Revista Estrépito N° 3

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May.21 N°3

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TERCER NÚMERO MAYO 2021 REVISTA ESTRÉPITO CHIAPAS - PUEBLA - GUADALAJARA

Revista Estrépito

@revistaestrepito

Consejo editorial: José Zenteno Aguilar Kika Ortega Claudia Godoy Ilustradora: Alondra Varela (@lark_vr) Corrección de estilo: Antonio Reyes Carrasco Alejandra Canela Portada: “Sin título” de Evelyn MG (@evelyn._.mg) Contraportada: “Tu voz silenciada” de Mariana Naranjo Sánchez (@lanaranjacollage)

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Hard reset Ánuar Zúñiga Naime (Ciudad de México)

mantenga presionado el botón de encendido y espere a que el sistema reinicie esto puede tardar algunos momentos si el problema persiste piense que en el futuro el sol colapsará y todo quedará en el olvido como un martes como el segundo hombre que pisó la luna como el ojo normal de david bowie

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INTRODUCCIÓN PARA UNA PELÍCULA DE GUY RITCHIE Ánuar Zúñiga Naime (Ciudad de México)

volveremos a ser el foco de las cámaras de vigilancia en aeropuertos y centros comerciales cuando estampida de caballos reventemos los cristales de zapaterías y tiendas de novias

cuando corramos hasta perder el piso bajo una lluvia de cintas de seguridad y boletos de estacionamiento

nuestras fotografías decorarán los muros de tiendas de autoservicio y los empleados del turno matutino tendrán que barrer las flores que los adolescentes dejen como ofrenda cada madrugada

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Cal Abigail Quiñonez Sánchez (Puebla, México)

En silencio, le echamos cal al amor, a aquel cadáver a lado de la carretera que algunos, por piedad, quitaron del pavimento. Tu madre con sus tazas de café y panecillos, tu hermanita con sus cuentos y peluches, agentes piadosas que sonreían mientras lo nuestro ya hedía. Nuestras pieles embarradas, sangre corriente en ríos carmines y purpúreos, algo de nuestra carne quedó pegada en los kilómetros posteriores y así, de pronto nos acercamos, lo vemos, niña de nuestros ojos, anhelo alimentado por mitos y fábulas, ritos de entrega

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y lluvias de arroz y ya se nos murió. Lo palpamos ya frío, inventado, tieso, y no conocemos el olor a putrefacción, nuestras narices ya acostumbradas y ahora ni nos extraña ni nos da náuseas. Echamos cal y nos miramos; cómplices del crimen que cometimos. Y con una sonrisa a medias, lo abandonamos al lado de la carretera.

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Roca Karla Flores (Cuernavaca, Morelos) Desde hace un tiempo no tengo qué escribir, parece que me quedé seca o todo lo que pienso sale en lágrimas, quizá necesito llorar un buen rato y así mezclarme entre la tierra y volverme roca y que los niños me pateen mientras caminan a la escuela y que me avienten y rompan vidrios o que me lleven en su cartera y sea de buena suerte. Tal vez necesito olvidar un día o dos y que todo se me vaya de la garganta, que se borren mis piernas, mis manos, mi sexo y no sea una Karla, sino una pequeña piedra, un rastro difuso de algo, espero que así tenga algo que escribir, aunque los cachos de tierra no escriban.

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Transmutar de Martha Alvarado (Tecamachalco, Puebla)

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Civilización y barbarie Maura Fuentes (Ciudad de México)

Cuando supieron que Caperucita seguía tomando el camino por el bosque, todos pensaron que no había aprendido su lección. Niña necia, ¿no ves que ahora puedes ir por el camino de los hombres? Un camino civilizado, seguro, sin lobos acechando. Pero ella siempre se negó a cruzar por ahí. Se sentía segura conociendo los peligros del bosque. Sabía que si un lobo la devoraba sería por hambre y necesidad. ¿Pero si un hombre la violaba?

