd, npnp?— repite los lentes.

El hombre pronuncia lentamente el gesto. Evita pronunciar la palabra pues sabe que la palabra, a los lentes, no le importa absolutamente nada. Es el gesto, así ha podido descifrarlo tras tantas horas. El gesto que envuelve a la palabra, que —como la toalla cubría su piel en las mañanas— abrazaba una distancia insoportable en la carta, lo que motivaba erróneamente dicha tortura, los despeñaba. Una distancia que, creo él lo sospechaba, jamás disminuiría. Igual que las galaxias, pensó. Los lentes observan, pondera, sus incomprensibles palabras. Pues para los lentes el hombre suena igual de inhumano que los lentes para el hombre. Los griegos habrían dicho bárbaro. Habrían dicho que el hombre sonaba bárbaro para los lentes. Lo que, para los argentinos y ciertos chilenos, según tengo entendido, podría sonar confuso. Pues para ellos significa genial, fabuloso. Y los griegos no tenían ese concepto, no en aquel término. Despectivo. Irritante. Que designaba onomatopéyicamente, o así creen algunos expertos, la imposibilidad de hablar la propia lengua. La única lengua. El gesto, en ese sentido, era una capa de cebolla más compleja que la palabra que inventaron los griegos. Principalmente, porque no era algo propio de las palabras, sino que


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de la escritura. Y todos convendremos en que intentar explicar un rasgo de la escritura a través de la voz a alguien que no entiende tu idioma ni las convenciones que éste implica es, por lo menos, agobiantemente difícil. Francamente imposible. Pero el hombre persiste, persiste, persiste, porque es todo lo que puede hacer. Todo lo que le queda. La conversación así, la unilateral ilusión de conversación, desfasada, torpe, inútil, encarna y supera el mejor fragmento escrito por cualquier genio de las letras en aquella redundante intersección que es el absurdo y la comedia. Algunos dirían que hasta volverse su propia parodia y, luego, su mejor crítica. El umbral de una nueva sospecha. Un escalofrío diferente. Como una ciudad bajo el mar donde incomprensibles dioses duermen, la habitación pequeña, agobiante, oscura y opresiva, húmeda, se convirtió en un templo a la monotonía y la miseria. Al sino. No Alsino, aunque quizá algo haya allí. Al sino, Alsino. Para el lector desocupado, que es en el fondo el lector hipócrita, aquesta digresión e L a | página 23

encierra la clave de la ofrenda. La canción de las musas en los labios del poeta. El apocalipsis. Para el hombre y los lentes, sin embargo, estas palabras mías son tan inexistentes como ellos para ustedes. No la cólera, lector desprevenido. La cólera es la palabra. Y lo que importa aquí, repitámoslo, es el gesto. Un gesto que, para los lentes, ya después del ascenso y la ejecución del hombre bajo los más altos cargos de traición y nacional desprecio, seguiría, hasta el final de sus días, siendo un misterio.


Cuando caiga la tarde

El reloj marcó las dos de la tarde y el golpe de un martillo se sintió en la cabeza, al rosar sus ojos con el primer rayo de luz. Al mirarse al espejo pudo notar sus ojos hundidos, manchados por unos surcos que le aumentaban un par de años, pero eso le había dejado de importar. Abrió la agenda que había dejado en la mesa de noche y pasó los dedos sobre su frente, tratando de pensar unos segundos y resolver a la brevedad los asuntos que tenía para el día.

POR ALVARO SINARAHUA CREACIÓN

Tomó sus lentes, con un bolígrafo rayó la leyenda sobre el papel y tomó los recibos pegados con un imán sobre la congeladora. Giró la mano y sacó la llave de la herradura, prendió un cigarrillo y escuchó una voz.

