Revista Erebus. Agosto 2016

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Contenido

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EDITORIAL

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ENSAYOS Jóvenes dirigiendo superproducciones

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CRÍTICAS Demolición Miles ahead Ahora me ves 2 Todos queremos algo Berberian Sound Studio


Editorial

Editorial

Ya estamos aquí. No somos Josep Tarradellas, sino la Revista Erebus, pero salir en agosto es casi tan complicado como la transición española. O más, teniendo en cuenta cómo salió una y cómo sale la otra. Salimos, eso sí, con un número reducido, como ya hiciéramos el pasado año. Pero no queríamos dejar de escapar la oportunidad de seguir viendo películas y comentarlas para vosotros aunque estemos de retiro espiritual en estas vacaciones de verano de un año especialmente estresante para muchos de nuestros colaboradores. Andan metidos en demasiadas cosas, incluyendo trabajos alienantes. Ha coincidido además que este mes ha sido especialmente flojo en cuanto a estrenos. Algo ya habitual en verano, por desgracia. Y pese a todo y contra todo aquí seguimos. Y no sólo éso. Como ya no nos cuesta lo suficiente

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salir cada mes con un contenido de calidad, estamos pensando en una locura para las navidades que si sale adelante puede ser un éxito o un fracaso estrepitoso. Seguimos valorando esa opción y ya os iremos manteniendo informados sobre esa idea, que de momento es éso: una idea bastante loca. Para el número de septiembre prometemos volver con fuerzas renovadas. Con más críticas, más entrevistas, más listas, más ensayos y más cortos. ¡Más de todo! Y todavía por estrenar nuestra sección audiovisual, dónde nos gustaría sobrepasar el papel para adentrarnos en las inmensidades del vídeo en internet. Pero sin ser youtubers, que no queremos que nos critique Boyero. Como veis, muchas cosas todavía por disfrutar. Permanezcan a la espera. A

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Jóvenes dirigiendo superproducciones

Jóvenes dirigiendo superproducciones Por Juan Romero

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ace unos días José Padilha salió hablando de la lamentable experiencia que fue para él el rodaje del remake de Robocop. Explicaba las diferencias que hay entre rodar una película “normal” y una superproducción. Y se quejaba amargamente de que no tenía verdadero control sobre la película y que la mayor parte del tiempo la gastaba en pelear con sus jefes para intentar hacer prevalecer su visión. Fracasó amargamente en aquel intento de saltar al mundo de las grandes producciones y ahora dice que se lo pensará muy mucho antes de coger de nuevo los mandos de una película de semejante entidad. El caso de Padilha es especialmente doloroso. Venía de denunciar la corrupción policial y política en su país en el magnífico díptico de Tropa de Elite. Y nos encontramos de pronto en Robocop una película que trata precisamente sobre el estamento policial, pero de una manera superficial e infantil. Y que se estrena poco antes del Mundial de Brasil, cuando se vuelve a hacer presente esa esquizoide división social y moral del país que tan bien reflejó Padilha en la época de la visita del Papa Juan Pablo II en la primera entrega de Tropa de Élite. Una situación que además sigue muy presente hoy en día por la inminente celebración de los Juegos Olímpicos en Rio. Ver al talentoso director brasileño domesticado por Hollywood cuando más

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falta hacía el tipo de cine que le había encumbrado, denunciando las miserias de Brasil, era francamente descorazonador. Pero en realidad hay más casos de directores prometedores que fracasan al chocar con los productores cuando les dan los mandos de una superproducción. Es una práctica relativamente habitual en los últimos años el buscar un director con escaso bagaje como director, con apenas un par de películas independientes en su haber, y ponerlo a los mandos de una superproducción de ese estilo. Y tiene un cierto sentido, claro. En ese tipo de películas los productores invierten mucho dinero y quieren alguien a quien puedan manejar, que sea capaz de entregar su producto en tiempo y forma sin dar muchos problemas. Si además pueden vender que están dándole la oportunidad a un joven talentoso pues miel sobre hojuelas. Aunque dicho director se vea literalmente atado a la hora de llevar a cabo su trabajo. Son muchos los casos que han salido bien en el último lustro, de hecho. Con directores como Colin Trevorrow, James Gunn, Gareth Edwars o Rupert Wyatt sacando con relativa buena nota los encargos de Jurassic World, Guardianes de la Galaxia, Godzilla y El origen del Planeta de los Simios. Todos ellos con solamente una o dos películas independientes a su nombre antes del encargo. Y todos ellos salvo James Gunn (43) menores de 40 años en el momento del estreno