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Ataduras de Martha Alvarado (Tecamachalco, Puebla)

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Muñeca rusa Daniel Bezares (Ocozocoautla, Chiapas)

De camino a casa sientes que el colectivo respira, como si estuvieras dentro de un animal muy grande y torpe. Un animal que no quiere hacerte daño, pero es imposible que no pienses cosas malas. Te sientes como una muñeca de trapo, mareada, distraída, zarandeada en contra de tu voluntad. Sintiendo, o fingiendo ser algo parecido a un movimiento intestinal en la estructura del colectivo. Llegas a casa y todo te parece extraño. Encuentras las cosas igual como las dejaste al salir, o al menos como recuerdas que las dejaste, no lo sabes, ahora no sabes si todo es igual a cuando te fuiste o solo eres tú quien ha cambiado y ve todo diferente. Tomas un vaso de agua, sientes el líquido correr por tu garganta. La cuarentena solo se trató de ti, solo piensas en el prójimo cuando sabes que puede hacerte daño, la realidad es un velo muy delgado eso queda probado, y el encierro revive tus viejos vicios, y el encierro te hunde en el hedonismo. Te acuestas en el sillón y revisas las redes sociales, hablas con algunos amigos, luego les dejas de hablar. Ignoras los comentarios de los señores que te tiran el ligue, a veces les haces plática solo para reírte. Enciendes la tele, buscas algo que ver y no ves más que comercial tras comercial, comercial, tras comercial. Entras a Nexflix, donde la variedad de contenido no hace más que provocarte indecisión y algo de histeria. Buscas, buscas, enciendes un cigarro, y sigues buscando. Odias el sabor del tabaco, odias tener el vicio otra vez, pero te gusta ver el humo en el aire, cómo creas algo hermoso que solo existe un momento y luego desaparece. Encuentras algo que ver, la película animada empieza. Los protagonistas son dos niños que por alguna extraña razón despiertan en un extraño y tenebroso bosque. Los niños quieren regresar a casa, y por el camino van encontrado extrañas criaturas que los ayudan en su odisea. Los niños ignoran que una sombra tenebrosa va tras ellos, una sombra que mata todo lo que toca, una sombra que comienza a matar a todos los personajes que los niños han conocido. En el punto culminante de la serie la sombra alcanza a los niños, la sombra es la mismísima muerte. Los niños todo el tiempo estuvieron muertos, su travesía no era otra que atravesar el purgatorio dantesco, llegar al cielo. La muerte y los niños pelean, discuten. Pero al final todo es una

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pantalla blanca, y uno por uno los personajes de la serie aparecen en orden de muerte. Pantalla negra. Fin. Créditos. Apagas la televisión con desconsuelo. El último cigarrillo que tienes en tu mano suelta un humo que asciende y desaparece, igual que la vida. ¿Qué tienes entre tus brazos? No se detiene el tiempo y cuando abras los ojos tendrás arriba de cuarenta años, sintiéndote un desperdicio en una generación que no entiendes, o con suficientes errores como para no poder conciliar el sueño. Necesitas consuelo, un consuelo ante la vida, no de la muerte. Conoces que tu estabilidad es un hilo muy delgado, que a veces oscila entre el vicio y la amargura, no lo justificas, pero no puedes evitar caer en extremos. Culparte, por ejemplo, de no salvar a tu madre de todas las golpizas que le dio tu padrastro, culparte por quedarte a solas con tu padrastro y no poder detener las manos que te quitaban la ropa lentamente, culparte por no tener voz. Pero ya entiendes que cualquier consuelo que no te ofrezca libertad es engañoso, y solo te lleva a la desesperación, desesperación que te hace ver la noche como una tregua entre dos días. Apagas la tele, vas al baño, apagas la luz. Te acuestas en tu cama y en la oscuridad puedes sentir que la muerte te rodea, te sientes vulnerable. Está en el viento moviendo las cortinas, en el agua, en todos los objetos punzantes que te rodean, en el peso del techo, en tu sangre. Sabes que viene por ti, y por todos. La has visto llevarse a los tuyos, dejándoles un beso frío en la frente. A veces te sientes como una muñeca rusa, y en la última muñeca hay una navaja, por eso no puedes seguir enfrentándote a esto. Puedes ver que la libertad de los animales es superior a la tuya, porque el temor a la vida nos hace esclavos de la muerte, y viceversa. Pero el animal que no piensa, que no dice, es sabio, libre, feliz. En el objeto de hacer tu vida, solo te haces desdichas. Pero nadie quiere hablar de eso, nadie, aunque lo sepan no se atreven a admitir que lo que podría traer libertad, trae esclavitud y pena en lugar de paz. Debes trabajar por la mañana, pero no puedes dormir. Es fácil te dices, solo tienes que cerrar los ojos, solo cerrar los ojos. De nuevo te sientes en el intestino de un animal gigante. Programas la alarma para las 7:30 a.m. En la pantalla aparece un mensaje que dice: la alarma sonará en 3 horas 18 minutos. Solo cerrar los ojos. Cerrar los ojos.

