EN OTRAS PALABRAS... No.26 Mujeres, transiciones e incertidumbres

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26 EN OTRAS PALABRAS... Grupo Mujer y Sociedad - Universidad Nacional de Colombia

Mujeres transiciones e incertidumbres



26 EN OTRAS

PALABRAS... Grupo Mujer y Sociedad de la Universidad Nacional de Colombia

Mujeres, transiciones e incertidumbres Bogotรก D.C. Colombia, enero - diciembre 2019


EN OTRAS 26 PALABRAS... Mujeres, transiciones e incertidumbres Publicación especializada editada por

Grupo Mujer y Sociedad Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia

Dirección Colectiva

Comité Editorial Dora Isabel Díaz Susa Florence Thomas Juanita Barreto Gama María Cecilia González Montoya María Himelda Ramírez Rodríguez Mónica Sánchez Bernal Patricia Prieto Delgado Sonia Cárdenas Salazar

Colaboraron en este número Angélica Bernal Olarte Ángela María Robledo Gómez Angélica Lozano Cecilia López Montaño Circe Urania Sencial Gómez Colectivo La Manada Consuelo Corredor Martínez Conxa Llinàs Carmona Dora Isabel Díaz Susa Florence Thomas Imelda Arana Sáenz Isabel Agatón Santander Juanita Barreto Gama Juliana Martínez Londoño Ligia Galvis Ortiz

Luz Teresa Gómez de Mantilla Magdalena León Gómez María Cristina Suaza Vargas María Cecilia González Montoya María Eugenia Martínez María Himelda Ramírez María José Pizarro Rodríguez María Ximena Castilla Milena Arango García Mónica Sánchez Bernal Patricia Ariza Sandra Mazo Sonia Cárdenas Salazar Victoria Sandino Simanca Herrera Vilma Penagos Concha Yolanda Puyana Villamizar

VTG 5 Revelaciones Milena Arango García

Fotografía

Milena Arango García

Concepto, diseño y diagramación Emilio Simmonds Mónica Sánchez Bernal

Corrección de estilo Sonia Cárdenas Salazar

ISSN: 0122-9613

enotrapalabras@gmail.com www.revistaenotraspalabras.com

Se autoriza la reproducción parcial o total de los artículos publicados en esta edición, citando debidamente la fuente.

VTG 17 and Lizzy, My Studio, Jupiter, FL. 2019 Milena Arango García


Contenido EDITORIAL

6 10

REHACIENDO SABERES

13

Hacia una democracia posible para las mujeres

14

El largo camino del dicho al hecho: las dificultades históricas y culturales en la construcción de una democracia laica y real

26

Luz Teresa Gómez de Mantilla

Vilma Penagos Concha

38

Desafíos educativos, paz y derechos de las niñas y las jóvenes

48

Dora Isabel Díaz Susa

La hora del nuevo feminismo

104

SUEÑOS, IMÁGENES Y SÍMBOLOS

109

Milena Arango García: Ecos de una viajera

110

La maternidad, símbolo de guerra, resistencia y paz

112

Romelia Gómez viuda de Tamayo Acuarelista y cómplice del muralista en el hogar

120

DOSSIER

125

Nosotras avanzamos, el gobierno retrocede

126

Retos electorales desde las perspectivas de las mujeres

140

Desempeño de las actoras políticas en los grupos de poder en el Congreso

150

Participación y representación de los derechos de las mujeres En el contexto del estatuto de oposición

155

Cecilia López Montaño

NO NOS RENDIREMOS

58

La estimación jurídica y administrativa de las mujeres

64

Feminicidio y justicia de género

74

Una causa justa para el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo

82

¿La idealización de la familia garantiza la felicidad?

88

Circe Urania Sencial Gómez

Imelda Arana Sáenz

Colectivo La Manada

Ángela María Robledo Gómez Angélica Bernal Olarte

Angélica Lozano

Juliana Martínez Londoño

Yolanda Puyana Villamizar

98

María Himelda Ramírez

Sandra Mazo

Isabel Agatón Santander

Derechos de las mujeres y laicidad en la disputa del plebiscito sobre el Acuerdo de Paz -Gobierno – FARC-EP

Mónica Sánchez Bernal

Estado laico, religiosidad y derechos de las mujeres en Colombia

María Ximena Castilla

94

Florence Thomas

PALABRAS DE APERTURA

Ligia Galvis Ortiz

Reflexiones sobre la defensa de los derechos reproductivos de las mujeres en un Estado laico

María José Pizarro Rodríguez


Género y ruralidad: apuestas inéditas cruciales para la construcción de la paz

161

ONU Mujeres recomienda a Colombia acciones para el empoderamiento femenino

201

¿Por qué le tienen miedo al acuerdo de paz?

165

LAS MUJERES Y LOS LIBROS

203

169

REMEMBRANZAS

Todo empezó en una sobremesa. A propósito de Memoria, feminismos y movimientos de mujeres Conxa Llinàs Carmona

204

¿Por qué se produjo ese pánico…?

171

207

Marta Cecilia Vélez Saldarriaga (1954-2019)

172

Setenta años de El Segundo Sexo Un pasado que ayuda a leer el presente

María Cecilia Paz (1953-2019)

174

No se nace mujer, se hace mujer

210

Yo seré la última Historia de mi cautiverio y mi lucha contra el Estado Islámico

212

Una educación

213

Las mujeres y la lucha por sus derechos Nueva colección en el Archivo General de la Nación

214

Consuelo Corredor Martínez

Victoria Sandino Simanca Herrera

Patricia Ariza

Las mujeres y el Bicentenario

María Himelda Ramírez

175

NOTICIAS EN OTRAS PALABRAS ...

179

Noticias agosto 2018 - agosto 2019 Extractos de prensa y otros medios de comunicación

180

Sonia Cárdenas Salazar

Circe Urania Sencial Gómez: Un homenaje a su vida, su presencia y su historia

188

Discurso en la ceremonia de otorgamiento del Doctorado Honoris Causa Universidad Nacional de Colombia

190

Escenas y tras-escenas de las poéticas universitarias: La rectoría de Gerardo Molina 1944-1948

195

Magdalena León Gómez

Luz Teresa Gómez de Mantilla

Angélica Bernal Olarte Florence Thomas

María Eugenia Martínez

María Eugenia Martínez

María Cristina Suaza Vargas


VTG walking the dog Milena Arango GarcĂ­a


Editorial En la compleja coyuntura actual, cuando cobran gran relevancia las transiciones e incertidumbres para gran parte de la población colombiana, con particular énfasis en la vida de las mujeres, los contenidos de la revista No. 26 mantienen interrogantes ante el cambiante tenor de los tiempos. Entre el inicio del año 2019 y su culminación, las rutas de la paz han encontrado barreras insospechadas: el incremento de asesinatos de líderes y lideresas sociales, el estancamiento y aún el retroceso de políticas públicas favorables a la igualdad, a la justicia de género y a la realización de los derechos de las mujeres, el despojo de la curul de una congresista de excelencia como Ángela María Robledo, y la afirmación de un modelo de gobierno que pone en cuestión una democracia constitucional. No obstante, los contenidos de esta edición vislumbran escenarios de resistencia, resiliencia y posibilidades de avance que nos permiten insistir en la utopía que no ha dejado de acompañarnos. La protesta social de las organizaciones de mujeres se hace cada vez más visible y su protagonismo en las denuncias contra la corrupción; las estudiantes se manifiestan de manera vehemente contra las violencias físicas, psicológicas y sexuales en los ámbitos universitarios; las académicas, intelectuales, artistas e integrantes de diversas or-

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ganizaciones sociales, políticas, culturales y ambientales perseveran en nuevos relatos de comprensión del mundo. Nuevos mapas geográficos, conceptuales y prácticos rediseñan los diversos lugares que habitamos, que se reconfiguran rompiendo el silencio frente al feminicidio y a los crímenes de odio, reconociendo la autonomía sobre nuestros cuerpos como un valor ético-político y ejerciendo la ciudadanía plena. De esta forma, las mujeres continuamos construyendo y demandando una democracia que cumpla sus promesas del derecho a una vida digna. La revista se abre con las palabras de Luz Teresa Gómez de Mantilla en la apertura del seminario organizado por el Grupo Mujer y Sociedad y la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia, con el tema Los derechos de las mujeres colombianas en tiempos de transiciones e incertidumbres que da origen a los contenidos expuestos en esta edición. Se realizó durante los días 6 y 7 de marzo de 2019 y el comité coordinador del mismo estuvo integrado por Dora Isabel Díaz, María Himelda Ramírez y Florence Thomas. La sección habitual Rehaciendo saberes comienza con la exposición de Ligia Galvis, “Hacia una democracia posible para las mujeres”; Vilma


Penagos nos ofrece una inquietante disertación sobre el difícil camino de la construcción de la laicidad en Colombia: “El largo camino del dicho al hecho”; Sandra Mazo presenta un interesante análisis: “Derechos de las mujeres, religiosidad y laicidad”. Tres artículos nos ilustran sobre una justicia de género que apenas se insinúa y sobre una normatividad cambiante en medio de resistencias para su cumplimiento: María Ximena Castilla, en “La estimación jurídica y administrativa de las mujeres”, Isabel Agatón Santander en “Feminicidio y justicia de género” y Juliana Martínez Londoño “Una causa justa para el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo”. Otros dos artículos problematizan los rumbos de la formación escolarizada tan comprometida con las adquisiciones de una democracia posible: Imelda Arana con su ensayo “Desafíos del campo educativo en la implementación de la paz respecto a los derechos de las niñas y las jóvenes”, y La Manada, colectiva estudiantil afirma “No nos rendiremos” y señala los retos para una convivencia sin acoso en el ámbito de la Universidad Nacional de Colombia. Tres voces del Grupo Mujer y Sociedad expresaron sus reflexiones en un conversatorio sobre la laicidad y los derechos de las mujeres: Florence Thomas se refirió a los derechos sexuales y reproductivos; Yolanda Puyana ilustró las significaciones de los cambios en las representaciones sobre las familias en el mundo contemporáneo y Dora Isabel Díaz se concentró en la disputa del plebiscito de refrendación del acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC-EP. Esta sección se cierra con una cuestionadora intervención titulada “La hora del nuevo feminismo” de Cecilia López. La sección Sueños imágenes y símbolos inicia con la expresión de las vivencias de la artista Milena Arango García en relación con su particular

contacto con los materiales vegetales que constituyen la materia prima de su arte. Mónica Sánchez Bernal expone una breve semblanza de la artista. Circe Urania Sencial recupera fragmentos de las vivencias de Romelia Gómez viuda de Tamayo, una discreta acuarelista antioqueña de comienzos del siglo XX. María Himelda Ramírez expone en su texto “La maternidad, símbolo de guerra, resistencia y paz” una reflexión oportuna para los tiempos que corren en las sociedades militarizadas. El Dossier acopia diversos planteamientos políticos de este periodo de incertidumbres con tres artículos relativos a la representación política de las mujeres: Ángela María Robledo, “Tendencias de las políticas gubernamentales”, Angélica Bernal “Retos electorales desde las perspectivas de las mujeres, Angélica Lozano “Desempeño de las actoras políticas en los grupos de poder en el Congreso” y María José Pizarro, “Participación y representación de los derechos de las mujeres en el contexto de Estatuto de Oposición”. Se reproducen textualmente las voces de Consuelo Corredor Martinez “Género y ruralidad: apuestas inéditas cruciales para la construcción de la paz”, Victoria Sandino “¿Por qué le tienen miedo al acuerdo de paz?” y Patricia Ariza “¿Por qué se produjo ese pánico…?” las cuales animaron el conversatorio titulado “Disputas sobre el enfoque de género en el acuerdo de paz”. En la sección Remembranzas, rendimos homenaje a Marta Cecilia Vélez y María Cecilia Paz, nacidas en los departamentos de Antioquia y del Valle del Cauca, cuyas vidas dejan hondas huellas en los movimientos feministas traspasando y transgrediendo fronteras. Así mismo le dedicamos un espacio a las mujeres y el Bicentenario de las Independencias.

Editorial | 7


En este año se produjeron múltiples noticias que merecen destacarse, algunas luctuosas que revelan la persistencia de la violación de los derechos humanos de las mujeres. También se divulgaron en distintas partes del mundo y en particular, en Colombia, logros de las mujeres en diferentes escenarios de la vida política, social y académica que reflejan los avances en distintos campos y los reconocimientos a su labor. En la sección Noticias en Otras Palabras, se registran algunas de estas.

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Las mujeres y los libros, contiene cinco reseñas de libros, dos de las cuales están dedicadas a los 70 años de “El Segundo Sexo” de Simone de Beauvoir y tres novedades bibliográficas. Agradecemos la contribución de las autoras de los textos que conforman esta publicación. También a quienes en el seminario acompañaron los distintos conversatorios y animaron la realización y coordinación del mismo: Raquel Sofía Amaya, Nadia Zabala, Alba Cecilia Pineda, Beatriz García Moreno, Norma Enríquez Riascos y Magda Alberto.


VTG 17 Exposición Universidad Nacional Milena Arango García Bogotá, 2019


Palabras de apertura Los derechos de las mujeres colombianas en tiempos de transiciones e incertidumbres Luz Teresa Gómez de Mantilla* Una inmensa tela que ha recogido polvo, lluvias, la impronta de un árbol milenario, rastros de hojas húmedas, huellas de caminantes desconocidos, atada al suelo, se eleva con aspecto ocre imitando una nube hacia el cielo. Al fondo una ciudad de edificios comunes y atrás la montaña como testigo lejano. Esta es “Revelaciones”, la fotografía de la joven artista plástica Milena Arango García, que se ha escogido como símbolo poético de este encuentro, para hacer homenaje a su obra, quien ha arrastrado su tela por el fango de calles sin asfalto, de los montes cercanos a Bogotá, y la ha frotado contra los árboles. No es un azar estético el que ha permitido esta imagen. Hasta hace realmente poco en este país, estas “extravagancias” de los artistas habrían sido consideradas una locura, literalmente un desafuero de lo razonable, que debía recluirse en instituciones de control total, o en camisas de fuerza hechas de la misma tela que hoy se exhibe con sujetadores fuertes que garantizarán que los brazos de la autora queden bien atados… Y sin embargo, la tela vuela, por encima de la ciudad y

está hoy en el edificio de Posgrados de Ciencias Humanas que alberga este seminario convocado por el Grupo, por la Escuela, por la Revista, para hacer visibles las incertidumbres, pero sobre todo las transiciones. No solo nos reúne el necesario ritual académico tradicional de la primera semana de marzo, con ocasión del día de la mujer. Hay otras imágenes y discursos que pueden hacerse presentes hoy; aquellas que por allá en 1987 llevaron a un grupo de mujeres de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional a reunirse y a hacerse preguntas colectivas sobre los derechos de las mujeres. El Grupo Mujer y Sociedad formuló las preguntas pioneras y fue testigo de una fuerza nacional que a instancias de las realidades de discriminación, y de los movimientos feministas internacionales que habían aparecido desde finales del siglo XIX, permitió la circulación de “otras palabras” y detalladas urdimbres, de nuevos conceptos que se fueron convirtiendo en política pública.

* Vicerrectora de Investigación y Extensión, Universidad Nacional de Colombia.

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En este patriarcal rincón del norte suramericano, mujeres de todas las clases sociales se vincularon espontáneamente a un movimiento social, que con la convicción de las causas imposibles fue en tan solo tres décadas modificando el panorama de la representación política (con la ley de cuotas, por ejemplo), exigiendo la condición de igualdad, aglutinando sentires y divergencias para ir afinando el horizonte de otras prácticas de sí, de otras escenas y actores, que exhiben públicamente los golpes físicos y los más dolorosos golpes morales para que el acoso, la discriminación, la violencia en lo íntimo, incluso en los espacios de la razón como las universidades, se hagan visibles y al pasar de la escena inmediata, permita comprender la raigambre colectiva que la habita y nos reproduce como sociedad. No es solo la mujer golpeada, ni la estudiante acosada por su director de tesis, ni la niña indígena asesinada, sino una estructura de poder, muy fuerte con todos los dispositivos de corrección para aplastar la llamada ideología de género. Sí, son tiempos aciagos, en los que las guerras pretenden ser desconocidas, las relaciones laborales constreñidas, la laicidad satanizada, la otredad aplastada por muros de concreto y muros simbólicos. Los medios de comunicación y las redes sociales cumplen el importante papel de instrumento de estas lógicas de dominación y de dispositivos disciplinares… Todo esto es verdad. ¿Pero es que acaso la incertidumbre ha estado ausente en algún momento durante los últimos cincuenta años en el movimiento descrito? ¿Es que quizá los doscientos años de guerra que conmemoramos nacionalmente este año, o los 527 de conquista han terminado las incertidumbres?

Pues no… Y sin embargo, aquí en este Auditorio Virginia Gutiérrez de Pineda, que hace homenaje a una de las pioneras mencionadas, durante dos días el seminario que hoy inauguramos congregará a congresistas, académicas, estudiantes, representantes del movimiento de mujeres de las diversidades de grupo y etnias, pondrán su argumento, sus imágenes y su experiencia para hacer visibles en “otras palabras”, con otras palabras, que darán cuenta de las tendencias de la política pública de género, de la participación y la representación y el estatuto de la oposición, de los retos y derechos de las niñas y jóvenes, de los desafíos en el campo educativo, de la maternidad consentida y con sentido, disertarán en últimas sobre la real construcción de la paz en Colombia, aquella que mira la verdad, la justicia, la reparación de las víctimas, en el conflicto armado y en los conflictos de la vida cotidiana. Son tiempos de incertidumbre, sí… Como han sido desde antaño, los tiempos por estos lares, tiempos de señores y señoríos, de gobiernos transitorios y transmutados, de patriarcas eclesiásticos y civiles, de esclavitudes consentidas y reiteradas… Y también de mujeres que participaron en el proceso de independencia con protagonismo, las Mercedes, Marías, Policarpas, Antonias que no canta el himno nacional, pero que recordamos. Las Esmeraldas, Josefinas, Leonores, Beatrices y Rebecas que votaron por primera vez; las Florences, Magdalenas, Juanitas, Yolandas y Anas que inspiraron las nuevas perspectivas de una política pública incluyente. También las Milenas, Paolas, Sandras, Julianas, Angélicas, María Josés que buscan hoy en este convulsionado tiempo visibilizar no solo el caso individual, sino las estructuras colectivas que sustentan el mundo de lo simbólico, los capitales culturales y los discursos homogeneizantes, y también la praxis

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renovadora que va construyendo lentamente en tiempos de incertidumbre un claro proceso de transición. La historia, también la nuestra en estas veinte décadas, da cuenta en su proceso de larga duración de lo que significaron por ejemplo, la Reconquista de 1815, “con la fuerza expedicionaria más fuerte que haya cruzado el Atlántico”, o el asedio a Cartagena, o aquel significativo grito Regeneración o catástrofe a finales del siglo XIX, emblema contra la Constitución de 1863, que preparó la Carta Magna de 1886 y el Concordato de 1887, al que algunos quisieron regresar con sus añoradas misas en latín. Son lógicos movimientos de una sociedad estratificada, vertical, inequitativa y en pugna, en cuyo ámbito las élites políticas pueden recurrir a legendarios y conspicuos episodios de la tragedia griega y su mitología, como aquel de la “hecatombe”, para dar cuenta de amenazas ineluctables que justifican la arbitrariedad de la ley o la acción discriminadora de sus agentes…

Lo que queda claro también no solo para los optimistas… es que estamos en tiempos de transición, con sus formas regenerativas y sus “campañas de terror”, y que en este momento transitorio las mujeres siguieron pensando, pintando, cantando, constituyendo otras identidades… Porque es un proceso que no va a detenerse. Se frenarán recursos, se tratará de invisibilizar el sentido de los movimientos de mujeres y la fuerza de las nuevas imágenes, como estas que hemos visto de algunas portadas de la emblemática revista En otras palabras, como lo hace al viento vestigian tectonis grandis, parte de la exposición “Entre las hadas”, la obra de Milena Arango que hoy ondea real y simbólicamente en la Universidad Nacional como discurso distinto, disruptivo, y como figura que hace figuración y transfiguración en la praxis. Reciban hoy el saludo de nuestra rectora, la profesora Dolly Montoya Castaño, y el mío. Muchas gracias

Radiografías botánicas Investigación botánica sobre pigmentos naturales Milena Arango García 2014-2018

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Rehaciendo saberes


Hacia una democracia posible para las mujeres

Ligia Galvis Ortiz*

* Abogada y filรณsofa.

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Homenaje a las mujeres que nos precedieron

La democracia moderna se construyó bajo la hegemonía del modelo patriarcal con la óptica puramente masculina y la ausencia total de las mujeres cuyas voces solo se oían en los confines de la casa a puerta cerrada; eran voces eficientes para la gestión del hogar, para la economía y la cultura, pero carentes de poder aún en la misma casa. El silencio impuesto a las mujeres fue un silencio para el poder y no para la acción en los hogares o en las fábricas de textiles, de confecciones, de alimentos, en los campos como responsables de la agricultura, porque, si bien las mujeres han sido actoras silenciosas en la historia de la humanidad, ellas han estado alejadas de los poderes de decisión y desprovistas de la capacidad para ejercer sus derechos políticos. Las mujeres han estado alejadas del poder por decisión política del modelo demo-liberal y no por ausencia de capacidad y responsabilidad del género femenino. A pesar de su confinación a las paredes de la casa, la historia da cuenta de mujeres que marcaron hitos en los diferentes campos de la cultura y de la política: Madame Roland y Olympe de Gouges en la Revolución Francesa, Flora Tristán a mediados del siglo XIX, Antonia Santos, Manuela Beltrán, Policarpa Salavarrieta, son mujeres comprometidas con las causas políticas, sociales y de la independencia que rompen los muros del encierro para afirmar sus vocaciones políticas y su compromiso por la causa de la libertad, de los derechos de las mujeres y de la

población trabajadora. Decía Flora Tristán que todas las desgracias del mundo provenían del olvido y desconocimiento de los derechos naturales e imprescriptibles de las mujeres. A las mujeres les negaron la capacidad política pero nunca les pudieron arrancar sus sueños y sus deseos de emancipación y búsqueda de la autonomía. La democracia moderna ha vivido en paralelo con las luchas de las mujeres por el reconocimiento de la titularidad de sus derechos. La democracia demo-liberal nació y creció entre paradojas y contradicciones: sus principios fundamentales de libertad, igualdad y fraternidad se convirtieron en medios para afirmar la hegemonía masculina con el respaldo de pensadores como John Locke y Emmanuel Kant. Este pensador estableció en la “Metafísica de las Costumbres” la división entre el espacio público y el espacio privado; éste último es la familia definida como la unidad doméstica conformada por el padre, esposo, la mujer, esposa y madre, la prole y la servidumbre. El poder en la familia era exclusivo del padre y esposo a pesar de que eran las mujeres quienes manejaban la gestión del hogar. Fue necesario el largo recorrido de enfrentamientos, reivindicaciones y exigencias en las fábricas, en las calles y aún en las casas, de tantas mujeres que clamaban por el ingreso a la educación superior, que querían demostrar que también estaban hechas para los destinos del conocimiento, de la política y en general para ser actoras en los diferentes ámbitos de la cultura. Hace dos siglos Mary Wollstonecraft afirmó en su libro Vindicación de los derechos de la mujer: “veo con indignación las nociones erróneas que esclavizan a mi sexo”.1 Para esta pionera del 1 Wollstonecraft, Mary. Vindicación de los derechos de la Mujer. Edit. Taurus. Great Ideas. México 2013. P. 44.

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feminismo las mujeres eran preparadas para la sumisión exclusiva de los hombres, decía que la educación inadecuada era una de las causas de la condición en que vivían las mujeres de su tiempo. Afirmó esta filósofa que “la libertad es la madre de la virtud y si las mujeres son, por su misma constitución, esclavas y no se les permite respirar el aire vigoroso de la libertad, deben languidecer por siempre y ser consideradas como exóticos y hermosos defectos de la naturaleza”2 ; finalmente para la autora la cuestión era un asunto político y por eso afirmó que: “cuando la política sana difunda la libertad, la humanidad, incluidas las mujeres, se volverá más sabia y virtuosa”3. ¡Qué largo ha sido el camino que hemos tenido que recorrer para que las mujeres estemos cerca pero aún lejos de experimentar plenamente la libertad de nuestros cuerpos y de nuestras mentes; las manifestaciones actuales contra el aborto son ejemplos del camino que hay que recorrer para que la libertad para las mujeres pase del concepto a la vivencia y al sentir de la libertad de sus conciencias. Recordemos algunas de las mujeres que se atrevieron a romper el esquema de la dominación y la obediencia. Elena Lucrezia Cornaro Piscopia fue la primera mujer que se doctoró en filosofía en la universidad de Padua en 1678. Luego emergieron las médicas, las abogadas y las matemáticas. La primera colombiana doctorada en Medicina fue Ana Galvis Hotz graduada en la Universidad de Berna, Suiza, en 1877.4 Eloísa Diza de Chile recibió su título de medicina en 1885; Matilde Montoya de México en 1887 y

2 Ibidem. P. 45. 3 Ibidem. P. 46. 4 Itati Palermo, Alicia. El Acceso de las Mujeres a la Educación Universitaria. En: Revista Argentina de sociología. Buenos Aires 2006.

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Cecilia Grierson de Argentina en 1889. La doctora Galvis fue la tercera mujer en recibir el grado de doctora en medicina. Todas estas mujeres abrieron puertas, iniciaron el camino que aún seguimos recorriendo para que las voces y presencias femeninas ocupen los espacios que secularmente les fueron negados en el mundo de la ciencia, de la cultura y de la política. Es decir, para que finalmente la democracia sea coherente con sus principios, para que las mujeres sean libres para decidir sobre su cuerpo, libres para pensar, para opinar, para participar en los asuntos públicos como agente político; para que la igualdad entre hombres y mujeres sea reconocida como pilar fundamental de la democracia, para que la autonomía adquiera su principio de realidad en la vida de las mujeres. La democracia será posible para las mujeres gracias a las que nos precedieron en estas reivindicaciones y a quienes les debemos todo nuestro reconocimiento y nuestro homenaje. Esta llama permanecerá encendida siempre en las plazas públicas y en nuestros corazones. Mientras haya mujeres que avancen en las reivindicaciones pendientes, habrá esperanza para que la democracia participativa sea una realidad para las mujeres en igualdad de condiciones con los hombres.

Las disfuncionalidades de la democracia La democracia evolucionó alimentada por las desigualdades y criterios de exclusión los cuales se hicieron más evidentes en la medida en que las transformaciones socioculturales se aceleraron gracias a los progresos de la ciencia y la tecnología. Por esta razón, la democracia contemporánea tiene factores que la inhabilitan y le imprimen un carácter disfuncional. Señalamos algunos aspectos importantes para el desarrollo de nuestro tema. Estos son:


La carencia del sujeto democrático

El ocultamiento social y político de las mujeres

Este es un vacío estructural para la democracia y tiene mayor relevancia en las sociedades que sufrieron la experiencia de la colonización. Las sociedades que vivieron bajo regímenes coloniales se formaron en la cultura de la obediencia y la dependencia. Para los colonizadores lo importante era formar conciencias sumisas al régimen. Estos eran los principios rectores de la catequización y de la educación. Las independencias contra el régimen colonial, particularmente en América Latina, se realizaron bajo el lema de la libertad política de los pueblos mas no de la vivencia de la libertad de las personas. En Colombia la libertad quedó consagrada en las Constituciones republicanas pero el sistema educativo no se modificó para formar a la población como seres libres y autónomos. Mientras se predicaba la libre autodeterminación de los pueblos desde el punto de vista político, en las escuelas los estudiantes se formaban para la obediencia y la sumisión. En este sistema las mujeres vivían una doble sumisión: la del sistema educativo que las preparaba para obedecer y complacer al marido, obedecer al padre y a los hermanos, y la sumisión que se desprendía de la educación cívica y el catecismo Astete. La pedagogía para formar ciudadanos y ciudadanas para la libertad y la autonomía es un proyecto aplazado que el Estado y la sociedad solo han considerado cuando ya el siglo XX se acercaba a su fin. La democracia en Colombia es una democracia formal porque está definida en la Constitución pero carece de sujeto democrático. Esta es una disfuncionalidad estructural que tiene que resolverse con un sistema educativo universal igualitario que capacite a la población para la gestión autónoma de la vida y para la libertad personal y política.

Estas sociedades fueron incorporadas a la democracia que se instalaba en Europa, un sistema foráneo y desconocido en nuestros territorios. La vida republicana ha sido una experiencia de incorporación mas no de liberación real. Por ello, la democracia se instaló sobre la obediencia, sobre la sumisión y sobre el ocultamiento de más de la mitad de la población: los grupos afrodescendientes, los pueblos indígenas y particularmente las mujeres. Así llegó ese modelo procedente de Europa y encontró terreno abonado en la conciencia sumisa y carente de capacidad crítica, para mantener las desigualdades originarias del sistema. Las mujeres estaban escondidas en los umbrales de sus casas y aceptaban su situación sin darse cuenta que otras mujeres habían sacrificado sus vidas por la libertad en la época de la independencia. Las mujeres del siglo XIX republicano no se pensaban de otra manera. Un ejemplo de esta sumisión se vivió en la provincia de Vélez cuando se estableció el voto femenino y ellas entendieron esta concesión como un insulto a su feminidad y no salieron a votar. Entrado el siglo XX surgen mujeres como María Cano, María Eastman, Fita Uribe, Débora Arango, Ofelia Uribe, exponentes de las mujeres rebeldes con causa y de las mujeres sufragistas. Son las voces insurgentes que rompen el silencio, abren las puertas de sus casas y de sus mentes para iniciar la lucha por el reconocimiento como seres dignos, libres y autónomos. Estas mujeres llegaron a la política, a la literatura, a las artes plásticas, al periodismo al magisterio y al movimiento sufragista. El siglo XX es el siglo de la ruptura del silencio, del inicio de su aparecer en las arenas políticas y de la llegada de las mujeres a las instancias del poder.

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Las formas de violencia que afectan a las mujeres y a la democracia Todas las formas de violencia son incompatibles con la democracia. La violencia política ha sido la compañera permanente de la democracia en Colombia y ésta es una de las causas de su debilidad. En la segunda mitad del siglo XX la violencia adquirió características multidimensionales en razón de sus actores, las víctimas y las diferentes formas en que se presentan los fenómenos violentos. Los últimos capítulos de la guerra se viven a partir de los años sesenta cuando grupos de colombianos y colombianas convencidos de sacar adelante su proyecto político a través de las armas, se rebelaron contra el Estado y su institucionalidad. Desde entonces, el país ha vivido en la desazón de la guerra; más de cinco generaciones se han formado bajo los estigmas del conflicto armado y no saben vivir en paz. Esta circunstancia es una de las consecuencias nefastas de la confrontación que rara vez se tiene en cuenta en los análisis y estudios de los expertos. Pero el abanico de las violencias va más allá y cubre todos los escenarios de la vida política, social, económica y familiar. Este contexto alimenta el conflicto armado y, a su vez, éste penetra los espacios familiares, laborales y sociales del país y genera víctimas directas e indirectas. Las víctimas directas de la guerra son las viudas, las madres, las hermanas y hermanos de quienes han muerto, están desaparecidos, fueron secuestrados, desplazados y exiliados; son víctimas quienes viven bajo las amenazas provenientes de los actores de la guerra; somos víctimas indirectas quienes simplemente vivimos en un país que vive de la guerra porque todos sufrimos y vivimos con la tensión permanente de caer bajo las bombas o simplemente porque lloramos frente a las

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pantallas cada vez que nos llegan las noticias de una masacre, de un asalto, de una emboscada, de un atentado a los oleoductos. Porque estamos perdiendo un país en el cual todos y todas podríamos vivir en paz con los recursos que nos brindan la naturaleza y la capacidad de empresa de sus habitantes. Toda la población es víctima por el solo hecho de vivir bajo la guerra, de sufrir la tensión de la inseguridad de las calles en las ciudades, en los caminos, en las carreteras; son víctimas las niñas y los niños maltratados por sus padres y madres, por sus maestros, las personas mayores por el abandono y los despojos de que son objeto por parte de sus hijos, hijas y parientes. Son víctimas las mujeres violadas, maltratadas, abusadas y discriminadas por las desigualdades laborales, acosadas por sus jefes, violadas y maltratadas por sus padres, sus esposos o compañeros. La familia es el escenario más violento para la infancia y para las mujeres. Con razón las mujeres consideran los espacios familiares como enemigos de su seguridad y tranquilidad. Para una mayoría importante de mujeres el ámbito familiar es un triste capítulo en sus historias personales. Todo esto sucede bajo la impotencia del Estado y de la sociedad. Son enormes los presupuestos invertidos en campañas para erradicar la violencia intrafamiliar; son grandes los contingentes de funcionarios y funcionarias que se ocupan de las estrategias y programas encaminados a erradicar las violencias y discriminaciones contra las mujeres y, sin embargo, los índices de maltratos, violaciones y feminicidios aumentan en proporciones que demeritan y debilitan la democracia en todas sus manifestaciones. La familia no sabe vivir en paz porque la sociedad no sabe lo que es la convivencia pacífica.


La corrupción, otra forma de violencia La corrupción es una vena rota de la democracia colombiana, es la forma de violencia económica que genera tanto daño como el conflicto armado y los demás factores de violencia que azotan al país. Es un flagelo para la democracia porque afecta las finanzas públicas de los municipios, los departamentos y la nación. El atentado contra los presupuestos públicos es una práctica que afecta la calidad de vida de la población, afecta los bienes de hombres y mujeres que trabajan y pagan sus impuestos, pero sus recaudos terminan en los fondos de los particulares y van a engrosar los caudales de quienes irrespetan tanto las rentas nacionales como la vida de las comunidades, la vida de la infancia, la vida de las personas mayores, la ética de lo público y la dignidad de la democracia.

La anomia social La anomia social es la raíz profunda de la disfuncionalidad de la democracia. Tiene su origen en la incorporación de la sociedad al sistema democrático sin tener en cuenta la formación de las personas para ser actoras en ejercicio pleno de sus principios. La sociedad colombiana fue incorporada a la Corona Española en calidad de súbditos obedientes al rey. El resultado de esa incorporación fue la conciencia sumisa y obediente frente a un poder incondicional e incuestionado. Con el advenimiento del régimen republicano no se modificó el ideario de la educación que debía transformar esos seres sumisos en personas capaces de experimentar y vivir la libertad. Nuevamente se realiza la incorporación forzada de la sociedad al régimen republicano y democrático. Los fundadores de la República se ocuparon del debate por el tipo de Estado, el cual se resolvió con las guerras

civiles que sembraron el terror y cubrieron el territorio nacional de odios incomprendidos pero vividos por la gente en los campos y en los pueblos. La nación colombiana se constituyó en medio de las guerras partidistas manejadas por la clase política que aprovechaba la ignorancia política de la gente. La democracia creció sin conciencia legisladora, sin sentido de pertenencia de sus principios y de su normatividad. La anomia es la ausencia de conciencia normativa; en ella las personas carecen de identidad con las normas; las sociedades anómicas perciben las leyes como obstáculos que hay que eliminar para vivir la vida como la entienden desde la perspectiva de sus intereses individuales. Las normas del Estado, las normas de la escuela, las normas de la familia son fuente de rebeldía, y de trasgresión. Con las excepciones correspondientes, Colombia es una sociedad anómica y la democracia es un sistema que carece de identidad y respeto por el Estado de derecho. Tenemos una democracia muy bien definida en la Constitución pero no tenemos sujeto democrático. La democracia fundada en el paradigma de los derechos humanos se instala ante todo en la conciencia y en el corazón de sus titulares así como está definida en la Constitución Política. La anomia de la sociedad colombiana es un obstáculo desafortunado para la realización plena de los derechos de las mujeres. Es difícil reivindicar derechos y, en particular, los derechos de las mujeres cuando las personas no se reconocen como titulares activos de los mismos. Es imposible respetar los derechos de los demás cuando no se tiene la vivencia de la titularidad de los derechos propios. Cuando las personas no reconocen y viven sus derechos, no tienen los elementos para reconocer y respetar los derechos de sus semejantes. Los derechos se

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predican de los humanos, no de las otras especies de la naturaleza. Los hombres pretenden manejar sus relaciones de pareja con la conciencia de su poder de patriarca porque la titularidad de sus derechos es muy baja y son seres incapaces para reconocer y respetar sus derechos y los derechos de las mujeres.

del olvido la formación política de la gente en el orden personal y social. La pedagogía que necesita la democracia es aquella que se orienta a la educación de la gente para que se reconozcan como personas libres, responsables y autónomas y reconozcan que todos los seres humanos poseen estos atributos en condiciones de igualdad.

Las desigualdades económicas, sociales y culturales y en razón del género

La formación de las personas como sujetos democráticos es la condición indispensable para superar la condición de ser incorporado que heredamos de la educación colonial. El ser incorporado es el ser de la sumisión, de la obediencia, de la asimilación y de la dependencia desde el punto de vista político y del conocimiento; es el ser carente de sentido crítico y creativo. Es necesario que los proyectos educativos tengan en cuenta la importancia de superar esta forma de ser de la sociedad colombiana para que la democracia fundada en el paradigma de los derechos humanos alcance su plena realización. El proyecto pedagógico que forma para la libertad y la autonomía tiene una triple dimensión: tiene que formar a la persona en su intimidad, como ser social y como ser político. En la intimidad del ser se anidan los atributos de la dignidad, la libertad, la responsabilidad, la igualdad y la autonomía. Desde la perspectiva puramente individual (la intimidad) se reconoce como ser digno; desde la dimensión social se descubre como persona igual y solidaria con su especie; como ser político se aprecia como especie, comprometido con las finalidades del Estado Social de Derecho y la responsabilidad integral del planeta. Cuando el paradigma de los derechos se instala en la conciencia de la persona, ésta se descubre como un yo íntimo, un yo social y un yo político, se puede hablar de democracia posible para las mujeres; los hombres tienen que ser formados en esta triple dimensión porque son ellos quienes tienen

Decimos que la democracia en Colombia es una democracia disfuncional. Ya revisamos algunas de sus debilidades que tienen que ver especialmente con la ausencia de factores relacionados con la libertad y la autonomía. La otra carencia propia de la democracia que, además de hacerla disfuncional la hace contradictoria, son las desigualdades económicas, sociales, económicas y en razón del género, porque la igualdad es otro pilar fundamental de la democracia. Las desigualdades nacieron con la democracia en la modernidad y aún conviven especialmente en los países incorporados al sistema, cuyas sociedades son anómicas y carecen de sujeto democrático.

La democracia que necesitan las mujeres Formación del sujeto democrático El punto de partida de la democracia fundada en el paradigma de los derechos humanos, es la persona. En esta perspectiva, la democracia es una forma de vida, es un modo de ser de los seres humanos que acompaña y orienta las relaciones interpersonales. La democracia es totalmente disfuncional si carece de sujeto democrático. Esta tarea es una prioridad olvidada de los sistemas educativos y de los procesos de socialización de las niñas, niños y adolescentes. Es preciso sacar

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que transformar su conciencia autoritaria y posesiva para asumirse como el sujeto propio de la democracia. Las mujeres tendrán que continuar el camino de su reconocimiento como personas, como sujetos democráticos con todos los atributos que las caracterizan, y ejercer su condición de titulares activas de todos sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.

Sin igualdad entre hombres y mujeres no hay democracia ni en los tiempos ni en los espacios La igualdad es una condición sine qua non de la democracia contemporánea. Esta es una de las carencias más evidentes del modelo democrático universal y, especialmente, de la democracia colombiana. Las desigualdades están presentes en todas las dinámicas sociales. Son, en primer lugar, las carencias económicas las que afectan la calidad de vida de las colombianas y los colombianos. Afectan la vida familiar, la vida social y la vida política del país pues la falta de recursos económicos son los factores que dan lugar a las disfuncionalidades políticas como la compra de votos, el caudillismo, etc.; la desigualdad en la educación es otro aspecto que incide directamente en la debilidad de la democracia pues los derechos políticos los deben ejercer personas conscientes de su titularidad y con el conocimiento pleno de los efectos políticos que tiene el depositar su voto en las urnas electorales. La democracia conformada por personas que en su mayoría carecen de calidad de vida y de cultura política es una democracia débil y susceptible de convivir con los factores de corrupción e impotencia para eliminar los obstáculos que afectan su funcionalidad. Desde el punto de vista del enfoque diferencial por género, es impensable una democracia

funcional mientras persista la desigualdad entre hombres y mujeres; según las agencias internacionales y los estudios que se han realizado en el país, en Colombia aún no se cumplen los mandatos de los Convenios de la OIT que establecen el principio de a trabajo igual, salario igual, la igualdad en las condiciones de empleo, los convenios sobre la explotación laboral de las niñas en el trabajo doméstico especialmente y sobre las peores formas de explotación laboral.5 No se cumplen las normas nacionales como la igualdad de oportunidades para las mujeres y las niñas. Las mujeres cabeza de familia tienen una especial protección más o menos efectiva. Otro factor importante de desigualdad se aprecia en las relaciones intrafamiliares en las cuales la violencia intrafamiliar hace de las mujeres y las niñas sus principales víctimas; son ellas quienes aún son consideradas como objetos de placer o de explotación sexual y laboral. La desigualdad entre hombres y mujeres se vive en sus tiempos y en sus espacios. El tiempo que las mujeres dedican a su trabajo y a la gestión y cuidado de sus hogares son superiores al tiempo que los hombres dispensan a sus tareas, en más o menos siete horas. Ellas tienen triple y, a veces, cuádruples jornadas así: el tiempo laboral, el tiempo del cuidado y el tiempo de gestión de la casa, más el tiempo de los afectos y lo que algunos llaman el cumplimiento de sus deberes conyugales. Las mujeres no tienen tiempo para el descanso, ni tiempo para el ocio. Esta carencia afecta el principio de igualdad entre hombre y mujeres; la democracia posible para ellas tiene que promover la igualdad en la participación 5

OIT. Convenio No 3 sobre protección de la maternidad. 1919. Convenio No 4 sobre el trabajo nocturno (mujeres) 1919. Convenio 100 sobre igualdad de remuneración. 1951. Convenio 111 sobre discriminación en materia de empleo.

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para la gestión de la casa y el cuidado de quienes lo necesitan. Para alcanzar este objetivo es preciso que los hombres ingresen como sujetos activos de la gestión y el cuidado de la casa. La igualdad en los escenarios de la vida social es otro factor indispensable para garantizar la democracia para las mujeres en todos los espacios de su vida. Las mujeres sufren los embates de la desigualdad en el ámbito familiar en donde, como ya se afirmó, no se las reconoce como iguales en dignidad y en la titularidad de los derechos, y es víctima de todas las formas de violencia. Es innegable que el escenario familiar ha sido el más hostil para las mujeres porque el modelo patriarcal está fundado en su incapacidad para gestionar su propia vida como titular de derechos y responsabilidades. Es urgente considerar y trabajar la familia como el escenario en donde se vive y se enseña la democracia a través de las vivencias, los ejemplos y los comportamientos respetuosos de la dignidad y los derechos de todas y todos sus integrantes. Hablamos de la democracia de los sentimientos y de las responsabilidades en la gestión y el cuidado del hogar. La primera se refiere al reconocimiento de las mujeres, los niños, las niñas, ancianas y ancianos como personas dignas e iguales, libres, responsables y autónomas en sus sentimientos, en el respeto y manejo de sus cuerpos y como autoras y autores de sus proyectos de vida. La segunda tiene que ver con la participación en condiciones de igualdad en las responsabilidades del hogar; todos los integrantes del grupo familiar en todos los momentos de su desarrollo vital tienen que participar en el mantenimiento físico, económico y cultural de la familia. La responsabilidad en el grupo familiar se vive desde la infancia hasta la vejez según una gradualidad intergeneracional.

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La presencia de las mujeres en la política y el acceso a la justicia Según la Organización Sisma Mujer en su análisis sobre los resultados de las pasadas elecciones para el Congreso de la República, no hubo progreso en la participación femenina en las dos cámaras. Fueron elegidas 55 mujeres, 24 senadoras y 31 representantes a la Cámara. “En Colombia no hemos logrado despegar del 20%, ni acercarnos a las cuotas que establecen un 30%, por lo que aún queda mucho camino por recorrer para alcanzar la paridad del 50%”6. La representación en las corporaciones públicas regionales sigue estable en el 17%, 70 diputadas a las Asambleas Departamentales y 2.127 mujeres están presentes en los Concejos Municipales y Distritales. Por primera vez se eligió una Vicepresidenta, hay cinco gobernadoras y 134 alcaldesas. Estos datos provenientes del documento de UNIFEM muestran que la representación femenina en las esferas del poder está estancada. Ha progresado la decisión de las mujeres de participar activamente en los procesos electorales. Continúan los obstáculos para ser elegidas. Las mujeres son activistas, aumenta el número de aspirantes pero lo que no progresa es la cultura política en términos de igualdad de oportunidades en las listas de los partidos y en el convencimiento de la ciudadanía de que las mujeres son tan capaces como los hombres para ejercer las funciones públicas. El documento de UNIFEM afirma: “La consolidación de la paz y de un eventual escenario de post-acuerdo requiere ante todo del fortalecimiento de la democracia a través de la inclusión paritaria de las mujeres en los espacios de toma de decisión, 6 Sisma Mujer. Representación de mujeres en el Congreso 2018-2022. 16 de marzo de 2018. Ver SismaMujer.org


el liderazgo de las mujeres, su talento, son elementos clave para la paz, la democracia y el desarrollo.”7 La igualdad real en la política es el factor determinante para la consolidación de la sociedad constructora de paz en Colombia. El otro factor indispensable para la democracia con mirada y voz de mujer es el acceso a la justicia. Existe una normatividad protectora de las mujeres contra la discriminación, los abusos de todo orden, el maltrato físico, psicológico y sexual, así como las violaciones sexuales y los feminicidios, pero la misma estructura de la justicia no se ha reformado para incorporar el enfoque de género en los procedimientos y formas de investigación, de tal manera que las voces de las mujeres tengan validez ante la administración de justicia. Normas como la Ley 1257 de 2008 por la cual se dictan normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres, aún se aplican tímidamente en los estrados judiciales. El objeto de la ley establece con claridad que se deben adoptar normas para garantizar a todas las mujeres una vida libre de violencia tanto en el ámbito público como en el privado. Entre los principios rectores de esta ley está la garantía de la igualdad real y efectiva en el diseño de las políticas para que las mujeres tengan acceso a los servicios del Estado encargado de la realización efectiva de sus derechos. Uno de los factores que inciden en la impunidad de la justicia para las mujeres es la ausencia de una carta de derechos de las mujeres; la Convención para la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres, como su nombre lo indica, establece obligacio7 UNIFEM. Las Mujeres en el poder político local 2016-2019. Espacio patrocinado por la Mesa de Género de la Cooperación Internacional en Colombia. Mesadegenerocolombia.org.

nes para erradicar las discriminaciones pero no se ocupa de sus derechos específicos. Esta es una tarea pendiente que de ser llevada a cabo puede convertirse en un instrumento más efectivo para alcanzar la igualdad real de las mujeres en la política y en el acceso a la justicia.

El Estado laico y la sociedad desacralizada Una de las reivindicaciones centrales para consolidar la democracia propicia para las mujeres es la práctica efectiva del Estado laico que la Constitución de 1991 consagró junto con la libertad de cultos y la libertad de conciencia. Esta reivindicación forma parte del pliego de reivindicaciones de las mujeres desde las audiencias públicas convocadas por el Presidente Virgilio Barco para garantizar la participación popular en su proyecto de reforma constitucional, que finalmente no fue aprobado por el Congreso de la República. En esa oportunidad las mujeres presentaron un documento en el cual se establecía la necesidad del Estado laico como garantía de la realización los derechos humanos desde el punto de vista universal. El confesionalismo que ha caracterizado al Estado colombiano desde los inicios de la era republicana, es otra de las formas de disfuncionalidad de la democracia en Colombia. La Carta Fundamental expedida en 1886 le otorgó a la Iglesia Católica la orientación de la educación y la administración de los cementerios. En 1887 el gobierno firmó el Concordato con el Vaticano. Desde entonces el Estado colombiano está vinculado al credo católico y son grandes la dificultades que experimenta para cumplir con el principio de separación entre el poder temporal y el poder espiritual; esta larga tradición explica la imposibilidad que tienen las personas que ejercen la función pública para establecer la diferencia entre la práctica de su religiosidad

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y la práctica de la función pública. La función pública es totalmente independiente de la confesión religiosa, pero esta diferencia no es suficientemente comprendida por quienes tienen las responsabilidades de la función pública. Por esta razón, la capacitación para el ejercicio de la función pública desde la primacía del Estado laico es otra prioridad de la pedagogía para la democracia fundada en los derechos humanos. El presupuesto de que el Estado laico se haga realidad, es la sociedad desacralizada. La influencia de la religión en la cultura de la sociedad colombiana es tan evidente que las autoridades públicas no establecen ninguna diferencia entre su conciencia religiosa que releva de la conciencia íntima y la función pública que tiene carácter universal y, por consiguiente, tiene que garantizar el ejercicio de todos los credos y garantizar los derechos de quienes no pertenecen a religión alguna. La carencia de una cultura política desacralizada es un obstáculo real y de difícil superación mientras no se promueva en el sistema educativo la separación real entre la iglesia y el Estado y que la ciudadanía entienda que es posible tener y ejercer un credo religioso y aceptar que la función pública no se puede ejercer bajo influencias religiosas de ninguna índole. Esta separación no atenta contra el libre ejercicio de la conciencia religiosa en el nivel individual. Lo que hay que tener muy claro es que la religión está adscrita a la intimidad de la persona, mientras que la función pública es del resorte de lo público y en esta dimensión la única forma de garantizar la libertad de cultos es no tomando las decisiones bajo la influencia de algún credo religioso. Esta diferencia sólo se garantiza si la socialización y la educación se llevan a cabo bajo la dirección de la sociedad desacralizada.

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La vida libre de violencias Las formas de violencia que azotan a las mujeres son la expresión de las carencias y disfuncionalidades de la democracia. Las sociedades que viven bajo los flagelos de las violencias contra las mujeres y las niñas no son sociedades democráticas porque la violencia es incompatible con la democracia. Mientras subsistan estas prácticas violentas, mientras los feminicidios no bajen al punto cero y los hombres no abandonen ese trono de dominación y posesión del cuerpo y la mente de las mujeres, la democracia no será posible para ellas. La garantía y protección de los derechos de las mujeres es una condición indispensable para que la vida social se viva en democracia. Por esta razón, insistimos en la necesidad de aprobar una carta de derechos de las mujeres que refuerce las normas nacionales e internacionales existentes que establecen los compromisos de los Estados de erradicar y sancionar las formas de violencia contra las mujeres como la Convención de Belém do Pará, y la ya citada Ley 1257 de 2008 en Colombia. Para que la democracia sea realidad para las mujeres y las niñas es necesario que el Estado garantice su seguridad en todos los escenarios de la vida cotidiana, laboral y política de la sociedad. En la vida cotidiana la garantía se debe ejercer ante todo en la familia como ya se estableció en este escrito, pero se debe establecer también en los escenarios públicos, en las calles, en los parques, en los establecimientos públicos y en todos los escenarios en los cuales se realicen las actividades sociales y culturales. En términos generales, las ciudades, los municipios y los campos deben brindar seguridad, tranquilidad y paz a las mujeres y a las niñas. De igual manera, en el orden laboral las mujeres exigimos un escenario


libre de acosos, violencias y discriminaciones. Los espacios políticos promueven la paz y la seguridad para las mujeres y para la sociedad en general, pero estos llamados, así como las normas que se aprueban, no tienen la efectividad necesaria y por lo tanto no se puede afirmar que estamos en el camino de la erradicación de estas violencias. Los medios de comunicación pueden ser vehículo de violencia o de seguridad para nuestro género; pero en este campo no existe la conciencia sobre la situación de las mujeres en la democracia y generalmente promueven las ideas de la mujer objeto de placer, la mujer conflictiva, sumisa y obediente; y, por falta de conocimiento y análisis de sus responsabilidades como comunicadores, refuerzan los principios del modelo patriarcal. El Estado, los medios de comunicación y quienes conformamos los conglomerados humanos somos responsables de la construcción de la democracia portadora del paradigma de los derechos; este es el único modelo que le puede brindar a las mujeres y a las niñas, la vida libre de violencias, la vida capaz de garantizar la igualdad como seres dignos, responsables y con vocación para la libertad y la autonomía. Esta es la democracia posible para las mujeres.

Referencias bibliográficas Bobbio, Norberto. Igualdad y Libertad. Ediciones Paidós. Barcelona, 1993. Cortina, Adela. Ética sin moral. Editorial Tecnos. Madrid. 1995. Galvis Ortiz, Ligia. Comprensión de los Derechos Humanos. Ediciones Aurora. Bogotá. 2008

Galvis Ortiz, Ligia. Pensar la familia de hoy. Ediciones Aurora. Bogotá. 2011. Itati Palermo, Alicia. El acceso de las mujeres a la educación universitaria. Revista Argentina de Sociología. Buenos Aires 2006. Kant, Emmanuel. La metafísica de las costumbres. Rei Andes. Bogotá 1995. Lara, María Pía. La Democracia como proyecto de identidad ética. Editorial Anthropos. México. 1992. Locke, John. Segundo ensayo sobre el Gobierno Civil. Editorial La Página. Editorial Losada. Buenos Aires. 2003. Mill, John Stuart. De la Liberté. Presses Pocket. Paris. 1990. ONU. Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos. Compilación de Instrumentos Internacionales. Edic. Panamericana. Bogotá. 2001. Sisma Mujer. Representación de mujeres en el Congreso 2018-2022. 16 de marzo de 2018. Sismamujer.org Stiglitz, Joseph E. El precio de la desigualdad. Editorial Taurus. Bogotá. 2012. UNIFEM. Las Mujeres en el poder político local 2016-2019. Mesadegenerocolombia.org Wollstonecraft, Mary. Vindicación de los derechos de la Mujer. Edit. Taurus. Great Ideas. México 2013.

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El largo camino del dicho al hecho:

las dificultades histĂłricas y culturales en la construcciĂłn de una democracia laica y real

Vilma Penagos Concha*

* Licenciada en filosofĂ­a e historia y magister en literatura colombiana y latinoamericana de la Universidad del Valle.

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Resumen Esta ponencia intenta dar cuenta de la gran contradicción que hay entre los avances jurídicos en derechos humanos y en derechos de las mujeres, y los datos sobre violencia y segregación social de Colombia. Para ello, parte de una reflexión sobre la discursividad de hombres y mujeres en los distintos escenarios públicos y la gran preponderancia del lenguaje religioso en sus intervenciones. La presencia del lenguaje y la ritualidad católica en la cultura colombiana es una fuerza que viene del pasado colonial y que no se ha logrado desvincular de la vida política y pública del país porque tiene un profundo arraigo en la conciencia de la población, para quienes pensarse o percibirse a sí mismos como laicos o no creyentes es impensable en la mayoría de los casos, sobre todo para quienes no hacen parte de la cultura letrada, es decir los marginados1.

1 Se entiende como marginado o marginada a toda persona que por sus condiciones de clase, etnia o género no goza de plenos derechos ni de los beneficios materiales ni culturales. Además, no tiene libertad de conciencia ni libre albedrío pues para subsistir ha tenido que someterse a los designios del dominador.

Hasta bien entrado el siglo XX la Iglesia Católica seguía teniendo el control de la cultura y la moral de la gente y, lo que es más significativo aún, su poder y su pedagogía evangelizadora seguía siendo la misma que en el periodo colonial. Además, se trata de explicar cómo los sectores marginados de la sociedad que ven en la participación política una posibilidad de obtener beneficios para ellos y sus comunidades asumen los nuevos discursos como el de derechos humanos y el de género como una estrategia de resistencia para permanecer en los escenarios políticos, sin que esos discursos transformen sus maneras de pensar o sus creencias religiosas. Finalmente, a partir de la lectura de algunos planteamientos hechos por teóricos de la antropología y del derecho entender cómo funcionan esas estrategias, y pensar en la manera de superarlas para que se dé un cambio real en las mentalidades de las mujeres y los hombres que nos permita construir una democracia laica2 y real en Colombia.

¿Cuál es el problema? En las pasadas elecciones legislativas del año 2017, en una ciudad del interior, asistí a un acto político en el que mujeres candidatas del partido de la FARC –Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común- presentaban sus propuestas de candidatura. Al iniciar la reunión se nos ofreció una gaseosa, una deliciosa empanada y una rosa roja 2 El concepto laico/a surge en la Edad Media europea y hace referencia a toda persona que no pertenece al clero, es decir a la institución de la Iglesia Católica, en ese entonces tenía una connotación peyorativa. Actualmente se entiende por laico/a, laicidad o laicismo a una política democrática que busca eliminar la injerencia del poder de la Iglesia Católica y de su moral cristiana en las decisiones políticas del Estado.

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como símbolo del decisivo paso de la organización de la lucha armada a la lucha civil por la democracia. Una a una las candidatas a la Cámara de Representantes fueron ofreciendo su recién inaugurado discurso. Aunque se apreciaba una dificultad para encontrar coherencia y cohesión en sus palabras, la audiencia entendía que no era fácil estrenar un discurso político para unas mujeres cuya tarea había sido otra. En verdad, lo que se saludaba era el derecho a hablar, a formar parte, a pertenecer y a defender sus propuestas en un espacio de civilidad. Sin embargo, algo llamó poderosamente mi atención, pues no esperaba encontrar en ese espacio político el uso recurrente de expresiones propias del lenguaje religioso: “con la ayuda de Dios y la virgen ganaremos las curules”, “Si Dios lo quiere llegaremos a la Cámara”. Hace poco vi una entrevista que le hicieron en CNN a la famosa actriz Margarita Rosa de Francisco. El entrevistador le preguntó si creía en Dios, ella respondió que no, que no tenía creencias religiosas, pero que no se declaraba atea porque consideraba que decirse atea era de alguna manera darle existencia a Dios. No obstante, en su discursividad, hacía constantes referencias a Dios, “por dios eso no puede ser”, “eh ave María, pues”, “dios mío…” eran recurrentes en su discurso. De igual manera, en una entrevista al más grande de nuestros anticlericales, Fernando Vallejo, la periodista le preguntó si creía en Dios, Fernando no supo responder de manera franca y directa, dio varios rodeos, pero, al final, no dijo abiertamente, ante las cámaras, que no creía en Dios.

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He sido activista feminista por más de treinta años, he participado en múltiples acciones de promoción y defensa de los derechos de las mujeres y de implementación del enfoque de género. En todos estos años he realizado talleres, conferencias, cursos y formaciones destinadas a mujeres, y a hombres en algunos casos, y en todas ellas se ha hablado de todo: de la política, de los derechos humanos, de las violencias, de la sexualidad, del aporte de las mujeres a la sociedad, de la necesidad de que ellas se reconozcan a sí mismas como sujetas de derechos, pero nunca hemos hablado de la religión o de la religiosidad como un elemento que siempre ha estado presente en nuestra existencia y que tiene una relación directa con nuestras opresiones. Tal vez por respeto a las creencias religiosas, tal vez por temor a entrar en problemáticas frente a las que no tenemos posiciones claras, o también, porque muchas de las mujeres feministas que trabajan en estos espacios son creyentes. Recuerdo que en una ocasión se me ocurrió decir que algunas de las actividades que se hacían en los encuentros de mujeres se parecían a las que se hacían en las ceremonias católicas y esto me valió la enemistad eterna de algunas mujeres. Estamos acostumbrados como sociedad a ver símbolos religiosos católicos en todas partes y a escuchar expresiones religiosas en todos los discursos; hace poco un procurador general de la Nación decía que las leyes de dios estaban por encima de la Constitución Política de Colombia, por encima de las leyes civiles. Criticar públicamente la fe religiosa o la religiosidad popular es algo que nos pone en riesgo, y


pocas personas quieren asumir ese riesgo que puede tener consecuencias inesperadas. Incluso hoy, ante los graves hechos que están saliendo a la luz pública sobre los abusos sexuales de los sacerdotes en el mundo entero, nadie que tenga buen juicio se atreve a cuestionar la fe, la práctica religiosa o la presencia constante de expresiones religiosas en nuestros discursos públicos y políticos. Vivimos en un universo religioso donde el lenguaje es apenas una parte. En efecto, la educación, el comportamiento, las buenas costumbres, todo está regido por la moral católica y esto resulta natural e incuestionable. Es por esto que he dado el título de El largo camino del dicho al hecho a esta ponencia, en la que retomo el antiguo refrán que dice: ¡del dicho al hecho hay mucho trecho!, esto podría explicarse como la gran distancia que hay entre lo que una persona dice y lo que hace. En este caso habría que especificar un poco más; entre lo que está escrito en los textos oficiales de la política pública en relación con los derechos de las mujeres y el enfoque de género, y lo que sucede en la realidad. He querido resignificar este refrán, fruto de la sabiduría popular, para plantear que las transformaciones que se requieren para que Colombia, como colectivo humano, llegue a ser una sociedad más justa y democrática van más allá de los documentos oficiales y los acuerdos internacionales, que esos cambios pasan por una transformación de las mentalidades que permita que una cultura laica prime por encima de la moral y la ritualidad religiosa, que esté fundamentada en la justicia social, el bien común y la ética política y social.

¿Qué nos dice la historia? Desde el momento de la ruptura con la Corona Española, Colombia se ha visto enfrentada a dos proyectos de nación que aún no logran ponerse de acuerdo. Al respecto dice la profesora Margot Andrade Álvarez:3 “Siglo y medio de Independencia no es suficiente para la instauración de un orden político estable en Colombia, en razón de los enfrentamientos político-militares provocados por la ruptura con España, y el vacío de poder político dejado por las autoridades españolas, reemplazadas por las elites criollas, cuyo apetito por el poder provocó no solamente su división política expresada en los partidos liberal y conservador, sino también una serie de rivalidades que las opone en guerras civiles.”4

En las confrontaciones por definir el proyecto nacional la Iglesia Católica ha tenido un papel determinante, no sólo sobre el modelo de país que se quiere, sino por su alianza irrestricta con las tendencias más conservadoras de ambos partidos para la permanencia de un régimen político basado en la segregación social, étnica y de género. Su labor ha sido la de mantener el control de la moral nacional a través de la naturalización de la fe católica hasta el punto de no permitir ninguna disidencia o cuestionamiento sobre ella, ni su institución ni sus miembros. En la importante 3 Doctora en Historia de la Université de Nantes-France (Francia), Profesora del Departamento de Historia y Geografía de la Universidad de Caldas (Colombia) e investigadora del Instituto Francés de Estudios Andinos – IFEA. Correo electrónico: margotandrade4@ yahoo.es 4 Andrade, A. Margot. “Religión, política y educación en Colombia. La presencia religiosa extranjera en la consolidación del régimen conservador durante la Regeneración”. istorelo.rev.hist.reg.local, Volumen 3, Número 6, p. 154-172, 2011. ISSN electrónico 2145-132X.