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Jóvenes dirigiendo superproducciones

de dicha superproducción. Esto deja patente que la idea, sobre el papel, es buena. Si el director es capaz de asumir su posición dentro de la maquinaria, y dejarse llevar hasta cierto punto, y el productor tiene claro el producto que quiere vender, coincide más o menos en la visión con el director, y además es capaz de dejarle un cierto nivel de independencia, el resultado puede ser muy bueno, y la opción de poner a un joven e inexperto talento a los mandos tiene todo el sentido del mundo. Es mucho más sencillo controlar un director de ese tipo que alguien con más cartel y experiencia, que es mucho más fácil que acabe llevando la película a lugares que el productor no quiere. Y sin embargo, a veces sucede lo que sucedió con José Padilha. Un director que se da cuenta de que lo que los productores piden no es lo que él quiere hacer, no se deja mangonear y se enfrenta con ellos. Y acaban entregando una película francamente decepcionante. El ejemplo reciente más claro de esto es, evidentemente, Josh Trank y todo el despropósito que fue el reboot de Los cuatro fantásticos. Los enfrentamientos entre director y productores fueron públicos y notorios durante todo el rodaje de la película, por culpa de las diferentes visiones que tenía cada uno, y el resultado fue un desastre absoluto. Tanto es así que Josh Trank ha tenido que bajarse del universo de Star Wars para el que iba a trabajar (un carro en el que sí

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que ha cogido un buen sitio Colin Trevorrow, por cierto), por culpa de este fracaso. Y parece claro que no volverá a acercarse a una película de alto presupuesto más que como espectador, por el momento. Porque ni él ni ningún productor en su sano juicio están por la labor. Pero realmente esto no es nada nuevo. Ya a comienzos de los 90 le dieron los mandos de la tercera entrega de una muy exitosa saga a un director novel que apenas había trabajado más que haciendo videoclips musicales, y que tenía solamente treinta años por aquel entonces. Los problemas en la producción de la película fueron notables, y los enfrentamientos del director y los productores por cuestiones tanto de guion como económicas eran constantes durante la producción. El resultado fue un desastre en cuanto a crítica y el director volvió a refugiarse en los videos musicales durante un par de años, y ha despotricado a gusto sobre aquella experiencia constantemente. La película era Alien 3, y el director David Fincher. Fincher evidentemente se recuperó de aquello y demuestra a casi cada película que hace su enorme talento. Padilha también se ha rehecho rápidamente, de alguna manera, con la serie Narcos. Veremos el futuro que le espera a Josh Trank, claro, pero yo desde luego no apostaría en contra suya. A

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Una gran cantidad de material se rodó como un documental. Tan sólo observábamos, captábamos, tratando de no interferir. Por supuesto, hay una organización, un guión y una película de ficción en ciernes. En ese entorno limitado, actúa en él, vamos a verte actuar en él, intentando no interferir para que se vea real. El objetivo no es poner estilo y movimientos espectaculares de cámara y colores por encima de la sustancia. Todo va sobre la historia, los personajes, las emociones y la imagen realista. • JEAN-MARC VALLÉE


Demolición Demolition / USA / 2015 Dir.: Jean-Marc Vallée

Rep.: Jake Gyllenhaal, Naomi Watts, Chris Cooper, Judah Lewis.

Texto: Juan Romero

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l primer acto de Demolición es exactamente lo que cabría esperar a partir de la sinopsis. Tras la muerte de su esposa en un accidente de tráfico David Mitchell, el protagonista interpretado por Jake Gyllenhaal, tiene problemas para asumir la nueva situación. No es capaz de funcionar adecuadamente. Y cuando algo no funciona hay que desarmarlo completamente, analizar los distintos componentes, y volver a montarlo de nuevo. Con esa filosofía, Davis Mitchell comienza a desmantelar todos

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los objetos y aparatos que no funcionan correctamente en su vida diaria. Aunque después no es capaz de volver a juntar las piezas, y deja solamente un montón de componentes desperdigados por el suelo. Esta manera de actuar, lógicamente, va alienando a las diferentes personas que forman parte de su vida. Desde su jefe, que también es el padre de su esposa muerta, hasta sus compañeros de trabajo, o sus propios padres, van notando cada

