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DISCALCULIA
por HELEN ÁGREDA WILES DISCALCULIA
¿Qué tiene Inglaterra? Té de importación, sentido del humor, y Little Britain. ¿Qué no tiene Inglaterra? Seguridad ciudadana, sentido del ridículo, y Aquí no hay quien viva.
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¿Existe el amor incondicional? Sí. Lo que pasa es que no tiene por qué ser sano y desde luego que racional no es. Pero es.
Es esa perrita vieja que adoptaste, que huele que tumba, que te llena la casa de pelo y vomita siempre en la parte del sofá que no tiene funda.
Es ese hijo adolescente que vive encerrado en su habitación con una mano en la play y la otra en el rollo de papel higiénico, que confunde “haber” con “ a ver” pero distingue la critical de la sativa con un pasamontañas puesto del revés.
Y también es la isla esa, vestida de moqueta sucia y papel de pared recargado, con olor a cerveza tibia y grasas saturadas, que acaba de irse de Europa porque para imperialismo el suyo, suckers.
Que la mitad de mis genes sean ingleses no es como para justificar mis sentimientos. Tampoco los justifican los preciosos acantilados de Dover, ni Stonehenge, que no he visto nunca, ni las cabinas de teléfono, ni esas gélidas playas del noreste, de las que son más dueños los perros y los caballos que los bañistas. Ni Jane Austen, ni los Beatles, ni The IT Crowd, ni Ricky Gervais. Ni siquiera Idris Elba.
Como esas personas que no necesitan leer demasiado, ni ponerse maquillaje, ni ir al gimnasio para resultar fuertemente atrayentes, Inglaterra puede ir en pijama a coger a los críos del cole y no lavarse la cara por las mañanas. Puede no saber cocinar o hablar otros idiomas. ¿Que te gusta? Muy bien. ¿Que no te gusta? Mentira.
¿Cómo lo hace? ¿Cuál es su secreto? Queridas lectoras, queridos lectores, querida gente que ha metido esta revista en el bolso para no abrirla nunca, pero eh, oye, estaba ahí y era gratis. Queridos anglófilos, conscientes y confesos o no: acabemos ya con el misterio. Lo que Inglaterra siempre poseyó y siempre poseerá, aquello que le hace absolutamente irresistible a los sentidos, es el inglés; esa es su armada invencible.
Seguro que habéis visto ese vídeo -nada empalagoso- en el que una chica habla sobre lo bonito que es el euskera, mostrando un breve repertorio de sus términos más cursis. Un pelín injusto para el euskera, por cierto, que cuenta también con otros interesantes términos que no inventaron las hadas del bosque del azúcar glas. Pues bien, eso que sale en ese vídeo -repito, nada indigesto- es todo lo que el inglés no es.
El inglés es maravilloso en el mismo plan en que es maravillosa tu tía abuela de 80 y pico, feliz y soltera (o viuda, que es lo mismo), tan hasta el coño de todo y con tantas ganas de
nada, que tiene ultra-desarrollada la capacidad de sudárselo todo, y su sensibilidad es la de un muñón.
Dentro vídeo.
“En inglés no se juega al teléfono estropeado, se juega al Susurros de chinos. Arroba OMS.“
“En inglés no se dice morir, sino darle la patada al cubo (en el que se apoyan tus pies mientras una soga rodea tu cuello, se entiende)”.
Pero si esto no os ha convencido de las altas capacidades lexicológicas del inglés, os diré, a las que no lo sabéis, que existe una jerga rimada, en la que si tú quieres decir extintor, buscas una expresión que rime, pedo pintor, por ejemplo, y ya luego le quitas la palabra que rima, y lo que acabas diciendo es: Hubo un incendio. Afortunadamente, en la casa había pedos. ¿Bien? ¿Se me entiende? Del mismo modo, las escaleras (stairs) acaban llamándose manzanas (apples), porque la palabra rima con manzanas y peras (apples and pears); y las cervezas (beers) son Britneys porque riman con…? Exacto.
Esta maravilla lingüística del proletariado inglés ha sabido honrar con un trato especial al famoso guitarrista de los Shadows, Hank Marvin, exprimiendo la rima de su apellido con starvin’, que significa morirse de hambre. Si alguien dice I’m Hank, nadie pensará que se llama Hank; de hecho, le dirán: tú lo que quieres es apretarte un fish and chips. O un buen hot dog, más bien, desde que en 2012, Mattessons, un conocido fabricante de productos cárnicos, aprovechó que el Pisuerga pasaba por Valladolid, porque de otra cosa no, pero de ríos españoles en Inglaterra controlan un huevo, e hizo lo propio lanzando una campaña que usaba el nombre, la rima, y varias caracterizaciones del bueno de Hank.
Decía Virgina Woolf que el lenguaje es vino en los labios, y yo pienso que el inglés debe ser un Vega Sicilia. Y, de otra cosa no, pero de vinos españoles en Inglaterra controlan un huevo.