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obra de la profesora Virginia Gutiérrez de Pineda, Familia y Cultura en Colombia5 se ofrece una extensa y extraordinario explicación sobre la manera como la institución católica hizo ese trabajo y como ese trabajo ideológico estuvo dirigido particularmente a las mujeres; dice Virginia: “En lo que atañe a la moral femenina, la iglesia es decididamente estricta. Y en esta decisión actúa en acuerdo con la cultura, que en este sentido es de una sola pieza. La mujer debe conservar en su vida de soltera una completa “pureza”, simbolizando en ello una mente alejada de pensamientos relativos al sexo, de acciones o simples deseos.” (1975:395)

La Iglesia ha sido un agente eficaz para sostener los privilegios de las elites e impedir el avance hacia un modelo de sociedad más igualitaria donde exista una ciudadanía plena para la gran diversidad humana que conforma la nación; como lo demuestra Gutiérrez de Pineda, esa agencia se ha centrado en el control moral y sexual de las mujeres. En su ya clásico trabajo sobre la educación en Colombia, Aline Helg6 desarrolla de manera amplia y bien sustentada el papel que ha tenido la Iglesia Católica en la educación y el control de la espiritualidad de los colombianos y, sobre todo, de las colombianas:

5 Gutiérrez de Pineda, Virginia. Familia y Cultura en Colombia. Biblioteca Básica Colombiana. Instituto Colombiano de Cultura. Bogotá, 1975. 6 Aline Helg. La educación en Colombia, 1918-1957: una historia social, económica y política. Serie Educación y Cultura.Universidad Pedagógica, Plaza & Janés, Bogotá, 2001.

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“La Iglesia se veía como el único lazo en esa sociedad colombiana tan desigual en la cual la profunda brecha entre la clase dominante y el pueblo era reforzada por disparidades regionales, diferencias raciales, filiaciones partidistas y dificultades de comunicación. […] Destrozar la influencia de la Iglesia sobre el pueblo en tal coyuntura era peligroso. Para los conservadores y buena parte de los liberales el catolicismo debía ser el denominador común de los colombianos, pues la Iglesia era la única institución nacional capaz de dar coherencia a esta sociedad desarticulada.” (Helg, 2001, 27-28)

Aline Helg afirma en su texto que Colombia fue el único país de América Latina que firmó un Concordato con el Vaticano durante el mandato de León XIII (1878-1903), ya que tanto Europa como Latinoamérica se encontraban en un periodo donde las ideas liberales y la laicidad iban en aumento. En Colombia sucedió todo lo contrario, pues la Iglesia ha cumplido un rol fundamental en la cohesión social y en el sostenimiento del régimen conservador. Helg cita el artículo del Concordato donde esta política se hace evidente: “En las Universidades y en los Colegios, en las Escuelas y en los demás centros de enseñanza, la educación y la instrucción pública se organizarán y dirigirán en conformidad con los dogmas y la moral de la Religión Católica. La enseñanza religiosa será obligatoria en tales centros y se observarán en ellos las prácticas piadosas de la Religión Católica.” 7 (Helg, 2002, 29)

7

Opus cit. Artículo 12 del “Concordato entre la Santa Sede y la República de Colombia. 31 de diciembre de 1887”. En Conferencias episcopales de Colombia. Tomo I: 1908-1953, Bogotá, 1956 pp: 522-523.


El Concordato vino a reafirmar esta relación colonial y el poder de la institución católica determinó el futuro de la sociedad y de la educación. La Iglesia no solo tenía bajo su mando la instrucción y la educación, sino que se ocupaba de todas las minucias y hacía un papel policivo en las escuelas y en las familias colombianas. Al respecto agrega Helg: “El clero podía también denunciar ante la administración a los maestros y profesores que no respetaran la doctrina católica en sus cursos y obtener su suspensión o su exclusión definitiva. Se daba así a la Iglesia poder sobre los docentes y sobre el contenido de la enseñanza y se reforzaba el propósito del gobierno de “prohibir todo tipo de enseñanza literaria y científica que divulgara ideas contraria al dogma católico, al respeto y al veneración de la Iglesia”. (Helg, 2002, 30)

Este Concordato estuvo vigente, sin modificación, hasta el año 1991 cuando se promulgó la nueva Constitución de Colombia. Las nuevas fuerzas políticas que por primera vez participaron en la Asamblea Nacional Constituyente encontraron enormes dificultades para modificar los privilegios de la Iglesia Católica que seguían intocables después de más de un siglo. Es así como el nombre de Dios no pudo ser eliminado del preámbulo de la nueva Carta Constitucional. La Iglesia no perdió ni su poder ni sus privilegios, sino que estos se extendieron a otros cultos neo-cristianos que, aunque ya existían en el país desde los albores del siglo XX, empezaron a gozar de un gran poder económico y político que los hizo determinantes en el éxito de los partidos más conservadores como quedó evidenciado en las pasadas elecciones

legislativas y presidenciales. A la religiosidad colonial se agregó la nueva colonialidad de las sectas cristianas que hoy han retomado el rol de controlador y gestor de la moral y la educación de los sectores populares y de las capas medias de la sociedad. Muy distinta es la historia de la Teología de la Liberación, una propuesta que surgió en las bases del clero católico en América Latina y que reafirmó la opción por la liberación social y política del pueblo. Esa propuesta fue sofocada y prohibida por el Vaticano y desapareció porque no era funcional al sostenimiento del régimen conservador que siguió controlando la vida nacional. Desde la segunda mitad del siglo XX y como un mandato de la comunidad internacional, en cabeza de las Naciones Unidas existen organismos regionales y nacionales que abogan por el reconocimiento y la elaboración de políticas públicas para promover los derechos humanos, existe una gran burocracia nacional e internacional que trabaja en ese sentido y los movimientos sociales, en especial los de las mujeres, han sido muy activos en todo este tiempo. Sin embargo, el impacto sobre las formas de pensar, de actuar y de hablar de la sociedad en general, medios masivos de comunicación, sectores políticos y movimientos sociales, ha sido muy bajo. La persistencia de los viejos modelos coloniales y patriarcales no cede ante las propuestas de cambio. Lo que nos hace llegar al siglo XXI con unas cifras de pobreza, inequidad social y violencia de todo tipo; en particular contra las mujeres y la infancia, que resultan ser de las más alarmantes del mundo. Lo que podemos concluir

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de este proceso histórico es que muchos de los mecanismos de control social siguenoperando y se adaptan a las nuevas formas políticas. Frente a una sociedad plural, en el más amplio sentido del término, lo que se ha sostenido es la segregación social por cuestiones de etnia, género y clase. El papel de la institucionalidad de la Iglesia Católica ha sido fundamental en este sostenimiento, pues son las congregaciones católicas las que han tenido a su cargo el sistema educativo y de cohesión social. Al respecto dice Jean Pierre Bastian, estudioso del papel de la religión católica en América Latina: “Más allá del marco jurídico secularizador, las prácticas sociales y aun las políticas no son seculares. La Iglesia Católica interviene constantemente, ya sea como mediadora en los conflictos políticos o como principal oponente, en las medidas de modernización ética (aborto, divorcio, procreación) o de secularización (escuelas confesionales) p. 175).”8

Las mujeres que a lo largo y ancho de este territorio, con financiación o sin ella, nos hemos dado a la tarea de difundir los derechos de las mujeres, y luego, el enfoque de género, como saberes fundamentales para la transformación social y política del país, nos hemos visto confrontadas en muchas ocasiones a esta imposibilidad de cambiar las prácticas culturales y políticas de las mujeres. Si bien, en los espacios de formación las lideresas y activistas políticas parecen entender y estar de acuerdo con los nuevos saberes, en sus discursos y en sus acciones públicas, en 8 Citado por Ricardo Arias. Reseña bibliográfica, Universidad de los Andes, sobre la obra de Jean-Pierre Bastian: La mutación religiosa de América Latina. Para una sociología del cambio social en la modernidad periférica, México, Fondo de Cultura Económica, 1997.

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su fuero interno siguen respondiendo a las antiguas dinámicas patriarcales y siguen utilizando el lenguaje político tradicional, cargado, por una parte, de retórica política vacía y, por otro, de retórica religiosa. A esta retórica, en las últimas décadas, se agrega la retórica de género aprendida en tantos talleres y en escuelas “exprés” de formación política; retórica que no ha logrado generar un cambio genuino en los comportamientos ni de los hombres ni de las mujeres. El discurso termina siendo una jerigonza que mezcla todos estos discursos sin mucha coherencia ni cohesión. De igual manera, las prácticas políticas y personales están atravesadas por la doble moral, la violencia y el clientelismo político. En algunos casos, parece que las mujeres se vieran atrapadas entre dos fuegos, el de responder a los objetivos de la formación y el de responder a las viejas prácticas de sus partidos. Ellas saben que asumir los cambios que propone el enfoque de género les puede traer consecuencias negativas con sus dirigentes o, incluso, con sus bases, pero saben también que si quieren obtener reconocimiento, participación y financiamiento para sus proyectos colectivos y personales deben tener en cuenta las apuestas del enfoque de género y utilizar el discurso incluyente. Es por esto que resulta pertinente preguntarse si la lucha por la transformación de la sociedad tiene que romper el conjuro de los discursos, de la promulgación de las leyes, decretos, y políticas públicas para pasar a la transformación de las mentalidades y de las instituciones que siguen trabajando como en el siglo XIX, en particular el sistema educativo formal privado y público. Pero ¿cómo hacerlo, cómo transformar la realidad de violencia que viven las mujeres para que


la distancia entre lo que está escrito en los documentos oficiales y lo que viven las ciudadanas del común no sea tan grande? Ahora bien, no se trata de desconocer los logros que se han conseguido en estas últimas décadas, pero sí de reconocer que el trabajo por la divulgación de los derechos humanos y los derechos específicos de las mujeres se ha enfrentado a una barrera política- religiosa y cultural que aún no se logra derribar. Se trata de entender esta paradoja que podríamos sintetizar como las dificultades que encuentran los movimientos sociales, en este caso los de mujeres, para transformar las mentalidades de una sociedad profundamente desigual donde los sectores populares permanecen marginados de la vida política y su derecho al voto es instrumentalizado por partidos políticos que no los representan. El Estado neoliberal que tenemos en Colombia desde los años noventa del siglo pasado ha puesto la implementación de las políticas públicas en manos de organismos no gubernamentales - ONG - que en muchos casos no tienen ni la capacidad ni la idoneidad para transformar las mentalidades; esa es una tarea que le corresponde al Estado y sus instituciones, y no a particulares. A pesar de todo el trabajo hecho, los resultados no son alentadores, si tenemos en cuenta las cifras de violencia contra las mujeres y las personas con identidades y orientaciones sexuales no heteropatriarcales. La mayoría de las niñas que crecen hoy en Colombia siguen soñando con el príncipe azul, el

abuso a niños y niñas no merma y en la mayoría de los casos son las propias familias las que lo consienten y lo estimulan. Hay una fuerte oposición social a reconocer los derechos de las personas diversas. Estamos en un momento histórico en donde parece que mucho ha cambiado, pero en la realidad, poco ha cambiado. Es evidente que luchar contra formas culturales tan arraigadas como la religión católica o la política heteropatriarcal, no es tarea fácil. Además, las nuevas formas religiosas ligadas al mercado y a la ideología del consumo de masas, son supremamente difíciles de combatir, a tal punto que sociedades más democráticas se están viendo afectadas por estos fenómenos de manera negativa. Es por esto que se necesita hacer una reflexión interdisciplinaria para entender por qué resulta tan difícil cambiar, pero cambiar más allá de cambiar un discurso, un documento.

¿Qué nos dicen los investigadores sociales? Para tratar de comprender este aspecto de la realidad política colombiana recurro al trabajo del politólogo y antropólogo estadounidense James Scott9 quien al tratar de entender las relaciones de poder contradictorias en un pueblo malayo del sudeste asiático, encuentra que los grupos más vulnerables y más dependientes entre los pobres manejan un doble discurso al igual que los grupos dominantes. Dice Scott:

9 Scott, James C. Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos ocultos. Era, Colección Problemas de México, 2000.

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“parecía que los pobres hablaban de una manera en presencia de los ricos y de otra cuando se hallaban entre personas de su misma condición. Así mismo, los ricos no se dirigen a los pobres de la misma manera que se comunicaban entre sí”. (2000:17)

Scott llamó a esto “discurso público” y “discurso oculto”. En consecuencia lo que deduce es que las relaciones de poder determinan el tipo de discurso que se tiene públicamente, pero que en privado, entre miembros del mismo grupo social el discurso es otro. Considera esta estrategia de doble discurso como una más entre las muchas otras que utilizan los grupos subalternos para lidiar con el poder. Scott afirma que las interacciones abiertas y públicas entre dominadores y oprimidos obedecen a un “discurso público” que funciona como un libreto que todos conocen bien y lo utilizan sin que eso signifique que lo hayan asimilado. Por fuera del escenario, los oprimidos o subalternos, cuando hablan entre ellos, manejan un discurso crítico que nunca será conocido de los dominadores, el “discurso oculto”. Es por esto que dice que los grupos dominados y en condiciones de servidumbre no pueden entenderse únicamente por sus acciones públicas, que pueden parecer consensuadas. Para entender los sistemas de dominación, es necesario prestar especial atención a lo que sucede por fuera del espacio público, que es necesario contrastar los comportamientos públicos con los privados. En público, los oprimidos dan la impresión de aceptar el discurso que se les impone, pero cuestionan su dominación fuera del escenario. Al aplicar este planteamiento a la realidad colombiana, podría pensarse que los sectores populares, incluídas las mujeres, en su afán por

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obtener algunos beneficios políticos o económicos utilizan el discurso propuesto por el poder en los escenarios de contacto político sin que esto signifique que lo hayan integrado. Su larga historia de dominación y exclusión les ha enseñado que esta estrategia como otras les permite obtener algunos beneficios para solucionar sus necesidades básicas de subsistencia. Scott define la utilización que hacen los subordinados del discurso público como una actuación en la que representan el papel que se espera de ellos y que les permite obtener beneficios, así el beneficio sea un refrigerio, un almuerzo, una beca o el arreglo de una vía. Scott los reconoce como forma de resistencia que no llegan a ser actos de gran fuerza subversiva; por esto no son atacados abiertamente por los dominadores, pero que tienen un impacto en la vida de estas personas. Agrega Scott que esta actuación es bien estudiada y bien representada por los subalternos pues de ello depende el bienestar de su comunidad o del individuo, es por esto que “Cuando el guión es muy estricto las consecuencias de un error son grandes, los grupos subordinados pueden considerar que su conformidad es una forma de manipulación. Siempre que sea táctica, la conformidad será sin duda manipuladora.”[..] Así pues, “conformidad” es un término demasiado débil para expresar la activa manipulación que extrae de los ritos de subordinación beneficios personales: se trata de un arte en el cual todos pueden enorgullecerse de haber logrado dar una falsa imagen de sí mismos.” (2000:59)

El planteamiento de Scott resulta pertinente, pero habría que tener en cuenta que el discurso


de los derechos humanos y el del enfoque de género propuesto desde la institucionalidad, llámese ésta Estado, ONG o partido político viene a superponerse a otro discurso público, el discurso religioso que por más de cuatro siglos ha estado presente en la conciencia de las gentes. La jerigonza de la que hablé antes podría interpretarse como la superposición de varios discursos públicos con los que los subordinados lidian para lograr sus objetivos, que no son en ningún caso, los de subvertir el orden social existente. Ahora bien, si esto sucede en el campo de los subordinados y de las subordinadas, lo que sucede en el campo de los movimientos sociales que buscan de manera genuina lograr cambios en la realidad de las mayorías también amerita que hagamos un alto en el camino para que corrijamos el rumbo de nuestras luchas. Dice Julieta Lemaitre10 en su tesis doctoral que lleva por nombre El derecho como conjuro. Fetichismo legal, violencia y movimientos sociales, que los movimientos sociales han concedido suma importancia al derecho y a las leyes, en su afán por generar avances, sin lograr intervenir la cultura ni la realidad de las personas. A ese propósito César Rodríguez Garavito en el prólogo del libro de Lemaitre se pregunta: ¿qué decir del apego de los movimientos sociales a los derechos consagrados en la Constitución de 1991, a pesar de la evidencia de su violación diaria y brutal? (18:2009). 11

10 Lemaitre R., Julieta. El derecho como conjuro. Fetichismo legal, violencia y movimientos sociales. Siglo del Hombre Editores, Universidad de los Andes. Derecho y sociedad. Bogotá, 2009. 11 Opus cit.

Las fuerzas políticas que buscan el cambio en Colombia han tenido hitos importantes en los que parece que la sociedad avanza, pero lamentablemente, con el paso del tiempo lo ganado se pierde y se pierde aún más. Voy a hacer referencia solo a dos hitos históricos recientes a manera de ejemplo y como prueba de los grandes esfuerzos de los movimientos sociales progresistas: la Constitución de 1991 y los Acuerdos para la terminación del conflicto armado de La Habana, como suscribe el título del documento oficial de 2017. En ambos casos, lo que quedó escrito en el papel, ha sido tergiversado en los hechos hasta que nada de lo que inspiró los cambios se ha podido dar en la realidad. ¿Cómo entender esto?, ¿cómo explicarlo? Julieta Lemaitre Ripoll se pregunta: “ ¿Cómo explicar esta paradoja de un país que al tiempo se desangra y se levanta apoyándose en la ley? ¿Cómo explicar que un país con un Estado débil, un país de violencia e impunidad crecientes, sea al mismo tiempo un país de leyes, de sentencias, de cortes queridas y utilizadas por sus ciudadanos? ¿Un país de violencias que es al tiempo un país de derechos? ¿Cuál es la relación entre una y otra realidad?” (25: 2019)12

Lemaitre habla claramente de dos realidades: la del derecho, la que figura en el documento oficial y la de la violencia política contra la ciudadanía. Yo lo planteo como el resultado de la presión que han ejercido los movimientos sociales ante un Estado que no quiere cambiar y como alternativa reforma o retoca las leyes, porque además sabe 12 Julieta Lemaitre Ripoll. El derecho como conjuro, fetichismo legal, violencia y movimientos sociales. Siglo del Hombre Editores, Universidad de los Andes. Bogotá, 2009.

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que las puede volver a cambiar cuando quiera, mientras que afuera la ciudadanía no se entera ni de lo uno ni de lo otro porque sigue viviendo en el mundo mágico-religioso heredado de sus ancestros y de la religiosidad colonial, herramientas con las que a diario enfrenta la segregación, la discriminación, la pobreza y la ausencia de libertades.

¿Por dónde continuar el camino? En los últimos días, diversos analistas políticos están escribiendo artículos que dan cuenta de este fenómeno colombiano que consiste en cambiar las leyes con la esperanza de que cambie la historia y la realidad, pero no cambia nada o muy poco. Tomo como referencia la publicación del escritor Santiago Gamboa en su artículo La “derechización” criolla13 publicado en El Espectador el 23 de febrero de este año donde el escritor dice: “Ahora que el Centro de Memoria Histórica está en sus pulcras manos ya no habremos vivido un largo conflicto. No, señor. Hemos sido víctimas de una amenaza terrorista, que es muy distinto. Eso se llama corregir la Historia desde el léxico. ¡ Genial idea! La palabra “conflicto” quedó suprimida del diccionario.”

No quisiera terminar sin nombrar dos caminos que nos proponen los autores consultados. James Scott propone que los subordinados/as deben poder sacar el discurso oculto al escenario público, es decir su “verdad” frente al dominador, no 13 https://www.elespectador.com/opinion/la-derechizacion-criolla-columna-841282. 23 de febrero de 2019.

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actuar más y romper las cadenas de la sumisión; esto solo lo podrán lograr si los movimientos sociales, es decir, los que estamos en la intersección entre esos dos mundos nos empeñamos en conseguir que el marginado tome la palabra, no debemos seguir siendo mediadores de sus derechos ni defensores de su dignidad humana. Para Lemaitre se trata también de ir más allá del activismo por lo político o lo jurídico, cuya fuerza radica únicamente en la razón. Debemos integrar las emociones, es decir amar de verdad: “Pero también creo que hay una parte que es una respuesta ética al llamado del otro, al dolor ajeno, que no es narcisismo sino la posibilidad de sentir con otra persona. [...] (un yo) que se duele tanto con lo que le sucede al otro que literalmente se convierte en ese otro, en humano.” (200:192)

Bibliografía Andrade Álvarez, Margot. “Religión, política y educación en Colombia. La presencia religiosa extranjera en la consolidación del régimen conservador durante la Regeneración”. Rev. Hist. Reg. Istorelo. Vol. 3. No. 6. 2011. Bastian, Jean-Pierre. Citado por Ricardo Arias en Reseña bibliográfica. Universidad de los Andes. Sobre la obra de Jean-Pierre Bastian. La mutación religiosa de América Latina. Para una sociología del cambio social en la modernidad periférica. México. Fondo de Cultura Económica, 1997. Gutiérrez de Pineda, Virginia. Familia y cultura en Colombia. Biblioteca Básica Colombiana. Bogotá, 1975.


Gamboa, Santiago. La “derechización” criolla. Columna de opinión. Periódico El Espectador, 23 de febrero de 2019. Helg, Aline. La educación en Colombia, 19181957. Una historia social, económica y política. Universidad Pedagógica, Plaza y Janés, 2001.Lemaitre, Julieta. El derecho como conjuro. Fetichismo legal, violencia y movimientos sociales. Siglo del Hombre Editores, Universidad de los Andes. Derecho y sociedad. Bogotá, 2009. Scott, James C. Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos ocultos. Era, Colección Problemas de México, 2000.

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Estado laico, religiosidad y derechos de las mujeres en Colombia * Sandra Mazo

* Coordinadora Catรณlicas por el Derecho a Decidir -Colombia.

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Para CDD –Colombia, como organización laica de mujeres católicas feministas, comprometidas con la justicia social y el cambio de paradigmas culturales y religiosos vigentes en nuestra sociedad, reflexionar sobre los derechos de las mujeres en el marco de una sociedad que se reconoce formalmente como democrática y en un Estado que se define constitucionalmente como laico, es un ejercicio necesario, donde además relacionar estos asuntos de interés público con la pregunta por la laicidad, es absolutamente pertinente, pues así no se nombre la palabra laicidad de manera explícita ni reiterativa, ha estado presente durante mucho tiempo, y en momentos recientes, como por ejemplo:

Introducción Católicas por el Derecho a Decidir agradece la invitación a participar en este panel, que sin duda, retroalimenta y fortalece los debates que el contexto actual nos plantea en clave de retos y desafíos para seguir avanzando en la agenda de los derechos de las mujeres, y en la construcción de una sociedad realmente democrática, en la que se reconozca a las mujeres como sujetos/as políticos/as. Por lo tanto, es la oportunidad para seguir insistiendo en abrir el paso a una democracia económica, política y social, sin que esto implique el desconocimiento de los derechos de las mujeres y las personas LGBTI. Así mismo, en el contexto de construcción de paz, estos derechos no pueden ser usados como excusa para naturalizar las violencias, imponer una moral única, retrotraer o demonizar lo que con tanto esfuerzo y luchas las mujeres hemos alcanzado.

• En el marco de la construcción del Acuerdo de Paz. • La campaña pre y post plebiscito y los debates suscitados después de los resultados del 2 de octubre de 2016. • Las elecciones legislativas y presidenciales de 2018 (con diez congresistas abiertamente militantes de iglesias cristianas (Mira – Colombia Justa Libre y Cambio Radical). • Los nombramientos actuales que viene haciendo el gobierno Duque, como por ejemplo el del embajador ante la OEA, la embajadora de Colombia en Francia, el director de DD.HH. del Ministerio del Interior, etc. • Jueces y notarios que fundamentan sus sentencias y objeciones con citas expresas a la biblia. • El debate acerca de las cartillas sobre Ambientes Sociales Libres de Discriminación, publicada por el Ministerio de Educación (MEN) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas.

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• Propuestas legislativas para adoctrinar en ideologías fundamentalistas religiosas, etc. Por lo tanto, en contextos y situaciones como las citadas anteriormente, el tema del Estado laico se constituye en un buen punto de partida para discutir sobre esas sensaciones y reacciones suscitadas por diversos sectores políticos conservadores, neoconservadores, religiosos y fundamentalistas de todo nivel, quienes, a través de la polarización, la desinformación y la demonización se han obsesionado especialmente contra el avance de la agenda de las mujeres y los sectores LGBTI. Así, el Estado laico y sus significaciones hacen parte de los múltiples y actuales debates que en la sociedad vienen ocurriendo, dada la presencia cultural de las religiones en la vida personal, política, social y económica. Es una realidad que no podemos ocultar, ni mucho menos desconocer; como también es un hecho la necesidad de que convivan las diferentes herencias culturales, simbólicas, religiosas, filosóficas, éticas, morales en sociedades plurales, diversas, y democráticas. Por tanto, entendemos La laicidad como un “proceso en continuo movimiento, que enfrenta cada día nuevos retos y tiene que encontrar respuestas adecuadas para todos y todas, mirando el interés público”1; es un concepto igualmente en proceso de significación que debe ser abordado en contextos como el nuestro. La laicidad, sin lugar a dudas, nos enfrenta a nuevos desafíos que están relacionados con libertades y derechos que la sociedad está defendiendo, reclamando y exigiendo. Además, supone la autonomía de lo 1 Roberto Blancarte. Colegio de México – libertades laicas.

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político frente a lo religioso, la Igualdad de los individuos y la No discriminación. Con esta mirada general, podemos entonces afirmar que el Estado laico es la expresión política de la laicidad, que como instrumento jurídico – político está al servicio de las libertades en una sociedad plural y diversa. Es un Estado que no está al servicio de una doctrina religiosa o filosófica particular, sino que sirve al interés público, que garantiza el bien común y respeta los derechos humanos. Es importante también aclarar que, cuando hablamos del Estado laico, no se puede entender como indiferencia religiosa, ni oposición a lo religioso, ni a las espiritualidades, ni ausencia de creencias religiosas; la laicidad no se construye en medio de la negación de las religiones, no es una lucha contra una iglesia o las iglesias, sino que es una oposición a las ideas teocráticas de la política (gobierno en nombre de Dios), al autoritarismo de los dogmas que se intentan imponer como verdades generales para todos y todas.

Consideraciones generales sobre la laicidad y el Estado laico2 El Estado laico, es aquel que toma radical distancia frente a las distintas confesiones religiosas que existen en la sociedad. Es exactamente la antítesis del Estado confesional y, en consecuencia, además de no tomar como oficial ninguna 2 Estos conceptos son tomados de: Blancarte, Roberto. Para entender el estado laico. Nostra Ediciones, 2008. México, D.F. Mazo, Sandra. “Estado del Arte de la Laicidad en América Latina”. Católicas por el Derecho a Decidir – Colombia, Bogotá, 2012; y Guerrero, Eugenio, “Estado Laico y Movimientos Sociales”, CODACOP, Bogotá, Colombia, 2006”.


religión, debe garantizar el derecho fundamental a la libertad religiosa, ligado a la libertad de conciencia. Así las cosas, un Estado laico no puede en absoluto imponer normas, valores o principios morales particulares, ligados a una religión determinada. Por lo tanto, en un Estado laico a ninguna persona se le puede imponer una religión, como tampoco se le puede impedir la libertad religiosa, esto es, la facultad que tiene de escoger religión y practicarla y asistir a sus ritos constitutivos. Pero, además, ha de garantizar a quienes no optan por religión alguna, a que no se les interfiera tal libertad. De modo que la libertad religiosa es en los dos sentidos. En sentido positivo (garantizar las condiciones para el ejercicio de la libertad de practicar la religión que a bien quiera), y en sentido negativo (no interferir tal libertad ni obligar a optar por religión alguna). El Estado laico, en consecuencia, es un triunfo de la humanidad que comienza por la tolerancia religiosa, hasta llegar a las fórmulas modernas de los Estados de Derecho, Sociales de Derecho y más recientemente, los Estados Constitucionales de Derecho. Es fruto de un proceso histórico de la ilustración y del proyecto humanista, en fin, de la secularización, entendida como un “proceso cultural, espontáneo y relativamente lento, a través del cual la importancia de la religión tiende a debilitarse en una sociedad determinada”3, que da como resultado la gran narrativa de los derechos humanos, limitando el tema de la religión al 3 Arias, Ricardo, Revista Historia Crítica Números 17, 18 y 19, Universidad de los Andes, publicado en www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/rhcritica/arias2.htm).

ámbito privado, sin importar que sea individual o colectiva. Y no se crea que éste es un logro de menor cuantía. Todo lo contrario. Es de las victorias más importantes de la humanidad y de su LIBERTAD. Fue la humanidad la que se sacudió del yugo de la religión, en cuanto ordenadora de su vida pública y privada, que además dictaba su sentido trascendente. Emergió así la persona humana, con su LIBERTAD, su RAZÓN y su AUTONOMÍA, como el centro de la discusión política y filosófica, su bienestar y convivencia como el objetivo de la política y de la consolidación de la institucionalidad estatal. Desligada la política de toda deidad, las teocracias ceden el paso a las democracias, alentadas ahora por el antropocentrismo. En tal sentido, la lucha por el Estado laico es también la lucha contra la deificación, la alienación y la cosificación del ser humano. La lucha por superar la deidad como fundamento, origen y legitimación del poder, va de la mano con la irrupción del ser humano como sujeto libre, racional, autónomo y en cuanto tal, digno y un fin en sí mismo y nunca un medio para la realización de los intereses políticos de otros/as o para la consolidación de las confesiones, en lo que la teoría kantiana del Uso Público de la Razón y de la Dignidad Humana, otorgaron el fundamento teórico necesario. El concepto de Estado laico es relativamente joven, y de su aceptación como fórmula jurídicopolítica, incluida en las constituciones modernas, derivan como lógica consecuencia los siguientes aspectos:

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• La autonomía de las instituciones públicas y de la sociedad civil respecto del magisterio eclesiástico y de las injerencias de las organizaciones religiosas – confesionales. • Un régimen de separación jurídica entre la Iglesia y el Estado y la garantía de libertad de los/as ciudadanos/as. • La garantía del bien común y el interés general, manifestado en la voluntad popular y el respeto a los derechos humanos. • El Estado laico no profesa una ideología antirreligiosa o irreligiosa, aspecto que resulta de mayúscula importancia, pues si bien se comparte el planteamiento kantiano de la autonomía moral como base de una religiosidad producto precisamente de esa autonomía moral y racional, lo cierto es que las religiones positivas están lejos de desaparecer. Por tal motivo, importa destacar que la relación entre la norma, esto es, el derecho y la fe es de mutua autonomía entre estos dos aspectos del pensamiento y la actividad humana. • El Estado ha de tutelar la libertad y autonomía de las iglesias, a las que no podrá imponer normas, más allá de las necesarias para la convivencia general, pero sin indebidas injerencias internas, y a contrario sensu, el Estado no puede acatar como política de Estado, los postulados particulares de una iglesia o de las iglesias, pues en este escenario el Estado funge como árbitro imparcial, asegurando la igualdad de todos/as ante la ley. • Implica una concepción secular y no sacra del poder político como actividad autónoma respecto de las confesiones religiosas, las que sin embargo, puestas en un mismo plano de igual

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libertad, podrán ejercer un influjo político de acuerdo con su propia importancia social. • De este último aspecto se derivan varios hechos de importancia: la soberanía popular; la participación de todos/as en la conformación del poder: democracia; un nuevo hito de legitimidad: los derechos humanos; y la diversidad como un principio y un valor de superior jerarquía, sobre el cual se edifica toda la estructura jurídica de protección a los derechos fundamentales y la construcción de sociedades plurales. Así las cosas, la fórmula del Estado laico no sólo la debemos defender como derecho, sino como una condición necesaria para la realización de las demás libertades y derechos. En este sentido, la laicidad surge como “un marco institucional necesario para el desarrollo de las libertades religiosas, particularmente la libertad de creencias y la de culto, incluso dentro de la propia religión mayoritaria, en forma de disidencia interna”4; así mismo, ha de entenderse como “un proceso en continuo movimiento, que enfrenta cada día nuevos retos y tiene que encontrar respuestas adecuadas para todos y todas, mirando el bien común y el interés público”5, es decir, el interés general. Por ello, la laicidad es un concepto en constante proceso de significación y resignificación que nos pone ante nuevos desafíos relacionados con libertades y derechos que la humanidad defiende, reclama y exige. Así, la laicidad emerge para dar respuesta a las crecientes necesidades de una sociedad que se 4 Blancarte , Roberto. Para entender el Estado Laico. 5 Ibíd.


descubre pluriétnica, multicultural, diversa y que respeta los derechos de todos y todas, convirtiéndose en referente obligado para el ejercicio de las libertades religiosas, particularmente de la libertad de conciencia, de creencias y de culto, en un plano de igualdad y de no discriminación, razón por la que la laicidad avanza de la simple separación entre el Estado y las iglesias, para adentrarse al terreno de la autonomía de lo político frente al tema religioso, independientemente de las diversas formas de relación existentes entre el Estado y las iglesias o convicciones religiosas institucionalizadas. Por lo tanto, supone pluralismo y garantía de libertades y derechos. Con todo, el Estado laico y la laicidad6, sus significaciones y contenidos, están en la frontera de los debates actuales, alentados además por la necesidad real de mutua convivencia de las diferentes herencias culturales, simbólicas, religiosas, filosóficas, éticas y morales en sociedades plurales y democráticas. Se puede afirmar que se requieren cuando menos cuatro condiciones para que exista laicidad: a. Libertad de conciencia; b. Autonomía de lo político frente a lo religioso; c. Igualdad de los individuos y sus asociaciones ante la ley; d. No discriminación.

Entendida así la laicidad, ha de concluirse que el Estado laico es entonces su expresión política, que como instrumento jurídico – político está al servicio de las libertades en una sociedad plural, diversa y democrática.

Los principios de la laicidad Tomando en consideración la amplia reflexión que ha inspirado a las sociedades actuales con respecto al debate sobre la laicidad del Estado, son múltiples los desafíos para instalar en un marco de democracia, diversidad y pluralismos (políticos, sexuales, culturales, religiosos, espirituales, entre otros) espacios que permitan hacer realidad un proyecto de laicidad del Estado, que garantice derechos y libertades a todos y todas. Por lo tanto, teniendo en cuenta los diferentes aportes conceptuales de la laicidad y el Estado laico, varios sectores profesionales y de organizaciones sociales, han propuesto la declaración universal de la laicidad en el siglo XXI, inspirados en principios y planteamientos tales como7: • El respeto a la libertad de conciencia. • Asegurar un trato igualitario a los seres humanos y a las diferentes religiones y convicciones. • La autonomía del Estado, lo cual implica la disociación entre la ley civil y las normas religiosas o filosóficas particulares. • La laicidad como principio fundamental del Estado de derecho.

6 Es un “proceso institucional”, impulsado por el Estado, que busca limitar el poder religioso y su influencia social a través de la separación de los poderes temporal y espiritual (…) lejos de ser un concepto fijo, estático, ha ido evolucionando de acuerdo a los cambios sociales, por lo que resulta errado limitar su alcance única y exclusivamente a las relaciones Estado-iglesias. (Arias , Ricardo).

• La no discriminación. 7 Tomado de la Declaración Universal de la Laicidad en el Siglo XXI. http://catedra-laicidad.unam.mx/wp-content/uploads/2015/06/Declaración-Laicidad.pdf

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• Avance de la democracia, el reconocimiento y garantía de los derechos fundamentales y la aceptación social y política del pluralismo. • El respeto a los necesarios debates relacionados con el cuerpo, la sexualidad, la identidad, la vida, la enfermedad y la muerte, la emancipación de las mujeres, la educación de niños y niñas, los matrimonios mixtos, la condición de los adeptos de minorías religiosas o no religiosas, los “no creyentes” y aquellos que cuestionan la religión y lo religioso. • La libertad de culto, de expresión, de manifestación de convicciones religiosas y filosóficas. • El respeto y reconocimiento a la identidad nacional, las reglas de salud pública, los conflictos posibles entre la ley civil, las representaciones morales particulares y la libertad de decisión individual en el marco del principio de compatibilidad de libertades. • El respeto por el derecho a decidir. • Reconocer la diversidad cultural, el surgimiento de nuevas formas de religiosidad, de combinaciones entre tradiciones religiosas, de mezclas entre lo religioso y lo que no lo es, de nuevas expresiones espirituales, etc. • Posibilitar el debate entre el progreso científico y técnico con el moral y social, para ser capaces de encontrar nuevas relaciones con los avances y la historia que construimos en conjunto. • Inventar nuevos vínculos entre la laicidad y la justicia social, así como entre la garantía y la ampliación de las libertades individuales y colectivas. • Contribuir a una cultura de paz civil, lo cual

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implica entender que la laicidad no es ausencia de religión o anticlericalismo; lo cual permitirá un espacio para la convivencia y el respeto.

Importancia de la laicidad para la garantía del Derecho a Decidir “El Vaticano es una organización que excomulga a mujeres por intentar ordenarse sacerdotes pero no excomulga a sacerdotes varones por violar niños. Excomulga a médicos que realizan abortos para salvar la vida de la mujer, incluso si ésta es una niña de 9 años violada por su padrastro y embarazada de gemelos, pero no excomulgó ni a un solo miembro del Tercer Reich por cometer genocidio. ¿Realmente estamos obligados a considerar semejante inversión de prioridades como un marco moral alternativo?” Sam Harris No cabe duda que la defensa de la laicidad y del Estado laico resultan indispensables si queremos como sociedad avanzar en el reconocimiento y pleno goce de los derechos, en donde las decisiones de las mayorías no impliquen la vulneración de los derechos de las minorías o de los sectores históricamente discriminados; allí es donde recobran mayor sentido los principios iluminadores de la diversidad, la multiculturalidad y la plurietnicidad. En América Latina y el Caribe se viene avanzando (a paso lento) mayoritariamente hacia el reconocimiento constitucional de estados laicos, pero que se ponen en riesgo cuando un credo o credos particulares buscan imponerse al conjunto de la sociedad a través de leyes o po-


líticas públicas, que en vez de garantizar igualdad, lo que buscan es fortalecer sus privilegios y profundizar anacrónicas discriminaciones. Por lo tanto, resulta inadmisible que quienes pudieron crecer y consolidarse al amparo del reconocimiento en pie de igualdad de todos los credos, ahora quieran imponer sus valores particulares al conjunto de la sociedad, amenazando de paso con destruir la institucionalidad que les permitió existir. Por ello, el horizonte del Estado laico y la laicidad están en la base de las apuestas sociales, culturales y políticas de las reivindicaciones de los movimientos sociales, especialmente los de mujeres y de la diversidad sexual, pues como efecto directo de que los Estados adopten la fórmula del Estado laico, emerge la persona humana con su libertad, su dignidad y todos sus derechos, en un andamiaje institucional en el que el derecho fundamental de una sola persona debe ser suficientemente fuerte y contundente contra todo el poder del Estado y de la presión social si es que existiere. Y ese es el caso del derecho a decidir de las mujeres sobre su cuerpo, su sexualidad y su libre opción a la maternidad, pues la laicidad sin duda, configura las bases para garantizar el derecho de las mujeres a la autodeterminación sexual y reproductiva sin injerencia alguna del Estado, de la sociedad, de la familia o de las confesiones religiosas. De ahí que resulte realmente importante bajo el amparo de la laicidad avanzar en el reconocimiento y garantía del derecho a decidir, y en éste incluidos los derechos sexuales y reproductivos, que sin duda también son derechos fundamentales, toda vez que la sexualidad y la decisión de

procrear se relacionan directamente con la libertad, igualdad, dignidad, intimidad, autonomía, integridad física y moral, la salud y el libre desarrollo de la personalidad, entre otros derechos. Por lo tanto, para avanzar en el reconocimiento del derecho a decidir, se erige como condición necesaria el Estado laico y la laicidad, pues si las normas y políticas del Estado se dejan permear por creencias religiosas o por posturas morales particulares, se corre el riesgo y estará siempre presente la tentación de confundir el pecado con los derechos y se esparcirán todas las plagas de los fundamentalismos, del ostracismo y del patriarcado que cual cruzados serán recorridos frecuentemente por la tentación de recrear los suplicios inquisitoriales, especialmente contra las mujeres. Por esto, a través del Estado laico y la laicidad, se abre un camino para hacer frente a la presión que ejercen las confesiones religiosas que no renuncian a su pretensión de seguir controlando la vida, los cuerpos y hasta las conciencias de las mujeres. Los Estados de nuestra región han sido omisivos frente a sus compromisos internacionales y constitucionales de garantizar el derecho que tienen las mujeres a su autodeterminación sexual y reproductiva sin injerencia del Estado, de la familia o de convicciones religiosas. La sexualidad o la maternidad tienen que ser una decisión autónoma de las mujeres, en concordancia con su proyecto de vida y su libertad de conciencia que reconoce la autonomía y la autoridad moral que tiene cada persona para tomar una decisión según su conciencia individual, para decidir li-

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bremente el mejor camino, de acuerdo a sus circunstancias, incluyendo las decisiones relacionadas con la sexualidad, la reproducción y el aborto. La maternidad es una opción y no una obligación y si a una persona se le arrebata su derecho a decidir, se afecta el núcleo duro de sus derechos, se ingresa en la arena movediza de la negación de sus derechos y se ataca de manera grave su condición de persona titular de derechos.

A modo de conclusión Llenar de sentido y asumir los contenidos que se han construido alrededor de las nociones de Estado laico y la laicidad del Estado, se convierten hoy más que siempre en un desafío y en una necesidad para continuar fortaleciendo una apuesta justa y colectiva en defensa de la democracia, el pluralismo y la diversidad, donde indudablemente los derechos de las mujeres no pueden estar al margen, ni mucho menos ser objeto de excusa para retrotraer o estigmatizar lo que con tanto esfuerzo y luchas hemos alcanzado como ciudadanas y como titulares de derechos. Así mismo, la defensa de los derechos sexuales y reproductivos, cobran mayor vigencia y trascendencia en un momento como el actual, cuando estos derechos están siendo amenazados y manipulados por poderes políticos y religiosos fundamentalistas que reavivan y renuevan de múltiples formas aquellas grandes alianzas que históricamente han identificado las relaciones entre el Estado y las iglesias. Ante ello, el Estado laico es un buen punto de partida para desentrañar esas relaciones de poder patriarcal y de

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dominación que impiden el pleno ejercicio de los derechos, de la justicia y de la democracia. Como Católicas por el Derecho a Decidir, defendemos la laicidad del Estado, nos resulta inadmisible que la religión católica, o que cualquier otra religión, interfiera en decisiones de interés público que competen a un Estado laico, pluralista y democrático, pues no hay institución más antidemocrática que la representada por el Vaticano, con representantes eclesiales (todos hombres) que ni siquiera elegimos nosotros/as: su feligresía, que se niegan a reconocer a las mujeres, que se oponen a nuestros derechos, relegando a las mujeres a condiciones de subordinación, con posturas anacrónicas frente al cuerpo, la sexualidad, el placer, los métodos anticonceptivos, la homosexualidad, entre tantos otros asuntos que competen a la decisión personal y al respeto de la libertad de conciencia. Por lo anterior, cabe advertir que en un marco de defensa de la laicidad del Estado, no basta con la separación formal de la Iglesia y el Estado establecida en algunas constituciones, ya que desde una perspectiva más incluyente e integral del Estado laico, es urgente y trascendente pasar a acciones concretas de no injerencia religiosa en asuntos de Estado. Si bien las iglesias tienen un papel importante en la sociedad y son una voz reconocida para sus fieles, las religiones no pueden imponer una moral particular, ni unos valores subjetivos al conjunto de la sociedad, y mucho menos convertirlos en políticas públicas. En este sentido, desde una mirada de laicidad, se hace necesario revisar el papel que están jugando las iglesias en lo político y en la política, ya que la indebida injerencia religiosa se torna en obstá-


culo para avanzar en la garantía de derechos para todos y todas. Resulta realmente insólita la afluencia de múltiples iglesias y fundamentalistas religiosos, quienes a través de argumentos imprecisos y casi traídos del “ostracismo mágico”, han impregnado en lo más hondo de las conciencias de sus fieles seguidores, hasta lograr confundirlos total o parcialmente frente a las razones y contenidos reales de sus propios derechos y libertades como ciudadanos/as. Por lo tanto, debemos alertarnos frente la injerencia que estas iglesias están haciendo en lo político y en las decisiones del Estado, pues

nada más peligroso para Estados sociales y democráticos, pluriétnicos y multiculturales que esta mezcla entre política y religión. Nos resulta incompatible, incoherente e inconsecuente que las iglesias estén usando su poder espiritual para imponer el odio y la discriminación como un “valor moral” general. Sin duda, como CDD- Colombia reafirmamos que la religiosidad ocupa un lugar importante y trascendente en la vida de quienes somos creyentes, pero no podemos cohonestar con la intervención discriminatoria de ninguna iglesia, ni mucho menos con la negociación que avanza entre el Estado y las iglesias sobre nuestros derechos y libertades como mujeres.

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Desafíos educativos, paz y derechos de las niñas y las jóvenes Imelda Arana Sáenz* * Licenciada en Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Colombia, Maestría en Sociología de la Educación de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia, Master en Estudios de las Mujeres de la Universidad de Barcelona. Integrante de la Red de Educación Popular Entre Mujeres REPEM, de la Red de Docentes para la Equidad de Género en la Educación de Bogotá REDEG y del grupo de trabajo de la sublínea Vida escolar, currículo y pedagogías para la inclusión social del GIEG.

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aprendizaje a largo de toda la vida (Lifelong learning)1 es una vindicación que gana fuerza en el mundo con efecto sobre las políticas públicas, siendo algunos ejemplos:

“… la paz es al tiempo un requisito y un resultado de medidas conducentes a la satisfacción de las necesidades de las personas y al desarrollo humano integral, medio y fin de la consecución de bienes comunes como es el logro del desarrollo adecuado a las mujeres y con las mujeres y la garantía, a las mismas, del ejercicio de sus derechos.” UNIFEM/PNUD

El campo educativo y la labor educadora de las mujeres A partir del surgimiento de instituciones especializadas en la formación de las nuevas generaciones en las sociedades occidentales, como expresión de la modernidad, el concepto de educación ha estado asimilado al de escolaridad. No obstante, desde las últimas décadas del siglo anterior, cuando toman fuerza los movimientos por los derechos humanos y las conferencias internacionales emiten acuerdos sobre éstos, el denominado campo educativo ha tenido modificaciones significativas y, en algunos ámbitos, se ha llegado a cuestionar la necesidad de la escuela. Hay no pocas propuestas por una educación sin escuelas, por ciudades educadoras y otras por el estilo. Hoy el campo educativo ha trascendido los límites de edad establecidos para la escolaridad formal. El derecho a la educación o el

A. Como efecto de la acción de los movimientos por los derechos humanos, específicamente por los derechos de la infancia, hoy se cuenta en Colombia con la Ley 1804 de 2016, por la cual se establece la política de Estado para el Desarrollo Integral de la Primera Infancia de Cero a Siempre, la cual tiene como una de sus funciones “el reconocimiento de la educación inicial como derecho fundamental de las niñas y los niños” menores de seis años. No obstante, dando crédito a una mirada más amplia sobre el campo educativo afirma esa política que “El desarrollo ocurre a lo largo de todo el ciclo vital y requiere de acciones de política pública que lo promuevan más allá de la primera infancia”, lo cual explica la alusión a lo de “siempre”. De acuerdo con esta ley el desarrollo integral de la primera infancia se inscribe y acciona en el campo educativo. Llegar a la consideración de que los procesos de socialización y educación antes de los seis años sea asunto de política gubernamental, ha implicado el tránsito por una historia de prácticas y experiencias comunitarias de atención y educación infantil en las cuales las mujeres han sido protagonistas fundamentales pues, desde el momentos de irrupción masiva de las mujeres al mercado laboral, en la segunda mitad del siglo XX, se quedan sin protección y en algunos casos en situación de abandono 1 El aprendizaje a lo largo de la vida es considerado uno de los principales objetivos de los organismos supranacionales, algunas administraciones educativas nacionales y los movimientos sociales por la educación. Este paradigma ha sido clave para afrontar los problemas mundiales de la educación y sus beneficios que abarcan desde el ámbito laboral hasta el desarrollo personal. Ver más en BELANDO M. María R. 2017.

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buena cantidad de infantes2 por lo cual varios grupos de mujeres toman la iniciativa de hacerse cargo de su cuidado. Jardineras y madres comunitarias es el nombre que se le dio a este oficio, que por haber nacido de la iniciativa de mujeres, no se ha considerado trabajo digno de reconocimiento y por lo tanto de remuneración y protección.

La emisión de la Convención sobre los derechos del niño, que incluye el derecho a la educación, ha abierto el camino hacia políticas púbicas que trascienden el cuidado y la educación infantiles como responsabilidad de las familias y específicamente de las mujeres. Las recientes políticas, sin eliminar la tarea central de las mujeres, establecen responsabilidades al Estado en todos sus niveles y a las comunidades.

B. Según lo dispuesto en el Decreto único reglamentario del sector educación (Decreto 1075 de 2015) en su sección 3 de Educación de adultos, la educación de adultos es el conjunto de procesos y de acciones formativas organizadas para atender de manera particular las necesidades y potencialidades de las personas que por diversas circunstancias no cursaron niveles o grados de servicio público educativo durante las edades aceptadas regularmente para cursarlos o aquellas personas que deseen mejorar sus aptitudes, enriquecer sus conocimientos y mejorar sus competencias técnicas y profesionales. 2 El Diccionario etimológico de Chile, define el infante como “niño que aún no ha llegado a la edad de siete años” y señala que la palabra “infancia” viene del latín ‘infans’ que significa ‘el que no habla’, basado en el verbo ‘for’ (hablar, decir). www.etimologias.dechile. net/?infancia. En este texto se adopta el término infancia para designar a niñas y niños en la perspectiva del Código de Infancia y Adolescencia de Colombia (Ley 1098 de 2006), en el cual “se entiende por niño o niña las personas entre los 0 y los 12 años, y por adolescente las personas entre 12 y 18 años de edad”.

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Entre sus principios destaca el Desarrollo Humano Integral, según el cual el joven o el adulto, independientemente del nivel educativo alcanzado o de otros factores como edad, género, raza, ideología o condiciones personales, es un ser en permanente evolución y perfeccionamiento, dotado de capacidades y potencialidades que lo habilitan como sujeto activo y participante de su proceso educativo, con aspiración permanente al mejoramiento de su calidad de vida.

Se impone la idea de la educación permanente y se crean variados programas y alternativas de educación para quienes han dejado, por necesidad o por otros motivos, sus procesos educativos y requieren o desean retomarlos posteriormente. Esos programas buscan fundamentalmente nivelar ciclos o niveles de educación formal, preparación para el acceso a estudios superiores, formación para el ejercicio de derechos y la vida social en todas sus formas y la capacitación laboral. Así, puede decirse que no se termina de estudiar y para ello las sociedades buscan crear diversas modalidades con variados agentes educativos. Podemos decir que el campo educativo o el campo en el cual se ha de concretar la labor educadora de la sociedad se extiende ahora a todos los espacios donde se produce el desarrollo de las personas, por gracia de las luchas dadas en el mundo entero en torno al derecho a la educación y a la educación como derecho. En síntesis, el campo de la educación se extiende hacia antes y después de la escolaridad normada como tal. Sin embargo, ese antes y ese después no ha sido aún motivo de atención ni objeto de políticas públicas razonables y sistémicas. En esas fracciones del campo educativo, no atendidas, las mujeres son protagonistas de empeños y propuestas remediales o sustitutas de la acción estatal


como educadoras comunitarias y líderes sociales y comunales; niñas y adolescentes que dedican tiempo a labores de cuidado de otras personas o que ejercen desde muy tempranas edades las funciones de madres y esposas, descuidando su educación y su tiempo de ocio y descanso. Fundamentalmente son las mujeres de las comunidades pobres, campesinas, indígenas, afrodescendientes, con discapacidades, entre otras, los grupos más afectados por la negligencia y abandono de parte del Estado y los gobiernos de su responsabilidad de garantes de la educación a todas y todos a lo largo de toda la vida, unas que por tener que dedicar gran parte de su tiempo a las actividades del cuidado, remuneradas o no, dejan de lado su propia educación, y otras que al no proveer el Estado los adecuados servicios educativos, especialmente para la población infantil y las personas adultas, adoptan labores de corresponsabilidad con el Estado, sustituyéndole en múltiples acciones correspondientes a ese campo.

El derecho a la educación en Colombia y el derecho de las mujeres a la educación La Constitución Política de Colombia -CPC- establece que “La educación es un derecho de la persona y un servicio público obligatorio que tiene una función social, cuya responsabilidad es compartida entre el Estado, la sociedad y la familia”. Siendo la definición de la educación como derecho constitucional un gran avance, la perspectiva de corresponsabilidad que dejó establecida la CPC desvanece la responsabilidad del Estado como garante que debe ser de todos los derechos a todas las personas, mientras la responsabilidad de “la sociedad” no ha sido más que un supuesto abstracto. La educación preescolar, la educación superior y la educación de personas jóvenes y adultas siguen siendo responsabilidad de las

familias y en algunas modalidades, bastante limitadas, de las entidades territoriales. Esto es, la educación no es aun en Colombia un derecho humano fundamental para todos sus habitantes. Durante mucho tiempo la educación como obligación estatal en Colombia se limitó a la escolarización en la escuela primaria y secundaria. La Constitución del 91 estableció la obligatoriedad desde el grado de transición hasta el grado 11 y la gratuidad solo hasta el grado 9. La gratuidad hasta el grado 11 ha sido una conquista reciente y se fue dando a medida que varios municipios del país la fueron adoptando como política local gracias a las movilizaciones sociales que no dejaron de enarbolar esta bandera como constituyente del derecho a la educación. En cuanto a este derecho para las mujeres, conviene recordar que hasta el año 1932 existía un techo de escolaridad que era el denominado bachillerato básico (hoy grado 9º), el cual no habilitaba para el ingreso a la universidad que requería el bachillerato completo; hoy, aun no habiendo tal restricción, existen trabas de carácter cultural y socioeconómico que obstaculizan la culminación exitosa de la educación media a las niñas de las familias pobres y de clase media y de poblaciones rurales, indígenas y afro, y que determinan obstáculos para el acceso de las mujeres a carreras profesionales más allá de las determinadas por la división sexual de trabajo y del conocimiento. En el mundo las legislaciones en torno a la educación eran muy dispares hasta finales del siglo XX, el abandono de la responsabilidad con la educación era generalizado en la mayor parte de países del llamado por entonces Tercer Mundo. Fue apremiante para la Organización de las Naciones Unidas establecer en su Asamblea General del año 2000, como Objetivo de Desarrollo del

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Milenio (ODM 2) “Lograr la enseñanza primaria universal”, y en el Marco de Acción de la Conferencia Educación Para Todos (EPT) las metas: i) protección y educación integrales de la primera infancia; ii) que todos los niños y sobre todo las niñas tuvieran acceso a la enseñanza primaria; iii) que fueran atendidas las necesidades de aprendizaje de los personas jóvenes y adultas; iv) aumentar los niveles de alfabetización de personas adultas en un 50%; v) suprimir las disparidades de género en la enseñanza primaria y secundaria al año 2005 y lograr la igualdad de género para 2015; vi) mejorar la lectura, escritura, aritmética como competencias prácticas esenciales para la vida diaria. Metas que por limitadas que parezcan, según la Conferencia Internacional de Educación de 2015 no fue alcanzada ninguna a cabalidad; no obstante, la Conferencia fue generosa en reconocer “los esfuerzos” hechos por todos los países; señaló nuevas metas para la educación hacia el 2030, las cuales se convirtieron en metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 4): “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos”. Colombia se ha comprometido con los ODS y ha sido ejemplar en presentar informes voluntarios al respecto, pero ninguno hasta ahora dando cuenta del ODS 4. En el país la educación de la primera infancia es precaria en cuanto a entidades responsables, formas y modalidades, enfoques conceptuales, criterios pedagógicos, características de sus docentes y contenidos de enseñanza. En las normas y en los programas del Gobierno nacional se han creado conceptos y términos distintos para referirse a este nivel educativo: “Primera Infancia” para infantes de 3 a 5 años de edad, el mismo rango de edades del “preescolar” que establece la Ley

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General de Educación.3 Pero además este nivel de la educación sigue siendo en alto porcentaje un fortín de la socialización primaria, bajo responsabilidad de las familias y, además, reproductora de los estereotipos femenino y masculino impuestos por la cultura patriarcal dominante aún. La educación de personas jóvenes y adultas permanece en el limbo sin definiciones sobre su significado y su gestión, mientras las autoridades ministeriales solo se preocupan por los costos que ocasiona la única modalidad sobre la que se legisla, los colegios nocturnos, jornadas que no son provistas con las condiciones locativas y de personal acorde con las exigencias. Entre tanto, la brecha en todos los niveles educativos entre las poblaciones urbana y rural permanece. Algunos datos ilustran esta situación: Según el Censo Nacional Agropecuario de 2017 la situación de asistencia a la educación formal en el área rural dispersa censada muestra tasas muy bajas4 y, en la población de área rural 3 “Las distintas denominaciones que se le han dado a la educación preescolar, crea confusión y permite a los mandatarios ocultar realidades sobre la cobertura y calidad de la educación preescolar. La Ley General de Educación (Ley 115 de 1994) dice expresamente que: “La prestación del servicio público educativo del nivel preescolar se ofrecerá a los educandos de tres (3) a cinco (5) años de edad y comprenderá tres (3) grados, prejardín para infantes de 3 años de edad, jardín para los de 4 y grado de transición o grado cero para los de 5 años...”, en las normas y en los programas del Gobierno nacional se han creado conceptos y términos distintos para referirse a este nivel educativo, esto es un hecho mundial… se utilizan las denominaciones de enseñanza preescolar en 93 países; jardines de la infancia en 66; enseñanza preprimaria en 50; enseñanza de la primera infancia en 34 y educación maternal en 28 países (Unesco, 2008). 4 En la población menor de 5 años el 79% no asiste a ningún hogar comunitario, guardería, jardín o centro de desarrollo infantil. Solo el 80% de la población entre 5 y 16 años asiste a la educación formal y solo el 26% de la población entre 17 y 24 años asiste a escuela, colegio o universidad. El 54% de las personas de 24 o más manifiesta que su mayor nivel educativo es la básica primaria, 12% la básica secundaria, el 10% la media y el 18% afirma no tener ningún nivel de educación.


dispersa que se auto-reconoce como parte de alguna etnia5 la situación es más precaria.6 Según el DANE de las 23,301 personas atendidas bajo el modelo aceleración del aprendizaje7 el 63% eran hombres y el 37% mujeres. Del total de personas matriculadas bajo la modalidad de ciclos lectivos integrados –CLEI- el 51% fueron hombres y el 49% fueron mujeres. Del total de personas matriculadas en otros modelos educativos el 53% fueron hombres y el 47% fueron mujeres. En el caso de los programas de aceleración el desnivel puede deberse a que son más los chicos en relación con las chicas quienes abandonan y luego retoman sus estudios, o que las chicas que abandonan no retoman luego en la 5 Según el Censo Nacional Agropecuario de 2017 las etnias “Son grupos humanos que se identifican a sí mismos y que son identificados por los demás en función de ciertos elementos comunes; comparten herencias de cosmovisión, identidad, organización social, valores, hábitos, usos y costumbres que caracterizan la interacción entre sus miembros y otros grupos; algunos de ellos mantienen una relación de armonía, equilibrio y espiritualidad con su territorio de origen. Los grupos étnicos que gozan de derechos colectivos en Colombia son: los indígenas, el pueblo Rom o gitano, los raizales de San Andrés, Providencia y Santa Catalina y la población negra, mulata, afrocolombiana o afrodescendiente, palenqueros de San Basilio de Palenque.” 6 En la población menor de 5 años solo el 23% asiste a hogar comunitario, guardería, jardín o centro de desarrollo infantil. El 79% de la población entre 5 y 16 años asiste a una institución educativa (77% indígenas, 84% de etnias negras, afrodescendientes, palenqueras y raizales). Solo el 32% de la población entre 17 y 24 años asiste a escuela, colegio o universidad (31% indígenas, 34% negros, afrodescendientes, palenqueros y raizales). El 47% de las personas de 24 años o más manifiesta que su mayor nivel educativo es la básica primaria, 12% la básica secundaria y 10% la media. El 20% de la población de 15 años o más reporta no saber leer ni escribir (22% indígenas, 14% negros, afrodescendientes y palenqueros, 7% raizales). En cuanto a las mujeres mayores de 15 años el 26% de las autorreconocidas como indígenas declara no saber leer ni escribir, el 15% de las autorreconocidas como negras, afrocolombianas y palenqueras y el 7% de autorreconocidas como raizales. 7 Aceleración del Aprendizaje es un modelo educativo flexible que atiende población en extraedad entre los 10 y los 15 años de edad que no ha podido culminar su primaria, permitiendo a los estudiantes avanzar varios grados en un año y superar su desfase edad-grado; se implementa a través de proyectos interdisciplinarios que ubican al estudiante como centro del proceso de aprendizaje, logrando que desarrolle las competencias básicas y recupere la confianza en sí mismo y en su capacidad de aprender, de modo que pueda continuar en el sistema educativo. Ver en: MEN, 2010.

misma proporción. En el caso de las CLEI donde la mayor parte son personas adultas, menos mujeres que hombres pueden asistir y completar estos programas que se ofrecen en las jornadas nocturnas, sabatinas y dominicales de manera poco flexible. En general, las deficiencias en escolaridad y en asistencia a diversos programas educativos son más acuciantes para las mujeres y para la población de las zonas rurales. Mientras la tasa de permanencia en el sistema educativo es del 82% en las zonas urbanas, en las rurales es del 48%. Muchas mujeres de las zonas rurales que no saben leer ni escribir, se encuentran en condiciones de desventaja que limitan su participación en procesos organizativos y en los circuitos de producción y trabajo en el campo en condiciones laborales equitativas. (REPEM, 2017). Aquí se plantea el primer desafío del campo educativo en la implementación de la paz, respecto a los derechos de las niñas y las jóvenes: garantizar el acceso, la permanencia y la culminación de estudios en los niveles de educación preescolar, básica, media y superior a todas las niñas y mujeres de las zonas rurales y poblaciones indígenas y afro; además, crear fuentes de ocupación laboral profesional en los campos de formación a que esas jóvenes accedan.

