Revista Estrépito N°1

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PRIMER NÚMERO JULIO 2020 REVISTA ESTRÉPITO CHIAPAS

Revista Estrépito

@revistaestrepito

Director general: José Zenteno Aguilar Consejo editorial: Valeria Mendoza Carlos Pimentel Edna Lira Ilustradora: Alondra Varela (@lark_vr) Corrección de estilo: Antonio Reyes Carrasco Portada: “Todas juntas” de Xanath Cvts (@xnth_cvts) Contraportada: “Rosario” de Sthepanía González

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https://revistaestrepito.wordp ress.com/ revistaestrepito@hotmail.com


Carta editorial. Revista Estrépito surge de la inquietud de difundir nuevas voces ruidosas y potentes, voces periféricas, invisibilizadas y trasgresoras que vuelcan sus entrañas en la palabra escrita y el lenguaje visual. Sin basarnos en la trayectoria de lxs autorxs, reconocimos la inquietud detrás de la protesta y la incomodidad, que conllevan al eterno cuestionamiento social. Este primer número es una muestra de dichas voces, pertenecientes a distintas latitudes y que, a nuestro parecer, reflejan lo que se está viviendo en estos tiempos. He aquí el testimonio desde la imagen y lo escrito, desde la trinchera de la autogestión, la diversidad y la inclusión. Sin más, lxs invitamos a ser parte del estrépito.

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Agradecimientos: Agradecemos al equipo editorial por todo el esfuerzo que se ha hecho hasta el momento y el que se seguirá realizando para futuras entregas. Expresamos nuestro agradecimiento a Betsie Bandala Benavides, directora de la revista independiente Los No Letrados, por todo el apoyo y consejos que nos estuvo otorgando desde la gestación de la revista. Igualmente, a las revistas independientes y personas que creyeron en el proyecto desde un principio y nos ayudaron con la difusión del mismo. A lxs artistxs que nos estuvieron mandando sus colaboraciones escritas y visuales en el periodo de recepción por habernos confiado su material. Asimismo, invitamos a lxs lectorxs a disfrutar y compartir de este primer número que lo hacemos con amors para ustedes.

GRACIAMS

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“El

Boom Latinoamericano”

Miguel García Ramírez (México, Ciudad de México)

BOOM ¡! Explota la pastilla en mi organismo Como un atropellamiento, una embestida, un desencuentro Como la sensación de caer al vacío y despertarte de golpe Una píldora con varios propósitos en la vida: Ansiolítico Antihistamínico Desinflamatorio La respuesta a casi todas las encrucijadas universales, a todas las problemáticas del mundo -o por lo menos las mías-

BOOM, BOOOM, BOOOOOOM ¡! Detonaciones en Santiago de Chile, indígenas bolivianxs desfalleciendo sobre el asfalto, Sinaloa, Veracruz, Tijuana… da igual da igual

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América Latina


Hay de detonaciones

A DETONACIONES ¡!

Mi ansiedad, mis alergias, mis dolores musculares: son asuntos míos

Un golpe de estado en Bolivia

-por decir algo-

debería ser un dolor universal

Detonaciones, disparos, bombas de gas lacrimógeno, ametralladoras, el silencio de los y las desaparecidas: Ése es el verdadero BOOM LATINOAMERICANO.

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“La tierra sangra” Nicolas F. Riquoir (Santiago de Chile)

Hay una llaga en la Tierra Brotan sierpes de ella Es sangre salvaje Indómita Intentamos cerrarla Temíamos hacerla más grande Temíamos tocarla siquiera No sabíamos lo que hacíamos Ni aun chamanes ni doctores Ni los brujos con sus conjuros Ni los curanderos con sus cataplasmas Uno dijo que debíamos dejarla sangrar Y eso hicimos

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¿Pero a qué costo? Los días se hacen cortos La brisa enfría Y las víboras se pasean por las calles cual sacerdote errante Se cuelan por nuestras piernas Muerden a nuestros niños Pero Ella sabe qué debemos hacer Sólo que aún no lo dice.

