ENTREVISTA
“LO QUE FUNCIONA ES LA EMPATÍA” Florencia Ciliberti se planta ante las incomodidades y genera, constantemente, nuevas formas. Otras Formas. Entre todo eso, un sello discográfico que festeja sus veinte discos. Cronista: Maia Kisz Fotos: Gentileza Prensa 07 de Septiembre
“Otras Formas es un proyecto que me atraviesa política, social y artísticamente. Porque entendí que quiero que mi obra sea como nuestro existir: todos somos todo y depende de nuestras posibilidades lo que hacemos”, define Florencia Ciliberti. Su arte se expande por tantos espacios que resultaría extenso enumerar todo lo que hace. La biografía en su Instagram la describe como artista visual, música y fundadora del sello exclusivo de artistas visuales que hacen música (Otras Formas). A eso habría que agregarle que investiga, está escribiendo un libro y otros quehaceres que conforman su pasado y su proyecto de futuro. No hay una sola palabra que alcance para definir lo que hace. En ella todo dialoga. Se enreda. Se vuelve una totalidad diversa. Pero algo está claro: lo que Florencia hace no tiene una forma. Tiene muchas. Otras. Florencia venía del mundo de la música, el que habitaba con su proyecto Hana. Pero ese lugar le pareció poco seductor. Quizá por las limitaciones que implica expresarse en un sólo lenguaje, quizá porque no le resultaban 30
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interesantes los interlocutores, las notas que le hacían y, tampoco, la manera en que difundían sus obras. Lo cierto es que había una molestia y decidió correrse. O, mejor dicho, expandirse, romper los límites. “Desde el comienzo sentí que no importaba el lenguaje o la materia con la que iba a trabajar. Importaba lo que tenía para decir”.
pero era hombre. Eso fue bastante cretino en mi generación, pero me hizo ser más salvaje. Hizo que realmente no me importe lo que digan. Siempre me costó mucho más. Pero, gracias a eso, después no tuve ningún reparo en generar toda la movida que logré con Otras Formas desde un mundo conservador como el de las artes”, cuenta Florencia.
“Siempre fui muy outsider en los lugares. Por un lado, soy mujer y, por otro, me tuve que autogestionar muchas cosas desde que empecé, en 2005, con mi proyecto solista como Hana. En ese momento no había muchas chicas en escena y padecí todo el machirulaje que te puedas imaginar”, recuerda y ejemplifica lo que dice con situaciones que la aburrían, cansaban e incomodaban. Momentos en los que su arte quedaba minimizado y las oportunidades de visibilizar la producción cultural no eran iguales para todas las personas. “Tenía discos nominados a los premios Gardel. Gané mi premio Gardel. Pero nada era merecedor para la mínima nota. Se la daban a la persona que vivió lo mismo que yo,
“Mucho de lo que hago es desde la incomodidad absoluta. Me da fuerzas. A veces es hermoso construir desde la alegría, pero también hay que armarse cuando no te gusta como son las cosas. Cuando deseas que se modifiquen”, dice la artista quien, al buscar nuevos espacios, comenzó a hacer muestras de artes visuales. Con este movimiento, y ante un nuevo escenario, sintió que sus pinturas al óleo eran consideradas obras, pero su música no. Y, lejos de quedarse quieta, decidió investigar. Construir espacios colectivos. “¿Qué es lo que a mi me gustaría que pase?”, se preguntó y la respuesta fue: “Sentir que soy importante, pero que el de al lado también lo es. Creo que el verticalismo no va. La respuesta es