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Demolición (Demolition, Jean-Marc Vallée, 2015)

vez más y más el comportamiento errático de Davis y preocupándose por él. Este fragmento de la película es realmente interesante. Uno no sabe muy bien por dónde va a salir, cómo va a trabajar ese proceso de duelo en el protagonista para acabar aceptando la nueva situación. Se va viendo poco a poco ese proceso de destrucción, y uno espera a ver cómo va a tocar fondo el protagonista y va a empezar a construir de nuevo una vida de entre los escombros diseminados por culpa de esa demolición. Sin embargo, en el segundo acto, la película varía ligeramente el tono. Desde el primer momento el protagonista ha ido contando sus problemas por carta al servicio de atención al cliente de unas máquinas de vending como una especie de forma de terapia. Es una manera extraña de usar una voz en off para mostrarnos el pasado y la mente del protagonista, pero funciona relativamente bien en el tono de la película. En cualquier caso, el segundo acto está marcado por la relación que surge entre el protagonista y la encargada de esa atención al cliente. En una situación que recuerda a algunas películas románticas que tienen protagonistas con severos problemas mentales, mucho más cercana en cuanto a tono a Embriagado de amor de Paul Thomas Anderson que a Mejor imposible, en cualquier caso. Con la particularidad en esta ocasión de que esa relación del protagonista incluye también al hijo de la chica, con quien se genera un importante vínculo. Esa relación en cualquier caso no acaba tampoco de centrar el resto de la película, ya que el leitmotiv de la destrucción vuelve al foco en diversas ocasiones, y la relación del protagonista con su suegro también cobra importancia en el tramo final. El director Jean-Marc Vallée no termina de conjugar bien todos los elementos que tiene a su disposición, y algunos de ellos van entrando y saliendo de la trama sin mucho motivo, y el tono no llega a ser todo lo equilibrado que debería. Alguna subtrama acaba quedando completamente coja, e incluso el elemento central de la demolición termina por no encontrar su razón

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de ser. Termina siendo uno más de los elementos que muestran la caída del protagonista, pero no es el elemento crucial que sirve como catalizador para salir de esa “Vallée no termina espiral de destrucción. De hecho, ese giro para de conseguir una salir del pozo y volver película redonda. Hay a comportarse como una persona normal elementos interesantes no parece tener un y subtramas que no van motivo concreto y acaba pareciendo que a ningún lado. Y hay una solo ocurre porque indefinición en cuanto tiene que hacerlo para al tono.” dar una conclusión a la película. Pienso que con Jean-Marc Vallée no termina de conseguir una película redonda con Demolición. Hay elementos relativamente interesantes, y subtramas prometedoras, que no terminan de ir a ningún lado. Y hay una indefinición en cuanto al tono con el que en ningún momento terminas de saber cuál es realmente la historia que pretende contar. En un momento dado el protagonista ve todo lo que sucede a su alrededor como metáforas de su vida. Ve un árbol arrancado por el viento y se identifica con él, destrozado por las circunstancias. Para a continuación verse a sí mismo como la fuerza de la tormenta que ha arrancado el árbol, en realidad. Algo así ocurre con la propia película. Las ansias de demolición como metáfora de algo, claro. Pero no se sabe en ningún momento de qué es metáfora. A

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Miles ahead Miles ahead / USA / 2015 Dir.: Don Cheadle

Rep.: Don Cheadle, Ewan McGregor, Michael Stuhlbarg, Emayatzy Corinealdi..

Texto: Juan Romero

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esde el comienzo de la película Don Cheadle, que además de protagonizar también es guionista y director de este biopic de Miles Davis, da muestras de querer romper con la convencionalidad de los biopics más habituales para presentarnos un relato complejo, fragmentario y deslavazado del legendario trompetista. Los saltos temporales por la vida de Miles Davis son una constante en la película y las diferentes épocas de su vida y su música se van mezclando en una composición libre, que pretende evocar el espíritu mismo del

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jazz. No obstante, hay un argumento que tiene una fuerza mucho mayor que el resto, y que acaba centrando gran parte de la película, despojándola en gran medida de ese espíritu libre que pretendía transmitir en un principio. Esa línea argumental que acaba a la vez cohesionando y lastrando la película transcurre en la época a mediados de los ’70 en la que Miles Davis lleva un lustro retirado de la música en activo por cuestiones de salud y de agotamiento. Ha grabado algunas pruebas, fragmentos y Revista Erebus - Julio 2016