Los derechos de niñas y jóvenes frente a las políticas educativas La educación en todos sus niveles y modalidades sigue siendo sexista, reproductora de estereotipos y generadora de discriminación hacia las mujeres y las personas con identidades sexuales no hegemónicas. La violencia hacia las mujeres en el campo educativo es tolerada como algo que sucede en el ámbito de las relaciones

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interpersonales, no en el de relaciones de poder que produce el sistema sexo/género patriarcal. Aun cuando es creciente la presencia de niñas y jóvenes en las aulas escolares y universitarias, todavía ellas acceden a un modelo de escuela pensado, organizado y legitimado por el paradigma masculino de poder–saber que rige mayoritariamente las instituciones educativas. La violencia que se vive en las aulas y demás espacios escolares es centralmente violencia contra las niñas y los valores femeninos o lucha de poderes entre machos, en medio de lo cual las niñas, las maestras demás mujeres adultas de la comunidad educativa desarrollan estrategias de resistencia no contestataria o de afrontamiento pasivo de las agresiones recibidas en lo personal o como grupo. Con ello las chicas protegen su derecho a la escolaridad y en el caso de las adultas al trabajo y a su presencia social en los espacios públicos. (Arana S., 2015). La resistencia histórica de las niñas y las mujeres adultas, también les ha llevado a que en circunstancias de conflictos violentos y enfrentamientos armados logren construir estrategias de sobrevivencia en medio de la confrontación, así como de protección y cuidado a las víctimas en circunstancias adversas, capacidad de resiliencia frente al dolor propio y colectivo y con frecuencia acercamiento entre las partes en conflicto. Para la construcción y consolidación de una cultura para la implementación de la paz, el país tiene el desafío de emprender acciones para eliminar muchas de las condiciones que determinan la exclusión, explotación, discriminación y opresión que se ejerce contra las mujeres y otros sectores de población y que son el origen de abusos, injusticias y confrontaciones sociales que a su vez propician el surgimiento de conflictos

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como los que ha padecido Colombia. Ya las Naciones Unidas estipularon en 1975 que la paz es al tiempo un requisito y un resultado de medidas conducentes a la satisfacción de las necesidades de las personas y al desarrollo humano integral, medio y fin de la consecución de bienes comunes como es el logro del desarrollo adecuado a las mujeres y con las mujeres y la garantía, a las mismas, del ejercicio de sus derechos. Un segundo desafío del campo educativo sería entonces la adopción de políticas educativas que permitan a las niñas y jóvenes de la población rural y urbana llegar a una educación media que no sea el fin de la carrera académica, llegando allí para no poder continuar estudios ni acceder a oportunidades laborales. Igualmente, la adopción de políticas que les permita seguir estudios superiores en carreras alejadas de sexismo y esquemas discriminatorios y excluyentes. En esa perspectiva se inscribe el postulado de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing (Capítulo II. Contexto mundial) según la cual: La niña de hoy es la mujer de mañana. Los conocimientos, las ideas y la energía de las niñas son cruciales para el pleno logro de los objetivos de la igualdad, el desarrollo y la paz. Para que una niña desarrolle plenamente sus potencialidades es preciso que crezca en un medio propicio donde se satisfagan sus necesidades espirituales, intelectuales y materiales de supervivencia, protección y desarrollo y se salvaguarden sus derechos en condiciones de igualdad. Para que la mujer participe en las actividades en condiciones de igualdad con el hombre, en todos los aspectos de la vida y el desarrollo, es hora de que se reconozcan la dignidad humana y el valor de la niña y de que se le garantice el pleno disfrute de sus derechos humanos y libertades fundamentales, incluidos los derechos garantizados por la Convención sobre los Derechos del Niño. (Naciones Unidas, 1995).


Igualmente afirmó la conferencia que: Para combatir la guerra como expresión suprema de la cultura de violencia tenemos que resolver problemas como la violencia que se ejerce contra las mujeres en el hogar, los actos y reflejos de agresión e intolerancia en la vida cotidiana, la trivialización de la violencia en los medios de comunicación, la glorificación implícita de la guerra en la enseñanza de la historia, el tráfico de armas y de drogas, el terrorismo y la negación de los derechos humanos fundamentales y las libertades democráticas. (Ibid).

Las niñas y las jóvenes frente a la construcción de la paz Seis puntos fueron los acordados al final de la negociación entre el gobierno y las FARC. De ellos cinco tocan directamente la vida de las niñas y las jóvenes e incluyen componentes de educación. Los puntos relativos a Reforma Rural Integral, Participación Política y Solución al Problema de las Drogas Ilícitas contemplan la garantía de gratuidad educativa, programas para eliminar el analfabetismo en zonas rurales, incrementar la oferta de educación superior en la ruralidad, fortalecer la educación para la democracia y programas especiales de educación para la prevención del consumo de sustancias psicoactivas, entre otros (Escallón, 2016). Los puntos de Reforma Rural Integral (RRI), Participación Política, Solución al Problema de las Drogas Ilícitas, Víctimas e Implementación, verificación y refrendación, todos remiten al cumplimiento de normas y pactos ya existentes en el país sobre los derechos de las mujeres que habría que acatar, para:

• Lograr la plena participación de las mujeres en todos los planes y proyectos de la reforma agraria integral, que deberán incluir una mejoría substancial de la cantidad y calidad de los programas educativos a que puedan acceder las niñas y las mujeres jóvenes y adultas. • El logro de la apertura democrática que proyecta el punto de participación política, mediante la transformación de la cultura política y acciones positivas en la gestión de los programas educativos, que tengan como objetivos el desarrollo de capacidades en las niñas y jóvenes para el ejercicio de su autonomía y sus libertades, de formación de nuevas masculinidades con nueva percepción de su compromiso con el cuidado y el ejercicio de la paternidad. • Afrontar con criterio humanista el problema del consumo creciente de psicoactivos entre la población joven, de la cual hacen parte las niñas y jóvenes. Dando un vuelco en los contenidos de enseñanza y formación integral, donde la educación emocional, la construcción de identidad, la formación del autorrespeto y de la autoestima, la formación para el ejercicio de la autonomía y la libertad, tengan espacio amplio y formas consistentes. • Reconocer como víctimas del conflicto a las niñas y jóvenes habitantes de poblaciones donde la confrontación armada fue especialmente dura y fueron víctimas de desplazamiento y desarraigo con grandes efectos sobre su salud mental y su desarrollo personal, pues las niñas y las mujeres han sido víctimas directas de los conflictos armados. En los campos de refugio, en las poblaciones donde se han vivido intensamente los enfrentamientos armados, los cuerpos de las mujeres han sido botines de guerra y

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la violencia sexual contra las mujeres una práctica habitual, extendida, sistemática e invisible. La implementación de la paz, mediante un cambio cultural que promueva la cultura para la paz, la cual no podrá ser concebida y conseguida sin la intervención del campo educativo. Campo en el cual se ha de estudiar el aporte de la cultura patriarcal y de las prácticas educativas soportadas en ella a la construcción de la cultura de la guerra, la discriminación y la violencia, para concebir prácticas que contribuyan a la deconstrucción de esa cultura y esas prácticas. La cultura para la paz es posible con un cambio cultural donde los valores del cuidado y el amor se arraigan como valores sociales, los cuales hasta hace poco tiempo han sido considerados valores femeninos sin importancia política. Los movimientos de mujeres en Colombia han desplegado fuerzas de resistencia, lucha y construcción de paz que, partiendo del reconocimiento del dominio masculino y patriarcal de la guerra, buscan desmontar las lógicas militares, machistas y guerreristas, visibilizar los efectos específicos y desproporcionados en las mujeres y posicionar sus voces en contra de la guerra y a favor de la paz en los diferentes escenarios políticos, sociales, culturales y económicos del país. La cultura de la violencia como medio para dirimir las diferencias, está soportada en imaginarios por los cuales sólo las manifestaciones de fuerza, violencia y uso omnipotente del poder valen como manifestaciones de autoridad y honor, y al tiempo sinónimos de hombría. Pero, tanto la cultura guerrerista como el machismo en todas sus manifestaciones son construcciones culturales arraigadas en las instituciones y en las relaciones sociales, y como construcciones sociales han de ser deconstruidas y sustituidas por otras en las que las diferentes inteligencias, capacidades y sensibilidades humanas, tengan cabida.

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Una cultura de la paz y para la paz ha de basarse, tal como señaló la Asamblea General de las Naciones Unidas del 6 de octubre de 1999 (Acta 53/243), en: a) el respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación; b) el respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados y de no injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional; c) el respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales; d) el compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos; e) los esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones presente y futuras; f) el respeto y la promoción del derecho al desarrollo; g) el respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres; h) el respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información; i) la adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones; y animados por un entorno nacional e internacional que favorezca a la paz. Un tercer desafío es hacer realidad el postulado de la Plataforma de acción de Beijing de que “La paz está indisolublemente unida a la igualdad entre las mujeres y los hombres y al desarrollo”. (Plataforma de acción de Beijing, 59-69). Igualmente lo que las proyecciones de la III Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo señalan: i) La plena participación de la mujer, en condiciones de igualdad, en la vida civil, cultural, económica, política y social a ni-


vel nacional, regional e internacional y la erradicación de todas las formas de discriminación por motivos de sexo son objetivos prioritarios de la comunidad internacional; ii) Toda persona tiene derecho a la educación, que deberá orientarse hacia el pleno desarrollo de los recursos humanos, de la dignidad humana y del potencial humano, prestando especial atención a las mujeres y las niñas. (Informe de la III Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, El Cairo, 5 a 13 de septiembre de 1994, Naciones Unidas).

Bibliografía Arana Sáenz, Imelda. “Vida escolar y cultura de la paz. Algunas pistas”. Boletín Redipe. Vol. 6, Nº 4 (2015): 66-75. Belando M., María R. “Aprendizaje a lo largo de la vida. Concepto y componentes”. Revista Iberoamericana de Educación Vol. 75, (2017): 219234. Congreso de la República. Ley 1098 de 2006 (República de Colombia, 2006). Congreso de la República. Ley 1804 de 2 de agosto de 2016. República de Colombia, Diario Oficial No. 49.953, 2016. Departamento Nacional de Estadística. Tercer Censo Nacional Agropecuario. Hay campo para todos (Colombia: DANE, 2017). Escallón Arango, Diego. “Las puertas de la educación en el acuerdo de paz”. La Silla Vacía. Diciembre 21 de 2016. Colombia. http://fundacionexe.org.co/las-puertas-de-laeducacion-en-el-acuerdo-de-paz-2/

Naciones Unidas. Informe de la III Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (ONU, 1994). Naciones Unidas. Cuarta Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer (ONU, 1995). Naciones Unidas. Asamblea General del 6 de octubre de 1999. Acta 53/243 (ONU 1999). Naciones Unidas. Objetivos de desarrollo del milenio 2000-2015 (ONU, 2000). Naciones Unidas. Foro mundial sobre la Educación Para Todos (ONU, 2000). Naciones Unidas. Agenda de desarrollo sostenible 2030 (ONU, 2015). REPEM Colombia. “Educación rural con perspectiva de género en tiempos de construcción de paz”. Audiencia Pública Educaciones Rurales en Colombia. Mayo 11 de 2017. (Congreso Nacional, 2017). Secretaría de Relaciones Exteriores SRE. Compilación seleccionada del marco jurídico nacional e internacional de las mujeres (México: SER/UNIFEM/PNUD, 2005). UNICEF. Convención sobre los derechos del niño (UNICEF, 1989). UNESCO, 2008, p.140, citado en Chamorro, 2008, p. 6. En: “El déficit de la cobertura de la educación preescolar.” El Nuevo Día. El periódico de los tolimense (29 julio 2018). http://www.elnuevodia.com.co/nuevodia/especiales/educacion/418748-el-deficit-de-la-cobertura-de-la-educacion-preescolar

Ministerio de Educación Nacional. Modelo educativo Aceleración del Aprendizaje. Manual Operativo. (Bogotá, 2010).

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NO NOS RENDIREMOS Colectivo La Manada

* Colectivo Feminista de la Universidad Nacional de Colombia.

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ruta de acción que este propone, canalizando y acompañando como pares algunas denuncias informales al proceso institucional.

Agradecemos la invitación y la creación de espacios que nos permiten poner en diálogo las problemáticas de género, en especial el acoso en el ámbito universitario como problemática histórica que, de no haber sido por la presión de la Escuela de Estudios de Género y los colectivos que participaron en la creación del Protocolo de Atención de Violencias Sexuales y de Género, no se habría reconocido como un tema que debe ser tratado. Hay que decir que el papel lo aguanta todo: el protocolo se instauró y se empezó a ejecutar hace un año aproximadamente, tiempo para el cual se esperaría un mínimo de eficacia. Lamentablemente, en su aplicación se encuentran funcionarios y directivas negligentes que no comprenden la magnitud ni la urgencia del problema al que, como comunidad universitaria, nos enfrentamos. Como colectivo, nuestro objetivo en la Universidad ha sido velar por espacios justos y seguros. En ese sentido, comprendimos al protocolo como una herramienta útil. En consecuencia, asumimos una labor de acompañamiento a través de la

Fue en el acompañamiento de más de diez casos donde nos encontramos con frecuentes revictimizaciones. Se minimizan las agresiones, se cuestiona a la víctima, hay mejor asesoría para los ‘presuntos’ victimarios en materia de defensa, y los tiempos de investigación, respuesta y sanción son irrisorios; tanto así que todavía compartimos espacios con docentes y estudiantes acusados como agresores sexuales. Esto último desencadena toda una secuencia de quiebres en nuestras vidas personales, sociales y académicas al dejarnos como único margen de acción el relegamiento y, en ocasiones tristemente frecuentes, la desescolarización. Como estudiantes, nuestra lucha responde a nuestra prioridad: el derecho de educarnos y formarnos. Alejarnos de la universidad, cuando se nos impone una convivencia no deseada, es muestra del desplazamiento de prioridades y de los ejercicios de auto cuidado que, de todas formas, implican sacrificios. Si las instituciones y las leyes no nos defienden y garantizan nuestros derechos, nosotras buscamos espacios donde sí estemos seguras. ¿Cómo es posible que haya docentes que aseguren que una estudiante denuncia por acoso sexual a su profesor porque su rendimiento académico es bajo? No. Su rendimiento académico bajó a causa de las conductas de acoso del profesor: ella tuvo que dejar de asistir a clase para evitar la repetición de los escenarios de degradación.

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En últimas, el panorama es de inoperancia institucional. Creemos que no se debe a un desconocimiento de la problemática y las herramientas con las que cuenta la comunidad, sino a una indiferencia materializada en: una insuficiencia de personal y, el poco que hay, carente de una formación en enfoque de género; recursos cada vez más limitados para un ejercicio adecuado de difusión, pedagogía y aplicación; asignación infructuosa de tareas a instancias sin competencias suficientes para operar; y la falta de vinculación del protocolo a los estatutos profesoral y estudiantil, lo que evita que se conceptualicen estas violencias como faltas graves y reciban sanciones en consecuencia. Responsabilizamos de esta inoperancia a quienes, a través de restricciones presupuestales, impiden la contratación y capacitación de agentes burocráticos, así como una adecuada distribución de labores de acuerdo a los cargos y sus competencias. Como consecuencia de la ineptitud institucional, han surgido respuestas parainstitucionales de distintos matices que responden a los sentimientos de impotencia, frustración, rabia, asco y miedo que sentimos en la universidad, un espacio concebido desde el pensamiento crítico en el cual supuestamente ya se superó el machismo, bastándole con el ingreso de las mujeres a las aulas. Ante esta situación, la aparición de grafitis con nombres propios, el señalamiento público y el escarnio no resultan sorpresivos. Se convierten en procesos parainstitucionales con los cuales

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las estudiantes se están tomando la justicia por mano propia. Estas acciones resultan efectivas ante los vacíos que deja la inoperancia institucional, unifican nuestra lucha política y, mientras funcionan como sistema de alerta, generalizan la sensación de vigilancia sobre los atacantes que aún no han sido denunciados. Como dolientes directas del acoso sexual y la indiferencia institucional, no titubeamos en reconocer que las medidas parainstitucionales son legítimas y contundentes en tanto transmisoras de un mensaje que parece no ser claro: nos están violando, nos están acosando, nos están subestimando, nos están humillando y no lo permitiremos, con o sin apoyo de la institución. Se nos acusa de ser las responsables de un escalonamiento de las violencias y de una ruptura del tejido social dentro de la comunidad universitaria a raíz de estas prácticas. Más violentos son los acercamientos sexuales no consentidos, más violento es subestimarnos y hay una mayor ruptura del tejido social cuando somos censuradas. Cada vez que nos vemos obligadas a ser nuestras propias agentes de justicia, la respuesta que recibimos es un despliegue de defensa para el victimario. Supuestamente, su buen nombre es más importante que nuestro bienestar. En tanto asumimos que esta problemática se ha generalizado a través de las formas de acción ya mencionadas, nos resulta inadmisible pero no sorpresivo que aun existan quienes, enunciándose dentro del pensamiento crítico, inclusivo y reflexivo, defiendan, acompañen y respalden a personas señaladas como atacantes.


La discusión sobre la pertinencia de los grafitis y las palestras públicas es irrelevante si reconocemos que el origen de estas es el vacío institucional. Lastimosamente el debate no es sobre forma sino sobre fondo. Las paredes siguen siendo más importantes que nuestra dignidad e integridad como personas; porque, en últimas, la Universidad se resguarda en el debido proceso. Debido proceso que, además, se sustenta en una ley patriarcal que nos infantiliza, nos cuestiona como interlocutoras válidas y desconoce que las violencias sexuales y de género hacen parte de un sistema de violencias estructurales. Frente a esta posición legalista, enfatizamos que la gravedad y la frecuencia de las agresiones enmarcadas en estos tipos de violencia hacen necesario revertir el imperativo jurídico de presunción de inocencia por un imperativo de presunción de culpabilidad. Pues, más que nunca, toma relevancia la defensa de la víctima y la garantía de no repetición. Hemos notado que no sólo se trata de inoperancia. Sabemos que entre el público hay invitadas que no están vinculadas a la Universidad y queremos decirles que la Universidad Nacional está escondiendo la mugre bajo la alfombra con tal de mantener el prestigio institucional. Esta es una estrategia frívola que conduce a la negación e invisibilización de una problemática soportada por estructuras que posibilitan la perpetuación de las violencias sexuales y de género. Los trapitos sucios ya no se lavan en casa. Cuestionamos y arremetemos para encontrar soluciones efectivas y concretas, sin temor a exponerlos

dentro y fuera de la comunidad universitaria. No es un secreto quiénes son las vacas sagradas de la universidad: aquellos sujetos que, por más acusaciones que tengan en su contra, son intocables porque sus apellidos cargan de prestigio a la universidad y a facultades y departamentos como ciencias, historia, filosofía, ingenierías, ciencia política y sociología, por mencionar algunas. ¿Para mantener una imagen debemos silenciar todo el dolor, la rabia y la indignación que nos llevan a exigir una transformación que es justa y necesaria? Esa es una exigencia inaudita viniendo de la institución que se muestra a sí misma como panacea de la educación superior pública colombiana. Sabemos que el patriarcado, con los hombres como cómplices, quieren que estos episodios de violencias hacia las mujeres sean vistos como una epidemia de algunas manzanas podridas, como una crisis que en apariencia es aislada porque no quieren admitir que estas dinámicas de opresión existen y se mantienen dentro de su amada academia. Nosotras aparecemos y les llevamos la contraria para decirles que éstas no son crisis: es la evidencia de que la misoginia y la violencia siguen tan presentes y dañinas como nunca. Estamos aquí y no dejaremos pasar esta tiranía: así sea necesario disputar esta batalla mientras sigamos vivas. Por esto, como Manada, nos reconocemos como agentes fronterizas entre lo institucional y lo parainstitucional. Permanecemos en el primer ámbito porque la existencia de un protocolo escrito y sancionado garantiza las opciones de exigibilidad que tenemos: no estamos pidiéndole fa-

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vores a la administración de la Universidad, le estamos demandando avances necesarios para el goce pleno de nuestros derechos. ¡Estamos agotadas de sentirnos en peligro hasta en nuestro propio hogar!

masculinizada como las ciencias, nos cuestionamos si nuestra rectora desconoce la realidad a la que nos enfrentemos las estudiantes, porque ella no sólo ha tenido que competir con hombres sino a pesar de ellos.

Asimismo, apoyamos, defendemos y participamos como agentes de acción parainstitucional, que se manifiestan en público, furiosas y frustradas ante una comunidad que sabe lo que pasa y, aun así, les da la espalda a estas problemáticas. Vamos a interrumpir las clases que sean necesarias, confrontaremos a profesores y compañeros, nos tomaremos salones y plazas, y no habrá pared sin rayón o sin cartel. Caeremos, pero volveremos, con más fuerza y más valentía, fieles al legado de Angela Davis: No aceptamos lo que no podemos cambiar. Cambiamos lo que no podemos aceptar.

Esta reflexión no se limita a un discurso, sino que se encadena en acciones que pretenden acercar nuestras preocupaciones a todos los miembros de la comunidad universitaria a través de talleres, espacios de discusión con representantes de la institución y que busca, ante todo, introducir estas discusiones en nuestra cotidianidad para que, como comunidad, construyamos alternativas de respuesta en las que las víctimas sean las principales sujetas de atención y que garanticen para ellas y las demás personas que estas acciones no volverán a suceder.

Las soluciones que demandamos y construimos con nuestro accionar no se limitan ni se conforman con la cesión de espacios de poder o representación en las instituciones a las mujeres: una cúpula ejecutiva femenina, no es, per se, feminista, y no implica una defensa de las banderas y las luchas que nos recogen a las diferentes expresiones de este movimiento. En 150 años de historia es la primera vez que tenemos por rectora a una mujer, pero cada vez entran menos mujeres a los pregrados, y la cifra es mucho más baja en los programas de maestría y doctorados; esta disminuye aún más si observamos la participación de mujeres en grupos de investigación, semilleros, y espacios académicos en general. Al ser de una disciplina tan

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Somos conscientes, con tristeza, que es una lucha larga, cruda y dura, que el desgaste físico, intelectual y emocional ya no se detendrá, que no viviremos las transformaciones y probablemente las mujeres que vienen en camino tampoco; pero eso mismo nos tiene aquí diciendo que no bajamos la cabeza: exhortamos a la Universidad Nacional de Colombia a que cumpla con todo aquello que cabe dentro de sus responsabilidades. Y como no nos limitamos a estas herramientas, hacemos un llamado a todas aquellas quienes se recogen dentro de las luchas feministas a continuar estas disputas, porque este es un combate que se libra desde diferentes frentes. Mujeres, compañeras, amigas, lobas: nuestra lucha la van a ridiculizar, subestimar, “pordebajiar”. A nosotras


nos van a insultar, humillar, maltratar, violentar, e incluso, de nazis no nos van a bajar. Pero sepan, que no estamos solas, que somos muchas, que ya perdimos el miedo, que no nos rendiremos y que, a como dé lugar, lo vamos a hacer caer. No tendrán la comodidad de nuestro silencio, otra vez.

Colectivo La Manada

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La estimaciĂłn jurĂ­dica y administrativa de las mujeres

MarĂ­a Ximena Castilla*

* Abogada feminista, litigante.

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Magda Alberto:1 Enseguida hablara Ximena Castilla, una anarcofeminista cocinera, por aberración abogada, quien nos va a hablar de la estimación jurídica y administrativa de las mujeres. Muchas gracias. Es una delicia estar en la Universidad Nacional viendo rostros amables y amigables por muchos años. Siempre me gusta empezar con frases, y una de ellas tiene que ver mucho con la Esperanza, pero también con la realidad: dijo Ángela Davis “no estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar, estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar”. Yo creo que la mayor fuerza del feminismo ha sido el pacifismo subversivo que ha podido modificar las normas jurídicas y algunas, ALGUNAS de las concepciones culturales sobre las mujeres en temas jurídicos y constitucionales. Porque si ustedes examinan la Constitución Colombiana tiene 380 artículos y ¿en cuántos se habla de mujeres? solo en cuatro o cinco. 1

Coordinadora del Panel.

Yo pienso que la construcción de la democracia es un problema de Educación y es un problema de salir de la ignorancia. Yo pregunto aquí ¿cuántas personas han leído algún artículo de la Constitución en algún momento? ¿Han leído los derechos? ¿Los mecanismos de su eficacia? ¿Los han usado? ¿El derecho de petición, la acción de tutela, las acciones de grupo, las acciones populares? Pienso que algunos de los mayores problemas que tenemos en este país es la ignorancia sobre los derechos, y de ahí por qué en las comisarías de familia nos miran como minusválidas, como imbéciles, como locas, como putas; porque además esa mirada hacia las Mujeres ha sido una constante y una costumbre en los estrados judiciales. A mí me produce mucho dolor llegar a los juzgados, las fiscalías y las comisarías porque si yo voy a una chichería yo sé a qué voy: a tomar chicha y a pasarla bueno; y allí hay seguridad que uno va a pagar la chicha que se toma y se va a emborrachar si toma mucho pero uno va a un juzgado, a una comisaría o a una fiscalía y no sabe qué le va a pasar, todo lo contrario de la seguridad jurídica de la que habla la Constitución, de la que habla la Ley. ¿Quién ha ido, o qué mujer ha ido a un juzgado, a una comisaría de familia con tranquilidad de saber que le va a ir bien, y con la certeza de encontrar que teniendo la razón, se le va a reconocer el derecho a una pronta y cumplida Justicia, como ordena la Constitución, ya que todas y todos tenemos el derecho de acceder a la Justicia? Pero, desde la ignorancia de nuestros derechos eso está siendo demasiado difícil. Todas, incluyendo los pocos caballeros que nos acompañan,

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podemos contar anécdotas de mujeres que han ido a la fiscalía a los juzgados de familia, o a las comisarías de familia y han sido discriminadas, maltratadas, ofendidas y humilladas. La razón es que los primeros ignorantes de los Derechos de las Mujeres, son los funcionarios y las funcionarias. La Ley 1257/08 prohibió, por ejemplo, que las mujeres nos enfrentáramos con los agresores, pero, en las Fiscalías y Comisarías de Familia le entregan las boletas de citación para los agresores a las agredidas. Y, cuando se le dice a una fiscal -tengo un caso de una fiscal mujer que fue golpeada por su marido fiscal hombre, por escrito le pedí al Fiscal General de la Nación que interviniera (porque es una falta disciplinaria),también les escribí a la Vice-fiscal, al director nacional de fiscalías actual, a la directora seccional de fiscalías actual y a la directora de seguridad ciudadana (que tenía por allá un antecedente por corrupción en Boyacá, pero trabaja en la Fiscalía, quienes no hicieron absolutamente nada)- entonces, la fiscal a cargo del caso, que se supone lleva muchos años en la fiscalía, me pide que venga la fiscal agredida, a quien represento , para que lleve la boleta de citación, y yo le dije: perdóneme doctora, ¿usted no ha leído la Ley 1257/08 donde la mujer tiene el derecho a no enfrentar a su agresor? O, como acontece en los casos de inasistencia alimentaria (Fiscalía), o de Alimentos (Juzgado de Familia), porque este es otro de los temas por los que las mujeres vamos a los juzgados o comisarías: el 95% de las mujeres vamos a reclamar alimentos para nuestras hijas y/o hijos menores, discapacitados o que no han terminado su formación, para pedir que los padres cumplan con

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la obligación de alimentos y, ¿qué pasa en los juzgados o las comisarías de familia? Lo primero que preguntan: ¿Señora, cuál es su pretensión? Y yo preciso: no es la pretensión de la señora, son los Derechos prevalentes de los niños, ¿usted ha leído el artículo 44 de la Constitución? Se refiere a los derechos prevalentes de los niños y las niñas. Parece que lo que prevalece es la atención displicente, también, en las barandas de los Juzgados donde preguntan ¿usted que quiere? o ¿en qué le puedo colaborar? Es necesario afirmar que no es una colaboración, simplemente es una persona que cumple con el deber, como funcionario o servidor público y su primer deber es el de cortesía, para que la persona acceda verdaderamente a la justicia. Pero, si además tenemos que pasar primero por el portero que es quien decide si hay o no hay delito… O por el celador… No, yo les hablo de la vida cotidiana porque tenemos que conocerla para poder remover las barreras y que se cumplan las leyes y el acceso a la justicia. Yo llevo litigando 40 años, fui cofundadora de la Mesa por la Vida y los Derechos de las Mujeres, sé de qué se trata esta labor, y ese panorama que presentaron me parece pesimista, yo soy más optimista. Además, advierto que si a las mujeres se les judicializa por interrupción voluntaria del embarazo, no van a la cárcel, porque la pena es mínima y por ende, es excarcelable. Lo que sí tenemos que asegurar es que en los hospitales ni los médicos ni las médicas, ni las enfermeras ni los enfermeros, ni el personal que las atiende, acusen a las mujeres, porque están incurriendo en una falta que es violación del deber constitucional del debido proceso y violación del secreto profesional


que debe guardar, y por esa razón esa prueba es nula. Hay que saber derecho penal, para evitar que las mujeres sean judicializadas o que se reverse el proceso para que la mujer que ha sido judicializada quede liberada y además la indemnicen por violación a sus derechos. Entonces, volvamos a nuestros alimentos, volvamos a nuestras custodias y volvamos a nuestra violencia sexual; digo que hemos avanzado, en el Código Penal, en el tema de violencia sexual ya no se sanciona la conducta contra el “pudor” sino contra Libertad y la Integridad Sexual. A partir del Código Penal de 1980, no se habla de mujeres honradas, ni de mujeres deshonestas, se habla simplemente de Mujeres; porque antes a las prostitutas se les podía violar, no se les consideraba mujeres honradas. También estamos en un tema de abolicionismo de la prostitución, porque sabemos que ningún ser humano puede explotar a otro y ningún ser humano puede ser discriminado. El tema de la multa por la venta de la empanada en la vía pública, es de poca monta, frente a lo que les pasa a las personas que están en la calle y son explotadas sexualmente. Es lo que le pasa a las personas LGBTI que son explotadas sexualmente y son víctimas primero de la policía, después de la fiscalía y demás autoridades. Entonces yo creo y pido una cosa que hay que implementar, y es la formación, la educación de quienes están prestando un servicio público en la Jurisdicción: Juzgados de Familia, Fiscalía, y en la administración, pertenecen las Comisarías de Familia. Todos los temas donde

somos mayoritariamente víctimas las mujeres, son tratados con una displicencia, con un desdén, con un descuido, que si yo les contara lo que me ha tocado: por ejemplo el caso de un tipo masturbándose cuando una niña cuenta su abuso, porque la fiscal no está, sino que deja al técnico judicial encargado de recibir la entrevista; en Soacha un fiscal violó a una mujer que fue a formular una denuncia por violación. En Medicina Legal toca pelear cuando hay una pregunta con contenido sexual porque ahí hay un abuso, hay una conducta abusiva, también hay una conducta sexuada que viola la libertad de la persona: Si le tocan las nalgas es un acto con un contenido sexual gravísimo que entra en la esfera de la violación de la libertad y de la integridad sexual de las personas; y, claro de otro lado, a la víctima de violación se le cuestiona por mil razones; pero si se viola una caja fuerte, no hay ningún cuestionamiento porque se protege la sacrosanta propiedad privada. Es lo que acontece con Sarmiento Angulo y su abogado Néstor Humberto Martínez, Fiscal General de la Nación. Cuando a una mujer la violan y va a denunciar le preguntan ¿Cómo iba vestida? ¿Por dónde iba caminando? ¿Iba de noche o iba de día? entre otras, todas las preguntas tienen un dejo de culpa, de señalamiento como ésta: ¿usted había tenido relaciones sexuales anteriores?, y esa es una pregunta que JAMÁS debe contestar una persona y mucho menos una mujer porque ya hay suficiente jurisprudencia de la Corte Constitucional afirmando que la conducta sexual anterior y posterior al episodio, a la conducta ilícita que vulnera la integridad sexual de las mujeres,

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no tiene nada que ver con los hechos denunciados que se deben investigar. Como no sabemos eso, entonces nos cogen por su cuenta y así nos cuestionan, y culpan, y nos preguntan. Como a una niña de diez años que en un avión la manoseó un tipo de Pereira, y entonces la fiscal le preguntó a esa niña de diez años, que estaba con su mamá: ¿Oye, y tú has tenido relaciones sexuales? y la mamá no le reclamó a la fiscal y la fiscal, cuando yo le reclamé airadamente, me comenzó a gritar que me iba a mandar la policía, y yo le dije que la que le iba a mandar la policía soy yo a usted, porque cómo se le ocurría hacerle esa pregunta a una niña de diez años…previo a este episodio, me había tocado ir a Medicina Legal antes para que no le hicieran el examen ginecológico, inocuo, en razón a que el tipo no la había manoseado en sus genitales. Entonces, necesitamos mucha educación del lado de allá, es decir de lo público: de los fiscales, comisarios, jueces. Pero también nosotros tenemos que educarnos, se debe hacer pedagogía de la Constitución (artículo 41) y de las normas que consagran nuestros derechos, para que sepamos cuáles son las rutas a seguir en cada caso; si es una conducta de la que somos víctimas, de origen penal, saber cómo tenemos que hacer la denuncia; qué pueden o no preguntarnos; o con qué pruebas podemos ir; los derechos que tenemos como víctimas están en el Código de Procedimiento Penal (artículo 11). Si es un tema civil o de familia, cómo debemos proceder y cómo nos deben tratar, para qué sirven las defensorías de familia y para qué no sirve el malestar familiar que ha sido siempre un fortín burocrático y un desastre, porque han defrau-

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dado a las mamás, a las mujeres y han expuesto a las niñas y a los niños a peores condiciones de riesgo que aquellas que repudian y que hacen que esos funcionarios digan que están obligados a sustraer a esas niñas y a esos niños del seno de sus familias. Que entre otras cosas, Ligia2, un amigo mío filósofo y abogado decía que la familia es el último campo de concentración del siglo XXI. Era un temita que nosotras trabajábamos hace ya muchos años en la Oficina de Equidad para las Mujeres y entonces los congresistas decían: “¡No! es que nosotros necesitamos proteger a la familia, y eso es la violencia intrafamiliar…” y nosotras preguntábamos ¿Cuál es el estilo de familia que quieren defender ustedes, que queremos defender? Porque hay congresistas acusados de inasistencia alimentaria, incestos, malos tratos, que drogan niñas y las violan. Porque este país tiene tergiversado todo, y en eso ayudan los medios masivos de desinformación que exaltan personas como esas, que dicen mentiras a la gente como por ejemplo, en el caso reciente de la mujer agredida que dizque se había retractado en el proceso penal. Porque esos delitos como el abuso sexual, y la violencia intrafamiliar no son desistibles, transigibles, ni conciliables. Al país no le pueden seguir mintiendo, porque así se desinforma a las mujeres y no se les estimula para que defiendan sus derechos. Eso es lo que está pasando. Pero el otro problema es que se formulan las denuncias y no hay como atenderlas. La Fiscalía es un fraude desde su creación, es 2 Se dirige a Ligia Galvis, quien compartió el Panel y cuya intervención se publica en páginas anteriores.


un fracaso, es un fortín burocrático para pagar favores por la elección del Fiscal y eso se sabe por lo que ha confesado el Fiscal anticorrupción Gustavo Moreno, que está preso por corrupto, en los EE.UU. y otras cosas muy graves que estamos viendo y que están pasando y se mueven para un lado y para otro. Nosotros tenemos que entender que una cosa es la jurisdicción y otra cosa es la Justicia. La jurisdicción (iuris dictio) es la posibilidad de emitir un juicio que tienen todos los jueces y magistrados de la República, el juicio tiene que ser justo, porque la Constitución establece que el deber constitucional de la Rama Judicial es administrar la justicia. Es decir, cuando van las personas a someter un conflicto a la decisión de un funcionario judicial, es el deber hacer justicia, administrar la justicia. Y para eso hay que estudiar, para eso hay que ser cuidadosos, hay que saber de pruebas, saber cuáles son falsas, cuáles no son falsas, ser críticos desde lo sano, y reconocer que uno también tiene una historia que se está ahí cuando examina un caso. El juicio debe hacerse poniéndose en los zapatos de la persona, y en las circunstancias que estaba viviendo en ese momento, ese juicio tiene que ser dinámico para que funcione. De ahí el por qué tenemos que aprender nuestros derechos y los mecanismos para hacerlos eficaces. El artículo 41 de la Constitución dice además que tenemos que desarrollar prácticas democráticas y tenemos que impartir instrucción cívica en los colegios. Hacer pedagogía de la democracia para que se aprendan los derechos. Aquí está la Constitución como un catálogo de sueños y esos son los derechos que tendríamos que saber

todas las personas. Y yo sí creo que es muy peligroso, en gobiernos de derecha, pensar en que puede haber modificaciones sustanciales que protejan derechos de las mujeres. Por eso creo que lo que tenemos, es decir la decisión de la Corte que despenalizó el aborto, hay que preservarlo y defenderlo con toda la energía, pero con todas las herramientas legales que nos sean posibles para que no nos arrebaten lo que hemos avanzado: desde poder manejar nuestras joyas, nuestro salario; nuestros bienes, que nos dejaran entrar al colegio y nos hicieran bachilleres, para que nos dieran el título en la Universidad; para que nos permitieran en el año 1936 declarar, claro, eso sí para lograr la filiación natural de los hijos o los alimentos; o la Ley 75 de 1968, de paternidad responsable. Y todo eso tenemos que preservarlo con todas las herramientas, pero esas herramientas tienen que surgir desde el conocimiento de la Constitución, de la ley, de la experiencia, de las estrategias, de cómo podemos lograr que no se abuse de nuestros derechos desde el policía, el celador, el fiscal, la fiscalía, los juzgados, las comisaría, la escuela, el trabajo... Finalmente quiero hacerle un homenaje a Rocío Nossa, quien falleció hace dos años. Fue nuestra amiga y cantó siempre para las causas feministas. Es un pedacito de una canción, y ojalá no me salga muy destemplada. (Ximena termina su intervención entonando a capella y en su propia voz esta canción que aquí reproducimos uniéndonos al homenaje y recuerdo de nuestra querida Rocío Nossa).

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Nota de la Revista Disfruté tanto tanto cada parte y gocé tanto tanto cada todo que me duele algo menos cuando partes porque aquí te me quedas de algún modo. Ojalá nunca sepas cuanto amaba descubrirte los trillos de la entrega y el secreto esplendor con que esperaba tu reclamo de amor que ya no llega. Anda, corre donde debas ir anda, que te espera el porvenir. Vuela, que los cisnes están vivos mi canto está conmigo no tengo soledad. Si uno fuera a llorar cuanto termina no alcanzaran las lágrimas a tanto nuestras horas de amor casi divinas es mejor despedirlas con un canto. Anda, corre donde debas ir anda, que te espera el porvenir. Vuela, que los cisnes están vivos mi canto está conmigo no tengo soledad.3 Canción Requiem. Artista Silvio Rodríguez Álbum Causas y Azares. Compositor Iván Ferreiro

3 Con licencia para YouTube de [Merlin] Altafonte Music Distribution (en representación de Ojalá); LatinAutor, LatinAutor - SonyATV, PEDL, UBEM, Warner Chappell, EMI Music Publishing y 4 sociedades de derechos musicales. Tomada de: https://www.youtube.com/ watch?v=hPmdjDh460Y bajada por internet – Google, 8 de julio de 2019

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El texto que se presenta a continuación ilustra y complementa los planteamientos expuestos por María Ximena Castilla en la intervención transcrita en las páginas anteriores. Optamos por incluirlo como anexo, para ilustrar las diferencias entre la disertación oral y la escrita, y teniendo en cuenta que una y otra aportan de manera significativa a las diversas alternativas de pensamiento y acción en la defensa, el conocimiento y el ejercicio de los derechos de las mujeres.

Sobre el desprecio con que se tratan los temas que atañen en mayor medida a las mujeres Argumentos presentados por María Ximena Castilla en el caso de Amandine y otros. Si por patrón se entiende: tener algo como modelo para repetirlo igual, entonces sí, es incuestionable, existe permisividad y tolerancia: es sistemática y comprobable, el desprecio con que se tratan los temas que atañen en mayor medida a las mujeres, y como se maltrata a las mujeres en la violencia institucional; por ejemplo: la inasistencia alimentaria, típica forma de violencia económica, tienen una pena tan baja que es excarcelable, que decir de la Violencia Intrafamiliar, y de la violencia sexual, en las que la víctima es considerada culpable, todo esto con el respaldo de adagios populares y decisiones administrativas y judiciales, en las que se osa afirmar que tocar las nalgas de una mujer, que sin duda tiene un contenido sexual, es considerada una injuria de hecho.


Por supuesto que este fenómeno obedece a la falta de educación, de formación, de prevención y de políticas criminales efectivas. Si a las niñas y a los niños los seguimos maleducando y deformando en los estereotipos de género: rosado, azul, delicada, fuerte, emocional, racional, entre otras caracterizaciones, se reproduce la instrumentalización de quienes por supuesto representan, simbológicamente, la debilidad. Una manera de prevenir es lograr remover, subvertir este imaginario dentro del cual, especialmente las mujeres, han sido consideradas propiedad de los hombres: “si no es para mí no es para nadie”, incluyendo eventos de incesto en que los padres quieren tener la “virginidad de la hija” y el “derecho de pernada”, en el que los empleadores y/o sus hijos, acceden sexualmente a las empleadas en el espacio doméstico o en el laboral; estas, por supuesto, son formas del ejercicio abusivo del poder, que no se ha evitado, pues faltan políticas públicas efectivas. Adicionalmente, las niñas, las adolescentes y las mujeres, se creen obligadas a acceder a lo que los niños, los adolescentes o los hombres les pidan, les exijan, les impongan. Consecuencia de lo anterior, es que el “Principio de la Debida Diligencia” de parte de las autoridades competentes, es apenas una ilusión. Veamos: El concepto de servicio público, en todas las esferas, se ha tornado en que el prestador le “COLABORA”, a las personas, por lo tanto no siente, no tiene introyectado que está cumpliendo un deber y que tiene una responsabilidad.

La atención a las víctimas es deficiente, pese a los protocolos y rutas diseñadas. No hay capacitación idónea en quienes deben, en la administración, en la jurisdicción, en la salud física y mental, atender, de manera urgente e interdisciplinaria, todas las esferas afectadas en las víctimas, en cada caso y según el tipo de violencia. Es tan evidente la falta de debida diligencia en la atención a las víctimas, que, por ejemplo, quienes deciden si hay Violencia Intrafamiliar, son los celadores en las comisarías; en las fiscalías las mujeres víctimas de algún tipo de conducta contra su libertad sexual, deben sufrir la revictimización: en el relato de los hechos, en las requisas a la entrada de esos despachos que son públicos, en los que sistemáticamente se viola la presunción de buena fe, exigiendo la cédula de ciudadanía, huella, foto y requisa; en las preguntas que se les formulan y que tácitamente las culpan de los hechos por cualquier razón; en los exámenes médicos legales, a los que ingresan estudiantes que presencian la consulta vulnerando el secreto profesional, el derecho a la Intimidad, la Confidencialidad y la Dignidad de la víctima y, por último, la carencia de recursos económicos, en la mayoría de los casos, para pagar los servicios de asistencia legal y psicológica, a fin de poder soportar el víacrucis que es acceder a la administración de Justicia, en el que la Fiscalía es un fracaso, fuente de impunidad y discriminación, las comisarías de Familia, fuente inagotable de maltratos a las mujeres y los Juzgados Penales y de Familia indolentes, ignorantes y morosos, con contadas y valiosísimas excepciones; la falta de perspectiva de género en el análisis de los hechos, de sus causas, de sus circunstancias, de las condiciones de la víctima y del agresor, son expresiones de la violencia institucional.

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Es un hecho notorio las conductas de omisión, la negligencia, indolencia con que las autoridades instituidas para proteger a las personas en sus vidas, se comportaron, violando, flagrantemente, su posición de garantes; desde la ineficiente y negligente atención del 123, las ambulancias del Distrito, la indiferencia de la Policía Nacional, la no atención hospitalaria, que sin duda conducen a que las lesiones se agraven , hasta la pérdida de órganos, miembros, funciones, o hasta la muerte, por la suma de fallas en la prestación del servicio. Aunque Colombia estuvo en Beijín en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en 1995, convirtió en Ley 51 de 1981 la “Convención para la Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer” (CEDAW), firmó la convención de Belém do Pará en el año 1994 y otros instrumentos internacionales contra la tortura, los tratos crueles inhumanos y degradantes, la carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la aplicación de estos instrumentos internacionales, que forman parte del bloque de constitucionalidad, es excepcional. Si no fuese así, la Corte Constitucional no requeriría, con insistencia, que se formara a los jueces en perspectiva de género, ante las frecuentes decisiones discriminatorias contra las mujeres. Baste revisar también los recientes pronunciamientos al respecto de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia; el Estado colombiano cree que adelantar campañas publicitarias para estimular la denuncia de conductas ilícitas que afectan en su mayoría a las mujeres, es acatar los mandatos de estos instrumentos internacionales, salvo que, como se ha demostrado con suficiencia, no hay capacidad para atender la demanda de las víctimas, la intervención urgente

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para evitar, sancionar y/o erradicar las conductas lesivas de los Derechos de las Mujeres, menos aún, cuando las estadísticas demuestran el aumento de dichas conductas a un ritmo mayor que el crecimiento de la población. Recomendaciones internacionales vinculantes para el Estado en materia de protección de los DDHH de las mujeres, se realizan, año a año, porque en la observación y desarrollo de políticas públicas y los informes de violencia de género, se han detectado fallas en el cumplimiento de los pactos, acuerdos y tratados internacionales suscritos por Colombia, que realizan organismos internacionales sobre estos temas: • Abuso sexual, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. • Derechos de las Mujeres, Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de la ONU; Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. • Discriminación contra la Mujer: Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de la ONU; Comité para los Derechos Económicos, Sociales y Culturales; Comisión Interamericana de Derechos Humanos; Comité de Derechos Humanos; Relatora Especial sobre la Violencia contra la Mujer. • Participación en las decisiones: Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de la ONU. • Perspectiva de Género en Políticas Públicas: Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de la ONU; Comisión


Interamericana de Derechos Humanos; Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y Relatora Especial sobre la Violencia contra la Mujer. • Salud reproductiva y planificación familiar: Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de la ONU y Comisión Interamericana de Derechos Humanos. • Trata de Mujeres: Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de la ONU. • Violencia contra las Mujeres: Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de la ONU; Comisión Interamericana de Derechos Humanos; Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos; Representante Especial del Secretario General sobre los Defensores de Derechos Humanos de las Naciones Unidas; Relatora Especial sobre la Violencia contra la Mujer. Es importante tener en cuenta el trabajo del Observatorio de Violencia, las estadísticas que trae la revista Forensis del Instituto de Medicina Legal, Sistema de Vigilancia en Salud Pública de las Violencias de Género del Instituto Nacional de Salud, Registro Individual de Prestación de

Servicios de Salud (RIPIS) del Ministerio de Salud y Protección Social sobre las violencias basadas en género contra mujeres y población LGBTI. Existencia de protocolos y normatividad en caso de emergencias y hechos donde exista violencia contra la mujer basada en género: desde la Presidencia de la República, en la Consejería Presidencial para la Equidad con la Mujer, el Ministerio de Salud, la Procuraduría General de la Nación, la Defensoría del Pueblo, la Policía Nacional, las secretarías de algunos municipios, hasta en la Universidad Nacional, se ha diseñado rutas y protocolos de atención, que, lamentablemente, no son suficientes y en veces son inoperantes. Se sabe, por las noticias de prensa, que el sistema de emergencias no funciona, no solamente para las víctimas de violencia basada en género, sino en general para la población; por ende, pretender que funcionen para las mujeres, es una utopía, excepto la píldora del día después, para la anticoncepción de emergencia. El panorama de prevención, atención y erradicación de la violencia basada en género, y de los crímenes de odio, es desolador, las estadísticas demuestran que estos crecen cada día.

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Feminicidio y justicia de gĂŠnero Isabel AgatĂłn Santander*

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Poeta, jurista y escritora feminista colombiana, promotora del Proyecto de Ley Rosa Elvira Cely vs. el Feminicidio.

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Agradezco la invitación de Florence Thomas, coordinadora del Grupo Mujer y Sociedad y de Dora Isabel Díaz Susa, Directora de la Escuela de Estudios de Género de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia, a participar en el Seminario Derechos de las mujeres colombianas en tiempos de transiciones e incertidumbres en el marco de la conmemoración del Día Internacional de los Derechos de las Mujeres.

1. La expresión feminicidio La expresión feminicidio, invención de mujeres feministas, denuncia la pobreza y la incapacidad del lenguaje masculino para expresar una realidad que existe, que sobrepasa la ficción, que nos enfrenta a la pobreza de un lenguaje masculino incapaz de nombrar el asesinato, la violación, y el empalamiento de Rosa Elvira Cely, con una palabra que identifique el odio, la misoginia, el desprecio, la sevicia, la desigualdad, el ejercicio de poder, la crueldad, todas estas conductas que, simultáneamente, en un mismo instante la expropiaron de su vida haciendo que su “cuerpo ya no sea suyo sino del tormento”, como lo afirmara el poeta y embajador del Ecuador Raúl Vallejo. Claramente la expresión homicidio no alcanza

a nombrar, designar, denominar, calificar una conducta de por sí calificada por la superioridad histórica de lo masculino; producto de esa superioridad atribuida a los hombres “construidos culturalmente” con licencia sobre el cuerpo, la sexualidad, la autonomía, la vida de las mujeres; nacidos en una cultura que, diariamente, les otorga y les refrenda, a través de las normas o su silencio, a través de las sentencias y su complicidad, la visa para transitar en una geografía que nos ha sido ajena: nuestra propia vida, nuestro propio cuerpo, nuestra propia libertad. Y así como opera el Derecho que refrenda la cultura, cada vez que una mujer es expropiada de su vida el patriarcado, gigante de por sí, celebra su grandeza; cada vez que una mujer es expropiada de su cuerpo el mundo masculino da a luz un verdugo; cada vez que se reprime la autonomía de una mujer el monstruo, patriarca y patriarcal a la vez, ríe a carcajadas.

2. Origen de la Ley Rosa Elvira Cely por la cual se creó el delito de feminicidio en Colombia Distintos y simultáneos hechos concurrieron en el origen de la Ley Rosa Elvira Cely por la cual se creó el delito de feminicidio en Colombia: El primero, indudablemente estuvo relacionado con la violación, empalamiento y posterior asesinato de Rosa Elvira Cely en el Parque Nacional en la ciudad de Bogotá entre 24 y el 28 de mayo de 2012. Ese lamentable y doloroso hecho hizo visible la urgente necesidad de nombrar una realidad que necesitaba ser nombrada en el sentido de identificar, investigar, procesar y condenar los

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asesinatos perpetrados por el hecho de ser mujer como lo que corresponden; esto es como feminicidios y por lo tanto reconocer que las mujeres son asesinadas por razones diferentes a aquellas en las que lo son los hombres. Era necesario reconocer que estos asesinatos se perpetran con posterioridad a una agresión sexual o en las relaciones de pareja o expareja, por amigos o conocidos, por quienes tenían pretensiones eróticas o afectivas con la víctima o por ocupaciones estigmatizadas, realidades antes no contempladas explícitamente en la ley penal. El segundo hecho estuvo relacionado con la inaplicación del agravante incorporado en virtud de la Ley 1257 de 2008 según el cual se agravaría el homicidio perpetrado en una mujer por su condición de ser mujer. No obstante haber sido asesinadas 1.316 mujeres en Colombia en el año 2012, 138 de ellas por la pareja o expareja, 36 por otros conocidos, 34 por un familiar, en ningún caso, ni siquiera en el de Rosa Elvira Cely se investigó ni juzgó con el agravante. El tercero tuvo que ver con la magnitud del asesinato de mujeres denunciado por organizaciones de mujeres y por la Mesa de seguimiento a la implementación de la Ley 1257 de 2008 que daba cuenta de 4 mujeres asesinadas diariamente para un promedio de 1.460 al año lo que nos ubicaba, al momento de presentar la iniciativa legislativa para la creación del delito de feminicidio, agosto de 2012, en los primeros lugares de los países de América Latina con mayor índice de feminicidio. Según el informe de la CEPAL 2014, ocupamos el primer lugar en la comisión de feminicidios en Suramérica y el segundo lugar en Latinoamérica, después de México. De

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acuerdo con la misma fuente cada seis días una mujer muere por su pareja o ex pareja. El cuarto hecho estuvo relacionado con los efectos del precedente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso de Campo Algodonero vs. México que tuvo lugar en el 2009 y que marcó un hito en el abordaje de esta problemática desde el rol que debe cumplir el Derecho en la prevención, investigación y sanción del feminicidio. El quinto hecho se centró en la necesidad de trascender el aspecto puramente normativo y hacer que la iniciativa para la creación del tipo penal autónomo fuera por sí misma una acción afirmativa que al llevar el nombre de Rosa Elvira Cely, como una víctima que encarnó múltiples violencias que se perpetran a las mujeres por el hecho de ser mujer, generara recordación sobre hechos que jamás debieron ocurrir y que jamás tendrían que volver a presentarse y por lo tanto que contribuyera a fortalecer un mensaje de repudio y de cero tolerancia a las violencias contra las mujeres. Ponerle el nombre de Rosa Elvira Cely a la ley que crearía el tipo penal autónomo estuvo relacionado con una idea de justicia que trascendiera la justicia formal y por lo tanto que fuera más allá de un aumento de penas y de la obtención de sentencias condenatorias ejemplarizantes; se propuso como una forma de reparación simbólica que hiciera honor a Rosa Elvira y a sus familiares; como un mecanismo de reparación colectiva a todas las mujeres que, como Rosa Elvira, han sufrido distintas formas de violencia por el hecho de ser mujer. Se pensó también como una forma a partir de la cual el Estado reconoce es-


tas violencias y el feminicidio como su máxima expresión y asume su responsabilidad en la prevención, investigación y sanción. Efectivamente, el asesinato de Rosa Elvira Cely tuvo diferentes y considerables efectos. • Puso en el escenario de lo público una práctica como el empalamiento que venía siendo denunciada y documentada por organizaciones de mujeres como una forma de violencia sexual y de tortura que tenía lugar, principalmente, en el contexto del conflicto armado. • Ubicó en el escenario de lo público la magnitud de la violencia sexual según la cual para el 20121 se realizaron 18.100 dictámenes a mujeres por presunto delito sexual, lo que equivale al 84 % del total, siendo las más afectadas las niñas de 10 a 14 años; en la mayoría de los casos el principal presunto agresor fue algún miembro del ámbito familiar, conocido o muy cercano al círculo íntimo de la víctima. • Y finalmente, unió y congregó a la opinión pública en el reclamo de justicia y reparación para las víctimas de violencias contra las mujeres y sus familiares.

3. Principales ganancias de la Ley Rosa Elvira Cely Las principales ganancias se derivan de la creación del tipo penal autónomo, de la consagración explícita del principio de la debida diligencia y del reconocimiento del derecho a la asistencia técnica legal. 1 Año en el que desde la Corporación CIJUSTICIA presentamos la iniciativa al Congreso de la República.

En primer lugar la consagración del tipo penal autónomo implica que el legislador reconoce, a través del acto nominativo que le confiere el poder de la ley, que las mujeres son asesinadas por razones diferentes a aquellas en las que lo son los varones; reconoce un contexto histórico de desigualdad y subordinación y reconoce la violencia que le antecede lo que contribuye a desvirtuar la percepción del feminicidio como un hecho aislado y al contrario lo ubica en un contexto de relaciones de poder históricamente desiguales en el que se perpetra. El tipo penal autónomo transmite el mensaje según el cual la vida de las mujeres constituye un bien jurídico protegido por el legislador, del que no puede disponerse precisamente por el hecho de ser mujer, es decir por lo que ideológica y culturalmente significa ser mujer en una sociedad patriarcal y reafirma la respuesta sancionatoria del Estado cuando quiera esta protección se transgreda. En tercer lugar transmite un mensaje que contribuye a: • Deconstruir el imaginario según el cual las mujeres son usables, maltratables, prescindibles, desechables, como lo expresara Marcela Lagarde. • Reconoce diversos escenarios de ejercicio de poder y de instrumentalización y por lo tanto modalidades diferentes al feminicidio perpetrado por la pareja o expareja o a aquel que se comete en el ámbito familiar. • Reconoce el feminicidio por identidad de género de manera que, a diferencia de otros países, Colombia es el único país que reconoce

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como feminicidio el que se perpetre contra una mujer transgenerista por su identidad de género. • Elimina justificaciones enmarcadas en la ira o el intenso dolor así como interpretaciones nefastas y perjudiciales que identificaban el asesinato de mujeres por sus compañeros o excompañeros afectivos como crímenes pasionales o que encontraban justificación en “los celos”, premisas que legitimaban y naturalizaban esta forma extrema de violencia y se constituían en el presupuesto que orientaba la investigación y juzgamiento de estas conductas. En este sentido recuérdese cómo la Corte Suprema de Justicia2 reconoció recientemente como feminicidio los hechos que terminaron con la vida de Sandra Patricia Correa, sobreviviente en el 2009 de nueve heridas de arma blanca propinadas por su pareja y quien fuera ultimada por él en noviembre de 2012 por una herida de arma blanca. Para la Corte Suprema se trató de un feminicidio, contrario a la interpretación del Tribunal Superior de Medellín que sostuvo que se trataba “simplemente de un crimen pasional originado en los celos y que en ningún momento el procesado le causó la muerte a su pareja por el hecho de ser mujer”. Efectivamente la Corte Suprema de Justicia, fue enfática al señalar que: en contextos de parejas heterosexuales –que conviven o se encuentran separadas—, el maltrato del hombre para mantener bajo su control y “suya” a la mujer, el acoso constante a que la somete para 2 Marzo 4 de 2015, con ponencia de la Magistrada Patricia Salazar Cuéllar de la Sala de Casación Penal.

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conseguirlo, la intimidación que con ello le produce, el aumento en la intensidad de su asedio y agresividad en cuanto ella más se aproxima a dejar de “pertenecerle” y la muerte que al final le causa “para que no sea de nadie más”, claramente es el homicidio de una mujer por el hecho de ser mujer o “por razones de género”.

De otra parte, la incorporación explícita del estándar internacional de debida diligencia resulta fundamental para prevenir una futura repetición de los hechos en casos de tentativa de feminicidio; es determinante para garantizar la no contaminación de la escena del crimen y preservar la cadena de custodia; es definitiva para garantizar la medida de aseguramiento del perpetrador y resulta trascendental para asegurar una investigación seria, exhaustiva e imparcial libre de prejuicios y estereotipos de género. Una consecuencia del estándar internacional de debida diligencia es la oportunidad y oficiosidad de la investigación de manera que se puedan recaudar los elementos de prueba en un tiempo razonable. La Corte IDH ha reiterado que “el paso del tiempo guarda una relación directamente proporcional con la limitación para obtener las pruebas y/o testimonios, dificultando y aún tornando nugatorio o ineficaz la práctica de diligencias probatorias a fin de establecer los hechos materia de investigación”. Al respecto en el caso Carlos Antonio Luna López vs. Honduras la Corte IDH sostuvo que “la valoración de la oficiosidad y oportunidad debe ser constante y se predica tanto de los actos urgentes como del desarrollo de un plan o programa metodológico de investigación.


Y como lo señala el Protocolo Latinoamericano para la investigación del Feminicidio de la Oficina para América Central del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los DH en casos de violencia contra las mujeres el estándar de debida diligencia en relación con denuncias por desaparición debe garantizar procedimientos adecuados que conlleven a una investigación efectiva desde las primeras horas porque se trata de contextos en los que existe un riesgo real e inmediato para la vida e integridad de la mujer. En el caso de Campo Algodonero vs. México la Corte IDH efectivamente sostuvo que “las autoridades deben presumir que la persona desaparecida está privada de libertad y sigue con vida hasta que se ponga fin a la incertidumbre sobre la suerte que ha corrido”. La Ley Rosa Elvira Cely que creó el tipo penal de feminicidio en el marco de la debida diligencia exige a las autoridades actuar de manera eficaz, eficiente y oportuna en la búsqueda e identificación de la víctima o sus restos; la indagación de los antecedentes sobre violencia previa; la ejecución de las órdenes de captura y las medidas de detención preventiva; el empleo de todos los medios al alcance para la obtención de pruebas; la ubicación del contexto; el otorgamiento de garantías de seguridad a sobrevivientes y testigos; la sanción de los responsables y la eliminación de prejuicios. La Ley contra el feminicidio en Colombia incorporó la asistencia técnica legal como un mecanismo para garantizar el acceso a la justicia de las sobrevivientes de tentativa de feminicidio y de los familiares de las víctimas con el fin de superar la desigualdad manifiesta y evidente en

los estrados judiciales. La facultad de organizar esta asistencia técnica especializada que la Ley otorga a las entidades territoriales encargadas de las políticas públicas de género (Secretarías de la Mujer) sin duda contribuirá a enfrentar los obstáculos que las mujeres y los familiares enfrentan para acceder a la justicia y se constituye en un mecanismo vigilante de la aplicación del estándar de la debida diligencia y por lo tanto en un medio capaz de enfrentarse a prejuicios o estereotipos que puedan afectar la neutralidad, imparcialidad y el rigor de las investigaciones. Dentro de los principales retos para la aplicación del tipo penal señalaron entre otros los siguientes: i) el fortalecimiento técnico y humano de los equipos de la investigación judicial; ii) la formación en género, derechos humanos y violencias contra las mujeres y en el tipo penal de feminicidio a jueces y fiscales; iii) la disminución de la carga laboral de jueces y fiscales; iv) la presencia activa del Ministerio Público en los procesos penales por feminicidio y v)la creación de una jurisdicción especializada en violencias contra las mujeres.

4. Principales retos en la implementación de la Ley Rosa Elvira Cely por la cual se creó el delito de feminicidio Finalmente dentro de los principales retos en su implementación podríamos identificar, entre otros, lo siguientes: A. El primer reto lo constituye, sin duda, la prevención del feminicidio a través de la puesta

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en marcha de protocolos para la identificación del riesgo feminicida en las relaciones de pareja y ex pareja. B. La formación de fiscales, jueces y autoridades llamados a aplicarla. C. El seguimiento a la implementación de la Ley a través de un Comité Interinstitucional y de la constitución de comités técnicos regionales para el seguimiento a casos específicos. D. El cuarto reto está relacionado con la conformación de grupos especializados de litigio en los departamentos y ciudades con instancias rectoras en políticas públicas de género encargados de la asistencia técnica especializada para asumir la representación de sobrevivientes de tentativa y familiares de víctimas de feminicidio. E. El quinto tiene que ver con la urgente puesta en marcha de mecanismos que garanticen la efectividad de las medidas de protección relacionadas con la limitación del régimen de visitas, guarda y custodia de los hijos e hijas en los casos de tentativa de feminicidio o de violencia intrafamiliar con riesgo feminicida, puesto que en muchas ocasiones el aparente ejercicio de estos derechos por parte del agresor se constituye en el medio empleado para terminar un feminicidio inacabado y en el desenlace de una crónica de una muerte anunciada.