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.¡Cucho, negrito de mi vida! ¿Cómo has estado?, te estuve buscando la otra noche por todos los medios, pero nadie supo darme el número de tu celular. Lo mira un instante mientras que la bocanada de humo borra la imagen frontal. No, no tengo teléfono, todavía sigo recibiendo correo de algunas personas, que osan llamarse amigas, tratan de acordarse de uno, a pesar de los años. Y respondo a todos en tiempo y forma, a pesar que pienso que ir a sus tumbas es mejor que mandar correos a un remitente mudo, que ya no está ni estará, responde. Negro, no te pongas sensible, te prohibieron el cigarro por la hipertensión, no le hagas esto a tu vida. Pasa su lengua sobre sus dientes, inflando las mejillas. Es tarde para comenzar a enmendar errores y manías, a un fumador de la vida pretenden quitarle unas pitadas, a razón de qué, a esta edad uno ya no espera el amor, mucho menos hijos, viste que no pude, lo más cercano sería la muerte, pero así como vamos, parece que yo iré por la pelona antes que venga por mí. Cierto, ya nos somos los mozuelos que silbaban a las muchachas, pero hazlo por los traguitos que fueron tantos, hablando cerquita a la catedral, insultando policías, quemando mentes, porque creíamos ser revolucionarios, ¿qué pasó con esas vidas?, oscuro. Sonríe haciendo de su rostro una careta de teatro, chasqueando con los dientes un par de veces. Tú lo has dicho Cáceres, éramos jóvenes pero no lerdos, nos hacíamos respetar. Ahora veo que pasa lo mismo con ciertas facciones, hay gentes estupidizadas con los aparatos con guaifai o juaifai, como se diga, pero también hay quienes han puesto la línea entre lo que es el ser humano y sus derechos, porque en esos tiempos como ahora, el gobierno sigue mintiendo. Todavía hay esperanza Cáceres, todavía. No lo sé, negro, haber terminado la universidad por ser parte del centro federado, me parece una excusa para haber participado en la política. e L a | página 25

Pero cuando perdió Vargas con el chino, el partido se vino abajo. Lo demás, es historia contada. No te creas, Cáceres, la nueva generación usa la palabra resilencia para identificarse, joden más, leen menos, pero eso no quiere decir que no resistan. A diferencia de nosotros, ellos huyen de la política, pero cuando uno los quiere desasnar no entienden razones. Jodido. Y qué me dices negrito, a dónde ibas cuando te encontré saliendo de casa, antes que me respondas, dame un momento, ¡Mozo, la cuenta por favor! (con la mirada más borrosa, presiona los parpados y responde: recibos, iba pagar los recibos).


Luri gancho

Había pasado una semana desde que a Adrián lo habían recluido en Lurigancho y era la primera vez, después de aquel fatídico martes, que lo iba a ver, era el primer domingo de visita y la experiencia me sirvió para sentir la presencia de lo desconocido pasar por mi lado, respirarme y escupirme en la cara. Sentí el frío acero de la hoz de la muerte jugar con mi garganta y escuchar la risa maquiavélica que me decía y repetía que tarde o temprano iba a caer sin que nadie me pudiese siquiera ayudar.

POR LUIS ALBERTO GUTIÉRREZ AGUIRRE CREACIÓN

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Para los que no los saben, el penal de Lurigancho se divide en dos partes, Lima y Callao, donde cada bando tiene su propio


líder y sus propias reglas —tienes que tener cuidado cuando salgas, hermano— solía decirme Adrián cuando daban las cinco de la tarde y los del INPE soltaban el grito marcial de término de la hora de visita —estos cojudos no creen en nadie, y la grande se forma cuando todos van saliendo, compadre — y Adrián veía a todos lados y su pellejo estaba cada vez más pegado a sus huesos y ya no tenía ojos, y ya no tenía labios, luego ya no tenía ni alma. Cuarenta años por matar a su padre, por defender a su madre y a su hermana menor de ser violadas —otra vez— por el sujeto que le dio la vida alguna vez, y que, tarde o temprano, habría de quitársela —veintidós puñaladas le metiste al viejo— explicó el fiscal cuando llegó al lugar de los hechos, que no era otra que el viejo departamento en la cuadra cuatro del recorrido Jirón Quilca en el Centro de Lima —tú sí que te ensañaste con él, ¿qué tanto mal te hizo?— y la mirada de Adrián se subdividía en odio mezclado con frustración por encontrarse en la situación que se encontraba a causa de defender a su madre — quiso violar a mi hermana— respondió azorado —bueno pues hijo— añadió el fiscal —si la vida te dio limón, aprende a hacer limonada— y su risa fue asquerosa y salpicó saliva a la cara de Adrián que no hizo más que sentir sus ojos llenos de lágrimas y voltear la mirada hacia abajo, directo a sus zapatillas blancas. -Tranquilo, hermano —lo calmaba— si yo vengo a verte es para que estés feliz pues, no me jodas con cojudeces de sustos, sabes que no me va a pasar nada. - ¿Ya consiguieron el abogado? —y su mirada se desviaba y yo no sabía qué responderle, en el barrio éramos muchos, pero entre todos no juntábamos mucha plata, nadie trabajaba, todos éramos menores de edad y lo que e L a | página 27

