Contenido
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EDITORIAL
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ENSAYOS No es fácil ser crítico de cine
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CRÍTICAS La bruja X-Men: Apocalipsis High-Rise El olivo ¿Qué invadimos ahora? La venganza de Jane Angry Birds Ahora sí, antes no
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LISTA Repasamos algunas películas que tratan sobre brujas y otras criaturas alrededor del siglo XVII.
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EN CORTO Glas
Editorial
Editorial
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ste mes creemos que el editorial debe corresponder al discurso de Ken Loach al recoger su segunda Palma de Oro en el festival de Cannes (la anterior vez por El viento que agita la cebada, y ésta por I, Daniel Blake). Su mensaje lo hacemos nuestro. “Recibir la Palma de Oro resulta algo curioso, pues hay que recordar que los personajes que inspiraron esta película son los pobres de la quinta potencia mundial, que es Gran Bretaña. Hacer cine es una cosa formidable y, como vemos esta tarde, muy importante. El cine hace que viva nuestra imaginación, aporta al mundo el sueño, pero nos presenta el verdadero mundo en el que vivimos. Pero ese mundo se encuentra en una situación peligrosa.
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Estamos en el filo de un proyecto de austeridad, que se dirige con ideas que llamamos neoliberales que amenazan con llevarnos a la catástrofe. Estas prácticas provocaron la miseria de millones de personas, de Grecia a Portugal, con una pequeña minoría que se enriquece de manera vergonzosa. El cine atesora en sí mismo numerosas tradiciones, y una de ellas es la de presentar un cine de protesta, un cine que antepone al pueblo frente a los poderosos. Y yo espero que esta tradición se mantenga. Nos acercamos a períodos de desesperación, de los que la extrema derecha puede aprovecharse. Algunos de nosotros somos lo bastante mayores para recordar lo que eso puede suponer. Por eso, debemos decir que hay otra cosa posible, que otro mundo es posible y necesario.” A
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No es fácil ser crítico de cine
No es fácil ser crítico de cine Por Juan Romero
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alimos del cine y la persona con la que he ido me cuenta, con un par de frases, que le ha encantado la película. A cambio, yo me paso después alrededor de veinte minutos, mientras cenamos, despedazándola brutalmente. La película. Explicando las incoherencias argumentales y las casualidades forzadas. El abuso de recursos como la cámara lenta o la música estridente justo antes de un momento de acción. O las limitaciones evidentes de varios de los actores. La persona con la que hablo me va reconociendo la mayor parte de las objeciones que le pongo a la película, en realidad. Pero sigue diciendo que es una gran película. Tiene peor impresión de ella que cuando salió del cine, porque ahora ve muchos de los defectos que antes le habían pasado desapercibidos. Pero aún así su experiencia sigue siendo positiva. Ya en el coche es cuando me suelta una frase, demoledora, que resuena en mi cabeza durante mucho tiempo. “Ya no disfrutas las películas, con lo mucho que te gustaba a ti el cine. Ser crítico de cine te ha arruinado la vida”. Además, es algo que se repite con cierta frecuencia. Hay algunos amigos que de un tiempo a esta parte no me preguntan jamás qué me ha
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parecido una película. Cuando salimos del cine siempre se produce un silencio incómodo. Están aterrados de lo que les pueda decir. No solamente porque saben que voy a explayarme de más, sino porque además en muchas ocasiones acaban estando de acuerdo con muchas de mis observaciones. Lo que hace que a ellos les guste menos una película que les había encantado. Uno de ellos me recuerda a menudo que le jodí para siempre El caballero oscuro, que era una de sus películas favoritas, y que cada vez que la vuelve a ver no puede dejar de pensar en los graves problemas estructurales de su argumento, en lo superfluo de ciertas escenas, o en el invasivo estilo Nolan que aparece en determinados momentos. Tanto es así, que últimamente soy yo mismo el que intenta no dar mi opinión acerca de una película a quien me acompañe a verla, porque sé lo que suele suceder a continuación. Y no es bonito. No es agradable. Intento modular la opinión, y empezar siempre por las cosas que sí me han gustado. Intento que la otra persona comience a hablar de la película, y tomar yo sus argumentos y reforzarlos. Pero siempre llega un momento en el que, tras una pausa valorativa, viene un “pero”. Y a partir de ahí, la demolición.
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No es fácil ser crítico de cine
Llego a casa dándole vueltas a aquella frase. ¿Será verdad que ya no disfruto tanto las películas como antes? Es cierto que algo hay. Que ahora veo las películas con otros ojos. Que soy mucho más consciente de los fallos. Que seguramente sea mucho más difícil encontrar una película verdaderamente redonda. En cualquier caso, después de darle muchas vueltas, creo que tampoco es tan cierta o tan definitiva como podría parecer en un principio. No es verdad que ya no disfrute con las películas. No puedo estar seguro si el porcentaje de películas con las que disfruto es menor o mayor que antes. Y tampoco puedo saber si ese posible cambio se produce por un cambio interior en mi propia persona, o por las películas que veo en estos momentos en realidad. Tampoco puedo estar seguro si ha cambiado el tipo de películas que me gustan. Pero es evidente para mí que sigue habiendo un importante número de películas con las que acabo absolutamente encantado. Y puedo acabar disfrutando películas a la vez que soy plenamente consciente de algunos de sus defectos. Eso no me impide disfrutar con esas películas, todo lo contrario. Cuando amas algo no solo por las cosas que te atraen de ella, sino
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también a pesar de sus defectos, de los que eres plenamente consciente, pienso que es un amor mucho más profundo, más incondicional. Más verdadero. Así pues, admitiendo que mis charlas sobre cine se han visto condicionadas para siempre desde que escribo y analizo películas más en profundidad, no creo que sea del todo cierto que ya no puedo disfrutar del cine. Todo lo contrario. Ha cambiado mi relación con el cine, claramente, pero no he perdido esa capacidad de disfrute con determinadas películas. A
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Siempre me han interesado los cuentros tradicionales, los cuentos de hadas y el pasado de Nueva Inglaterra. Así que con esta película quería crear una historia de terror arquetípica de Nueva Inglaterra. Algo que se sintiera como una pesadilla heredada de una familia puritana. • ROBERT EGGERS
La Bruja The Witch / USA / 2015 Dir.: Robert Eggers
Rep.: Anya Taylor-Joy, Ralph Ineson, Kate Dickie, Harvey Scrimshaw, Lucas Dawson, Ellie Grainger.
