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Hana
ENTREVISTA
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Florencia Ciliberti se planta ante las incomodidades y genera, constantemente, nuevas formas. Otras Formas. Entre todo eso, un sello discográfico que festeja sus veinte discos.
“Otras Formas es un proyecto que me atraviesa política, social y artísticamente. Porque entendí que quiero que mi obra sea como nuestro existir: todos somos todo y depende de nuestras posibilidades lo que hacemos”, define Florencia Ciliberti. Su arte se expande por tantos espacios que resultaría extenso enumerar todo lo que hace. La biografía en su Instagram la describe como artista visual, música y fundadora del sello exclusivo de artistas visuales que hacen música (Otras Formas). A eso habría que agregarle que investiga, está escribiendo un libro y otros quehaceres que conforman su pasado y su proyecto de futuro. No hay una sola palabra que alcance para definir lo que hace. En ella todo dialoga. Se enreda. Se vuelve una totalidad diversa. Pero algo está claro: lo que Florencia hace no tiene una forma. Tiene muchas. Otras.
Florencia venía del mundo de la música, el que habitaba con su proyecto Hana. Pero ese lugar le pareció poco seductor. Quizá por las limitaciones que implica expresarse en un sólo lenguaje, quizá porque no le resultaban Cronista: Maia Kisz Fotos: Gentileza Prensa 07 de Septiembre interesantes los interlocutores, las notas que le hacían y, tampoco, la manera en que difundían sus obras. Lo cierto es que había una molestia y decidió correrse. O, mejor dicho, expandirse, romper los límites. “Desde el comienzo sentí que no importaba el lenguaje o la materia con la que iba a trabajar. Importaba lo que tenía para decir”.
“Siempre fui muy outsider en los lugares. Por un lado, soy mujer y, por otro, me tuve que autogestionar muchas cosas desde que empecé, en 2005, con mi proyecto solista como Hana. En ese momento no había muchas chicas en escena y padecí todo el machirulaje que te puedas imaginar”, recuerda y ejemplifica lo que dice con situaciones que la aburrían, cansaban e incomodaban. Momentos en los que su arte quedaba minimizado y las oportunidades de visibilizar la producción cultural no eran iguales para todas las personas. “Tenía discos nominados a los premios Gardel. Gané mi premio Gardel. Pero nada era merecedor para la mínima nota. Se la daban a la persona que vivió lo mismo que yo, pero era hombre. Eso fue bastante cretino en mi generación, pero me hizo ser más salvaje. Hizo que realmente no me importe lo que digan. Siempre me costó mucho más. Pero, gracias a eso, después no tuve ningún reparo en generar toda la movida que logré con Otras Formas desde un mundo conservador como el de las artes”, cuenta Florencia.
“Mucho de lo que hago es desde la incomodidad absoluta. Me da fuerzas. A veces es hermoso construir desde la alegría, pero también hay que armarse cuando no te gusta como son las cosas. Cuando deseas que se modifiquen”, dice la artista quien, al buscar nuevos espacios, comenzó a hacer muestras de artes visuales. Con este movimiento, y ante un nuevo escenario, sintió que sus pinturas al óleo eran consideradas obras, pero su música no. Y, lejos de quedarse quieta, decidió investigar. Construir espacios colectivos. “¿Qué es lo que a mi me gustaría que pase?”, se preguntó y la respuesta fue: “Sentir que soy importante, pero que el de al lado también lo es. Creo que el verticalismo no va. La respuesta es
horizontal. Por eso ahora es tan fuerte el concepto colectivo. No es uno y los demás subordinados. Si llegamos a la cima, lleguemos entre todos. Es un concepto político y es posible”. De esas premisas florece todo el trabajo realizado en Otras Formas.
En 2016 empezó con una investigación sobre artistas que tenían material musical grabado. Eso decantó en un objeto/obra/instalación: el primer disco compilado que se presentó en el Museo de Arte Moderno con una escucha colectiva acompañada de performances. “Había conseguido grabaciones del pasado y de artistas contemporáneos. Cuando terminé la muestra, se me acercaron otros artistas diciendo que tenían más material. Ese fue el comienzo”.
Desde ese momento, escucha y hace una suerte de curaduría para definir lo que sale en el sello. “No me importa si es una mujer que nunca sacó un disco y tiene 40 años. Si está bueno lo que hace, lo voy a editar. Y eso es algo que no sería vigente en una discográfica porque se rigen por otras cosas. En esta sociedad, por ejemplo, la edad es un valor. En mi discográfica el valor es la obra”, dice Florencia y cuenta la experiencia con Golosina Caníbal, el disco que Roberto Jacoby, autor de más de la mitad de los discos de Virus, sacó en 2018. “Es muy reconocido en el mundo de las artes, pero está camino a los 80 años. Sus canciones me parecieron una joya. Hay muchos artistas que tienen proyectos musicales, pero están en las sombras. Y la música también es obra. Estoy decidida a sacarnos ese corset que reprime las libertades”.