“Aún de píe” de Alondra Varela (Tuxtla Gutiérrez)

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“Indefensos” Karla Guadalupe López Pérez (Tapachula, Chiapas)

Yacía inalterable un pequeño nido en lo más alto de un árbol a punto de secarse. Su mirada clavada en la diminuta cama de ramas no se despegó de ahí durante dos horas, a pesar de que su madre le insistió en buscar algo qué hacer. Por desgracia, tenía decidido ya, acabar con los huevos que se encontraban ahí. Su mente comenzó a enfermar cuando era más pequeña, descubrió que podía matar. Comenzó con insectos y, gradualmente, dentro de sí nació un irrefrenable impulso por hacer que sus víctimas fuesen más grandes. Primero arrancaba las patas de las hormigas en un ciclo de tortura que, luego de quince minutos, culminaba en apreciar cómo poco a poco dejaban de moverse. Las cucarachas siempre le dieron asco, así que optó por torturar otro tipo de insectos como pequeñas mantis o arañas. Cada pedazo del cadáver era metido a una cajita y guardado cautelosamente bajo la cama, pero ese día, cuando divisó el nido, supo que una vez cometido el crimen no habría cuerpo que ocultar. ¿Acaso debería recolectar los cascarones? ¿Debería guardar el nido? ¿Cuál sería el trofeo en esta ocasión? Su estatura privilegiada, a pesar de ser una niña de corta edad, le permitió subir la primera rama del árbol, siendo tan delgada, casi cualquier rincón era fácilmente explorable. Así, luego de cuatro o seis ramas, llegó justo hasta el nido y lo sostuvo en su mano el tiempo suficiente como para contemplar los tres huevos de tamaños irregulares. Un vistazo rápido, sin pensar, luego los dejó caer. Bajó rápidamente para contemplar su atrocidad en el suelo, junto a las raíces. Ahí, hechos pedazos entre arena, ramas y yemas se encontraban los restos que más tarde fueron comidos por hormigas y pequeñas lagartijas. Ni alegre ni culpable, se alejó simplemente satisfecha. En aquel entonces su única preocupación era comer rápidamente para ir a jugar, aunque siempre terminaba, luego de las primeras riñas, apartada en un rincón

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llorando. Su manera de jugar siempre tosca, masculina, le forjó fama de ruda. Pronto, mendigar un lugar en el juego junto a las otras niñas la hartó y buscó sus propias maneras de entretenerse. Con el tiempo el desapego la hizo ermitaña. Sentada observaba el movimiento de los músculos de los niños al jugar futbol o el diálogo tonto que tenían algunas niñas al peinar muñecas. La apatía llegó pronto y con ello una sensación de poder inconmensurable al descubrir las emociones de su primer asesinato. Al principio, adrenalina, luego culpabilidad que rápido se va y al último, la incentiva de volver a hacerlo. Los maullidos molestaron a su madre, se quejó toda la tarde del sonido que emitían dos pequeños gatos asustados. Curiosa, se asomó por la puerta y encontró muy cerca dos gatitos. Quizá tenían un par de días de nacidos. El primero completamente blanco, de ojos azules, se arrastraba y con dificultad sostenía su cabeza mientras maullaba. El otro, de pelaje gris y negro, con un hermoso ojo azul y el otro verde en las mismas condiciones que el primero; recién nacido e indefenso. Tomó a ambos y los llevó al patio baldío de enfrente. Se sentó cerca de ellos y echó un vistazo rápido hacia todas direcciones para ver si de casualidad alguien la veía. Sin testigos a la vista, decidió comenzar. Luego de pensar unos minutos y voltear frenéticamente hacia todos lados un par de veces más, decidió tomar una piedra grande. No le costó mucho encontrarla. Acomodó primero al gato blanco porque era el más hermoso y dejó caer la piedra sobre su cabeza. Los maullidos se convirtieron en quejumbrosos lamentos revueltos en una explosión de sangre. Al retirar la piedra, se acomodó para ver la vida escaparse del pequeño cuerpo que ahora, inerte, yacía completamente tenso. Algo en sus ojos se fue de un momento a otro, la vida desapareció casi imperceptible, en un último enfoque de sus ojos antes de nublarse, un último respiro. Eso fue todo, ocultó los cuerpos y de ello aprendió que no siempre se puede llevar un trofeo a casa. Aquella tarde ella se dio cuenta que quizá alguien la había visto. No tardó mucho en encontrar otra oportunidad de matar en la comodidad de su casa. Alguien le obsequió un cachorro. Como el pequeño ya podía deslizarse sobre sus patas, optó por amarrarlo y apretujarlo un poco. Los alaridos que salían de su hocico al oprimirlo simulaban un pedido de auxilio, clemencia, piedad. Fue a la cocina y sacó entre los cubiertos un cuchillo pequeño. Luego de jugar a apretar y soltar, decidió enterrar el

