Revista en otras palabras No. 25 Mujeres Adolescentes y Niñas

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25 EN OTRAS PALABRAS... Grupo Mujer y Sociedad - Universidad Nacional de Colombia

Mujeres adolescentes y niĂąas



25 EN OTRAS

PALABRAS... Grupo Mujer y Sociedad de la Universidad Nacional de Colombia

Mujeres adolescentes y niĂąas BogotĂĄ D.C. Colombia, enero - diciembre 2017


EN OTRAS 25 PALABRAS... Mujeres adolescentes y niñas Publicación especializada editada por

Grupo Mujer y Sociedad de la Universidad Nacional de Colombia

Dirección Colectiva

Comité Editorial Florence Thomas Juanita Barreto Gama María Cecilia González Montoya María Cristina Torrado María Eugenia Martínez Giraldo María Eugenia Navarro Ruiz María Himelda Ramírez Rodríguez Martha López Castaño Mónica Sánchez Bernal Patricia Prieto Delgado Sonia Cárdenas Salazar

Colaboraron en este número María Himelda Ramírez Rodríguez Ligia Galvis Ortiz Martha López Castaño Mónica Sánchez Bernal Jeannette Uribe-Duncan Isabella del Castillo Liliana Barreto Riveros Verónica Barreto Riveros Isabel Agatón Santander Vilma Amparo Gómez Pava María Cecilia González Montoya Ángela María de la Paz Buitrago Ramírez María Cristina Torrado Florence Thomas Marvel Barón Medina

Isabel Cristina López Díaz Amparo Beltrán Acosta Lizeth Prieto García Patricia Prieto Delgado Patricia Pinzón de Lewin Claudia María Mejía Ana Serrano Galvis Beatriz García Moreno Juanita Barreto Gama María Eugenia Martínez Giraldo Luz Alexandra Garzón Ospina Ana Milena Coral Díaz María Luisa Moreno Rodríguez

Ilustraciones Ana Milena Torres

Concepto, diseño y diagramación Emilio Simmonds Mónica Sánchez Bernal

Corrección de estilo Sonia Cárdenas Salazar

Coordinación administrativa María Eugenia Navarro Ruiz

ISSN: 0122-9613 revistaeop@gmail.com www.revistaenotraspalabras.com

Se autoriza la reproducción parcial o total de los artículos publicados en esta edición, citando debidamente la fuente.

Título: Hilando Año: 2016 Técnica: Acrílico sobre lienzo


Contenido Editorial Rehaciendo saberes Las niñas en la sociedad colonial de Santa Fe de Bogotá

7 9 11

María Himelda Ramírez Rodríguez

Un mundo para adolescentes.

Martha López Castaño

29

45

Ana Milena Torres: rastros y rostros

52

Tres poemas

53

Cuentos de conjuros en rimas y apuros de Errantes Teatro

56

Niña de seis años

58

Liliana Barreto Riveros y Verónica Barreto Riveros Isabel Agatón Santander

Yiredo: florista de selva

Vilma Amparo Gómez Pava

Ensueño de género

María Cecilia González Montoya

La cuentera. Dorothea y los hermanos Grimm

Ángela María de la Paz Buitrago Ramírez

66

Las Niñas de diez años una prioridad para Colombia y el mundo

68

A los padres y madres de familia

73

Cartillas “Ambientes escolares libres de discriminación”

75

María Cecilia González Montoya

51

Isabella del Castillo

Día internacional de la niña

María Cristina Torrado

Florence Thomas

Sueños, imágenes y símbolos Mónica Sánchez Bernal

65

Fondo de Población UNFPA

Reflexiones sobre la adolescencia en la perspectiva femenina Ligia Galvis Ortiz

La construcción de la infancia y los estudios feministas

DOSSIER

Las niñas y adolescentes en Hábitat III: su declaración

Mónica Sánchez Bernal

77

Quito: Asamblea de niños, niñas y adolescentes.

81

Yo no paso la raya

Una propuesta lúdico-pedagógica para prevención de embarazo en niñas y adolescentes en el pos-acuerdo Marvel Barón Medina

84

CRÓNICAS

95

Tres relatos de adolescencia

96

Isabel Cristina López

60

Cinco dibujos de niños y niñas.

113

Las niñas en alas de la libertad y la ternura

118

La niña intrépida

124

Centro Nacional de Memoria Histórica

62

Amparo Beltrán y Lizeth Prieto

63

Patricia Prieto Delgado


REMEMBRANZAS Policarpa Salavarrieta

127 128

Ana Serrano Galvis

La novela María de Jorge Isaacs: 150 años de su publicación 130

Beatriz García Moreno

Movilización política de la mujer: El plebiscito y Esmeralda Arboleda

Patricia Pinzón de Lewin

Beatriz Linares Cantillo: Irreverencia, fuerza, risa

Claudia Mejia

María Cristina Salazar (1931 – 2006)

María Cristina Torrado

131

132 139 141

145

NOTICIAS EN OTRAS PALABRAS

147

Niñas también son víctimas de feminicidio

148

¿Qué pensaría Virginia Woolf? Adopción y referendo

150

Cuerpo femenino en transición

151

Premio

153

Isabel Agatón Santander

Ana Milena Coral Díaz

María Cecilia González

Si Adelita se fuera con otro de Isabel Agatón Santander

160

Maternidades y paternidades. Discusiones contemporáneas

163

Fragmentos literarios feministas sobre las huellas de la infancia

166

¿Cómo está impactando el cine a nuestras niñas y adolecentes?

172

“La eterna noche de las doce lunas”: niñez, género y tensiones culturales

173

María Eugenia Martínez

A cien años de la Revolución Rusa

Isabel Agatón Santander

156

Luz Alexandra Garzón Ospina

143

María Himelda Ramírez Rodríguez

La invención de la niña de Ana María Fernández

Florence Thomas

Luz Gabriela Arango Gaviria (1957-2017)

Dora Isabel Díaz

155

Juanita Barreto Gama

Beatriz García Moreno

María Cano, en la conmemoración de los 130 años de su natalicio y los 50 años de su muerte

LAS MUJERES, LOS LIBROS Y EL CINE

María Cecilia González Montoya

Jeannette Uribe-Duncan



Título: El vuelo Año: 2013 Técnica: Tintas sobre papel


Editorial Las niñas y las adolescentes estuvieron silenciadas y su manera de habitar el mundo fue durante siglos desconocida para las ciencias sociales contemporáneas, aun cuando ya en 1949 Simone de Beauvoir en El Segundo Sexo dedicó sendos capítulos a la niña y a la joven. Gracias a los aportes de las feministas de los años 70, 80 y 90, las mujeres adultas habían salido de la oscuridad logrando un lugar en la palabra, en los discursos y en el acontecer político. No obstante, llama la atención cómo en ese proceso de construcción de nuevas subjetividades femeninas, las más jóvenes no fueron pensadas ni incluidas. Se reconoce así que ellas por su manera particular de existir hubieran debido tener un lugar propio en el pensamiento feminista. Por su parte, el campo de los estudios sobre infancia ha incorporado solo recientemente un enfoque diferencial para dar cuenta de la manera particular como las niñas y las adolescentes participan de la vida social con sus vicisitudes. Son miles de historias dolorosas en el contexto de la degradación del conflicto armado interno en la historia reciente de nuestro país, además de las múltiples violencias como las escalofriantes cifras de violencia sexual en niñas de cero a cuatro años, los feminicidios de niñas y la explotación sexual y laboral de niñas y adolescentes, las

que nos permitieron formular preguntas para las cuales las respuestas son aun parciales. La misma Ana María Fernández en su bello libro titulado La invención de la niña (1993), identifica la cuestión de la niñez como un campo de problemas a pensar más que un concepto dado. Pocas cifras, políticas públicas de infancia y adolescencia frágiles, insuficientes y sin enfoque diferencial —aun sabemos muy poco de adolescentes y niñas indígenas, afrodescendientes y de los sectores populares urbanos y rurales— y como siempre poca voluntad política, fue la regla durante un largo tiempo. Por todos estos motivos, el número 25 de la Revista En Otras Palabras...dedica sus páginas a las adolescentes y a las niñas. Entendemos además que las niñas de 10 años hoy, tendrán 23 años en el 2030, cuando Los Objetivos del Milenio u Objetivos de Desarrollo Sostenible requerirán la adopción de medidas que contribuyan a cerrar las brechas de género y poner fin a la pobreza, a la falta de educación y de mejores oportunidades. Las secciones de esta edición abren sus páginas a voces y reflexiones sobre la realidad de las niñas y adolescentes colombianas de hoy y de las que nos habitan. Editorial | 7


En Rehaciendo saberes, y como fue la costumbre en todos los precedentes números de nuestra revista, recorremos fragmentos de un saber en permanente construcción, con tres artículos que buscan situar el lugar de las niñas y las adolescentes en diversas épocas y contextos. Desde la sacralización de la infancia en la sociedad colonial neogranadina hacia su reconocimiento como sujeto de pensamiento y derechos. La sección Sueños, imágenes y símbolos ocupa un lugar privilegiado en este número al dar cabida a la magia, la fantasía, la expresión artística de niñas y adolescentes y con ella el reconocimiento de los miedos ancestrales que habitan en las niñas y persisten en quienes ya no lo somos. Lejos queda ahí la idea de una infancia idealizada, llena de felicidad y sin contradicciones. Las secciones Dossier y Crónicas contextualizan en el presente las vivencias y experiencias de las niñas en el mundo y en la Colombia de hoy. En efecto, es imprescindible y oportuno reconocer el lugar que las niñas y las adolescentes ocupan en el universo de las imágenes, las representaciones, las relaciones de poder generizadas e intergeneracionales. Y nos interesa señalar además los

alcances y los riesgos de su exposición a las realidades virtuales en tiempos de acceso a las falaces nuevas tecnologías de información y comunicación. Remembranzas Nombrar a las mujeres que nos han dejado un legado luego de su partida, algunas de ellas demasiado temprano, ha sido tradición casi desde los inicios de nuestra revista. En este número, registramos sus realizaciones a favor de las adquisiciones de la modernidad en relación con el reconocimiento y los derechos de las mujeres. Unas dentro de los procesos de construcción de la nación, otras respecto al avance de un conocimiento que nos ha ido posibilitando una mirada más integral del mundo. Las mujeres, los libros y el cine En esta sección, reportamos textos y documentos que dan cuenta de las singularidades de diversas interpretaciones procedentes de la literatura, de las ciencias sociales, de la producción cinematográfica sobre mujeres adolescentes y niñas que desafían los esquemas convencionales y contribuyen a suplir la escasez de elaboraciones sobre el tema.

Título: Tell me yes Año: 2015 Técnica: Acrílico sobre papel

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Rehaciendo saberes



María Himelda Ramírez Rodríguez*

Las niñas en la sociedad colonial ** de Santa Fe de Bogotá

* Doctora en Historia. Magister y profesional en el Trabajo Social. Integrante Grupo Mujer y Sociedad. ** Este texto es el capítulo primero del libro: Las mujeres y la sociedad colonial de Santa Fe de Bogotá 1750-1810, publicado por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia-ICANH. Bogotá, 2000. Pp. 41 a 76.

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1.1. El ritual del bautismo: entre la protección divina y la diferenciación social El 24 de febrero de 1805,1 María Guadalupe en uno de sus primeros días de nacida, salió por primera vez del hogar en los brazos de su madrina, con su padrino y ta1 vez con su padre José Manuel Molina. La llevaban a la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Santa Bárbara.2 En el registro de bautismo se informó que la familia de la niña vivía “… en el aserrío en un bujío…”3 en donde con seguridad por esos días reposaba su madre reponiéndose del desgaste ocasionado por el parto. Las perspectivas de vida de María Guadalupe se dibujaron desde entonces algo ventajosas por proceder de una unión consagrada por el matrimonio sacramental de sus padres, hecho que le otorgaba el rango de hija legítima, condición muy estimada en la sociedad santafereña colonial. Desde otro punto de vista, quizás las esperanzas no eran tan halagüeñas ya que el hecho de vivir en un bohío indicaba la pobreza de su familia, anuncio de una vida de privaciones para la niña. El trayecto recorrido por el cortejo que acompañó a María de los Dolores Rita el primer día que salió de su casa, fue bastante corto. La niña residía con su familia en las proximidades de 1 Desde el mes de febrero de 1805 hasta el 6 de agosto de ese mismo año, “... Por mandato de Ex(celentísi)mo Señor Virrey Don Antonio Amar y Borbón, y en cumplimiento de Real Cédula, se siguen apuntando las partidas de bautismos, expresando en ellas los nombres de las calles, Casas o lugares en letra donde habiten los padres de los bautizados, para que con esta noticia pueda el superior govierno, conservar siempre fresco el fluido bacuno, y aprovecharse el publico, de este tan singular remedio…” A.P N.S.S.B., Bautismos, 1783 – 1815, f. 38 v. 2 Ibíd., f. 40 r. 3 Ibid

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la iglesia parroquial en la casa No. 8 de la Calle Real de Santa Bárbara.4 Además de ser hija legítima de don Marcos Coalla y de doña Dionicia Caicedo, pertenecía a una familia que estaba en condiciones de ofrecerle las mayores ventajas de las que podía gozar en la sociedad santafereña de aquellos tiempos. Quizás más tarde, sus padres contrataron a una mujer para que le enseñara a bordar e inclusive a leer. O tal vez, contemplaron la posibilidad de que ingresara como colegiala al Monasterio de La Enseñanza que desde hacía algo más de veinte años funcionaba en la ciudad como proyecto educativo para las niñas tanto de las familias notables como de las pobres.5 María de la Visitación también nació en la Calle Real de Santa Bárbara en una casa identificada con el número 15, muy cerca de donde habitaba María de los Dolores Rita. Sin embargo su situación era bien distinta. Era hija natural de una esclava de nombre María Asumpción, de propiedad del doctor Don Ignacio Ortúa quien tenía motivos suficientes para regocijarse con el nacimiento de la niña por lo que ello representaba para el incremento de su patrimonio.6 Francisca de Paula nació bajo unas condiciones desventajosas. Fue bautizada como hija natural de Catarina Martínez quien residía en una choza en la periferia de Santa Bárbara. La filiación unilateral en la que quedó inscrita la niña y la pobreza, constituían dos elementos que anunciaban un futuro de discriminación y de desprotección.7 María Cleofe Josefa comenzó su vida de una forma bastante traumática. En los primeros días del mes de abril, a los pocos días de su nacimiento, fue “votada” en la casa de Doña María Josefa Vélez quien residía en la calle de San José No. 4 5 6 7

Ibid. Ver el segundo capítulo de este libro. A P.N. S. S.B., Bautismos, f .49 v. Ibíd., f. 43 v.


10. No se supo quienes fueron sus padres.8 Sin embargo Doña María Josefa estuvo dispuesta a cuidar a la recién nacida y consagró esa voluntad ante la sociedad capitalina ya que se convirtió en su madrina. María Guadalupe, María de los Dolores Rita, María Visitación, Francisca de Paula y María Cleofe Josefa, si bien nacieron el mismo año y en un espacio urbano común que las definía como integrantes de una misma feligresía y vecindario, representaban a la heterogénea sociedad santafereña colonial. A la gente común, a los sectores notables, diferenciados del resto de la población con el distintivo del Don,9 a los pobres y a los esclavos. Es decir, se anunciaba para cada una de aquellas niñas, un proyecto de vida diferenciado. Las recién nacidas de las familias notables, ofrecían a sus familias la posibilidad de concertar alianzas de conveniencia y la continuación del linaje. Las recién nacidas de las familias pobres ya fuesen blancas, mestizas o indias eran apreciadas por sus potencialidades como trabajadoras en los oficios domésticos. Las descendientes de las esclavas, eran importantes piezas que posibilitaban transacciones comerciales y, como integrantes desde temprano de la servidumbre doméstica, garantizaban la reproducción de esas formas sociales. Su capacidad reproductiva era estimada por cuanto ellas legaban la condición de esclavitud.10

8 Ibid. 9 Jaime Jaramillo Uribe, trata la significación del uso del “Don” en la Colonia como una forma a través de la cual una minoría procuraba distinguirse y afirmar su blancura y nobleza. Ver. “Mestizaje y diferenciación social en el Nuevo Reino de Granada en la segunda mitad del siglo XV III”, Ensayos sobre historia social colombiana, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1968, p. 196. 10 Hermes Tovar Pinzón menciona algunas de las contradicciones de la transmisión de la condición de esclavitud por vía materna. En los casos de las uniones entre los hombres libres con las esclavas, “…los padres trabajaban para liberar a sus esposas e hijos…”, ver, Hacienda colonial y formación social, Barcelona, Sendai, 1988, p. 31.

Las autoridades coloniales intentaban preservar las diferenciaciones sociales. No obstante, en el momento en que aquellas niñas nacieron, algunas de las expresiones de la discriminación que habían imperado a lo largo de la Colonia se estaban debilitando. Las taxonomías para la clasificación socio racial se tornaban inoperantes por los efectos del mestizaje. Si María Dolores Rita hubiese nacido unos pocos años atrás, la constancia escrita de su nacimiento se hubiera elaborado en un libro especial denominado “Bautismos de Españoles” y el registro de María Visitación en uno de “Indios, Negros y Mulatos”.11 Persistían sin embargo, otros elementos de diferenciación social. La filiación constituyó un motivo de discriminación que incidió en los diversos órdenes de la vida personal. Los contrastes sociales eran muy acentuados en la ciudad. Las ceremonias bautismales fueron ocasiones privilegiadas para la exhibición de los símbolos de prestigio, honor y solvencia económica. El día 16 de diciembre de 1791 en el semanario de la ciudad de Santa Fe de Bogotá, se divulgó la noticia de la pomposa ceremonia del bautismo de María de la Concepción Leocadia Baltazara, hija de los virreyes don José de Espeleta y su esposa doña María de la Paz Enrile.12 “... En dicha tarde del 9 de Diciembre, á las 5 salio del Palacio del Ex(celentisi)mo S(e)ñor Virrey, escoltado de una parte de la Compañía de Alabarderos, y acompañado de todos los señores que componen los principales Cuerpos de la Ciudad, asi de la Real Audiencia como de Tribunal de Cuentas, Reales Caxas, Ilustre Ayuntamiento &c e igualmente la oficialidad militar e individuos de la nobleza del Pais. Marcho toda la Cavalleria de la Guardia de S.E; y detras iba el coche de uso

11 En la Parroquia de Nuestra Señora de Santa Bárbara, hasta el año 1780, se registraron en libros distintos los bautismos de los Blancos y los de los Indios, Negros y Mulatos. 12 El Papel Periódico de la Ciudad de Santa Fe de Bogotá, No. 44, 16 de diciembre de 1791, p. 286.

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conduciendo a la recién nacida con todo el tren y aparato correspondiente, la Iglesia Catedral hizo seña de un largo repique y todo su interior (que estaba suntuosamente adornado) se lleno inmediatamente con el numeroso gentio noble y popular que ocurrio a presenciar el acto... el Il(ustrisi)mo Señor Arzobispo... revestido de medio Pontificial y acompañado del Cabildo Eclesiástico y demas Clero, procedio a las solemnes ceremonias del Sagrado bautismo, administrandósele después el sacramento de la confirmación...”13

Con más pompa aún de la que acompañó al bautismo de María de la Concepción Leocadia Baltazara, fue celebrado en Santa Fe varios años antes el nacimiento y el bautismo de una de las infantas reales. En Aranjuez, el 7 de Mayo de 1775 el Rey suscribió una Cédula que difundió entre sus reinos y vasallos en la que ordenaba a los virreyes, presidentes de las Reales Audiencias del Perú, la Nueva España y el Nuevo Reino de Granada, a los gobernadores y ciudades de estos distritos y de las Islas de Filipinas, la general adhesión a su regocijo sobre el que proclamó: “ ... Haviendose dignado la Divina Misericordia, conceder el beneficio que con humildes ruegos imploramos, del feliz y dichoso parto de la Princessa, mi muy Cara y Amada Nuera, dando a luz Infanta a las siete y quarenta minutos del día veinte y cinco del mes proximo pasado...”14

Ocho meses después del nacimiento de la Infanta, el Presidente y los Oidores de la Real Audiencia de Santa Fe “…haviendo recibido y visto esta Real Cédula, puestos en pie y destocado dixeron que la obedecían…”15 El Fiscal de dicha instancia, Don Antonio Moreno y Escandón, procedió a divulgar por medio de un bando el nacimiento de la niña, con orden de que:

13 Ibíd. 14 A.G.N., Miscelánea 66. No. De Orden 20. 15 Ibíd.

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“…por tres noches suscesivas se pongan luminarias en toda la ciudad en manifestación del Justo Jubilo q(u)e causa tan plausible noticia y q(u)e al mismo tiempo se libre el oficio pa(ra) q(u)e en la Santa Iglesia Metropolitana se solemnise con la Magestad y Pompa q(u)e corresponde una Misa de Accion de Gracias…”16

Los santafereños de todos los sectores sociales en esa ocasión, participaron del regocijo que motivaba la prodigalidad divina representada en la fecundidad de sus lejanos gobernantes. La celebración de los acontecimientos cruciales del ciclo vital de los miembros de la realeza, constituían formas de incentivar entre los habitantes de las regiones americanas, un sentido de pertenencia a la potencia imperial y una identificación con los ideales metropolitanos.

1. 1. 1. La elección del nombre Los nombres elegidos para la hija de los virreyes residentes en Santa Fe se inspiraron en varios motivos. La niña fue bautizada María de la Concepción, por haber nacido la mañana del día en que se celebraba esa fiesta del calendario católico. Leocadia por haber sido bautizada en el día de esa Virgen y mártir. Baltazara en reconocimiento del prelado que “... la matriculó en el sagrado libro de la Fé…”17 El 6 de enero de 1759 tres recién nacidas en un parto fueron bautizadas con los nombres de María Melchora, María Baltazara y María de los Reyes.18 Entre el 24 y el 26 de marzo de 1806, cuatro recién nacidas fueron bautizadas con el nombre María de la Encarnación.19 Entre el 17 y el 26 de

16 Ibíd. 17 El Papel Periódico de la Ciudad de Santa Fe de Bogotá, No. 44, 16 de diciembre de 1791, p. 286. 18 A P.N. S. N., Bautismos, 1745-1794, f 87 v. 19 A P.N. S. S.B., Bautismos, 1783-1915, f 67 v.


julio del mismo año, tres recién nacidas recibieron el nombre de María del Carmen.20

como hijo y como tal, en sus relaciones de pareja suele alardear de su preponderancia.22

María se observa entonces como uno de los nombres predilectos de las familias santafereñas. Esa preferencia obedecía a la significación para la cultura católica de la imagen de la Virgen, figura fundamental de identificación de las mujeres. El culto mariano, componente esencial de la religiosidad hispanoamericana y referente primordial de las prácticas piadosas, se afirmaba por esa vía.21

Entonces como ahora, la elección para un recién nacido o para una recién nacida del nombre de una persona cercana a los afectos familiares, representaba la demostración del aprecio por aquella persona y la búsqueda de la afirmación de los lazos que se creaban.

Evelyn Stevens sostiene que el marianismo y su correlato el machismo, modelos de comportarniento arquetípicos de la feminidad y la masculinidad mestizas, se estructuraron en las sociedades coloniales como rasgos característicos de las sociedades latinoamericanas. El sufrimiento y la abnegación articulados a la maternidad, sustentan la superioridad moral de las mujeres. A la vez, el reconocimiento de la autoridad de la madre, compensa la inequidad a que está sujeta como mujer, El varón en esa dinámica, se asume 20 A P.N. S. S.B., Bautismos, 1793-1815, f 74 r. 21 La Compañía de Jesús promovió en América Latina el culto mariano. El compromiso de esa congregación con las disposiciones tridentinas le dieron un nuevo auge a prácticas que la Reforma Protestante había puesto en entredicho. El sincretismo fue favorecido en la región en virtud de la significación que las diosas madres tenían en las cosmovisiones prehispánicas. En México, según la historia de la iglesia, el culto mariano se inició a los diez años siguientes a la conquista del territorio. En el monte Tepeyac un indio testificó la aparición de la “Santa Madre de Dios”. Según la tradición indígena, ese lugar justamente era el escenario de adoración en épocas precolombinas de la diosa Tonantzin, Nuestra Madre. Ver, Ayluardo García, Clara Ramos, Manuel Medina, Manifestaciones religiosas en el mundo colonial americano. Mujeres, instituciones y culto a María, México, Instituto de Historia y Antropología, 1994. En las naciones andinas, Pachamama, la deidad nativa, simboliza la tierra, la fuerza regeneradora, la fertilidad y la maternidad. En la mitología Muisca entre las diosas madres figuraba entre otras Bachué. Según Fray Pedro Simón la palabra Bachué significa “digna madre”, conocida también con el nombre de Furanchogua, que significa “mujer buena”. El culto mariano constituye entonces una de las herencias legadas a las culturas mestizas por doble vía. Ver, María Himelda Ramírez, “Del drama inicial a la sacralización en los mitos de origen de las sociedades mestizas latinoamericanas”, Grupo de Psicoanálisis, Departamento de Psicología, ¿Mestizo yo? Diferencia, identidad e inconsciente, Jornadas sobre mestizaje y cultura en Colombia, Santa Fe de Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, mayo de 1999.

La influencia de la iglesia como se puede observar, era decisiva en la elección del nombre para los recién nacidos y recién nacidas. Ni siquiera en los libros de bautismos de Indios se encontró un nombre autóctono que aludiera a las culturas nativas. Es decir, los símbolos exteriores de dichas culturas ya no se expresaban en la ciudad. Algunos apellidos remitían más que todo a los lugares de procedencia de los padres de los recién nacidos bautizados. Tal fue el caso de María del Carmen, hija legítima de Juan Bautista Cota23 y María Tomasa Martina, indios de Cota o el de María Dionicia, hija natural de Juana María Chocontá.24

1.2. La filiación de las generaciones del cambio demográfico Durante la segunda mitad del siglo XVIII en Santa Fe se produjo un lento pero persistente incremento de los nacimientos, base del aumento 22 Ese planteamiento fue elaborado en sus formulaciones iniciales por Evelyn Stevens en su texto, “Marianismo: la otra cara del Machismo en América Latina”, Ann Pescatello (Comp.), Hembra y macho en Latinoamérica, México, Ensayos Diana, 1977. También ha sido desarrollado por diversas autoras para analizar su significación en distintas regiones como México, Brasil y Colombia. Ver, Marit Melhus, “Una vergüenza para el honor una vergüenza para el sufrimiento” y Zaira Ary, “El Marianismo como “culto” de la superioridad espiritual de la mujer, algunas indicaciones de la presencia de este lugar común en Brasil”, Milagros Palma (Comp.), Simbólica de la feminidad. La mujer en el imaginario mítico-religioso de las sociedades indias y mestizas, Quito, Abya-Yala, 1990. 23 A.P.N.S.S.B., Bautismos, 1793-1815, f. 74 r. 24 A.P.N.S.S.B., Bautismos, 1793-1815, f. 50 v. Cota y Chocontá eran resguardos de Indios. Hoy son municipios de Cundinamarca..

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de la población en la ciudad, el cual comprendía todos los sectores de la población, tanto a los blancos como a los indios y a las castas.25

seguridad contribuyeron a salvar numerosas vidas de niños y niñas que en otras circunstancias no se hubiera logrado.27

Ferdinand Braudel, como otros historiadores que trataron el tema, subraya que desde 1750 no se presentaron reflujos poblacionales en el mundo, y a la vez sostienen que la segunda mitad del siglo XVIII fue una etapa de recuperación para América.26

Esa tendencia transcurrió en la ciudad en forma simultánea con el incremento de la población mestiza, lo cual incidió en el debilitamiento de las categorías raciales como criterios de diferenciación social.

El incremento de los bautismos en la ciudad de Santa Fe, constatado en las dos parroquias estudiadas, es una confirmación de esa tendencia mundial que obedeció a nivel local a la conjugación de varios procesos. La inmigración femenina jugó un papel de importancia en el aumento de los nacimientos en la ciudad. Algunos de los avances en materia de salud pública, como la inoculación contra las viruelas, previnieron los usuales estragos ocasionados entre la población infantil por este tipo de epidemias. Los cambios en la atención de los partos observables en los intentos de sustitución de las parteras por los cirujanos y los comienzos de la práctica de las cesáreas, con Cuadro 1. Distribución por sexos de la población bautizada entre 1750 y 1806 en las parroquias de Santa Bárbara y las Nieves.

Las series construidas para el período comprendido entre 1750 y 1806 con la información de los bautismos en las dos parroquias, revelan que la distribución por sexos era equivalente, aunque con algunas variaciones mínimas por grupos sociales, tal como figura en el cuadro 1. La composición por sexos de la población bautizada en las dos parroquias cambiaba en las etapas subsiguientes del ciclo vital. La población femenina aumentaba en comparación con la masculina. Los datos del cuadro 2 revelan que algo más de la mitad de los recién nacidos bautizados en los libros de Indios, Negros y Mulatos en las parroquias estudiadas, fueron registrados como hijos de padres no conocidos o como hijos naturales. Entre los blancos también fueron elevadas las cifras que correspondieron a esa categoría. Hacia finales del siglo XVIII se observa una tendencia al aumento de los nacimientos fuera de las uniones sacramentales28 en todos los grupos de la

25 Hermes Tovar Pinzón trata en su obra sobre el poder del número de las tendencias en el crecimiento de la población en el Virreinato de la Nueva Granada; ver, Convocatoria, pp.31 y ss. La ciudad de Santa Fe, como se anotó en la introducción, según el censo de 1778, contaba con 15.723 almas. En 1801 ya se albergaban 21.464 sin incluir a los mendigos y vagos que, según se decía, podrían ascender a 500. 26 Ferdinand Braudel, “Las estructuras de lo cotidiano: lo posible y lo imposible”, Civilización material, economía y capitalismo, siglos XVIXVIII, Madrid, Alianza Editorial, 1984, t. I, p.13.

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27 Esto se puede ver en el último capítulo de este libro. 28 Guiomar Dueñas, sostiene: “… como se hace evidente en los registros matrimoniales y bautismales de las parroquias de la ciudad, una fracción muy pequeña de la población contraía nupcias por el rito católico, y la mayoría vivía en amancebamiento público. De ello se seguía que un buen número de niños… de la capital eran hijos “naturales”. En el texto no se presenta la información que ilustre la primera aseveración ya que una cuantificación de las uniones de hecho, resulta inviable. En cuanto a la segunda apreciación, en el cuadro 8 se presenta un dato de interés sobre el número de hijos por género del jefe de hogar y se muestra que sobre un total de 1.138 menores de 20 años, el 40,9 por ciento procedían de hogares de jefatura femenina y el


Cuadro 2. Filiación según los registros en las parroquias de Nuestra señora de Santa Barbara y Nuestra Señora de las Nieves, 1750 - 1806.

población, hecho que dio lugar al aumento de la denominada ilegitimidad.

1.2. 1. La diferenciación por la filiación La diversidad social y cultural de los moradores de Santa Fe, se expresaba en la variedad de las estructuras familiares y de las formas de organización de la vida doméstica.29 Las familias de filiación unilateral conformadas por la madre y su descendencia se originaban en las uniones de hecho cuya evolución era variable. Algunas de tales uniones fueron esporádicas. Otras, en cambio, encubrían la convivencia de las parejas con impedimentos para consagrar sus uniones mediante el matrimonio sacramental. Estas parejas podían llegar a ser sancionadas por concubinato o por adulterio. También se derivaban de la disolución de la convivencia conocida como amaño o matrimonio a prueba, práctica común entre los indígenas cuyos antecedentes se remontaban a la época precolombina. Las uniones de hecho que gestaban descendencia, evolucionaron por lo regular hacia la conformación de los hogares de jefatura femenina con un número reducido de hijos. A veces, esos 59, 1 de jefaturas masculinas. Ver, “Sociedad, familia y género en Santa Fe, Nueva Granada, a finales de la Colonia”, Latin American Population History Bulletin, number 25, Spring 1994, pp. 2-13. 29 Pablo Rodríguez, “La vida doméstica…”, 1994.

hogares contaban con la presencia paterna encubierta, en particular los casos de las uniones desiguales entre los hombres blancos con mujeres de las castas. La categoría “filiación no conocida” en los registros de bautismo, al parecer, se usó como una estrategia para eludir señalamientos a los padres y en particular para proteger el honor familiar. Se encubría, de esa forma, a las mujeres blancas de la evidencia de las relaciones sexuales prohibidas y de la concepción prenupcial o la procreación en las relaciones adulterinas. Los hijos de madres solteras fueron registrados en algunas ocasiones bajo esa categoría, lo mismo que los recién nacidos abandonados. En algunas oportunidades, la descendencia fue legitimada por el matrimonio de los padres en etapas subsiguientes al nacimiento de los hijos y en estos casos los niños o niñas fueron recuperados por la pareja parental. La información de las dos parroquias muestra que los porcentajes de legitimidad e ilegitimidad son similares. La observación discriminada por parroquias y sectores de población, revela algunas variantes con respecto a los datos globales. En Santa Bárbara la legitimidad representaba porcentajes mayores al 59 por ciento, con mayor presencia entre los blancos. Entre los indios y las castas la filiación unilateral materna prevaleció sobre la legitimidad. En Las Nieves también la legitimidad fue mayor entre los blancos que entre los indios y las castas. Más allá de los datos estadísticos, cada categoría en la que se quedaba inscrito desde el nacimiento, definía un tipo de estructura familiar, que a su vez, determinaba las relaciones de la infancia y la niñez con la sociedad. Las condiciones materiales de vida, la construcción de la identidad, las posibilidades de protección y las proyecciones personales, estaban definidas por el tipo de familia a la que se perteneciera.

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1.2. 2. La vulnerabilidad de la filiación materna Un grupo apreciable de mujeres en la ciudad asumió la maternidad por fuera de las uniones sacramentales, en contradicción con lo dispuesto por el modelo patriarcal hispano de familia. Este es uno de los hechos que explica la gran difusión de los hogares de jefatura femenina durante la Colonia en algunos centros urbanos, tema estudiado en otras regiones30 y constatado en diferentes fuentes para la ciudad de Santa Fe de Bogotá. La madre, en aquellos casos, era la encargada de asumir los compromisos del sostenimiento material y afectivo de sus hijas e hijos, y su representación social.31 Las hijas en esos hogares, se vieron expuestas más que las de los hogares de jefatura masculina, a formas de desprotección variadas. Las desventajas económicas de aquellos hogares, las presionaba a desempeñar oficios para su subsistencia desde muy jóvenes. La ausencia de una figura paterna que las respaldara, las exponía a los abusos y a la seducción.32 La consecución de las dotes para alcanzar el estatus matrimonial o el de religiosa, se dificultaba. La desaprobación social de la maternidad en uniones no sacramentales, a la vez que sanción moral, fue uno de los mecanismos de exclusión y diferenciación social muy común en la época colonial. Las restricciones impuestas a quienes 30 Elizabeth Kuznesof, “ Household, family and community studies 1976 - 1986: A bibliographic essay”, Latin American Population History, Fall 1989, pp. 2 - 23. 31 Las separaciones conyugales, la viudez, las ausencias prolongadas del padre de familia y aún los acuerdos entre las parejas, fueron otros de los motivos que influyeron en la conformación de los hogares de jefatura femenina. Hasta el momento, las responsabilidades afectivas y económicas de la paternidad encubierta no han sido contempladas en los diferentes estudios históricos sobre las relaciones familiares en la Colonia. 32 Pablo Rodríguez demuestra la vulnerabilidad de los hogares por la ausencia paterna. Ver, Seducción. amancebamiento y abandono en la colonia, Santa Fe de Bogotá, Fundación Simón y Lola Guberek, 199 , p. 6 l.

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procedían de uniones que fueron consideradas ilícitas, y por lo tanto, objeto de sanciones religiosas y penales eran numerosas.33 No se les permitía el desempeño de ciertas actividades consideradas honrosas: el servicio religioso, el militar, los altos cargos públicos. Se restringía también el acceso a los planteles educativos e inclusive a algunos oficios artesanales nobles. La ilegitimidad era considerada un defecto.34 Tal discriminación también operaba como una limitación para el proyecto de concertar matrimonios de conveniencia obstaculizándose así las posibilidades de ascenso social por la vía de esas alianzas.35 La ilegitimidad añadía un componente más a la discriminación a la que estaban sujetos los indios y las castas. Las tradiciones de filiación matrilineal parecen haber persistido durante largo tiempo entre los indios y, con seguridad en sus relaciones endógamas esa no fue una conducta reprobable como sí lo fue para la sociedad ampliada.36 33 Pablo Rodríguez, sugiere indagar sobre lo que ocurrió con los hijos de esas uniones, ya que “continúan siendo uno de los horizontes oscuros de la historiografía. “,Seducción, amancebamiento, 1991 , p. 92. 34 En la sección de Noticias Sueltas de uno de los semanarios santafereños figura una convocatoria a candidatos para proveer una vacante, “ Por promoción de Don Josef Eusebio Vargas y Romero á la Sacristía Mayor de la Ciudad de Los Remedios, ha quedado vacante la Opa de Acólito de esta S(ant)a Iglesia Catedral... los niños que la pretendan ocurran dentro del término de nueve días ... con presentación de la partida de Bautismo en que acrediten su legitimidad y limpieza”, Correo Curioso de Santa Fe de Bogotá, No. 11, 28 de abril de 1801. 35 Richard Konetzke ofrece varias ilustraciones sobre las consultas de americanos de diferentes regiones quienes solicitaron a la Corona “se les dispense el defecto de la ilegitimidad” para lograr vencer algunas de las restricciones a las que esa condición los sometía en los documentos Números 254, 257, 258, 272, 274, 305, 311, 320, 324, Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica 1493 - 1810, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1962, Vol. 111 , Segundo Tomo ( 1780 1807). Ver también Ann Twinam “Honor, paternidad e ilegitimidad : los padres solteros en América Latina durante la Colonia”. Estudios sociales. No. 3, Medellín, septiembre de 1988, p. 14. Además, “Honor, sexualidad e ilegitimidad en la Hispanoamérica Colonial “, Sexualidad y Matrimonio en la América Hispánica Siglos XVI - XVIII, México, Grijalbo, 1989, p. 132 . 36 Guiomar Dueñas trata este tema en su artículo “ Las mestizas y el concubinato en la patriarcal Santa Fe de Bogotá, siglo XVIII’”, En otras palabras ... , No. 3, Santa Fe de Bogotá, julio- diciembre de 1997.


Las mulatas libres y las esclavas, muestran los menores niveles de legitimidad de su descendencia como lo indican los datos del cuadro X. El 58 por ciento de los recién nacidos en Las Nieves entre 1795 y 1796 fue registrado como hijos naturales o como hijos de padres no conocidos. En ese grupo de la población se aprecia una marcada diferencia en la composición por sexos de la descendencia en comparación con los demás sectores de la población, ya que el 53 por ciento de los bautismos correspondieron a los hijos varones. Tal vez, las hijas de las esclavas estaban expuestas más que cualquier otro grupo de infantes al ocultamiento o al abandono. La transmisión de la condición de esclavitud por vía materna,37 con seguridad motivaba que las esclavas se resistiesen a la procreación con el fin de proteger a su descendencia de dicha condición.

1.3. La composición de los hogares El Censo de Indios 180638 permite una aproximación a las estructuras familiares de ese grupo residente en ambos sectores de Las Nieves y en San Victorino.39 Aunque se trata de muestras muy restringidas, se logran entrever algunas de las formas de composición de los hogares. En Las Nieves oriental, por ejemplo, entre 169 personas empadronadas, se identificaron 113 mujeres y 56 hombres. El 30 por ciento de los empadronados eran menores de 20 años de edad, 32 del total eran niñas y 18 niños.

37 Hermes Tovar se refiere a una tendencia a las uniones entre esclavos varones con mujeres libres que interfería el incremento de la población esclava, hecho que según el autor, tomó fuerza en el siglo XVIII y que fue apreciado en algunas haciendas en plena producción durante esa época, “ .. . como era norma, los hijos de esclavos nacidos de mujeres libres, eran libres mientras que los hijos de mujeres esclavas y hombres libres eran esclavos... “, Convocatoria al poder. 1988, p. 53. 38 A.G.N ., Caciques e Indios, 56, ff. 317 r. ss. 39 Para el resto de los barrios, no fue posible apreciar este aspecto por omisiones en la información recolectada en La Catedral, San Jorge, El Príncipe, Santa Bárbara y el Palacio.

El censo reportó cuatro parejas sin hijos. La conformada por Fernando Patasura, albañil, de 50 años de edad, y su esposa Magdalena Castiblanco de 40 años. La conformada por Pascual Isa, sastre de 30 años y su esposa Josefa Chocolo de 25 años. La integrada por Vicente Ladino de 60 años y Andrea Sesquilé de 50, ambos leñateros y la integrada por Santiago Molano de 40 años y Paula Girón de 38. Al menos tres de estas parejas habían cumplido su ciclo reproductivo y quizás los hijos eran ya emancipados o por motivos económicos, debieron abandonar el hogar tempranamente. El padrón posibilita deducir algunos datos de interés que figuran en el cuadro 3 en cuanto al tipo de hogar en el que se albergaban los menores de veinte años. Se observan los hogares de jefatura uniparental materna o paterna, los núcleos en donde se percibía la presencia tanto del padre como de la madre y los niños viviendo en hogares diferentes a los suyos. Cuadro 3. Hogares de niños y niñas de San Victorino, Las Nieves Oriental y por el poniente, padrón de inios forajidos 1806.

El mayor porcentaje de los niños y las niñas indios residentes en los tres sectores, vivían tan sólo con sus madres. En Las Nieves Oriental se empadronó a Salvadora Nieto, leñatera de Susa de 50 años de edad, quien habitaba en calidad de agregada en una casa de una calle que no tenía nombre con su hija Sabina de 5 años. Antonia Bocancho, sirvienta de 40 años de edad de Usaquén, convivía con su hija Trinidad de 10. Catalina Villosis de 30 años compartía su habitación EN OTRAS PALABRAS… no. 25 / Rehaciendo saberes | 19


con una hijita, Josefa, de 4 años de edad. Magdalena Tabio de 30 años, residía junto con dos hijos varones de 13 y 10 años y con una hija de 12. Gran parte de estas mujeres eran solteras. Otras como Bárbara González, de 50 años de edad, natural de Lenguazaque, era viuda y tenía a su cargo varios hijos e hijas. En segundo lugar, figuran niños y niñas quienes ya no residían con ninguno de sus padres y fueron empadronados como agregados o sirvientes. De acuerdo con los datos del cuadro, las niñas de este grupo representan el mayor porcentaje, con lo cual se constata una temprana vinculación laboral a los trabajos domésticos. Se entrenaban así en los oficios, en las responsabilidades y en el obedecimiento que exigían las relaciones de servidumbre. Apenas el 28.75 por ciento de niños y niñas contaban con la presencia paterna en el hogar. El 17.50 por ciento, por cuanto eran integrantes de un grupo en el que se percibía la presencia de ambos padres. El otro 11.25 por ciento correspondía a los núcleos familiares en donde tan sólo figuraba el padre, lo cual indica la asunción de la crianza por parte de los varones en casos muy definidos como la viudez. Tal era el caso, en Las Nieves oriental, de Baltazar Neuta de 50 años de edad, labrador oriundo de Chivatá, quien convivía con un hijo de 7 años y una hija de 6. Juan de Dios Hurtado, sirviente de 50 años de edad procedente de Soacha, residía en compañía de dos hijas, una de 15 años de edad y la menor de 7. Juan de Dios Guijo de 55 años de edad, oriundo de Lenguazaque residía con un hijo de 10 años y una hija de 7. Las diversas formas de organización familiar de los indios en la ciudad, remiten a un proceso en el que se experimentaba la descomposición de las formas ancestrales y la asimilación de elementos del modelo hispano.

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Los datos del censo de las personas que se encontraban sin viruelas en 1801,40 revelan ciertos rasgos de la convivencia en los hogares en Santa Fe colonial. Si bien tan sólo se logra una visión sobre la población menor de veinte años de edad, es viable una aproximación a la distribución de la población en tales espacios. Los cuadros 4 y 5 muestran la distribución por sexos y la categoría social de los empadronados en los barrios San Jorge y San Victorino. Cuadro 4. Personas que habían padecido la viruela, barrio San Jorge, 1801.

Cuadro 5. Personas que no habían padecido la viruela, barrio San Victorino, 1801.

40 Según el virrey Mendinueta, después de enterarse de un brote de viruelas en Popayán, previó la amenaza para Santa Fe y: “ ... previne desde el principio al Cabildo que dispusiese la formación de un hospital o lazareto fuera del pueblo y a proporcionada distancia, surtiéndolo de todo lo necesario, para conducir a él , curar y asistir los primeros virolentos que se descubriesen dentro de la ciudad … dicté el 12 de septiembre de 1801 un decreto, previniendo a este cuerpo que calculase el número de los enfermos pobres que podían ocurrir a un tiempo en la ciudad ... “ Colmenares, Relaciones, t. 3, pp . 60- 62 . “1801. Padrones de las personas que no han sido afectadas por la epidemia de viruelas en el perímetro urbano de Santa Fe practicados por varios alcaldes comisarios” A.G.N., Miscelánea, 22, fl. 270 r. - 292 r.


Los datos de los cuadros revelan una desigual distribución de la población en cada sector. En San Victorino se aprecia un predominio de la gente común, representado en el 87.38 por ciento de la población empadronada. Los notables en este sector, lo mismo que la servidumbre libre y esclava, eran grupos reducidos. En cambio, en el barrio San Jorge la presencia de los notables es significativa, hecho que explica la también importante presencia de siervos libres y esclavos. En cuanto a la distribución por sexos y edades, en cambio se observa la prevalencia femenina, la cual se acentúa a partir del rango que comprende de los tres a los cinco años de edad. Al detallar la información proporcionada por el padrón del barrio San Jorge, fue posible apreciar la composición de la mitad de los hogares empadronados allí. A partir de la identificación de las jefaturas de hogar masculina y femenina, posibilitada por la fuente al mencionarse de manera explícita el nombre del dueño o dueña de casa, se logró allegar algunos datos que ilustran sobre el número de hijos e hijas, criados y criadas, esclavos y esclavas. Fue posible también diferenciar los hogares notables, por cuanto el empadronador fue cauteloso en mencionar el distintivo de Don o Doña. También se obtuvieron datos de otros habitantes de las casas tiendas, distribuidos tal como figura en el cuadro 6. Cuadro 6. Composición de los hogares, barrio San Jorge, 1801.

El cuadro 6 muestra una prevalencia de la familia nuclear conformada por dos generaciones. Tan sólo en seis hogares se identificó la presencia de nietos o nietas del jefe de hogar. Se observa la elevada proporción de hogares de jefatura femenina, ya que representan el 38 por ciento de los hogares empadronados. Entre las familias notables y las del común, se aprecian diferencias importantes. En cuanto al patrón residencial, por ejemplo, todos los integrantes de los hogares de jefatura femenina habitaban en casas, mientras que una proporción importante, el 50 por ciento de los del común se albergaban en tiendas. Por otro lado, ninguno de los hogares de jefatura masculina entre los notables habitaba en tiendas, mientras que en casi la mitad de los del común vivía en ese tipo de moradas. Ese dato remite al espacio vital con el que contaban los hijos y las hijas, al contacto con el mundo exterior y a las posibilidades de una relativa privacidad, de tal forma que las experiencias de los niños y las niñas de uno y otro sector eran bien distintas a ese respecto. La casa neogranadina, era ante todo lugar de privacidad, de recogimiento. Disponía de un espacio de transición entre el mundo público y el privado, el zaguán, verdadero filtro entre la ciudad y el interior.41 Para quienes residían en las casas en la colonia, era viable encerrarse con respecto al exterior, alrededor de un patio. La tienda en cambio, como espacio rentado en los pisos bajos de las casas coloniales42 se orientaba hacia el exterior, por lo común era a la vez que lugar de habitación, espacio para la producción, el 41 Ver Jorge Rueda y Francisco Gil Tovar, “ La Casa Colonial”, Historia del Arte Colombiano, Bogotá, Salvat. T. 4, 1986, pp. 882 - 887. 42 Las tiendas representaban una importante fuente de ingresos para los propietarios que concentraban el suelo urbano. Dentro de los bienes ralees de Don Jorge Lozano, Marqués de San Jorge, se contaba una casa alta con 14 tiendas bajas en la Plaza Mayor, avaluada en 16.000 pesos, una casa alta con tiendas anexas en la calle de Lesmes, avaluada en 14.000 pesos y una casa alta con tres tiendas en la calle de Santa Ana, avaluada en 6.600 pesos. Ver, Jairo Gutiérrez, “ El Marqués de San Jorge”, p. 190.

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pequeño comercio y la realización de un conjunto de actividades necesarias para obtener ingresos con los cuales se garantizaba la sobrevivencia de los integrantes del hogar. Se trataba de un espacio reducido, oscuro y de precaria ventilación en el cual deambulaban los pequeños en medio de bancos, arcones, mesas, tinajas, múcuras, leña y diversidad de objetos. Por lo demás era un ambiente en el que se favorecía la proximidad de las niñas y los niños con el mundo citadino, bullicioso, conflictivo e inclusive violento. En la periferia de la ciudad, las chozas, ranchos o bohíos, eran los lugares de habitación de los pobres. Las indias de la servidumbre doméstica habitaban en bohíos construidos en los solares de las casas. Los datos del cuadro 6 muestran que las mujeres del común albergaban en sus hogares una mayor proporción de personas diferentes a las de la familia, en comparación con los demás grupos.43 Por otra parte, el promedio de hijos por hogar discriminados por sector social presenta variaciones de interés, ya que entre los notables era donde figuraban las familias de gran tamaño, mas no como una pauta generalizada. En estos hogares el promedio de hijos por hogar es de 2.47 y entre los comunes de 1.90, con lo que se corrobora la relación entre los recursos materiales y el tamaño de la familia Los esclavos, esclavas y la mayoría de los criados y sirvientes se concentraban en los hogares de las personas notables, lo cual es un dato que merece destacarse.

1.4. La temprana laboriosidad de las niñas Durante el período en que circuló el primer semanario del siglo XIX, se publicitó por ese medio el mercado de esclavos y esclavas. Los anuncios reflejan la activa circulación de trabajadoras y trabajadores para el servicio doméstico en la ciudad. 43 Este tema se retoma en el capítulo tercero de este libro.

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“... Quien quisiere comprar una negrita de edad de diez, a doce años hable con Joaquín Vargas quien tiene tienda frente a la torre de San Francisco ..”44 “... En el despacho de este correo darán razón del sugeto que vende una negrita de doce años de edad, y de buenas qualidades …”45 “Quien quisiere comprar una mulata de doce a catorce años, ocurra a ajustar su precio con Doña Gertrudis Pérez Trujillo. Vive en el barrio de Las Nieves…”46 “... Quien quisiere vender una negrita o mulata obscura de robusta salud, y buenas propiedades como de 10 a 12 años de edad, puede dar la noticia en el despacho de este Correo…”47

Las esclavas eran estimadas por sus habilidades para el trabajo, tal como se aprecia en la escritura de venta de Rosa, una mulatica de propiedad de Don Joaquín Chacón, abogado de la Real Audiencia de Santa Fe. El documento indicaba que la niña: “... de edad de seis a siete años, la qual... la vende en el concepto de hallarse buena y sana, sin enfermedad publica, ni secreta, ni vicio, tacha ni defecto que le impida servir bien ... se la vende en precio y quantia de setenta pesos ...”48

Las niñas de los sectores populares iniciaban su trayectoria en la servidumbre doméstica, ya fuese en calidad de esclavas como en estos casos o como siervas libres. Participaban en las faenas domésticas durante toda la vida hasta que lograran su manumisión por cualquiera de los mecanismos que la hacían posible: la compra de la libertad o el otorgamiento de la misma sustentado en la gratitud de sus amos o amas por los años de servicio. La manumisión voluntaria fue también un mecanismo para evadir el sostenimiento de la anciana esclava cuyas energías vitales para el trabajo se habían agotado. 44 45 46 47 48

Correo Curioso de Santa Fe de Bogotá, No. 13, 12 de mayo de 180 l. lbíd. No. 15, 19 de mayo de 180 l. lbíd. No. 23, 21 de julio de 1891. lbíd. No. 41, 24 de noviembre de 1802. A.G.N ., Miscelánea, 81 , f. 596 r.


Los niños esclavos permanecían en la ciudad por algún tiempo, mientras se trasladaban al campo de acuerdo con las necesidades de los proyectos económicos de sus amos. Los datos correspondientes al barrio San Victorino del censo de las personas que estaban sin viruelas del año 1801, indican que el total de los 260 predios censados incluían 147 casas, 111 tiendas, 2 solares y 19 casas pajizas. Las personas empadronadas fueron 674 de las cuales 381 eran mujeres y 293 hombres. Según el padrón del barrio San Jorge, entre 448 personas censadas, 253 eran mujeres y 195 hombres y también se capta un predominio de los menores de 20 años. El predominio femenino en el grupo de edad comprendido entre los seis y los quince años (183 niñas y 149 niños) quizás no tenga nada que ver con el hecho de la mortalidad masculina ocasionada por las viruelas sino más bien con el hecho de la migración por motivo de trabajo. Las niñas y las jóvenes permanecían en la ciudad por la elevada demanda para la servidumbre doméstica. El 43 por ciento de las jóvenes menores de 20 años (el 9 por ciento del total) se desempeñaba como criadas, algo más de la mitad de este grupo figuraba con edades entre los cinco y los diez años, es decir, se trataba de niñas de corta edad. La distribución por sexos y edades de esclavos y sirvientes en el barrio San Jorge, se aprecia en los cuadros 7 y 8. Las exigencias del arduo trabajo doméstico, en un medio en el cual las faenas se realizaban a partir de un uso intensivo de la fuerza de trabajo, planteaba a las familias de diferentes estratos la necesidad de disponer en forma permanente de recursos humanos que contribuyesen en la realización de los oficios. Los requerimientos de ese trabajo, explican en parte la disponibilidad de algunas familias de acoger para la crianza niños o niñas huérfanos o abandonados, quienes

Cuadro 7. Esclavos y esclavas en el barrio San Jorge, 1801.

en contraprestación, trabajarían con lealtad para el hogar que los albergó.

1.5. Las condiciones de la socialización femenina en Santa Fe de Bogotá La sacralización de la sociedad santafereña durante los siglos de dominación colonial, conllevaba la ritualización de los momentos cruciales del ciclo vital desde el nacimiento hasta la muerte. El bautismo que se realizaba a los pocos días del nacimiento, era un ritual generalizado en los medios urbanos neogranadinos con efectos tanto religiosos como civiles. Ese evento era de gran trascendencia para las familias.49 La constancia suscrita por la burocracia clerical sobre la realización de la ceremonia bautismal en los libros parroquiales, contenía los elementos básicos de la identidad social adscrita a los recién nacidos. Esa constancia sustentaba ante todo las pretensiones de los aspirantes a las prerrogativas de una sociedad en la que las tendencias aristocratizantes eran muy pronunciadas, en particular en la colectividad blanca y entre quienes se identificaban con sus valores.

49 La historiografía sobre la niñez y la familia resalta la importancia del bautismo en las sociedades de gran influencia cristiana. La fragilidad de la vida de los recién nacidos en las colectividades del pasado, motivaba el bautismo temprano con la finalidad de salvaguardar el alma de la criatura.

EN OTRAS PALABRAS… no. 25 / Rehaciendo saberes | 23


Cuadro 8. Sirvientes en el barrio San Jorge, 1801.