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Insoportable Quiñonez Iris Valentina (Santiago del Estero, Argentina)

Insoportable la bravura con la que espantas el cariño tenue de los amantes Insoportable sale la tempestad arremetiendo contra los indecentes que se satisfacen con la provocación que los autoriza a matar Insoportable Tu bravura histórica destrozas cada riel atado en la tierra Insoportable el fuego y el ardor

De La tempestad remota,

con la que espantas el cariño infame.

Del silencio sale la bravura que recorre tu herida Insoportable es

14 escucharte decir que mi fuego es provocación.


Manada Vaitiara Villagrán (Santiago del Estero, Argentina)

Mira a todas partes y no encuentra lo que busca, retrocede pensando que perdió. Eso no. Eso no es ella. No acepta los colores ni las formas que le asignan. No. No es ella. Grita y gruñe como un animal asustado, en un estado puro, primitivo, se contempla, y es muy bella.

Los aullidos fantasmales de sus madres le indican el camino, se lame las heridas, protege a su manada, sonríe satisfecha, ha decidido ser hembra.

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k

24/7 Alfonso Lam (Matamoros, Tamaulipas)

Un licuado, Fluoxetina y un café Lunes Un mexicano proletario Jugando a darle vueltas al viento A convertir vivencias en versos “Resistiendo” Es el cuento que se cuentan Usando términos de moda Los que no controlan su contexto Concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar Ya tiene tiempo Que no reza en la mañana La Fe está en checar redes diario Esperando el putazo (Hoy no) Martes Se despierta a la carrera Y el tiempo Valor para cambiar aquellas que sí puedo Nomás da para un cigarro Como se le llama Al ayuno intermitente Cuando no está planificado Como los sueños de mi madre Arrebatados

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Por mi padre Por su Madre Por el Señor Por darle chance al wey Que se vistió del menos peor Resultando todo lo contrario Sabiduría para reconocer la diferencia Pero esta historia se trata de mí No? (Como todo) Claro Un licuado Fluoxetina y un café Para volver al inicio Que en alguna parte del cuento Se fundió con el final.

Miércoles

… o Jueves?

Viernes?

