ALTARRIBA

antonio altarriba

No puede entenderse el cómic actual sin la figura de este incansable ensayista, novelista, crítico, guionista, catedrático y divulgador. El jueves 30 visitará Pamplona dentro del XII Salón del Cómic de Navarra.

Hace no mucho acabaste la Trilogía egoísta. ¿Estás trabajando ahora en alguna nueva historia?

Sí, estoy trabajando con Sergio García, un excelente ilustrador más conocido en Estados Unidos que aquí. La historia cuenta la gran odisea de nuestro tiempo, tan frecuente como ocultada, la de los emigrantes y refugiados que desafían toda clase de peligros en busca de un paraíso que casi nunca se hace realidad

Yo, mentiroso, última entrega de la trilogía, se centra en la política española más reciente. ¿Crees que la política vive uno de sus peores momentos o solo es que ahora somos más conscientes que antes de todos los entresijos?

La política es y ha sido, por esencia, el arte de engañar para que una mayoría siga las directrices y obedezca los intereses de una minoría. “Gobernar es hacer creer”, decía Maquiavelo. Hoy somos algo más conscientes, porque hemos espabilado un poco y, sobre todo, porque los políticos actúan con mayor descaro y con poderosos medios de persuasión.

Tus trabajos más conocidos son con Keko y Kim, dos dibujantes con estilos muy diferentes. ¿Qué es lo que más te gusta de cada uno?

Cada uno conviene para el tipo de historia que he realizado con ellos. La dimensión histórica de El arte de volar y de El ala rota hacen de Kim el dibujante ideal por la finura de su trazo y el gusto y la precisión del detalle. Keko es el dibujante perfecto para el thriller negro, con atmósferas densas, a menudo agobiantes.

Y a ti... ¿Te gusta dibujar? ¿Veremos algún día algún dibujo de Antonio Altarriba?

Mejor que no veáis ningún dibujo mío. (risas) Soy malísimo dibujando. Se trata de un arte que admiro y para el que estoy totalmente negado. Quizá por eso me he hecho guionista, para encontrar a alguien que realice las historias que imagino.

Para la exposición de homenaje a El ala rota que te han dedicado los estudiantes de la Escuela de Artes han trabajado de manera directa con tus guiones. Aunque cada vez se trabaje más el cómic en las aulas, más de la mitad de los jóvenes de 15 a 18 años no abren un libro y ya no digamos un cómic...

Tengo muchas esperanzas con la introducción del cómic en el aula. Es una herramienta que, con la conveniente preparación del profesorado, puede dar buenos resultados en la enseñanza de muchas

materias: historia, literatura, lengua, arte, dibujo, idioma extranjero… Ahora los profesores muestran gran interés por el cómic, porque enseguida comprueban los buenos resultados. Bien utilizado, resulta motivador y accesible.

Participaste en el “Homenaje a Topor” que hubo en Pamplona con un texto y varias fotografías guionizadas. ¿Qué significa Topor para ti?

Roland Topor es, para mí, uno de los más grandes creadores franceses del siglo XX. Autor multidisciplinar, supo expresarse por el dibujo, la novela, el teatro y el cine de animación. Su imaginario era riquísimo, una especie de surrealismo macabro que te sumía en un estado entre el humor y la angustia. Topor fue un creador de imágenes de fuerte y sorprendente valor simbólico.

Has recorrido muchos salones, ferias, presentaciones... ¿Alguna anécdota que recuerdes con especial cariño?

Muchas. Aprendo mucho en el encuentro con los lectores. Me sirve para orientar mi trabajo en función de lo que gusta y de lo que no. Y también para conocer historias muy interesantes que los lectores quieren contar. No hace mucho vinieron a que le dedicáramos Yo, loco un grupo de personas que se presentaron, “¡Hola, somos locos. Y nos ha gustado mucho vuestro libro.” Nos dieron la razón en las rutinas siquiátricas, en la creciente patologización de los comportamientos, en el comportamiento abusivo de las farmacéuticas y en la generalización del “pastillazo” para cualquier malestar o rareza.

¿Has pensado ya qué nos contarás en la próxima charla en el Salón del Cómic de Navarra?

Quiero analizar algunos de mis cómics de manera muy detallada, entrando en el andamiaje de la página y en la composición de cada viñeta. Es la mejor manera de que el público se haga una idea del amplio arsenal de recursos que posee esta forma de expresión.