Septiembre 2013
Revista de psicoanรกlisis
N#3 1
Revista El Mensaje n 3
sumario EDITORIAL - Beatriz Udenio - .3 LAS REFERENCIAS COMO ESTILO - Anibal Leserre .4-5 DESCLASIFICAR A UN CLÁSICO - Fernando Vitale .6-7 ¿QUÉ LEÍA LACAN EN LOS PSIQUIATRAS CLÁSICOS? - Carlos Dante García .8-11 EL PSICOANÁLISIS PENSADO DESDE LAS PSICOSIS - Daniel Millas .12-15 FLORES JAPONESAS - Claudio Godoy .16-19 EL DUELO Y LA ÉPOCA - Deborah Fleischer 20-21 LA IMPULSIVIDAD: EL PASAJE AL ACTO DESARTICULADO DE UNA LÓGICA DEL SUJETO - Guillermo Belaga .22-24 AYER Y HOY - Ana Lía Yahdjian .25 DESPERTARES - Ana Lía Otaegui .26-27 Staff-Contacto .28
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El Editorial Leer a los clásicos E
n una brevísima nota “Sobre la lectura y los buenos libros” (1906) (1), Freud responde a la demanda que le hacen para “nombrar diez buenos libros”. Fiel a su causa, ofrece una respuesta a su estilo. Se refiere al atributo “buenos”, diferenciándolo de “grandiosos”, “importantes” o “predilectos”. Y lee allí el acento que recae sobre aquellos textos con los que “uno se sienta como en compañía de buenos amigos”,” a los que uno “debe parte de su conocimiento de la vida y de su cosmovisión propia”,”que hayamos gozado” y recomiende, “pero sin admiración reverencial”. Vean Uds. la operación de lectura que hace Freud del simple pedido de un listado de diez buenos libros. Y hace su listado, sin preocuparse por justificarlo, pero queriendo “iluminar la relación entre el autor y su obra”, deteniendo su respuesta, sabiendo que podría “extenderse indefinidamente”… Me gusta la enseñanza de esta breve nota, en lo que a nuestro tema concierne. “Leer a los clásicos” resulta también una consigna de “extensión indefinida”, por lo que nuestra discreta pretensión es abrir una ventana a un tema de especial interés para los que (nos) formamos en la práctica psicoanalítica. Como dice Borges en su ensayo “Sobre los clásicos” (2) Clásico es aquel libro que una nación o un grupo de naciones o el largo tiempo han decidido leer como si en sus páginas todo fuera deliberado, fatal, profundo como el cosmos y capaz de interpretaciones sin término. Previsiblemente, esas decisiones varían (…) No es inmutable, varían según lo que el lector haga con ello: (…)La gloria de un poeta depende, en suma, de la excitación o de la apatía de hombres anónimos que la ponen a prueba, en la soledad de sus bibliotecas. Las emociones que la literatura suscita son quizás eterna, pero los medios deben constantemente variar, siquiera de un modo levísimo, para no perder su virtud. Se gastan a medida que los reconoce el lector. De ahí el peligro de afirmar que existen obras clásicas y que lo serán para siempre. Por lo que, culmina: Clásico no es un libro (lo repito) que necesariamente posee tales o cuales méritos; es un libro de las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad. Tomo esto casi como una advertencia: a no confundirnos, que ese fervor previo por la obra no apague lo que la excitación de cada lector debe poner a prueba, en la soledad de su biblioteca. O en el trabajo de lectura con otros, en diversos espacios. En este campo, el del psicoanálisis, su enseñanza, su transmisión y su formación, Freud y Lacan son clásicos, pero las referencias que consultaron y trabajaron, también lo son. Y, asimismo, los conceptos y nociones que despliega, cada uno, en su obra. Esta edición de El mensaje, con sus textos, se asoma a alguno de estos aspectos. Con el fervor que surge de aquello que cada uno de los autores pone de sí, en su calidad de lector, de lo que para él devino un clásico a (re)leer. (1) Freud, Sigmund: “Sobre la lectura y los buenos libros” (1906), en Escritos breves, 1937-1938; Madrid, Amorrortu, tomo IX, 1980 (2) Borges, Jorge Luis: “Sobre los clásicos”, en Otras inquisiciones (1952), incluido en Obras completas. Buenos Aires, Emecé, 1974. P. 772-773
Beatriz Udenio. 3
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LAS REFERENCIAS COMO ESTILO Las referencias en Lacan Aníbal Leserre
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Lacan que en sus Escritos, afirma: “Todo retorno a Freud que dé materia a una enseñanza digna de ese nombre se producirá únicamente por la vía por la que la verdad más escondida se manifiesta en las revoluciones de la cultura. Esta vía es la única formación que podemos pretender trasmitir a aquellos que nos siguen. Se llama: un estilo” (3). Estas revoluciones de la cultura, esta verdad escondida en ellas, es lo que podemos ubicar en la mayoría de las referencias dadas por Lacan que, a lo largo de su enseñanza permanece como constante, pero no de una manera uniforme, ya que ellas abren un abanico de posibilidades como por ejemplo: apelación a la autoridad, antecedente, mostrar el argumento por el contrario, de orden explicativo, como apelación irónica, como ilustración, señalada como aforismo, y, obviamente, destacada para la formación. Entonces, señalamos que las referencias como estilo no son solo una manera de expresar pensamientos, no son sólo una manera de ligar el psicoanálisis al pensamiento y desarrollo de las Ideas. Por el contrario son como el punzón llamado estilo con que escribían los antiguos en tablas enceradas. Las referencias como estilo son como ese punzón parte de una escritura que toca al lector, en tanto que tiene que poner de su parte, aparición del efecto de división, efecto de transferencia, que coloca al texto en el campo del Otro como saber. Un efecto buscado, un estilo logrado.
l tema de las referencias en Lacan tiene variadas aristas; por un lado, nos invitan a la investigación y nos abren una puerta en la formación. Me refiero a la docta ignorancia porque, como Lacan mismo dice: “Ser analista no lo exime a uno de ser inteligente y sensible” (1). Sin embargo, una vez introducidos en ese camino debemos volver al sentido y al uso que hace Lacan de las mismas, ya que éste no es siempre el mismo. Diferencias que se conjugan en un sentido general, ya que la ubicación del autor o la obra citada ocupan un lugar destacado en la historia de las Ideas. Valgan como ejemplo algunas de las referencias que Lacan toma en su Seminario de los años 19591960 sobre La ética en psicoanálisis, quizás el más nutrido de todos. En particular, en sus tres últimas lecciones agrupadas bajo el título “La dimensión trágica de la experiencia analítica”, allí se entrecruzan Aristóteles, Kant, Heidegger, Sade, Antígona, Heráclito, Parménides y un largo etc. Ellas nos indican, cada una en su particularidad, la diferencia entre una ética y la ética, en tanto Lacan no incluye su reflexión como una disciplina más al debate ético-filosófico. Su objetivo al tomarlas es ubicar al hombre en relación a su propia acción, ya que la práctica del psicoanálisis no escapa a los problemas morales. Además, también podemos pensar a las referencias como aquello que nos detiene en la lectura y nos invita, como lectores, a poner de nuestra parte -un efecto logrado por el estilo de Lacan (2)- ante el cual debemos superar el escollo que representa la tentación reduccionista de ver, en la referencia particular, la causa o el fundamento como antecedente del pensamiento de Lacan. El estilo logrado por Lacan es un estilo dirigido al sujeto lector. Y en esta línea recurramos al propio
“Ser analista no lo exime a uno de ser inteligente y sensible”
1.Lacan, J., El Seminario, libro 3, Las Psicosis. Ediciones Paidós. Buenos Aires 1984. Pág. 107. 2.Lacan, J., Escritos I. Obertura de esta recopilación. Editorial Siglo XXI, 1971. 3.Lacan, J. Escritos I. EL psicoanálisis y su enseñanza. Editorial Siglo XXI, 1971. 5
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DESCLASIFICAR A UN CLÁSICO Fernando Vitale
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la misma posición con que Lacan intenta situarse respecto del historial freudiano; es decir, estudiándolo en su particularidad más allá de su clasificación como perteneciente a la época tal y tal… en la cual Lacan pensaba tal y tal cosa… que después no sostuvo más por tales y tales razones… ¡y de ese modo momificarlo antes de ni siquiera comenzar a intentar descifrarlo!
partir de la invitación que me hizo Beatriz Udenio para escribir unas líneas para El Mensaje respecto al por qué de mi elección de trabajar este año en el Taller de lectura un verdadero clásico -como considero que lo es “El mito individual del neurótico” (Lacan,1952)-, se me ocurrió lo siguiente: Miller plantea en el Prólogo a los Otros Escritos (Lacan, 2001:16) que aquello que llamamos el Lacan clásico, es de alguna manera el Lacan que se piensa como ya “clasificado”. Desde esa perspectiva,
Una de las ideas que me pareció apropiada para evitar tal efecto, fue que comenzáramos por intentar entender por qué Lacan empieza el texto planteando:
¡Cómo!, ¿usar la palabra “crítica” en plena época del retorno a Freud…?