alcanzábamos a reunir en las polladas que hacíamos era solamente para comprarle ropa y llevarle comida -Estamos en eso, Adrián, estamos en eso. Ya casi sale, mi mamá está hablando con doña Lorenza, ¿te acuerdas de ella? —pregunté—. La vieja de Felipe me respondió con resignación. -Exacto, ella, sabes que la doña maneja sus fichas y en eso no mentía. La mamá de Felipe Richardson, Lorenza Provenzzano, era una señora de la alta alcurnia que hacía eventos benéficos y casi siempre iba a regalarnos pelotas en Navidad y para nuestros cumpleaños; a Felipe


lo conocimos en un campeonato de fútbol y se había hecho nuestro compinche desde hacía casi seis años —y mi mamá ya habló con ella y le ha dicho que va a contactarse con el mejor abogado de Lima y te va a sacar pronto— y notaba una sonrisa en los labios de mi amigo y a la vez me sentía un hijo de puta por mentirle de esa manera. Si bien, mi mamá se había contactado con Lorenza Provenzzano y le había rogado para que nos ayude, esta se había tornado indispuesta y se había negado en apoyarnos. Pero ahí, en la situación en la que me encontraba, con un Adrián recostado sobre mi hombro a medio morir, flaco y sin ganas de nada, con los reclusos que pasaban y me silbaban, con la caca a nuestro lado apestando a mierda, con el olor a marihuana y a pasta básica de cocaína que se empeñaba en aludir al viento, era difícil no haberle dicho que no y hubiese sido un crimen no mentirle. Luego de que se abren las grandes puertas de metal, y después de haber hecho una cola de más de cuatro horas, hay un patio inmenso lleno de sillas, donde después de ver la cantidad de caras horripilantes y cuerpos cercenados y chuzos a flor de piel, aprecias la realidad y le das importancia a lo que es la libertad y lo que es el estar con tu familia. Lo que es poder ir al baño y limpiarse el poto sin el miedo a que te metan un palo de escoba por el culo, de bañarte a la hora que quieras y a abrazar a tu mamá, tu hijo o tu amigo sin previo aviso. Existe una parte apartada y lejana de Lurigancho que queda a la espalda de los pabellones, donde los reclusos mueren en promedio dos al día. Cuando dejan de comer y la droga los consume por completo, sus cuerpos se hacen uno con el pampón negro lleno de piojos o animales que están a la expectativa por un cuerpo nuevo lleno de carne y huesos por chupar. Gracias a Dios, e L a | página 28

Adrián aún estaba en su celda, había pasado hacía tres días de la zona de Prevención a la zona de los reos comunes; y si yo estando dos horas ya quería dar media vuelta, no quería imaginarme lo que hubiese sido estar tres días. El color rojo encarnado de sus ojos, su amarillenta y putrefacta dentadura, lo delataban. - ¿Cómo has estado? —pregunté— Hasta las huevas, así como me ves —me respondió—. Me parecía hasta cierto punto irónico por parte de la canallesca vida que le había tocado vivir. - ¿Cómo te tratan? —y lo abracé—. Lloró. —Me violaron ayer— me dijo, y la voz se le ahogó en un llanto desconsolado. No supe qué responderle. Y hasta ahora, no doy con la idea de una respuesta segura para ese tipo de argumento. -Te juro —le dije— te juro que te saco de acá, como que me llamo Leny Abanto Guizarro. Te lo juro, hermano. Y me miró, sobre sus ojos vi como dos personas nos miraban con media sonrisa de lado, eran dos muchachos de veintitrés años, más o menos. Se hablaban en las orejas y no paraban de reír. —Gracias, hermano— me dijo más calmado Adrián. —¡La visita se acaba en cinco minutos!— un guardia negro pasó por el patio de comida y gritó de tal forma que su voz hizo eco en mi cerebro. — Me tengo que ir, Adrián. Voy a regresar el próximo domingo y te prometo que te voy a traer buenas noticias—. La verdad es que nunca me voy a perdonar haberle dado falsas esperanzas, a esas alturas, era más fácil para mí viajar a Inglaterra y regresar el mismo día a sacarlo del penal en una semana. —Te creo, hermano, y confío en ti. Gracias por venir a visitarme, significa mucho para mí, nadie del barrio ha venido, y pensaba que, por ser el primer día de visita, vendrían contigo—y sentí que la pena lo invadía y traté de recuperarlo —la


