1
CUARTO NÚMERO SEPTIEMBRE 2021 REVISTA ESTRÉPITO CHIAPAS - PUEBLA - GUADALAJARA
Revista Estrépito
@revistaestrepito
Consejo editorial: José Zenteno Aguilar Kika Ortega Claudia Godoy
https://revistaestrepito.word press.com/
revistaestrepito@hotmail.com
Ilustradora: Alondra Varela (@lark_vr) Corrección de estilo: Antonio Reyes Carrasco Portada: “Sin título” de Srita. Cafetera (@srita.cafetera) Contraportada: “Tu voz silenciada” de Miriam Bautista(@lanaranjacollage)
2
3
Hay días donde resulta más sencillo ser trapo viejo de cocina llorando sobre leche derramada que vestirse de verde y bailar tap arriba de la mesa. El lavaplatos finge escuchar al sartén de teflón rayado. El transporte urbano es el vampiro de los asalariados. El camión de la basura un ave de mal agüero. Un plátano en descomposición la metáfora de una semana podrida. Hay días donde imaginar al duende al final del arcoíris causa dolor de cabeza.
Liliana Núñez (León, Guanajuato)
4
Soy ciudadano pobre* Carlos Gael Escobarete Avila (Ciudad de México)
*En caso de no sentirse
Soy ciudadano pobre,
identificado con lo recitado,
luchando cada día
con pretensiones
por la semilla miserable.
revolucionarias puede modificar el orden de las palabras, darle otro
Comiendo lo que sobre,
significado,
huyendo del policía sobre esta ciudad indomable.
Pobre, soy ciudadano
cambiar el sistema impuesto, intercambiar puestos, quitar a los de hasta arriba y darle
Soy el ciudadano que sobre, luchando contra la policía por la ciudad miserable.
mejor vida a los de abajo, lo que sea. Por ejemplo:
Comiendo soy pobre, huyendo cada día sobre mi semilla indomable.
5
Intervención de Estrépito
Ciudadano, soy pobre
sobre la ciudad que croa.
huyendo de ser pobre
Comiendo a los policías,
miserable cada día.
luchando por la semilla
Soy el ciudadano indomable,
6
Puedes hacerlo tomando captura de pantalla en esta zona o realizarlo donde guste para compartirlo con nosortrxs por el correo de la revista o conservarlo.
Te invitamos a realizar tu intervención
***
clowns alán adair (Saltillo, Coahuila)
I scooby dooby-doo where are you? la señora de la esquina cree haber ido a marte dice haberse sentado en una estrella cagado en un cohete de la nasa y limpiado con una nube la señora de la esquina cree que el amor de su vida es un marciano y que a causa de la gravedad (y de la productora) regresó antes de lo acordado but you´re not fooling me siendo joven se enlistó en el primer viaje a marte (porque odiaba los zapatos y el suelo dar los buenos días y sacar la basura) su viaje nunca fue registrado por los periodistas ella dice que fue algo confidencial que se trasladaban dentro de “la máquina del misterio” y que le pusieron unos lentes y un nombre nuevo (la llamaron velma dinkley para mayor discreción) dice que viajó con un perro y otras tres personas que marte parece un desierto de tierra roja como mejilla maquillada y que lamentablemente también hay gravedad ahí
7
me contó que la persiguieron algunos marcianos que el perro era un cobarde (devorador de scooby galletas y experto en teorías conspiratorias) pero la señora de la esquina no tenía miedo (ella era muy inteligente) se enamoró de un marciano en la tercera corretiza con música de fondo aunque él no estaba preparado para eso y la regresaron antes de lo acordado cause i can see the way you shake and shiver (la señora de la esquina vive descalza entre la basura nunca dice buenos días tiene las mejillas rojas como marte ama los marcianos y nunca pisa el suelo)
8
9
En ratos parecía dormir de Srita. Cafetera (@srita.cafetera)
El trofeo Víctor M Campos (CDMX)
