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NABURRISMOS
Conversaciones. Si os gustan estáis de suerte: es muy probable que en los próximos días tengáis alguna. Si, por el contrario, la gente os aburre con sus movidas, tal vez sea en parte culpa vuestra: ¿Habéis probado a plantear temas interesantes? Hay preguntas que pueden llevar a inesperadas revelaciones, sacar a la luz perspectivas irreconciliables y, si te descuidas, llegar a las manos. Mear en la ducha, ¿sí o no? Cuando te limpias el culo, ¿lo haces por delante o por detrás? ¿Por dónde empiezas el periódico? Esto último, que podría parecer una tontería, dice mucho de la gente. Porque es muy distinto afrontar la lectura por la tira de Zaldieroa que por las páginas de economía, la programación televisiva, la sección de contactos o las anécdotas al final del Noticias.
famosos por un día
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Mi abuela, por ejemplo, siempre empezaba por las esquelas. Algo de lo más lógico, porque llega un momento en la vida en que te es más fácil reconocer los nombres incluidos en esas páginas que los de cualquier otra sección de actualidad. Hasta que, claro, le tocó aparecer a ella. Tarde o temprano, todos salimos en el diario.
En un intento por reavivar el grupo de whatsapp de El Mono, últimamente sumido en la monotonía, se me ocurrió preguntar a mis compañeros si alguna vez habían aparecido en prensa. La conversación experimentó un breve resurgir hasta que alguien compartió el último vídeo de Calleja (el rapero filósofo y ufólogo, no el pelmazo ese) y todo volvió a sus fueros. Pero ya nada fue lo mismo, porque juntos habíamos descubierto cosas nuevas del resto.
Resulta que todos hemos tenido nuestro momento de lucimiento: reportajes sobre agrupaciones de trap, premios en los Encuentros de Arte Joven, declaraciones en estado de embriaguez sobre el fallecimiento de Adolfo Suárez… Cuando era reportera en prácticas de un medio local, a Concha Tisfaier le tocó cubrir el concurso de lanzamiento de hacha esmochada de Nazar y acabó figurando octava en la clasificación. Nuestro jefazo, por su parte, colecciona gloriosos recortes: una foto en portada, a la entrada del examen de selectividad, hizo que su familia se enterara de que fumaba. Unos años más tarde, todo el mundo murió de envidia al verle estrechando la mano de Juan Carlos I. Pero su gran aparición fue por omisión: En 2001, el tío perdió su chamarra en la Carpa universitaria y al día siguiente el diario publicó una foto de ésta, en primer plano, en medio del erial de barro y katxis.
Rara vez somos la noticia que nos gustaría. Mi primera ocasión, sin ir más lejos, fue con 13 años. Uno de mis amigos del cole consiguió (supongo que chorándola de Centro Mail, o así) una figura a tamaño real del gran Michael Robinson, un reclamo publicitario en el que sujetaba una caja del PC Fútbol, y que nosotros sustituimos con un mensaje destinado a Paquito García, que en aquella temporada 95-96 entrenó a Osasuna. Movidos por un ridículo afán de notoriedad, bajamos con ella al Sadar. La idea era aparecer en El día después, el programa futbolístico que el ex osasunista presentaba las tardes de los lunes en Canal+, y que, en su revolucionaria sección Lo que el ojo no ve, giraba las cámaras hacia las gradas para retratar los comportamientos de la afición. No conseguimos nuestro ambicioso objetivo, pero salimos en el periódico. Manda
huevos que mi primera aparición en prensa fuera en la sección de deportes. Nunca he vuelto a pisar un campo de fútbol.
Pero la gran sorpresa vino cuando nuestro redactor de monóscopos, reseñas y editoriales contó que había participado con frecuencia en uno de los espacios más alucinantes del periódico; uno que suele publicarse al ladico de las esquelas y que es un pozo insondable de vergüenza ajena. Me refiero a la sección de natalicios y aniversarios en la que los lectores publican breves mensajes de homenaje a otra persona, acompañados de una foto que difícilmente puede ser la mejor de su álbum. Lacha entera. Lacha condensada. Nunca he entendido qué lleva a la gente a participar de estos rancios Ecos de sociedad. Supongo que lo hacen con la intención de convertir a sus allegados en celebridad pocha, pseudo noticia por un día, y que, al ver su estampa, estos se enternezcan o se lleven un sorpresón o rían mucho y bailen un aurresku o alguna de esas cosas que hacen los lectores del Diario de Navarra.
Pues nuestro colega lo hizo. Pero a su manera, claro. En 2012 se dedicó a enviar fotos de famosos haciéndolos pasar por vecinos de Navarra. Así, una imagen de Charles Bukowski en albornoz se publicó con el texto “No ha sido un buen año, pero ya se acaba. Te queremos mucho abuelo”. Un pipiolo Marilyn Manson se convirtió en Josete (“Feliz cumpleaños al chaval más majo de todo Cadreita”). En un ejercicio de sabotaje sólo descifrable para los muy iniciados, la actriz porno Stoya (“Te quiero Idoya”) o la mismísima Eva Braun (“Con retraso, feliz cumpleaños, María Paz”) colaron por iruindarras.
Suele decirse que la mejor manera de perderle el miedo a alguien que te impone respeto es imaginarlo en el retrete. O meando en la ducha, ya que estamos. Rebajarlo a la altura de la persona normal y corriente que es. Lo de nuestro compañero de redacción funcionaba parecido: al descontextualizar a estas celebridades, moviéndolas del espacio que habitualmente les correspondía, revelaba su absoluta medianía. Si la sección promete que cualquiera puede ser (aunque sea brevemente) famoso, él consiguió que, a la inversa, los famosos fueran cualquiera.
La broma, por cierto, acabó el día en que envió una foto de Trent Reznor. Pero no creáis que en el rotativo de Cordovilla supieron identificar el careto del líder de Nine Inch Nails, no. Le cazaron mal. Pensaron que estaba intentando colar a Mikel Erentxun.
Moraleja: ¿De verdad esperabais una?, porque a mí no se me ocurre. A lo sumo que en El Mono hemos recobrado la pasión y la alegría por vivir. Vean la foto adjunta. Es del domingo día 20 del mes pasado. El tal Ritxi al que saludan sus colegas de la bajera no es otro que el asesino en serie Richard Ramírez. ¿Esa vieja foto de un niño desdentado al que sus nietos felicitan el día después? Michael Robinson, por supuesto.