gente no ha venido porque está chambeando para poner el hombro y ayudarte, pero el próximo domingo me los traigo de los pelos aunque sea— él rió y me sentí bien por haberle sacado un ánimo de aliento dentro de esa semana de poco valor que había tenido. -Señores, terminó el horario de visita. Joven, es necesario que se retire –el mismo guardia negro se acercó y me agarró la mano, pude casi tocar y sentir materializado el miedo de Adrián al sentirse solo una semana más. Una semana más en el infierno. Una semana más. -Anda, hermano –me dijo. Y nos abrazamos y sentí que se estremeció y quiso llorar pero no lo hizo. -Nos vemos el próximo domingo –le dije, pero la expresión con la que me miró y me dio la respuesta con sus ojos, me hizo sucumbir y percibí la peor sensación –no –me dijo moviendo la cabeza –todo pasó en cámara lenta, cuadro por cuadro –su mirada bajó y el guardia negro se puso detrás de él y le agarró la cabeza y cuando quiso voltear de nuevo, las puertas de metal se cerraron y no alcancé a cruzar la última mirada que él quiso cruzar conmigo. El camino a mi casa fue cansado y pesado; pasé la semana tratando de buscar dinero de cualquier lugar para juntar, en comprarle algo de comer y llevarle el próximo domingo. Me había jurado a mí mismo nunca dejarlo solo. En cierta parte, yo también me sentía solo y visitarlo me sembraba nuevas esperanzas. Llegó el sábado siguiente y mi mamá me levantó con una noticia propia de película —¡la Lorenza aceptó!— y se quedó con los brazos abiertos esperando un abrazo —¿Es en serio?— respondí. —Sí— me dijo —¡le hablé y aceptó ayudar al e L a | página 29

Adrián, dice que le pueden dar arresto domiciliario y lo podría sacar este mismo domingo! — y me lo decía con los ojos cargados de lágrimas. La abracé y lloré con ella. No aguantaba que fuese domingo para visitar a mi hermano y gozar con él la alegría de saberse libre. Las puertas se abrieron a las once de la mañana, habían pasado cuatro horas desde que había llegado. —¿Nombre de visitante? — me pregunto el guardia de la puerta de metal. —Adrián Jesús Zapata Garcés— dije entusiasmado. El guardia demoró, miró la hoja y alzó una ceja y me miró. —Ven por acá, hijo— me dijo y me hizo pasar, pero esta vez me llevó por una puerta auxiliar. —¿Qué pasa, jefe?— pregunté con cierto temor — ¿le ha pasado algo al Adrián? No obtuve respuesta. El guardia de apellido Vizcaya por la plaquita en el lado izquierdo del pecho, cholo, de metro ochenta y de unos noventa kilos y una marca de mordida de perro en el cachete derecho, caminaba y sentía su mano grande que apretaba mi hombro. Me llevó a un lugar oscuro que parecía un frigider gigante. Sentía frío, el vaho de mi boca se fue pronunciado a manera que avanzaba. Una cama de fierro se centraba en la mitad de la sala con una túnica blanca sobre lo que parecía un cadáver. —¿Dónde está mi amigo?— pregunté con un nudo en la garganta y mi cuerpo empezó a temblar sin poder controlarlo.


-El guardia —siempre sin hablar— se acercó conmigo a la mesa, casi empujándome y destapó la sábana. Era Adrián. Quedé petrificado y no atiné a hacer ni decir nada. —Lo mataron hoy por la mañana, le quisieron quitar una caja de chocolates y no se dejó—el guardia miraba el suelo y percibía una señal de lástima en sus palabras —le dieron con un ladrillo en la cabeza, y no resistió—. La cara de Adrián estaba cortada, parecía que luego de haberle dado el primer golpe habían seguido con la empresa, no parecía él. Estaba amarillo y olía mal; más flaco que la semana pasada, pero con una expresión de calma en su rostro. Una calma que él consiguió. Pero que yo nunca pude, ni podré, tener nunca más en el corazón. Porque mi alma se fue contigo, hermano. Y mi corazón se quedó atorado en aquel pabellón “C” de la zona de Lima. Y lloré, sobre su pecho frío y grité en mi mente y pujé de rabia y mis dientes se quebraron por el odio. —Cinco minutos— me dijo el guardia. Y desapareció en medio de la oscuridad del pasadizo.