El adoctrinamiento se iniciaba desde edades tempranas. La socialización se realizaba en contacto con las prácticas piadosas e inclusive con la literatura religiosa que se leía en voz alta en los hogares. La práctica cotidiana de la oración convocaba a los miembros de la comunidad doméstica, incluidos los niños, las niñas, los allegados y la servidumbre. Las vidas ejemplares ocupaban un lugar destacado en la formación de los valores religiosos y en la propagación de figuras de identificación. Cristina Ruiz Martínez en su interpretación de crónicas sobre ese tema en México colonial, sustenta que los relatos daban cuenta de las experiencias de niños y niñas excepcionales a quienes se les atribuyó comportamientos extraordinarios. Destaca la autora las diferencias de género. La precocidad era resaltada en las biografías femeninas junto con la devoción, la tendencia al recogimiento y la predilección por la vida virtuosa. Advierte además que las experiencias relatadas no eran propias de las niñas comunes, ya que las biografiadas parecían llamadas desde temprana edad a la santidad.50 Elisa Mújica destaca esos rasgos en la infancia de Sor Francisca Josefa 50 Ver, “La moderación como prototipo de santidad: una imagen de la niñez”, Sergio Ortega, De la santidad a la perversión. O de por qué no se cumplía la ley de Dios en la sociedad novohispana. México, Grijalbo, 1986, pp. 49 ss.

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del Castillo en su estudio biográfico.51 Pablo Rodríguez llama la atención sobre esa misma idea en su artículo sobre la beata tunjana Antonia Cabañas.52 La iconografía religiosa ocupaba los espacios domésticos y los templos con representaciones visuales de la Historia Sagrada La rica imaginería del Niño Jesús durante aquellos tiempos testifica la inmensa devoción que suscitaba.53 El culto mariano dedicado a la Virgen Niña junto con sus padres San Joaquín y Santa Ana constituyó un prototipo de la Sagrada Familia, modelo de identificación para los devotos santafereños de todas las etnias. Las representaciones no religiosas de la infancia fueron menos comunes. El miniaturista Pedro Domínguez del Castillo, a comienzos del siglo XlX dibujó una niña cuya imagen parece corresponder a la de una integrante de los sectores notables. Esta obra es un indicio de los comienzos de una tendencia orientada a la secularización de la infancia en el arte bajo la influencia de la Ilustración, signo de los cambios en las representaciones de la niñez en la sociedad capitalina. Las imágenes de las niñas de los sectores populares en la ciudad son mucho menos comunes. La criatura chumbada, figura que aún sobrevive entre ciertos sectores campesinos e indígenas, rememora el estrecho contacto de la madre india o mestiza con su hija o con su hijo durante los primeros años de vida que se remonta a la época colonial.54 51 Elisa Mújica, Sor Francisca Josefa del Castillo, Bogotá, Procultura, 1991. 52 Pablo Rodríguez, “Antonia Cabañas, una beata doméstica”, Credencial Historia No. 68, 1995. 53 Las tallas del Niño Jesús yacente y ataviado apenas con un pañal, figuraban como parte importante de los patrimonios espirituales de los conventos y los hogares. 54 El chumbe es una pieza tejida y delgada de la utilería indígena cuya función es sostener el cuerpo infantil en la espalda de la madre; se usa con el fin de facilitar los desplazamientos y la realización de las actividades cotidianas sin tener que separar al niño pequeño o a


La legislación sobre la familia que integraba la tradición hispana y que fue adaptándose a las condiciones americanas, se ocupó con detalle del tema de la filiación de los hijos e hijas. La diferenciación principal a ese respecto se sustentó en los privilegios de la descendencia legítima, es decir, según los criterios de la época, la procreada en uniones sacramentales. Tales privilegios tenían que ver con el reconocimiento social, con la herencia y con las posibilidades de acceso a los planteles educativos y a los oficios nobles. Es decir, la legislación afirmaba un sistema de exclusión social que afectaba a las hijas y a los hijos procreados en uniones no sacramentales. También se legisló sobre la orfandad y el abandono. Ante todo se normatizó la tutela estatal de los huérfanos y de los expósitos cuando se fundó una entidad especializada en el año 1641 bajo el patronato clerical.55 Cuando se fundaron los Reales Hospicios de Santa Fe en el año 1777 bajo la influencia de la Ilustración,56 se produjeron algunas redefiniciones que buscaban atenuar los tratos denigrantes a que estaban sujetos los niños expósitos. Los gobernantes de la segunda mitad del siglo XVIII y la primera década del XIX intentaron fundar escuelas públicas de primeras letras para los niños y las niñas del Nuevo Reino, acorde con los ideales ilustrados. Sin embargo, ese proyecto no logró realizaciones significativas, entre otros motivos por las restricciones presupuestales para el sostenimiento de los planteles educativos y para el pago a los maestros. Jaime Jaramillo Uribe se refiere a ello en un estudio sobre ese tema.57

la niña pequeña de su madre. Aún se usa en algunas comunidades colombianas. Comunicación oral de las madres comunitarias paeces, Corinto, Cauca. octubre de 1995. 55 A.G.N., Policía l, ff. 106 r.- 243 r. 56 A.G.N., Policía 5, ff. 190 y ss. 57 Jaime Jaramillo Uribe, “El proceso de la educación en el virreinato”, Nueva Historia de Colombia, t. 1, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 207- 215.

Francisco José de Caldas en 1808 objetaba la precariedad de la educación de primeras letras en la capital, que en ese entonces contaba con treinta mil habitantes y en la cual tan sólo funcionaba una escuela pública. “... no puede un buen patriota mirar con indiferencia aquella que observa en los muchos que pudieran contribuir al establecimiento de las tres escuelas gratuitas que como de justicia están pidiendo la multitud de pobres de que están llenos los tres barrios de Santa Bárbara, Nieves y San Victorino de esta ciudad ...”58

En los textos suscritos por Caldas como “el amigo de los niños”, insistió en la necesidad para el bien común de la educación pública, gratuita, cristiana y patriótica para jóvenes y niños de ambos sexos. Sin embargo en sus cuestionamientos y propuestas, se refería al sujeto masculino, quizás bajo la presunción de que tal denominación corresponde a una categoría incluyente.59 Caldas objetó a su vez los maltratos ejercidos tanto por los maestros como por los padres, lo cual permite suponer que los castigos a los niños y a las niñas eran muy difundidos en la ciudad como estrategia de corrección y como estímulo del aprendizaje: “... si se va a observar una escuela por 24 horas, no se oirá allí sino el azote (o el rejo según la frase provincial), la palmeta y las ásperas amenazas, que producen lágrimas, suspiros y sollozos, o la vergüenza que provoca el sonrojo o la desesperación. Estos son los instrumentos con los que se corrigen no sólo las pueriles faltas de unos niños de seis a ocho años, sino también aquellos con que se les quiere introducir en sus potencias la comprensión 58 Francisco José de Caldas, “Discurso sobre la educación”. Semanario del Nuevo Reino de Granada, Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, Minerva, 1942, pp. 70 - 71. 59 La crítica feminista a la Ilustración cuestiona los alcances otorgados a la categoría hombre, sujeto masculino, como incluyente universal. Señala a su vez los limites de tal categoría ya que ante todo representa al sujeto burgués, blanco y europeo. Ver, Celia Amorós, Hacia una crítica a la razón patriarcal, Barcelona, Antropos, 1991.

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y la memoria que ha negado o escaseado a muchos la naturaleza...”60

Los elementos destacados en las líneas precedentes, permiten sustentar la existencia en la sociedad colonial santafereña de varios discursos sobre la infancia y la niñez que se refieren a la cultura, los problemas y los riesgos de esa sociedad. Así mismo, se aprecian construcciones modélicas que no son necesariamente un reflejo de las realidades concretas sino guías para un comportamiento ideal. El hecho mismo de la procreación estuvo sujeto a las pretensiones de un deber ser, sustentado por los círculos que aspiraban a la imposición de un determinado orden social. La procreación era interpretada como un suceso extraordinario tanto entre las familias notables como entre la gente común, aunque las connotaciones sobre el tema eran ambiguas. Por una parte, se incentivaban los estímulos a la reproducción en un territorio relativamente despoblado61 y en el que se requería fuerza de trabajo. Por otra, se restringía a la unión sacramental y se sancionaba a quienes procreaban fuera de esas uniones. La única finalidad de la unión coital en las relaciones conyugales era la procreación. Los nacimientos tanto de los hijos como de las hijas eran por lo regular estimados según los criterios de la moral cristiana, es decir, como una 60 Francisco José de Caldas, Semanario, 1942, p. 81. 61 Manuel del Socorro Rodríguez fue un intérprete de las limitaciones para el progreso de la sociedad producidas por el reducido número de los habitantes, “principal inconveniente para que pueda ser feliz este Reyno… “’ Papel periódico de la ciudad de Santa Fe de Bogotá, No 13, 6 de mayo de 1779. En ese mismo número “… Un sugeto natural y vecino de esta Capital reconociéndose que jamás podrá conseguirse la verdadera felicidad del Reyno mientras no se logre el aumento de su población ... ofrece la cantidad de cinquenta pesos al que produxere un discurso haciendo ver con solidas y bien fundadas razones el modo de aumentarse la población, en terminos, de que a quarenta o cinquenta años pueda probablemente esperarse una considerable mutación en orden a las artes, industria y demás objetos que forman el buen estado de la república ... “Ibíd.

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dádiva divina. La lógica pragmática invitaba a estimar la descendencia en términos de la conveniencia de la prolongación de los linajes notables, por lo que representaba en cuanto eran brazos para producir y por las posibilidades que ofrecían los hijos y las hijas de apoyo a los padres en su vejez. La descendencia femenina representaba cargas económicas y sociales tanto para las familias notables, como para las del común de las gentes. La pareja parental, por lo regular, realizaba esfuerzos, emprendía gestiones en ocasiones complicadas, sacrificaba la propia holgura económica o la de algunos de los hijos e hijas con el fin de garantizar a alguna o algunas de sus hijas las dotes exigidas para la realización de un matrimonio conveniente o el ingreso a un convento.62 La socialización diferencial de género, estaba mediatizada por las presiones económicas que hacían temer por el futuro de la recién nacida. La orientación hacia el matrimonio en la que se formaba a las niñas y a las jóvenes santafereñas, se sustentaba en la reputación de estado ideal que garantizaría la protección material a la mujer casada. Por lo demás, esa condición le garantizaba a la mujer el reconocimiento social. El matrimonio y la familia se organizaban según el modelo cristiano del matrimonio monogámico, en el cual la distribución de los roles de género estaba claramente establecida. Los hombres 62 René de la Pedraja, sostiene que además de las funciones económicas, las dotes eran importantes mecanismos de diferenciación social entre las mujeres. Las hijas de las familias de la clase alta la tenían garantizada como un anticipo de la herencia. Si los padres no podían dotar a la hija, otros familiares hacían donaciones. De forma inusual, el mismo novio le asignaba una proporción de sus propios bienes. Las jóvenes pobres y huérfanas, entraban en una gran competencia por los recursos de los legados y las Obras Pías, competencia que en ocasiones derivaba en acusaciones en contra de la honestidad de alguna de las candidatas, estrategia para descalificarlas y juzgarlas como no merecedoras de esos beneficios. “La mujer criolla y mestiza en la sociedad colonial”, Desarrollo y Sociedad, No. 13 , Uniandes, Bogotá, enero 1994, pp. 205 - 206.


ejercían la función de proveedores económicos de las mujeres y los hijos menores quienes eran sus dependientes y protegidos. La consideración del hecho de ser niña en la ciudad de Santa Fe de Bogotá a lo largo de los últimos sesenta años de la dominación colonial, exige distinguir dos momentos. En las proximidades de mediados del siglo, al parecer prevalecían los estímulos a la reproducción, por ser el

Nuevo Reino un territorio relativamente despoblado. La infancia femenina fue estimada en ese momento por su potencial reproductivo ya que garantizaba el poblamiento. Luego, se entró en una etapa de crecimiento urbano en la que se intensificaron los conflictos derivados de ese proceso. La valoración social de las mujeres al parecer decayó, en virtud de que se les atribuía una gran responsabilidad en el denominado desorden citadino.63

63 Ver el capítulo cuarto de este libro.

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Ligia Galvis Ortiz*

Un mundo para las adolescentes Reflexiones sobre la adolescencia en la perspectiva femenina * Abogada y PHD en filósofía.

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podían contar conmigo porque todos los planes con ellos me parecen aburridos” dijo otra… ¿Y en el colegio les han informado qué es la adolescencia? “Una profesora nos dijo que tendríamos unas clases de educación sexual”, “después nos dijeron que esas clases se dictarían en el curso de anatomía”.

La adolescencia es la época del bullicio en el despertar de la conciencia. Buenos días niñas, ¡el mundo de la vida las espera! ¡Comienza la aventura personal! “Señora” “¡Ya no somos niñas! “¿No ve usted cuánto hemos crecido?”. “¡Ya no estamos aprendiendo a leer y a escribir!” Este que era un saludo de bienvenida a un grupo de niñas que manifiestamente estaban entrando en la adolescencia, se convirtió en un llamado de atención que tocó a la puerta de mis reflexiones sobre la recientemente aprobada Convención de los Derechos del Niño. ¡Tienen razón! Respondí cuando percibí que ese mundo de la vida estaba conformado por niñas que ya se estaban despidiendo de la infancia. Es verdad, ustedes ya pasaron por esa aventura inmensa de apropiarse de la lectura y de la escritura; ya tienen esos instrumentos con los cuales podrán ingresar a todas las esferas del conocimiento. Aprendieron a leer y a escribir más o menos a los seis años. Hoy ya tienen más o menos doce. El tiempo pasó. Ustedes lo percibieron y nosotras, las viejitas, no. Claro que ya no son niñas, ustedes están iniciando otra aventura en el ciclo de la vida, están en la adolescencia. ¿Saben qué es la adolescencia? ¿Les han comentado en la casa al respecto? “A mí me dijeron que entraba a la edad del aburrimiento”. “Una vez mi mamá me dijo que ya no

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Ante la respuesta al saludo inicial, “ya no somos niñas”, cambié la dinámica de mi intervención (iba a hablar de los derechos de las niñas). Bueno amigas, vamos a pensar qué es la adolescencia porque ustedes son adolescentes. Empecemos por entender qué quiere decir adolescencia. En el lenguaje cotidiano se entiende esta palabra como carencia, lo que le falta a una persona para ser adulta. Esta es la razón por la cual, en general, los padres y las madres piensan que la adolescencia es la etapa de la crisis, de la negatividad porque las personas que están en esa edad no tienen los elementos para ser adultos y se quieren comportar como tales. Entonces la actitud que toman es esperar a que crezcan y soportar el mal genio, la desobediencia y las confrontaciones de las niñas y de los niños con sus mamás y sus papás. Porque para éstos siguen siendo sus niñas y sus niños. Pero miremos otro significado de adolescencia que es más interesante para entender este momento de sus vidas. Ricardo Soca, periodista uruguayo, escribió un libro que se llama La fascinante historia de las palabras. Ahí encontramos la palabra adolescencia y nos dice que: se deriva de la raíz indoeuropea al que quiere decir nutrir, crecer; de esta raíz se derivó la palabra latina alere cuyo significado es nutrir, alimentar. De esta palabra se derivó el verbo alescere que quiere decir crecer, aumentar; a esta palabra se le agregó el prefijo ad y así se formó el verbo adolescere, crecer, desarrollarse. Luego se formó la palabra adolescens, adolescentes, el que está creciendo, y de ahí surgieron las palabras adolescencia y


adolescente. Dice el autor que en el siglo XIII esta palabra pasó al francés y luego al español y poco a poco se fue aclimatando en los otros idiomas1. Este es un ejemplo de cómo se forman las palabras. Este significado es más apropiado para denominar esta etapa de los seres humanos. En la cual se encuentran ustedes. Todas y todos vivimos ese momento de la vida. Entre los doce y los dieciocho años las personas crecen y se desarrollan. Esto quiere decir que aumentan de talla y presentan cambios muy importantes en el cuerpo. En esta época los huesos crecen hasta lo establecido en el mapa genético. Se adquiere la estatura definitiva. El cuerpo se transforma porque se hace manifiesta la riqueza biológica que se ha venido acumulando al interior del organismo. En esa riqueza encontramos las hormonas que se despiertan para consolidar las diferencias entre el cuerpo de los hombres y el cuerpo de las mujeres. El cuerpo de los hombres se cubre de un vello grueso y les sale barba y bigote, su miembro viril crece, la voz se vuelve grave y se acomoda a la fortaleza de su cuerpo y se inicia la producción de esas semillas que se llaman espermatozoides y tienen como función unirse con la semilla femenina. En las mujeres, su cuerpo también gana en talla, sus glúteos se hacen más protuberantes y crecen sus senos, pero en su interior está creciendo ese órgano que albergará nuevas vidas. A las mujeres nos suceden cambios que no entendemos y nos producen espanto. Se activan las hormonas y las semillas de la fertilidad se llaman óvulos. Los produce la matriz cada mes, cada veintiocho días más o menos, y se expulsan a través del sangrado que tenemos cada mes. La primera vez que éste se produce nos asusta, pensamos que el cuerpo está herido y no sabemos cómo y cuándo se produjo 1 Soca, Ricardo. La fascinante historia de las palabras. Editorial Rey+Naranjo. Bogotá. 2013.

el accidente. ¡Qué susto nos producen todos estos cambios cuando las mayores, la mamá o las maestras, no nos cuentan lo que nos sucede en esta edad!, cuando no nos dicen que estos cambios suceden en esta época y cómo estos cambios serán parte fundamental de nuestras vidas. En mi época todo esto se vivía en forma clandestina, el pánico que nos producía el primer sangrado se guardaba en secreto o si acaso, se comentaba con las amigas más íntimas. Si ustedes leen novelas que cuentan historias de mujeres, seguramente encontrarán cómo recibieron ellas el momento de su primera menstruación (así se llama este sangrado mensual). Recuerdo la obra de Elena Ferrante, La amiga estupenda, en la cual describe la forma como una de las protagonistas recibió esa visita. “Una tarde me quedé profundamente dormida y al despertar me noté mojada. Fui al retrete para ver qué me pasaba y descubrí que llevaba las bragas manchadas de sangre. Aterrorizada por no sé bien qué, tal vez por una posible reprimenda de mi madre por haberme hecho daño entre las piernas, lavé muy bien las bragas, las estrujé y volví a ponérmelas mojadas. Y salí al calor del patio. El corazón me latía de miedo. “Me encontré con Lila y Carmela, di un paseo con ellas hasta la parroquia. Noté que volvía a mojarme, traté de calmarme pensando que se debía a la humedad de las bragas. Cuando el miedo se hizo insoportable, le susurré a Lila: -Tengo que contarte una cosa. –¿Qué? –Quiero contártela solo a ti. “La aferré del brazo tratando de alejarla de Carmela, pero Carmela nos siguió. Era tal mi preocupación que al final se lo confesé a las dos, pero dirigiéndome a Lila. -¿Qué podrá ser? –Pregunté.

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Carmela lo sabía todo. Ella sangraba todos los meses desde hacía un año.

zamos a transitar por la vida por nuevas vías que empezamos a construir con ideas propias.

-Es normal –dijo- Por naturaleza, las mujeres tenemos el mes, sangras unos días, te duele la barriga y la espalda, y luego se te pasa.

Lo que están experimentando en sus cuerpos, ustedes lo sienten, lo están viviendo y pueden hablar, preguntar y leer libros y mirar películas y oír los relatos de las mayores de viva voz y no en la oscuridad del oculto espacio clandestino, cuando la mamá les proporciona las primeras toallas higiénicas, o en el diálogo secreto entre amigas. Este es un camino abierto hace cincuenta años pero, aún después de medio siglo, es poco transitado por quienes tienen bajo su responsabilidad la tarea de ilustrar a las niñas para que asuman su adolescencia como la etapa más importante de sus vidas; para que ausculten y hagan evidente que, además de su crecimiento corporal, el aumento de sus glúteos y sus senos, además del despertar de los sentidos y de la sexualidad, hay un despertar de la mente plagado de interrogantes, de dudas, de timideces, de inseguridades respecto al profundo ser que habita en estos nuevos cuerpos. Son esas preguntas las que despiertan y alimentan lo que las mamás y los papás y las maestras y la sociedad entera llaman rebeldía. Pero para ustedes es la búsqueda de su propio destino. Es necesario romper por segunda vez el cordón umbilical para poder pensar por cuenta propia. Lo que las personas adultas creemos que es rebeldía, para ustedes es necesidad de alejarse de las influencias que gobernaron la niñez, para empezar la vida con autonomía. Pensar por sí mismas y no seguir la corriente trazada por las demás, es la gran aventura que se instala en el nuevo cuerpo. Por segunda vez se aprende a leer pero esta vez es la lectura del cuerpo y del espíritu la que aparece en sus vidas.

-¿Seguro? -Seguro.”2 Estas fueron mis épocas. La de ustedes es más abierta porque se ha eliminado la clandestinidad y los prejuicios que acompañaban el desarrollo biológico y los imaginarios ocultistas que colmaban la mente de las adolescentes y se expresaban en miedos, vergüenza y hasta desprecio por el cuerpo… Los años sesenta del siglo pasado fueron los momentos de la liberación del cuerpo de las mujeres. O mejor dicho, es el tiempo en que las mujeres recuperan su cuerpo, empiezan a conocerlo y a entender todos sus movimientos y lo hacen suyo, se lo arrebatan a la dominación de la iglesia y de la ley. En esa década y en las siguientes, los movimientos de mujeres exclamaron: ¡el cuerpo es nuestro, y forma parte de nuestro patrimonio inalienable! ¡Nosotras decidimos y orientamos el destino de nuestro cuerpo! Esta es una de las facetas más importantes de lo que llamamos la liberación femenina. Gracias a esta recuperación del cuerpo como patrimonio de las mujeres (recordemos que esta expropiación duró siglos y los dueños de nuestro cuerpo fueron especialmente las religiones monoteístas y después las leyes del Estado) hoy las niñas y las adolescentes crecen con otras ideas y con la mente abierta para conocer y manejar con tranquilidad y sabiduría lo que le pasa a su cuerpo cuando crecemos y dejamos de ser niñas y empe2 Ferrante, Elena. La amiga estupenda. Primer volumen de la saga Dos amigas. Random House Mondadori. Barcelona. 2016. P. 102

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¿Quién soy? ¿Qué puedo hacer? Y ¿qué quiero hacer con mi vida? Para algunas de ustedes estas preguntas son claras, para otras, son oscuras indefiniciones, preocupaciones sin fundamento aparente, pero que están ahí y poco a poco se


van aclarando si la orientación externa les ayuda a comprender mejor su estado actual y les brinda las ayudas necesarias para que, al abandonar la niñez, abran sus mentes y proyecten su destino con autonomía y libertad. Lo que realmente están buscando las adolescentes (y los adolescentes) es la libertad y la autonomía para asumir por cuenta propia sus vidas. A las niñas, perdón, a ustedes adolescentes, la ciencia les aporta los métodos anticonceptivos, la píldora, los métodos intrauterinos y otros, para manejar la sexualidad de manera responsable. Los expertos y los movimientos de mujeres coinciden en que el descubrimiento de la pastilla anticonceptiva fue un gran apoyo para la libertad y la autonomía de las mujeres, tanto para el manejo de su sexualidad como para el manejo de sus tiempos y la gestión de sus proyectos de vida. Desde entonces, las mujeres tienen la posibilidad de incorporarse de tiempo completo a la educación para prepararse e ingresar al mundo laboral y al ejercicio del poder político, para ser autoras y actoras en la cultura, para decidir si quiere construir pareja, tener hijos y cuántos quiere tener. Las mujeres tienen derecho a que se les respeten sus decisiones y sus opciones sexuales, sus opciones políticas, en síntesis que se respete lo que quieren hacer con su propia vida. Estas posibilidades se hacen más factibles en la adolescencia cuando emerge la necesidad de ese corte con la autoridad establecida en la familia, en la sociedad y por el Estado. Este espíritu de transgresión tiene riesgos; las pueden llevar por los senderos adecuados o puede llevarlas por caminos más tortuosos y difíciles que de pronto terminan en conflictos con la ley penal. En estos tiempos la adolescencia se ha hecho visible; dejó de ser oculta y clandestina. Ahora todas y todos pueden decir ¡soy adolescente y mi prioridad soy yo! Y aquí emerge el otro aspecto central del período que ustedes viven. Es la bús-

queda de identidad como personas, es la necesidad de sentirse capaz para actuar de acuerdo con sus propias decisiones, de pensar y obrar por sí mismas y por sí mismos; es mirar al mundo con sus propios criterios y establecer relaciones mediante encuentros entre iguales, enamorarse y decidir, con conocimiento de su propio cuerpo; es el momento en que iniciarán su vida sexual y el momento de tener hijos e hijas, si lo quieren. Se percibirán como mujeres pero no como las mujeres de ayer que iniciaban la maternidad temprana porque de esa manera adquirían el respeto de la sociedad. Esta idea todavía está presente en algunas regiones del país. Piensen, estimadas jóvenes adolescentes, que el horizonte de las mujeres se abrió pero no para seguir ejerciendo en los confines de la casa. Está abierto el mundo para estudiar y conocer, para desplegar el potencial de capacidades que tenemos como mujeres en el campo laboral, en la cultura, en la política y estos proyectos se empiezan a gestar en esta época. La adolescencia es un momento hermoso de la vida por todos los cambios y descubrimientos que se experimentan; pero es difícil porque hay que emprenderla en la soledad de nuestro propio ser; los entornos prácticamente sobran. Es difícil porque en medio de todo este despertar de las hormonas y en medio de ese torrente de preguntas tenemos que asistir al colegio, hacer tareas que no responden a las inquietudes personales. Difícilmente encontramos cómplices para vivir nuestra adolescencia. Las únicas cómplices son las amigas. Muchas mujeres se destacan en los campos citados: hay mujeres pintoras ¿han oído hablar de ellas? Hay escritoras, hay pianistas, mujeres en la política ¿podrían citar nombres? Es bueno conocer esas mujeres que las invitan a alcanzar metas más allá del rol fijado como señoras de la casa. “Yo he visto a Flora Martínez, la actriz”. “Yo leí un libro de Laura Restrepo, no recuerdo su nombre”, “yo veo a veces en la TV a mujeres

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bravas porque maltratan a las mujeres o matan a los niños”. Está muy bien; todas ellas han luchado a su manera y lograron un reconocimiento en sus campos de acción. Si les preguntamos a esas mujeres cuándo empezaron a pintar o a escribir o a actuar o a preocuparse por la situación del país, con seguridad nos responderán que a los diez o a los doce años; que pintaban en los cuadernos para no aburrirse en clase. Podrían hacer esa experiencia… hablar con mujeres destacadas en sus diferentes campos. Los diálogos entre las generaciones son interesantes. No se trata de que las mayores les fijen las rutas, éstas las encuentran ustedes… Pero conocer cómo otras mujeres afrontaron su vida en la adolescencia… vale la pena. Es más, también es interesante conocer cómo la vivieron quienes no tuvieron las mismas oportunidades o habiéndolas tenido no se destacan o simplemente desviaron el camino y hoy viven situaciones difíciles. Como les dije, ustedes hoy cuentan con más posibilidades para vivir la adolescencia con más tranquilidad y a la luz de toda la sociedad. Empecemos por señalar que el Código de la Infancia y la Adolescencia estableció la diferencia entre infancia y adolescencia. Son niños y niñas hasta los doce años, adolescentes de los doce hasta los 18. Al fin esa ley reconoció ese hecho tan relevante en la vida social que se llama adolescencia. En ese Código ustedes encuentran sus derechos, todos los derechos reconocidos por los tratados internacionales. Son los derechos humanos que hay que conocer porque deben estar instalados en el corazón de todas ustedes y de las adolescentes también. Estos derechos están consignados en esos tratados y en la Constitución Política colombiana. Hagamos un paréntesis, ¿saben qué es un tratado internacional? ¡Nooo! En coro respondieron. Un tratado es un acuerdo que firman dos o más Estados; son pactos sobre temas específicos que

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pueden ser comerciales, culturales, políticos, para proteger la naturaleza y el medio ambiente. Cuando lo firman dos Estados es un tratado bilateral, cuando lo firman varios Estados es un tratado multilateral. Estos acuerdos generan compromisos que se traducen en obligaciones que se tienen que cumplir. Cuando un Estado firma un tratado internacional se compromete a cumplir las obligaciones que en él se consignan. ¿Qué pasa cuando el Estado colombiano firma y ratifica un tratado internacional de derechos humanos? Es conveniente que sepan cuáles son esas obligaciones: La primera, es reconocer esos derechos en el orden nacional en el más alto nivel, es decir, en la Constitución que es la Carta que define y establece los principios, criterios y normas fundamentales que rigen la vida política del país. Define las funciones de las diferentes instancias del Estado, nos dice qué somos y cómo nos organizamos como sociedad y como personas. En fin, la Constitución fija los derroteros de la nación. Esta obligación de reconocimiento de los derechos la cumplió el Estado colombiano cuando la asamblea constituyente aprobó la Constitución de 1991. En ésta que llamamos también la Carta Fundamental, se consagraron los derechos humanos como patrimonio inalienable de todos los colombianos y todas las colombianas. La Constitución dice que todas las personas somos iguales ante la ley; pero ante todo somos iguales porque tenemos los mismos derechos y debemos tener las mismas oportunidades para ejercerlos. Ustedes y los adolescentes deben acercarse y conocer esos derechos porque son un patrimonio universal, inviolable, inalienable. El reconocimiento de los derechos humanos es de doble dimensión: el Estado los tiene que reconocer en la Constitución y en las leyes, pero ante todo son las personas quienes tienen que reconocerse como titulares en ejercicio de sus propios derechos. Si llevamos los derechos en el corazón, los ejercemos porque


son nuestros y como somos iguales todos y todas entendemos que las otras personas tienen los mismos derechos que ejercemos como personas. La segunda obligación es respetar los derechos de todas las personas. Esto quiere decir que el Estado no puede bajo ninguna circunstancia violar los derechos de las personas; ni siquiera para preservar otros derechos. Este es un compromiso de todos los funcionarios y las funcionarias que se ocupan de la gestión pública. Para que esta obligación se haga realidad es preciso que las personas se reconozcan como titulares activos de los derechos, los hagan suyos y actúen para ejercerlos, respetar los derechos de los demás, defenderlos y reivindicarlos cuando se violan. En Colombia se violan los derechos humanos todos los días, en gran medida porque son pocas las personas que tienen clara conciencia de los derechos como su patrimonio personal inalienable y, por consiguiente, no los saben defender; esta debilidad es, en gran medida, una de las causas que facilitan los abusos del poder del Estado. Cuando no tenemos conciencia de que somos verdaderos titulares de nuestros derechos, no podemos reivindicarlos y menos aún defender los derechos de los demás. Por esta razón, hay funcionarios y funcionarias que violan los derechos porque desconocen sus propios derechos y no pueden dar lo que no tienen. Los funcionarios y funcionarias del Estado y sus cuerpos armados con frecuencia violan los derechos de las personas porque no los reconocen como su patrimonio y porque creen que pueden abusar del poder que tienen como representantes del Estado. Esta idea siempre está en el trasfondo del ejercicio de la función pública. La tercera obligación es la promoción de los derechos humanos lo cual quiere decir que el Estado tiene que darlos a conocer entre todos los sectores de la población para que se apropien de ese patrimonio como atributo inalienable de to-

dos los seres humanos. Esta tarea es importante porque los derechos humanos son inherentes a los seres humanos; no es el Estado, a través de las leyes, quien los concede; es que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y en derechos y dotados como están de conciencia y razón, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.3 Esta es la idea básica, la idea central de todo este tema de los derechos humanos. Todos nacemos iguales en dignidad y en derechos. Ustedes todas nacen libres e iguales. Entonces, ¿por qué no lo sabemos? ¿Ustedes lo saben? –mis interlocutoras levantaron los hombros, sin decir nada me miraron con la expectativa de quienes esperan la información-. Pues no lo saben porque desde chiquitas les están diciendo que no pueden tocar los adornos de la mesa, que tienen que obedecer a la mamá, al papá, a quien las cuida, pórtense bien, les dicen cuando salen a pasear, o van a una piñata. A las niñas, y también a los niños, rara vez los estimulan para que sean libres; en los primeros años todo lo deciden las mamás y los papás. Después les permiten escoger la ropa y los juguetes. Esto es un avance; después empieza la tensión entre las decisiones de la niña y la voluntad de la mamá; generalmente gana la mamá. Ingresan al colegio y entonces hay que cumplir el manual de convivencia y ser disciplinadas. El universo escolar es aprender matemáticas y el resto del programa; no hay preparación para asumir la adolescencia como la gran búsqueda del yo propio que quiere ser libre y actuar con autonomía. Ustedes que están en el colegio no conocen sus derechos, ¿qué pensar de las niñas que viven en el campo? ¿Y en los municipios apartados? Y no pensemos en las personas adultas. Algunas conocen sus derechos pero no los ejercen o no saben que se pueden exigir. Para que el Estado respete los derechos humanos de la gente, todas las personas tienen que sentir y vivirlos como algo que nadie les pue3 Declaración Universal de los Derechos Humanos. Artículo 1º.

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de quitar; y si yo vivo mis derechos sé que debo respetar los derechos de los demás. ¿Si ven cómo es de importante esta obligación del Estado de promover los derechos para que todas –y todoslos vivamos como patrones de conducta? La cuarta es la defensa de los derechos humanos. Así como el Estado (cuando hablo del Estado pienso en todas las oficinas en los municipios, en los departamentos, pienso en la policía, en el ejército, en los juzgados) tiene que promover los derechos, también tiene la obligación de defenderlos cuando están en peligro o cuando se encuentran en riesgo de ser violados. Por eso tiene que garantizar la paz, porque en las guerras siempre se violan los derechos humanos. Para cumplir ésta y las demás obligaciones del Estado, se han establecido instituciones tales como la Defensoría del Pueblo. Esta entidad fue creada en 1991 con la Constitución que se aprobó ese año. También existen organizaciones sociales cuya finalidad es la defensa de los derechos humanos de las personas y de las comunidades. Los defensores de los derechos humanos están muy expuestos a las represalias de quienes los consideran enemigos del Gobierno porque denuncian a quienes desconocen los derechos de la población. Pero defender los derechos es una obligación que nos corresponde como titulares de los mismos y es una profesión tan respetable, autónoma e independiente como todas las demás formas de trabajo que existen en una sociedad democrática. Demos las gracias a los defensores de los derechos humanos. Muchos han muerto por esta causa. La quinta obligación del Estado es el restablecimiento de los derechos cuando éstos han sido violados. En todas las sociedades la posibilidad de violar los derechos está abierta, especialmente cuando los organismos encargados de su protección y defensa no son eficientes y cuando el reconocimiento y respeto de los mismos es muy

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débil. La violación de los derechos humanos puede derivarse de una intención directa de hacerlo o puede desprenderse de acciones legales y realizadas con buena intención pero que a la postre los violan. Por ejemplo, el Gobierno no tiene dinero para garantizar la educación de todos los niños, niñas y adolescentes; entonces aprueba un plan de acción para garantizar el 70% de cupos en todo el país; ¿qué pasa con el 30% de la población en edad escolar que no puede ir al colegio? Pues a pesar de las buenas intenciones, a esos treinta sobre cien niños, niñas y adolescentes que se quedan sin colegio se les está violando el derecho a la educación, porque no cumplir con el ciclo educativo en el momento oportuno que son las primeras décadas de la vida tiene consecuencias graves para el desarrollo posterior de los seres humanos. Restablecer los derechos violados quiere decir que se tienen que tomar las medidas necesarias para que las personas implicadas puedan volver a ejercerlos plenamente, es decir, hay que eliminar los obstáculos que en el presente impiden que las personas puedan gozar de sus derechos. Esas medidas adecuadas las toma el Estado, a través de autoridades competentes, o sea que la ley los autorice para cumplir esa función. En términos específicos, son los jueces de la república quienes tienen la autoridad para restablecer los derechos; pero también existen autoridades administrativas como los y las defensoras de familia y las comisarías de familia que son entidades especialmente consagradas a dirimir los conflictos que se desencadenan en las familias. También tienen la facultad de proteger a las niñas, niños y adolescentes y demás miembros del grupo familiar contra los peligros y riesgos que existen en la sociedad y al interior de la misma familia. Para proteger y restaurar los derechos violados, existe la llamada tutela o derecho de amparo, como se le denomina en los tratados internacionales de derechos humanos.


Niñas: conozcan sus derechos, para que los puedan exigir y demandar protección del Estado cuando se encuentren en situaciones que los pongan en peligro o cuando se los violen; en los dos casos pueden interponer el recurso de tutela para que un juez les proteja o les restablezca sus derechos cuando se los conculquen, que es sinónimo de violar. La tutela la pueden presentar ustedes mismas; van ante un juez y cuentan lo que les pasa y él les adelanta toda la vuelta. También pueden ir a donde el Defensor de Familia, o a la Defensoría del Pueblo o a la Personería o si saben dónde queda la Procuraduría; esta entidad también tiene la función de proteger y defender los derechos de todos los colombianos y las colombianas. Pero no olviden, para proteger y reivindicar nuestros derechos ante todo hay que conocerlos. Sus derechos están consagrados en la Convención Internacional de los Derechos del Niño, en la Constitución Colombiana, en el título segundo, especialmente en los artículos 44 y 45 y en el Código de la Infancia y la Adolescencia. Ustedes me dirán: “Está bien, tenemos derechos porque la Constitución y la Convención, esa que nos acaba de citar lo dicen” “pero, ¿quién nos garantiza que de verdad los tenemos?” ¡Muy bien! esa pregunta es muy interesante porque nos permite hablar de la responsabilidad en este tema de los derechos humanos de las adolescentes. Pero antes de entrar a este tema, quiero recordarles que todos los seres humanos nacemos con los derechos, no es la Constitución ni los tratados los que nos los conceden. Lo que pasa es que se establecen en esos instrumentos para que todo el mundo los conozca, los ejerza, respete los derechos de los demás y pueda acudir ante las autoridades para que se restablezcan los derechos violados. Es decir, para que se conviertan en responsabilidad del Estado. El Estado tiene las obligaciones que ya hemos enunciado. Al consagrar los derechos en los Tratados internacionales todos los

Estados que firman y ratifican un tratado de derechos humanos se obligan ante la comunidad internacional a reconocerlos, promoverlos, defenderlos y restablecerlos, cuando los violan. Para ello, presentan informes ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas -ONUo ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de los Estados Americanos -OEA-. La responsabilidad en la realización de los derechos humanos y en particular de los derechos de las adolescentes ante la comunidad internacional es del Estado. El Estado tiene que garantizar que todas las personas puedan ejercer sus derechos. La primera obligación es establecer el catálogo de los derechos para todos y todas. En nuestro país esta obligación se cumplió con la Constitución de 1991. El título segundo de la Carta Política reconoce los derechos humanos y establece este catálogo de derechos para todas las personas sin ninguna distinción ni privilegios. En realidad sí hay un privilegio, los derechos de los niños y las niñas. Dice el artículo 44 que los niños tienen derechos y quiénes son los agentes responsables que los deben garantizar. Vale la pena que conozcan este artículo. Claro está que en esta disposición se habla de los niños, siguiendo la definición que contempla la Convención de los Derechos del Niño. Es niño toda persona menor de dieciocho años. Veamos el artículo en su primera parte: “Son derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la salud y la seguridad social, la alimentación equilibrada, su nombre y nacionalidad, tener una familia y no ser separado de ella, el cuidado y amor, la educación y la cultura, la recreación y la libre expresión de su opinión. Serán protegidos contra toda forma de abandono, violencia física o moral, secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral o económica y trabajos riesgosos. Gozarán también de los demás derechos consagrados en la Constitución, en las leyes y en los tratados internacionales ratificados por Colombia.”

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La Constitución reconoce que todos los derechos humanos forman parte de ese patrimonio que es la titularidad de los derechos de los niños. Pero no establece la diferencia entre niños y niñas. Ni hace la distinción entre derechos de los niños y las niñas y derechos de las y los adolescentes. Para este grupo solo reconoce el derecho a la protección y al desarrollo integral. Veamos el artículo 45. “El adolescente tiene derecho a la protección y al desarrollo integral”.

La segunda parte del artículo 44 o sea el inciso segundo, nos habla de quiénes tienen la responsabilidad de garantizar los derechos de los niños y las niñas. ¿Quiénes son? La familia, la sociedad y el Estado. El Estado es el principal y gran responsable de la realización de estos derechos, ya lo dijimos, pero la Constitución quiso establecer otras responsabilidades más inmediatas y recordó que la familia, papá, mamá y todos los miembros del grupo familiar incluyendo hermanos, abuelos, tíos, primos… están obligados a respetar los derechos de los niñas, niñas y adolescentes; la sociedad también tiene la obligación de reconocer, respetar, promover y restablecer estos derechos. Son tres los agentes responsables y esto es lo que llamamos corresponsabilidad en la garantía de los derechos. Los tres: el Estado, la familia y la sociedad son los agentes corresponsables para que ustedes, niñas, perdón adolescentes, puedan ejercer plenamente sus derechos y respeten los derechos de las demás personas. Hay otro aspecto muy importante que ustedes deben invocar para que sus familias, todas las organizaciones sociales, sus colegios, sus iglesias y todas las personas que conforman la sociedad, garanticen sus derechos. Es lo que dice la última frase de esta segunda parte del artículo 44 que en seguida citamos:

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“La familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño, para garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos. Cualquier persona puede exigir de la autoridad competente su cumplimiento y la sanción de los infractores. Los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los demás.”

Resalté la palabra prevalecen porque sus derechos, jóvenes adolescentes, están por encima de los derechos de las personas adultas. Esto quiere decir que sus derechos están en el primer lugar de las prioridades y responsabilidades del Estado, de la familia y de la sociedad en todas partes. También existe la responsabilidad personal, la responsabilidad de ustedes como titulares de los derechos humanos y de sus propios derechos. Todos los seres humanos tenemos y ejercemos los derechos. ¿Cómo los ejercemos? Este es el tema de la responsabilidad de todos y todas las titulares de los derechos. Dos aspectos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos nos dan la pista para afirmar que como poseedores de los derechos, tenemos responsabilidades. Veamos el artículo primero que ya les cité; como es muy corto lo repito porque ahí está la definición de las personas titulares de estos derechos. “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y en derechos y dotados como están de conciencia y razón, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

Son dos frases: todos los seres humanos nacen… Todos los seres humanos deben comportarse… Ustedes nacen con los derechos y deben comportarse fraternalmente, la palabra fraternal contiene el sentido de responsabilidad. Finalmente, otro artículo establece de manera más clara la idea de responsabilidad: es el artículo 29 de la Declaración Universal. Tomamos el inciso segundo:


“En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática”.

Es más coherente hablar de responsabilidad porque ésta forma parte de los atributos de la persona, y como tal, se desarrolla en el fuero interno para consolidar la autonomía y la vivencia de la libertad. La responsabilidad quiere decir que, como personas, tenemos que asumir las consecuencias de nuestros propios actos, tanto de las buenas acciones, como de aquéllas que provienen de nuestros errores. En cambio el deber es impuesto por alguien que manda e impone las normas. Los deberes forman el catálogo del comportamiento humano que nos obliga a actuar de una u otra manera. Es muy distinto amar a la mamá porque lo sentimos y ese amor emerge de lo más profundo de nuestras almas, que amarla porque lo imponen los mandamientos de la iglesia católica. Decimos lo mismo de los derechos humanos: es más interesante y más efectivo decir que respetamos los derechos de los demás porque esa inclinación surge de nuestra propia conciencia y de la fraternidad que sentimos hacia nuestros semejantes, que respetarlos porque lo dice y lo exigen los tratados de derechos humanos y la Constitución Política del país. Esto es lo que se llama autorregulación. Ante todo somos responsables con nosotras mismas porque tenemos que ejercer nuestros derechos, porque tenemos que respetarnos a nosotras mismas, respetar nuestro cuerpo y nuestra manera de pensar, respetar y valorarnos como personas libres y autónomas. Tenemos que valorar nuestro cuerpo y nuestro ser como mujeres. Esta es nuestra responsabilidad originaria; la medida de la responsabilidad frente a los derechos de las

demás personas depende de la responsabilidad en el ejercicio de nuestros propios derechos. Si ustedes no se respetan como personas que tienen derechos, si ustedes no conocen sus derechos, difícilmente podrán respetar los derechos de las demás personas. La responsabilidad personal es efectiva porque siempre acompaña nuestras actuaciones, la responsabilidad impuesta por el deber o por las leyes de la república es frágil si no se cuenta con la responsabilidad personal. Veamos ahora si la adolescencia tiene sus propios derechos. Sí, se cumplió la exigencia de ustedes jóvenes adolescentes, cuando me dijeron que ya no eran niñas. En realidad la adolescencia como grupo importante de nuestro ciclo de vida ya tiene su consagración constitucional y legal en Colombia. En la Carta Política tienen consagrados derechos como niños y como adolescentes tienen el derecho a ser protegidos y al desarrollo integral. Estos son mandatos constitucionales que todas las personas, organizaciones sociales y las personas que atienden a los adolescentes tienen que reconocer, respetar y promover. Falta el desarrollo legal de estos dos derechos, cuáles son los derechos de protección y cuáles los derechos que garantizan el desarrollo integral. Me parece que el proceso de atención a las adolescentes y también a los adolescentes, es deficiente. Les cuento por qué. Primero, porque la mirada hacia los adolescentes se establece por los aspectos negativos, es decir, por los problemas y no por la garantía del ejercicio de sus derechos. En relación con las adolescentes, las preocupaciones del Estado y de la sociedad son los embarazos prematuros y las infracciones a la ley penal. Lo que dice el Estado (recordemos que hablamos de las instituciones que lo conforman como los Ministerios de Educación, Salud, Cultura, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, etc.) y Agencias Internacionales como la UNICEF es que las adolescentes no deben ser madres antes

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de que terminen su ciclo de aprendizaje que las habilite para desarrollar su proyecto de vida por sí mismas y de manera autónoma. Esta forma de pensar me parece muy razonable porque durante varios siglos, podemos decir desde la Revolución Francesa, las mujeres hemos luchado para que la sociedad y el Estado reconozcan que, como mujeres, tenemos capacidades y fortalezas para realizar los mismos trabajos que los hombres, participar en la vida política y cultural del país y del planeta, en fin asumir las mismas responsabilidades para asegurar una buena calidad de vida para todos los seres humanos. Esto quiere decir que las mujeres ya no estamos en este mundo solo para ser mamá y mantener una casa bonita. Muchas mujeres como Olympe de Gouges, Flora Tristán, María Cano, María Eusebia Espinales, Débora Arango (las invito a que investiguen otros nombres de mujeres que dedicaron su vida a estas luchas), fueron determinantes para que hoy ustedes estén en el colegio y tengan la posibilidad de ir a la universidad y a los centros especializados, a recibir formación para desempeñar trabajos remunerados y para ser concejalas, diputadas en las Asambleas de sus departamentos, ir al Congreso de la República, o ser presidentas de este país. Ustedes ven como cada vez hay más mujeres que escriben en los periódicos, publican libros, dirigen bancos, son gerentes de empresas, son magistradas, directoras de las instituciones del Estado. Todas esas cosas se logran con mayor facilidad si ustedes retardan la maternidad, si quieren ser madres. Tengan presente que ya no es una obligación ser madre para ser respetada en la sociedad. El tiempo de la adolescencia es para gozar, explorar el mundo, adquirir destrezas para asumir la vida en libertad y con autonomía. Ustedes son las autoras y actoras de su propio destino. ¡Se terminó la dependencia de las mujeres a los hombres, sean padres, hermanos o esposos o compañeros permanentes! Además, se alcanza una mejor vida si la familia, la

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sociedad y el Estado cumplen cabalmente y de manera adecuada las obligaciones que tienen para que ustedes tengan las oportunidades de llegar a donde quieran en el curso de la vida. Yo creo, que estos tres agentes corresponsables no han tenido éxito en el desarrollo de sus obligaciones. No digamos que no hacen nada para garantizar el ejercicio de sus derechos. El Estado ha invertido mucho tiempo y dinero en campañas de toda índole para que las adolescentes cuando inician su sexualidad, lo hagan de manera responsable y utilicen los métodos anticonceptivos que existen para evitar embarazos no deseados. Esta es una manera muy importante de cuidar y respetar el cuerpo y todo nuestro ser y de respetar la especie. Es irresponsable traer seres al mundo cuando no queremos y no estamos preparadas para asumir esta obligación. Pensemos todas, pero especialmente ustedes en qué ha fallado el Estado, por qué aumentan las adolescentes y a veces niñas, embarazadas. Por qué no disminuyen las violaciones y los abusos sexuales a las niñas y a las adolescentes. Por qué los hombres no cambian su manera de ver y sentir a las mujeres. Confieso que estas preguntas me generan una angustia tan grande que se me nublan los ojos. Porque el abuso sexual y la violación son las peores ofensas que puede recibir una mujer. Esto es intolerable, inaceptable y se debe erradicar de plano en una sociedad democrática. ¡No hay democracia mientras no haya igualdad de atributos y de oportunidades entre hombres y mujeres, cuando las niñas, las adolescentes y las mujeres adultas son violadas es porque esta idea está muy lejos de ser una realidad! Pero también han fallado la sociedad y la familia; a la sociedad le falta más espíritu crítico y voluntad colectiva para abandonar las ideas viejas con las cuales los hombres dominan a las mujeres, porque todavía se piensa que el cuerpo de las mujeres pertenece a las religiones, porque


todavía se piensa que la culpa de las violaciones es de las mujeres, se dice que algo habrá hecho la adolescente o la mujer en general, para provocar a los hombres. Y como eso es así, entonces no hay sanción social fuerte contra los violadores, no hay medidas para que los hombres cambien su forma de ver a las mujeres como puro objeto sexual y no como personas lúcidas, inteligentes y tan respetables como ellos. Esta tarea tiene que empezar en las relaciones intrafamiliares. La familia ha fallado en este aspecto porque todavía existe la idea de que las niñas juegan a cocinar, a ser mamás y las adolescentes tienen que recoger la ropa de los hermanos y hasta tenderles la cama y tienen que ayudarle a la mamá a limpiar la casa, los hermanos las gritan y las golpean y los papás y las mamás no dicen nada y hasta se atreven a tocarlas y a hacer prácticas sexuales con ellas. La familia falla porque las mamás y los papás no tienen las destrezas o la voluntad para orientar a los hijos con ideas de igualdad y respeto por las mujeres, para erradicar de la casa todas las formas de castigo, para enseñarles a manejar los conflictos hablando y concertando las soluciones. Falla la familia porque a las niñas no les enseñan a cuidar su cuerpo, a exaltar la estética sana de la vida, en vez de eso las hacen mujeres prematuras con uñas pintadas, tacones de princesa y maquillajes que entorpecen la belleza de las niñas como lo que son, niñas; en la familia no se reconoce el mundo infantil y cuando las niñas llegan a la adolescencia en vez de vivir su mundo adolescente se creen mujeres adultas y pierden la oportunidad de vivir el momento en que están; percibirse otras porque ya no quieren participar de los programas de familia, se encierran en sus cuartos ¿a… qué?, nos preguntamos las mamás. Ustedes saben por qué y para qué se encierran. Ese espacio es de ustedes. Es ahí donde supongo que la imaginación vuela, sale de los techos y de las terrazas para concebir el mundo que ustedes

quieren vivir. Supongo que eso pasa por las iras y rebeldías contra quienes las rodean, por los rechazos a las reglas de la casa y todas las inconformidades que las atropellan. Quisieran estar en otro cuerpo, tener el cabello rubio, o negro, los ojos de otra manera; o se sienten tan bonitas que no caben en el entorno en que se encuentran. La familia no las entiende y es verdad porque ella está justamente ahí como el obstáculo que hay que superar. “Yo no quiero ser como mi mamá” dicen entre amigas; es verdad, ustedes no quieren ser como sus mamás porque son otras personas, necesitan ser otras personas y eso es lo que buscan en la edad en que se encuentran. Por eso en la adolescencia experimentan lo nuevo que quieren hacer y que quieren ser como mujeres. Perciben la idea de ser mujer en grande. Dejan de ser princesitas o mujercitas. Volvamos al tema de la existencia de la adolescencia; les decía que este espacio se abrió en la Constitución y en la ley. Hoy está el Código de la Infancia y la Adolescencia. Ahí está establecida la adolescencia como grupo presente en la sociedad. Pero ¿qué hace el Estado por este grupo?. Sí, están los colegios, claro, están las clínicas y los servicios de salud. Pueden ir al cine porque hay cines, y hay conciertos. ¿Qué falta? Son muchos los peligros que las adolescentes tienen. Si salen solas a las calles, pueden ser violadas, o simplemente les pueden robar el maletín con los libros. En los colegios tienen que aprender prácticamente de memoria lo que dice el profesor porque ustedes tienen muy pocos espacios de participación en las clases. Creo que aún no pueden decirle a sus profesores que no están de acuerdo con lo que les dicen; no pueden establecer sus programas de aprendizaje. Las profesoras y los profesores tienen que orientar sus búsquedas, claro está, pero como ustedes están buscando sus caminos de vida, las clases deberían ser más activas para facilitar el desarrollo de esas búsquedas.

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La adolescencia no está en las preocupaciones del Gobierno. Según las políticas del Estado ustedes siguen siendo niñas. Pero además, su preocupación está centrada en lo que hoy llaman primera infancia y yo me pregunto ¿qué pasa con la garantía de los derechos de las niñas y niños mayores de seis años? Porque la primera infancia son los primeros seis años. Y después nada respecto a la infancia. Con relación a la adolescencia nada de nada. Hay acciones para la juventud. Pero nuevamente la adolescencia queda oculta en otra etapa que va más allá, hasta los veintiséis años. En esta etapa siguen siendo consideradas como grupo que aún no tiene todas las astucias para ser joven. En fin hay que exigirle al Estado que tome medidas, que realice acciones dirigidas a la adolescencia. Hay que recordarle a todas las oficinas del Estado que la adolescencia es una etapa muy importante de la vida y que hay que cumplir el mandato de la Constitución Política que dice que el Estado debe protegerla y garantizarle su desarrollo integral. Pensemos entre todas qué deben hacer las autoridades para que los derechos de las adolescentes se hagan realidad: debería haber programas en las localidades para que las adolescentes realicen las actividades de su interés. Siempre he pensado que en cada localidad deberían existir clubes para adolescentes y para jóvenes y eso me comentó mi nieto, un chico de doce años; me dijo además, que en las salas de urgencias de las clínicas deberían tener libros para adolescentes, y que la televisión se programe para ellas y ellos y no para que las personas adultas no se aburran. Que oigan bien las autoridades: las adolescentes y

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también los adolescentes, deben formar parte de las agendas políticas. Faltan las políticas públicas que aseguren espacios y condiciones reales de ejercicio de los derechos de las adolescentes. Es el momento de llevar a cabo una comunicación intergeneracional más cercana a sus intereses y a sus búsquedas. Es el momento en que la familia debería estar más atenta para entender los silencios, las inestabilidades, y las contradicciones en que se encuentran sus hijas. Es el momento en que la sociedad debe abrir más espacios para el mundo de las y los adolescentes. Me dijo mi nieto que sería importante que se les facilitaran las visitas a los museos, que haya espectáculos más cercanos a su mundo. El Estado tiene olvidado el artículo 45 de la Carta Política y es hora de enviarle mensajes para que las instituciones piensen que las adolescentes son personas en camino por la vida que perciben a su manera el mundo y las relaciones intrafamiliares. Con toda la razón ellas dicen ¡Nosotras ya no somos niñas! ¡Nosotras no somos niñas! Estado, sociedad, familia: hay que escuchar este clamor, hay que responder con cuidado y ante todo con la responsabilidad que impone la Constitución de garantizar la protección, cuando es necesaria, pero ante todo asegurar su desarrollo integral. Hay que oír a las adolescentes en sus ideas sobre el desarrollo integral compaginado con sus esperanzas, deseos e ilusiones. Tenemos que orientarlas en el cumplimiento de sus responsabilidades. No se trata de imponer deberes. Hay que orientarlas hacia la autonomía en la toma de decisiones y en la libertad para dirigir sus propios destinos.