“La dificultad de esta exposición no le es intrínseca en modo alguno. Surge del hecho de que trata de algo nuevo que tanto mi experiencia analítica como el intento que hago, en el curso de una enseñanza llamada de seminario, de profundizar la realidad fundamental del análisis, me permitieron percibir. Extraer de esta enseñanza y de esta experiencia esa parte original, para hacerles sentir su alcance…” (Lacan, 1952:13)
el interés que creo que tiene incentivar e invitar a los más jóvenes a interesarse en textos como “El mito…”, implicaría algo así como intentar volver a “desclasificarlos”.
Ahora bien, ¿qué es eso “nuevo” de lo que Lacan quiere hacernos sentir su alcance? Eso nuevo no es ni más ni menos que una rediscusión profunda del mito que se halla en el corazón mismo de la experiencia analítica: el complejo de Edipo. Lacan lo afirma explícitamente: “En una palabra, todo el esquema del Edipo debe criticarse.” (Pág. 46) ¡Cómo!, ¿usar la palabra “crítica” en plena época del retorno a Freud…? Un momento, sigamos un poco para tratar de averiguar en qué consiste la crítica que Lacan quiere plantear:
¿Por qué digo esto? Pues creo que a lo que apunta Miller con esa afirmación es que, por más que pensemos que el sentido de aquello nombrado como “un clásico” es algo a lo que se le concede una marca de respeto especial al considerárselo como “principal o notable en algún concepto”, también es cierto que al llamarlo así, se corre el riesgo de dejarlo confinado a ser objeto de un interés puramente historiográfico - como por ejemplo cuando hablamos de los clásicos al modo de “relativo a la historia o a la cultura de la antigüedad grecolatina…”- cosa que resultaría de interés solo para algunos eruditos…
“El sistema cuaternario tan fundamental en los impasses, las insolubilidades de la situación vital de los neuróticos, tiene una estructura bastante diferente de aquella que se da tradicionalmente- el deseo incestuoso por la madre, la interdicción del padre, sus efectos de barrera, y, alrededor, la proliferación más o menos frondosa de síntomas” (Pág. 46)
En ese sentido, tratar de “desclasificar” a un “clásico”, es intentar internarse en sus meandros, en 6
En ese sentido, tratar de “desclasificar” a un “clásico”, es intentar internarse en sus meandros, en la misma posición con que Lacan intenta situarse respecto del historial freudiano; ¡Pero cómo!, ¿ya en el año 53 Lacan pensaba que hay entre lo simbólico y lo real una hiancia de estructura, al menos en una sociedad como la nuestra? Continuemos entonces:
¡Ah bueno! –nos decimos- eso ya lo sabemos casi de memoria, nos va a hablar de la metáfora paterna…, el significante del Nombre del padre que sustituye el Deseo de la madre y que entonces…. Pero no, no es eso. No es ese el cuaternario que Lacan plantea en este texto. ¿Cuál es, entonces? Siguiendo el hilo de las herramientas obtenidas a partir de los hallazgos de Lévi-Strauss destaca que, dado el desarraigo instintivo del ser humano, es la función simbólica el único expediente con el que el sujeto podría dirigirse al campo de lo real a los fines de conquistar “los goces apacibles, más o menos simbólicos, culturalmente determinados…” (Pág. 47)
“El paso siguiente, que nos hace comprender aquello de lo que se trata en la estructura cuaternaria, es este, que es el segundo gran descubrimiento del psicoanálisis, no menos importante que la función simbólica del Edipo- la relación narcisista”. (Pág. 48)
El sistema cuaternario, tal como es despejado en el texto por Lacan, mediante su original elucidación de la estructura en juego en el trabajo de elaboración mítica del gran temor obsesivo del hombre de las ratas, ¿implica entonces que donde lo simbólico desfallece es posible circunscribir la mediación de algún elemento narcisista operando como defensa frente a lo real?
Uhm… ¿qué es eso de “goces apacibles más o menos simbólicos, culturalmente determinados”? Tenderíamos a responder que es un error, pues más tarde Lacan va a decir que el goce…. De acuerdo, pero ¿qué estaba intentando pensar en ese momento con esa afirmación? Sigamos un poco más el argumento:
¿En qué nos pueden guiar aun hoy esas referencias para un mejor entendimiento de la noción de defensa tal como enseña de modo paradigmático la clínica de la obsesión?
“Ahora bien, es claro que ese recubrimiento entre lo simbólico y lo real es absolutamente inaprensible. Al menos en una sociedad como la nuestra…” “Sería necesario que el padre no fuese solo el nombre del padre, sino que representara en toda su plenitud el valor simbólico cristalizado en su función.” (Pág. 47)
Los invito a que continuemos desclasificando…
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¿QUÉ LEÍA LACAN EN LOS PSIQUIATRAS CLÁSICOS? Carlos Dante García
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clásicos, se refería a una forma de leer que le enseñaban los psiquiatras respecto de lo que los pacientes le decían. A una forma de proceder. Hasta se dice que llegó a afirmar que su manera de proceder en los años 70 no se diferenciaba de la manera en que lo hacía en los años 40. Salvo que se distinga que la manera de proceder no era distinta al interrogar y entrevistar a un paciente y la manera de proceder cuando enseñaba luego. En ambos casos es la particular posición respecto del saber la que coincide: opera y procede a partir del no saber.
a relación de Lacan con la psiquiatría ha sido muy variada pero constante a lo largo de su enseñanza. Relación concernida desde el hecho mismo de ser su puerta de entrada al psicoanálisis y en el diálogo que mantuvo tanto con la psiquiatría como con los psiquiatras a través de la práctica de presentación de enfermos. Lacan heredó de la psiquiatría esta práctica, que transformó en un dispositivo de enseñanza para él mismo, para los participantes y para el psicoanálisis, pero esto no es lo único que extrajo de allí. Lacan leyó y aprendió de los psiquiatras una manera de hacer que proviene de la psiquiatría de observación, del siglo XIX, que se puede seguir desde sus primeros textos psiquiátricos hasta los últimos años de su enseñanza y hasta en su último texto escrito.