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En este sentido el Comité de la CEDAW en el caso de Ángela González vs. España (2014) fue enfático al señalar que se deben tomar en cuenta los antecedentes de violencia de género en los procedimientos de determinación de custodia y del régimen de visitas de los niños y niñas, para que no se ponga en peligro la seguridad de las víctimas de violencia, incluidos sus hijos e hijas. f. El último está relacionado con la aplicación del Protocolo Latinoamericano para la investigación del feminicidio. Finalmente quiero señalar que la Ley Rosa Elvira Cely contra el Feminicidio nació entre los árboles del Parque Nacional en Bogotá; estos árboles mudos por el silencio implacable de Rosa Elvira nos hablaron al oído y nos impusieron el mandato de romper el silencio y hacer de la sanción y del repudio una causa por encima de partidos políticos, colores, razas, edades, orígenes, ideologías. Y mientras caminábamos por un parque que ya no sería el mismo, quienes promovimos la iniciativa legislativa sabíamos que no podríamos ser las mismas. Ya no lo éramos. Colombia tampoco podría ser la misma y tratamos de traducir los clamores de justicia en ese lugar en el que podamos ser mujeres y no temer por ello. Por eso terminaré mi intervención con un poema de mi autoría que traduce el anhelo de justicia de género, es decir de justicia para las mujeres en Colombia y en el mundo, así:


Del feminicidio, de la inquisición, de la represión, de la violación de las mujeres y otros asuntos

Yo sueño con ese lugar en el que las mujeres puedan ir a cualquier lugar sin por ello ser condenadas a la hoguera

Sueño con que jamás una mujer sea nuevamente condenada a la inquisición, a la quema o a la hoguera por creer en otros dioses y no en uno único; por abandonar un terreno no fértil para el amor y preferir la incertidumbre de lo desconocido; por comunicarse con los astros y las estrellas

Con un lugar en el que sus ropas por largas o cortas, trasparentes o ajustadas no signifiquen la licencia para que los hombres ejerzan el dominio sobre ellas

Sueño con ese lugar en el que no se necesite exorcirzar a las mujeres para arrebatarles esas ansias de la vida y de la libertad por las que somos capaces de morir

Sueño con una tele, en cualquier país del mundo, en la que, en cambio de vender jabones, lavadoras y licuadoras con nuestra imagen, se nos muestre en el arte de pensar que jamás nos ha sido ajeno

Sueño con ese lugar en el que no tema ser mujer y salir al parque de día, de noche o en la madrugada, con la luz de la luna y el placer del viento;

Así como Martin Luther King soñaba con el día en que sus cuatro hijos no fueran juzgados por el color de su piel sino por el contenido de sus actos

Sueño con un lugar en el que, en cambio de valorarnos por los tacones en los que nos trepa, sea capaz de alcanzar la infinita altura de nuestras ideas. Así como Martin Luther King soñó que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad, Yo sueño con que los responsables de ese genocidio de la humanidad que significa matar a las mujeres en Bosnia, Campo Algodonero, Colombia, Salvador, Guatemala, Panamá, el mundo entero, sean castigados con la vertical e implacable sentencia de la justicia

Sueño con ese lugar en el que Rosa Elvira Cely seguiría viviendo Así como Martin Luther King soñó que un día, incluso el estado de Misisipi, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertiría en un oasis de libertad y justicia Yo sueño con el lugar del futuro que añoraría para mi hija o para mí en el presente en el que ni inquisición, ni represión, ni violación, ni feminicidio, sean las formas de condenar y castigar a las mujeres por el hecho de serlo Por lo tanto sueño con ese lugar en el que pueda ser mujer y no temer por ello Muchas gracias. EN OTRAS PALABRAS… no. 26 / Rehaciendo saberes | 81


Una causa justa para el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo Juliana Martínez Londoño*

* Integrante y Coordinadora de La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres. Politóloga, Magister en Género y Diversidad, Doctora en Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia – sede Medellín. E-mail: coordinacionmesa@despenalizaciondelaborto.org.co

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El 10 de mayo de 2006 la noticia de la despenalización parcial del aborto inundó los medios de comunicación en Colombia. Después de un debate que había movilizado la opinión pública, la Corte Constitucional informó que mediante la sentencia C-355 de 2006, el aborto dejaba de ser un delito en tres circunstancias1. Este cambio en la jurisprudencia es muestra de un proceso de transformaciones que venía configurándose desde la segunda mitad del siglo XX en torno a una nueva comprensión de la capacidad de las mujeres a decidir sobre su cuerpo a través del derecho a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). El trabajo para llegar hasta ese punto había sido largo y arduo. Desde la segunda mitad de la década de los setenta el naciente movimiento feminista colombiano había hecho de la defensa del aborto libre uno de sus principios políticos, poniendo en el debate público la idea de que las mujeres podían decidir sobre sus cuerpos y 1 Cuando el embarazo es consecuencia de una violación, cuando el feto presenta malformación incompatible con la vida o cuando la gestación pone en peligro la vida o la salud de la mujer (Corte Constitucional de Colombia, sentencia c-355 de 2006).

sus vidas. En 1977 revistas feministas como Las Mujeres2 hicieron eco del reclamo de “aborto libre y gratuito que garantice plenamente el derecho a decidir cuando queremos o no tener hijos” («Manifestación de ollas y canastos vacíos», 1977, p. 14) que comenzaba a inundar las calles de ciudades como Bogotá, Medellín y Cali. Dos años después, en 1979 grupos y colectivos se movilizaron por el aborto libre en el marco de la Campaña Internacional por el Aborto y la Anticoncepción y contra las Esterilizaciones Forzadas, impulsada por la National Abortion Campaign y la International Campaign for Abortion Rights. En el escenario legal ninguna de las propuestas de proyecto de ley que fueron presentadas entre 1975 y 2006 y que buscó la despenalización del aborto por causales logró un resultado positivo, ni siquiera cuando en la década de los noventa se ampararon en el discurso emergente de los derechos sexuales y los derechos reproductivos. En su lugar, el proyecto de Litigio de Alto Impacto en Colombia por la Inconstitucionalidad del Aborto (LAICIA), que lideró la organización Women’s Link Worldwide, exploró modificar la jurisprudencia de la Corte Constitucional a través de una demanda de inconstitucionalidad3 que terminó en la mencionada sentencia.

2 La revista fue fundada en Medellín en 1977 por un grupo de mujeres universitarias, deseosas de luchar para que sus congéneres comprendieran las raíces de su opresión, se organizaran y lucharan por mejorar esta situación. La revista incluyó noticias sobre el acontecer del movimiento en otras ciudades del país. Tuvo cuatro ejemplares, el último apareció en octubre de 1978. 3 Jaramillo Sierra, I. C., & Alfonso Sierra, T. (2008). Mujeres, cortes y medios: la reforma judicial del aborto. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, Universidad de los Andes.

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Tras este fallo, La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres4 planteó, junto a otros grupos, redes e iniciativas latinoamericanas y nacionales, una estrategia de exigibilidad de derechos y movilización legal que denominó “la interpretación amplia de las causales”. Esta consiste en la generación de consensos colectivos y herramientas de interpretación y aplicación de las causales legales para interrumpir el embarazo5. Estos consensos son construidos y respaldados por diversos expertas/os y organizaciones con conocimientos y experiencias de trabajo en torno al aborto y otros temas conexos y, por lo tanto, con legitimidad para presentar ante la opinión pública y ante audiencias específicas y especializadas los acuerdos resultantes de dicho ejercicio. En cuanto a las herramientas de aplicación de las causales, estas pretenden que los profesionales de los distintos sectores involucrados puedan analizar, teniendo como referencia algunos casos que generaron precedente en derecho, los usos prácticos de la causal.

4 La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres es un espacio colectivo feminista que desde 1998 trabaja por la eliminación de la discriminación y defiende los derechos de las mujeres, especialmente del derecho al aborto en todas las circunstancias, a través del activismo y la generación de conocimiento, aportando a la construcción de la democracia. Para más información: www.despenalizaciondelaborto. org.co 5 Véase: Ana Cristina González Vélez. 2008. Causal salud. Interrupción legal del embarazo, ética y derechos humanos. Bogotá. La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres y la Alianza Nacional por el Derecho a Decidir. Ana Cristina González Vélez. 2011. La aplicación práctica de la causal salud: un análisis de casos desde el marco de los derechos humanos. Bogotá. La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres. Paola Bergallo y Ana Cristina González Vélez. 2012. Interrupción legal del embarazo por la causal violación: enfoques de salud y jurídico. Bogotá. La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres. Viviana Bohórquez Monsalve y Ana Cristina González Vélez. 2015. Interrupción Voluntaria del Embarazo y Causal Violación. Guía de estudio de casos. Bogotá. La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres.

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La interpretación de las causales ha sido un eje estratégico del trabajo de La Mesa, permitiendo consolidar al colectivo como un actor clave en la garantía del derecho al aborto de las mujeres en Colombia y un referente latinoamericano en la materia.

Barreras de acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo No obstante los esfuerzos por ampliar la interpretación de las causales, asegurar el acceso y la implementación de la sentencia, las barreras de acceso persisten afectando el goce efectivo del derecho al aborto y la libre decisión de las mujeres sobre sus cuerpos. En estos trece años de la sentencia, La Mesa ha acompañado a más de 1200 mujeres que han enfrentado barreras de acceso, es decir, que vivieron acciones u omisiones que constituyeron un obstáculo para el acceso efectivo al servicio de aborto legal, contraviniendo los estándares fijados por la Corte6. Estas barreras se presentan a lo largo de la ruta de acceso, es decir, en los sectores justicia, salud y protección, con lo que se quiere señalar que no es un problema sectorizado sino que es constitutivo del modelo de causales con los requisitos que impone a las mujeres para llevar a cabo su voluntad. Precisamente este acompañamiento legal le permitió a La Mesa identificar tres grandes grupos de barreras. El primero relacionado con el 6 González Vélez, Ana Cristina y Castro Laura (2017). Barreras de acceso a la interrupción voluntaria del embarazo en Colombia. Bogotá. La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres.


desconocimiento del marco legal, por ejemplo, desconocer el derecho de las mujeres a la información veraz e imparcial sobre sus opciones reproductivas, y al diagnóstico y tratamiento oportuno. El segundo con la interpretación restrictiva del marco legal limitando los alcances del derecho a la IVE, por ejemplo, reduciendo la causal salud a una de sus dimensiones, sin considerar que se trata de un estado integral tanto físico como mental y social. El tercer grupo de barreras apunta a las fallas administrativas y de los profesionales en la prestación del servicio como someter a las mujeres a violencia y malos tratos, y dilatar injustificadamente la prestación del servicio. A estas barreras deben sumarse aquellas de tipo cultural, originadas en prejuicios y estereotipos sobre el aborto, las mujeres que abortan y los prestadores del servicio. Aun cuando las cifras disponibles presentan vacíos, nos permiten afirmar que la mayor cantidad de abortos siguen produciéndose por fuera del sistema de salud, lo que ocurre debido a las barreras. A manera de referencia, el Instituto Guttmacher, estimó que en Colombia, en 2008, se realizaron 400.400 abortos, de los cuales menos del 1% era realizado en el sistema de salud7. Si bien podemos asumir que este porcentaje ha tenido incrementos en el período reciente, lo cierto es que el servicio no se encuentra disponible en todo el territorio nacional. Contrario a lo señalado en la jurisprudencia y los lineamientos de política pública, en algunos 7 Elena Prada, Susheela Singh, Lisa Remez y Cristina Villarreal (2011). Embarazo no deseado y aborto inducido en Colombia: Causas y Consecuencias.

municipios no hay disponibilidad de servicios en el primer nivel de complejidad para el primer trimestre de gestación y la oferta es mucho más reducida para el segundo y tercer trimestre, presentando intermitencias y suspensiones ocasionales. Como consecuencia de ello, muchas veces las mujeres deben desplazarse de sus ciudades de origen en la búsqueda de un aborto seguro, incurrir en costos extra y alejarse de su red de apoyo. Esta situación es mucho más grave en mujeres rurales, indígenas, negras, con bajo nivel educativo y pobres, lo que nos permite afirmar que las barreras ahondan desigualdades sociales y ponen en riesgo a las mujeres más vulnerables.

¿Derecho y delito? El modelo de causales colombiano tiene una particularidad problemática y es que mantiene el delito de aborto8 al tiempo que reconoce el derecho fundamental de las mujeres a interrumpir el embarazo en tres circunstancias. Este “doble estándar”9 mantiene el uso del poder punitivo del Estado para limitar el aborto, lo que no solo es desproporcionado sino ineficiente en la medida que no persuade a las mujeres que requieren un aborto; por el contrario, causa daños graves en la prestación del servicio toda vez que genera confusión, desincentiva la búsqueda de servicios legales, inhibe a profesionales de la 8 Artículo 122 del Código Penal colombiano (Ley 599 de 2000): La mujer que causare su aborto o permitiere que otro se lo cause, incurrirá en prisión de dieciséis (16) a cincuenta y cuatro (54) meses. A la misma sanción estará sujeto quien, con el consentimiento de la mujer, realice la conducta prevista en el inciso anterior. 9 Este concepto ha sido acuñado por Ana Cristina González Vélez, integrante de La Mesa, en su crítica al modelo de causales, tema del que se ocupa su tesis de doctorado.

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salud que quieren prestar el servicio y contribuye al estigma social que recae sobre el aborto. Además, la persistencia del delito en el Código Penal contiene en sí mismo un cuestionamiento sobre la capacidad de las mujeres para tomar decisiones sobre su reproducción y su propia vida, como si el Estado debiera mantener control y tutelaje sobre esta decisión íntima de las mujeres. Aun cuando el país cuenta con un sólido marco de política pública en la materia, del cual hace parte la Directiva 006 de 2016 de la Fiscalía General de la Nación que adopta directrices para la investigación y juzgamiento del delito de aborto, y que señala que esta no es una conducta de interés persecutorio de la entidad, por lo que su labor debe centrarse en la verificación de las causales, La Mesa ha conocido casos de mujeres a quienes se les ha iniciado procesos de criminalización, algunas de ellas incluso encontrándose dentro de las causales de la sentencia y cumpliendo con los requisitos señalados por la Corte. En el primer semestre de 2019, La Mesa acompañó el caso de Elena10, una menor de 15 años de edad, residente de la ciudad de Ibagué y quien con 17 semanas de embarazo decidió interrumpirlo porque afectaba su continuidad escolar, por lo que se administró medicamentos. Su madre se dio cuenta de sus dolores pélvicos por lo que decidió llevarla a la Clínica Tolima. Allí desde la institución se dio aviso a la Policía de Infancia y Adolescencia, una clara violación de su derecho a la intimidad y del secreto profesional. Por su parte, el Instituto Colombiano de Bienestar 10 El nombre ha sido cambiado para cuidar la confidencialidad y proteger la identidad de las menores.

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Familiar inició el proceso administrativo de restablecimiento de derechos y la Fiscalía local inició una investigación penal. Todo esto generó afectaciones emocionales en Elena y su familia, quienes manifestaron temor de ser separados y sentirse amenazados y ansiosos ante la posibilidad de un proceso penal. De acuerdo con información de la misma Fiscalía, a octubre de 2017, 2290 mujeres estaban incursas en un proceso penal por el delito de aborto en Colombia11. En cuanto a su edad, se identificaron tres casos de niñas de 11 y 12 años, en quienes se presume violencia sexual y por lo tanto estaban en su derecho de acceder a una IVE por esta causal, es decir, que nunca debieron enfrentar la criminalización sino más bien un proceso de restablecimiento de derechos. Los rangos de edad más judicializados son de los 15 a 19 años (25.2% del total de casos), seguido de las mujeres entre 20 y 24 años (18.8%). El 39.3% de las mujeres criminalizadas estaba en secundaria y el 28.6% en primaria; el 28.6 % no tenía formación académica. Toda esta información ratifica la idea de que el modelo de causales con su doble estándar profundiza las desigualdades sociales, en el caso de la criminalización, afectando principalmente a mujeres jóvenes sin estudios superiores concluidos.

11 Delegada para la Seguridad Ciudadana de la Fiscalía General de la Nación, radicado 20176111013202 del 23 de octubre de 2017. Respuesta a derecho de petición presentado por La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres. Grupo de soporte SPOA y SIJUF. Estas cifras no establecen expresamente el periodo del registro, pero se podría inferir que los datos corresponden a casos iniciados a partir de la expedición de la Ley 906 de 2004, es decir entre los años 2004 y 2017.


Esto contrasta con una opinión pública favorable que respalda el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos. De acuerdo con la Primera Encuesta de Percepción sobre Interrupción Voluntaria del Embarazo en Colombia, realizada por La Mesa con la firma encuestadora Cifras y Conceptos12, alrededor el 65% de las personas encuestadas está de acuerdo con el aborto por causales, el 62% consideró que la decisión de interrumpir el embarazo es una decisión exclusiva de las mujeres y un 61% dijo estar en desacuerdo con que una mujer deba ir a la cárcel por interrumpir un embarazo, esto es, un rechazo a la penalización.

Despenalización total del aborto: una causa justa Ante estos elementos es indiscutible la necesidad de eliminar el delito de aborto del Código Penal: una causa justa a propósito del derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, su reproducción y su vida. La despenalización total del aborto debe ir acompañada de despenalización social y regularización del servicio de salud de interrupción del embarazo, de manera que sea asequible para todas las niñas y mujeres sin discriminación y en todo el territorio nacional. En una visión integral de los derechos humanos, lo sustancial es la decisión de las mujeres y el respeto por sus derechos, mas no el origen de la afectación. En otras palabras, si el eje es la determinación de las mujeres, las causales quedan 12 Disponible en: http://www.despenalizaciondelaborto.org.co/wpcontent/uploads/2017/09/ENCUESTA-DE-PERCEPCION-2017.pdf

reducidas a un asunto de procedimiento que condiciona el accionar de los agentes estatales y de los prestadores de servicios de salud, mas no de las mujeres, por lo que todas las razones por las que ellas optan por interrumpir un embarazo deben reconocerse como válidas. Adicional a esto, si partimos de la idea de que los derechos son interdependientes e indivisibles y que el derecho a la Interrupción Voluntaria del Embarazo es un derecho humano fundamental -directamente relacionado con otros derechos-, limitarlo y restringirlo afecta el ejercicio y goce pleno de un amplio grupo de derechos inherentes a la persona. “Cuando no existe elección reproductiva, todos los demás derechos humanos –civiles, políticos, económicos y culturales- sólo tienen un poder limitado para lograr avances hacia el bienestar de las mujeres”13. Esto quiere decir, que el derecho al aborto debe ser reconocido de manera integral, no parcial, y sin excepciones para materializar la ciudadanía plena de las mujeres: la lucha por el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos es una lucha democrática por excelencia, de definición de la ciudadanía de las mujeres y del lugar que ocupan en la comunidad democrática. Es por ello una causa justa.

13 Carmel Shalev. 2001. “El Derecho a La Salud Sexual y

Reproductiva: La CIPD y la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.” En Sofia Gruskin (Ed.). Derechos Sexuales y Reproductivos: Aportes y Diálogos Contemporáneos. Lima: Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, 43–49. P. 48.

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ÂżLa idealizaciĂłn de la familia garantiza la felicidad? Yolanda Puyana Villamizar* * Trabajador social, Magister en Estudios de PoblaciĂłn.

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La creciente ola que exalta la familia tradicional

“El matrimonio es para Tolstoi, al mismo tiempo el lugar de la tragedia y de la esperanza, de la horrible mentira cotidiana y de la paz idealizada, el nido y el infierno. Pero es precisamente el infierno porque es la aspiración a un nido. (Zuleta, 1980 pp. 31) La familia, el hogar, el matrimonio han sido idealizados como el lugar de la llegada y del alcance de la felicidad. Así señalaba Estanislao Zuleta, a raíz del pensamiento de Tolstoi al respecto. La cita contiene un profundo sentido cuando se aborda el tema, porque cada uno de estos espacios se han pensado al tiempo, como un nido, por aquella tendencia tan frecuente a idealizar un lugar, una relación amorosa, un amor sin conflictos y asociarlo a la fusión del deseo y a la eternidad. Lo paradójico es que por la idealización de esta vivencia, la convertimos en un infierno. Se le demanda a la relación tanta satisfacción que no satisface, porque no se le permiten errores, se evita el manejo de las tensiones propias de cualquier encuentro amoroso. Ante las contradicciones entre lo soñado y lo posible, para este artículo voy a contestar la siguiente pregunta: ¿Por qué tendemos a la idealización de la familia? ¿Cómo explicar una tendencia constante que hemos llamado como el familismo?

El 2 de octubre del 2016, ante los resultados del plebiscito en torno a los acuerdos de paz en Colombia, lloré. Tuve que tomarme un whisky para evitar un infarto y no podía creerlo. Había pasado varios meses en luna de miel con mi país, creyendo que una mayoría de las y los colombianos, compartíamos los acuerdos de paz. No interpreté signos de una ola conservadora opuesta a los cambios culturales, como reacción contra el acuerdo. Una ola que configura un discurso sobre lo sagrado para protegerse de una ciudadanía laica y se agitaba en contra de las nuevas fuerzas sociales que desde su diversidad étnica, de clase y orientación sexual demandaban salir al mundo de lo público. Ahora, por el contrario, observo que en la segunda década del siglo XXI se han vigorizado argumentaciones en el escenario político a favor de la sagrada familia – figura dominante desde la Colonia- (Ramírez, 2006) compuesta por las imágenes de San José en calidad de padre proveedor, la Virgen y el niño Jesús. Esta misma mirada se ha revertido con un lenguaje más moderno hacia la llamada familia nuclear completa, como modelo legítimo a alcanzar. Unas resistencias con inspiración religiosa fueron agenciadas por el ex procurador Alejandro Ordóñez y entorpecieron, entre otras, las posibilidades de plantear una política de familia bajo una mirada de la diversidad,1 durante el gobierno del presidente Santos. 1 Fueron constantes las respuestas a las convocatorias que hizo el Ministerio de Salud y Protección Social, para discutir la política integral de la familia, liderada por Ligia Galvis. A esos eventos durante el 2013 en Bogotá, acudían varios participantes a recordarnos con vehemencia que la familia era la célula básica de la sociedad, impidiéndonos exponer otras visiones y elaborar un análisis diverso de la familia en Colombia.

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Al tiempo, expresaron esta ola familista y el retorno de esta visión a lo sagrado, las críticas apasionadas contra la adopción de las personas del mismo sexo, a través de un escrutinio denominado “Por papá y mamá”, liderado por la congresista Viviane Morales, que votaba en contra del derecho de adoptar por parte de personas que conformaban hogares como viudas, separadas, solteras o parejas del mismo sexo, y solo reconocía como familia a la nuclear con hijos. Su escrutinio mostró un apoyo popular, pero por fortuna no fue aceptado en el Congreso el 12 de mayo del 2017, ya que violaba la Constitución (El Espectador, 10 de mayo 2017). En la misma época se enarboló una acusación contra el Ministerio de Educación, por seguir las disposiciones de la Corte Constitucional contra los entes educativos que expulsan y discriminan a las o los estudiantes con orientación sexual no heterosexual. Se disponía que se les reconocieran sus derechos y formaran a los estudiantes en la aceptación de la diversidad. En medio de detalles, que no alcanzamos a tratar en este texto, se acusó a la gestión de la ministra de lo contrario: asignándole intereses oscuros encaminados a elaborar una serie de cartillas que estimulaban la homosexualidad y que manipulaban a las y los estudiantes. Se afirmaba que se iba en contra de las aspiraciones de los padres de familia en torno a alcanzar la formación de su prole como heterosexuales 2 (Arcadia, 2016). 2 En las redes sociales colombianas se visualizó una imagen de la supuesta cartilla que sería repartida en los colegios del país, que muestra la relación sexual entre dos hombres. De inmediato, personas, políticos y otras figuras rechazaron el manual de educación sexual de menores y denunciaron a la ministra de Educación, Gina Parody. La cartera encabezada por Parody respondió con un video en el que desmiente la existencia del manual y califica las acusaciones como absurdas e ilógicas. La imagen que se difundió por las redes es en realidad del libro In bed with David & Jonathan, una obra erótica belga de 2006. En una rueda de prensa la ministra, además, manifestó que la difusión “hace parte de una maquinaria política que quiere una Colombia dividida, pues incluso funcionarios de la Procuraduría se encargaron de difundir la imagen en redes”. (Revista Arcadia. 2016/08/09).

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A estos hechos se suma una polarización similar en el mundo. Por ejemplo, el triunfo de Trump como presidente de Estados Unidos, a pesar de su política conservadora, homofóbica, sexista y racista. Fue una situación indignante que en el país más poderoso del mundo, un hombre con antecedentes oscuros en el trato a las mujeres sea elegido presidente y que una de sus principales acciones fuera desmontar los programas que favorecen la salud sexual y reproductiva, que prohíba mencionar el cambio climático y borre todas las comunicaciones en español de la Casa Blanca. Nos indigna también que los “chivos expiatorios” de esta campaña sean los migrantes, como si ellos explicaran la pobreza y el desempleo en Estados Unidos, uno de los países más inequitativos del mundo. Es innegable la polarización ideológica que hemos vivido en los últimos años entre un pensamiento laico intercultural y otro, que restaura y fortalece una visión sagrada que guíe los comportamientos en la vida cotidiana. No sólo nos dividimos por posiciones antagónicas sobre el proceso de paz o la política, sino que uno de los temas que más nos separan son las concepciones sobre la familia. Se ha fortalecido la divulgación de una ideología familista caracterizada por una exaltación de la misma, definida como célula básica de la sociedad, por otorgarle una responsabilidad de la integración social y moral del país, imposible de lograr sin un contexto social apropiado para la protección de las nuevas generaciones. (Barret y Mclintosh, 1995; Puyana, 2007). Además de expresar una tendencia en contravía de las características actuales de los hogares colombianos, según las estadísticas al respecto3. 3 Véase al respecto los datos de la encuesta de Profamilia 2015, en la que se indica que sólo un 33% de los hogares estaban conformados por padre, madre e hijos y se constataba un aumento de hogares encabezados por mujeres, de hogares unipersonales y nucleares sin hijos. Datos que denotan la búsqueda de otras formas de unión diferente al hogar nuclear tradicional.


Con esta visión, también, se considera al núcleo familiar como el único bastión del afecto, se exalta su tarea en la formación de las nuevas generaciones, se le recrimina por ser la responsable de la drogadicción de las y los jóvenes, de la pobreza, de las dificultades para el cuidado de la niñez. Además el juicio sobre la familia así referido, contiene una figura exaltada por la sociología tradicional y por corrientes de la psicología, porque se concibe bajo el imaginario del padre proveedor que cumple el rol instrumental y la madre cuidadora, con su rol expresivo (León, 1994). Imagen con un fuerte componente de género, porque al naturalizar el papel de las mujeres en el cuidado, es a ellas a quienes se inculpan de todas las carencias y de los problemas de sus hijos e hijas, con poca valoración de la función paterna, así ellos no cumplan ni siquiera el papel de proveedores y la madres carezcan de redes sociales o del Estado para su apoyo.

Los sugestivos aportes de Zygmunt Bauman Este sociólogo polaco que habitaba en Londres, vivió una historia de vida que le permitió comprender eventos centrales del siglo XX e interpretar las primeras décadas del XXI, ya que participó en la Segunda Guerra Mundial, conoció el socialismo polaco y luego se exilió en Inglaterra, lo que le facilitó analizar esta sociedad neoliberal y murió apenas hace dos años. A los 91 años, en una de sus últimas entrevistas manifestó que no creía en la felicidad, pues en la sociedad líquida se tiende a confundir con el consumo y es siempre engañosa. (Bauman, 2016). El pensador nos sugiere una interpretación muy sugestiva de los cambios culturales y su incidencia en los procesos de individualización, la emancipación, el tiempo, el espacio, el poder, el

territorio y la comunidad. Sus análisis parten de los efectos que la globalización neoliberal han generado en las personas, en un mundo crecientemente inequitativo entre Estados y en el interior de los mismos, una sociedad consumista, un consumo inacabable, que genera de inmediato displacer y búsqueda de un nuevo objeto de placer), una sociedad adicta al mercado. (Bauman, 2017). Para el pensador la sociedad se ha movido desde una modernidad sólida que presentaba al individuo ideas esperanzadoras de futuro mediado por imágenes de bienestar. Refiere como persistían unas, desde la metáfora del paraíso comunista, del capitalismo con las utopías sobre el progreso y la modernización para todos, la naturalización del género, de la raza o el alcance del cielo a través de una vía mediada por lo sagrado. Así se construían sueños, que iban a incidir en la identidad de cada ser, cuyo alcance generaría la sensación de completud y de tranquilidad del espíritu. Por el contrario, la sociedad moderna líquida, implica el resquebrajamiento de los metarrelatos, la desidealización de la historia de la humanidad y aceptar cómo la construcción de las identidades cambia con el contexto. La modernidad líquida alcanza las relaciones cotidianas, la forma como se vive desde lo micro, el amor y lo macro social, en lenguaje de Bauman (1985) (…) “es aquella en que las condiciones de actuación de sus miembros cambian antes que de la forma de actuar se consoliden en unos hábitos y en una rutinas determinadas. La vida líquida como la sociedad moderna líquida, no puede mantener su forma, ni su rumbo durante mucho tiempo. (Bauman, 2017, p. 9). Se suma a todo esto que en la sociedad líquida hemos perdido las relaciones de poder propias

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del panóptico, en las que se encontraban cara a cara la víctima y el victimario; ahora el poder se diluye, está en la virtualidad misma, es difuso, no se puede agarrar, ni pisotear. La capacidad de autorreflexión del yo, acompañada de la dinámica social, genera un individuo, que tiende a interpretar su pasado o su futuro de una manera descontextualizada, su fracaso o su éxito se interpreta como culpa de sí. Para Bauman, persiste un resquebrajamiento entre la expectativa de la vida “en jure” o lo que se quiere alcanzar, respecto a la vida “in facto”, lo posible de cumplir. La construcción del sí de cada persona está indefinida, y hoy la individuación consiste en transformar la identidad humana de algo dado, a una tarea y en hacer responsable a los actores de la realización de las mismas y sus consecuencias. Bauman propone la categoría de modernidad líquida, que incita a un cambio en el tiempo y en el espacio. El tiempo nos lleva a situaciones inimaginables que provocan miedos. Porque precisamente lo líquido ha resquebrajado los espacios, nos atrae pero se diluye en el mismo tiempo, se pierde y cambia. Es ahora dominante una sociedad sin tiempo, sin espacios fijos, se carece de una ideología que desarrolle un proyecto colectivo con caminos definidos. El pensar por sí mismos o mismas, genera miedo, miedo que lleva a adherirnos a ideas fijas, a culpar de nuestras desgracias a quienes innovan, a buscar chivos expiatorios para sentir tranquilidad. Así afirma Bauman, ante los temores que genera la sociedad líquida a las personas “Existe una desagradable mosca de la impotencia en la sabrosa sopa de la libertad cocida en la olla de la individuación, esa impotencia, resulta tanto más molesta, odiosa y ofensiva en vista

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del poder que la libertad nos debería conferir”. (Bauman, 1999, p. 13). Persiste el miedo a la libertad, como lo señalaba Erich Fromm4, prevalece el temor y la desconfianza. Por ello como afirma Bauman buscamos “percheros”, que no son otras que excusas colectivas para echar la culpa a quienes son diferentes, quienes generan temores individuales. Las ciudades así se construyen a partir del temor a los otros, con una arquitectura proclive al anonimato y al desencuentro con los demás. Somos tendientes a proclamar chivos expiatorios, por ello se ha aumentado la xenofobia ante los migrantes, la homofobia ante la población que practica una sexualidad no heterosexual e incluso contra las mujeres capaces de gestionar sus vidas. “La nuestra es una época de cerraduras patentadas, cámaras de seguridad, pánicos contra el espacio público”. (Bauman, 2017, p. 112). En ese sentido, el lenguaje familístico proclive a traer a colación la familia tradicional, se convierte en el “perchero” señalado por Bauman para evitar las angustias. Aunque el pensador citado se mueve en el contexto europeo, la tendencia a la globalización incluye a Colombia. Sin embargo, persisten una serie de particularidades que aún explican más nuestra tendencia a idealizar las familias. Considero que precisamente estas violencias ocurridas en el curso del conflicto, han generado heridas profundas entre las personas, heridas que se buscan sanar con explicaciones totalizantes e inmovilizadoras, heridas que aparentemente se curan cuando se continúa culpando a otros y otras, sin aceptar nuestro contexto, en medio de una inequidad social y regional pavorosa. 4 Ya desde los críticos a Freud, señalaban el miedo de los humanos a despojarse de las ataduras que le impiden la autorreflexión.


Este conflicto armado que sumió en el desconcierto y en el temor a la mayoría de las familias colombianas ha generado una polarización en el país, posiblemente similar a la que hace sesenta años vivían los liberales y los conservadores. La mirada tradicional se aferra a una idea de familia cada vez más inexistente en el país y se consume en argumentaciones a-históricas que solo les genera alivio inmediato. Quisiera traer a colación algunas notas del escrito que Estanislao Zuleta (1985, pp. 12- 13) hizo cuando le otorgaron el doctorado Honoris Causa en la Universidad del Valle en 1984. Después de recordarnos nuestra tendencia imposible a crear paraísos en la tierra, afirma: “Lo más difícil, lo más importante, lo más necesario, lo que de todos modos hay que intentar, es conservar la voluntad de luchar por una sociedad diferente sin caer en la interpretación paranoide de la lucha… y destaca más adelante: ( …) “surge la rebelión magnífica de las mujeres que no aceptan la inferioridad a cambio de halagos y protecciones”.

Bauman, Zygmunt ( 2005). Amor Líquido. Fondo de Cultura Económica. Bauman,Zygmunt.Entrevista realizada por Gonzalo Suárez 07/11/2016. https://www.elmundo. es/papel/lideres/2016/11/07/58205c8ae5fdeaed7 68b45d0.html. Fromm, Erich (1977). El miedo a la libertad. Ed. Biblioteca del hombre contemporáneo. León , Magdalena. (1994). Género, mujeres e identidades en América Latina. Ed. Tercer Mundo. Puyana, Y. (2007). El familismo, una crítica desde la perspectiva de género y el feminismo. Familias, cambios y estrategias. En Puyana, Y., Ramírez M.H. Familias cambios y estrategias. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. Ramírez, María Himelda. (2006) . De la caridad barroca a la caridad ilustrada. Mujeres, género y pobreza en la sociedad de Santa Fe de Bogotá, siglos XVII y XVIII. Bogotá: Ediciones de la Universidad Nacional de Colombia, 2006. Zuleta, E. (1980). La propiedad, el matrimonio y la muerte en Tolstoi. Ed. Nueva Era.

Después de una reflexión tan intensa por la vida, Bauman (2016, p. 4) propone una salida retomada de la sabiduría china: “ Si piensas en el próximo año, planta maíz. Si piensas en la próxima década, planta un árbol. Pero si piensas en el próximo siglo, educa a la gente”.

Zuleta E. (1985). Sobre la idealización en la vida personal y colectiva. Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura. Presidencia de la República.

Bibliografía

Arcadia. https://www.revistaarcadia.com/noticias/articulo/polemica-cartillas-educacion-sexual-genero-ministerio-educacion-brigitte-baptiste/51277

Barret, Michele y McIntosh May (1991). Familia vs. Sociedad. Tercer Mundo. Bogotá.

https://www.elespectador.com/noticias/politica/ se-hundio-referendo-de-viviane-morales-el-nogano-en-tercer-debate-articulo-693218.

Bauman, Zygmunt. (2009). Modernidad Líquida. Fondo de Cultura Económica. México. Bauman, Zygmunt (2017). Vida Líquida. Ed. Paidós, Especiales.

Bogotá, marzo 7 de 2019

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Reflexiones sobre la defensa de los derechos reproductivos de las mujeres en un Estado laico Florence Thomas* * Activista feminista.

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Trabajar sobre los derechos sexuales y reproductivos y muy particularmente sobre la interrupción voluntaria del embarazo con una mirada feminista como lo estoy haciendo desde hace unos treinta años y, además, en cuanto integrante de La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres, necesita de manera imperiosa un contexto de laicidad o marco político laico. No podemos seguir con creencias conservadoras, paternalistas o, peor aun, fundamentalistas que representan grandes desafíos para la defensa de los derechos humanos y muy particularmente de los derechos sexuales y reproductivos. Se requiere incontestablemente disociar lo relativo a la ley civil de las normas religiosas o filosóficas particulares. 1- Cuando en los años 70 y 80, gritamos en la plaza de Bolívar, “Mi cuerpo es mío y sobre mi cuerpo no decide ni el Estado, ni la iglesia, ni siquiera mi compañero: sobre mi cuerpo decido yo”, empezamos a fracturar profundamente los dictados de una cultura patriarcal judeo-cristiana. Definitivamente estábamos afirmando en un contexto político aun difícil que Dios y sus representantes en la tierra, no tenían que ver con mi cuerpo, mi sexualidad y mi privacidad. Unos veinte años más tarde, la nueva Carta Constitucional nos daría la razón cuando declaró que Colombia era un

Estado Social de Derecho pluralista y multicultural que se funda en un Estado social de derecho, pluralista, multicultural, en el respeto de la dignidad humana, que confiere el derecho al libre desarrollo de la personalidad y que ya se separó de la Iglesia. Es así como, aun si lo olvidamos fácilmente, Colombia es hoy, y desde hace ya casi treinta años, un Estado liberal y moderno que reconoce las personas como sujetos morales autónomos, ¡a no ser que por utilizar siempre el masculino del concepto de sujeto, este reconocimiento de moralidad y autonomía no sea válido para las mujeres! Según estos principios básicos que no necesitan una especialización en Derecho, yo entiendo que el Estado colombiano ya no puede decir a la gente cómo vivir pero sí ayudar a la gente a vivir bien, a vivir mejor a partir de la capacidad de cada uno, de cada una, de decidir sobre lo bueno y lo malo. El Estado ya no decide por las personas. Por lo menos desde los tan sanos principios de la Constitución del 91 que reconoce la persona como sujeto moral autónomo, lo cual significa en palabras de Carlos Gaviria Díaz “que es ella la que ha de elegir los principios y valores morales que deben regir su conducta. El Estado, entonces, la asume como capaz de decidir sobre lo bueno y lo malo sin que puedan los órganos de poder, legítimamente sustituirla en esa radical decisión”.1 Colombia está en mora de confiar en la persona, en su autonomía y en sus principios morales. El Estado colombiano tiene que decidirse a dejar el paternalismo, el patriarcalismo y el autoritarismo y a construirse

1 Tomado del artículo “Rescate de la dignidad”, por Carlos Gaviria Díaz, en Lecturas Dominicales, El Tiempo, 11 de febrero de 2001.

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definitivamente como estado moderno, democrático, pluricultural y lógicamente laico. Desafortunadamente, hemos avanzado muy tímidamente en relación con estos principios básicos pues ha hecho falta mucha pedagogía relativa a la laicidad en nuestro país. Seguimos con un país del Sagrado Corazón… 2- Y sin embargo no podemos negar los avances en relación con la secularización del pensamiento en Colombia. En ese sentido quisiera reafirmar que las mujeres, de alguna manera imparables, han sabido siempre y a pesar de coyunturas a menudo muy ajenas a sus expectativas y anhelos, seguir avanzando. Aun, y lo vuelvo a decir, en condiciones adversas. Qué tal el voto femenino en 1954 en plena dictadura del general Rojas Pinilla gracias a un pequeño grupo de mujeres imparable; qué tal estos tiempos oscuros en los cuales ni siquiera el fanatismo de un Procurador general de la república, Alejandro Ordóñez, que nos veía como hijas de Satán, culpables de todos los males de este mundo, logró hacernos retroceder ni un milímetro por lo menos en relación a la sentencia C/355 del 2006. Este fallo que despenalizaba el aborto para tres causales sin restricciones de tiempo de gestación, ubicaba entonces a Colombia de alguna manera como referencia en América Latina. Y para referirnos a tiempos más recientes, la inclusión del enfoque de género en los acuerdos de paz a pesar de las múltiples arremetidas de las iglesias con su ideología de género. Podría dar más ejemplos pero lo que quiero mostrar es que, aun en contextos poco favorables o en tiempos de transiciones e incertidumbres, nosotras hemos seguido y seguiremos avanzando con la convicción de que nada ni nadie nos harán retroceder.

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3- Es tan cierto que La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres2 de la cual soy una de las fundadoras y hoy integrante, tiene el propósito de diseñar una aproximación estratégica relacionada con la despenalización total del aborto que consistiría en primer lugar en sacar el aborto del ámbito penal para paulatinamente permitir el aborto sobre simple demanda de una mujer. Y sí, en estos mismos tiempos de transiciones e incertidumbres porque ya hemos aprendido como ya lo mostré que no hay coyuntura adversa para las mujeres. Ahora bien, sin soñar y a sabiendas que esto significa un enorme trabajo pedagógico de transformación de los estigmas y estereotipos culturales que siguen existiendo cuando se habla de aborto. Despenalizar la conciencia de las y los colombianos en relación con el tema no es un asunto banal pues la misma palabra de aborto conlleva siglos de referencias negativas que no se borrarán fácilmente. En fin, una cosa es segura: nos sentimos más imparables que nunca y lo importante es que La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres ya elaboró varios documentos e investigaciones relacionados con el tema de la interrupción voluntaria del embarazo y muy específicamente sobre los alcances de la sentencia C/355 y los múltiples obstáculos encontrados por las mujeres para poder hacer efectiva la sentencia. Hoy, una de sus integrantes, Ana Cristina González Vélez, acaba de diseñar una primera aproximación estratégica relacionada con el propósito

2 La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres es un colectivo de instituciones y personas que desde su conocimiento y experiencia, trabaja por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, en especial por la legalización del aborto seguro y de calidad en Colombia. La Mesa ya cumplió más de veinte años de trabajo constante.


de una despenalización total del aborto. Presentaré entonces algunas de sus recomendaciones para preparar un nuevo debate nacional que nos permita avanzar con este anhelo de una causa justa para las mujeres colombianas. En cuanto a los escenarios legales más apropiados para avanzar, serán posiblemente múltiples porque deberán responder a varias posibilidades a partir de la pregunta que debemos hacernos y que se resume así: ¿qué es lo que queremos? Por el momento, La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres está iniciando un trabajo que, a partir de una respuesta a esta pregunta, deberá responder a múltiples preguntas del orden jurídico. Y por supuesto, en este trabajo habrá que debatir con congresistas para posibles proyectos de ley entre otras posibilidades. Todo esto significará un profundo y serio análisis de coyuntura en el Congreso, en el gobierno y en otras entidades públicas.

En fin, un trabajo inmenso nos espera pero nos anima el hecho de que logramos hace ya más de doce años una sentencia (la C/355) la cual nadie o casi nadie pensaba posible; nos anima el hecho de saber que las mujeres de países desarrollados ya no mueren por un aborto; nos anima el hecho de que la autonomía personal está reconocida por el artículo 19 de nuestra Constitución; nos anima el hecho de que el país está cambiando o, más exactamente, las mujeres del país, al igual que las mujeres del mundo con fenómenos como el #MeToo que nos dio coraje para hablar, denunciar y sentirnos acompañadas como nunca antes; nos anima caminar en la buena dirección, aquella de los derechos para las mujeres; nos anima saber que las nuevas generaciones no temen el futuro y entenderán poco a poco que la despenalización total del aborto en Colombia es una de las causas más justas, necesarias y reparadoras para las mujeres.

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Derechos de las mujeres y laicidad en la disputa del plebiscito sobre el Acuerdo de Paz -Gobierno – FARC-EP Dora Isabel Díaz Susa* *

Profesora asociada, directora, Escuela de Estudios de Género.

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Los ataques al enfoque de género basados en noticias falsas1, en los meses previos al plebiscito de refrendación del Acuerdo de Paz -mayo a octubre de 2016- y el triunfo del NO a su aprobación por una diferencia de solo el 0,4%2, constituyen dos de los episodios recientes más dolorosos y costosos para las luchas por la justicia de género y la búsqueda de paz en nuestro país3, y un ejemplo contundente de las tensiones en ascenso entre las pretensiones de las diferentes iglesias cristianas, neopentecostales y los derechos de las mujeres y las poblaciones LGTBI, en el Estado colombiano de derecho y laico. Por ello, ubicaré las reflexiones sobre la laicidad y los derechos de las mujeres en el marco de las campañas del plebiscito para la refrendación del “Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo, FARC EP”.

1 Fakenews, expresión en inglés ampliamente utilizada. 2 El Sí: 49.78%, el No: 50.21%, de los 12.808.858 votos válidos. 3 Acontecimiento sobre el cual estoy escribiendo el artículo: “Colombia, acuerdo de paz con enfoque de género: entre la esperanza y el miedo”.

El punto de partida es la reafirmación del carácter laico del Estado colombiano, que la Corte Constitucional ha sustentado, de manera explícita, en diferentes jurisprudencias posteriores a la Constitución Política de Colombia de 1991; pues la expresión laico, como tal, no se menciona de manera manifiesta en la Carta Magna, aunque sí se invoca la protección de Dios4 en el Preámbulo. Por ello, es muy significativa la primera jurisprudencia de la Corte Constitucional, de la Sentencia C-350 de 1994, en respuesta a la pretensión de consagrar de manera oficial el país al Sagrado Corazón de Jesús; en uno de los apartes de dicha sentencia dice: “… esa consagración oficial vulnera el nuevo ordenamiento constitucional que establece un estado laico y pluralista, fundado en el reconocimiento de la plena libertad religiosa y la igualdad entre todas las confesiones religiosas”. En otras palabras, precisa con claridad dos dimensiones centrales en la constitución de una sociedad laica, a saber, la separación del Estado y las distintas instituciones religiosas; y la neutralidad respecto a cualquiera de ellas, como también la garantía de respeto a que se puedan 4 Lo cual interpreto como un rezago del carácter confesional de la Constitución de 1886, el cual se explicitaba en la frase introductoria: “En nombre de Dios, fuente suprema de toda autoridad,”

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desenvolver; las cuales se consagran en el Artículo 1. Colombia es un estado social de derecho, (…) y pluralista…”; y en los artículos 18 y 19 que garantizan, respectivamente: libertad de conciencia y libertad de cultos. No obstante, esta laicidad del Estado colombiano sufrió, 25 años después, un quiebre importante, por la afectación al enfoque de género en la primera versión del acuerdo final5, como resultado de la renegociación con los sectores de la campaña del No, luego de la pérdida del Sí a la refrendación; también fue afectado el proceso participativo y democrático de un sector importante de la sociedad civil en la negociación de Paz con la guerrilla de las FARC6. Este quiebre de la laicidad se dio con la imposición de cambios sustantivos en los enunciados y en los contenidos al enfoque de género del acuerdo por presión de intereses dogmáticos de sectores ultraconservadores y religiosos, que le atribuyeron amenazas contra la familia y la estabilidad de la sociedad, por ser una supuesta Firmado el 26 de septiembre de 2016, unos días antes del plebiscito. 6 Nota complementaria: Teniendo en cuenta los debates que durante todo este año electoral se han suscitado, en los cuales los medios de comunicación desinforman o no informan debidamente sobre un hecho jurídico que reconoció el Acuerdo de Paz como parte integral de la Constitución Política de Colombia, es imprescindible conocer, divulgar y valorar los alcances reales del Acto Legislativo 1 del 4 de abril de 2017 “Por medio del cual se crea un título de Disposiciones Transitorias de la Constitución para la terminación del Conflicto Armado y la Construcción de una Paz Estable y Duradera y se dictan otras disposiciones”; en tal sentido, comprender y valorar el alcance de éstas es imprescindible por cuanto tienen el tenor de ley de leyes y son de estricto cumplimiento. 5

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ideología de género; lo que constituye un atentado contra los logros en derechos negociados para mujeres, niñas, adolescentes y poblaciones de lesbianas, gais, transgeneristas, bisexuales e intersexuales (LGTBI), víctimas del conflicto armado colombiano. Esta situación demanda con urgencia el debate público sobre “La comprensión correcta de lo que es el Estado laico y sus implicaciones en la pluralidad y libertades individuales (…) ya que de lo contrario se corre el riesgo de perder los pocos avances logrados en separación entre Estado e Iglesias, y en su lugar se imponga un Estado favorable al fundamentalismo cristiano”. (Rodríguez, 2017, p. 23). Que, además, incluya la explicitación del reconocimiento y el respeto a las personas agnósticas o ateas como expresión de pluralidad y libertad de conciencia. Respecto a la tensión concreta entre el derecho a la libertad de creencias y los derechos de las mujeres, la feminista española Isabel Uregano (2016), aporta reflexiones valiosas sobre lo que debemos esperar las mujeres de un estado laico: “La libertad religiosa es un principio básico de cualquier sistema jurídico-político que asuma la relevancia esencial de la libertad humana. Sin embargo, otros derechos igualmente básicos pueden verse afectados si esa libertad se interpreta como autonomía de lo religioso respecto de lo político, protegiendo a los grupos religiosos como realidades dadas y cerradas. La libertad religiosa en su sentido más coherente con la igualdad de género debe requerir que el resto de derechos no sean afectados de modo discriminatorio por la actuación de las comunidades religiosas”.


(p.49). Es decir, siguiendo a la misma autora, el Estado tiene que respetar esos derechos a la existencia de las comunidades religiosas y sus creencias como unidades de conversación, pero estas no deben trasladar sus intereses, sus creencias y sus dogmas al mundo público político donde están los derechos de la colectividad, del común, en este caso, los derechos de las mujeres y las poblaciones LGTBI. Por ello, para que el papel del Estado laico sea más idóneo, respecto a la eliminación de las desigualdades de género existentes, el ejercicio de su carácter neutral debe ser activo, no pasivo; es decir, estar vigilante a que no se traspasen esas fronteras; de lo contrario, su pasividad se convierte en complicidad. Surgen, entonces, varias preguntas: primera, ¿en ese contexto de profundización de la polarización que se generó durante el proceso de la negociación del conflicto armado colombiano y se agudizó por la campaña del No a la refrendación del Acuerdo, hubiese sido posible que el Estado colombiano en su carácter laico, asumiese una neutralidad activa en defensa de los derechos de las mujeres víctimas y poblaciones LGTBI que se estaban impactando? Esta situación, además de plantear la inconveniencia del mecanismo de refrendación, el plebiscito, pone en evidencia la fuerza de los sólidos pactos que se establecen entre sectores de la iglesia, el Estado, y unos sectores políticos ultra conservadores, eminentemente patriarcales, para sostenerse y mantenerse en el poder, en un contexto de lenguajes y prácticas de la guerra, igualmente patriarcales. Además, es necesario señalar que estos activismos conservadores, católicos,

evangélicos y seculares se han constituido en redes a escala global, regional y nacional, que vienen ganando poder en diversas instancias de diferentes Estados y en la sociedad civil, y están atentas a bloquear las luchas por los derechos de las niñas, las mujeres y las poblaciones LGTBI. Segunda, ¿cómo lograr que se dé un debate plural como expresión de un Estado verdaderamente laico, cuando fueron flagrantes las acciones violentas contra los procesos democráticos y participativos que se dieron en esta negociación? Por estas acciones violentas, me refiero a: la renegociación del acuerdo, en menos de dos meses, frente a una ardua negociación de cuatro años, entre el Gobierno colombiano y las FARCEP. La imposición de los intereses dogmáticos de unas cuantas personas, que se constituyeron en representantes del No7, entre otros -Partido Centro Democrático: Iván Duque, Óscar Iván Zuluaga, Carlos Holmes Trujillo; algunas iglesias cristianas neopentecostales8 y otras personas del mundo político: Marta Lucía Ramírez, Andrés Pastrana, Alejandro Ordóñez, Viviane Morales-, frente a los intereses, derechos y participación de miles de personas de la sociedad civil, en particular, colombianas de cientos de organizaciones de mujeres, feministas y de víctimas del conflicto armado de todo el país. A lo anterior se suman los antecedentes muy conocidos del engaño con el uso de noticias falsas 7 Lamentablemente para el Acuerdo de Paz, la mayoría de estas personas ocupan cargos de alto nivel del gobierno responsable de su implementación: presidente, vicepresidenta, canciller y embajadores. 8 De esta posición no participaron todas las iglesias cristianas.

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y tergiversaciones sobre el enfoque de género, con la intención deliberada de engañar, de manipular, que el propio gerente de la campaña del Centro Democrático, Juan Carlos Vélez Uribe reconoció abiertamente, en la entrevista concedida tres días después del plebiscito. Estas declaraciones y otras evidencias fueron objeto de análisis, entre otros, del Auto del Consejo de Estado del 19 de diciembre de 2016, en el que admitió la demanda de nulidad del acto de declaración de los resultados del plebiscito; en este fueron reconocidas cinco circunstancias de engaño que constituyeron actos de violencia psicológica sobre los electores por parte de la campaña del No. En uno de sus apartes señala: “… está demostrado que se tergiversó el enfoque de género planteado en los acuerdos y se mintió y engañó a la ciudadanía al publicitar temas que no existían en el acuerdo”. (Consejo de Estado, 2016, p. 83). En medio del dolor y el desconcierto por la no refrendación del Acuerdo, el 2 de octubre del 2016, y las revelaciones de la entrevista a Juan Carlos Vélez Uribe y nuevos hechos que siguieron dándose, algunos ya comentados, me he planteado numerosos interrogantes acerca de la “legitimidad” política, especialmente ética de los procedimientos usados en esta campaña y de los resultados del plebiscito, efectos que, además, se proyectaron a las siguientes elecciones y siguen impactando la implementación del Acuerdo. Coincido en la valoración del Consejo de Estado que pone en entredicho la legitimidad de los resultados por el uso malintencionado de mensajes distorsionados sobre el enfoque de género, entre otros, por parte de la campaña del No, para provocar emociones y respuestas adversas a la

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refrendación, que se resumen en hacer que salieran a votar con rabia, por supuesto en contra del acuerdo, por ende, contra los derechos de las mujeres y poblaciones LGTBI víctimas del Conflicto armado. Tercera y última pregunta, a su vez, un reto, ¿cómo conseguir, en medio de las tensiones del deseado tránsito de la guerra a la paz, el necesario debate público sobre la comprensión correcta del Estado laico y los derechos de las mujeres frente a la libertad de credos? Más que una respuesta es una búsqueda. Las reflexiones sobre ética de la filósofa feminista Adela Cortina (s.f.), a mi juicio, nos aportan luces al respecto. Partiendo del reconocimiento de la existencia de una doble forma de pluralismo, uno político y otro moral en estados de democracia liberal, ella señala: “El pluralismo moral (…) consiste en la convivencia de lo que desde Ética mínima me he permitido llamar distintas “éticas de máximos” (…) consisten en distintas propuestas de vida buena, de vida feliz, que comparten unos valores y orientaciones comunes a los que podemos denominar “los mínimos éticos”, o bien una ética mínima. Este tipo de ética es el que une a las personas en tanto que ciudadanas (…). Las personas tienden a una vida feliz y plena, pero, como ciudadanas, aspiran a desarrollar una convivencia justa. La ética de los ciudadanos [y ciudadanas], la ética cívica, contiene aquellos valores y principios de justicia que comparten las distintas éticas de máximos de una sociedad pluralista, mínimos por debajo de los cuales no se puede caer sin caer en inhumanidad.” (s.p.). En otras palabras, establecer


diálogos genuinos entre la ética cívica, de los derechos humanos con las distintas éticas de máximos, las religiosas, para posibilitar la construcción de un mundo más justo, donde el sexogénero, las identidades de género y las preferencias sexuales no sean factores de discriminación, exclusión y eliminación de los seres humanos.

Bibliografía Congreso de Colombia, Acto Legislativo N° 1 del 4 de abril de 2017. http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/constitucion_politica_1991_pr002.html. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Quinta. 2016. Nulidad Electoral - Auto que admite la demanda y resuelve sobre la solicitud de medidas cautelares, Consejera ponente: Lucy Jeannette Bermúdez, 19 de diciembre.

Cortina, Adela. (s.f.) “Ética cívica y ética de mínimos: el papel de las fundaciones”, http://prohumana.cl/minisitios/seminario/download/adela_cortina.pdf, consulta septiembre 15 de 2019. Díaz S., Dora Isabel (2019) Colombia, Acuerdo de paz con enfoque de género: entre la esperanza y el miedo, escrito inédito. Presidencia de la República, Constitución Política de Colombia 1991, Bogotá,1991. Rodríguez, Ferney, Estado de la laicidad en Colombia. Informe 2010 – 2017. 2017, Colombia atea, en Europa Laica. https://laicismo.org/informe-de-estado-de-la-laicidad-en-colombia/ Turegano, Isabel. 2016 ¿Qué deben esperar las mujeres de un estado laico? En: Nieves Montesinos Sánchez y Beatriz Souto Galván (coords.), Laicidad y creencias. Feminismo/s, 28 (diciembre 2016): 49-74.

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La hora del nuevo feminismo Cecilia López Montaño*

*

Economista, política y diplomática colombiana.

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Después de una aparente quietud en el debate sobre el rol que les corresponde a las mujeres en el mundo, hoy se vive un nuevo renacer sobre la necesidad de replantear esa desigualdad injusta y agresiva que sigue caracterizando, en mayor o menor grado, la vida de las mujeres. Y es una aparente quietud porque las mujeres no se han detenido ni un momento en su lucha por su derecho a la igualdad, pero no siempre se ha logrado la repercusión que esos esfuerzos se merecen. Sin lugar a dudas, desde el siglo XX hemos sido testigos de un gran avance del feminismo; sus ideales han hecho eco en varias esferas y su poder ha sido tal que diferentes manifestaciones han sido convocadas en su nombre. Varios sectores de la sociedad han tenido que ceder un espacio para discutir sobre él y, aún más importante, actuar en coherencia con estas ideas.

En el mundo, de esquina a esquina, el feminismo ha conseguido ser incluido en las agendas políticas y económicas. En gran medida, esto se debe a manifestaciones históricas, como la marcha para el sufragio femenino en Washington, 1913; las 187 de Dagenham en el Reino Unido, 1968; el Día Libre de las Mujeres islandesas, 1975; la marcha de las mujeres en Pretoria, 1956, y las mujeres de negro en Polonia, 2016. Recientemente, en la región también se ha abierto un espacio; en Argentina, por ejemplo, con el movimiento ‘Ni una menos’; en Honduras, con #SomosMuchas, y en Chile, con #MayoFeminista. Sin embargo, y sin querer desconocer los logros alcanzados por este movimiento, hoy el feminismo se encuentra en mora de darle un nuevo aire a la equidad de género. Desafortunadamente, en torno a la lucha del feminismo se ha malinterpretado su verdadera razón de ser, al punto de creer que en esencia el feminismo es un movimiento anti-hombres. En parte, por fuerte que pueda sonar, las mujeres tenemos cierta responsabilidad en ello. Durante muchos años el debate se concentró en excluir de

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nuestras discusiones a los hombres, y este debate que provenía de algunos círculos, lejos de buscar una reivindicación de igualdad, buscaba satanizar las relaciones con los hombres. Sin embargo, realmente, el problema está en el patriarcado, en el sexismo y en la infinita dominación masculina. Pero hay una reflexión que no siempre encuentra acogida. Lo realmente importante es entender que las mujeres no podemos seguir creyendo que solas, uniéndonos para impulsar el feminismo, lo lograremos. Varias realidades debemos aceptar. Primero, que tenemos que salir de nuestra zona de confort reuniéndonos solo entre convencidas. Segundo, tenemos que enfrentarnos a ese pensamiento sexista que aún prevalece entre sectores de mujeres. Sin autocrítica colectiva no hay progreso. Por ello, lo que debemos preguntarnos, en tiempos de transiciones e incertidumbres, es qué se necesita para construir una verdadera sociedad feminista, es decir, igualitaria entre hombres y mujeres. Quizá lo primero es reconocer cuál es el siguiente paso, y lo segundo es que en este proceso de redefinición del papel de las mujeres en la sociedad se debe continuar cuestionando y transformando el rol de lo masculino. Estamos en una etapa en la que la mitad de la humanidad ha quedado huérfana de un modelo de referencia, pues, indudablemente, el modelo antiguo no es compatible con la equidad de género. Lo bueno es que la masculinidad va más allá del hecho biológico; es una construcción cultural. Por suerte, las construcciones culturales pueden transformarse. En estos tiempos el reto

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está en lograr reconvertir las masculinidades hegemónicas en modelos de referencia relacionados con la igualdad en todas las esferas. Pues no solo se trata de una cuestión social, sino de un cambio en lo político e inevitablemente en lo económico.

Los elementos 1. El acceso al poder económico y político: las brechas son inmensas, no solo se avanza poco sino que, a veces, se retrocede. Allí se toman las grandes decisiones que afectan a toda la sociedad y a las mujeres en particular. 2. Identificar cómo se ataca la violencia contra la mujer en sus múltiples expresiones: feminicidios, acoso sexual, discriminación laboral, responsabilidad exclusiva del cuidado, subestimación de sus capacidades. 3. Cómo se consiguen aliados. Mujeres con valores patriarcales y hombres nuevos. 4. Enfrentar el retorno del poder de las iglesias, patriarcales y con visiones arcaicas sobre género.

Acciones concretas Salirnos de nuestra zona de confort: Revisemos el discurso. Aceptemos avances para no repetir debates y ubiquémonos en los retos del siglo XXI. Ampliemos nuestras convocatorias: Mujeres y hombres. Analicemos y entendamos a la mujer y al hombre joven porque sus prioridades pueden ser distintas. Desarrollemos la solidaridad de género, bien entendida.


¿Cómo lograrlo? Con una nueva concepción del desarrollo económico, que incluya el cuidado no remunerado, que realizan en un 80 % las mujeres, como el nuevo sector productivo que como la salud y la educación, generan bienestar y dinamizan la economía. 1. Se visibiliza ese trabajo de la mujer que pueden realizar terceros. 2. Se valora por medio de encuestas de uso del tiempo. 3. Se incluye en las cuentas nacionales como un nuevo sector productivo. 4. Se distribuye entre el Estado y el mercado, liberando a las mujeres que quieren entrar al mercado laboral, para que puedan hacerlo en los horarios reglamentados por ley.

Autonomía económica ¿Por qué mujeres más educadas que los hombres, con más años de vida saludable que ellos, no entran al mercado laboral?, ¿por qué estas mujeres no buscan la autonomía económica? 1. No se ha valorado el tema de la economía del cuidado, porque se sigue con la imagen de mujer cuidadora y hombre proveedor. 2. Se han desconocido conceptos claves como la carga de trabajo: suma de trabajo remunerado y no remunerado. 3. Se han desconocido problemas tan graves como la pobreza de tiempo que sufren las

mujeres, la subutilización de su educación y las causas de la menor productividad de la fuerza de trabajo femenino.

Los impactos 1. Las mujeres ganan autonomía económica, entran masivamente al mercado laboral. 2. Se aumenta la demanda de mano de obra en el Estado y el mercado de hombres y mujeres. 3. Aumenta la calidad del cuidado, la productividad de las mujeres, el PIB crece y, al aumentar los impuestos por el aporte de las mujeres y los hombres que cuidan en el mercado y en el Estado, se paga el cuidado del Estado a los sectores más pobres. 4. La autonomía económica de las mujeres: reduce violencia, posiciona a la mujer como proveedora, obliga al hombre a ser cuidador y abre las puertas para el poder político de las mujeres. Colombia, a partir de la Ley 1413 y de los desarrollos que estamos impulsando, será pionera en esta, la revolución que necesita el feminismo.

Nota de la Revista Cecilia López Montaño envió este artículo por considerar que en él expresa buena parte de lo planteado en su conferencia de cierre del Seminario el 7 de marzo de 2019, y nos autorizó para reproducir alguno de sus escritos como columnista de opinión. Optamos por este, publicado en el periódico El Heraldo en este año de incertidumbres.

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Con madrinas así... Por Cecilia López Montaño1 La vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez, fue nombrada por el presidente Duque como la madrina de Cartagena, con el objetivo explícito de ayudar a sacar a esa ciudad de esa crisis que ya se ha vuelto crónica. Dominada por una clase política cuestionada e ineficiente, ha pasado los últimos años de alcalde en alcalde, algunos de ellos realmente deplorables y otros politiqueros e incapaces. Una madrina con todo ese poder era la fórmula salvadora de esta ciudad, pensó el presidente, y además le extendió ese mandato a otras ciudades de la Región Caribe donde la ingobernabilidad ha llegado a límites insostenibles. Pero sin duda es Cartagena el peor caso de crisis política, porque en los últimos años no ha tenido ni siquiera un alcalde por año: once en los últimos diez años, qué tal. Para refrescar la memoria, uno de ellos, Quinto Guerra, estuvo menos de un mes en este cargo.

partido Conservador, su propio partido, le envía al presidente una terna detrás de la cual está William Montes, asociado claramente con el paramilitarismo, personaje que debería estar vetado por su historia y por consiguiente sin ninguna posibilidad de nombrar a un funcionario público. Es decir, iguales o peores personajes pueden llegar a acabar de desestabilizar a Cartagena. Contratos millonarios y elecciones despertaron las perversas ambiciones. ¿Pero dónde está la supuesta madrina, la vicepresidenta, también del partido Conservador? Dónde quedó su compromiso de ayudar a sacar a Cartagena de su difícil situación. Esto implica que o no tiene poder en su partido y se debilita cada vez más su cargo, o que por razones que ella debe explicarle a los cartageneros y al país, le sigue el juego a su partido al cual no le interesa la ciudad sino influir en las elecciones de octubre y en la licitación del programa de alimentos, PAE, que implica la asignación de grandes recursos públicos.