Yo no tenía cualidades para estar en su equipo. Lo expresó claramente cuando una vez, en un partido contra los de la otra calle, no me incluyó en su selección. ¿Quién se creía ese dientes de fierro? Hubiera preferido que perdieran con tal de que este pendejo se diera cuenta de su error. Pero el hubiera es como un balón ovalado: le tiras para que se meta en el ángulo o pegadito al poste, pero siempre se va chueco. Todos los que jugamos futbol conocimos a alguien al que le salía todo bien: sombreritos, túneles, autopases. Ese era él. De los pocos que realmente sabían jugar. Todos querían estar en su equipo. Y a muchos, estoy seguro, les hubiera gustado ser tan buenos como el dientes de fierro. Pero no era mi caso: yo era tan bueno o mejor que él así que no tenía nada que envidiarle. A mí también me salían los túneles y los autopases; sabía bajarla con el pecho o hacer una pared. No en vano me pasaba todos los recreos jugando con cualquier cosa que se pudiera patear: una botella de Frutsi rellena de papeles o un planeta de unicel que se hubiera caído de algún sistema solar. Si el dientes de fierro no me seleccionaba era por una sola razón: éramos rivales. ¿Y qué se hace con un rival? Meterle zancadillas, tirarlo, patearlo en el suelo. Pero él, apenas con un raspón en la rodilla, se ponía de pie y me miraba fijamente sin decir nada. Luego, me daba una palmada en el hombro y el juego seguía adelante. Putito. Meterle el pie era lo que se merecía: ¿quién le había dado el derecho de creerse mejor que yo? Un día de lluvia, sin embargo, lo averigüé. En un ataque en contra se quedó solo, como siempre le pasa a los buenos; atrás, él solo intentando defender. A su portero lo habían mandado a las tortillas así que se tuvo que fletar. Si quería taparla tendría que poner su carita de pendejo; si quería evitar el balonazo en su carita tendría que hacerse a un lado. ¿Quién lo manda a ser así? Quisimos espantarlo con una finta, amagarlo, pero no se quitó. Cuando me pasaron el balón le metí debajo la
10
punta del zapato. Él no sería capaz de agarrarla con las manos así que puso su superioridad por delante. Otra vez dejó en claro por qué todos querían estar en su equipo; por qué el dientes de fierro tenía el privilegio de escoger con quién jugar: por qué pronto debutaría, con uniforme y todo, en la liga de la colonia. Pero todo tiene un precio y ser mejor que los demás tiene un precio más alto aún. Metí la punta del zapato y le di con todas mis fuerzas. El balón mojado le pegó en la cara y él se fue para atrás. Los de mi equipo se rieron. Todos nos burlamos de él. Estábamos más felices, incluso, que si hubiéramos metido el gol. Los de su equipo, luego de las burlas, lo felicitaron. Pero él se quedó quieto, tapándose la cara con ambas manos, tirado entre las dos piedras de su portería. Suspiró hondo antes de dejarse ver de nuevo. Muy lento, con las puntas de los dedos, empezó a desclavar su labio de abajo y, luego, haciendo muecas, el otro labio. Recuerdo el plop, plop, plop de carne cruda cuando arrancaba, de entre los fierros, su boca herida. Un chorro de sangre le ensució los dedos, le escurrió por la barbilla y le cayó en la playera. Me asusté. Me asusté y me eché a reír. Supuse que ahora sí me la haría de pedo. Era lo lógico. Tenía miedo, pero me reía y lo miraba, esperándolo. Ya ves cómo me la pelas, pensé en decirle, pero de pronto la lluvia empezó a venir de sus ojos rojos. Dejé de reírme y se me hizo un nudo en la garganta. Él me miraba tan fijamente que ya no pude decir nada. Y luego tampoco pude sostenerle la mirada y mejor me fijé bien en su playera toda manchada de sangre. Ahí estaba mi trofeo. Se escuchó un trueno y la lluvia se hizo más intensa. Todo el mundo corrió. Él terminó de limpiarse con la playera y se puso de pie. Al pasar junto a mí me dio una palmada en el hombro. Todavía se metió bajo un carro y sacó el balón antes de meterse a su casa. Yo no tenía cualidades para estar en su equipo.
11
Laberinto Jorge Gómez (Buenos Aires, Argentina)
Al laberinto no lo construyó Dédalo ¿Quién entonces? Quizás la exclusión Quizás el neoliberalismo Con miedos y medios construyeron un minotauro de camiseta y gorrita Le temían le temen pero dentro no hay monstruo el laberinto es un barrio sólo un barrio
12
En la ciudad gris de Danilo Oliva
13En la ciudad gris de Danilo Oliva
Re-evolución Adrián García (Chiapas)
Me han dicho que ninguna hormiga se vuelve mariposa.
Que seré de cristal si lucho.
Nadie sabe que no tengo miedo de romperme al querer volar.
14
Huellas de glaciar en el piso de mi piel: un gato blanco.
Humedecida como soplos de lluvia.
Lorena Gutiérrez Aviña
He renacido.
(México)
Sabes memoria que moría con cada trimestre.
En el asfalto rastros de otoño restos míos también.