Texto: Juan Romero
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a Nueva Inglaterra del siglo diecisiete era un lugar en el que la religión formaba una parte fundamental del día a día de las personas. De hecho, las colonias puritanas que constituían aquella parte del nuevo mundo estaban pobladas casi en su totalidad por fervientes creyentes protestantes, quienes habían huido de Inglaterra y otras partes de Europa perseguidos
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precisamente por sus sentimientos religiosos. En ese escenario, la vida de aquellas colonias se regía directamente por los preceptos religiosos de la congregación, y todos sus miembros trataban de seguir todos esos principios con firmeza y devoción. Desde el arranque, vemos como La Bruja está imbuida de ese espíritu de religiosidad. En la
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La bruja (The witch, Robert Eggers, 2015)
primera escena de la película la familia protagonista es juzgada ante una especie de tribunal religioso, que le acusa de no adherirse con la fidelidad necesaria a ciertos preceptos que rigen la comunidad, y es condenada a abandonar la misma. Posteriormente el cabeza de familia es quien se dirige a Dios para que le ayude a elegir un lugar donde comenzar una nueva vida con su familia, y Éste le señala un claro junto a un bosque, donde construirán su cabaña y vivirán los meses siguientes. Ese fervor religioso es la piedra angular de toda la película, intentando reflejar de manera precisa la espiritualidad de la época. Y alrededor de ese fervor religioso es donde se construye el relato, y donde se apoyan el resto de elementos de la película. Las relaciones entre los distintos miembros de la familia, o la durísima vida de todos ellos en solitario en un territorio agreste, están siempre tamizados por la visión ultra religiosa de la época, que comparten todos los miembros de la familia. Así, hechos tan cotidianos como tener que ir a cazar al bosque debido a que la cosecha se ha estropeado se convierten en fuente de conflicto en el momento que se producen a escondidas de alguno de los miembros de la familia. La mentira y el engaño van dando paso a la desconfianza o al sentimiento de culpa, y va haciendo mella en las relaciones entre los miembros de la familia. Una vez establecido el escenario de manera magistral, a través de una fotografía, un diseño de producción, un vestuario, e incluso una atención a la dicción y al vocabulario de los
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protagonistas realmente exquisitos; aparece la bruja, que es lo que desata realmente el conflicto. En un momento dado, cuando la familia aún se está adaptando a la nueva vida que la divina providencia le ha ofrecido, la bruja aparece para abducir al hijo pequeño. Y esto es lo que marca el comienzo de la destrucción de toda la familia. A partir de entonces, los diferentes miembros de la familia empiezan a pre“El fervor religioso guntarse qué es lo que han es la piedra anguhecho mal. De qué modo han desairado a Dios para lar de la película, verse golpeados por semejante castigo. Y quién de intentando reflejar la entre ellos ha sucumbido espiritualidad de la al pecado de tal manera época.” para que el mal se haya cernido sobre toda la familia. Recayendo las sospechas en Thomasin, la hija mayor, que era quien estaba cuidando al pequeño cuando se produjo su desaparición. El personaje de Thomasin, interpretado de manera magistral por la jovencísima Anya Taylor Joy, es quien acaba siendo por tanto el centro de la película. Pero toda la familia tiene sus cotas de protagonismo. Tanto los padres, a quienes dan vida unos también brillantes Ralph Inneson y Kate Dickie; como el hermano menor de Thomasin, y por supuesto los mellizos pequeños. De alguna manera, lo que la película intenta es transmitir las circunstancias en las que las brujas aparecen y desatan todo su poder. En este caso, el ambiente fronterizo y puritano de las
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La bruja (The witch, Robert Eggers, 2015)
colonias de Nueva Inglaterra es el caldo de cultivo óptimo para que estos hechos puedan tener lugar. Una sociedad extremadamente creyente, expuesta a las inclemencias de la naturaleza, y en contacto permanente con el peligro y la destrucción es lo que hace que este tipo de mitos y leyendas puedan surgir y proliferar. La convicción de que todo mal surge del pecado y el castigo divino hace que hasta miembros de una misma familia puedan ponerse unos en contra de otros. Así, un hecho luctuoso casual y puntual puede acabar desembocando en unas consecuencias desastrosas. Evidentemente, la proliferación de brujas en la Nueva Inglaterra del siglo 17 nos trae a la cabeza el caso real de las brujas de Salem, y todas las adaptaciones artísticas que aquel caso ha tenido. Entre otras cosas, porque comparte con aquella historia el escenario y las circunstancias bajo las que surge este tipo de brujería. Pero de alguna manera ese ambiente opresivo, dirigido por la religión, en el que el mal va creciendo bajo esa
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fachada, empiezan a ocurrir acontecimientos extraños, y todos empiezan a sospechar unos de otros, me recuerda también poderosamente a La Cinta Blanca de Michael Haneke. Quizás la diferencia principal con respecto a esta película es que en el caso de las brujas de Salem y todas las obras derivadas de él (y de hecho también en la película del director austriaco) se incide de manera particular en la presión social de una congregación sobre uno o varios individuos con comportamientos extraños. Es normalmente la fuerza del grupo lo que otorga peso a las acusaciones de brujería. En esta ocasión, sin embargo, esa presión social no aparece de una manera directa, aunque está latente en el modo de vida de todos los habitantes de la colonia, sino que se circunscribe al seno de una sola familia, completamente aislada. Lo que hace que la situación llegue a ser aún más tensa, rozando por momentos el terror. Un terror que acaba estallando en violencia. Lo cual, paradójicamente, es lo que termina por separarla de La Cinta Blanca. Que es, precisamente, una de las poquísimas películas
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La bruja (The witch, Robert Eggers, 2015)
de Haneke en la que no acaba desatándose la violencia en la pantalla. Porque resulta que La Bruja es, también, una película de terror sobrenatural. No es una película de terror al uso, está claro. Y seguramente sea un error promocionarla como una película de terror, porque puede generar unas expectativas que distan mucho del drama familiar y religioso de época que la película es durante gran parte del metraje. Pero es indudable que posee una parte importante de las características más importantes del género y que, durante algunos momentos, el equilibrio de la película cae hacia el lado del terror más puro, sin ningún tapujo. De hecho, pienso que la mayor parte de las críticas negativas que ha recibido la película han sido consecuencia de su naturaleza dual. Una parte de los espectadores que acuden pensando que van a encontrarse una película de terror más o menos convencional acaban alienados por la propuesta religiosa, familiar y de época. Y muchos de los
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que aprecian la fidelidad y cuidado con el que el director consigue recrear la época histórica se molestan en los momentos en los que la película abraza el lado más sobrenatural. Pienso que quizás en ambos casos gran parte del problema sea las ideas preconcebidas de lo que tiene que ser la película. El subtítulo original en inglés, A New England Folktale, deja bien a las claras el tipo de película que es. Un cuento popular, una leyenda. Un relato que bien podría haberse escrito en aquella misma época, poco después de los hechos que describe, y con el estilo propio de la manera de contar este tipo de historias en aquella época. Y como tal, la película es sencillamente brillante. A
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X-Men: Apocalipsis X-Men: Apocalypse / USA / 2016 Dir.: Bryan Singer Texto: Saúl Olmo
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i hablando de X-men nos piden que mencionemos a un director, sin duda la respuesta será Bryan Synger. El padre cinematográfico de la saga dirigió las dos primeras (y notables) entregas de la saga, abandonando a los mutantes en su tercera entrega para dirigir ese ejercicio de nostalgia febril que es Superman Returns. Tras volver a la franquicia con el beneplácito de público y crítica con Días del futuro pasado, regresa por cuarta vez para enfrentar a los mutantes a su mayor enemigo hasta la fecha
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Rep.: James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Nicholas Hoult, Oscar Isaac, Evan Peters, Sophie Turner. (si obviamos a Brett Ratner, director de la tercera entrega de la saga). En todas las películas de X-men (dirigidas por Synger) se pueden apreciar rasgos comunes. Hay un personaje que lleva el peso de la historia y a su alrededor se desarrollan las diferentes subtramas de los otros mutantes. Cada historia tiene su porqué y para qué bien definidos, y sus tiempos en pantalla están bien calibrados respecto a su importancia en el conjunto. Narrativamente
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X-Men: Apocalipsis (X-Men: Apocalypse, Bryan Singer, 2016)
siempre han jugado con el concepto de la identidad, tanto individualmente, con cada uno de sus personajes, como colectivamente (usando a los mutantes para arrojar diferentes metáforas sobre nuestra sociedad).
es encomiable, pero su exceso de maquillaje y la poca profundidad del mismo minan la película desde su mismo inicio, impidiendo que nos tomemos en serio a la amenaza que representa el mismo.