Bibliografía

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Martha López Castaño*

La construcción de la infancia y los estudios feministas * Doctora en Filosofía.

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acontece como consecuencia del debate sobre el “aporte femenino en la concepción” que duró varios siglos desde Platón y Aristóteles hasta el siglo XVI, cuando Harvey descubrió que el óvulo femenino era penetrado por el espermatozoide dando entonces a la mujer por primera vez la virtud de crear; no obstante la creación se redujo para las mujeres a la capacidad de hacer hijos, eliminando con esto la opción de producir y de crear ideas de pensamiento, de poesía y del arte en general que dan vida a la autonomía y al aporte femenino a la cultura y a la sociedad.

La infancia es abordada por los estudios feministas -donde se destacan los trabajos de Ana María Fernández- que muestran cómo las ideas iusnaturalistas como inocencia, pureza, debilidad, dependencia, tabla rasa, etc., se van modelando por la cultura y los imaginarios que reducen a los niños y niñas a objetos de cuidado de las mujeres, mientras los hombres advienen a lo público, al reconocimiento social y al poder que da la virilidad, no solo sobre los otros sino principalmente sobre las mujeres y los hijos en el hogar, el llamado oikos familiar. Así fue como se consolidó la gran escisión entre lo público y lo privado que condenó a las mujeres al trabajo doméstico y las transformó en seres destinados a la reproducción biológica, no aptas para la educación y supeditadas al varón no sólo en términos del deseo, sino también dependientes de éste en cuanto a su manutención. Con la aparición de la manufactura y la gran industria capitalista durante el siglo XIX se admite ya que la mujer se define por la maternidad; esto

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La infancia retoma entonces el ejercicio molar y bipolar de femenino y masculino, estableciendo una diferencia clara entre los niños y niñas: ser niño y ser niña no es lo mismo, así que tanto la educación familiar como la escolar se propusieron formar a las niñas para el matrimonio, lo cual las convertía en objetos sexuales para los hombres. Esto se llevó a cabo en consonancia con la tradición cristiana que valoraba la maternidad y la sujeción al varón como el modo más útil de impedir que las mujeres ejercieran un erotismo desmedido, cosa que se consideraba coesencial a su naturaleza femenina, lo cual las lanzaba a la prostitución y las alejaba de la verdadera noción de bondad, de humildad y de vigilancia cristiana sobre sus cuerpos. Las mujeres, por muchos siglos, fueron consideradas agentes del demonio. En la Edad Media muchas mujeres fueron sacrificadas, así que la invención “Mujer igual Madre” provee el mecanismo más eficaz para domesticar a las mujeres, impedir que interroguen su erotismo y queden confinadas al espacio privado en el hogar y dedicadas a la crianza de los hijos/as. Esto ocurre mientras la sociedad y la cultura refrendan la primacía del varón en todos los sentidos dando a éste todos los privilegios y el poder sobre las demás minorías, incluyendo los niños y niñas.


Los niños y niñas quedan supeditados a pautas de comportamiento y protocolos según roles muy precisos: a ellos se les prepara para el conocimiento y el saber, para gobernar y defender la nación militarmente y en el trabajo general se privilegia la fuerza y potencia masculina, que incluye su mente y cerebro en términos de remuneración en las fábricas y oficinas del Estado. En ellas todos los protocolos educativos forjan la preparación para el matrimonio, para la atención de sus hijos, para la fidelidad y el trabajo doméstico y el soporte moral y psicológico del hombre que debe brillar en lo público y a quien la sociedad consiente en los deslices amorosos, en la violación y el exceso en el poder como si fueran parte incuestionable de su masculinidad. En el siglo XIX la infancia se entiende como ese estado de la vida que prepara al adulto para el futuro: se trata de un estado transitorio y el mismo se constituye en potencia de ser a futuro, no tiene completitud y se va llenando con base en el aprendizaje; son vestidos como adultos/as, realizan tareas distintas que aparecen en sus juegos, ellos tratan a las niñas como inferiores y de hecho ellas se convierten en sus sirvientas. Todas las ciencias coinciden y refrendan estos roles; la psicología con Freud, la antropología, la filosofía, la historia, exceptuando algunos pocos, enaltecen la soberanía del hombre y promueven al hombre superior. Las mujeres van formando su personalidad al admitir que no pertenecen a sí mismas, que su deseo es tener hijos y su vida está dedicada a éstos; la educación gira alrededor de este horizonte y las niñas aprenden lo básico subordinadas a esta función; las ciencias se dividen en duras y blandas y las universidades asimilan en uno y otro bando a los estudiantes que cuentan en números el poder de lo masculino sobre lo femenino.

Como dice Ana María Fernández, la trilogía formada por Mujer igual a Madre, el mito del amor romántico y el de la pasividad erótica femenina inscrita en un particular ordenamiento dicotómico de lo público y lo privado, ha hecho posible la construcción histórica de una forma de subjetividad propia de las mujeres entre cuyos rasgos se ha mencionado un posicionamiento de “ser del otro” en detrimento del “ser de sí”. Esta forma de subjetividad no es algo inherente al ser femenino sino que constituye el precipitado histórico de su lugar subordinado en la sociedad. La infancia construida a partir del siglo XIX (y que se extiende en muchos países hasta nuestros días), considerada como espacio primero para llegar a ser, hace al niño y a la niña sujetos en potencia de ser adultos, da cuenta de esa subjetividad potencial que ayudada por el aprendizaje encarna y prepara la identidad reservada para ellos y ellas, basada en una dicotomía singular que opone lo masculino y lo femenino, quedando la feminidad subordinada, reducida a su condición minusválida y dotada de atributos de candor y pasividad que la Madre reproduce a partir de la contaminación que provee una mentalidad que la domestica a ella y a sus hijas de acuerdo al deber ser, considerado esencial e inalterable. Aparece en el siglo XIX una clase de educación moral por parte de los médicos higienistas que buscan modelar a las niñas de acuerdo a dos objetos esenciales, guardarlas vírgenes hasta el matrimonio que para la época se va retardando hasta los veinte años y prepararlas para ser esposas sumisas. Entonces recomiendan a la madre las listas de alimentos que deben evitarse tanto por sus características afrodisíacas como por ser estimulantes intelectuales. Por otra parte la inferioridad biológica del cerebro de las niñas las descarta de los estudios. No se debe despertar su imaginación, por tanto se desaconsejan la lectura de novelas, el

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teatro y la música voluptuosa, los bailes etc. En suma se exalta el pudor y la virtud, y se considera la inocencia el principal rasgo del carácter de la niña y de la adolescente; para los moralistas y educadores, como también para las madres, la inocencia está garantizada por la inocencia. (Ana María Fernández, La mujer de la ilusión. Paidós. Barcelona. p. 87). Es necesario que transcurran varios siglos para que empiece a cambiar esta mentalidad presente todavía en la Revolución Francesa de 1789, procesos de transformación guiados por ideas que interrogan lo femenino de otra manera, metáforas y paradigmas que proponen la igualdad, el restablecimientos de derechos, las luchas en la búsqueda de estos reconocimientos, debates sobre la identidad y la violencia de género, la crítica al patriarcalismo, a la guerra, a la violencia sobre las minorías y las mujeres en su papel transformador en el mundo; todo ello empieza a sentar las bases para la aparición de nuevas formas de familia que piensan en la diferencia para la irrupción de subjetividades que comprometen la comprensión identitaria y el poder patriarcal y heterosexual vigente. En el siglo XX surgen elementos para la construcción de nuevos seres humanos donde el papel de la infancia cobra un papel importante. Se produce una nueva configuración de devenires identitarios que invalidan no sólo los roles establecidos, sino que dan a las mujeres la potencia y la autonomía para interrogarse a sí mismas y se dan nuevas confrontaciones dentro del movimiento feminista, en donde se cuestiona la igualdad con los varones para proponer un espacio singular a partir de la diferencia que da cabida al deseo femenino interrogando todas las ciencias y disciplinas del saber, y ello obliga a concebir una infancia acorde con los deseos transformadores que recorren los tiempos. Las mujeres advienen masivamente a la educación y a las universida-

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des, a mediados del siglo XX, durante los años sesenta, y defienden lo que consideran sus derechos cuestionando todos aquellos dispositivos simbólicos y culturales que las han considerado descerebradas e incapaces de pensar y actuar. Se produce entonces un movilizar de las mujeres que participan de un campo que se desliga de lo que se considera revolucionario comandado por los varones, subvierten los planteamientos del marxismo, del comunismo ortodoxo, de la guerra y la violencia, toda vez que “su revolución está desarmada y no ha derramado ni una gota de sangre”; se desentienden de planteamientos que consideran el poder como objeto de apropiación y lo asimilan a la fuerza concomitante a la vida –para bien o para mal- que se ejerce dentro y fuera de sí mismas. Para el pensamiento feminista el poder se ejerce, opera con lógicas molares presentes en el patriarcado que se apoya en lo simbólico como suceso de una bipolaridad aberrante que da a lo masculino una notoriedad absoluta e incontrovertible, “lo masculino no necesita explicación”, el patriarcalismo es la fuente de todas las violencias concernientes a la exclusión de género, de raza, de etnicidad… el patriarcado está en la guerra, en el Estado, opera en todo el campo social y desafortunadamente también en lo cultural. A partir del siglo XX las mujeres salen a trabajar, llenan los espacios públicos, y aunque subsiste la desigualdad de género y la inequidad en términos de remuneración y de posibilidad efectiva, subvierten las ideas establecidas para rescatar sus deseos y demostrar su capacidad creativa; su compromiso con los hijos, pese a las dificultades que experimentan, hacen que ellas sean las primeras que se levantan y las últimas en acostarse y reinventan la vida a cada momento. Subvierten con su accionar la idea de la infancia tanto femenina como masculina, y no le temen a la soledad que nace de revaluar la vida y la felicidad en pareja.


La niña en estas circunstancias no es un estado inicial para consolidar una adultez femenina nacida de la sujeción, se entiende ya como un tiempo en presente permanente, más parecido al Aión que entendían los presocráticos; la niña que juega aprende del juego, y aunque el mercado y toda la economía de lo útil vaya en contravía con la serie de juguetes mass-mediáticos que propone, sin embargo la tecnología y el cambio paulatino del imaginario patriarcal permite evidenciar cambios importantes que cuestionan la reproducción de los roles. Las niñas hoy también acceden a la tecnología, utilizan sus pulgares para conectarse, para comunicarse y ejercitar el juego y el aprendizaje. Esto, como bien lo entiende Michel Serres en su libro Pulgarcita (que dedica a las niñas y a las jóvenes que han sabido advenir al saber y que logran el número mayoritario en las universidades del mundo), transforma la mente y el cerebro y pone en primera línea la creación y la reinvención de sí mismas. El libro describe el proceso que se está llevando a cabo al respecto de crear una noción novedosa de la infancia y las identidades; de hecho esta nueva infancia es capaz de acometer las mutaciones que se desarrollan en el cerebro que incide en los imaginarios, en las prácticas pedagógicas y en las relaciones con los otros. Ellos y ellas ya no se conectan ni se identifican con lo que regulaba la existencia en el pasado y que está dando paso a múltiples maneras de vivir en el mundo virtual que ya es un hecho social irreversible. • La nueva infancia ya no vive en compañía de los animales, no habita la misma tierra, ni tiene la misma relación con el mundo. • Se ha vuelto más sensible al entorno, contamina menos que sus predecesores, mucho más inconscientes y más individualistas.

• No conoce las mismas edades, ni el mismo matrimonio, ni la misma trasmisión de bienes. • No tiene el mismo cuerpo, ni la misma conducta, ningún adulto les trasmitió una moral adaptada. Sus padres y madres fueron concebidos a ciegas, ellos son programados, no tienen la misma genealogía, estudian con seres de distintas familias, religiones, razas y orígenes distintos. • No habitan en el mismo tiempo, viven en una historia diferente, están formateados por los medios de comunicación, formateados por la publicidad. • Los niños y niñas viven en lo virtual, las ciencias cognitivas muestran el uso de la red. La lectura y escritura con los dedos pulgares consulta a Google, Wikipedia, Youtube y Facebook que no estimulan las mismas neuronas, ni las mismas zonas corticales que el uso de los libros, la tiza y el cuaderno. • Pueden manipular varias informaciones a la vez, no conocen ni integran, ni sintetizan como nosotros sus ascendientes. • Por el teléfono inteligente acceden a muchas personas, por GPS a cualquier saber, ocupan un espacio topológico de vecindad mientras nosotros uno métrico referido a distancias. Ya no habitan el mismo espacio y ya no temen a la misma muerte. Conocen de otro modo. ¿Y qué pasa con el individuo? Ya no sabe vivir en pareja, se divorcia, ya no sabe estar en clase, se mueve y charla. Las ideologías se declaran muertas en todas partes y quedan nuevos lazos por inventar.

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Nosotros los adultos no hemos sabido inventar ningún lazo social nuevo, con excepción de las mujeres, y en esto todavía falta mucho por hacer. El espacio dedicado a la enseñanza se está quedando obsoleto, las áreas de las bibliotecas, las aulas, los laboratorios, pertenecerán a una época pasada, propios de humanos que ya no son. Para Michel Serres la pareja soporte-mensaje está evolucionando; la pedagogía cambió con la escritura dando lugar a la paideia; luego con la imprenta y hoy en día con la tecnología, el saber está abierto y se transmite siempre en todas partes. (Michel Serres, Pulgarcita, Fondo de Cultura Económica, 2013, pp. 65 y ss.) Frente a estas mutaciones es probable que convenga inventar novedades inimaginables fuera de los marcos caducos que siguen formateando nuestras mentes. Los/las jóvenes deben reinventar todo, una manera de vivir juntos, recrear las instituciones y una manera de ser y de conocer.

Es cierto que la tecnología está cambiando no solo la mente sino también nuestro cuerpo, los avances médicos lo confirman, y la lucha contra las enfermedades con ayuda de la tecnología tiene nuevas expectativas, pero no podemos olvidar que el patriarcado responsable de tanta violencia y violación contra las mujeres, las niñas y los niños y las minorías tiene que desaparecer de la faz de la tierra, sólo la ética cambiará el mundo dando paso a nuevas subjetividades capaces de transformar el futuro en un sentido vivible y amable; hay que tutelar en base a la ética a nuestros niños y niñas para no convertirlos en objetos de criminales de la tecnología que es utilizada para sus propósitos perversos, y hay que impulsar la creación que ella agencia dando paso a ese compromiso que implica amar la vida y respetar la otredad. Y ello toca a los animales, la naturaleza y el medio ambiente, empieza desde la infancia que como hemos visto se está transformando y representa la esperanza de un mejor futuro para todas y todos.

Título: Esperando por ti Pinocho Año: 2006 Técnica: Mixtas sobre papel

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Sueños, imágenes y símbolos


Mónica Sánchez Bernal*

Ana Milena Torres: rastros y rostros Entrelazados los cabellos que más parecen ideas sueltas, libres, juguetonas, en esta edición de la Revista En Otras Palabras… No. 25 dedicada a las niñas y dedicada a las adolescentes, mujeres en proyectiva, aparecen los trazos del pulso de la diseñadora gráfica Ana Milena Torres, nuestra invitada para ilustrar las voces de las niñas y las voces de las adolescentes que aún habitan a las mujeres que escriben en estas páginas. Aquellas que luchan porque esos espacios lúdicos que suelen perderse al crecer no se diluyan en ningún momento.

Las escenas que nos comparte Ana Milena no son otras que las que podemos soñar desde ciertos espacios de encierro o quietud, que hacen que nuestra imaginación vuele, donde el pensamiento no tiene límites, donde existe un mundo infinito por recorrer y un interior que quiere salir pero a veces las circunstancias no lo permiten, por la razón que sea -las violencias contra los cuerpos femeninos, las ataduras sin razón, la realidad de un tiempo sin tiempo-.

La artista es sensible a los sonidos de la vida, a los colores que vibran y contrastan entre la fantasía y la magia de seres insospechados en medio de luces y sombras domésticas y azulejos pero también de un afuera abstracto de la realidad que vemos a diario, que habitamos sin ver, en los afanes de la supervivencia. Seres que observan atentas, silenciosas, semi-ocultas, enmarañadas, resilientes, irruptoras, delicadas y a la vez intrépidas. Que van y vuelven en ruedas de bicicletas antiguas, en barcos de totora al ritmo de corazones propios y compartidos, de sentires y pálpitos, de texturas para enredarse o, quizás desenredarse, depende del juego, del latido, de la luz que brilla en el momento.

Escenas que reflejan una esencia poco llamada a venir al presente que se traducen en huellas, ramas, hojas, destellos y lágrimas que se hacen laguna, que acentúan los rastros de pisadas viejas o serán rostros de viejas datas que invaden nuestro querer, las ausencias-presencias de madres, hermanas, hijas, amigas que siguen y seguirán aferradas a la piel y a las venas que nos conectan. En la entrada de cada sección de esta revista hay una obra de esta pequeña selección de las ilustraciones que hacen parte del portafolio de la artista, a quien pueden seguir a través de las redes sociales y escuchar algo de su historia en la entrevista del Personaje Panorama1. Permítanse dejarse llevar a lo largo de esta revista por estas figuras extrañas pero no ajenas.

* Fotógrafa y Arquitecta, Magister en Arquitectura de la Vivienda, Integrante del Grupo Mujer y Sociedad

1 Personaje Panorama (2017) https://www.youtube.com/ watch?v=GGFhWV8NHoM

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Isabella del Castillo *

Tres poemas Owl (2015)

Búho (2015)

Each night, when bedtime comes, the world seems asleep.

Cada noche, al acostarnos, el mundo parece dormido.

No more light, except for the moon, No more movement, except for the wind.

Nada ilumina, salvo la luna.

And no more sound, except for the owl. I see him. His strong winged body, his curved talons, yellow beak, and big eyes. the owl makes me fall asleep. And in the morning, he’s gone.

Nada se mueve salvo el viento Y nada suena, salvo el búho. Lo veo. Un cuerpo alado y fuerte, grandes ojos, amarillo el pico, talones curvos. El búho me hace dormir. Y en la mañana, se fue.

* Isabella del Castillo nació el 30 de septiembre de 2006 en Denver (USA), hija de padre colombiano y madre americana. En el KEN School de Denver, donde cursa sus estudios, le fue otorgado en el año 2017 el premio de escritura literaria. La traducción al español ha sido hecha por Simón Ospina.

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Life (2016)

Vida (2016)

Oh dear friend, I want you to know When life is a race you’ll appear very slow. for life isn’t easy, it isn’t a game Life is the opposite of fortune and fame But dear friend, what I want to say, not always can you go outside and play, not always can you have, everything you want, not always will the sun shine, no, not every day.

Oh, amigo querido, quiero que sepas. Cuando la vida sea una carrera la enfrentarás muy sereno. Pues la vida no es fácil, no es un juego. La vida es lo opuesto de la fortuna y la fama. Esto, amigo querido, es lo que te quiero decir: no siempre afuera puedes ir a jugar, no siempre todo lo que quieras lo puedes tener, no siempre el sol brillará no, todos los días, no.

But life without struggles, would be such a bore. Remember dear friend: Courage gives your life, and life gives you more.

Pero aburrida sin luchas la vida sería. Querido amigo recuerda: coraje te da vida, y la vida te dará más.

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Mountain Stars (2017)

Estrellas de la montaña (2017)

So simple and bright are the stars in the night as they cast their brilliance down.

Tan simples y brillantes son las estrellas en la noche, mientras abajo proyectan su brillo.

They gleam, so proud, in front of clouds, spreading a silky shadow upon the ground.

Orgullosas destellan frente a las nubes, y una sombra de seda se extiende en el suelo.

Dancing in my eyes, hung high up in the sky, each one is quite unique.

Colgadas alto del cielo las miro bailar, cada una es bien especial.

For here, across the graceful mountains, they rest on the snowy peaks.

Pues aquí, a través de las elegantes montañas, descansan en las cumbres nevadas.

I’m outside and alone, but this is my home, it’s the place that I belong.

Estoy afuera y sola, pero este es mi hogar. Este es el sitio al que pertenezco.

With the gorgeous sparkling stars and the mountains singing their song.

Con las chispeantes y hermosas estrellas, y las montañas que cantan su canción.

I’m away from the hustle and crowds of the city, Away from chaos and stress.

Lejos estoy del bullicio y la multitud de la ciudad, lejos de caos y estrés.

And although it’s cold and dark here, this is the place in which I feel best.

Y a pesar de que aquí es frío y oscuro, en este lugar es donde me siento mejor.

A gust of wind blows me, I hear someone calling my name.

Un soplo de viento, oigo que alguien me llama.

Yes, I must go now but I promise I’ll be here again But before I step away, I whisper into the sky Stay strong, luminous stars, but for now, I must say goodbye”

Sí. Ahora debo partir, pero prometo que estaré aquí otra vez. Y antes de marcharme susurro al cielo: “Permanezcan firmes, estrellas luminosas. Por lo pronto debo decir adiós”.

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Liliana Barreto Riveros* Verónica Barreto Riveros**

Cuentos de conjuros en rimas y apuros de Errantes Teatro Cuentos, dulces cuentos / Y si al menos fueran diferentes / Mas de todos conozco hasta los dientes / Ya no quiero más historias así. Y ustedes, ¿qué hacen aquí? Espero que no quieran otra historia feliz. / ¿No me creen? Se los juro, a todos encantaré con mi magia y un conjuro, se los juro, mi conjuro…

Con este conjuro no habrá más finales en que se comen perdices, ni princesas que terminen con bodas felices. Y todos los cuentos que se han creado por otras historias serán cambiados…

(Canción No más cuentos azucarados, de la versión de Errantes Teatro)

La abuelita ya no es una frágil anciana; ahora recuerda sus clases de croché para enfrentarse al lobo en un combate escénico mano a mano. Las casas de los cerditos no son destruidas por un tenaz soplo canino, peor aún, son usurpadas por un terrateniente que lleva cada vez “un desplazado más para el montón”. Caperú derrota lobos con sus encantos de niña dulce y azucarada, mientras Cenicienta pide a su hada madrina que le dé un esposo a su hermanastra.

Ya Roald Dahl, a principios de los ochenta, había tergiversado en rimas los clásicos cuentos infantiles convirtiendo a Caperucita en heroína y a Cenicienta en una mujer a quien poco le importa encontrar a su príncipe. En 2015, en una adaptación para las tablas, el Colectivo para la Exploración de las Artes en Escena Errantes Teatro le agrega canciones, voces y contextos de nuestra realidad y un escenario que se va dibujando con cada nuevo cuento que un duende muy osado va desfigurando.1

* Dramaturga, profesora y directora de teatro, cofundadora Errantes Teatro. ** Comunicadora Social, escritora creativa, cofundadora Errantes Teatro. 1 “Cuentos en versos para niños perversos” el texto en el cual se basa esta adaptación puede consultarse traducido al español en http:// camilaaliberti.cumbresb logs.com/files/2014/11/cuentos enversoparanic3b1osperversos. pdf

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Fragmentos de la adaptación de Errantes Teatro

Cenicienta: Adiós, príncipe querido, bailar contigo un placer ha sido. Príncipe: ¡Por favor, linda doncella, te ruego no me abandones! Cenicienta: ¡Vamos alteza, por favor, no te emociones! (El príncipe la agarra y no la quiere dejar ir, la toma del brazo, luego del pie) Cenicienta: ¡Pero qué tipo tan intenso! Casi parece menso.


Cuatro actores interpretan nueve personajes, unos animales, otros humanos y otros que bailan entre los géneros, como el hada madrina, que bien podría observarse como una elegante drag queen. “Estar en un personaje femenino me da la posibilidad de explorar mi cuerpo, mis emociones y mi expresión desde una posición completamente distinta a mi vida cotidiana. Cuando era adolescente solía ser un poco afeminado y en ocasiones escuchaba comentarios burlones. Me sentía mal y quería dejar de moverme así, me concentraba en que cada movimiento se viera masculino, varonil, pero siempre llegaba el momento en el que ‘me descuidaba’ y me amaneraba. Lo atribuía al hecho de haber crecido entre mujeres. Cuando cumplí veinte años, descubrí que yo no estaba mal, sino la sociedad: todo ese entorno machista y homofóbico que condena ese tipo de comportamientos. Descubrí que todos somos seres humanos, e independientemente de nuestra orientación sexual, sexo o género, el lado delicado y rudo convive en armonía en todos los seres. Al actuar un papel femenino, me lo gozo y saco a flote mi lado delicado, más vanidoso y estético. Es muy bello vivir ese momento y, en este caso, disfrutar hacer reír al público desde ese personaje”, cuenta Óscar Suárez.

llevar a la más perversa maldad, y Caperucita, que se alía con Cerdito para evitar un allanamiento más.

En los Cuentos y conjuros en rimas y apuros la justicia es la protagonista, encarnada en las principales figuras femeninas: la abuelita, que rompe los paradigmas de la mujer indefensa; Cenicienta, un ejemplo de sororidad con quien antes era su rival; el Hada Madrina, que le pone el “tatequieto” al duende porque su picardía lo puede

Dramaturgia: Liliana Barreto Riveros y Javier Benavides Piracún

Si tú pensaste que yo era una niña indefensa, no, no me conoces, no / Pues siempre fui una niña que amaba la rebeldía / yo nunca hice caso, no / Aun cuando todos me decían “ten cuidado, por favor” / Yo tan segura me sentí, no tuve miedo ni temor / Pues con mi capa roja yo fui la heroína más vivaz, que a cualquier lobo o animal podría derrotar / Pues con mi capa roja yo, soy más fuerte que Superman, y a cualquier lobo, animal, bruja, hechicera o a un caníbal, monstruo, político, cazador… derrotaría yooooo. (Canción de Caperucita, de la versión de Errantes Teatro) Colectivo para la Exploración de las Artes en Escena ERRANTES TEATRO Cuentos de Conjuros en Rimas y Apuros Versión de Errantes para Teatro (11 páginas)

Dirección: Javier Benavides Piracún https://es-la.facebook.com/Errantes-Teatro-267557846684539/

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Isabel Agatón Santander *

Niña de seis años No alcanzaste a hacer esos castillos que los de tu edad hacen en la arena

Sé que me hablas en la noche a través de las estrellas que consciente me niego a ver

tus imborrables huellas harán que se deshagan infranqueables fortalezas

Y apareces en la playa entre la inocencia de las niñas y los niños que el mundo también consciente arrebató

Danzarán las notas de tus aplazadas primaveras

Y me cantas a través de las olas

Cantarán las luces de tus sueños detenidos

Que evocan tu presencia

Se vestirá de azul y blanco tu libertad arrebatada Y el asombro de tu desaparición hará que el mundo se conmueva (….)

* Abogada, Magister en Derecho, Directora del Centro de Investigación en Justicia y Estudios Críticos del Derecho -CIJUSTICIA

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Y de la oscura noche que revive tu partida Y el sol desaparece cada día Siempre como la larga espera

a la misma hora


en que desaparecieron para siempre las estrellas Y me hablas también con el eco de la luna que a veces llena ilumina un mundo que anhela ser distinto Y la furia de tus últimos momentos se rompe en la arena con las olas Y el eco de tu agonía libera mi amordazada voz

Título: Alicia no llores Año: 2007 Técnica: Scratch

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Vilma Amparo Gómez Pava*

Yiredo**: Florista de selva

Esta no es una historia ficticia, es la historia de Yiredo, niña de estampa delgada y mirada profunda. Es un testimonio de la fuerza con que ellas, las niñas indígenas, resisten y persisten al límite de su propio aliento. Yiredo vive porque sus pulmones se aferraron a la vida una noche cualquiera bajo un puente de madera de los varios que circundan el municipio de Mitú. Su rescate, por quien aún sigue acompañándola a crecer, es otra historia. La breve historia que aquí narro es la que ella, en un lenguaje no verbal, me ha permitido conocer. Verla y caminar a su lado

* Licenciada en Filología e Idiomas de la Universidad Nacional de Colombia. Actual presidenta de Defensa de Niñas y Niños Internacional DNI-Colombia y coordinadora del proyecto “Las Hijas del Sol” que desarrolla DNI-Colombia en el municipio de Mitú-Vaupés. ** El nombre real de la protagonista de la historia ha sido cambiado en observancia a los derechos de la niñez.

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es atestiguar cómo entre el espanto y la ternura se puede vivir aun cuando quienes la concibieron hubiesen decretado lo contrario. A la margen del río Vaupés crece una pequeña florista. Recoger las flores de la vereda entre su casa y las de su vecino preferido, o entre su casa y Caño Sangre, es un gesto cotidiano. Su madre, que poco o nada ha compartido sus días, es Carapana. Su padre, sabe la mismísima boa ancestral dónde andará. Ella, que ya cumple siete, vive entre sus hermanos, su tía y su abuela. Algunos años va corrido a la escuela, otros no. Depende de si hay para el uniforme, los zapatos, los cuadernos... Está siempre con un grito atravesado en su garganta. Revolotea por el barrio como una mariposa que en momentos de quietud posa sus manos sobre el papel y dibuja. Casi siempre


sus dibujos son mujeres de vestidos vistosos, de boquitas pintadas de rojo y de flores por doquier. Ella quiere florecer. Su madre va yéndose de a poco en la sala de un albergue cualquiera lejos de la espesura de la selva, de la lengua vital en la que creció, de la base de los soldados que pagan con miserableza un rato de solaz. La pequeña dibuja incansablemente una mujer florecida. Una fiesta con sus hermanos y las mujeres adultas entre las que han crecido, es decir, su abuela, su tía. Y la mujer florecida ¿es aquella en la que quiere devenir?, ¿aquella que no halla entre las calles lluviosas? ¿Y las bocas pintadas de rojo? Tal vez la expresión del amor ausente, del amor delirante, del amor que no se le da. ¿A qué una mano

extendida? Tal vez aquella de la mamá refugio, de la madre apoyo, de la mujer que la vio nacer y que la dejó estar ahí, en medio de la selva que prodiga color, belleza y silencio. Aquella que le trae imágenes de mujeres caderonas, elegantes, pasajeras, soñadas en noches de vía láctea y de músicas quedas que a lo lejos se filtran por entre las chontas que encierran su vivienda sencilla. La niña se acerca con ternura a todo. Sus movimientos gráciles y ágiles la traen una y otra vez por entre un corredor, atravesando un puente de madera, envolviéndose entre las plantas de flores. Sus manos lo dicen todo. Aquí estoy, aquí voy, aquí vengo, aquí están las flores de mi jardín inmenso, de esta selva en la que sin ustedes no sobreviviré.

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María Cecilia González Montoya*

Ensueño de género Soy una mutante y dulce mujer alada Que vuela alto, feliz y libre Por países y mares diversos Que ama y es amada Que saborea su autonomía Y por decisión quiere ser madre. Sueño en mi vientre a una niña Que ríe y resplandece como el sol Que reafirma con seguridad el ser mujer Empoderada y celebrando la vida 0 a un tierno niño, renovado en un crisol Sensible, creativo capaz de tejer Relaciones nuevas con simetría.

* Maestra en Biologia celular y genética. Integrante del Grupo Mujer y Sociedad.

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Sueño a los dos géneros reconciliados Juntos transitando por caminos con corazón Vivenciando en este hermoso Planeta Azul La igualdad, la paz y la compasión. Juntos elevando su autoestima hasta el cielo azul. Juntos ejerciendo su divinidad y poder con pasión.


Ángela María de la Paz Buitrago Ramírez *

La cuentera: Dorothea y los hermanos Grimm Con los cuentos se fomenta la fantasía, se enriquece el vocabulario, se experimentan sentimientos y sensaciones, se recrea. Los cuentos son historias breves que se transmiten de manera oral -o escrita- de generación en generación; se cuentan, es una tradición que ha acompañado a la humanidad desde que se tiene memoria y para ayudar a la memoria y preservar aquellas historias fascinantes ha habido quienes se han puesto en la labor de transmitirlos al lenguaje escrito. Tal fue el caso de los hermanos Wilhelm (1786-1859) y Jakob (1785-1863) Grimm, quienes en 1806 comenzaron a recolectar cuentos y a escribirlos. Como resultado se publicaron dos tomos de Cuentos para la infancia y el hogar con 210 textos. En 1825 se publicó una “pequeña edición” con ilustraciones de Ludwig Emil Grimm (1790-1863). Las fuentes, especialmente del primer tomo, fueron en su mayoría mujeres del círculo de los hermanos Grimm, quienes las registraron así: Caperucita Roja (26; Janette y Marie, Otoño 1812), El gato con botas (33; Janette, Otoño 1812), La bella durmiente (50; de la Marie), El enano saltarín (55; Dortchen 10 de marzo de 1811. Hassenflugs) por mencionar algunas; tres veces sólo nombraron el lugar de procedencia del cuento. Los hermanos Grimm únicamente

* Flautista, Universidad Nacional de Colombia. Filología hispánica y pedagogía musical, Universidad de Bremen, Alemania.

hicieron una descripción un poco más detallada y luego incluyeron un retrato realizado por Ludwig Emil Grimm, de la que sería su fuente principal. Se trata de Dorothea Veihmann, una mujer nacida el 8 de noviembre de 1755 en un poblado cercano a Kassel, hija de un hombre que administraba la casa de huéspedes donde se crió, fundada por su abuelo. Su bisabuelo fue uno de los primeros refugiados de la fe que en 1686 llegó a Hessen desde Francia. Al parecer fue en ese lugar donde Dorothea escuchó gran parte de su repertorio de cuentos, tanto de los diferentes huéspedes que pasaron por allí, como de sus familiares. Dominaba tanto el alemán como el francés a la perfección, poseía una excelente memoria y una gran capacidad narrativa. Llevó una vida modesta y para ayudar a la economía familiar vendía los productos de su jardín. Uno de sus clientes era el predicador de la parroquia francesa en Kassel, por medio del cual conoció a los hermanos Grimm, y quien hizo también algunos aportes a la colección. Entre 1813 y 1815 Dorothea Viehmann les contó a los hermanos Grimm unos cuarenta cuentos, entre ellos Los tres pelos dorados del diablo, Elsa la lista, La pastora de ocas, La campesina prudente, El diablo y su abuela, y unas 36 variaciones de cuentos ya recolectados tales como Los músicos de Bremen, La Cenicienta o Los dos hermanos, por mencionar algunos. Dorothea Viehmann murió el 17 de noviembre de 1815 y tal vez no imaginó que su

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repertorio de cuentos haría parte de una de las colecciones más importantes de la literatura universal y serían traducidos a más de 160 idiomas, o que una escuela y un parque en Kassel llevarían su nombre.

Bibliografía Lauer, Bernhrd (1997). Dorothea Viehmann und die Brüder Grimm. Kassel, Brüder-Grimm-Gesellschaft e.V. http://www.grimmwelt.de/grimm/kinder-undhausmaerchen/ (24.08.2017 21:50)

Ludwig Emil Grimm (1790-1863): Retrato de Dorothea Viehmann (1755-1815) Museo de los Hermanos Grimm Kassel. Fuente: http://www.kassel.de/kultur/sehenswuerdigkeiten/sehenswuerdigkeiten/01861/ index.html/ (24.08.2017 10:00 p.m)

Título: Similitudes Año: 2016 Técnica: Acrílico sobre lienzo

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Dossier


María Cristina Torrado*

Día Internacional de la niña** El 19 de diciembre de 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 66/170 en la que declaraba el 11 de octubre como el Día Internacional de la Niña, con el objetivo de promover los derechos de las niñas y mujeres adolescentes y hacer visibles los desafíos excepcionales que ellas enfrentan para lograr el goce efectivo de los mismos en todo el mundo. En la mencionada Resolución se reafirma la importancia de una mirada diferencial sobre los derechos de las mujeres y se reconoce “que el empoderamiento de las niñas y la inversión en ellas, que son fundamentales para el crecimiento económico, el logro de todos los Objetivos de Desarrollo del Milenio, incluida la erradicación de la pobreza y la pobreza extrema, así como la participación significativa de las niñas en las decisiones que las afectan, son clave para romper el ciclo de discriminación y violencia y para promover y proteger el goce pleno y efectivo de sus derechos humanos”. De esta manera la Asamblea General reconoce las múltiples situaciones de discriminación, inequidad y violencia que rodean la vida de las niñas y mujeres adolescentes en la mayoría de los * Psicóloga, Magister en Psicología, cofundadora del Observatorio sobre Infancia de la Universidad Nacional de Colombia. ** http://www.un.org/es/events/girlchild

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países. A la vez reitera que ellas tienen derecho a una vida segura, educada y sana, no sólo durante estos años críticos de formación, sino también a medida que maduran. Por último promueve su participación activa en la toma de decisiones internacionales, nacionales y locales relacionadas con sus derechos. Durante los últimos quince años, la comunidad internacional ha hecho progresos significativos para mejorar la calidad de vida durante la primera infancia. Hoy en día en su primera década de vida las niñas tienen más probabilidades de asistir a programas de educación inicial y de inscribirse en la escuela primaria, recibir las vacunas necesarias y ser menos propensas a sufrir problemas de salud y nutrición que las generaciones anteriores. A pesar de estos avances, desde sus primeros años siguen siendo víctimas de diversas formas de violencia incluido el abuso sexual. Por el contrario, no se ha invertido lo suficiente para hacer frente a los retos que ellas enfrentan cuando entran en la segunda década. Esto incluye el acceso a una educación media y superior de calidad, la disponibilidad de información y servicios relacionados con la pubertad y la salud reproductiva así como la protección contra la violencia basada en el género. Por su parte, se requiere continuar actuando para desestimular prácticas culturales nocivas como el matrimonio infantil


forzado o la mutilación genital femenina y para combatir la explotación económica de niñas y mujeres adolescentes, entre otras situaciones. La primera celebración del Día Internacional de la Niña se llevó a cabo el 11 de octubre de 2012 con el lanzamiento de diferentes campañas y la publicación de estudios sobre los Derechos de las Niñas y las mujeres adolescentes en el Mundo. Para el 2016 se promovió la reflexión sobre la búsqueda de la igualdad en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, resaltando la necesidad de contar con datos pertinentes, desglosados por sexo y edad, y análisis de los retos y oportunidades para orientar las decisiones de política pública.

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Las Niñas de diez años una prioridad para Colombia y el mundo El Fondo de Población de las Naciones Unidas – UNFPA- dedicó el informe del 2016 a la situación de las niñas de diez años en el mundo, señalando esta como una edad decisiva tanto en la trayectoria individual como en la consecución de los ‘Objetivos de desarrollo sostenible’ en los cuales se han comprometido la mayoría de los países como metas a lograr en el año 2030. Se trata de un llamado urgente a mejorar desde ahora las oportunidades de quienes serán mujeres adultas cuando se realicen los balances de la agenda de desarrollo sostenible, muchas de las cuales viven hoy en condiciones de pobreza y exclusión. (Ver http://colombia.unfpa.org/es/publicaciones/estado-de-la-poblaci%C3%B3n-mundial-2016 ). Una de las estrategias propuestas para avanzar en esta dirección es la de mejorar la calidad y el uso de información estadística para monitorear los avances en las condiciones de vida de las niñas y mujeres adolescentes, con énfasis en temas críticos tales como el acceso a la educación y a servicios de salud sexual y reproductiva y la superación de las violencias. En este contexto, la oficina de UNFPA en Colombia elaboró un diagnóstico sobre la situación de las niñas y adolescentes en el país del cual hemos tomado algunos datos claves que se presentan a continuación. María Cristina Torrado

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Ser niña en Colombia TENGO 10 AÑOS Los 60 millones de niñas de 10 años que viven en el mundo representan un desafío y una oportunidad para la comunidad internacional y cada uno de los países. Tiene 10 años. Un aluvión de acontecimientos transformadores la empujan en múltiples direcciones, y su destino dependerá del apoyo que reciba de su familia, su comunidad y su país, y del poder que tenga para decidir su vida. Participará en la configuración del futuro de su comunidad y del planeta que todos compartimos.

MIS RETOS En muchas partes del mundo, las niñas se enfrentan a numerosos obstáculos relacionados con su salud y sus derechos cuando cumplen los 10 años. Al llegar a la pubertad, es posible que la obliguen a contraer matrimonio y tenga que abandonar la escuela para iniciar una vida de procreación y servidumbre hacia su marido. A los 10 años, quizá le nieguen toda capacidad de decisión sobre su vida.


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MI POTENCIAL

MI FUTURO

Las inversiones en la salud y las capacidades de las niñas contribuyen a proteger sus derechos humanos y les permiten desarrollar todo su potencial.

Es fundamental proteger y empoderar a las niñas para que lo gren un tránsito exitoso, saludable y feliz hacia la adultez.

Impedir que una niña se desarrolle de manera sana y segura durante la adolescencia y alcance una vida adulta productiva y autónoma constituye una violación de sus derechos, pero también tiene un efecto negativo sobre su comunidad y su país. Cuando una niña no desarrolla su potencial, todos salimos perdiendo.

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Dentro de 15 años, el plazo establecido para el logro de los ODS, una niña que en la actualidad tenga 10 años habrá cumplido los 25: ¿se habrá quedado al margen, o estará disfrutando de sus derechos humanos y su bienestar y explorando los numerosos caminos que se abren ante ella? * Tomado del plegable “Estado de la población mundial 2016”, Fondo de Población de las Naciones Unidas –UNFPA, 2016


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10 Medidas esenciales para las niñas de 10 años* LEYES 1. Garantizar los derechos de las niñas a través de

6. Erradicar todas las prácticas nocivas contra las ni-

SERVICIOS 2. Garantizar una educación de calidad que promue-

INVERSIONES 7. Evaluar los vacíos de la inversión en las niñas y ado-

3. Asegurar una educación sexual integral adaptada

8. Movilizar fondos dedicados a brindar oportunida-

4. Promover una atención en salud integral (física y

DATOS 9. Utilizar la revolución de datos propuesta por la

políticas públicas efectivas que los materialicen.

va la igualdad de género en el plan de estudios, la práctica docente y las actividades extracurriculares.

a las necesidades de cada grupo de edad, especialmente al inicio de la pubertad.

mental) para todas las niñas de 10 años, que incluya información y orientación adecuadas sobre sexualidad y derechos.

POLÍTICAS 5. Centrarse de manera sistemática y rigurosa en la

inclusión, actuando sobre todos los factores que fomentan la vulnerabilidad y la marginalización de las niñas.

* Psicóloga, Magister en Psicología, cofundadora del Observatorio sobre Infancia de la Universidad Nacional de Colombia. ** http://www.un.org/es/events/girlchild

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ñas, incluyendo las violencias, la mutilación genital femenina y la unión o matrimonio temprano.

lescentes y garantizar los recursos necesarios para superarlos.

des de desarrollo a las niñas, en lo relacionado con su salud, educación, recreación, entre otros.

Agenda 2030 para mejorar el seguimiento del progreso de las niñas, incluidos los temas de salud sexual y reproductiva.

NORMAS 10. Lograr que las niñas, los niños y todas las personas a su alrededor participen en el cuestionamiento y el cambio de las normas de género discriminatorias hacia las mujeres.


Florence Thomas*

A los padres y madres de familia Los padres y madres de familia pueden decidir sobre la educación de sus hijos y de sus hijas, no faltaría más. Pueden decidir en qué colegio los van a matricular; pueden decidir sobre su formación religiosa o no, de sus amistades (mientras son chiquitos…), de sus lecturas, de cómo utilizan sus teléfonos celulares o tabletas, de sus maneras de divertirse, de la hora en la que deben ir a la cama, de lo que es bueno para su salud, de su dieta, de sus castigos, de miles de asuntos de la vida cotidiana porque esto hace parte de la educación y es su responsabilidad. Nadie, salvo algunos pedagogos muy libertarios, cuestiona esto. Nadie y mucho menos la Ministra de Educación. Sí, ustedes son autónomos para decidir miles de aspectos que tienen que ver con su papel de padres de familia. Yo también, madre de dos hijos, decidí sobre todo esto. Decidimos, su padre y yo, del colegio para ellos, acordamos que no habría ningún tema vetado ni un camino único para explorar esta vida tan compleja a veces. Además, abrir camino a los hijos, amarlos, acompañarlos en sus primeros enamoramientos, en sus primeras decepciones, angustias y preguntas para las cuales a veces ni siquiera lográbamos encontrar respuestas, es una tarea apasionante. Porque a medida que nuestros hijos, nuestras hijas, * Psicóloga, Coordinadora del Grupo Mujer y Sociedad.

crecen, intuimos que son ellos, ellas, quienes encuentran las mejores respuestas: las suyas. Si, padres y madres: estoy con ustedes en todo esto. Pero con un límite infranqueable. Hay un aspecto de su educación que nunca será de ustedes: y me refiero a la sexualidad. Que el colegio sea confesional o laico, que hayan ido a misa todos los domingos y que hayan rezado en familia, que nunca les hayan hablado de la homosexualidad o del transgenerismo, o que lo hayan hecho, esto no cambiará nada porque el día que su hijo sienta que no logra identificarse con su cuerpo, no habrá nada que puedan hacer. Ni psiquiatras, ni psicólogos, ni nadie podrá cambiar este sentimiento y esta percepción de su hijo. Lo único que podrán hacer, el día que, muerto del pánico, ese adolescente logre contarles, es abrazarlo y decirle que ustedes estarán siempre a su lado, que lo seguirán amando exactamente como a cualquier otro de sus hermanos o de sus hermanas. Amarlo tal como él es, simplemente. Y digo simplemente porque de hecho es así de simple. Amar, acompañar, reír juntos, llorar juntos si acaso, informarse si en el colegio lo dejan tranquilo y no le hacen la vida imposible, y esto sí dependerá de los talleres que el colegio habrá previsto para los rectores y de alguna vigilancia del Ministerio de Educación. EN OTRAS PALABRAS… no. 25 / Dossier | 73


Y lo reiteraré con otras palabras: en la sexualidad de sus hijos, de sus hijas, ustedes no podrán influir. Ellos son los únicos dueños de sus cuerpos, de la manera como lo perciben porque nacer hombre o nacer mujer no significa que la persona se identifique con su cuerpo. Además ellos se enamorarán de quien quieran; sean hombres o mujeres. Amarán a quienes los están haciendo felices y los enamoren, aun cuando ese

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enamoramiento no se enmarque en la normatividad heterosexual. Así es la vida, una vida que da sorpresas bellísimas. Una manera de enriquecerse con los hijos, con las hijas; una manera de agradecer la vida y de encontrar otra manera de ser madre, de ser padre al lado de estos hijos, de estas hijas capaces de darnos sorpresas inesperadas. Y en esto, de nuevo, la Ministra de Educación tiene razón.


María Cecilia González Montoya*

Cartillas “Ambientes escolares libres de discriminación” En agosto de 2016 el país se encontraba en plena campaña por el plebiscito sobre los acuerdos de paz en Colombia. Los intereses por el SÍ y por el NO fueron polarizando a la población, hubo desinformación y confusión. Es en este contexto cuando aparece en una cuenta de twiter, opositora al gobierno de Santos, el comentario de que unas cartillas con contenidos sexuales se repartirían en colegios de la Costa Caribe en Barranquilla y Cartagena. La portada del libro que se difundió por las redes sociales es un cómic para público adulto que fue diseñado y publicado en el 2006 para Estados Unidos. Se titula “In bed with David & Jonathan”, su autor es el ilustrador belga Tom Bouden y narra las experiencias sexuales de dos jóvenes. Al viralizarse en las redes las imágenes de la supuesta cartilla que sería repartida en los colegios del país se observan dos hombres que parecen sostener una relación sexual. Un engaño que según se explicó “hace parte de una maquinaria política que quiere una Colombia dividida“. (Caracol, por Redacción Nacional).

* Pedagoga, Magíster en Biología. Integrante Grupo Mujer Y Sociedad.

El procurador Alejandro Ordóñez manifiesta que “la ministra miente ya que con el pretexto de dar cumplimiento a una sentencia y a una ley, se están adoctrinando a nuestros hijos y a nuestros nietos”. Además de la explicación a las falsas cartillas que tuvo que presentar la ministra, el debate se centró en el proceso de revisión de los manuales de convivencia que adelantaba el Ministerio, a lo que el procurador Ordóñez y la diputada de Santander Ángela Hernández habían interpretado como una “Colonización homosexual” para beneficiar a la población LGBTI. La ministra señaló que la revisión de los manuales de convivencia obedeció a la orden emitida por la Corte Constitucional en septiembre de 2015, al fallar la tutela interpuesta por la madre del estudiante Sergio Urrego, quien se suicidó por ser víctima de discriminación sexual en el Colegio Castilla Campestre. La Corte “Indicó una revisión extensiva e integral de todos los manuales para determinar que sean respetuosos de la orientación sexual y la identidad de género.” La bola de nieve tomó proporciones insospechadas; enardecidos padres de familia y directivos EN OTRAS PALABRAS… no. 25 / Dossier | 75


de algunos colegios del país propusieron plantones y marchas contra la Educación Sexual en la escuela, apoyados por algunos miembros de la Iglesia católica, la cristiana y otros grupos. Se escucharon comentarios en los medios hablados y escritos como los de la diputada de Bucaramanga Ángela Hernández, quien sugirió que los homosexuales son zoófilos e indeseables y rechazó las medidas del Ministerio de Educación que les pide a todos los colegios del país revisar sus manuales de convivencia para evitar casos de discriminación, pues los considera actos de colonización de los pensamientos de esa población. Ante esta situación la ministra Parody desmiente que las cartillas tuvieran origen en esa cartera: “Tomaron pornografía para adultos y cartillas de Chile y Argentina para engañar a los padres”. Para implementar este proceso el Ministerio de Educación contrata la producción de las cartillas “Ambientes escolares libres de discriminación” donde se explican las orientaciones sexuales y la identidad de género no hegemónicas en la escuela y se destacan aspectos para la reflexión. Este documento es producido en desarrollo del convenio entre el Ministerio de Educación Nacional (MEN), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el Programa de las Naciones Unidas para el Progreso (PNUD) y el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (Unicef). En ellas se precisa la definición de lo que es sexo, género, identidad de género, expresión de género y orientación sexual. Se analiza como una Escuela Garante de Derechos que debe actualizar los manuales de convivencia desde las

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orientaciones sexuales e identidades de género no hegemónicas. Se implementan 30 preguntas orientadoras para ser abordadas por los rectores de los colegios para hacer los ajustes al Manual de Convivencia Institucional, en un proceso de construcción colectiva donde participen los diferentes estamentos educativos. Así, los manuales permitirán una sana convivencia sin violencias basadas en el género o por prejuicios. También se traza una Ruta de Atención Integral para la Convivencia Escolar. La Cartilla llama a la convivencia pacífica, a la participación, la responsabilidad; demanda el reconocimiento y valoración de las diferencias, haciendo de los colegios verdaderos territorios de paz y vivencia de derechos. (Ambientes escolares libres de discriminación.Mayo 2016.o.pdf46/89). La Ideología de género no existe; hace parte de una campaña de manipulación masiva con fines políticos; existe el enfoque de educación con perspectiva de género, que según Stella Serrat Bravo “es un punto de vista a partir del cual se visibilizan los distintos fenómenos de la realidad que tienen en cuenta las implicaciones y efectos de las relaciones sociales de poder entre los géneros”. Se analizan las construcciones culturales y sociales de la educación y cómo éstas han considerado roles desiguales asociados al género. La ministra asistió al debate de control político en el Congreso el 16 de agosto de 2016 por las cartillas; allí defendió las acciones del Ministerio y dijo ser blanco de ataques por su condición sexual.


Mónica Sánchez Bernal*

Niñas y mujeres adolescentes en Hábitat III: su declaración En octubre de 2016, después de 20 años de la segunda versión de la Conferencia de Naciones Unidas sobre los Asentamientos Humanos (Estambul, 1996)1 y a 40 años de la primera versión (Vancouver, 1976)2 , alrededor de la Conferencia Hábitat III sostenida en Quito, Ecuador, se desarrollaron la Asamblea de Mujeres así como la Asamblea de Jóvenes. La instalación de ambas Asambleas se realizó de manera conjunta, por lo cual niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres iniciaron un diálogo profundo y enriquecedor con miras a la construcción y firma de lo que se estableció como la Nueva Agenda Urbana3 (NUA por sus siglas en inglés) en la “Declaración de Quito sobre ciudades y asentamientos humanos sostenibles para todos”4. Allí fueron puestas las alertas sobre una agenda que efectivamente vele por la inclusión de ni* 1 2

Fotógrafa y Arquitecta, Maestría en Arquitectura de la Vivienda, Integrante del Grupo Mujer y Sociedad Consultable en: http://www.un.org/es/events/pastevents/unchs_1996/ Declaración y Plan de Acción de Vancouver de 11 de junio de 1976, consultable en: http://www.gloobal.net/iepala/gloobal/fichas/ficha. php?entidad=Textos&id=4712 3 La Nueva Agenda Urbana (2016) http://habitat3.org/wp-content/ uploads/NUA-Spanish.pdf 4 Consultable en línea en: http://habitat3.org/wp-content/uploads/ NUA-Spanish.pdf

ñas y mujeres, de personas con discapacidad y poblaciones étnico-raciales distintas. En el caso de las menores de edad fue una agenda basada en las ciudades de sus sueños, donde consideran puedan habitar a esas edades, diseñadas pensando en sus inquietudes y en sus gustos, en un horizonte estimulante que las contemple. Aunque la declaración se centra en las urbes, en la medida que el crecimiento humano se concentra en las ciudades vale alertar que también el área rural merece atención y seguimiento de las políticas a instaurar, evaluar y analizar lo que sucede allí con ellas. El compromiso está dado como lo manifiesta el punto 5, que dice: “Al reorientar la manera en que se planifican, se diseñan, se financian, se desarrollan, se administran y se gestionan las ciudades y los asentamientos humanos, la Nueva Agenda Urbana ayudará a poner fin a la pobreza y al hambre en todas sus formas y dimensiones, reducir las desigualdades, promover un crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, lograr la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas a fin de aprovechar plenamente su contribución vital al desarrollo sostenible, mejorar la salud y el bienestar humanos, fomentar la resiliencia y proteger el EN OTRAS PALABRAS… no. 25 / Dossier | 77


medio ambiente.” Luego en el literal c) del punto 13 imaginan ciudades y asentamientos humanos que, además, garanticen la eliminación de todas las formas de discriminación, violencia y acoso en su contra en espacios públicos y privados. ¿Qué plantean entonces esta apertura y énfasis de inclusión tardíos pero urgentes? ¿Por qué entender las intervenciones de las niñas y de las mujeres hoy y a futuro como un logro? ¿Qué significa para Colombia y el mundo abordar y asumir este reto para los Estados, los gobiernos locales, las y los habitantes en territorio con miras a la próxima cita en Hábitat IV al 2036? La apertura y énfasis en que las ciudades comprendan que existen otras dinámicas no resueltas desde el diseño y la planificación como la de la presencia de niñas en la ciudad, será un paso indudable para que ninguna persona quede por fuera, tal como lo plantea uno de los objetivos de la Agenda a cumplir, la cual por fin acoge los lineamientos del Derecho a la Ciudad5 iniciados por Henri Lefebvre hacia 19686; hoy las mujeres quieren más, exigen sumar el Derecho de las Mujeres a la Ciudad7. Documentos a los cuales, todavía en una mirada basada en dependencias y no de autonomías, aún les falta incorporar la visión de las niñas, de las adolescentes, de las jóvenes frente a los espacios que requieren, que buscan, que ocupan, que disfrutan para ser libres, para estar tranquilas, para ser ellas.