Juan Manuel Flores Tejeda (Ciudad de México)
15
Hay peores cosas que un homicidio Cynthia Uc Cauich
Ella baja la mirada, detiene su vista sobre sus pies, sigue con la vista el charco de sangre que se extiende por el piso. Su esposo yace con el pecho abierto y la camisa empapada de sangre. Ella sostiene fuertemente el cuchillo con ambas manos, una de ellas le tiembla sobremanera. Ella arrinconada, el agua de la llave cayendo a chorros, salpicando su costado desnudo. Su playera desgarrada, su costilla pronunciándose. El dolor en la pared torácica. Él la persigue hasta la cocina, la empuja hacia el lavabo, ella siente arder su pierna. Un crujido. "¡Esta porquería no sirve!; tú no sirves, chingada madre". Él avienta el plato hacia la pared. La sopa estaba fría. La sopa no tenía suficientes verduras. "Ya cálmate, Raúl". Ella sirve la cena. "Mamá, ¿ya mero llegas?, es que papá está borracho; contesta", su hija cuelga el teléfono. "Luisa, necesito que hagas estas rutas y cuando termines ya te puedes ir", le ordena su jefe. Ella llega a su trabajo con la nariz vendada y un moretón en el hombro, "me tocó bailar en el festival de mi hija y di mal un paso de la coreografía", explica. Tocan la puerta, es su casera extendiendo tres pagarés de renta atrasada..."no me puedo arriesgar, ya les esperé mucho tiempo", entre angustia y pena, firma un convenio de pago. "¡Qué quieres que haga! No hay trabajo", él dice. "[...] sí, calle 24, número seiscientos dos, gracias-dios-mío, por favor no se tarden que hay muchos gritos", dice una de las vecinas de la calle de enfrente antes de colgar. "¡Ya estarás contenta! ¡Cállate!, no me importa, esta es mi casa y eres mi mujer…".
16
En la entrada de la casa, varias bolsas de plástico llenas de ropa y un par de cajas de juguetes impiden que él salga a tiempo para alcanzar a su esposa e hija. Él se para enfrente del taxi, lo hace frenar "amigo, retírese", dice el taxista, el vehículo acelera, él lo esquiva, él tira un manotazo hacia la ventana del pasajero. “¿Mamá?”. Ella se da cuenta de cómo la niña mira a su papá desde el vidrio trasero del coche, regresa la mirada y la fija en su mejilla colorada. La niña mantiene la mirada hacia el punto en el que se ha convertido su padre "Necesito una habitación, por favor", dice ella a la recepcionista, "no tenemos servicio después del horario habitual, tiene que esperar hasta mañana", ella contesta. "Vengo con la niña, por favor", suplica. "Sí, sí; son casi diez horas pero de aquí sacas para los gastos que vienen por tu bebé", le dice su amiga señalando un anuncio en el periódico. Él le lleva flores, le besa el cuello, ella se resiste, él la desviste, ella mira hacia el techo, hacia la pared, hacia la ventana abierta, hacia la puerta cerrada. Ahora su mamá le ayuda con la limpieza de la casa. Ahora su mamá la cuida para que no vuelva a perder al bebé, "no hagas esfuerzos, tú acuéstate". Un aborto espontáneo fue la explicación más confiable. Se llamará Carla. Ella lo espera a cenar, él se va a trabajar, regresa ebrio. Ella lo espera a cenar, él se va trabajar, no regresa hasta el día siguiente. Ella no lo espera a cenar, él llega "¿a dónde vas?", dice y ella le contesta "ahora regreso, voy con una amiga...” ¿y vestida así?, ¡no me quieras hacer estúpido!", grita y la jala de las muñecas con fuerza "me lastimas", dice ella. Ella pierde el equilibrio y cae sobre su vientre. "Es que no me ha bajado", ella dice. Su mamá la sacó de la casa. Tres semanas después se casan por el civil. La mesa de la cocina adornada con flores artificiales, flores del mismo color que él le regaló en su primera cita formal.
17
“Quiero vivir cada día de mi vida contigo”. Rentan una casa pequeña, la despensa se basa en carne congelada y verduras enlatadas. "No te vayas, quédate", dulcemente le dice él a ella mientras la abraza por detrás "Eres sensacional, te adoro". Hacen el amor de nuevo en un cuarto de motel, entre latas vacías de cerveza y vasos de plástico. “Me encantas”. La calidez de las manos de él brindaron guiaron los afectos y mieles de ambos. "¿Quieres pasártela bien esta noche?". Lo conoce en un bar, él de espalda erguida y mirada seductora. “Mira, solo pon tu mano aquí y déjate llevar. Yo te guío”. Ella no puede creer que la haya invitado a bailar: "¿y si no le gusto?"; sus amigas insistieron en que aceptara: "¡Le gustas! Linda, acércate, desde que llegamos no te quita la mirada de encima. Hacen bonita pareja, me cae".