Sin embargo, en esta última entrega, todas esas señas de identidad se difuminan para acercarse a la multimillonaria fórmula de Marvel Studios: grupo de héroes se enfrentan a un malo malísimo que quiere arrasar el mundo, en una trama donde lo importante es crear tensión de cara un tercer acto lleno de acción y destrucción gratuita en pro de la diversión, todo ello aderezado con unas pizcas de fan service. Para los X-men adaptarse a esta fórmula resulta ser un paso atrás. Pierde su identidad y todos sus matices narrativos para convertirse en algo mucho más genérico.
Junto a Issac nos encontramos a los habituales de esta nueva trilogía (Fassbender, Mcavoy, Lawrence y Hoult) “Las señas de identidad tan cómodos en sus de la saga X-Men papeles que actúan con el piloto automático se difuminan para puesto, y a nuevos integrantes (Sheriddan, acercarse a la fórmula Turner y Shipp) que de Marvel Studios. nos hacen perder la Pierde su identidad percepción de lo que para convertirse en nos están contando es el final de una triloalgo más genérico..” gía, y hace que todo parezca un impass en la saga, a la espera del arranque de una nueva hornada de aventuras (el tiempo y la Fox dirán...)
La trama de X-men: Apocalipsis arranca diez años después de la estupenda Días del futuro pasado. Tal cantidad de años no parecen haber tenido un efecto igual de coherente en cada uno de los personajes,si bien para unos parece no haber pasado más que unos meses, para otros su punto de partida parece excesivamente forzado, como una excusa para crear un drama que lleve al personaje allí donde la historia lo necesite. Porque si como antes se ha mencionado, la importancia de los personajes era primordial para la historia que se quería contar, en esta ocasión son meras herramientas narrativas que van allí donde sea necesario para que esta siga avanzando. Nadie lleva el peso global de la historia y, aunque algunos personajes parezcan destacar por encima del resto (la nueva mística, prima-hermana de Katniss Everdeen, no gustará a todos) no echamos en falta a los personajes que no están en pantalla. Como resultado la película es dinámica, pero en ningún momento sentimos que la tensión que se va construyendo sea real. Tal vez parte de la culpa tambien la tenga el villano de turno, encarnado por Oscar Issac. Este intenta darle todos los matices actorales que están a su alcance y en ocasiones, su trabajo
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Pese a todo la película es correcta. Está bien dirigida. Se nota el pulso firme de Synger en todo momento, los alivios cómicos, en forma de Mercurio y Rondador Nocturno, están mejor dispuestos de lo que estas producciones nos tienen acostumbrados y la épica, aunque sea alcanzada en la mayor parte de las ocasiones por la vía del exceso, deja un buen sabor de boca a los seguidores de este tipo de productos. Porque al fin y al cabo eso es X-men Apocalipsis. Una película que se conforma con ser un producto. Su mayor pecado es no intentar estar al nivel de sus predecesoras. No aporta nada a la saga. No aporta nada a ninguno de los personajes, encasillados en las mismos dilemas de Primera Generación. No aporta nada al cine actual. Pero al menos entretiene y hace que nos olvidemos de nuestros problemas mundanos mientras dura su metraje. Y eso, en los tiempos que corren, es bastante, no? A
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High-Rise High-Rise / UK / 2015 Dir.: Ben Wheatley
Rep.: Tom Hiddleston, Sienna Miller, Jeremy Irons, Luke Evans, Elisabeth Moss, James Purefoy.
Texto: Juan Romero
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a premisa de High Rise es relativamente sencilla. Inspirada en una novela de ciencia ficción de J.G. Ballard, dirigida por Ben Wheatley y protagonizada por Tom Hiddleston, la película nos cuenta la historia de un modernísimo rascacielos con todas las comodidades y avances tecnológicos posibles, en el que sus habitantes van aislándose cada vez más del mundo exterior, y cuyas relaciones interpersonales con el resto de vecinos se van deteriorando
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progresivamente. Hasta que la decadencia y el caos se hace con el control de todo el edificio. La puesta en escena de dicha premisa es, sin embargo, francamente decepcionante. Sobre el papel, el interés principal de la película debería estar en esa caída. En cómo se pasa de una vida de lujo y desenfreno, pasando por la alienación del mundo exterior, hasta la decadencia y la ultraviolencia. Sin embargo, en el caos
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High-Rise (Ben Wheatley, 2015)
en el que se convierte la película casi desde el primer momento, ese proceso de caída está fatal llevado a cabo, y acaba produciéndose sin que haya ningún elemento que prenda la chispa de una manera coherente y creíble. El aislamiento del exterior y las expresiones de violencia se van sucediendo sin que el espectador entienda muy bien por qué, y le es completamente imposible de empatizar con los personajes. Los motivos que quieren dar son absurdos y llegan demasiado tarde, como el problema en el abastecimiento de servicios básicos en el edificio, que casi parece consecuencia de esa batalla campal, y no la causa. En ese punto, y ya que nos encontramos en mitad de una situación caótica y extrema sin motivo lógico aparente, llega el momento de intentar disfrutar de esa decadencia salvaje y brutal. Desgraciadamente, tampoco en este apartado consigue la película destacar en ningún momento. La idea que nos vendía el tráiler de unas secuencias de ultraviolencia estilizadas, que podrían remitirnos al estilo de La naranja mecánica, no aparecen casi por ningún sitio. En su lugar tenemos unas escenas que se quedan siempre a medio camino, que no se atreven a desatar todo su potencial, cuando eso podría haber sido lo único que podría haber redimido esta película. Y nos queda solamente el sopor de tener que ver otra oportunidad desaprovechada, y las dudas acerca de si la novela de J.G. Ballard es capaz de desarrollar mejor las ideas que presenta aquí la película.