Anunciaré, por la brevedad de este trabajo, los tres ejes que considero esenciales que Lacan lee de las referencias psiquiátricas. En cualquiera de los casos se trata de lo que Lacan interpreta que aporta la psiquiatría al psicoanálisis y más específicamente a lo que él mismo llama discurso lacaniano. Más que tratarse de un saber que pasa de la psiquiatría al psicoanálisis, se trata de un elemento que es obtenido del diálogo entre el psiquiatra y el llamado sujeto psicótico en un contexto en que lo que operaba a mi entender en esos psiquiatras era la posibilidad que brindaba la llamada psiquiatría de observación, porque no intervenía sobre el paciente. El psiquiatra podía obtener de y a partir de su interrogatorio entidades inéditas de la lengua en que el paciente era hablado y que pasadas a la semiología de la época se transformaban en una semiología que organizaba la construcción clínica. Así como Freud encontró, mediante lo que él llamó el inconsciente, que ciertos fenómenos de las neurosis y de la psicopatología cotidiana tenían un sentido, Lacan encontró con los psiquiatras que en
Es frecuente que, cuando se menciona a los psiquiatras clásicos, aquellos que elaboraron los llamados cuadros clínicos con sus grandes clasificaciones -demencia precoz, paranoia, melancolía, manía, etc.- se interprete que lo significativo de esas referencias psiquiátricas son sólo las extensas y detalladas construcciones semiológicas. Esto lleva a suponer que lo que se debe aprender son los signos con los que se han construido dichos cuadros. Las consecuencias de tal suposición en la práctica analítica pueden ser entonces las de un acto fallido bajo la forma del uso de un saber para interrogar lo que le ocurre al llamado sujeto psicótico. Es decir, retorna aquello que Lacan denunciaba como reducción a un proceso mórbido sostenido por un saber teórico previo. Entiendo que Lacan al referirse a los psiquiatras 8
portantísimos: Westerterp y Jaspers. Cita de Lacan:
los fenómenos de las psicosis lo que predominaba eran los fenómenos vaciados de sentido.
“Westerterp insiste en la necesidad de un interrogatorio minucioso y detallado. Dice en efecto, que si se deja que sea el enfermo quien exponga a su gusto el sistema del delirio, o peor todavía, si se le sugiere esta sistematización, se deja escapar la verdadera evolución clínica. El interrogatorio deberá consagrarse de manera especialísima a precisar las experiencias iniciales que determinaron el delirio. El observador verá entonces que esas experiencias presentaron siempre, al principio un carácter enigmático. El enfermo percibe “que algo en los acontecimientos le concierne a él, pero no entiende qué cosa es” Es preciso no tomar por primitiva la explicación secundaria y tardía que el enfermo se da a sí mismo de su persecución, explicación que sin embargo, es tentador aceptar por su valor afectivo cuando el enfermo atribuye el origen de su persecución a una falta por él cometida. Westerterp pone aquí en evidencia, de manera minuciosa, las trampas que le pone al observador la tendencia a querer comprenderlo todo”.
Los ejes son: en todo fenómeno psicótico, por lo tanto de todo síntoma llamado psicótico, se trata de algo ininterpretable. Segundo eje: en todo fenómeno psicótico se trata de algo que concierne a un sujeto, a pesar de la ambigüedad de los fenómenos. Tercer eje: para poder crear las condiciones que hagan posibles los dos primeros ejes, es condición necesaria, y por supuesto no suficiente, que de parte del analista haya una particular relación con el saber. Estos ejes se orientan por una fenomenología de lo real muy particular. Lacan apreció en G. de Clérambault la maravillosa riqueza que caracteriza su estilo, que le permitió elaborar una entidad nueva llamada “automatismo mental” que extraía a partir de muchos fenómenos anideicos. ¿Qué significa anideico? No conforme a una secuencia o articulados a una idea o a ideas. Son fenómenos sin sentido, incomprensibles. Son fenómenos sin contenido semántico. Lacan lee que con el método de “exhaución clínica” de su maestro se puede ir de una entidad clínica nueva a un fenómeno vaciado de significación. Lacan va con lo anideico hacia un elemento, que en poco tiempo va a llamar: un significante en lo real, fuera de la cadena significante.
Encontramos aquí la importancia de la manera de interrogar al paciente para ir a los fenómenos iniciales de una psicosis y específicamente en este caso de una paranoia, para precisar la verdadera evolución clínica. También encontramos la particularidad de la certeza psicótica: el concernir con el fenómeno de no entender. Es uno de los psiquiatras citados por Lacan
El segundo ejemplo incluye a dos psiquiatras im9
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en su tesis y en quien se puede destacar, además de lo señalado, la importancia de mantener el estatuto enigmático de los fenómenos iniciales en una psicosis, el no incluir una falsa comprensión en los fenómenos y no interpretar la certeza psicótica como un fenómeno de creencia y seguridad, sino de concernencia. Estos rasgos extraídos de la manera en que procede Westerterp , provenía además de otros psiquiatras como Laségue y Falret. Cuando Lacan elige un tipo particular de alucinación, que es la alucinación verbal, ampliamente desarrollada por Jules Séglas, se cree que en la elección se juega una posición previamente tomada a partir de su teoría del significante, con las particularidades y propiedades de toda cadena significante. Lo que Séglas descubre es que la alucinación no tiene su fuente en el exterior. La particularidad de la alucinación verbal motriz es que es equívoca la fuente y el sujeto. ¿Quién es el que escucha la
El otro elemento es que el sujeto es equívoco, algo fundamental a tener en cuenta en el diálogo analítico con el llamado paciente psicótico. Finalmente, la relación del sujeto con el fenómeno psicótico. En el fenómeno mismo hay algo enigmático, no comprensible, desde su inicio. Incluye esto todo lo que implica el concernir (jemand sheint zu wissen von ihm). Los psiquiatras clásicos le enseñan a Lacan que las condiciones de sentido para que un hecho sea un hecho clínico se basa en que el sentido se impone como no sentido. Se trata de extraer los no sentidos decisivos. Los hechos subjetivos, lo que se llaman hechos subjetivos, están hechos de no sentido.
De ésta breve mención se puede apreciar que lo que Lacan aprende Séglas muestra que la alucinación a leer con los psiquiatras clásicos no es una percepción sin objeto, que es el elemento no comprensible, la alucinación cuestiona la relación asemántico, el elemento anideico. del sujeto con su propia palabra.
emisión vocal? ¿Quién la profiere? Séglas muestra que la alucinación no es una percepción sin objeto, que la alucinación cuestiona la relación del sujeto con su propia palabra. Que el sujeto es equívoco respecto de la palabra, lo que lo va a llevar a Lacan a enunciar que en la palabra humana, el emisor es siempre al mismo tiempo el receptor. Esto es también lo que lo lleva a considerar que en el famoso “caso marrana” la paciente no sólo escucha sino que profiere algo antes de escuchar, que emite una frase antes de escuchar lo que se llamó una voz. La consecuencia de todo esto es que la posición subjetiva no es única y que por lo tanto es equívoca. Lo significativo es el problema de la atribución subjetiva y de la fuente del fenómeno psicótico. De ésta breve mención se puede apreciar que lo que Lacan aprende a leer con los psiquiatras clásicos es el elemento no comprensible, asemántico, el elemento anideico. Un elemento vaciado de sentido, que se va a definir como un significante que en cuanto tal no significa nada, esencial para la orientación de las intervenciones analíticas para el tratamiento de las psicosis. 10
¿Qué leía lacan en los psiquiatras clásicos?/Carlos Dante García
Bibliografía: chez les aliénés. Ruef. París.1892 Laségue, CH. y Falret J: “La locura de dos o la locura de comunicación”, traducido de Revista Médica Psiquiátrica Volumen 18, ( 1877) Westertep, M: “Proceso y desarrollo en diversos tipos de paranoia” Traducido de la Revista de Neurología y Psiquiatría alemana, Volumen 91. (1923) Varios: Marie- Pierre de Cossé Brissa, Roland Dumas, y otros: “A propósito de las presentaciones clínicas de Jacques Lacan”, de F. Leguil. ¿Conoce usted a Lacan? Paidós, Campo Freudiano 2, 1995
Lacan Jacques: El Seminario, libro 3, “Las psicosis”, Buenos Aires, Paidós. Lacan J: “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis”. Escritos I. Siglo XXI. Lacan J, “EL atolondradicho”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012. Lacan, J: “Presentación de las Memorias de un neurópata”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012 Lacan, J: “De las psicosis paranoica es sus relaciones con la realidad” (1932), Méjico, Siglo XXI. 1976 Lacan, J: Seminario “Problemas cruciales para el psicoanálisis” Inédito.1965 Lacan, J: “Aportes del psicoanálisis a la Semiología Psiquiátrica”, exposición en el Servicio de Daumezon, 1970 Inédito. Miller, Jaques Alan: “La psicosis en el texto” en La psicosis en el texto. Buenos Aires, Paidós. Seglás Jules: “Los trastornos del lenguaje en los alienados”, texto traducido de Les troubles du langage
Es la particular posición respecto del saber la que coincide: opera y procede a partir del no saber.