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cuchillo rápidamente por su abdomen para deslizarlo hacia su vientre. El vapor que emanó la repentina salida de sangre y tripas la asustó un poco al principio. El cuchillo se detuvo ante un hueso y lo sacó para luego, en cuclillas, admirar cómo esta vez la muerte llegaba imperdonable, aunque más lenta. Aquel ajetreo le quitó mucho tiempo. Cuando su madre volvió y se dio cuenta que la cena no estaba hecha, la sala no estaba limpia, los trastes seguían sin lavar y la basura seguía ahí, la tomó del cabello y la arrojó al suelo para azotar su cabeza, indefensa. Cinco veces, quizá siete fueron suficientes para cerrar los ojos y perder la cuenta. Cuando los abrió de nuevo se encontraba frente al comedor, bebiendo agua. Esa misma noche, antes de cenar, su madre le anunció una buena nueva: tendría un hermanito.

“Juegos” de Alondra Varela (Tuxtla Gutiérrez)

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Mónica Itzel Ortiz González (Ezequiel Montes, Querétaro)

Conté mis miedos No son tantos como pensaba Viví terrores nocturnos a la luz de una vela Mientras el incendio se alzaba en mi cabeza Anoté mis pesadillas ¿Dónde están las llamas ahora? Hay un puerto que se dibuja en la ventana Pero el fuego no deja de alumbrarme Consume Todo a su paso ¿Vislumbrarán los pasajeros la bengala o los pájaros en su vuelo caerán hechos ceniza? Nadie explicará que aquel fenómeno luminoso es sólo un fino grano en la arena.

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“Atisbo” Zaira Moreno (Guadalajara, Jalisco)

Se quedó ahí, con la herida abierta, derramando sus últimos minutos de esencia. La luz que habitaba en su interior fue apagándose hasta ser sólo un soplo, un fosforo a punto de extinguirse. Ningún latido hace eco, ninguna fuerza de voluntad. El fuego que crepita en sus venas se convirtió en escarcha, hielo en su piel. Se va a la deriva, flotando en la penumbra. La tinta que gobierna su cuerpo está marchita, es una cáscara vacía. Despide con un suspiro las estrellas, rodando con su nueva forma. Un espectro.

“Sin título” de Pamela Monge (Acosta de San José, Costa Rica)

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“Derivadas de la cuarentena” Giovanni Montoya (Guerreo, México)

¿Y si la Biblia es el proyecto escolar de un niño extraterrestre que nunca iba a clases? ¿Y si el niño en lugar de entregar el libro exprime las hojas hasta dejarlas blancas porque no tiene dinero para comprar otra libreta de pasta gruesa y anillos metálicos? ¿Comprará alguien la tinta llovizna de ideas si la vende por mililitro? A las afueras de su ciudad vive un ciego de un sólo ojo compra cualquier desperdicio paga bastante bien sólo necesitas esperar cien días para poder encontrarlo ¿Un día extraterrestre son mil años humanos? ¿Es posible que exista un invernadero de galaxias que el proyecto final del niño extraterrestre

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para no repetir año consista en elegir un planeta y protegerlo de la misma manera que hicimos nosotros en secundaria con ese huevo que siempre terminaba roto? ¿Terminaba roto? ¿Y si los virus son sistemas incluidos en la compra que se activan solamente por inercia drenan

absorben desde adentro el exceso de tinta

inundando los planetas? ¿Y si nuestros ancestros, homo sapiens neanderthalensis fueron los sobrevivientes que perdieron la memoria del anterior genocidio? ¿Es el COVID-19 el virus más pequeño el del sueño ligero de una familia de cien hermanos? ¿Somos abono de la siguiente generación una madeja que por más que tiren jamás terminará de deshacerse?