Pero cuando se empezaban a ver posibilidades de estabilidad para resolver los innumerables problemas que tiene esta ciudad, con el alcalde conservador Pedrito Pereira, vuelve y salta la liebre de la politiquería. La razón es que al lado del que sería el duodécimo alcalde de esta ciudad en menos de una década, se encuentran personas con un prontuario en su carrera, razón por la cual deberían estar por fuera de cualquier tipo de mando en esta agobiada ciudad. Por si fuera poco, cuando se contaba con que el actual mandatario local continuaría hasta diciembre, como lo había asegurado el presidente Duque, el

Cualquiera que sea la explicación que tenga la vicepresidenta, no solo muestra su fracaso en esta ciudad, sino que es una señal de lo que puede pasar en las otras ciudades de la Región Caribe, donde ella tiene la misma tarea que en Cartagena. Que pasó con Marta Lucía Ramírez, la tecnócrata eficiente y trabajadora que ahora termina si no apoyando semejante abuso de poder dentro de su partido, sí, haciéndose la de la vista gorda. Mejor dicho, con madrinas así... De paso, al presidente Duque que le pidió a Pereira que se quedara hasta diciembre como alcalde esta ciudad, no le hace el menor caso un partido de la coalición de su gobierno. Qué desastre.

1 https://www.elheraldo.co/columnas-de-opinion/cecilia-lopez-montano/con-madrinas-asi-648153

cecilia@cecilialopez.com

VTG 25 Rose, Jupiter, Florida, US Milena Arango García 2019

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Sueños, imágenes y símbolos


Mónica Sánchez Bernal*

Milena Arango García: Ecos de una viajera Este número 26 de la Revista En Otras Palabras… es ilustrado por la artista Milena Arango García. De Bogotá a Medellín, Barranquilla, Cartagena y Valledupar, de Buenos Aires al DF MX, Santo Domingo, Miami, California, París, Cerdeña y Calcuta, nos acompaña en este tránsito e incertidumbres una viajera que retorna elípticamente a las raíces, a las suyas, pero también a las de los colores, de las texturas, de la materia, de la luz, del contacto, del trato, de la escucha… Para quienes quieran seguir estos y nuevos pasos de su obra pueden remitirse a su página web https://www.arangomilena.org/ y http://www.flickr.com/photos/milenaria/. A continuación, damos la voz a la propia artista visual quien hace un recuento de su proyecto y obra actual.

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Fotógrafa y Arquitecta, Magister en Arquitectura de la Vivienda, Integrante del Grupo Mujer y Sociedad.

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VTG / Vestigium Tectona Grandis San Ramon, California Milena Arango García

Vestigium Tectona Grandis es el proyecto que estoy desarrollando hace tres años. VTG, fue hecha con el pigmento del árbol Tectona Grandis. V representa el vestigium (vestigio) la huella de la planta, el vientre, las venas, la venus, versátil. La T es de Tectona, el nombre científico del árbol, transformación, transición, tiempo, traslado. G de Grandis (Tectona Grandis); de García (mi apellido materno) gracias, gratitud. VTG nace a partir de un llamado biológico, mi cuerpo necesitaba mi atención. En el 2014 estuve en una residencia de arte en la India en donde había aprendido una técnica que me había impactado mucho y quería ver como la podía conectar con mi obra. Trabajé con muchas plantas y descubrí que el pigmento de la Teca me daría la tonalidad que estaba buscando. Viajé a La Pintada, Antioquia, a un cultivo de Teca, detrás de un púrpura intestinal. Necesitaba representar el color de mi vientre que era el único color que veían

mis ojos en ese momento. Sobre una tela (Dacron) de 60 metros x 150cm realizaría mi obra. VTG, es mi cordón umbilical con mi madre, mi lenguaje con el universo, mi relación con la tierra. Es la respuesta a un llamado de mi cuerpo. Una alerta a unos cambios que vendrían. Viajo con VTG a donde voy, la guardo en el baúl del carro y siempre busco diferentes espacios, dependiendo de lo que quiera representar. Es una obra que te exige un trato continuo pero a cambio, ella te da todo. Por lo general busco espacios generosos, con amplitud visual, por sus grandes dimensiones. Es una obra dinámica y se deja trabajar muy bien, pero debes conocerla y tratarla con mucho cuidado. Ella tiene personalidad. A veces se rebela. Es una pieza que requiere trabajarla en un estado meditativo y en buenas condiciones físicas por su gran tamaño. Interactuar con ella es una obligación, de esta manera puedes obtener lo mejor de VTG. Te permite retornar al cordón umbilical; volver a ser niña; jugar, transformar y crear. VTG es mi parque de diversiones.

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María Himelda Ramírez*

La maternidad, símbolo de guerra, resistencia y paz** A mi hijo Joaquín Enrique Buitrago, por su indeclinable vocación por la música, en un contexto en que el conflicto armado interno en Colombia, cobró numerosas vidas de jóvenes de su generación. A mi amiga y colega María Victoria García quien culminó su trayectoria profesional dedicándose al apoyo psico social con jóvenes soldados sobrevivientes del conflicto en Sanidad Militar, y con quien sostuve largas conversaciones sobre el impacto de la guerra en ellos.

Presentación La omnipresente imagen de la maternidad como símbolo de guerra, resistencia y paz, circula en los distintos discursos construidos en contextos de las guerras y de los conflictos armados del pasado y del presente. Los jóvenes son impulsados a alistarse en defensa de ideales patrióticos, de causas insurgentes, mercenarias u otras, que

suelen ser atractivas, casi siempre, para suplir los requerimientos de subsistencia de los jóvenes y de sus familias en contextos de empobrecimiento. El dolor materno ante la separación, el retorno del hijo malherido, o muerto en el combate, configura la imagen de la heroína que acepta con estoicismo el sufrimiento y, en algunos casos, las recompensas simbólicas de los honores militares. Esta imagen, suele estar respaldada en la fuerza de la representación iconográfica de La piedad, escena del hijo yaciente en el regazo materno de filiación cristiana, imagen del sufrimiento y la resignación que, en las sociedades contemporáneas, es recreada como la exaltación del máximo sacrificio, o como protesta antimilitarista y pacifista laicizada. Es común en distintas tradiciones castrenses que una vez el joven emprende o culmina el entrenamiento militar, sea la madre la que entrega el

* Doctora en Historia. Magister y profesional en el Trabajo Social. Integrante Grupo Mujer y Sociedad. ** Este texto se basa en la ponencia expuesta en el foro “Viejos y nuevos simbolismos de guerra y de paz: Construcción social pacífica en Colombia” que se realizó el viernes 27 de octubre de 2017, coordinado por el profesor Juián Arturo, con el auspicio del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, IEPRI, el Instituto de Estudios Urbanos, IEU, y la Maestría en Urbanismo de la Universidad Nacional de Colombia y contó con el apoyo de la Corporación Urbanos y la Asociación de Egresados de la Universidad de los Andes, Uniandinos –capítulo de Antropología-.

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arma, en un gesto altruista de desprendimiento de lo más preciado, su hijo, a la causa de defensa de la patria. El retorno de los restos mortales del hijo caído en combate, constituye una de las escenas más dramáticas de las guerras y los conflictos armados, recreada de manera reiterada por las artes, la cinematografía, la literatura e inclusive, por algunas canciones populares como por ejemplo, el tango Silencio en la noche interpretado por Carlos Gardel que fue muy popular en los años cuarenta del siglo XX1. La escena de la madre ante los restos mortales de su hijo, suele escenificarse en el caso de los ejércitos regulares por ceremonias luctuosas solemnes, en las que se le entrega la bandera, la gorra, la medalla. El retorno a la madre del hijo malherido y con los traumas de la guerra es más discreto, por cuanto aquello corresponde a la intimidad, a donde en adelante, la madre y el hijo deberán recluirse en silencio. La primera parte de esta exposición está dedicada a las resignificaciones del relato de la Cacica Gaitana, prototipo de la madre afrentada con el cruel asesinato de su hijo Timanco por parte de Pedro de Añasco, conquistador fundador de Villa de Timaná, en los contextos de la resistencia indígena a la violencia de la ocupación castellana en el suroccidente colombiano. El mito se construye y reconstruye en fragmentos difusos de las Crónicas de Juan de Castellanos del siglo XVI, sobre la Conquista. La investigación desde perspectivas históricas y literarias, ofrece interpreta1 https://www.elmundo.com/noticia/Gardel-y-el-silencio-de-una-mama/375976

ciones sugerentes sobre las apropiaciones populares contemporáneas de una imagen materna, en el centro de una rebelión, que guía a su pueblo e inspira causas alternativas a lo largo de los dos siglos de construcción de la nación colombiana. La segunda parte de esta exposición rememora a Simona Duque, heroína de la Independencia de Antioquia, instituida en el ícono de la madre patriota, cuyo único patrimonio para entregar a la causa fueron sus propios hijos, según se reitera en las diferentes versiones del relato de gran reconocimiento regional. Las Fuerzas Armadas Colombianas que se reclaman herederas de la tradición independentista, recrean en clave de ficción fragmentos biográficos de la heroína en un dramatizado que circula en la web institucional del Ejército colombiano para invitar a los jóvenes a la incorporación a sus filas. La exaltación del compromiso materno con la contribución a la construcción de un nuevo orden republicano, es el núcleo del contenido del audiovisual. La exposición culmina en una apreciación de las disrupciones de las madres en las guerras y conflictos contemporáneos, expresados en sus protestas, individuales o colectivas, que interpelan a los poderes guerreristas por los costos de las numerosas vidas que cobran, de jóvenes reclutados de manera voluntaria o forzosa. Es la maternidad politizada que irrumpe en la escena pública traspasando las fronteras de los espacios íntimos y privados, haciendo común una causa de resistencia a los proyectos militaristas, en las confrontaciones entre ejércitos regulares e irregulares contemporáneos.

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La Cacica Gaitana: la madre afrentada por el cruento asesinato de su hijo, o el emblema de la resistencia indígena a la ocupación castellana Las recreaciones de la leyenda de la Cacica Gaitana o Guatypan, han sido estudiadas por investigadoras e investigadores del campo de la historia regional y de la literatura del suroccidente colombiano. El mito se construye resignificando un fragmento difuso de las Crónicas de Juan de Castellanos del siglo XVI sobre la conquista, dedicadas a los Varones Ilustres de Indias. Más que de la historicidad de una figura femenina que alardea de su poder sustentado en su rango de Cacica y que manifiesta el odio a los protagonistas de la ocupación de su territorio, sus estudios se concentran en la interpretación de distintas versiones de un relato que pervive en la memoria colectiva, plural, compleja y de larga duración. Bernardo Tovar, Susana Matallana, Betty Osorio y otros autores y autoras, desde perspectivas históricas y literarias, ofrecen interpretaciones sugerentes sobre las apropiaciones populares de una imagen materna en el centro de una rebelión, que guía a su pueblo e inspira causas alternativas a lo largo de los dos siglos de construcción de la nación colombiana. En cuanto a las resignificaciones del relato de la Cacica Gaitana, el prototipo de la madre afrentada con el cruel asesinato de su hijo Timanco por parte de Pedro de Añasco, fundador de la población de Timaná, en los contextos de la resistencia

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indígena a la violencia de la ocupación castellana en el suroccidente colombiano, es recurrente. Las versiones hispanistas subrayan la extrañeza con una mujer investida del poder de un cacicazgo y por ello, la asocian con el desorden pues contradice el ideal cristiano de recogimiento y recato en el hogar. Las versiones patriotas, asimilan a la Gaitana a una de las madres de la Patria en la línea que sugiere Rebeca Earle de la exaltación del pasado remoto indígena de los padres fundadores de la nación. Las versiones para las cartillas escolares con su larga historia de patriotismo, destacan los sentimientos del amor materno. Las versiones indigenistas, se centran en la representación de la resistencia a la violencia de la conquista y la dominación colonial. La escena del sacrificio de Timanco, un joven cacique del territorio de los Yalconas, por resistirse a los abusos impositivos del conquistador Pedro de Añasco, se produce ante la presencia de la madre, o al menos, en su proximidad. La reacción materna es asumir el duelo sin que ello la sustraiga del compromiso con su pueblo y los demás pueblos con los que busca aliarse, para expulsar a los invasores de su territorio: piramas, paeces, guanacas, panaos y pijaos. En el sitio web de Luis Guillermo Vasco, profesor de antropología de la Universidad Nacional de Colombia, figura una ventana que alberga las cartillas dedicadas a la lucha indígena en el Cauca. El autor menciona que el proceso global se concretó en murales, realizados con grupos de paeces de diversas zonas; de las discusiones, se


desarrolló la metodología de los “mapas parlantes”, herramienta pedagógico-organizativa para acompañar un proceso de reafirmación social y cultural que se apoya en una reactivación de la memoria colectiva, una recuperación histórica2.

paeces, encabezados por sus caciques respectivos, Calarcá y la Gaitana. Popayán, el Nevado del Huila y los ríos Cauca y Magdalena sitúan territorialmente el escenario en que se libraron estas batallas.

“Como resultado entre los paeces fueron siete grandes dibujos murales que recogen períodos claves de la historia de esta nacionalidad indígena desde la llegada de los conquistadores españoles, y muestran las transformaciones ocurridas en su vida, su territorio, su economía, la organización de su sociedad, sus creencias, etc. Después de discutir en forma amplia con los paeces y sus mayores y dirigentes cada uno de los contenidos de la cartilla, se determinó cuáles eran las escenas que podían mostrarlos y explicarlos de la mejor manera, para pasar, luego, a dibujar cada una de ellas”.

Susana Matallana subraya que “…en los últimos doscientos años La Gaitana ha fungido ora como prototipo libertario de la guerra de Independencia (1910 - 1919) ora como ancestral figura materna del periodo republicano. Sindicatos, organizaciones feministas, frentes guerrilleros, centros educativos, obras de teatro y hasta concursos de belleza… han adoptado su nombre.”

El proceso de dibujo implicó también una amplia discusión e investigación sobre los detalles de cada una de las figuras, para luego realizar su borrador, el cual se llevó de nuevo a discusiones con los paeces y a nuevas investigaciones, para así irlas modificando y mejorando. Nuevas consultas y discusiones tuvieron lugar en el momento de definir la correlación de las diferentes escenas en el conjunto de la composición de cada mural. En versiones más recientes de “La guerra de liberación indígena”, además de las distintas campañas de las guerras libradas por los indios contra los españoles, aparecen los luchadores pijaos y 2

http://www.luguiva.net/cartillas/detalle.aspx?id=65&c=10

La maternidad, símbolo de la guerra por ideales patrióticos La biografía de Simona Duque, es uno de los relatos sobre las patriotas que fue recuperado por José Joaquín Monsalve, en el contexto del concurso abierto por la Academia Colombiana de Historia con ocasión de la conmemoración del primer centenario de la Independencia de la Nueva Granada en 1922, cuando se buscó responder a la pregunta por la participación de las mujeres en la Independencia. Amanda Gómez Gómez, historiadora regional años más tarde, construyó una semblanza de Simona Duque (1773 – 1858), la heroína de Marinilla, quien creció en un ambiente de tensiones por la resonancia del movimiento comunero en la comarca. Simona contrajo matrimonio a los catorce años de edad y procreó siete hijos varones; enviudó a los 28 años, gestando de su única

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hija. La historiadora aclara los distintos momentos del reclutamiento de los hijos de aquella mujer. Hacia 1813, José María Gutiérrez de Caviedes buscaba personal voluntario en Rionegro y Marinilla para la Campaña del Sur con Nariño; fue así como Andrés, Francisco y Salvador, este último con sólo doce años de edad, se reclutaron. Los jóvenes entraron a formar parte de un contingente de 125 patriotas, de los cuales, según el presbítero Gabriel M. Gómez, regresaron “como diez”. Entre los cuales figuran Andrés y Salvador con rangos militares. No se menciona a Francisco, quien llegó “inhábil de por vida, debido a una herida recibida en la columna vertebral en uno de los combates”.3 Javier Ocampo López plantea “un problema inicial que advertimos en el estudio de los militares en la guerra de Independencia, es el reclutamiento de los soldados y su instrucción para la guerra, si consideramos que en los primeros años revolucionarios las luchas de los criollos eran impopulares en las masas granadinas. El reclutamiento de los soldados ocasionó diversidad de dificultades. Inicialmente fue voluntario y se realizaba aprovechando el sentimiento patriótico. Pero cuando la contienda puso al descubierto el enfrentamiento cruel y los rasgos característicos de una guerra a muerte con la entrega total del soldado a la causa de la guerra, el reclutamiento fue forzoso. Por esa circunstancia en la Nueva Granada hallamos con frecuencia los problemas de la fuga y el amotinamiento”.4 3 Gómez, A. 1978, 29-32. 4 Javier Ocampo López, “El proceso político, militar y social de la Independencia”, en Nueva Historia de Colombia, Tomo II República, Siglo XIX, Planeta, Bogotá, 1989, pp. 9 – 64.

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“El 28 de junio de 1819 Bolívar expidió un decreto en Duitama, mediante el cual ordenó que todos los hombres entre los 15 y los 40 años de edad que no se presentaran a integrar el ejército patriota serían fusilados. Igual procedimiento tomaron los jefes realistas para sostener el cuerpo de los ejércitos fieles al monarca”. Bolívar delegó en José María Córdoba el reclutamiento en Antioquia. A ese momento corresponde la segunda parte del relato: Simona Duque compareció con cinco de sus hijos; sus palabras son reproducidas en varios textos así: “Vengo señor a contribuir con mis joyas para contribuir por mi parte a salvar la patria…”. Al instante se presentaron cinco jóvenes de elevada estatura, morenos y de buena constitución física”. “… El general Córdoba, antes de despedirse, le preguntó: ¿Qué deja usted señora para atender a los agostos de su vida? Y con una arrogancia digna de un fervoroso encomio, le contestó: “Todavía puedo trabajar y sé trabajar.” En 1820 Córdoba tramitó una pensión para Simona Duque ante Francisco de Paula Santander, quien expidió un decreto en el que se le asignaban 16 pesos mensuales hasta el fin de sus días. Se le atribuye a Simona la siguiente respuesta: “Jamás aceptaré esa recompensa mientras pueda trabajar y valerme por mí misma. Así pues, sin dejar de agradecer esta dádiva, la renuncio para que no haga falta esa suma a la República.” Los relatos sobre Simona Duque construyen a la madre heroica en la que se identifican rasgos que contradicen la pasividad atribuida a las mujeres, por cuanto declara una convicción política y alar-


dea de su capacidad de trabajo para su subsistencia. A la vez, ella es despojada de cualquier reparo al reclutamiento voluntario o forzado, por la construcción de un escenario en que la vocación de las armas constituye un ideal patriótico, o una alternativa para los jóvenes en contextos de la devastación producida por los conflictos bélicos. ¿De qué forma sobrevive en la memoria colectiva Simona Duque, en la región antioqueña que ha pagado tan altos costos en vidas de jóvenes en los numerosos conflictos que la han asediado en la historia contemporánea? ¿Qué otras representaciones de la maternidad en aquellos conflictos emergieron? Véase la versión que circula en la página web de las Fuerzas Armadas, como invitación al reclutamiento voluntario5.

Las madres y el pacifismo en los conflictos contemporáneos Carmen Magallón Portoles, doctora en Física y especializada en la historia de las mujeres en la ciencia, el análisis epistemológico del quehacer científico y las relaciones entre género, ciencia y cultura de paz, en su libro Mujeres en pie de paz, recorre varias experiencias de la participación de las mujeres en el pacifismo internacional. La autora interpreta el lugar de la maternidad en los movimientos que reclaman soluciones negociadas a los conflictos armados, en la perspectiva de la significación cultural de las prácticas de cuidado de la vida, que conciernen de manera muy definida a las mujeres, y desde el lugar de la 5 https://www.youtube.com/watch?v=Sz_DoORjmXI

extrañeza con las decisiones que conducen a las guerras, como lo expresó Virginia Woolf en su ensayo La tres guineas. La movilización internacional de las mujeres en plena contienda durante la I Guerra Mundial que condujo a la creación de la Liga Internacional de las Mujeres por la Paz y la Libertad, reconocida por la Organización de las Naciones Unidas años más tarde, constituye una experiencia de deliberación e injerencia política. A lo largo del siglo XX esta organización revela la potencialidad del pacifismo para convocar a las mujeres a la canalización de sus reclamos contra las guerras que ellas no deciden y cuyas consecuencias sí soportan, siendo las pérdidas de sus hijos y la violencia sexual, las más insoportables. Käthe Kollwitz (1867-1945), artista expresionista alemana experimentó la tragedia de la muerte de su hijo menor, Peter, ocurrida en combate en Flandes el 23 de octubre de 1914 cuando contaba con 18 años de edad, poco tiempo después de su alistamiento voluntario. Consciente de haberlo animado al reclutamiento, la artista se sumió en una gran depresión, y a la vez, emprendió una campaña orientada a profundizar en las denuncias de los estragos de la guerra y a asumir con gran decisión la solidaridad con las víctimas, en un duelo creativo que se prolongaría hasta su muerte. La investigadora catalana Bea Porqueres, desde la perspectiva de la crítica feminista al arte, destaca la complejidad de la serie de siete xilografías sobre la guerra que la artista creó entre 1922 y 1923. En la serie Guerra, afirma, se aprecia una

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gran depuración en el orden técnico y conceptual que se centra en las víctimas de la guerra: en las madres, los padres, las viudas, los niños y los mismos voluntarios que se alistaron. La escultura que lleva el nombre Madre e hijo muerto, conocida como La Pietá de Kollwitz, reinterpreta la iconografía cristiana de la máter dolorosa y ocupa un lugar en el Monumento a los caídos, ubicado en un recinto dedicado a la Memoria en la ciudad de Berlín. Además de la Liga Internacional de las Mujeres por la Paz y la Libertad y otras organizaciones en el mundo, Las madres y abuelas de la Plaza de Mayo, representan un emblema muy potente de la maternidad politizada, que irrumpe en los espacios públicos, ocupando La Plaza, lugar por excelencia de todas y todos, con la cabeza cubierta con un pañal blanco que simula un pañuelo. Ese pañal, está dispuesto para cubrir los cuerpos de las nietas y los nietos sobrevivientes apropiados por miembros de la dictadura cívico militar cuando ya aquellas mujeres asumieron la consumación de la desaparición forzada de sus hijos e hijas. Las madres, decidieron caminar en círculo por un cuadro de la plaza todos los jueves, para contrarrestar las exigencias de las fuerzas del orden que, en sus primeros recorridos, les exigían circular. Más tarde, Las madres envejecidas, reivindican ser Las abuelas de la plaza de mayo al transformarse la búsqueda de sus hijos e hijas desaparecidos en la recuperación de sus nietas y sus nietos; en sus recorridos, fueron acompañadas por otras personas solidarias y que también reclaman por la violación de los derechos humanos en el país.

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En El Salvador el Comité de Madres de los desaparecidos, Las Comadres, realizan acciones colectivas en búsqueda de sus hijas e hijos; la organización puertoriqueña las Madres contra la guerra, denuncian el reclutamiento de jóvenes latinoamericanos para comparecer a la Guerra del Golfo a cambio de la ciudadanía estadounidense; entre muy diversas organizaciones convocan la maternidad como símbolo de paz. En Colombia, la Ruta Pacífica de las Mujeres, conformada hacia 1996 por unas 315 organizaciones y grupos de mujeres coordinadas en ocho regionales en los departamentos de Santander, Valle del Cauca, Risaralda, Cundinamarca, Putumayo, Antioquia, Chocó y Cauca, se movilizaban por la solución negociada al conflicto armado interno. Hacia el año 2000 la Organización Femenina Popular y la Ruta Pacífica de las Mujeres, acordaron constituirse en grupo de la Red de Mujeres de Negro. Junto con otras organizaciones de mujeres, se han manifestado en las calles de diferentes ciudades colombianas. La consigna “No parimos más hijos para la guerra” que desde el año 2000 circuló de manera insistente, sintetiza esa politización de la maternidad en contextos de las exigencias de múltiples colectivos de mujeres de distintas partes del territorio nacional, por una solución negociada al conflicto armado interno. Más tarde, los colectivos de mujeres fueron replanteando la consigna que ahora se corea: “No parimos más hijos ni hijas para la guerra”.


Bibliografía Earle, Rebeca. 2007 La iconografía de la Independencia de la Nueva Granada, VII Simposio sobre la Historia de Cartagena. Gómez, G. Amanda. 1978. Mujeres heroínas en Colombia y hechos guerreros, Medellín, Colombia, Departamento de Antioquia. Herrera , A. M. 1993, “Cacica Gaitana”, En: Gran Enciclopedia de Colombia, Bogotá, Círculo de Lectores, Tomo 9, p. 233. Kollwitz, Käthe. 2018. Diarios (1908 -1943), Madrid: Hermida Editores SL. Mächler Tobar, Ernesto. 2011, “La Gaitana: preludio a una biografía a la espera » En: América Cahiers du Criccal No. 40 https://america.revues.org/226 p. 55-68 Magallón, Carmen. 2006. Mujeres en pie de paz, Madrid: Siglo XXI. Matallana, S. 2012. “Develando a la Gaitana”, en La manzana de la discordia, Universidad del Valle, Vol 7, No.1.

Ocampo López, Javier. 1989 “El proceso político, militar y social de la Independencia”, en: Nueva Historia de Colombia, Tomo II República, Siglo XIX, Planeta, Bogotá, pp. 9 – 64. Osorio, Betty. 1997. “La Gaitana: mito de autonomía y resistencia”, en: Osorio B. y Jaramillo M.M. (editoras), Las desobedientes: mujeres de nuestra América, Bogotá, Panamericana, pp. 25-44. Ramírez, María Himelda. 2010. “Las mujeres en la Independencia de la Nueva Granada. Entre líneas”, La manzana de la discordia, Universidad del Valle, Vol. 5, No.1. Ramírez, María Himelda. 2016. “El feminismo y el pacifismo en tiempos de la Gran Guerra europea”, En: Trabajo Social No. 16, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas. Tovar Z., Bernardo. 1992 “La Guerra de La Gaitana: Historia, Leyenda y Mito”. En: Memorias del VIII Congreso Nacional de Historia de Colombia. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, Departamento de Historia, pp. 91-103.

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Circe Urania Sencial Gómez*

Romelia Gómez viuda de Tamayo

Acuarelista y cómplice del muralista en el hogar “En la población de Anorí, el día 12 de agosto de 1895, a las 4 de la mañana, nació Romelia. El día 6 de septiembre del mismo año, fue bautizada por el Presbítero Eloy María Rojas, sirviendo de padrinos, su tío político Juan B. Tamayo (que estaba ausente) y su tía paterna Angelina Gómez.” Este texto se saca del libro Mi noviazgo, escrito por su padre, abogado Jesús Gómez González. A mi tía Romelia siempre le dije Moma, pues tal vez de pequeña no fui capaz de pronunciar Romelia. Tuvo Moma seis hermanos y dos hermanas. Ella fue la cuarta. Primero nacieron: Rafael Emilio, Marco Tulio y Jesús Eduardo a quienes en la vida cotidiana les decían: Rafael, Tulio y Jesús. Después de ella, estaban, en orden de edades: Jorge Enrique, Pedro Nel, María Luisa-Vita-, Juvenal y Sofía-Zozka-. A Moma le encantaba contarme historias de la selva, de la selva tropical del bajo Porce, historias contadas especialmente por su padre y las personas mayores que la rodeaban. Me contaba cómo le ponían trampas al tigre, para que no los

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Ingeniera civil. Universidad Nacional, sede Medellín.

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atacara; los cuidados que debían de tener mientras buscaban minas, para no confundir un verrugoso con el tronco de un árbol. Cómo era de duro permanecer allí, la dormida, la alimentación, acostumbrarse a los sonidos de la selva y la vivencia de los mitos. Para quienes le contaban a ella esas historias no eran mitos era la interpretación de su mundo. Además, todas esas historias también fueron la cotidianidad que vivió el Maestro Pedro Nel, en su infancia. Moma llegó a Medellín teniendo más o menos seis años. Su padre les hizo a todos la primaria en la casa, no fueron a la escuela; los hombres se presentaron al Liceo de la Universidad de Antioquia, para hacer el bachillerato. Las mujeres no. Las mujeres no podían cursar el bachillerato, a causa de las tradiciones de exclusión de la época. Ellas, mis tías y mi madre fueron personas muy cultas, a pesar de sólo haber asistido, mi madre, al Colegio de La Enseñanza, donde le enseñaban a hacer sus deberes - no sé las monjas que considerarían como sus deberes-, Moma y Vita, fueron al colegio fundado por su padre


y el doctor Luis de Greiff, donde hicieron amistad con María Cano. Entre Moma y María Cano, hicieron un panfleto que les costó la echada del colegio. Deduzco que en el hogar de don Jesús Gómez y doña María Luisa Agudelo, hubo mucha comunicación entre padres e hijos y entre los hermanos. Según dice don Jesús en su libro, fue un hogar feliz: “La virtud, la paz y la dicha sonrieron siempre en el santuario de su hogar”, a pesar de la muerte temprana de Rafael y Jesús. Cuando nací, Moma ya había vivido lo suficiente para ser una persona llena de conocimientos y experiencia. Autodidacta, especialmente sentía el arte, le gustaba pintar, le gustaba enseñar, conversar, trasmitir todo ese universo que llevaba por dentro. Para mí, era una tía sabia con el don de enseñarle a toda persona que estuviera a su lado; esa fue su profesión o su destino. Por ejemplo, me mostraba cómo distinguía los colores tocando telas u objetos con las manos, sin mirarlos. Sabía tantas cosas que se le sentía un aura de autoridad, de ser un “ser” superior. No sólo por sus conocimientos, sino por lo que ella era. Disfrutaba sentándome a su lado cuando pintaba las montañas, los atardeceres, las flores, y me explicaba cómo sentía el paisaje, la luz, los colores que esta daba, el aire, la vida. Salir a pasear con ella era un reto. Miraba las montañas y se quedaba pensando. Luego me invitaba para que saliéramos de madrugada con el fiambre, un bordón y un plan: transmontar o subir a la cima de alguna montaña. Nuestras metas siempre se cumplían. Le gustaba vivir en el campo, para disfrutar de la vida.

Cuando pude compartir con ella era una viejita incansable, maestra de escuela, razón por la cual la perdía de vista por temporadas largas. Mientras tanto, Zozka –mi madre- me contaba historias de ella, su hermana mayor y la mayor de las mujeres. Me decía: “Es una mujer muy guapa, siempre llevó sobre sus hombros un hogar de ocho hermanos entre hombres y mujeres, una madre inválida desde muy joven a causa del reumatismo y un padre que se ausentaba por períodos largos para poder asistir al Congreso de la República”. Continuaba mi madre:” Le pueden pasar carros, carretas por encima, y sin embargo, sigue en pie”. Sí. Moma quería ser pintora, médica, científica… a principios del siglo XX, en Colombia. Sueños imposibles de cumplir en sus circunstancias; sin embargo, estudió hasta donde la sociedad y sus condiciones se lo permitieron. Pero, a cambio, hizo todo lo posible para que su hermano menor, Pedro Nel, sí lo pudiera hacer, permitiéndole la posibilidad de ir al Instituto de Bellas Artes a estudiar todo lo que allí, en ese momento, le podían ofrecer. Fue ella la cómplice del Maestro. Su padre, hombre culto, inteligente y de prestigio, consideraba que ser artista era un limitante para llevar a cabo un proyecto de vida. Como Moma también era artista y sabía el dolor de la frustración, se propuso ayudarle como fuera a su hermano: así, a pesar del cansancio por el trajín de todo el día, se quedaba despierta esperando que llegara de estudiar pintura en Bellas Artes, para entrarlo por la ventana. Mi madre me decía hablando de ella: “Se dormía en clase porque ya no podía más. La profesora comprendía y no dejaba que la despertaran, pues ella también

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sabía de los esfuerzos que Moma hacía para estirar la vida como si fuera un caucho”. En las primeras décadas del siglo XX, los comentarios en los círculos sociales eran que la familia heredera de Gómez González, iba a ser una de las más ricas de Colombia, pues don Jesús había titulado muchísimas minas en la región de los ríos Porce, Nechí, cerca a las poblaciones de Anorí, Segovia, Zaragoza. Todavía se conservan las escrituras de las hijuelas recibidas por los herederos y las herederas, cuando se hizo la sucesión. Al morir el abuelo, los hombres de la familia ya eran todos profesionales, casados, y pensaban sólo en ellos. Quedaron las mujeres, cuidando a la abuela- la Nona-. Con las últimas regalías recibidas - pues algo pasó con las minas y la compañía minera La Pato, una transnacional dedicada a llevarse nuestro oro- ellas alcanzaron a vivir algunos años, y para asegurar su subsistencia, las tías compraron una finca, cerca de Boquerón, al lado izquierdo de la carretera que conducía de Medellín a Santa Fe de Antioquia. Lindísima la finca, yo la alcancé a disfrutar. Casa colonial en tapia pisada, con más de 150 años de construida, agua propia, una huerta inmensa y plana, nivelada con un vallado en piedra, bosque de sombrío para el café y potreros para el ganado. Bien abajo por la ladera, dentro de un bosque, se encontraba una casita que debió ser la de los mayordomos. Me gustaba ir allá y sentir cómo pudieron vivir quienes en otros tiempos la habitaron. Viviendo de ese paraíso, llegó la Violencia de los años 50. Lo que sigue es triste, doloroso y criminal. Abajo, más abajo de la casita que fue

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de mayordomos, pasaba un camino real. A esa vereda, por donde pasaba el camino real y estaba la finca, la llamaban Las Travesías. Allí, a lado y lado de lo que podríamos llamar carretera, pues todavía no era carretera sino un gran camino había, a un lado, una tienda, la única en todos los alrededores, y al frente, una casa grande con corredores de chambranas en macana, pintada de azul claro. Yo estaba pequeña para entender muchas cosas. En esa casa había una señora que se suponía era la abuela, una mamá, joven, con muchos niños chiquitos y el dueño de la tienda. Alguna vez escuché que los niños eran del señor Ospina, dueño de la tienda y de su hija. Parece que este señor, cobijado por las órdenes del gobierno, decidió matar a mis tías y adueñarse de su finca. Un día mis tías encontraron los perros muertos, al otro día, les habían mandado picar auyamas a las vacas, cosa rutinaria, pero esta vez, el ganado fue envenenado también. Faltaban ellas. Seguidamente, llegaron una noche muchos hombres que empezaron a rastrillar las peinillas, contra las piedras del patio gritando a la vez: “Viejas liberales hijueputas, se van de aquí o las vamos”. No había otro remedio. Sólo salir corriendo como se pudiera … pero no tenían dónde llegar. En su haber estaban todos los enseres que fueron de la casa de los abuelos, especialmente los muebles de la sala, diseñados por el Maestro Pedro Nel para sus papás y muchos cuadros de él, pintados en su infancia y juventud, mientras hacía la carrera en la Escuela de Minas. Es decir, eran los muebles que antes pertenecieron a una familia grande. Lo que pudieron sacar en mulas, lo bajaron a San Cristóbal, un municipio cerca de Medellín, donde consiguieron un carro de tras-


teos para llevar lo poco que salvaron a una pieza alquilada, en el barrio Manrique de Medellín. Mientras tanto, ellas, conseguían una casita en el municipio de Bello, que era un lugar fundado por obreros de las fábricas de textiles: Coltejer, Fabricato, etc. Económicamente quedaron en la miseria. No sé de qué vivieron y cómo pagaron el alquiler de esa casita, lo que si alcancé a captar fue el dolor que sintieron cuando se dieron cuenta que la gente de la casa donde dejaron las cosas guardadas, violentó la puerta y saquearon lo que pudieron. Como quien dice, al caído caerle. Quedaron en la miseria y yo, para ese entonces, era una niña. No estaba en capacidad de ayudarles. Esa fue la Violencia de los años 50, para ellas, como para muchas otras familias colombianas. Así las cosas, Moma buscó ser nombrada como maestra de alguna escuela del departamento, donde poder trabajar. La mandaron, en distintas épocas, para las veredas: La Linda, del municipio de Bolívar , La Arcadia, vereda del municipio de Fredonia, de donde tenía que salir varias horas a caballo para cualquier diligencia, La Ceja, Arboletes, Necoclí, Mulatos, Nariño. Mientras tanto, fui creciendo, estudié y lo primero que hice fue gestionar la compra de un apartamento del Instituto de Crédito Territorial. Sus hermanos no se solidarizaron con ellas en esos momentos tan difíciles. Sin embargo, hubo alguien a quien no tuve la suerte de conocer, pero fue la salvación de esta situación. El Instituto de Crédito Territorial, en esa época, dio un gran apoyo con vivienda a la gente desplazada por la violencia. Cuando solicité al ICT la adjudicación de un apartamento para mis tías y mi mamá, la

explicación que me dieron, fue: “ La reglamentación no lo permite, por no ser usted la cabeza de esa familia, ni ser quien vaya a habitar el inmueble”. Mis razones tenían fuerza, eran lógicas, pero no estaban en la norma. Eran dos mujeres solas y mi madre - quien acababa de quedar sola por yo haberme casado y mi padre haberse ido a vivir donde su hermana- , sin en donde vivir, de edades muy avanzadas, sin ninguna clase de ingresos económicos y que contaban sólo conmigo. Mi propuesta al ICT fue la siguiente: “ Me hago cargo de la deuda, el apartamento queda a nombre mío pero son ellas quienes van a vivir en él, hasta el día de su muerte”. La situación se salió de las manos de la Regional Antioquia del ICT, el asunto pasó a la Gerencia Nacional, en Bogotá. Luego, a la Junta Directiva Nacional, donde fue analizada mi solicitud. Me contaron que hubo un señor de apellido Bonell, quien argumentó la singularidad de mi petición, teniendo en cuenta que el criterio de adjudicación, en ese entonces, obedecía a los rígidos criterios que se sustentaban en el modelo de familia nuclear biparental. Bonell luchó hasta conseguir que me adjudicaran el apartamento. Así fue. Y lo consiguió. Ese acto valeroso de este señor, permitió que dos mujeres golpeadas por la violencia, más mi madre, pudieran vivir una vejez tranquila, recuperando su dignidad. De ahí en adelante, yo seguí ejerciendo como la proveedora y no solamente la proveedora en asuntos materiales, era el sostén afectivo y emocional de ese hogar. Sin embargo, no había como cubrir su salud, pues ellas no cumplían los requisitos para la afiliación al ISS. No todo el mundo estaba en el Seguro Social y menos quien no

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tuviera trabajo. Para Moma, en sus condiciones de salud y de edad, le era muy difícil llegar a Medellín para una consulta médica. Con “morideras”, como ella decía hablando del malestar que sentía cuando, seguramente, tenía la presión alta. Trabajó hasta el último día de su vida. Murió a la edad de 74 años de un derrame cerebral, que sufrió estando en una vereda del municipio de Nariño, Antioquia. Sus haberes en ese momento eran: una mesita de madera con un pequeño cajón, ese era el escritorio; una ollita negra, negra de hollín; una barra para el jardín; una mano de piedra de las que tenían en la casa paterna y una caja de acuarelas todas gastaditas... Las condiciones económicas de Moma eran bastante precarias, no tenía como comprar acuarelas de marca, ni papel de acuarela. Estas dos cosas fundamentales en una técnica tan exigente como la acuarela, no le permitía darle la transparencia, el juego de la luz como ella hubiera querido. Hizo milagros. Tal y como cuando el Maestro Pedro Nel pintaba en las pastas de los cuadernos o en tablitas, como algunos óleos que yo conservo... Esos enseres de uso doméstico los tengo yo. No sólo los de Moma, sino lo que logró salvarse de lo que perteneció a la casa de sus padres y que hay que conservar. Pienso que puede haber varias opciones entre las cuales decidir sobre dónde deben quedar esos enseres, muebles, retratos, cuadros y dibujos del Maestro Pedro Nel, que fueron de la casa paterna y materna. Romelia -Moma para mí- se preocupó mucho por las mujeres del campo, les enseñaba a leer,

les enseñaba corte y costura. Les mostraba como era posible hacer obras de arte con una aguja o con tejidos como crochet. Y hacía que sus maridos les compraran máquinas de coser. Es decir, cuando ella salía de una vereda, todas las mujeres quedaban capacitadas para llevar una vida mejor, porque podían curar muchos enfermos usando las hierbas medicinales, como esta receta de las siete hierbas, para la diarrea: ”Acedera más Verdolaga, Masiquía, cáscara de Granada, Caña Agria, tres cogollos de Guayabo Agrio y cogollos de Guayabo Dulce”. O, usar el Cordoncillo para sanar heridas, desinflamar y desinfectar. También, a usar las hojas de frijol en emplastos para las quemaduras graves. Casi como una farmacia en la casa. Ella sabía muchísimas más recetas que no tuve la visión de conservar por escrito. Por eso las mujeres veían cambiar su vida, y verla con mayor entusiasmo, porque se sentían seguras de ellas mismas. La gente se siente feliz, aprendiendo a vivir. Esta gran mujer murió el 10 de enero de 1970, en el Hospital San Vicente de Paúl, en Medellín, donde estuvo cuarenta días después de sufrir un derrame cerebral. Todo lo dicho aquí sobre Romelia -Moma- son vivencias, recuerdos y relatos escuchados por mí, su sobrina, que tanto la quiso y admiró, Circe Urania Sencial Gómez. Nota: Para el Grupo Mujer y Sociedad y la Revista En Otras Palabras, es un orgullo publicar este texto de Circe Urania Sencial, nuestra querida compañera y amiga, sobre su antepasada Romelia Gómez Agudelo.

VTG 15 Bird, Jupiter, Milena Arango García Fl, US, 2019

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Dossier


Ángela María Robledo Gómez*

Nosotras avanzamos, el gobierno retrocede La fuerza feminista “Feminismo” fue declarada como el término del año 2017 por el diccionario Merriam Webster, por ser la palabra más buscada en internet.1 Y es que no hay duda de que el movimiento feminista ha cobrado cada vez mayor protagonismo frente a la crisis global con la profundidad de sus planteamientos históricos, en contraste con el declive de las primaveras que recorrieron el mundo entre 2010 y 2013, en Túnez, Egipto, Libia, Yemen y Siria, el movimiento del 15-M y Occupy Wall Street, incluyendo en Colombia al movimiento estudiantil de la MANE y al movimiento por la paz. Mientras se extendía el desconcierto por la crisis de la democracia liberal en el llamado Occidente con el ascenso del populismo de extrema * Congresista colombiana. 1 El País. 13 de diciembre de 2017 Ver: https://verne.elpais.com/verne/2017/12/13/articulo/1513175929_929147.html

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derecha, con Donald Trump a la cabeza, en 2018 Amnistía Internacional afirmó que la lucha por los derechos humanos en el mundo era liderada por el activismo feminista.2 Los movimientos #NiUnaMenos en Argentina por la legalización del aborto y #MeToo contra la violencia y el acoso naturalizados en la industria cultural de Estados Unidos, son sólo dos de los referentes que han estado más presentes en el espectro mediático de nuestro país, pero hay muchos más. En Irlanda, las mujeres logramos acabar con la prohibición del aborto por la vía del referéndum. En Polonia resistimos a la intención del gobierno de derogar las causales en “se permite la interrupción voluntaria del embarazo”.

2 En 2018 el activismo feminismo lideró las luchas por los derechos humanos en el mundo. Resumen Latinoamericano. 9 de enero de 2019. http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/01/09/en-2018-elactivismo-feminista-lidero-la-lucha-por-los-derechos-humanos-en-elmundo-segun-amnistia-internacional/


En Islandia y Suecia logramos que las relaciones sexuales sin consentimiento fueran declaradas como violación. En Nigeria las mujeres protagonizamos la lucha contra los abusos de Boko Haram. En India logramos la eliminación del impuesto a las toallas, tampones y compresas, y en Escocia logramos que todas las mujeres estudiantes tengan acceso gratuito a estos productos de primera necesidad. El 8 de marzo de 2018, alumbrando desde España, dimos un paso adelante con una huelga feminista que será narrada en el futuro como un hito.3 Igualmente, en Chile, se registra un momento muy importante para el movimiento feminista que desde mayo de 2018 viene reclamando por los casos de acoso y abuso sexual dentro de las universidades en una movilización destacada en Latinoamérica.4 En Colombia también hemos visto el fortalecimiento del movimiento feminista, aunque con las particularidades de nuestro contexto. Con una suma cada vez mayor de mujeres jóvenes de todos los sectores sociales, nos hemos expresado recientemente frente a los derechos sexuales y reproductivos, la violencia y el acoso, la igualdad, la paridad y la equidad, la tributación y la presupuestación con enfoque de género, y la organización social del cuidado, entre otras. Inevitablemente, uno de los aspectos claves donde hemos concentrado grandes esfuerzos ha sido la paz, tanto para el logro de un Acuerdo que ponga fin al conflicto armado como para su 3 3Ibid. 4 https://www.latercera.com/tendencias/noticia/feminismo-chilenovive-revolucion-mas-importante-40- anos/172111

implementación, donde hemos apostado a la esperanza de una transformación que incluye las reivindicaciones de la agenda feminista. Gracias a una movilización excepcional en la historia de los procesos de paz en el mundo, las mujeres logramos posicionar una agenda de enfoque de género en el Acuerdo con el reconocimiento de la condición de víctimas y sobrevivientes. Fuimos determinantes en los territorios para la pedagogía necesaria a fin de revertir décadas de mensajes que confundieron la paz con la pacificación violenta, haciendo comprender a millones de personas que la paz pasa por diálogos, concesiones y transformaciones. Logramos que cada punto del Acuerdo tuviera incorporado el enfoque de género que cuestiona los enfoques familistas y las nociones hegemónicas sobre los roles en nuestra sociedad. Todo ello desembocando en la Instancia Especial de Género, y en la transversalización del enfoque en los demás mecanismos de verificación como el componente internacional. No obstante, al fortalecimiento de un movimiento que abarca a mujeres y a la población LGBTI impregnando las agendas de muchos movimientos sociales en el país, y que incluso se ha interiorizado en muchos hombres que cuestionan su masculinidad hegemónica y el orden patriarcal, han venido respondiendo los sectores ultraconservadores y de derecha con un libreto particular. Estos sectores están aprovechando y profundizando el miedo como consecuencia del mismo modelo de empobrecimiento y crisis

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que impulsaron durante años, aprovechando el incumplimiento de promesas de quienes debían dar respuestas claras y promoviendo la tesis de volver al pasado: volver al Estado, volver a la nación, volver a la explotación negando el cambio climático, y volver sobre todo al modelo de familia patriarcal.5

Para una mejor comprensión del estado actual, vale la pena observar la base construida de la Política Pública Nacional de Equidad de Género, aprobada en 2013 durante la Presidencia de Juan Manuel Santos.

El actual gobierno del Presidente Iván Duque, donde éste juega apenas un papel de vocero de poderes e intereses mayores, se inscribe claramente dentro de ese proyecto ultraconservador y de extrema derecha, aunque con un discurso contradictorio en muchos aspectos y con una posición de subordinación y dependencia nacional que le impide levantar las banderas de un Estado autónomo, soberano. En ese sentido, el inicio de sus políticas ha significado, particularmente como respuesta al movimiento feminista, una consideración obligada de nuestra agenda cada vez más posicionada, pero con la marca de la tesis del regreso a la familia patriarcal a tono con los paradigmas actuales, como el determinante de su orientación y de sus prioridades.

En el primer periodo presidencial de Juan Manuel Santos, en ejecución del Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014 Prosperidad para Todos, se construyó el Conpes 161 de 2013 para desarrollar los Lineamientos para la política pública nacional de equidad de género para las mujeres y el Plan para garantizar a las mujeres una vida libre de violencias.

Como veremos, este avance de nuestra agenda en contraste con un retroceso en la visión del gobierno se constata en la propuesta del Plan Nacional de Desarrollo y en los proyectos de Ley en los que se concentra la bancada gobiernista en el Congreso de la República.

5 Castells Manuel. Ruptura. La crisis de la democracia liberal. Madir, Alianza Editorial, 2018.

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Buenas intenciones, pocos resultados

El objetivo principal del Conpes fue “contribuir a garantizar el pleno goce de los derechos de las mujeres colombianas aplicando los principios de igualdad y no discriminación”,6 reconociendo a las mujeres como sujetas de derecho. No obstante, el verbo principal no fue “garantizar” sino “contribuir”, causando inquietud sobre la magnitud del compromiso del Gobierno para realmente “garantizar el pleno goce de los derechos de las mujeres” cuando en el Artículo 2 de la Constitución Política de Colombia se promulga: “son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución”. 6 Consejo Nacional de Política Económica y Social (2013). Documento Conpes 161. República de Colombia. Recuperado de http:// www.equidadmujer.gov.co/ejes/Documents/Conpes-Social-161-de2013-Equidad-de- Genero.pdf


Para el pleno goce de los derechos de las mujeres, los Lineamientos de la política pública nacional de equidad de género para las mujeres consignó como objetivo específico: “Avanzar en la transformación cultural con la superación de los imaginarios sociales, creencias y prácticas que refuerzan la discriminación y condiciones de inequidad hacia las mujeres”7 respondiendo a la necesidad de romper paradigmas que perpetúan la discriminación.8

riesgo a quedar simplemente nombradas junto con nuestros problemas en unos diagnósticos, y nuestras esperanzas de cambio en unos objetivos, proyectos e indicadores. Aun así, ser reconocidas y haber llegado a los diálogos de paz luego de un año de luchas para ser pactantes y no pactadas, es resultado de nuestras resistencias por la reivindicación de derechos y el logro de una sociedad equitativa, respetuosa de la vida y de la paz.

Ello, inevitablemente significó un cuestionamiento del paradigma familista, que incorporó como primeros asomos del enfoque de género el derecho a la participación política de las mujeres, el reconocimiento de sus derechos sexuales y reproductivos, al respetar la sentencia de la Corte Constitucional con respecto a la IVE, el reconocimiento a la diversidad de las familias y la incorporación de perspectivas diferenciales para el acceso a la educación y la salud, entre otros.

Finalizando la administración Santos, varias organizaciones evaluaron su política de género coincidiendo en la falta de recursos y de voluntad política para garantizar derechos, para prevenir, atender y erradicar las violencias y la discriminación contra las mujeres. Claudia Mejía, directora de la organización Sisma Mujer fue enfática en recordar que “los avances en la política pública de equidad de género se dieron gracias a las mujeres”. Por su parte, Olga Sánchez, directora de la Casa de la Mujer, afirmó que “no se logró un programa que realmente previniera, atendiera y sancionara la violencia contra las mujeres” coincidiendo con las palabras de Marina Gallego, representante de la Ruta Pacífica de las Mujeres, quien señaló que “la violencia contra la mujer todavía tiene muchos problemas y la igualdad de las mujeres tiene una brecha alta” y agregó: “La Consejería para la Equidad de la Mujer no tuvo suficientes recursos”.9

Tanto en la política pública como en el Acuerdo Final de La Habana se incorpora la perspectiva de género, pero se viene alertando sobre el 7 Alta Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer (2012). Lineamientos de la Política Pública Nacional de Equidad de Género Para las Mujeres. Bogotá: Presidencia de la República, p. 55. Recuperado de http://www.equidadmujer.gov.co/Documents/Lineamientos-politica-publica-equidad-de-genero.pdf 8 “Toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera”. Artículo 1. Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW). Recuperado de https://www.unicef.org/ panama/spanish/MujeresCo_web.pdf

9 Cabrera, Diana. (2018). Santos pasó ‘raspando’ en materia de equidad de género. Bogotá: RCN Radio. Recuperado de https://www.rcnradio.com/politica/santos-paso-raspando-en-materia-de-equidad-de- genero

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En cuanto a la implementación del Acuerdo de Paz de La Habana –reconocido internacionalmente por ser el primer acuerdo de terminación de un conflicto armado interno con enfoque de género-, las mujeres de diferentes plataformas organizativas que conforman la Cumbre Nacional de Mujeres y Paz realizaron en 2018 un balance en el que identificaron avances, alertas y generaron agendas.10 Las mujeres señalaron entre las alertas, que quienes acceden a los programas y a tierras en relación al punto primero, Reforma Rural Integral, están sufriendo nuevos despojos y desplazamientos forzados; así mismo, manifestaron que hay demora para que los programas de la Agenda Nacional de Tierras lleguen a los territorios, y que falta articulación con el sector financiero. En la “disertación de las fases de implementación de la propuesta programática y de políticas públicas del Acuerdo” se confirma que “no se cuenta con información sobre la asesoría técnica, jurídica, económica de las mujeres productoras por parte del Ministerio de Agricultura”, que de “40.338 predios en 1.473.126,8 ha, de la meta de 7.000.000 ha del Acuerdo Final, no se puede hacer un balance del acceso de las mujeres porque no se cuenta con cifras desagregadas por género”. El balance también evidencia que a las mujeres no se les ha logrado reconocer como propietarias “para procesos de adjudicación de tierras, 10 Cumbre Nacional de Mujeres y Paz. (2018). Balance a la Implementación del Acuerdo Final de Paz en Derechos de las Mujeres. Bogotá. Recuperado en http://cumbrenacionaldemujeresypaz.com/wp- content/uploads/2018/12/BALANCE-final-11Dic.pdf.

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subsidios y fortalecimiento de iniciativas agropecuarias y esto dificulta el acceso de las mujeres a los programas”. En relación con los demás puntos del acuerdo, las mujeres alertan la falta de fortalecimiento, acompañamiento y seguridad para la participación y la incidencia política, y expresan su temor por las amenazas que hay contra los liderazgos sociales y la ausencia de “materialización del Programa Nacional de Garantías para Lideresas y Defensoras de DDHH del Ministerio del Interior y los avances en torno al Sistema de Alertas Tempranas”. Respecto a la sustitución de cultivos ilícitos, además de los problemas ya señalados, no hay presencia del Estado a través del SENA para “desarrollar procesos de educación para el trabajo”, y se suma la falta de reconocimiento a la autodeterminación de las mujeres persistiendo la creencia del hombre como “jefe de hogar, quedándose ellas atrás en la priorización de pagos de subsidios de sustitución. En el punto de víctimas, el balance presenta la falta de garantías y de efectividad en los procesos de retorno y reubicación: “muchas mujeres no han podido acceder al reconocimiento como posibles sujetos de reparación colectiva y no se identifican rutas para la declaración colectiva”. Las mujeres alertan sobre el proceso de reparación integral y el acceso a la justicia especialmente las víctimas de violencia sexual quienes son revictimizadas. La perspectiva de género a partir de la política pública de 2013 -primer año del gobierno de


Santos- y la contenida en el Acuerdo de Paz de La Habana dejan ver un avance histórico de su inclusión en los discursos, pero los resultados permiten apreciar que los textos no pasaron a la realidad.

El pacto de Duque y el retroceso maquillado De entrada, la apuesta del PND por el regreso al pasado arranca con un relato general que le da sentido al gobierno actual como recuperación del camino perdido que significarían los ocho años anteriores del gobierno de Juan Manuel Santos, y especialmente, los elementos progresistas avanzados alrededor de la conformación del Acuerdo de Paz como acuerdo para transformaciones en el país.

El concepto de equidad De este modo el documento empieza por establecer un concepto de equidad que parte del relato mencionado: “Hace apenas unas décadas, la mayor parte de la población colombiana permanecía en la pobreza y una parte considerable sufría las terribles consecuencias de la pobreza extrema. En lo corrido de este siglo Colombia ha tenido los mayores avances de su historia luego de haber escapado, gracias a las acciones emprendidas por el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, de los senderos peligrosos de la ilegalidad, la violencia y la ausencia de control del territorio”.11

11 Bases del Plan Nacional de Desarrollo. Pacto por Colombia. Pacto por la equidad. 2018-2022 p. XXXV.

Omite el documento las cifras del gobierno de la Seguridad Democrática, que no sólo significaron el incremento de violaciones a los derechos humanos , sino un aumento de la desigualdad en contravía del aumento de la inversión extranjera del 164%. Recordemos que el desempleo en 2009 se ubicó en el 12%12 y 45% de la población se ubicó en la pobreza.13 Además, ese mismo año Colombia ocupó el quinto lugar como país más desigual en el mundo con un índice de Gini calculado por parte de la Misión de Expertos que funcionó durante ese año de 0,59 y 0,58.14 En ese marco, se inscribe lo que luego se plantea en el PND como el Pacto de Equidad para las mujeres, al que se le da un espacio que, insisto, responde a la importancia creciente del movimiento feminista, pero desde una perspectiva que tiene varios retrocesos. El pacto, que supone un interés de concertación y corresponsabilidad, nos propone un lugar de interlocución problemático desde una perspectiva de naturalización de las desigualdades entre hombres y mujeres frente a las que al Estado le corresponde intervenir, sin consideración de las razones histórico-estructurales que explican

12 http://ail.ens.org.co/informe-especial/balance-del-gobierno-alvarouribe-velez-4/ 13 Arango Pablo. Una inequidad cada vez más aberrante. Cedetrabajo, Deslinde. https://cedetrabajo.org/wp- content/uploads/2012/07/7Inequidad_social.pdf 14 Arango Pablo. Una inequidad cada vez más aberrante. Cedetrabajo, Deslinde. https://cedetrabajo.org/wp-content/uploads/2012/07/7Inequidad_social.pdf

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las relaciones de dominación y opresión. Así, como si estuviera hablando de la discapacidad natural, nos dice:

a la implementación del Acuerdo de Paz, que la Vicepresidenta Marta Lucía Ramírez asumirá el liderazgo general de la política de género.17

“Sólo es posible la equidad de oportunidades si las características de origen de la población, es decir, aquellas que no dependen del talento ni del esfuerzo, no son determinantes en las opciones que la persona tiene para elegir aquello que quiere ser o hacer con su vida”.15

Se reconoce, como lo hemos denunciado muchas veces, que la Consejería para la Equidad de la Mujer ha sido una institución desfinanciada y sin capacidad para hacer avanzar realmente la política pública de mujer y género. En ese sentido, se plantea fortalecerla junto con el Observatorio de Asuntos de Género, que constituye un instrumento importante de información con el que necesitamos contar, así como con grupos de género en todas las entidades que deben transversalizar la política, continuar con la Política Pública de equidad de género, y articularse con instituciones en la rama judicial, los organismos de control, la academia y las organizaciones sociales, en un Sistema Nacional de Mujeres.

Esta naturalización del concepto de equidad, de acuerdo con el profesor Jorge Iván González, en el “Plan de Desarrollo: pacto por Colombia, pacto por la equidad”, se trata de un concepto restringido , basado en la ecuación legalidad más emprendimiento igual a equidad , además no considera de manera explícita el impacto que tiene la distribución del ingreso y especialmente la concentración de la riqueza en Colombia, en uno de los países más desiguales del mundo.16 Nada se dice en el Plan sobre la concentración de la riqueza: tierras, activos, acciones, inequidad que afecta de manera significativa a las mujeres.

La institucionalidad En el PND se plantea el fortalecimiento de la institucionalidad de género en Colombia. A ese respecto, se presentan medidas y avances que responden a reivindicaciones muy claras. En primer lugar, se ha anunciado ya en la presentación de la Alta Instancia de Género vinculada 15 Bases del Plan Nacional de Desarrollo. Pacto por Colombia. Pacto por la equidad. 2018-2022 p. 831. 16 González, J.I. ( 2019). Columna en el diario Nuevo Siglo. Bogotá.

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De igual forma, se plantean instancias de articulación y coordinación intersectoriales entre MinSalud, ICBF, autoridades judiciales y el CPEM, frente a las violencias basadas en género, que tienen que ser objeto de atención prioritaria a partir del aumento de los feminicidios en el país. En el mismo sentido, se plantea como política el fortalecimiento de las Comisarías de Familia.

Empleo y emprendimiento No obstante, aunque el PND se ocupa de un aspecto tan crítico como el desempleo de las 17 Instalación alta instancia de género. Enero 2019. http://www.equidadmujer.gov.co/prensa/2019/Paginas/Instalacion-Alta-InstaciaDe-Genero-Del-Gobierno-Nacional.aspx


mujeres y las brechas salariales, resulta cuestionable el punto de partida y las consecuencias de su diagnóstico. Según el documento, hay dos causas fundamentales por las que es mayor el desempleo en las mujeres que en los hombres: las decisiones sobre la “empleabilidad femenina”,18 y la carga de trabajo no remunerado sobre las mujeres. Así, para incrementar la oportunidad de empleabilidad de las mujeres que, en teoría, “mejoren las condiciones laborales y contribuyan a la equidad de género”,19 se plantean varias medidas. Especialmente, para el llamado empoderamiento económico, se plantea como estrategia principal la formación. Un elemento que por supuesto tiene valor en sí mismo, pero sobre el que se ha analizado ya su carácter insuficiente sin un impulso productivo que signifique creación de nuevos empleos formales. Como han dicho Ana Miranda y Daniel Filmus: “En momentos en que existe un marcado deterioro del mercado laboral acompañado de un proceso de expansión educativa, los sistemas educativos tienen a desempeñar una función denominada por M. Carnoy como el “efecto fila”. Este proceso hace referencia a la idea de que, junto con aportar a la productividad, la educación les proporciona a los empresarios un proceso conveniente para identificar a los trabajadores que reúnen las condiciones que ellos requieren. En otras palabras, la

18 Bases del Plan Nacional de Desarrollo. Pacto por Colombia. Pacto por la equidad. 2018-2022 p. XXXV. P. 837. 19 Bases del Plan Nacional de Desarrollo. Pacto por Colombia. Pacto por la equidad. 2018-2022 p. XXXV. P. 837.

educación no siempre genera mejores trabajos sino que “reasigna” los lugares en la fila de los buscadores de empleo”.20

Al respecto el investigador y economista Luis Jorge Garay en su más reciente libro21 señala que la (In-) movilidad para el caso de las mujeres se ve también claramente impactada por la cultura patriarcal en la asignación de los roles de provisión de bienes a los hombres, asignándoles a las mujeres el rol de cuidadoras y de amas de casa. En función de la participación igualitaria de las mujeres en el mercado laboral se plantea el rediseño y escalamiento del sello equipares, con el que las empresas asumen el compromiso a voluntad de identificar brechas laborales, y a ejecutar políticas internas de equidad de género, lo que sin duda es una buena idea, pero que resulta incompleto con respecto a la situación general de desempleo y contracción de la economía donde se mueve el gobierno hoy con su reforma tributaria y su profundización del modelo extractivista. Que el Estado como empleador actúe frente a las brechas de género es importante también, lo cual se plantea mediante el encargo al Servicio Público de empleo, para que en los empleos públicos se eliminen los sesgos contra las mujeres, con una meta ambiciosa de cuadruplicar las mujeres colocadas a través del servicio público de empleo de 236 mil a 880 mil.22 20 Filmus y Miranda. América Latina y Argentina en los 90. Más educación, menos trabajo=más desigualdad. S.d. 21 Garay, L. J . ( 2019) ( In -) Movilidad Social y Democracia. Colección Primeros Pasos. Ediciones Desde Abajo y Planeta Paz. Bogotá. 22 Bases del Plan Nacional de Desarrollo. Pacto por Colombia. Pacto por la equidad. 2018-2022 p. XXXV. P. 844.