5 Ver documentos compilados alrededor del Derecho a la Ciudad, en la sección de archivos y descargas del grupo de investigación de la Coalición Internacional del Hábitat -HIC, red global por los derechos al hábitat y a la justicia social consultables en: http://www.hic-gs.org/ document.php?pid=5975 6 https://derechoalaciudadflacso.files.wordpress.com/2014/01/henrilefebvre-el-derecho-a-la-ciudad.pdf 7 Se recomienda consultar la Carta por el Derecho de las Mujeres a la Ciudad firmada en Barcelona en 2004 http://www.ugr.es/~revpaz/ documentacion/rpc_n5_2012_doc2.pdf y el libro “DE aquí para allá: el Derecho de las mujeres a las ciudades” de la Red de Desenvolvimiento Humano REDEH (2016) consultable en: http://www.pralaepraca.org.br/PraLaEPraCa.pdf

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El logro necesita con urgencia adelantar múltiples investigaciones concretas de índole físicoespacial y de igualdad de oportunidades, para evidenciar los efectos directos en sus cuerpos, mentes y desarrollo de la personalidad, que a futuro tengan repercusión en las transformaciones culturales, y ajustes urbano-arquitectónicos en los escenarios identificados como críticos reflejados en violencias contra las mujeres y niñas por condiciones de entorno, que estimulan un comportamiento humano dañado que trata con sevicia sus cuerpos, sus emociones, su integridad, que limita a cada sexo a un hacer y un quehacer. Por ejemplo, cuántas mujeres mayores hoy no saben conducir una bicicleta porque de niñas no las dejaron montar una para que no se hicieran daño en una posible caída que para los niños era pan de cada día o porque “no era digno de una señorita”. Lo mismo pasa con actividades que requieren recorrer y reconocer la ciudad a través de los desplazamientos, desde treparse al árbol del frente de la casa hasta ir a otro rincón de la ciudad. En 2036 cada país firmante, a través de la experiencia de sus ciudades o municipios, tendrá que dar cuenta de resultados en esta materia. Para ello habrá que establecer cómo medir el impacto de las acciones asumidas e intervenciones practicadas que localmente se establezcan, socialicen y sean adoptadas. Quienes deseen conocer más al respecto de la Conferencia, en la página web oficial de Naciones Unidas, habitat3.org, pueden encontrar e indagar no solo de los compromisos de la Nueva Agenda Urbana sino de todos los documentos construidos de forma colectiva previamente según políticas y problemáticas, reportes nacionales, encuentros temáticos y diálogos urbanos,8 además de algunos registros en video y fotográficos 8 http://habitat3.org/the-new-urban-agenda/documents/


del evento. En la página de Save the Children9 aparecen publicados artículos de interés de los preparativos para ser parte de Hábitat III y la metodología “Nube de sueños”10 utilizada en los talleres y conversatorios. De los resultados de su participación y de los retos que les significa a futuro, es decir para cuando este grupo de niñas y niños sean jóvenes, adultas y adultos, en la próxima cita urbana mundial podrán analizar lo conseguido. Será entonces el momento para mirar en nueva retrospectiva qué tanto de ese diagnóstico comunitario basado en dibujos de percepción del entorno son trazados en el espacio real con el mismo sentimiento y sentido en que fueron pensados. La intención global está puesta, es de los gobiernos locales asumir la responsabilidad pactada para “no dejar a nadie atrás” en el camino trazado, crear los instrumentos pertinentes para mantener de manera constante el diálogo de participación consultiva y decisoria con la ciudadanía y con aquellos grupos socialmente excluidos respecto a los aspectos territoriales que afectan diferencialmente a las niñas, las adolescentes y las mujeres en su vida cotidiana. Para cerrar este escrito, en el marco de este número de la Revista En Otras Palabras... dedicado a las niñas y mujeres adolescentes, es importante tener presente la declaración resultante de la Asamblea de Jóvenes y en ella la intervención de Emily Daniela Palma Intriago, niña ecuatoriana de diez años, ponente en Quito, que se transcribe a continuación para hacerla presente acá. La emotividad y fuerza en los discursos de ella y de su par, la niña indígena Nahuatl mexicana 9 https://www.savethechildren.org.co/tags/h%C3%A1bitat-iii 10 Niñez de América Latina diseñaron la ciudad de sus sueños en Hábitat III (2016) https://www.savethechildren.org.co/articulo/ ni%C3%B1ez-de-am%C3%A9rica-latina-dise%C3%B1aron-la-ciudad-de-sus-sue%C3%B1os-en-h%C3%A1bitat-iii

Natalia Lizeth López López11 (ausente en esta conferencia) por citar dos casos que hablan de política desde temprano, merecen atención en estas reflexiones de futuro en pro de encaminar los territorios para que sean más amables e incluyentes. Antes de darle la palabra a Emily y de acompañar esta lectura con la Carta de Niños, Niñas y Adolescentes firmada en Quito, de manera crítica hay que mencionar que en este tipo de eventos y discursos falta hacer un ejercicio mayor para que los contenidos logren una reflexión más articulada, incidente, hilada y visible desde una perspectiva de género con enfoque de derechos de las mujeres y de las niñas. Esta acción por incluir sus voces es en sí mismo un paso adelante; el siguiente será el debatir e intervenir los espacios incorporando sus deseos y requerimientos particulares con la participación activa, permanente y con evidencias de las niñas y de las mujeres adolescentes en una toma de decisiones que las incluyan de manera contundente y perceptible en el diseño y construcción urbana y territorial. Participación real y efectiva que no tarde otros 20 años para hacerse sentir en sus voces. Palabras de Emily Daniela Palma Intriago en Asamblea de Niñas, Niños y Jóvenes en el marco de la la Conferencia Hábitat III, Quito-Ecuador, 15 de septiembre de 2016: “Bueno, muy buenos días chicos y distinguidas autoridades, soy Emily Daniela Palma Intriago. Cuento con 10 añitos de edad, y bueno, soy orgullosa de ser de la Parroquia Rural La Unión, del Cantón Santa Ana, de mi bella provincia Manabí. Bueno nos hemos reunido con los demás niños de diferentes países y hemos llegado a una misma conclusión: necesitamos para la ciudad de nuestros sueños más áreas verdes, jardines hermosos, flores, parques. También conversába11 Escuchar su mensaje durante la premiación de un concurso de fotografía en Nuevo León en 2014 https://www.youtube.com/ watch?v=tvDf-4o7SnA

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mos con mis compañeritos: dice un compañero que en su barrio circula mucha droga, otra compañerita decía que ella iba cruzando la vereda y vio un niño que se lo iban llevando y si no es por un señor que lo cogió de las piernas se lo llevaban. Que ya no haya drogas, violencia, alcohol. Que este mundo sea lleno de amor, que ya no haya odio. Que trabajemos juntos. Otra cosa que hablábamos era que en la zona rural también el acceso es bien difícil. Entonces quisiéramos ir cambiando muchas cosas de esas. Para ir a nuestras escuelas también tenemos que pasar ríos y es peligroso. Ahora nos da miedo hasta subirnos a un bus porque hay muchos delitos: nos pueden asaltar. Y también hablamos algo que es muy bonito que fuera que los policías pusieran más atención cuando los niños vamos a cruzar la calle. Y también, en el tema de bullying se están haciendo campañas pero ir fortaleciéndolas mucho más porque se está viendo mucho en las escuelas, en las instituciones principalmente. Entonces también hablábamos en el tema de violencia que también tenemos que educar a nuestros padres para que ellos vean la realidad de los niños. Los padres piensan que nosotros solo tenemos que estudiar y hacer las tareas, y eso tampoco es así. También hablábamos que, en la cancha, estamos jugando y los adultos venían a ver ‘salgan que somos nosotros los grandes y nosotros vamos a jugar’ entonces están violando nuestros derechos. Entonces también tenemos que trabajar en eso. Y hasta interactuamos ayer y hacíamos como tipo acuerdos: que los niños una hora, los adolescentes una hora y los adultos una hora, y así todos podemos jugar y todos somos felices. Sí, y también tengo una frase muy bonita “Que

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no importa de dónde somos sino donde queremos llegar”. Soy la Vicepresidenta Nacional del Consejo Consultivo de Protección de Derechos [de Niñez y Adolescencia], entonces también queremos decir a las distinguidas autoridades que pongan mucha atención en todo esto, lo que les hemos dicho, porque acuérdense que esto no es solo de los niños del país sino que ha sido de todo el mundo. Porque en estos procesos que vamos viendo siempre se habla de esto, la naturaleza se está acabando. Queremos más ecología, menos contaminación, más juegos recreativos para desarrollar nuestras destrezas como el ajedrez, la natación, el fútbol. Porque ahora es verdad los parques pero también necesitamos para desarrollar nuestras destrezas. Sí, entonces, como ya les dije, pongan mucha atención. ¿Okey? Entonces, me despido porque tenemos que ir a construir nuestra propia ciudad de nuestros sueños. Gracias.”


Quito: Asamblea de Niños, Niñas y Adolescentes Carta de Niños, Niñas y Adolescentes Nosotros niños, niñas y adolescentes representantes de diferentes países del mundo, reunidos en la Conferencia Hábitat III desarrollada en la Ciudad de Quito, hemos compartido la realidad en la que vivimos, analizamos la problemática de nuestro entorno y una vez que hemos compartido esta única experiencia de integración y hermandad queremos decirles a todos los mandatarios y habitantes del mundo cuáles son nuestras ideas para llegar a cristalizar nuestras demandas para Ciudades Inclusivas e Inteligentes que respeten y empoderen los derechos de los niños, niñas y adolescentes: Merecemos tener Ciudades Inclusivas e Inteligentes en donde: • Existan espacios comunitarios y recreativos adecuados a nuestra edad y a nuestras necesidades y en donde se respete nuestro derecho a la recreación, el que se ve afectado cuando los adultos no nos permiten jugar libremente y dejan de ser comunitarios para satisfacer intereses privados. Y en donde la responsabilidad por el cuidado sea compartida con las autoridades y los ciudadanos “Me gustaría que hayan juegos en los que podamos desarrollar nuestras destrezas”- Daniela “para evitar problemas podemos generar acuerdos y así evitar conflictos”. –Agregó Daniela “Quiero que cuiden los parque porque no hay responsabilidad ciudadana” “Falta Responsabilidad de las autoridades”- Sofía. • Ciudades donde se escuche la voz de los niños, niñas y adolescentes. Ya no queremos

escuchar tanto discurso queremos ser escuchados seriamente y que nuestras voces se hagan sentir desde los diferentes espacios de participación para aportar con nuestras ideas en la conformación de nuevos modelos de ciudades con oportunidades para todos y desarrollo igualitario. No queremos diferencias ni desigualdades. Tenemos capacidad de organizarnos por eso queremos construir nuestros propios espacios de participación. “Que existan veedurías con la participación de Niños, Niñas adolescentes y Jóvenes” Karina de Chillanes “Que se incrementen en cada ciudad mesas de diálogo con la intervención de niños, niñas y adolescentes” –María Belén Chávez “Que en los consejos Municipales esté presente un representante de los niños niñas y adolescentes con voz y voto”- Lesly Manosalvas, 14 años. “Los niños podemos organizarnos para expresar nuestros valores ideas deberes y derechos” Daniela Vergara. • Demandamos que se nos tome en cuenta al momento de decidir sobre nuestra educación, no queremos escuelas grandes que estén lejos de nuestras casas y a las que debemos caminar exponiéndonos a peligros. “Violentan mi derecho a la educación cuando cierran mi escuela y abren una grande pero lejos de mi casa pasando por lugares peligrosos”- Nexari ¿Por qué no todas las escuelas tienen acceso a internet, no cuentan con docentes aptos de acuerdo a su formación y a nuestras necesidades? ¿Por qué en algunos lugares no se respeta nuestra cultura o se nos mira diferente solo por nuestro color de piel o nuestra forma de vestir o la manera en la que pensamos? “Queremos una buena educación adecuada y de EN OTRAS PALABRAS… no. 25 / Dossier | 81


calidad para todos y todas en las escuelas y colegios; una educación dinámica y con innovadores métodos de estudios” María José Pullas. “Es nuestro derecho ir a la escuela bien alimentados ya no queremos ver niños durmiéndose en clases por que no hayan desayunado”- Milagros. Muchas de las instituciones educativas no cuentan con infraestructuras seguras para nosotros. Y existen comunidades en donde no hay colegios que aseguren la formación educativa necesaria y limitan nuestro acceso a la educación. “Nunca nos consultan sobre las escuelas que queremos tener o sobre el modelo de educación que deseamos recibir, a veces tenemos miedo de decir que no queremos participar de una actividad porque nos ponen cero” Daniel y Wilson. “En las escuelas se deben cultivar los valores”. • Tenemos derecho a crecer y desarrollarnos en ciudades libres de contaminación, donde se respeten los espacios verdes y la ecología, donde ya no exista la tala indiscriminada de árboles ni los incendios forestales que destruyen los bosques, principales fuentes de oxígeno. “Queremos una ciudad sin contaminación que podamos salir en bicicleta, poder disfrutar del campo, escuchar el canto de los pájaros, ver volar las mariposas de colores”Daniela, “Por qué la mina destruye el lugar donde vivo y mi escuela”- Mateo. “Yo le digo a mi mami por qué el agua viene amarilla” – Daniela. Agrega: “Y mi mami me dice es por la minería, porque contaminan el agua” “Yo digo por qué no piensan en el futuro de las personas”- Daniela Vergara. • Acaso no es nuestro derecho el acceso a los servicios de salud, pero cómo poder ser atendidos eficientemente y con la prioridad que nuestros derechos nos garantizan si son pocos los hospitales especializados para niños, niñas y adolescentes, y en algunas comunida-

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des solo contamos con sub-centros de salud que no tienen el personal suficiente para brindarnos una atención de calidad y con la calidez que necesitamos. “Necesitamos mejores hospitales cerca de nuestras casas”- Wendy “Deberían dedicarse a la prevención de enfermedades y no solo a la atención inmediata”Daniel. • Exigimos ciudades libres de violencia, maltrato y vulneraciones a nuestros derechos donde no existan pandillas, donde no existan fronteras, donde las oportunidades de desarrollo sean igualitarias, que sea una ciudad acogedora para propios y extraños. Ciudades con vías de acceso para las personas y los vehículos. “Queremos un mundo donde no haya fronteras, porque todos tenemos el mismo sol, la misma luna y vivimos en la misma tierra”- Daniela Palma. “Por que donde vivimos no tenemos alumbrado público y las calles no son bien construidas y se destruyen rápidamente, y hay otras ciudades con bonitas calles y grandes avenidas” Milton. “Deberían preocuparse por todos no solo por las grandes ciudades acaso no somos parte del mismo país” – Eduardo. “Nosotros también somos parte del país”- Lucía. • Demandamos que exista justicia y equidad tanto para hombres como para mujeres, niños, niñas y adolescentes Que no exista discriminación, que no se nos maltrate por nuestro género, por nuestra etnia, clase social, o simplemente por la manera como me visto o como luzco ante los demás, no queremos patrones ideológicos y conductuales denigrantes que lesionen nuestros derechos. Ya no queremos ser maltratados ni violentados por nuestras familias, escuelas o la sociedad. “Necesitamos que nos crean para poder hablar, no nos escuchan a los niños, niñas y adolescentes, no nos creen por eso nos callamos


y dejamos que nos hagan daño” “Queremos una ciudad sin violencia en la casa en las calles, una ciudad sencilla colorida y moderna” –Nicole Viteri. • Queremos ciudades donde no hayan niños, niñas y adolescentes trabajando, con hambre, con frío, utilizando drogas, sin familias, sin acceso a ninguno de los servicios básicos y con pérdida total de sus derechos. Exigimos mejores oportunidades de empleos para nuestros padres, ya no queremos ver niños, niñas y adolescentes con familias desintegradas a causa de la migración, niños huérfanos porque sus padres han muerto en busca de mejores oportunidades de vida. Hasta cuando debemos ver como se vulneran nuestros derechos. “A causa de la migración niños, niñas y adolescentes somos vulnerables al alcohol drogas y a la delincuencia” “Por qué mis padres me dejaron para ir a EEUU a trabajar, no me quieren”. Jorge Domínguez. • Queremos contar con medios de transporte seguros, donde se nos respete nuestra condición de ser niños, niñas y adolescentes, donde

los conductores no nos maltraten y seamos respetados. Contar con transportes amigables y suficientes, ya no queremos esperar durante horas para poder movilizarnos hasta nuestras escuelas u otros lugares. “Necesitamos sostenibilidad Urbana” Daniela. “Una Ciudad inclusiva y amigable debe contar con medios de transporte para áreas urbanas y rurales”. Estos son algunos de los problemas que hemos evidenciado, pero si ustedes crean los espacios que necesitamos para seguir expresando nuestras voces, tengan por seguro que confiando en nuestras capacidades, en quienes somos seguiremos siendo constructores de ciudades inclusivas e inteligentes para un futuro mejor para todos y todas. Los niños, niñas y adolescentes del mundo. 15 Octubre 2016

La Asamblea de Niños, Niñas y Adolescentes fue un proceso facilitado por World Vision.

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Marvel Barón Medina*

Yo no paso la raya

Una propuesta lúdico-pedagógica para prevención de embarazo en niñas y adolescentes en el pos-acuerdo

Hijo de la luna Luna, quieres ser madre y no encuentras querer que te haga mujer. ¿Dime, luna de plata, qué pretendes hacer con un niño de piel? Esta bella canción escrita por José María Cano e interpretada espléndidamente por Ana Torroja con el grupo Mecano habla de la milenaria obligación social impuesta por la cultura patriarcal a las mujeres de maternar: la luna quiere ser madre y no puede, así que negocia con la gitana; a su vez, la gitana sueña con tener un esposo pero no le interesa maternar, situación sancionada por el referente social. Por eso el fin tan trágico del relato. Me encanta trabajar con música: la escucho, la disfruto, la analizo y la integro a mi trabajo ya que, al fin de cuentas, la música es una parte de * Médica Patóloga Universidad Nacional de Colombia. Cormujer, Caquetá.

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los valores y de la cultura de un pueblo. Es una forma de expresión que nos permite conocer, entender y asimilar el pensamiento colectivo de un determinado grupo social. Permea nuestras almas como pocas otras experiencias y permite diferenciar lo que es el bienestar y el malestar. Pero también permite reconocer la fuerza de esos contenidos milenarios que se niegan a cambiar, mucho menos a desaparecer; más aún, se transforman subrepticiamente haciéndonos creer que se han desvanecido, solo para aparecer bajo otra piel y con mayor fuerza. Lo mismo ocurre al escuchar los tradicionales ‘cuentos infantiles’: formas perversas de penetrar las mentes y almas de niños y niñas para, desde muy temprana edad, depositar las semillas de unos estereotipos de géneros que limitan la expresión individual, la libertad de escogencia y sobre todo, la creatividad del espíritu. Tienen en común los relatos de ‘princesas’ desvalidas, medio tontas, cuya única aspiración en la vida es ser conquistada por un ‘príncipe’ audaz, que viene de otro lugar, y quien la ‘salva’ de su aflicción. Este adoctrinamiento temprano de niñas y niños no puede ser más evidente que en la


historia de Caperucita y el Lobo, cuento de hadas de transmisión oral de origen europeo, cruel y horrorizante, que luego fue plasmado en diferentes escritos: en 1697 Perrault lo suaviza al quitarle el componente de canibalismo y bestialismo y lo incluye en una recopilación de cuentos para niños y niñas. Luego los hermanos Grimm en 1812 le dan su versión actual, con ‘final feliz’ incluido, para convertirlo en la narración infantil más universal en la actualidad. En este relato, bajo esos ropajes banalizados encontramos los principios fundantes de la cultura patriarcal: la asignación inalterable del cautiverio doméstico a las mujeres y la libertad del espacio público (el bosque) a los hombres; la creencia de que la menarquia o inicio de la capacidad de reproducción (representada en la caperuza roja) define el paso de niña a mujer por ser este su destino social; y la afirmación del estado de minusvalía mental femenino que no permite reconocer a un lobo disfrazado de abuela. Tanto veneno en una sola copa… Con el paso del tiempo, un lenguaje sencillo, fácil de entender, familiar al nuestro, y la repetición del cuento, lo integran a nuestra cotidianidad: no solo lo creemos, sino que creemos que es normal porque pasa todos los días. En el fenómeno de la naturalización “Las palabras se adecúan a las cosas... Entonces, el orden social aparece como un verdadero mundo u orden natural” (Bericat 2006). Pero la naturalización de los hechos, de los eventos, no es una justificación de su existencia ni es su dilucidación. Un ejemplo plantea Norbert Elias en las sociedades donde la presencia de la muerte constituye un hecho cotidiano, las gentes han de aprender a vivir y viven sin miedo, pues de lo contrario la vida sería insoportable e impensable. Lo mismo ha sucedido en nuestro medio latinoamericano con el fenómeno del embarazo en

niñas y adolescentes a pesar de que el desarrollo de los Derechos Humanos, la definición de los Derechos Sexuales y Reproductivos, junto con la invención de la píldora anticonceptiva, han generado nuevas posibilidades de ejercicio de la ciudadanía de las mujeres que abren un abanico de oportunidades (al menos en teoría) que antes era impensable, por lo que el destino social de las mujeres deja de ser la maternidad exclusivamente, para generar nuevas opciones académicas, laborales y sociales. Sin embargo, como mujer, como médica y como feminista no puedo quedarme sosegada al ver la naturalización social de la maternidad temprana, por lo que he explorado otras opciones de intervención social desde los imaginarios colectivos que permitan incidir efectivamente en la disminución de las tasas, y así, confiar en posibilidad de un mejor futuro para nuestras niñas y adolescentes. Retomemos la idea: uno de los determinantes más importantes de carácter sociocultural que modela la sexualidad humana en nuestro contexto es el discurso religioso y moral de influencia judeocristiana (Barrios-Acosta 2016a). La sacralización de la reproducción, el mito de la virginidad, la homologación de la maternidad con la felicidad y del sacrificio con plenitud espiritual, han naturalizado el evento a tal punto que ni el cambio histórico de las dinámicas sociales y demográficas ha podido menoscabar su contenido. Cuando el promedio de vida esperado de las mujeres era de 28 años como en la Grecia Clásica y en la Roma Antigua, el embarazo a los 15 años estaba acorde con esta realidad. Pero con el avance del conocimiento científico, las reformas de la sanidad y la difusión de la higiene en la sociedad en general, desde principios del siglo XX la esperanza de vida de las mujeres aumenta hasta los 50-65 años, y en la actualidad en promedio se considera de 70 años. Es decir, la expectativa de vida ha aumentado casi tres veces desde la creación de la religión católica y su dogma

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mariano fundante de la inmaculada concepción y la maternidad divina, pero seguimos aceptando maternidades a la misma edad dos mil años después con un doble discurso que penaliza las prácticas sexuales juveniles fuera del matrimonio, pero ensalza toda una cultura de promoción extrema de los valores de la maternidad (Ehrenfeld 2016). Las mujeres como madres, hermanas, esposas, compañeras, amigas, etc., han jugado un papel en el mantenimiento y reproducción de las masculinidades hegemónicas y las estructuras patriarcales tanto en lo público como en el hogar, logrando que la naturalización de la maternidad temprana se produzca desde la niñez, dentro del simbolismo del juego cuando las niñas y los niños recrean a ‘la mamá’. Esa socialización primaria condiciona el destino de las mujeres a ser madres como un mandato social y cultural, como una construcción simbólica que se manifiesta en la emocionalidad (Barrios-Acosta 2016b). Como consecuencia, a nivel latinoamericano el propósito final del individuo femenino es un estado marital o de cónyuge el cual se materializa en la maternidad. Es difícil para las mujeres adolescentes, como probablemente para mujeres de otras edades, el expresar que el embarazo no es deseado ya que ellas probablemente se expondrán a algún tipo de deshonor y a la desaprobación social mientras tengan sexo por placer y nieguen la maternidad (Ehrenfeld 2016), tal y como le sucedió a la gitana en el relato del Hijo de la Luna. Así mismo, la naturalización de las relaciones inequitativas de poder ha generado cierta tolerancia cultural hacia la violencia contra las mujeres para encubrir los efectos acumulados de la exclusión, la desigualdad, el racismo y la corrupción; el peso que conllevan estas ideologías de género difiere entre individuos, clases sociales, regiones, edad, nivel educativo y pertenencia étnica entre

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otros elementos, y aunque estos ideales no sean satisfechos, estos son elementos que permanecen en el imaginario social de género en Colombia. A esta pócima venenosa debemos agregar el conflicto social y armado de Colombia: La duración e intensidad del conflicto colombiano hace que ningún residente haya experimentado una vida sin haber estado directa o indirectamente afectado por una o varias formas de violencia, tanto en las esferas pública como privada (López y Myrttinen 2014).

¿Por qué la preocupación? La investigación biomédica ha demostrado el aumento de la morbilidad y mortalidad perinatal, tanto de la gestante como del producto de la concepción, cuando el mismo se presenta en menores de veinte años; además, el embarazo en la adolescencia sigue siendo un impedimento para mejorar la condición educativa, económica y social de la mujer y en el caso de los jóvenes, el matrimonio y la maternidad precoz limitan en alto grado las oportunidades de educación y empleo (Vásquez et al. 1997). Según la Organización Panamericana de la Salud OPS, en comparación con la franja etaria de entre 20 y 24 años, las niñas menores de 16 años, debido a un incremento de hasta el 40% en la probabilidad de desarrollar diferentes patologías, son un grupo de alto riesgo: la mortalidad de la madre y el producto de la gestación se cuadruplica (Subcomisión de Ética Clínica 2010). Como el embarazo en niñas y adolescentes tiende a concentrarse precisamente en los grupos marginales de la población que presentan condiciones inadecuadas de nutrición, salud y vivienda de la madre y en los que ésta no cuenta con el apoyo familiar ni la atención sanitaria necesarios (brecha sanitaria), Claudio Stern considera que no son ni la edad a la que ocurre el embarazo ni los factores biológicos asociados los que, en sí mismos,


se constituyen en riesgos de consideración, sino su interacción con las condiciones de nutrición, de salud y de falta de atención de la madre. Esta situación se amplifica con el aumento porcentual de la población adolescente en América Latina así como la persistencia y agravamiento de las condiciones de pobreza y la falta de oportunidades para las mujeres (brecha social) (Stern 1997). Además, la dependencia económica total, el abandono escolar, y el discurso de la domesticidad generan mayor riesgo de violencia intrafamiliar (Profamilia 2015) el cual es más evidente en hogares conformados por niñas que no terminan la primaria y hombres que culminaron el bachillerato. Así, terminan perpetuándose los ciclos de violencia con el agravante conocido del fenómeno de la feminización de la pobreza, elementos que inciden negativamente en el proceso de desarrollo humano y por lo tanto en la construcción de paz. Por esto, el embarazo precoz no es solo un problema biomédico.

El componente masculino Tal y como lo plantea la profesora María Himelda Ramírez, el padre adulto que procrea con una adolescente con frecuencia ha hecho uso de formas de seducción manipuladoras, de su poder económico o de violencia sexual sobre la niña y la joven. Pero en una inversión de las responsabilidades, “las maternidades producto de la violencia o de abusos encubiertos por múltiples complicidades hacen recaer la sanción social sobre la joven madre y sobre sus hijas o hijos” (Ramírez 2016). En este mismo sentido se expresa Noemí Ehrenfeld cuando plantea que las mujeres tienen sexo y se embarazan porque los hombres lo piden, es decir, responden a una solicitud externa y no a su propio deseo, y que en ambas situaciones están involucradas ventajas sociales y culturales de los hombres sobre las mujeres, lo que hace que éstos tengan el poder en una relación. Ella propone el concepto de seducción/coerción

y considera que es una de las razones escondidas involucradas en los embarazos adolescentes, que no sólo tiene como resultado embarazos no intencionales, sino también relaciones sexuales no consensuales y que en contextos específicos, debe ser considerado como una modalidad de violencia ejercida contra las mujeres (Ehrenfeld 2016). En Argentina, la posición frente al tema es más contundente: según datos oficiales, el 80% de los padres de bebés de niñas-madres las superan en edad por lo menos diez años y, una cuarta parte, son al menos veinte años mayores que ellas, situación que permite suponer condiciones de abuso, violación e incesto. Plantean que “el embarazo en niñas debe ser llamado por su nombre: un delito, una violación, una de tantas formas de violencia que debemos erradicar. La maternidad es un rol de la edad adulta” (Subcomisión de Ética Clínica 2010). Como decía la abuela, “se juntó el hambre con las ganas de comer”. Por un lado, los procesos sociales de naturalización hacen que las diferentes formas de violencia basada en géneros, incluyendo el embarazo en niñas y adolescentes, no sean reconocidas como tal; además, que se acepten como “naturales” las prácticas de seducción/coerción (solo el 14% de estos embarazos son con chicos adolescentes). Pero a pesar de toda esta evidencia, las acciones estatales tanto del ICBF como de los Ministerios de Salud y Educación tienen como objeto de su intervención los jóvenes escolarizados pero no los hombres adultos…

El componente femenino Un elemento de análisis debe ser el interrogante que plantea Adriana María Serrano sobre las causas de las resistencias de algunas mujeres a la recepción de los discursos de igualdad de género. Ella considera que el cambio cultural no ha marchado al mismo ritmo que el cambio político y legal por ser este un cambio significativo y reEN OTRAS PALABRAS… no. 25 / Dossier | 87


ciente que aún está en vías de asimilación, y que se trata de un cambio de tal magnitud, que compromete las estructuras sociales; además, está la inercia del habitus social. Como explicación de la resistencia al cambio cultural está el hecho de que los hombres perderían ‘privilegios’, se alteraría la estructura de la propia identidad de género y que se reconocerían como ‘victimarios’ en los procesos históricos del pasado. Por su lado, “el sistema patriarcal domina a las mujeres desde sus propios cerebros”, genera obstáculos exteriores económicos, políticos, normativos y permite la “complicidad y participación de las mujeres en su propia dominación”. Además, está la pérdida de algunos ‘privilegios’ que la estructura patriarcal otorga a las mujeres (privilegio a la manutención y a la seguridad) (Serrano 2006).

asume la acción trasgresora como inaceptable totalmente. Nos hace sentir como seres infinitesimales, que hemos traspasado los límites tolerables para ser una ‘buena persona’. Quisiéramos que la tierra se abriera y nos tragara…

Por esto es vital continuar el proceso de emancipación o empoderamiento de las mujeres desde todos los ángulos posibles de intervención: desde el reconocimiento de su existencia (lo que no se nombra, no existe), desde las ciencias sociales (reemplazar la visión androcéntrica tradicional), desde el conocimiento y reconocimiento como sujetos de derecho pleno para superar la etapa de ‘victimización’, pero, sobre todo, desde los imaginarios colectivos: los de las niñas y adolescentes, los de los adolescentes, los de las madres de las chicas, los de los hombres de nuestra sociedad, y los imaginarios colectivos de nuestros gobernantes y legisladores que por acción y por omisión, perpetúan la estructura patriarcal.

Tratando de entender la fuerza de la raya en el autocontrol de nuestros actuares, recordemos que esta es una de las acciones más usadas al interior de la familia en el proceso de disciplinamiento de niños y niñas, es decir, en el proceso de toma de conciencia de las acciones. Implica la creación o el mantenimiento de un límite o frontera, sea cultural o social, que define lo correcto de lo incorrecto, lo bueno de lo malo, lo conveniente de lo inconveniente, lo pensable de lo impensable, lo tolerable de lo intolerable, lo humano de lo inhumano y establece una frontera entre el bien y el mal (Bericat 2006). No al embarazo en niñas y adolescentes. Esta es la raya que no debemos cruzar.

¿Y la raya qué es?

¿Cómo incidir en los imaginarios colectivos que hunden sus garras en nuestros pensamientos, sentimientos y actuares perpetuando la estructura patriarcal? Eduardo Bericat nos da algunas luces al respecto: La naturaleza de las emociones está condicionada por la naturaleza de la situación social en la que los hombres y mujeres sienten. Sin embargo, una interacción social no sus-

“Se pasó de la raya, mijita. Se pasó.” Esta frase de uso universal que muchas hemos escuchado desde la infancia, era (y sigue siendo) recibida como una sentencia inapelable, que nos declara culpables más allá de toda duda, y

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La función social de la raya Un paso hacia la ‘desnaturalización’ del embarazo en niñas y adolescentes es reconocer que en el marco de la realidad actual ya no es una opción socialmente aceptable. Pero este reconocimiento, si bien inicia con una ‘desaprobación social’, para que sea válido debe surgir del interior de cada niña y adolescente, de cada joven y hombre: la función social de las niñas y adolescentes es jugar y estudiar, no maternar.


ceptible de provocarnos vergüenza u orgullo no constituye un vínculo social en sentido estricto. En esta misma línea de ideas Kemper define que las dos dimensiones básicas de la sociabilidad son el poder y el estatus. Por otro lado, Hochschild aclara que las normas sociales no solo aplican a la conducta y al pensamiento, sino también a las emociones. Es decir, todos ellos consideran que el control emocional constituye una clave relevante del control social, es un modo de participar en la constitución del orden social pues las emociones están vinculadas a sanciones sociales así como al entramado de la estructura social (Bericat 2000). El profesor Thomas J. Scheff, en su amplísima producción científica, nos refiere que “la vergüenza y el orgullo son las emociones sociales básicas porque ambas señalan al individuo el estado del vínculo social. La vergüenza entendida en el marco de una perspectiva sociológica constituye un componente necesario a una teoría del control social factible. La deferencia, el respeto asociado al orgullo legítimo, y la vergüenza, forman un sutil, pero eficaz y permanentemente activo sistema de control social, que explica por qué los individuos se someten. Mantener la dignidad y el respeto y evitar el dolor de la vergüenza, es lo que hace operativo, en el individuo, el sistema de control como sistema motivacional o de fuerza” (Bericat 2000).

La raya en la construcción de un nuevo orden social Basada en estas reflexiones, consideramos que un aporte importante en la construcción de una paz “estable y duradera” es retomar la fuerza del autocontrol que nos define la raya: es delimitar el alcance de mis acciones no solo por un posible efecto punitivo o represivo legal, sino porque no

es correcto hacer lo que pienso/deseo hacer. Es poner un límite a mis acciones, a mi sexualidad, a mi ira… Veamos algunas opciones: el poner un límite a mi sexualidad implica contrariar el imaginario de que las adolescentes, debido a sus niveles hormonales, son sexualmente incontrolables y que el hombre es sexualmente incontinente. Es retomar el control de mi impulso sexual y no simplemente dejarme llevar “por las ganas”. El pleno ejercicio de mis derechos sexuales y reproductivos lleva implícitos unos deberes enmarcados en el concepto de la sexualidad responsable. Esa es la raya que no debo pasar. El poner un límite a mi ira, implica que puedo desde un punto de vista racional, controlar mis emociones negativas, lo cual debería funcionar como una acción de prevención primaria de los actos violentos, en nuestro caso, de la violencia basada en género, pues como plantea Bericat, “Cuando la sociedad decide construir un orden en el que no tenga cabida la comisión de estas barbaridades, por mucho que hasta hace poco idénticos hechos se observaran con indiferencia culpable o con cierta naturalidad, aparecen sentimientos de horror. Horror significa tolerancia cero, y remoción de todos aquellos obstáculos que impidan la total expulsión de estos actos del orden social con el que nos identificamos. Ante el horror el cambio se impone” (Bericat 2000). Mientras que en unas sociedades la atracción al bien, el orgullo de ser persona de bien, constituye el principal mecanismo regulador (sociedades centrípetas), en otras es la aversión al mal, el miedo al dolor de la vergüenza, la que desempeña las funciones reguladoras del sistema (las centrífugas). Esta es la función social de la raya, la cual considero podría ser mucho más efectiva que las sanciones legales o económicas que se proponen en nuestro medio como forma de “prevenir la violencia doméstica”.

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A hacer el amor y no la guerra… En el escenario posterior a la firma de los acuerdos de La Habana, debemos actuar. Las personas (niñas, mujeres, niños, hombres, etc.) son afectadas de diferentes maneras por los conflictos violentos y por los procesos de reconstrucción de paz, los cuales no siempre tienen un momento que los defina claramente, sino que corresponden a un continuum de eventos: es un periodo de flujos y redefiniciones, de generación de normas de la sociedad, de relaciones de poder y por lo tanto, de relaciones de género. Los conflictos violentos crean nuevos espacios, nuevos roles y nuevas vulnerabilidades a las personas de acuerdo a su identidad de género. Luego que desaparece o muta el conflicto violento, algunos de estos permanecerán, otras se renegociarán (Myrttinen, Naujoks y El-Bushra 2014). Dentro de los conflictos que persisten en estos procesos y se agravan, está el embarazo en niñas y adolescentes. Desde el 2005 la Corporación Humanas realizó una investigación financiada por el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer UNIFEM (Caicedo 2005) que debió encender las alarmas no solo en el sistema de salud pública, sino en el de justicia, educación, cultura, el ICBF y la sociedad civil en general. Plantea el informe cómo los desmovilizados de las autodefensas buscan parejas entre las más jóvenes (menores de 15 años) pues buscan ‘mujeres vírgenes’: ellas se sienten ‘protegidas’, con sustento ‘garantizado’; ellos buscan reafirmar su poder, su hombría, su virilidad. Es necesario plantear algunas diferencias ideológicas en la desmovilización de las FARC: si bien existe un discurso de ‘igualdad de género’ que establece claramente una raya en cuanto a la aceptación o no de relaciones sexuales entre compañeras y compañeros de la guerrillerada, existe

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una estructura patriarcal clásica con ejercicio vertical del poder que probablemente no desaparecerá con el proceso de reintegración. Esto implica la posible perpetuación de relaciones sexuales no plenamente consensuadas entre mandos y mujeres de base pero, sobre todo, implica la existencia de un estado no solo de sumisión sino de dependencia económica absoluta, de hombres y sobre todo de las mujeres, pues han desarrollado sus vidas en un sistema patriarcal que les proveía alojamiento, alimentación, salud, hasta las toallas higiénicas. Además, el discurso de la maternidad como fin social de la mujer es evidentemente más fuerte que el discurso político beligerante de izquierda que prohibía la maternidad entre las filas. Así que el “Baby Boom” que se ha evidenciado entre las guerrilleras debe preocuparnos, no solo desde el punto de vista de salud pública, sino sobre todo por la precariedad de la institucionalidad vigente y de la inestabilidad económica de ellas que no permite garantizar el bienestar de estos denominados “Hijos/as de la paz”. Pero una vez superada la fase de dejación de armas y realizado el proceso de reintegración, los guerrilleros buscarán ‘vírgenes’ con quienes establecer relaciones de pareja estables y tendremos un nuevo “Baby Boom” entre las niñas y adolescentes de las comunidades receptoras. Ellas nuevamente buscarán ‘protección’ y ‘manutención’, y se repetirá la historia del “propósito final del individuo femenino es un estado marital o de cónyuge el cual se materializa en la maternidad” ya mencionado; no sin descartar el nivel de dominación que las FARC ha alcanzado en algunas zonas, sobre todo rurales, que implicaría relaciones de seducción/coerción. Por esto, la inclusión de acciones que incidan en el cambio de la cultura patriarcal, no solo desde el punto de vista normativo, legal o punitivo, sino


desde los imaginarios colectivos, es un imperativo en esta coyuntura histórica: no podemos hablar de proceso de paz sin equidad social, incluida la equidad de género. No podemos hablar de paz si persisten las violencias basadas en géneros, incluido, el embarazo de niñas y adolescentes. No podemos hablar de paz si permitimos la perpetuación de los ciclos de violencia y pobreza. No podemos hablar de paz si consideramos “natural” el ver a una niña de 12 años embarazada. Es el momento para generar propuestas audaces, innovadoras, que nos saquen de esta inercia y podamos replantear una nueva forma de control de nuestros actos, el autocontrol.

El remake de Caperucita y el Lobo Este panorama que no tiene nada de esperanzador, se sobrepone a una realidad ya existente: según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (Profamilia 2015) un 4.6 por ciento de las adolescentes madres era por lo menos 20 años menor que la pareja, un 19.5 por ciento era por lo menos 10 años menor, y un 44.6 por ciento era por lo menos 6 años menor. Es decir, casi el 70% de las adolescentes está en condiciones de asimetría de poder con el padre de su bebé. Persiste la realidad de la brecha social y sanitaria: la fecundidad es mayor en la zona rural, en las regiones y departamentos menos desarrollados, en quintiles más bajos de riqueza y niveles más bajos de educación. Un 36.4 por ciento de las mujeres adolescentes con educación primaria ha tenido un hijo o hija, mientras que tan solo el 4.2 por ciento de los hombres de la misma edad son padres. Es decir, entre adolescentes, la prevalencia de la maternidad es 8.7 veces la prevalencia de la paternidad, y el 66.4 por ciento de los embarazos en adolescentes de 15 a 19 años fueron reportados como no deseados o no planeados. (Desafortunadamente la encuesta no nos plantea la problemática de embarazos en menores de 15 años).

Las mujeres no parecen estar dispuestas a perder el derecho a la protección por parte de los hombres. En las comunidades dentro de las cuales no existen o no se han desarrollado suficientemente las instituciones capaces de proveer soluciones a estas necesidades, encontraremos oposición y resistencia a la recepción del discurso de igualdad de género (Serrano 2006). Esta situación encierra a las jóvenes en una ideología de la domesticidad en la que ellas hallan su razón de ser no sólo en el hecho de ser madres, sino en lo que se desprende de éste: tener una familia (Pinto 2016). Este es un cuello de botella que hay que resolver. Si el trabajo y la educación no son alternativas elegibles para que las mujeres adolescentes alcancen un estatus diferente, al parecer la maternidad sí lo es. Es decir, las representaciones simbólicas tienen una influencia más fuerte en la toma de decisiones que las condiciones de vida concretas (Ehrenfeld 2016). Probablemente, esta idea se sustenta en el ideal de una familia basada en el supuesto del amor y la entrega total que la mujer debe hacer para su manutención y protección. Por esto nos urge incidir en los imaginarios colectivos, en las representaciones simbólicas. Pero, para que nuestras acciones tengan el impacto que deseamos, debemos ser creativas, imaginativas, proactivas. Las relaciones de género son relaciones de poder, por lo que la relación entre la identidad de género y la perpetuación de los ciclos de violencia debe ser tenida en cuenta tanto en el análisis del conflicto en sí mismo, como en las propuestas de reconstrucción de paz pos-conflicto (enfoque relacional de géneros) para ser transformadas en estrategias para la construcción de nuevas relaciones sociales (López y Myrttinen 2014). Como un ejemplo de la propuesta lúdico-pedagógica que busca incidir en los imaginarios

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colectivos a través del autocontrol basado en el orgullo y la vergüenza, está una versión feminista de Caperucita y el Lobo: Caperucita morada es una niña emancipada, empoderada, que incursiona en el espacio público, expresa sus sentimientos y tiene claro que la función social de las niñas es jugar y estudiar, no maternar. Por su lado, el Lobo Verde, respeta la raya que la niña coloca y a su vez define la propia: él tampoco pasa la raya. Es una propuesta de prevención primaria de maternidad de niñas y adolescentes donde aquella moralidad está orientada no tanto a la consecución del bien como a la evitación del mal como lo plantea Bericat, busca actuar a nivel de prevención primaria, y es fácil de entender y aceptar por parte de poblaciones adultas e infantiles. Está por verse su impacto social. El momento del pos acuerdo nos recuerda que la paz no es una serie de firmas en un papel. Es la construcción colectiva de nuevas formas de relacionamiento más equitativas, más justas, más democráticas. Por esto considero que el autocontrol es un elemento indispensable en la construcción de ciudadanía plena. En una entrevista el año pasado Michelle Bachelet (Bachellet 2016) planteaba que la democracia representativa por sí sola ya no da respuesta a los anhelos de la gente de ser parte constructora de la sociedad, y que por eso en Chile están haciendo un proyecto constituyente desde abajo hacia arriba, preocupado por las personas. Así mismo, en su discurso de despedida Barack Obama nos aclara: “El cargo más importante en una democracia es la ciudadanía, para lo cual las leyes no son suficientes, por lo que debemos cambiar los corazones”; los imaginarios colectivos le diría yo. Por esto, debemos trabajar en el empoderamiento de las personas, en la creación de leyes que busquen la equidad social, debemos exigir el cumplimiento de las mismas, pero sobre todo, debemos incidir en los imaginarios colectivos patriarcales que no permiten el avance de las sociedades de América

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Latina. Y la hora es ya pues la construcción de una paz “estable y duradera” también depende de la construcción de relaciones de género más equitativas.

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Título: Sin título Año: 2014 Técnica: Acrílico sobre madera


Crรณnicas


Isabel Cristina López Díaz*

Tres relatos de adolescencia Las tres historias de vida que aparecen a continuación surgieron de numerosas conversaciones y momentos compartidos por la autora y las protagonistas de lo que allí se relata, en un programa de acompañamiento y fortalecimiento de capacidades de niñas y adolescentes de diversas procedencias y residentes en la capital. A lo largo de varios meses se encontraron para hablar de sus trayectorias y del momento actual cargado de sueños en un futuro mejor. Como lo muestran los textos, fue un encuentro profundo que permitió a las jóvenes reconocer y expresar los dolores y alegrías como parte de la experiencia vivida y a quien reconstruyó los relatos poner en juego su sensibilidad hacia el universo femenino.

que crecer de desarraigo en desarraigo, de “hogar” en “hogar”, contando afectos “provisionales”, móviles, reemplazables? ¿Cuál es la imagen propia de alguien a quien simbólicamente nada le ha pertenecido, para quien todo es prestado, ajeno, momentáneo, inestable, totalmente reemplazable?

¿Qué pasa con los niños y las niñas que no construyen ese vínculo afectivo? ¿Con quienes tienen

Pues esa es la historia de Alejandra. Una niña que ha vivido sus 19 años del timbo al tambo; con la intervención de la policía para conseguir que los demás se comporten con ella y que ella se comporte; con una familia siempre pasajera y mutante; con la certeza construida de que ella no es nadie para nadie, porque nunca “es de la familia”. Alejandra creció convencida de que ella es “terrible, cansona, incapaz, grosera, insoportable”; que se busca el trato despectivo y en ocasiones violento que le dan por no saberse comportar... ¡“Yo me lo merezco”!, dice, muy convencida. Parece que no conoce o no sabe usar los posesivos. Siempre se refiere a las personas, las relaciones y las cosas de manera ajena, distante, como se refiere comúnmente la gente a algo que no la toca. Y al escuchar un posesivo referido a lo que a ella le pertenecería -decirle tu mamá, o tu familiapor ejemplo, ella sonríe con desprecio y repite agresiva, ¿mi mamá?, como si pronunciarlo fuera inadmisible.

* Psicopedagoga, Asesora en Políticas Públicas Poblacionales, Infancia y Derechos Humanos.

¿Por qué tendría que haber alguien que me quiera a mí, que me proporcione cercanía y afecto

1. Las huellas del desarraigo Mucho ha hablado ya la psicología del peso del vínculo afectivo en la construcción de la identidad. Arraigarse, adherirse afectivamente a un sujeto adulto se constituye para un niño o niña en fundamento de la calidad de sus interacciones y de las posibilidades de ubicarse, reconocerse y relacionarse con el mundo y consigo mismo.

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o me ofrezca ayudas y oportunidades, por qué a mí, habiendo tantas niñas que se portan bien, que son juiciosas, que se lo merecen? Yo no soy nada, todo el mundo me puede dejar tirada. Y me tiran, porque me lo merezco, afirma Alejandra, a menudo con displicencia, cuando se le interroga por sí misma, por sus expectativas de vida, por lo que ha sido su recorrido existencial. Establecer un diálogo con ella es una verdadera travesía por la niebla, por el silencio. Su tono de voz es bajo, intermitente, lleno de pausas y de gran dificultad en los comienzos. ¿Por qué hablar de ella, de su vida, para qué hablar de alguien que es tan insignificante?, parece preguntar en cada expresión. Alejandra ha aprendido el desinterés y la distancia al relacionarse con los demás. Ha asumido la estrategia de esconderse dentro de ella misma como la mejor posibilidad de salvarse y de salvar de ella a los demás. Es muy difícil que nos deje entrar en su mundo, lo tiene fuertemente custodiado, severamente vigilado, cercado con gestos, silencios y movimientos que a manera de llaves impiden el acercamiento, la calidez, el encuentro. Sin embargo, cuando se deja ver puede ser dulce, necesitada de confianza y de compañía, lo mismo que paradójicamente tanto rechaza. En las siguientes líneas encontrarán retazos de su relato, de su vida; conmovedores, ilustrativos, terriblemente interpeladores, colocados por segmentos, en un intento de amainar su peso emocional: Muchas preguntas plantean sus palabras, sus historias, sus dramas.

Yo no tengo familia Yo nací en Girardot, tengo una hermana media; no conocí a mi papá. Alguna vez le pregunté a mi mamá por él y me dijo que está muerto y cada vez que le he preguntado algo más, no ha respondido, ella evita el tema.

Solamente conozco a mi mamá, se llama Marina, pero yo no sé nada de la vida de ella. Me cuentan que cuando nos fuimos para el Huila, yo era muy bebé -tenía sólo dos meses-, ella le pagaba a una familia para que me cuidara, yo no sé qué hacía, pero sí sé que nunca ha tenido un trabajo estable. ¿Familia? Yo sólo conozco como familia el hogar sustituto. Yo no tengo familia. Recuerdo que vivía en una vereda, era una casa con el señor, la señora, dos hijos, unas hijas y yo. Con ellos crecí. La mamá verdadera vivía en otro lado. Ella iba a visitarme, pero no mucho. A ese señor yo le decía papá, estaba muy chiquita…

Mi mamá La mirada de Alejandra se pierde, repitiendo desde el comienzo del relato: ¡ay, hola, no me acuerdo, es que no me acuerdo de nada! Luego de una larga pausa, reinicia: allá vivía bien, era consentida por ellos; iba a la escuela, pero no alcancé a terminar la primaria, yo era muy rebelde. Ellos fueron buenos y “fueron como mis papás”, afirma Alejandra, como haciendo notar lo postizo de la relación con esos padres. En ese hogar viví hasta más o menos los cinco años; hace rato que no sé de ellos, y continúa pensando, como quien se esfuerza por recordar una película. ¿Por qué te fuiste de su lado? Porque me tenía que ir, no sé por qué. Yo nunca sabía por qué me iba. Era una orden que había mandado el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar -ICBF-. Me sacaron de ahí y me llevaron a otro hogar sustituto en el Huila. Mi mamá no sabía que me habían llevado, yo estaba muy pequeña; la vida era normal, estaba bien pero no feliz, hace notar con mucho interés. Con esa familia duré como tres años; la señora tenía hijos más grandes que yo y era querida… dice con displicencia. El papá era bueno, pero casi no me EN OTRAS PALABRAS… no. 25 / Crónicas | 97


relacioné con él porque nunca estaba. Yo iba a la escuela, la señora respondía por mí o sea el ICBF; a veces hacían visitas o yo tenía que ir allá, no sé por qué. Con mi mamá no me dejaban, ni la dejaban visitarme porque decían que yo con ella corría mucho peligro. ¿Y sabes por qué? Porque me maltrataba mucho, cuando me dejaban era por unos meses y después venían por mí, con la policía y me tenía que ir. Es que mire, todo fue por un muchacho: ella es muy afanada, un día yo iba caminando con ella por la calle y como yo no podía caminar más rápido, estaba muy pequeña, ella me halaba y me pegaba muy duro; un muchacho que vio se metió y le dijo, que yo era una niña, que no me pegara, la regañó y le dijo “eso es maltrato”. Y ella se puso muy furiosa y me pegó mucho más. ¡Me pegaba y me pegaba, todos los días me pegaba! Y yo no tenía la culpa. Yo siempre tenía mucho miedo de que me pegara otra vez. A mi hermana, que es mayor que yo, también le pegaba, pero a mí me pegaba mucho más, no sé por qué. Es que yo creo que ella se desquitaba, pero no sé de qué, ni entendía por qué me pegaba. En algunas ocasiones sí, porque a veces yo era grosera y le levantaba la voz, o no le hacía caso. Así que vivía por periodos con ella, hasta que el maltrato hacía que alguien “se la quitara”. Alguna persona ponía una queja anónimamente, yo no sé cómo se enteraban y llegaban y otra vez... Después me mandaron para un internado, el de las Hermanas; tenía como ocho años. Me dio igual, nunca hacía caso, era muy rebelde, no iba a estudiar, yo no quería ir a estudiar. Era muy grosera con las Hermanas, me daba mucha pereza

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y todo me daba igual; no quería hacer nada, mi mente estaba en blanco, nunca pensaba en nada. Cuando llegué allá entré a la escuela pero porque la Hermana me obligaba, me halaba y me llevaba a la fuerza y yo le hacía pataleta; la escuela estaba al lado. Yo era muy cansona, nunca llevaba tareas, no trabajaba en clase, es que no quería; la maestra llamaba a la Hermana o al rector y me preguntaban qué quería y que por qué hacía eso y Sor me castigaba: me ponía a hacer el aseo o no me dejaba salir. El castigo era lavar las ollas grandes, que eran muchas; tenía que dejarlas como un espejo, que uno se pudiera mirar en ellas. Era terrible; o los sábados que era el mercado, las niñas del internado ayudábamos a picar y a hacer el aseo del preparador (lugar donde colocan y arreglan el mercado). Había que picar y picar, muchas verduras y pelar cebolla… y lloraba, lloraba mucho, dice, por la cebolla claro, bueno y porque estaba muy aburrida. Mi mamá iba a hacer escándalos, dizque me quería ver. Y las hermanas no me dejaban salir porque el ICBF lo prohibió. Una vez dañó un vidrio de la portería con el puño; yo sentía mucho miedo y deseaba que se fuera, que se fuera rápido. ¿No te hacía falta, no te alegraba que fuera a verte? Nooo, ¿para qué? Cuando ella llegaba lo único que siempre sentí fue miedo; siempre estaba brava y gritaba; yo no conocí un abrazo de ella. Las otras mamás sustitutas si me consentían y me abrazaban. Las Hermanas también, pero también me castigaban muy duro. Yo estuve en el internado, pero es que no recuerdo el tiempo. Y de nuevo su mente se va de la sala y divaga... luego de un gesto de incertidumbre continúa: sólo sé que cuando yo estaba en 5º de primaria tenía 10 años y… estoy confusa…, no me acuerdo de casi nada, parece que se me fuera


lo que estoy pensando... ¿por qué será que se me olvida? Antes si me acordaba, reflexiona. Con gran dificultad para comenzar las palabras vuelve a la idea: me reintegraron con mi mamá, pero no recuerdo mucho. Estuve unos meses con ella y después la policía me recogió, fui a otro hogar sustituto. A esta altura, las palabras de Alejandra no salen, no le es posible articularlas, repite una y otra vez las primeras sílabas, mira hacia arriba y repite: no me acuerdo, no me acuerdo. Así que fue necesario suspender la conversación, tomar una agüita y esperar, esperar a que las nubes se disolvieran. Sin yo pedírselo, después de la pausa, y como regresando de un viaje, dice: me devolvieron con mi mamá, llegué a una finca y me tocaba trabajar, tenía que amarrar tabaco. Yo tenía como nueve o diez años. En esa finca vivíamos las dos solas, ella no tenía marido, nunca le conocí un hombre; mi hermana como que ya se había ido de su lado, ella es mayor que yo y también estuvo en internados, ahora vive en Bogotá. Ella -dice refiriéndose a la mamá- era muy conocida por allá, le decían la mujer maravilla, yo no sé su historia, nunca supe nada de la vida de ella, y como si las palabras le pesaran, bajando notoriamente la voz como si no quisiera que se escuchara, susurra: decían que trabajaba en un burdel y como que nunca tuvo un trabajo fijo, no tenía casa, ni la tiene. Lo único que sé es que la familia es paisa, de Medellín, todos viven allá. No me mandaba a estudiar, porque decía que yo tenía que trabajar; pero lo que viví en esa finca fue un tiempo corto; recuerdo que un señor que trabajaba allá me molestaba, me decía que si yo

necesitaba plata, me dejara tocar. Me daba mucho miedo y le contaba a ella pero nunca me creyó, decía que eso era una excusa para no ir a trabajar; ese señor me perseguía pero nunca me hizo nada porque no se lo permití, yo era fuerte, rebelde, muy brava, gritaba y nunca me dejé ni tocar. Bueno, un día nos fuimos al pueblo y cuando nos regresamos como a las 7 de la noche, la policía me estaba buscando. Me quería llevar, otra vez. ¿Por qué? No sé. Cogimos un bus; la policía sabía que ella tenía que coger ese bus hacia la vereda y entonces lo paró, como si estuvieran haciendo retén; yo iba en la parte de atrás porque ella me dijo que me escondiera. Ella también se ocultó cuando los vio, pero de todas maneras nos descubrieron y nos hicieron bajar; me revisaron y dijeron que me tenía que ir con ellos; yo estaba toda degenerada, descuidada, sucia, muy flaca, porque no comía bien, es que ella no hacía comida, ni cosas buenas sino como comer chatarra. Se puso furiosa, me decía que iba a ir por mí. Los policías me llevaron de todas maneras, y yo estaba muy contenta, por no quedarme con ella, no me daba miedo irme sola con ellos. Me llevaron al mismo hogar sustituto, donde había estado años atrás; es una familia grande, unida, el esposo es muy buena gente, la señora es un amor, tenía buena relación aunque era muy rebelde; allí duré cinco años más. Desde esa vez que me llevaron los policías, pasó el tiempo - como un año-, en que yo no supe nada de mi mamá, pero era mucho mejor. Como no sabía a dónde vivía yo, ella iba al ICBF y dejaba cartas en las oficinas; los amenazaba, decía que los iba a matar, que se cuidaran y otras cosas más. Yo nunca sabía dónde se mantenía.