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Haría Haikus Si tan sólo supiera Contar sílabas Fernando Vixtha Vazquez, (Nezahualcóyotl, Estado de México)

“5” El campesino duerme. Muere la noche. El gallo afina el canto.

“7” Héctor Andrés Mendoza Lara (Colombia)

Mi madre El lindo pájaro veía con envidia cómo volabas. Carlos Ávila (México)

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Noche de domingo. Un perro acompaña a mi sombra.


El pintor Nunca Hizo sus cuadros Para que fueran vistos Sino para seguir observando el mundo.

Hizo sus cuadros Para que fueran vistos Sino para seguir observando el mundo. José M. Delgadillo (San Luis Potosí, México)

Instantes Cuando jugábamos en la orilla de la carretera Ahí donde se terminó la infancia Y se forjó un instante de libertad.

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“Indestino” Daniel Guzner (Querétaro, México)

¿Qué sinfonía espero de un cenzontle mudo? En la incertidumbre y en la falsa expectativa se asoman los descontentos, los vítores de la desilusión encarnada en no más que un defecto, un error, una molestia. De simpatía desteñida, indiferente, asimétrica, la desilusión pretende bailar sobre los escombros de la esperanza, celebrando su victoria inverosímil, invasora, invitando a los demás fracasos a danzar sobre ella.

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¡Vengan, celebren sobre mí,

¿Qué espero entonces,

en mi cuerpo de heridas,

gran predicador,

en mi piel de amenidades!

si tu profecía es reproche?

Y así,

Si en tus manos

en su grito

las rosas han muerto,

desenredado,

y no van ni a cantar

copula con la adversidad,

más cenzontles

la sostiene,

¿dónde hallo la paz del naufragio?

y treinta y un parpadeos después, exige vivir,

Es aquí, cuando quemados mis laureles

aplastando todo aquello

y roídos mis saberes,

que no esté herido,

concluyo,

que no hondee su bandera;

como quien del pánico huye,

que no sea para él

que todo se consume como se construye.

ni por él. Presunto destino edulcorado, que se jura ante un espejo, cruzando los dedos a sus espaldas; gritando con los labios inmóviles, creyendo sin crear, creyendo crear.

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“Prenda amada” Ana Gabriela Morales Ríos (Chihuahua, México)

No buscamos huesos, buscamos tesoros. Rastreadoras de Sinaloa. ¿Te acuerdas, mi’ja, de la muñequita de papel que te regaló la doctora? Hoy se me vino a la mente bien clarito ese recuerdo… tenías muchas muñecas grandes, pequeñas, de todos colores y rasgos diversos que recortabas con detalle, todas con su ropita de papel que separabas y guardabas en sobres, como si de su armario se tratara. Podías durar horas sentadita con las piernas cruzadas probándoles cada trajecito, los sombreros, los zapatos diminutos y hacías berrinche cuando se te perdía alguna pieza. Pero aquella muñequita, la que un día te llevó la doctora como regalo (por no llorar cuando te inyectó y ser muy valiente) era distinta. Tenía el cabello real, sobre el cartón podías peinarle la melena crespa y entonces se convirtió en tu favorita. Yo me desesperaba por encontrar un vestidito en la sala, un pantaloncito por la cocina y ahora puedo confesarte que, a veces, cuando tenía mucho apuro, llegué a tirar alguna faldita o blusita arrugada, hasta un guantecillo invernal acartonado. Luego me entraba la culpa cuando te veía buscar sobre y debajo de los muebles, llorosa e impaciente. Me veo a través de tus ojos de niña y busco hasta por debajo de las piedras, maleza, lodo y ríos cualquier partecita que me lleve a completar y revestir a mi muñequita, la de cabellos, ojos, brazos y abrazos de verdad. Hoy mis manos escarbaron… escarbaron… las movía una persistente corazonada, un clamor venido de las profundidades de la tierra y encontré tus zapatos unidos a unos alargados y descoloridos fragmentos que se veían tan frágiles como el papel de las muñequitas de tu infancia. Fragmentos de ti que a la vez que surgen de la tierra, sepultan mi racional pensamiento de encontrarte con vida. No me dejaron tocarte. Manos extrañas guardaron tus zapatos,