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Sin título de Evelyn MG

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Ojos de sal Mayra Vázquez Laureano

I Su mirada destruyó una ciudad corrompida en el mundo. La mano de Justicia decidió, prepotente, que sólo merecían vivir los elegidos por Su orgullo. Perdona a Tu pueblo, Jehová Shaddai, por ser imperfecto, aun cuando Tú lo creaste a imagen y semejanza. Vaya ironía. Eran apenas las siete, cuando ellos irrumpieron en casa con alas impetuosas. “Lotdijeron- Sodoma y Gomorra desaparecerán. Es lo que Jehová quiere, y se hará, como siempre.” Mi esposo y yo caminamos a prisa, dolientes por la edad que ya doblaba nuestra espalda, acompañados por nuestras hijas. Ellos, con su aureola y el rostro encendido en furor, nos empujaban cada vez más violentamente. Uno, dos, cinco tropiezos repartidos. “No miren atrás.” Pero, ¿por qué? “¿Osas preguntar, Edit? Jehová no te ordena pensar, sino obedecer sin duda.” Yo no podía, y me evocarán pecadora, traidora. ¿Cómo dejar de pensar? No concebía loar la benevolencia de su dios cuando en pos de mí se desencadenaban gritos, sangre y agonía. Escuché lamentos inocentes. “Misericordia, piedad”. Todo les fue negado por pensar y sentir, no obedecer al gran Jehová. Llovía sin remedio alrededor. Detrás, fuego y azufre. Delante, lágrimas. Tú, Maravilloso, lo puedes todo, hasta ser indiferente. Con los ojos inundados de gotas saladas, decidí tener piedad. Decidí que mi corazón no sería de piedra, y sobre esa piedra nada sería edificado entonces. Fui piedra, en cambio, de sal.

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II Heme ahora aquí, con un hombre y otro después. He pecado contra ti desde que mostraste tu faceta más canalla. Desde mis ojos pasados vi morir a primogénitos y esposos. Destruiste mis murallas: Egipto, Jericó, Gomorra y Sodoma. ¿Nos creaste a tu imagen y semejanza? Entonces somos perfectos, o tú eres imperfecto. Entonces podemos inmolar a quien no nos reconoce. Entonces somos omnipotentes. ¿Vives en mí, y yo en ti? Cuéntame de tus deseos nocturnos, de tus envidias y tus traiciones. Dime bajo tus injurias y tus culpas, ¿sigues siendo superior? No importa si he perdido tu favor y gracia. Ahora cada noche despierto agitada, recordando las cenizas que tu gloria dejó a su paso. Los lamentos que desgarran mis huesos convulsos, me roban el sueño. Son ya las siete y ellos irrumpen en mi casa con sus togas y piedras en nombre de Dios. Como un déjà vu. “Ramera – dicen- la ley ordena apedrearte. Moisés lo manda porque Jehová lo exige.” Corro por la calle con las plantas de los pies lavando las piedras. Ellas y yo nos lamentamos dolidas por el divino flujo. Mi piel abriga las santas uñas de tus elegidos. Me obligan a caminar bajo un chubasco de saliva, orina y rocas. Me empujan tantas veces como sean necesarias para caer a tus pies. “Señor” escucho, y mi corazón padece. Recuerdo tu placer ante las dos ciudades, y es mi fin. Escribes nada en la tierra y yo acepto la deshonra. ¿Me recuerdas? Fui Eva, Salomé, Mical. Fui Tamar y Dalila. Fui sal. ¿Qué deben hacer conmigo? "Aquel que se encuentre libre de pecado, arroje la primera piedra" Rocas caían frente a ti. Decido mirarte, y tienes un rostro diferente. Sonríes ahora; antes asesinabas pecadores. Yo también te perdono, dices. Me ofreces la mano, y tengo tantos deseos de que me expliques ¿por qué a los niños, mis hijos todos, no ofreciste más que fuego? No puedo hablar, como aquella vez, y mis ojos desbordan por tanto recuerdo. Ve a casa, y no peques más. Camino dejando tu sonrisa a mi espalda, cuando una vez fue tu ira. Y lloro, no porque tocaras mi corazón. Lloro porque sé que, aunque no peque, tu perdón no me será suficiente.