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EL PSICOANÁLISIS PENSADO DESDE LAS PSICOSIS Daniel Millas
Con este título, utilizado como una hipótesis de trabajo, desarrollo desde hace un tiempo los aportes que la clínica de las psicosis ha brindado a la práctica del psicoanálisis. Si ponemos en perspectiva la enseñanza de Lacan, vamos a constatar un movimiento que sigue una lógica rigurosa. Aquellos conceptos que estudia y elabora en sus primeros seminarios en relación a la clínica de las psicosis, se retoman en su última enseñanza adquiriendo un lugar propio en las otras estructuras clínicas. Vemos entonces cómo se generalizan los alcances de la forclusión, el delirio, las suplencias y el síntoma. Lacan finalmente llega a construir una perspectiva en la que el psicoanálisis mismo es pensado desde la psicosis. En lo que ha pasado a llamarse su última enseñanza, se toma como modelo y se generaliza el síntoma psicótico, en la medida que se quiere demostrar la incidencia de lo simbólico en lo real. El nudo borromeo le permite a Lacan poner en juego un S, I, y R, sin relaciones jerarquizadas. Son relaciones de equivalencia y de autonomía. Lo único que pasa a constituir una común medida entre estos registros es el hecho de ser anudables, el anudamiento mismo que va a constituir una cuarta entidad. En el nudo entonces, está excluida la noción de simbolización. Se trata de un simbólico que no está encadenado: S1 // S2. Se presenta como una serie de S1 que no están articulados entre sí. De manera que Lacan va a estudiar lo simbólico a partir de lo UNO y ya no del Otro. Nos demuestra además que entre el UNO y el Otro no hay relación
significante necesaria. Al No Hay Relación Sexual, se le contrapone el Hay de lo UNO. Teniendo en cuenta entonces el movimiento que se constata en la enseñanza de Lacan, para nosotros adquiere un interés fundamental el abordaje de la clínica de las psicosis y particularmente los momentos de desencadenamiento. Esta perspectiva nos introduce en la exploración de las diversas modalidades de irrupción e imposición del S1 solo, en lo Real, encarnando un goce sin ninguna referencia al sentido. Asimismo podemos explorar los diversos modos de tratamiento de ese S1, que no se limitan a la elaboración de un delirio como medio para lograr construir una suplencia estabilizadora. Para llevar adelante un recorrido a lo largo del curso de “Clínica de las Psicosis”, he tomado algunas de las referencias psiquiátricas más importantes para Lacan. Si bien las encontraremos en su Tesis de doctorado, en el Seminario sobre las psicosis y en su escrito “De una cuestión preliminar…”, las mismas han dejado una impronta que puede reencontrarse a lo largo de toda su enseñanza. Solo voy a mencionar en esta ocasión a tres autores que, partiendo del estudio de los Fenómenos Elementales de las psicosis, desarrollan y profundizan su estudio a partir de la consideración de los mismos como consecuencia de un trastorno del lenguaje. Se trata de pensar al sujeto psicótico invadido por el lenguaje y desposeído del dominio de su propia palabra. Si bien siguen el paradigma imperante a fines del siglo XIX y principios del XX, es decir, la consideración de una etiología 12
se refiere a las jaculatorias místicas, para indicar el límite de la significación y finalmente en El Seminario, libro 20. Aun, al referirse al goce femenino, en tanto éste pone en juego un goce más allá del falo. Baillarger señala que los pacientes que padecen alucinaciones psíquicas, suelen decir que escuchan el pensamiento a distancia a través de un sexto sentido, que tienen conversaciones por intuición, por magnetismo, que sus interlocutores son invisibles, etc. Constata por otra parte, que estos pacientes pronuncian por sí mismos las palabras con la boca cerrada como si fueran ventrílocuos. El segundo es Jules Seglàs (1856-1939) quién continúa con estas investigaciones, considerando que el psicótico, sin advertirlo, es el agente de sus producciones alucinatorias. Cuando Lacan aborda en el Seminario 3 la problemática de los fenómenos elementales de las psicosis, se refiere al estudio realizado por Seglàs en este campo como la “pequeña revolución seglèsiana”. Este autor diferencia las alucinaciones sensoriales de las alucinaciones psicomotrices verbales y acuña una relación íntima entre alucinación y lenguaje.
orgánica en las psicosis, generan un cambio de perspectiva al acentuar la problemática del lenguaje, en lugar de las alteraciones de la percepción. Esto es correlativo al pasaje del estudio de las alucinaciones visuales a los fenómenos auditivos –verbales. Supone un alejamiento de la definición clásica de la alucinación atribuida a Esquirol, en la que se la consideraba como “una percepción sin objeto”. El primer autor a mencionar es Jules Baillarger (1809-1890), quien realiza en 1846, una oposición entre las alucinaciones psico-sensoriales, caracterizadas por ser sonoras - es decir que el sujeto las escucha con intensidad como una voz que le habla- de las alucinaciones psíquicas. Estas últimas, se remiten al pensamiento y falta el sensorium, o sea que está ausente el elemento sensorial. Baillarger, se interesa en el estudio de los místicos, que describen las denominadas voces corpóreas y las voces interiores que se escuchan dentro del alma. Es interesante notar que también para Lacan los místicos constituyen una referencia presente en diversos momentos de su enseñanza. Los menciona en El Seminario, libro 3. Las psicosis, para comparar la escritura de Schreber con las de San Juan de la Cruz. En “De una cuestión preliminar…” 13
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Las alucinaciones sensoriales son aquellas caracterizadas por la presencia del sensorium. Reducidas al principio a la alucinación acústicoverbal, las amplía posteriormente haciéndolas extensivas a las olfativas, visuales, cenestésicas, etc. Respecto a las alucinaciones psicomotrices verbales, son las que se corresponden con las alucinaciones psíquicas de Baillarger, aquellas en las que falta el contenido perceptivo y se presentan como voces interiores, ecos del pensamiento, intuiciones, etc. Dirá que el alucinado puede sentirse angustiado en su relación con la palabra, ya sea en su búsqueda, es decir por el vacío producido, o por la imposibilidad de desprenderse de su presencia. A partir de ese estudio sistemático, en el que demuestra los movimientos fonatorios esbozados que se observan en los pacientes alucinados, establece una relación íntima entre la alucinación y el lenguaje. El tercer autor es Gaëtan De Clérambault, (1872-1934) que va a ser considerado por Lacan como su maestro en psiquiatría. De Clérambault describe una microfenomenología que antecede a la aparición de los grandes síntomas psicóticos conocidos por todos. Estudia en profundidad una serie de fenómenos sutiles, que se encuentran en los inicios del mentismo y de la xenopatía. Busca establecer una matriz generadora, una suerte de estructura mínima que considera se encuentra siempre presente en el origen de todas las psicosis alucinatorias crónicas. De Clérambault presenta un cuadro al que llamará Pequeño Automatismo Mental, también conocido con el nombre de Síndrome de Pasividad. El mismo se caracteriza por ser neutro, anideico, atemático y no sensorial. Dirá que el mismo va a producir una escisión del Yo, a partir de fenómenos de extrañeza y de perplejidad. Se trata de fenómenos sutiles de suspensión de la significación, la desaparición de pensamientos, olvidos y falsos recuerdos. El Pequeño Automa-
tismo mental puede resultar subclínico, es decir, que no produce una catástrofe subjetiva con una pérdida total de la realidad y en algunos casos puede permanecer durante un tiempo, sin dar lugar al desarrollo de una gran psicosis desencadenada. Por esa razón marca una diferencia importante con el denominado Gran Automatismo o Triple Automatismo Mental. Este cuadro se caracteriza por la presencia de: 1- Automatismo ideo-verbal; con la presencia de alucinaciones acústico-verbales y la transmisión y robo del pensamiento 2- Automatismo sensorial y sensitivo; con la manifestación de alucinaciones visuales, gustativas, cenestésicas, sensaciones propioceptivas e interoceptivas, así como otras referidas a las de afectación de los órganos genitales. 3- Automatismo Psicomotor; en la que se cuentan aquellas impresiones cenestésicas que afectan los órganos fonatorios, los movimientos forzados y la imposición de movimientos, como por ejemplo la vivencia de ser una marioneta manejada por influencias externas. Esta diferencia entre el pequeño y el gran automatismo, le permite indicar a De Clérambault, 14
propios en la última enseñanza de Lacan. Una última enseñanza que no implica un abandono del saber anterior, sino una reinvención permanente, un trabajo que da cuenta de una lógica propia y que tiene en cuenta un Real excluido del sentido. En fin, con estas consideraciones estamos trabajamos en nuestro curso, siguiendo un desarrollo que valora cada momento del recorrido de Lacan y sabiendo que es en la clínica donde se ponen a prueba la eficacia y los alcances de la operación analítica.