Miles ahead (Don Cheadle, 2015)

canciones que guarda con celo para cuando decida finalmente volver, mientras aguanta las presiones de la productora para que saque ese nuevo material. En medio de ese conflicto se presenta un reportero de la Rolling Stone a quien da vida un Ewan McGregor que aporta el contrapunto ligero al grave Miles Davis de Don Cheadle. En su afán por conseguir una entrevista con el huraño genio, acaba acercándose a él, y viéndose envuelto en el enfrentamiento de Miles Davis con los que le roban las cintas con nuevo material. Ese conflicto acaba resolviéndose por la vía de persecuciones, peleas e incluso tiroteos. La sensación general es de extrañeza cuando uno se acerca a la película queriendo conocer cosas sobre la vida de Miles Davis y el grueso de la cinta consiste en una especie de policiaco con tintes de farsa. No se puede negar que todo ese tramo tiene un gran ritmo y hay alguna secuencia interesante, pero la impresión general que deja es que todo ese tramo no tiene ningún sentido. Que lo que estás viendo no tiene absolutamente nada que ver con la figura de Miles Davis. Don Cheadle ha reconocido en alguna entrevista que la elección de Ewan McGregor como compañero de aventuras fue puramente comercial, para ayudar a las ventas de la película en el extranjero. Puede que su presencia ayudara con la financiación de la película, pero salvo alguna escena muy concreta (pienso en la que comparte con Miles Davis en una sala, escondidos del resto de la fiesta que hay en la casa del músico), su papel consiste en un histriónico personaje que apenas hace más que fliparlo muchísimo con todo lo que está sucediendo a Revista Erebus - Julio 2016

su alrededor y acentuar el toque de humor de la farsa, dibujando un personaje estereotipado hasta el extremo y totalmente prescindible. En cuanto al personaje de Miles Davis, sin embargo, sí que podemos decir que muestra muchas más aristas diferentes al ver otros fragmentos de su vida más cercanos a la idea convencional del biopic musical, fundamentalmente los “La estructura es centrados en su relación un acierto, al intencon Frances Taylor. Esas tar reflejar la propia escenas aisladas que van contando partes de la música de Davis. Pero vida de Davis acaban elevándose sobre el resto se equivoca al darle el de la película, pero no peso de la cinta a una tanto por lo que aportan, trama tan implausique no es más que una ble.” visión muy superficial del músico, sino por el despropósito de la trama principal de la película. Hay que agradecer el riesgo que toma Don Cheadle en proponer un biopic totalmente diferente a lo esperado. Pienso que la estructura es un acierto, al intentar reflejar la propia música de Davis, pero sin embargo se equivoca profundamente al darle el peso de película a una trama tan implausible como la que nos presenta, pues nos deja la sensación en esos tramos de no estar viendo una película sobre Miles Davis, sino una película de acción y comedia que no acaba de casar muy bien con la figura original de Miles Davis. Ni siquiera con el personaje de Miles Davis que nos presenta en el resto de la cinta. A

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Ahora me ves 2 Now you see me 2 / USA / 2016 Dir.: Jon Chu Texto: Juan Romero

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no va a ver Ahora me ves 2 con la creencia de que va a ver algo parecido a la primera entrega. Y es cierto que la primera set-piece te pone en situación, y te hace pensar que esta película va a seguir con el espíritu de la primera y nos va a ofrecer un argumento a la vez enrevesado y superficial que sirva meramente como base para mostrar los tres o cuatro atracos disfrazados de grandes trucos de magia

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Rep.: Mark Ruffalo, Woody Harrelson, Jesse Eisenberg, Dave Franco, Morgan Freeman, Michael Caine, Daniel Radcliffe, Lizzy Caplan. de los protagonistas. Todo en un tono de acción y de película de atracos. Y sin embargo, justo después de esa primera gran secuencia, nos vemos metidos de golpe en una película completamente diferente. A uno le da la sensación de que está viendo de pronto Resacón 2, ¡ahora en Tailandia! Porque de pronto, sin ningún motivo aparente, los protagonistas se encuentran en Macao y