/son falanges,

déjenos a nosotros, señora, no escarbe más, debemos resguardar el lugar y los

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restos - los restos/

los primeros que te regalé de tacón por haber cumplido

dieciocho años y terminar la preparatoria. ¡Cuántos hay que caminan inermes con el corazón endurecido! No ven que casi tropiezan con fosas que guardan a los seres que alguien más busca tras mil noches sin dormir /se fue con el novio… andaba en malos pasos…

pasos - pasos/ ¡no

saben mi niña, cuántos pasos he dado yo para llegar hasta ti! Amenazas iban y venían, sabían que no dejaría de buscarte, de nombrarte… cada noche repaso la última vez que escuché tu voz para no olvidarla, para que no te olviden. Tu nombre, junto a miles más que se escriben a sangre y lágrimas en inscripciones desgastadas, que se gritan entre consignas

/vivas, vivos se los

llevaron…/ y que por la noche sólo queda el eco hueco de las profundas calles vacías, esas que te vieron caminar antes de no estar más. He buscado por meses y hoy te encontré, ya no llorando ni angustiada como antes de saber alguna noticia tuya, cuando te imaginaba asustada, paralizada. Inclemente a veces, con quienes minimizaron mi dolor y lo amontonaron sobre otro caso, otro expediente de personas “extraviadas o ausentes” que no se resolvería. Amorosa siempre porque, aunque ya no pueda peinar tu lluvia de rizos, sabré finalmente dónde te encuentras.

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“Shroomwalk” de Helena La Brave (Coacalco, Edo. Méx.)

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“ANTSETIK ” Susi Bentzulul (San Juan Chamula, Chiapas) / Lengua tsotsil

Antsetik sna’inojik ts’ijilal Sak pak’an yut satik Chukbilik ta sti’ sna ch’ayemal ta o’ontonal. Antsetik sna’inojik ts’ijilal yayijem satik Ta st’uxubtasik ta ya’lel satik li ja’vile Chak’em sbek’talik, chmal xch’ich’el K’unk’un chlajik batel. Antsetik sna’inojik ts’ijilal T’uch’em xch’ulelik Ta sa’ sbiik, ta yets’al vokolil Ja’ jun tuch’emal ta slok’es pojov. Antsetik pajesbilik ta ik’al osil Ta sk’anik vokol ta xch’ayesik ya’i li voljee ta tijil sak chlaj batel sk’op slo’ilik.

“Medio amanece” de Alondra Varela (Tuxtla Gutiérrez)

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“Mujeres ” Susi Bentzulul (San Juan Chamula, Chiapas) / Traducción al español.

Mujeres yacen en el silencio con ojos pálidos. Atadas en la puerta del olvido. Mujeres yacen en el silencio con el rostro adolorido. Sus lágrimas mojan los años. Sus cuerpos agrietados se desangran. Lentamente agonizan. Mujeres yacen en el silencio con el alma llagada. Buscan sus nombres ocultos en el eco del dolor. Son una herida abierta que derrama pus. Mujeres suspendidas en la oscuridad suplican intentan borrar el ayer pero sus voces se quiebran en la madrugada.

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“Mediúm” de Xanath Cvts (CDMX)

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“Secundaria Burns” Salma Solis (San Luis Potosí, México)

Cuando Paula salió de casa jamás imaginó ver un cartel de “Se busca" con la foto de su mejor amiga en las paredes de la escuela. El lunes en honores, con un encendedor le prendió fuego a la bandera, era el símbolo del comienzo de una guerra.

“Pelea como niña” de Stephanía González (Chiapas)

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“Tres criaturas” Rogelio Silva Cerna (Colima, México)

Piel de mariposa Laura aplasta la hierba mientras avanza, abriéndose paso con una vara que azota de forma furiosa contra las flores silvestres y las mariposas. Le gusta verlas partirse en pedazos que dejan una estela de polvillo blanco en el aire. Le gusta el zumbido de la vara al romper el viento. Queda satisfecha con la destrucción de las cosas que dicen que son bellas. Se tira en la tierra, levanta su falda escolar y observa sus piernas plagadas de cicatrices que se entrecruzan. Siente como si una madeja de raíces de fuego creciera en su estómago. Quiere arrancarse la piel pero de lo único que es capaz es de latiguearse con la vara en las piernas, para sumarles nuevas heridas. Quiere destruir lo bello, todo lo que los hombres dicen que es bello.