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No puedo perdonar esa maravillosa apatía que tienes cuando te lo propones. En tus ojos no veré jamás marcas de remordimiento. Exaltaste a Moisés, a costa de hijos egipcios. Lea y Raquel fueron mujerzuelas para la gloria de Jacob. Ahora me absuelves, viendo un rostro embalsamado en sangre, porque he pagado un bajo precio. ¿Y con una sonrisa tuya debo olvidar? Llego a casa para cambiar de vestiduras. Veo mis senos amoratados, y las llagas abiertas de mis rodillas que desatan caudales de sangre y duda. Tú y yo no somos iguales. Eres complicado y tu doble ser me hace temerte. Para ti he sido siempre una estatua, y la humanidad me recordará como una Magdalena del montón, cuando tus manos misericordiosas arranquen la belleza al verbo, y sea símil de dolida; mar de lágrimas perpetuo que salpicará a través de estos ojos de sal la descendencia de cualquiera de nosotras.

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Niña rabia Citlalli Aurora Santos Reyes (Oaxaca, México)

El mundo no merece tu llanto. Tu risa trueno que inunda de luz la casa. Cuento tus líneas sobre la frente para saber qué te duele tanto. Qué vertiga tu cuerpo por las noches y te hace dormir en posición fetal.

Día a día nuestro hábito consiste en el beso y la risa.

Pero el dolor nos encascara. Y a ti te duele un pecho. Y a mí me ruge la panza.

No sabemos todavía, cómo sanar nuestros malestares. Sobrevivimos al mundo con amor.

Niña rabia, yo sé que a veces piensas que no es suficiente. Y yo te pido que resistas. No te vayas.

Y tú lloras y me mojas el pecho mientras luchas contra el ahogo.

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Y afuera ladran.

Luego pasa la noche. El conejo araña la puerta queriendo salir. Tú duermes volteada y yo despierto mirándote los pies.

Te busco entre las sombras, algo brilla. Tu corazón late agitado. Y yo le quiero dar vuelta. Para que no se pare.

Me acerco a tu pecho. Me abrazas la cabeza. Y no dices nada. Pero yo lo sé. Niña rabia, que resistes. Niña rabia, que te quedas.

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Así mueren los árboles, decía mi abuela Citlalli Aurora Santos Reyes (Oaxaca, México)

Me voy a quedar de pie, Un tiempo nada más, Como quien se muere.

Parada sobre la tierra. Hasta que éstas lágrimas Echen raíces. Sin título de 24 Katia Abril Martínez (Ciudad de México)

Y yo vuelva a florecer.


Solo me di cuenta Ariana Valentina Puerta, 13 años (La Quiaca, Argentina)

Solo me di cuenta de que tus palabras son vacías fruto sin semilla. Nunca reconoces tu error, quieres, con amenazas, hacerte valer. Solo me di cuenta ni ahora ni de niña tomaste mi mano ni tampoco abrazaste mi dañado corazón. Solo me di cuenta nunca haces nada, árbol sin fruto, y así vas por la vida, por un camino difuso, de engaños y mentiras. Solo me di cuenta de que siempre anhelaste

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Las costras de mi gato de Alondra Varela


que ella muriera, sin pensar en mí, sin pensar cuánto necesito de ella, El daño es el propósito de tus acciones; siempre oculta está tu intención Solo me di cuenta nunca me diste un consejo nunca estuviste durante mis tiempos enferma, Me dejaste desde niña, con pretextos huyes sin explicarme nada. Solo me di cuenta de que tu educación no es la solidez de tu persona, ella me enseñó a poner un pie delante del otro a creer en mí misma, Tú a huir de los problemas a caminar mintiendo por la vida haciéndome sentir que no era nada.

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Solo me doy cuenta de que viviré lejos de ti porque ya entiendo tu deseo, Soy feliz Aprenderé lo bueno de este mundo que para mí todavía es un misterio.

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Larvas de Elizabeth Cruz Aguilar (Puebla, Puebla)

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Sin título de Evelyn MG

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