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Y ahí empezaron todas las tentaciones Cuando llegué a esa familia volví a empezar el colegio; terminé la primaria y pasé a bachillerato. Siempre me iba mal, pasaba recuperando, pero a la fuerza; no sé por qué en el colegio se hablaba mucho de mí, tal vez por lo cansona... Conseguí amigos, hacía muchas cosas, salía mucho, me mantenía en fiestas. Era muy chévere hacer todo eso, era diversión y por eso no respondía al colegio, no iba sino a molestar. Yo sólo pensaba en las farras; iba a campamentos o mejor dicho, a acampar, eso era lo que me encantaba. ¿Que había en los campamento, qué era lo que te gustaba tanto? Todo, era muy chévere: hacíamos fogata, escalábamos, cantábamos y tomábamos trago. Una vez nos fuimos un grupo grande, dizque a recorrer el país. Éramos 5 mujeres y 6 hombres, todos locos; sólo llevábamos un morral, tres mudas de ropa; caminábamos mucho y dormíamos por ahí, en cualquier parte. Y nos perdimos, fue increíble. Pasamos muchos sustos, preguntábamos y a veces nos daban mal la información, nos decían que estábamos fuera del Huila, lo que era muy raro, porque creo que eso era imposible; finalmente nunca supimos dónde estábamos, eso fue muy chévere. Al final, aunque demorados, llegamos. ¿Ibas con el novio? Yo no tenía novio. Y en el grupo éramos todos locos pero había mucho respeto. Comencé a meter vicio, tomaba mucho trago, sobre todo aguardiente; la mamá sustituta estaba toda preocupada, llamaba a la policía y al ICBF, porque tenía que responder por cualquier cosa que me pasara, pero yo nunca pensaba en eso, yo solo me iba a la farra y a pasarla bien. Cuando regresaba ella estaba muy furiosa, no me dejaba salir, me prohibía lo que más me gustara

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hacer, además porque en el colegio iba súper mal. Todo el tiempo que viví con ellos, yo seguí igual. Cuando pedía permiso a veces me lo daban, pero sólo para salir con los hermanos de la casa; sola no. Y si no me dejaban salir, yo me escapaba. A los 16 años, me llevaron a otro hogar sustituto porque no daba resultados. Fue muy duro. No quería dejar a la señora, yo la quería, es que ella me tuvo mucha paciencia… dejarla fue muy horrible. Me hundí en un mundo bien loco…, en el mal sentido de la palabra: me la pasaba en fiestas, que si no eran con trago y marihuana, para mí no eran fiesta. Unos amigos me ofrecieron, me aseguraron que eso era muy chévere; yo probé, me gustó lo que sentía y me dejé llevar… Consumía marihuana y además tomaba mucho alcohol. Tomaba demasiado, más que todo aguardiente; me emborrachaba terrible, y cuando ya estaba muy borracha no me acordaba de nada. Los demás contaban lo que hacía, que era muy loca, que cuando quería ir al baño no me importaba hacerlo por ahí, y tenían que impedírmelo; que unas veces me reía mucho, y otras veces también lloraba y hacia el ridículo. Y Alejandra hace una pausa, cierra los ojos y vuelve a irse. Luego de unos minutos, con actitud reflexiva continúa diciendo: ahora pienso en eso, y creo que lo hacía por distraerme, por olvidar, para olvidarme de todo. ¿Qué era lo que querías olvidar? Mi vida, los problemas, el no tener una familia, el que siempre era como los nómadas, ¿así es que se llaman?, pregunta. Esos que la pasan de un lugar a otro. Y pensaba mucho que cuando estuviera grande yo ¿qué iba a hacer, así sola, sin nadie? Porque el ICBF no lo tiene a uno toda la vida. Eso me daba miedo, yo me encontraba en un callejón sin salida.


¿Y cómo te fue en el otro hogar sustituto? ¡Uffff, fue muy duro! Cuando llegué era muy seria y me mantenía llorando porque me quería ir con la familia anterior y sentía mucha rebeldía. Allí duré como un año y seguía igual; salía, me escapaba, tomaba, todo igual. Pero ella -la nueva mamá- era muy dura; no me castigaba, lo que hacía era avisar al ICBF; ella pensaba que yo era muy complicada, y que aunque hablara conmigo yo iba a seguir igual. Era como si no quisiera meterse conmigo. Además yo no cambiaba. Mientras estuve allá, visitaba a la otra familia pero no pude volver a vivir con ellos. Un día, muy aburrida, me escapé de ahí, y fui a dar donde una amiga con maletas y todo. Era una amiga del colegio, menor que yo, que aunque era muy chiquita, ya vivía con el marido y tenía un niño. Estuve ahí como tres días y la policía me estaba buscando. Entonces fui al ICBF y me entregué. En ese momento estaba muy confusa, no sabía qué hacer; pensaba: ah…pues me voy con mi mamá…, pero después decía: nooooo. Me sentía perdida, estaba muy mal. De nuevo me mandaron para el internado, donde las hermanas, otra vez. Muy duro, me mantenía muy aburrida, pero me fui acostumbrando; iba al colegio sólo los sábados, validando; y en la semana estaba en ese hogar muy aburrida. Sor nunca supo que yo consumía alcohol ni drogas. Hubo un tiempo en que ella me dio trabajo respondiendo por la portería del Hogar; me pagaba mensualmente, y me gustó, por la plata. Yo no sentía ganas de estudiar, pero me pusieron unas condiciones y si hacía cualquier cosita me sacaban a donde mi mamá y yo no quería eso. Ella a veces iba, como más calmadita, yo seguía con el miedo, le tengo mucho miedo de que me lleve a la fuerza con ella. ¡Sí, dice aterrada, todavía le tengo mucho miedo! Es que actúa a la fuerza y su fuerza me da

mucho miedo. Me imagino que me jala y me lleva y no puedo hacer nada, ella es muy impulsiva, cuando yo la veo me da mucho miedo. Un día por haberme ido del trabajo un rato con una amiga que me invitó a ver cosas en internet -también soy adicta a eso-, perdí el trabajo; Sor me dijo que no más, porque ella había perdido la confianza en mí; quedé muy, muy aburrida, otra vez sin mayor cosa qué hacer. En noviembre de ese año mi hermana –quien hoy tiene 25 años- supo cómo estaba yo y me invitó a Bogotá a pasar navidad con ella. Fue por mí y estuve como 15 días; rápido conseguí amistades negativas, seguí consumiendo, llegaba tarde a la casa, me portaba mal. Ella estaba desesperada conmigo, así que me devolví. Seguí en el hogar con las Hermanas, me volvieron a matricular en un colegio normal y seguí estudiando; perdí el año, el 10º grado. Lo perdí varias veces.

El día del año nuevo apareció la esperanza ¿Cuándo llegaste a Bogotá y a esta casa? Pues mire: en diciembre de 2012, la directora de una Fundación fue al internado con su familia a pasar el 31 con nosotras. Desde que me vio fue muy especial y querida conmigo. Yo en cambio fui muy antipática, casi ni hablé. Fue una noche bonita: la misa de 12, regalos, las uvas, todo eso. Fuimos con ellos a pasear a San Agustín, con mi mejor amiga que aún está allá. Esa doctora me dijo que me había tomado cariño, que quería ayudarme, que veía algo especial en mí. Yo me decía: ¿en mí, algo especial, pero cómo qué? La verdad es que no le creí nada. Bueno, es que yo no confío en nadie. Ella ni siquiera me conocía y yo como soy de terrible, mala estudiante y todo eso, qué me iba a ayudar. No, no le creí.

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Anoté su teléfono, por curiosidad. Sor me dijo que ella exigía mucho en el estudio y en las notas; más me desanimé porque yo iba perdiendo hasta la conciencia. Desde ese día siempre he pensado ¿qué es lo que ella ve en mí, por qué se interesa, por qué me ayuda? Por qué me trata tan bien si yo soy tan rebelde y he tenido tantas oportunidades y nunca hago nada?... En noviembre del año pasado -2014- una hija de la familia en la que viví más tiempo, me ofreció vivir en su casa y pagarme el estudio. Así que me retiré del internado. Sólo iba algunos fines de semana a visitar a mi mejor amiga. La doctora de la Casa Hogar llamó varias veces, pero ya no me encontró. Un día me dejó razón con la Hermana. Algo dentro de mí me dijo, búsquela. Eso fue como un milagro. La llamé. Me dijo que si quería venirme a la casa de la Fundación, que me iban a apoyar, que yo podía estudiar, porque era una niña con mucho talento y que ella iba a estar siempre a mi lado ayudándome. Yo, sin pensar nada, ahí mismo le dije que sí. Pero después me dije: ¿qué hice?, no, yo estoy loca. Imagínese, tenía que dejar la farra, el alcohol, los amigos, la velocidad y las motos, que desde hacía un tiempo, me encantaban, bueno, dejar todo eso que tenía allá. Finalmente, puse los pies en la tierra, y le avisé a Luisa, la señora con quien vivía: con todo el dolor del alma, me voy. Y ella me dijo que si era eso lo que yo quería, siempre me iba a apoyar y las puertas quedaban abiertas. Me vine con la seguridad de no estar más de tres meses. La doctora Clarita me recogió en el terminal, y me llevó a la nueva casa; me dijo que había muchos proyectos y que tenía que ir al colegio.

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Nunca pensé que me iba a quedar mucho tiempo, por esta ciudad tan fría y con la gente tan fría y tan terrible también, y sin conocer a nadie. Yo pensaba que esto no era lo mío, además me daba mucho miedo porque yo estaba muy mal preparada y aquí el estudio era más exigente. ¿De qué te daba miedo? Yo nunca he confiado en mí, yo sé que siempre la embarro y me parecía terrible defraudarla. Yo estaba segura que no podía porque para el estudio, nunca he sido buena y además el colegio no me gusta. Llegar acá fue muy duro y me puse muy triste. Aunque en esta casa he estado bien, los primeros quince días fueron terribles para mí, estuve súper aburrida. Como a los 3 días ya me quería devolver, estuve a punto de irme con una persona que acababa de conocer; pensaba, esto no es lo mío, estaba desesperada, sólo quería retroceder, pero no se podía, ya estaba aquí, y me tocó. Efectivamente para las personas que hemos tratado a Alejandra en la Casa Hogar, acercarla ha sido uno de los retos más grandes. Desde un principio sus gestos y actitud expresaban que no quería nada, que nada le gustaba, todo le parecía aburrido y sus respuestas con las profesionales que la abordaban eran de lejanía, desinterés y “mala gana” en lo que se le proponía. Aún se muestra cerrada, displicente, prevenida, en palabras de ella, “desconfiada y antipática”; pero lo más notorio para su proceso de restauración personal y afectiva es la imagen que de ella misma ha construido; no concibe que se la quiera, no acepta la cercanía, la incomodan las manifestaciones de cariño, no acepta que alguien se relacione con ella desde el reconocimiento, la confianza; siempre está esperando el maltrato, el fracaso, el desencanto y casi que exige a quienes


queremos apoyarla que la alejemos porque ella nos va a fallar, porque -afirma- yo soy “terrible, no me gusta nada, soy cansona” y en consecuencia, “ocuparse de mí, no vale la pena”, “habiendo tantas niñas que sí son buenas, que sí rinden en el estudio y que sí merecen”. “Yo no me merezco nada de lo que hace, de lo que me da”, le asegura a menudo a la doctora que la recibió, quien se ha ocupado amorosamente de ella.

loca, ¡dizque yo iba a estudiar juiciosa! Imagínese, eso no se lo cree nadie.. Si yo tuve muchas oportunidades y no las aproveché, solo esta vez. Efectivamente, Alejandra terminó su bachillerato con muy buenos resultados, recibió su grado de bachiller y nos felicitaron por su rendimiento. Hoy quiere estudiar en la universidad y aunque todo lo que emprende le representa una gran dificultad, quiere comenzar.

Me dieron un contrato para trabajar en lo administrativo del hogar; eso al principio, me aterró porque era como algo fijo y mire, cuando yo me aburría en los trabajos, siempre me iba y ya.

¿Y cómo fue que te entusiasmó entrar a la universidad? No sé, no sé, yo amo la medicina, los hospitales, los quirófanos, pero nunca hice nada para conseguirlo, nunca me creí capaz de hacerlo, siempre lo creí imposible, eso no era para mí.

Después vino el colegio, iba en la noche. Al regreso, para llegar a la casa tenía que pasar por el parque central y ahí siempre había grupos de muchachos fumando marihuana. Sentía el olor, y la necesidad, la ansiedad era terrible, quería quedarme ahí. Era una prueba muy fuerte, porque imagínese, yo antes fumaba frecuentemente. Y me daba mucha rabia porque no podía o no debía… ¡sentía que no iba a ser capaz! Entonces pensaba en la doctora y salía corriendo… corría mucho, sabía que si la embarraba, hasta ahí llegaba. Pero no era por mí, ni por mi bien; no, lo único que me atajaba era la Fundación, nada más. Es que mire, no es nada fácil salir de eso; allá en el Huila ya había estado con psiquiatras y psicólogos, por el ICBF, en un proceso de rehabilitación pero a mí eso no me servía, yo seguía en las mismas. Al principio el colegio lo tomé como una obligación, pero no sé por qué me empezó a gustar tanto, si aquí es más exigente que allá. En la casa todas me ayudaban, tenía que trabajar mucho en las materias para ponerme al día; y… sí, comencé a dar muy buenos resultados. Era muy satisfactorio, no lo podía creer, pensaba que estaba

¿Bueno pero pasaste en la Universidad? Si. Estoy feliz. Voy a estudiar instrumentación quirúrgica, empezamos en enero, ya me matriculé. Como me fue bien, la Fundación me seguirá apoyando; sigo con el compromiso y tiene que irme bien. Eso me da mucho miedo, pero voy a poder. ¿De qué te da miedo? De que no sea capaz, de que la embarre, no sé, es que hay muchas tentaciones. Sí, pero ten siempre presente que no estás sola, aquí todos te vamos a ayudar, y lo vas a lograr. Sí, yo sé. ¿Qué piensas hoy de la vida, de tu futuro, de ti? He dado un giro total. Todos los que me conocen, allá en el Huila –es que estuve unos días allá- quedaron aterrados, no lo podían creer. Ahora, por navidad voy a volver, y sé que va a ser muy difícil. Pero me siento muy bien. Va a ser muy dura la prueba porque de pronto me quiera quedar otra vez…

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¿Y no te emociona pensar que dentro de pocos años vas a ir a decirles: miren todo lo que fui capaz de hacer? Sí, claro. Cuando les conté que pasé en la Universidad, se quedaron aterrados. ¿Y sabe? la señora donde vivía me dijo que estaba muy orgullosa de mí y que cuando quiera ir, vaya que siempre me va a escuchar.

2. Los quince años de Rosita

La experiencia en Cachipay, con el retiro (un grupo de niñas de la casa vivieron una experiencia de fortalecimiento personal y espiritual dirigida por el grupo de sacerdotes y misioneros juveniles de la Central de Juventudes del Episcopado), me sirvió mucho, pude ver el mundo de otra manera. Los primeros días fueron terribles, hubo muchos ejercicios, pero después hubo un retiro, solo silencio, y apareció un padre; créame, en sus ojos pude ver a Cristo y me tocó el corazón. A él sí que le pregunté ¿por qué la señora (se refiere a la doctora que la trajo) se había fijado en mí, si no me conocía, por qué me escogió a mí, insistí?

Rosita es una de las quinceañeras a quienes cada año les celebran ese acontecimiento con especial dedicación y belleza. En la cultura nacional esta fecha siempre ha tenido significado, relevancia, y muchas son sus implicaciones en la vida de las niñas; si bien las cosas han cambiado, aún sigue siendo importante y mucho más en los pueblos y para unos grupos sociales más que para otros.

Y él me puso un ejemplo muy bello. Me hizo entender que ella vio algo en mis ojos, que me descubrió, y ahí si entendí. El me dio una manilla, para que recuerde mis compromisos; la llevo a todos lados. Me dijo que siempre estaría conmigo, yo me comprometí a que siempre caminaremos juntos, no de cuerpo, sino de espíritu. ¿Y qué sueñas para este año? Primero, la Universidad, aunque me dé mucho miedo, tengo que hacerlo bien. También me gustaría hacer el 2º periodo del retiro. Quiero ser capaz de superar la ansiedad que viví, dejar todo atrás. Y buscar la alegría, eso me dijo el padre. Yo tengo una fuerza principal, que es Dios, y el padre. Cuando estoy triste, miro la manilla y recuerdo sus enseñanzas; y cuando me levanto le doy gracias a Dios.

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Es un ser avanzado espiritualmente, comprende como nadie el significado del perdón y lo mejor es que eso la hace feliz, dice la religiosa, responsable de la Casa Hogar, donde junto a las demás niñas acogidas vive Rosita, una adolescente que en el próximo mes cumplirá sus quince años.

La hermana acostumbra consultar a las cumpleañeras qué prefieren de celebración: para el 2014 les propone una gran fiesta, solemne, elegante, en la que participen sus familias, sus amigos y amigas; o un viaje en grupo a conocer el mar y la bella Cartagena de Indias, a donde no han ido jamás. Todas ellas quieren un viaje a conocer el mar. Pero hay una a quien en realidad ninguna de las ofertas le interesa. Todo eso debe ser muy bonito, interesante y en grupo mucho más, dice, pero en este momento lo único verdaderamente importante para mí, mi mayor sueño, es conocer al ser que me dio la vida; lo imagino todos los días, se lo pido a Diosito cada minuto y si alguien me quiere dar un regalo, pues yo le pido que me ayude con eso; esa será mi felicidad; después tendré tiempo para ir a Cartagena y para muchas otras cosas, concluye Rosita. -¿Ya antes habías hecho algo para conocerla, habías intentado buscarla, le preguntaste a alguien? Yo comencé a pensar en esto como a los 12. Porque una hermana de mi mamá vino a visitarnos


y claro, le pregunté; me dijo cómo era y me habló un poco de ella; después una tarde vino mi nona (la abuela) nos dijo que mi mamá estaba gorda, que estaba bien, y… en un rato corto me habló de ella, pocas palabras más; pero ella… mi mamá, nunca vino. Después le comenté a mi papá que yo no quería fiestas, ni ropa, ni cosas, ni nada. Que yo lo único que quería el día de mis 15 años para que fuera inolvidable, era conocer a mi mamá –y continúa-: saber cómo es, porque ni en fotos la he visto; quiero darle un abrazo; claro, yo sé que en un abrazo no se van a recuperar tantos años vividos sin ella, ni anécdotas, ni cosas que no se pudieron cumplir, pero el sólo hecho de verla, de saber cómo es, me hará feliz. Cuando le pedí que me llevara a conocerla, mi papá me contó que él la amaba, pero que sus hijos no la ayudaban, la trataban mal y que por eso se fue. Me dijo que ella era hermosa, “arrecha”, trabajadora y muy entregada, dice Rosita, con fuerza y acento santandereano. Y me lo prometió, me dijo que así fuera lo último que hiciera él me iba a llevar, pero pasó el tiempo y no lo pudo cumplir... Un día que en el Hogar Sor nos preguntó qué queríamos para los 15 años, yo expresé lo que sentía, le dije: Sor, yo lo único que quiero en esta vida es conocer a mi mamá. Mientras eso no suceda, no quiero nada más. Y ella me prometió que me lo regalaría. El deseo de Rosita, la manera de expresarlo y su actitud madura y entusiasta, fueron un verdadero imperativo moral para la religiosa, quien como tejiendo una filigrana amorosa se dedicó a conseguir la realización del sueño de la niña. Hizo llamadas, ubicó familiares, escuchó historias, comparó versiones, pidió orientaciones,

miró mapas y rutas, implicó al padre en el asunto, y luego de versiones, ensayos y errores en la ubicación, concluyó que la mamá de Rosita vivía en un pueblo apartado de la Costa, donde trabajaba como empleada del servicio, en condiciones de pobreza y sin muchos cambios importantes en lo que, podía esperarse, constituiría su vida. Un día de junio, habló solemnemente con la niña y con su hermana quien también vivía en el Hogar: niñas, prepárense, viajaremos mañana a hacer realidad el sueño de Rosita: conocerán a su mamá. A la hermana de Rosita el tema no la cautiva, no le interesa realmente, y sólo les sigue la idea, pues “le he escuchado a Rosita mil veces ese mismo cuento”, dice con descuido. Muy interesada por conocer los motivos del abandono y por conocer otra historia más de dolor de las niñas de quienes me he ocupado, me acerco a Rosita una noche de octubre en el hogar, vísperas de la fiesta de la primera comunión, que también se celebra cada año y a la cual suelen asistir muchas personas del pueblo y de la comunidad, empezando por el señor obispo, las familias, los amigos y amigas de las festejadas. En medio de ensayos de bailes y canciones, gritería, afanes, y preparación minuciosa de todos los detalles que harán de la de mañana una fecha espiritual inolvidable, me acerco a Rosita y le hago saber que me encantan las carteleras, los anuncios colocados en la casa y las expresiones que ha publicado por todos sus medios, gritando a los cuatro vientos que este año recibió el mayor de todos los regalos y que ya no pide nada más, porque “por fin, conoció a quien le dio la vida”. Y le pregunto si quiere contarme por qué es que no conocía a su mamá. ¿Quién es ella, qué fue lo que pasó?

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Dulce y espontánea, Rosita comienza su relato con notoria alegría: Mi mamá vivía en el campo, en un pueblo de Santander. No tuvo educación y era campesina, de una familia muy pobre. Mi papá la conoció porque vivían cerca e iba a su casa; ella iba a completar 14 años y él tenía 53 y cuatro hijos grandes, sobre todo una hija muy mayor. Trabajaba en la ornamentación y estaba solo pues, con su primera esposa se habían dejado. Mi nona (la madre del papá), se empeñó en que mi papá se la llevara a vivir con él para que le hiciera las cosas y para que no estuviera solo, que eso no era bueno para un hombre; Insistía mucho y se la llevó un día a la casa cuando él estaba solo; y ahí pasó todo. Así logró que a mi mamá, muy niñita, se la entregaran y comenzara a vivir con él como su mujer. Pero desde el principio fue muy terrible porque los hijos grandes de mi papá no querían a mi mamá, ella me contó, también otras personas de la familia que conocí, que la trataban muy mal. Sobre todo la mayor, que ya era una mujer, fue la que más se enfureció y se opuso a que él viviera con ella y entonces siempre se la dedicó. Le pegaba, la encerraba, no le daba comida, y tenía que trabajar sin descanso y hacer todo lo que era necesario para tenerlos bien a todos en esa casa tan grande. Mi mamá dice que fueron demasiadas las humillaciones y los golpes que soportó. Sólo había uno de ellos, un hermano, que no la maltrataba y a veces se metía y la defendía. ¿Y tu papá qué hacía, también la maltrataba? No, yo creo que no, porque él es muy bueno, pero se iba a trabajar todo el día, nunca estaba y nunca sabía de ella. No se enteraba.

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Vivieron juntos como cinco o seis años y tuvieron cuatro hijos: primero nació un niño, que dicen que vivía muy descuidado y muy pequeñito sufrió un accidente, se quemó, por lo cual tiene una gran cicatriz en la cara; luego nació otro niño, después una hermana que me lleva dos años y está también aquí en este Hogar, y después nací yo, que soy la menor. Así que un día, cuando yo todavía no tenía un año, ella se desesperó, no aguantó más y se escapó, se fue y nos dejó botados allá donde mi nona (la abuela paterna). Cuando supo mi papá, nos salió a buscar; ella ya se había ido, sola… El rostro de Rosita es especialmente bello, sus ojos brillan, comunican una inmensa sensibilidad, todo lo que dice, con tan pocos años y tanta contundencia, muestra un don especial para vivir la vida, para encontrar lo positivo de sus días, un sentido a lo que le sucede. Lo otro, lo doloroso, la carencia, la rabia, no salen, no se ven en sus gestos, en su relato, en su preciosa sonrisa. Sí -pienso- Sor tiene razón, es un ser avanzado. Canta bellísimo, dice que lo hace desde muy pequeña y que será una cantante famosa; baila, la he visto moviéndose al son de la música, por el gran salón del hogar, con amplitud, con seguridad; se ríe, escucha atenta las indicaciones y disfruta, cómo disfruta del baile; son ya las diez de la noche y avanza sin cansancio porque mañana tiene que hacerlo muy bien, lo mejor, para que todos queden contentos y pasen un buen rato -asegura-. Todos estos años vivimos los cuatro con él, entre los cinco nos ayudábamos. Él nos hacía todo, nunca nos maltrató, lo normal de un padre, nos regañaba cuando hacíamos cosas mal. Yo lo quiero demasiado. Él me quiere mucho, me tiene un cariño muy sincero.


¿Y qué dice de tu mamá, les ha explicado por qué se fue? No, él nunca nos contó la historia. Ahora, lo único que nos habla de mi mamá son cosas maravillosas, nos dice: quiéranla, valórenla, y no le guarden ningún rencor. Era inocente, porque ella era una niña y no sabía lo que hacía. Él nunca más ha vivido con otra mujer, siempre la ha querido, dice que mi mamá es solo una y sólo es ella y nadie más.

Viajamos –retoma la niña- en el carro de la Fundación, mi hermana (que le era indiferente conocerla, pero sí quería ir al viaje), mi papá, Sor, el conductor y yo. Salimos muy temprano, porque el viaje es muy largo, hasta un pueblo en el Cesar, ya en la Costa. Mi papá no sabía dónde vivía ella, pero sí sabía cómo llegar al pueblo.

Hoy, él tiene 72 años, sigue siendo ornamentador, trabaja a domicilio, y siempre se ha encargado de todo lo de sus hijos. Ahora tiene EPOC (enfermedad pulmonar) porque fumaba muchísimo antes, hace muchos años. Ahora estamos solos en una finca que es de la hermana mayor de todos (la que maltrataba a mi mamá), en la Mesa de los Santos.

Cuando por fin llegamos, la encontramos en un restaurante, donde estaba trabajando de cocinera. A ella la habían advertido que íbamos a ir, que la estábamos buscando.

Pero… ¿cuéntame cómo fue el encuentro, qué te dijo cuando te vio, porque ella no te conocía, o sí? Pues vea, un día, antes de las vacaciones de mitad de año, Sor llamó a mi papá y le dijo que necesitaba que se dispusiera porque “vamos a llevar a Rosita a conocer a su mamá”. En efecto, el señor siempre tuvo miedo de ese momento, cuenta la religiosa, quien le dijo con claridad: “Usted también le ha prometido ayudarle a que se encuentren, entonces, ¿no cree que debe acompañarnos?” El señor, notoriamente nervioso -continúa la Hermana- aceptó y el día fijado viajamos a cumplir un compromiso que para mí ha constituido una bella tarea formativa, pues esas son las cosas realmente importantes en la vida y lo más satisfactorio es que -estoy segura- Rosita lo ha entendido así, con mucha bondad y apertura de corazón y sé que esto le va a hacer mucho bien en su proceso.

Tuvimos que buscar mucho y dimos vueltas, porque no teníamos seguro dónde era la casa.

Primero se bajó Sor y le habló y aunque nos ordenó no bajarnos hasta que ella nos dijera, no me aguanté cuando la vi, sin conocerla, supe que era ella y corrí, quería abrazarla. Fue muy hermoso, la vi, después de 14 años. Me quedé quieta, fría, tenía mucha emoción; la miré y tuvo una reacción muy bonita. Es lo más hermoso que he vivido, lloró mucho, me dijo que me quería, me abrazó, a mi hermana también. Qué día tan bonito. Sor María Inés cuenta que le dijo: vengo a traerle a sus hijas, para que las conozca y se encuentre con ellas. Rosita es una niña inteligente, juiciosa, buena estudiante, que la necesita y siempre la ha estado esperando; igualmente se lo dije de su hermanita. Hasta ahora nosotras las hemos cuidado, pero de aquí en adelante, ellas tienen que tener mamá, usted debe aprovechar esta oportunidad que le está dando Dios y comportarse como una madre. Y sentí que estábamos en un momento sublime. Todos lloramos, era imposible no hacerlo. Mi hermana no tuvo ninguna reacción, ella sólo esperó, estuvo callada, la saludó, sí, pero no se emocionó tanto.

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Dijo que nos había dejado porque la trataban muy mal, porque era la sirvienta de los hijos mayores de mi papá. Nos contó de sus ofensas; dijo que mi papá no la trataba mal, pero permitía que ellos lo hicieran; que siempre le gritaban que era un estorbo, que se fuera, que no le hiciera más daño a su papá. También nos dijo que no venía a vernos porque le daba mucho miedo que no la aceptáramos. Que era una “conchudez” venir después de tantos años y pensar que nosotras la íbamos a aceptar como mamá. Pero que sí le hacíamos falta. Y ya después nos dijo que nos fuéramos a la casa de ella a conocer a la otra familia. Que ella llegaba luego porque estaba trabajando y no se podía salir, pero que si la esperábamos, podíamos almorzar allá juntas, imagínese. ¿Y tu papá, qué hizo él, qué le dijo? Él no se bajó del carro, no se hablaron, sólo nos esperó. Ya, más tarde estuvimos en su casa. Vive con un señor, son muy pobres; tiene dos hijos más, pero…es que ella tiene como ese gen… porque a mi hermanito Nico, el más grande, que tiene 8 años, también ya lo abandonó, dicen que lo cuida la nona. Vive con el bebé, pero estaba sucio, descuidado, como abandonado.

muy bien y mi mamá cantó conmigo. Tiene una linda voz, pero le daba pena porque nunca lo hace. ¿Y qué cantaron, ella se sabía la canción que tú querías? Yo rápido se la enseñé, y sí, cantamos. Fui tan feliz. Si Dios quiere, ella va a venir el 31 de octubre a mis 15 años. Hemos hablado poco por celular, me llamó una vez, pero a mi hermana no; ni tampoco ella ha vuelto a hablar de esto. -¿Y cómo te has sentido después, qué piensas que va a pasar ahora? Ahora me siento muy bien, porque sé quién es mi mamá, el ser que me dio la vida; pude conocer mi otra familia; las razones porque se fue y nos dejó; pude aclarar tantas dudas que tenía en la cabeza, y me siento muy bien. Mi papá también quedó feliz… de haber cumplido mi deseo. Y yo siempre he sentido que no le tengo ningún rencor, que con el solo hecho de habernos dado la vida y de que me recibiera como lo hizo sació todo lo que yo quería, y estoy suficientemente agradecida; si en algún momento yo le puedo ayudar en algo lo haré con mucho gusto.

Siempre nos han dicho que es mejor que las cosas hubieran sido así, porque si estuviéramos allá con ella, tal vez hasta ya estuviéramos embarazadas, no hubiéramos estudiado.

Mi papá pensaba volver y poder ayudarla, así fuera con un trabajo estable o para que pudiera crecer como persona, pero él se dio cuenta que la cultura de allá es esa y que ella no es responsable. Ella no estudió nunca porque así es la cultura de su pueblo, para las niñas, a los 13 años ya salir embarazada y nada más.

¿Y qué hicieron en su casa, van a volverse a ver? ¿Qué les dijo, qué piensas? Es que imagínese que yo nací con un don, que heredé de ella porque nadie en la familia de mi papá lo tiene, fue regalo de ella. Yo canto, es lo que más me gusta hacer. Y también bailo, de todo. Entonces ese día Sor le contó que yo canto

-¿Y cuánto te falta del colegio, qué piensas hacer, qué sueñas? Estoy en grado 8º. Mi sueño más grande es formar una academia de música y canto porque quiero ayudar a niños que les guste la música y tengan baja situación económica, y que sueñen con ser músicos o bailarines profesionales. Quiero

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estudiar música, aprender en instrumento y en voz; espero aprender piano o guitarra y dar conciertos. Amo leer. Me gustan las novelas románticas que saco de la biblioteca del colegio. Me gustan las reflexiones. También compartir con mi hermana, nos queremos mucho, pero nos separaron, ahora ella vive con mi hermana mayor, y me hace mucha falta. Yo vivo en el hogar entre semana y el fin de semana vivo con mi papá y le ayudo a hacer las cosas de la casa... Mi otro hermano solo trabaja, no está con nosotros. ¿Rosita, tú crees que tienes algo que perdonar, qué piensas que es el perdón? Si. Tengo que perdonarla a ella y a mi papá. A ella el haberme dejado y no haber compartido los momentos que tuve en la vida; yo era muy inocente y no tuve la culpa. A mi papá por no haberla ayudado como la tuvo que ayudar. ¿Qué es el perdón? dice lentamente… se detiene, mira a su alrededor y afirma: es saber reconciliarse con alguien, darse cuenta de los errores; asumir y ayudar a corregirlos. Es no tener rencores hacia otros y saber controlar la rabia. Hacia mi mamá tuve preguntas, incoherencias, dudas, pero nunca rabia, porque solo con darme la vida, que es tan hermosa, estoy totalmente agradecida. Ante las adversidades hay que sonreír. Y ante todo y para todo UNO TIENE QUE MARCAR LA DIFERENCIA. Eso me enseña mi papá. Soy feliz viviendo con él; me entiende, le cuento lo que me pasa, mis sentimientos, aunque no me deja ir a fiestas, ni tener amigos, sólo los del colegio, y yo soy muy sociable y me gusta interactuar con muchas personas, aprender y divertirme.

3. Y la vida cambió… ¡por fin! Trabajo y vivo en este hogar afortunadamente, hace seis años. Tengo una hija que ya está grande en el colegio, y un niño pequeñito todavía. A los 17 años, ya embarazada de la niña, me fui a vivir a un pueblo que se llama Rionegro; me fui sin nada, sola, porque el papá de la niña, que estuvo conmigo desde antes de yo cumplir 15, cuando supo que ella iba a nacer se fue y nunca lo volví a ver ni a saber nada de él. En Rionegro me recibió una hermana mayor que me quiso dar la mano por lo que llegué embarazada; al principio me alojó con mi niña, pero pronto tuve que irme de su casa, pues ella también era muy pobre. Me puse a trabajar cogiendo café y me tocaba vivir en las fincas o en los cultivos donde trabajara. Después de unos años, en ese pueblo lo conocí a él, al papá de mi bebé. En el pueblo se sabía que pertenecía a las FARC, porque además con su grupo ellos llegaban cada quince días, más o menos, a reunirse por ahí. Yo poco he entendido de esas cosas, pero todos los mirábamos y los distinguíamos. Ahí poco a poco nos fuimos acercando; andaba sola, trabajando muy duro y cuidando de mi hija, y yo no sé si me quería o no, pero era bueno, no era bravo, y me ayudaba a veces con alguna plata. Yo nunca le vi nada de malo. Un día se lo llevaron a la cárcel, dijeron que por rebelión y por ayudar a secuestrar a un señor. Cuando eso pasó, yo no entendía nada y ya estaba embarazada de mi segundo hijo.

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Entonces, al caer preso él, tuve que irme de ese pueblo y como yo tenía una medio hermana que vivía en la invasión, allá en la loma, en Nueva Colombia, ella me hizo el favor de darme posada en su rancho, por unos días con la niña y el bebé muy pequeñito. Yo iba cada ocho días a verlo, lo tenían en la cárcel de Palo Gordo, la de Santander. Marta es menudita, morena mestiza; su mirada temerosa y tímida luego de un rato la delata y permite comprender mucho más a fondo su actitud hermética y desconfiada. ¿Y usted dónde nació, dónde está su familia? Recorre con la mirada la estancia, me mira como asombrada porque a alguien le interese su vida: saber de mí, ¿cómo para qué?, en silencio parece preguntarse. Pero reinicia su relato: Yo nací en San José de Miranda. Mi mamá tuvo 8 hijos, yo estoy como en la mitad, el último se suicidó a los 19; ninguno de nosotros conocimos a los papás, ni tampoco nos dieron el apellido. Vivíamos en un pueblo aquí en Santander, ¡mi mamá trabajaba mucho!; tenía algunos animales, corderos, y hacía los oficios del campo. Yo, que me recuerde a los siete años, ya trabajaba, y me dejaban estudiar pero si trabajaba; alcancé a llegar hasta el 4º de primaria y ya nunca más volví a estudiar. Un día mi mamá se murió, yo tenía 11 años y nos quedamos con mis hermanos solos… Ella sí tuvo familia, yo tenía abuela, pero después se murió también; nadie nos ayudaba. Y entonces ¿qué hicieron? Nos tocó irnos a vivir a la casa de un señor que nos daba trabajo, pero nos pegaba mucho y después ya abusaba de nosotras, entonces, siempre… era muy duro y fuimos groseros … no nos dejamos más y nos fuimos, cada uno a donde pudo. Yo cogí camino, muy lejos y me puse a

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trabajar. Nunca volví a saber de la finquita de mi mamá porque nunca volví. A Marta parece que la vida le ha impuesto la obligación de pensar poco en lo que le pasa; pareciera que no comprenderlo ni establecer relaciones entre los sucesos que han constituido su vida, es la fórmula mágica para soportar el abandono y la adversidad. Se comunica con monosílabos y marca con quien la interpela una distancia fría y hasta indiferente. A los 14 años conocí al papá de mi hija -continúa-, que nació tres años después de andar con él. No la conoció y, hasta hoy, no debe saber nada de ella. Ya cuando la niña tenía 4 años me fui a trabajar aquí cerquitica de Florida ayudando en un negocio de comidas rápidas. Años después fue que llegué a Rionegro. Ah sí, allá donde me contaba que conoció al papá de su bebé… Sí. Como estaba preso, iba a visitarlo todos los domingos. El hacía negocios con drogas, chiquitos, desde la cárcel. Yo le ayudaba, porque él siempre me pedía que lo hiciera y era a escondidas en el patio donde estaba. Mi media hermana, no sabía que yo hacía eso. Yo le llevaba coca, marihuana, pasta, así, pero yo no sabía para qué era eso; una señora de Girón, donde él me mandó, me la daba y yo se la llevaba a la cárcel. Ya después me fui dando cuenta que ayudarle a eso era grave y peligroso y me comenzó el miedo, pero él decía “eso no le pasa nada; desde que a usted no la ‘sapeen’, no la van a pillar”. Yo sólo le hacía caso y por un tiempo no me pasó nada. Hasta que un día… un domingo, cuando estaba haciendo la fila para entrar a verlo, iba llegando a donde estaban los guardias, noté que una señora, mujer de un compañero de la cárcel, que


yo ya conocía, me miraba mucho, y era porque les había informado a los guardias que “yo venía cargada”. Me cogieron, fue muy duro, y me condenaron a cinco años de cárcel. Se imagina qué iba a ser de mi hija, y el bebé que hacía poco había nacido. Por él me dieron la casa por cárcel y pude seguir allá en la invasión -yo no tenía casa- pero mi hermana ya no me quería recibir. La mirada de Marta se vuelve a perder en la distancia. Escucharla es como rozar las manos sobre una superficie callosa, como recostarse sobre un terreno árido, reseco, abandonado. Es seria, impenetrable, parecería que se le secaron las lágrimas, de tanto enfrentar sola el desamparo. Cualquiera comprendería que naturalizó la carencia, el maltrato, la ausencia. Más abajo del rancho donde vivíamos con mi hermana -continúa-, había una señora que yo creo que hacía negocios que le daban plata, yo no sé de qué, pero ella tenía más que todos allí, era muy conocida y mandaba mucho. Esa señora vino y me propuso trabajar para ella a cambio de la comida y algunos pesos; todos los días tenía que irse y yo debía hacer los oficios, hacerle mandados, tenerle de comer y obedecerle en todo. Pues como yo ya tenía que alimentar dos niños me tocaba trabajar porque si no, no comíamos; entonces le acepté y me puse a trabajar para ella. Desde el comienzo esa señora me trataba muy mal, me pegaba muy duro y al niño también; me humillaba, casi no me daba comida, me encerraba, y lo peor, se me llevaba el niño todo el día y yo nunca supe para dónde ni a qué. Algunos me dijeron que lo ponían en la calle para pedir limosna. La vida era un infierno, sufríamos mucho, también la niña que ya estaba grandecita.

Conmovida por el desamparo que fluye del relato y la mirada de Marta, le pregunto: ¿y usted se dejaba pegar, no se defendía, no llamaba a la policía o a una autoridad, nadie la defendía? ¡Ella era muy fregada yo le tenía mucho miedo! dice, con actitud de niña atemorizada; sus palabras casi no se entienden, casi no fluyen, a veces siento que se las saco a la fuerza. ¡Me amenazaba con llamar al INPEC (Instituto Penitenciario) para que me llevaran a la cárcel y yo de pensar en mi chino, que ya iba para los dos años, nunca hice nada! Pero un día… sucedió una cosa muy buena. Llegó a la invasión una monjita que habló con mi hermana; le dijo que era de una Fundación que quería ayudar a los pobres y entonces conoció a la niña y cuando supo lo que estábamos viviendo, se la llevó. Ya era mucho el alivio. Me contaron que la internaron en un hogar muy bonito. Sólo la traían el viernes en la tarde y a veces ni me la traían porque la vida allí era muy peligrosa para una niña, que ya tenía nueve años. Yo la veía contenta. Una vez, en el año 2010, llegó esa señora furiosa y me dio una tunda que casi me mata, me insultó, me arrastró y me dejó el cuerpo lleno de morados, heridas y mucha sangre. Yo no me podía mover. Entonces, una señora de más abajo que vio todo, me dijo que me iba a ayudar. Y efectivamente, se fue y buscó a la monjita y ella ahí mismo se vino a visitarme. Le conté todo; además tenía mucho miedo por el niño que se lo llevaban, yo no sabía para dónde, siempre estaba con hambre, no me lo dejaban ver y también le pegaban muy duro. Pero, mi Dios es muy grande, ¿sabe? La monjita fue al INPEC, contó lo que sucedía y les pidió un permiso para que me dejaran ir a vivir al

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Hogar que ella tenía para las niñas, con el niño, que aunque allá sólo es de niñas, como él era bebé me lo dejaban tener un tiempo mientras yo trabajaba ahí mismo y además, imagínese, podría estar cerca de la niña también. A la monjita le dieron el permiso, porque por aquí todos conocen y saben lo bueno que es el hogar para las niñas. Así fue que a los pocos días, cuando la patrona se había ido y ella estaba sola en el rancho, Marta sacó los pocos trapos que tenía, al escondido y sin dejar que se notara, pues si aparecía su carcelera, armaría un problema muy grande, levantó su bebé, y corrió impulsada, loma abajo, hasta un punto donde la hermanita de la Fundación, sigilosa, y muy aprisa, la esperaba en un taxi para llevarla al hogar. Era muy importante que esa señora no supiera dónde estaba y no me encontrara, yo le tenía mucho miedo; pero ya en la casa con las Hermanitas, no me podía hacer nada, además ya con el permiso de la ley, era muy diferente.

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Como por arte de magia, un regalo que me recupera de la tristeza, aparece y llena el ambiente: en el rostro adolorido de Marta se dibuja tímida una sonrisa, lenta, profunda y con calma dice: ¡y la vida cambió, por fin! Desde que vivimos aquí, todos me tratan muy bien, si hasta puedo ir a la misa con las Hermanitas. Era difícil lo del niño, porque esta casa es sólo para niñas, pero la monjita habló con los de allá de Bogotá y una señora muy buena vino aquí; y como el niño estaba tan pequeño, no tenía nadie más que viera por él y estaba en tanto peligro, entonces nos recibieron muy bien y todos me lo quieren mucho. Está juguetón y se porta bien aquí porque tiene donde jugar. ¿Y qué pasó con el papá del niño -le pregunto- volvió a aparecer, no le ayuda? Es que él se murió; cuando estaba en la cárcel le dio una enfermedad que se llama leucemia y se murió allá y no lo volví a ver. Ni conoció al niño…


Centro Nacional de Memoria Histórica

Cinco dibujos de niños y niñas.*

Dibujo de un estudiante de quinto de primaria del colegio Jose Asunción Silva de El Placer. 2012

* Tomado del Proyecto “El Placer. Mujeres, coca y guerra en el Bajo Putumayo”(2012).

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Dibujo de una estudiante de séptimo del colegio Jose Asunción Silva de El Placer. 2012

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Dibujo de un estudiante de séptimo del colegio Jose Asunción Silva de El Placer. 2012

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Dibujo de una estudiante de noveno del colegio Jose AsunciĂłn Silva de El Placer. 2012

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Dibujo de una estudiante de segundo de primaria del colegio Jose Asunción Silva de El Placer. 2012

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Amparo Beltrán Acosta* Lizeth Prieto García**

Las niñas, en alas de la libertad y la ternura Futuro de una sociedad equitativa e igualitaria El sueño El Centro Popular para América Latina de Comunicación (CEPALC), nace el 6 de enero de 1978, con el deseo de democratizar la comunicación masiva. En otras palabras, “fue dar voz a las y los que no tienen voz”, pero no como lo acostumbra decir RCN, sino dar herramientas a las y los excluidos para que sean ellas/ellos quienes hagan escuchar su voz. Era y es importante que las personas excluidas de todos los sectores y tendencias tuvieran y tengan herramientas comunicativas, para expresar sus búsquedas y esperanzas, y utilizarlas como herramientas de lucha en la transformación de la sociedad. Originalmente el sueño se concretaba en grupos sindicalistas, campesinas, de base, eclesiales, y comunales. A lo largo de los años las circunstancias sociales han ido cambiando y estos cambios han exigido nuevos compromisos. Tenemos claro que la comunicación en sí misma es más herramienta que contenido; de hecho los contenidos en los pri-

* Comunicadora y teóloga. Centro Popular para América Latina de Comunicaciones - CEPALC. ** Teóloga. Encuentro Radio. Centro Popular para América Latina de Comunicaciones - CEPALC.

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meros 12 años de actividades los ponían los y las perceptoras u organizaciones. Aunque de nuestra parte proporcionábamos y proporcionamos metodologías perceptivas, críticas y creativas frente a los medios masivos de comunicación. Por una circunstancia especial que no es del caso describir, sucedida en 1991, ampliamos el panorama de nuestros servicios: impulsamos programas de derechos de la mujer y construcción de género; iniciamos programas de ecumenismo y diálogo interreligioso; realizamos encuentros nacionales de narración oral; y también incursionamos en la comunicación infantil. Precisamente este último programa, el de comunicación infantil, nos ha dado muchas satisfacciones, porque hemos comprobado, a lo largo de los años, cómo aquellas infantas e infantes de esa época, que apenas contaban con 6, 7 u 8 años, ahora no solamente son grandes profesionales, sino que han desarrollado liderazgos en las universidades y lugares de trabajo. Las y los “caribajitos”, como les decimos en CEPALC, se han sentido muy vinculadas/os a este sueño que ha sido CEPALC. Siguen participando en diferentes iniciativas de la institución y algunas de esas personitas son en la actualidad facilitadoras y facilitadores de CEPALC.


Entendemos que las niñas son el corazón de las transformaciones sociales. Porque si la mujer desde su infancia toma conciencia de la riqueza de su ser de mujer seguirá haciendo la revolución que las mujeres hemos impulsado a través de la historia con la fuerza de nuestro amor.

El camino andado Como acabamos de contarles, el sueño de que las mujeres conozcan desde niñas sus derechos ha sido un sueño desde el comienzo. No podemos esperar que la vida de las nuevas generaciones de mujeres vaya a ser diferente si no comenzamos educando la infancia de estos tiempos. Ya hace 25 años que comenzamos esta tarea. En 1992 se inició el programa de comunicación infantil con las llamadas “Fiestas de la comunicación popular”, encuentros donde invitábamos niñas y niños de diferentes grupos y organizaciones sociales de todo el país incluyendo indígenas, campesinos, y afros de barrios pobres de las ciudades. Los encuentros o fiestas tenían como tema central los derechos de la infancia. Se hacían talleres sobre teatro, títeres, música, danzas, diseño o dibujos, narración oral y creación literaria entre otros. Estas Fiestas de la Comunicación se hicieron en diferentes partes del país: Cachipay, San Lorenzo, Duitama, y localidades de Bogotá. Desde 1995 aproximadamente los procesos de formación y acompañamiento se hicieron con grupos y organizaciones sociales en particular, con comunidades cristianas de Bogotá y otros lugares del país; cabildos indígenas y grupos campesinos. Así fue como pudimos hacer talleres de comunicación y derechos de la infancia. De esta experiencia se escribieron dos libros sobre la metodología y los frutos del programa: “Niños y niñas semillas de esperanza” y “Soñadores de esperanzas”, este último patrocinado

por la Fundación Restrepo Barco. Destacamos en estos años los procesos de formación que hicimos en Chocó, Nariño y otras regiones del país en alianza con Unicef; además una serie de talleres que realizamos en el departamento del Amazonas, municipios de Leticia y Puerto Nariño con niñas y niños indígenas. CEPALC en todos estos procesos de formación y acompañamiento con grupos infantiles se destacó por propiciar la formación de las y los talleristas, y por impartir en todos los talleres la transversal de género. Haciendo énfasis y posicionando el lenguaje inclusivo, la igualdad de derechos entre niñas y niños, entre mujeres y hombres presentando este criterio por medio de juegos con dinámicas en diferentes lenguajes de comunicación. Otros puntos claves de los objetivos del programa fueron: compartir una metodología para la resolución pacífica de los conflictos con las niñas y niños; enseñarles la llamada ruta segura, que se trata de aprender a decir NO, para prevenir y denunciar los abusos sexuales que los adultos quisieran hacer en contra de ellas y ellos o sus compañeros/as; ayudarlos a transformar las conductas agresivas, excluyentes contra los/las compañeros/as y animarlos/as a hacer uso de un lenguaje más incluyente, menos sexista y discriminatorio. Esta ha sido una gran aventura, un sueño que tiene alas y ha seguido su rumbo desde hace unos 12 años en Bogotá con encuentros periódicos que llamamos de “Derechos Humanos, equidad de género y paz” a los cuales asisten las niñas y niños de los grupos que vienen recibiendo talleres sobre derechos y valores sociales en sus barrios. En los encuentros hemos compartido con las niñas la vida y obra de mujeres que han luchado por la construcción de derechos y de paz en el mundo o que se han destacado por sus aportes en la ciencia, el arte y el deporte: Olympia de Gouges, Simone de Beauvoir, Rosa

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Park, Flora Tristán, María Cano, Sor Juana Inés de la Cruz, Hypatia, Betsabé Espinosa, Micaela Bastidas, La Gaitana, Concepción Palacios, Frida Kahlo, Malala, Marie Curie, María Isabel Urrutia, entre otras. También hemos estudiado la vida de varones ejemplares en el mundo, como Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Nelson Mandela, Quintín Lame y otros más. Dentro de los encuentros hemos hecho énfasis en temas como los derechos de las mujeres, el machismo y la cultura patriarcal, la influencia de los medios de la comunicación en la violencia de género. Para familiarizar a niñas con la necesidad de ayudar a transformar esta realidad de violencia que vivimos hemos estudiado las discriminaciones que en la sociedad colombiana existen no solo contra las mujeres, sino contra las minorías étnicas, sexuales, religiosas, las personas con otras capacidades y las personas de juventud acumulada. Los almanaques infantiles Las niñas y los niños de Colombia pintan la esperanza son un reflejo de la preocupación de niñas y niños por denunciar y superar estas exclusiones sociales. Son ya 21 años de publicación. En el año 2012, amigos italianos que habían conocido nuestro trabajo, nuestra metodología en el programa de comunicación infantil, publicaron dos libros en ese país resumiendo, en uno, los conceptos teóricos de nuestra experiencia “Aprender haciendo y creando” y, en el otro, haciendo una antología de cuentos y narraciones infantiles creadas en desarrollo de nuestras actividades: “El payaso Timoteo y otras historias”.

Cómo se hace Los temas de los encuentros anuales se definen en la reunión de planeación de comienzo de año con el equipo de CEPALC, donde todos los

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miembros aportan sus experiencias y necesidades de los grupos. Así los temas se eligen según el equipo animador. Actualmente son cinco encuentros anuales aunque hace unos años, cuando había mayores posibilidades económicas, se alcanzaron a realizar diez. Con la metodología aprender haciendo, el encuentro comienza por lo general con un sociodrama que contextualiza el tema elegido, integrando al público, en este caso las niñas de diversas edades entre los 5 -14 años; los personajes dialogan con el público y las ponen a decidir en los casos de abusos o discriminación en el drama, expresando lo que sienten, piensan, y cómo les gustaría que fuese el mundo en que viven. Luego el sociodrama se conecta con el trabajo en los grupos, animado por el equipo de CEPALC, donde se escucha a las participantes sus opiniones sobre lo que vieron y se profundiza la discusión sobre el tema. Se escuchan las experiencias personales y cómo lo viven en sus casas, colegios y comunidades. Allí se plantea una posible solución con una presentación creativa, bien sea teatro, artes plásticas, música, pintura, títeres, entre otras. Compartimos juntas también el refrigerio, almuerzo y juegos, lo que nos permite disfrutar de un día variado y divertido lleno de emociones, colores y sabores que armonizan nuestra vida. Luego de terminar la propuesta creativa en los grupos pasamos a la plenaria de presentaciones, donde se expone todo un abanico de saberes creativos. Y las niñas muestran cómo vivenciar los derechos, dejando una huella en los corazones de quienes asistieron al encuentro. Los conceptos son complementados con videos, canciones, lecturas, historias y cuentos que aportan a la imaginación, la reflexión, la creatividad, que abordan nuestra realidad social de exclusión y discriminación.