que, cuando el delirio aparece, la psicosis ya es antigua. Es decir que el delirio es una superestructura que se añade a fenómenos primarios en un intento de rehacer con el lenguaje aquello mismo que el automatismo y la imposición del lenguaje ha producido. Dirá que el sujeto es despedazado en su identidad por el lenguaje y no cuenta con otra herramienta que el propio lenguaje para reconstituirse a través del delirio.
Bibliografía De Clérambault, G., Automatismo Mental-Paranoia, Buenos Aires, Polemos, 1995. Lacan, J., De las psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, México, Siglo XXI, 1984. Lacan, J., “El Seminario, libro 3. Las psicosis”, Buenos Aires, Paidós, 1984.
Es fundamental para nosotros conocer estas descripciones, no solo por el valor clínico referido al estudio de las grandes psicosis clásicas, sino también porque esta clínica de los fenómenos sutiles toma una relevancia muy importante en el estudio actual que venimos realizando en el Campo Freudiano, alrededor de las Psicosis Ordinarias, así denominadas por J.-A. Miller en la Conversación de Antibes. ¿Cómo no encontrar en estas expresiones una resonancia particular que nos hace pensar en lo afirmado por Lacan en 1977, cuando en su seminario “El momento de concluir” afirma que en la experiencia analítica se trata “…por una suposición deshacer con la palabra lo que fue hecho por la palabra”? Que el psicótico es normal, que el lenguaje es un parásito y que todos somos delirantes, constituyen expresiones que se ordenan en contextos
Lacan, J., “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las Psicosis”, en Escritos II, México, Siglo XXI Editores, 1984. Lacan, J., “Seminario 22. R.S.I.”, clase del 21/01/75. Inédito. Lacan,J., “El Seminario, libro 23. El Sinthome”, Buenos Aires, Paidós, 2006. Seglás Jules, Lenguaje y Psicopatología, Buenos Aires, Polemos
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FLORES JAPONESAS Claudio Godoy “Aquí la forma es el contenido y el contenido la forma. Usted comprende que no está escrito en inglés. No está escrito para nada. No es para ser leído o apenas para ser leído. Es para ser visto y escuchado. Su escrito no es sobre algo, es algo en sí mismo”. S. Beckett (acerca del Finnegans Wake de J. Joyce) “…mis Escritos, cuyo libro se compra, según dicen, pero no para leerlo. No ha de considerarse accidente, por ser difíciles. Al escribir Escritos en la cubierta es lo que me proponía prometerme: un escrito, para mí, está hecho para que no se lo lea. Y es porque eso dice otra cosa” J. Lacan (“Epílogo”, Seminario 11 )
Los talleres de lectura del ICdeBA nos en laberintos de homofonías translinguísticas, de confrontan con un problema crucial: equívocos y enigmas. Es algo que no se lee en ¿Cómo se leen los Escritos de Lacan? Me refiero, una sola línea. No se lee el Finnegans Wake –como claro, no sólo a los textos recopilados bajo dicha decía una vez Miller- para saber lo que pasa en la denominación sino a los que él ha otorgado el página siguiente. Cuando eso ocurre es porque nos carácter de ser, precisamente, “escritos”. Lo atrapa el sentido de la trama; es decir, lo que leecual, a su vez, traza una fuerte diferencia con su mos ahí es el sentido… común, para más datos. enseñanza oral: seminarios, conferencias, etc. Es allí que el escrito parece igualarse a la palabra, Hoy solemos perder un poco de vista la diferencia, ser su mera representación gráfica, un vehículo del porque siempre, en todos los casos, creemos estar sentido, lineal, común. Por el contrario, cuando se “leyendo” a Lacan. enfatiza la función del escrito como no-para-leer se El problema se torna más acuciante cuan- destaca su disyunción con la palabra. Al igual que do reparamos en que la definición misma que pro- la poesía, en esta ocasión se trata de una violencia. pone del escrito es que “está hecho para que no Una violencia al sentido común, cristalizado por el se lo lea”(2). Curiosa afiruso, de las palabras. mación que asesta un ¿cómo se lee entonces lo que Afortunadamente, en el ICgolpe directo al sentido deBA, el término “taller” común. Pues ¿cómo se no está hecho para que se lea? suplementa al de “lectura”. lee entonces lo que no Nos indica a contrario sensu está hecho para que se lea? ¿Qué es un escrito no- que cuando un texto “es para ser leído” no requipara-leer? Afortunadamente una pista nos es dada, ere ningún trabajo de “taller”. Es lo que se lee sin esta nos advierte quién es el ilustre antecesor de mayores esfuerzos, lo que nos permite gozar del dicha práctica: “Lo escrito como no-para leerlo lo sentido, como quien no puede parar de leer una introdujo Joyce”(3). Sin duda el irlandés creó una novela policial hasta descubrir quién es el asesinueva forma de escritura, que hizo síntoma en la no. Un taller, por el contrario, nos evoca un trabaliteratura, de ahí la descripción del Finnegans Wake jo. Una operación de desmontaje y deconstrucción que S. Beckett realiza(4). No es una escritura lineal lógica. Hay que detenerse en las piezas y su parsino un montaje polifónico y cubista, en donde las ticular ensamblaje. Indagar el contexto de su propalabras contienen a otras -como las palabras-vali- ducción, sus referencias explícitas e implícitas, sus ja de Lewis Carroll- pero, a su vez, se entraman alusiones. Descubrir sus secretos y sondear sus 16
respuestas. Esto implica adoptar una particular ac- linealidad, al sentido común. En sus vueltas se van titud frente al texto: la de un cierto extrañamiento, superponiendo capas que le dan un valor más poacompañada de una ardiente curiosidad por cada lifónico pero también más comprimido. Así lo afirtérmino. Cuando desprendemos a las palabras de ma: “voy a hacerles entrega de lo que he escrito. su sentido común cada término se torna un tan- Pienso que por el hecho de que no va más allá de to sospechoso. ¿Qué quiere decir? ¿A dónde se un bosquejo, es más decible”(7). O sea que, cuanto dirige? Hay que soportar ese vértigo inicial para, más “decible” -más cerca de la palabra- es menos luego, reponerse a través de un trabajo de eluci- “escrito” y se trata de un “bosquejo”. Un borrador dación. Claro, este implica la transferencia: hay que es un nivel inicial de escritura, el que se suelta en suponerle un saber al texto, sospechar que la pres- una primera redacción. Para ser un escrito no-parencia de una palabra u otra no es aleatoria, hay que leer requiere varias vueltas más. tratar de descubrir su función y recrear el hilo de la Podríamos llamar, un poco artificiosamente, argumentación. relectura a la operación diferente de la lectura con Luego que Lacan redactara la “Introduc- vencional y que sería correlativa de dicha “reescritción a la edición alemana de un primer volumen de ura”. Esta implica no tanto una mera lectura que se los Escritos” el 7 de octubre de 1973, produce un repite circularmente sino que, más bien, hace bucle hecho poco frecuente al comentar su propio escrito (“no debe dejar al lector otra salida que la de su enen un congreso de la École Freudienne de Paris, el 2 trada”{8}) en ocho interior, produciendo diferencias. de noviembre de 1973. Esta particular lectura Es lo que pasó a congravita sobre una tarEsta particular lectura gravita so- ea esencial que Lacan ocerse como su “Autocomentario”(5). Esa bre una tarea esencial que Lacan llamó “disciplina del alocución nos brinda comentario”. Se trata precisiones valiosas llamó “disciplina del comentario”. de hacerle responder sobre cómo concebía al texto “las preguntas la relación entre sus escritos y las intervenciones que nos plantea a nosotros, tratarlo como una paorales: “…en 48 horas, proferí algo que en realidad labra verdadera…Por supuesto, esto supone que no es un escrito, porque cuando hago un escrito se lo interprete”(9). Implica –como señalamos- la lo reescribo una buena docena de veces. Esa vez transferencia, la suposición de saber al texto, pero lo solté a la primera redacción…Alguien me dijo: también la necesidad de que éste sea interpreta“¡Qué suerte que haya tenido que mandarlo ahora, do. Es decir, extraer la respuesta que encierra. Pero porque si lo hubiera reescrito seis o siete veces ya para eso hay aislar bien, primero, la pregunta. no entendería nada!”