foco de interés teórico en la estratificación del edificio por clases sociales, con los inquilinos de un nivel de renta más bajo, que viven en los pisos inferiores, batallando en una especie de guerra civil contra los de alto standing, que viven en los pisos superiores del edi“La idea que nos ficio. Y con el arquitecto que ha proyectado el provendía el trailer de pio edificio observando secuencias de ultratoda la situación desde violencia estilizada el ático. Evidentemente, esta lucha de clases tamno aparecen casi por poco está bien estructurada dentro de la pelí- ningún sitio. Se queda cula, y nunca llega a ser siempre a medio el hilo conductor, como camino.” sí lo era por ejemplo en la también reciente Snowpiercer, que guarda ciertas similitudes con esta película sobre el papel, pero que allí tenía todo un orden y una relación de causa efecto y una dirección argumental claras, mientras que aquí es todo caos y entropía sin ningún motivo. De alguna manera podríamos decir que ese caos del edificio se refleja en la propia estructura de la película, que acaba siendo un delirio informe de ideas poco inspiradas y clichés del género envueltas en el más absoluto caos. Desgraciadamente, el director Ben Wheatley es incapaz de conseguir que la película tenga el más mínimo interés o fuerza, y el aburrimiento es lo único que queda de una premisa que debería ser de todo menos aburrida. A
Porque en realidad la película presenta un tercer
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Brujas y otros monstruos
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ste mes, al hilo del estreno de La Bruja, nuestro repaso es por películas protagonizadas por personajes que tienen que lidiar con brujas, o con otros monstruos creados a partir de la religión y las supersticiones, normalmente en el siglo XVII o alrededores. Además, no nos limitamos a la región concreta de Nueva Inglaterra, de donde bien podríamos encontrar numerosísimos ejemplos, sino que también repasamos situaciones similares que se dieron en otros lugares del mundo, durante las mismas fechas.
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Brujas y otros monstruos
El Crisol Por Juan Romero
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he Crucible es una obra clave en el teatro norteamericano. Escrita por Arthur Miller en los años cincuenta, toma como elemento principal de su argumento los juicios sobre brujería de Salem en el siglo XVII para utilizarlos como alegoría de la caza de brujas que el McCarthismo estaba llevando a cabo en Estados Unidos durante la época en la que escribió la obra de teatro. El propio Miller, de hecho, acabaría declarando ante el Congreso y siendo condenado al negarse a delatar a compañeros. Tras muchas y muy diversas versiones de la obra, el propio Miller lleva a cabo la escritura del guion para esta adaptación, dirigida por Nicholas Hynter, y protagonizada por Daniel Day-Lewis y Winona Ryder, en 1996. La película, sin embargo, no está a la altura de la fama de la obra de teatro. Como he dicho, la historia que nos cuenta tiene lugar en Salem, un pueblo de la Nueva Inglaterra del siglo XVII. Allí, unas chicas son sorprendidas bailando en el bosque durante la noche, y
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tras ello varias de ellas empiezan a tener ciertos síntomas de enfermedad que son tomados por posesiones demoniacas. Para alejar las sospechas de ellas mismas y cumplir con vendettas personales, las chicas empiezan a acusar a otras mujeres del pueblo de ser culpables de estar en connivencia con el demonio. La líder de ese grupo de chicas es la interpretada por Winona Ryder, quien ha tenido una aventura con el personaje de Daniel Day-Lewis, y quiere deshacerse de la mujer de este por todos los medios, para poder quedarse con él. A pesar de beber de la reconocida obra de teatro, y de tener un argumento a priori interesante, la película no termina de desplegar el interés que debería tener. Comienza de manera prometedora, presentando la acción de manera realmente interesante, con el aquelarre de las chicas, y todo lo que se deriva a partir de él. Las enfermedades, no sabemos hasta qué punto fingidas, y las primeras acusaciones. Sin embargo, posiblemente a partir de que el foco recae en el ámbito amoroso de los protagonistas, la película pierde
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Brujas y otros monstruos
algo de interés, circunstancia que se ve acentuada por la aparente repetitividad de muchas de las situaciones que se van sucediendo, sin que haya un motivo real para ello. Todo ello hace que en la segunda mitad de la película, cuando se producen algunas escenas que deberían tener un importante peso emocional sobre el papel, acaben llegando al espectador demasiado atenuadas, y no pueda empatizar con la emotividad que los personajes intentan transmitir. Solamente en el tramo final de la película, ésta se rehace un poco del tratamiento superficial y rutinario del argumento para, gracias a la actuación de Daniel Day-Lewis, presentarnos el conflicto moral que acaba siendo el más importante de toda la película. Precisamente como contraposición a lo poco profundo de los conflictos morales previos. Un Daniel Day-Lewis que, una vez más, nos da muestras de su inmenso talento, aunque solo sea en ese tramo final, que es lo que acaba elevando la película. Su personaje, no obstante, es
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demasiado plano en el resto de la película, y apenas puede hacerlo destacar frente a una Winona Ryder que interpreta también bastante bien a un personaje que pierde el norte quizás demasiado pronto y sin mucho sentido, y acaba siendo un cúmulo de gritos y acusaciones varias sin mucho sentido, que Winona consigue hacer soportable. Es difícil hacerse una idea desde la perspectiva actual lo importante que fue la obra de Miller en la época de McCarthy. Y es complicado también analizar esta película sin tener en cuenta todo aquel ambiente. Despojada de ese contexto, la película hace aguas fundamentalmente en su tramo central, en el que la paranoia desatada en el pueblo, y las sucesivas acusaciones sin pruebas a unos y a otros no tienen la fuerza necesaria al carecer del paralelismo inmediato con el McCarthismo. Y acaba resultando una película un poco plana, solo sacando durante breves momentos la fuerza de una moralidad clara y rotunda, entre una paranoia colectiva demasiado poco creíble. A
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Brujas y otros monstruos
Dies irae Por Alberte Álvarez
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arl Theodor Dreyer, el maestro del ascetismo y del primer plano, que tanto ha influído en directores de la talla de Bresson, Ozu o Aki Kaurismäki, sublima en Vredens dag (o Dies irae en su traducción) su estilo en una historia que le va como anillo al dedo. La austeridad luterana encaja perfectamente con un estilo pausado, comedido, de pocas florituras y muchos gestos duros y miradas tristes. La iluminación juega un papel fundamental y eleva la historia visualmente hasta llegar a cotas de genialidad. La historia se enmarca en el siglo XVII y en la histeria por condenar a las “brujas” a la hoguera. En ese sentido la película comienza con la persecución de una de ellas, que llega a casa del sacerdote, casado con una jovencísima chica a la que la anciana pide ayuda en honor a un favor que ésta había hecho a su madre. Pese a todo es apresada, y aunque la señora intenta amenazar
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al sacerdote con contar que éste había salvado a la madre de su actual esposa para poder casarse con ella, es quemada. Llegados a este punto la influencia de la muerte de esta anciana cae pesadamente sobre la historia, pero en realidad lo hace de manera muy tangencial. Es en realidad la llegada del hijo del sacerdote a casa del padre (un hombre de una edad mucho más pareja a la esposa del pastor) la que desencadena los acontecimientos que van a desarrollarse. Y es que inevitablemente el amor entre ellos, la historia de la madre de la joven como bruja (las hijas de las brujas también eran condenadas a la hoguera), la indiferencia con el esposo y la clara enemistad con la madre del pastor (mención de honor a este papel, uno de los más duros que recuerdo) irán hilvanándose en una trama de prohibiciones, auto-imposiciones, y sobre todo, de vida y de muerte. Y es que queda muy claro, ya desde el principio, como la joven representa la vida en todas
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sus escenas, sus ganas de disfrutar y de amar, y de ser feliz. Frente a eso tenemos la gravedad del mundo religioso, y de todas las reglas con las que el luteranismo endureció las facciones de los hombres. Esto es algo que aún tiene influencia en la forma de ser general de determinadas sociedades del norte y el centro de Europa. El amor prohibido con el hijo de su esposo irá conduciendo a un callejón del que es difícil salir. La muerte siempre está acechando pese a que no se ve en ningún momento y Dreyer nos dirige con talento a la idea de que pese a que esta joven no es una bruja, sí que lo que desea se cumple. Lo hace de una manera tan invisible y sin subrayados que evita que temamos por ella en ese sentido.