Logros ¿Cómo saber si la tarea está bien hecha? ¿Cómo saber que estamos contribuyendo desde la educación popular a un mundo con más equidad de género? Queremos compartir con las y los lectores los testimonios de algunas niñas que han participado por más de dos años en los encuentros infantiles. Que sus palabras den razón de nuestro quehacer. Hemos pensado primero presentar el testimonio de una niña de diez años, a quien se le hacen cinco preguntas detalladas para poder mostrar el proceso que puede llevar las niñas a participar en este espacio. Luego vamos a presentar fracciones de las respuestas más interesantes de otras tres niñas que demuestran el punto de conciencia al que han llegado. Por ejemplo, cuando son ellas que llevan a sus madres a aceptar la diversidad sexual. Las personas lectoras podrán reconocer los logros precisamente en las palabras directas de las niñas participantes.

Testimonios Amelí Ustategui Pineda (10 años) Amelí: ¿Cómo llegaste a los encuentros infantiles y hace cuánto? “Yo conocí a CEPALC hace tres años a través de mi colegio. Un día recibí una circular donde me invitaban a participar en los encuentros los sábados por ser una niña que defendía que se respetara la palabra de mis compañeras en clase y que niñas y niños pudiéramos jugar las mismas cosas”. ¿Qué has aprendido? “He aprendido que las mujeres podemos hacer muchas cosas, podemos ser doctoras, futbolistas, tenistas, hacer lo mismo que los hombres o más cosas.

“He aprendido que a las mujeres no nos tienen que discriminar, no nos tienen que maltratar, que los hombres no nos tienen que tratar como sus esclavas, como sus objetos que solo sirven para hacer el aseo y tener relaciones sexuales. Que la mujer puede estar 30 minutos en las labores de la casa y lo mismo el hombre, porque las mujeres tenemos que estudiar, trabajar y si los hombres nos dicen que solo servimos para hacer el aseo nuestros estudios no servirían para nada. “He aprendido que las mujeres tenemos derecho a participar, por ejemplo yo soy personera y puedo hablar en público y decir lo que pienso. También que hay que respetar la diversidad sexual, en mi familia no somos homofóbicos y mi mamá tiene compañeras lesbianas y homosexuales, con los que comparte sin problema.” ¿Cómo defiendes tus derechos? “Hablando con las profesoras, cuando mis compañeras y yo somos criticadas por los niños diciéndonos que no podemos hacer cosas por ser mujeres. Al final demostramos que sí podemos y a veces hacemos las cosas mejor que ellos. “Hoy, por ejemplo, en mi salón de clase le estamos escribiendo una carta a Viviane Morales, porque no estamos de acuerdo con que los niños estén en el ICBF y no los puedan adoptar lesbianas, gais, travestis, transexuales, las personas solteras, las personas que tienen pareja y no se han casado.” ¿Cómo sueñas vivir tus derechos? “Sueño que si yo puedo ser cantante que nadie me critique por ser mujer. Les dirigiría las letras de las canciones a los hombres y las mujeres para que conozcan los derechos de las mujeres. Especialmente a las mujeres para que se sientan mejor y no se sientan menos que los hombres. Y a los hombres que cuando lleguen borrachos no

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les peguen a las mujeres porque ellas no les han hecho nada, ellas solo están durmiendo y ellos llegan a pegarles y eso es injusto. A las mujeres que si un hombre les pega no se queden calladas solo porque piensan que él las va a mantener estable, por eso se quedan con él y con los hijos, pero a sus hijas e hijos les están educando que las mujeres valen poco. Yo les diría que se fueran y lo denuncien aunque la justicia no sea tan buena.”

al hablar ante las personas y sé que puedo hablar y aportar cosas a mi familia, a mis amigos…

¿Qué mensaje les darías a las niñas como tú? “Yo les daría un consejo y un mensaje. El consejo: si ustedes ven que su papá le pega a su mamá o viceversa, que desde ese momento hablen con otra gente mayor porque no solo los tenemos a ellos sino a más familiares, psicólogos, amigos, profesores y también la fiscalía, para que nos puedan ayudar a solucionar el problema.

“Yo también antes era muy peliona y ahora cada vez que hay una discusión con mis amigas, ya sé que es mejor la paz y el respeto y la tolerancia… gracias por haberme invitado porque soy una mejor persona desde que estoy con CEPALC”.

“El mensaje es que sigan sus sueños, que nunca se rindan, si hay personas que les dicen que no los pueden hacer, síganlo haciendo, si les dicen que no, esfuércense más, se van a dar cuenta que van a salir victoriosas, van a tener un futuro mejor y van a estudiar lo que quieran”.

Testimonios cortos Fragmentos de otras niñas que comparten el proceso educativo.

María Angélica Garzón Páez (13 años) “Yo conozco a CEPALC desde hace 4 años. Lo que más me gusta es mi programa de radio Derechos y Sonrisas, cada 15 días asistimos a la emisora y hacemos programa, pero un día antes nos reunimos a planear para que todo salga bien. Ahí hablamos sobre los derechos de la infancia que tenemos que hacer cumplir porque no los respetan. Esto me ha servido porque ya tengo fluidez

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“Me acuerdo que lo que más me gustó fue que en uno de los talleres conocí la historia de Flora Tristán. Ella defendió los derechos de las mujeres porque antes las mujeres no podíamos hacer nada y gracias a ella y a otras mujeres las cosas han cambiado.

Luisa Fernanda Romero Amézquita (10 años) “Hago parte del grupo de niñas que está en el programa de radio que hacemos en CEPALC que se llama Derechos y Sonrisas y desde que hago eso he visto que en el mundo pasan cosas que no sabemos en las noticias de televisión y por eso hemos hablado del derecho a la libre expresión. El programa de radio ayuda mucho porque hay muchos niños y niñas en todo el mundo que no saben que tienen derechos y en el programa hacemos un mundo donde enseñamos que en Colombia podemos cambiar la guerra por la paz. “A mí CEPALC me ayuda mucho en mi forma de pensar, porque por ejemplo mi mamá decía que era malo que los homosexuales se pudieran casar, que eso era un mal ejemplo para la sociedad, que todo iba a ser malo, pero yo antes la escuchaba y le hacía caso, ahora no, porque yo sé que los homosexuales merecen respeto y pienso que no se debe juzgar a homosexuales ni lesbianas ni a nadie, todos somos seres humanos. Ahora ella me hace caso a mí y ya no piensa lo mismo, ya cambió”.


Luna Alexandra Rivas Rodríguez (10 años)

Epílogo

“Yo llevo en CEPALC como tres años o más. A mí CEPALC me ha servido primero para mi casa, porque antes nos peleábamos muchísimo. Yo vine a CEPALC y me hablaron de la paz, del respeto, de valorar las cosas buenas que tenemos y me gusta mucho que eso ya lo hablé en la casa y con mi familia ya no hay peleas, hay más juegos.

El camino que nos queda sigue siendo retador porque reconocemos que las raíces de la cultura patriarcal son muy profundas. Pero tenemos una esperanza grande en las metas futuras porque estamos seguras de que las semillas sembradas en la infancia son las que más abundantemente producirán frutos. Sabemos de la necesidad grande de que las luchas no solo se reduzcan a las mujeres sino también a los hombres.

“También hago radio en CEPALC en la emisora que es ENCUENTRO RADIO y ahí aprendemos de todos los derechos que tenemos los niños y es chévere, porque hacemos eso con historias o actuamos o ponemos canciones que hablan de derechos, entonces como a los niños no nos gustan las noticias, entonces en el programa hacemos noticias de niños de la vida real pero no aburridas sino divertidas para que aprendan los que nos escuchan. Además muchos noticieros nos dicen mentiras entonces es mejor Derechos y Sonrisas. “Y le quiero decir a CEPALC que muchas gracias por las cosas que me ha enseñado, por la creatividad que tienen y por ayudarnos en nuestras vidas porque ahora queremos luchar por nuestros derechos y no sólo ser grandes y tener un trabajo y ya”.

Es por eso que nos satisface que en los niños también haya habido un cambio de conciencia en su ser, hacia una masculinidad liberadora y libertaria. Reconocemos que los varios varones que hay en la institución han podido cambiar tanto su manera de pensar como también su manera de actuar y son “hombres nuevos”. Este dato es importante porque se educa más con el ejemplo que con las palabras. En CEPALC acostumbramos a decir que hay que volar en las alas de la libertad y la ternura: libertad para que las niñas se liberen del sometimiento y la imposición, y los niños conquisten la ternura que les ha atrofiado la cultura patriarcal.

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Patricia Prieto Delgado*

La niña intrépida

http://www.adweek.com/creativity/why-mccann-dropped-a-statue-of-a-fearless-girl-next-to-wall-streets-charging-bull-overnight/

El pasado 7 de marzo la agencia de publicidad Mc Cann, contratada por la firma State Global Advisors, ubicó la estatua de la “Fearless Girl” (Niña intrépida), frente a la icónica estatua de bronce del “Toro rugiente” de Wall Street en Manhattan, para conmemorar el Día Internacional de la Mujer y celebrar el aniversario del Índice de Diversidad de Género (SHE por sus iniciales en inglés). El índice fue creado para hacer seguimiento a las compañías de negocios que se han comprometido a * Maestra en Ciencias Políticas. Socióloga. Integrante del Grupo Mujer y Sociedad.

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incorporar la diversidad de género en sus políticas corporativas. La “Fearless Girl” fue comisionada por la firma de inversiones State Global Advisors como una campaña publicitaria. La artista Kristen Visbal esculpió la estatua de bronce de la “Fearless Girl” con el propósito de hacer un pronunciamiento sobre el futuro de Wall Street: “Queríamos este maravilloso contraste” con el cual se busca resaltar el poder de las niñas, enviando el mensaje a los consejos corporativos de Wall Street –con una notoria escasez de mujeres entre sus miembros- de que


“nosotras estamos aquí, somos escuchadas, somos permanentes”. Precisamente la leyenda de la placa colocada en la base de la escultura dice “Conozcan el poder del liderazgo de las mujeres”. Luego de tres meses de este enfrentamiento simbólico entre las dos estatuas, el artista neoyorquino Alex Gardega no soportó más ese desafío y produjo una pequeña escultura de un perro orinando, la cual colocó junto a la pierna izquierda de la “Fearless Girl”, dejándola allí durante varias horas. Ello provocó una oleada de reacciones de observadores curiosos y molestos, desencadenándose así la más reciente controversia sobre las dos estatuas de Wall Street. Gardega afirmó que “la lógica se expresa por sí misma, el perro al invadir el espacio de la niña es un reflejo de la invasión que ella hace del espacio que la pertenece al toro”. La controversia sirvió para debatir sobre la equidad de género, el poder y el respeto en Wall Street. Finalmente, el escultor del perro retiró su estatua, argumentando que estaba inconclusa y que no le preocupaba la reacción negativa que ésta suscitó en las redes sociales. (The Washington Post –An Artist hated the “Fearless Girl” statue -so he put this at her feet-). El New York Times recogió diversas opiniones de sus lectores sobre este debate: aquellas a favor

de retirar la estatua de la “Fearless Girl” por considerar que la obra es una acción publicitaria, asociada al “feminismo corporativo” y constituir una afrenta a la obra artística del escultor del toro; otras proponen conferir un nuevo significado a la obra, resaltando que el toro está siendo confrontado con la formidable visión de un nuevo poder emergente. En este sentido cobran mayor relevancia las palabras del alcalde de Nueva York, Bill de Blasio: “Los hombres a quienes les disgusta que las mujeres ocupen espacios son precisamente la razón por la cual necesitamos a la “Fearless Girl”. (Tweet abril 12, 2017). Por último, hubo quienes propusieron voltear la estatua de la “Fearless Girl” de manera tal que le dé la espalda al toro, con lo cual cobraría mayor vigencia la leyenda de la placa, ya que al haberse plantado y hecho su declaración, ahora le corresponde darse la vuelta y liderar. Para cerrar esta nota, vale la pena incluir el explícito mensaje político de una lectora quien propone que la estatua de la “Fearless Girl” se oriente hacia la Gracie Mansion (residencia oficial del Alcalde de la ciudad de Nueva York) o de Albany (capital del Estado de Nueva York, sede de la gobernación), donde nunca ha habido ni alcaldesas ni gobernadoras.

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https://www.nbcnews.com/news/us-news/urinating-sketchy-dog-statue-appears-next-fearless-girl-n766071

https://spoilednyc.com/fearless-girl-statue-facing-down-charging-bull-wall-street-womens-day/

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Título: Geminis Año: 2008 Técnica: Digital


Remembranzas


Ana Serrano Galvis*

Policarpa Salavarrieta La vida de Policarpa Salavarrieta es oscura en muchos sentidos. Los investigadores no han logrado ponerse de acuerdo acerca de su lugar de origen, su posición socioeconómica, cómo pasó sus primeros años y cómo exactamente entró en contacto con los insurgentes y se involucró en la lucha por la Independencia. De todas formas, la mayoría coincide en señalar que nació en el municipio de Guaduas a mediados de los años setenta del siglo XVIII, en una familia relativamente acomodada pero sin lujos; tuvo varios hermanos, quedó huérfana muy joven a causa de la viruela que se llevó a sus padres y al parecer pasó varias temporadas en Santafé de Bogotá, en casa de una familia amiga que gozaba de cierto prestigio. Allí habría aprendido el oficio de modista y habría tenido la oportunidad de trabajar para varias familias importantes de la ciudad. A partir de 1815, cuando el ejército expedicionario enviado por el rey Fernando VII para aplastar la revolución de 1810 arribó a la Nueva Granada y restableció el poder realista, se empezaron a organizar varias guerrillas patriotas, siendo una de

* Historiadora. Magister en Historia. Cursa doctorado en Historia en El Colegio de México.

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las más importantes la del Casanare. Policarpa la auxiliaba desde Santafé coordinando recursos, sirviendo de contacto entre los patriotas y transmitiendo información que lograba recabar mientras ejercía su oficio de costurera. Había llegado a la capital junto con su pequeño hermano Bibiano, recomendada por otros dos de sus hermanos que eran frailes y por el reconocido guerrillero Ambrosio Almeida a la señora Andrea Ricaurte, para que la alojara en su casa que funcionaba como centro de conspiración, comunicación y ocultamiento de documentos, recursos y rebeldes. Desde allí La Pola realizaba satisfactoriamente sus actividades subversivas de manera clandestina, pero rondando el mes de octubre de 1817 fue descubierta por las autoridades realistas. Los soldados llegaron a apresarla una noche haciendo gran estrépito, tumbando la puerta, con la idea de llevarse a las dos mujeres y al niño que habitaban la casa, pero Salavarrieta y Ricaurte insistieron en que la segunda no tenía nada que ver con la insurgencia, no los conocía de antes y simplemente había aceptado darles alojamiento porque el pequeño se encontraba enfermo. Así, Ricaurte no sufrió ninguna represalia, Bibiano fue azotado y luego se le dejó libre y la Pola fue conducida y encerrada en el Colegio Mayor del Rosario. El 10 de noviembre


de 1817 se le realizó un Consejo de Guerra que la sentenció a muerte y fue fusilada cuatro días después en la plaza mayor junto con otros ocho compañeros de lucha. Su juicio fue de carácter verbal, así que el único registro que quedó del mismo fue una queja de la Real Audiencia contra el gobernador Juan Sámano, por haber procedido al fusilamiento sin consultarle y por haber utilizado el Consejo de Guerra contra cuatro de los ocho fusilados que eran civiles y no militares, entre ellos Policarpa, tarea que se consideraba de la jurisdicción de la justicia ordinaria y no de la justicia militar. Desde su muerte, La Pola se convirtió aún más en un importante símbolo de resistencia; su fusilamiento fue interpretado por gran parte de la

población como prueba de la vileza del gobierno realista, cuya sed de represión no se detuvo ni siquiera frente a una mujer tan joven; los patriotas se valieron de su imagen para inspirar a sus seguidores y atraer a otros nuevos y su apasionamiento y compromiso con la causa independentista fueron puestos como ejemplo a seguir para muchas generaciones. Hoy en día el recuerdo de La Pola nos sigue inspirando y enseñando que, a pesar de las restricciones que se le impusieron por el hecho de ser una mujer, ella, así como muchas otras, encontraron y siguen encontrando la manera de defender lo que consideran correcto hasta las últimas consecuencias. Por eso, un homenaje a La Pola es también un homenaje a todas las mujeres que nunca se cansaron y aún siguen sin cansarse de luchar.

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Beatriz García Moreno*

La novela María de Jorge Isaacs:

150 años de su publicación

En 1867 Jorge Isaacs publicó María, que ha sido considerada como una de las obras insignes de la literatura colombiana y latinoamericana del siglo XIX. Esta novela que sucede en el Valle del Cauca, en la hacienda “El Paraíso” y sus inmediaciones, es narrada por Efraín el novio de María quien, de acuerdo con sus propias palabras, quiere dar cuenta de la relación amorosa sostenida entre ambos, la cual fue truncada de forma definitiva por la muerte de María. Con finas y sutiles imágenes, el narrador logra con su relato transmitir el dolor sostenido que lo invade ante la pérdida del objeto amado. Efraín se detiene en cada uno de los detalles del entorno: los paisajes frondosos de la región, la hacienda cómoda y placentera en la que habitaba la familia, el ambiente cotidiano que allí reinaba, los vecinos y amigos que frecuentaban, las personas que realizaban las labores agrícolas con sus costumbres, y sitúa en cada uno, lo que no está, el objeto perdido irremediablemente –Maríacon quien pensaba casarse, luego de que cumpliera las aspiraciones de su padre, de convertirse en médico. La presencia permanente de ella en cada escena, bien porque la mencione, bien porque su

* Doctorado en arquitectura. Psicoanalista. Integrante del Grupo Mujer y Sociedad.

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ausencia lo invade, carga de afecto cada uno de los episodios y justifica con creces, el nombre que el autor le da a la novela, “María”, la doncella de quince años que le dedica su amor y a quien él le corresponde, pero que, al modo del amor romántico, debe aplazar su encuentro para atender la voluntad de sus padres mientras la muerte acecha e interrumpe lo planeado. Esta novela que de modo vívido describe la región y las costumbres de un habitar que lentamente empieza a abrirse camino hacia la modernidad, recrea el invento del amor, como el ideal que sostiene la relación en medio de la imposibilidad del encuentro. La revista En Otras Palabras… se une a esta conmemoración, pues no solo encuentra en María una posibilidad de recrear el tiempo y la vida de una época de gran significación para la historia del país, sino el papel protagónico que se le da a esta joven mujer, quien, aunque dedicada a los oficios domésticos, expresa con su propia voz y con todo su cuerpo, la firmeza de un deseo que logra sostener la escritura y perpetuarse vivo más allá de la muerte.


María Cano, en la conmemoración de los 130 años de su natalicio y los 50 años de su muerte María Cano nació en Medellín en 1887, en el seno de una familia donde la educación y la cultura no eran solo un derecho de los hombres, sino también de las mujeres. Su padre, Rodolfo Cano, educador liberal y espiritista, la formó en la lectura y la escritura, y le abrió camino para relacionarse con el ambiente literario, político y social de la época, al que estuvo expuesta desde muy joven, y en el cual, especialmente en los años veinte del siglo pasado, jugó un papel protagónico no solo en las protestas sociales sino también en la fundación del Partido Socialista Revolucionario. Las fechas que se conmemoran no pueden pasar desapercibidas para la revista En Otras Palabras… pues María Cano no solo fue abanderada de las causas obreras y sindicales, sino que, a través de su militancia, al igual que llamó a los hombres a reivindicar sus derechos, animó a las mujeres trabajadoras, vinculadas a la industria, a la manufactura y a las labores agrícolas, a participar activamente en esas luchas. Su militancia decidida, que la inicia ya entrada en la treintena, le permitió no solo salir a la plaza pública con su propia voz, sino transgredir el destino que le estaba signado por ser mujer y pertenecer a una clase media acomodada, de casarse, ser madre y consagrarse a la familia. Ella nunca se casó, ni

tuvo hijos, pero tuvo como amante a Ignacio Torres Giraldo, cofundador del PSR, y crió y educó a uno de sus hijos. María Cano, antes de su incursión activa en la política tuvo un desempeño notorio en la literatura y de modo particular en la poesía, donde su cuerpo al igual que sucede con las grandes escritoras, se filtra en las palabras con su erotismo y afectos. Su presencia en la plaza pública, en medio de un paisaje masculino configurado por los hombres que manejaban la naciente izquierda colombiana, introdujo la diferencia con el tono de su voz, su modo de hablar y sus vestidos que resaltaban la belleza y elegancia que la caracterizaban y que, en algunas ocasiones, le merecieron el reproche de sus compañeros de partido. Después de la Masacre de las Bananeras, ocurrida en Ciénaga, Magdalena, a finales de 1928, fue confinada a la cárcel y sometida a la crítica. Luego de su liberación, golpeada por las experiencias sufridas, su vida transcurrió entre la casa familiar, al lado de sus hermanas, la Imprenta y la Biblioteca departamental de Antioquia donde trabajaba. Su presencia y su voz entraron en las sombras y el silencio de un encierro voluntario que tan solo fue interrumpido por escasas apariciones y por su muerte en Medellín, en 1967. EN OTRAS PALABRAS… no. 25 / Remembranzas | 131


Patricia Pinzón de Lewin*

Movilización política de la mujer: El plebiscito y Esmeralda Arboleda Artículo basado en el libro Esmeralda Arboleda: la mujer y la política”, con la colaboración de Sonia Cárdenas. Hace sesenta años, las mujeres colombianas por primera vez se acercaron a las urnas para ejercer el derecho al voto formalizando su participación en la política: fue el primero de diciembre de 1957, efeméride que marca la modernización de la sociedad colombiana en la cual destella la figura de Esmeralda Arboleda, una de las primeras profesionales con un papel protagónico: rompió el modelo de su tiempo y abrió el camino para las mujeres. En las antiguas sociedades patriarcales la autoridad era ejercida por un varón jefe de familia, el rol definido para las mujeres era la crianza. Ya en el siglo veinte se diría que estaban limitadas al hogar, papel que se extendía a los oficios de campo. Es claro que la visualización de las mujeres era culturalmente imposible, como en el caso colombiano donde las mujeres que desempeñaron oficios en las guerras, manejaron haciendas, algunas privilegiadas pudieron asomarse a la lectura y hasta a la medicina, pero esos eran escasos y poco conocidos.

* Politóloga, Magister de la Universidad de los Andes. Escritora.

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Aun cuando el proceso femenino aparece en el cruce de los dos siglos, debe anotarse en la historia de las colombianas la Constitución de la Provincia de Vélez, en virtud de la cual Colombia sería el primer país latinoamericano donde se concedió el voto a la mujer. En el gobierno de José Hilario López, iniciado en 1849, se preparó una nueva constitución que fue expedida en 1853 en el gobierno de Obando; las provincias tendrían sus propias constituciones. La Constitución de Vélez fue debatida por la asamblea legislativa de la provincia y expedida el 11 de noviembre de 1853. El derecho de las mujeres al sufragio se consagró en el artículo 7 de la Carta: “Son electores todos los habitantes de la provincia casados o mayores de veintiún años; y cada uno de ellos tiene derecho para sufragar por el número total de Diputados de que se compone la Legislatura”.1 y 2 En Colombia pasaría un siglo para que las mujeres colombianas pudieran votar.3 1 Credencial Historia. Por primera vez, la mujer tuvo derecho a votar en 1853, 150 años de la Constitución de la provincia de Vélez. Aguilera Peña, Mario: Revista Credencial Historia. (Bogotá). Edición 163. Julio de 2003. 2 No es claro si las mujeres de Vélez participaron en alguna elección. 3 Sobre Latinoamérica se conoce que en Argentina, en la capital de la provincia por ese tiempo, en 1862 también se instituyó el voto calificado para las mujeres a nivel municipal; seguiría Ecuador, 1923.


Aunque entonces no era fácil la influencia de otros lares, desde la Revolución Industrial llegaron vientos del sufragismo de otros países como Inglaterra y los Estados Unidos con expresiones de rebeldía de las mujeres, buscando no soloun puesto en la sociedadsino que pedíanla concesión del voto femenino. Además algunos hombres políticos, legisladores, educadores y padres de familia estaban inclinados por la suerte de la mujer, sin lo cual no se cambiarían las condiciones de las mujeres. 4 También fueron factor de cambio las organizaciones internacionales y asociaciones internacionales femeninas de mujeres, en varias de las cuales participaron colombianas.

Educación y derechos de las mujeres Fue a finales del siglo XIX cuando en Colombia la educación pública comenzó a incluir a las niñas. Y en la década de los veinte el debate sobre la mujer y su educación se había ido posicionando en la escena colombiana, en la prensa, en ámbitos internacionales y en el Congreso de la República. Algunas colombianas estuvieron en la Conferencia Panamericana de Mujeres en Lima y en los congresos interamericanos de la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas y de Hispanoamérica. En 1923 el representante Absalón Fernández de Soto, presentó al Congreso un proyecto de ley sobre los derechos y la educación superior de la mujer. En las Conferencias Femeninas de América las participantes formularon peticiones sobre la educación, solicitaron al gobierno la aprobación de una legislación que reconociera el derecho de la mujer a estudiar en las universidades y tuvieron entre sus metas el mejoramiento de las condiciones de la mujer.

4 En 1905, Carlos E. Restrepo cuestionó públicamente la idea del sometimiento de las mujeres: “La mujer debe educarse para dejar de ser […] muñecas bien vestidas”.

“…ratificamos serena y firmemente nuestras aspiraciones de emancipación y nuestras pretensiones de participar en la vida útil y política de nuestros pueblos”, que habíamos proclamado en nuestro tercer congreso”. 5

En 1933 las mujeres colombianas pidieron al Congreso Nacional equidad en cuanto al Código Civil. La Reforma Constitucional de 1936, a pesar de conservar la ciudadanía como privilegio de los varones, determina que la calidad de ciudadanos en ejercicio es condición previa indispensable para elegir y ser elegido y para desempeñar empleos públicos que llevan anexa autoridad o jurisdicción. ACTO LEGISLATIVO NÚMERO 1 DE 1936 (Agosto 5) El Congreso de Colombia    decreta:  Artículo 7°. Son ciudadanos los colombianos varones mayores de veintiún años (…) Artículo 8°. La calidad de ciudadano en ejercicio es condición previa indispensable para elegir y ser elegido, y para desempeñar empleos públicos que lleven anexa autoridad o jurisdicción. Pero la mujer colombiana mayor de edad puede desempeñar empleos, aunque ellos lleven anexa autoridad o jurisdicción, en las mismas condiciones que para desempeñarlos exija la ley a los ciudadanos. En cuanto a la educación la reforma educativa de la Revolución en Marcha de Alfonso López había abierto las puertas de la universidad a la mujer, pero aún era muy temprano para que su 5 Rezaba en la apertura del Cuarto Congreso Internacional Femenino. Bogotá, diciembre 1930.El primer Congreso Internacional Femenino se realizó en 1910 en Buenos Aires, el segundo en Chile en 1925, el tercero en Buenos Aires en 928 y el cuarto congreso en Bogotá en 1930.

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ingreso se generalizara. Pasaron muchas décadas en las cuales no se avanzaba sobre el estatus de la mujer, ni en la educación y tampoco en la participación política Se necesitó de una coyuntura política y la condición especial de una mujer con la capacidad, la formación y el liderazgo para que las colombianas fueran votantes, como Esmeralda Arboleda, asunto que se desarrollará más adelante. Era entonces muy difícil educarse para una mujer. Una de las primeras profesionales fue Esmeralda Arboleda, abogada de la Universidad del Cauca Sus hermanas, cursaron parte de la secundaria en un colegio para varones. Su familia rompía con el esquema social de las colombianas de entonces. Las mujeres se estaban capacitando para intervenir en la dirección de la nación. Sería primordial conseguir los derechos políticos en igualdad con los hombres, en particular la ciudadanía que permitiera el voto. El segundo gobierno de López Pumarejo alistó una nueva reforma constitucional que contemplaba la ciudadanía femenina y los derechos políticos como parte de sus ideales de progreso, pero el gobierno había perdido tanto su fuerza modernizadora como la fortaleza política. Varios escándalos, el golpe de Pasto, la suspensión de sesiones parlamentarias, dificultan el manejo del Congreso; las iniciativas, entre ellas la de los derechos políticos femeninos no prosperaban en el Congreso. Se despertó entonces un movimiento femenino; en todas las regiones y a nivel nacional surgen grupos que expresaban su apoyo a la causa femenina. Se crea la Unión Femenina de Colombia que cubre gran parte del país; también se funda la Alianza Femenina. El ministro de Gobierno Alberto Lleras presentó al Congreso el proyecto de Acto reformatorio de la Constitución con la iniciativa de dar la ciudadanía a la mujer y capacitarla para participar en

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la vida pública; dejaba el sufragio femenino para la reglamentación del Congreso mediante una ley orgánica posterior: el voto de la mujer sería materia de otra reforma según la exposición de motivos del proyecto que además planteó una gradualidad. 6 La reforma constitucional aprobada en febrero 16, mediante el Acto legislativo No 1 de 1945, aunque definía la ciudadanía de los colombianos a aquellos mayores de veintiún años, reservaba el sufragio y la capacidad de ser elegido a los varones. ACTO LEGISLATIVO No 1 DE 1945 REFORMATORIO DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL DE COLOMBIA (Febrero 16) El Congreso de Colombia Decreta: Título II El artículo 12 de la Constitución quedará así7:

En ese tiempo la situación política se deterioraba y se expande la violencia electoral. El Presidente López dejó el gobierno, que fue asumido por Alberto Lleras hasta terminar el cuatrienio. En esa coyuntura tomó fuerza el movimiento feminista que incluía los grupos de mujeres. Pidieron al Congreso que reasumiera el papel constituyente 6 Proyecto de Acto reformatorio de la Constitución Nacional presentado por el ministro de Gobierno Alberto Lleras. Anales de la Cámara de Representantes, No. 12 de 1944. 7 http://bdigital.binal.ac.pa/bdp/descarga.php?f=boletin/derecho9.pdf


y les reconociera la plenitud de sus derechos políticos. La Alianza Femenina de Colombia presentó un proyecto sobre el voto femenino en los debates intervinieron mujeres abogadas y de otras profesiones que demostraron la formación y preparación alcanzada por la mujer, contó con defensores como Jorge Soto del Corral, pero el proyecto quedó archivado. No había voluntad política. Llegado el gobierno de la Unión Nacional de Ospina Pérez en 1946, se buscaba conseguir el voto de la mujer, asunto que entonces era cuestión del cumplimiento de compromisos internacionales. Colombia había firmado la “Resolución contra la discriminación a la mujer” en la Conferencia Interamericana de Chapultepec de 1945 y la “Convención de los derechos civiles sobre la mujer” de las Naciones Unidas de 1945, organización que hizo un llamado sobre la consagración del voto de la mujer.8 Desde 1946 se presentaron al Congreso sucesivos proyectos sobre el voto femenino que no avanzaron a pesar del interés del gobierno Ospina, que contaba con el apoyo de mujeres, entre ellas doña Bertha Hernández de Ospina, esposa del presidente y varios sectores feministas. En el caso del Liberalismo, la Plataforma del Colón de 1947 elaborada por Jorge Eliecer Gaitán, incorporó los derechos políticos de la mujer y el voto. Terminaba esa década con el país estremecido por los sucesos del 9 de abril de 1948, conocido como El Bogotazo. Precisamente en la turbulenta Bogotá se realizaba la IX Conferencia Interamericana en la que se firmaron las convenciones: “La concesión de los derechos civiles a la mujer” y “La concesión de los derechos políticos a la mujer”. En la legislatura de 1949 se llevó de nue8 Además el Papa Pío XII en su alocución Questa Grande exhortó el reconocimiento de los derechos de la mujer y sobre la intervención de la mujer en la vida política y social, que sustenta la acción de la mujer en contra de las guerras y conflictos. Pio XII, Alocución Questa Grande, a las delegadas de las Asociaciones Femeninas Católicas de Italia, 21 de octubre de 1945.

vo el proyecto sobre el voto femenino sin restricción, que el gobierno Ospina venía presentando desde 1946. En el ambiente de violencia irrumpen las mujeres en la escena política, y la sociedad vuelve sus ojos a ellas como portadoras de paz. Durante El Bogotazo la participación de doña Bertha Hernández de Ospina en el manejo de la situación fue sobresaliente. El rechazo femenino a la violencia y la solidaridad con las víctimas se demostró con la participación en las actividades de la cruzada “Pro paz”9.. La multitudinaria manifestación femenina organizada por el Comité “Pro paz” en Bogotá, que contó con el concurso de la organización de mujeres Unión Femenina de Colombia-UFC-, movilizó siete mil bogotanas. En Colombia, que vivía años de creciente y grave enfrentamiento político violento, aparecieron grupos de mujeres pidiendo paz en las ciudades y en pequeños pueblos. La contribución a la paz como una función social era tema del movimiento feminista. La paz era un asunto femenino. Durante el gobierno de Laureano Gómez se extremó la confrontación entre los partidos, se agudizó la violencia, crecía la resistencia armada. El presidente convocaría a una asamblea constituyente para una reforma corporativista. La Comisión de Estudios Constitucionales, CEC, preparatoria de la reforma, consideró que la mujer podría votar en los concejos y ser elegida como concejal. Más adelante una ley establecería las condiciones para que ellas participaran en otros comicios. La situación política se complicaba, se agudizaban las tácticas de la “Acción intrépida”. En medio de ello, la Comisión Preparatoria entregó el proyecto de reforma constitucional (febrero de 1953); pero faltaba la reunión de la Asamblea Constituyente. 9 La cruzada “Pro paz” fue emprendida por los gremios aunados, el Gobierno, la Iglesia, y dirigentes de ambos partidos.

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Para dar una salida a las fisuras del partido de gobierno se entregó el poder en “golpe de opinión” al Comandante de las Fuerzas Militares Teniente Coronel Gustavo Rojas Pinilla. El gobierno militar alistaría la nueva constitución, después de la revisión del proyecto de reforma por la Comisión de Estudios Constitucionales Ampliada y su definición se trataría en la asamblea constituyente. La llegada al poder de Rojas fue bien recibida por la sociedad colombiana, celebrada como una esperanza de pacificación del país, pero el gobierno militar varió la agenda política y sin embargo facilitó el proceso de inclusión de la mujer en la política colombiana.

Esmeralda Arboleda.Protagonismo en la campaña por los derechos políticos femeninos Esmeralda Arboleda, con su denodado interés por la ciudadanía y los derechos políticos de la mujer, feminista y sufragista convencida, lucharía para que la reforma de la Constitución que estaba sobre la mesa resultara en el sufragio y los plenos derechos políticos femeninos. La llegada del gobierno militar era un buen momento para persistir y conquistar los anhelos femeninos. Y una esperanza de paz. Se veía el interés del gobierno en el sector femenino. Era la oportunidad de participar en el proceso e impulsar el voto integral de la mujer. La reunión de la CEC, sin embargo, se realiza solo a fines de año. La idea de la igualdad de los derechos políticos de la mujer continuaba su curso. Pero este proceso necesitó de la fuerza y tenacidad de Esmeralda Arboleda. Para 1953 se había despertado un movimiento femenino nacional con la figuración de Esmeralda Arboleda, Bertha Hernández de Ospina,

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Josefina Valencia de Hubach, Ofelia Uribe de Acosta, Lucila Rubio de Laverde, entre muchas mujeres profesionales, independientes y amas de casa, que buscaba la plenitud de los derechos políticos para la mujer. El planteamiento fue llevado en un memorial en cuya redacción participó Esmeralda Arboleda y que fue firmado por miles de mujeres de todo el país, así como por cientos de hombres, para ser presentado ante la Comisión de Estudios Constitucionales, CEC. La petición fue recibida con atención por el gobierno del General Rojas quien solicitó a la Dirección Liberal una candidata liberal para integrar la Asamblea Nacional Constituyente (Anac), e igual petición hizo al Partido Conservador. En 1954, cuando el gobierno militar de Rojas Pinilla retomó la promoción de una nueva constitución, Esmeralda colaboró en la preparación del memorial de un movimiento femenino, que fue firmado por miles de mujeres y por cientos de hombres, con una petición a la Comisión de Estudios Constitucionales, para que se incluyera el tema de la capacidad política de la mujer. El liberalismo candidatizó a Esmeralda Arboleda, quien se sumó a las conservadoras Josefina Valencia y Teresita Santamaría en la Anac. Esmeralda Arboleda fue entonces nominada oficialmente en terna por el Partido Liberal y nombrada por el gobierno como miembro de la Asamblea Nacional Constituyente, ANAC. Por el partido conservador fue escogida Josefina Valencia de Hubach. Las constituyentes desempeñaron un papel protagónico en los duros debates sobre la cuestión de la mujer. Con la ponencia de Esmeralda Arboleda concluyó el debate que resultó en la aprobación de la capacidad política de la mujer. Finalmente la ANAC otorgó a las mujeres la ciudadanía y el derecho de elegir y ser elegidas. Dice así:


ACTO LEGISLATIVO NO 3 DEL 27 DE AGOSTO DE 1954.

Militar para convocar a elecciones, lo que permitiría el paso al regreso de la democracia.

Artículo 14. “Son ciudadanos los colombianos mayores de 21 años”. Artículo 210.“Todos los ciudadanos eligen presidente y vicepresidente de la República, representantes a la Cámara y concejales, por voto universal y directo”.

El Frente Civil contaba con menos de dos meses para la organización y la preparación de los votantes.Partidos, mujeres, gremios, grupos y organizaciones por todas partes de la nación hacían un llamado encarecido a participar en el plebiscito. Su actividad electoral y política continuaría hasta la instauración de las instituciones democráticas, como las cámaras legislativas y la presidencia.

La ciudadanía de las mujeres había sido conseguida con la posibilidad de votar. A pesar de las expectativas, se avanzó poco en la creación de mecanismos para la participación real de la mujer en la política. La cedulación femenina se dilató y no se convocó a elecciones: el derecho otorgado quedó en el papel. Esmeralda Arboleda se distanció del gobierno por los signos cada vez mayores de una dictadura. Permanentemente crecían las restricciones de la libertad y con ello la oposición al gobierno militar. Rojas Pinilla anunció que utilizaría la fuerza y el aplazamiento de las elecciones.10 Tomaba forma un frente civil. En julio de 1956, el director liberal se reunió con Laureano Gómez en su exilio en Benidorm, España, para acordar una acción conjunta entre liberales y conservadores para el restablecimiento de la democracia bajo un gobierno compartido.

La Junta Militar decretó la convocatoria a un plebiscito nacional, invitaba a todos los hombres y mujeres mayores de 21 años para que decidieran el 1° de diciembre si se realizaba la reforma constitucional. Con el voto afirmativo al plebiscito, se expresaría el deseo de paz, el apoyo a la democracia y el paso a un gobierno civil bipartidista11. Otra vez las mujeres contribuirían al sosiego nacional.

A los excesos del régimen se sumó una peligrosa situación de la economía. 11 Dirigentes y banqueros buscaron una salida. El 10 de mayo de 1957 el poder quedó en manos de una Junta Militar. Los nuevos gobernantes prometieron prontas elecciones y sometimiento a la Constitución. Las fuerzas económicas hacían llamados a la Junta

Esmeralda, quien estaba en el exilio víctima de amenazas y atentados con su hijo de 5 años, regresó en octubre de 1957, llamada por el jefe del Frente Civil Alberto Lleras para liderar la campaña femenina, encargándola de la movilización de las mujeres en el retorno a la normalidad y motivándolas para que estrenaran su ciudadanía en la votación. Esmeralda trabajó con las líderes de las regiones y habló con las mujeres de todas las condiciones para convencerlas de que votaran. Discursos y reuniones por todo el país convocando a las colombianas y explicando el contenido de la papeleta, despertando el interés por la participación política y el apoyo al Frente Nacional. Como mujer en campaña política estrenaba una actividad hasta entonces reservada para los hombres. Fue una maratón.

10 Discurso de Rojas Pinilla “A todos los ciudadanos de Barranquilla”, 4 de febrero de 1956, en Discursos de Rojas Pinilla, 1956, pp.57-62. Fundación El Libro Total. n 2010. http.//www.ellibrototal.com/ltotal/ ficha.jsp?idLibro=4609.

11 El texto que se habría de someter al plebiscito fue aprobado en el “Acuerdo de San Carlos” el 22 de noviembre de 1957.

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Así el 1 de diciembre de 1957 en el plebiscito las colombianas mayores de 21 años pudieron ejercer por primera vez sus derechos políticos. Acudieron a las urnas acompañadas de testigos o con partida de nacimiento, pues aún no había cedulación. También con el resultado se hizo efectiva la posibilidad de que ellas fueran elegidas. Votaron en ese plebiscito la reforma de la Constitución dando origen al Frente Nacional. El rotundo sí obtenido en el Plebiscito, fue un triunfo de los partidos, de la democracia, de la reconciliación, de las mujeres y de Esmeralda Arboleda. En el plebiscito votaron 4.397.000 colombianos; de ellos 4.169.294 con el “Sí” aceptaban la propuesta y 206.864 votos la rechazaron; 1.8352.255 de los votantes eran mujeres, es decir, el 41.74 %, estrenaron su condición de ciudadanas votantes. Como Directora de la Secretaría Femenina del Partido Liberal, Esmeralda Arboleda continuaría la campaña por la participación política femenina. En la jornada de elecciones legislativas del 16 de marzo de 1958 votaron 3.655.474 ciudadanos, de ellos 2.155.112 hombres y 1.501.362 mujeres, la votación femenina fue del 41.1 por ciento. El 4 de mayo de 1958 en la elección presidencial en la cual fue elegido Alberto Lleras se

registraron 3.108.567 votos; sufragaron 2.482.948 hombres y 1.245.525 mujeres, ellas conformaron el 40 por ciento del electorado12. El 7 de agosto de 1958 asumió Alberto Lleras como Presidente del primer gobierno del Frente Nacional. Esmeralda Arboleda, fue la primera colombiana que obtuvo una curul en el Senado. Fue nombrada ministra de Comunicaciones por el Presidente Alberto Lleras -segunda ministra colombiana después de Josefina Valencia-. Como senadora presentó un proyecto de ley para suprimir la discriminación jurídica de la mujer que incluía el divorcio, iniciativa que se encontró con la oposición de la Iglesia. Desde entonces las mujeres estarían presentes en el panorama político nacional. Esmeralda Arboleda, líder feminista y política es símbolo de los derechos femeninos, líder y protagonista de la conquista de la igualdad ciudadana para las colombianas y el Plebiscito de diciembre de 1957 es emblemático de la historia por su primera participación política. Esto fue hace 60 años. Hoy es imposible imaginarse una Colombia con universidades sin estudiantes femeninas, mujeres sin voto y un gobierno sin mujeres. De todo ello Esmeralda Arboleda fue artífice y protagonista.

12 Registraduría Nacional del Estado Civil.

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Claudia María Mejía Duque

Beatriz Linares Cantillo: Irreverencia, fuerza, risa Desde cuando Florence me propuso volver palabra escrita la memoria de Beatriz, no cesé de retornar a los momentos vividos con ella. Pregunté a varias personas sobre su recuerdo, la regresé una y otra vez a mi mente y a mis sentidos, también a los de quienes volvieron a ella para ayudarme a trazar estas líneas; siempre se hacía mujer el significado de las palabras que tomo prestadas de Ana Cristina González Vélez, cuando le dedicó su ‘Epitafio para un feminista’. No hablaré de su impecable y extensa hoja de vida, está escrita en miles de lugares, prefiero volver a su “irreverencia, su fuerza, su risa”. Beatriz era irreverencia, este fue su sello en la búsqueda de derechos para las mujeres, para las jóvenes, los jóvenes, las niñas y los niños; irreverente frente a la institucionalidad a la que presionaba su transformación en favor de la dignidad de ellas, de ellos; irreverente frente a la norma que logró modificar en ocasiones en favor de una justicia que les cobijara; irreverente frente al poder que conocía desde su interior y por eso sabía cómo enfrentarle para que no fuera obstáculo en la realización de la vida de las poblaciones que fueron su razón vital de ser. En muchas ocasiones, sintió que sus esfuerzos eran vanos, que la

resistencia social e institucional a los derechos era mayor que su voluntad por vencerla, sin embargo, nunca se rindió, nunca se debilitó, pareciera que de sus convicciones y su irreverencia, volviera a tomar la fuerza que nunca le faltó. Beatriz era fuerza, como he dicho; fuerza que le sirvió para no desfallecer en ninguna de las agendas que impulsó; fuerza de la que tomaba el impulso necesario para persistir en sus causas cuando todo le indicaba que no lograría sacarlas adelante; fuerza con la que insistía una y otra vez en políticas en favor de las mujeres, en legislación en favor de la niñez, en estrategias en favor de las jóvenes y los jóvenes reclutados o en riesgo de serlo, en oportunidades que la gente necesitaba para salir de la pobreza. Su fuerza, inclusive, la sostuvo durante meses en la última de sus batallas, la de intentar vencer su enfermedad. ¿Cómo explicar que conociendo su diagnóstico, aceptara el reto de dirigir la macro institucionalidad que era la Anspe? ¿Cómo entender que se pusiera al frente de la tarea de erradicar la pobreza cuando también asumía la de enfrentar su enfermedad? ¿Cómo concebir que tomara un avión para ir a todos los territorios que recorría buscando aliviar y transformar la vida de

* Abogada. Directora de la Corporación Sima Mujer.

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la gente minutos después de las sesiones para su tratamiento? Su fuerza la nutría, le permitía continuar, la alimentaba, Beatriz era expresión de la inmensa fuerza femenina.

hablábamos de Nicolás y de Andrés, su relatos sobre el tierno cuidado que su pareja le aseguró siempre, pero sobre todo cuando el cáncer tocó su cuerpo, nos conmovían hasta las lágrimas.

Beatriz era risa, era carcajada, su alegría era estruendo, a veces se extrañaban las personas que estaban afuera del salón donde nos reuníamos, porque no entendían como era que podíamos pasar ratos largos sin que cesaran nuestras risotadas y como lográbamos evacuar agendas complejas si lo que parecía era que estábamos de fiesta. Su risa hablaba de su mundo interior, del buen ser humano que era Beatriz Linares; amaba a su hijo y a su fiel compañero, durante horas

Hasta aquí nuestra polifónica reconstrucción del recuerdo de Beatriz, el que preservamos y agradecemos a la vida, Ingrid, Florence, yo. Quiero terminar, como empecé, apropiándome de las palabras de Ana Cristina cuando habló de Beatriz en su partida: “Buscó la libertad, la autonomía y la eliminación de las injusticias porque hizo de su vida política un proyecto feminista…”. Octubre 23 de 2017

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María Cristina Torrado

María Cristina Salazar (1931 – 2006)

Pionera en la lucha por los derechos de las y los ciudadanos más jóvenes.

María Cristina Salazar fue una intelectual en el pleno sentido del término. Desde ese lugar construyó su proyecto de vida combinando una firme vocación por el conocimiento con su compromiso con la transformación de las realidades sociales más complejas del país; por esta razón su trabajo académico trascendió el espacio universitario y la llevó a participar en la defensa de los ideales democráticos y en la lucha contra la injusticia y la desigualdad características de la sociedad colombiana. Este proyecto encontró en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia el contexto ideal para desarrollarse, la cual se benefició de sus iniciativas y realizaciones.

A lo largo de su carrera académica incursionó en distintos campos de la investigación social, participó en escenarios de incidencia en políticas públicas, contribuyó a la formación de las nuevas generaciones de profesionales e impulsó, con otros profesores, proyectos innovadores del quehacer universitario. Su producción investigativa es extensa, tanto por la cantidad de trabajos como por el espectro de problemas abordados. Sin embargo, puede reconocerse un hilo conductor a lo largo de su obra: el interés por conocer a fondo la dinámica social que coloca en situación de desventaja a diversos grupos de la población nacional. Nació en Bogotá el 3 de septiembre de 1931, en una familia con reconocida tradición intelectual; sus abuelos fueron dos prestantes personajes de la elite y la política nacional del siglo XIX, uno liberal radical y pionero de la sociología en Colombia, Salvador Camacho Roldán y otro un conservador de pura cepa, Félix María Salazar. Obtuvo una licenciatura en Filosofía y Letras en la Universidad Javeriana de Bogotá y posteriormente hizo los estudios y recibió los títulos de Magister Science y Philosophical Doctor en Sociología de la Universidad Católica de Washington. De esta manera se convirtió en la primera mujer colombiana con formación académica EN OTRAS PALABRAS… no. 25 / Remembranzas | 141


en el campo de la sociología, al cual contribuyó desde su regreso al país en 1959 como profesora e investigadora. Vale la pena destacar su papel en la consolidación del Trabajo Social como disciplina y profesión en el país. Por invitación del padre Camilo Torres Restrepo, con quien tenía amistad desde la infancia, en 1962 se integró al equipo de profesores de la recién creada Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia; vinculación que marcó su trayectoria personal e intelectual. Es de suponer que allí tuvo lugar su encuentro con Orlando Fals Borda, con quien compartirá el resto de su vida, e inicia su recorrido como defensora de los derechos humanos. Su trayectoria académica la llevó a interesarse por el impacto del trabajo infantil, como expresión de situaciones de pobreza y marginalidad, en el bienestar de las niñas y los niños. Dedicó varios años al desarrollo de rigurosos estudios

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orientados a identificar los determinantes sociales y las consecuencias de la vinculación temprana al mundo laboral; sus aportes fueron reconocidos por la OIT y permitieron su vinculación a un grupo internacional de expertos en el tema. En este escenario realizó importantes contribuciones al diseño de políticas públicas para desestimular el trabajo infantil. Como figura reconocida en el ámbito internacional María Cristina contribuyó al proceso de redacción del texto de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989 y desempeñó un papel fundamental en la difusión y desarrollo del nuevo marco normativo en Colombia. Este trabajo lo realizó desde la Universidad Nacional, a través de la presidencia de Defensa de Niñas y Niños Internacional DNI-Colombia (1991-2001) y como miembro del Consejo Ejecutivo Internacional del Movimiento por los Derechos de la Niñez DNI-DEI-DCI (1997-2001).


Dora Isabel Díaz*

Luz Gabriela Arango Gaviria (1957-2017) Rindo homenaje a la destacada vida y obra de la querida colega y compañera Luz Gabriela Arango Gaviria, socióloga académica, profesora en la Escuela de Estudios de Género y en el Departamento de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia sus últimos veintidós años. De la multifacética y rica trayectoria destaco, especialmente, su vida comprometida de manera coherente con la acción política académica feminista en diferentes campos. Luz Gabriela contribuyó, entre otras actividades, durante el transcurso de la última década, a impulsar y posicionar de manera colectiva la reflexión y la acción por la equidad de género, clase, raza, etnia, sexo, edad, al interior de instituciones de Educación Superior en América Latina en el marco del Proyecto Medidas para la Inclusión Social y Equidad en Instituciones de Educación Superior en América Latina, Miseal, en el cual

* Integrante Grupo Mujer y Sociedad, docente Escuela de Estudios de Género.

participó con reconocido carisma y generosidad. Estas experiencias y saberes las proyectó de manera especial en nuestra propia universidad, aportando con lucidez a la difícil tarea de pensarnos como comunidad universitaria en términos de inclusión social, en la formulación de la política de equidad de género e igualdad de oportunidades para mujeres y hombres de la Universidad Nacional. Posteriormente, jugó un papel clave en su disposición para un trabajo mancomunado en la divulgación e implementación de la misma, en particular con la reglamentación del Observatorio de Asuntos de Género en los primeros meses de su puesta en marcha, como también en la fase inicial de la elaboración del Protocolo de atención y prevención de violencias de género y violencia sexual en la UN.

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Este trabajo académico–político es ejemplo del ejercicio integral, coherente y ético que Luz Gabriela adelantó a lo largo de su fértil trayectoria de producción como autora de varios libros, innumerables artículos publicados en revistas nacionales e internacionales y capítulos de libro en obras colectivas; se destacan entre otros su investigación para el doctorado, que plasmó en su libro Mujer, religión e industria (Fabricato 1923-1982), 1991; posteriormente incursionó en investigaciones sobre mujeres ejecutivas; género, identidades sobre lo femenino y lo masculino. Un hito para los estudios de la educación superior, género, clase social es la investigación y libro Jóvenes en la universidad: género, clase e identidad profesional” del año 2006, el cual recreó con numerosos artículos posteriores; de manera simultánea aportó en el desarrollo del campo ‘Trabajo y la ética del cuidado’, de manera

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especial con sus últimas investigaciones sobre el trabajo en peluquerías y salones de belleza. Luz Gabriela nos deja un valioso legado académico, como también humanístico y ético, gracias a su talante respetuoso y cálido con colegas y estudiantes. Ejemplo de ello son sus palabras de agradecimiento a las y los estudiantes de su investigación en la universidad “… conversaciones con ellos y ellas fueron momentos privilegiados de acercamiento a sus formas de vivir la universidad, a su carrera y sus expectativas. A todos y a todas les deseo que sus mejores sueños se cumplan, que su ejercicio profesional sea gratificante, que sus temores y ansiedades se reduzcan en su confrontación con el “mundo adulto” y que éste represente para ellos y ellas, más allá del “trabajo”, una vida llena de sentido”.


María Himelda Ramírez Rodríguez*

A cien años de la Revolución Rusa A Cien Años de la Revolución Rusa, la figura de Aleksandra Kolontái (1872-1952) ocupa un lugar ganado en la historia de las mujeres de comienzos del siglo XX, con su participación en contra de la I Guerra Mundial en los círculos socialistas movilizados por esta causa. Fue la primera mujer en la historia en ocupar un puesto en el gobierno de una nación. Como Comisaria del Pueblo para la Asistencia Pública (19171918), trabajó por los derechos y libertades

de las mujeres: el amor libre, el divorcio, la libre elección de la maternidad y protegida por el estado, la alfabetización de las masas campesinas femeninas, el derecho al voto, la igualdad de salarios. Su separación del cargo y el marginamiento a partir de 1922, anunció un retroceso de gran parte de las adquisiciones logradas, incompatibles con las tradiciones patriarcales de los estamentos que construyeron la utopía del socialismo real.

* Doctora en Historia. Magister y profesional en el Trabajo Social. Integrante Grupo Mujer y Sociedad.

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Título: Chupulin Año: 2006 Técnica: Acrílico sobre papel


Noticias En Otras Palabras ...


Isabel Agatón Santander

Niñas también son víctimas de feminicidio: el caso de Yuliana Andrea Samboní Muñoz

El lunes cinco de diciembre de 2016 el país despertó con el estrépito y el ruido de las noticias que nos daban cuenta de una realidad que habla del valor de la vida de las mujeres, en una sociedad acostumbrada a contar las lápidas en las que se traducen desenlaces fatales que cobran la vida a sus protagonistas, generalmente mujeres asesinadas por su pareja o expareja ante la decisión de terminar con la relación afectiva.

certeza de lograr su cometido; irrumpía en la tranquilidad de una inocencia que no tendría que haber conocido nada distinto a la magia de los cuentos y del arco iris que sale después de la lluvia; preparaba la escena del horror con la que confirmaría la brutalidad de lo que significa ser mujer sin importar la edad en un mundo construido sobre los despojos de nuestra presencia.