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Una imagen borrosa, un espejismo,

Rama X

Presente el dios Baal, estaré ciego. No pretendo, quizás sea yo mismo, Confuso para todos no lo niego.

Inhumanidad, feto en el toilet, Ley divina, falso rey destronado. Herida abierta, sangre en el bidet, Un fuego ardiente, el dinero ahumado.

POR JOSE LUIS QUIROS POESIA

El bóreas sopla, sin previo aviso. Armagedón, será este el gran final. ¿Quién tiene las llaves el paraíso? De que sirve tu sonrisa sensual.

T.V. aburrida, la mosca bosteza, Vuela y vuela, cae sobre la mesa.

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Se me muere la palabra

Nepenta

de entre mis dedos, el silencio canta mi destino en las cruces de mis ojos… y mi voz, sucumbe ante inefables realidades. Me desconstruyo y d e c o n s t r u y o en los caminos de rabia y destierros,

POR WENDY CASTILLO POESIA

buscando lo irreal; me vuelvo aire de nepenta… Y se me muere la palabra de entre mis dedos, y me aspiran y me aspiran, inhalando fantasías. Ya el tiempo ha vencido.

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Colaboradores

Maya (Lima, 1987) – Arquitecta y bailarina. Interesada en temas de espacio público, cuerpo y movimiento. Participo gestionando planes de educación, cultura y deportes comunitarios. Apasionada por la música, la literatura, el teatro y el cine. Varia A.G. (Lima, 1990) – Estudiante de la Escuela de Folklore José María Arguedas, estudios en arquitectura, habilidades de dibujo y pintura, y fascinada por la fotografía y la gestión. Es especialmente a través de la danza, mi danza, que busco conectarme con mi yo más sublime y sincero. Pues, me permite estar en un constante cuestionamiento conmigo misma y todo lo que me rodea. Es así que mis interrogantes van aportando a mis creaciones. Luis Alberto Gutiérrez Aguirre – Novelista. Blogger. Escritor. Periodista. Si tuviera que definir qué significan las letras para mí, diría que son la vida, la muerte y el amor; la imaginación que permite volar y conocer nuevas culturas, compartir con el mundo entero los misterios del universo, las incógnitas de mi mente, las penas del alma, y las alegrías de mi corazón. José Luis Quirós (Callao, 1972) – Criado en Venezuela y Miami, historiador y ciencia politólogo por la Universidad Internacional de la Florida. Fanático de The Beatles, rock progresivo y Star Wars. Alvaro Sinarahua (Lima, 1994) – Escritor y periodista. Un seguidor de la narrativa vargasllosiana y los escritos descriptivos de Gabriel García Márquez. Publicó el cuento “Un año por siempre” en el libro Amor, horror y otros placeres narrativos (2016), además del relato “El extraño que tú conoces”, incluida en la revista El Corsé (2016). Paulo Piaggi Arellano – Bachiller en Literatura por la Universidad Nacional Federico Villarreal y, actualmente, cursa estudios de postgrado en el programa de Maestría en Literatura Hispanoamericana de la PUCP. Ha participado en diversos congresos de literatura a nivel nacional y se encuentra trabajando en su tesis de maestría sobre la comedia de Leonidas Yerovi. Christopher Uribe Maturana (Valparaíso, 1988) – Escribidor, poeta, traidor e investigador literario. Entre otras cosas, pierde el tiempo en la redacción de su primer grupo de poemarios, Tetragrammaton, el rescate de novelas chilenas y latinoamericanas olvidadas y una serie de ensayos-traducciones que probablemente nunca verán la imprenta. Dirige, desde hace unos años, el taller literario Mosaicos, con sede en Valparaíso. Wendy Castillo Castillo – Bachiller en Literatura de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Ha sido ponente en congresos nacionales e internacionales de Literatura Peruana y Latinoamericana. Actualmente se encuentra investigando las modulaciones de la lengua poética en la poesía peruana del 30 y del 60.

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