la presencia imponente del ausente en su ataúd, que marca el ambiente y las actuaciones de todos los demás. En definitiva, Vredens dag utiliza el período de la caza de brujas y la propia caza de brujas en sí para contarnos una historia de prohibiciones, de ganas de vivir frente a la pesadumbre de la muerte. De cómo en una sociedad cerrada, la muerte siempre se impone a las ganas de vivir.A
Sin embargo, el “juicio final” llegará como dice la canción Dies irae, y la película termina de una manera bastante impactante. Y de una manera muy Dreyer, por cierto, con una escena que recuerda en cierto modo a Ordet, al menos por
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Brujas y otros monstruos
El bosque Por Juan Romero
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l Bosque cuenta la historia de un pueblecito aislado de Pennsylvania del siglo XIX, en el que todos sus habitantes siguen firmemente los preceptos religiosos que les inculcan los líderes de la comunidad. De hecho, el pueblecito nace cuando estos líderes se alejan voluntariamente del resto de comunidades precisamente por estar rotundamente en contra de la deriva que éstas habían tomado en los últimos tiempos, abrazando la modernidad, y alejándose de los preceptos que los fundadores de esta nueva comunidad consideraban fundamentales. Allí viven siguiendo una serie de costumbres aún más arcaicas que en el resto de pueblecitos de su entorno. Una de las particularidades más importantes del pueblo es que está rodeado por un bosque en el que habitan unas peligrosísimas criaturas, que aterrorizan a todos los habitantes del pueblo. Lo que hace que éstos decidan que no deben salir del mismo, y hace su aislamiento aún más
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definitivo. M. Night Shyamalan trabaja con mucho mimo y cuidado la ambientación durante toda la primera mitad de la película. Con un ritmo quizás excesivamente lento, y sin saber muy bien dónde quiere dirigir la película, ésta se sigue sin embargo con suficiente interés. Gracias a la gran labor del indio como director, y a las interpretaciones de un gran grupo de actores protagonistas, encabezados por unos Joaquin Phoenix, Brice Dallas Howard y Adrien Brody que consiguen hacer creíbles unos personajes extremadamente planos, que se pueden definir con apenas una frase (el introvertido que quiere saber, la ciega valiente, el retrasado mental incomprendido). En cualquier caso, y con esa indefinición de ese primer tramo, la película comienza a ahondar en una serie de relaciones amorosas entre ellos y otros personajes, siempre equilibradas con el
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Brujas y otros monstruos
contrapunto del peligro de los monstruos del bosque. La mayor parte de esos avances amorosos no están bien desarrollados y son demasiado poco creíbles. El triángulo amoroso que se va formando entre los tres protagonistas, por contra, parece algo mejor dibujado, a pesar de incurrir en todos los tópicos posibles. Y se alza como el elemento clave de la primera mitad de la película. Sin embargo, estamos hablando el Shyamalan de los dos mil. Viene de hacer Señales (con Phoenix) y posteriormente hará La joven del agua (con Howard). Así pues, cuando se desata el desenlace de la película, sigue minuciosamente los elementos que pueblan aquellas dos. La película acaba centrándose en la lucha entre los seres humanos y unos monstruos que quieren destruirlos. Y que acaba cayendo del lado de los humanos gracias precisamente a las extrañas particularidades de los protagonistas, que Shyamalan nos ha ido detallando pacientemente
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durante la primera mitad de la película. Todos los elementos que ha ido sembrando acaban encajando de manera perfecta, para cerrar el relato de manera un tanto forzada. Una estrategia que funciona de manera adecuada en relatos y cuentos infantiles, pero que en películas de estas características chirría un poco. Y no contento con eso, nos reserva un giro final à la Sexto Sentido que divide irremediablemente a los espectadores entre quienes consideran a Shyamalan un auténtico genio y quienes le consideran un mero aspirante a prestidigitador con ínfulas de grandeza. En cualquier caso, si nos abstenemos de juzgar ese giro final del que cada quien tendrá su opinión, el resto de la película que nos deja es poco más que una fábula. Mucho más blandita además de lo que cabría esperar. A
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En la película hablamos sobre el vacío físico y espiritual que provoca en una familia la ausencia de ese olivo, pero a la vez, mediante el personaje de Anna Castillo, se introduce un mensaje sobre la importancia de perseguir nuestros sueños y no rendirnos antes. • ICÍAR BOLLAÍN
El olivo El olivo / España / 2016 Dir.: Icíar Bollaín
Rep.: Anna Castillo, Javier Gutiérrez, Pep Ambrós, Manuel Cucala, Miguel Ángel Aladrén.
Texto: Alberte Álvarez
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o sé exactamente como fue, pero me gusta creer que Iciar Bollaín y Paul Laverty se conocieron en el rodaje de Tierra y Libertad, el aclamado film de Ken Loach ambientado en la Guerra Civil española. Laverty, guionista habitual de Loach, firmaba también el guion de esa película en la que Iciar Bollaín interpretaba a una militante y soldado antifranquista.
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En todo caso, El Olivo ya es el segundo guion de Laverty que dirige Bollaín después de También la lluvia. Y es presumible que así siga siendo, teniendo en cuenta que son pareja. En El Olivo el resultado contiene una mezcla de los fuertes de ambos, pero también una serie de defectos que, al menos a mí, me sacan de la película en ocasiones, y que le hace perder fuerza a la película precisamente por una exagerada carga emocional
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El olivo (Icíar Bollaín, 2016)
en determinados pasajes, y sobre todo por la interpretación quizá demasiado histriónica de la protagonista, Alma (Anna Castillo). La trama está cargada de simbolismo. El símbolo bastante obvio es el olivo, cuyas raíces pertenecen a un lugar y su desarraigo es la metáfora de esa crisis de valores donde el dinero a corto plazo vale más que cualquier otra cosa, aunque sirva para quebrar una familia. Alma es una joven cuyo abuelo, el dueño de las tierras donde viven en algún pueblo valenciano, está enfermo y a la vez cargado de una tristeza infinita que no le permite ni hablar. Alma se da cuenta de que el origen de esa tristeza bien podría ser ese olivo milenario donde jugaban cuando ella era pequeña y que el padre de Alma decidió vender contra la voluntad del abuelo. Con el fin de devolver al abuelo de la melancolía en la que está sumido, Alma decide emprender un viaje hasta donde está expuesto el olivo, en el lobby de una gran empresa alemana. Para ello engaña a su tío y a un amigo camioneros para ir hasta allí. Sin plan y sin saber que hacer al llegar. Todo esto lleva a una serie de conflictos entre los tres, que mediante la sobreactuación de la protagonista se me hace difícil de creer, y menos de empatizar con ella, por lo que la situación entera en la que se ven envueltos pierde muchísimo gancho por mucho de que la magnífica actuación de Javier Gutiérrez trate de arreglarlo, sobre todo en la parte de la película que transcurre en Alemania, que resulta algo irregular.