(6). Un escrito, por lo tanto, no En el proceso de escritura puede ser a la es para ser leído porque no está escrito, ¡está ree- inversa. La “Introducción a la edición alemana…” scrito! Es ese tratamiento del texto lo que lo aleja plantea la pregunta por el sentido, pero Lacan dede la palabra y lo torna, cada vez, más ajeno a la staca allí que “es por la respuesta que he hallado 17
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Un taller de lectura es el intento de crear las condiciones para esa apertura cuidadosa. Requiere cierto espíritu de fineza y un gusto por desentrañar enigmas, claves apenas esbozadas o referencias bibliográficas inesperadas. por mi práctica, que planteo la pregunta”(10). La respuesta que brinda la práctica analítica –a diferencia del enfoque neopositivista del lenguaje con el que debate-(11) es que el sentido se fuga irremediablemente. Es debido a ello que J. A. Miller afirmó que este texto podría llamarse “Escrito sobre el sentido” o quizás -como él mismo tituló uno de sus cursos- “La fuga del sentido”(12). La experiencia analítica no nos brinda un sentido o verdad última, el sentido sexual desemboca por el contrario en el “ausentido” de la relación sexual. Es porque ésta constituye un agujero en lo real que no puede ser escrita para el ser hablante. Es la respuesta de la práctica. Más freudianamente podríamos decir que no hay pulsión genital total. Sólo hay pulsiones parciales y sus fijaciones. Ahí donde el sentido se escapa como arena de las manos, los signos del goce afirman su insistencia cifrada. Los escritos de Lacan convocan a un trabajo, a poner algo de uno. Son “…una especie de concentrado totalmente increíble, que en cierta forma –nos indica- debe ponerse en agua como las flores japonesas, para que se abran”(13). Son un precipitado comprimido de su enseñanza pero que, a su vez, marcan escansiones insoslayables de ésta. El arte japonés del plegado de papel (origami), que se remonta al siglo VI, consiste en obtener distintas formas sin el uso de pegamentos ni tijeras, sólo con las manos. Arte del cual los “barquitos” y “avioncitos” de nuestra infancia son torpes herederos. En efecto, la sofisticación a la que puede llegar esta práctica oriental es notable y alcanzan problemas matemáticos de la topología. Hacer una flor de origami tiene todo el valor de un gesto de amistad. Más aún aquellas que, al apoyarlas sobre la superficie del agua, a medida que se humedece el papel, abren sus pétalos permitiendo leer el texto que alberga su interior. Se abren así, flotando sobre el agua, con la fuerza y belleza del loto(14). Claro que para darles forma se requiere haberlas plegado previamente con maestría y exquisito cuidado. El mismo que exige luego su tratamiento.
Un taller de lectura es el intento de crear las condiciones para esa apertura cuidadosa. Requiere cierto espíritu de fineza y un gusto por desentrañar enigmas, claves apenas esbozadas o referencias bibliográficas inesperadas. Cada año, cada escrito, ha implicado para mí una pequeña e instructiva investigación. Hay que divertirse comentando los escritos de Lacan. Es un saber alegre que permite plantearse problemas y arriesgar soluciones posibles, pero sabiendo –como señaló J. A. Miller(15)- que el texto tiene una estructura y no varias. Aunque a veces no la alcancemos plenamente, eso no invalida el intento. Nos hace volver, una y otra vez, sobre los pasos de nuestra práctica y sus fundamentos. Acerca de los Talleres de Lectura del ICdeBA. Este año dedicado, en nuestro caso, a la “Introducción a una edición alemana de los Escritos”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012. Bibliografía LACAN, J.: El Seminario. Libro 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1995, 287. LACAN; J: Ibidem, 288 BECKETT, S.: “Dante…Bruno. Vico…Joyce”. En: http://bibliot3ca.wordpress.com/dante-bruno-vico-joyce-by-samuel-beckett/ LACAN, J.: “Autocomentario”. En Uno por Uno, N° 43, Revista Mundial de Psicoanálisis, EOLIA, Buenos Aires, 1996. Ibidem, 11. Ibidem. LACAN, J.: “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud”. En Escritos 1, Siglo XXI, México, 1984, 473. LACAN, J.: “Respuesta al comentario de Jean Hyppolite sobre la Verneinung de Freud”. En Escritos 1, op. cit.,, 366. LACAN, J.: “Autocomentario”, op. cit., 12.
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Un taller, por el contrario, nos evoca un trabajo. Una operación de desmontaje y deconstrucción lógica Podríamos llamar, un poco artificiosamente, relectura a la operación diferente de la lectura convencional y que sería correlativa de dicha “reescritura” En el proceso de escritura puede ser a la inversa. La “Introducción a la edición alemana…” plantea la pregunta por el sentido, pero Lacan destaca allí que “es por la respuesta que he hallado por mi práctica, que planteo la pregunta”. C. K. Ogden y I. A. Richards quienes escribieron, en 1923, una obra esencial del enfoque neopositivista sobre el lenguaje: “El sentido del sentido”. Perspectiva que platea un intento que se vuelve instructivo por su fracaso mismo. Richards, estudioso de la retórica, buscaba refundar esta disciplina sobre la base de estudiar los malentendidos de la comunicación humana y buscarles remedio. Semejante empresa termina en la construcción del BASIC english, un inglés simplificado que permitiría un aprendizaje rápido y una comunicación sin equívocos. Ellos captaron una de las razones del malentendido: “las palabras -advierten-, como todos saben ahora, no significan nada por sí mismas”. El sentido, entonces, depende del uso y el contexto. Pero dicho contexto va mucho más allá de las frases adyacentes o la situación, es un conjunto de experiencias pasadas conectadas con un evento. Es así que descubren que el sentido se fuga, que presenta un carácter difícil de asir. Es el acierto de estos autores, al que tratarán de suturar luego buscando, infructuosamente, taponarlo, remediarlo. Cf: OGDEN, C. K. y RICHARDS, I. A.: El significado del significado, Paidós, Barcelona, 1984, 35. MILLER, J.-A.: La fuga del sentido, Paidós, Buenos Aires, 2012. Ver también MILLER, J.-A.: “Sobre la fuga del sentido”, en Uno por Uno, N° 43, op.cit. LACAN, J.: “Conferencia de prensa del Doctor Lacan”. En Actas de la Escuela Freudiana de París, Ediciones Petrel, Barcelona, 1980, p. 25. Puede observarse un video de mircro-origamis abriéndose en el agua en la siguiente dirección: http://vimeo. com/22490497 MILLER, J.-A.: “La Escuela y su psicoanalista”. En Introducción a la clínica lacaniana, ELP, Barcelona, p. 249.