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Ahora me ves 2 (Now you see me 2, Jon Chu, 2016)

rodeados de al menos un par de personajes absolutamente inverosímiles y desquiciados, convirtiendo todo ese tramo de la película en una comedia burda y sin demasiada gracia. Aunque posteriormente recupera la senda del cine de atracos, esos personajes irán apareciendo de manera recurrente para que jamás puedas olvidar lo ridículo que resulta mezclar ambos géneros de una manera tan gratuita. En cualquier caso, a pesar de ese interludio humorístico, el grueso de la película sigue siendo los diferentes atracos que perpetran el cuarteto de magos, con Lizzy Caplan cogiendo el relevo de Isla Fisher y Woody Harrelson, Jesse Eisenberg y Dave Franco retomando sus papeles. Cuando uno lleva ya demasiado tiempo esperando que llegue ese primer gran golpe, la decepción se hace aún mayor cuando éste es llevado a cabo de una manera tan implausible que es muy difícil disfrutar de su supuesta espectacularidad. Está claro que la gracia de los golpes en estas películas es la improbabilidad del mismo, pero en este atraco se sobrepasa el límite de lo que es físicamente creíble, y acaba siendo tan ridículo que te preguntas a quién le habrá parecido buena idea.

familiares de algunos de los protagonistas, tampoco aportan demasiado al conjunto. Así pues, el resultado que nos acaba quedando de la película es una trama realmente pobre, tramos de humor que no encajan con el tono del resto de la película “El resultado es y atracos implausibles realmente pobre. que no puedes aceptar por mucho que susHumor que no encaja pendas la incredulidad. con el tono del resto Los pocos momentos más acertados de la de la película y película, como pueden atracos demasiado ser algunas escenas implausibles” en la tienda de magia, o el acto final de los protagonistas, acaban diluidos entre el resto de morralla. Dejando la sensación de que la película era totalmente innecesaria, porque no supera en ningún momento los aciertos de la película original, que los tenía, y sin embargo sí que es capaz de conseguir que todos los elementos nuevos que intenta aportar sean francamente estúpidos y prescindibles. A

El argumento que hay detrás de esos atracos es francamente ridículo, claro, pero eso es algo ya esperado. El plan del malo de turno no tiene demasiada razón de ser y, a medida que se van destapando los sucesivos giros, el plan original va teniendo menos y menos sentido. Las subtramas que van salpicando el resto de la película, basadas en su mayoría en complicadas relaciones

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La propiedad más singular del cine es la forma en que deja moldear el tiempo, ya sea durante un largo o un muy breve período. • RICHARD LINKLATER


Todos queremos algo Everybody wants some!! / USA / 2016 Dir.: Richard Linklater Texto: Juan Romero

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i a uno le preguntan por las típicas comedias americanas de instituto o universidad, la imagen que se le suele venir a la cabeza es la de alumnos descerebrados, decanos estrictos, fijación por el sexo (con destapes variados, incluyendo a ser posible una escena en las duchas femeninas), drogas y alcohol, Sean Penn haciendo el imbécil y fiestas de togas en la fraternidad. Evidentemente hay muchas variantes, que tiran más por un lado o por el otro, según

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Rep.: Blake Jenner, Glen Powell, J. Quinton Johnson, Austin Amelio, Temple Bajer, Juston Street, Ryan Guzman.

centren el argumento más en las clases, el campus o las cafeterías; o según el tono que quieran darle, o cualquier otro factor. Pero el patrón básico es el mismo. Descerebrados intentando saltarse las normas. Por eso resulta especialmente gratificante cuando uno encuentra una propuesta que se aleja un poco de esos lugares comunes. O que al menos los trata desde otra perspectiva. Ya hace

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Todos queremos algo (Everybody wants some!!, Richard Linklater, 2016)