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Pese a estos problemas, y la parte de la campaña por redes sociales que funciona a modo de conejo que sale de la chistera, lo que nos están contando en el fondo, que es algo profundamente bello y conmovedor es lo que salva la película, junto con una buena fotografía que nos deja algunos detalles muy interesantes, como los referentes a convertir a “El símbolo bastante ese olivo específico en algo (más bien alguien) obvio es el olivo, cuyas reconocible a la vista de raíces pertenecen a un cualquiera. Un persolugar y su desarraigo naje más, además de un símbolo de la familia. El es la metáfora de la final de la película, que crisis de valores.” no es completamente feliz, sí encaja a la perfección entre todo el simbolismo que venía arrastrando la obra. En definitiva, nos encontramos ante una buena película, con fantástico guion y buena dirección de fotografía, que sin embargo se ve en ocasiones inundada por el exceso de drama en sus interpretaciones, fundamentalmente por causa de su actriz protagonista, con la que es difícil conseguir ir a su lado en el viaje por recuperar la alegría de su abuelo y, sin saberlo, por volver a tener una familia unida.A
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¿Qué invadimos ahora? Where to invade next / USA / 2015 Dir.: Michael Moore
Rep.: Documental.
Texto: Juan Romero
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onociendo a Michael Moore, sabiendo el título de la película, y viendo la escena inicial, uno piensa inmediatamente que estamos ante una nueva aproximación crítica del documentalista americano hacia el estamento militar de Estados Unidos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, porque la película se centra en seguida en un viaje de Michael Moore por diferentes países europeos, para contarnos
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ciertas medidas sociales implantadas en ellos y cómo funcionan. Con el leitmotiv siempre de Michael Moore queriendo apropiarse de todas esas ideas para poder llevarlas a cabo en Estados Unidos. En ese sentido, la película se aproxima más a la estructura de Sicko que a las anteriores y más populares cintas del cineasta, Bowling for Columbine y Fahrenheit 911. Llevándolo incluso más al extremo que allí.
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¿Qué invadimos ahora? (Where to invade next?, Michael Moore, 2015)
Porque Where to invade next? acaba siendo una yuxtaposición de pequeñas viñetas que nos muestran ciertas medidas que funcionan en determinados países, pero que no acaba de tener una línea argumental sólida entre ellas. No tiene en ningún momento un nexo de unión. Así, la película va teniendo el interés que tienen los distintos episodios. Y, como siempre en este tipo de películas tan fragmentadas, hay ciertos momentos que funcionan mucho mejor que otros. Si hay algo consistente durante toda la película es el punto de vista. Como no puede ser de otra manera, tratándose de Michael Moore, solamente vemos la cara más amable y que mejor funciona de estas medidas sociales. No hay ninguna voz que se alce en contra de lo que nos presenta. No existe ningún problema en la implantación de estas medidas. Tanto es así que pretende vendernos la idea de que con un poco de ganas y de sentido común se podrían implantar todas esas medidas perfectamente en Estados Unidos, hasta convertir el país en una utopía socialista en la que todo el mundo fuera feliz. El gran problema de la película, sin embargo, no está ahí. No tengo ninguna aversión a las películas que tienen una agenda política detrás, sea del signo que sea, y que acaban convirtiéndose en poco más que propaganda. El gran problema es que Michael Moore no se detiene en ningún momento en las causas y las consecuencias de ninguna de las medidas, sino que se queda en la mera anécdota. En contar que las cárceles en Finlandia están hechas para reinsertar al preso, que en Portugal se ha despenalizado el consumo de drogas, o que en Italia tienen muchas vacaciones. Y que la gente es muy feliz en todos esos sitios, por esos motivos. Una visión extremadamente pueril y superficial de todas y cada una de las situaciones, con un tono demasiado ligero, y carente de toda potencia. Un solo programa de Salvados que hable sobre la educación en los países nórdicos, por ejemplo, tiene mucho más interés que los fragmentos dedicados en esta película a esos temas.
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Así, entre la naturaleza fragmentaria de la película, la visión parcial de lo que se nos quiere contar, y la falta de profundidad; el interés de la película acaba reduciéndose a conocer las diferentes medidas sociales que nos presentan, aunque sea solamente con un titular. Una vez presentada la propuesta, cada uno de los fragmentos tiene el interés que pueda tener para el espectador el personaje entrevistado, y las gracietas que intenta hacer Michael Moore. Y, como decía antes, ese interés solamente se presenta en un pequeño número de los episodios de la película, siendo el resto bastante prescindibles. Sorprendentemente por lo que se ha ido viendo hasta ese momento, incluyendo una visita simbólica al lugar donde estaba el muro de Berlín que no pinta absolutamente nada, la pelí“Where to invade cula acaba con Michael next? acaba siendo Moore hilando de una yuxtaposición de manera brillante todas las ideas que ha ido pequeñas viñetas que desgranando durante nos muestran ciertas las casi dos horas de metraje en una conmedidas socuales clusión realmente que funcionan en interesante. Es una determinados países.” lástima que esa conclusión final no se haya ido sembrando de una manera más apropiada durante la película, porque acaba dando la sensación de que no es una consecuencia lógica de lo que nos ha ido contando, sino un dato que ha ocultado deliberadamente para intentar dar el golpe final, para hacer reflexionar al espectador a última hora, después de pasarse toda la película con un punto de vista demasiado ligero. Lo cual es una lástima, porque si hubiera equilibrado el mensaje durante la película con ese tipo de reflexiones, y hubiera dotado de más profundidad a cada una de las propuestas, la película habría tenido un peso del que realmente carece. A
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La venganza de Jane Jane got a gun / USA / 2016 Dir.: Gavin O'Connor
Rep.: Natalie Portman, Joel Edgerton, Ewan McGregor, Rodrigo Santoro, Noah Emmerich.
