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Jazmín Esquivel

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Alan Sutton

Alan Sutton

Jazmín Ezquivel

“NO HAY QUE TENERLE MIEDO A LA PALABRA”

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Mientras trabaja en su segundo disco de estudio, que pinta más personal y menos evocativo, la cantante publicó un primer adelanto, “El chico de la película”.

Apenas terminó su primer disco, Jazmín Esquivel comprendió de inmediato que el siguiente sería completamente distinto. Había un deseo que pedía ser explorado, una búsqueda que se vislumbraba a lo lejos. Mas no un motivo, por lo menos no uno del todo claro. “Sabía que lo próximo iba a ser muchos menos orgánico. Lo sabía”, confirma la cantante de 26 años, una de las voces más frescas e inquietas de su generación. Incluso, ella y la productora Lucy Patané lo presintieron, por eso cerraron el folklórico Púrpura con la rockera “Un círculo”. La canción, de las primeras compuso con guitarra eléctrica, muestra la versatilidad de una artista que metabolizó todo lo que escuchó durante la adolescencia y primera adultez (de Pixies a Steve Vai, pasando por Korn, Crystal Castles y Linkin Park) y que comenzó en la música gracias a la trovadora Sofía Viola. Según Esquivel, también integrante del trío de punk rock Mugre, Viola fue la primera mujer con la que empatizó en vivo. “La vi y me imaginé tocando. No intentaba de ser prolija ni perfecta. La voz era dulce y tenía una actitud rockera, aunque estuviera con una criolla. Y para mí, esa cosa primaria, de sencillez, de fuego, tiene que ver con el folklore”. A dos años de aquel debut, prepara un álbum que editará la escudería Discobabydiscos y que se anticipa muy “enérgico y bastante más bailable”, donde “los sintetizadores juegan un papel súper importante, creando distintos universos, sensaciones y texturas”. Sin nombre ni fecha de salida confirmada (“estamos tratando de entendernos en es esta nueva normalidad”), ya tiene adelanto oficial, “El chico de la película”, el cual “es representativo de lo que vendrá, tanto por el audio como por el mood. La compuse con una guitarra criolla, re a pelo, pero con la producción se volvió más electrónica”.

Historia de amor onírica, la pieza es una suerte de sueño lúcido. Un trip a base de bits, una road movie lyncheana. O en palabras de la propia compositora, “una película dentro de otra” que escribió luego de una filmación en agosto del año pasado. De acuerdo a Jazmín, que pasó por la IUNA y compartió elenco con Darío Grandinetti en Pescador (2018), “hoy me siento más música que actriz. Todo lo que hice en cine o teatro apareció muy espontáneamente y no me implicaba millones de horas de ensayo. La actuación es un trabajo intenso y hermoso, pero no le pongo todas las fichas porque hay algo en la música que es como una droga, ¡y no la puedo dejar!”. El acercamiento formal a la electrónica ocurrió en 2019. Por un lado, participó en El Camino de Leda, un homenaje experimental a la cantora Leda Valladares. “Yo estaba re en el mundo acústico, y mezclamos las dos cosas. Estuvo buenísimo”. Por otra parte, y bajo la dirección creativa de Agustín Bucich aka Guli, publicó “Puñal”. Fue la puerta de entrada, sí, y quedó afuera de lo que lanzará. “El disco se puso un poquito más hi fi”, confiesa fuerte y con orgullo.

-Los temas de Púrpura pretendían vivir sólo con guitarra y voz, sin amplificación. ¿Y los que vienen?

-Tocar de manera desenchufada todavía me encanta, creo que genera una cosa hermosa y profunda. Hay algo en ese sonido directo que es muy mágico, pero hubo un quiebre después de escuchar algunas bandas como The Dø o Peces Raros. Todo ese universo, de millones de sintes y la posibilidad de laburar con el mundo digital, me flasheó el cerebro. Además, toqué en escenarios donde lo acústico no garpaba tanto. Entonces, el contexto de alguna forma lo requería.

-El álbum se sostenía por la fuerza de las letras. ¿Qué pasará en el siguiente?

-Seguirán con la misma importancia, aunque estén en un universo completamente distinto. Las canciones ahora tienen más peso a nivel personal. Conecto con cosas distintas. Las letras de Púrpura evocaban un imaginario medio inventando, invernal, muy relacionado con la tierra. Y este disco es mucho más urbano, no porque sea trapero (ja), sino que habla más de mi realidad: vivo en la ciudad, corriendo todo el tiempo y haciendo millones de cosas a la vez.

-El año pasado subiste a YouTube “Y regalámelo”, un adelanto no oficial donde mostraste un registro más íntimo. ¿Finalmente quedó en el tracklist?

-Sí. La maqueta era más parecida a esa versión, con programaciones y sintes, pero en el proceso le metimos capas y cambió la identidad. Quedó más cálida y terminó siendo la balada de un disco más personal y menos evocativo. Que habla de mi experiencia personal, que obviamente es universal, ya que son cosas que nos pasan a todos y todas todo el tiempo: el amor, la angustia, la felicidad.

-De hecho, aparecieron las canciones dedicadas al amor propiamente dicho.

-Tuvo que ver con crecer, con nombrar las cosas que me pasaban desde un lugar más directo. Lo cual no significa que sea menos bello, poético o que no haya una búsqueda de la estética en relación al discurso. Me di cuenta de que soy bastante más guarra de lo que pensaba. Me refiero a ser literal. No hay que tenerle miedo a la palabra.

Cronista: Lucas González Fotos: Gentileza Prensa 17 de Julio

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