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No obstante, si se observan bien, objetivos como la creación de “rutas integrales de inclusión productiva”, o la innovación pública para la equidad de género en el mercado laboral”,23 aparecen de la manera más retórica, con medidas que se reducen a la frase: “el DNP junto con la CPEM, construirán una estrategia para el escalamiento de estas iniciativas”. 24 Ello lo tendrán que hacer en el mismo contexto económico general en el que se mueven las medidas regresivas del ministro Carrasquilla.

Economía del cuidado Sobre la cuestión del cuidado, que también se menciona como causa de la baja empleabilidad de las mujeres, hay avances en respuesta al trabajo sostenido en los últimos cuatro años. De un párrafo que asignaba en el PND anterior al DNP la función de “crear las bases para la creación de un sistema nacional de cuidado”,25 hemos dado el paso a que el objetivo sea explícitamente “desarrollar una política pública de cuidado”.26 No obstante, persisten preocupaciones que hemos planteado con las compañeras de la Mesa de Economía del Cuidado, con quienes estudiamos este tema. Sobre la propuesta que ha avanzado el DNP para esbozar los lineamientos del Sistema Nacional 23 Bases del Plan Nacional de Desarrollo. Pacto por Colombia. Pacto por la equidad. 2018-2022 p. XXXV. P. 844. 24 Bases del Plan Nacional de Desarrollo. Pacto por Colombia. Pacto por la equidad. 2018-2022 p. XXXV. P 844. 25 Bases del Plan Nacional de Desarrollo. Todos por un nuevo país. 26 Bases del Plan Nacional de Desarrollo. Pacto por Colombia. Pacto por la equidad. 2018-2022 p. XXXV. P. 849.

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de Cuidado, hemos dicho que es una propuesta insuficiente porque el objetivo de reconocer, reducir y redistribuir las labores de cuidado, lo limita a las labores del llamado cuidado directo, es decir, las que implican el cuidado de niños, niñas, adultos mayores y personas en condición de discapacidad, lo que supone sólo aproximadamente el 20% del total de labores que desarrollamos las mujeres.27 Pero además, hemos dicho que la propuesta actual sólo concibe la política pública de cuidado como articulación entre instituciones como el ICBF, el Mintrabajo, la Unidad de Víctimas, el Consejo Nacional del Adulto Mayor, la CPEM, y el DANE, en función de una mayor eficiencia institucional que no satisface las expectativas. Más allá de la liberación del tiempo de las mujeres para que se inserten a un mercado laboral precarizado, el Plan no considera el hecho de que en Colombia también estamos viviendo ya una situación de crisis de los cuidados,28 diferente por supuesto a la situación en Europa o en Estados Unidos, pero que implica que no puede desconocerse la dimensión afectiva del cuidado y la situación correlativa de las trabajadoras en servicios de cuidado remunerado (muchas de las cuales han sufrido desplazamiento y migración forzada), con una invitación a la consolidación de la familia de dos proveedores, sin calidad de tiempo, sin calidad de cuidado, y sin calidad de vida. 27 Encuesta Nacional de uso del tiempo. ENUT. https://www.dane. gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/pobreza-y-condiciones-devida/encuesta-nacional-del-uso-del-tiempo-enut 28 Fraser, Nancy. Las contradicciones del capital y los cuidados. New Left review N 100. Madrid. Traficantes de sueños. Septiembre-octubre de 2016.


Esta situación tiene que ser considerada, por ejemplo, para que el Sistema Nacional de Cuidado se proponga una mayor provisión de servicios públicos de cuidado, el fortalecimiento de los cuidados a nivel comunitario en condiciones de garantías laborales, así como las garantías laborales para las trabajadoras del cuidado, entre otras, temas que no se mencionan o si lo hacen es de un modo gaseoso y somero.

de libre mercado. De dos caminos posibles para el feminismo, el de la emancipación de género de la mano de la democracia participativa y la solidaridad, o el de una nueva forma de liberalismo que busca garantizar a través de la promoción meritocrática e individual los derechos de mujeres y hombres. Una visión de arribismo laboral-individual que aconseja según Fraser a las mujeres que lo practiquen y asuman.

Vale decir, el Plan dice que las mujeres deben “reinsertarse” en el mercado laboral,29 como si quienes se dedicaran mayormente a las labores de cuidado estuviesen fuera de la sociedad, lo que se contradice con el reconocimiento de la importancia de tales labores en el PIB.

“ El neoliberalismo nos viste de mona de seda a través de una narrativa sobre empoderamiento de las mujeres “ que si bien reivindica la necesidad de una mejor y mayor educación como vía para el ascenso socio-económico legitima el llamado capitalismo flexible con salarios más bajos; la exacerbación de dobles y triples jornadas de trabajo , la discriminación sutil o explícita por raza, etnia para ciertos oficios y trabajos y la aceptación de la tajante separación entre los ámbitos privados y públicos.

En estos puntos referidos a la educación, el empleo , el emprendimiento y el desarrollo del Sistema de Cuidado, vale la pena recordar la alerta que en algunos de sus textos ha puesto la profesora Nancy Fraser sobre lo que llama las amistades peligrosas de ciertos feminismos con las nuevas expresiones del neoliberalismo.30 Amistades que una puede intuir están presentes en este Pacto por la equidad de las mujeres. Al respecto Fraser dice que la lucha de la emancipación de las mujeres para construir un mundo más libre, igualitario y justo, puede terminar promoviendo una “amistad peligrosa “ con los esfuerzos neoliberales por construir una sociedad 29 Bases del Plan Nacional de Desarrollo. Pacto por Colombia. Pacto por la equidad. 2018-2022 p. XXXV. P. 850. 30 Fraser, Nancy. De cómo cierto feminismo se convirtió en la criada del capitalismo. Publicada en la Libertad de Pluma.

Participación política El PND se propone avanzar en la mayor participación de las mujeres en escenarios de poder y toma de decisiones. Para ello, plantea líneas de formación y escuelas de formación política para las mujeres a cargo del Ministerio del Interior. Esta labor debe ser facilitada por el Estado, pero no puede ser encabezada por el mismo, so pena de un riesgo de adoctrinamiento. Es claro que una política en este sentido implica un riesgo para los partidos y movimientos políticos cuya razón de ser es ejecutar ellos mismos la formación de sus integrantes, y que muchas veces no pueden hacerlo por falta de reconocimiento y recursos, como ha ocurrido en los casos de Colombia Humana y la Unión Patriótica.

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También se habla de un Plan de Promoción de la Participación Política de las Mujeres, que puede tener valor siempre que también se reconozca que las mujeres sí participamos de muchas maneras en política y ejercemos liderazgo social, aunque no necesariamente por la vía electoral.

aún se maneja en muchas de ellas con consecuencias para las mujeres denunciantes, y el hecho de que no existe una trazabilidad entre dichas comisarías, medicina legal y la Fiscalía, que hace que muchas veces se dé trámite a denuncias en el órgano de investigación sobre hechos consumados.

Derechos sexuales y reproductivos

Mujeres rurales

Uno de los aspectos más problemáticos del Plan Nacional de Desarrollo, es el que se refiere a la “Promoción de la salud sexual y los derechos reproductivos para las niñas, niños y adolescentes”.

Sobre las mujeres rurales no hay duda tampoco de que las medidas del plan hoy son insuficientes. Organizaciones como la Plataforma de Mujeres Rurales han planteado la necesidad de un CONPES específico que materialice una política pública más allá de la retórica. Pero además, en la redacción actual del PND es claro que se desprecia la ruta robusta de garantía de derechos para las mujeres rurales producto del Acuerdo de Paz, por una versión reducida de enfoque de género en la ahora llamada “estabilización territorial”, básicamente determinada porque se soslaya el objetivo principal de la restitución de tierras y de la sustitución de cultivos ilícitos.

En su diagnóstico, el protagonismo sobre los derechos sexuales y reproductivos no lo tiene esa frase que hemos repetido tantas veces: “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”, o el alto índice de violaciones sexuales que se presentan en ámbitos familiares, problemas que ni siquiera se mencionan. En el PND, es al matrimonio infantil y a las uniones tempranas, a lo que se atribuye casi completamente los embarazos no deseados y la mortalidad materna. En consecuencia, la política se reduce a evitar tales matrimonios y uniones, a conveniencia de la negación de ese activismo feminista creciente. Para una vida libre de violencias para las mujeres, el plan se enfoca en el fortalecimiento de las Comisarías de familia. No obstante la importancia de este asunto, hace falta un diagnóstico más profundo. Sobre las Comisarías se omiten como razones de su insuficiencia la cantidad de funciones que deben ejecutar, la perspectiva familista que

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Militarización Además del Pacto referido directamente a los derechos de las mujeres, es importante tener en cuenta las consecuencias del llamado “Pacto por la Legalidad” consignado en las Bases del Plan Nacional de Desarrollo. La apuesta en esa materia no es la seguridad humana entendida integralmente en la protección de los Derechos Humanos la que propone Duque, sino una seguridad que busca militarizar la


vida de las comunidades a través de las Zonas de Intervención Estratégica, que no es más que volver a las Zonas de Consolidación de la Seguridad Democrática de Uribe que supone entregar el control territorial a la Fuerza Pública, aunado a la creación de nuevo de la red de cooperantes y el rearme de la población civil, cuyo único requisito como lo dice el Ministro de Defensa es “ ser un hombre de bien”. Con esto queda claro que la visión de este Gobierno es la de una política militarista que niega la apertura democrática, en donde se ve a la sociedad como un sujeto de intervención y control. El Pacto por la legalidad no tiene una visión clara e integral de la consolidación del Estado Social de Derecho más allá de la visión conservadora del discurso de la seguridad y la autoridad como forma de hacer presencia dentro de los territorios. Con lo cual se puede concluir que esto supone el retorno de la escalada violenta del conflicto, en donde las mujeres transversalmente hemos sido víctimas y donde nos quieren llevar de nuevo a un escenario de control y militarización de nuestras vidas y cuerpos, suponiendo renunciar al respeto de nuestros derechos, de nuestra libertad.

un enfoque de género para que significaran avances de justicia, han eliminado esta posibilidad. De esta suerte, como sabemos, el trámite de la ley de financiamiento y la del presupuesto no tuvieron enfoque de género. Y en esa misma vía, del proyecto de Reforma política se eliminó la posibilidad de listas cerradas cremallera para garantizar la paridad en la participación política. Considerando las declaraciones de la Ministra de Trabajo, las anunciadas reforma pensional y laboral, que proyectan una mayor precarización contra las garantías y los derechos constitucionales, tampoco tendrán ese enfoque, de manera que ya estamos trabajando para que la propuesta alternativa de nuestra bancada, con un enfoque de justicia laboral, sí lo tenga. En cuanto a los proyectos que se refieren a los derechos de las mujeres más directa y específicamente, preocupan principalmente dos: uno es el que plantea todavía la creación de un Ministerio de la Familia (Proyecto de Ley N° 33 de 2018 Cámara) y que se nos ha querido vender como un salto en la política social y un mecanismo de articulación de instituciones como el ICBF, el DPS y las Comisarías de Familia.31

Hay al menos 54 proyectos de ley en trámite en el actual Congreso de la República que se refieren a los derechos de las mujeres, algunos más directamente que otros.

El otro es el PL 12 de 2018, un absurdo y evidentemente agresivo proyecto sobre “escuelas para padres y madres para fortalecer el núcleo de familia”, con el que se promueve que las instituciones educativas también se involucren en la promoción de un modelo exclusivo y excluyente

Vale decir, una primera certeza que tenemos es que aquellos proyectos que tendrían que tener

31 Objeto del proyecto: Establecer el Ministerio de la Familia, Sistema Único Nacional de Protección, Emprendimiento y Formación Integral de la Familia http://www.camara.gov.co/ministerio-de-la-familia

Proyectos de ley

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de familia. Este es uno de los proyectos más peligrosos. Hay proyectos que merecen toda nuestra atención, porque pueden suponer una oportunidad pero también un grave riesgo. Ello es lo que ocurre con el PL 45 de 2018, sobre “una política pública para conciliar las responsabilidades familiares con vida laboral”. Este proyecto de ley implicaría una serie de medidas que no necesariamente, pero sí eventualmente, pueden significar mayor flexibilización laboral y discriminación a las mujeres para la participación, con el consecuente reforzamiento de su rol exclusivo y obligatorio como madres. Vale decir, proyectos como el PL 50 de maternidad y paternidad responsable, el PL 147 de 2018 de “prevención y sanción de la violencia obstétrica”, y el PL 47 de 2018 “para la ampliación de la licencia de paternidad”, han recibido comentarios favorables desde organizaciones sociales con las que trabajamos. Aun cuando hay proyectos interesantes, existe un gran vacío de regulación respecto a la participación, la planeación participativa, la participación política, y la verdadera transversalización del enfoque de género en cuanto a presupuestos, impuestos y servicios públicos.

Reflexiones finales Creo que la actuación del gobierno supone el desarrollo en nuestro contexto de la crítica que ha planteado Nancy Fraser a la manera como se

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ha querido inscribir al feminismo dentro de una lógica de progresismo neoliberal,32 funcional al capitalismo financiarizado, pero respondiendo al mismo tiempo al mandado de la extrema derecha de Trump y Bolsonaro. En ese sentido, se trata de un reconocimiento que parece atractivo por las medidas que ofrece para las mujeres, pero sin una verdadera apuesta de productividad basada en el trabajo con garantías, y con la condición que defendamos ese modelo de familia donde las mujeres tenemos un rol definido. Las propuestas familistas están a la orden del día. Estamos en un momento crucial para canalizar, política e incluso electoralmente, muchas de las reivindicaciones crecientes y tenemos que hacerlo. Poder local, con las mujeres y desde las mujeres, tiene que ser una consigna en 2019; con mujeres comprometidas con la agenda feminista, por supuesto. Por otro lado, también parafraseando a Fraser, tenemos que estar muy atentas al avance en el reconocimiento atravesado por la lógica de esa mercantilización y privatización de servicios, que esconde la precarización laboral y la falacia del mercado “rosa”. Tenemos que recuperar la alianza con la protección social y con la justicia de género como justicia en la economía.33 Estamos en un momento crucial para canalizar, política e incluso electoralmente, muchas de las 32 Fraser, Nancy. Fortunas del feminismo. Madrid. Instituto de Altos Estudios Nacionales de Ecuador. Traficantes de Sueños. 2015. 33 Fraser Nancy. Fortunas del feminismo. Madrid. Instituto de Altos Estudios Nacionales de Ecuador. Traficantes de Sueños. 2015. P. 278


reivindicaciones crecientes y tenemos que hacerlo. Poder local, con las mujeres y desde las mujeres, tiene que ser una consigna en 2019; con mujeres comprometidas con la agenda feminista, por supuesto. Por otro lado, también parafraseando a Fraser, tenemos que estar muy atentas al avance en el reconocimiento atravesado por la lógica de esa mercantilización y privatización de servicios, que esconde la precarización laboral y la falacia del mercado “rosa”. Tenemos que recuperar la alianza con la protección social y con la justicia de género como justicia en la economía.34

porque si somos realistas siempre adaptamos nuestra estrategia a la realidad, y lo que tenemos que hacer es construir una nueva realidad. Una realidad que tiene que ser un poco loca”.35 En medio de más incertidumbres que transiciones pero con la profundad convicción de nuestra capacidad para reinventar nuevos mundos posibles, cuenten conmigo y con mi trabajo, siempre tendré un pie en el Congreso de la República y otro en la calle para acompañar nuestras luchas.

Como ha dicho la profesora Luciana Cadahia, el movimiento feminista es hoy una de las fuerzas plebeyas capaz de cortocircuitar la hegemonía neoliberal, como una experiencia realmente existente capaz de organizar la igualdad de otra manera34. Así, se está comprendiendo cada día más como una perspectiva general de cambio de todas las relaciones sociales, y en ello tenemos una gran responsabilidad. Termino con una respuesta que dio en noviembre pasado Judith Butler a propósito del momento que estamos viviendo: “Es duro tener esperanza, pero no debemos ser realistas. Todos estos pasos son muy importantes y están relacionados los unos con los otros. Por eso pienso que no debemos ser realistas; es un error, 34 Luciana Cadahia. Presentación Congreso Marx contemporáneo. https://www.youtube.com/watch?v=AJDG7uUXh-4&t=1742s

35 “La izquierda tiene que articular una crítica más contundente contra la guerra y la violencia política”. Entrevista a Judith Butler. https:// www.pikaramagazine.com/2018/10/judith-butler-izquierda-pikara/

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Angélica Bernal Olarte

Retos electorales desde las perspectivas de las mujeres Introducción Una afirmación obvia pero que muchas veces pasa desapercibida en los análisis sobre la participación política de las mujeres es que lo que le ocurre a las mujeres en política no es diferente a lo que enfrentan en el resto de esferas sociales: en una sociedad violenta, desigual e injusta sería utópico esperar una inclusión plena o el reconocimiento de las mujeres como protagonistas políticas. En ese sentido y en segundo lugar, hay que tener claro que lo que pasa con las mujeres en las coyunturas electorales no es distinto a lo que pasa con las mujeres en los partidos como organizaciones y como fuerzas políticas en el Congreso. No se puede lamentar la poca presencia de mujeres en listas o cargos de representación política cuando los partidos no hacen nada más allá de lo estrictamente obligatorio para incluir mujeres

*

Politóloga, doctora en Filosofía, Universidad Autónoma de Barcelona.

140 | Mujeres, transiciones e incertidumbres

en sus filas de militantes, sus estructuras organizativas, sus escuelas de formación de líderes o su actividad legislativa. En tercer lugar, no se debería perder de vista que hablar de mujeres no es nada distinto a utilizar una categoría analítica porque, en realidad, ese colectivo es bastante difuso en términos de las evidentes diferencias y desigualdades. De hecho, muchos de los avances logrados por el feminismo han cambiado la vida de muchas mujeres urbanas, de clase media, mestizas, pero la mayoría de esos logros no han llegado de la misma manera a las mujeres pobres, campesinas, mujeres negras, indígenas, a las lesbianas o a las transgeneristas y por ello hay que delimitar las afirmaciones y en todo caso evitar las universalizaciones. Finalmente, hay que evidenciar que el análisis político sobre las mujeres y su participación en elecciones debe poner el foco sobre los partidos


políticos, el sistema electoral y la cultura política, y no sobre las mujeres a título individual. Como señalé antes, las mujeres urbanas, de clase media, que han accedido a la educación superior, han aumentado su participación en el mercado laboral (no en condiciones de igualdad), y han logrado ocupar espacios antes impensables; sin embargo la política como escenario de la lucha por el ejercicio del poder político institucional ha sido y sigue siendo profundamente excluyente. La pregunta entonces es qué pasa con ese escenario y sus reglas que han sido tan difíciles de transformar hasta ahora.

Gráfico No. 1. Embudo de la participación: elecciones Congreso 2019.

Fuente: elaboración propia.

La breve historia de las mujeres en las elecciones de 2018 Esta última reflexión es útil como punto de partida para relatar la breve historia de participación de las mujeres en la disputa electoral de 2018, que es una muestra perfecta de lo que en general pasa en este tema: el proceso electoral para las mujeres es una carrera de obstáculos. Para ilustrar este punto parto del ejercicio del derecho al voto. El potencial electoral, es decir, el total de personas habilitadas en el país para votar a 2018 fue de alrededor de 36 millones, de esos 18 millones y medio son mujeres, es decir que ellas representan el 52% de los potenciales votantes. Para las elecciones de marzo de 2018 en las que fue electo el nuevo Congreso, votaron más de 9 millones de mujeres, lo que representa un 51% de las posibles votantes, como se puede observar en el siguiente gráfico:

Según los datos de la Registraduría, para esas elecciones se presentaron un total de 2957 candidaturas a Senado y Cámara, de ellas 635 mujeres aspiraron a ocupar un cargo en la Cámara de Representantes y 308 al Senado de la República. Es decir que el 31% de las candidaturas eran de mujeres. Este porcentaje no es especialmente alto y en todo caso obedece al mando legal impuesto mediante la Ley 1475 de 2011 que no permite la inscripción de listas que no tengan al menos un 30% de mujeres. La redacción de la ley establece que no puede haber más del 70% de uno de los géneros pero la lectura más generalizada y conveniente para los partidos políticos es que deben incluir un 30% de mujeres en la lista o corren el riesgo de que no puedan inscribirla ante la autoridad electoral. Si bien algunos partidos han interpuesto recursos para incumplir la ley o incluso han empezado a convocar consultas internas o primarias para

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conformar las listas y de este modo saltarse la cuota, en su gran mayoría cumplen, al menos el requisito formal de inclusión. Como ejemplo, la siguiente tabla muestra los partidos más votados para Cámara de Representantes y su inclusión de mujeres de manera global en todas las circunscripciones:

Tabla No. 1. Porcentaje de mujeres incluidas en las listas de los seis partidos más votados para Cámara de Representantes 2018 Partido

Mujeres Lista

Unidad Nacional

36%

Conservador

32,3%

Alianza Verde

32,%

Cambio Radical

31,8%

Liberal

30%

Centro Democrático

30%

Fuente: cálculos propios con base en los datos de la Registraduría Nacional.

Pero el diseño institucional de la cuota antes citada (que se analizará más adelante) implica que el resultado electoral es aún muy bajo. Las elecciones de marzo de 2018 dejaron un Congreso compuesto en el Senado por un 23% de mujeres y un 18% en la Cámara, como se puede observar en la tabla 2.

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Tabla No. 2. Presencia de mujeres en el Congreso colombiano Periodo

% Cámara de Representantes

% Senado

1991-1994 1994-1998 1998-2002 2002-2006 2006-2010 2010-2014 2014-2018 2018-2022

8,6 12,7 11,8 13,3 9,6 12,6 19,2 18

7,2 6,5 13,4 9,8 12 16,6 21,5 23

Fuente: Cálculos propios con base en datos de la Registraduría Nacional.

La tabla permite apreciar además la dificultad para establecer una tendencia hacia el incremento de estos porcentajes: la cuota se aplica desde las elecciones de 2014 y parece muy prematuro sacar alguna conclusión, aunque se puede observar que en la Cámara no hay una tendencia clara ya que si bien en el primera elección en la que se aplicó la cuota (2014) el incremento fue notable al pasar de un 12,6% a un 19,2%, para 2018 el porcentaje cae hasta un 18%. En el caso del Senado, el incremento el primer año de aplicación fue inferior a los seis puntos porcentuales, pero para 2018 de nuevo se puede evidenciar un ligero incremento. El análisis, sin embargo, no debe tratar por igual las dos cámaras de nuestro Congreso, tanto por su naturaleza de representación, la Cámara de


Tabla No. 3. Mujeres electas para Cámara de Representantes por circunscripción: 2002-2018 Circunscripción

Curules

Indígenas Amazonas Arauca Caquetá Casanare Chocó Guainía Guaviare La Guajira Putumayo San Andrés y Providencia Vaupés Vichada Afrodescendientes Meta Quindío Sucre Cauca Cesar Huila Risaralda Caldas Córdoba Magdalena Nariño Norte de Santander Bolívar Boyacá Tolima Atlántico Cundinamarca Santander Valle del Cauca Antioquia Bogotá Totales

1 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 3 3 3 4 4 4 4 5 5 5 5 5 6 6 6 7 7 7 13 17 18 166

Curules ganadas por mujeres 2002 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 1 0 0 1 0 1 2 0 0 1 0 1 2 0 1 0 0 0 1 0 3 0 3 1 3 22

2006 1 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1 1 0 0 1 0 0 0 0 0* 1 1 0 0 0 1 1 2 0 1 1 3 16

2010 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 1 1 0 1 0 2 0 1 1 0 1 0 1 1 0 1 1 2 4 21

2014 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 1 1 1 0 1 0 0 2 0 1 1 1 1 0 2 1 0 2 0 3 3 2 7 32

2018 0 1 0 0 0 1 0 0 1 0 1 1 0 0 1 0 1 0 0 1 0 0 1 1 2 0 1 1 1 3 1 1 3 3 5 30

Fuente: Cálculos propios con base en datos de la Registraduría Nacional. EN OTRAS PALABRAS… no. 26 / Dossier | 143


Representantes se conforma mediante representación territorial y poblacional, mientras que el Senado es electo en una única circunscripción nacional, como por el mandato mismo de aplicación de la cuota. En el caso del Senado todas las listas deben incorporar la cuota de género porque se escoge un número alto de curules (100) y en ese sentido, la circunscripción debe cumplir el mandato en los términos establecidos por la ley. Por otro lado la conformación de la Cámara a nivel territorial y poblacional implica que a cerca del 60% de las circunscripciones no se aplica la cuota porque escogen menos de cinco curules. Como se puede observar en la tabla No. 3, en muchos de esos distritos electorales la cuota no ha tenido impacto alguno en tanto no se aplica. Se pudo evidenciar en dichas elecciones que 23 de las 30 representantes a la Cámara electas, provienen de las circunscripciones de más de cinco curules, es decir que en catorce circunscripciones pequeñas (menos de cinco curules) apenas fueron electas siete mujeres, datos especialmente relevantes cuando se evidencia que en muchas de ellas nunca ha sido electa una mujer como representante. En el año 2018 también hubo elección presidencial. En nuestro país esas elecciones tienen dinámicas muy particulares que se diferencian ampliamente de las elecciones al Congreso; por ejemplo, desde el punto de vista de la participación de las mujeres habría que retroceder en el tiempo hasta abril de 2017, etapa inicial de la campaña cuando eran más numerosas las incertidumbres que las certezas en la carrera

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presidencial y se contaba con ocho posibles aspirantes a la jefatura del Estado (ver tabla No. 4). Un año después, en abril de 2018 ya en la recta final hacia la elección, sólo quedaba una candidata que posteriormente renunció.

Tabla No. 4. Candidatas presidenciales a abril de 2017 Partido

Candidata

Todos Somos Colombia - ASI Constituyente Ciudadana Popular Poder Ciudadano “Por una Colombia honesta y fuerte”

Clara López Obregón

Centro Democrático Partido Alianza Verde Partido Somos

Myriam Pinilla Piedad Córdoba Ruiz Martha Lucía Ramírez Paloma Valencia y María del Rosario Guerra Claudia López Vivianne Morales

Fuente: Elaboración propia.

No es posible analizar de las misma manera todos los abandonos de la carrera presidencial ya que obedecieron a diversas razones: consultas internas de los partidos, consultas interpartidistas, retiros “voluntarios” prontos o tardíos, pero que llevaron a que al final solamente una de ellas se mantuvo hasta el final de la campaña (Vivianne Morales) y terminó renunciando, entre otras cosas porque competía cabeza a cabeza con el margen de error en las encuestas. Para ilustrar esta situación se pueden describir tres ejemplos.


El primero, el caso de Piedad Córdoba quien a lo largo de la campaña y hasta abril de 2018, de manera constante protestó por la manera en que su campaña fue invisible para los grandes medios, hecho que llegó incluso al extremo de que no fue invitada a los primeros debates entre candidatos presidenciales. El 9 de abril de ese año Córdoba decide renunciar a su candidatura, argumentando la evidente discriminación. Esta posición se ve reforzada por el segundo ejemplo que es el caso de Clara López quien también fue borrada del relato periodístico de las elecciones. Eso, a pesar de que en septiembre de 2017 se ubicaba en el tercer lugar de una de las encuestas de intención de voto en el país y que en octubre la encuesta Gallup la ubicaba en un lugar prominente dentro de las opciones de voto. López sacó 1.951.518 votos en las últimas elecciones en las que participó, y sin embargo fue sistemáticamente ignorada porque una mujer representa una amenaza menor para un poder masculino que se acepta como la norma. El último ejemplo fue el de Marta Lucía Ramírez que obtuvo 1.998.980 en las elecciones presidenciales de 2014, con una larga carrera pública pero decidió aceptar una vicepresidencia en fórmula con un candidato (actual presidente) que no alcanza ni de lejos dicha trayectoria.1 Y precisamente este último caso también sirve como ejemplo de otra característica de esa cam1 Nota de la Revista: El N° exacto de votos para estas dos candidatas fue tomado de: https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_presidenciales_de_Colombia_de_2014

paña electoral. En su momento hubo un gran despliegue mediático debido a que se presentaba como inédito el hecho de por primera vez en la historia había cuatro candidatas de altísimo nivel a la vicepresidencia, como se señala en la tabla No. 5:

Tabla No. 5. Candidatas a la vicepresidencia 2018 Partido

Candidatas a Candidatos a Vicepresidenta la presidencia

Coalición Petro presidente

Ángela Robledo

Gustavo Petro

Centro Democrático

Martha Lucía Ramírez

Iván Duque

Liberal – ASI

Clara López Obregón

Humberto de la Calle

Coalición Colombia

Claudia López

Sergio Fajardo

Fuente: Elaboración propia.

Lo que no se sometió a debate público fue la razón por la que mujeres con grandes trayectorias públicas y políticas debieron renunciar o por lo menos posponer sus ambiciones para que de nuevo fueran candidatos varones lo que se disputaran la presidencia. Finalmente, pasaron a segunda vuelta Gustavo Petro e Iván Duque y este último resultó electo presidente. Hay que anotar que gracias al recién estrenado Estatuto de la oposición Gustavo Petro entró a ser parte

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del Senado y Ángela Robledo a la Cámara de Representantes, lo que para esta destacada política implica no salir de la primera línea de la política nacional2.

sus ambiciones políticas pueden estar limitadas por estas tareas, asunto que ni siquiera entra en consideración cuando se analizan las carreras de los hombres que hacen política.

Algunas razones para explicar estos resultados

De otra parte persisten creencias, ideas e imaginarios que, por ejemplo, legitiman la violencia contra las mujeres, la justifican y en ese sentido se establece socialmente la idea de las mujeres como víctimas o indefensas: imaginario totalmente alejado de lo que se puede considerar un individuo con autoridad. (En esta campaña por primera vez, se violentaron mujeres en plaza pública con argumentos misóginos).

Después de presentar los anteriores resultados la pregunta a responder es ¿cómo se pasa de ser millones como electoras a no tener ni una candidata presidencial? La respuesta es compleja y tiene por lo menos dos niveles de respuesta. En primer lugar y en trabajos anteriores (Bernal, 2006, 2011) he evidenciado que en política las mujeres que quieren hacer una carrera enfrentan tres tipos de obstáculos: de partida, de entrada y de permanencia. Evidentemente los dos primeros tipos permiten entender que pasó en esa contienda electoral. Los obstáculos de partida tienen que ver con aspectos de nuestra cultura que producen y reproducen una serie de prejuicios y estereotipos que vinculan a las mujeres a ciertas actividades y posiciones sociales vinculadas con lo doméstico, el cuidado, asuntos que rara vez permiten construir influencia o autoridad política. Las mujeres siguen siendo las que asumen un mayor porcentaje de las labores domésticas ya sea de forma gratuita o remunerada, lo que implica que 2 Aunque en recientes hechos la curul de la política fue impugnada por supuesta doble militancia partidista, la representante Robledo ha interpuesto algunos recursos legales a la espera de poder ejercer su derecho adquirido de ser parte de la bancada de oposición en la Cámara de Representantes.

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Aquí cabe una mención especial a la narración de los medios de comunicación sobre mujeres en política, que es el reino de los estereotipos y los prejuicios. Las acciones de las mujeres son reducidas a las formas del cuerpo, su ropa, su manera de hablar o su vida privada y, así, el contenido de sus planteamientos políticos termina por ignorarse con demasiada frecuencia. Finalmente y no porque sea un tema menor, los asuntos económicos, relacionados con el hecho de que las mujeres son la mayor proporción de las personas pobres, dependen del trabajo informal o mal pago y, por supuesto, no tendrían cómo asumir las astronómicas sumas de dinero que hoy en día cuesta una carrera política. Los obstáculos de entrada a la competencia política tienen que ver con los partidos políticos, el sistema electoral y algunas características de nuestras costumbres electorales, que a continuación se explican en detalle.


Los partidos políticos son centrales ya que son los proveedores por excelencia del personal político. Su intermediación es determinante para quienes quieren emprender una carrera política a través de las elecciones. Estos actores han sido muy elocuentes en sus estatutos como organizaciones para hablar de género, equidad o inclusión. Hay que decir que algunos de ellos incorporaron el mecanismo de cuota de la legislación nacional en sus estatutos, pero cuando se llega al terreno de la política real, esto queda en buenas intenciones. En primer lugar porque en lugar de promover a las militantes de sus colectividades, y en la estructura organizativa del partido, en general han optado por crear secretarías de mujer o equidad, trasladando allí la responsabilidad de la inclusión. Es decir, mantienen a sus militantes lejos de la toma de decisiones vitales en la vida del partido como la designación de sus directivas, el manejo del presupuesto o la conformación de listas electorales y candidaturas. Por otra parte no hay manera de medir si cumplen o no con la tarea de tener escuelas de formación política que promuevan sus idearios pero que, además, faciliten a las mujeres de sus filas herramientas para la competencia electoral. De allí que en cada elección salgan a quejarse de la ley de cuotas porque según ellos, “no hay mujeres”. Desde 2011 se cuenta con el mecanismo de cuota electoral establecida por la Ley 1475 que obliga a los partidos a que las “listas donde se elijan 5 o más curules para corporaciones de elección popular deberán conformarse por mínimo un 30% de uno de los géneros”. Ese planteamiento

además de mal redactado, ha sido leído por los partidos como la obligación de incluir un 30% de mujeres ya que de otro modo no pueden inscribir sus listas; sin embargo, han acudido a la estrategia de incorporar mujeres que realmente no están interesadas en ocupar alguna curul, y en los peores casos, de sus familiares, para simplemente “llenar el cupo”. Y precisamente para analizar el efecto de la cuota es importante introducir el análisis del segundo aspecto del listado: el sistema electoral ya que algunas de sus características neutralizan su potencial efecto. Sobre el sistema electoral colombiano cabe anotar que: • La cifra repartidora como fórmula mediante la cual se transforman votos en escaños, en general, es un mecanismo que premia a los partidos grandes, pero adicionalmente castiga a los pequeños, donde a veces las mujeres tienen mayores oportunidades de participar. • Se permite que los partidos presenten listas abiertas o de voto preferente. La mayor parte de los partidos prefieren la última opción ya que se defiende como una fórmula más democrática al permitir que sea el voto ciudadano el que determina de manera directa el orden de la asignación de las curules para el partido. Esto, sin embargo, ha implicado que quien se candidatiza debe competir hacia adentro con sus copartidarios, y hacia afuera, con los demás partidos y candidatos. Como resultado los costos de las campañas se incrementan enormemente y el efecto de la cuota se neutraliza por completo ya que no hay posiciones seguras de elección.

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• Adicionalmente, y como se explicó en la primera parte, la cuota sólo aplica en las circunscripciones grandes: aquellos distritos electorales pequeños que eligen 1, 2, 3 y 4 curules no tienen el mandato de aplicar la cuota; en Colombia estos son 24 de 36 circunscripciones (66%). En las elecciones de 2018 esto implicó que en catorce de ellas no fue electa ninguna mujer (58%), por lo que se puede afirmar que la cuota no se aplica allí donde más se necesita. • Finalmente, y no porque tenga un peso menor, el modelo de financiación de la política que en la actualidad es una fórmula mixta (públicoprivada) con pocos mecanismos de control o verificación, que abre las puertas a los dineros ilegales y a los legales con intereses corporativos. Quien no obtiene patrocinio, crédito o apoyo de sus partidos no logra ser competitiva en un contexto de campañas sumamente costosas. Un sistema público moderaría los montos, aseguraría la igualdad de condiciones en la competencia y sobre todo otorgaría condiciones para votar, por ejemplo, financiando el transporte de votantes el día de elecciones. Y aunque no es precisamente un rasgo del sistema electoral como tal, sí cabe señalar como obstáculo la falta absoluta de pedagogía electoral. Ni los partidos ni las autoridades electorales se encargan de enseñar a votantes cómo se ejerce el derecho al voto de una manera didáctica. Es por esta razón, y de acuerdo a los datos entregados por la Registraduría Nacional, que en las elecciones de marzo de 2018 se contabilizaron 1.137.133 votos nulos y 871.449 tarjetones no

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marcados. Las personas en Colombia aún no saben cómo marcar los enormes tarjetones y, en general, su diseño dificulta para cualquier persona comprender cómo marcar correctamente para hacer válido su voto.

Reflexión final Como señalé en otro trabajo reciente (Bernal, 2019) la cuota en Colombia ha servido para que haya más candidatas pero no más electas. Aún hay una distancia muy grande entre ser candidata y ser elegida. Los seis partidos más votados (Cámara) incluyeron en sus listas a 283 mujeres, pero únicamente 27 de ellas fueron elegidas, es decir, solo el 9,5% de las candidatas obtuvo curul. Por ello, es necesario evidenciar que no solo se necesita la cuota sino un sistema electoral orientado a la inclusión política. Por otra parte hay que señalar que las mujeres ocupan menos de un cuarto de todos los escaños legislativos en el mundo y, en todo caso, en palabras de Celis y Lovenduski su procedencia política y poblacional pertenece a una pequeña minoría de la población, “compartiendo con los hombres elegidos la membresía a un sector poblacional blanco, altamente educado, élite, heterosexual (Celis & Lovenduski, 2018, p. 150). En ese sentido, es importante tener en cuenta que no solo enfrentamos el problema de la “subrepresentación de las mujeres”, sino también de “falta de diversidad entre las mujeres representantes, lo que es un obstáculo considerable para alcanzar la igualdad en términos sustantivos (Celis & Lovenduski, 2018, p. 150).


Esta reflexión importa si es que se considera necesario y deseable para una democracia real que los órganos de representación política realmente reflejen la composición social en términos de género, étnico/culturales, sociales y económicos. Esta demanda toma en consideración que la representación en democracia debe incluir todas las demandas y no únicamente las de sectores privilegiados; por tanto, no solamente la de las mujeres con ventajas. Por ejemplo, diversas organizaciones sociales han denunciado que después de la firma del Acuerdo de Paz con las FARC han sido asesinadas más de 30 lideresas sociales: dirigentes de causas ambientales, campesinas, que luchan contra la minería, por la sustitución de cultivos, etc. Esas mujeres y esos hombres han muerto por hacer política y eso debería estar presente en nuestros análisis porque de ninguna manera podemos pensar que avanzamos en el camino

correcto, en el camino hacia la igualdad o la justicia, cuando la gente pierde la vida por defender su territorio y a sus comunidades, cuando la gente sigue perdiendo la vida por hacer política.

Bibliografía Bernal Olarte, A. (Enero - Abril de 2006). ¿Qué es ganar y qué es perder en participación política? retos de la participación electoral. (IEPRI, Ed.) Revista Análisis Político No. 56. Bernal Olarte, A. (Julio - Diciembre de 2011). Elecciones parlamentarias de 2010: análisis de la inclusión de mujeres. Revista Colombia Internacional No. 74, pp. 89 - 118. Celis, K., & Lovenduski, J. (2018). Power struggles: gender equality in political representation. European Journal of Politics and Gender, 149-166.

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Angélica Lozano*

Desempeño de las actoras políticas en los grupos de poder en el Congreso Beatriz García Moreno1: Damos ahora la palabra a Angélica Lozano; ella es abogada, activista cívica -así se define en su perfil-, ha sido alcaldesa de Chapinero, Concejala de Bogotá, Representante a la Cámara y senadora en la actualidad. O sea que ha hecho un recorrido por todos los momentos de la política, con una cantidad de aciertos; me gustaría que sus palabras enfatizaran esos modos de hacer política de las mujeres.

Angélica Lozano Gracias por la invitación. Florence me escribió hace meses. Después de escuchar a Angélica Bernal, y con el título global del seminario sobre las transiciones e incertidumbres, les voy a apor* Senadora de la Republica 1 Moderadora

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tar a la confusión. Angélica describe la realidad y debo decirles que en medio de toda la complejidad yo soy optimista. No me va a quedar fácil sustentarlo, pero siento que estamos en un momento de cambio y que eso acelera las complejidades y el intento de retroceso, de contención y de detener los procesos sociales en nuestro país. Creo que es un efecto que nos toca siempre trasnochado, pero tras el Acuerdo de Paz confluimos como sociedad en unas problemáticas que antes estaban calladas por la guerra que hicieron las FARC, negociada, compartida, etcétera; problemas que estaban contenidos. En ese contexto de cambio del país hay un proceso que ojalá detone más adelante. Es justo que lleguen los relevos porque con esa trayectoria larga que describe la profesora también la vitalidad cambia, porque existe la ingenuidad de sentir que esto está a la vuelta; van cambiando y llegan muchas voces y la fuerza de mujeres como María José, y saben que no es fácil compartir


la tarea y armar el relevo. Porque siento que en política nos toca también planear los relevos; tenemos que fomentar, construir e impulsar otras personas, y en concreto, a más mujeres. Angélica habla de la Reforma Política: es perversa, no tiene nada bueno. México, por ejemplo, ha logrado un salto relativamente rápido a partir de las reglas y el equivalente respecto a la autoridad electoral. El equivalente mexicano al Consejo Nacional Electoral tomó unas decisiones drásticas. Allá funcionaban todavía, ya no, los principales y suplentes. Entonces, claro, la clásica inventada y documentada: llenaban las suplencias de mujeres y se cumplían las reglas. Y en mi interpretación, eliminaron las suplencias, o mejor obligaron a la paridad efectiva en la elegibilidad; no solo en las listas rellenando con suplentes sino a la hora de elegibilidad. Lograron, en un lapso tal vez de cinco años, cuotas horizontales, ya no en listas, sino en las alcaldías. Algo que a nosotros nos suena como idioma chino; eso para nosotros parece impensable todavía. Esa discusión aquí no la vamos a empezar a dar. Estuve en la misión electoral del Acuerdo de Paz y lo proponía y me di cuenta que efectivamente era chino. Entonces esta Reforma Política alarga la agonía en esta época de transición e incertidumbre. La Registraduría Electoral queda intacta. Yo sólo mencioné dos cositas sobre el Consejo Electoral Mexicano, pero este hizo de todo y por eso hoy el Congreso es paritario. El Consejo Electoral de acá, por mil razones necesitamos modernizarlo. Que no sea una fotocopia del Congreso, una Comisión más: como lo

elegimos por voto de mayorías, pues hagan de cuenta que se trata de otra Comisión, y aplican las mayorías, y entonces ‘hagámonos pasito’ y a este partido le corresponde esto, al suyo le corresponde esto, y este al mío, o si no, dilatemos. Lo digo por mencionar así, burlesca y caricaturescamente algunas de las necesidades del Consejo Electoral. La reforma política no avanza en autoridad electoral: en la discusión sobre paridad, alternancia y universalidad, que hemos llamado PAU, muy poco. En la reforma política del 2015 tuvimos la gran lucha y entre comillas “el gran logro” financiero de imponer paridad, un aumento del 30 al 50%. Alternancia, porque se dan vueltas en la lista cerrada, porque si se mira dice en esa lista cerrada dónde van las mujeres -está probado que van abajo-, salvo las individualidades que ya tengan peso específico propio van en una mejor posición. Y la universalidad, ya lo decía Angélica, en las circunscripciones en las que no aplica la cuota, solo se usa en aquellos municipios a los cuales les corresponden más de cuatro curules. Entonces en el grueso del país eso no aplica. En la Reforma de 2015 logramos paridad, alternancia y universalidad; los compañeros se tomaron una foto y full celebración; y luego Cambio Radical se viene contra la Alternancia, preguntando ¿qué era eso? y la discusión se centró en el cómo, y entonces se agregó: “según lo determine y lo reglamente la ley”; y hasta el sol de hoy no ha salido la ley. Obviamente la hemos presentado tres veces y no tiene ambiente político, y entonces está en la Constitución, sin tener como cumplirla porque a la ley le pusieron una

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dependencia de otra ley que demuestra que no hay voluntad de sacarla. Ahora en esta reforma política la discusión sobre paridad y alternancia no tuvo lugar. Se dio una discusión muy fuerte sobre listas cerradas que era la oportunidad de cambio cierto con el mandato que retoma a las mujeres, pero en nuestro país creo que se ha consolidado el voto preferente porque le facilita a los partidos las discusiones y se puede agrupar cualquier combo y lograr recuperar el punto, pero con la individualidad a su interior. Creo, lamentablemente, y lo planteo en este escenario, que el voto preferente llegó para quedarse. Yo defendí la lista cerrada; perdimos, y no son de poca monta las objeciones que tiene. Esta discusión la dimos con María José y con toda la bancada alternativa porque hay miedos, por ejemplo de nuevos actores, que dicen “si esto es con lista cerrada, yo hubiera ido en el renglón veinte y nunca llego, y en cambio con voto preferente llegué”. Y eso es una realidad. Yo he competido en cuatro elecciones, perdí en la primera. Solo he perdido una, con lista cerrada, casualmente. Y no por ello, ni creo que ésta sea la razón. Creo que es difícil por la falla de democracia interna en los partidos que no les da garantía a los competidores en general, que sienten que el voto preferente les da las condiciones en cambio de competir por el temor al bolígrafo. En lista cerrada, dijo Álvaro Argote, el presidente del Polo Democrático, no es la lista cerrada, es el bolígrafo, es el borrador, es a quien borran para subir o bajar al

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otro. Entonces, defendiendo yo la lista cerrada soy consciente de las objeciones razonables por las diferencias en la poca democracia interna de los partidos que les tenían rechazo a los colegas con quienes compartimos el foco y causas prácticas, y qué decir de otros colegas que por distintas razones son adversos al tema. Me invitan a hablar de los modos, de los desempeños, de las actoras políticas. En este momento de cambios, de convulsión social que se está dando y que produce la acción-reacción en un gobierno como éste en el que estamos enfrentando retrocesos halados por el incumplimiento del Acuerdo de Paz, yo quiero tocar lo que decía Angélica: bueno, y las mujeres que llegan son en grueso también blancas, heterosexuales, de cierta clase social, conservadoras; ahí nos damos la pelea y hacemos la excepción, pero reconozco que la categoría es válida y opera. Las curules para las víctimas eran la oportunidad directa de darles voz y representación directa a las poblaciones más afectadas por el conflicto; a las víctimas y a las gentes de esa Colombia rural profunda y dispersa a la que no llegamos en el Congreso directamente y que por tanto es marginal. Y en estas circunscripciones claramente las mujeres hubieran podido tener un espacio que está truncado por la realidad y ‘el tira y afloje’ para abortar el Acuerdo de Paz, y que la verdad yo doy por perdidas. No sé qué dirá María José pero creo que esas curules se perdieron; de la forma más ruin -dice ella- y triste. Porque en el periodo pasado, me alcanzó a tocar a mí, un día engañada en el Acuerdo de Paz -uno puede


tener todas las diferencias del mundo aún si uno va por el Acuerdo de Paz- ‘por avión’, por meter unas reglas sobre cómo se determinarían las curules para las víctimas, por ejemplo para que pudieran participar personas que habían sido candidatas en otros partidos, en otras elecciones, es decir por fuera de éstas; metió sus reglas como esas ‘por avión’, por meter a sus amigos con esas curules; porque entre comillas ‘sería más fácil’ una curul adicional por ese camino. Entonces ese ‘gran amigo’ hizo que se dilatara la aprobación, porque cuando llegó a la Cámara nos dimos cuenta de los goles y micos que había metido y ahí nos quedó la gracia. Amigo de la paz pero politiquero ‘se tiró’ las curules para las víctimas. Entonces, en estos tiempos creo que está cayendo el velo; y también una figura que se ve mucho en la academia y en la literatura más corriente es “el orangután con sacoleva”. Colombia es una democracia, un orangután perfectamente vestido, elegante, políticamente correcto con las mujeres; creo que estamos viviendo un momento en que el orangután se quitó el sacoleva, está quedando desnudo y no está disimulando nada, y es la reacción al cambio y por eso está cayendo ese velo que empieza a meterse con asuntos más personales, sexuales y la misoginia empieza a aflorar, o la homofobia. Nos toca defender como gran cosa el Plan de Desarrollo, porque en la letra menuda cuando hacen las convocatorias derogan la Ley de la Política Pública LGBT. Por ejemplo, en la letra menuda quien publica dispone quitar la “ideología de género”. Son necesarias medidas y accio-

nes contra la discriminación y el racismo. Pero eso se traslada sobre el tema de género, donde la palabra género -y estamos en la Escuela de Género- está burlando todo. Porque ahora solo se puede decir mujeres y hombres: un senador se me ha acercado muchas veces al pupitre a decirme “doctora, quíteme esto, pero de cualquier articulito debe decir mujeres y hombres”. Género les choca, les pisa los callos, y no la aceptan. Por eso la necesidad de Escuelas como ésta, donde profundicemos los estudios y acciones que evidencian lo que está pasando. Ese orangután se desenfrena y opone una resistencia al cambio. Porque ya se había visto la luz al final del túnel, creo yo en mi optimismo por la época que estamos viviendo. La semana pasada asistí a un foro que convocó la Vicepresidenta de la República −y coincido con las afirmaciones de Angélica, siempre desde una trayectoria política conservadora−, pero yo esperaba más de ella en el cargo. La vemos ahora rezando por twitter, preocupada por Venezuela y amenazando chinas que están en boicot en un bar. Y en ese evento la vicepresidenta dijo cosas pilas y serias, pero también dijo cosas como “la ley de cuotas ya cumplió su ciclo, ya se cumple y ya se puede derogar”. Lo dijo hace ocho días en la Cámara de Comercio; y luego dijo: “Esta Ley, cuando fue aprobada, generó muchas críticas por machistas y feministas por igual”. En Ricardo Arjona, todo el machismo y el feminismo es igual. Entonces ¡no! La ley de cuotas lo que necesita son muchos dientes complementarios. Lo hemos planteado en ese proyecto de PAU -Paridad,

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Alternancia y Universalidad- y es que se necesitan mujeres con poder dentro de las organizaciones políticas. Pero además no solo en cada elección; se necesitan procesos de inversión permanente en formación, acompañamiento, atención. Y además en el momento de las campañas.

logré aportes económicos, pero después de veinte años. Si yo no hubiera tenido todas las condiciones que me permitieron desempeñarme y lograr reconocimiento, ese aporte no llega para las mujeres que en general no tienen la misma capacidad de discusión.

Ahora que estamos en época electoral, estoy hablando con candidatas y candidatos, y entonces una mujer pilísima, que la admiro, y que estuvo en Afganistán, que es aún ajena a este momento político electoral, empezó a caer en la burka; ella tiene gente buena, de calidad, que no sabe que van a competir con los ñoños y que ahí van a quedar; entonces me dijo: “Angélica y si yo quiero entrar aquí en la lista ¿cómo es lo de la financiación en el Verde?, porque en la U me dieron ochenta millones de pesos para la campaña”, yo le dije, cero pesos; o para que te hagas una idea, en la lista de la Cámara, hace cuatro años cuando Ángela María y yo íbamos en la misma lista para la Cámara nos dieron como aporte en el partido cinco millones de pesos a cada una, por ser mujeres y promover a las mujeres; cinco millones que valoramos, y que sirvieron y que sumaron, y que son un pañito que no alcanza a ser para una mujer, inigualables a los montos con los que le están armando campaña a Uribe; a nosotros por supuesto nos sirvió mucho, pero miren la proporción. En este momento es un hecho que hay menos acceso a la financiación legítima. En este instante en mi misma campaña al Senado se está liderando la campaña por mujeres. En mi caso y por mi trayectoria y el reconocimiento

Entonces, como les dije no voy a poder sustentar el optimismo por la etapa de cambio que vive el país. Yo creo que estamos cambiando y esta hora es precisamente de resistencia del cambio. Pero los procesos impulsados por estos grupos fundamentalistas, el posicionamiento de todos estos enfoques, miradas y lenguajes excluyentes, es algo nuevo en Colombia. Yo creo también que como en los casos Trump y Bolsonaro, si antes era de fachada, que lo pensaban y no lo decían, se cayó el telón y eso nos impone unas formas nuevas de reacción que no serán necesariamente encerrarse -por nada del mundo- pero que implican una continuidad para las luchas.

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Creo que la combinación de saberes y trayectorias, la fuerza de las causas, la fuerza de las calles y los lenguajes nuevos además nos permiten articular la lucha, pero eso sí, contradictorio. Mi postura: estamos en un proceso de cambio pero es tal la resistencia que estamos en la duda oscura; así que nos toca mucha creatividad, y más intensidad y con más actitud de lucha o la misma actitud de lucha de siempre que por este momento de resistencia nos toca intensificar. Mil gracias.


María José Pizarro Rodríguez*

Participación y representación de los derechos de las mujeres En el contexto del estatuto de oposición Beatriz García Moreno1 Muchas gracias Angélica por su intervención, que nos da un panorama muy concreto y seguramente nos dejará muchas preguntas de todo lo que está pasando en este momento en la crisis del país. Ahora le voy a dar la palabra a María José Pizarro quien es Representante a la Cámara por Bogotá, de la coalición Decentes. Ha trabajado mucho por el tema de la memoria; creo que es una característica particular diferente de las otras personas que están aquí en la mesa. Ha sido víctima y ha estado trabajando en la reconstrucción

* Representante a la Cámara. 1 Moderadora.

de la memoria por muchos años; tiene estudios universitarios en artes plásticas y se ha dedicado a este proceso de salvaguardar la memoria, y ahora está cumpliendo su papel en la Cámara de Representantes.

María José Pizarro Muchas gracias. Buenos días. Justo al llegar por primera vez a la Cámara de Representantes, nos estrenamos juntos el Estatuto de la Oposición y yo, después de un periodo similar de incubación: el Estatuto para que se hiciera realidad tuvo que esperar y mantenerse latente durante 26; años nosotros y nosotras en este proceso de relevo generacional también tuvimos que esperar más o menos 28 a 30 años, es decir son periodos similares en el tiempo.

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Implica unas reglas nuevas que creo que no todo el mundo ha podido asumir porque, por un lado, implica el desconocimiento que tienen los partidos tradicionales de estas nuevas reglas de juego, pero por el otro están las propias dinámicas que tienen los partidos alternativos que no han podido apropiarse de unas herramientas que son nuevas en el Estatuto. Nos ha cogido sobre la marcha y creo que hemos perdido muchísimos espacios por no haber utilizado esa herramienta tal como está, aparte de una reglamentación que hace falta. Por ejemplo, teníamos derecho como oposición a una sesión con el ministro Carrasquilla para la Ley de presupuesto y si hubiésemos usado la herramienta hubiéramos planteado esa sesión, no cuando ya no se podían hacer las modificaciones y por tanto era un saludo a la bandera, sino cuando realmente podíamos incorporar algunos elementos que nosotros consideramos importantes en el marco de este estatuto.

para poder enfrentar esa maquinaria. Yo no tenía ni idea de que había un Estatuto de la Oposición, que existía una mayor representación. Y aunque las mujeres no logran mayor figuración en la Cámara de Representantes las fuerzas alternativas sí lo logran y eso cambió todas las reglas del juego en ese momento.

La composición de las comisiones fue algo que nos llegó a todos, y ahí sí supimos, por lo menos en la Cámara, porque para el Senado fue más difícil el panorama. Pero para nosotros fue una experiencia diferente. Casi todos los que llegamos somos nuevos, jóvenes -aunque ya no soy tan joven-, tenemos una lógica diferente y logramos hacer un ejercicio que yo creo que es muy valioso y que no se ha mostrado casi que como un ejemplo. Nos unimos en términos de lo que era fundamental. Obviamente los Verdes éramos más fuertes que el resto de los grupos pero hubo un respeto por parte del partido Alianza Verde para los deseos y las aspiraciones de los otros partidos que teníamos unas cuotas menores, pero que supimos hacer un ejercicio de diálogo

Les pongo un ejemplo: yo tenía el cupo para la primera, pero no quería estar en la primera; ahí estaba Ángela, le correspondía en el marco del Estatuto de la Oposición y por lo tanto no me parecía que estuviéramos ambas en la primera; la sexta me parecía que era mi lugar; yo soy una mujer que quiere hacer política en la calle, con la gente y la comisión sexta me lo permite, tiene muchísimas carteras, y estaban los temas de la educación y la cultura que para mí eran fundamentales. Lo dialogamos muy tranquilamente, todo el mundo quería la primera y yo la sexta; con que me garantizaran la sexta no quería más, y logramos realmente hacer un ejercicio diferente. Y esas son las nuevas formas de hacer política.

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Ellos llegaron diciendo: “a usted le toca en esta comisión y a usted en esta, en esta”; y nosotros dijimos no, nosotros tenemos derecho a unos cupos. Y a ellos les tocó negociar. Es decir, todas las negociaciones que habían hecho los partidos tradicionales durante tres semanas se vinieron atrás porque tuvieron que llegar a dialogar con una fuerza cohesionada unida, que permitió que salvo tres o cuatro excepciones, todos los demás quedáramos donde queríamos, ubicándonos en las diversas comisiones, apoyándonos en lo establecido en el Estatuto de Oposición.


Mi lectura de ese ejercicio fue que el relevo generacional entraba a competir con el tema de la paridad en las listas. Y a mí, como mujer, me ponían en una disyuntiva difícil y lo dialogamos. Lo dialogué con Ángela María que es mi compañera de pupitre. Ella decía que en todas las luchas que hemos dado para las mujeres es importantísimo el tema de las listas cerradas, paritarias, alternadas, etc. ¿pero los jóvenes?

dice la ley quinta te da esto, te da lo otro; su experiencia es absolutamente valiosa en el Congreso de la República, pero tenemos dos hombres allí que son muy mayores, y hombres como Sergio Fernández que tenía todas las capacidades, en ese relevo no alcanzó a llegar al Congreso de la República.

Es decir, no podemos estar treinta o cuarenta años votando por las mismas mujeres o por los mismos hombres cuando hay otro sector que viene empujando, que viene ganándose unos espacios y no ha podido hacerlo porque básicamente se mantienen los mismos.

Hay otras cosas que vamos a ver si se materializan. El Estatuto de la Oposición dice que tiene que haber un cupo para los partidos que se declaren en oposición, y son las vicepresidencias. Esta vez tenemos una segunda vicepresidencia en Senado y Cámara, alternadas: Angélica Lozano en el Senado e Inti Asprilla en la Cámara. Como vamos, y es la pelea que nos vamos a dar, para el próximo año nos tocaría a nosotros y por tanto yo debería ser por la votación que tuve, la mujer que deberá estar ahí en la vicepresidencia. Y sí, soy nueva en el Congreso, pero también somos mujeres que nos hemos enfrentado a situaciones muy difíciles y “no le tenemos miedo a nada”, como diría Francia Márquez, una voz que hace muchísima falta en el Congreso, no solo para las mujeres, sino para tener una voz que legisle en favor de los afros.

Podemos ver el caso del Polo Democrático a quienes queremos, admiramos, respetamos muchísimo, y no hay una sola mujer ni en el periodo pasado ni en este representando al Polo y están básicamente los mismos. Si se mira en la Cámara, hubo un momento de discusión con Navas Talero: porque su presencia en la Cámara es importantísima para nosotros, cuando no sabemos cómo funcionan ciertas cosas; nos estamos estrenando, entonces Navas es el papá que nos

No tenemos miedo de estar en estos escenarios. Hay mujeres valiosísimas que llegarán y que nosotras esperamos lleguen al Congreso: Gloria Helena Sánchez, una mujer lideresa campesina del Huila, que estamos mirando cuál es el mejor lugar para que ella pueda materializar su anhelo de llegar a la Asamblea. En el tema de víctimas, coincido con Angélica; una mujer como Soraya Bayuelo debería haber ocupado una de esas curules; y Eleider Palacios, del Chocó.

Yo misma decía: si las listas son cerradas ¿el relevo generacional, dónde se queda? Van a llegar los varones o las mujeres de la política, pero a todo el relevo generacional con la posibilidad de llegar le va a quedar muy difícil. Y necesitamos ambas cosas; necesitamos más mujeres en la política, pero lo que han demostrado los partidos tradicionales y los partidos alternativos es que necesitamos relevo generacional allí también.