Texto: Juan Romero
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ay algunas películas en las que el proceso de producción de la misma acaba siendo tanto o más interesante que lo que se acaba viendo en pantalla. En el caso de La venganza de Jane tenemos una película que necesitó hasta cinco años para poder ser llevada a cabo. Y en ese tiempo fueron firmando y dejando el proyecto varios actores (Michael Fassbender,
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Jude Law, Bradley Cooper), directores (Lynne Ramsay) y otros técnicos varios. Mientras el guion era retocado una y otra vez para ir acomodando a las diferentes personas que fueron desfilando por el proyecto. Solamente Natalie Portman permaneció estable durante todo el proceso de producción, y seguramente sea ella el motivo principal por el que la película acabó
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La venganza de Jane (Jane got a gun, Gavin O'Connor, 2016)
llevándose a cabo. Desgraciadamente, todo ese proceso acabó afectando profundamente a la calidad de la película, y lo que ha terminado llegando a las pantallas es una película totalmente prescindible. La premisa de la película se centra en el personaje de Natalie Portman, que vive en una pequeña granja en el oeste americano junto a su marido y su hija. Un día el marido viene herido, tras ser atacado por los malos de turno, que ahora dirigirán su ira contra la protagonista. Ésta se ve obligada a ir a por la ayuda de un solitario pistolero, que luego aprendemos fue su antiguo novio, para poder repeler el ataque final de los villanos contra ella en su granja. El argumento no parece tampoco nada del otro mundo, pero sabemos perfectamente que cualquier película del oeste, con una producción cuidada, puede acabar siendo un producto interesante, por muy débil que sea su argumento. El propio Michael Fassbender que ya hemos dicho que se cayó de esta película durante la producción, protagonizó en su lugar Slow West, que con muy pocos elementos es capaz de darnos un resultado realmente notable. En este caso, desgraciadamente, no existe ese cuidado en lo que nos cuentan, y todo acaba siendo una versión fría y sin alma de lo que podría haber sido. Porque a la película le falta emoción. Está construida de tal manera que esa empatía por los personajes se cree a través de la historia previa de los protagonistas. De cómo han llegado a ese lugar, y las relaciones que hay entre ellos. Los secretos que tienen unos con otros, el daño que se han causado entre ellos y los sentimientos que se profesan entre sí. Pero desgraciadamente la manera de llevarlo a cabo es burda, simple, y carente de toda esa emoción necesaria. Fundamentalmente a través de unos extensos flashbacks que acaban
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siendo excesivamente típicos, y sin ninguna fuerza para conseguir transmitirnos esas sensaciones. Todo acaba resultando demasiado falso, y en ningún momento consigue despertar el interés del espectador. Es imposible dejar de pensar en esos momentos que los cambios de direc- “A la película le falta tor y guionistas sobre la emoción. Todo acaba marcha es lo que provoca que el modo de contar la resultando demasiado falso y en ningún historia no se ajuste a lo que nos quiere contar, y momento consigue acabe siendo todo una despertar el interés burda aproximación en cartón piedra a lo que del espectador.” debería ser. A lo que probablemente era el guion en un principio, antes del carrusel de cambios durante la producción, ya que no en vano el guion original entró en la lista de mejores guiones no producidos en Hollywood de 2011. Solamente durante el tramo final de la película, cuando se produce el enfrentamiento, Gavin O’Connor es capaz de acercarse al potencial teórico de la película. Pero para entonces ya no tenemos ningún interés en lo que está sucediendo en pantalla. Si en Warrior, posiblemente su mejor película, O’Connor era capaz de combinar el drama y la acción, y conseguía hacernos creíble y emotiva una situación bastante tópica; en Jane got a gun es incapaz de conseguir un tono adecuado, y acaba dejándonos una sucesión de tópicos, presentados de una manera poco inspirada, sin poder en ningún momento transmitir emociones creíbles, y que solamente en determinados momentos de acción consigue suscitar un mínimo de interés. Emparentando esta película por tanto mucho menos con Warrior, y mucho más con otros trabajos anteriores del director, como la también fallida, por los mismos motivos, Cuestión de honor. A
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Angry Birds Angry Birds / USA / 2015 Dir.: Clay Kaytis, Fergal Reilly
Rep.: Animación.
Texto: Saúl Olmo
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esde que su sencillo y adictivo juego se convirtió en un éxito mundial, Rovio no ha parado de sacarle jugo a sus pájaros de los huevos de oro (secuelas, juguetes, ropa, serie de animación) por lo que una película de los susodichos era del todo esperable.
Los personajes se habían rediseñado con brazos y piernas (¿o alas y patas?) para hacerlos más expresivos y la animación estaba a la altura de Pixar y Dreamworks. Sin embargo los siguientes trailers ya daban indicios de por dónde han ido finalmente los tiros.
Visionando el primer trailer parecía que Rovio estaba cuidando el producto todo lo posible.
En los juegos lanzamos a los Angry Birds contra cerdos verdes con un tirachinas para recuperar
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Angry Birds (Clay Kaytis, Fergal Reilly, 2015)
los huevos que nos han robado. En la película nos cuentan lo mismo, pero con un hora de relleno, rellena de chistes, que intentan causar gracia por acumulación. El arranque está bien. Es dinámico y introduce a los personajes con cierta gracia, pero a los pocos minutos la trama es incapaz de avanzar y se limita a encadenar gags para que la duración de la película justifique el precio de la entrada. El doblaje español está capitaneado por Santiago Segura y José Mota, lo que nos recuerda a Monstruos S.A. y acentúa la sensación de estar ante un producto mediocre, que palidece sin remedio ante la competencia (ni alcanza para ponerse a la altura de Cars 2)
bien podría durar 30 minutos y contarnos lo mismo con mejor resultado (Pixar incluso “Solo gustará a los más podría reducirla para fervientes admiradores ser unos de sus cortos de los Angry Birds. preliminares).
Los que realmente
Solo gustará a los más estarán enfadados son fervientes admiradores de los Angry Birds los espectadores que la y los que se conformen vean.” con una colorida animación sin alma. Al final, los que realmente estarán enfadados son los espectadores que vayan a verla. A
Cuando por fin estalla el conflicto los mayores están aburridos y los pequeños cansados de menearse en la butaca, y el tercer acto es incapaz de levantar el vuelo (nunca mejor dicho) y es imposible no darse cuenta de que la película
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Ahora sí, antes no Jigeumeun-matgogeuttaeneun-tteullida / Korea del Sur / 2015 Dir.: Hong Sang-soo
Rep.: Jeong Jae-yeong, Kim Min-hee, Yoon Yeo-jeong, Gi Ju-bong, Choi Hwa-Jeong, Yoo Joon-sang.
Texto: Alberte Álvarez
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econozco que fui al cine a ver Ahora sí, antes no, sin tener ni idea de qué me iba a encontrar. No conocía nada sobre la trama y todavía no había visto ninguna película de su director, el surcoreano Hong Sang-Soo.
puesta en escena, con esos zooms tan descuidados, esos encuadres tan poco buscados y esos planos largos tenían un propósito: la búsqueda de la naturalidad, casi como buscando que de casualidad aflore la magia entre lo cotidiano.
Y tengo que reconocer que en los primeros minutos me temí lo peor. Un exagerado zoom cortaba la escena, reencuadrando el plano. Ahí me preparé para lo peor. Pero luego vi que la
La historia no es muy compleja, pero a la vez es muy original. Un director de cine independiente está en Suwon para participar en la proyección de su última película. Al llegar un día antes de
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Ahora sí, antes no (Jigeumeun-matgo-geuttaeneun-tteullida, Hong Sang-soo, 2015)
tiempo se dedica a visitar distintas zonas de la ciudad y en uno de los templos conoce a una chica con la que ya nos quedaremos el resto de la película. De repente nos vemos envueltos en una conversación entre los dos que a lo largo de un día va transcurriendo, dejando entrever en ocasiones cierta tensión, cierto principio de romance. Sin embargo no todo acaba saliendo lo bien que el director hubiera deseado. Lo original es que será en la segunda parte de la película donde nos daremos cuenta qué ha fallado la primera vez, por qué la cosa no fue tan perfecta. Y es que la segunda parte de la película es un calco de la primera. La película empieza de nuevo. Mismos escenarios, mismos personajes, mismas situaciones. Pero hay pequeños cambios, matices. En general esos cambios tienen que ver con ser más sinceros, decir las cosas aunque puedan llegar a molestar, y mostrarse más honestamente el uno con el otro. En la primera parte el afán de contentar y quedar bien del director le hizo demasiado vulnerable frente a su amiga la pintora. Ahora, con otras decisiones, siendo un poco más sincero y natural y algo más directo, esos pequeños cambios pueden hacer cambiar la historia completamente. Sobrecoge ver como unos pequeños matices pueden cambiar el prisma de la relación y llevarnos hasta un punto distinto al de la primera parte. Las relaciones se muestran así frágiles, delicadas. Hong Sang-Soo explora así el comportamiento en una pareja de recién conocidos, y cómo las pequeñas decisiones afectan al transcurso global de algo más grande, incluso de los sentimientos
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en un espacio de tiempo tan pequeño como un día.