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¿Qué estatuto se le otorga hoy en día a la experiencia que llamamos “duelo”? La autora repasa el concepto de Duelo en Freud, Klein, Winnicott y Lacan, poniendo de relieve el lugar de la pérdida del objeto y el cuestionamiento de la noción de examen de realidad, al aportar las precisiones de Lacan sobre la noción de Tiempo lógico. Llega así a destacar un contexto epocal que desordena el trabajo singular que un sujeto pueda realizar con cada pérdida.
EL DUELO Y LA ÉPOCA Deborah Fleischer
Esta síntesis que expongo está ligada al trabajo de investigación que, con un grupo de docentes, estamos llevando adelante en la Universidad de Buenos Aires, tema que también expondré en el segundo cuatrimestre en un seminario de investigación en el ICdeBA. La preeminencia de la biotecnología ha operado en dirección a la exclusión del sujeto produciendo, como consecuencia, diferentes incidencias y modificaciones en el trabajo de duelo. Al intentar abolir la dimensión del deseo, la biotecnología perturba el proceso de duelo y trastoca la noción de “pérdida”. Esa pérdida fue considerada por distintos psicoanalistas, de diversas formas. Freud en “Duelo y Melancolía” (1917 (1915), al abordar la cuestión del duelo, pone de relieve la pérdida de un objeto en su carácter económico. Klein, por su parte, examina el duelo normal y patológico a partir de precisar el objeto primordial como aquel constituido por la pérdida que el destete causa. (Klein: 1940* Estos desarrollos serán continuados por Winnicott, quien hará de la lógica kleiniana una materia de observación y renegará de la especulación de la pulsión de muerte postulando la “función ambiental” como argumento decisivo. (1954), haciendo
referencia al sostén que puede estar presente en el ambiente del infante. En Lacan, las referencias al duelo son escasas y están, prácticamente, concentradas en su trabajo sobre Hamlet. En el seminario “El deseo y su interpretación”. (Seminario 6, Inédito) Propone que la lógica de la acción se puede establecer a partir de tiempos que no son cronológicos, sino tiempos lógicos. El instante de la mirada, el tiempo de comprender y el momento de concluir son tiempos del sujeto. Sin duda, Lacan nos orienta a pensar que Hamlet puede leerse desde esta lógica, en donde los tiempos están dados por el sujeto. Por ende, a partir de todos estos aportes, se problematiza la noción de “examen de realidad”. Freud nos ofrece lo económico del duelo, Klein la noción de círculo benevolente, Winnicott la función ambiental como sostén y, en Lacan a partir de sus tiempos lógicos, se puede reconocer como aporte “el examen de la calidad de sus tiempos” en “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma” (Lacan 1945) y con ello poner en circulación el tiempo y el acto del sujeto como salida singular de “cada” duelo. En el siglo pasado, Philippe Aries definió una nueva circunstancia en los imaginarios ante la muerte: el incremento de la medicalización y la caída de los 20
En la actualidad, los escenarios del duelo se han modificado por la incidencia del dominio de la biotecnología.
rituales tradicionales. Estas circunstancias fueron enmarcadas por el autor en lo que llamó “la muerte invertida”. {El autor se refiere a la muerte prohibida, a la muerte que se intenta ocultar “ya no se muere en casa” (2000)}
Al intentar abolir la dimensión del deseo, la biotecnología perturba el proceso de duelo y trastoca la noción de “pérdida”.
Ahora bien, decíamos que, en la actualidad, los escenarios del duelo se han modificado por la incidencia del dominio de la biotecnología. Las prácticas de ella derivadas, aplicadas en los escenarios de la muerte, tienden a preservar el cuerpo biológico por encima del concepto propio de vida digna.
su avance y desarrollo. Esto es lo que nos lleva a una reflexión clínica sobre su impacto en los procesos de duelo, con el fin de debatir modos de intervención y abordaje posibles desde los dispositivos de trabajo psicoanalítico. *Nota de la redacción: La autora hace referencia a la diferencia que Klein mantuvo con Ferenczi, sobre el objeto primordial. Klein sostenía que era el pecho materno y el segundo, la madre.
Hoy por hoy, enfrentamos una suerte de extinción de los ritos por efecto de la abolición de la dimensión de la pérdida que aquel discurso promueve en 21
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Para describir el pasaje al acto, Lacan extrae de la psiquiatría formulaciones que se ubican en las antípodas de la extrapolación descontextuada del DSM (con el uso del término impulsividad), que mutila la riqueza que la psiquiatría clásica podría aportarle. En el presente texto, el autor señala cómo desde el discurso analítico el pasaje al acto se inserta en una lógica, tanto en su conceptualización como en su abordaje en la práctica, que se opone a la perspectiva homogeneizadora del DSM, donde queda “desarticulado de una lógica del sujeto”. A partir de una viñeta clínica, restituye esa lógica, situando las coordenadas singulares implicadas en ese acto, permitiendo al sujeto deducir su posición en ellas.
LA IMPULSIVIDAD: EL PASAJE AL ACTO DESARTICULADO DE UNA LÓGICA DEL SUJETO Guillermo A. Belaga
“Actuar es arrancarle a la angustia su certeza”. J. Lacan La lógica del pasaje al acto se encuentra en los antecedentes de la entrada de J. Lacan en el psicoanálisis. Una cuestión llamativa de los DSM, es que el término no aparece, sustituido por el de Impulsividad. Así, se situaría una acción sin sujeto, automática, descontrolada, desconectada de la angustia y de la lógica de la estructura neurótica o psicótica. Los pasajes al acto son un síntoma de la época, expresión de un nuevo orden simbólico, que no logran ser solucionados ni prevenidos por los Comités de “crisis suicidas” que surgen por doquier, condicionados por una perspectiva homogeneizadora de los sujetos. Una viñeta clínica intentará situar otra posición frente a estas emergencias. Se trata de un joven de 20 años, traído por hacerse un corte profundo en el antebrazo. Un sujeto que,
al consultar, no podía ordenar su discurso, más bien disperso y fracturado, y todavía con la certeza que enmarcó su acto. Estas coyunturas dramáticas siempre interpelan, demandan una decisión con respecto a la entrada y/o las posibles salidas institucionales. El DSM, como expresión del nominalismo democrático de la época, de la dictadura del consenso y sus algoritmos decisionales, tampoco es una herramienta válida en estas contingencias. ¿Cómo se decide, cuál es la lógica de la decisión que permitirá que el sujeto se posicione en la puerta del discurso analítico? Lo que enseña el psicoanálisis es que la interpretación, la decisión y el acto analítico no sólo dependen de contemplar la vertiente nominalista, el uno por uno, sino también el realismo de las estructuras. 22
Día a día, frente a la posibilidad de realizar sólo una entrevista, se redobla la apuesta por hacer legibles los significantes amo (S1) que determinan el acontecimiento, captar las conexiones del acto y el lenguaje. Intentar producir un efecto de sujeto sobre el fondo de lo indecible, de lo indecidible, sabiendo que la práctica analítica implica decidir bajo riesgo.
que tiene con la nueva pareja. Al llegar a ese punto, surge en este hombre el sentimiento de vergüenza. Es cuando percibe que la entrevista se realizaba frente a un pequeño auditorio, silencioso y atento, compuesto por aquellos implicados en su tratamiento. Recordemos que la vergüenza es una expresión del objeto mirada en el campo del Otro. Por lo cual su surgimiento, para el entrevistador, era un índice importante de estar ante el pasaje de la exterioridad traumática, a una posición éxtima del objeto a, articulado a un discurso. Y bien, la vergüenza orientó hacia el fantasma y su conexión al Otro materno. En consecuencia, surgió que el abandono de su madre fue por otro hombre, “ella lo quería, y nos echaba…”. Esta mujer había negociado con el padre darle los hijos, a cambio de quedarse con la casa, con su nueva pareja. Lo que (lo) avergonzaba era el acto de la madre como mujer. Su elección por otro hombre y el dejarlos a manos del padre. El niño “echado” sin lugar resonaba en la demanda de su novia embarazada, echada de su casa; redoblando la posición de “resto”. No fue extraño que al final de la entrevista, pacificado, diera a conocer su proyecto de seguir trabajando en la construcción de una casa para esta mujer.