Mientras ella jugaba con otros niños de su edad la violencia patriarcal afilaba sus sedientas garras contra el ser más indefenso que pudiera encontrar sobre la faz de la tierra; planeaba el rapto de la pequeña como quien mide cada paso con la

Se trataba de un feminicidio que esta vez cobraba la vida de una niña de siete años -y no de un homicidio como los medios y las autoridades inicialmente aseguraban-, y lo es por la sencilla razón de que las niñas también son mujeres1 y por lo tanto sufren las formas de violencia que se constituyen en la consecuencia y el reflejo de ese lugar al que hemos sido históricamente confinadas. El delito de feminicidio creado por la Ley Rosa Elvira Cely (Ley 1761/15) es claro al definir la conducta como la muerte que se causa a una mujer por su condición de ser mujer, esto es por lo que significa ser mujer en una sociedad patriarcal que ha legitimado a los hombres a ejercer la violencia sobre el cuerpo, la intimidad, la sexualidad, la autonomía y la vida de las mujeres.

* Abogada, Magister en Derecho, Directora del Centro de Investigación en Justicia y Estudios Críticos del Derecho -CIJUSTICIA

1 Como lo argumenté desde que asumí la Representación de víctimas como Delgada de la Secretaría Distrital de la Mujer.

La mañana de ese lunes los medios registraban que una niña de siete años de edad, Yuliana Andrea Samboní Muñoz, era la nueva víctima del horror patriarcal que se había ensañado esta vez contra una existencia que sólo conocía de los juegos de una infancia de la que se le privó, que con un escaso desayuno saludaba la inocencia del día y que construía esos castillos de arena en los que algún día creyó.

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En la expresión mujeres debe leerse también niñas; sin embargo tradicionalmente se hace una abstracción como si las niñas por el hecho de serlo dejaran de ser mujeres, tratamiento peligroso que contribuye a invisibilizar las violencias que se sufren en la infancia y en la adolescencia precisamente por lo que significa ser mujer. Violencias tales como la física y la sexual, la amputación genital del clítoris, el matrimonio forzado, la explotación sexual infantil, la negación de comida, el feminicidio, entre otras. Se trató de un feminicidio agravado de acuerdo con la Ley Rosa Elvira Cely como quiera que la niña Yuliana Samboní: i) era una menor de edad; ii) ella y su familia estaban en condición de desplazamiento; iii) se encontraba en una situación de vulnerabilidad económica y iv) el delito se realizó con posterioridad a la agresión sexual, razones todas estas que ameritaban la imposición de la máxima condena2 y por las que se impuso una condena de 51 años y 8 meses de prisión3.

“(…) No es [sólo a la] víctima a quien dirigen su discurso los perpetradores, sino a sus pares, en una demostración de capacidad de muerte y de crueldad probada en la víctima, que los habilita a participar de la hermandad mafiosa (…) “4.

Finalmente es preciso insistir en la necesidad de fortalecer acciones para prevenir la ocurrencia del feminicidio, que jamás tendría que haber ocurrido y jamás tendría que volver a presentarse, precisamente porque a pesar del valor político trascendental de las sentencias condenatorias que se han logrado en Colombia a dos años de la ley que creó el delito, nada nos devolverá la primavera.

No obstante haberse logrado que la investigación y sanción de los hechos que terminaron con la vida de Yuliana fueran por el delito de feminicidio agravado -como corresponde legalmente- es preciso resaltar el poder comunicativo de un hecho como este –y como todos los feminicidios- en el sentido de reconocer que cada vez que se asesina a una mujer o a una niña se atenta contra el colectivo mujer; en palabras de Rita Laura Segato:

2 Como lo señalé en la Audiencia de imposición de pena y sentencia (Enero 11/17). 3 El Tribunal Superior de Bogotá tendrá que resolver el recurso interpuesto por la nueva representación de víctimas de la Secretaría.

4 Rita Laura Segato, en: Si Adelita se fuera con otro: Del feminicidio y otros asuntos, Temis, 2017.

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Isabel Agatón Santander

¿Qué pensaría Virginia Woolf? Adopción y referendo ¿Qué pensaría Virginia Woolf si viera la hora en la que se levantan las mujeres para preparar un cuento, el chocolate o la libertad? ¿Si se asomara a través de la ventana a sus pletóricos escritorios, reconociera la vigencia de las mismas preguntas de su Sra. Dalloway y divisara a lo lejos las invenciones de generaciones que heredaron su rigor y su valentía? ¿Qué pensaría si se diera cuenta de que todavía es un privilegio dedicarse a lo que más se ama y que no debería ser así? Total ha pasado más de un siglo desde que, con sus escritos, reclamó ese otro mundo posible y aún esquivo. ¿Qué pensaría al ver cómo niñas menores de 10 años en la India, África, América, el Mediterráneo, el Pacífico y el mar Atlántico son cazadas – a propósito con z – y obligadas a una maternidad impuesta? ¿Qué diría al leer los periódicos que retratan quirófanos convertidos en anfiteatros por la estética occidental, racista, misógina y tradicional? ¿Qué diría al develar la pervivencia de costumbres que amputan la intimidad de las mujeres y con ello su dignidad? ¿Qué pensaría al ver los escritorios de despachos judiciales colmados de expedientes que nos hablan del valor que los vivos dan a las mujeres que ya no están y que a la fuerza han partido? Sólo pregunto ¿qué pensaría Virginia Woolf?

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Se aterraría al constatar que trece parlamentarios en Colombia, o en cualquier parte del mundo, en pleno siglo XXI apelen a cánones religiosos, mal entendidos y mal interpretados, para reprimirnos del placer de gestar y crecer en familias diversas y privar del amor –que además de un derecho, es sobre todas las cosas un mandato– a los que crecen sin la tibieza de la leche y del caliente pan. ¿Qué pensaría al notar que por amar a otra mujer o el amor donde quiera que se encuentre, subsiste el calabozo, la hoguera o la sentencia? ¿Qué pensaría al ver en los siquiátricos tantas preguntas internadas, tanta agua derramada? Empacaría sus manuscritos y se iría volando a ese lugar del nunca jamás y convertiría uno que otro verso en esos barcos de papel que se niegan a partir y haría de las olas sus más enérgicas guardianas y algún día, en alguna parte, encontraría debajo de los trazos de papel esa huella de esperanza que, a pesar de todo, se resiste a desaparecer, y que – contra el viento y la marea– convierte el frío lúgubre de los antónimos de la vida en la fuerza implacable de la máquina de escribir que, como mariposa, un día dejó de ser oruga. Mayo 11 de 2016


Ana Milena Coral Díaz*

Cuerpo femenino en transición Cuerpo femenino en transición. La construcción del cuerpo femenino en el discurso jurídico de los tribunales penales ad hoc, la Corte Penal Internacional y la Ley de Justicia y Paz en Colombia1. Ana Milena Coral Díaz Esta investigación emerge del interés por la experiencia de las mujeres durante los conflictos sociopolíticos. La experiencia del cuerpo, de lo que realmente se vive en contextos donde es difícil encontrar reconocimiento, porque el dolor femenino resulta trivializado o ignorado por la cultura jurídica. El resultado es un ejercicio de contraste entre lo que se encuentra en los textos legales como discurso y lo que puede considerarse la experiencia real de acuerdo al cuerpo vivido de las mujeres. El objetivo de este contraste consiste en permitirle al lector desplazar su mirada de figuras utilizadas por el discurso de justicia transicional recurrentemente para establecer lo que “normal” o “cotidianamente” sufren las mujeres, hacia la experiencia de lo que efectivamente padecen como * Premio Alejandro Ángel Escobar en Ciencias Sociales y Humanas, 2017. 1 Este resumen se ha extraído de la investigación presentada a los premios Alejandro Ángel Escobar.

consecuencia de episodios de violencia política condicionados por estructuras patriarcales, discriminación y exclusión. Esta investigación busca por tanto hacer evidente la distorsión que muchas veces conlleva un discurso jurídico que no ha realizado un proceso de identificación de la experiencia en contextos sociales y culturales propios, sino que se basa en ideas preconcebidas de orden dualista y universal, sobre los daños que sobrevienen para las mujeres como consecuencia del conflicto. La ausencia de la experiencia femenina en el discurso jurídico, en relación con las vivencias del conflicto y los daños que son experimentados, parece proyectar un cuerpo que no pertenece al cuerpo vivido, sino a uno estructurado por la óptica dualista en que las mujeres se limitan a una existencia natural y biológica determinada por las contingencias de la sexualidad y la maternidad. Uno que pertenece a cierta representación discursiva limitante de la experiencia y que se reduce a aquella que proviene del cuerpo biológico de la mujer. Así, la narrativa jurídica sobre los daños ocasionados por el conflicto armado, basada en un cuerpo dualista, no corresponde con lo vivido por las mujeres, sino establece una representación fija que las EN OTRAS PALABRAS… no. 25 / Noticias En Otras Palabras | 151


feministas consideran patriarcal y opresiva. Aquí subyace la idea de que la subordinación se basa en justificaciones biológicas que les impide tener experiencias distintas a las determinadas por su fi3 siología sexual y reproductiva . En este sentido y de acuerdo a la construcción dualista, las mujeres son más biológicas, más corporales y más naturales que los hombres. De esta manera, la propuesta de esta investigación gira en torno a la deconstrucción del discurso jurídico de justicia transicional, desde una perspectiva feminista que busca el reconocimiento del cuerpo vivido y la imagen completa de la experiencia, señalando su importancia en relación con los objetivos de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición. La investigación hace un recorrido por distintos casos para permitirnos comparar, comprender y

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asimilar los conceptos nuevos. Mi intención además de señalar las debilidades del discurso de justicia transicional en cuanto al reconocimiento de la experiencia de las mujeres, es hacer recomendaciones puntuales para permitir su integración. De este modo es posible crear mecanismos acordes con las necesidades de las mujeres en contextos propios, y no de acuerdo a ideas o representaciones que marginen el cuerpo femenino y su paso por vivencias de violencia política. La metodología propuesta realiza la inclusión de herramientas puntuales para hacer análisis de discurso jurídico de justicia transicional. Permite a futuros investigadores, académicos y funcionarios interesados en evaluar la inclusión de la experiencia femenina en procesos de justicia transicional, comprobar dicha inserción acorde con los objetivos propuestos por la sociedad en transición.


Premio a María Cecilia González

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Inscripcion X Bienal Internacional de Arte Suba. Datos personales: • Nombre completo: Maria Cecilia Gonzalez Montoya • Nacionalidad: Colombia • Años de experiencia: cinco años Título de la obra: Homenaje a Yuliana Andrea Samboní. Técnica: mixta sobre lienzo. Dimensiónes de la obra : 100x70 cm Año:2017

Comentario de la obra: La propuesta visual contiene elementos simbólicos de gran actualidad reflejan el abandono de nuestras niñas, niños, y mujeres; resume la violencia de género, que subyace desde las representaciones de exclusión y segmentación en los espacios de enunciación socio-culturales afectivos, educativos donde lo hegemónico ha permeado las relaciones enfermas de una cultura patriarcal, siendo el feminicidio una de las expresiones más agresivas. El papel de la pintura como medio de expresión es el de representar el espacio poético mas allá de la sacralización del cuerpo de nuestras niñas, adolescentes y mujeres; es la capacidad de reivindicarlos y dignificarlos desde el espacio poético de las artes, en este caso desde lo visual. Esta obra fue seleccionada para participar en la X BIENAL INTERNACIONAL DE ARTE, SUBA 2017.

Título: Natural order Año: 2017 Técnica: Tintas sobre papel

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Las mujeres, los libros y el cine


Juanita Barreto Gama

La invención de la niña de Ana María Fernández diversas maneras como se ha abordado la relación entre ésta y las demás etapas del ciclo vital. La segunda: todas las personas sin excepción somos portadoras de las huellas de nuestra infancia en nuestros cuerpos, en nuestro acontecer cotidiano, en nuestros pensamientos, sentimientos, acciones, opciones, decisiones y sueños. La tercera: cada uno de sus capítulos nos remite a una amplia gama de fuentes de consulta tanto documentales como vivenciales que han permitido descorrer el velo que durante milenios ocultó la existencia de las niñas, las convirtió -como a las mujeres y a las sirenas- en una ilusión o un espejismo envuelto en los ropajes de la supuesta ´neutralidad´ del conocimiento científico. Tres razones me acompañaron al acoger con entusiasmo el compromiso de reseñar este texto (Fernández, 1993), en cuyas páginas la trayectoria investigativa de su autora se entrelaza con las palabras, testimonios y relatos de mujeres al recordar momentos de su niñez y su adolescencia, tomando como punto de partida la pregunta: ¿Cómo pensar la invención de la niña en el mundo contemporáneo? (p. 11) La primera: es un texto imprescindible tanto para quienes se dedican al estudio y al trabajo en el campo de la niñez o de la infancia como para quienes indagan sobre su incidencia en las

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Varias sin-razones también circularon por mi mente mientras jugaba con las palabras que le darían forma publicable. No es el caso exponerlas aquí. Baste con sintetizarlas bajo la forma de pregunta generadora: ¿Quién escribe esta reseña: la mujer que soy hoy, la niña que llevo dentro o ambas en este momento de mi historia y de la historia?… Este libro no tuvo circulación comercial; fue gestado en Buenos Aires en la última década del siglo pasado a solicitud de la UNICEF. Las palabras con las cuales Patricio Fuentes Sarmiento, entonces director de este organismo en Argentina, cierra la presentación del mismo ilustran el


contexto de su gestación, que es a su vez un pretexto : “(…) el desafío de la década de los noventa, a las puertas del tercer milenio es, por un lado, la implementación de políticas que promuevan “la Igualdad del Hombre y la Mujer y la Potenciación (empowerment) de la Mujer y la Niña”, las que se enmarcan en el principio de equidad entre los géneros. Por otro, construir desde la práctica cotidiana un nuevo modelo de sociedad en el cual el ejercicio de los Derechos en un plano de igualdad entre hombres y mujeres, niños y niñas se ejercite en la familia, la escuela, el trabajo, en fin, a lo largo de todo el ciclo de vida.” (p. 6) Inicialmente, el libro llevaba por título Particularización y autonomía: un proyecto para las niñas, como puede verse hoy de manera inmediata en la página web de su autora Ana María Fernández -que recomiendo por toda la información que la acompaña- y donde se encuentra disponible para consulta en medio de su extensa obra http://www.anamfernandez.com.ar/libros/. Si bien el cambio de nombre pudo obedecer a muy diversas circunstancias, me atrevo a suponer que cuando Ana María buscaba cuidadosamente las palabras más precisas para presentar al gran público este texto recién nacido tenía en su mente la pregunta: ¿Qué hay en un nombre? y como respuesta decidió cambiarlo deseando que sus contenidos circulasen por diversos caminos1. Tuve la fortuna de conocer y estudiar este texto poco tiempo después de su puesta en circulación. Llegó a mis manos por los caminos de la academia cuando fui descubriendo que las historias de las mujeres son también mi propia historia, y que los procesos de crianza inscritos en la piel llevan consigo muchas historias que necesitan ser contadas. 1 Ana María Fernández -especialista en el arte de observar, escuchar e indagar acerca de las palabras mismas, sus significados, sus significantes y su génesis- es integrante del movimiento feminista en su sentido amplio y de la comunidad de académicas feministas en sentido estricto.

El libro impreso llegó a mis manos para hacer esta reseña, y al comparar la edición electrónica con la edición impresa, encontré pequeños cambios producto de la corrección de estilo, unos imprescindibles, otros necesarios y algunos pocos que me hicieron pensar en la sutileza de los matices del lenguaje. Las varias lecturas que realicé de este escrito, alentaron en mí muchos recuerdos sobre las diversas miradas y los diversos lugares desde donde nos situamos para apalabrar la niñez y la infancia en las historias personales y colectivas. Me hicieron pensar en las resistencias que aún persisten para nombrar a la niña, a las niñas y develar las historias del silencio sobre su existencia. Me permitieron ubicar las dificultades para reconocer a las niñas en general y a cada niña en particular como sujeta de derecho mientras persista la ecuación mujer=madre y mientras las diversas iglesias, doctrinas y ciencias que multiplican esta ecuación la reproducen revestida de nuevos ropajes. Contribuyeron para comprender que el devenir mujer autónoma y ciudadana plena nos convoca a seguir encontrando una y muchas razones para contar nuevos cuentos sobre las mujeres, la niña, las niñas y las adolescentes. Cuentos que se reinventan cada día en un mundo contemporáneo en el cual el patriarcado en extinción se resiste a desaparecer reciclándose con múltiples y variados disfraces. Cuentos que logran desnudar el patriarcado, profundizar sus fisuras y dispersar el poder y los poderes que pretenden reproducirlo y mantenerlo vivo. Y no hubiera podido cumplir con el compromiso asumido, si no hubiese encontrado en la vida cotidiana de tantas mujeres de ayer y de hoy, nuevos lentes para escudriñar el mundo en que vivimos, saber que nuevos cuentos sobre el devenir de las mujeres y los hombres están contándose hoy desde el reconocimiento de las

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diferencias constitutivas de lo humano y silenciadas en los viejos y renovados entramados del poder patriarcal y de los poderes que lo sustentan. Hoy, cuando este libro está próximo a cumplir sus veinticinco años de existencia, cabría seguir contando el cuento de cómo ha transcurrido su ciclo vital. Ya dimos puntadas que nos permitieron situarnos en su gestación, su nacimiento y nos animaron a preguntarnos sobre su entrada a la vida pública. El espacio de una reseña solo alcanza por lo pronto para alegrarme porque la vida de este libro está llegando a la adultez, y acudiendo a la metáfora del ciclo vital de los libros escritos por mujeres, contrastarlos con la expectativa de vida y la caracterización tradicional de los ciclos vitales de los libros escritos por hombres2.

2 Y al utilizar la expresión comunidad académica, vienen a mi mente viejos debates, siempre renovados, entre las diversas comunidades de científicos sociales y científicos naturales así nombradas por Thomas Samuel Kuhn a quien recordé por el impacto de su obra escrita en 1962 y traducida al español en ediciones y reimpresiones sucesivas (Kuhn, 1971). Al recordarlo lo busqué en mi biblioteca para degustar la edición impresa, y luego, por curiosidad la web (Kuhn T. S.). Al encontrarlo y confirmar su amplia circulación y el volumen de consultas unos 55 años después de haber sido escrito decidí aplicar el buscador para indagar ¿cuántas veces se utilizó la palabra mujer en ese “Breviario” de 318 páginas? Pensaba que las veces que estudié este texto en las aulas universitarias no se había alojado en mi cabeza esa pregunta y tal vez por eso mismo, me sorprendí al encontrar que si bien se había utilizado una ve, por su significado y relación con el tema objeto de esta reseña lo trascribo para quienes por diversas razones no tienen acceso a este recurso de la postmodernidad: “ (…) Todo esto puede parecer más razonable si recordamos nuevamente que ni los científicos ni los profanos aprenden a ver el mundo gradualmente o concepto por concepto. Excepto cuando todas las categorías conceptuales y de manipulación se encuentran preparadas de antemano, p. ej. para el descubrimiento de un elemento transuránico adicional o para la visión de una casa nueva, tanto los científicos como los profanos separan campos enteros a partir de la experiencia. El niño que transfiere la palabra ‘mamá’ de todos los humanos a todas las mujeres y, más tarde, a su madre, no está aprendiendo sólo qué significa ‘mamá’ o quién es su madre. Simultáneamente, aprende algunas de las diferencias entre varones y hembras, así como también algo sobre el modo como todas las hembras, excepto una, se comportan o pueden comportarse con él.” Es posible que años después de haber hecho esta afirmación, Thomas Samuel Kuhn (Cincinnati, 18 de julio de 1922 Cambridge, 17 de junio de 1996) hubiese encontrado que no todas las hembras de todas las especies se comportan de manera idéntica, y que no todas las hembras de la especie humana son madres o desean serlo. Aun así, hay quienes siguen repitiendo este enunciado como verdad inmutable.

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Esa idea podría animar otras conversaciones acerca de las mujeres, las niñas y las adolescentes. Si bien esta trilogía es semejante a la de la santísima trinidad bendita por los poderes divinos y terrenales en cuanto son efectivamente tres categorías distintas, se diferencia de ella en que estas tres palabras no se funden en una sola historia verdadera sino en múltiples posibilidades de re-crear las historias que nos antecedieron y las que vivimos hoy. Una constante a lo largo del texto es la caracterización de las diversas expresiones de violencia, maltrato, acoso y abuso sexual sobre las mujeres niñas y adolescentes como barreras en y para la construcción de la autonomía psíquica, social, económica, política y cultural de las mujeres: En la introducción –identificado como capítulo o aparte I- (pp. 11-14) identifica la cuestión de la niñez como un campo de problemas a pensar más que un concepto dado (…) precisa la idea de invención como situada en tiempos y espacios específicos, y analiza las razones por la cuales en el campo de las significaciones que demarca la niñez, deja en invisibilidad en principio dos tipos de diferencias: los diferentes modos de ser niños/ as “inscripción de clase” y las diferencias entre ser niño y ser niña “Inscripción de género” junto a las cuales se invisibilizan otras diferencias étnicas, geopolíticas, culturales, etcétera. El capítulo segundo (pp. 15-24) realiza un recorrido por fuentes que dan cuenta de la producción social de la historia de la infancia planteando la pregunta: ¿por qué remitirnos a datos históricos de Europa y tan lejanos en el tiempo? y dando cuenta de las relaciones de las historias de infancia inscritas en la institucionalización de la educación y de las diferencias de acceso a la misma por parte de hombres y mujeres, niñas y niños. El capítulo tercero (pp. 25-37) se concentra en historias que


dan cuenta de las dimensiones morales, éticas, políticas y socioculturales de la fragilización de la adolescencia y de manera específica de las mujeres adolescentes. El capítulo cuarto (pp.39-47) retoma los hallazgos de investigaciones sobre el ataque incestuoso un caso extremo de falta de autonomía de las mujeres niñas, adolescentes y jóvenes. Y para finalizar esta reseña, debo advertir que en la edición electrónica, recomendada anteriormente, hacen falta además de las dos páginas de la presentación de las cuales transcribí antes el párrafo final, las siete últimas páginas de la edición impresa3 de las que retomo algunos de sus apartes: El capítulo quinto se concentra en el embarazo adolescente, respecto al cual parte de afirmar: “(…) si enfocamos el embarazo adolescente desde las categorías que encierra el mito Mujer=Madre, quedarán muchas cuestiones en la oscuridad y, lo que es más grave, quedarán desamparadas dentro de las políticas públicas aquellas niñas que no reproduzcan el mito ciento por ciento. (…) En suma deberíamos vivir en una sociedad donde no fuera necesario fragilizar algunos de sus grupos sociales para luego discutir la forma de asistirlos. (pp. 49-53). Y bajo el título A modo de cierre formula consideraciones acerca del significado de experiencias personales y colectivas que ha animado nuevas preguntas y posibilidades para las mujeres niñas y adolescentes que se re-inventaban en Argentina, en los albores del tercer milenio:

“(…) Estas mujeres que hoy van abriendo caminos fuera de tutelajes masculinos fueron niñas. Tuvieron sueños de protagonismo a pesar de que la sociedad no les ofrecía modelos. Sueños, deseos, anhelos que tuvieron más potencia que los obstáculos y las discriminaciones. Este no es azar ni un milagro del final del milenio. Es el resultado –más allá de que aún no hay paridad de génerosde una historia. De múltiples historias. De rebeldías, de marginaciones y locuras: formas disímiles de dolores transformados en resistencias (…) La subordinación recicla sin embargo nuevas estrategias, nada más contundente que la historia de las mujeres para tirar por tierra cualquier idea lineal del tiempo histórico. Nada más contundente que la historia de las mujeres para tirar por tierra cualquier idea del fin de la historia.” (pp. 55-56)

Bibliografía Fernández, A. M. (1993). La invención de la niña. Buenos Aires: UNICEF, Argentina. Kuhn, T. S. (1971). La estructura de las evoluciones científicas. México D.F.: Fondo de Cultura Económica FCE, Breviarios. Kunh, T. S. (s.f.). Recuperado el 2 de agosto de 2017, de https://materiainvestigacion.files.wordpress.com/2016/05/kuhn1971.pdf Barranquilla, agosto 1 de 2017

3 El PDF del texto digital tiene 22 páginas en total y el texto en papel impreso a una tinta con una ilustración en la portada a todo color tiene un total de 56 páginas. Las páginas citadas en esta reseña corresponden a la edición impresa. Su última línea indica que se terminó de escribir en Buenos Aires, noviembre de 1993.

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Florence Thomas

Si Adelita se fuera con otro de Isabel Agatón Santander me resultaron inmensamente placenteras gracias a su estilo ameno y a una riqueza de fuentes históricas y referencias literarias que refuerzan el rigor de un ensayo que busca aportar elementos para la reflexión teórica crítica del Derecho desde una mirada de género. Aún sin ser abogada acepté prologar este libro que permite profundizar en el camino de una justicia de género que busca entender un mundo plural y detectar las brechas de justicia que siguen existiendo tanto en la disciplina del Derecho, como en múltiples otras disciplinas de las Ciencias Sociales y Humanas.

Escribir el prólogo a un libro de Isabel Agatón Santander no es nada fácil porque resulta que Isabel no solo es una de las mejores abogadas feministas de su generación, sino que ella es poeta -ha publicado varios libros de poesía que fueron reconocidos- y escribe como una mujer que sabe que la liberación de las mujeres pasa por el lenguaje. Ya con su libro Justicia de género, un asunto necesario (Temis, 2013), sabíamos que nos daría más sorpresas editoriales y lo estamos comprobando hoy con Si Adelita se fuera con otro: del feminicidio y otros asuntos. Con solo el título pude intuir que la lectura me atraparía. De hecho, estas más de 200 páginas

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Recorrer esta ruta de la mano de Adelita es para sus lectoras y lectores una sugestiva invitación. Porque no es solo un ensayo crítico de Derecho. Es también un ensayo que permite develar múltiples historias de este largo y casi eterno legado patriarcal que nos dejó la herencia del derecho romano, del derecho español, del Código napoleónico y de una tradición judeo-cristiana que hoy día transita impunemente en escenarios administrativos, civiles, penales y del derecho de familia como nos previene la autora en el primer capítulo. Y de esto se trata este libro: develar el infamante peso de esta herencia, aun hoy en las primeras décadas del siglo XXI en múltiples decisiones judiciales que se refieren a la vida de las mujeres. ¿Será que Adelita es irremediablemente condenada a un lento destierro ante una justicia que parece haber olvidado los aportes de una formidable revolución de las mujeres quienes difícilmente han logrado, y por cierto solo hace


unas décadas, revindicar algunos derechos sobre la pertenencia de su cuerpo, su lugar en el amor, en la familia, sobre su posibilidad de romper con la normatividad heterosexual y sobre la protección misma de su vida? Los diez capítulos del libro de Isabel nos llevan a examinar el largo tiempo de esta condición de incapacidad y de este estatus de menor de edad de las mujeres que todavía, y demasiado a menudo, se encuentra plasmado en un Derecho inmovilizado en el tiempo y prácticamente incapaz de responder a las demandas de una modernidad que fue un engaño para la mitad de la población mundial: las mujeres. Es así como Isabel no duda en meterse en la historia del amor, Adelita, mi mujer, mi objeto, mi posesión legitima; de los celos, Adelita, si no eres mía, no serás de nadie; del matrimonio, de la maternidad y de la heterosexualidad, obligadas referencias identitarias para las Adelitas; de la vida de las mujeres, Adelita, o el aterrador temor de tener un cuerpo sexuado de mujer. En cada uno de estos capítulos, la autora busca nombrar una realidad que necesitaba ser nombrada y dar cuenta de las historias personales, colectivas y sociales que se entrelazan con las historias jurídicas. Se extiende particularmente sobre una práctica ancestral que hoy nombramos como feminicidio (capítulos 7, 8 y 9). Después de leer estos tres capítulos, será difícil encontrar una historia más completa relacionada con esta práctica de terror anti-femenino y de odio paroxístico a la mujer que nombramos desde hace unas tres décadas como feminicidio a pesar de que esta palabra había sido utilizada desde el final de la década de los 70 por Diana Russell en el Primer Tribunal Internacional de Crímenes contra las Mujeres, celebrado en Bruselas y presidido por Simone de Beauvoir. Por supuesto, el libro es también profundamente esperanzador, pues en cada capítulo de estas

historias, la autora se refiere a los lentos avances de algunas decisiones jurídicas, jurisprudencias y sanciones de nuevas leyes a favor de las mujeres. Gracias a un examen crítico que se está operando desde los evidentes aportes del feminismo y desde el valor de mujeres abogadas feministas como ella, y probablemente también de algunos hombres sensibles a ese enfoque de género que permite una justicia de género hoy incuestionable. Sin olvidar a mujeres y hombres integrantes de Cortes Constitucionales que, en su momento, no han dudado en apoyar los avances propuestos por el movimiento de mujeres como fue el caso, hace ya casi once años, entre varios otros, de la Sentencia 355 de 2006 relativa a la despenalización de tres causales para la interrupción voluntaria del embarazo. En su precedente libro, Isabel Agatón nos había dicho que Es a partir del derecho que se estatuyen las calidades de mujer, hombre, menor de edad, padre de familia, cónyuge, y éstas definiciones son algo más que atributos legales; son, por sí mismas, identidades y subjetividades que aparecen condicionadas por ese discurso jurídico. Todo el contenido de este libro que circula hoy lo demuestra: la ley, despojada de una mirada y sensibilidad de género, despojada de una mirada contextual e histórica de ese legado patriarcal que todavía considera a todas las Adelitas menores de edad, despojada de la posibilidad de entender el carácter sistémico y generalizado de las múltiples violencias ejercidas desde hace siglos contra las mujeres, seguirá siendo una fría herramienta incapaz de interpretar el significado de una justicia de género. Como lo muestra la autora a todo lo largo del texto al reportar centenares de ejemplos históricos de procesos judiciales contra las mujeres que dejan entrever un asombroso desprecio por sus vidas, esta fría herramienta empezó a cambiar solo hace algunas décadas y aún sin la velocidad necesaria para reparar siglos de terror hacia las mujeres y sus vidas. Por ello, estas páginas son un incentivo

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para acelerar la realización de los derechos de las mujeres en los estrados judiciales. Si Adelita se fuera con otro, quien sabe si le iría mejor… Hay en ese frío mundo todavía tantas discriminaciones e inequidades de oportunidades para las mujeres, tanta complicidad del Derecho con viejos imaginarios relativos al deber ser de una mujer, tantas muertes anunciadas, tantas Adelitas asesinadas por sus compañeros presos de ira e intenso dolor, tantos hombres humillados en una hombría que busca legitimarse en un viejo y desactualizado sentido del honor, en fin tanta misoginia y odio acumulado durante siglos hacia las mujeres que, si no se logra desarrollar las posibilidad de nuevos pactos amorosos entre hombres y mujeres, yo no sabría qué decirle a Adelita. Por cierto, sus hijas y nietas tienen hoy una oportunidad de construir nuevas concepciones y prácticas de justicia, de reconocimiento y de solidaridad por parte de muchas mujeres que ya se reconocen y se nombran en cada una de las víctimas de esta misoginia. Ya muchas de nosotras -mas no aun todas- somos

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Rosa Elvira Cely y seguiremos acompañando a todas las Adelitas del mundo. Porque ahora, como nos lo dice Isabel Agatón, nuestra abogada poeta, las mujeres hoy son de madera/ danzaoras, cantantes, poetisas/ hacen de la vida una historia/ que empiezan a contarse a su manera. Por todo ello y por muchas razones más que encontrarán quienes se decidan a caminar de la mano de Adelita, leer este libro no debería ser obligatorio sino imprescindible en todas las Facultades de Derecho del país. Será también material de necesaria consulta para quienes, desde diversas disciplinas, concurren en la búsqueda de la realización del valor de la justicia. Ahora, Isabel continúa transitando entre el Derecho y la poesía porque sabemos que, también desde esta otra escritura, seguirá abriendo camino para que las mujeres, de la mano de Adelita, aprendamos a volar, a soñar y a retar todos los patriarcas del mundo. Florence Thomas Bogotá, enero 2017


Luz Alexandra Garzón Ospina*

Maternidades y paternidades. Discusiones contemporáneas

María Himelda Ramírez y Miguel Barrios-Acosta, editores Bogotá: Facultad de Medicina y Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia, 2016, 208 pp. Este texto es resultado de una selección de nueve escritos elaborados en el curso Maternidades y paternidades. Discusiones contemporáneas, impartido por María Himelda Ramírez durante el segundo semestre del 2011 en la Maestría en Trabajo Social con énfasis en familia y redes sociales. Así, el escrito ofrece perspectivas transdisciplinares que establecen diálogos con el análisis crítico del discurso, perspectivas de género, clase, de etnia y estudios sobre las diversidades. * Profesora del Departamento de Trabajo Social. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá

El primer capítulo, escrito por María Himelda Ramírez y que da título a la primera parte, destaca con claridad cómo las interpretaciones contemporáneas acerca de la maternidad, la paternidad y la familia provienen de las fuentes más diversas, con conexiones y tensiones entre sí. Con este punto de partida, la maternidad y la paternidad se sitúan históricamente, atravesadas por las continuidades de la tradición católica en la que se recrean y fortalecen imaginarios acerca de ser madre y padre. Las formas de nombrar a los hijos como legítimos o ilegítimos, en orfandad y abandono, recrean maneras de diferenciarlos socialmente y asignarles un lugar. La importancia del matrimonio y la imagen de la sagrada familia se convierten en los escenarios ideales para entender el lugar y el rol de la madre y el padre. Con este escenario se transversalizan los impulsos modernizadores que surgen en el país a finales del siglo xix y comienzos del xx, los cuales plantean redefiniciones a las tradiciones católicas y abren paso a otras maneras de concebir los proyectos de vida de los hombres y mujeres, como la posibilidad del matrimonio civil o el divorcio, entre otras. “¿Ha sido una buena madre?”, le pregunta Concepción Cejudo a Elisabeth Badinter; ella responde: “Soy una madre mediocre como la gran mayoría de las mujeres porque soy un ser humano y no una gata”. Esta respuesta me posibilita realizar algunos comentarios al texto de Florence Thomas “El conflicto entre la mujer y la madre. Una síntesis del libro de Elisabeth Badinter”. No existe la madre perfecta que la cultura patriarcal demanda, algunas mujeres, incluso, deciden no tener hijos. Esta premisa se convierte en eje para la discusión que realiza la autora y en la que se destaca cómo EN OTRAS PALABRAS… no. 25 / Las mujeres, los libros y el cine | 163


se está produciendo una involución silenciosa de los logros de la revolución femenina ocurrida a mediados del siglo xx. Ella afirma que la tendencia sobre la cual se apoya esta involución es un regreso al naturalismo y la ecología, reforzada por algunas instituciones, como las ligas de la leche, desde las que se impulsa un retorno a la exclusividad de la madre con el hijo y a reconocer el papel de las mujeres como madres. Al revisar las estadísticas de las parejas sin hijos en países como Japón, Francia, Inglaterra, Italia, Austria, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos, las parejas sin hijos se duplicaron. Asunto que lleva a la redefinición de la identidad femenina unida a la maternidad como un decisión y no una imposición, lo cual se ubica como una verdadera revolución, revolución que comenzó con la anticoncepción que enfrentó a las mujeres a la decisión de ser madres o no.

cursos de las adolescentes sobre su maternidad, Ciudad de México”, el modo en que esta autora expone cómo desde sus discursos estas adolescentes acuden a un hospital público del sur de la Ciudad de México, que atiende mayoritariamente población urbano-marginal, y se vuelven mujeres cuando tienen hijos; ellas expresan que para la mayoría de los hombres, una mujer embarazada, incluso si es adolescente, es considerada de mayor valor que las que no lo están; una mujer es tratada de forma diferente y mejor por los varones cuando es una madre o cuando está embarazada, y finalmente, para tener una identidad individualizada y un reconocimiento social y cultural, las adolescentes necesitan adquirir la categoría de mujer; sin embargo, para ser considerada valiosa es necesario tener un hijo o estar embarazada.

De Freud a Lacan el tema del padre juega un papel vital en la clínica psicoanalítica y también en el texto de Sylvia De Castro “Los nombres del padre”. La autora rescata el tema del significante “padre” como un asunto de estructura, el cual soporta la atribución del sentido que se le pueda dar acerca de la paternidad en la que importa la estructura y no el sentido. La muerte del padre, el padre simbólico, imaginario y el real, la ley como posibilidad de regular la pulsión, acompañan la exposición de la autora que comunica estas construcciones con la familia.

De otra parte, Miguel Barrios-Acosta, en su texto “El amor y la gestación entre adolescentes que conviven con el vih/sida”, presenta una oportunidad para reflexionar sobre la sexualidad infantil, desde la historia de Paola y Jerson, un amor adolescente en el que él convive con el vih/sida. En este caso, desde una investigación etnográfica en una institución que atiende niños y niñas con vih/sida, a partir de ese relato y proponiendo la encrucijada de la endogamia sexual como respuesta social frente a la vivencia de la sexualidad de niños, niñas y adolescentes que viven y conviven con esta enfermedad.

La segunda parte del libro: Hacia la problematización de los discursos sobre la maternidad en la adolescencia, se presenta a partir de dos textos que ilustran el tema de la adolescencia, la sexualidad, el amor, la maternidad adolescente, el significado de ser madre y las preguntas acerca de la paternidad como asuntos vitales para entender el amor adolescente y la gestación entre adolescentes que conviven con el vih/sida. Resalto del texto de Noemi Ehrenfeld, “Los dis-

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La tercera parte del libro habla de Otras maternidades y otras paternidades. Entre la reivindicación y la censura. El texto, escrito en primera persona por Bárbara Zapata Cadavid, expone la crianza en contextos de homoparentalidad desde las narrativas familiares. A partir de la investigación en sí misma, sus aspectos teórico conceptuales y metodológicos, así como las preguntas y vicisitudes que ha vivido la autora a la hora de intervenir y tomar decisiones profesionales. El texto nos per-


mite situar el tema de la paternidad y maternidad desde la diversidad, como un ejercicio relacional que va más allá de posturas estáticas acerca de la familia, del paternar y maternar, y de los discursos moralistas que asignan un no lugar a las parejas homosexuales al momento de tener hijos y criarlos. También aborda la crianza desarrollada en un adentro y un afuera, entre lo privado y lo público, ya que este hecho le asigna un lugar compartido tanto de parejas heterosexuales como homosexuales. El libro expone en su cuarta parte un texto del autor Miguel Barrios-Acosta llamado “Maternidad y paternidad en condiciones de exclusión y marginalidad social”. El autor presenta una parte de los resultados de su tesis doctoral en salud pública, desde donde construye un esquema para comprender los elementos constitutivos de la maternidad y la paternidad en contextos contemporáneos, que además pueda aplicarse a las condiciones de vulnerabilidad, exclusión y marginalidad social. En el texto expone las particularidades y retos que tiene el paternar y el maternar en la miseria urbana, en los que se destaca la violencia, así como la agencia de estas familias y las expresiones de género que surgen en su interior y la manera como entretejen sus relaciones. La última parte del libro se relaciona con maternidades y paternidades en contextos de violencia política. Dos artículos la integran; el primero “Algún día tenía que pasar. Maternidad adolescente en jóvenes desvinculadas del conflicto armado interno colombiano”, escrito por Eliana Pinto Velásquez, y el segundo “Madres de hijos desaparecidos y ejecutados extrajudicialmente: creencias, experiencias y reconfiguraciones”, de Viviana Nitola Betancourt. Las dos autoras publican los resultados de sus tesis de maestría. La

primera en Género y la segunda en Trabajo Social con énfasis en familia y redes sociales. Eliana Pinto expone, de manera puntual, los sentimientos, concepciones, prácticas, en torno a la maternidad y la forma como seis jóvenes, entre los 16 y 18 años, desvinculadas del conflicto armado, vivencian sus sexualidades y cuestionan los roles considerados tradicionales. Entra en juego el análisis de lo masculino y lo femenino, del deber y saber hacer, del amor, las relaciones de pareja, las añoranzas y los cambios después de la desmovilización, aún más enfrentando la maternidad. Por otra parte, Viviana Nitola realiza su investigación a partir de cuatro homicidios de hombres que desaparecieron de sus hogares en el municipio de Soacha. “Con base en un trabajo etnográfico y un enfoque de género, realizo una interpretación de los relatos de las madres sobre la experiencia de la desaparición, el asesinato, las vicisitudes de la recuperación de los cadáveres y sus transformaciones en la búsqueda de justicia”. (P. 15) Presenta cómo la transformación de estas mujeres y madres se gesta a partir de la colectivización del dolor y la politización de la maternidad, e invita a la construcción de identidades grupales. Cierro esta reseña exaltando cada uno de los abordajes teóricos y metodológicos de las investigaciones expuestas. Así mismo, con la invitación al cuestionamiento y deconstrucción de las nociones de familia, crianza, pareja, sexualidad, adolescencia, maternidad, paternidad y sus conexiones con los contextos de violencia, nuevas paternidades y maternidades, e insistiendo en que cada uno de estos abordajes es un llamado a la interdisciplinariedad.

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María Eugenia Martínez* Fragmentos literarios feministas sobre las huellas de la infancia En este número reproduciremos algunos fragmentos literarios de mujeres que se han destacado en la literatura actual y hacen referencia a los recuerdos y a las huellas que ha dejado la infancia a lo largo de sus vidas, así como las múltiples formas de superación de los traumas causados y/o de las oportunidades sembradas. Estas letras dejan entrever a la niña interior que siempre llevamos dentro hasta la muerte y con quien nos encontramos frecuentemente en la vejez. La lectura de literatura feminista es reconfortante. El lenguaje se transforma sutilmente con el reconocimiento a las mujeres y la comunicación fluye al encuentro con una misma. La lectura de la literatura feminista es simple y sencillamente un acto cultural recreativo. Es posible visualizar imágenes femeninas libertarias que van surgiendo al ritmo de los cambios generados durante los últimos tres siglos. En esta literatura, el maltrato y las violencias cotidianas no se narran como algo natural ni como destino inmutable. Las niñas como objeto del deseo no aparecen como derecho inalienable masculino, surgen voces de protesta, descontento y sanción. Cuan diferente es la lectura de la literatura feminista, de la clásica y tradicional; en esta última se expresan los deseos masculinos 166 | Mujeres adolescentes y niñas

sin tener en cuenta el profundo dolor y desconcierto que causan; se narran a las mujeres como objetos de otros, no se escuchan sus voces, sus emociones, sus pensamientos. No solo encontramos momentos críticos y problemáticos. Ellas se atreven a escribir sobre la felicidad.

Doris Lessing. Premio Nobel de Literatura, 2007. De nuevo el amor.

“Sarah, la protagonista, se ve obligada a revisar su historia sentimental, desde la más tierna infancia hasta sus obsesiones más recientes... Envejecer con gracia…Esta era la señal en el camino. Podría decirse que las instrucciones están escritas con una letra invisible que se hace lentamente legible cuando la vida la va sacando a la luz. Luego solo hay que pronunciar las palabras apropiadas. La verdad es que los ancianos no lo hacen mal. El orgullo es una gran cosa, y las


actitudes y los estoicismos necesarios resultan fáciles porque los jóvenes no saben -está oculto para ellos- que la carne se marchita alrededor de un corazón inmutable. Los ancianos comparten entre ellos ironías propias de fantasmas en un festín, pero solo ellos los captan, y no los invitados cuyas bufonadas y conductas contemplan, sonriendo, recordando…. Sarah no podía recordar haber sufrido nunca como entonces. No obstante, sabía que sí había sufrido, puesto que las <instantáneas> de su infancia así se lo decían. No podía emparejar aquel particular grado de estar enamorada con nada de su vida adulta, solo con los amores de la infancia. Después del muchachito que se sintió tentado por la casa del árbol y no por ella, la mayor parte de su vida había estado enamorada de un chico tras otro. Adolescente, tenía fantasías de besos: no podía creer que aquella felicidad pronto sería suya, <cuando creciera>. (Era el eufemismo que todo el mundo utilizaba para <cuando tengas pechos>.) La cuestión era que, por muy maravillosos, correctos, satisfactorios que hubieran sido los besos cuando creció, ninguno tuvo la magia que les había atribuido en su imaginación cuando era demasiado joven para besos… Sarah le decía silenciosamente a la niña: <Aguanta, aguanta. Muy pronto se cerrará totalmente una puerta dentro de ti porque lo que sientes es insoportable. La puerta permanecerá allí cerrada para toda tu vida: si tienes suerte nunca se abrirá y ni siquiera conocerás el paisaje que habitaste… ¿durante cuánto tiempo? Pero el tiempo de un niño no es el tiempo de los adultos. Vives en una eternidad de soledad y ficción, y en un auténtico infierno, porque lo que define al infierno es que no hay esperanza. No sabes que se cerrará totalmente la puerta, crees que así es y debe ser la vida: siempre te sentirás despreciada y que siempre tendrás que contemplar cómo quiere a aquella criaturita a la que tú quieres tanto por-

que crees que, si quieres lo que ella quiere, ella te querrá a ti. Pero un día sabrás que por mucho que hagas y por mucho que lo intentes, de nada sirve. Y en ese momento la puerta se cerrará y te verás libre>.

Ángeles Mastretta. Premio Mazatlán de México, 1985. El Viento de las Horas, 2015. “El mundo en siete calles. ¿Cómo cabían ahí tantas cosas y cómo caben en mí? En el centro de todas, la Estrella, una miscelánea que estaba casi tan cerca de mi casa como está hoy mi cocina de la puerta que se abre hacia la calle… También ahí está mi casa. Toda, como el cuadro, dentro de mí cuando la quiero ver. Idéntica a sí misma como ya no será nunca. Como todavía es, cuando quiero mirarla… Esto encuentro al volver de la ciudad en que nací... Esto que invoca al patio de la infancia… Qué lento y aromado era el tiempo. Daba para todo…. Ese deseo de lo imposible se pierde con los años. Sin embargo, lo que deseamos con fuerza en la niñez, aún nos golpea de pronto con el placer de encontrarlo… Adivinar si el tiempo ha empezado a encogerse, si los días se harán horas y el clima conseguirá desaparecer las noches que cada vez son más cortas. Adivinar… ¿O que nuestra curiosidad era tal que vivíamos dentro de una adivinanza?... Era la paz entonces. Cuando íbamos al colegio caminando. Al salir comprábamos un helado y nos deteníamos a platicar sobre nada en mitad

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de todo. Pasaban los coches de uno en uno y el tiempo era nuestro, como el aire y la certeza de que no había nada que temer… Cuando uno empieza a explicar por qué las cosas eran mejor antes, empieza a maldecir el tiempo en que vive. Y todo menos eso. Yo he sido muy feliz frente a este mar y no voy a ofender su derredor aunque me muera de tristeza. Era de tal modo inocente. Era inmenso. Ahora está sitiado…

Stvetlana Alexiévich. Premio Nobel de Literatura. 2015. La guerra no tiene rostro de mujer. Penguin Random House, 2015.

El Caribe no me deja soltarlo… <Eres mío hasta el fin de mis días>,… que me agobia tanta gente y tanta faramalla, que me devasta haber perdido la sencillez, frente al infinito y enamorada. Qué palabra para nombrarlo todo. Luego giro sobre mis pies, desmiento a mi cursilería. Claro que he de volver, nunca me he ido. Ni para qué negar la realidad… ¿Qué sería de nosotras sin el olvido? ¿En dónde guardaríamos las emociones nuevas?... Como cultivo mitos me gusta pensar que vivo en un barrio de los de antes. Y es por eso que tolero los pregones con tanta paciencia. A veces con entusiasmo. Pasa temprano un muchacho haciendo sonar el triángulo. Vende barquillos. Los saca de un bote plateado que carga con una cinta cruzada al pecho. Debió tener un bisabuelo que hacía lo mismo. A éste le compraba yo a los cuatro años. Los sábados cruzan un hombre, una mujer y un niño que ofrecen comprar vejestorios.”

“Deberíais crecer, niñas…Estáis muy verdes aún…” Las voces…Decenas de voces…Se abalanzaron sobre mí desvelando una verdad insólita, y esa verdad ya no cabía en aquella fórmula simple y bien conocida de la infancia; hemos ganado la guerra. Se produjo una reacción química instantánea: la retórica quedó diluida en la materia viva de los destinos humanos…Resultó ser la sustancia más perecedera de todas. El destino es cuando detrás de las palabras sigue siendo una voz real. Lo que estoy recopilando lo definiría como el <saber del espíritu>. Sigo las pistas de la existencia del alma…Escribo la historiografía de los sentimientos… La historia del alma. No se trata de la Gran Historia. En mi familia éramos ocho hijos, los cuatro primeros éramos niñas, yo la mayor. Un día papá

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volvió del trabajo y lloró: ´En su día me alegraba de haber tenido primero hijas. Futuras novias. Pero ahora todas las familias envían a alguien al frente y nosotros no tenemos a quien enviar… Yo me he hecho viejo, no me aceptan, y vosotras sois niñas, los niños son todavía pequeños´. En mi casa sufrieron mucho. Cuando organizaron los cursos para el personal sanitario, mi padre nos apuntó a mí y a mi hermana. Yo había cumplido los quince, ella tenía catorce. Él decía: ´es todo lo que puedo ofrecer para lograr la Victoria. A mis niñas´…En aquel momento no se pensaba en otra cosa. Un año después estaba en el frente. Natalia Ivánovna Serguéeva. Soldado, auxiliar de enfermería. Sobre las muñecas y los fusiles <Ay, nenas, qué puñetera fue esa guerra…Vista con nuestro ojos. Con ojos de mujer…Es horrenda. Por eso no nos preguntan…> << ¿Os acordáis, chicas? Íbamos en los vagones de mercancías… Los soldados se burlaban de cómo sujetábamos los fusiles. No lo hacíamos de la manera en que se suele sostener un arma, sino… Ya no soy capaz de reproducirlo…Igual que cogíamos a nuestras muñecas…>> <<La gente llorando, lanzando gritos… Oí la palabra: “¡Guerra!”. Y pensé: “¿Qué guerra si mañana tengo un examen? El examen era lo más importante. ¿Qué guerra? <Yo era una niñita de mamá…Nunca había viajado fuera de mi ciudad, nunca había dormido en una casa ajena, y de pronto me había convertido en la médico subalterna de una batería de morteros. ¡Lo mal que lo pasaba! Los morteros empezaban a disparar y al instante me quedaba sorda. Tenía la sensación de que mi cuerpo se

estaba quemando. Me sentaba en el suelo y susurraba: “Mama, mama…Mama…”. Estábamos acampados en un bosque, por la mañana había tanto silencio, se veía el rocío. ¿Quién hubiera dicho que estábamos en la guerra? Tan bonito, tan pacífico era el paisaje… Nos ordenaron vestirnos de uniforme, yo mido un metro con cincuenta. Cuando me metí dentro del pantalón, las otras chicas consiguieron atármelo por encima de la cabeza. Así que seguí con mi vestido, me escondía de los superiores. Finalmente acabé en la celda de arresto por haber incumplido la disciplina militar…> >Había un batallón de esquiadores…Chicos del último curso del colegio…Un fuego denso de ametralladoras los tumbó…. Cuando los trajeron, lloraban. Éramos de la misma edad, pero nosotras nos sentíamos mayores. Los abrazábamos: “Pobre crío”. Ellos se indignaban: “Si hubieras estado allí no me llamaría crío”: Morían gritando: “¡Mama! ¡Mama! -Yo me fui con el tren sanitario… Recuerdo que la primera semana me la pasé llorando: primero, no tenía mamá a mi lado, y, segundo, me había tocado dormir arriba de todo, donde guardaban las maletas. Esa era mi <<habitación>>. - ¿A qué edad se fue a la guerra? - Estaba en octavo curso, no aguanté hasta finalizar el año. Me escapé al frente. Todas las chicas del tren sanitario eran de mi edad. -¿Cuál era su trabajo? -Cuidábamos a los heridos; les dábamos de comer, de beber, les poníamos el orinal: todo eso era nuestro trabajo. Conmigo hacía turno una muchacha algo mayor que yo, al principio me protegía:<<Llámame si te piden el orinal>>.

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Eran los heridos graves: uno sin brazos, otro sin piernas. El primer día la llamé, luego estaba claro que ella no podría cubrirme día y noche, me quedé sola. Svetlana Nikoláevna Lúbich, auxiliar sanitaria <<Yo corría… Éramos varias personas corriendo. Nos escapábamos…Nos perseguían. Nos disparaban. Veía a mi madre, ella también estaba expuesta al fuego de las ametralladoras. Nos veía correr…Yo oía su voz, ella gritaba…Menos mal que te has puesto el vestido blando…Hijita…Ya no habría nadie para vestirte…>>. Ella estaba segura de que me matarían y se alegraba de que una vez muerta yo yaciera vestida de blanco… Justo antes nos estábamos preparando para ir de visita a una aldea cercana. A celebrar la Pascua… Con unos familiares… Se hizo un gran silencio…Dejaron de disparar. Solo oía los gritos de mi madre… ¿Tal vez seguían disparando? Yo no oía nada… Durante la guerra toda nuestra familia murió. Se acabó la guerra y yo no tenía a nadie a quien buscar…> Liubov Ígorevna Rudkóvskaia, guerrillera

Toni Morrison. Premio Nobel de Literatura, 1993. La noche de los niños, 2016. “No es culpa mía. A mí no pueden acusarme. Yo no hice nada y no tengo idea de cómo pasó. Una hora después de que me la sacaron de entre las piernas ya me había dado cuenta de que había un problema. Un problema grave. Era tan negra que me asustó… No me hace ninguna gracia decirlo, pero la niña Lula Ann, me hizo pasar vergüenza ya desde el

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principio, allí en la maternidad…, tapé la cara con una manta y apreté… Mi marido gritó: ¡Mierda! Pero ¿qué coño es eso?... Cuando la paseaba en el cochecito los amigos y desconocidos se agachaban y echaban un vistazo para decir algo bonito y entonces pegaban un respingo o se apartaban y luego torcían el gesto… A veces me arrepiento de haber tratado así a Lula Ann cuando era pequeña. Pero hay que entenderlo: tenía que protegerla. No conocía el mundo. No tenía sentido hacerse la dura o la descarada, por mucho que se tuviera razón, en un mundo en el que podían mandarte a un reformatorio por responder mal o por pelearte en el colegio, un mundo en el que te tocaba ser la última contratada y la primera despedida. Ella no podía saber nada de eso, ni que su piel negra iba a asustar a los blancos o a hacer que se rieran y la tomaran del pelo… Lo que haces a los niños tiene mucha importancia. Y puede que nunca lo olviden. Ahora tiene un trabajo de mucha importancia…


Te pido perdón por haberte esclavizado para encadenarme a un espejismo de control y a la seducción barata del poder. Ningún esclavista lo habría hecho mejor”. Lula Ann o Bride “Al bajar los escalones me cogió de la mano ¡De la mano! No lo había hecho nunca. Me sorprendió y me gustó a partes iguales, porque sabía desde siempre que no le gustaba tocarme. Me daba cuenta. De pequeña, cuando tenía que bañarme, ponía cara de mucho asco… Rezaba para que me diera un bofetón o un cachete, solo para sentir su mano. Me equivocaba adrede en cosas pequeñas, pero Sweetness (la madre) siempre encontraba la forma de escarmentarme sin tocar la piel que tanto odiaba: a la cama sin cenar, castigada en mi habitación. Aunque lo peor eran los gritos. Cuando el miedo se impone, la obediencia es la única posibilidad de vivir...

no ser una <negraca> ya me bastaba para ganar. Me he convertido en una belleza negro azabache que no necesita botox para tener labios apetitosos, ni rayos uva para disimular una palidez cadavérica. Y tampoco me hace falta silicona en el trasero. He vendido mi elegante negrura a todos esos fantasmas de la infancia y ahora me pagan por admirarla… De vez en cuando, Bride dejaba caer la fachada de control absoluto de mujer de negocios modernísima, apasionante y triunfadora, y confesaba alguna debilidad o algún recuerdo doloroso de la infancia. Y sabía perfectamente que las heridas infantiles se infectaban y nunca cicatrizaban, la consolaba y al mismo tiempo ocultaba la rabia que sentía al pensar que alguien pudiera hacerle daño… De los detalles de su infancia.