“Ahora sí, antes Sin embargo, como he dicho, no es una no explora el película fácil. Sé comportamiento en que es una decisión lógica dentro de la una pareja de recién estética y el estilo conocidos, y cómo las que se le pretende pequeñas decisiones dar a la película, pero los zooms me afectan al transcurso sacan un poco de global de algo más mi inmersión en la obra. Me descolocan. grande.” El ritmo además es pausado. En ocasiones demasiado, sobre todo teniendo en cuenta que hay cosas que se repiten tanto en la primera como en la segunda parte. No fueron pocos los que se salieron del cine durante la proyección, aunque sin embargo al final, consiguió cautivarme su delicadeza, su extraña comicidad con la que reviste cierto aire trágico y sobre todo la naturalidad con la que transcurre la relación, totalmente como ver un pedazo de vida de dos personas. En definitiva, esta original aproximación, regada con soju, nos trae un pedazo de vida, en la que podemos ver cómo cambian las cosas en los pequeños detalles, en lo que dices y en lo que callas. Sin embargo, para aquellos que les cuesten los filmes con poco ritmo tendrán la impresión de haber visto una película aburrida… dos veces. A
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No puedo explicar por qué uso el zoom. Empecé a hacerlo en mi sexta película. Me di cuenta de que quería acercarme a los actores sin cortar el plano. Haciéndolo descubrí que podía crear una continuidad especial en el ritmo. Y es tan fácil. Simplemente lo hago desde entonces. No quiero convertirlo en mi sello. • HONG SANG-SOO
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En Corto / I am Yup'ik (Daniele Anastasion y Nathan Golon, 2016)
Glas Glas / Países Bajos / 1958 / 11 min Dir.: Bert Haanstra
Rep.: Documental. Prod.: Bert Haanstra
Texto: Aitor Boada
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iempre intentamos elegir cortos recién estrenados, pero nunca está mal echar la vista atrás y quitarle el polvo a algunas joyitas.
Glas es una cinta – y cinta en el sentido más analógico y estricto de la palabra- ganadora del Oscar en 1959 al mejor cortometraje, dirigida y producida por el neerlandés Bert Haanstra. Y es una maravilla. Es la muestra clara del arte por el arte, del decir mucho sin decir nada, es lírica, incluso a veces hipnosis. En realidad, Haanstra fue contratado por una empresa de fabricación de botellas de vidrio para realizar un anuncio. Él accedió, bajo la condición de grabar después un corto sobre qué le había inspirado la fábrica. Efectivamente, Haanstra cumple muy bien su misión: el corto nos muestra el enorme contraste entre la tradición artesanal y la producción en masa de la industria del vidrio, un contraste que se nota especialmente en estos gremios tradicionalmente artesanos. La cinta se abre con un título temblando: GLASS. Cambia al holandés: GLAS. Ahora al francés: VERRE. Y va cambiando a distintos idiomas mientras lo acompañan golpes de algo que parece un xilófono. Las letras se convierten ahora en un punto naranja que se mueve de un lado a otro en círculos, como nadando, para convertirse en una bola de vidrio al rojo vivo, girando sin parar, en un movimiento casi hipnótico. La música se
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calma, un jazz suave, el humo que sale de los hornos de fuego se entremezcla con el humo de las pipas de los artesanos. La masa de vidrio naranja va tomando forma poco a poco: giros, giros, y más giros, algún soplido, giros, giros y -dentro de un molde- más soplidos todavía. Se ve en la cara de los artesanos, vestidos de traje, fumando un cigarrillo, la satisfacción de ver que ha salido bien una pieza. Un suave piano acompaña al cristal, ya enfriándose, a reposar. De repente: fuego. Cortes. Máquinas. Masas de vidrio. Máquinas. Golpes. La música se tensa. Una. Dos. Tres. Cuatro botellas. Más máquinas. Un movimiento tras otro, el mismo movimiento de antes, el mismo movimiento de después. A las máquinas no les importa si se rompe una botella. Una botella rota. Otra cae al suelo. Cae otra. Otra. Interviene alguien. Todo se regenera: una, dos, tres, cuatro botellas más… Todas al mismo ritmo que marca la música, digna de una peli de ciencia ficción setentera. Vuelve el jazz tan rápido como había desaparecido; ahora las manos giran los tubos como si estuvieran tocando un piano, suave, sin prisa, sin parar de moverse. Vuelve la calma y el hipnotismo, vuelve la artesanía, y se dejan atrás las máquinas. Vuelve la belleza.A
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Número 14 - Junio 2016
Creación, contenido y diseño Colaboraciones
Alberte Álvarez Juan Romero José M. Aparicio Aitor Boada Beatriz López Alfonso Romero Saúl Olmo
¿Te interesa colaborar en la revista? ¿Tienes preguntas. comentarios o sugerencias? ¡Escríbenos al correo electrónico! revistaerebus@gmail.com
Alberte Álvarez Soy ingeniero forestal y trabajo en el desdichado mundo del I+D. Mi película favorita es Apocalypse Now y soy un groupie de Aki Kaurismäki, Truffaut, Wes Anderson, Yasujirō Ozu, Ken Loach, Sidney Lumet, Ingmar Bergman, Jarmusch o Haneke entre otros y otras muchas.
Juan Romero Me apasiona el cine y me gusta escribir, así que participar en un proyecto así era el paso natural. El poco tiempo que me queda libre después de ver películas y escribir sobre ellas lo dedico a hacer cortos.
José M. Aparicio Disfruto hablando de cine tanto como viéndolo. Me encanta escribir y gracias a este proyecto tengo la oportunidad de compartir mis opiniones y aprender con mis compañeros más de este maravilloso arte.
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Beatriz López Ingeniera en curso y artista frustrada. Me encanta el cine, dibujar y escuchar música. Obsesionada con los años 40, 50 y 60 es lógico que mi estilo sea Pin-up.
Enrique Remírez Habitante de una sociedad distópica, tengo la gran fortuna de poder recurrir al cine, los libros y los cómics para evadirme de la realidad.
Aitor Boada Me gusta embarcarme en nuevos proyectos y si además juntan mis dos aficiones, parece hasta obligado. La pasión por el cine me viene desde pequeño. Era de esos niños que creen -y sigo pensándolo- que viven en una película.
Editado en Madrid por Alberte Álvarez Gil Imágenes: Getty Images, Wikipedia Commons, cinearchive.org, Fickr.
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ISSN: 2444-1406
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