Fauces Una bolita de niños mugrosos se arremolina en el centro de un lote baldío. Escucho sus carcajadas y sus gritos de entusiasmo. Me acerco y mi amigo alza su mano para integrarme al espectáculo: en medio de la aglomeración formaron un pequeño coliseo. En el ruedo luchan dos mantis enormes, las más grandes que he visto. Se arrancan las patas y las alas a mordiscos, como si fueran dos plantas podándose una a la otra. La lucha termina cuando uno de los bichos, ya sin extremidades, desbarata la cabeza del rival entre sus fauces. Los niños festejan.

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Hallazgo La cabeza tiene los ojos abiertos pero no miran a un punto definido. David sabe que son los ojos de un muerto. No tienen brillo. A simple vista luce como un muchacho enterrado hasta el cuello. Se da cuenta que carece de cuerpo al momento de tocarla con la punta del pie. La cabeza cae de costado sobre el pasto y exhibe el tajo del cuello. Sería normal que el hallazgo le causara miedo o aversión, pero no es así. En cambio, le provoca otra cosa, algo indefinible que lo paraliza en medio del patio escolar. Son apenas las seis de la mañana. David fue el primer chico en llegar a la escuela. Hace frío y todo está cubierto por neblina. Las nubes comienzan a teñirse de violeta con los primeros rayos del sol, pero aún suenan los grillos. David se agacha para ver mejor las facciones de aquel rostro. Hace un esfuerzo por evocar a todos los muchachos de aspecto parecido. No encuentra ninguna coincidencia. Sin embargo, la cara desconocida le resulta extrañamente familiar. La mira durante minutos enteros, hasta que la luz del amanecer le ilumina mejor el semblante. De pronto, aquellos rasgos cobran una semejanza inusitada, es como si se mirara en un espejo.

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“La danza de los viejitos” Carlos Iván Laparra (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas)

Mercedes veía a ese muchacho apuesto cruzar la calle. Notó cuánto le encantaba lanzarles sonrisas a las jovencitas que pasaban por su camino. Ella añoró atrapar una sonrisa suya, regresársela y nuevamente jugar a los jóvenes enamorados, pero mientras divagaba entre sus deseos, volteó a su derecha para toparse con aquel rostro triste y marchitado de siempre. Romualdo lo había visto todo, la tomó del brazo y la sacó de ahí con esa lentitud tan de ellos, como si estuvieran danzando sobre el mismo destino.

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“Somos” de Alondra Varela (Tuxtla Gutiérrez)


“FEMENINO MASCULINO” Francisco Valenzuela Saravia (Concepción, Chile)

FEMENINO MASCULINO FEMENINO MASCULINO FEMENINO MASCULINO FEMENINO MASCULINO tal vez repitiendo estas etiquetas llegues a la fibra que une a los sexos / tal vez si dilatas y dilatas estos contrarios y descascaras su significación encuentres el engranaje de medias naranjas podridas / tal vez si despellejas estos antónimos los restos del humano perfecto se unan en este bosnioherzegovino / nombre de pila Andrej Pejic: modelador de pasos de gato / el mimado de la pista de modelaje / tal vez si desarticulas tus prejuicios vislumbres lo que esconde su rictus tras la pantalla / vibratos que fuerzan tonos femeniles / cuerdas vocales que reconcilian naturalezas / tal vez si lees El Banquete de Platón comprendas las marañas del andrógino que adorna portadas y revistas / cruza que hoy fascina y perturba entre los/as adolecentes de la mano claro del glamur que les presupone ser parte del casting de Jean-Paul Gaultier

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“El arte por el arte” Santana García (Chiapas)

EL ARTE POR EL ARTE

L'ART POUR L'ART L'ART POOR L'ART EL ARTE POBRE EL ARTE

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¿Escuchas eso? Acuarela, tinta sobre papel de algodón 15 x 25 cms LUZ MARTÍNEZ Tuxtla Gutiérrez, Chiapas 2020

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“Sin título” Teina Patiño (Morelia, Michoacán)

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“Sin título” Teina Patiño (Morelia, Michoacán)

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