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DISCALCULIA
DISCALCULIA por HELEN ÁGREDA WILES
Mira, voy a hablar de las redes sociales porque no me suena que lo haya hecho nadie antes.
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El documental de Social Dilemma se puede ver en Netflix desde septiembre de ese 2020 en el que todos los meses han sido iguales, y trata los peligros de las redes sociales. Hacen una especie de dramatización simplona, un poco a lo Inside Out de Pixar, por si te hubieras quedado memo con tanto meme.
Sale un montón de gente que ha trabajado diseñando las redes sociales más famosas, y todos están súper preocupados: ojo que esto ya es una distopía, que nos están vigilando, que nos están controlando, que usan algoritmos para tenerte más tiempo online y sacarte las perricas, que te lo digo yo que estuve allí, que 1984 y que Un Mundo Feliz.
Son personas que hicieron cosas tan de buena gente como especializarse en tecnología persuasiva y luego trabajar “intentando que Google fuera lo menos intrusivo posible” (¿qué?). Uno es el cocreador del botón de me gusta en Facebook (dos cerebros hicieron falta). Otro hacía algo en Apple — cosas tecnológicas, yo qué sé— y sale muy desolado: que es que no lo sabéis pero sois adictos, que os engañan, que os moldean.
Este docu es en Netflix, sí. ¿Pues? ¿Cómo dices? ¿Que Netflix también usa algoritmos para recomendarte cosas? ¿Que también te vigila? ¡OMG! ¿WTF? ¡YOLO! De todas las empresas que salen nombradas en Social Dilemma, solo Facebook decidió hacerse oír y desmentirlo todo. Menudo disgusto se llevó Facebook el pobre, que no sabía si poner el emoji de la rabia o el de la tristeza, porque tenía tanto de las dos: Mira, esto es todo mentira y que sepáis que yo me preocupo muchísimo día tras día por proporcionaros un mayor bienestar digital, declaró Facebook a los medios. FYI, añadió. Y se fue pegando un portazo de telenovela. Y claro, un bajón de usuarios en las redes sociales… ¿qué no? LOL
Pues nada. Hasta ahí mi texto revolucionario. ¿Vosotros cómo estáis digitalmente? Yo ya voy alcanzando la madurez digital. He conseguido tener Instagram y no mirarlo. Letra pequeña: también es verdad que me lo quité de la aplicación del móvil, o sea, puedo mirarlo, pero es un mirar menos cómodo, que da pereza.
Como también soy biológicamente madura os puedo asegurar que es muy importante encontrarse digital y analógicamente satisfecha. Y más importante todavía es no hacer juegos de palabras infantiles.
Por lo que voy a acabar desvelando un descubrimiento que no me importa compartir con los y las lectoras: a veces, la gente solo da vergüenza ajena en las redes sociales. Luego igual hablas en persona con estas ídems y no te dan ganas de arrancarte los ojos ni la piel ni la carne, que igual ni siquiera se te ha puesto de gallina. No juzgues por las redes sociales. Advertencia: este hecho no aparece garantizado, sin embargo, en personas de otro ámbito, que lo mismo te hacen el ridículo en directo que en penosos artículos de tirada local.