Esa represión de la que habla Florencia aparece en muchos aspectos y en diversos espacios. En diciembre de 2019 se sancionó la ley de cupo femenino y acceso de artistas mujeres a eventos musicales que establece que en festivales y eventos tiene que haber un mínimo del 30% de artistas mujeres. En agosto de 2020 salió un informe realizado por el colectivo Nos quemaron por brujas que analiza los programas más escuchados de la primera mañana de radio: el 78% son conducidos por varones. En septiembre de 2020 se publicó la ley que establece que en el Sector Público Nacional tiene que haber un mínimo del 1% de la totalidad de los cargos laborales ocupados por personas travestis, transexuales y transgénero. Todas estas leyes y cifras responden a reclamos por igualdad de posibilidades. En este contexto, el trabajo colectivo se vuelve vital para la visibilización de las problemáticas culturales, laborales y políticas. “En un momento dije: toda la música que me llega es la que se pasa de boca en boca y nosotras, como mujeres, tenemos que trabajar más para llegar a los oidos de la gente. En el mundo de la música, como en el de las artes plásticas, hay muchas mujeres que hicieron
obras maravillosas y, lamentablemente, no fueron difundidas. Ahora hay un gran movimiento en el campo de las artes que se llama ´Nosotras Proponemos´ y no solo tratan de visibilizar, sino también de que haya más equidad a la hora de premiar. Porque cuando se cura una galería, ¿a qué artista se muestra?”.
Nosotras Proponemos es una red de mujeres del mundo del arte. Artistas, curadoras, investigadoras, directoras de museos, escritoras y galeristas que se unieron para instalar prácticas feministas y la igualdad de oportunidades en sus espacios de trabajo. Desde ese colectivo expresaron, a principios de 2018, que sólo ocasionalmente los museos argentinos superan el 20% de artistas mujeres en sus colecciones y, para visibilizar y ejemplificar, del 2 al 20 de marzo de ese año realizaron apagones de media hora en la planta alta del Museo Nacional de Bellas Artes, dejando iluminadas solo las obras de artistas mujeres. El resultado: oscuro. “Heredamos algo que no se había replanteado: el tener que hablar siempre de referentes masculinos, por ejemplo. Pero me parece que a nosotros nos toca investigar. Veo que hay cambios de paradigmas. Hay un montón de bandas de mujeres. Es maravilloso. Y, para eso, es importante lo colectivo”, define Florencia y cuenta que al momento de armar el sello Otras Formas ya tenía planeado su sexto disco. “Hablé con Dani Umpi y con Juan Becú, que eran dos artistas de quienes me había llegado material después de lanzar Otras Formas Vol 1, el primer material del sello que había surgido de mi investigación. Entonces les dije que me parecía hermoso que hagamos un sello exclusivo para artistas visuales porque lo colectivo es más fuerte. Yo podría haber sacado mi disco como saqué los anteriores, pero me parecía hermoso hacer una red. Y eso es algo que siento que funciona en diferentes sectores. Es así. Es armar redes. Es armar colectivos. Lo que funciona es la empatía”.
“El arte es una gran herramienta de lucha para cambiar el mundo. Y, también, es un lugar donde podemos volar y ayudarnos entre todos y todas para creer que hay algo más. El arte es el relato mágico que está al alcance de todos. Vos por ahí estás sentado delante de una obra. No tenés ni idea y te ponés a llorar. Y decís: ¿Qué es esto? Y no sabés de pintura, ni de teoría. Pero, de repente, llorás”, dice Florencia, maravillada por lo que hace. En sus palabras deja claro que la empatía no solo está en generar lugares para que quienes hagan diversas expresiones artísticas puedan expresarlas libremente, sino que, también, está en dejar lugar para que la persona que vea o escuche las obras tenga un rol activo y pueda generar diversos sentires a partir de lo que le llega desde los sentidos. “Si no hay lugar para la imaginación, estamos listos”, define la artista.
Cuando Florencia produce sus obras trabaja con un 50% de conducción desde su deseo y un 50% aleatorio que evoca como un factor mágico. “Cuando escribo una canción aparece la palabra, un condicionamiento importante. Aparece un mundo que quiero transmitir. Pero, también, aparece algo medio chamánico. Si está totalmente organizado, no me funciona. Muchos movimientos del arte surgieron como accidentes. A Pollock se se habrá caído un tarro, vio lo maravilloso que pasó cuando corrió el pincel y, después, se hizo fuerte en la pintura. A veces del accidente y del error aparecen los grandes descubrimientos. El arte te confronta a eso constantemente. Para mi es como una religión. Entendiendo eso, enfrento la vida de otra manera”, dice Florencia, dejando entrever los hilos que tejieron la creación de Otras cosas. Un proyecto que surge de una investigación, de empezar a moverse desde una incomodidad y que, después, cobró identidad propia alimentado por una gran diversidad de artistas visuales que buscan el espacio para compartir su material musical. 20 discos en tres años es, hasta ahora, el total del material editado. Pero, para la impulsora de todo esto no hay limitaciones en el arte. “Es un espacio donde realmente no existen los imposibles y, si existen, es como concepto. Como entidad. Y lo maravilloso de la música es que ahora todo se puede lanzar en las plataformas digitales. No se detiene. Extraño los shows en vivo, el roce del cuerpo del otro, sonreir con el de al lado porque estás bailando y no importa nada más que eso. Toda esa experiencia también forma parte de la música. No se cómo vamos a volver, pero los lanzamientos van a seguir”. Después de todo, si algo sabe hacer Florencia es transmutar las limitaciones e incomodidades. Encontrar formas, Otras Formas. Y seguir haciendo y expresando.