18
Cuento el cuarto que habito de Miriam Bautista (Baja California Sur, México)
19
A UNA CARTABLANCA Alfonso Jova (Querétaro, Querétaro) Pensé en escribirte una carta, Gilberto Owen, pero me dio hueva. Mientras leía uno de tus versos mi estrella ―óyela correr― se apagó hace años torcí mis ojos hacia mí y noté que era estatua cagada por el tiempo venía hacia el papel dispuesto a contarte mi historia pero te vi tan lejano, tan frío, tan viejo me pregunté por qué te llamaban contemporáneo ¿pero de quién? ¿de las tumbas gobierno federal y consagradas? ¿de los lánguidos malabaristas del erario poético? ¿de los monumentos blancos regresé a tus líneas y ya no encontré nada tu voz se me secaba al contacto y se me iban como nubes tus palabras pensé a lo mejor que era por tu ascendencia europea o quizá por tu diplomática cara o por tu cerebro cosmopolita o por tanta referencia griega ya me había sido imposible hasta dirigirte la palabra dejo pues tu carta en blanco y me dejo llevar por las aguas que ya no son más de los dioses de Chapultepec sino de los teporochos que besan a su querida caguama:
20
muy querida cartablanca apenas te saco del refrigerador veo tu cuerpo glacial la sencillez con la que escondes tus virtudes y no puedo evitar acariciar mi labio con la lengua y sentir un arroyo en la garganta
MY LONELINESS IS KILLING ME Busco en la pantalla un antídoto Como quien busca coca en el inodoro Y no encuentra más que migraña, Como quien encuentra desazón Y sólo buscaba un cigarro
21
La noche es una mujer que duele
Duele llegar temprano a casa ver las baldosas sucias las persianas del llanto apoyar la vida sobre un vaso de agua y sentir que se rompe en mil p e d a z o s
Ivana Szac (Buenos Aires, Argentina)
22
Chancho Jesús Antonio González Galindo (Texcoco, México)
Bueno, hijo, ya es hora Sácate a la verga, Adalberto. *Sácate la verga, Adalberto, y ve cómo se le hinchan las manos de gusto y su sonrisa ¡pues cómo no! Si eres tan así, como quien dice, donde te echas haces monte. que sepas que tu padre Ya está en el suelo y por debajo, contigo, con la hierba y las semillas de encino que tanto te gusta mordisquear. Pero te ves diferente, menos tronco, más raíz. ¡¿Lo has visto?! Preguntas
23
Hace tanto calor, en tu trabajo sudas mucho, hueles mal, pero aún trompeas faldas, buscas glandes (¿sabías que así se les dice a las bellotas?) y sí, encuentras turbas ácidas, enmarañadas de riqueza diminuta, olorosas como tú, tierra fértil como en casa. que tu padre Te ignora Aunque te quiera, no es que estés sucio, es que ensuciaste, es que sembraste un bosque al que están barrenando. Mira sus manos, las que besabas, tan llenas de lodo. Mira las tuyas, Adalberto, tan de culpa. Y tú rodando. que tu padre era Suspira Infección, engaño, trampa. Un cerdo. *un santo, termina.
24
Cuarto azul de Astrid Canto (Mérida Yucatán)
25 S/T de Astrid Canto (Mérida Yucatán)
Ecatepec Helena LaBrave (Coacalco, Edo. Mex.)
El cerro de los vientos llora sangre Porque sus hijas están perdidas y no suenan ya sus pasos.
La noche, es cada vez más gélida, punzocortante, porque no hay en las ventanas niñas que canten.
Por todos lados, la tierra brama, mal duerme inundada de dolor. Las flores ya no brotan al entrar la primavera. Los árboles se secan mudos en el campo, La playa, el desierto, el bosque y la ciudad.
26
T
Todo lo que muere Ottoniel Herso (Estado de México)
Si le rompo las costillas a esta casa, los huecos en sus paredes me dejarán ver que siempre hemos vivido en la garganta de un mundo hambriento. Si abriera desgarre a desgarre, mi estómago de extrañeza anidado, antes de parpadear hacia la nada, podría ver que hay un yo interno, visceral, que desconocía, que era una sombra viviendo en la cueva de mi cuerpo. Si otra tristeza me rompiera también el pecho, los huecos en mis costillas serían tan solo otro azar cóncavo. Todo lo que muere y se rompe, será para siempre solo otro hueco desde el cual observar lo que sí prevalece. 27
El deguste de Alexis Gútel (Cuernavaca, Morelos)
28
Cuerpos lacerados y ensoñador vuelo de Edilberto Sierra (Colombia)
29
30