más de veinte años, en Movida del 76, Richard Linklater lograba ofrecernos una visión diferente dentro de las comedias de adolescentes descerebrados. Aquella película tenía muchos de los clichés clásicos de este tipo de propuestas. Novatadas, fiestas y alcohol forman el eje principal de la película. Y sin embargo Linklater conseguía, apoyándose en un relato caleidoscópico y en una banda sonora absolutamente espectacular, transmitir una naturalidad y un realismo poco común en este tipo de películas. Fundamentalmente porque Linklater nunca trata a sus personajes como imbéciles, aunque algunos de ellos lo sean. En Todos queremos algo, Richard Linklater recupera el ambiente de Movida del 76, hasta el punto de que es casi imposible no referirse a la película como una secuela espiritual de aquella. Esta vez centrada en un grupo de jugadores de béisbol de la Universidad, que viven juntos y se preparan para el comienzo de las clases. La sensación de continuidad temporal con Movida del 76 es evidente. Allí teníamos el último día de clase del instituto, aquí tenemos el primer día de la Universidad. Aquella cogía su título original (Dazed and confused) de una canción de Led Zeppelin, esta lo coge (Everybody wants some!!) de una canción de Van Halen. Aquella estaba ambientada en los 70, esta lo está en los 80. Los personajes siguen pensando fundamentalmente en beber y ligar con chicas, pero se nota un pequeño punto extra de madurez, no ya solo en los personajes, sino en el propio Linklater. Porque si Movida del 76 se elevaba sobre el resto de películas del género, pero seguía siendo fundamentalmente una película del género; Todos queremos algo (lamentable traducción que consigue eliminar a un mismo tiempo las connotaciones sexuales del original y la referencia a la canción de Van Halen) es mucho más una película de Linklater que cualquier otra cosa. El realismo y la naturalidad se adueñan por completo de la película y esta acaba teniendo un tono mucho más cercano al que tenía Boyhood que a cualquier comedia típica de universitarios. Ya no solo es que se centre en situaciones en las que

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no ocurre ningún acontecimiento extraordinario, dejando totalmente a un lado la idea de un argumento sólido, sino que encima el humor de esas secuencias, que existe y es abundante, no llega a caer jamás en “El realismo y la natula exageración ni en el chiste fácil, sino que es ralidad se adueñan de también mucho más sutil la película, que acaba y apagado, como la vida teniendo un tono más misma.

cercano a Boyhood

Hay un problema básico con este enfoque, y es que a cualquier comeque una película que dia típica de universiapueste por el realismo tarios.” y la sutileza acabe aburriendo al espectador o siendo completamente olvidable. En manos de Linklater es muy raro que suceda lo primero, y Todos queremos algo es un magnífico ejemplo de una película que consigue ser entretenida y divertida en todo momento sin necesidad de recurrir a ciertos trucos baratos que otros necesitan. El segundo escollo es mucho más complicado de sortear. Las películas más memorables de Linklater para mí, aunque siempre se basan fundamentalmente en conversaciones naturalistas, suelen tener también un aspecto técnico que las hace destacar sobremanera, como sucedía en Waking Life o Boyhood. O bien partían de una propuesta mucho más concreta y un argumento mucho más restrictivo, como en Antes del amanecer, que además gana fuerza gracias a las sucesivas secuelas, que se retroalimentan entre ellas dando cada una algo más de peso a las demás.

Todos queremos algo es una gran película. Muy agradable y disfrutable cuando la estás viendo, y de nuevo muestra a Linklater como probablemente el gran creador actual de diálogos y películas completamente naturales. Y sin embargo no consigue esquivar por completo ese segundo escollo. Muchos espectadores acabarán recordando más la sensación de haber visto una buena película que la película en sí. Para otros muchos, sin embargo, será una película inolvidable y de culto, como ya sucedió con su predecesora espiritual Movida del 76. A

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Berberian Sound Studio Berberian Sound Studio / UK / 2012 Dir.: Peter Strickland

Rep.: Toby Jones, Tonia Sotiropoulou, Cosimo Fusco, Susanna Cappellaro.

Texto: Juan Romero

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uando una película tarda cuatro años en llegar a pantallas españolas puede ser indicio de dos cosas. O bien la película es extremadamente complicada de vender, encuadrándola en un género y estilo predeterminado, o bien la película es demasiado mala para lo que pretende ser, aunque lo suficientemente interesante como para acabar estrenándola en cines y no directamente en soportes caseros. En el caso

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de Berberian Sound Studio confluyen de manera clara ambos factores. Mi gran problema con Berberian Sound Studio es que no sé en ningún momento qué es lo que pretende ser. Tiene todas las hechuras del giallo más clásico. El estilo y la música recuerdan siempre a Argento o Mario Bava. Y sin embargo el argumento de la película nunca cae en el horror o el gore. Con lo que frustra de manera notable