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Pero aquí viene una reflexión que creo que se debe considerar y es si necesariamente las mujeres tienen exactamente los mismos problemas. Las mujeres hemos sobrevivido a la guerra, asumimos los procesos políticos de los hombres, cuidamos los niños, trabajamos en las comunidades, cumplimos con muchas responsabilidades, pero en cambio, las vocerías de los liderazgos son masculinas. Y entonces, el relevo de género es importante. Las mujeres no son las que reparten el refrigerio; eso lo vimos por ejemplo cuando fuimos al paro cívico de Buenaventura: las mujeres eran absolutamente lúcidas, tenían las mejores intervenciones, pero en cambio, las vocerías eran masculinas; cuando ellas hablaban sus compañeros se volteaban y empezaban a mirar para otro lado, en un irrespeto absoluto con el liderazgo de las mujeres en las organizaciones sociales. Ahí tiene que haber una reflexión profunda. Yo tengo la suerte de llegar en una lista totalmente pactada, no estoy segura pero creo que fui la única mujer cabeza de lista en todos los sectores alternativos. Y fuimos Juanita Goebertus y yo las dos mujeres más votadas en la Cámara de Representantes. Juanita obtuvo 84 mil votos, yo tuve 80 mil, Inti Asprilla, es un hombre alternativo y sacó 101 mil, y quiere decir que si nos sumamos los tres superamos con creces a los partidos tradicionales en Bogotá. Y creo que esta es la foto de estas nuevas elecciones locales: el relevo generacional. Es decir, nuevas voces, una nueva camada -como yo digo- con capacidad de preguntar, de hacerlo de manera fresca, de relacionarnos entre nosotros, de una forma diferente, con vocerías femeninas distintas; ahí está por ejemplo Catalina, o está Katherin con quien yo me distancio

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en ciertas posiciones políticas y en algunas otras nos acercamos, pero hay un tema de relacionamiento que es diferente. Entre los hombres que llegan, también. Hombres nuevos con muchísimas ganas de aprender, a veces cometiendo torpezas, pero a quienes debemos acompañar para poder guiarlos de una manera diferente, para no seguir repitiendo esas prácticas de matoneo ante esa torpeza, que han sido las que rigen en este Congreso, y para que sean aliados nuestros en luchas importantísimas en estos escenarios. Y viene otro tema que no hemos hablado acá todavía y es el tema de la ciber-violencia que estamos viviendo las mujeres en todos los espacios. La violencia y el acoso en las universidades, pero también en estos espacios. Yo no me he encontrado con el machismo nunca en la vida. Estoy absolutamente inocente en ese sentido, porque crecí en un mundo de mujeres y rodeada de mujeres, y a los hombres que pasaron por mi casa los mataron a la mayoría, y los que no, pasaron por este gran matriarcado, y tengo dos hijas, entonces vivo en un mundo de mujeres y estoy aprendiendo a conocer a los hombres. He tenido mucha suerte, podrán decir, y sí he tenido gran suerte; y donde me estoy encontrando con el machismo es aquí en el Congreso de la República. Creo que a mí eso me permite una libertad en el actuar; yo como no he tenido esa confrontación, pues llego de una manera mucho más tranquila; me molestan las actitudes, nosotras somos lindas pero para la foto. Y eso hay que decirlo, y eso además con mis propios


compañeros; en las grandes reuniones de la bancada alternativa, a todos nuestros compañeros hombres inclusive a los jovencitos se les acercan para hablar, para discutir en términos políticos y con nosotras se vuelven técnicamente momentos de foto y de foto. Y sí, nosotras somos lindas, tenemos una forma de hablar diferente; nuestra voz política es distinta pero es una voz absolutamente valiosa hoy. Somos nosotras también quienes lideramos muchas veces los grandes debates y a ellos les toca venir a acompañarnos. Voy a poner el ejemplo de Juanita Goebertus, que me pareció clave cuando trajo el debate sobre los acuerdos de paz y lo hizo técnicamente de una manera magistral y por tanto sus compañeros eran validadores de esa voz; vamos a decirlo de esa manera. Eso ha sucedido en otros casos, y entonces nosotras también tenemos que hacer valer esa voz política que hoy representamos a nuestra manera, no volviéndonos unos hombres más en el ejercicio de la política, es decir, no asumiendo unas conductas que no son las nuestras, sino haciendo ver que el ejercicio de la política desde lo femenino es absolutamente valioso y necesario hasta para el debate. Hemos tenido tres situaciones graves las mujeres en la Cámara, por lo menos, lo he vivido más. ¿Qué hemos vivido?: me acuerdo cuando estábamos en el debate en contra de la Ley de las Tic hicimos alianzas muy buenas, en las sesiones conjuntas de Senado y Cámara. Y yo tengo a mi lado siempre a mi compañero de pupitre, trabajo con él, nos entendemos y nos acompañamos, es Freddy Muñoz; él es grande, fuerte, tiene la voz,

es paisa, grita, habla, y por lo tanto le dan la voz mucho más fácil que a mí. Yo soy más decente, pido la palabra, me acerco, busco y a mí no me la dan tan fácil; inclusive las mismas mujeres. La presidenta de mi Comisión es una mujer, Mónica Raigoza -no la quiero atacar porque no es mala gente- pero difícilmente le da la palabra a las mujeres; porque también entre nosotras, entre mujeres, nos damos durísimo. Eso de que las mujeres somos más fraternas, perdón, es mentira. Hay un tema de competencia durísimo. A veces creo que es más fácil trabajar con los hombres que con las mujeres. No sé por qué pero sí creo que es así. Puede ser que en estos espacios no guste mucho que una mujer lo diga, pero yo sí quiero decirlo. Nosotras tenemos que empezar a ejercer más lo que decimos del feminismo porque nos damos muy duro; somos muy violentas. En esa sesión Manguito que es mi compañero de bancada, me negó la palabra, me negó el derecho a réplica y hacía un gesto despreciativo, absolutamente ofensivo. ¿Cuántas compañeras mujeres salieron a defenderme? Ninguna. ¿Cuántos compañeros hombres salieron a defenderme? La mayoría. En la Cámara de Representantes tuvimos un momento en el que Ángela María y yo queríamos hablar, y la vicepresidenta le decía a Ángela “cállese”; no me acuerdo las palabras exactas pero eran algo así como ¿”por qué pelea tanto”?, y yo me paré a defender a Ángela porque me pareció que la estaban atacando y además también le pedí a mis compañeros de la bancada alternativa, porque yo no hago esas diferenciaciones entre partidos, y me disculparán. Porque para mí los del Partido Verde son mis colegas, y los del

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Polo son mis colegas porque creo estamos defendiendo luchas comunes, entonces a mí el tema de las corrientes y de “las chapas” ya me tienen aburridísima; ya no más chapas. Yo decidí que mi corriente se llama “los sin nombre”, porque estamos en la construcción de un nuevo país. Yo puedo ser coherente a punta de quererme con Angélica como me quiero con Ángela y como me quiero con otros, independientemente de la chapa porque estamos en la construcción de un nuevo país, y por eso el relevo generacional es necesario. Y por eso en ese momento le pedí a mis compañeros hombres que se pararan a defendernos porque nos estaban ofendiendo; estaban atacando a las mujeres de su bancada y no salen a decir nada. Un hombre salió a defendernos, es John Freddy Gómez. Hoy está en una situación difícil pero él es el único que se ha parado a defendernos y siempre nos ha defendido a las mujeres. Que no necesitamos que un hombre nos defienda, es cierto; también es cierto que nosotras nos defendemos a nosotras mismas; pero cuando nos atacan es absolutamente necesario que los demás compañeros y compañeras de la bancada se manifiesten.

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Estamos en un escenario de cohesión, y eso no lo logramos si no estamos unidos en causas que son comunes. Pero todavía no lo logramos. Obviamente en estos escenarios y en estos momentos nos han dicho de todo. A mí por ejemplo me han dicho que yo soy una asesina, que me chorrea sangre de las manos, y me insultan. Yo nunca he tenido un arma en mis manos. Sí soy hija de mujeres guerrilleras y de hombres guerrilleros. Pero en esos momentos las defensas tampoco se expresan. Ahí como bancada alternativa tenemos mucho que demostrar, que no somos sus iguales, que tenemos una forma de actuar y de hacer política absolutamente diferente, y que tenemos que dar ejemplo no solamente de desterrar el machismo de nuestro propio quehacer político al interior de nuestros partidos, sino saber comportarnos de manera diferente. Con esos ejemplos de experiencias termino. Viene el espacio de las preguntas. Y espero que sepan que tienen mujeres valiosas en el ejercicio de la política, que nos toca aprender muchísimo y que vienen voces nuevas.


Consuelo Corredor Martínez*

Género y ruralidad: apuestas inéditas cruciales para la construcción de la paz Norma Enríquez Riascos1

Consuelo Corredor Martínez

Pensando las experiencias feministas desde sus saberes, experiencias y prácticas, he creído que podemos hacer dos preguntas, y que nos las contesten tanto en el ámbito de la militancia política y social, como en el campo de la cultura, la academia y la investigación. ¿Por qué consideran ustedes que los sectores de ultraderecha escogieron la inclusión y transversalidad del enfoque de género, para trancar el Acuerdo de paz? y ¿cuáles, en su opinión consideran que son los principales temores, las amenazas que ven en ese enfoque los sectores fundamentalistas?

Gracias por la oportunidad de compartir estas reflexiones y tener unas compañeras tan apreciadas en este panel.

*

Doctora en Economía. Coordinación de la Comisión de la Secretaria Técnica del componente de verificación internacional de los Acuerdos de Paz. 1 Moderadora.

Actualmente estoy en la coordinación de la Secretaría Técnica del Componente de Verificación Internacional del Acuerdo de Paz. Una de las tareas que tenemos es producir semestralmente un informe sobre la implementación del enfoque de género en correspondencia con el Acuerdo, para los veedores Internacionales, la Comisión de Seguimiento, Impulso, Seguimiento y Verificación del cumplimiento del Acuerdo Final -CSIVI- y para la sociedad en general. Norma pregunta ¿por qué estos sectores de derecha le tienen tanto temor al enfoque de género?,

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y ¿por qué ha sido uno de los blancos?, y ¿cuáles son las amenazas? Para responder conviene ampliar el contexto, porque los temores no son solamente por el enfoque de género; también obedecen a muchos otros cambios que conlleva la implementación del Acuerdo Final. Comienzo diciendo que el Acuerdo final tal como se logró, con todas las dificultades que tenga, es un Acuerdo inédito de enorme significado para el país. Cuando se hacen comparaciones internacionales se encuentra que una de las características fundamentales de este Acuerdo es el haber incluido de manera transversal los enfoques poblacionales, así como el enfoque de género. Esto es inédito. Lo segundo, que también en mi opinión es inédito, es el enfoque territorial, que es sumamente importante, y ligando con la pregunta, nosotros pensamos -y voy a hablar como nosotros porque tengo la fortuna de coordinar un equipo excelente y es un trabajo colectivo-, que realmente lo establecido en el Acuerdo en materia territorial apunta a tocar los poderes que históricamente han tenido un dominio en lo rural y particularmente sobre la tierra. La tierra en Colombia sigue siendo un elemento fundamental de disputas, fuente de reconocimiento y de poder. De ahí que, por ejemplo, si se evalúa la implementación del Acuerdo, el punto uno sobre reforma rural integral es quizás el que menos avances presenta, con contadas excepciones como son los planes de desarrollo con enfoque territorial y los planes de acción para la transformación regional, a los cuales me referiré posteriormente.

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No es de extrañar entonces el hecho de que tocar un activo que genera poder y reconocimiento, como ha sido históricamente en este país, genere muchas voces y acciones u omisiones para oponerse a su desarrollo, desde lo normativo hasta lo sustantivo. No estoy diciendo con ello que solo con leyes se resuelven los asuntos. Pero si no hay una arquitectura institucional y legal entonces no vamos a poder avanzar en la Reforma Rural. El Plan Nacional de Desarrollo propuesto por el gobierno actual poco avanza en este punto. Con relación al enfoque de género, considero que en la medida en que históricamente el poder ha sido ejercido por los hombres y justamente a lo que estamos asistiendo, en buena hora, es a la lucha de las mujeres por la participación política, la participación en instancias de decisión, el reconocimiento de su aporte a la creación de riqueza, y todo lo que sabemos compromete la lucha de las mujeres, se hace evidente la amenaza que ello significa, y se entra en una competencia sumamente fuerte porque otra vez se están afectando las relaciones de dominación y el statuquo que se ha mantenido históricamente en este país. Por ello no es de extrañar, en mi opinión, que sean estos sectores más conservadores, no del partido conservador -aunque también- sino conservadores en el sentido literal del término, que se opongan a estos objetivos o a estos propósitos. Y por eso se puede apreciar que en la implementación en materia del enfoque de género lo que ha habido es una mayor atención en lo normativo pero a nivel enunciativo. Una de las preocupaciones que tenemos es que se cuida que en las


normas, en el decreto, en la ley, se hable del enfoque de género, se hable en especial de las mujeres. Pero cuando se va a mirar si hay realmente unas acciones afirmativas y si hay compromisos serios de diseñar políticas para el alcance de esos objetivos, pues verdaderamente no las hay. Quizás en uno de los aspectos en los cuales ha sido muy interesante la participación de las mujeres ha sido en la construcción de los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial -PDET- y en los Planes de Acción para la Transformación Regional –PATR-. Estos dos instrumentos del punto uno de la Reforma Rural Integral, son realmente una oportunidad. La brecha que históricamente ha existido en este país entre el sector rural y el urbano es brutal, y la brecha entre hombres y mujeres es doblemente brutal. En este proceso ha habido un esfuerzo por la participación de las mujeres; sin embargo hay que advertir que en los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial –PDET- cuyas iniciativas deberían haber transitado a los Planes de Acción porque son más del orden regional, no se incluyeron todas las demandas que se habían planteado por parte de las mujeres. Hoy las organizaciones de mujeres, con toda la razón, señalan cómo ese esfuerzo participativo que se tuvo en la elaboración de los PDET no se aprecia del todo en los PATR. Pero sí se aprecian tres iniciativas que son muy importantes, que fueron recogidas y que provienen de las organizaciones de mujeres como es, por una parte, la inclusión productiva particularmente en la producción agropecuaria; como es la iniciativa en

términos de reconciliación y de paz, y como es la iniciativa en materia de seguridad alimentaria. Estos tres pilares sí se recogieron, pero en los otros pilares no ocurrió lo mismo. Eso es solo para poner un ejemplo. Pongo un segundo ejemplo al que se refirieron en el panel que nos antecedió. También se puede apreciar que se quedan en enunciados cuando se mira el punto dos de participación política y sobre todo el cómo inciden las mujeres en las decisiones. Y ahí hay dos pendientes muy grandes: Ya lo dijeron; el referido a las Circunscripciones especiales transitorias de paz –CETP-, que es un incumplimiento claro del Acuerdo Final porque se había establecido que en el primer año despues de la firma del Acuerdo deberían haberse aprobado las curules para las víctimas, y allí está señalado que debe haber paridad entre hombres y mujeres en esa representación de las víctimas. Yo espero no hablar en pasado como lo hicieron mis colegas. Eso tiene que entrar nuevamente a la legislatura. Debemos insistir en que ese es un incumplimiento del acuerdo y que hay que volver sobre la aprobación de la ley para que tengan representatividad las víctimas. Y lo segundo es en materia de la reforma electoral y de la organización electoral, porque también requiere un compromiso de paridad en la representación de las mujeres. Ahí hay dos faltantes concretos. También hay que decir que hay aspectos positivos. Por ejemplo en la Comisión de Garantías de Seguridad se logró una presencia de las mujeres y es sumamente valioso que estén ahí. En el

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Consejo Nacional de Reconciliación y Paz también se logró, y éste tiene presencia en los territorios. Es muy importante que estos Consejos Territoriales de Paz se dinamicen y tengan presencia e incidencia las mujeres. Hay que decir que en medidas de seguridad sigue siendo una preocupación enorme el asesinato de líderes y lideresas sociales, defensores de derechos humanos y excombatientes de Farc; pero también hay que decir, porque así nos corresponde, que los esfuerzos tanto del gobierno Santos como del gobierno Duque han sido importantes, pero insuficientes ha juzgar por los resultados. El asunto no es solamente que se adoptaron Planes de Seguridad y se crearon Consejos de Seguridad y la Unidad de Protección. El asunto es que no se ha logrado transitar hacia la construcción de un sistema de seguridad humana que permita la protección y el ejercicio de los derechos individuales y colectivos.

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¿Cuál es la hipótesis que tenemos para explicar esta grave situación? Que la visión que se tiene de la seguridad, sigue un enfoque equivocado, centrado todavía en una visión de contrainsurgencia, cuando hoy la situación es otra, y no hay una mirada que aborde el problema desde lo territorial y a partir de las dinámicas territoriales; porque esas dinámicas territoriales son muy heterogéneas y difícilmente se puede diseñar desde el centro una estrategia que acierte, sin tener en consideración a las autoridades y comunidades locales. Igualmente, la persistencia de las condiciones de exclusión y marginalidad que padecen muchos territorios, en los cuales hay presencia de actividades ilícitas y de grupos criminales, configuran un clima adecuado para la eliminación de quien se considere adversario.

Muchas gracias.


Victoria Sandino Simanca Herrera*

¿Por qué le tienen miedo al acuerdo de paz? Victoria Sandino Buenos días a todas y a todos. Si ustedes me permiten, quisiera hacer un reconocimiento amoroso a esta Universidad, pero también a las mujeres feministas que esta Universidad ha tenido. Es un acto de justicia además. Quisiera nombrarlas a todas pero no las conozco, ni sé los nombres de todas, y además algunas ni siquiera son visibles, la sociedad no las ha visibilizado. Pero en ese orden, en el marco del Día Internacional de la Mujer Trabajadora no podría pasar sin darle un abrazo colectivo amoroso a Patricia Ariza , que sigue siendo una de nuestras grandes mujeres ejemplo y que nosotras sentimos desde nuestro corazón y nuestras entrañas. Y quisiera también recordar por ejemplo a la profesora Luz Gabriela Arango , profesora de acá que murió el año pasado. A nuestra amada Juanita Barreto . A las Martas, ¿cómo no pensar en las Martas: Marta Buriticá, Martha Sánchez, en Angélica Bernal que acabó de salir de acá. A Mara Viveros y a

*

todas las mujeres que nos han enseñado a través de sus palabras, de sus batallas, lo que deben ser las luchas de las mujeres no solamente en nuestro país, en nuestros territorios, sino en el mundo. Ayer justamente poníamos esa canción hermosa que estuvieron cantando las mujeres de Bilbao, esa canción que recoge parte de esas luchas que llevamos las mujeres por la emancipación, por el reconocimiento pleno de nuestros derechos. También quiero saludar a Ana Güezmes que está aquí, la Representante de ONU-Mujeres en Colombia, quien ha acompañado numerosas luchas todos los tiempos. Y frente a la pregunta que nos hace mi querida colega en este panel, quiero hablar desde las entrañas. ¿Y por qué? Porque yo lo he vivido en carne propia. Es decir, nosotras, las mujeres colombianas, pero también las mujeres del movimiento social en general y las mujeres que estuvimos en la insurgencia construimos este acuerdo. Es nuestro, nos pertenece; le pertenece a todas las mujeres.

Senadora de la República

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Y esta pregunta yo me la hice en el mismo momento en que empezamos a sentir tales agresiones. Nosotras, y en el caso personal estoy acostumbrada a recibir agresiones, parece extraño pero voy a nombrarlas. Tal vez si ustedes observan y escuchan en las redes, se darán cuenta. Y la gente que habla. Pero yo digo: al fin y al cabo una ha estado en la guerra; la guerra es dura, la guerra es cruenta, y nos toca ser demasiado fuertes. Pero la lucha que han tenido que dar las mujeres colombianas por el logro de sus derechos, es demasiado grande y no es posible que la reacción se ensañe tanto contra una conquista de nuestros derechos. A mí me sorprendió tremendamente cuando en la campaña del NO cómo se pegaron de forma tan aferrada contra el enfoque de género. Yo pensaba: no puede ser, qué cosa más absurda ésta. Si estamos luchando por los derechos de las mujeres yo pensaba que era lo que menos daño hacía. Y no sé por qué le tenían tanto pánico. Y también me acuerdo en este momento cuando después del no, yo me enfermé de tristeza profunda. El problema de la tristeza es que se me va al organismo y entonces me dio una crisis gástrica impresionante. Pero bueno, ese es otro tema. Lo cierto es que después de que pasa todo esto del NO, ya habíamos decidido que íbamos a hacer un diálogo con los del NO, para ver cuál era la situación con la paz de Colombia. Y allá en La Habana donde yo estaba los cubanos me decían ¿pero a quién le va a hacer daño este pacto? ¿Qué pueblo no quiere salir de la guerra? ¿Quién puede votar que NO a la paz? Entonces Iván Márquez me dice: Mire, ahí van a venir todos, la Iglesia Católica, los cristianos, las iglesias, los del NO, los que habían votado el

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NO; hay que decir que no toda la Iglesia Católica ni las iglesias en general estuvieron por el NO, y bueno, muchos políticos y muchos sectores. Entonces me dice: ahí vienen todos los del no para meternos las riendas y que usted los convenza de por qué metieron esa vaina del enfoque de género, y si eso sirve o no sirve. Porque usted fue la que armó ese bonche. Yo creo que me dio mucha responsabilidad. Pero sí, hasta ese momento sentí que nosotras estábamos haciendo algo grande. Y sí, las mujeres colombianas, las mujeres que estábamos en la mesa hicimos algo muy grande, que fue un hecho histórico en la lucha de los pueblos y de las mujeres del mundo: lograr que en un acuerdo de paz se incluyera un enfoque para que sean reconocidos los derechos de las mujeres. En síntesis, ¿por qué le tienen miedo? Yo creo que le tienen miedo por todos esos ejes que mencionó Consuelo. Porque allí se reconocen los derechos de esas poblaciones, de esas mujeres que han estado olvidadas torpemente. O sea, por ejemplo, la Reforma Rural. Este acuerdo recoge aspectos importantísimos en materia de reconocimiento del papel tanto productivo como reproductivo que cumple la mujer en el campo, en la ruralidad. Estoy hablando de las mujeres campesinas que prácticamente nunca aparecen ni en estos escenarios ni en los escenarios de la vida nacional. De las mujeres indígenas, de las mujeres negras que habitan el campo colombiano y que han padecido la guerra y el conflicto en la región. Y también reconoce esto que tanto nos cuesta, que hoy mencionaban aquí y escuché parte a estas mujeres importantísimas que tanto queremos, frente a la participación política. Porque allí, ese acuerdo reconoce que nosotras tenemos que participar de manera igualitaria en la vida política,


en la toma de decisiones de este país, que queremos hacerlo a la medida de nuestros sueños, a la medida de una justicia social, de una paz estable y duradera que nos incluya a todas y a todas. [Yo soy y aprendo rápido]. Entonces, ¡imagínense! Lograr que el Estado, que en un Acuerdo de Paz se marcara la ruta para las mujeres en el mundo: que sus derechos fueran reconocidos y reivindicados, pues eso produce mucho miedo. Y produce mucho miedo que una sociedad que es patriarcal, que es machista, pueda –ojalá- avanzar hacia la conquista de esa igualdad que tanto anhelamos. Esos son los elementos fundamentales que considero yo producen mucho miedo a las mujeres, a los sectores reaccionarios, y no a todos

incluso, porque cuando hablamos con muchos de estos sectores entendieron. Y causaron pánico porque aquí se manipuló bastante la opinión y se utilizó la mentira para que la gente tomara decisiones equivocadas. Este creo yo que es el elemento, entre otros, fundamental para crear tanto pánico.

Nota de la Revista Se adiciona a esta intervención uno de los comunicados publicados por las mujeres del Partido Político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común por considerar su importancia como registro histórico relativo al ejercicio de los derechos de las mujeres excombatientes y a sus procesos de reincorporación a la vida civil.

Declaración política del Primer Encuentro Nacional de Mujeres y Diversidades Farianas en reincorporación por la transformación de Colombia Por una sociedad donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres. Rosa Luxemburgo A las mujeres, los hombres y diversidades del pueblo colombiano; a la comunidad fariana en proceso de reincorporación y a la que se ha ido sumando en el quehacer político a nuestra lucha; a las organizaciones sociales y organizaciones de mujeres que dentro y fuera de Colombia nos apoyan, un cálido saludo de las mujeres y población diversa que, durante los días 30 y 31 de mayo y 1º y 2 de junio, nos reunimos en la Casa de la Cultura del barrio Policarpa, en Bogotá, para llevar a cabo el Primer Encuentro Nacional de Mujeres y Diversidades Farianas por la transformación de Colombia. Durante cuatro intensas jornadas de trabajo, debatimos temas de interés para la reincorporación, como salud, economía solidaria y economía del cuidado y buen vivir. Intercambiamos con un conjunto de entidades nacionales e internacionales que acompañaron nuestro encuentro. También compartimos con las instituciones estatales y de reincorporación que escucharon los requerimientos de las exguerrilleras, dieron respuesta a algunas de ellas y se comprometieron a dar solución a varias de nuestras problemáticas.

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En función de nuestra vinculación a la legalidad, realizamos la socialización de la Estrategia Integral de Reincorporación de las Mujeres de FARC y de la propuesta de la creación de una Asociación de Farianas en Proceso de Reincorporación. Además, acordamos contribuir al fortalecimiento de la coordinación de masas, donde nos encontremos con las mujeres populares, indígenas, negras, rurales, urbanas, trabajadoras, jóvenes y mujeres diversas. Para facilitar la participación de las madres, creamos un espacio para la niñez fariana que nos acompañó, donde realizaron varias actividades recreativas. Sobre su experiencia, Jainudabú, de 7 años de edad, expresó: “Los bebés están acostumbrados a estar siempre cerca de sus mamás … (pero) se aburren mucho en los eventos... Este espacio ha servido para que podamos jugar y no aburrirnos. Tuvimos un momento para compartir algo con las personas del evento y es importante, porque nosotros también somos conscientes y así nos sentimos incluidos en el evento. Todos podemos hacer un mundo mejor, a cualquier edad”. A partir de las reflexiones declaramos que: • Las mujeres y las diversidades farianas estamos comprometidas con la paz con justicia social, incluyente, territorial y diferencial, como una oportunidad para superar la brecha de desigualdad que vivimos en las comunidades. • El cuidado y el buen vivir requiere una atención especial en función de la niñez fariana, nuestro quehacer diario, la construcción colectiva de una vida comunitaria, con relaciones sociales y económicas justas, amable con el ambiente, como nuestra apuesta política. • Continuaremos en el proceso de fortalecimiento de agentes farianas de salud que rescaten el sentir común y colectivo del cuidado y de salud para el buen vivir. Se debe avanzar en una política de salud preventiva, colectiva, feminista, que garantice las condiciones de vida de toda la gente del común. • Reafirmamos la necesidad de que las maternidades, farianas y no farianas, sean elegidas por las mujeres, como expresión de autonomía sobre nuestro cuerpo y nuestro derecho a decidir. • Expresamos nuestro compromiso por seguir fortaleciendo la línea de diversidades en la reincorporación, así como, por aportar a la construcción de un país más incluyente, libre de prejuicios y de estigmatizaciones. • Denunciamos y rechazamos la situación sistemática de asesinatos de líderes, lideresas, población exguerrillera y diversa en el país. Expresamos nuestro profundo dolor por el asesinato de Samuel David, un hijo Fariano de la paz. • Reconocemos el arte como una expresión transformadora y liberadora necesaria para el país, una parte fundamental de la memoria fariana. Expresamos nuestro infinito amor a quienes nos manifestaron por distintos medios, su solidaridad y apoyo al encuentro. Sabemos que nuestro proceso de reincorporación será más integral si seguimos contando con ustedes.

El cuidado también es paz y buen vivir para la gente del común. Comisión Nacional de Mujer, Género y Diversidades de FARC Bogotá, 2 de junio de 2019

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Patricia Ariza*

¿Por qué se produjo ese pánico…?

Muchas gracias. Un abrazo a todas las mujeres que están aquí en vísperas de nuestro día, 8 de marzo. La pregunta me parece muy importante. ¿Por qué la extrema derecha utilizó como punta en proa el enfoque de género y por qué se perdió el plebiscito? Yo creo que hay que ir un poco más atrás de la pregunta. ¿Por qué había una sociedad y por qué había un imaginario donde cupo un miedo tan absurdo frente a la denominada Ideología de Género? Sabemos de los efectos del efecto fatal que fue perder el plebiscito. Pero ¿cuáles fueron las causas? Yo creo que es importante ir un poco atrás. ¿Qué pasó en el imaginario de esas seis millones de personas, y de las mujeres que votaron.

*

¿Qué pasaba en el imaginario que permitió ese miedo al enfoque de género, es decir, ¿por qué se produjo ese pánico? Porque no era miedo. Era pánico: decían que las hijas se iban a volver lesbianas, que los hombres se iban a volver homosexuales. Eso se construyó en los púlpitos de las iglesias cristianas, pero también en los auditorios, en los medios de comunicación y en los discursos políticos. Todo eso lo sabemos. Pero ¿qué había en la cabeza de la gente que posibilitó eso? Yo creo que eso es muy importante y que lo dimensionemos desde la cultura. A mí me atrajo mucho el título Seminario de la incertidumbre, que no es otra que la falta de certeza.

Dramaturga, poeta. Directora de la corporación Colombiana de Teatro.

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Yo pienso que todos estos años el “uribismo” produjo un daño no solo en la política sino en la cultura. Un daño muy profundo en el alma de la nación. Ese daño dejó un vacío enorme de certidumbres; un vacío de saber para dónde tomar. De alguna manera, estos acuerdos de paz eran, y siguen siendo, para muchos de nosotros y de nosotras, una certidumbre; es decir una seguridad de saber un camino; o sea, yo tengo la certidumbre de que en este país va a haber paz o tengo la certidumbre de cuál es el camino para llegar a mi casa. Eso me da una seguridad. Una seguridad que nace del territorio porque tengo un piso, pero también que tengo un lugar a donde quiero llegar. Ese lugar en la cabeza de mucha gente, lo lograron vaciar. Yo creo que los acuerdos en algún momento crearon, recuperaron, el Relato Nacional que Colombia no tenía. Con los acuerdos de paz se empezó a construir ese relato. Y, aparece, de manera fatal, el plebiscito. Es decir, un escenario que posibilitó a los uribistas emprender una campaña contra unos acuerdos de paz, que, además tocaban la raíz del patriarcado. ¿Por qué? ¿Por qué no acudieron a otra cosa, como dice Victoria Sandino? Los acuerdos son un montón, pero fue ahí, en la perspectiva de género donde se ensañaron. Fue allí donde enfocaron los miedos y los ataques. Los acuerdos para nosotras no eran suficientes en la perspectiva de género pero eran muy importantes, abrían un camino formidable. Pero,

el problema no es solo que atacaran, sino ¿qué pasaba en la cabeza de todos los colombianos y colombianas que votaron NO en ese plebiscito? Fue terrible. Yo creo que nos dejaron a todos y a todas con una incertidumbre en el alma. Fue difícil la recuperación. Hoy, nos aparecen otras incertidumbres. No sabemos si va a haber una intervención militar en Venezuela. No tenemos certeza sobre la implementación de los acuerdos. Son incertidumbres que nos ponen en un campo de alertas e hipótesis. No sabemos qué va a pasar con los y las excombatientes. Voy a cerrar muy rápido porque traemos un regalo para todas. Es una performance muy corta en la cual dos mujeres jóvenes hacen su tránsito de la insurgencia al teatro, del conflicto armado al conflicto de la dramaturgia. Se llama La Paz anhelada. Y, para cerrar quiero dejar una pregunta, más que una certeza, una pregunta: ¿Por qué 6 millones de colombianos y colombianas tenían el imaginario vacío para que fuera llenado por semejante absurdo que fue la perspectiva de género usada como pánico para la sociedad? No quiero cerrar sin hacer un llamado a todas para que le otorguemos a este proceso la dimensión cultural. Para que busquemos cómo salir de esta mutación cultural que niega la paz con el miedo a las mujeres.

VTG 7 SOS Milena Arango García Bogotá, 2018

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Remembranzas


Marta Cecilia Vélez Saldarriaga* (1954-2019) Medellín, julio 2019 Con la partida de la doctora Marta Cecilia Vélez Saldarriaga se ha ido una eminente profesora de la Universidad de Antioquia, Licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia Bolivariana, con maestría en Letras Modernas de la Université Aix-en Provence y doctorado en Sicoanálisis de la Universidad Complutense de Madrid. Se nos ha ido, pues, una pensadora imaginativa, integral, profunda y reflexiva. Pero, además, se nos ha ido una feminista comprometida e incansable; una luchadora por los derechos humanos, vocera de las víctimas de todas las violencias, especialmente de las violencias ejercidas sobre las mujeres, tanto de aquellas “maltratadas, violadas, destruidas, picadas o torturadas”, de las cuales daba testimonio con historias personales, como de todas nosotras, mujeres excluidas sistemáticamente de la sociedad patriarcal. La riqueza de sus enseñanzas trascendió las aulas, se manifestó en las calles, se expresó en sus sueños materializados (“Brujas: las mujeres escriben”), en sus proyectos colectivos (grupos de autoconciencia), en su escritura (prolífica autora) y en sus innumerables disertaciones con lleno completo. En su devenir por este mundo nos contagió su pasión de luchar por la justicia social, la igualdad

* Fotografía tomada de: https://www.elespectador.com/noticias/nacional/antioquia/murio-la-precursora-del-feminismo-en-antioquiamartha-cecilia-velez-saldarriaga-articulo-839566

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y la equidad; en contra del abuso del poder, de los desafueros del patriarcado, del capitalismo desalmado, y las fuerzas arcaicas que reflejan el “derrumbe espiritual” histórico de nuestro país -esto último leitmotiv de muchos de sus trabajos más recientes-. Y también nos contagió su desbordante alegría, cantando a María Betania y a Edith Piaf, bailando Maestra Vida o interpretando la Opera Do Malandro. Y así, entre lo síquico y lo cultural, lo real y lo onírico, lo consciente y lo inconsciente, lo mitológico y lo humano, lo trascendental y lo lúdico se movía esta intelectual irreverente y lúcida, amiga del alma, cuyos sábados los dedicaba a las orquídeas. Gloria Aristizábal BernalColectivo de la Revista Brujas


Villa de Leyva, julio 2019 Marta Cecilia Vélez fue para mí una revelatriz del cuestionamiento en profundidad, anárquica, visionaria, íntegra y directa. Conversar con ella era un acto de discernimiento continuo, de continuo cuestionamiento, en el que los conceptos y las ideas tenían con seguridad posibilidad de ser controvertidos, mirados desde diferentes y nuevas perspectivas, profundizados considerablemente o radicalmente revaluados. Marta, con una mente aguda y perspicaz, filósofa al fin, estaba de manera continua dispuesta a este juego de construir o deconstruir conceptos, a rebatirlos y reinventarlos desde puntos impensados, de modo juguetón o tajante debido quizás al oficio de pensar, “nombrar” y escribir con palabras idóneas. Además, al de su amada actividad de enseñar. Toda una maestra en más de un sentido. A veces parecía tan compleja y sabia esa mente que una quedaba rezagada, pero ella se tomaba el trabajo de hacerse entender; otras tantas, una quedaba perdida irremediablemente ante esas alturas o esas profundidades y no podía más que sorprenderse ante esa genialidad, admirar esa agudísima inteligencia transgresora y rebelde. Mujer completa, amiga amorosa y cercana, llena de gozo y risa, que sabía disfrutar de casi todo, buena cocinera, jardinera amorosa, maestra comprometida y exigente, lectora insaciable, viajera, excelente y alegre conversadora.

Escritora compleja e interesantísima. El análisis junguiano, la mitología griega y la filosofía del feminismo radical como tema central, me parecen ser pivotes referenciales para conocer importantes aspectos de su vida y obra. Defensora, investigadora y analista incansable y genial en esos aspectos, aunándolos en una crítica político social feminista que revalúa de manera brillante el devenir actual y los motivos históricos, mitológicos y psicológicos de las guerras, las violencias, los despojos enfocados en el poder guerrero y destructor del macho, actuando de manera incisiva y obstinada sobre el vital, resistente, y reconstructor accionar social de la mujer. Juicios certeros, lúcidos e implacables contra el despojo, el maltrato, el dolor infinito de las errancias, símbolos de una época y un país inenarrable cuya historia más atroz está marcada a fuego en las vidas y padecimientos de las mujeres invisibilizadas, excluidas y subyugadas al orden del patriarca y de la guerra. Esta pensadora feminista contemporánea debería ser un orgullo reconocido abiertamente en el mundo de la filosofía colombiana actual y su obra un referente de análisis y profundización en la comprensión del país y el mundo en que nos tocó vivir. Conocerla fue todo un privilegio, gracias Flora por traerla a mi vida. Quedan cortas las palabras. Chila Trujillo

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María Cecilia Paz* (1953-2019) “María Cecilia Paz. Soy María Cecilia Paz, feminista. Estoy convencida de la necesidad de conocer, incorporar y ejercer los derechos sexuales y reproductivos en todas las etapas de la vida humana. Como mujer crítica del sistema opresor del machismo, soy una convencida de que el cuerpo de las mujeres ha sido arrebatado de su vida propia, y ha sido expoliado por parte de quienes controlan y moldean desde preceptos moralistas y patriarcales, la negación e imposibilidad de conocer el cuerpo, su goce, su plenitud y sus libertades. Así, considero que las conquistas en materia de derechos de las mujeres por parte de nosotras mismas, son el horizonte para repensarnos partiendo de la necesidad de contextualizar y de responder de manera particular a cada contexto en el que los derechos sexuales y reproductivos se ven afectados. En este sentido, tengo que decir que el tema de los derechos reproductivos en Colombia no ha estado exento de los esquemas ideológicos que desaprueban la necesidad de promover en la mujer el ejercicio de una sexualidad abierta y consentida por ella misma como sujeto propio de sus deseos, intereses, e inclinaciones.”1

Todas cerramos los ojos y escuchamos cada una de tus palabras y tus pasos desobedientes. Aprendimos de tu voz firme llena de amor y solidaridad, reconocemos en tus acciones un señuelo que nos acompaña y nos acompañará. Tu historia no solamente sostiene a un movimiento por la liberación de nuestros cuerpos y nuestras vidas; también vos, amada María C., nos mostraste en qué consistía la libertad cuando de decidir y accionar se trataba; tu recuerdo seguirá acompañando todo lo que nos falta por expandir las alas, siempre con la certeza de que el patriarcado no lo ha ocupado todo y que tu carcajada ahora libre en el viento resuena en esta fuerte genealogía de feministas en Colombia. Te agradecemos todo lo que hiciste por cada una de nosotras, por lo que arriesgaste en la defensa de una maternidad y una sexualidad libre de autoritarismos y por el gran grito que mantuviste por un aborto libre y digno para las mujeres en Colombia. Carolina Narváez Ciudad de México, agosto 2019

* Fotografia tomada de: https://www.facebook.com/CasaMujerColombia/photos/a.302434763152654/2440040942725348/?type=1&theater 1 Texto tomado de: http://corporacionparaeldesarrolloregional.org/wp-content/uploads/2019/05/Memorias-para-la-Paz-2-87.pdf

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María Himelda Ramírez*

Las mujeres y el Bicentenario La historiografía contemporánea de las mujeres en las Independencias de América Latina ha avanzado de manera notable en la última década, luego del impulso conmemorativo de 2010. Más allá de la confirmación de los sesgos androcéntricos en los relatos históricos por la masculinización de la representación de los ambientes militarizados del periodo, las nuevas miradas sobre las mujeres en aquellas gestas avanzan en la perspectiva de las posibilidades analíticas de la categoría género para la historia que comprende, reflexiones sobre las mujeres en el discurso político independentista, las mentalidades y opinión pública, las representaciones culturales e imaginarios sobre las mujeres. También, estudios sobre la vida privada, los espacios de sociabilidad, el reconocimiento y la invisibilidad de las mujeres en los procesos independentistas. Además, se avanza en la producción sobre las mujeres vistas por ellas mismas a partir de los estudios de diarios, cartas, literatura y otros escritos, como se aprecia en la labor del Centro de Estudios de la Mujer en la Historia de América Latina (CEMHAL) que ha coordinado por varios años Sara Beatriz Guardia, de la Facultad de Ciencias de la

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Comunicación Turismo y Psicología de la Universidad San Martín de Porres1. La historiografía de las mujeres en perspectiva feminista, dialoga y polemiza con la historiografía oficial nacional y regional, resignificando la presencia y el protagonismo de las mujeres durante la crisis de la Independencia de la Nueva Granada; esto es, reexaminando las distintas figuras femeninas tanto anónimas como con nombre propio en cuanto copartícipes de los procesos desencadenados y de adaptación a las irrupciones del conflicto en la vida personal y cotidiana o, en sus compromisos asumidos con criterio propio con la causa2. Las investigaciones académicas de las maestrías y los doctorados que circulan en 1 Ver: Sara Beatriz Guardia. Edición. Las mujeres en los procesos de Independencia de América Latina. Lima: UNESCO, USMO, CEMHAL, 2014. Ballesteros R. Luisa, Las escritoras y la Historia de América Latina, Universidad del Valle 2017. 2 Aída Martínez Carreño “Bicentenario de la Independencia ¿cómo se ha percibió la participación femenina en las luchas de la independencia?”, XIV Congreso Colombiano de Historia de Colombia, UPTC, Tunja, 2008. Este texto fue publicado en el Boletín de Historia y Antigüedades de la Academia Colombiana de Historia ese mismo año, Vol. 95, Nº. 842, 2008, pags. 443-454. Agradezco a la autora (q.e.p.d.) la oportunidad que me brindó de conocer distintas versiones de este trabajo.

Doctora en Historia. Magister y profesional en el Trabajo Social. Integrante Grupo Mujer y Sociedad.

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los seminarios nacionales e internacionales revelan importantes renovaciones. En obras sobre historia social y regional de las independencias, admiten las especificidades de las formas como las mujeres se comprometieron con los desafíos de su tiempo. Las relecturas contemporáneas, muestran sus autonomías en sus contextos y de qué forma asumieron sus decisiones, coherentes con sus convicciones políticas bien fuere desde sus lugares como patriotas o realistas, en las movilizaciones, las conspiraciones o en los negocios y la administración de sus hogares, asumiendo las consecuencias de sus decisiones3. Un avance notable en las relecturas sobre las mujeres en la crisis del régimen colonial es la precisión de las temporalidades durante los años comprendidos entre 1780- 1821 para el caso de la Nueva Granada. La mayor posibilidad de acceso a las fuentes debido en parte a la digitalización de algunos archivos, ha contribuido a la producción de relatos nuevos sobre las experiencias de las conspiradoras, las realistas, las patriotas, las heroínas y las mártires, durante los tiempos de la crisis del sistema colonial, desde las dos últimas décadas del siglo XVIII y las tres primeras del siglo XIX, que corresponden al ciclo de las transformaciones económicas sociales y políticas que condujeron a las Revoluciones atlánticas y a la formación de los Estados modernos en Occidente. Así mismo, se aprecian las expresiones que 3 Ver, Ramírez María Himelda, “Las mujeres y el género en la historiografía colombiana de la colonia y el Siglo XIX” en Luz Gabriela Arango Gaviria, Mara Viveros Vigoya, El género: una categoría útil para las ciencias sociales, Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, Facultad de Ciencias Humanas, 2011

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sobreviven en los relatos de la memoria nacional y regional. Las provincias de la Nueva Granada experimentaron como en otras partes del territorio americano desde las dos últimas dos décadas del siglo XVIII, levantamientos populares de protesta ante todo por las imposiciones fiscales de la Corona y los abusos de autoridad de los funcionarios virreinales. Durante esta etapa la documentación revela que las mujeres participaron en revueltas del común y en actividades de carácter conspirativo. Las mujeres de los sectores populares en espacios de sociabilidad como las chicherías; las mujeres de las élites criollas en salones y tertulias organizadas en sus propias residencias, en ambientes en donde circularon las ideas de la Ilustración. Entre 1810 y 1815 durante el despliegue de los movimientos autonomistas e independentistas, se expresaron las tensiones regionales y entre las ciudades relacionadas por vínculos económicos y políticos históricos: Cartagena y Mompox, Valledupar y Santa Marta, Cali y Popayán, Tunja y Santafé, El Socorro y Girón. En esa etapa, los ensayos de organización del nuevo Estado significaron enfrentamientos locales y regionales entre las fuerzas que impulsaban los proyectos federalistas y centralistas. Esas tensiones implicaron a las mujeres en las movilizaciones militares como copartícipes de la inteligencia para las campañas; experimentaron la alteración de su cotidianidad, las privaciones del desabastecimiento y empobrecimiento de las regiones en momentos de guerra. Tanto las patriotas como las realistas


asumieron la movilización de los recursos requeridos para la sobrevivencia de la familia y el apoyo a los combatientes, y sufrieron las retaliaciones por parte de los contendores, los efectos de las derrotas, las delaciones, los destierros. La campaña de la reconquista entre 1815 y 1819 agenciada por Pablo Morillo con su estela de atrocidades iniciadas a partir del sitio de Cartagena en 1815, es un periodo particularmente resonante en la historiografía de las mujeres por cuanto sobre el mismo se construyeron las imágenes de las heroínas y las mártires. El establecimiento del Consejo de guerra permanente, el Tribunal de Purificación y la Junta de secuestros significó el sacrificio de una generación de criollos impactada por las persecuciones, las ejecuciones, el destierro, el exilio. Marta Lux Martelo y Ana Serrano en sus elaboraciones recuperan la presencia y el protagonismo de las mujeres transitando en los espacios públicos con sus peticiones que apelaban tanto a la magnanimidad real o a la justicia republicana para lograr la libertad de sus esposos o hijos, la restitución de sus bienes, o compensaciones económicas ante el empobrecimiento causado por la guerra y las incautaciones de sus bienes4. Martha Álvarez, historiadora feminista de la Universidad de Antioquia buscó el rastro de las heroínas reconocidas en la región como Simona 4 Lux Marta, Mujeres patriotas y realistas. Entre dos órdenes. Discursos, estrategias y tácticas de guerra, la política y el gobierno, Nueva Granada (1890-1930), Ediciones Uniandes 2014. Serrano Ana “Mujeres y conciencia política en el procesos de Independencia”. Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer, Colegio de México 2014

Duque y recuperar y reconocer a otras mujeres, incluyéndolas como heroínas como lo sustentó al referirse a Ana María Rincón, madre de Simona con su historia de insubordinación. Además, es de destacar que se reconstruyeron las acciones colectivas de las mujeres del Cantón, quienes se encargaron de dotar de uniformes y provisiones a los jóvenes que se alistaron en las filas de José María Córdoba. La investigación amplió el conocimiento de la contribución de las mujeres a los procesos de la Independencia desde la perspectiva de género, en los municipios de Cocorná, San Rafael, San Francisco, El Santuario, Granada, San Carlos, el Carmen de Viboral, el Peñol y Guatapé en el Oriente antiqueño. Las charlas en las escuelas y las visitas guiadas al Museo Histórico de Marinilla, está entregando a las comunidades, los resultados de la investigación.5 Desde 1819 hasta 1830 se emprendió la organización del Estado Republicano y se produjo una lenta restauración del orden, incluyendo el orden de género trastornado por las mujeres como ya lo había sugerido Aída Martínez, por cuanto la perturbación política y social hizo posible su participación en la deliberación política, en la resistencia, inclusive para algunas de ellas en la actividad armada. Ante todo, en la asunción de su autonomía frente a las decisiones que demandaban los negocios, la administración de las propiedades rurales y urbanas mientras sus cónyuges se encontraban en el frente. La restau5 Proyecto “Memorias de la participación de las mujeres del Cantón de Marinilla en la Independencia de Antioquia y Colombia”, Premio Iberoamericano de educación y Museos Ibermuseos 2017. Esta región se recupera del impacto del conflicto armado en su territorio.

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ración del orden de género significó la asunción por parte de los Padres de la Patria de una legislación que buscó confinar a las mujeres en el hogar, acompañada de la mitificación del papel de madre y esposa expresada en la figura del Ángel del Hogar y les negó las promesas de sus derechos ciudadanos, logrados hasta mucho después, a mediados del siglo XX. La conmemoración de los 200 años de la Batalla de Boyacá con la que culminó la campaña Libertadora de la Nueva Granada que dio lugar a la formación de nuevos estados modernos, en

Colombia se celebró de manera discreta. El moderado impulso oficial se produjo en un ambiente de relativa indiferencia por la toma de distancia de la ciudadanía respecto a los relatos históricos asociados por lo regular, a la historia oficial que se reeditan. Algunos medios impresos cumplieron con la intención de ofrecer “otros relatos” o “historias no contadas”, que vuelven a los esquemas convencionales de las heroínas y las mártires. La academia hizo lo suyo, con resultados de la investigación renovadores, pero con las dificultades de la divulgación de sus resultados y de diálogos que trasciendan los escenarios académicos.

VTG 13 YO Joey Ledesma Juno Pier, 2019

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Noticias En Otras Palabras ...


Sonia Cárdenas Salazar*

Noticias agosto 2018 - agosto 2019 Extractos de prensa y otros medios de comunicación Agosto La Corte Constitucional citó a una audiencia pública para discutir el conflicto sobre el ordenamiento municipal y los prostíbulos, pero abrió un debate de mayor calado: ¿el negocio del sexo es realmente un trabajo digno o un delito? Con motivo del doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad Nacional a Magdalena León, numerosos medios informativos registran el hecho. Solo el once por ciento de quienes lo han recibido son mujeres. Septiembre Se lanzó el libro “No somos etcétera” de la activista y abogada Elizabeth Castillo. En él registra la historia de la comunidad LGBTI en Colombia. En el Hospital Erasmo Meoz, de Cúcuta, el 63 por ciento de los partos atendidos en septiembre fueron de madres venezolanas. Octubre El Premio Nobel de Paz se otorga al médico ginécologo congoleño Denis Mukwege, por su trabajo de atención y ayuda a víctimas de violencia sexual en la República Democrática del Congo. *

Lectora y editora.

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Desde 1999 fundó el hospital de Panzi, donde ha atendido a miles de mujeres víctimas de violación y ablación genital. Una activista iraquí de origen yazidí, Nadia Murad de 25 años, también recibirá el galardón. El Estado islámico la secuestró y la convirtió en esclava sexual en 2014. Logró escapar y ha dedicado su vida a denunciar los crímenes de ese grupo terrorista contra mujeres y niñas Se revive el debate sobre el imperdonable olvido del país en reconocer la importancia de sus escritoras mujeres. Asimismo, la Biblioteca Luis Ángel Arango lanzó una campaña para que la ciudadanía ayude a alimentar su enciclopedia online, pues de más de 700 biografías actualmente en el aire, solo 57 hablan de mujeres; y de ellas muy pocas escritoras. Los dos únicos países de América Latina que cuentan con una legislación incluyente son Colombia y Uruguay. Acá existe: matrimonio igualitario; adopción por parejas del mismo sexo; marco legal que permite a personas trans cambiar su género en el documento de identidad; la Ley 1752, antidiscriminación; política pública LGBTI, expedida el 7 de mayo de 2018. La investigadora y docente María Alejandra Tejada asume el cargo de asesora de la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Javeriana.


Ha dedicado su vida a la ciencia, la tecnología y la innovación. La consulta anti-corrupción, liderada por Claudia López y Angélica Lozano, logró una votación extraordinaria de 11.600.000 votos, aunque no alcanzó el umbral requerido. La joven sueca Greta Thunberg, de 16 años, lidera desde agosto de 2018, con inmenso apoyo, el movimiento mundial contra la crisis ambiental. La Fundación Friedrich Ebert Stiftung – Fescol en Colombia tiene por primera vez una mujer como directora: Kristina Birke Daniels. María Clara Rangel es la primera mujer rectora de la Universidad El Bosque en sus 42 años; ha sido abanderada de la internacionalización, proyección social, desarrollo tecnológico e innovación. Noviembre Se informa que la senadora por el Distrito 13 de Nueva York, Jessica Ramos, es hija de padres colombianos. La representante por el Distrito 39, Catalina Cruz, nació en Medellín. En Florida fue elegida Annette Taddeo, nacida en Barrancabermeja. También son de origen colombiano Julia Salazar, por Brooklyn; Nathalia Fernández, por Nueva York y Cindy Polo, por Florida. Todas pertenecen al partido Demócrata.

En pleno escenario falleció la artista, música y directora María Isabel Murillo, Misi, quien marcó un hito en las producciones musicales del país por más de treinta años. Diciembre El equipo de fútbol femenino Atlético Huila se coronó campeón de la Copa Libertadores Femenina frente al Santos de Brasil. Yoreli Rincón, su figura más destacada, ha puesto de presente el poco apoyo y la discriminación que reciben las mujeres futbolistas. A partir de las cinco de la tarde del 10 de diciembre comenzó la exhibición de “Fragmentos”, el contramonumento creado por la artista Doris Salcedo con las armas entregadas por las Farc en 2017. Dice la artista: “Fragmentos busca instaurar un espacio radicalmente vacío y silencioso desde el cual generaciones presentes y futuras de artistas podrán exhibir sus obras de arte. … Lo que se busca sería que estas obras simbólicas reelaboren y narren las memorias del conflicto armado colombiano…” La periodista científica Ángela Posada-Swafford, primera mujer colombiana en pisar la Antártida, publica su libro “Hielo”, donde ofrece una bitácora sobre este continente amenazado por el calentamiento global.

Se estrena el documental “Chavela” que hace un retrato detallado de la carrera llena de altibajos y la historia personal de la gran cantante mexicana Chavela Vargas.

Catherine Ibargüen recibe en el principado de Mónaco el premio de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo –IAAF- como la mejor atleta del mundo en el año 2018, superando a mujeres destacadas de Europa y África.

El 28 de noviembre inicia labores la Comisión de la Verdad, integrada por once comisionados. Cinco son mujeres: Alejandra Miller, Marta Ruiz, Lucía González, Ángela Salazar, Patricia Tobón Yagarí.

Ana Roda Fornaguera, filósofa, escritora y abanderada de la promoción de la lectura en el país, asume la dirección de la Biblioteca Luis Ángel Arango y de la Red de Bibliotecas del Banco de la República.

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Piedad Bonnett, escritora y filósofa, publica su novela “Donde nadie me espere”; en ella ahonda sobre las adicciones y deseos de un hombre que trata de recuperar el rumbo de su vida. Enero

2019

Muere en Medellín la profesora e investigadora de la Universidad de Antioquia María Teresa Uribe de Hincapié; escribió importantes libros y fue personaje clave en los estudios de las Ciencias Sociales en Colombia. En Bogotá falleció la profesora de la Universidad Nacional Stella Restrepo Zea, cuya contribución al avance de las Ciencias Sociales ha sido ampliamente reconocida. La escritora antioqueña Rocío Vélez Restrepo murió en Medellín. Fue miembro de número de la Academia Colombiana de la Lengua; integró la comisión de paz en el gobierno Betancur. Algunas de sus obras son: “Guía de literatura infantil”, “La cisterna”, “La tercera generación”, “El diálogo y la paz: mi perspectiva”, “Terrateniente”. La cineasta Daniela Abad estrena su documental “Smiling Lombana”, donde revela la extraña personalidad de Tito Lombana, su abuelo materno, un personaje lleno de luces y sombras, miembro de una sociedad que vivió el narcotráfico intensamente. Daniela había dirigido “Carta a una sombra” (2015) sobre su abuelo paterno Héctor Abad Gómez. Febrero El Gobierno da a conocer los nombres de la Misión de Sabios que redactará el informe-base para la creación de las políticas de ciencia y

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tecnología y el ministerio respectivo, en diciembre. Varias mujeres la integran: Ana María Rey, física; Nubia Muñoz, médica; Camila Loboguerrero, cinematografista; Carmenza Duque, química; María del Pilar Noriega, química; Elizabeth Hodson, fisióloga; Mabel Torres, bióloga; Silvia Restrepo, bióloga; Ana María Arjona, politóloga y socióloga; Sara Alvarado, psicóloga; Federica di Palma, científica británica; Ángela Wilkinson, líder en gobernanza, Reino Unido; Sabrina Sprich, francesa, física; Isabel Magnim, ciencias físicas. Marzo Muere en Bogotá Gloria Zea, cuya importante labor en pro de la cultura se destaca por la creación de la Ópera de Colombia, el Museo de Arte Moderno, las colecciones editoriales de Colcultura, entre otras muchas. Abril La socióloga y antropóloga Lucero Zamudio muere en Bogotá. Fundó y dirigió hasta su muerte la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas del Externado de Colombia y es reconocida su labor para integrar las diversas comunidades étnicas a los estudios universitarios. Muere en Bogotá la abogada feminista Elena Páez de Tavera. Fue miembro de la Unión de Ciudadanas de Colombia y ministra del Trabajo. Mayo Siri Hustvedt, extraordinaria escritora norteamericana, recibe el premio Princesa de Asturias de las Letras, como un reconocimiento a su excelente actividad que funde literatura, filosofía y ciencia, explorando lo psicológico, lo autobiográfico, lo político y la imaginación.


Junio A comienzos del mes la Comisión de la Verdad realizó en Cartagena un encuentro con centenares de víctimas de violencia sexual durante el conflicto. Los testimonios evidenciaron que todos los movimientos armados cometieron esos actos reprochables. Alabama, Georgia, Missouri, Louisiana, son algunos de los estados de EE.UU. que en las últimas semanas de mayo y junio han aprobado leyes antiabortistas para revertir la decisión de Roe vs. Wade, una emblemática sentencia de la Corte Suprema que en 1973 legalizó el aborto en todo el país. En Ciudad de México la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum anunció que de ahora en adelante todos los uniformes escolares en colegios públicos o privados serán neutros: cada niña o niño podrá escoger si usa falda o pantalón, según se sienta más cómodo. Semáforos con mujer: Bogotá estrenará 800 semáforos con la figura de una peatona para indicar cuándo se debe parar o continuar transitando. Se ha abierto un concurso para escoger el nombre de la figura: Cachaca, Prudencia, Electra, Luz, Rola, Tránsito.

desempeñados por mujeres: la presidencia del Consejo de Estado, Lucy Jeannette Bermúdez; de la Corte Constitucional, Gloria Stella Ortiz; de la JEP, Patricia Linares; el ministerio de Justicia, Margarita Cabello Blanco; la vicepresidenta del Consejo Superior de la Judicatura, Diana Remolina. Sale Ángela María Robledo de Cámara de Representantes. La retrospectiva de la pintora Beatriz González en Pérez Art Gallery Museum, de Miami, es considerada la exposición más completa de la artista. En el año 2021 se exhibirá en Bogotá, en la BLAA, después de que recorra otras ciudades del mundo. En el Japón, las mujeres exigen no al uso de tacones en su trabajo: #kutoo se llama la movilización. El 7 de junio comienza en París el Octavo campeonato de fútbol femenino Francia 2019 con 24 equipos. Hay 27 árbitras y 48 juezas de línea. En España los clubes de fútbol Barcelona, Athletic de Bilbao y Atlético de Madrid, integran hombres y mujeres en partidos.

La ministra de Justicia Gloria María Borrero sale del gabinete y es reemplazada por Margarita Cabello Blanco.

Nubia Muñoz Tafur, científica colombiana, posible Nobel, y premio FAAE 2006 por la vacuna contra el virus de papiloma humano dice que nunca pensó tener que enfrentarse a los enemigos de las vacunas. Trabaja sobre cáncer de hígado y estómago.

Magistrada y militar: la mayor del Ejército Cristina Eugenia Lombana Velásquez renuncia a su condición militar para continuar en la Corte Constitucional, después de intensa controversia.

Ana María Rey, física colombiana, ganadora del premio FAAE 2007, suena para Nobel por sus investigaciones en la Universidad de Colorado sobre comportamiento de átomos.

Por primera vez se presenta una situación singular en Colombia. Altos cargos de la justicia son

El Espectador lanza su proyecto Libertadoras, con motivo de los 200 años de la independencia.

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A partir del 2 de junio se exhibe la serie documental “Leonor”, homenaje a la cantante colombiana Leonor González Mina –la Negra Grande de Colombia- en sus 84 años de vida y 63 de actividad artística.

La Corte Constitucional, en un fallo, exige a la Unidad de Víctimas que incluya en el Registro Único de Víctimas a mujeres que sufrieron violencia sexual durante el conflicto armado, sin importar la fecha en que ocurrieron los hechos.

Zanny Minton es la primera mujer, en 176 años, que dirige la importante revista The Economist, desde hace cuatro años. Dice que “espero que llegue el día en que sea perfectamente normal que una mujer dirija un periódico. En realidad, esto es un signo de lo mucho que nos queda por avanzar aún.”

María Cristina Londoño Juan es la primera mujer que preside el Fondo Nacional del Ahorro desde su creación, hace cincuenta años.

La presidenta de la JEP, Patricia Linares, celebra la decisión de la Corte de abrir paso a la exequibilidad de la ley estatutaria, que finalmente firmó el presidente Duque y dice ante la avalancha de insultos: “… también reclamamos el respeto que merecemos como personas y como funcionarios que administramos justicia, lo cual, en mi opinión, pasa por el manejo de un lenguaje propio del debate democrático.” A propósito de la crisis ambiental se exalta el trabajo de Vandana Shiva, de la India, quien desde hace 50 años comenzó a reivindicar los derechos de las mujeres y del medio ambiente. La Asociación Mafapo (Madres de Falsos Positivos de Soacha y Bogotá), integrada por 14 de las 19 madres que iniciaron el movimiento para reclamar justicia y verdad por el asesinato de sus familiares, seguirá activa hasta lograr que se conozca toda la verdad de lo ocurrido. El 11 de junio la Cámara de Representantes de Colombia aprobó por unanimidad, en último debate, la Ley “Ana Cecilia Niño”, homenaje a la mujer víctima del asbesto. La ley proscribe del territorio nacional la explotación, manipulación y exportación de uno de los minerales más cancerígenos del mundo.

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El 10 de junio, de 7:30 de la mañana a siete de la noche, se realiza la acción de duelo monumental “Quebrantos”, de Doris Salcedo, en la Plaza de Bolívar. Busca hacer un homenaje a la memoria de los líderes sociales asesinados entre enero de 2016 y el 25 de mayo de 2019. La Comisión de la Verdad y la Jurisdicción Especial para la Paz, acompañadas de la Embajadora de la Unión Europea en Colombia, el Embajador de Suecia y la representante de ONU Mujeres en Colombia, reciben el martes 18 de junio cinco informes sobre violencia contra mujeres indígenas; lideresas; exiliadas, refugiadas y migradas; afrodescendientes y víctimas de violencia de género. Recogen más de 900 testimonios. La Corte Constitucional recibirá otro documento sobre la situación de las lideresas sociales. El 19 de junio la directora de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, Luz Marina Monzón Cifuentes, hará la rendición de cuentas 2018-2019. La Unidad recibió la petición de varias organizaciones de derechos humanos para realizar una estrategia de búsqueda más eficiente. La Alta Comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, visita a Venezuela para ver, sobre el terreno, la realidad de la situación que vive ese país. Su visita es tanto más importante en la medida en que hace quince años Venezuela no había querido recibir ninguna


organización de derechos humanos. Bachelet anuncia que ONU mantendrá presencia permanente en Venezuela. El 15 de julio dará a conocer el informe final sobre la situación de derechos humanos en ese país. Murió en Bogotá la bailarina Ana Consuelo Gómez Caballero, primera mujer profesional de la danza clásica, quien además creó con su madre Ana Caballero Calderón la escuela de ballet Anna Pavlova en 1961. El 21 de junio, en Tierralta, Córdoba, fue asesinada María del Pilar Hurtado, de 34 años, en presencia de su hijo de 12 años; desde hace varios años había emigrado de Puerto Tejada, Cauca, buscando mejores oportunidades. Su asesinato activa el reclamo por la protección de lideresas en peligro en todo el país. Después de ocho años de estudios la candidata a la Alcaldía de Bogotá Claudia López recibe su doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de Northwestern, una de las 15 mejores de Estados Unidos. Dice que con amor, dedicación y disciplina todo se puede. En España condenan a 15 años de prisión a cinco miembros del grupo La Manada, por violación y asesinato de una joven, en 2016. La Corte Constitucional de Colombia dio vía libre al uso de órganos de fetos abortados. La Corte tomó en cuenta, en especial, el hecho de que un alto número de personas que necesita esos órganos o tejidos para sobrevivir o mejorar su calidad de vida, muera esperando una solución médica. La senadora María del Rosario Guerra se había opuesto a que la Corte estudiara esta cuestión. En Rock al Parque 2019 se presentaron 72 bandas, 20 de ellas integradas por mujeres.

El restaurante de la chef colombiana Leonor Espinosa es reconocido como uno de los 50 mejores del mundo. Se la considera “embajadora del realismo mágico colombiano. Solo cuatro restaurantes de esa lista mundial son dirigidos por mujeres. En un informe del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses se comparan las cifras de homicidios contra mujeres en los años 2017-2018. Aumentaron en un 2,1%. Pasaron de 940 a 960. De igual modo aumentaron los delitos sexuales en un 11 por ciento. También la violencia de pareja, la violencia intrafamiliar y la violencia interpersonal. Un informe de la administración distrital, avalado por expertos y académicos, dice que Bogotá logró reducir el embarazo de adolescentes. La gestación de mujeres entre los 15 y 19 años pasó de 15.379 casos en 2015 a 10.675 en 2018, lo que representa una reducción de 31%. Sin embargo, según el Instituto de Medicina Legal, el abuso sexual es el delito que corta los sueños de las niñas. Colombia Diversa informa que las cifras de violencia hacia personas LGBTI son alarmantes; cada año se reportan alrededor de 110 casos de homicidios por prejuicios relacionados con la orientación sexual o la identidad de género. La activista Elizabeth Castillo ha dicho: “no queremos depender del sistema judicial para que nuestros derechos existan o sean reconocidos”. Julio El Ministerio de Cultura otorgó la Medalla al Mérito Cultural a Patricia Ariza, Santiago García y Carlos José Reyes, promotores del teatro y la cultura en Colombia. Patricia, actriz, dramaturga, gestora, activista por los derechos de las mujeres y la paz, fue fundadora de la Casa de la Cultura,

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del Teatro La Candelaria y es la directora de dos grupos destacados: teatro Alternativo y Mujeres en Escena por la Paz.

reconoce la capacidad pedagógica y el compromiso con la educación en esta compleja área del conocimiento.