No sé si era verdad o no, pero así me inventé, me reinventé…

Aceptaste como una mula de carga la fusta del insulto de un desconocido y la amenaza insensata que comporta junto con la cicatriz que deja por definición te pasas la vida negándolo aunque esa palabra aborrecible no es más que una raya fina trazada en la arena y disuelta rápidamente en el mundo marino en cualquier momento cuando la acaricia una ola igual de insensata como si un dedo rozara por accidente la lengüeta de un clarinete y el músico aprovechara el silencio para permitir que la nota verdadera sonara con fuerza.

Y dejé que los agravios y las intimidaciones penetraran en mis venas como un veneno, como un virus mortal para el que no había cura. En realidad me vino bien, ahora que lo pienso, porque desarrollé una inmunidad tan fuerte que con

¿Cuánto hacía que un trauma infantil la había apartado de un tirón de las olas y las corrientes de la vida? Le escocían los ojos, pero eran incapaces de llorar.

¿Quién quiere a una mujer como yo? … La gente se paraba a mirarme en todas partes, pero no con cierta repugnancia, como cuando era una cría…

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María Cecilia González Montoya* ¿Cómo está impactando el cine a nuestras niñas y adolecentes? El cine tiene la función de retratar la realidad con imaginación, es un poderoso medio de comunicación de masas; las películas tienen influencia en la sociedad y se pueden convertir en herramienta pedagógica, de investigación y denuncia social, elementos que tiene claros el comprometido y reconocido cineasta antioqueño Víctor Gaviria, quien saca sus películas de los grandes teatros y las lleva a los sectores más deprimidos, para sensibilizar en prevención de las violencias basadas en género, fortalecer los valores de respeto e igualdad de género, contribuyendo a la construcción de ciudadanía en equidad, dentro de una ética de responsabilidad social en materia de derechos y deberes. Como pedagoga y feminista destaco el papel educativo de sus películas Rodrigo D no futuro (1990), La vendedora de rosas (1998), premiadas en el Festival de Cannes -el evento cinematográfico más importante del mundo- y Sumas y restas (2005), que han sido utilizadas en talleres y seminarios llevados a cabo en colegios y universidades de Bogotá, en localidades como Kennedy, Suba, Usme, Bosa, Teusaquillo; en municipios como Soacha y algunas veredas, para prevenir diferentes formas de violencia en las familias y comunidades, al igual que la drogadicción y la delincuencia; para aprender a aplicar la solución pacífica de conflictos y para sensibilizar sobre la violencia de género, educando en la cultura del respeto, la igualdad, la paz y la solidaridad de género, como es vista y discutida en La mujer del * Bióloga genetista y pedagoga. Integrante del Grupo Mujer y Sociedad de la Universidad Nacional de Colombia.

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animal, que continúa impactando comunidades. Esta dura y valiente película, reconocida a nivel mundial en eventos como el 41 Festival Internacional de Cine de Toronto, el 11 Festival de Cine de Roma, el 32 Festival Internacional de Cine en Guadalajara, México y el 8 Festival Internacional de Cine de Cali, Colombia, recibió el premio Coral a mejor director y mención especial a la actuación femenina en el 38 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Cuba. Los intérpretes de sus producciones llevan el sello característico de ser actores naturales, que han vivido estas realidades y luego de un proceso de selección hacen una interpretación única y desgarradora que le imprime realidad y dramatismo a la historia retratada en pantalla. Otras temáticas del cine que están impactando a niños, adolescentes y a las familias son las que tratan problemas de convivencia, con películas como Si no despierto y El bullying adolescente, que exponen historias de adolescentes sobre acoso escolar, las relaciones interpersonales y el suicidio en los colegios. Otra película para destacar es El cielo esperará, filme que ilustra cómo los terroristas de Estado Islámico convencen a dos chicas adolescentes de clase media que son víctimas del reclutamiento de grupos Yihadistas; representa con realismo los riesgos constantes de la exposición de los jóvenes a las redes sociales con grupos criminales y las consecuencias familiares que se desencadenan. El cine nos toca la vida, enfoquémoslo positivamente para transformarla.


Jeannette Uribe-Duncan *

“La eterna noche de las doce lunas”: niñez, género y tensiones culturales […] creo que sólo a través de los nuevos medios de comunicación: cine, diapositivas, fotos, cintas magnetofónicas, podemos guardar y luego divulgar nuestra herencia cultural. Gabriela Samper Los medios audiovisuales han tenido un impacto cultural crucial dentro de la comunidad colombiana y han permitido el conocimiento de experiencias y situaciones sociales de comunidades alejadas de las grandes ciudades en los centros urbanos. Aspectos como los de la adolescencia y la niñez de algunas comunidades periféricas son tema reiterativo en los medios, más hoy en día cuando se trata de llegar a negociaciones de amnistía y fin del conflicto con grupos guerrilleros, en especial con los de las FARC-EP (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo). Para ello tanto el gobierno como entidades de derechos humanos insisten en la no participación de la niñez en el conflicto armado del país. Ésta y muchas otras son las condiciones exigidas a la guerrilla dentro del prolongado proceso de negociación para la paz. No es gratuito entonces que producciones televisivas sobre temas de niñas guerrilleras como el de La Niña (2016), dirigida por Rodrigo Triana para el * Doctorada Universidad de Nottingham, Inglaterra. Estudios Latinoamericanos en el Instituto Caro y Cuervo, Bogotá y en King’s College. Profesora en birkbeck College. Universidad de Londres.

canal Caracol, tengan tal acogida durante estas últimas etapas de la negociación. Luciano Marín Arango (Iván Márquez), jefe negociador de las FARC, ha hecho algunas observaciones sobre el álgido tema de la niñez en el país. Según él, la prostitución, drogadicción, abandono y la desnutrición de los niños de la comunidad wayúu, por ejemplo, son también temas a los que el Estado y la sociedad colombiana deberían prestar mayor interés. 1 2 Es desalentador leer las estadísticas de abusos a las niñas colombianas especialmente entre los diez y catorce años, las cuales alcanzan cifras alarmantes según German Manga. Éste denuncia el reclutamiento, abuso y explotación sexual de las niñas no sólo por parte de la guerrilla sino también por parte de la sociedad en general con la discriminación de género, los altos niveles de pobreza, la falta de educación, los matrimonios forzados, y la comercialización de las niñas en trabajos como los de prostitución y labores domésticas como formas de subsistencia.3 1 http://www.hechosdehoy.com/caracol-television-con-la-nina-lahistoria-real-que-conmovio-a-51354.htm http://www.elespectador. com/noticias/paz/el-problema-mas-grave-de-infancia-no-son-losmenores-ca-articulo 2 http://www.amnistia.ong/profiles/blogs/colombia-debe-atenderdesnutrici-n-de-ni-osway?context=tag-comunidad+wayu%C3%BA Véase también los informes sobre el reclutamiento de niños por parte de guerrilla, militares y paramilitares en http://coalico.org/archivo/ LDelitoinvisible.pdf, pp.23 en adelante. 3 http://www.semana.com/opinion/articulo/german-manga-el-peligro-de-ser-nina-en-colombia/504550

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El tema de la niñez desamparada y explotada también ha estado igualmente reflejado en producciones literarias de Colombia con personajes ficticios no muy lejanos de la realidad como Eréndira en La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1978) de García Márquez; Sayonara en La novia oscura (1999) de Laura Restrepo y las historias de Visitación Jinete en ¡Viva Cristo Rey! (1991) de Silvia Galvis. Para el caso de las dos primeras, el lector sabe sus historias por medio de un narrador externo de tercera persona; para la segunda, el lector va reconstruyendo por medio del diario personal de la joven campesina, el abuso del gamonal a sus empleadas y el contexto político social en el que toma lugar la narración. En cuanto al documental de Priscila Padilla Farfán, La eterna noche de las doce lunas (2008-2009), tema del que nos ocuparemos aquí, el enfoque a la niña protagonista de la narración está dado desde una cámara que, como un narrador observador de tercera persona, nos deja ver, sin entrar en los pensamientos del personaje, el mundo que la rodea y las actividades que ésta realiza en su cotidianidad.4 Junto al tema de la niñez, el asunto indígena y sus particularidades geográficas y culturales del entorno son igualmente fundamentales para la comprensión del documental de Padilla. Muchas son las producciones fílmicas que han centrado su atención en comunidades indígenas colombianas. Películas como Apaporis (2010) de Antonio Dorado, El abrazo de la serpiente (2015) y Los viajes del viento (2009) del director colombiano Ciro Guerra, junto con los seis cortometrajes Amazonas (2016) de seis directores distintos, muestran algunos ejemplos de cómo los espacios y las condiciones sociales de comunidades indígenas comienzan ahora también a 4 Véase capítulo 4 de la tesis sobre Silvia Galvis. http://sas-space.sas. ac.uk/5109/1/Historia_y_periodismo_en_las_novelas_de_Silvia_ Galvis.pdf

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incorporarse cada vez más dentro de la narrativa cinematográfica colombiana, al igual que sucedió anteriormente con la narrativa literaria. Temas literarios relacionados con la cultura de la comunidad wayúu y otras culturas indígenas pueden ser examinados en la narrativa de varios autores colombianos como lo explican Ernesto Mächler Tobar, Juan Moreno Blanco y otros. 5 En las películas arriba mencionadas las locaciones son en su mayoría en comunidades de territorios amazónicos y en la zona al norte de Colombia, en el departamento de la Guajira, área cultural bastante particular y pertinente para el estudio del documental de Priscila Padilla. Los trabajos de Padilla han sido nominados para varios premios y en varias ocasiones ha sido ganadora de algunos premios de televisión y documentales en Colombia. Entre sus trabajos ganadores están los documentales Los rituales de la ausencia (1995), Premio Nacional de Televisión en Colombia; Ilusiones de radio (1996), un documental sobre la radionovela en Colombia, ganador del premio al mejor guion documental en Brasil; Cómo volver a nacer (2004), premio del Ministerio de Cultura en Colombia al mejor proyecto documental; Los huéspedes de la guerra (2006), premio documental Ministerio de Cultura de Colombia; La eterna noche de las doce lunas, ganadora de varios premios como mejor documental: Premio India Catalina Ficci-2013 en Cartagena, premio al mejor documental en el Festival Internacional de cine de Toulouse (2013), y premio por guion y producción del Consejo Nacional de las Artes y la Cultura en Cinematografía. Por último está su documental 5 Véase la narrativa de César Uribe Piedrahita, Toá, Universidad de Antioquia, Medellín 1992 y Ángel Rama. García Márquez. Edificación de un arte nacional y popular. Facultad de Humanidades y Ciencias, Uruguay 1987, pp. 82-87 y Ernesto Mächler Tobar Del encierro a la purificación. Ritos de iniciación y pasaje en la novela indigenista colombiana.,.http://www.persee.fr/doc/ameri_0982-9237_2001_ num_27_1_1532 y Juan Moreno Blanco http://www.elpais.com.co/ elpais/cultura/noticias/garcia-marquez-clave-wayuu


Nacimos el 31 de diciembre (2010) el cual versa sobre el irrespeto a la comunidad indígena wayúu por parte de políticos y funcionarios públicos quienes emitieron cédulas de ciudadanía con nombres insultantes e indignantes a los miembros de la comunidad con el ánimo de utilizarlos en las votaciones y así ganar votos electorales. Este documental también fue ganador del premio al mejor documental, Ministerio de Cultura, Colombia (2010).6 El énfasis en el tema indígena femenino tiene por otro lado cierta afinidad con lo sucedido durante la década de los ochenta cuando sociólogas o antropólogas realizaron trabajos testimoniales sobre las experiencias de algunas mujeres indígenas, casos como los trabajos de la brasilera Moema Libra Viezze (1938) con el testimonio Si me permiten hablar… (1977) y la venezolana Elizabeth Burgos-Debray (1941) con Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia (1985). La producción de Padilla toma un similar interés por grupos culturales femeninos marginales y de gran importancia para un conocimiento más profundo del país. El hecho de mostrar algo un tanto desconocido o ‘sacar lo silenciado’ como diría Hugo Achúgar con referencia al testimonio, es compartido de alguna manera por algunos de los documentales que buscan mostrar la historia de otro(a) y desde la situación de otro(a), haciendo ingresar no sólo la voz marginada sino las imágenes y vivencias de culturas periféricas desconocidas e incluso ignoradas por la cultura hegemónica del país.7 Como el testimonio, y pese a las polémicas y crí6 Véase: https://vimeo.com/24148560 y http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-4663106. Otros de sus documentales son: Artesanos de Bogotá (1989), Sueños de vida (2002), Las mujeres cuentan (2003) https://vimeo.com/19127478 y Las mujeres por la paz contra la guerra (2004). Sobre las radionovelas véase la entrevista a Padilla en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM282473. 7 Hugo Achúgar, Historias paralelas/Historias ejemplares: La historia y la voz del otro. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, año 18, No. 36, Lima, 1992, pp. 51-73.

ticas que este desató, el documental ha sido un instrumento fundamental para denunciar, dar a conocer y celebrar la diversidad cultural de las distintas regiones, grupos y estratos sociales en Latinoamérica, y se ha afianzado como la forma predominante en la narrativa fílmica de algunas de las directoras colombianas.8 Existen también en menor número directoras colombianas que han realizado películas distintas al documental, como por ejemplo la película María Cano (1990), dirigida por Camila Loboguerrero sobre la vida de la sindicalista colombiana de los años treinta; La historia del baúl rosado (2005), dirigida por Libia Stella Gómez, película detectivesca que toma lugar en Bogotá en los años cuarenta, antes del Bogotazo (1948); Mateo (2014), dirigida por María Gamboa Jaramillo, película que también enfoca los dilemas de un adolescente atrapado entre el mundo criminal propiciado por su tío y el fascinante mundo del teatro al cual se une como infiltrado. Más reciente aún y más enfocada en el tema femenino, vale la pena mencionar la interesante película documental franco-colombiana de Catalina Mesa sobre la vida de unas mujeres mayores en un pueblito antioqueño, titulada Jericó, el infinito vuelo de los días (2016). 9 La participación femenina en el mundo del cine en Colombia lleva ya una amplia trayectoria a nivel de actrices y colaboradoras; sin embargo, es sólo a partir de los años sesenta del siglo XX con Gabriela Samper (1918-1974), cuando en realidad las mujeres empiezan un trabajo más

8 Emile Volek por ejemplo llega a preguntarse si el testimonio no es un ‘simulacro de los simulacros’ en Testimonio, y otras ficciones: A propósito de un género que quería ser profético en Revista Literatura: Teoría, Historia, Crítica, Universidad Nacional de Colombia, No. 2, 2000, pp. 47-60. 9 Sobre la directora véase la entrevista de Silvia Galvis en Vida Mía, Planeta Colombiana Editorial S.A., 1993, pp.313-360 y sobre el personaje histórico de María Cano a Mauricio Archila Neira, Cultura e identidad obrera. Colombia 1910-1945, Cinep, 1991, pp.184-185 y http:// variety.com/2014/film/festivals/film-review-mateo1201145101/. Sobre Catalina Mesa véase la entrevista en http://elinfinitovuelo.com/ blog/catalina-mesa-enentrevista-para-la-revista-debate/.

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activo en la realización de documentales.10 Para Samper, el documental es el género que ‘prefiere a los demás, por las posibilidades que le brinda para mostrar una visión analítica e histórica de la vida cotidiana’. Deborah Martin, estudiosa de la producción artística femenina en Colombia cita esta postura de Samper señalando que las directoras colombianas parecen estar más inclinadas a producir documentales que películas, posiblemente dadas las limitaciones bajo las cuales éstas tienen que operar. Indica que el documental de mujeres es una tradición y una nueva categoría crítica de la cual se valen las directoras. El trabajo documental de Padilla es un ‘testimonio visual’ que nos presenta la historia y la vida de comunidades bastante abandonadas por el Estado donde los intereses de inversión social son mínimos y no contribuyen al florecimiento y respeto hacia estas comunidades, sino que más bien se busca la explotación de sus pocos recursos. Este artículo se propone echar una breve mirada a la composición narrativa del documental fílmico La eterna noche de las doce lunas con el ánimo de resaltar la contribución e importancia cultural de este tipo de realizaciones visuales en Colombia, a la vez que cuestiona algunas tensiones existentes entre lo narrado y lo no narrado en cuanto al aspecto de la infancia femenina. Fundamental es señalar que esta mirada descriptiva del trabajo de Padilla se hace desde una perspectiva limitada por parte de quien escribe debido al desconocimiento de la lengua en la cual se desarrolla el documental. Como sucedió con el testimonio, mucho se ha cuestionado sobre la objetividad o no del contenido de los documentales dado que la visión o perspectiva y montaje del documental implican inevitablemente la intervención de quienes 10 Véase la investigación de Paula Arboleda Ríos y Diana Patricia Osorio dirigida por Edna Pilar Duque Isaza, La presencia de la mujer en el cine colombiano, Colcultura, 2003.

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elaboran la narración de la historia.11 Para el caso de La eterna noche de las doce lunas, hay que partir de la premisa que se trata de un documental etnobiográfico de observación sin entrevistas o intervención alguna de la voz directa de quien realiza la filmación. La lógica de este tipo de modalidad narrativa es la de reducir al máximo la intervención del realizador de tal manera que sean las imágenes las que narren por sí mismas la historia de un individuo, su familia y su comunidad, mostrando experiencias desde el punto de vista interno de la comunidad y del protagonista y no desde afuera, con el ánimo de lograr una forma de narración un poco más autónoma. 12

Historia y contexto La eterna noche de las doce lunas narra el proceso de preparación de una niña durante el cambio entre la niñez y la pubertad en la comunidad indígena wayúu. La narración es lineal y el personaje principal es Filia Rosa Uriana (Pili), una niña de trece años a quien acompañan otras mujeres de la comunidad.13 La agrupación étnica wayúu es matrilineal, es decir las relaciones familiares que prevalecen en la comunidad son por la línea materna y están encabezadas por un tío materno, quien ejerce control y disciplina sobre sus sobrinos. Otra característica de este grupo es que es permitida la poligamia 11 John Hill y Pamela Church Gibson. The Oxford Guide of Film Studies, Oxford University Press, 1998, pp. 429-431. 12 Véase Mónica Marcela Padilla Gómez, Análisis semiótico al montaje del documental universitario, Tesis de grado, Universidad de Manizales, Facultad de Comunicación y Periodismo, Manizales, Colombia, 2006, p. 5455; Jorge Ricardo Prelorán, El cine etnobiográfico, http:// www.ucine.edu.ar/ebooks/PRELORAN.pdf; y Jesús Adolfo Soto Curiel, Marcos Ramírez Espinosa y Laura Figueroa Lizárraga, La narrativa audiovisual del cine documental etnobiográfico como herramienta para la reconstitución de la memoria colectiva: el caso de la comunidad Paipai en Santa Catarina, Baja California, México, Revista de Comunicación, No 10, Vol. 1, 2012, pp.883-884. 13 Según Johnny Alarcón los apellidos representan clanes y el apellido Uriana significa que pertenece al clan tigre, uno de los clanes de mayor importancia económica y social en la comunidad Wayúu. Véase http://www.ugr.es/~pwlac/G22_21Johnny_Alarcon_Puentes.html


masculina y debido a ello y a que los tíos deben controlar el estado de sus varios sobrinos, tienden a estar bastante ausentes de sus familias. Así mismo, la sociedad guajira o wayúu tiene una organización bastante dividida entre clases sociales, donde la riqueza se revela por medio del número de animales que cada clan posee.14 La etnia wayúu está ubicada al norte de Colombia en la península de La Guajira y comparte una pequeña porción del territorio con el estado de Zulia al noroeste de Venezuela. Es una zona desértica, bastante abandonada por el Estado donde escasean las lluvias y los servicios sociales básicos. Los wayúu históricamente han presentado resistencia a la imposición de lenguas, leyes o religiones externas; tienen sus propias leyes y, como otras zonas y grupos étnicos de Colombia, han sido afectados no sólo por el conflicto armado del país, sino también por la explotación de los minerales, especialmente el carbón por parte de compañías multinacionales como Drummond Ltd. y Glencore. Estas empresas amenazan constantemente sus pocos recursos hidráulicos y sus tradiciones.15

más urbana colombiana. En esta zona todavía se sigue el ritual del ‘encierro’ en el cual las niñas se enclaustran por uno o dos años con el fin de examinar sus cambios físicos y mentales y prepararse para ser mujeres líderes en este tipo de comunidad matrilineal. La labor de las mujeres en esta comunidad es la de perpetuar la cultura, hecho que con el paso del tiempo y la globalización cultural tiende a perderse cada vez más. 16

Juliana Vélez Gómez explica que los wayúu ‘miden el tiempo en soles, lunas y lluvias. Un año son doce lunas, 365 soles y una lluvia’; se sabe además que cada ciclo lunar dura veintiocho días que coinciden con los ciclos hormonales femeninos, razón por la que el vínculo entre la mujer, las diosas y la luna ha sido muy estrecho entre algunas culturas. Para el caso de la película, la filmación fue realizada en una población llamada Nazaret, zona bastante alejada de la cultura

Pese a que la idea de encierro puede implicar para muchos una especie de castigo o deseo de cohibir la libertad con el ánimo de sancionar, controlar, vigilar y adoctrinar a una persona, Padilla afirma que el encierro para el caso de algunas niñas wayúu consiste en una preparación para ser mujer por medio de varios aprendizajes. Señala que ‘el encierro es como si fuese un segundo nacimiento porque creen que con esa primera sangre que le llega a la hija o nieta, se va el ser niña y su cuerpo comienza a prepararse para ser mujer’. Añade en otra entrevista que la niña no debe moverse sino estar acostada en una hamaca grande y cómoda para evitar cólicos y futuros abortos; comenta: ‘Las wayúu imaginan al cuerpo de la niña como una crisálida, la cual será envuelta en sabiduría para después emerger como mariposa’. El proceso del encierro se inicia entonces como en un estado de pupa, donde la niña no puede moverse para luego pasar a un estado de aprendizaje más activo. Para toda la preparación de esta práctica ancestral, sólo participan las mujeres y cada una tiene un rol especial en el ritual, distribuidos entre la abuela, encargada de las bebidas especiales; una tía que la entrena en el arte de tejer; la profesora quien

14 Lawrence Craig Watson. Guajiro personality and Urbanization. University of California, Los Ángeles, 1968, pp. 27-34. 15 Véase https://en.wikipedia.org/wiki/Wayuu_people ; http://www.elespectador.com/noticias/nacional/losdanos-colaterales-del-cerrejonarticulo-625055; http://www.elespectador.com/noticias/nacional/ indigenaswayuu-se-oponen-desviacion-del-arroyo-bruno-articulo-625150; http://wayuu.periodismohumano.com/2013/12/01/fuerza-de-mujeres-wayuu/; http://ec.europa.eu/echo/fieldblogs/photos/ colombias-wayuu-struggling-clean-water_en

16 Rituales similares se siguen en otras comunidades indígenas de Colombia. Véase http://www.elespectador.com/noticias/nacional/ menstruacion-segun-indigenas-ticunas-articulo-634945

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es la amiga, confidente e institutriz de la lengua wayuunaiki y la Piache o mujer sabia de la comunidad.17

dos años para aprender la lengua, sus costumbres y ser aceptada entre ellos para poder llevar a cabo su trabajo documental.

Un elemento fundamental de este documental de Padilla es que, por ser una producción de tipo etnobiográfico, la lengua utilizada no es la de la documentalista y su equipo de filmación, sino la de la comunidad, es decir el wayuunaiki, lengua hablada por cincuenta mil personas aproximadamente y en la actualidad utilizada en la traducción de los informes publicados sobre las negociaciones de paz entre el gobierno y las guerrillas de las FARC.18 Este hecho hace que, por un lado, el espectador enfoque mucho más en las imágenes para lograr entender un poco mejor las conversaciones que allí toman lugar entre los miembros de la comunidad y por otro, hace consciente al espectador, especialmente si este es colombiano, de la ignorancia sobre las lenguas y culturas no hegemónicas en el país. Ésta pareciera ser una de las razones de este documental de Padilla; mostrar a los espectadores que pese a la globalización, existen aún comunidades con autonomía e identidad propia que no han transformado sus formas de vida pese al impacto de la guerra, la explotación del carbón, las leyes nacionales e internacionales sobre derechos de la niñez, y la globalización en general. Ello muestra en cierta forma, la resistencia de las mujeres de esta comunidad a abandonar sus hábitos culturales. Por esta razón, y para rescatar lo que queda de estas formas de vida, Padilla tuvo que dedicar entre dos y cinco años para la realización de este proyecto. Tuvo que convivir con la comunidad

Secuencia y montaje de la historia

17 Véase entrevista de José Luis García a Padilla en http://www.cinestel. com/documental-eterna-noche-docelunas/; re-d http://www.pueg. unam.mx/revista3/?p=196; de Juliana Vélez Gómez. http://www.elmundo.com/portal/pagina.general.impresion.php?idx=221708 ; sobre la relación entre los ciclos lunare y la mujer http://www.guioteca. com/esoterismo/los-ciclos-de-la-luna-y-su-intimo-vinculo-con-lasmujeres-sagradas/ y también sobre el papel femenino en la cultura Wayúu en http://rolesdelamujerwayuu.blogspot.co.uk/ 18 Véase Jon Landaburu http://www.vjf.cnrs.fr/sedyl/amerindia/articles/pdf/A_29-30_00.pdf y https://www.mesadeconversaciones.com. co/documentos-y-comunicados.

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Se podría decir que el documental tiene una narración cronológica, interrumpida a veces por escenas simbólicas que representan los cambios de la niña protagonista. La historia está estructurada en tres momentos: antes del encierro, durante el encierro y la salida del encierro de la niña cuando culmina el ritual de las doce lunas.

Los trazos preliminares Desde la primera imagen el documental se enfoca en la protagonista en contacto con la naturaleza. Se muestra a la niña subida en un árbol, recogiendo chamizos para una hoguera que prepara una mujer en el interior de la casa. Pili y el árbol se muestran unidos y amenazados por un viento fuerte y unos nubarrones negros que pronostican tormenta. La canción de la cantante venezolana Sol Okarina, acompaña esta escena introductoria y hace referencia a la simbiosis entre la niña y los elementos naturales que la rodean: ‘niña del viento/niña del mar/niña de la arena/niña del sol”. Así, el montaje introductorio es bastante poético y será una constante en otros apartes del documental. Varias de las escenas preliminares al encierro, muestran a Pili en su vida de niña, estudiando con otras niñas de la escuela, jugando con niñas del caserío, en una ocasión en español. Es importante anotar que a las niñas les es prohibido mezclarse con los varones como forma de prevenir cualquier provocación de tipo sexual, lo cual influiría en el valor de la niña para el casamiento. En otras escenas se ve a Pili bañándose con amigas en los ríos, haciendo croché, trabajando la arcilla y recogiendo agua para llevar al caserío


en compañía de otras niñas, típicas labores femeninas de la comunidad.19 La visualización de los colores primarios es una constante durante el documental, no sólo porque se enfoca en los colores de los hilos y los diseños del trabajo artesanal de las mujeres, sino también porque son ellas quienes llevan los colores y atuendos tradicionales más llamativos, de exquisito gusto y estilo.20 En la escena cuando Pili es llevada por su profesora a Maicao, el pueblo grande más cercano al caserío para comprar la tela con la que se cubrirá durante el encierro, ambas van a pie por un paisaje desértico rodeado de cactus y arena, vestidas en colores cálidos. La niña, lleva un vestido amarillo alegre y brillante mientras que su profesora va vestida con un atuendo rojo. La escena está acompañada por un fondo musical de flautas indígenas que le da una atmósfera especial al escenario. En la tienda de telas, Pili selecciona el color cálido naranja para ponerse durante los días iniciales del ritual. Esta escena además de mostrar el estilo de los vestidos y colores de las dos mujeres, es una de las pocas ocasiones en las que el espectador escucha la lengua española cuando la asistente pregunta para qué necesitan la tela e indaga a la profesora sobre el porqué del ‘encierro’. La profesora le explica rápidamente en qué consiste y la importancia que tiene para ganar respeto dentro del clan. Este segmento también es importante porque expone a Pili por única vez en un medio más urbano y menos rural, donde curiosamente se escucha una voz proveniente del parlante de una mezquita musulmana llamando a orar. Cuando José Luis García cuestiona sobre este hecho a la directora, Padilla responde que el municipio de Maicao ‘está 19 Lawrence Craig Watson, op.cit, p.54. 20 Sobre los colores véase la propuesta de la bandera Wayúu en http:// wayuunaikiperiodicoindigena.blogspot.co.uk/2012/02/que-piensassobre-la-propuesta-de-la.html ; sobre la simbología de los diseños ver http://www.artesaniasdecolombia.com.co/PortalAC/C_noticias/ la-mochilawayu-parte-de-la-tradicion-de-colombia_5070 sobre colores véase http://galeon.com/lagrafologia/articulos/psicologiadelcolor.htm.

colonizado por muchos musulmanes que son libaneses. Ellos llegaron a finales del siglo XVIII, comienzos del XIX y viven en esa población donde también están los wayúu, alemanes, holandeses,… porque fue un sitio de mucho comercio […]’.21 Este hecho muestra la mezcla cultural que caracteriza la región de la Guajira. Durante el proceso preparatorio, antes de la reclusión, pueden observarse varios lugares exteriores en los que la cámara enfoca distintos fenómenos de la naturaleza (plantas, mar, sol, nubes, lluvia y lunas), los animales importantes para el sustento e intercambio comercial de la comunidad (gallinas, cerdos, burros y chivos), usados también como formas de pago (‘las dotes’) en uniones matrimoniales que siempre deben ser entre linajes distintos.22 Igualmente, enfoca en escenas de la construcción de un espacio en el cual se recluirá a la niña. Quienes construyen este lugar son los hombres de la comunidad, y no intervienen las mujeres. Aparte de estas escenas, los hombres no entran a formar parte importante de la narración, pues como se ha dicho, el ritual corre por cuenta de las mujeres del clan. En una ocasión un hombre, posiblemente el tío materno, lleva a Pili a orillas del mar para hablarle. Aquí se entrecruzan algunas imágenes que muestran a Pili caminando descalza por unos charcos de espaldas a la cámara, posiblemente simbolizando el despido de su etapa de niñez y entrada a la pubertad. Luego la narración pasa a la culminación de la construcción y preparación del recinto de reclusión. Los tres primeros meses de la reclusión de las niñas son los más importantes, y por ello Padilla no quiso interferir durante este período. Por esta razón pidió permiso para instalar una 21 Ver José Luis García, op.cit. 22 Véase Froilán Borja https://megaroyx7.wordpress.com/2011/03/27/ la-dote-guajira-por-froilan-borja/ Recuérdese también el temor al incesto en la familia endogámica de los primos Úrsula y José Arcadio Buendía en Cien años de soledad.

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cámara dentro de ese espacio. Padilla dice ‘[…] decidimos instalar una cámara casera dentro, en el rancho de la niña, para que Rosita, la tía de Pili, grabara lo que ella quisiera […] Yo comencé un tiempo después, cuando la sacan afuera para darle un baño de noche’.23 Se muestra entonces a la tía de Pili instalando la cámara para filmar el inicio del proceso de preparación de Pili a la vida adulta, y luego la cámara enfoca el rostro y la acción de Pili lavando y colgando su ropa como ritual de limpieza antes del encierro.

tomar sus decisiones’25. Es un espacio donde los elementos no pueden percibirse con nitidez ni claridad, pero se sabe que algo allí se está gestando para un nuevo nacimiento. Como Padilla lo enunciara, se ve a la niña envuelta en la hamaca, como una crisálida en estado de quietud externa a la cual el espectador no puede acceder con claridad, sino a través de los varios pliegues y velos. En este sentido, el documental logra plasmar muy bien la idea de la metamorfosis que se comienza a gestar en la niña.26

El encierro

La niña es visitada por las mujeres de la familia quienes inicialmente le traen bebidas, comida, ropa y le hacen un corte de pelo, parte del ritual indígena. En la última parte del encierro, después del primer baño de luna, también le proveen hilos para tejidos y le instalan telares para que Pili inicie, una vez levantada de la hamaca, las labores del tejido, actividad fundamental de la preparación hacia la vida adulta de las mujeres artesanas del clan. Estas escenas interiores son ocasionalmente interrumpidas por escenas de lo que sucede afuera en la ranchería, mostrando la interrelación entre lo externo e interno. En ambos escenarios son las mujeres quienes por lo general se muestran trabajando en las diversas labores de la comunidad: tejidos, cocina, lavado de ropa, recogida de agua; alimentación de animales, enseñanza del tejido y la lengua como también la crianza y cuidado de los niños.

A diferencia del estado preparatorio al ritual, en el confinamiento la presencia de hombres es totalmente vetada en la tradición wayúu. Padilla señala que todo el documental por esta razón ‘es una historia de mujeres hecha por mujeres porque todo el equipo de producción de esta historia somos mujeres, la camarógrafa, la productora, la directora, porque durante este ritual no puede haber hombres cerca de la niña, entonces fue otro de los retos porque no hay tantas mujeres profesionales de la cámara. Había solamente dos y tenían compromisos con otras películas, por eso contratamos una fotógrafa de Bolivia y resultó ser una coproducción colombo-boliviana.’24 Igualmente, si antes del confinamiento se enfocaba en los escenarios externos, una vez la niña se encierra en la choza para su ‘metamorfosis’, la mayoría de lo filmado seguidamente transcurre dentro del espacio de reclusión construido para Pili. La atmósfera está rodeada de penumbra, velos, pliegues y colores primarios un tanto borrosos, dando así la impresión visual de un útero, tal como lo explica Padilla: ‘Está como en el útero de la madre y al salir del rancho definitivamente nace, y al salir tiene que enfrentarse a la vida, a 23 http://www.cinestel.com/documental-eterna-noche-doce-lunas/ op.cit. 24 Ibidem.

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Padilla considera que el encierro es una forma útil de aprendizaje, reflexión y meditación. Asegura que el encierro le ha ayudado a ella mucho para la elaboración de sus propias producciones. Afirma ‘me encierro antes de cada proyecto para profundizar en cómo voy a presentar el tema que he elegido trabajar’. 27 Obviamente en este último caso es un encierro voluntario, no impuesto por nadie 25 Juliana Vélez Gómez op.cit. 26 Ibídem 27 re-d http://www.pueg.unam.mx/revista3/?p=196


sino por ella misma, aunque en ambos casos conlleva la idea de cambio y el inicio de un aprendizaje y su consecuente producción artística. Dentro de esos varios aprendizajes está el del tejido, que por lo general corre por parte de la tía materna. El tejido tiene una mitología muy importante en la cultura wayúu, la representa una especie de Ariadna llamada Wale’kerü quien enseña a las mujeres de la comunidad su técnica del tejido.28 La niña empieza elaborando tejidos más sencillos en crochet o ganchillo, como manillas y mochilas para posteriormente culminar en tejidos mucho más complejos como los chinchorros o hamacas, que en Colombia tienen tradición de ser las más bellas y mejor elaboradas. Así mismo, aprende sobre medicinas tradicionales, a interpretar los sueños y de esta forma logra un estatus más alto dentro del clan. Ello le permitirá un mejor futuro puesto que ‘la dote’ que se deberá dar por ella en caso de matrimonio, será mucho más alta, dada su preparación y sabiduría. La concentración y el contacto con la materia prima en el tejido son un proceso de devenir y una acción creativa como lo es el mismo proceso la escritura. María López Castaño señala esta semejanza y añade que ‘El tejido está además asociado al hecho tranquilizador puesto que el hilo dispone, ese lazo que encontramos en medio del abismo y que ata o retiene la caída, es diríase, un símbolo de continuidad’.29 Así, el arte de tejer cumple varias funciones: por un lado empodera de alguna forma a las mujeres quienes ganan mayor respeto dentro del clan si logran dominar la destreza y creatividad en el tejido en esta tradición cultural; por otro lado, la acción de tejer, como la de la escritura, crea un vínculo entre lo 28 http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/modosycostumbres/ wake2/pag24-29.htm 29 María López Castaño, El tejido como escritura y el orden femenino en file:///C:/Users/user/Downloads/._data_H_Critica_09_12_H_Critica_09.pdf

Fuente: Las imágens son tomadas de Google.

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interno y lo externo donde la materia prima, proveniente de lo externo, se transforma en un entramado artístico, dentro de un recinto cerrado. La transformación tanto de la niña como de la materia prima en un producto artístico, será, como sucede con la niña, posteriormente exhibido y lucirá como la culminación de un proceso de trabajo, dedicación y concentración al momento de la salida de la niña, cuando deberá mostrar su producción final. Los tejidos finalizados serán la muestra final de su ardua dedicación, razón por la cual estos productos adquieren un valor especial para las empresas distribuidoras del arte indígena en Colombia. Acerca del tejido, Padilla anota que ‘El tejido es la base de la cultura, si no estuviste encerrada, no aprendiste a tejer y esto implica no haber aprendido otras cosas de la vida wayúu.30 El documental revela la concentración y la habilidad manual que adquiere la niña (Pili) durante el proceso de la construcción de los chinchorros. Muchas veces el documental la muestra similar a una araña tejiendo su colorida y delicada tela. Como lo explica López Castaño a lo largo de su artículo, el tejido está conectado con el misterio del tiempo, en este caso marcado por las lunas, con la continuidad, con el tacto, con el silencio, con la recuperación de la memoria y con la escritura; ‘es el tejido del alma’ afirma López.31 Según algunos críticos, con el encierro también se le enseña a la niña sobre los procesos tradicionales del control de la natalidad, el embarazo e incluso, según algunos autores, algo sobre técnicas eróticas.32 Este hecho parece un poco discutible y el documental no señala nada a este respecto. Según lo estudiado por Craig Watson, 30 re-d, op. cit. 31 López Castaño, op.cit,. 32 Véase Ernesto Mächler, op cit, p.188.

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más bien pareciera que se ejerce un control muy severo a la sexualidad de las niñas para no estimularles la curiosidad sobre estos aspectos.33 Junto con la enseñanza del tejido, hay una continuación en la alfabetización del wayuunaiki a cargo de la profesora y amiga de Pili quien revisa las tareas de su alumna y habla con Pili antes de su salida. El documental también exhibe algunas visitas de otras niñas quienes, sin entrar en el recinto, saludan a Pili desde afuera cuando ella se halla en el proceso más activo del tejido. El espacio de encierro también está rodeado por sonidos externos en español como transmisiones de partidos de fútbol y programas de religión escuchados en transistores por algunos hombres quienes descansan en los chinchorros. Incluso, es posible escuchar la celebración de una misa católica en español oficiada para el bautizo de un niño de la ranchería, en la cual se oye al religioso bendecir a Pili para que dios la fortalezca. En esta escena aparece la directora como madrina del niño bautizado y de paso se señala el sincretismo religioso que se mantiene en la comunidad, dado que al inicio del ritual de Pili se enfoca en la abuela haciendo la ceremonia indígena preparatoria para la niña, acompañada de bebidas y rezos, y al final del encierro se muestra a un religioso católico bendiciéndola. Unas de las tantas escenas que dejan al espectador con incógnitas son, por una parte los temas de conversación del posible tío materno cuando lleva a Pili al mar, y por otra la extraña visita de otro hombre bastante mayor que parece externo a la comunidad y trae en una bolsita un collar de piedras rojas y blancas. El hombre muestra el collar a varias mujeres de la comunidad mientras habla con ellas y no se sabe si busca venderles el collar o si por el contrario este hombre va a hacer 33 Craig Watson, op.cit.pp.54-57.


alguna propuesta de enlace matrimonial a la familia de Pili, para alguno de sus sobrinos o para él. Ofrecer collares y animales como formas de pago por enlaces matrimoniales es acostumbrado en esta comunidad. El espectador se pregunta ¿por qué ese collar? ¿Qué dice este hombre a las mujeres? ¿Es un simple vendedor, un posible pretendiente, o tío de algún chico interesado en Pili? Obviamente, como se expresó cuando se habló sobre la lengua de la comunidad, la frustración del espectador al no comprender el wayuunaiki es máxima dado que ya para este punto de la narración se ha creado una gran empatía entre Pili, personaje pequeño, obediente y vulnerable, y el espectador occidentalizado quien espera, según sus convicciones, una mayor protección y un futuro promisorio para Pili.

La salida Según Craig Watson, la obediencia a lo que deciden los mayores es una característica fundamental de los niños wayúu para evitar castigos severos. Durante el encierro la cámara enfoca varias veces la cara de Pili durante el tejido y las instrucciones que recibe de las mujeres mayores. Estas escenas muestran su cara de cierta manera triste y por lo general atenta y obediente escuchando las instrucciones de los adultos, excepto cuando sale a Maicao para comprar la tela del almacén. En esta escena de la expedición al pueblo, es cuando la niña luce más feliz. Pero durante su aislamiento la cámara la muestra seria, triste y concentrada en las labores del tejido. Al momento de su salida y después del último baño de luna que le hacen, Pili abraza a las otras mujeres y llora. Cuando finalmente abren la puerta del lugar de reclusión, Pili entrega los tejidos a una de las mujeres y se muestra triste y contenta a la vez; lista para iniciar la celebración del cumplimiento del encierro para mostrar su nueva condición

de mujer y ser presentada en sociedad para un futuro enlace matrimonial. Esta presentación en sociedad es la parte final del ritual y consiste en ofrecer abundante comida y bebida y la presentación de un baile llamado Chichamaya o Yonna en el cual las niñas jóvenes vestidas con trajes coloridos, amplios y especiales bailan con un hombre. La misión de la chica que danza en el momento con uno de los hombres de la comunidad al ritmo de unos tamborines, es hacer caer al hombre quien siempre tiene que correr hacia atrás para no dejarse tumbar por la chica con quien baila. 34 Se supone que con este baile se representa el poderío de las mujeres wayúu ante los hombres. No obstante, a pesar de que aparentemente las mujeres aparecen como los personajes dominantes de la comunidad, es sabido que quien mantiene el poder del grupo es el tío materno y no tanto los miembros femeninos del clan. Igualmente, en el ritual del baile, uno de los hombres puede proponer casarse con la niña que sale de su encierro. Para asegurar su compromiso, el pretendiente debe pagar la dote al tío materno de la chica como reconocimiento al valor de la niña y como protección a su futuro.

Tensiones culturales Aunque el documental no muestra nada más allá del ritual de la preparación de la niña a ser mujer, es interesante observar que implícitamente plantea ciertas tensiones culturales. Debido a que en la cultura wayúu se permite la poligamia masculina, pero se castiga el adulterio femenino, las mujeres parecieran en realidad estar más comprometidas a seguir manteniendo comportamientos en los cuales el empoderamiento de las mujeres es bastante limitado. Sabido es que los apellidos que llevan los miembros de la comunidad son los que pertenecen al padre 34 Véase Ernesto Mächler Tobar, op.cit., pp. 190-192.

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y no a la madre. Igualmente, en una entrevista realizada por Blanca Diego a mujeres wayúu, una de ellas, Franzia Palmar, del clan ipuana, comenta sobre su esposo: “él nomás venía y me embarazaba, a la hora que a él le daba la gana, será porque yo era fiel, soy fiel, fui fiel. A los 38 años ya estaba a full (con los 11 hijos). Entonces mi hijo el mayor me dijo un día, ‘anda pa’ Maicao y mándate a picar las trompas, llegaron una gente española y creo que son buenos médicos’. Me fui, me picaron las trompas, hasta ese día dejé de parir […] Son muy machistas los hombres, que la mujer le haga de todo, que si llega borracho, que si atender a los invitados a cualquier hora, no le importa”.35 En este mismo artículo se mencionan la oposición de algunos hombres al control natal y el leve castigo dado a violadores de mujeres a quienes sólo se les exige que paguen una dote por el daño hecho a la mujer. Aunque el documental se ciñe solamente a mostrar de forma artística y muy respetuosa con la comunidad el proceso de preparación de una niña al ser encerrada para lograr ser la líder de un clan, es muy diciente el hecho de que desde el mismo título de la película se señala de alguna forma un comentario crítico. La palabra “eterna” en el contexto colombiano tiene una connotación negativa que puede más bien sugerir que la preparación de las niñas es demasiado prolongada y en cierta forma injusta y tal vez innecesaria. Entendiendo la palabra “eterna” no desde perspectivas religiosas como las del ‘dios y amor eternos’, la palabra puede más bien sugerir que esta preparación de las niñas las marcará para el resto de sus vidas, si se preservan en la comunidad estos rituales, ejercidos principalmente por las mujeres para las mujeres. Este hecho señala entonces un seguimiento perenne de este tipo de rituales femeninos, donde la obediencia y la sumisión se tornan más beneficiosas para el tío 35 Blanca Diego http://wayuu.periodismohumano.com/2013/12/01/ fuerza-de-mujeres-wayuu/

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materno y la continuidad del poderío del clan que tal vez para la misma niña. Supuestamente en este tipo de comunidades son las mujeres quienes ejercen el poder, pero en sí es un poder que las restringe, limita y cohíbe. Pero más bien pareciera ser un empoderamiento a las mujeres que sólo pueden ejercer entre ellas mismas y para ellas mismas con el ánimo de preservar el poderío de un clan y el continuo sometimiento de algunas niñas y mujeres a rituales que, como el del encierro, las entrena a la obediencia e inhibe a realizar cambios y decisiones más individuales. Una de las preguntas en las que el documental hace pensar es hasta qué punto pueden respetarse ciertos rituales indígenas sin infringir los principios básicos de libertad, igualdad y respeto que se proponen y practican, de alguna forma y en grados diversos, la mayoría de sociedades occidentalizadas. Este hecho hace pensar en lo expuesto por Susan Moller Okin cuando señala que existe la posibilidad de una gran tensión entre feminismo y multiculturalismo cuando desde perspectivas más liberales y democráticas es evidente la contradicción existente entre el respeto hacia la diversidad cultural y los contrastes que ésta representa con referencia a algunos de los derechos humanos internacionales. Varias de las prácticas sociales de algunas comunidades étnicas y/o religiosas pasan por alto de alguna manera los derechos básicos internacionales.36 Casos como el de la poligamia y el pago o dote (o matrimonio como forma de pago) con mujeres víctimas de violación son algunos de los casos mencionados por Moller que coinciden, de alguna forma, con los comentarios de la indígena wayúu en Francia. Moller señala que algunas mujeres africanas inmigrantes en Francia no están contentas con su condición familiar de poligamia y ante esto, las leyes del país no pueden 36 Susan Moller Okin Is Multiculturalism bad for Women? en https://www. amherst.edu/media/view/88038/original/Susan%2BMoller%2BOkin. pdf


ejercerse en estos grupos debido al respeto y tolerancia que debe tenerse en sociedades democráticas a formas culturales diversas. Es sabido que para la UNESCO la defensa de la diversidad cultural es un principio imperativo ético cuando de grupos culturales indígenas se trata. En varios casos el respeto a la cultura de los grupos indígenas es prioritario a los casos individuales con el fin de evitar que estos grupos se vean bajo presiones culturales que les obliguen a asimilar otras culturas a la fuerza, tal como sucedió durante los procesos colonizadores. No obstante, algunas prácticas de estas comunidades, como acontece con la circuncisión femenina, caso de la cultura Massai y algunos casos de los embera en Colombia, son prácticas que se encuentran en pleno debate y se busca por medio de programas educativos modificarlas para poco a poco erradicarlas, como lo propone Nasieku Tarayia.37 Con referencia a las prácticas de la cultura wayúu y otras sociedades indígenas de Colombia, cabe añadir que otro agravante de estas comunidades es que siguen la tradición de casar a las niñas desde muy tempranas edades, lo cual resulta en que estas niñas son madres entre los nueve y trece años debido a sus matrimonios prematuros, lo que contradice de alguna forma las leyes de protección a la niñez estipuladas por la UNICEF. En la Convención de los Derechos del Niño se señala que deben respetarse las condiciones de los pueblos indígenas, pero ‘en ningún caso podrán aplicar medidas que sean contrarias a su integridad personal’ y cuando el ‘uso de procesos y costumbres propias no sean violatorios de sus derechos humanos’. Si las leyes internacionales de 37 http://arizonajournal.org/wp-content/uploads/2015/11/Tarayia.pdf. Colombia es el único paísLatinoamericano donde aún se dan casos de ablación, costumbre cuyos orígenes son aún desconocidos. Véase http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-36727805, http://www.elespectador.com/noticias/nacional/colombia-unico-paislatinoamericano-donde-se-da-ablacioarticulo-542422 y http://elpais. com/elpais/2015/05/13/planeta_futuro/1431519344_024402.html

la niñez tratan de establecer la igualdad de condiciones para todos los niños sin depender de su género, ¿no sería el encierro una violación a esos derechos internacionales de igualdad y respeto? Éstas y otras muchas preguntas surgen de la experiencia de observar esta película de Padilla. El documental, además de ser una realización muy bien lograda en cuanto muestra escenas cotidianas de esta comunidad indígena y el proceso del encierro en la cultura wayúu, hace a su vez reflexionar sobre otros aspectos. Como primera medida, es innegable reconocer la influencia de la cultura wayúu en algunas de las narraciones mencionadas por Mächler y Blanco, lo cual muestra una forma de identidad local rural única en la narrativa colombiana. Así mismo el documental resalta manifestaciones culturales diversas de resistencia a las formas más occidentalizadas y presenta de forma visual un testimonio vívido de una costumbre femenina regida por convenciones y creencias indígenas en un escenario especial y particular señalando cierto desconocimiento hacia estas comunidades por parte de la cultura hegemónica del país. Este hecho muestra la gran brecha cultural y el desafío que ello plantea para un país en pleno proceso de negociación con las guerrillas, cuyos miembros paradójicamente enfilan niñas en sus tropas, pero a su vez exigen mayor atención en el cuidado de la niñez rural en el país. Es interesante observar además que existe una cierta continuidad entre este tipo de documentales étnicos con la producción testimonial de los años ochenta. Ambos son producciones indispensables para develar la cultura y visión del ‘otro’ incluso si es mediatizado por un intermediario simpatizante. A su vez, señala las contradicciones legales y sociales que estas culturas pueden traer consigo dentro de un país como Colombia. La falta de conocimiento y las varias paradojas de la diversidad cultural colombiana

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no resultan así de fácil solución, y como señala James Anaya, puede parecer paradójico pensar que los derechos humanos internacionales tengan que acomodar tradiciones diversas culturales con el ánimo de promover estándares comunes de dignidad humana en un mundo en el cual las culturas diversas florecen.38 Otro aspecto también importante sobre la validez de este documental es señalar el poco conocimiento que se tiene en el país sobre las lenguas indígenas en Colombia. En cuanto a este tema, con la excepción de algunas investigaciones lingüísticas elaboradas por el Instituto Caro y Cuervo, poca atención se había prestado a la variedad y riqueza de las lenguas indígenas hasta la Constitución de 1991, cuando gracias a los cambios realizados, se reconocieron oficialmente las lenguas y los dialectos de los grupos étnicos, y se estipuló que la educación sería bilingüe para estas comunidades, hecho que se verifica en las clases de la niña del documental.39 Este voluntario olvido sobre la diversidad lingüística en Colombia tiene sus orígenes desde los programas políticos de desarrollo del país hacia finales del siglo XIX cuando debido al afán de convertirse en un país moderno y civilizado, se enfatizó en la enseñanza del español ‘correcto’ pero se ignoraron el resto de lenguas que componían el tejido lingüístico del país. Sobre este fenómeno son interesantes los escritos de Erna von der Walde Uribe quien destaca que el proyecto civilizador y moderno del gobierno de Miguel Antonio Caro a finales del siglo XIX, fue consolidar el español como lengua oficial, alejada de la barbarie, ignorando con ello la presencia e importancia

38 James Anaya, International Human Rights and Indigenous Peoples: The move toward the Multicultural State. Arizona Journal of International and comparative law, Vol 21, No1, 2004, p.26. 39 Véase la Ley 1381 del 25 de enero de 2010 en el libro de María Stella González, Manual de divulgación de lenguas indígenas de Colombia, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 2011, pp. 150-165 y http://www. cidh.org/countryrep/colombia93sp/cap.11htm

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de las lenguas indígenas en el país.40 De esta forma, el documental hace algo inverso al programa civilizador del siglo XIX mostrando al espectador ‘iletrado’ algo que no logra entender enteramente debido a su falta de conocimiento lingüístico. Muestra así a los wayúu como una cultura mucho más compleja y avanzada en cuanto a su manejo bilingüe como lo demuestran algunas escenas del documental ya mencionadas. Este doble manejo lingüístico, de alguna forma señala la deficiencia del espectador ‘letrado’ colombiano ante una situación de su propio país. En cuanto a la posición social de las niñas y mujeres dentro de este tipo de clan social, por un lado el documental muestra de cierta forma el empoderamiento de algunas de ellas en estas comunidades al convertirse en líderes y artistas respetadas debido a sus trabajos sociales y artísticos. A su vez, el documental acentúa el valor que las mujeres tienen en estas comunidades en cuanto son las continuadoras y preservadoras de sus costumbres, su tradición, su lengua, su arte y, de cierta forma, su resistencia a las influencias externas. No obstante, por otro lado, tanto niñas como mujeres siguen estando sujetas a prácticas que cohíben, de cierta forma, su libertad para decidir si están o no de acuerdo con este tipo de prácticas impuestas por una prolongada tradición tío-materna. A este respecto es importante observar que el documental no muestra las opiniones ni los pensamientos de la niña y las mujeres de la comunidad en cuanto al seguimiento de esta práctica. Es difícil discernir si existe o no una crítica al interior de la comunidad o de la niña protagonista sobre esta práctica.

40 Limpia, fija y da esplendor: El letrado y la letra en Colombia a fines del siglo XIX, Revista Iberoamericana, Vol. LXIII, No. 178-179, Junio 1997, pp. 71-83 y Lengua y poder: el proyecto de nación en Colombia a finales del siglo XIX en http://elies.rediris.es/elies16/Erna.html


Igualmente, la intención del documental no pareciera ser abiertamente la de una denuncia, caso de los testimonios aquí mencionados; sin embargo, no deja de ser implícitamente un cuestionamiento sobre este tipo de rituales infantiles. El documental es igualmente interesante porque plantea encrucijadas entre los proyectos democráticos de igualdad de condiciones, expuestos no sólo en la Constitución Nacional, sino en las leyes internacionales, que contrastan abiertamente con las leyes locales indígenas que las resisten. Las tensiones culturales son evidentes cuando se observan las condiciones de las mujeres en comunidades como la wayúu y muchas otras comunidades indígenas que siguen este tipo de rituales. El documental deja así abierta la posibilidad de un debate sobre las varias paradojas que este tipo de costumbres culturales representa cuando quedan brechas legales y culturales de difícil solución.

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