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Berberian Sound Studio (Peter Strickland, 2012)

las expectativas del espectador, que se queda con la sensación de que no le han dado lo que le prometían y se siente profundamente engañado. El argumento de la película gira en torno a un ingeniero de sonido inglés que es contratado para supervisar el doblaje y los efectos de sonido de una película en Italia en los años 70. Poco a poco se va dando cuenta de que la película que tiene que doblar es en realidad un giallo, la barrera del lenguaje se hace más y más problemática y tensiones de diversa índole van creciendo en el estudio. Este argumento, que parece lo suficientemente claro y explícito, poco a poco va diluyéndose en favor de una composición mucho más fragmentada, que contribuye de igual manera a subrayar el estado de desorientación del protagonista y a ir alienando al espectador con un relato indefinido e incoherente. El protagonista y alguna escena aislada cuando la película ya ha caído irremediablemente en el desatino son precisamente los elementos más salvables de toda la película. En primer lugar tenemos a un Toby Jones que vuelve a dar muestras de su magnífico talento. Capaz de dar vida a un personaje que comienza absolutamente perdido y que poco a poco consigue ir haciéndose un sitio en un lugar extraño e inhóspito gracias a su trabajo, pero que además va cayendo poco a poco de manera imparable hacia la locura. Durante muchos momentos es el talento de Toby Jones el que consigue indicarte de manera clara los derroteros por los que transcurre una

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película que si no fuera por él se descosería de manera inapelable. En segundo lugar, tenemos algunas escenas en el último tramo de la película que consiguen atrapar totalmente al espectador. Algunas de ellas se dan en la sala de doblaje, “El talento de Toby con los gritos de alguna Jones que consigue de las actrices involucradas en la película, indicar los derroteros que consiguen helar la por los que transcusangre a pesar de ser consciente el espectarre una película que dor que no es más que sin él se descosería de un doblaje. Pero probamanera inapelable.” blemente la más memorable de todas ellas sea una secuencia onírica en la que el propio personaje de Toby Jones se descubre a sí mismo en algo parecido a la propia película que nosotros estamos viendo, pero con un inquietante y cutre doblaje al italiano en lugar de su propia voz inglesa. Es una secuencia magnífica, que permitiría anclar una película de suspense psicológico alrededor de los entresijos del mundo del cine de horror disolviendo la barrera entre la realidad y la ficción y que estuviera a medio camino entre las colosales Arrebato de Iván Zulueta y Cigarette Burns de John Carpenter. Lamentablemente esto no es más que un mero espejismo y la película vuelve en seguida a la indefinición que la caracteriza.A

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Número 15 - Julio 2016

Creación, contenido y diseño Colaboraciones

Alberte Álvarez Juan Romero José M. Aparicio Aitor Boada Beatriz López Alfonso Romero Saúl Olmo

¿Te interesa colaborar en la revista? ¿Tienes preguntas. comentarios o sugerencias? ¡Escríbenos al correo electrónico! revistaerebus@gmail.com

Alberte Álvarez Soy ingeniero forestal y trabajo en el desdichado mundo del I+D. Mi película favorita es Apocalypse Now y soy un groupie de Aki Kaurismäki, Truffaut, Wes Anderson, Yasujirō Ozu, Ken Loach, Sidney Lumet, Ingmar Bergman, Jarmusch o Haneke entre otros y otras muchas.

Juan Romero Me apasiona el cine y me gusta escribir, así que participar en un proyecto así era el paso natural. El poco tiempo que me queda libre después de ver películas y escribir sobre ellas lo dedico a hacer cortos.

José M. Aparicio Disfruto hablando de cine tanto como viéndolo. Me encanta escribir y gracias a este proyecto tengo la oportunidad de compartir mis opiniones y aprender con mis compañeros más de este maravilloso arte.


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Beatriz López Ingeniera en curso y artista frustrada. Me encanta el cine, dibujar y escuchar música. Obsesionada con los años 40, 50 y 60 es lógico que mi estilo sea Pin-up.

Enrique Remírez Habitante de una sociedad distópica, tengo la gran fortuna de poder recurrir al cine, los libros y los cómics para evadirme de la realidad.

Aitor Boada Me gusta embarcarme en nuevos proyectos y si además juntan mis dos aficiones, parece hasta obligado. La pasión por el cine me viene desde pequeño. Era de esos niños que creen -y sigo pensándolo- que viven en una película.

Editado en Madrid por Alberte Álvarez Gil Imágenes: Getty Images, Wikipedia Commons, cinearchive.org, Fickr.

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ISSN: 2444-1406

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