Beatriz Quintero, coordinadora de la Red Nacional de Mujeres, menciona en una entrevista en El Tiempo cómo la participación de las mujeres en la vida política y empresarial del país ha abierto campo a temas como el empoderamiento, que antes no tenía cabida en la agenda nacional. La Red trabaja sobre tres ejes importantes: defender los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, incrementar su participación política y disminuir la violencia de género.

Una importante tesis doctoral desarrolló y publicó la economista de la Universidad Nacional, candidata al doctorado en Ciencias Económicas Mayda Alejandra Calderón Díaz, bajo el título “Mujeres y trabajo informal en la ciudad de Bogotá: una aproximación experimental”. Alarmantes datos presenta el estudio sobre 500 mujeres que desempeñan los más variados trabajos en condiciones lamentables.

El 6 de julio se cumplen cuatro años de la “Ley Rosa Elvira Cely” contra el feminicidio. El panorama es desalentador pues se reportaron 315 casos en 2018, y por lo menos cien menores quedaron huérfanos por ese delito. El Dane dio a conocer los resultados definitivos del censo de 2018. Según estos, la población de Colombia es de 48.258.494 habitantes. El 51,2% son mujeres; 48,8% hombres. Es mayor el porcentaje de alfabetismo de las mujeres: 93%; los hombres, 92,1%. La jefatura femenina en los hogares pasó de 29,9% en 2005 a 40,7% en 2018. Carola Rackette, de 31 años, alemana, capitana de la nave Sea-Watch que rescató 42 inmigrantes, tuvo la valentía de desembarcar en Lampedusa, Italia, a pesar de las medidas de seguridad y las amenazas del ministro Mateo Salvini, quien ha dictado una dura ley anti inmigración. Rackette fue detenida y después de seis días una jueza italiana ordenó su libertad. La matemática colombiana Tatiana Toro, investigadora y catedrática de la Universidad de Washington, ganó el premio Marsha L. Landolt, que

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El biólogo e investigador Camilo López Aguirre dice -en su estudio “Mujeres en ciencia latina: paridad de género en el siglo XXI y perspectivas para una Colombia en posconflicto”, publicado por la revista Tapuya: Latin American Science, Technology and Society- que faltan diez años para alcanzar la paridad de género en ciencias humanas, y 150 años en ingeniería. Las jugadoras del equipo de fútbol de Estados Unidos ganaron, por cuarta vez, el Campeonato Mundial Femenino que se jugó en Francia; Holanda fue subcampeona. La capitana del equipo norteamericano, Megan Rapinoe, es un ícono de los derechos de las mujeres contra la actitud del presidente Trump. La Copa Mundial se ha convertido en una vitrina para las jugadoras profesionales, donde exigen mejores condiciones de trabajo. Greta Thunberg, la activista ambiental sueca de 16 años, recibió el Premio de la Libertad de Normandía –que se acaba de crear-, por su acción para crear conciencia sobre la necesidad de actuar contra la crisis climática.


La directora de orquesta María José Villamil, cofundadora de la Fundación Orquesta Sinfónica de Bogotá en el año 2008, dirigirá el concierto de celebración de la Independencia, el 20 de julio. Será un hermoso recorrido por los ritmos de todo el país, con el apoyo del Coro de la orquesta.

Gabriela Ramos, directora de la OCDE, se dará a conocer un estudio de esta última entidad según el cual las economías en las que la mujer participa más en el mercado laboral y tiene mayor nivel educativo crecen mucho más. Por primera vez este foro se realiza en América Latina.

Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, presentó en Ginebra, Suiza, el informe sobre Venezuela. Dice, entre otras cosas, que “los venezolanos merecen una vida mejor, libre de miedo y con acceso a alimentos, agua y servicios sanitarios. Acusa al gobierno de “graves vulneraciones de derechos” y dice que deben revisarse las últimas sanciones económicas a ese país “pues agravan todavía más” la situación que allí se vive.

La bióloga, ambientalista e investigadora Brigitte Baptiste será la nueva rectora de la Universidad EAN. Se retira de la dirección del Instituto Humboldt donde cumplió durante diez años una labor muy importante, reconocida nacional e internacionalmente. Dice que deja un gran centro científico, aunque admite que le faltó trabajar más con indígenas y campesinos. Además, expresa que “la cercanía con el Gobierno me volvió más realista”.

La filósofa húngara Agnes Heller, murió en Budapest el 19 de julio a la edad de 90 años. Sobreviviente del holocausto y una de las pensadoras más influyentes del siglo XX. Sus obras traspasan fronteras de la historia, la sociología y la filosofía en el devenir de los movimientos contraculturales. Interroga la vida cotidiana, el acontecer político, la modernidad y la postmodernidad. Como feminista afirmaba: “Es la única revolución que no considero problemática y es la mayor de nuestro tiempo, porque no es una movilización contra un periodo histórico, sino contra todos los periodos. La única totalmente positiva, tal vez junto al desarrollo de los derechos humanos”.

La Sociedad Interamericana de Prensa-SIP, concede su máximo galardón, el Gran Premio a la Libertad de Prensa 2019, a la periodista Jineth Bedoya Lima. El 5 de agosto muere a los 88 años, en Nueva York, la escritora Toni Morrison, premio Nobel de Literatura 1993. Siempre dijo que su misión había sido dar voz a los que no tienen voz, y por ello se dedicó a luchar contra la discriminación racial, principal eje de su obra literaria.

Agosto Durante el Women Economics Forum, que se reúne en Cartagena, con la participación de lideresas como la premio Nobel Rigoberta Menchú, Gema Sacristán, directora de Negocios del Bid y

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Circe Urania Sencial Gómez:

Un homenaje a su vida, su presencia y su historia El 8 de mayo de 2019 se celebró en el Orquideorama la gala de premiación de la Antioqueña de Oro, reconocimiento para exaltar a las mujeres que con su labor, se han jugado un rol sobresaliente en nuestra sociedad. Las categorías que se evaluaron fueron: Empresarial; Social y Política; Arte y Cultura; Servidora Pública; Educación; Ciencia, Tecnología e Innovación; Mujer Joven Sub – 20; Sembradoras de Paz y Deportes. Contó con la presencia de más de 2300 personas. Se reconoció de manera especial a la Gran Antioqueña de Oro y a cuatro mujeres más a las que se les hizo mención Especial. En 2019 la Antioqueña de Oro, máximo reconocimiento a la gestión de las mujeres de nuestro Departamento, cumple 22 años exaltando a las mujeres líderes y organizaciones que sobresalen y configuran como ejemplos para la sociedad por sus aportes que enaltecen el rol de la mujer. La temática para 2019 fue: Sueños cumplidos. Un concepto que hizo alusión a aquellos

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procesos favorables a las mujeres cuyo impacto evidenció un efecto comprobable, como su nombre lo indica un sueño cumplido. Eso significa que se aceptaron solo las postulaciones de experiencias que denotaron resultados. En esta ocasión, fueron 257 postulaciones de mujeres antioqueñas de cada una de las subregiones del departamento, siendo la categoría Social y Política la que más postulaciones tuvo esta vez.


Al concluir con los nueve galardones Sonia Hada irrumpe y anuncia que tiene otra sorpresa. Algo muy especial: introduce el video de la Gran Antioqueña de Oro sin mencionar su nombre, y diciendo “Damas y caballeros, cuando parece que todo ha terminado debo anunciar que les tengo una última y grandiosa sorpresa. Gobernador, Secretaria, los invito a tomar asiento porque les voy a presentar a una mujer cuyas acciones han trascendido fronteras y tiempos”, presenta el video homenaje a la Gran Antioqueña de Oro 20191, lee el decreto correspondiente y hace entrega del mismo con las siguientes palabras de reconocimiento a su vida, su presencia y su historia: En 1938, en la Clínica de los Ángeles en Medellín, nace Circe Urania Sencial Gómez. Hija de Sofía Gómez Agudelo y Manuel Sencial de la Torre. Una mujer que nos invita a cuidar la vida, vivir en el amor, conservar el lenguaje y la cultura, a defender el ideal de democracia e igualdad, una mujer que, con su fortaleza, visión y disciplina, marcaría el desarrollo de nuestro departamento. Circe, es una de las primeras mujeres en Antioquia en estudiar y ejercer la carrera de ingeniería civil y la única mujer graduada en la promoción de 1963, a los 25 años. Sus cargos más destacados fueron como docente de la Universidad Nacional, jefe de la sección de 1 https://www.youtube.com/playlist?list=PL0KkM246lKhuJPopvLn7 Xld-HzUyux6kP

hidráulica de la Facultad de Minas, Subgerente técnica en el Instituto Colombiano de Energía Eléctrica, Subgerente de Construcciones a nivel nacional, Directora del Departamento Administrativo de Planeación y Servicios Técnicos, Directora del Departamento de Ingeniería Civil de la Facultad de Minas; ha hecho parte de juntas directivas como Empresas Públicas de Medellín, algunas hidroeléctricas y además es miembro activa del Grupo Mujer y Sociedad de la Universidad Nacional de Colombia. Circe Urania, nos muestra el cómo vivir las artes, nos salva, nos conforta, nos hace conscientes del otro, nos enseña a planear el territorio, preservar y cuidar el medio ambiente, cultivar la vida y no destruirla, a desarrollar la ternura y a demostrar, que siendo mujer, en una época en que no era tan sencillo acceder a la educación, pudo hacerlo y demostrar que una mujer profesional y académica, también puede ser cuidadora, proveedora y de avanzada.2 *** Para quienes integramos el Grupo Mujer y Sociedad fue muy grato atender las entrevistas realizadas por la Comunicadora Social Carolina Díaz del Castillo y conocer a través de este premio algunas dimensiones de la vida de Circe, de su trayectoria y sus aportes. 2 Agradecemos a Carolina Díaz del Castillo el envío de los textos anteriores y de los siguientes enlaces:. https://mujeresantioquia.gov.co/ noticias/prensa/jue-05092019-1421-antioquena-de-oro-2019-ganadoras https://www.youtube.com/watch?v=SmRTCkSlCdQ&feature=you tu.be https://www.kienyke.com/noticias/antioquena-de-oro-reconocimiento-liderazgo-mujeres

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Discurso en la ceremonia de otorgamiento del Doctorado Honoris Causa Universidad Nacional de Colombia Magdalena León Gómez*

(Bogotá, 20 de septiembre de 2018) En 1959 fui admitida en esta universidad, la Universidad Nacional de Colombia, para estudiar economía. Mientras adelantaba los trámites de matrícula fui cooptada por la recién creada Facultad de Sociología. El primer semestre adelanté las dos carreras y al final –para decirlo con una metáfora- abandoné la oferta y la demanda de la economía, y me quedé con el estatus y el rol de la sociología. Hice parte del grupo de alumnos fundadores, bajo la batuta de los maestros Orlando Fals, Camilo Torres y Virginia Gutiérrez. Después de graduarme, en 1963, salí del país a hacer mi maestría con una beca, porque en ese tiempo también podría decirse que “ser pilo paga”. Escribí mi tesis de maestría sobre metodología para la medición de las clases sociales. Regresé en 1965 como profesora de la Facultad de Sociología y entre las cátedras que dicté estuvo “Estructura de clases y estratificación social” y el primer artículo

*

que publiqué, en la revista Razón y Fábula, fue una mirada a las clases medias desde la teoría de la dependencia. Escogí esos temas porque en mi formación me enseñaron a mirar la sociedad con los lentes cuasi exclusivos de la teoría de las clases sociales. La forma de diferenciar y clasificar a los individuos y grupos era por su pertenencia a una clase social. Otras diferencias contaban menos o no contaban para analizar, entender o explicar las acciones de cada quien y el curso o acontecer de sus vidas. Esa mirada un tanto estrecha comenzó a abrirse más tarde, en 1971, cuando salí de nuevo del país. Al revisar las novedades bibliográficas en una visita a la librería de la Universidad de Wisconsin, me encontré con varios libros con títulos provocadores, como La mística de la feminidad,

Psicóloga de la Universidad Nacional de Colombia. Investigadora y escritora.

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de Betty Friedan, Discusiones sobre la liberación de la mujer, de Margaret Benston, La dialéctica del sexo: Caso para una revolución feminista, de Shulamith Firestone, y Engels revisitado, de Karen Sacks. El asombroso descubrimiento de esta literatura coincidió con que en el grupo de estudiantes latinoamericanas que nos reuníamos para actividades sociales estaba una española que nos contó, con entusiasmo, que en su país se debatía la formación de un partido político de las mujeres, respaldado por un movimiento feminista. Empecé a sumergirme en la literatura descubierta y, sin proponérmelo, empezó a desvanecerse mi limitada mirada sobre la sociedad que solo veía clases sociales. Esta aventura fue una formación autodidacta, sin cursos ni profesores, sin colegas para compartir ideas ni “grupos de conciencia”, durante un período muy grato de mi vida en el que acariciaba las mieles de una maternidad deseada con mi primera hija y disfrutaba una relación positiva con mi compañero de ruta desde entonces, Francisco Leal. En 1974 regresé a Colombia y tuve la fortuna que una ONG me ofreciera adelantar un proyecto sobre la participación de las mujeres en áreas como la educación, el trabajo, la familia y la política. Pronto asumí la dirección de esa investigación y, en 1977, publiqué mi primer libro, titulado La mujer y el desarrollo en Colombia. Así entré al tema y ahí me quedé. La diferenciación por sexo y, con ello, la división sexual del trabajo, fueron lentes nuevos que abracé con pasión y que pasaron a convertirse en

el eje de mis proyectos intelectuales y académicos. A las categorías de clase, sexo y género, se sumaron otras tales como raza, etnia y opción sexual, para conformar una mirada multifocal que, desde la sociología y los estudios de género, han ocupado más de cuatro décadas de mi vida. Dentro del marco de mujer, género y desarrollo he privilegiado, entre otros temas, el estudio de la división sexual del trabajo de la mujer en el hogar campesino y en el mercado rural de trabajo, y el acceso y control a la propiedad de la tierra de las mujeres rurales en doce países de América Latina, trabajos realizados junto con mi colega Carmen Diana Deere. También me ocupé de un estudio nacional, con el enfoque de investigación-acción participativa, para transformar las condiciones socio-laborales de las trabajadoras del servicio doméstico, y he adelantado trabajos sobre la participación política y el empoderamiento de las mujeres. Las luchas de la década de los años 70 fueron precedidas por el movimiento sufragista a nivel mundial, el cual pretendió el reconocimiento de las mujeres como sujetos plenos de derecho en la búsqueda de ciudadanía. Los logros alcanzados por este movimiento permitieron que en las décadas finales del siglo XX y hasta hoy ampliáramos el abanico de reivindicaciones. Siguiendo a Judith Astelarra y Line Bareiro, evoco seis debates puntuales de la segunda ola del feminismo. Reconocimiento de la igualdad siendo diferentes. Así se rescató la diferencia como valor y también que la igualdad importa entre diferentes y no entre idénticos.

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Acceso al mundo público, en el cual estaban excluidas las mujeres, no sólo por prohibición legal, campo en el que se acotaban avances, sino también por los usos y costumbres.

citó un verdadero reacomodamiento científico, intelectual y político. De esta manera, el género –como categoría analítica– se mostró tan fructífero como lo han sido las clases sociales.

La biología como destino no condicionante de las mujeres para ser madres. Se reivindicó el derecho al control del propio cuerpo –con el eslogan “mi cuerpo es mío”–, a la sexualidad y al placer sexual, a la diversidad de las opciones sexuales y a la decisión de la libre maternidad.

Los aprendizajes y análisis derivados de estos debates mostraron que las sociedades y su organización económica, social y cultural han cambiado históricamente y, sin embargo, en cada caso se ha mantenido la jerarquía entre los géneros y la discriminación. Lo anterior no invalida reconocer cambios importantes en la vida de las mujeres, que son diferentes por regiones, países y grupos específicos.

Identificación del componente de poder que las relaciones entre mujeres y hombres tienen, lo que apunta a la exigencia de la redistribución del poder, la riqueza y la cultura. Existencia de una dicotomía entre lo público (economía, política y cultura) y lo privado (la familia y lo doméstico), que permitió reconocer que el papel de las mujeres en lo privado es importante para el funcionamiento de lo social y lo público bajo el slogan “lo privado es político”. La familia es también una unidad de producción de bienes, servicios y cuidados que descansa sobre el trabajo, no sólo remunerado, sino también en el trabajo no remunerado del ama de casa. Lo anterior llevó al debate sobre el trabajo doméstico y a la reivindicación de la economía y la ética del cuidado. Constatación de que el sexo biológico se construye en géneros sociales, lo cual conlleva a una jerarquía entre lo masculino y lo femenino, y a una desigualdad social. Al género femenino se le asigna un estatus inferior que se traduce en discriminación social. El análisis de género sus-

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Las reivindicaciones de las mujeres posmovimiento sufragista se han traducido en políticas públicas de igualdad de oportunidades y en el surgimiento de nuevas relaciones sociales, económicas y culturales entre mujeres y hombres. ¿Esto significa que se ha acabado la discriminación? No. Sin tapar el sol con las manos se puede señalar que presenciamos aspectos de su derrumbe. Sin embargo, es claro que las conquistas en igualdad formal no bastan para generar igualdad real y de trato. Fue necesario pasar a proponer modificaciones institucionales –aunque pequeñas–, tales como la creación de mecanismos estatales para la igualdad, es decir, que los Estados desarrollen políticas públicas para mujeres y hombres. El reconocimiento de acciones afirmativas en algunos temas forman parte de estos avances. Todo lo anterior va unido a una mayor participación política de las mujeres, al crecimiento de un


movimiento diverso de mujeres y a su inserción en ámbitos de poder público, al desarrollo del pensamiento que ha permitido revisar la legislación sobre leyes de filiación, administración de bienes de la sociedad conyugal, adulterio, delitos contra la libertad sexual, violencia de género, derechos humanos, derechos sexuales y reproductivos, y sistemas electorales, entre otros. Podemos afirmar, entonces, que no hay un campo de la actividad humana que no haya sido en algún momento un ámbito de disputa de los estudios de género. Recibo hoy esta distinción como un reconocimiento al tema que nos ocupa, como reconocimiento a un sinnúmero de mujeres en su diversidad, que desde el movimiento de mujeres y feminista hemos recorrido el camino de las reivindicaciones de los derechos de todas las mujeres. Al mismo tiempo, recibo esta distinción como reconocimiento a la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional y, en especial, a mis colegas y amigas con las cuales hemos trasegado la ruta de generación de conocimiento y formación de estudiantes, para interpelar los paradigmas androcéntricos de las ciencias sociales y naturales. Me siento muy orgullosa con la llegada, por primera vez desde su fundación en 1867, de una mujer a la Rectoría de la Universidad Nacional de Colombia, en la persona de la doctora Dolly Montoya Castaño. Es un honor que sea ella quien me entregue esta distinción. Apenas un escaso 11% de los Doctorados Honoris Causa otorga-

dos desde 1988 han sido para mujeres. Confío que este porcentaje seguirá aumentando. Entre los objetivos de su administración, la rectora Montoya señaló la equidad e inclusión en la diversidad en el sistema de educación superior. La Universidad, mediante el acuerdo 035 del 2012 del Consejo Superior Universitario, y la reglamentación del Observatorio de Estudios de Género de 2016, cuenta con una política institucional que busca una cultura de equidad de género e igualdad de oportunidades para hombres y mujeres. Como lo señaló la profesora Mara Viveros, tal objetivo apunta a que las exigencias a las mujeres sean acordes a las dificultades que enfrentan debido a que las tareas de cuidado no han sido redistribuidas en la sociedad. Igualmente apunta a reconocer “las desigualdades en el acceso a los distintos niveles de conocimiento de la Universidad y el carácter androcéntrico y eurocéntrico de sus culturas académicas” y la necesidad de “revertir la tendencia a la disminución del acceso de las mujeres a la universidad.” Los estudios de género de nuestra Alma Mater, de otras universidades, de la cooperación internacional, de ONG feministas, de las redes de mujeres y de los movimientos de mujeres y feministas de este siglo XXI, se encuentran frente al gran desafío de proponer cambios para el conjunto de las sociedades y para la construcción de nuevas instituciones en lo político, lo económico y lo social. Ya no se trata sólo de terminar la discriminación contra las mujeres –que no se debe olvidar-, sino articular a un discurso democrático para que las mujeres, los hombres y las

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personas con identidades sexuales diversas de las diferentes razas, etnias y clases sociales puedan tener igualdad de oportunidades y participar en las decisiones que afectan sus vidas. En eso estamos en los estudios de género, con propuestas de cambio cultural, de transformación social, de producción científica y simbólica, de desarrollo económico, de gestión, de cambios legislativos y sobre todo, de justicia social y de género en un mundo cada vez más desigual. También son muy importantes las propuestas para la resolución de conflictos, lo cual significa en nuestro país avanzar en el proceso de paz, porque el conflicto armado trajo implicaciones muy significativas para las mujeres y para nuestra sociedad. Quiero agradecer a la Escuela de Estudios de Género por la postulación de mi nombre para esta distinción, en especial a su ex directora y a su directora actual, profesoras Mara Viveros y Dora Isabel Díaz. Hoy especialmente, pero también en los meses pasados, extraño la presencia física de mi amiga Luz Gabriela Arango. Agradezco a la decana de la Facultad de Ciencias Humanas Luz Amparo Fajardo, al Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Humanas, al Consejo Académico y al Consejo Superior Universitario por acoger y seleccionar mi nombre.

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También quiero agradecer a mi familia León Gómez y a todos sus más de cien miembros que, desde el hogar formado por Papito Pato y Mamita Lola, con mucho afecto me han dado la estabilidad emocional que me ha permitido y empujado a navegar en las aguas estimulantes, no siempre tranquilas, de la investigación y la búsqueda del cambio social. Finalmente, quiero agradecer a mi compañero de ruta, Francisco Leal, por el amor y apoyo que me ha dado en mis múltiples aventuras. A nuestras hijas Claudia María y Marta Viviana, quienes me hacen mucha falta en este momento y han llenado mi vida desde que elegí la maternidad, y además han aportado la presencia de Shawn y Chris a la familia. A mis adorados nietos, Siena y Niko, los quisiera tener aquí a mi lado para que con sus ojitos y sonrisas cómplices completaran este gran momento de mi vida. Ahora tienen una abuela con una honrosa distinción que los amará de “aquí a la eternidad”, como ellos me dicen a mí; será una “Abella” revitalizada para seguir adelante en el camino por dejarles un mundo mejor.


Escenas y tras-escenas de las poéticas universitarias: La rectoría de Gerardo Molina 1944-1948* Luz Teresa Gómez de Mantilla** ¡Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Zemí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!

José Martí, Nuestra América, 1891. Escenas y tras-escenas de la poética universitaria pueden leerse y verse hoy en una mirada retrospectiva a la rectoría de Gerardo Molina entre 1944 y 1948, escenas distantes que sin embargo ayudan a comprender la Universidad presente. La escena uno muestra a un joven humanista, brillante y crítico, nombrado como rector de la Universidad Nacional, luego de su paso por el Senado, donde exhibió su carisma, dotado a la vez de fuerza y serenidad. Su propósito es hacer de la institución una universidad moderna

contemporánea verdaderamente pública y laica, que se articule al país y al mundo, y que acoja como universitas la alteridad de posturas múltiples con un talante democrático. En la tras-escena hay revuelo por el despropósito de nombrar a alguien que profesa ideas socialistas (aunque no milita en partido alguno). Se pronuncia la Conferencia Episcopal, escandalizada por el despropósito, y Monseñor Perdomo “esgrimiendo el deber sagrado del oficio sacerdotal” increpa al ministro de Educación Antonio Rocha, quien plantea la autonomía universitaria como el argumento central para la designación. Se reúne entonces el Directorio Conservador en su oposición frenética al gobierno liberal de López Pumarejo, para expresar su inconformidad por lo que es a todas luces un acto contrario al sentido popular católico. Los sectores centristas del liberalismo exaltan las calidades de otro candidato, y estas posturas salen a la escena pública cuando se hacen visibles en El Tiempo y El

* Discurso con ocasión de la Entrega de la Orden Gerardo Molina Ceremonia de Entrega de Distinciones Académicas 2018. ** Vicerrectora de Investigación de la Universidad Nacional de Colombia.

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Espectador, para sumarse a los inconformes, el primero, y avalar la decisión, el segundo. Algunas posturas incitan al estudiantado a una huelga general por el infausto nombramiento. Este era el complejo clima que recibe como contexto al maestro Gerardo Molina al inicio de su gestión rectoral, expresión de las tensiones partidistas, ideológicas y guerreristas libradas desde el período de la Independencia, la “Patria boba” y el rosario de guerras civiles que marcaron el talante nacional, hasta el desangre supremo de la Guerra de los Mil Días y la trágica pérdida de Panamá. El único camino posible era el impulso de la modernización en el territorio y la modernidad en el pensamiento. A esto se dedica con ahínco el nuevo rector con un horizonte de sentido claro para la ruta que debe seguir la Universidad, que tiene que convertirse, según él lo expresa en su informe al ministro de Educación, en: El centro asesor del gobierno, una vez que sea oída con respeto por la opinión pública cuando se pronuncie sobre las grandes cuestiones colectivas y una institución que esté representada como tal en las corporaciones legislativas y técnicas. Reuniendo en ella, como lo hace, a lo mejor de la inteligencia colombiana, en cuanto al presente y en cuanto al futuro en las generaciones en formación, es apenas natural que sea un centro consultado por todos y en el cual se vea lo que es forzoso ver, el núcleo coordinador y orientador de todas las acti1 vidades mentales del país.

1 Jaramillo Jiménez, Jaime Eduardo (2007). Universidad, política y cultura, la rectoría de Gerardo Molina en la Universidad Nacional de Colombia. 1944-1948. Bogotá: Unilibros. P. 9.

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Un sector de importantes intelectuales, formados varios de ellos en la Escuela Normal Superior, lo apoyan en su empeño; sus coterráneos Jaime Jaramillo Uribe y Darío Mesa Chica, pero además Eduardo Umaña, Ernesto Guhl, Orlando Fals Borda, María Cristina Salazar, Virginia Gutiérrez de Pineda, entre otros, quienes precisan en largas discusiones el sentido de la institución universitaria colombiana, que, nutriéndose de exitosas escuelas internacionales, se distanciará de replicar modelos, para escudriñar lo que podría llamarse una “ontología universitaria propia”, resultado de la autonomía y la libertad de cátedra. Vista en la distancia, en la escena se vislumbra entonces un tipo de intelectual nuevo, tramático diría Gabriel Restrepo, que quiere distanciarse de la retórica decimonónica, y que nutrido por los libros, hace diagnósticos, diseña políticas y paralelamente construye teorías, porque también es posible construir conceptos en la periferia tropical. Escena dos. Contando con un campus universitario diseñado en la República Liberal, es preciso diseñar el Campo académico en el sentido bourdieuano del término, no exento de contradicciones, pero que posibilite un camino de formación no solo en las disciplinas tradicionales, sino en la apertura a otras áreas de la ciencia natural y social, a disciplinas por entonces emergentes, para lo que se hace indispensable fortalecer las incipientes comunidades académicas, que sin abandonar su formación específica se abran a la interacción entre ellos y el país, según lo ha definido una política que más que de gobierno es de


Estado, como así lo señalaba López Pumarejo en su mensaje al Congreso de 1935: La universidad en Colombia necesita coordinar todas las Facultades para poder organizarse de acuerdo con la insuficiencia del personal docente y los recursos fiscales. Es por esto por lo que el gobierno piensa unir la universidad en un solo foco, creando departamentos científicos que sirvan a todas las facultades, y en los cuales sea posible adelantar determinados estudios en la medida que aconseje el pensum de cada una de ellas, o hasta donde el estudiante quiera seguirlos profundizando (…) Por su parte los profesores podrán ser mejor remunerados y más preparados para dictar determinadas cátedras a las cuales asistan todos los alumnos (…) por necesidad o afición.2

A la tarea se dan los profesores, los estudiantes, los directores, el cuerpo administrativo. Para hacer realidad el diseño que con trazo firme y sereno lidera el lúcido rector, que autocriticándose comprende que no basta como antes lo defendiera en el Senado, del aumento de la educación pública primaria para alfabetizar al pueblo, sino que lo que ahora es ineluctable es la formación en el más alto nivel, para llevar a los hijos de las clases medias a la comprensión de que lo público no puede solazarse en la autocomplacencia argumental de la erudición, sino propiciar la transformación física y espiritual como fuera propuesto en el Movimiento de Córdoba surgido hace justamente cien años y a cuyas directrices se acogía el maestro Molina.

2

Jaramillo Jiménez. Ibídem. P. 12.

La tarea es inconmensurable, múltiple y a veces esquiva. La Universidad debe formar rigurosamente, debe investigar para encontrar en medio de la maraña de problemas hilos conductores que den jerarquía, que precisen causas, que definan tendencias, que transformen un país de diez millones de colombianos. ¡Una Universidad científica! En este camino —dice el profesor Molina— encuentro muy necesario planificar las faenas de los profesores a fin de evitar las pérdidas de esfuerzos. Sería muy bien, por ejemplo que por un año o dos trabajara un grupo de ellos en el estudio del problema de la alimentación de los colombianos y el incremento de la producción. El instituto de altos estudios (…) podrá ser el medio que racionalizara sus tareas y que les diera un sentido de convivencia pública.3 En la tras-escena se vislumbra el atraso de las fuerzas productivas, las carreteras incipientes bosquejadas apenas al borde del precipicio, la inexistencia de un mercado interior, a pesar de los esfuerzos de los cables colgantes y de los ferrocarriles que empezaron a emerger en el siglo XIX, la población desnutrida, los pueblos sin servicios públicos, las nacientes ciudades sin escuelas suficientes y las élites enfrascadas en peleas intestinas, expresadas diariamente en la prensa leída solo por ellos…

Oteando también emerge el ámbito simbólico, seguido por la superstición y el sermón dominical, por formas de violencia partidista que desde los años de la llamada República conservadora cobraron víctimas en su mayoría en los sectores

3 Gerardo Molina y la Universidad Nacional de Colombia. 2001. Bogotá. P. 103.

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populares.4 Y masas de jóvenes desempleados que migran a los centros regionales cargando su estirpe rural y su ignorancia. Escena tres. No se amilana Gerardo Molina, esgrimiendo de nuevo el principio de la autonomía, diseña un camino hacia la legitimidad, al dar sentido a otra función universitaria vinculada a la formación y la investigación. Sabe que hay una estrategia acertada: la integración con la nación, como función universitaria que genere el conocimiento que el país requiere y esto no es algo exótico e imposible, pues está probado que puede hacerse, como queda registrado en el periódico El Liberal en su balance sobre la administración de Molina: “La Universidad Nacional se empeña en no vivir al margen de las preocupaciones y problemas del país. Sus arquitectos acaban de exhibir en la Biblioteca Nacional un plan de modernización de Bogotá, que hace pleno honor a sus capacidades técnicas y a sus desvelos por darle a la profesión un claro tinte de beneficio colectivo. Sus médicos se preocupan más en sus recientes trabajos de tesis por estudiar las enfermedades tropicales, las endemias que afligen a nuestro pueblo, que las dolencias agotadas por la investigación de sabios y eruditos profesores europeos. También los ingenieros tienen en mientes las necesidades imperiosas de los transportes nacionales, de las obras de irrigación de vastos territorios, más que las especulaciones de los materiales del puente de Brooklyn. Y lo mismo podemos decir de los abogados, atentos a solucionar desde los bancos universitarios los problemas sociales y económicos”.5 4 Véase: Guzmán Campos, Germán, Fals Borda, Orlando y Umaña Luna, Eduardo (1962). La violencia en Colombia. Bogotá: Ediciones Tercer Mundo. 5 Jaramillo, ibídem, pp. 15 y 16.

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La vinculación estrecha con los diversos sectores sociales tiene el sentido de reciprocidad mínima, luego de que los estudiantes de la Universidad Nacional se han formado con los recursos de todos los colombianos. Así los currículos se diseñan más allá de las teorías en un proyecto sociocultural que involucra intertextualmente diversas disciplinas. Las tareas universitarias son evaluadas entonces por el rector. Si los fines son la formación de profesionales de alta calidad, el fomento a la investigación, la ampliación de la cultura y la difusión de la misma, puede probarse la competencia de los egresados, en el contacto establecido con profesionales extranjeros. Recalca también en su informe: “Nuestra universidad puede enfrentarse con éxito a cualquier crítica (…) Se ha ocupado el gobierno universitario de desarrollar la investigación, así como la política de la vinculación de docentes de tiempo completo”. La fundación de la Facultad de Ciencias Naturales y del Instituto de Filosofía aparecen entonces como ideas rectoras, la propuesta para atraer al Alma Mater al Instituto Etnológico y al Caro y Cuervo sientan las bases para una Facultad de Ciencias Humanas y Económicas. También se ven fortalecidos en la escena los espacios académicos de Medellín, Manizales y Palmira, vislumbrando la importancia de una política de Sedes que fortalezca la presencia nacional de la Universidad.6

6 Gerardo Molina y la Universidad Nacional, ibídem, p. 14


En la tras-escena, una situación de entusiasmo se mueve entre el estudiantado, formado rigurosamente y preocupado por el país. Elaboran tesis cuidadosas sobre el paludismo, investigan sobre medicamentos, diseñan la Campaña antituberculosa, prueban los materiales en los laboratorios. Los egresados se vinculan muy prontamente a ministerios e institutos; las calles del centro bogotano se llenan de caras jóvenes que discuten y leen. Se potencia entonces la industria editorial de la que la Universidad Nacional no se exime, con sus publicaciones, cursos radiales en colaboración con la Radiodifusora Nacional y en especial, con la edición de la Revista Universidad Nacional, en 1944, en la que se divulgan los resultados de sus investigaciones y reflexiones; así como la participación de estudiantes en intercambio con universidades latinoamericanas, en lo que Gerardo Molina llama “turismo espiritual”.

Escenas del pasado, historia universitaria cumplida, documentos, reseñas, fotos en color sepia… Pero también en la tras-escena pueden decantarse en el conjunto de la gestión rectoral de Gerardo Molina cuatro poéticas estructurales de esa universidad moderna que él perseguía.

Escena cuatro. La Universidad disfruta un estimulante clima cultural, que modifica la vida citadina, rigurosa y ascética. Se crea el ballet, el orfeón y el teatro universitario. Los conciertos de la Orquesta Sinfónica invaden los relucientes auditorios y educan como público a los estudiantes provenientes de provincia y a los ciudadanos del común que encuentran en la Ciudad Universitaria otro tipo de rituales de interacción, que generan formas nuevas de representación y de pregunta, que a su vez se expresan en prácticas y habitus universitarios, fedatarios de otro nomos, que ha ampliado el espectro de las prácticas universitarias al superar la dicotomía entre lo culto y lo popular, lo sagrado y lo profano, cumpliendo la tarea que con Ranciere podría calificarse como un nuevo “reparto de lo sensible”.

Han pasado más de siete décadas de este programa. La Universidad es distinta, el país es otro, y sin embargo hoy podemos insistir en su vigencia. Ahora que se clama por el presupuesto público universitario, ahora que se diseña la nación del post-acuerdo y se construye con tanta dificultad la paz, ahora que se requiere conocimiento propio, principios éticos y respeto por la alteridad, podemos entender, como en un Atlas Mnemosyne que recoge el pasado en el futuro, la agudeza de la visión estratégica de un universitario integral: Gerardo Molina Ramírez, quien comprendió la tarea política en el profundo sentido de la poiesis y la transformación de las prácticas.

1. La poética de la autonomía, como concepción política pública y estatal. 2. La poética del conocimiento riguroso, como episteme que requiere un país inundado de opiniones. 3. La poética de la legitimidad por el traspaso con la nación y sus problemas acuciantes. 4. La poética de la sensibilidad que devela las tramas ocultas de lo humano y estimula pactos tácitos por lo común.

De este legado somos responsables como universitarios y constituye para mí el mayor honor y

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reconocimiento en casi cincuenta años de vida universitaria, ser portadora de él en la Orden Gerardo Molina que ahora ostento.

de Integración-Interacción en doble vía, pues no somos los académicos los únicos generadores de saberes.

La recibo comprendiendo que la labor que en ella se reconoce, fue gestada en colectivo con otros profesores y profesoras de todas las facultades de la Sede Bogotá, con estudiantes de prácticas de diversas carreras y comunidades de ciudadanos que encontraron en el Programa Interdisciplinario de Apoyo a la Comunidad, PRIAC (1988-2008), un espacio para concebir la Extensión como función universitaria, que genera conocimiento, para diseñar Programas universitarios que integrando las funciones misionales contribuyan desde la Universidad a transformar los álgidos problemas nacionales, y que logró con sus documentos, debates y encuentros interuniversitarios incidir en las políticas universitarias nacionales, al entenderla como función

Tal vez se reconozca también en este homenaje a una generación de profesores y profesoras que ha confiado y defendido lo público y que en nuestro ineluctable vínculo con el mundo, ha privilegiado la relación entre América Latina, este subcontinente de mixturas e hibridaciones, de mestizajes e interculturalidad, que fue exaltado por el maestro Molina también en su programa para la Universidad Nacional.

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Lo reconocemos entonces, poéticamente, en la voz de Martí como Padre sublime, que regó la semilla de una nueva Universidad Nacional, Política y Científica que es menester cultivar como un importante topos de la Espiritualidad de la Nación.


ONU Mujeres recomienda a Colombia acciones para el empoderamiento femenino* ONU Mujeres hizo hoy seis recomendaciones a Colombia para lograr mayores avances en el empoderamiento femenino y mejorar sus condiciones de vida, en un informe entregado al Gobierno del presidente Iván Duque. “El Informe Nacional El Progreso de las Mujeres en Colombia 2018: Transformar las economías para realizar los derechos” presenta avances, limitaciones y oportunidades para el empoderamiento económico de las mujeres, su incorporación a los mercados y su participación en el desarrollo económico. Así lo afirmó a Efe la representante de ONU Mujeres Colombia, Ana Güezmes, quien explicó que entre las recomendaciones que le hacen al Gobierno está la necesidad de crear más y mejores empleos para las mujeres.

También se debe enfatizar en mejorar los sistemas de protección, contener los efectos adversos de la desaceleración económica, reconocer y redistribuir el trabajo de cuidados no remunerados, fomentar las relaciones igualitarias y que la maternidad sea una opción. Güezmes recalcó que “hay que generar mucho más empleo de calidad, más empleo formal” y que en otros países ha resultado positivo “incrementar el salario”. Subrayó que “contener los efectos adversos de la desaceleración económica” es importante porque es necesario que se garantice el gasto social. “Desde ONU Mujeres estamos haciendo un gran llamado a generar presupuestos públicos con enfoque de género, a mejorar los recursos

* https://www.eldiario.es/sociedad/ONU-Mujeres-recomienda-Colombia-empoderamiento_0_823468904.html

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fiscales para que sean redistributivos”, apostilló Güezmes.

las mujeres está estancado en materia de participación laboral”, aseguró Güezmes.

La representante de ONU Mujeres Colombia insistió en que el informe hace una serie de recomendaciones concretas pero que lo que se le dice al Gobierno es que hay oportunidades de progreso, sobre todo porque hay presencia de mujeres en educación superior.

Recalcó que el informe se realizó con base a datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), a partir de los cuales se hace un análisis de escenarios sobre la situación actual de las mujeres en la economía.

“Hay talento, hay capacidad, el país tiene una legislación y una institucionalidad que permite hacer este cambio, pero que hay que dar pasos más acelerados porque el empoderamiento de

Con las recomendaciones se busca cerrar las brechas de género y ampliar el potencial de las mujeres colombianas, de tal forma que la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se materialice en el país.

VTG 4 Camuflaje, La Pintada, Antioquia Milena Arango García 2017Juno Pier, 2019

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Las mujeres y los libros


Conxa Llinàs Carmona

Todo empezó en una sobremesa

A propósito de Memoria, feminismos y movimientos de mujeres. Conversaciones de Conxa Llinàs con Lola G. Luna. Edicions Universitat de Barcelona, 2017. Muchas veces se ha comparado la lectura de un libro con un viaje, con la aventura de recorrer un trazado, de avistar paisajes desconocidos, conocer a personas diferentes, en definitiva, vivir una historia aunque sea en diferido. En este caso, mis conversaciones con Lola G. Luna me han llevado desde Valdepeñas, un pequeño pueblo de Jaén, a varios países latinoamericanos, Colombia, Perú, Argentina, Cuba, Brasil, Argentina, Nicaragua, Chile, Bolivia, Uruguay, pasando por Madrid, Barcelona y Marinaleda, localidad sevillana, donde se inició una experiencia de poder popular en 1979 que aún perdura. Nuestro itinerario estaba marcado por el feminismo, las distintas corrientes que lo habitan, las asociaciones y los movimientos de mujeres, la discusión teórica, la memoria oral, el conocimiento de las lideresas, la documentación vídeo gráfica, las iniciativas en el mundo académico… Todo empezó en una sobremesa, como suelen empezar muchos viajes, en el Port Olímpic de Barcelona, cuando Lola me dijo que estaba escribiendo una Memoria biográfica para su página web, pero que se encontraba un poco estancada. Pensé en lo que acababa de decir y me ofrecí

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para ayudarla, intuyendo que, por su activismo político y su trabajo como americanista, sería muy interesante hacerlo. Al cabo de un tiempo, volvíamos a estar sentadas delante de una mesa elaborando el proyecto de unas largas conversaciones -duraron tres años- en las que abordaríamos muchos temas: infancia, adolescencia, estudios, compromiso feminista, viajes a Latinoamérica, artículos, libros, vídeos, trabajo editorial y académico. Acordamos que iríamos cubriendo etapas a partir de unos recuerdos biográficos para luego centrarnos en el material publicado, cuya característica más sobresaliente era la producción de 33 vídeos. La primera etapa de nuestra travesía está marcada por sus experiencias vividas durante los años de la Transición democrática, en que el movimiento feminista emerge en las calles de Madrid y Barcelona, sobre todo en las Primeres Jornades Catalanes de la Dona (mayo de 1976), en el Paraninfo de la Universidad de Barcelona. De aquí surgirán diversos grupos con objetivos claramente políticos de transformación feminista de la sociedad, como LAMAR (Lucha Antiautoritaria de Mujeres Antipatriarcales Revolucionarias. También fuente de vida y naturaleza), en el que Lola militó. El grupo practicaba el método de la autoconciencia y, durante unos años, tuvo una intensa actividad. Sus planteamientos quedaron fijados en una lúcida Declaración de 1977, recogida por Amparo Moreno en su libro, Mujeres en Lucha. En 1978, fruto de su compromiso con las mujeres, Lola participa en la primera Comissió contra les agressions a les dones de la Coordinadora Feminista de Barcelona y, en 1979, se implicó en la apertura del Casal de la Dona, espacio de

encuentro y debate entre mujeres. También participó en las Asambleas de feministas independientes, que llegaron a organizar seis Encuentros estatales (1980-1986). Ser pájaro y volar es como se identifica Lola G. Luna en el documental ¿Desenfocadas o el contrapunto de la subjetividad fílmica? de Verónica Díaz Constanti, Teresa Bodí Herrero y Claudia Moena Vara (2006), y su vuelo es hacia Latinoamérica. Desde los Andes pequeños, como ella dice refiriéndose a su paisaje natal de Valdepeñas, a los Andes latinoamericanos, tunjanos, donde llegó en 1971 y vivió durante dos años como profesora de la Universidad de Tunja, y bogotanos, donde residió largas temporadas a lo largo de treinta años. Esos nuevos paisajes se enriquecieron con el conocimiento de los movimientos de mujeres, de las asociaciones pioneras, de sus lideresas, de la creatividad teórica y práctica. El amor a Latinoamérica, y especialmente a Colombia, se encuentra en todas nuestras conversaciones. Es un sentimiento contagioso, lleno de admiración a sus gentes, a su manera de hablar, sus comidas y sus paisajes. Sin darme cuenta, a través de sus relatos, yo también me iba enamorando “de oídas” de Colombia, país que no conocía, hasta que en 2018 tuve la oportunidad de presentar este libro en la Universidad Nacional de Bogotá y en la Universidad del Atlántico, en Barranquilla, experiencias inolvidables que atesoro. En 1985 comienza su producción de vídeos que finaliza en 1994. Dedica siete a Colombia. Entre ellos, quiero destacar un reportaje sobre la Casa de la Mujer en Bogotá, realizado en 1986, espacio feminista emblemático que continúa en

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plena actividad, como así lo demuestra el vídeo realizado por la Escuela de Estudios de Género de Bogotá, La Casa de la Mujer, de 2016. En el mismo año, graba una interesante entrevista a Magdalena León Gómez, acerca de sus trabajos de investigación sobre la mujer rural (1973) y sobre las mujeres que trabajan en el servicio doméstico que, generalmente, provienen del medio rural. Es un premonitorio reconocimiento de su merecido título de Doctora Honoris Causa, otorgado en 2018 por la Universidad Nacional de Colombia. En este sentido, el quehacer de Lola G. Luna por visibilizar tanto las asociaciones pioneras como los referentes individuales, es fundamental para salvaguardar el legado político de las mujeres feministas.

Rafaela Vos. Fue realmente un lugar de encuentro en que se produjo un intercambio de ideas e iniciativas, de enorme riqueza, entre mujeres de ambos continentes comprometidas con los Estudios de Género. En este aspecto, conviene señalar que Lola G. Luna organizó el primer Programa de Doctorado interdisciplinar e interuniversitario, con perspectiva de género, del estado español, con dos ediciones en los años 1989-1993 y en 1993-1994. Por último, resaltar su dedicación en la articulación de las Cruïlles (encrucijadas), jornadas de debate con participación latinoamericana y, en todas ellas, con presencia de mujeres colombianas: Gabriela Castellanos, Silvia Mejía, María Gloria Henríquez, Gloria de los Ríos, María Himelda Ramírez, Vera Grabe.

En cuanto a sus publicaciones, además de sus libros como autora, coordinadora o compiladora, y sus artículos, que tratan diversas temáticas del feminismo, destacaría su trabajo como editora de Hojas de Warmi, una revista que apareció en 1991 y continúa, desde 2012, en formato digital. Hojas de Warmi contó con muchas colaboradoras de ambas orillas del Atlántico, imposible nombrarlas a todas. En el Consejo Asesor, estaban, por parte de Colombia: Norma Villarreal y

Volviendo al inicio, a la metáfora del viaje, querría concluir dando las gracias a Lola G. Luna que, con su personalidad y su extensa obra, construyó, y sigue construyendo, puentes entre nosotras que hacen más fáciles los vuelos transoceánicos. Caminos que nos acercan y que empezamos a reconocer yendo y viniendo, transitando espacios comunes y compartiendo afectos, propuestas e ideas para cambiar la historia de las mujeres.

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Angélica Bernal Olarte

Setenta años de El Segundo Sexo Un pasado que ayuda a leer el presente Podría pensarse que empezar un comentario sobre los setenta años de la obra El Segundo Sexo de Simone de Beauvoir con su frase más emblemática es una completa falta de imaginación; sin embargo hay pocas sentencias que condensen de una manera tan poderosa el contenido filosófico y político de una obra como la famosa “No se nace mujer, se llega a serlo”. Esta frase ha alimentado una monumental cantidad de obras que la acogen y profundizan, que la critican y deconstruyen, que la condenan o la declaran inmortal. Una de sus lectoras más recientes y célebres, Judith Butler, interpreta ese “No se nace mujer, se llega a serlo” como “una nace su sexo, pero llega a ser su género” y desde ahí construye una densa crítica que de manera muy esquemática puede sintetizarse en que para la filósofa francesa los géneros están producidos por la cultura, lo que Butler considera limitado ya que incluso el sexo es un producto: no hay naturaleza en el ser genérico, porque incluso su supuesto carácter natural o biológico en la actualidad, proviene de una lectura cultural, social y de la dominación sobre los cuerpos.

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Butler señala en la obra de De Beauvoir una cierta esencialización del ser mujer, premisa por lo menos problemática en tanto toda la obra de la francesa es un intento precisamente por desnaturalizar lo femenino, por ubicar en contextos históricos, sociales y culturales la experiencia del ser mujer y por tanto desvirtuar la idea de una esencia femenina. De Beauvoir devela el carácter construido del ser mujer y denuncia la supuesta “esencia femenina” como un instrumento de opresión sobre las mujeres. Esta polémica no es menor en tanto El Segundo Sexo como obra iniciática para muchas feministas se ocupa de evidenciar cómo las sociedades patriarcales mediante diversos mecanismos condenan a los sujetos mujeres en plural a ser “mujer”, y la lectura butleriana parece en ese sentido, un intento autojustificatorio de su obra a partir de una mirada interesada sobre el clásico. La búsqueda butleriana de los mecanismos mediante los cuales el sexo se produce, la lleva a un terreno común con De Beauvoir: el cuerpo (por tanto el sexo) no es naturaleza sino que es situación, es decir, “un campo de posibilidades interpretativas”, o un “peculiar nexo entre la elección y la cultura” (López Pardina, 2019). En esos términos el cuerpo es un producto social y cultural, parcialmente elegido, mayormente impuesto. Hay entonces más cercanía entre De Beauvoir y Butler de lo que ésta última reconoce. Butler interpreta el «no se nace» como la premisa de que ser mujer es un proceso marcado por el poder y la opresión, asunto que precisamente De Beauvoir evidenció y desmontó al documentar las lógicas de la opresión sexual y el carácter cultural del supuesto “eterno femenino”. En otro apartado de su obra De Beauvoir se pregunta ¿Qué es una mujer?, a lo que responde

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en primera persona singular: «Yo soy una mujer» (Femenías, 2008). Para Butler esa expresión identitaria es motivada por una intención de presentar un sujeto transparente de representación política, lo que supuso que el feminismo en casi setenta años ha asumido la categoría “mujer” como el sujeto de la lucha política feminista, como una identidad “cerrada”, razón por la cual algunas voces señalan a la filósofa francesa como una de las mayores exponentes del feminismo ilustrado, hegemónico, blanco, eurocéntrico. ¿Qué pasa si la pregunta se la hace una mujer del sur global, racializada y explotada? Si se pregunta ¿qué es una mujer, podrá responder en primera persona singular: «Yo soy una mujer», o tal vez ese es un privilegio para las generizadas mujer blanca, del norte global? ¿Son esas categorías pertinentes y pervivientes hoy en día? No podemos olvidar que en otro contexto y mucho antes que la francesa, Sojourner Truth, nacida en la esclavitud en el Estado de Nueva York, en un potente discurso después de obtener su libertad en 1827 se preguntaba ¿No soy acaso una mujer?, como denuncia del racismo imperante en las luchas por la igualdad de las mujeres, incapaces de incluir entre sus banderas las de la mujeres negras esclavizadas. Este debate de enorme vigencia nos cuestiona acerca del sujeto de la lucha feminista que no puede abstraerse del momento político en el que la pobreza, el hambre, la violencia y la negación de la diferencia y del conflicto requiere un sujeto de lucha múltiple y complejo. Los poderes que se enfrentan no amenazan sólo la libertad en términos beauvoirianos, de las mujeres, sino que amenazan la existencia misma de la gente racializada y empobrecida. Hombres y mujeres mueren por docenas diariamente en las fronteras, en los mares, en los barrios empobrecidos porque


eso sirve al capitalismo global. De Beauvoir en su posición de europea a mediados del siglo XX y a final de la Segunda Guerra Mundial no pudo escapar del prejuicio blanco, y tampoco oyó los reclamos histórico de mujeres en posiciones de subalternidad no sólo por cuestiones de género sino raciales y geopolíticas, pero sí reflexionó sobre la relación opresor y oprimido, y tuvo la claridad para subrayar el problema de la responsabilidad que nos cabe a las propias mujeres en las relaciones de opresión. En su trabajo afirmó “el opresor no sería tan poderoso si no tuviera únicamente cómplices entre los mismos oprimidos”, frase que nos recuerda también a las feministas que nuestra lucha ha cuestionado un mundo generizado y desigual pero también ha dado aire a otras formas de opresión como el racismo, el clasismo y el heterosexismo. Femenías (2008) en su rigurosa y amplia obra, señala que uno de los legados más vigentes de la obra de De Beauvoir, es el reconocimiento de que a pesar del contexto de violencia y sobre todo de opresión, “es preciso impedir que la tiranía y el crimen se instalen triunfalmente en el mundo; la conquista de la libertad es su única justificación y, por tanto, oponiéndose a aquellos, debe mantenerse de una manera viva la afirmación de la libertad” (De Beauvoir, 1956: 149). Pero no una libertad como absoluto o en abstracto: una libertad sustentada en la generalización de condiciones de vida dignas para todo ser humano. La libertad no es posible en medio del hambre o la violencia. Para esta autora la libertad no es un inmaterial o ideal sino que se configuran históricamente en condiciones concretas de allí que ni la dignidad, ni la libertad, ni la igualdad o la justicia se consiguen de una vez y para siempre.

Una lectura hoy de El Segundo Sexo encontrará aspectos críticos y debatibles, encontrará anacronismos y eurocentrismos, pero incluso desde ahí sigue siendo fuente para la lucha actual. Historiadoras/es nos han enseñado que entender el presente requiere conocer el pasado y que nuestras lecturas desde el presente re-significan el pasado, así como el pasado nos ofrece claves para comprender el presente. Es por ello que revisitar una obra como El Segundo Sexo es un paso necesario en la formación de las activistas feministas y tal vez de todo aquel sujeto que crea en la necesidad de cambios sociales y de justicia social. Esta filósofa hace parte de los clásicos de la filosofía no sólo feminista y su lectura es necesaria en tanto las nuevas luchas deben reconocer los caminos andados para evitar el riesgo de volver a descubrir lo ya descubierto.

Bibliografía Femenías, M. (Julio - diciembre de 2008). Simone de Beauvoir. Contribuciones de una filósofa. La manzana de la discordia, 3(2), 7-15. López Pardina, T. De Simone de Beauvoir a Judith Butler: el género y el sujeto. Obtenido de Revista Temas el 28 de de junio de 2019): http://roderic. uv.es/bitstream/handle/10550/46341/101107. pdf?sequence=1 Smaldone, M. (2015). Butler: narrarse desde la opacidad. Ecos de la moral existencialista beauvoiriana. En M. L. Femenías, & A. Martínez, Judith Butler: Las identidades del sujeto opaco. 291 páginas. La Plata: Universidad de la Plata.

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Florence Thomas

No se nace mujer, se hace mujer Esta pequeña frase de la gran Simone de Beauvoir (1908/1986), tiene setenta años y se volvería muy rápidamente emblemática de las feministas, por lo menos de las feministas de mi generación. Una frase que nos iba a cambiar la vida y que, aun hoy, sigue generando debates pues para mucha gente, muchos grupos religiosos, muchos ideólogos de la extrema derecha, uno nace mujer y punto. La biología, la naturaleza nos determina y punto. Nacer mujer es nuestro destino y punto. Y hoy sabemos que si bien se nace mujer, es la historia, la cultura que construye nuestra feminidad, nuestra identidad y nuestra manera de ser mujer. Simone de Beauvoir nos permitió empezar a pensar que era posible, por consiguiente, transformar las condiciones de nuestra opresión. Después de Virginia Woolf que nos entregó este tan bello cuarto propio, este cuarto para pensar, escribir y alejarse del ruido de la domesticidad para empezar a existir, Simone de Beauvoir nos permite repensar el capítulo de la identidad, de la autonomía y del papel de la cultura en nuestro devenir mujer. Dos mujeres emblemáticas para

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el Grupo Mujer y Sociedad, dos mujeres que reconocemos como madres simbólicas, dos mujeres que nos entregaron una herencia que ninguna feminista hoy, creo yo, puede rechazar. Simone de Beauvoir y su goce del afuera. Ella nunca extrañó el adentro, debatía y escribía en los cafés parisienses, vivía la noche, recorrió las calles de muchas ciudades y muy particularmente las calles de Paris acompañada del filósofo Jean Paul Sartre, respirando los dos este ambiente de existencialismo que reinaba en la década de los años 60 en Francia. Nunca Beauvoir y Sartre tuvieron un espacio común y siempre prefirieron los espacios anónimos y abiertos. Y en su encuentro amoroso e intelectual, construyeron los dos un pacto que nunca se iba a romper a pesar de no significar exclusividad. Simone así reinventó la vida de millones de mujeres. Y una se hace mujer con la certidumbre de que la biología, si bien sabemos y hemos reconocido que tiene algún papel, no justifica los viejos


estereotipos que siguen marcando nuestro acontecer. Incluso grandes filósofos hombres (insisto, hombres) lo reconocieron hace ya muchas décadas. Cuando hablaban de las mujeres, Cioran narraba una larga historia de esclavitud, Michel Foucault se refería al disciplinamiento, silenciamiento y control y Pierre Bourdieu hablaba de dominación, por no citar sino estos tres. Igualmente historiadores y antropólogos de la época reconocieron que la cultura y la historia de cada uno, de cada una, son los grandes determinantes de nuestras vivencias. Y sí, una se hace mujer confrontando los dictados y mandatos de su época, resistiendo ante la imagen de una mujer madre, milagro de vida, bastión doméstico y fisu-

rando profundamente los cimientos de una identidad femenina constreñida en los moldes de la cultura patriarcal. Simone de Beauvoir sería hoy muy seguramente una figura apasionada en los actuales debates relativos al género, al “género en disputa” o al “género líquido” de Judith Butler. Por cierto recibió críticas de mucha gente, feministas o no feministas quienes se olvidan que “El segundo sexo” fue publicado en 1949, hace setenta años... y que su autora tendría hoy 111 años. Simone de Beauvoir tuvo el coraje de enfrentarse a un tenaz muro patriarcal que nos quería y nos necesitaba como dios manda.

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María Eugenia Martínez

Yo seré la última

Historia de mi cautiverio y mi lucha contra el Estado Islámico. Nadia Murad. Plaza y Janés. Colombia, 2018. Es increíble el salto histórico de esta valerosa joven, formada en el seno de una familia yazidí residente en Kocho, Irak. Ella habla y rompe el silencio sobre su transición personal y cultural que supone más de veinte siglos de historia y que dio en menos de una década. De una condición de protección familiar, aislamiento regional y adoctrinamiento religioso llegó a ser abanderada de la libertad y la dignidad orientada por la concepción de los derechos humanos tanto de las mujeres como de las minorías religiosas, en el contexto de las incertidumbres del siglo XXI.

Leer el testimonio de Nadia Murad, nominada al premio Nobel de Paz en 2017, es penetrar en los eventos más crueles y violentos que aún subsisten en el mundo contra las mujeres, pese a la supuesta abolición de la esclavitud femenina.

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Yazidí es una de las religiones monoteístas que aún subsiste; está conformada por, aproximadamente, un millón de personas en el planeta y es propagada por vía oral y exclusivamente masculina. El mencionado grupo religioso fue sometido y asesinado brutalmente por el Estado Islámico (EI). Una muestra de las prácticas del EI se puede ver en la siguiente directriz sobre la retención de prisioneras y esclavas: “Está permitido mantener relaciones sexuales con una esclava que no haya alcanzado la pubertad si es apta para el coito… Está permitido comprar, vender o regalar a las prisioneras y esclavas, puesto que no son más que una propiedad” (p.12). Y Nadia fue sometida a toda clase de bajezas de las que logró, no solo liberarse, sino también comprometerse a trabajar por su libertad.


María Eugenia Martínez

Una Educación

Tara Westover. Penguin Random House, Grupo Editorial. Colombia, 2018. Al otro lado del mundo, ya no en Oriente, sino en Occidente, en Idaho, Estados Unidos, la tierra del sueño americano, alejada de la vida moderna, otra mujer nos narra su vida y su lenta transición hacia la libertad, su tránsito hacia la construcción de sí misma, las pequeñas escalas que inteligente y pacientemente recorre a lo largo de su vida. Nacida en el seno de una familia mormona, bajo la tutela de su padre y hermano, con el consentimiento de su madre, es sometida a la violencia, bajo el pretexto de protegerla; es obligada al trabajo forzado, es limitada y restringida con culpabilidad a acercarse a los servicios médicos y educativos que ofrece la sociedad moderna. Cuando pequeña comentó: “quiero ir a la escuela”, la respuesta de su padre fue: “en esta familia obedecemos los mandamientos del Señor”(p.106). Leer a Tara, hoy profesora de la Universidad de Harvard, es aproximarse a una vida llena de rupturas emocionales y corporales, múltiples curiosidades, una tímida búsqueda de oportunidades y nuevos ideales, que inciertamente ofrece la vida en los inicios del siglo XXI.

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María Cristina Suaza Vargas

Las mujeres y la lucha por sus derechos Nueva colección en el Archivo General de la Nación Bogotá, agosto de 2019

Queridas amigas de la Revista En Otras Palabras: Para contarles que el 19 de diciembre de 2018, el Consejo Nacional de Archivos de Colombia creó la Colección Las Mujeres y la lucha por sus Derechos en el Archivo General de la Nación, AGN, pero solo se oficializó el 7 de marzo de 2019. Allí, en el lugar que guarda la memoria de la sociedad colombiana, se reunirá la memoria documental de la historia de las mujeres y las mujeres en la

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historia de Colombia. Sus luchas, logros y reivindicaciones. No fue fácil. Transcurrieron cuatro años y medio desde que Marta Tamayo, de la Red Nacional de Mujeres, hiciera la primera solicitud al AGN. Luego de muchos ires y venires administrativos, el proyecto logró concretarse impulsado por el colectivo Impronta de Mujeres, constituido por Marta Tamayo, María Isabel García, Norma


Villarreal, Rosa Inés Ospina y María Cristina Suaza, quienes, con la asesoría del AGN logramos llenar los requisitos necesarios para su creación y oficialización. La Colección se inicia con los siguientes archivos: 1. “Mujeres y Constituyente”, registro de la participación de sectores feministas y del movimiento de mujeres en la construcción de la nueva Constitución de 1991. 2. Archivo personal de Margarita Córdoba de Solórzano, una de las primeras parlamentarias del país, representante liberal a la Cámara por Antioquia y fundadora de la primera asociación de mujeres profesionales del departamento. 3. Archivo personal de María Cristina Suaza V, sobre los inicios del feminismo en Colombia, destacándose los documentos del Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, realizado en julio de 1981 en Bogotá, y durante el cual nació la idea de declarar el 25 de noviembre como el Día Internacional de la No Violencia Contra las Mujeres. Este archivo está en proceso de inventario previo antes de ser incorporado a la colección.

Para celebrar estos eventos, creación de la Colección y donación de los primeros archivos, el AGN abrió una Exposición con su mismo nombre, “Las Mujeres y la lucha por sus derechos”, en la cual se exhibieron durante todo el mes de marzo, documentos de los archivos donados mencionados, y documentos del vasto acervo de la institución. La idea es seguir enriqueciendo la colección con archivos de muchas mujeres y organizaciones: cartas, manuscritos, diarios, fotografías, audiovisuales, películas, afiches, volantes, folletos y todo tipo de material que de información sobre las luchas de las mujeres en Colombia. Próximamente tendremos las indicaciones para realizar las donaciones al AGN. Que estos materiales sean registrados y organizados técnicamente de tal manera que puedan ser conocidos y utilizados, es un logro que nos llena de alegría y satisfacción.

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