Así, este sujeto describió que ante la circunstancia de que su “novia quedó embarazada y la echaron de la casa,…” y no teniendo donde llevarla, quiso “cortarse y no vivir”. Buscando detalles, la secuencia empieza tres días antes con el anuncio del embarazo, pero lo que desencadena la angustia y el pasaje al acto es el momento en que la joven se presenta “echada” y, en consecuencia, “sin lugar” para ese niño por venir. Este hombre se encerró, tomó un cuchillo y “sin pensar”, se cortó. Averiguando sobre antecedentes, agregó que desde los 12 años tiene la idea -no concretada hasta ese momento- de cortarse. La historización conecta dos hechos, el recuerdo a esa edad del maltrato y los abusos del padre, tanto a sus hermanos como a él, y el dato que a los 8 años la madre “los abandona”, dejándolos con este hombre. En otro momento, la idea –que no es permanentevuelve a surgir frente a la escena angustiante de una hermana que “descuida a sus hijos” -de un anterior matrimonio-, y presta más atención al último
Para finalizar, dos cuestiones: el “corte” como acto,
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es el modo que el sujeto encuentra para interrumpir lo que experimenta como exceso infinito de la angustia. Así, se impone la “automutilación del sujeto” como modo de separación del objeto real del cuerpo libidinal. En tanto falta la falta, el objeto a se inscribe en lo real encarnado en el cuerpo, su irrupción hace que se deba perder alguna cosa. El segundo aspecto, es que este acto de separación fuera -de-sentido se desencadena en presencia del significante holofraseado “echado”. Propongo este término, definido por Lacan como “la falta de intervalo” entre S1 y S2, que ubicaría a la vez, la disyunción con respecto al Otro, y la conexión de la holofrase con el goce del cuerpo propio. En suma, el caso nos enseñó sobre lo singular del acto, el problema del significante aislado en la clínica del mismo, cómo en estas entrevistas preliminares es necesario ceñir la “frase-trampa” que constituye el correlato esencial del pasaje al acto, para orientarse en la cura. De esta manera, se trata de afrontar el “desorden simbólico” de lalengua desplegado en la angustia traumática y los significantes holofraseados, dispersos, restableciendo un discurso que permita al sujeto pasar de la buena manera por el agujero abierto en y por el inconsciente. En conclusión, la práctica lacaniana permitiría situar el pasaje al acto ya no como impulso “neuronal”, sino como zambullida en un agujero. Como una entrada marcada y velada por la presencia del analista, donde el sujeto podría inscribirse en una repetición, posibilitándole con el tiempo deducir su posición en las contingencias del amor, identificar su modo de gozar.
Notas de la redacción Sobre este tema recomendamos consultar la Conferencia pronunciada por Eric Laurent el 22 de septiembre de 1999, en el Congreso de Salud Mental organizado por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, bajo el título: Pluralización Actual de las Clínicas y Orientación hacia el Síntoma. En relación con la vergüenza, remitimos a la pág. 91 del Seminario 11 de Lacan, Ed. Paidós, Buenos Aires. “Extimidad” es un término que introduce Lacan en el Seminario 16, pág. 226 (Ed. Paidós, Buenos Aires). Jacques Alain Miller lo retoma en su curso Extimidad, Buenos Aires, Paidós, 2012 El término holofrase, puede ser encontrado en Lacan, en los Seminarios 1, 6 y 11. Publicados por Paidós, Buenos Aires
Bibliografía: Lacan, J.: “De nuestros antecedentes”. Escritos 1-Buenos Aires, Siglo XXI, 1988. El Seminario: libro 10: La angustia. 1° ed.-Buenos Aires: Paidós, 2006. Laurent, E.: “El orden simbólico en el siglo XXI; consecuencias para la cura.” En Lacaniana 12, Buenos Aires, Grama Ediciones, 2012. Pp. 55-66 Miller, J.-A.: La angustia lacaniana, 1° ed., Buenos Aires, Paidós, 2007 24
DESPERTARES Ana Lía Otaegui* “Al cabo de unos años, se echó a dormir por un rato”… éstas fueron las palabras con las que Beatriz Udenio situó un impasse en la continuidad temporal de la historia de El Mensaje. Mi primera participación en El Mensaje fue pocas semanas antes de esa suspensión, que mantuvo y alimentó en mí el deseo de incluirme en la revista. Cuando se reanudó, celebré leyendo los dos primeros números. La propuesta renovada que encontré en esas páginas despertaba mi interés, ese despertar al que se refiere Miller cuando dice que “algo se hace causa de deseo”. Leí en ese despertar que El Mensaje es un participante del ICdeBA, un participante-pasador de los testimonios de las experiencias, movimientos, detenciones, producciones, contingencias, de las que está hecho el Instituto. Participante-pasador de los testimonios de cómo nos las arreglamos con los impases que la clínica señala en nuestro saber, propiciando un espacio para decantar lo que cada caso nos enseñó o lo que nos impulsó a investigar. De la mano de “Los Clásicos” renuevo mi participación en el equipo de redacciónedición de El Mensaje. En literatura la lectura de Los Clásicos invita cada vez a volver a la lectura de los textos y, en cada lectura, hay una oportunidad de encuentro con algo que nos sorprende, alguna articulación nueva o un deseo de seguir leyendo. Es la oportunidad que encontramos cuando leemos los textos de Freud y Lacan, una oportunidad de despertar algo que se hace causa de un deseo. *Ana Lía Otaegui cursa actualmente la Maestría del ICdeBA
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AYER Y HOY Ana Lía Yahdjian* Fui participante del Instituto Clínico de Buenos Aires en sus comienzos, por lo que resulté lectora del primer número de El Mensaje en papel y de los que lo sucedieron. A partir de aquél, recibía un Mensaje que se dirigía a los participantes y que contenía información sobre los cursos y actividades del instituto, textos que me llevaban a sentirme incluida en las palabras de esos otros que eran maestros y colegas. En la lectura y la asistencia a seminarios, se fue editando en mí una modalidad y un gusto por ciertas temáticas ligadas a la clínica, la época, la política, la transmisión en la intersección del psicoanálisis con aquellas temáticas. Actualmente, y luego de varios años de egresar del ICdeBA, surge en mí un renovado interés por especificar algunas tramas de conocimiento que me despiertan curiosidad y me mueven a profundizar un estudio sistemático, ampliando las posibilidades de lectura orientada, investigación, escritura y clínica. Me encuentro, entonces, con que la Revista El Mensaje comienza a circular más allá del papel, cir-
cula rápido y va a parar a “bandejas” que no conocemos. Me interesa ese vértigo, paradojal. Es interesante pensar en los estatutos de lo que se escribe y lo que se lee hoy en día. ¿Qué ocurre con lo que trazamos? Ante tanta producción de artículos que llegan a nuestras manos, nuestras “bandejas”, e ingresan por diversos sentidos en nuestro medio, ¿Cómo nos posicionamos ante ello? ¿Qué usos le damos? Entonces, sostengo esta interrogación especialmente en relación con lo que escribimos y leemos, al incorporarme al trabajo de El mensaje. *Ana Lía Yahdjian cursa actualmente la Maestría del ICdeBA
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STAFF DIRECTORA: Beatriz Udenio EQUIPO DE REDACCIÓN/EDICIÓN PARA LA OCASIÓN: Gloria Fontclara, Claudia Siegel,
Ana Lía Otaegui, Ana Lía Yahdjián. EQUIPO DE ARTE: Valeria Erlijman FOTOGRAFÍA
Valeria Furman DISENO E ILUSTRACIÓN ESCRIBEN EN ESTE NÚMERO : Anibal Leserre, Claudio Godoy, Deborah Fleischer, Fernando Vitale, Guillermo Belaga, Carlos Dante García, Daniel Millas, Ana Lía Yadjian, Ana Lía Otaegui.
CONTACTO • www.revistaelmensaje.org.ar • facebook: revistaelmensaje
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