O R T N E
La vida va y viene. Pero algo queda siempre en el corazón. Jesús te seguirá llamando donde quiera que vayas. Si lo sientes en el corazón, ¿responderás?
¡Ven y Sígueme! Mi vocación, -vaya que recuerdos- empieza cuando tenía siete años, miraba con admiración a los Hermanos de las Escuelas Cristianas por su entrega a los niños y su educación e inculcarles la oración con cierto carisma. Pasando cierto tiempo y conforme iba llegando a mi adolescencia, comencé a cuestionarme sobre mis proyectos de vida. Cierto día, formé un grupo juvenil en el templo donde asistía para impartir catecismo, un espacio para chavos que tenían inquietudes vocacionales igual que yo. Estuve dirigiendo el grupo durante cinco años, hasta que ingresé a un seminario donde estuve dos años. Ahí realicé mis estudios de filosofía, pero Dios tenía otros planes para mí y por algunas razones tuve que retirarme. De mis veinte a veinte dos años, caí en una negación y depresión tremenda. ¡Que ignorante fui al culpar al Amor Eterno de mi propia desgracia y no ver la luz al final del túnel! Pasados esos años, volví al recto camino por influencia de la Web y de conocidos que me pusieron en contacto con la Orden de los Escolapios y con su promotor vocacional, que en su momento era el P. Baltazar. Él me ayudó a discernir si era verdaderamente mi camino, me influenció y motivó para que fuese a los retiros e incluso a visitar la casa del prenoviciado en dos ocasiones. En una visita, tuve la oportunidad de estar con el P. Pedro Aguado, General de la Orden. Me preguntó cómo me sentía y cómo iba mi proceso vocacional. También tuve la oportunidad de ir a la apertura del Año Vocacional Escolapio, así como a la misión de Campeche. Ambas experiencias me ayudaron en mi discernimiento para decirle a Jesús un rotundo “SI” y servirle a través de los niños y jóvenes. Al igual que San Agustín, cuando abrí la Biblia y leí: “¡Ven y Sígueme!”; no lo pensé dos veces. Despertó nuevamente en mí ese llamado que Dios me había dado. No lo quise desaprovechar y heme aquí como prenovicio dando mi esfuerzo, mi entrega y servicio a ejemplo de Jesús y San José de Calasanz hasta el final. Para terminar, te invito a ti, joven, que si sientes un llamado a este estilo de vida, no tengas miedo; ora (o sea platica con Dios) y si crees que es lo tuyo, así como Jesús a través de la Biblia me dijo a mi, yo te lo pongo aquí:
“Ven y SÍGUEME” Iñaki Lecumberri Blanco, PRENOVICIO
2013 Enero-Febrero
U C EN
Reunidos en Cristo que nos llama Encuentro ¡Oh Dios!, tu amor es infinito cuando me interiorizo descubro y digo Nada soy, nada soy sin ti, Señor. Tú me regalaste la vida, este cuerpo, que algún día entregaré, mi alma que vive para ti mi juventud, con el deseo de vivir. Una vez cerca del mar escuché tu voz y al igual que los apóstoles me negué a mí, y acepté el seguirte. Estaba perdido y me he encontrado. Tomé tu Cruz y tu Cruz se convirtió en mía. Cruz, que me la das ligera
¡Que hermosa vocación; que carga tan dura y ligera!. Iñaki Lecumberri Blanco, PRENOVICIO
FELIZ AÑO NUEVO 2013